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Berry
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Akuma no mi
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La mink sonrió al ver que Hikari reaccionaba, pese a preocuparse al ver sangre, no creyó golpear tan duro. Colocó su cuerpo firme para combinar el Tekkai con su haki, logrando sacar chispas entre el filo y la pierna al recibir de lleno el impacto. Era una proeza igualar la dureza del acero con tan solo una técnica, aunque cuando estaba por responder la pregunta de la herrera le hizo arquear una ceja.
—¿Te golpeé muy fuerte? Ahí detrás no hay nada—
La mink apuntó su retaguardia sin mirar, gracias a su haki de observación tenía claro que solo estaban ellas dos. Temiendo haber dañado seriamente la perspectiva de la herrera, la mink se cruzó de brazos y negó con la cabeza, volviendo a su papel de la temible cazapiñatas. Debía encontrar una excusa, algo que sonase muy arrogante y a la vez justificase no darle un golpe de gracia, mordió sus labios hasta que una idea le vino a la mente. ¡Era perfecto!
—No voy a pelear con alguien que está viendo cosas, por esta vez te dejaré marchar antes de romperte algún hueso. ¡Oh no es Berry!—
La mujer apuntó al cielo antes de usar su electro para crear un destello que cubriese su huída dada su próximidad con Hikari. Tras escapar de la escena tardó muy poco en tirar la ropa del disfraz al mar, volver al barco y colocarse su ropa habitual para abrir sus alas y volar, pasando por arriba de la samurai sin que esta la notase.
—¡¿Hikari?! ¿Estás bien? Me dijeron que saliste a perseguir a una ladrona muy fuerte y gruñona. ¿Ese es el dinero? ¡Buen trabajo!—
La zorra reapareció corriendo en cuatro patas en su forma habitual simulando haber estado buscando a su compañera por la ciudad. Hasta su agitada respiración tras haber corrido de un lado al otro complementaba su actuación de manera cómica.
—¡Rayos es cierto! Me has encontrado, pero no podía dejarte sola contra una loca de cien millones, si no venía a lo mejor te lastimaban.—
La mink se palmeó la cabeza riendo por haberse delatado adrede en lugar de permanecer escondida, riendo tras estar ambas finalmente juntas aunque Betha parecía haberse esfumado y no había señales de esta por ningún sitio. Berry por su parte fingía vigilar los recovecos, por si la temible pirata se atrevía a regresar.
—¿Te golpeé muy fuerte? Ahí detrás no hay nada—
La mink apuntó su retaguardia sin mirar, gracias a su haki de observación tenía claro que solo estaban ellas dos. Temiendo haber dañado seriamente la perspectiva de la herrera, la mink se cruzó de brazos y negó con la cabeza, volviendo a su papel de la temible cazapiñatas. Debía encontrar una excusa, algo que sonase muy arrogante y a la vez justificase no darle un golpe de gracia, mordió sus labios hasta que una idea le vino a la mente. ¡Era perfecto!
—No voy a pelear con alguien que está viendo cosas, por esta vez te dejaré marchar antes de romperte algún hueso. ¡Oh no es Berry!—
La mujer apuntó al cielo antes de usar su electro para crear un destello que cubriese su huída dada su próximidad con Hikari. Tras escapar de la escena tardó muy poco en tirar la ropa del disfraz al mar, volver al barco y colocarse su ropa habitual para abrir sus alas y volar, pasando por arriba de la samurai sin que esta la notase.
—¡¿Hikari?! ¿Estás bien? Me dijeron que saliste a perseguir a una ladrona muy fuerte y gruñona. ¿Ese es el dinero? ¡Buen trabajo!—
La zorra reapareció corriendo en cuatro patas en su forma habitual simulando haber estado buscando a su compañera por la ciudad. Hasta su agitada respiración tras haber corrido de un lado al otro complementaba su actuación de manera cómica.
—¡Rayos es cierto! Me has encontrado, pero no podía dejarte sola contra una loca de cien millones, si no venía a lo mejor te lastimaban.—
La mink se palmeó la cabeza riendo por haberse delatado adrede en lugar de permanecer escondida, riendo tras estar ambas finalmente juntas aunque Betha parecía haberse esfumado y no había señales de esta por ningún sitio. Berry por su parte fingía vigilar los recovecos, por si la temible pirata se atrevía a regresar.
