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John Einstein
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Calor, sombra, spa y piscinas de agua dulce, el lugar idóneo para reposar después de unos días duros de trabajo y recibir dos operaciones. Una de ellas bastante simple pero importante, ya que me reconstruyeron los dos oídos por completo, dándome una excelente audición, la otra por edén aunque también me ha mejorado mucho la vida, si que fue una operación bastante completada, ya que me sustituyeron todos los huesos de los brazos, por huesos de fibra de carbono, mejorando mi destreza.
Por todo ello, ahora me encontraba relajándome con un San francisco, sin mango y sin alcohol, tumbado en una hamaca, al lado de una de las piscinas de agua dulce de la isla. El día era tan caluroso, que ni la sombra provocada por el gran árbol sombrilla, ni el pantalón corto que portaba como pantalón, ni siquiera ser un hombre viento, por lo tanto pudiéndome ventilar cuando quisiera creando una pequeña e indetectable brisa a mi alrededor me ayudaba a soportar aquel calor abrasador, el que me hacía sentir que me derretía como una mantequilla de cerdo a la sartén.
Pese a que la temperatura incitaba a no salir de la habitación o el hotel, donde los aires acondicionados estaban puestos a tope, la piscina y sus alrededores estaba repleta de familias y personas disfrutando de las grandes y entretenidas piscinas del complejo. Además esté en particular tenía una barra de bar en el exterior, donde te vendían todo tipo de refresco o bebidas alcohólicas, las que ayudaban a pasar más felizmente aquella calor o al menos no pensar en ella.
Aunque estaba de vacaciones, me había pedido el San Francisco sin alcohol porque no quería emborracharme aún, al fin y al cabo, era muy temprano, no eran más que las 12 del medio día, además como buen médico sabía que beber alcohol con el estomago vacío, no era ni recomendable ni bueno para la salud. El San Francisco estaba tan bueno que en un visto y no visto, ya me lo había acabado, así que después de dejar la toalla en la hamaca junto a la camiseta con la que había bajado de la habitación pero me había quitado solo llegar a la piscina, en forma de reserva de la hamaca. Empecé a caminar hacía la barra de bar, donde había bastante gente apoyada en esta charlando. Al llegar a la barra, apoyé el vaso vacío en la barra y le hice un gesto a la joven camarera que había atendiendo, la cual solo portaba un fino bikini rosa, el cual parecía tener a todos los barones de la barra locos, ya que muchos de ellos cuchicheaban mirándola.
- Otro San Francisco por favor, sin alcohol ni zumo de mango.- le dije cuando se acerco a preguntarme que quería.
Por todo ello, ahora me encontraba relajándome con un San francisco, sin mango y sin alcohol, tumbado en una hamaca, al lado de una de las piscinas de agua dulce de la isla. El día era tan caluroso, que ni la sombra provocada por el gran árbol sombrilla, ni el pantalón corto que portaba como pantalón, ni siquiera ser un hombre viento, por lo tanto pudiéndome ventilar cuando quisiera creando una pequeña e indetectable brisa a mi alrededor me ayudaba a soportar aquel calor abrasador, el que me hacía sentir que me derretía como una mantequilla de cerdo a la sartén.
Pese a que la temperatura incitaba a no salir de la habitación o el hotel, donde los aires acondicionados estaban puestos a tope, la piscina y sus alrededores estaba repleta de familias y personas disfrutando de las grandes y entretenidas piscinas del complejo. Además esté en particular tenía una barra de bar en el exterior, donde te vendían todo tipo de refresco o bebidas alcohólicas, las que ayudaban a pasar más felizmente aquella calor o al menos no pensar en ella.
Aunque estaba de vacaciones, me había pedido el San Francisco sin alcohol porque no quería emborracharme aún, al fin y al cabo, era muy temprano, no eran más que las 12 del medio día, además como buen médico sabía que beber alcohol con el estomago vacío, no era ni recomendable ni bueno para la salud. El San Francisco estaba tan bueno que en un visto y no visto, ya me lo había acabado, así que después de dejar la toalla en la hamaca junto a la camiseta con la que había bajado de la habitación pero me había quitado solo llegar a la piscina, en forma de reserva de la hamaca. Empecé a caminar hacía la barra de bar, donde había bastante gente apoyada en esta charlando. Al llegar a la barra, apoyé el vaso vacío en la barra y le hice un gesto a la joven camarera que había atendiendo, la cual solo portaba un fino bikini rosa, el cual parecía tener a todos los barones de la barra locos, ya que muchos de ellos cuchicheaban mirándola.
- Otro San Francisco por favor, sin alcohol ni zumo de mango.- le dije cuando se acerco a preguntarme que quería.
Berry
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La isla de vacaciones le venía como anillo al dedo a la mink tras haber estado tanto tiempo entre su trabajo y los combates. Por lo general se lo pasaba tomando helados tras aprovechar el clima que tanto le gustaba para llevar al límite ssu rutina de ejercicios personalizados, era un día tan caluroso como de costumbre o quizás incluso más la pesadez en el ambiente se podía notar como un manto pesado sobre el cuerpo.
La zorra se encontraba comiendo un helado de agua con solo una camisa violeta abierta y una bermuda al estilo floral al extremo de una barra atendida por una bella joven a quien le había echado el ojo y esperaba poder invitar a una fiesta. Su cuerpo atlético y esculpido por años de constante entrenamiento acaparaba algunas miradas curiosas pese a sus rasgos animales y su brilloso cabello negro que recubría el mismo.
—¿Sin alcohol? ¿Eres menor o qué? Un buen trago siempre debe tener alcohol si deseas estar de fiesta. ¡Nada mejor que un buen trago frío para olvidarse de todo!—
Comentó mirando al joven que había cometido el sacrilegio de pedir un trago sin alcohol en su presencia, golpeado la barra con su garra y haciendo que los recipientes pegasen un leve brinco antes de sonreír.
—¡Bwahahaha! Solo estoy bromeando, todo el mundo es libre de tomar lo que quiera como yo soy libre de ponerme a entrenar si lo veo necesario. A lo mejor podría hacerte correr un poco te veo un poco delgado...—
La mink comenzó a reír antes de darle un mordisco al helado que portaba en su mano y masticarlo imitando a un zorro cuando está triturando su comida. Su cola se movió y erizó por el golpe frío que sacudió su cabeza, algo que todo su cuerpo imitó hasta llegar a tensar sus orejas.
—¡Brrr! No vuelvo a morder esto, pero está muy bueno para no hacerlo está salado y dulce a la vez que rara combinación de gustos me dio ese chico pelirrojo... ¿En que estaba? ¡Oh! Es cierto... ¿Te gustaría que te enseñe a ponerte en forma? Estoy de vacaciones pero supongo que algo podremos hacer...—
Comentó la zorra ofreciendo su mano libre a modo de saludo tras haber dado una última mirada al cuerpo del joven pelinegro, Berry se mostraba feliz y despreocupada poco más que su apariencia le hacían parecer alguien muy fuerte. Quizás podrían confundirla con alguna mascota de competencias o una zorra que se escapó de algún circo.
La zorra se encontraba comiendo un helado de agua con solo una camisa violeta abierta y una bermuda al estilo floral al extremo de una barra atendida por una bella joven a quien le había echado el ojo y esperaba poder invitar a una fiesta. Su cuerpo atlético y esculpido por años de constante entrenamiento acaparaba algunas miradas curiosas pese a sus rasgos animales y su brilloso cabello negro que recubría el mismo.
—¿Sin alcohol? ¿Eres menor o qué? Un buen trago siempre debe tener alcohol si deseas estar de fiesta. ¡Nada mejor que un buen trago frío para olvidarse de todo!—
Comentó mirando al joven que había cometido el sacrilegio de pedir un trago sin alcohol en su presencia, golpeado la barra con su garra y haciendo que los recipientes pegasen un leve brinco antes de sonreír.
—¡Bwahahaha! Solo estoy bromeando, todo el mundo es libre de tomar lo que quiera como yo soy libre de ponerme a entrenar si lo veo necesario. A lo mejor podría hacerte correr un poco te veo un poco delgado...—
La mink comenzó a reír antes de darle un mordisco al helado que portaba en su mano y masticarlo imitando a un zorro cuando está triturando su comida. Su cola se movió y erizó por el golpe frío que sacudió su cabeza, algo que todo su cuerpo imitó hasta llegar a tensar sus orejas.
—¡Brrr! No vuelvo a morder esto, pero está muy bueno para no hacerlo está salado y dulce a la vez que rara combinación de gustos me dio ese chico pelirrojo... ¿En que estaba? ¡Oh! Es cierto... ¿Te gustaría que te enseñe a ponerte en forma? Estoy de vacaciones pero supongo que algo podremos hacer...—
Comentó la zorra ofreciendo su mano libre a modo de saludo tras haber dado una última mirada al cuerpo del joven pelinegro, Berry se mostraba feliz y despreocupada poco más que su apariencia le hacían parecer alguien muy fuerte. Quizás podrían confundirla con alguna mascota de competencias o una zorra que se escapó de algún circo.
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Estaba pidiendo mi San Francisco sin alcohol, cuando llego a la barra del bar, una Mink que se puso al lado mío. Esta Mink tenía rasgos de zorra con pelaje negro y tatuajes dorados, la cual vestía una camisa junto a una bermuda hawaiana. Sus palabras me hicieron esbozar una gran sonrisa, la verdad es que tenía razón, además yo sabía que el alcohol me haría pasar mejor el dolor aún presente por las operaciones, pero lo que tenia también claro, era que sin un gramo de comida en mi cuerpo no iba a probar una gota de alcohol, no quería acabar por los suelos en un par de horas.
Llevaba días levantándome muy tarde, puesto que durante las noches me costaba descansar más de lo normal, no solo provocado por las pesadillas del día de la muerte de mis padres, sino también por el malestar de las operaciones. Por lo tanto, al levantarme más tarde, mis rutinas diarias, como mis entrenamientos básicos de Kung Fu y mi meditación matutina, se atrasaron provocando que a aquellas horas no hubiese comido aún.
- No soy menor, no, pero tampoco un inconsciente. ¿Le parece bien si le invito a comer y luego acepto su propuesta de entrenarme?- le dije con toda mi educación después de acabar de escucharla, la cual seguía teniendo razón, me había centrado tanto en mis conocimientos que había descuidado mi físico. Al fin y al cabo, los entrenamientos básicos de Kung Fu, no eran para ganar musculo ni ninguna capacidad física, únicamente eran para mejorar mis movimientos y dominar mi respiración, la cual aunque no lo pareciese era muy importante.
Así que sin dudarlo ni un momento, le acepte el encaje de manos mientras la miraba a esos feroces ojos. Al realizar el encaje, noté la fuerza bruta de aquella Mink, su encaje era firme y fuerte, lo que corroboraba con un espectacular físico que se veía incluso debajo de su oscuro pelaje. Aún teniendo aquel aspecto tan feroz y potente, la Mink mostraba una felicidad y despreocupación asombrosa. Seguramente esto estaba provocado por su autoconfianza.
Cuando la joven camarera me trajo el San Francisco lo agarré, me puse de pie y mirando a la Mink. -Por cierto, soy John Einstein.- me presente educadamente, para luego hacer un gesto para que se viniese conmigo. -¿Entonces aceptas? ¿Te vienes a comer conmigo?- le pregunté para luego girarme y empezar a caminar aceptase o no. La verdad estaba muy interesado en ese entrenamiento, pero para mi la comida era algo vital, que no se podía rechazar ni dejar de lado. Era tal mi obsesión que se me hacía la boca agua con solo pensar en comer. "Espero que tengan platos deliciosos y exquisitos." me dije mientras caminaba hacía el restaurante.
Llevaba días levantándome muy tarde, puesto que durante las noches me costaba descansar más de lo normal, no solo provocado por las pesadillas del día de la muerte de mis padres, sino también por el malestar de las operaciones. Por lo tanto, al levantarme más tarde, mis rutinas diarias, como mis entrenamientos básicos de Kung Fu y mi meditación matutina, se atrasaron provocando que a aquellas horas no hubiese comido aún.
- No soy menor, no, pero tampoco un inconsciente. ¿Le parece bien si le invito a comer y luego acepto su propuesta de entrenarme?- le dije con toda mi educación después de acabar de escucharla, la cual seguía teniendo razón, me había centrado tanto en mis conocimientos que había descuidado mi físico. Al fin y al cabo, los entrenamientos básicos de Kung Fu, no eran para ganar musculo ni ninguna capacidad física, únicamente eran para mejorar mis movimientos y dominar mi respiración, la cual aunque no lo pareciese era muy importante.
Así que sin dudarlo ni un momento, le acepte el encaje de manos mientras la miraba a esos feroces ojos. Al realizar el encaje, noté la fuerza bruta de aquella Mink, su encaje era firme y fuerte, lo que corroboraba con un espectacular físico que se veía incluso debajo de su oscuro pelaje. Aún teniendo aquel aspecto tan feroz y potente, la Mink mostraba una felicidad y despreocupación asombrosa. Seguramente esto estaba provocado por su autoconfianza.
Cuando la joven camarera me trajo el San Francisco lo agarré, me puse de pie y mirando a la Mink. -Por cierto, soy John Einstein.- me presente educadamente, para luego hacer un gesto para que se viniese conmigo. -¿Entonces aceptas? ¿Te vienes a comer conmigo?- le pregunté para luego girarme y empezar a caminar aceptase o no. La verdad estaba muy interesado en ese entrenamiento, pero para mi la comida era algo vital, que no se podía rechazar ni dejar de lado. Era tal mi obsesión que se me hacía la boca agua con solo pensar en comer. "Espero que tengan platos deliciosos y exquisitos." me dije mientras caminaba hacía el restaurante.
Berry
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La mink abrió sus ojos al escuchar la propuesta, reduciendo distancias con el muchacho hasta quedar a solo centimetros de su cara, su mirada parecía penetrar incluso la carne antes de que Berry decidiera alejarse para tomar asiento en su butaca. Se limitó a pararse en cuatro extremidades mientras su pierna rascaba su cuello similar a cualquier perro recien despierto que decide rascarse por puro gusto mientras sostenia el helado firmemente con su mándibula.
—¿Una cita? Eres muy guapo y sin lugar a dudas me gusta la gente que va de frente, aceptar es lo menos que puedo hacer. Vamos a comer algo y luego a entrenar que no me gusta cuando quieren huir del tema.—
Berry brincó hacia delante volviendo a su postura erguida y siguiendo al muchacho por el camino, su cuerpo mostraba una postura relajada mientras se dedicaba a comer su helado olfateando a su lado cada vez que una persona pasaba cerca. Llevaba una mano en su bolsillo y en la otra aquel helado del cual ya solo quedaba un trozo colgando en medio del palillo.
—John es un nombre curioso, soy Berry sin apellido, quiero decir me llamo Berry pero no tengo apellido lo que no significa que sin apellido sea mi apellido. ¿Lo he dicho bien? ¡Como sea! Espero que ese lugar tenga un buen arroz o pastas, los carbohidratos se queman rápido al hacer ejercicio y es más energía en poco tiempo.—
La mink mostraba una sonrisa mientras apuntaba con su palillo al horizonte sin mucho sentido. Aunque pudiera parecer tonta en algunos aspectos si estaba bastante enterada de las propiedades de los alimentos y la dieta que debía seguir, incluso su rostro mostraba una sonrisa peculiar a hablar de aquellos temas.
—¿Eres soltero? Ya que me invitas a una cita luego de entrenar podría darte algunos mimos.—
Coqueteó Berry creyendo que esa invitación era una cita verdadera tras haber acabado de degustar su helado y ahora limitarse a mordisquear el palillo para entretenerse mientras caminaba siendo a que pese a tener un grueso pelaje no parecía muy afectada por el calor e incluso lo disfrutaba en gran medida.
—¿Una cita? Eres muy guapo y sin lugar a dudas me gusta la gente que va de frente, aceptar es lo menos que puedo hacer. Vamos a comer algo y luego a entrenar que no me gusta cuando quieren huir del tema.—
Berry brincó hacia delante volviendo a su postura erguida y siguiendo al muchacho por el camino, su cuerpo mostraba una postura relajada mientras se dedicaba a comer su helado olfateando a su lado cada vez que una persona pasaba cerca. Llevaba una mano en su bolsillo y en la otra aquel helado del cual ya solo quedaba un trozo colgando en medio del palillo.
—John es un nombre curioso, soy Berry sin apellido, quiero decir me llamo Berry pero no tengo apellido lo que no significa que sin apellido sea mi apellido. ¿Lo he dicho bien? ¡Como sea! Espero que ese lugar tenga un buen arroz o pastas, los carbohidratos se queman rápido al hacer ejercicio y es más energía en poco tiempo.—
La mink mostraba una sonrisa mientras apuntaba con su palillo al horizonte sin mucho sentido. Aunque pudiera parecer tonta en algunos aspectos si estaba bastante enterada de las propiedades de los alimentos y la dieta que debía seguir, incluso su rostro mostraba una sonrisa peculiar a hablar de aquellos temas.
