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Berry
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mink se quedó pensando la frase, si se le daba bien y seguramente debería no ofrecerlo tan a la ligera. Aunque de ser así se quedaría sin ideas para socializar, tal vez tendría que insinuarse de a poco, era algo novedoso en lugar de mostrar todo su encanto ir revelando a pasos su arsenal. ¿Controlar la calentura del otro? Sonaba divertido y no podía esperar a intentarlo en la siguiente ocasión.
—Quieres decir que siguiendo esos pasos ¿Puedo tener a cualquiera que quiera? ¡Ese es un poder perfecto! A ver repasemos, controlarme es complicado pero lo intentaré, dar poco y prometer mucho hmm... es que soy una belleza exótica solo con verme ya se quedan pasmados. ¡Y luego a comer! No de maanera literal... ¿Verdad?—
La mink repasaba su plan de acción practicando poses y mañerismos que podría utilizar en futuras conquistas. Aunque es interrumpida ante el relato del joven, aclama haber navegado por todos los lugares imaginables y haber encontrado el One Piece un tesoro que al parecer los piratas tienen mucha estima. La mink se sorprende ante los acontecimientos y ahora duda de la edad de quien tiene delante, también duda de no haber visto ningún cartel con su nombre o saber de su existencia hasta ese preciso instante. La zorra se cree las palabras, no duda de que aquel chico es alguien de gran magnitud, la pose no parece algo a la ligera.
—¿El tesoro no es la libertad? Aunque la amistad no está mal, tener amigos con los que acostarte todos los días y darles besitos no me parece mal tesoro. —
La mink cuestiona el tesoro tan soso que le han descrito, no suena muy convencida pero termina por buscarle algún beneficio que la vida diaria no pudiese darle. Berry sube al elevador junto con el pelirrojo, sigue repasando su presentación y decide crear una propia ya que la primera vez fue muy a las apuradas. Comienza a hablar mientras el ascensor comienza a bajar por el complejo.
—¡Ahora es mi turno! No soy famosa, supongo que no lo soy nunca me interesó serlo. He nacido en Zou en la tribu más divertida que puedas imaginar, mis tatuajes son el símbolo de mis esfuerzos y mi cuerpo el resultado de mi entrenamiento. Serví diez años en el cuerpo de marines pero busco una justicia más eficaz, muchos dicen que soy una pirata pero soy la vocera de la libertad. ¡He quemado vivo a un tipo malo! Bueno, en realidad le tiraron aceite y yo lo prendí fuego para asegurar que no escapase. También he derrotado a algunos tipos malos y voy a limpiar el mundo de la gente malvada. ¡Soy la inigualable Berry!—
Gritó mientras hacía una pose molona, o lo que ella creía que era una pose, levantando una pierna y despegando los brazos de su cuerpo antes de caerse por el movimiento del ascensor de rostro al suelo. Sacudiendose como un gato que acababa de salir de su ducha y quedando recostada por comodidad en el piso fresquito del elevador.
—Bueno, no sé si inigualable pero nadie podría ser tan hermosa, bonita, tener estos pechos y este cuerpo tonificado por meses de esfuerzo. O tener una cola tan suavecita...—
La mink se levantó para empezar a perseguir su propia cola dando vueltas en círculos, si no fuese por su evidente físico no sería complicado confundirla con alguna pantera parlante que se había fugado de un circo. Finalmente la alcanzó mordiendo su felpuda cola y mirando a Claude tumbada en el suelo, ansiosa por llegar y ver aquel concurso, más por los participantes que por los premios o la moda en sí.
—Quieres decir que siguiendo esos pasos ¿Puedo tener a cualquiera que quiera? ¡Ese es un poder perfecto! A ver repasemos, controlarme es complicado pero lo intentaré, dar poco y prometer mucho hmm... es que soy una belleza exótica solo con verme ya se quedan pasmados. ¡Y luego a comer! No de maanera literal... ¿Verdad?—
La mink repasaba su plan de acción practicando poses y mañerismos que podría utilizar en futuras conquistas. Aunque es interrumpida ante el relato del joven, aclama haber navegado por todos los lugares imaginables y haber encontrado el One Piece un tesoro que al parecer los piratas tienen mucha estima. La mink se sorprende ante los acontecimientos y ahora duda de la edad de quien tiene delante, también duda de no haber visto ningún cartel con su nombre o saber de su existencia hasta ese preciso instante. La zorra se cree las palabras, no duda de que aquel chico es alguien de gran magnitud, la pose no parece algo a la ligera.
—¿El tesoro no es la libertad? Aunque la amistad no está mal, tener amigos con los que acostarte todos los días y darles besitos no me parece mal tesoro. —
La mink cuestiona el tesoro tan soso que le han descrito, no suena muy convencida pero termina por buscarle algún beneficio que la vida diaria no pudiese darle. Berry sube al elevador junto con el pelirrojo, sigue repasando su presentación y decide crear una propia ya que la primera vez fue muy a las apuradas. Comienza a hablar mientras el ascensor comienza a bajar por el complejo.