Hikari
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Akuma no mi
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Los ojos de la espadachina se abrieron incrédulos al ver como su espada era bloqueada por pura fuerza, ¿Acaso eso era posible? No, debía ser también un efecto secundario de la akuma no mi. Hasta ahora tenemos, primero, la transformación en conejo, segundo, absorber tiempo para liberarlo de golpe, por no decir de la detección de espacio, o quizás era algo como crear ojos o ver en trescientos sesenta grados ¿Como sabía que no había nada detrás? ¡Dios, esa mujer sacaba de quicio a la herrera, no entendía como hacía las cosas! Por si fuera poco aún podía burlarse de ella, señaló al cielo diciendo que había visto a Berry, Berry viendo Berrys, acto seguido un gran destello con un ruido zumbante apareció cegando a la muchacha, quien respondió lanzando espadazos a diestro y siniestro por si las moscas, cuando se le pasó el deslumbramiento, estaba sola en la calle...
Al rato, Hikari se encontraba apoyada en la pared, le había dado tiempo a ir a por una fruta y volver, mientras le daba el primer bocado, una Berry salvaje aparece del cielo montando el espectáculo... Los ojos de la herrera eran de incrédula, mirando fríamente a su compañera quien se hacía la loca muy bien. La naciente en Wano decidió seguirle el juego, hasta estar segura de si era una mente criminal maquiavelista o simplemente le faltaban dos dedos de frente... -Si que corren los rumores, en lo que he tardado en perseguirla y atacarle, tu ya te has informado de quien era, cuantos millones y lo peligrosa que era...- Dijo en un tono de alabanza hacia Berry pero un tanto desmotivado... La samurái había decidido desentrañar los secretos de aquella mujer, rara, pervertida y peligrosa... A partir de ahora tendría mucho cuidado con ella...
De entre sus ropas sacó otra manzana, roja brillante bastante apetitosa a simple vista y se la ofreció a Berry -Como recompensa por haberte "escondido" tan bien- Dijo con cierto tonillo irónico pero con buena cara -¿Entregamos el dinero y luego me acompañas hasta el barco? No sea que me pierda otra vez...- No terminó la frase que recordó lo que quería hacer la adicta al entrenamiento -¡Pero no podré entrenar contigo! Estoy muy cansada, la emoción del combate, que casi me maten y eso...- ¿Serviría de escusa?
Por cierto, no digáis nada, pero... En lo que Berry se fue al barco y apareció en el cielo, alguien metió bocad... digo mano a las bolsas, no se notaba a simple vista pero faltaba un poquito de dinero de esos sacos... Era imposible que la ex-marine se diera cuenta, pero si por casualidad lo hacía, Hikari lo negaría todo, asumiría que quizás fuesen tres ladrones y el otro se llevara un porcentaje... Total, nadie encontraría el dinero entre las ropas de la Samurái... No estaba ahí... Estaba... Como decirlo... Más escondido... Ñamm...
Al rato, Hikari se encontraba apoyada en la pared, le había dado tiempo a ir a por una fruta y volver, mientras le daba el primer bocado, una Berry salvaje aparece del cielo montando el espectáculo... Los ojos de la herrera eran de incrédula, mirando fríamente a su compañera quien se hacía la loca muy bien. La naciente en Wano decidió seguirle el juego, hasta estar segura de si era una mente criminal maquiavelista o simplemente le faltaban dos dedos de frente... -Si que corren los rumores, en lo que he tardado en perseguirla y atacarle, tu ya te has informado de quien era, cuantos millones y lo peligrosa que era...- Dijo en un tono de alabanza hacia Berry pero un tanto desmotivado... La samurái había decidido desentrañar los secretos de aquella mujer, rara, pervertida y peligrosa... A partir de ahora tendría mucho cuidado con ella...
De entre sus ropas sacó otra manzana, roja brillante bastante apetitosa a simple vista y se la ofreció a Berry -Como recompensa por haberte "escondido" tan bien- Dijo con cierto tonillo irónico pero con buena cara -¿Entregamos el dinero y luego me acompañas hasta el barco? No sea que me pierda otra vez...- No terminó la frase que recordó lo que quería hacer la adicta al entrenamiento -¡Pero no podré entrenar contigo! Estoy muy cansada, la emoción del combate, que casi me maten y eso...- ¿Serviría de escusa?
Por cierto, no digáis nada, pero... En lo que Berry se fue al barco y apareció en el cielo, alguien metió bocad... digo mano a las bolsas, no se notaba a simple vista pero faltaba un poquito de dinero de esos sacos... Era imposible que la ex-marine se diera cuenta, pero si por casualidad lo hacía, Hikari lo negaría todo, asumiría que quizás fuesen tres ladrones y el otro se llevara un porcentaje... Total, nadie encontraría el dinero entre las ropas de la Samurái... No estaba ahí... Estaba... Como decirlo... Más escondido... Ñamm...