—¿Eres soltero? Ya que me invitas a una cita luego de entrenar podría darte algunos mimos.—
Coqueteó Berry creyendo que esa invitación era una cita verdadera tras haber acabado de degustar su helado y ahora limitarse a mordisquear el palillo para entretenerse mientras caminaba siendo a que pese a tener un grueso pelaje no parecía muy afectada por el calor e incluso lo disfrutaba en gran medida.
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La Mink, la cual su nombre según ella misma era Berry, parecía haber aceptado mi invitación, aunque por lo poco que escuchaba sobre lo que me decía, ya que mi mente y cuerpo solo pensaba en comer, esta se había pensado que le proponía era una cita romántica.
- Si soy soltero, pero esto no es una cita, solo una invitación a llenar la barriga antes de entrenar.- le contesté sin dejar de caminar y sin mirarla. Mi cuerpo andaba solo, dejándose llevar por mi olfato, el cual había detectado un sabroso aroma a carne a la brasa. El aroma era tan bueno, que de un momento a otro, pase de estar caminando, a caminar más rápido y luego empezar a correr. Recorriendo unos 50 metros en menos de 1 minuto.
Al llegar a la entrada del restaurante, abrí esta de un empujón y sin hacerle ni caso al camarero que recibía a los nuevos comensales, me fui directo hacía el lugar de donde provenía aquel delicioso aroma, acabando enfrente de un mostrador repleto de carne y pollo a la brasa, agarre un cacho de carne y empecé a devorarlo, haciendo caso omiso a todas las miradas indiscretas y repletas de asco de mi alrededor.
Parecía ser que por suerte, aquel lugar no era un restaurante normal al uso, sino un buffet libre, que tenía todo tipo de comidas, bebidas y postres. Ya más tranquilo por haber introducido comida en mi cuerpo, me dirigí a la zona de platos agarrando un par de grandes platos, los cuales llene de carnes y pollos a la brasa. La verdad que había devorado casi sin saborear aquel primer trozo de carne, pero el sabor de la carne se me había quedado en la boca y era realmente sabrosa.
Ya con los platos repletos de todo tipo de carnes y pollos a la brasa, me puse a buscar a mi acompañante. Primero di un vistazo a mi alrededor buscándola, cuando de repente me vino a la mente una de las pocas cosas que mi celebro capto mientras veníamos. "Me parece recordar que ha dicho algo de arroz y pasta.... debe estar donde los carbohidratos." me dije recordando sus palabras, así que me puse a buscar los arroces.
Aquel lugar era realmente grande y estaba repleto de personas, así que tarde unos 2 minutos en recorrerlo entero, al fin encontrando a Berry. - Disculpe Berry, por desaparecer, pero si no comía algo rápidamente me iba a desmayar.- le dije al encontrarme con ella. -¿Agarraste ya lo que quieres comer? Si es así, deberíamos buscar una mesa libre, esto esta repleto de gente.- le seguí comentando mientras echaba un vistazo a nuestro alrededor buscando una mesa libre. - Mira aquella esta libre y limpia,- le dije al ver una mesa la cual un camarero estaba recogiendo y limpiando en aquel momento.
- Si soy soltero, pero esto no es una cita, solo una invitación a llenar la barriga antes de entrenar.- le contesté sin dejar de caminar y sin mirarla. Mi cuerpo andaba solo, dejándose llevar por mi olfato, el cual había detectado un sabroso aroma a carne a la brasa. El aroma era tan bueno, que de un momento a otro, pase de estar caminando, a caminar más rápido y luego empezar a correr. Recorriendo unos 50 metros en menos de 1 minuto.
Al llegar a la entrada del restaurante, abrí esta de un empujón y sin hacerle ni caso al camarero que recibía a los nuevos comensales, me fui directo hacía el lugar de donde provenía aquel delicioso aroma, acabando enfrente de un mostrador repleto de carne y pollo a la brasa, agarre un cacho de carne y empecé a devorarlo, haciendo caso omiso a todas las miradas indiscretas y repletas de asco de mi alrededor.
Parecía ser que por suerte, aquel lugar no era un restaurante normal al uso, sino un buffet libre, que tenía todo tipo de comidas, bebidas y postres. Ya más tranquilo por haber introducido comida en mi cuerpo, me dirigí a la zona de platos agarrando un par de grandes platos, los cuales llene de carnes y pollos a la brasa. La verdad que había devorado casi sin saborear aquel primer trozo de carne, pero el sabor de la carne se me había quedado en la boca y era realmente sabrosa.
Ya con los platos repletos de todo tipo de carnes y pollos a la brasa, me puse a buscar a mi acompañante. Primero di un vistazo a mi alrededor buscándola, cuando de repente me vino a la mente una de las pocas cosas que mi celebro capto mientras veníamos. "Me parece recordar que ha dicho algo de arroz y pasta.... debe estar donde los carbohidratos." me dije recordando sus palabras, así que me puse a buscar los arroces.
Aquel lugar era realmente grande y estaba repleto de personas, así que tarde unos 2 minutos en recorrerlo entero, al fin encontrando a Berry. - Disculpe Berry, por desaparecer, pero si no comía algo rápidamente me iba a desmayar.- le dije al encontrarme con ella. -¿Agarraste ya lo que quieres comer? Si es así, deberíamos buscar una mesa libre, esto esta repleto de gente.- le seguí comentando mientras echaba un vistazo a nuestro alrededor buscando una mesa libre. - Mira aquella esta libre y limpia,- le dije al ver una mesa la cual un camarero estaba recogiendo y limpiando en aquel momento.
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La mink comenzó a procesar la información mientras lamía los restos de dulce de su garra izquierda, según John era soltero pero aquello no era una cita. Curioso porque cuando un soltero invitaba a una chica guapa a comer era una cita, eso había entendido tras tanto viviendo entre humanos como si llenar la barriga fuese lo más común del mundo para cortejar. Siguió dando vueltas al asunto teniendo que seguir el aroma de John para no perderle ya que en un abrir y cerrar de ojos se había esfumado del lugar dejando a la zorra debatiendo internamente sobre las citas y los humanos.
Tras llegar al restaurante la mink se dirigió hasta la sección del arroz y fue mordisqueando de plato a plato como si fuese una zorra salvaje saltando de presa a presa. Cuando finalmente pudo decidirse se sirvió de un bol el arroz a su gusto incorporando pescado fresco y una mezcla de ensaladas verdes sobre este.
—¡Hey! Me dejaste pensando sola pero pude seguirte gracias a mi olfato. ¿Mesa? Pensaba comer aquí pero si tanto insistes~—
Berry habló con su boca tan llena que algunos trozos de su comida salieron volando hacia la cara del humano. Acto seguido se levantó del suelo haciendo gala de su altura mientras llevaba su bandeja a la mesa y se sentaba a comer como un cachorro su plato de arroz, pescado y verduras sin preocuparse de las formalidades. Su rostro no dejaba de sonreír siendo que tras unos segundos la bandeja estaba vacía y reluciente tras la mink haber lamido prolongadamente los restos de comida sin dejar que el camarero la retirase e incluso siguiendo la misma con la cabeza al ser retirada por la fuerza.
—Estuvo delicioso como tú, no te ves mal para unas mordidas. Pero no te vas a librar, dijimos que entrenaríamos y eso haremos.—
La zorra comenzó a estirar su espalda y cuerpo como si fuese un gato o un perro. Estiramientos en cuatro patas que dejaban grandes y generosas vistas de su cuerpo para deleite de su compañero. Aunque también mostraban que la mink no pasaba mucho tiempo quieta, le gustaba moverse y estar preparada incluso tras una comida relajante parecía ser de esos animales cuyo cuerpo rogaba por acción.
—Cuando quieras podemos salir y empezar, me adelantaré para buscar las pesas y equipos en mi habitación. Descuida una vez que tengo tu aroma no te pierdo a menos que esté resfriada.—
La mink inspiró una gran cantidad de aire antes de soltarlo demostrando que su nariz funcionaba perfectamente. Crujiendo sus nudillos y su cuello mientras salía en dirección a la puerta rumbo a su habitación.
Habrá demorado unos veinte minutos hasta aparecer nuevamente frente al restaurante portando ya sobre su cuerpo un conjunto de pesas corporales junto a una pequeña caja a su lado, aguardando a que John decidiera salir como un perro espera a su dueño frente a un lugar.
Tras llegar al restaurante la mink se dirigió hasta la sección del arroz y fue mordisqueando de plato a plato como si fuese una zorra salvaje saltando de presa a presa. Cuando finalmente pudo decidirse se sirvió de un bol el arroz a su gusto incorporando pescado fresco y una mezcla de ensaladas verdes sobre este.
—¡Hey! Me dejaste pensando sola pero pude seguirte gracias a mi olfato. ¿Mesa? Pensaba comer aquí pero si tanto insistes~—
Berry habló con su boca tan llena que algunos trozos de su comida salieron volando hacia la cara del humano. Acto seguido se levantó del suelo haciendo gala de su altura mientras llevaba su bandeja a la mesa y se sentaba a comer como un cachorro su plato de arroz, pescado y verduras sin preocuparse de las formalidades. Su rostro no dejaba de sonreír siendo que tras unos segundos la bandeja estaba vacía y reluciente tras la mink haber lamido prolongadamente los restos de comida sin dejar que el camarero la retirase e incluso siguiendo la misma con la cabeza al ser retirada por la fuerza.
—Estuvo delicioso como tú, no te ves mal para unas mordidas. Pero no te vas a librar, dijimos que entrenaríamos y eso haremos.—
La zorra comenzó a estirar su espalda y cuerpo como si fuese un gato o un perro. Estiramientos en cuatro patas que dejaban grandes y generosas vistas de su cuerpo para deleite de su compañero. Aunque también mostraban que la mink no pasaba mucho tiempo quieta, le gustaba moverse y estar preparada incluso tras una comida relajante parecía ser de esos animales cuyo cuerpo rogaba por acción.
—Cuando quieras podemos salir y empezar, me adelantaré para buscar las pesas y equipos en mi habitación. Descuida una vez que tengo tu aroma no te pierdo a menos que esté resfriada.—
La mink inspiró una gran cantidad de aire antes de soltarlo demostrando que su nariz funcionaba perfectamente. Crujiendo sus nudillos y su cuello mientras salía en dirección a la puerta rumbo a su habitación.
Habrá demorado unos veinte minutos hasta aparecer nuevamente frente al restaurante portando ya sobre su cuerpo un conjunto de pesas corporales junto a una pequeña caja a su lado, aguardando a que John decidiera salir como un perro espera a su dueño frente a un lugar.
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Cuando me encontré a Berry, esta ya estaba comiendo y al conocerla tan poco, cometí un grave error, que fue hacerle hablar con la boca llena, puesto que al hablar me lleno la cara de trozos de arroz. Los cuales me limpie con una servilleta sin decirle absolutamente nada y sin mostrar ningún tipo de sentimiento, aunque en ese momento un sentimiento de asco me recorriese el cuerpo, pero al fin y al cabo era culpa mía, me había olvidado que los Minks eran animales con cuerpo de humanos y no podía esperar nada más que algo así.
"Bueno seguro que consigo acostumbrarme a esto, ante todo parece una buena chica, aunque tengo unos modales... algo primitivos y salvajes..." pensé mientras comía sentado al otro lado de la mesa, lugar donde ya me puse por precaución, aprendiendo de mi error anterior. Otra de las cosas que me di cuenta, es que la Mink era una culo inquieto, puesto que en menos de 1 minuto ya se había acabado su plato y estaba estirándose como si de un gato o perro se tratase.
- Si, no te preocupes, que vamos a entrenar si o si.- le dije cuando la Mink recalcó que no me iba a escapar del entrenamiento, algo que no pensaba hacer, sabía que para seguir con mi trabajo de cazador y sobrevivir en este mundo debía mejorar mi físico. -Vale, en cinco minutos, en cuanto acabe esto, nos vemos en la puerta.- le dije señalando los dos platos de carnes y pollos a la brasa que tenía en frente. A diferencia de la Mink, comía algo más lento, pero mayor cantidad, puesto que llevaba horas sin comer y mi barriga me lo pedía, por suerte, desde pequeño había tenido un metabolismo rápido, el cual me permitía comer gran cantidad de comida y digerirla rápidamente.
Al acabarme por completo los platos, y teniendo la barriga bien llena y satisfecha, me puse en marcha, pasando primero por la caja registradora y pagando los dos buffets libres. - Muchas gracias y disculpa por las molestias.- me despedí de los camareros, reconociendo que nuestro comportamiento, sobre todo el de la Mink no fue muy educado. Ya todo pagado y disculpado me puse camino a la puerta de entrada, al llegar allí me encontré ya con la Mink la que parecía estar esperando ya cargada de equipo de entrenamiento.
-Hola de nuevo, espero que no te haya hecho esperar mucho, la verdad que la comida estaba realmente buena y ha sido difícil dejar de comer.- le dije mientras me frotaba la barriga, la cual estaba levemente hinchada y demostraba que estaba realmente saciado. -¿Pues vamos o no? Donde habías pensado que realizáramos el entrenamiento, yo te sigo.- le dije esperando a que esta se pusiera en camino y entonces seguirla.
"Bueno seguro que consigo acostumbrarme a esto, ante todo parece una buena chica, aunque tengo unos modales... algo primitivos y salvajes..." pensé mientras comía sentado al otro lado de la mesa, lugar donde ya me puse por precaución, aprendiendo de mi error anterior. Otra de las cosas que me di cuenta, es que la Mink era una culo inquieto, puesto que en menos de 1 minuto ya se había acabado su plato y estaba estirándose como si de un gato o perro se tratase.
- Si, no te preocupes, que vamos a entrenar si o si.- le dije cuando la Mink recalcó que no me iba a escapar del entrenamiento, algo que no pensaba hacer, sabía que para seguir con mi trabajo de cazador y sobrevivir en este mundo debía mejorar mi físico. -Vale, en cinco minutos, en cuanto acabe esto, nos vemos en la puerta.- le dije señalando los dos platos de carnes y pollos a la brasa que tenía en frente. A diferencia de la Mink, comía algo más lento, pero mayor cantidad, puesto que llevaba horas sin comer y mi barriga me lo pedía, por suerte, desde pequeño había tenido un metabolismo rápido, el cual me permitía comer gran cantidad de comida y digerirla rápidamente.
Al acabarme por completo los platos, y teniendo la barriga bien llena y satisfecha, me puse en marcha, pasando primero por la caja registradora y pagando los dos buffets libres. - Muchas gracias y disculpa por las molestias.- me despedí de los camareros, reconociendo que nuestro comportamiento, sobre todo el de la Mink no fue muy educado. Ya todo pagado y disculpado me puse camino a la puerta de entrada, al llegar allí me encontré ya con la Mink la que parecía estar esperando ya cargada de equipo de entrenamiento.
-Hola de nuevo, espero que no te haya hecho esperar mucho, la verdad que la comida estaba realmente buena y ha sido difícil dejar de comer.- le dije mientras me frotaba la barriga, la cual estaba levemente hinchada y demostraba que estaba realmente saciado. -¿Pues vamos o no? Donde habías pensado que realizáramos el entrenamiento, yo te sigo.- le dije esperando a que esta se pusiera en camino y entonces seguirla.
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La mink se levantó de un salto al ver que John no se había escapado, al parecer mantenía sus promesas algo que le gustaba a la zorra. Tras ser consultada sobre adonde dirigirse cargó la caja a su espalda como si no pesara nada y emprendió camino a paso relajado hacia la playa. Berry conocía un lugar lo bastante apartado para no ser molestados y más en aquel horario donde la mayoría de visitantes se la pasaban en el agua o comiendo huyendo del sol y la arena caliente.
Al bajar unas largas escaleras blancas, la extensión de arena brillante se acumulaba frente a sus ojos y el sonido de las olas se convertía en la música habitual. Algunos pájaros revoloteaban cerca y otros solo se hacían presente como un eco a la distancia, las cálidas arenas no parecieron inquietar a la zorra que apoyó la caja sobre la misma mientras sonreía ajustando sus propias pesas a su pelaje brilloso cortesía del calor. El aroma del mar reemplazaba los olores urbanizados del complejo, siendo ahora un bello entorno natural con dunas y piedras lo que les rodeaba.