—¡Ahora es mi turno! No soy famosa, supongo que no lo soy nunca me interesó serlo. He nacido en Zou en la tribu más divertida que puedas imaginar, mis tatuajes son el símbolo de mis esfuerzos y mi cuerpo el resultado de mi entrenamiento. Serví diez años en el cuerpo de marines pero busco una justicia más eficaz, muchos dicen que soy una pirata pero soy la vocera de la libertad. ¡He quemado vivo a un tipo malo! Bueno, en realidad le tiraron aceite y yo lo prendí fuego para asegurar que no escapase. También he derrotado a algunos tipos malos y voy a limpiar el mundo de la gente malvada. ¡Soy la inigualable Berry!—
Gritó mientras hacía una pose molona, o lo que ella creía que era una pose, levantando una pierna y despegando los brazos de su cuerpo antes de caerse por el movimiento del ascensor de rostro al suelo. Sacudiendose como un gato que acababa de salir de su ducha y quedando recostada por comodidad en el piso fresquito del elevador.
—Bueno, no sé si inigualable pero nadie podría ser tan hermosa, bonita, tener estos pechos y este cuerpo tonificado por meses de esfuerzo. O tener una cola tan suavecita...—
La mink se levantó para empezar a perseguir su propia cola dando vueltas en círculos, si no fuese por su evidente físico no sería complicado confundirla con alguna pantera parlante que se había fugado de un circo. Finalmente la alcanzó mordiendo su felpuda cola y mirando a Claude tumbada en el suelo, ansiosa por llegar y ver aquel concurso, más por los participantes que por los premios o la moda en sí.
Claude von Appetit
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Bueno, en realidad sí suele ser de manera literal -acoto, centrado en la cenita gratis en algún bistró de la costa, aunque me pregunto si realmente quiero pasar ese tiempo junto a alguien que está resultando ser una maníaca sexual-. Más allá de prometer, el uso correcto de la galantería y el detallismo tienden a permitir que con el encanto suficiente cualquier persona desarrolle cierto afecto por ti. Si ese afecto se acaba convirtiendo en atracción y deseo depende de muchas otras cosas, a no ser que poseas cierto tipo de habilidades de las que siempre he preferido no abusar. No sería justo para nadie, y la historia que puedes contar empeora enormemente.
Se presenta. Elige un discurso extrañamente grandilocuente para ser una chica de pueblo con problemas mentales. ¿Quién gritaría que es la vocera de la libertad para acto seguido exclamar que ha matado a una persona? No es como si yo cuestionase a alguien que decide, por la razón que sea, acabar con la vida de otra persona, pero tampoco voy por ahí planteándolo como si fuese algo de lo que estar orgulloso. Menos aún de una forma tan cruel. Bueno, se me pone una sonrisa boba cuando pienso en el tipo que amenazó a Momo con una pistola; el alcohol no arde especialmente bien, pero habría sido suficiente para marcar su cara. Con todo no es algo que me agrade. Puedo amenazar con cierta vehemencia a veces, pero no me gusta ver esos espectáculos dantescos. Casi nunca, al menos. Hay veces que no se puede evitar.
De verdad, ¿qué le pasa a esta sirena con el sexo? O con su cuerpo, o con lo que demonios sea. No puedo evitar pensar en lo importante que es para una buena presentación asegurarse de que el peso dramático no se pierda con comentarios y acotaciones fuera de lugar. Y lo tenía todo, incluso con sus extrañas contradicciones: Podría haber sido una buena presentación, pero se ha estropeado en el último momento como de la nada.
- No eres ni siquiera la persona más atractiva del hotel -termino por decir mientras se persigue la cola, sin darle mayor importancia. Hay un atisbo de vanidad en mis palabras, pero no estoy pensando solo en mí-. Y si tu autoestima se basa solo en eso... Tienes un problema. Cualquier día una cicatriz podría deformarte el rostro, una herida dejarte sin pecho y una lesión hacer que estés meses sin entrenar. ¿Y entonces qué serás? ¿Qué te quedará? El cuerpo, incluso el más bello -me señalo a mí mismo- es poco más que una cáscara. La herramienta que necesitas para poder soñar con la verdadera grandeza. Una de la que podrás seguir sintiéndote orgullosa cuando estés vieja y achacosa. Pero claro, para eso necesitas aceptar primero lo que eres: Una pirata. ¡Y de las sádicas! No racionalices tus tropelías como si de verdad lo hicieses en busca de un sentimiento de justicia cuando lo haces por puro orgullo; quizá con la retorcida lógica detrás de que tu acervo justiciero es superior al del resto del mundo. Que igual lo es. -Me encojo de hombros con una sonrisa-. O igual no. ¿A quién le importa? Los piratas no tenemos responsabilidades. Por ejemplo, nadie espera que pague por este zumo.