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La mink asintió ante haberse informado sobre "Betha la cazapiñatas" sacando de uno de sus bolsillos un cartel de wanted, era real, claro la parte que miraba hacia Berry era un cartel de recompensa de un pirata que ella había derrotado. Lo que enseñó hacia la herrera era un dibujo mal hecho de la mujer y una recompensa desorbitada dibujada a mano de mas de mil billones porque a Berry se le había pasado la mano de tantos ceros que le quiso agregar.
—¡Lo dice este cartel! Tuviste mucha suerte.—
La mink apenas lo enseñó en un parpadeo antes de romperlo en pedazos y tirarlo como una lluvia de papeles. Tras la pobre escena de justificación, Berry aceptó la manzana sonriendo mientras le daba un gran mordisco y abrazaba a Hikari comprobando con la presión de su cuerpo que no estuviese herida. Tras terminarse la manzana en solo un par de mordiscos, la zorra se dirigió a las bolsas, mientras pensaba que hacer con aquel dinero.
—¡Es buena idea! Pero básicamente se lo robaste a una pirata, que le robó a otros piratas que le habían robado a más piratas. Lo que quiero decir es que ese dinero está tan sucio que no podríamos rastrear a sus dueños en la zona roja de la ciudad. ¡En otras palabras es todo nuestro para hacer lo que queramos!—
La mink levantó las bolsas notando que estaban algo más livianas pero a lo mejor se le había caído algo mientras corrían restando importancia al asunto. Además ella nunca las había levantado, todo era obra de Betha. Pronto lo podrían reinvertir en comida, ropa u otras provisiones que la banda necesitara. Levantó las orejas al escuchar que su compañera estaba muy cansada, a lo mejor se había pasado con los golpes o tantas vueltas entre callejones.
—Vamos, podemos llegar y hacerte un buen masaje con mis garras. ¡Mis almohadillas son muy suaves! Y puedo masajear tu espalda, tus hombros, tus piernas y como ambas somos mujeres puedo ir a otros lugares más suaves~—
Comentó Berry comenzando un largo monologo sobre los legendaarios masajes de su tribu, como tocaba y como utilizaba las descargas de electro para dar un leve cosquilleo. Claro que la mink no era la más versada para ello, pero sí conocía lo básico y lo mejor era que podría sacarle la ropa sin ninguna excusa.
—¡Lo dice este cartel! Tuviste mucha suerte.—
La mink apenas lo enseñó en un parpadeo antes de romperlo en pedazos y tirarlo como una lluvia de papeles. Tras la pobre escena de justificación, Berry aceptó la manzana sonriendo mientras le daba un gran mordisco y abrazaba a Hikari comprobando con la presión de su cuerpo que no estuviese herida. Tras terminarse la manzana en solo un par de mordiscos, la zorra se dirigió a las bolsas, mientras pensaba que hacer con aquel dinero.
—¡Es buena idea! Pero básicamente se lo robaste a una pirata, que le robó a otros piratas que le habían robado a más piratas. Lo que quiero decir es que ese dinero está tan sucio que no podríamos rastrear a sus dueños en la zona roja de la ciudad. ¡En otras palabras es todo nuestro para hacer lo que queramos!—
La mink levantó las bolsas notando que estaban algo más livianas pero a lo mejor se le había caído algo mientras corrían restando importancia al asunto. Además ella nunca las había levantado, todo era obra de Betha. Pronto lo podrían reinvertir en comida, ropa u otras provisiones que la banda necesitara. Levantó las orejas al escuchar que su compañera estaba muy cansada, a lo mejor se había pasado con los golpes o tantas vueltas entre callejones.
—Vamos, podemos llegar y hacerte un buen masaje con mis garras. ¡Mis almohadillas son muy suaves! Y puedo masajear tu espalda, tus hombros, tus piernas y como ambas somos mujeres puedo ir a otros lugares más suaves~—
Comentó Berry comenzando un largo monologo sobre los legendaarios masajes de su tribu, como tocaba y como utilizaba las descargas de electro para dar un leve cosquilleo. Claro que la mink no era la más versada para ello, pero sí conocía lo básico y lo mejor era que podría sacarle la ropa sin ninguna excusa.
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