—Primero ponte algunas pesas que sientas cómodas en los brazos y tobillos, de nada servirá que entrenes sin nada de peso o intentes ejercitar. Luego de eso practicaremos golpes y patadas, lo básico quiero ver en que nivel nos encontramos antes de planificar una rutina para esta semana.—
Sin perder el tiempo Berry dibujó un pequeño ring sobre la arena colocando los límites antes de iniciar. Quería un combate en espacio reducido para no tener que forzar mucho el cuerpo de su compañero en carreras que supondrían un gasto de energía innecesario.
—¡Cuando estés listo ven y golpea! No te preocupes utilizaré todos los medios para que no haya una tragedia.—
La mink se colocó en guardia, si bien era cierto que había un equipo de protección en la caja no era para ella. Su cola se movía se lado a lado mientras lamía el pelaje de sus garras porr mera costumbre. Sus rodillas se doblaron mientras una de sus patas apuntaba al frente y los brazos tomaban posición a cada lado de su rostro con una guardia típica. Una postura rígida y de manual que podía resultar típico de un novato aprendiendo a defenderse, sin embargo, Berry utilizaba esta postura dado lo familiarizada que se encontraba con la misma.
Subestimar a la zorra cuando estaba entrenando era un error, incluso si su rostro alegre, actitudes disparatadas y personalidad exótica dieran todos los instrumentos para tildarle de confiada o engreída. El viento acarició su pelaje mientras sus orejas se alzaban como antenas, aguardando pacientemente por su compañero. Le gustaba imaginar los posibles movimientos de este, si utilizaría agarres o golpearía directamente, también le intrigaba su fuerza y que tanto arderían sus golpes. Tras haber entrenado tantas personas de tantos colores y tamaños Berry se deleitaba con aprender más cosas que los humanos podían ofrecer.
Al bajar unas largas escaleras blancas, la extensión de arena brillante se acumulaba frente a sus ojos y el sonido de las olas se convertía en la música habitual. Algunos pájaros revoloteaban cerca y otros solo se hacían presente como un eco a la distancia, las cálidas arenas no parecieron inquietar a la zorra que apoyó la caja sobre la misma mientras sonreía ajustando sus propias pesas a su pelaje brilloso cortesía del calor. El aroma del mar reemplazaba los olores urbanizados del complejo, siendo ahora un bello entorno natural con dunas y piedras lo que les rodeaba.
—Primero ponte algunas pesas que sientas cómodas en los brazos y tobillos, de nada servirá que entrenes sin nada de peso o intentes ejercitar. Luego de eso practicaremos golpes y patadas, lo básico quiero ver en que nivel nos encontramos antes de planificar una rutina para esta semana.—
Sin perder el tiempo Berry dibujó un pequeño ring sobre la arena colocando los límites antes de iniciar. Quería un combate en espacio reducido para no tener que forzar mucho el cuerpo de su compañero en carreras que supondrían un gasto de energía innecesario.
—¡Cuando estés listo ven y golpea! No te preocupes utilizaré todos los medios para que no haya una tragedia.—
La mink se colocó en guardia, si bien era cierto que había un equipo de protección en la caja no era para ella. Su cola se movía se lado a lado mientras lamía el pelaje de sus garras porr mera costumbre. Sus rodillas se doblaron mientras una de sus patas apuntaba al frente y los brazos tomaban posición a cada lado de su rostro con una guardia típica. Una postura rígida y de manual que podía resultar típico de un novato aprendiendo a defenderse, sin embargo, Berry utilizaba esta postura dado lo familiarizada que se encontraba con la misma.
Subestimar a la zorra cuando estaba entrenando era un error, incluso si su rostro alegre, actitudes disparatadas y personalidad exótica dieran todos los instrumentos para tildarle de confiada o engreída. El viento acarició su pelaje mientras sus orejas se alzaban como antenas, aguardando pacientemente por su compañero. Le gustaba imaginar los posibles movimientos de este, si utilizaría agarres o golpearía directamente, también le intrigaba su fuerza y que tanto arderían sus golpes. Tras haber entrenado tantas personas de tantos colores y tamaños Berry se deleitaba con aprender más cosas que los humanos podían ofrecer.
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Al llegar la Mink se levanto y sin decir palabra, se puso a caminar después de agarrar como si nada la caja que llevaba llena de lo que parecían pesas y materiales de entrenamiento, y yo detrás de ella. "La verdad, que fue buena decisión para a comer antes de entrenar..." me dije mientras caminaba detrás de ella, la temperatura, aunque poco, había descendido al pasar el medio día y ya iniciar la tarde, además de que una pequeña brisa se había levantado que refrescaba algo el ambiente.
Al rato de empezar a caminar, me di cuenta que íbamos hacía una de las calas más apartadas de la isla, donde no iba mucha gente, al menos no iban a esa hora, puesto que todo el mundo seguía en las piscinas y sus alrededores, huyendo del calor y el sol. Puesto que la gran palmera que daba sombra a la isla, no llegaba a tapar las grandes y largas playas de la costa. Al llegar a unas largas escaleras de mármol blanco me paré a mirar el paisaje, el cual era realmente precioso y tranquilo, las olas del mar y los graznidos de alguno de los pájaros que revoloteaban por el aire, eran los únicos sonidos que rompían el silencio de aquella gran explanada de arena brillante.
Al bajar las escaleras, Berry ya me estaba ofreciendo unas pesas de tobillos y muñecas, las cuales agarre sin rechistar, aunque durante mis arduos entrenamientos de kung fu, nunca las había utilizado, puesto que siempre mi entrenador se había centrado en la técnica, sabía que existían este tipo de material. Mientras me arrodillaba a colocarme las pesas de los tobillos vi como la Mink dibujaba con el pie un circo en la arena, el cual intuí que era un ring y pretendía que peleásemos, puesto que me había dicho que quería ver la fuerza de mis puñetazos y patadas.
- Estoy bastante fuera de forma, espero que no seas muy dura conmigo.- le dije con una leve sonrisa, mientras caminaba hacía dentro del circulo poniéndome las pesas de las muñecas. Ya con todas las pesas puestas y dentro del circulo, me coloque delante de la Mink, la cual ya estaba en guardia, así que la imite y me coloqué en la guardia básica de Kung fu, la cual era igual a la guardia de boxeo, pero con las manos más bajas, dando más libertad a la vista y a la posibilidad de realizar agarres.
-¡Allá voy! - avise a la Mink, para luego acercarme a ella y con mi pierna derecha lanzarle un lowkick a la altura de la rodilla, aunque esta patada solo era un señuelo para que la esquivase, puesto que después que el cuerpo seguiría el movimiento de la patada y al pisar el suelo con el pie derecho, rotar sobre mi mismo a la vez que bajo la cabeza y el cuerpo y lanzar una patada giratoria con mi pierna izquierda, a la altura de la cabeza de la Mink.
Al rato de empezar a caminar, me di cuenta que íbamos hacía una de las calas más apartadas de la isla, donde no iba mucha gente, al menos no iban a esa hora, puesto que todo el mundo seguía en las piscinas y sus alrededores, huyendo del calor y el sol. Puesto que la gran palmera que daba sombra a la isla, no llegaba a tapar las grandes y largas playas de la costa. Al llegar a unas largas escaleras de mármol blanco me paré a mirar el paisaje, el cual era realmente precioso y tranquilo, las olas del mar y los graznidos de alguno de los pájaros que revoloteaban por el aire, eran los únicos sonidos que rompían el silencio de aquella gran explanada de arena brillante.
Al bajar las escaleras, Berry ya me estaba ofreciendo unas pesas de tobillos y muñecas, las cuales agarre sin rechistar, aunque durante mis arduos entrenamientos de kung fu, nunca las había utilizado, puesto que siempre mi entrenador se había centrado en la técnica, sabía que existían este tipo de material. Mientras me arrodillaba a colocarme las pesas de los tobillos vi como la Mink dibujaba con el pie un circo en la arena, el cual intuí que era un ring y pretendía que peleásemos, puesto que me había dicho que quería ver la fuerza de mis puñetazos y patadas.
- Estoy bastante fuera de forma, espero que no seas muy dura conmigo.- le dije con una leve sonrisa, mientras caminaba hacía dentro del circulo poniéndome las pesas de las muñecas. Ya con todas las pesas puestas y dentro del circulo, me coloque delante de la Mink, la cual ya estaba en guardia, así que la imite y me coloqué en la guardia básica de Kung fu, la cual era igual a la guardia de boxeo, pero con las manos más bajas, dando más libertad a la vista y a la posibilidad de realizar agarres.
-¡Allá voy! - avise a la Mink, para luego acercarme a ella y con mi pierna derecha lanzarle un lowkick a la altura de la rodilla, aunque esta patada solo era un señuelo para que la esquivase, puesto que después que el cuerpo seguiría el movimiento de la patada y al pisar el suelo con el pie derecho, rotar sobre mi mismo a la vez que bajo la cabeza y el cuerpo y lanzar una patada giratoria con mi pierna izquierda, a la altura de la cabeza de la Mink.
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Berry asintió a lo de no ser dura, por suerte este aviso hizo que la zorra se pusiera mentalmente en un modo no letal. Le era complicado controlarse incluso en entrenamientos, no le gustaba subestimar a sus oponentes pero tampoco quería causar heridas graves a alguien que parecía una buena persona. Su rostro esbozó una sonrisa al ver aquella peculiar postura, parecía popular entre los humanos y en parte le recordaba a su entrenamiento con Teva el cual lo había hecho muy bien pese a la desventaja.
El viento le recorrió el pelaje al momento del primer contacto, otro peleador al ver su balance amenazado hubiera movido la pierna, incluso bajado la guardia para interceptarlo. Pero el camino de tierra del electro borracho se basaba más en ser un castillo impenetrable, una fortaleza que recibiera los golpes de frente y llevase el combate a un intercambio de golpes. La mink utilizó su haki para fortalecer la pierna y tras unos segundos el primer impacto resonó como un latigazo pero la zorra se mostraba inmutable en su sonrisa.
Atacar su punto de apoyo no había sido mala elección, la mink supo reconocer la inteligencia de su adversario al ir por su supuesto punto débil en lugar de intentar un golpe a su torso que estaba mucho más trabajado. Sin embargo, una patada con esa fuerza no podría atravezar sus defensas, lo siguiente fue un movimiento de brazo para interceptar la patada que se dirigía a su cabeza con un preciso bloqueo de antebrazo.
—No lo haces mal, pero en un combate real hubieras muerto una vez si en lugar de bloquear el golpe hubiera optado por sujetar tu pierna.—
La zorra esperó que su rival recuperase el equilibrio solo para lanzar un puñetazo rápido al mentón. No era un golpe a plena potencia y solo llevaba un poco de haki para que se sintiera el impacto. El brazo de la mink siguió el recorrido para sujetar el hombro de John tirando de este hacia su posición y en una llave atacar su pie de apoyo con una barrida en busca de hacerle caer. Por último lanzó un codazo descendente al abdomen como golpe final de su llave improvisada de tres pasos.
—Si puedes reducir a tres tus muertes en el siguiente ataque habremos avanzado. No te he golpeado ni he ejercido una presión total, debería dejar de sentirse si te he golpeado de lleno.—
Indicó Berry volviendo a mantener su postura mientras esperaba a su compañero. La zorra pese a no parecerlo en un principio demostraba conocimientos en el arte de luchar, de hecho sus golpes habían castigado errores como dejar la cabeza expuesta, perder el balance y descuidar la guardia al caer. Como si mostrase en que debía enfocarse John para no recibir otros golpes, además la mink tampoco había abusado de movimientos, manteniendo su centro y respiración sin gastar energía en ataques innecesarios.
—Tu objetivo no es derrotarme, debes sobrevivir como si fuese la vida misma. ¡Solo se vive una vez por lo que vive para festejar cada segundo!—
Expresó alegremente moviendo su cola, no era un combate a muerte y a Berry le gustaba brindar ese enfoque relajado. Si bien conocía que debía cuidarse para no mandar a John directo al hospital.
El viento le recorrió el pelaje al momento del primer contacto, otro peleador al ver su balance amenazado hubiera movido la pierna, incluso bajado la guardia para interceptarlo. Pero el camino de tierra del electro borracho se basaba más en ser un castillo impenetrable, una fortaleza que recibiera los golpes de frente y llevase el combate a un intercambio de golpes. La mink utilizó su haki para fortalecer la pierna y tras unos segundos el primer impacto resonó como un latigazo pero la zorra se mostraba inmutable en su sonrisa.
Atacar su punto de apoyo no había sido mala elección, la mink supo reconocer la inteligencia de su adversario al ir por su supuesto punto débil en lugar de intentar un golpe a su torso que estaba mucho más trabajado. Sin embargo, una patada con esa fuerza no podría atravezar sus defensas, lo siguiente fue un movimiento de brazo para interceptar la patada que se dirigía a su cabeza con un preciso bloqueo de antebrazo.
—No lo haces mal, pero en un combate real hubieras muerto una vez si en lugar de bloquear el golpe hubiera optado por sujetar tu pierna.—
La zorra esperó que su rival recuperase el equilibrio solo para lanzar un puñetazo rápido al mentón. No era un golpe a plena potencia y solo llevaba un poco de haki para que se sintiera el impacto. El brazo de la mink siguió el recorrido para sujetar el hombro de John tirando de este hacia su posición y en una llave atacar su pie de apoyo con una barrida en busca de hacerle caer. Por último lanzó un codazo descendente al abdomen como golpe final de su llave improvisada de tres pasos.
—Si puedes reducir a tres tus muertes en el siguiente ataque habremos avanzado. No te he golpeado ni he ejercido una presión total, debería dejar de sentirse si te he golpeado de lleno.—
Indicó Berry volviendo a mantener su postura mientras esperaba a su compañero. La zorra pese a no parecerlo en un principio demostraba conocimientos en el arte de luchar, de hecho sus golpes habían castigado errores como dejar la cabeza expuesta, perder el balance y descuidar la guardia al caer. Como si mostrase en que debía enfocarse John para no recibir otros golpes, además la mink tampoco había abusado de movimientos, manteniendo su centro y respiración sin gastar energía en ataques innecesarios.
—Tu objetivo no es derrotarme, debes sobrevivir como si fuese la vida misma. ¡Solo se vive una vez por lo que vive para festejar cada segundo!—
Expresó alegremente moviendo su cola, no era un combate a muerte y a Berry le gustaba brindar ese enfoque relajado. Si bien conocía que debía cuidarse para no mandar a John directo al hospital.
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Solo dar la primera patada, y chocar pierna contra pierna, un fuerte dolor me recorrió toda la pierna derecha, aún así aguante el dolor y seguí realizando la segunda patada, la cual la Mink también bloqueo. "Acaso es de hierro..." me dije mientras volvía a mi posición base y me alejaba un metro de ella. "Si llego a patear más fuerte... podría haberme roto la pierna..." seguí pensando aún dolorido de la pierna, la cual apoyaba con cuidado.
Pero no me dio tiempo a levantar la vista hacía Berry que esta ya me estaba mandando un puñetazo a la cara, el cual pude medio esquivar ladeando la cabeza a un lado, a la vez que me llevaba la mano a la cara, usando esta como una pared entre el puño de la Mink y mi mentón. Aún así, parecía ser que el golpearme en la cara no era la única intención de la Mink, la cual en vez de recoger el brazo, decidió estirarlo y agarrarme del hombro, para luego atraerme hacía ella. "Aquí puedo tener una posibilidad..." pensé rápido, para luego lanzar un Upper al mentón de la Mink, el cual no llego a golpear ni de lejos, entre que el movimiento era más lento de lo normal por culpa de las pesas de las muñecas, Berry tenía pensado otro movimiento más y justo en ese momento me hizo un barrido en la pierna de apoyo, lo que provoco que perdiese el equilibrio y saliese volando.
Estando en el aire y totalmente desprotegido, la Mink siguió su ataque y me dio un fuerte codazo en el abdomen, lo que solo pude contestar manteniendo rígida esa zona y intentar amortiguar el golpe. Pero la caída al suelo fue dolorosa de verdad. -Aaah- exclame al tocar el suelo, aunque era arena, el golpe había sido bastante violento. "Mierda... debo conseguir esquivar estos golpes... sino acabaré en el hospital...." me dije mientras con una mano en el estomago me ponía de pie otra vez. "Pero entre las pesas y que ella es mucho más rápida... lo único que puedo hacer es protegerme..."
Por su forma de hablar, la Mink parecía pensar que sus puñetazos no eran tan duros como se sentían. Algo que demostraba su poco control de la fuerza. Lo que me hizo volverme más decidido, se me acababa de ocurrir algo. "Vamos a ver si esto funciona... parece confiar mucho en aguantar todos los golpes" me dije a la vez que me lanzaba contra ella. Con una patada similar a la del principio del combate, pero esta vez, no golpear su dura pierna y apoyar la planta del pie en su cuádriceps para impulsarme por encima de esta, a la vez que estiraba mis brazos y la agarraba de las orejas, para dar una voltereta y quedarme espalda con espalda con ella. Después de esto bajando el centro de gravedad y poniendo mi culo por debajo del suyo, darle un pequeño empujón con este para desequilibrarla a la vez que utilizaba toda mi fuerza para lanzarla por un uno de mis lados al suelo.