- En realidad yo sí -dice el camarero al que se lo he robado. Ni me había dado cuenta de que ha entrado en el ascensor con nosotros.
- Tú calla. Lo que quiero decir es que tienes un mundo de posibilidades por delante. Matar solo gente malvada -aunque me preocupa que tenga un sesgo estético, esta muchacha está obsesionada con eso- es un buen criterio para empezar, pero si finges que no disfrutas con el asesinato nunca llegarás a ser la mejor en él. Y por cómo hablas, parece ser lo único de tu identidad que no está ligado puramente al físico.
El ascensor se detiene. Poco después las puertas se abren y el camarero pone la mano delante de mí. Le choco los cinco y sigo adelante; tengo que llegar a la plataforma lo antes que pueda.
- En fin, anímame mucho desde las gradas. La suerte no la necesito pero siempre se agradece. -Chasqueo un dedo mientras la señalo-. Y si vas a intentar conquistarme avísame con antelación, que necesito ir preparado. ¡Hasta luego!
Se presenta. Elige un discurso extrañamente grandilocuente para ser una chica de pueblo con problemas mentales. ¿Quién gritaría que es la vocera de la libertad para acto seguido exclamar que ha matado a una persona? No es como si yo cuestionase a alguien que decide, por la razón que sea, acabar con la vida de otra persona, pero tampoco voy por ahí planteándolo como si fuese algo de lo que estar orgulloso. Menos aún de una forma tan cruel. Bueno, se me pone una sonrisa boba cuando pienso en el tipo que amenazó a Momo con una pistola; el alcohol no arde especialmente bien, pero habría sido suficiente para marcar su cara. Con todo no es algo que me agrade. Puedo amenazar con cierta vehemencia a veces, pero no me gusta ver esos espectáculos dantescos. Casi nunca, al menos. Hay veces que no se puede evitar.
De verdad, ¿qué le pasa a esta sirena con el sexo? O con su cuerpo, o con lo que demonios sea. No puedo evitar pensar en lo importante que es para una buena presentación asegurarse de que el peso dramático no se pierda con comentarios y acotaciones fuera de lugar. Y lo tenía todo, incluso con sus extrañas contradicciones: Podría haber sido una buena presentación, pero se ha estropeado en el último momento como de la nada.
- No eres ni siquiera la persona más atractiva del hotel -termino por decir mientras se persigue la cola, sin darle mayor importancia. Hay un atisbo de vanidad en mis palabras, pero no estoy pensando solo en mí-. Y si tu autoestima se basa solo en eso... Tienes un problema. Cualquier día una cicatriz podría deformarte el rostro, una herida dejarte sin pecho y una lesión hacer que estés meses sin entrenar. ¿Y entonces qué serás? ¿Qué te quedará? El cuerpo, incluso el más bello -me señalo a mí mismo- es poco más que una cáscara. La herramienta que necesitas para poder soñar con la verdadera grandeza. Una de la que podrás seguir sintiéndote orgullosa cuando estés vieja y achacosa. Pero claro, para eso necesitas aceptar primero lo que eres: Una pirata. ¡Y de las sádicas! No racionalices tus tropelías como si de verdad lo hicieses en busca de un sentimiento de justicia cuando lo haces por puro orgullo; quizá con la retorcida lógica detrás de que tu acervo justiciero es superior al del resto del mundo. Que igual lo es. -Me encojo de hombros con una sonrisa-. O igual no. ¿A quién le importa? Los piratas no tenemos responsabilidades. Por ejemplo, nadie espera que pague por este zumo.
- En realidad yo sí -dice el camarero al que se lo he robado. Ni me había dado cuenta de que ha entrado en el ascensor con nosotros.
- Tú calla. Lo que quiero decir es que tienes un mundo de posibilidades por delante. Matar solo gente malvada -aunque me preocupa que tenga un sesgo estético, esta muchacha está obsesionada con eso- es un buen criterio para empezar, pero si finges que no disfrutas con el asesinato nunca llegarás a ser la mejor en él. Y por cómo hablas, parece ser lo único de tu identidad que no está ligado puramente al físico.
El ascensor se detiene. Poco después las puertas se abren y el camarero pone la mano delante de mí. Le choco los cinco y sigo adelante; tengo que llegar a la plataforma lo antes que pueda.
- En fin, anímame mucho desde las gradas. La suerte no la necesito pero siempre se agradece. -Chasqueo un dedo mientras la señalo-. Y si vas a intentar conquistarme avísame con antelación, que necesito ir preparado. ¡Hasta luego!
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