Pero no me dio tiempo a levantar la vista hacía Berry que esta ya me estaba mandando un puñetazo a la cara, el cual pude medio esquivar ladeando la cabeza a un lado, a la vez que me llevaba la mano a la cara, usando esta como una pared entre el puño de la Mink y mi mentón. Aún así, parecía ser que el golpearme en la cara no era la única intención de la Mink, la cual en vez de recoger el brazo, decidió estirarlo y agarrarme del hombro, para luego atraerme hacía ella. "Aquí puedo tener una posibilidad..." pensé rápido, para luego lanzar un Upper al mentón de la Mink, el cual no llego a golpear ni de lejos, entre que el movimiento era más lento de lo normal por culpa de las pesas de las muñecas, Berry tenía pensado otro movimiento más y justo en ese momento me hizo un barrido en la pierna de apoyo, lo que provoco que perdiese el equilibrio y saliese volando.
Estando en el aire y totalmente desprotegido, la Mink siguió su ataque y me dio un fuerte codazo en el abdomen, lo que solo pude contestar manteniendo rígida esa zona y intentar amortiguar el golpe. Pero la caída al suelo fue dolorosa de verdad. -Aaah- exclame al tocar el suelo, aunque era arena, el golpe había sido bastante violento. "Mierda... debo conseguir esquivar estos golpes... sino acabaré en el hospital...." me dije mientras con una mano en el estomago me ponía de pie otra vez. "Pero entre las pesas y que ella es mucho más rápida... lo único que puedo hacer es protegerme..."
Por su forma de hablar, la Mink parecía pensar que sus puñetazos no eran tan duros como se sentían. Algo que demostraba su poco control de la fuerza. Lo que me hizo volverme más decidido, se me acababa de ocurrir algo. "Vamos a ver si esto funciona... parece confiar mucho en aguantar todos los golpes" me dije a la vez que me lanzaba contra ella. Con una patada similar a la del principio del combate, pero esta vez, no golpear su dura pierna y apoyar la planta del pie en su cuádriceps para impulsarme por encima de esta, a la vez que estiraba mis brazos y la agarraba de las orejas, para dar una voltereta y quedarme espalda con espalda con ella. Después de esto bajando el centro de gravedad y poniendo mi culo por debajo del suyo, darle un pequeño empujón con este para desequilibrarla a la vez que utilizaba toda mi fuerza para lanzarla por un uno de mis lados al suelo.
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La mink suspiró al ver que John se volvía a levantar creyendo que sus golpes habían estado bien con aquella fuerza mientras que este volvía a tomar su posición. Berry conocía que la mejor forma de progresar era enseñarle con el ejemplo, por lo cual aguardó como de costumbre hasta que el muchacho revelase sus intenciones. Al sentir las manos de este en sus orejas, la mink no pudo evitar reír ante el suave tacto, dejando que su rival continuase con su ataque sin oponer mucha resistencia.
—¿Te gustan mis orejitas? Son suaves y blanditas.—
Expresó la zorra al tiempo que pasaba por el hombro de John y se liberaba de un sacudón de su agarre, cosa que le perrmitió caer al suelo en cuatro extremidades en lugar de caer de espaldas al hhaber girado su cuerpo antes del impacto. Ahora su postura era similar a la de un zorro o pantera de gran tamaño frente a su presa, cosa que aprovechó para impulsarse flexionando sus piernas e improvisando una tacleada con clara intención de derribar a su compañero impactando su hombro contra su zona abdominal y enroscando sus brazos en su cintura.
Llevando el terreno de la lucha al suelo ya que una vez lo derribase al atacar sus piernas mediante una patada lateral buscaría enroscarse en uno de los brazos del humano al aprovecharse de su peso y masa muscular para mantenerle anclado al suelo.
La espalda de Berry tocaría la arena al momento en el cual sus piernas se enroscaran en el brazo derecho de John y sus manos le sujetaran de su muñeca justo donde había una de sus pesas, manteniendo el brazo del chico extendido peligrosamente entre sus dos pechos justo debajo. Ejerciendo bastante fuerza para lograr un sometimiento pero en ojos de Berry era similar a tomar un delgado palillo y no excederse para mantenerlo en una pieza.
—Los agarres son divertidos, es mejor estar en el suelo con un chico guapo. ¿No te parece? En cuanto a reducir tus muertes solo conté dos momentos donde pude haberte herido de gravedad, supongo que vamos mejorando...—
La mink liberaría el agarre tras unos pocos segundos de forcejeo y volvería a levantarse para colocarse en postura, su mirada se mantenía alegre y esperaba no haber causado demasiado dolor por su acción, aunque nuevamente esperaría a que su compañero se levantase para continuar.
—La mejor manera de aprender es levantarse tras cada caída, si no caes te vuelves confiado y arrogante. ¡Siempre hay alguien mas fuerte! Incluso si no le ves o crees que no existe, el objetivo siempre será trabajar duro.—
La mink sonrió mientras respiraba cerrando sus ojos y dejando que su pelaje se iluminase mientras algunas chispas se acumulaban alrededor de sus garras doradas. El electro comenzó a fluir lentamente por su cuerpo, impregnando el mismo de un brillo y electricidad notable mientras la mink se sentía rodeada de un calor constante incluso más que el ya presente en la playa. Al abrir los ojos contempló el aura dorada a su alrededor, era una técnica imperfecta pero que buscaría completar en la actual semana de entrenamiento ahora que había encontrado una pareja.
—No te asustes, no voy a utilizarlo para herirte, si ese fuera mi plan te hubiera electrocutado mas de seis veces hasta ahora. Ven y ataca, quiero probar esto que estoy trabajando.—
La zorra sonrió mientras movía su pie derecho, sintiendo sus movimientos más fluidos a la vez que su cuerpo le pesaba menos como si el peso de las pesas se hubiera esfumado por completo. Se preguntaba cuanta velocidad podría adquirir sin ese peso adicional, pero lo primero era probar la técnica en un espacio controlado y con el cuerpo un poco más limitado, tampoco era su intención terminar en medio del complejo de hoteles de un salto.
—¿Te gustan mis orejitas? Son suaves y blanditas.—
Expresó la zorra al tiempo que pasaba por el hombro de John y se liberaba de un sacudón de su agarre, cosa que le perrmitió caer al suelo en cuatro extremidades en lugar de caer de espaldas al hhaber girado su cuerpo antes del impacto. Ahora su postura era similar a la de un zorro o pantera de gran tamaño frente a su presa, cosa que aprovechó para impulsarse flexionando sus piernas e improvisando una tacleada con clara intención de derribar a su compañero impactando su hombro contra su zona abdominal y enroscando sus brazos en su cintura.
Llevando el terreno de la lucha al suelo ya que una vez lo derribase al atacar sus piernas mediante una patada lateral buscaría enroscarse en uno de los brazos del humano al aprovecharse de su peso y masa muscular para mantenerle anclado al suelo.
La espalda de Berry tocaría la arena al momento en el cual sus piernas se enroscaran en el brazo derecho de John y sus manos le sujetaran de su muñeca justo donde había una de sus pesas, manteniendo el brazo del chico extendido peligrosamente entre sus dos pechos justo debajo. Ejerciendo bastante fuerza para lograr un sometimiento pero en ojos de Berry era similar a tomar un delgado palillo y no excederse para mantenerlo en una pieza.
—Los agarres son divertidos, es mejor estar en el suelo con un chico guapo. ¿No te parece? En cuanto a reducir tus muertes solo conté dos momentos donde pude haberte herido de gravedad, supongo que vamos mejorando...—
La mink liberaría el agarre tras unos pocos segundos de forcejeo y volvería a levantarse para colocarse en postura, su mirada se mantenía alegre y esperaba no haber causado demasiado dolor por su acción, aunque nuevamente esperaría a que su compañero se levantase para continuar.
—La mejor manera de aprender es levantarse tras cada caída, si no caes te vuelves confiado y arrogante. ¡Siempre hay alguien mas fuerte! Incluso si no le ves o crees que no existe, el objetivo siempre será trabajar duro.—
La mink sonrió mientras respiraba cerrando sus ojos y dejando que su pelaje se iluminase mientras algunas chispas se acumulaban alrededor de sus garras doradas. El electro comenzó a fluir lentamente por su cuerpo, impregnando el mismo de un brillo y electricidad notable mientras la mink se sentía rodeada de un calor constante incluso más que el ya presente en la playa. Al abrir los ojos contempló el aura dorada a su alrededor, era una técnica imperfecta pero que buscaría completar en la actual semana de entrenamiento ahora que había encontrado una pareja.
—No te asustes, no voy a utilizarlo para herirte, si ese fuera mi plan te hubiera electrocutado mas de seis veces hasta ahora. Ven y ataca, quiero probar esto que estoy trabajando.—
La zorra sonrió mientras movía su pie derecho, sintiendo sus movimientos más fluidos a la vez que su cuerpo le pesaba menos como si el peso de las pesas se hubiera esfumado por completo. Se preguntaba cuanta velocidad podría adquirir sin ese peso adicional, pero lo primero era probar la técnica en un espacio controlado y con el cuerpo un poco más limitado, tampoco era su intención terminar en medio del complejo de hoteles de un salto.
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Aquel movimiento de ataque el cual pensé que era bastante bueno y podría ser efectivo contra la Mink, esta lo tiro al traste con gran facilidad. Un simple tirón mientras volaba por los aires, le permitió soltarse de mi agarre de orejas, demostrando que estas no eran tan sensibles como yo pensaba. Después cayó justo delante mío a cuatro patas, por sus palabras, esta parecía divertirse fanfarroneando de que aquel movimiento no sirvió para nada.
"Esa pose..." me dije observando bien a la Mink e intentando leer su próximo ataque. La verdad, que viendo como actuaba y peleaba esta, se notaba que era un animal físicamente y mentalmente, la cual atacaba de frente sin ningún tipo de finta ni movimiento. Por ello no me fue difícil, al ver su pose, saber que iba a lanzarse contra mi para realizarme un placaje, teniendo solo la opción de saltar apoyándome con todo mi peso en los hombros de la Mink, utilizando su propia inercia para que esta acabase contra el suelo.
Aun así, mi falta de velocidad me impidió escaparme del todo, ya que la Mink consiguió agarrarme del tobillo antes de caer al suelo, provocando que yo fuese con ella también, cayendo encima de la espalda de esta. Ya en el suelo, esta se revolvió aferrándose a mi tobillo y utilizando su fuerza para intentar ponerse encima mío, a la vez que me profería diversas palabras insinuantes las cuales ignoré por completo, a la vez que intentaba quitármela de encima con diversos movimientos y golpes, mis esfuerzos fueron inútiles, puesto que esta los soporto y consiguió su objetivo, que fue ponerse encima mío, más concretamente en la guardia alta, para luego sin dejarme pensar, me agarro de la muñeca izquierda y se enrosco en mi brazo como si de eso le fuese la vida realizándome una llave de brazo de la cual me fue imposible soltarme.
- Lo sé, es lo mismo que con la ciencia.- le contesté a los ánimos de esta, cuando me soltó del agarre. -Pero bueno, esa fuerza y resistencia que tienes te ayuda mucho...- le dije mientras me levantaba tranquilamente del suelo. - Además tienes un muy buen instinto de pelea, aunque a veces es fácil leer tus movimientos...- le dije sabiendo que en temas de fuerza o pelea esta estaba por encima mío, pero a la hora de leer y analizar las situaciones, me dio la sensación que yo estaba por encima de esta, así que consideré que yo también podría ayudarle a pulir sus habilidades.
Aún así mis palabras parecieron no importar a la Mink, ya que esta cerro los ojos para que luego unos rayos eléctricos empezasen a rodearla, ya totalmente envuelta de rayos abrí los ojos y me insto a que le atacase, eso sí, después de informarme de que no iba a herirme. Así que sin dudarlo, le hice caso y después de ponerme en guardia le ataque con un puñetazo de derechas directo al mentón de la Mink.
"Esa pose..." me dije observando bien a la Mink e intentando leer su próximo ataque. La verdad, que viendo como actuaba y peleaba esta, se notaba que era un animal físicamente y mentalmente, la cual atacaba de frente sin ningún tipo de finta ni movimiento. Por ello no me fue difícil, al ver su pose, saber que iba a lanzarse contra mi para realizarme un placaje, teniendo solo la opción de saltar apoyándome con todo mi peso en los hombros de la Mink, utilizando su propia inercia para que esta acabase contra el suelo.
Aun así, mi falta de velocidad me impidió escaparme del todo, ya que la Mink consiguió agarrarme del tobillo antes de caer al suelo, provocando que yo fuese con ella también, cayendo encima de la espalda de esta. Ya en el suelo, esta se revolvió aferrándose a mi tobillo y utilizando su fuerza para intentar ponerse encima mío, a la vez que me profería diversas palabras insinuantes las cuales ignoré por completo, a la vez que intentaba quitármela de encima con diversos movimientos y golpes, mis esfuerzos fueron inútiles, puesto que esta los soporto y consiguió su objetivo, que fue ponerse encima mío, más concretamente en la guardia alta, para luego sin dejarme pensar, me agarro de la muñeca izquierda y se enrosco en mi brazo como si de eso le fuese la vida realizándome una llave de brazo de la cual me fue imposible soltarme.
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Aún así mis palabras parecieron no importar a la Mink, ya que esta cerro los ojos para que luego unos rayos eléctricos empezasen a rodearla, ya totalmente envuelta de rayos abrí los ojos y me insto a que le atacase, eso sí, después de informarme de que no iba a herirme. Así que sin dudarlo, le hice caso y después de ponerme en guardia le ataque con un puñetazo de derechas directo al mentón de la Mink.
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Berry escuchó atentamente las palabras de su compañero, era una frase que le repetían muy seguido sobre que su estilo resultaba fácil de leer o al menos la confrontación directa que tanto le gustaba practicar. No era algo nuevo, de hecho por aquel motivo había inventado una forma de luchar ebria donde no se guiaba por nada conocido más que por una forma salvaje de lucha hecho que le hacía prohibirlo para los entrenamientos e incluso ocultarlo para que fuese una total sorpresa. No era que Berry temiera matar, si no que reconocía a pocos capaces de soportar o seguirle el ritmo en ese estado.
—¡Bwahahaha! Tienes razón, mucha razón. Suelo preferir lo simple y varias personas me han dicho que ciertos ataques son solo teoría o muy sencillos pero creo que aplicados en el máximo exponente incluso un golpe sería capaz de derribar al mayor de los castillos. Si bien suelo reservar otras cosas si la situación se va de las manos, aprecio que te hayas tomado el tiempo de aconsejarme.—
La zorra mostró una sonrisa moviendo su cola de lado a lado, no despreciaba los consejos y siempre trataba de aplicarlos a su modo. Al momento de ser golpeada en su mentón dejó que su cabeza fuese llevada hacia arriba, moviendo su cuello al ritmo del golpe para evitar un choque de sus huesos contra el puño de John que pudiera derivar en algo grave, le gustaba el contacto pero había aprendido a no endurecer su cuerpo al grado que lo había hecho al inicio gracias a las sensaciones del primer contacto entre ambos.
—Veamos como me va hoy...—
Lo siguiente que los ojos de John habrán visto fue como la mink se esfumaba en un destello dorado y aterrizaba varios metros por detrás de su posición como un meteoro. La idea de la técnica era solo un aumento leve de la velocidad habitual de Berry pero esta todavía no la dominaba correctamente derivando en velocidades peligrosas que hacían a la zorra aterrizar de cara en la arena viendo estrellitas de colores alrededor de su cabeza.
—Auch, al menos esta vez no aparecí muy lejos, tal vez puedas decirme que estoy haciendo mal. Llevo una semana dando tumbos con esta técnica.—
Berry se sacudió golpeando su cabeza para destapar sus oídos repletos de arena. Tras unos instantes se levantó del pequeño hueco que había formado y avanzó hasta John ya sin el aura relampagueante a su alrededor, pese a la violenta caída el cuerpo de Berry no mostraba heridas más allá de su cola hecha un pompón debido a la estática.
—Mi idea es forzar mis músculos para alcanzar una mayor velocidad, pero si acumulo demasiado no puedo ver más que líneas y termino cayendo de cara al suelo. Tal vez estoy forzando demasiado pero ese aura centellante se ve tan genial, sé que me dirás que sin el aura puede que no sea tan excesivo pero el aura es muy importante.—
La mink pese a aparentar tener pocas luces reconocía que la mayor falencia era no concentrar la electricidad de una manera más eficiente aunque lo justificaba por mero estilo. La primer semana había iniciado con un aura exageradamente grande y el resultado había sido estrellarse de cara contra una palmera, cada día reducía un poco el aura hasta encontrar la indicada aunque era una técnica que le costaba incluso mantener más de unos minutos en su cuerpo.
—Oh, lo siento olvidé que estabamos entrenando tu cuerpo y no el mío, suelo emocionarme con estas cosas. ¡Fallar es divertido! ¿Cómo te sientes hasta ahora? ¿Quieres intentar algo también?—
Berry inclinó su cabeza con una sonrisa mientras terminaba de escurrirse la arena del rostro, la zorra se encontraba en un estado bastante positivo pese al evidente fracaso demostrando que aplicaba su filosofía de caer y levantarse tantas veces fuese necesario. Tal vez el clima del lugar influía, sudar, sentir el viento y el aroma veraniego del mar mientras practicaban a la luz del sol era de las mejores sensaciones junto al sonido de las olas.
—¡Bwahahaha! Tienes razón, mucha razón. Suelo preferir lo simple y varias personas me han dicho que ciertos ataques son solo teoría o muy sencillos pero creo que aplicados en el máximo exponente incluso un golpe sería capaz de derribar al mayor de los castillos. Si bien suelo reservar otras cosas si la situación se va de las manos, aprecio que te hayas tomado el tiempo de aconsejarme.—
La zorra mostró una sonrisa moviendo su cola de lado a lado, no despreciaba los consejos y siempre trataba de aplicarlos a su modo. Al momento de ser golpeada en su mentón dejó que su cabeza fuese llevada hacia arriba, moviendo su cuello al ritmo del golpe para evitar un choque de sus huesos contra el puño de John que pudiera derivar en algo grave, le gustaba el contacto pero había aprendido a no endurecer su cuerpo al grado que lo había hecho al inicio gracias a las sensaciones del primer contacto entre ambos.
—Veamos como me va hoy...—
Lo siguiente que los ojos de John habrán visto fue como la mink se esfumaba en un destello dorado y aterrizaba varios metros por detrás de su posición como un meteoro. La idea de la técnica era solo un aumento leve de la velocidad habitual de Berry pero esta todavía no la dominaba correctamente derivando en velocidades peligrosas que hacían a la zorra aterrizar de cara en la arena viendo estrellitas de colores alrededor de su cabeza.
—Auch, al menos esta vez no aparecí muy lejos, tal vez puedas decirme que estoy haciendo mal. Llevo una semana dando tumbos con esta técnica.—
Berry se sacudió golpeando su cabeza para destapar sus oídos repletos de arena. Tras unos instantes se levantó del pequeño hueco que había formado y avanzó hasta John ya sin el aura relampagueante a su alrededor, pese a la violenta caída el cuerpo de Berry no mostraba heridas más allá de su cola hecha un pompón debido a la estática.
—Mi idea es forzar mis músculos para alcanzar una mayor velocidad, pero si acumulo demasiado no puedo ver más que líneas y termino cayendo de cara al suelo. Tal vez estoy forzando demasiado pero ese aura centellante se ve tan genial, sé que me dirás que sin el aura puede que no sea tan excesivo pero el aura es muy importante.—
La mink pese a aparentar tener pocas luces reconocía que la mayor falencia era no concentrar la electricidad de una manera más eficiente aunque lo justificaba por mero estilo. La primer semana había iniciado con un aura exageradamente grande y el resultado había sido estrellarse de cara contra una palmera, cada día reducía un poco el aura hasta encontrar la indicada aunque era una técnica que le costaba incluso mantener más de unos minutos en su cuerpo.
—Oh, lo siento olvidé que estabamos entrenando tu cuerpo y no el mío, suelo emocionarme con estas cosas. ¡Fallar es divertido! ¿Cómo te sientes hasta ahora? ¿Quieres intentar algo también?—
Berry inclinó su cabeza con una sonrisa mientras terminaba de escurrirse la arena del rostro, la zorra se encontraba en un estado bastante positivo pese al evidente fracaso demostrando que aplicaba su filosofía de caer y levantarse tantas veces fuese necesario. Tal vez el clima del lugar influía, sudar, sentir el viento y el aroma veraniego del mar mientras practicaban a la luz del sol era de las mejores sensaciones junto al sonido de las olas.
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Antes de llegar a golpear a la Mink, esta desapareció de mi vista, dejando una estela dorada, y apareció a unos metros a mi espalda dándose de morros contra la arena de la playa. Realmente no pude ver bien lo que hizo, pero viendo las consecuencias y ya empezando a conocer como funcionaba la mente de la Mink. Tenía claro que estaba concentrando demasiada energía en las piernas, lo que le provocaba ganar una gran velocidad.
- Bueno... bajo mi punto de vista y sin saber como funciona del todo ese movimiento, creo que puedes hacer varias cosas para controlar la técnica lo más rápido posible... Primero intentaría no concentrar tanta energía en las piernas e iría aumentándola según vayas controlando y acostumbrando tu vista a esta. En segundo lugar, si el problema es la visión, deberías intentar centrarte en tu cuerpo y utilizar tu inteligencia kinestésica para saber la posición de tu cuerpo en cada momento, así podrías caer de pie aun no viendo donde caes o lo que tienes delante. Aunque sinceramente creo que lo ideal es que hagas las dos cosas.- le conteste a su petición de consejo. - Y tranquila, esa aura se veía genial, aunque esta pueda facilitar tu seguimiento.- le dije sinceramente con una pequeña sonrisa.
- No te preocupes, la verdad es que un descanso no me va nada mal... esos golpes tuyos son bastante potentes.- le conteste a Berry cuando se disculpo, porque en teoría me iba a entrenar a mi en vez de entrenar sus técnicas. Pero realmente no me había molestado, para mi era un favor, que me ayudase a entrenar gratuitamente mi físico así que no podía quejarme porque quisiera mejorar una técnica, además la Mink era bastante simpática y aunque decía bastante bobadas su compañía era muy grata.
- Pues la verdad... que había pensado en suicidarme... y proponerte que me golpeases en el abdomen, para fortalecer estos y aumentar mi resistencia.- conteste a su pregunta sobre que me gustaría entrenar ahora. - Eso si, te pido que vayas poco a poco de golpes más suaves a golpes más fuertes, así intentaré aguantarlos todos.- le aclaré para que a esta no se le fuese la cabeza y me diera de golpe el puñetazo más fuerte que se le ocurriese, al fin y al cabo, ya iba conociendo a la bruta Mink.
Después de decirle el entrenamiento que quería realizar, levante mis brazos y puse las palmas de las manos en mi nuca, dejando mi abdomen y torso a la vista, y al colocar las manos ahí impedir que pueda realizar cualquier movimiento instintivo de protegerme. - Bueno ya puedes comenzar cuando quieras...- acabe diciéndole antes de tensar mi abdomen y concentrar mis energías en él, listo para recibir los puñetazos de la Mink.
- Bueno... bajo mi punto de vista y sin saber como funciona del todo ese movimiento, creo que puedes hacer varias cosas para controlar la técnica lo más rápido posible... Primero intentaría no concentrar tanta energía en las piernas e iría aumentándola según vayas controlando y acostumbrando tu vista a esta. En segundo lugar, si el problema es la visión, deberías intentar centrarte en tu cuerpo y utilizar tu inteligencia kinestésica para saber la posición de tu cuerpo en cada momento, así podrías caer de pie aun no viendo donde caes o lo que tienes delante. Aunque sinceramente creo que lo ideal es que hagas las dos cosas.- le conteste a su petición de consejo. - Y tranquila, esa aura se veía genial, aunque esta pueda facilitar tu seguimiento.- le dije sinceramente con una pequeña sonrisa.
- No te preocupes, la verdad es que un descanso no me va nada mal... esos golpes tuyos son bastante potentes.- le conteste a Berry cuando se disculpo, porque en teoría me iba a entrenar a mi en vez de entrenar sus técnicas. Pero realmente no me había molestado, para mi era un favor, que me ayudase a entrenar gratuitamente mi físico así que no podía quejarme porque quisiera mejorar una técnica, además la Mink era bastante simpática y aunque decía bastante bobadas su compañía era muy grata.
- Pues la verdad... que había pensado en suicidarme... y proponerte que me golpeases en el abdomen, para fortalecer estos y aumentar mi resistencia.- conteste a su pregunta sobre que me gustaría entrenar ahora. - Eso si, te pido que vayas poco a poco de golpes más suaves a golpes más fuertes, así intentaré aguantarlos todos.- le aclaré para que a esta no se le fuese la cabeza y me diera de golpe el puñetazo más fuerte que se le ocurriese, al fin y al cabo, ya iba conociendo a la bruta Mink.
Después de decirle el entrenamiento que quería realizar, levante mis brazos y puse las palmas de las manos en mi nuca, dejando mi abdomen y torso a la vista, y al colocar las manos ahí impedir que pueda realizar cualquier movimiento instintivo de protegerme. - Bueno ya puedes comenzar cuando quieras...- acabe diciéndole antes de tensar mi abdomen y concentrar mis energías en él, listo para recibir los puñetazos de la Mink.
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El rostro de la zorra pasó a mostrar una expresión perdida a mitad de la explicación, no estaba muy familiarizada con términos tan extraños o especializados llevando uno de sus dedos al mentón y poniendo a trabajar su cerebro para descifrar que era lo que aquel código intentaba enseñarle. Según entendió debía concentrar menos energía en las piernas para regular mejor la velocidad y de ser necesario tratar de imaginar la posición de su cuerpo al momento de desplazarse.
—¡Que bueno que te gustase el aura! Mi idea no era que no me siguiesen, no me gusta demasiado el sigilo y aunque intentase creo que no va conmigo. En cuanto a lo que dices es hacer lo contrario a lo que estuve haciendo en lugar de iniciar con mucho y reducirlo, iniciar con poco y aumentarlo. ¡Ya entendí!—
Berry soltó un gran brinco al conocer que solo debía realizar el proceso a la inversa y como ya se había adaptado a las velocidades que su cuerpo no podía seguir era evidente que sentiría la misma sensación si llegaba a esos extremos y solo debería detenerse un poco antes de alcanzar tales niveles de electricidad corriendo por su cuerpo.
—¿Tan fuerte son mis golpes? Quizás me he pasado un poco pero apenas he usado una parte de mi fuerza. ¿Estás seguro que no intentarás cubrirte? Suena a un entrenamiento arriesgado, pero me encanta al mismo tiempo, es algo que yo intentaría...—
La zorra expresaba su sorpresa ante el comentario de John al describir sus puños como una sentencia de muerte mientras lamía su cola para que recuperase su forma natural demostrando nuevamente sus instintos salvajes. No se esperaba que la próxima fase de su rutina fuesen golpes sin defensa alguna, exponerse tanto era algo que solo a una bruta como ella podía llegar a pensar y de cierta manera esto despertó una enorme sonrisa al creer encontrar algo más en común con el muchacho.
—Empezaré con seis golpes leves, cada uno irá mas fuerte pero si notas alguno muy doloroso salte del camino en el que venga detrás. ¡Veamos como suenan mis golpes en esa pancita!—
Y sin mediar más palabras la zorra crujió sus nudillos y se puso en posición. John desconocía que los puños de Berry se habían forjado golpeando cascos deshuesados y destrozando bolsas de arena durante meses de constantes entrenamientos, incluso sin toda su fuerza las garras de la mink eran similares a esferas de metal forjadas por el fuego del esfuerzo.
Los primeros tres golpes que lanzó los hizo a una corta distancia, para que el poco recorrido de su brazo no dejase que acumulase tanta energía en el trayecto. Los siguientes dos fueron a una distancia media, con un trayecto moderado y una fuerza levemente mayor. El último fue a una distancia más larga que permitió a la zorra adelantar su pie derecho, rotar su cintura y estirar casi por completo su brazo en un golpe cuya inercia y fuerza superaban a todos los anteriores.
Berry intentaba no poner demasiada fuerza ni tampoco muy poca, intentando encontrar un punto medio entre sus golpes y dando tiempo entre cada uno de sus golpes para posibles tiempos de recuperación. Aun así continuaría con la serie de golpes alternando la distancia y fuerza de los mismos durante las rondas venideras en espera de ser detenida.
—¡Que bueno que te gustase el aura! Mi idea no era que no me siguiesen, no me gusta demasiado el sigilo y aunque intentase creo que no va conmigo. En cuanto a lo que dices es hacer lo contrario a lo que estuve haciendo en lugar de iniciar con mucho y reducirlo, iniciar con poco y aumentarlo. ¡Ya entendí!—
Berry soltó un gran brinco al conocer que solo debía realizar el proceso a la inversa y como ya se había adaptado a las velocidades que su cuerpo no podía seguir era evidente que sentiría la misma sensación si llegaba a esos extremos y solo debería detenerse un poco antes de alcanzar tales niveles de electricidad corriendo por su cuerpo.
—¿Tan fuerte son mis golpes? Quizás me he pasado un poco pero apenas he usado una parte de mi fuerza. ¿Estás seguro que no intentarás cubrirte? Suena a un entrenamiento arriesgado, pero me encanta al mismo tiempo, es algo que yo intentaría...—
La zorra expresaba su sorpresa ante el comentario de John al describir sus puños como una sentencia de muerte mientras lamía su cola para que recuperase su forma natural demostrando nuevamente sus instintos salvajes. No se esperaba que la próxima fase de su rutina fuesen golpes sin defensa alguna, exponerse tanto era algo que solo a una bruta como ella podía llegar a pensar y de cierta manera esto despertó una enorme sonrisa al creer encontrar algo más en común con el muchacho.
—Empezaré con seis golpes leves, cada uno irá mas fuerte pero si notas alguno muy doloroso salte del camino en el que venga detrás. ¡Veamos como suenan mis golpes en esa pancita!—
Y sin mediar más palabras la zorra crujió sus nudillos y se puso en posición. John desconocía que los puños de Berry se habían forjado golpeando cascos deshuesados y destrozando bolsas de arena durante meses de constantes entrenamientos, incluso sin toda su fuerza las garras de la mink eran similares a esferas de metal forjadas por el fuego del esfuerzo.
Los primeros tres golpes que lanzó los hizo a una corta distancia, para que el poco recorrido de su brazo no dejase que acumulase tanta energía en el trayecto. Los siguientes dos fueron a una distancia media, con un trayecto moderado y una fuerza levemente mayor. El último fue a una distancia más larga que permitió a la zorra adelantar su pie derecho, rotar su cintura y estirar casi por completo su brazo en un golpe cuya inercia y fuerza superaban a todos los anteriores.
Berry intentaba no poner demasiada fuerza ni tampoco muy poca, intentando encontrar un punto medio entre sus golpes y dando tiempo entre cada uno de sus golpes para posibles tiempos de recuperación. Aun así continuaría con la serie de golpes alternando la distancia y fuerza de los mismos durante las rondas venideras en espera de ser detenida.
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La cara de Berry, en un principio, parecía demostrar que su cerebro estaba explotando mientras intentaba entender mi explicación sobre la forma, que había podía analizar de primeras, para que pudiese facilitar y acelerar el aprendizaje de su nueva técnica. Sorprendentemente, pareció entenderlo más rápido de lo que pensaba ya que, poco tiempo después, empezó a dar saltos de alegría mientras expresaba lo mismo que le había dicho yo, pero usando palabras que podría entender un niño pequeño o alguien muy poco inteligente.
- Pues esa es la idea, seguro que así vas a mejorarla rápidamente.- le dije con una sonrisa.- Si, tus golpes son duros, por eso creo que recibirlos también son la mejor forma de mejorar mi fortaleza y resistencia a los golpes. Así que estoy listo dale cuando quieras. - le conteste y le di luz verde a realizar lo que pretendía hacer mientras seguía con las manos en la nuca.
Después de esto la Mink empezó a golpearme, realizando los tres primeros golpes a corta distancia, estos golpes se sintieron duros, pero con apretar el abdomen se hacían fáciles de resistir. Después de estos golpes, la Mink cogió un poco más de distancia dando un paso atrás, para luego golpearme con dos nuevos puñetazos, los cuales ya se notaron mucho más duros, lo que era normal, ya que para realizar estos había usado todo el recorrido del brazo. Estos me causaron un fuerte dolor, los cuales cada uno de ellos me sacaron una mueca de dolor al recibirlos.
Después de estos dos, vi como la Mink se separaba un poco más de mi y después de coger impulso y dar un paso adelante, me volvió a golpear usando toda la inercia y movimiento de cintura, provocando que este fuese el único puñetazo que no pude resistir, el cual me doblo por la mitad, haciéndome caer al suelo de rodillas. -Augh,,, mierda, ese golpe ha sido verdaderamente duro...- dije mientras me revolcaba por el suelo.
Pocos minutos después con un fuerte esfuerzo y determinación me volví a colocar de pie. Y aunque aún sentía un fuerte dolor, coloque mis manos otra vez en la nuca y mirando a la mink le dije. - Dale, volvamos a repetirlo.- a lo que esta asintió y volvió a darme los golpes, volviendo a pasar lo mismo después de cada uno de estos.
Las horas pasaron y las series se iban repitiendo, aunque tenía el estomago resentido, cada vez soportaba mejor los golpes y tardaba menos en levantarme después del último golpe. El día paso y el sol desapareció. En ese momento decidimos parar. - Es hora de que descansemos y vayamos a comer algo, tengo el estomago dolorido, pero vacío de comida. - le dije con una sonrisa de dolor en la cara.
- Pues esa es la idea, seguro que así vas a mejorarla rápidamente.- le dije con una sonrisa.- Si, tus golpes son duros, por eso creo que recibirlos también son la mejor forma de mejorar mi fortaleza y resistencia a los golpes. Así que estoy listo dale cuando quieras. - le conteste y le di luz verde a realizar lo que pretendía hacer mientras seguía con las manos en la nuca.
Después de esto la Mink empezó a golpearme, realizando los tres primeros golpes a corta distancia, estos golpes se sintieron duros, pero con apretar el abdomen se hacían fáciles de resistir. Después de estos golpes, la Mink cogió un poco más de distancia dando un paso atrás, para luego golpearme con dos nuevos puñetazos, los cuales ya se notaron mucho más duros, lo que era normal, ya que para realizar estos había usado todo el recorrido del brazo. Estos me causaron un fuerte dolor, los cuales cada uno de ellos me sacaron una mueca de dolor al recibirlos.
Después de estos dos, vi como la Mink se separaba un poco más de mi y después de coger impulso y dar un paso adelante, me volvió a golpear usando toda la inercia y movimiento de cintura, provocando que este fuese el único puñetazo que no pude resistir, el cual me doblo por la mitad, haciéndome caer al suelo de rodillas. -Augh,,, mierda, ese golpe ha sido verdaderamente duro...- dije mientras me revolcaba por el suelo.
Pocos minutos después con un fuerte esfuerzo y determinación me volví a colocar de pie. Y aunque aún sentía un fuerte dolor, coloque mis manos otra vez en la nuca y mirando a la mink le dije. - Dale, volvamos a repetirlo.- a lo que esta asintió y volvió a darme los golpes, volviendo a pasar lo mismo después de cada uno de estos.
Las horas pasaron y las series se iban repitiendo, aunque tenía el estomago resentido, cada vez soportaba mejor los golpes y tardaba menos en levantarme después del último golpe. El día paso y el sol desapareció. En ese momento decidimos parar. - Es hora de que descansemos y vayamos a comer algo, tengo el estomago dolorido, pero vacío de comida. - le dije con una sonrisa de dolor en la cara.
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La rutina con John salió mejor de lo planeado, pese a que al derribarlo la primera vez Berry se había preocupado por haberse excedido. Sin embargo, tras ver que se reincorporaba nuevamente, la zorra somrió para proseguir el entrenamiento. Sin darse cuenta entre golpe y golpe ya era de noche, cuando uno se divierte suele pasar que todo fluía más rápido. La mink asintió ante la sugerencia de ir a comer algo y encontrarse al otro día, sin perder mucho tiempo Berry guardó sus pesas corporales antes de guiar a John hasta un lugar de comidas en el complejo.
—¡Mañana te paso a buscar para continuar nuestra rutina!—
Comentó la zorra mientras terminaba su plato de arroz y dejaba el pago por su comida acariciando la cabeza de John antes de dirigirse a un lugar apartado para continuar entrenando su propia técnica esta vez dedicando el tiempo a la inversa. El aura ahora tardaba en manifestarse pero poco a poco la mink detectaba cuando iba a ocurrir un exceso antes de que este sucediera.
Los días de Berry se dividían en entrenar con el joven, para luego utilizar la noche para perfeccionar su técnica la cual casi sin darse cuenta llevaba casi dos semanas practicando, siendo que ya llevaba una antes de conocer al curioso humano. El electro ahora no le mandaba a volar y podía mantenerse por más tiempo al no ser una corriente tan exagerada y desigual. Berry estaba emocionada por probarla en algún combate futuro pero no se olvidaba del humano que le había ayudado a alcanzar estos avances de un modo menos doloroso (ella por si misma hubiera llegado luego de estamparse contra la arena unas cuantas veces más).
En el amanecer del octavo día de su rutina con John, la mink ya se encontraba en la puerta de la habitación del muchacho. Como de costumbre llevaba sus pesas corporales, la camisa sin mangas de un color magenta y unas bermudas rayadas para la ocasión. Sentada en cuatro patas como un cachorro esperando que le abrieran y con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Es hora de poner a prueba nuestro progreso! Tal vez encontremos algo divertido que nos ponga en guardia.—
Gritó la mink realizando algunos estiramientos para consumir el tiempo de espera, se le notaba emocionada aunque dudaba de encontrar algo más divertido que ir a la playa a golpearse por unas cuantas horas. Desde que estaba en ese lugar solo John se había acostumbrado a su rutina y todavía seguía a su lado, no había otros rivales y tal vez por eso Berry era tan insistente de entrenarlo día tras día.
Aunque algo en su cabeza continuaba esperando, como si incluso en un lugar tan tranquilo y paradisiaco pudiese ocurrir un desastre en cualquier minuto. La zorra no había ignorado el nivel de lujo y dinero que se manejaba en ese lugar, muchos criminales podían ver esto como el lugar perfecto para atacar a los indefensos huespedes.
—Hmm, pero si en dos semanas no ha pasado nada... debo estar pensando mucho.—
Murmuró para si misma tras haberse estirado lo suficiente y sus huesos haber crujido con gusto, solo faltaba que John saliera de esa habitación y comprobar cuanto había mejorado tras someterse a su rutina de una semana.
—¡Mañana te paso a buscar para continuar nuestra rutina!—
Comentó la zorra mientras terminaba su plato de arroz y dejaba el pago por su comida acariciando la cabeza de John antes de dirigirse a un lugar apartado para continuar entrenando su propia técnica esta vez dedicando el tiempo a la inversa. El aura ahora tardaba en manifestarse pero poco a poco la mink detectaba cuando iba a ocurrir un exceso antes de que este sucediera.
Los días de Berry se dividían en entrenar con el joven, para luego utilizar la noche para perfeccionar su técnica la cual casi sin darse cuenta llevaba casi dos semanas practicando, siendo que ya llevaba una antes de conocer al curioso humano. El electro ahora no le mandaba a volar y podía mantenerse por más tiempo al no ser una corriente tan exagerada y desigual. Berry estaba emocionada por probarla en algún combate futuro pero no se olvidaba del humano que le había ayudado a alcanzar estos avances de un modo menos doloroso (ella por si misma hubiera llegado luego de estamparse contra la arena unas cuantas veces más).
En el amanecer del octavo día de su rutina con John, la mink ya se encontraba en la puerta de la habitación del muchacho. Como de costumbre llevaba sus pesas corporales, la camisa sin mangas de un color magenta y unas bermudas rayadas para la ocasión. Sentada en cuatro patas como un cachorro esperando que le abrieran y con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Es hora de poner a prueba nuestro progreso! Tal vez encontremos algo divertido que nos ponga en guardia.—
Gritó la mink realizando algunos estiramientos para consumir el tiempo de espera, se le notaba emocionada aunque dudaba de encontrar algo más divertido que ir a la playa a golpearse por unas cuantas horas. Desde que estaba en ese lugar solo John se había acostumbrado a su rutina y todavía seguía a su lado, no había otros rivales y tal vez por eso Berry era tan insistente de entrenarlo día tras día.
Aunque algo en su cabeza continuaba esperando, como si incluso en un lugar tan tranquilo y paradisiaco pudiese ocurrir un desastre en cualquier minuto. La zorra no había ignorado el nivel de lujo y dinero que se manejaba en ese lugar, muchos criminales podían ver esto como el lugar perfecto para atacar a los indefensos huespedes.
—Hmm, pero si en dos semanas no ha pasado nada... debo estar pensando mucho.—
Murmuró para si misma tras haberse estirado lo suficiente y sus huesos haber crujido con gusto, solo faltaba que John saliera de esa habitación y comprobar cuanto había mejorado tras someterse a su rutina de una semana.
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No sabría decir si he dormido del todo bien. Quizá haya sido una mala postura, los ronquidos del gordo de la habitación de al lado o que ya no estoy hecho para esta vida, pero me encuentro un poco cansado. Bueno, no cansado de cansado, pero sí cansado de que he tenido noches mejores y habría estado bien que esta fuese una de ellas. Ni siquiera bebí demasiado anoche ni nada, y no es como si la habitación estuviese en un piso demasiado alto, por lo que no creo que sea mal de alturas. Podría ser que sencillamente he tenido una pesadilla aunque no pueda recordarla o que hace apenas tres horas que llegué para dormir, pero sea lo que sea no me encuentro al cien por cien hoy. En fin, qué se le va a hacer.
Doy un par de vueltas en la cama mientras reúno fuerzas para levantarme, remoloneando. Illje sigue en paradero desconocido. Supongo que eso es bueno; está a salvo. No contaba con volver a salir de ahí después de todo lo que pasó, y por lo menos en ese lugar estará bien. Pero ojalá volver a verla, a ella y a Ichigo. Ese pequeño bribón es el peor timonel que he visto nunca, pero de entre todos los navegantes horribles que he tenido a bordo es sin duda el que mejores arroces prepara.
Termino por ponerme en pie con el izquierdo por delante. No le doy importancia porque no soy supersticioso, pero por si acaso me vuelvo a acostar y piso de nuevo, esta vez con el derecho. No hay que tentar a la suerte. Tras ello me doy una ducha rigurosa, sin escatimar en jabón pero cerrando el grifo cada vez que voy a dedicar más de un par de segundos en extender el gel por mi cuerpo. No hay esponja, pero casi mejor porque seguramente estuviese usada y solo un cerdo se limpiaría con material de segunda mano, aunque echo de menos poder exfoliarme para estar perfecto. Con todo, salgo de la ducha y el espejo refleja una excelencia a la que pocos pueden aspirar, así que me doy por satisfecho y salgo de la habitación. Delante de la puerta hay una mujer zorro sentada, como esperando.
- ¡Hola! -saludo-. Hace un buen día, ¿verdad? Fresco, con brisa, incluso aquí dentro puedo notar algo recorriéndome... -Apenas me inmuto, pero me fijo bien y me he olvidado algo-. Un segundo.
Cierro la puerta y me visto. Ha sido un despiste, sobre todo porque llevo las llaves de casa en el pantalón. O sea, no he vuelto a casa desde hace décadas, pero hay cosas que no se deben perder. Aparte no puedo dejar tirada mi bolsa o sería un problema. ¿Qué iba a hacer sin mi botiquín o sin mi tarro de pasta seca casera? Si vuelven a atracarme la voy a necesitar.
- ¡Buenos días! -vuelvo a saludar, ahora sí listo-. Puedes entrar a limpiar cuando quieras -comento a la mujer zorro-. He intentado no manchar mucho, pero algo de agua ha escapado. La bañera pierde, creo. Pero nada que no se pueda arreglar con un poco de silicona después de dejar que seque. En fin, ¡chao!
Me marcho por el pasillo, tranquilamente. Ha sido una suerte encontrar la habitación vacía. Ahora solo necesito colarme en el primer barco que encuentre.
Doy un par de vueltas en la cama mientras reúno fuerzas para levantarme, remoloneando. Illje sigue en paradero desconocido. Supongo que eso es bueno; está a salvo. No contaba con volver a salir de ahí después de todo lo que pasó, y por lo menos en ese lugar estará bien. Pero ojalá volver a verla, a ella y a Ichigo. Ese pequeño bribón es el peor timonel que he visto nunca, pero de entre todos los navegantes horribles que he tenido a bordo es sin duda el que mejores arroces prepara.
Termino por ponerme en pie con el izquierdo por delante. No le doy importancia porque no soy supersticioso, pero por si acaso me vuelvo a acostar y piso de nuevo, esta vez con el derecho. No hay que tentar a la suerte. Tras ello me doy una ducha rigurosa, sin escatimar en jabón pero cerrando el grifo cada vez que voy a dedicar más de un par de segundos en extender el gel por mi cuerpo. No hay esponja, pero casi mejor porque seguramente estuviese usada y solo un cerdo se limpiaría con material de segunda mano, aunque echo de menos poder exfoliarme para estar perfecto. Con todo, salgo de la ducha y el espejo refleja una excelencia a la que pocos pueden aspirar, así que me doy por satisfecho y salgo de la habitación. Delante de la puerta hay una mujer zorro sentada, como esperando.
- ¡Hola! -saludo-. Hace un buen día, ¿verdad? Fresco, con brisa, incluso aquí dentro puedo notar algo recorriéndome... -Apenas me inmuto, pero me fijo bien y me he olvidado algo-. Un segundo.
Cierro la puerta y me visto. Ha sido un despiste, sobre todo porque llevo las llaves de casa en el pantalón. O sea, no he vuelto a casa desde hace décadas, pero hay cosas que no se deben perder. Aparte no puedo dejar tirada mi bolsa o sería un problema. ¿Qué iba a hacer sin mi botiquín o sin mi tarro de pasta seca casera? Si vuelven a atracarme la voy a necesitar.
- ¡Buenos días! -vuelvo a saludar, ahora sí listo-. Puedes entrar a limpiar cuando quieras -comento a la mujer zorro-. He intentado no manchar mucho, pero algo de agua ha escapado. La bañera pierde, creo. Pero nada que no se pueda arreglar con un poco de silicona después de dejar que seque. En fin, ¡chao!
Me marcho por el pasillo, tranquilamente. Ha sido una suerte encontrar la habitación vacía. Ahora solo necesito colarme en el primer barco que encuentre.
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La mink no esperaba ver una chica guapa desnuda al abrirse la puerta ¿O era un chico? La zorra se frotó los ojos y ahora estaba vestida ¿Lo habría soñado? Como fuera, la muchacha le hablaba de limpiar pero no mencionó nada de John. Sus neuronas conectaron y había dos posibilidades, o John se había escapado o esa chica se lo comió mientras dormía. Tenía sentido que quisiera limpiar luego de comer, pero Berry no ingresaría a la habitación se suponía que era el día de poner en práctica su técnica y también poner a prueba el progreso de su alumno que ahora estaba desaparecido en acción.
—¡Esperaaaa!—
La mink salió corriendo tratando de alcanzar a la figura pelirroja que había suplantado a su alumno. Tras lograr ponerse junto a esta siguió caminando a su lado, desconocía los objetivos o motivaciones que habían llevado a este sujeto a la habitación con el olor de John. Tal vez era su pareja, su hermana o alguien que necesitaba ayuda ¡O todo a la vez!
—No soy empleada de limpieza, soy Berry. ¿Buscas algo? ¡Yo también! Justo es el día más épico donde podré estrenar mi súper técnica. ¡Se ve increíble! Bueno, anoche se veía así.—
La mink se irguió mientras se lamía las garras, siguiendo el paso a la curiosa persona que se había aparecido de la nada. Todavía le costaba identificar su misión en aquel lugar pero si estaba ahí tal vez quería ver su técnica. La zorra pudo notar que se dirigían al puerto, al menos caminaban en esa dirección, a lo mejor podrían entrenar juntas al llegar después de todo si alguien podía tener idea del paradero de John era esta persona misteriosa.
—¡Esperaaaa!—
La mink salió corriendo tratando de alcanzar a la figura pelirroja que había suplantado a su alumno. Tras lograr ponerse junto a esta siguió caminando a su lado, desconocía los objetivos o motivaciones que habían llevado a este sujeto a la habitación con el olor de John. Tal vez era su pareja, su hermana o alguien que necesitaba ayuda ¡O todo a la vez!
—No soy empleada de limpieza, soy Berry. ¿Buscas algo? ¡Yo también! Justo es el día más épico donde podré estrenar mi súper técnica. ¡Se ve increíble! Bueno, anoche se veía así.—
La mink se irguió mientras se lamía las garras, siguiendo el paso a la curiosa persona que se había aparecido de la nada. Todavía le costaba identificar su misión en aquel lugar pero si estaba ahí tal vez quería ver su técnica. La zorra pudo notar que se dirigían al puerto, al menos caminaban en esa dirección, a lo mejor podrían entrenar juntas al llegar después de todo si alguien podía tener idea del paradero de John era esta persona misteriosa.
Claude von Appetit
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Reflexiono mientras avanzo por el pasillo. En otros tiempos ver a una sirena de tierra habría llegado a impresionarme, pero poco puedo hacer para seguir siendo como solía. O sí, tal vez, cuando todo cure. Por ahora tengo cosas que hacer en la isla, así que ignoro sus gritos -también tengo algo de miedo a que pretenda hacerme pagar el atasco del baño-, pero me alcanza fácilmente. Normal, al fin y al cabo: No estoy corriendo.
Se presenta. Me habla de algo épico, pero no tiene ni idea de lo que es la verdadera epicidad. Con una media sonrisa jactanciosa me detengo de lleno en medio del pasillo, sin mirarla por completo aún. Cuando lo hago es apoyando sobre el pomo de Pluma la palma de mi mano y sin doblar el cuello, tan solo entornando los ojos hacia ella con la dignidad de una estatua ecuestre. Sin caballo, así que más bien una estatua, pero muy echada hacia delante. Solo me falta una larga barba y parecería uno de esos grandes reyes de la antigüedad solo que más guapo.
- Berry -repito el nombre lentamente, con la voz agravada-. Pareces una persona muy especial, pero el camino que recorro es sangriento y solitario... Creo. En algún otro momento ese ímpetu te habría granjeado un puesto en mi tripulación, pero no puedo permitirme ponerte en peligro de esa forma. -Doy un par de pasos hacia delante, lo justo para poder echar la vista atrás-. Sé que es una decepción, pero eres fuerte: Puedes superarlo, y seguro que tu técnica llegará a ser espectacular algún día. Quizá entonces nos encontremos al final del camino y pueda nombrarte mi subcapitana... Pero hoy no es ese día. Mucha suerte.
"Sí, busco algo", me han quedado ganas de decirle, ¿pero para qué? No está aquí. No sé dónde está mi barco, ni mi tripulación. La soledad es el precio del poder, pero nunca creí que la responsabilidad de un capitán pudiese pasar por huir de su propio barco. Quizá habría podido encontrar otra manera, una más justa y digna. Una que no acabase conmigo preso por meses, o hubiese dejado a Illje e Ichigo lejos hasta que ellos vuelvan a saber de mí. Ya lo he intentado de tantas formas que casi he perdido la cuenta, pero todavía queda una que no había probado hasta ahora: Voy a ganar el maldito concurso de bikinis que organiza este resort. Con suerte saldrá en todos los periódicos. Y si no, pues oye, por lo menos estaré divino.
Se presenta. Me habla de algo épico, pero no tiene ni idea de lo que es la verdadera epicidad. Con una media sonrisa jactanciosa me detengo de lleno en medio del pasillo, sin mirarla por completo aún. Cuando lo hago es apoyando sobre el pomo de Pluma la palma de mi mano y sin doblar el cuello, tan solo entornando los ojos hacia ella con la dignidad de una estatua ecuestre. Sin caballo, así que más bien una estatua, pero muy echada hacia delante. Solo me falta una larga barba y parecería uno de esos grandes reyes de la antigüedad solo que más guapo.
- Berry -repito el nombre lentamente, con la voz agravada-. Pareces una persona muy especial, pero el camino que recorro es sangriento y solitario... Creo. En algún otro momento ese ímpetu te habría granjeado un puesto en mi tripulación, pero no puedo permitirme ponerte en peligro de esa forma. -Doy un par de pasos hacia delante, lo justo para poder echar la vista atrás-. Sé que es una decepción, pero eres fuerte: Puedes superarlo, y seguro que tu técnica llegará a ser espectacular algún día. Quizá entonces nos encontremos al final del camino y pueda nombrarte mi subcapitana... Pero hoy no es ese día. Mucha suerte.
"Sí, busco algo", me han quedado ganas de decirle, ¿pero para qué? No está aquí. No sé dónde está mi barco, ni mi tripulación. La soledad es el precio del poder, pero nunca creí que la responsabilidad de un capitán pudiese pasar por huir de su propio barco. Quizá habría podido encontrar otra manera, una más justa y digna. Una que no acabase conmigo preso por meses, o hubiese dejado a Illje e Ichigo lejos hasta que ellos vuelvan a saber de mí. Ya lo he intentado de tantas formas que casi he perdido la cuenta, pero todavía queda una que no había probado hasta ahora: Voy a ganar el maldito concurso de bikinis que organiza este resort. Con suerte saldrá en todos los periódicos. Y si no, pues oye, por lo menos estaré divino.
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Los ojos de Berry se reemplazaron por estrellas al ser mencionado su nombre por aquella figura digna y majeestuosa, tan bella como un cuadro y con una voz tan bella que por alguna razón le agradaba. Escuchó con admiración, un camino solitario pero sangriento esa frase le agradaba tanto que la saboreó por unos momentos. Levantó la ceja ante la propuesta de encontrarse y ser su subcapitana, recordó a Alpha diciendo que era su brazo derecho. ¿Acaso así ligaban los piratas? Debía ser eso, no esperaba sentirse tan halagada y pretendida por los bravos guerreros del mar.
—¡Woow! Debes ser muy fuerte si ese es el camino de tu libertad, aunque nunca me interpondría en la libertad de alguien. Y encontrarnos nuevamente suena genial. Seguramente pueda mostrarte muchas cosas, quizás hasta te instruya en el electrosutra.—
La mink guiñó su ojo mientras aceptaba de buena gana el volver a encontrarse ya fuera para un combate electrizante o una sesión de lujuria intensa. La zorra luego inclinó la cabeza, al escuchar que su técnica estaría lista en otra ocasión, un error ya que ella pensaba que estaba totalmente lista.
—¡Falso! Mi técnica está finalmente terminada, fueron dos semanas de sudor y esfuerzo pero mira esto. ¡Berry presenta! ¡Electro Assault Mode!—
La mink levantó sus brazos al cielo al presentar la técnica y... no ocurrió nada, aunque luego se comenzaría a sentir la electricidad en el aire mientras el cabello de la mink se comenzaba a erizar y mover por su cuenta. Algunas chispas rodearon sus garras y piernas, lentamente estas se disiparon en un aura dorada que fluyendo desde sus garras del mismo color envolvió a la mink con su calor. Berry sonrió para luego dar un paso, claro que esto se vio como un parpadeo, luego inclinó su cuerpo y como una bala se impulsó rebotando contra las paredes como un destello dorado hasta caer frente a Claude con su puño por delante en una posición impactante.
—¿Lo has visto? Pensé en llamarlo "Velocidad de la diosa Berry con un aura super mega genial" pero era muy largo y creo que en una pelea me matarían antes de pronunciarlo y la idea de una pelea es matar antes de que te maten. ¿Hmm? ¿Qué es este papel?—
Al rebotar tantas veces la zorra había despegado de la pared uno de los folletos del resort, lo tomó entre sus garras para leer que era un concurso de bikinis. Lástima que ella nunca usaba esas cosas, vamos que era una zorra que iba con los pechos al aire cubiertos por una chaqueta ya que la vez que usó vendas salió mal.
—¡Un concurso de bikinis! Yo no uso esas cosas pero podré ver a miles de chicas guapas con prendas diminutas. ¡Debemos ir!—
Sugirió la mink comenzando a saltar de un lado al otro todavía rodeada con ese aura dorada, tan emocionada estaba que se puso a dar vueltas como un tornado persiguiendo su cola esperando una respuesta.
—¡Woow! Debes ser muy fuerte si ese es el camino de tu libertad, aunque nunca me interpondría en la libertad de alguien. Y encontrarnos nuevamente suena genial. Seguramente pueda mostrarte muchas cosas, quizás hasta te instruya en el electrosutra.—
La mink guiñó su ojo mientras aceptaba de buena gana el volver a encontrarse ya fuera para un combate electrizante o una sesión de lujuria intensa. La zorra luego inclinó la cabeza, al escuchar que su técnica estaría lista en otra ocasión, un error ya que ella pensaba que estaba totalmente lista.
—¡Falso! Mi técnica está finalmente terminada, fueron dos semanas de sudor y esfuerzo pero mira esto. ¡Berry presenta! ¡Electro Assault Mode!—
La mink levantó sus brazos al cielo al presentar la técnica y... no ocurrió nada, aunque luego se comenzaría a sentir la electricidad en el aire mientras el cabello de la mink se comenzaba a erizar y mover por su cuenta. Algunas chispas rodearon sus garras y piernas, lentamente estas se disiparon en un aura dorada que fluyendo desde sus garras del mismo color envolvió a la mink con su calor. Berry sonrió para luego dar un paso, claro que esto se vio como un parpadeo, luego inclinó su cuerpo y como una bala se impulsó rebotando contra las paredes como un destello dorado hasta caer frente a Claude con su puño por delante en una posición impactante.
—¿Lo has visto? Pensé en llamarlo "Velocidad de la diosa Berry con un aura super mega genial" pero era muy largo y creo que en una pelea me matarían antes de pronunciarlo y la idea de una pelea es matar antes de que te maten. ¿Hmm? ¿Qué es este papel?—
Al rebotar tantas veces la zorra había despegado de la pared uno de los folletos del resort, lo tomó entre sus garras para leer que era un concurso de bikinis. Lástima que ella nunca usaba esas cosas, vamos que era una zorra que iba con los pechos al aire cubiertos por una chaqueta ya que la vez que usó vendas salió mal.
—¡Un concurso de bikinis! Yo no uso esas cosas pero podré ver a miles de chicas guapas con prendas diminutas. ¡Debemos ir!—
Sugirió la mink comenzando a saltar de un lado al otro todavía rodeada con ese aura dorada, tan emocionada estaba que se puso a dar vueltas como un tornado persiguiendo su cola esperando una respuesta.
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¿Son todas las sirenas de tierra tan... Despiertas? Illje solía serlo, aunque por suerte nunca me presionó para repetirlo. Esa mujer, no obstante, parece llevar la libido por bandera. Quizá en otros tiempos en que necesitaba más reconocimiento, o si no hubiese conquistado ya al espécimen más bello de su especie -o menos peludo, al menos- me lo habría planteado. O no, porque el valor de ese acto no está en sí mismo sino en la imposibilidad de otros para lograrlo. Y aunque entiendo que mi irresistible encanto tiene que ver en todo este asunto, no me gustaría que cuando cuente la historia de cómo conseguí conquistar a una zorra alguien responda que cualquiera puede.
- Agradezco la invitación, pero voy a tener que rechazarla -me disculpo-. No dudo que sería extraordinario e inolvidable, para ti al menos, pero no voy a encontrar lo que busco en tu cama. Tampoco me sentiría cómodo sabiendo que todas tus relaciones a partir de mí serán frustrantes y vacías, incapaces de compararse siquiera con la sombra de nuestro recuerdo jadeante y empapado en sudor.
Quizá no sea la mejor manera de rechazarla. Una persona tan lanzada como ella probablemente se crezca ante esas palabras, pero no importa. Extenderá la palabra; quizá recuerde en una charla con sus amigas cómo el gran señor pirata Claude von Appetit la rechazó tras prometerle un rayo de sol, el breve tacto del paraíso. Con suerte alguna de las personas con las que hable será lo bastante vanidosa para creer que puede conquistarme, y otra lo suficientemente fanfarrona como para jurar y perjurar que mis manos se han puesto a su servicio. Es una posibilidad remota, pero todas mis aventuras son una apuesta contra el azar.
Parece que la he enfadado, u ofendido, o algo, porque tras un aullido de protesta aclara que su técnica es increíble. No necesito mirarla para notar la estática chispear ni mi pelo tratando de encresparse. Es una habilidad al parecer usual entre las sirenas de tierra, aunque nunca he visto a Illje hacer uso de ella -creo-, y cuando se detiene delante de mí me quedo observando, perplejo. No parece haber cambiado más allá del vello erizado y... ¿Sus tatuajes brillan? Qué sirena más rara.
- Brillas -constato-. No voy a decir que esté mal, pero a no ser que te pierdas mucho en cuevas oscuras no parece que vayas a sacarle mucha utilidad. ¿Por qué lo llamarías velocidad, por cierto? Asumo que vas más rápido que de costumbre, pero por si no lo has notado... No tengo ninguna referencia de a qué velocidad te mueves normalmente. Aunque... -Sonrío un poco-. Sí, supongo que sí. Por eso quizá lo mejor sea no centrarte en darle nombre a tus técnicas a no ser que lo escribas en un diario, o en alguna clase de ficha técnica en la que aclares su funcionamiento y potenciales usos. Durante el combate mucho mejor tener la boca cerrada.
Cuando recoge del suelo el papel del concurso se emociona. No usa bikinis y es una pervertida. Suspiro con nostalgia: Es igual que Momojiro, aunque más guapa. Bueno, también es más peluda, pero supongo que puedo aceptar eso de una sirena de tierra igual que tolero las escamas en una sirena de mar. ¿Es parte de su encanto, supongo? Me encojo de hombros, sin ocultar una mirada desafiante.
- Y chicos. -En un movimiento solo posible gracias a mi destreza tiro de mi ropa con una sola mano y me la quito, sin romperla, al más puro estilo de un truco de magia. Bajo ella llevo un impactante dos piezas de color burdeos a juego con mi cabello. Luego saco del bolsillo del pantalón, ya más lentamente, el pase que me acredita como concursante-. Puedes verme ganar si quieres.
Vuelvo a vestirme cuidadosamente y echo a andar hacia el ascensor. Apenas queda un rato para que el certamen empiece, y aunque los ganadores siempre deben llegar algo tarde y prefiero llegar antes para deslumbrar al mundo con mi presencia.
- Por cierto, ¿qué hacías delante de la puerta? -pregunto-. ¿Tan obvio era que el hombre de tus sueños iba a estar tras ella?
- Agradezco la invitación, pero voy a tener que rechazarla -me disculpo-. No dudo que sería extraordinario e inolvidable, para ti al menos, pero no voy a encontrar lo que busco en tu cama. Tampoco me sentiría cómodo sabiendo que todas tus relaciones a partir de mí serán frustrantes y vacías, incapaces de compararse siquiera con la sombra de nuestro recuerdo jadeante y empapado en sudor.
Quizá no sea la mejor manera de rechazarla. Una persona tan lanzada como ella probablemente se crezca ante esas palabras, pero no importa. Extenderá la palabra; quizá recuerde en una charla con sus amigas cómo el gran señor pirata Claude von Appetit la rechazó tras prometerle un rayo de sol, el breve tacto del paraíso. Con suerte alguna de las personas con las que hable será lo bastante vanidosa para creer que puede conquistarme, y otra lo suficientemente fanfarrona como para jurar y perjurar que mis manos se han puesto a su servicio. Es una posibilidad remota, pero todas mis aventuras son una apuesta contra el azar.
Parece que la he enfadado, u ofendido, o algo, porque tras un aullido de protesta aclara que su técnica es increíble. No necesito mirarla para notar la estática chispear ni mi pelo tratando de encresparse. Es una habilidad al parecer usual entre las sirenas de tierra, aunque nunca he visto a Illje hacer uso de ella -creo-, y cuando se detiene delante de mí me quedo observando, perplejo. No parece haber cambiado más allá del vello erizado y... ¿Sus tatuajes brillan? Qué sirena más rara.
- Brillas -constato-. No voy a decir que esté mal, pero a no ser que te pierdas mucho en cuevas oscuras no parece que vayas a sacarle mucha utilidad. ¿Por qué lo llamarías velocidad, por cierto? Asumo que vas más rápido que de costumbre, pero por si no lo has notado... No tengo ninguna referencia de a qué velocidad te mueves normalmente. Aunque... -Sonrío un poco-. Sí, supongo que sí. Por eso quizá lo mejor sea no centrarte en darle nombre a tus técnicas a no ser que lo escribas en un diario, o en alguna clase de ficha técnica en la que aclares su funcionamiento y potenciales usos. Durante el combate mucho mejor tener la boca cerrada.
Cuando recoge del suelo el papel del concurso se emociona. No usa bikinis y es una pervertida. Suspiro con nostalgia: Es igual que Momojiro, aunque más guapa. Bueno, también es más peluda, pero supongo que puedo aceptar eso de una sirena de tierra igual que tolero las escamas en una sirena de mar. ¿Es parte de su encanto, supongo? Me encojo de hombros, sin ocultar una mirada desafiante.
- Y chicos. -En un movimiento solo posible gracias a mi destreza tiro de mi ropa con una sola mano y me la quito, sin romperla, al más puro estilo de un truco de magia. Bajo ella llevo un impactante dos piezas de color burdeos a juego con mi cabello. Luego saco del bolsillo del pantalón, ya más lentamente, el pase que me acredita como concursante-. Puedes verme ganar si quieres.
Vuelvo a vestirme cuidadosamente y echo a andar hacia el ascensor. Apenas queda un rato para que el certamen empiece, y aunque los ganadores siempre deben llegar algo tarde y prefiero llegar antes para deslumbrar al mundo con mi presencia.
- Por cierto, ¿qué hacías delante de la puerta? -pregunto-. ¿Tan obvio era que el hombre de tus sueños iba a estar tras ella?
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La mink ladeó la cabeza, una respuesta tan profunda que su cerebro la procesó por partes. En un principio le rechazaba, pero al final ponía una imágen mental muy agradable en su mente. Era como un rechazo dulce, no era una bofetada fuerte y a Berry poco le afectaba ser rechazada riendo ante la justificación. Parecía que la persona frente a ella era bastante segura, le agradaba, el juego de egos que podía dispararse a partir de una frase tan inocente como quien era mejor.
—Si ese es el caso, lo mismo digo. No podrías quitar de tu mente lo que puedo hacer con tener un poco de libertad, si he tocado el cuerpo más perfecto sin perder un dedo significa que mis manos son incomparables en estos mares que nos rodean. Y no quiero torturar tu mente con mi sola presencia al oler mi fragancia en tus comidas.—
La mink se sacudió el cabello con una mano mientras posaba para este, su aura y su brillo le dotaban de una belleza complicada de ignorar e incluso de imitar. Era una mink pura sangre, de las únicas por esos lugares y tal vez una de las pocas en años en pisar otra tierra que no fuese Zou. Era orgullosa, era un poco egocéntrica y esto se le subía rápido al ser reconocida como alguien digna de una noche inolvidable.
—¡Es cierto! Olvidé mostrarte como voy normalmente pero ¿No hice eso al alcanzarte? ¡Y recién hice fiuuum zaaas! Y caí delante como un rayo impactando con el suelo. ¿Una ficha técnica? Mmm... suena a algo muy largo y que nadie se pararía a leer aunque dijeras que cosas te gustan y cuales no. ¡Yo solo leería la mitad o menos! ¿Te imaginas a alguien perdiendo su tiempo en hacer eso? ¡Bwahahaha! Suerte que solo debemos pensarlo y entrenarlo para poder usar un super golpe o alguna técnica más compleja como la que estoy usando.—
La mink comenzó a reír ante la idea de escribir todo de ella en una hoja de papel y tener que llevarla colgada del cuello para que la conozcan, a lo mejor alguien lo hiciera pero no había conocido a ningún humano o tritón que tuviera una costumbre tan extraña.
Sus ojos recorrieron el cuerpo del muchacho, ahora se lo había aclarado de arriba a abajo cuando enseñó su traje. ¿Acaso lo harían allí mismo? Abrió su chaqueta mostrando los pechos en respuesta a lo que creyó que era un rito de cortejo, mostrando sin intimidarse sus atributos mas fuertes, lo que todo hombre anhelaba tocar. Y cerró los ojos esperando un beso... que nunca llegó. Al abrir sus ojos, más por impaciencia que por gusto, el chico le enseñaba un papel que le acreditaba como concursante y la zorra comenzó a reír volviendo a cerrar su chaqueta pero sin mostrar vergüenza alguna ante su confusión inicial.
—¡Bwahaha! No me perderé tu victoria, eres la persona más divertida y bonita que he visto cerca, además siento que eres alguien famoso o muy fuerte.—
La mink declaró llegando al ascensor en un parpadeo antes de relajarse y desactivar su técnica, no tenía necesidad de seguir usando esa velocidad exagerada y forzar su cuerpo. La pregunta del pelirrojo le hizo recordar a John, pese a que este parecía haberse esfumado con el viento y a la semana que había pasado entrenando.
Pero fue la segunda pregunta que hizo a la mink frotarse la frente con ambas garras mientras movía su cola, tratando de recordar su sueño y si había algún hombre ahí. Sus ojos rojos se abrieron, mientras su lengua relamía sus labios y sus garras frotaban su abdomen bien trabajado.
—¡Ñam! No he visto a ningún soldadito de chocolate o a los habitantes de arrocitolandia, ya sabes esos hombres regordetes hechos de arroz con queso. ¡Ni a las guerreras salchipapas! Aunque esos no son hombres... pero si estaban tras esa puerta te los has comido antes que yo. La verdad estuve entrenando con un chico de cabello negro esta última semana y me ayudó a mejorar la técnica que viste. Seguí su aroma hasta esa habitación pero supongo que se convirtió en un hombre arroz y luego te lo comiste y por eso no lo encuentro. Aunque es raro, siento su aroma lejos, a lo mejor se fué antes de que llegase. ¡Lo importante es que pude enseñarte mi técnica y ahora veré a muchas personas en trajes diminutos!—
La mink explicó tras pensarlo un rato, lo mejor era dejar que las cosas fluyeran, su objetivo de esas dos duras semanas de entrenar y golpearse con los árboles había dado sus frutos. Solo restaba relajarse y disfrutar de un trabajo bien hecho. Si eso conllevaba ser espectadora de un desfile creado para ella, no se iba a negar.
—Si ese es el caso, lo mismo digo. No podrías quitar de tu mente lo que puedo hacer con tener un poco de libertad, si he tocado el cuerpo más perfecto sin perder un dedo significa que mis manos son incomparables en estos mares que nos rodean. Y no quiero torturar tu mente con mi sola presencia al oler mi fragancia en tus comidas.—
La mink se sacudió el cabello con una mano mientras posaba para este, su aura y su brillo le dotaban de una belleza complicada de ignorar e incluso de imitar. Era una mink pura sangre, de las únicas por esos lugares y tal vez una de las pocas en años en pisar otra tierra que no fuese Zou. Era orgullosa, era un poco egocéntrica y esto se le subía rápido al ser reconocida como alguien digna de una noche inolvidable.
—¡Es cierto! Olvidé mostrarte como voy normalmente pero ¿No hice eso al alcanzarte? ¡Y recién hice fiuuum zaaas! Y caí delante como un rayo impactando con el suelo. ¿Una ficha técnica? Mmm... suena a algo muy largo y que nadie se pararía a leer aunque dijeras que cosas te gustan y cuales no. ¡Yo solo leería la mitad o menos! ¿Te imaginas a alguien perdiendo su tiempo en hacer eso? ¡Bwahahaha! Suerte que solo debemos pensarlo y entrenarlo para poder usar un super golpe o alguna técnica más compleja como la que estoy usando.—
La mink comenzó a reír ante la idea de escribir todo de ella en una hoja de papel y tener que llevarla colgada del cuello para que la conozcan, a lo mejor alguien lo hiciera pero no había conocido a ningún humano o tritón que tuviera una costumbre tan extraña.
Sus ojos recorrieron el cuerpo del muchacho, ahora se lo había aclarado de arriba a abajo cuando enseñó su traje. ¿Acaso lo harían allí mismo? Abrió su chaqueta mostrando los pechos en respuesta a lo que creyó que era un rito de cortejo, mostrando sin intimidarse sus atributos mas fuertes, lo que todo hombre anhelaba tocar. Y cerró los ojos esperando un beso... que nunca llegó. Al abrir sus ojos, más por impaciencia que por gusto, el chico le enseñaba un papel que le acreditaba como concursante y la zorra comenzó a reír volviendo a cerrar su chaqueta pero sin mostrar vergüenza alguna ante su confusión inicial.
—¡Bwahaha! No me perderé tu victoria, eres la persona más divertida y bonita que he visto cerca, además siento que eres alguien famoso o muy fuerte.—
La mink declaró llegando al ascensor en un parpadeo antes de relajarse y desactivar su técnica, no tenía necesidad de seguir usando esa velocidad exagerada y forzar su cuerpo. La pregunta del pelirrojo le hizo recordar a John, pese a que este parecía haberse esfumado con el viento y a la semana que había pasado entrenando.
Pero fue la segunda pregunta que hizo a la mink frotarse la frente con ambas garras mientras movía su cola, tratando de recordar su sueño y si había algún hombre ahí. Sus ojos rojos se abrieron, mientras su lengua relamía sus labios y sus garras frotaban su abdomen bien trabajado.
—¡Ñam! No he visto a ningún soldadito de chocolate o a los habitantes de arrocitolandia, ya sabes esos hombres regordetes hechos de arroz con queso. ¡Ni a las guerreras salchipapas! Aunque esos no son hombres... pero si estaban tras esa puerta te los has comido antes que yo. La verdad estuve entrenando con un chico de cabello negro esta última semana y me ayudó a mejorar la técnica que viste. Seguí su aroma hasta esa habitación pero supongo que se convirtió en un hombre arroz y luego te lo comiste y por eso no lo encuentro. Aunque es raro, siento su aroma lejos, a lo mejor se fué antes de que llegase. ¡Lo importante es que pude enseñarte mi técnica y ahora veré a muchas personas en trajes diminutos!—
La mink explicó tras pensarlo un rato, lo mejor era dejar que las cosas fluyeran, su objetivo de esas dos duras semanas de entrenar y golpearse con los árboles había dado sus frutos. Solo restaba relajarse y disfrutar de un trabajo bien hecho. Si eso conllevaba ser espectadora de un desfile creado para ella, no se iba a negar.
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- No tiendo a caer en esas provocaciones -la corto-. Cada uno escala un poco más hasta que los dos estamos lo bastante excitados o curiosos... Vas a necesitar mucho más si realmente pretendes llevarme a la cama. -Le diría que no me interesa y ya, pero nunca hay que desperdiciar la oportunidad de que te inviten a un buen restaurante-. De todos modos si algo se te da tan bien que podrías arruinarle la vida a alguien con ello no deberías ofrecerlo a la primera de cambio: Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
De todos modos es cierto que ha correteado hasta mí, una vez más despacio y otra a gran velocidad, pero quiero creer que no es tan exagerado el cambio en sus habilidades. De hecho sus piernas se ven musculosas; ni de lejos tanto como su tren superior, claro, pero tampoco las ha dejado de lado en su entrenamiento. De todos modos lo de que brille para correr más me sigue pareciendo extraño, aunque mejor no digo nada. Está lejos de ser la transformación más rara que he llegado a presenciar: Ni siquiera descontando la forma animal de Elina, que era Elina con un casco, entra al top de las cosas más fuera de lugar que puedo haber llegado a ver. Poco práctica, tal vez, pero no tan rara.
Sigo caminando mientras la muchacha empieza a desvariar acerca de lo estúpido que sería anotar tus habilidades en alguna clase de ficha o cuaderno, y aunque me niego a contradecirla tengo cuatro tomos escritos que detallan mis avances en cada una de las artes que domino: Hamon, Habuso, Espada y Fruta del diablo. También tengo algunos trípticos dibujados sobre el avance de mi cuerpo durante los entrenamientos, mediciones de mi ingesta calórica desglosada por macronutrientes y micronutrientes, así como un recetario dividido por días hecho por mí mismo con el que comer según las necesidades energéticas de los distintos miembros de la banda. O al menos solía tenerlos, porque todo eso quedó en el barco; algunas cosas podré aprovecharlas si las reencuentro, claro, pero voy a tener que redibujar mi diagrama después de lo que ha cambiado mi cuerpo. Una lástima.
- Bueno, algo de fama he acumulado durante los últimos años -reconozco con fingida modestia-. He recorrido cada uno de los mares cardinales y el Grand Line desde los Cabos Gemelos hasta más allá del Nuevo Mundo, en la isla donde crecen de forma natural las misteriosas frutas del diablo. Regresé al Paraíso tras un tiempo preparando mi travesía y formé la tripulación más poderosa que el mundo vio, y con la ayuda de mis lugartenientes Ivan Markov, Lysbeth Ardian y Dark Satou conquisté los mares verticales para llegar a Raftel y reclamar el tesoro que en las leyendas llaman One Piece. -Bebo un trago de zumito-. El interior del cofre es bastante decepcionante; lo llaman una pieza porque literalmente es una pepita muy grande de oro. Pero no importa, porque el verdadero tesoro son los amigos que haces en el camino. Quizá hayas escuchado mi leyenda. -Aquí llega la pose molona-. Soy Claude von Appetit, mejor espada del mundo y hombre de tus sueños... -Me encojo de hombros-. Y de los de todo el mundo, en realidad.
Los sueños de Berry son perturbadores. Cualquiera diría que la parte animal no prevalece por encima de su conciencia humana, pero esta mujer se deja llevar del todo por sus instintos. No me desagrada del todo, aunque la perspectiva de que intente comerme para comprobar si soy o no aquello con lo que sueña... ¿Debería explicarle que es una frase hecha? ¿Que quizá no haya soñado conmigo pero soy todo aquello con lo que sueña? Casi mejor no, porque parece que busca comida y sexo. Lo primero está bien, pero lo segundo... No necesito más sirenas de tierra en mi historial por ahora; no después de todo lo que he hecho. Quizá cuando encuentre una sirena de verdad, que por el momento no he podido conquistar ninguna -por no haberla encontrado más que por no ser capaz, obviamente-, me lo plantee. Aunque rechazar a una sirena podría ser más interesante en ese aspecto...
Dejo de fantasear. Tengo que llegar al escenario junto a la piscina. Este año no va a ser tan espectacular como mi última llegada, pero este año tampoco ejerzo de juez así que con la técnica milenaria del destape debería ser suficiente para sorprender al mundo.
De todos modos es cierto que ha correteado hasta mí, una vez más despacio y otra a gran velocidad, pero quiero creer que no es tan exagerado el cambio en sus habilidades. De hecho sus piernas se ven musculosas; ni de lejos tanto como su tren superior, claro, pero tampoco las ha dejado de lado en su entrenamiento. De todos modos lo de que brille para correr más me sigue pareciendo extraño, aunque mejor no digo nada. Está lejos de ser la transformación más rara que he llegado a presenciar: Ni siquiera descontando la forma animal de Elina, que era Elina con un casco, entra al top de las cosas más fuera de lugar que puedo haber llegado a ver. Poco práctica, tal vez, pero no tan rara.
Sigo caminando mientras la muchacha empieza a desvariar acerca de lo estúpido que sería anotar tus habilidades en alguna clase de ficha o cuaderno, y aunque me niego a contradecirla tengo cuatro tomos escritos que detallan mis avances en cada una de las artes que domino: Hamon, Habuso, Espada y Fruta del diablo. También tengo algunos trípticos dibujados sobre el avance de mi cuerpo durante los entrenamientos, mediciones de mi ingesta calórica desglosada por macronutrientes y micronutrientes, así como un recetario dividido por días hecho por mí mismo con el que comer según las necesidades energéticas de los distintos miembros de la banda. O al menos solía tenerlos, porque todo eso quedó en el barco; algunas cosas podré aprovecharlas si las reencuentro, claro, pero voy a tener que redibujar mi diagrama después de lo que ha cambiado mi cuerpo. Una lástima.
- Bueno, algo de fama he acumulado durante los últimos años -reconozco con fingida modestia-. He recorrido cada uno de los mares cardinales y el Grand Line desde los Cabos Gemelos hasta más allá del Nuevo Mundo, en la isla donde crecen de forma natural las misteriosas frutas del diablo. Regresé al Paraíso tras un tiempo preparando mi travesía y formé la tripulación más poderosa que el mundo vio, y con la ayuda de mis lugartenientes Ivan Markov, Lysbeth Ardian y Dark Satou conquisté los mares verticales para llegar a Raftel y reclamar el tesoro que en las leyendas llaman One Piece. -Bebo un trago de zumito-. El interior del cofre es bastante decepcionante; lo llaman una pieza porque literalmente es una pepita muy grande de oro. Pero no importa, porque el verdadero tesoro son los amigos que haces en el camino. Quizá hayas escuchado mi leyenda. -Aquí llega la pose molona-. Soy Claude von Appetit, mejor espada del mundo y hombre de tus sueños... -Me encojo de hombros-. Y de los de todo el mundo, en realidad.
Los sueños de Berry son perturbadores. Cualquiera diría que la parte animal no prevalece por encima de su conciencia humana, pero esta mujer se deja llevar del todo por sus instintos. No me desagrada del todo, aunque la perspectiva de que intente comerme para comprobar si soy o no aquello con lo que sueña... ¿Debería explicarle que es una frase hecha? ¿Que quizá no haya soñado conmigo pero soy todo aquello con lo que sueña? Casi mejor no, porque parece que busca comida y sexo. Lo primero está bien, pero lo segundo... No necesito más sirenas de tierra en mi historial por ahora; no después de todo lo que he hecho. Quizá cuando encuentre una sirena de verdad, que por el momento no he podido conquistar ninguna -por no haberla encontrado más que por no ser capaz, obviamente-, me lo plantee. Aunque rechazar a una sirena podría ser más interesante en ese aspecto...
Dejo de fantasear. Tengo que llegar al escenario junto a la piscina. Este año no va a ser tan espectacular como mi última llegada, pero este año tampoco ejerzo de juez así que con la técnica milenaria del destape debería ser suficiente para sorprender al mundo.
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