Los días de nieve roja y piratas Cap. 2 [Priv. Berry-Alpha]

Lo peor había quedado atras, el cuadro de alergía ya era cosa del pasado y Berry se había recuperado en su totalidad. En parte gracias a que Fueguito le hizo compañía siendo su reacción al clima mucho menos radical que si hubiese sentido un cambio más brusco. Se vistió tras ducharse con una chaqueta a juego con sus pantalones, dejando esta abierta exponiendo su pelaje y sin las vendas para más comodidad. Como toda mink adoraba exponer su cabello y presumir sus tatuajes, no había mejor halago que se pusieran a verlo a plena luz del día.

Según lo comentado por Alpha, Bloothe era una isla llena de piratas, un punto neutral entre bandas donde de vez en cuando había algún alborotador. La zorra se preguntaba si este tendría intenciones de cazar a alguien, al menos esperaba que el haber tenido que llegar a ese páramo helado tuviera cierta relevancia ya sea en una forma de entrenar o en un combate divertido.

La mink suspiró mientras se miraba al espejo y se prometía que no iba a rendirse ante los climas fríos, ya estaba grande para hacer escenas y si quería seguir viajando debería trabajar en ello. Nunca rendirse, siempre levantarse, nunca rendirse se repetía en su mente para que tras abrir un poco la puerta, la mink se hubiera esfumado y acurrucado debajo de las sábanas. Escena que se repitió varias veces.

Fue durante una de estas idas y venidas que identificó una pequeña caja debajo de su cama, curiosa la llevó hasta ella y fue donde encontró viejas pertenencias de sus tiempos en la marina. La capa azul de "sargento" confeccionada por Konrad le hizo viajar mentalmente a Jellystone, haciendo que mirase su costado y el tatuaje en forma de S que tuvo con Anagumitsu, todavía recordaba su sonrisa en el palo norte. Eso le trajo recuerdos de Seth, de su fiel seguidor rosadito que esperaba estuviera bien y bajo el cuidado de Elyria su guapa superior durante esos días.

Sus ojos lagrimearon un poco recordando a Teva, a Ingrid e incluso a personas que le recibían en los comedores o huían de sus entrenamientos. Las tarjetas personalizadas de "Entrenamientos de Berry", las chapas de la marina y cada uno de sus progresos. Hasta llegar al final de la caja, unos guantes de acero, o eso le dijo el viejo que eran cuando se despidieron hacía tiempo.

"Tú sabrás cuando usarlos niña" habían sido sus palabras, apenas recordaba tenerlos. Se limpió las lágrimas y se los colocó, mirando sus garras y asintiendo al recordar a su tribu e imaginar a todas las personas que había conocido firmes a su lado.

—Nunca rendirse, siempre levantarse. ¡Por todos!—

Salió de su habitación inspirada, ignorando el frío y habiendo guardado sus otras pertenencias pero no los guantes que brillaban al ser alcanzados por la luz como si fueran nuevos. Sin pensarlo mucho abrió la puerta de la habitación de Alpha de una patada y puso sus manos en la cintura.

—¡Buenos días! Es momento de movernos, necesito acción para no sentir el frío y quiero estrenar estas bellezas.—

Mostró sus guantes mientras realizaba algunos golpes al aire para luego lamerse las garras gracias a las aberturas que estos tenían en la delantera. Su rostro expresaba felicidad pese a haber estado nostalgica solo minutos antes, todavía debía terminar de decorar su habitación pero ahora estaba emocionada por los planes que Alpha tendría para ese día.

Hoy es un día más para ti, joven pirata. Despiertas, sin mucho problema. Ojeas a tu alrededor y se encuentran todos tus compañeros menos Logi, dormidos. Sonríes al verlos, y procedes a hacer tu tranquila rutina de mañana. Procedes a levantarte y ordenar tu cama. Entras al baño y procedes a bañarte para luego limpiarte los dientes. Aunque he de admitir que tienes muy buena destreza para realizar todo esto con un brazo. Vamos, que ya tienes tiempo haciendo esto con uno solo. Después de todo no sería muy inteligente mojar tu brazo mecánico aunque este sea a prueba de agua. No lo sabias muy bien el por qué, pero te dama muy mala espina intentar mojarlo. Temías que se fuera a estropear algo. Procedes a cepillar los dientes y te miras frente al espejo.

Allí observas como tu ojo izquierdo falta.

- ¿Cómo estará? – Preguntaste a ti mismo. Sabias muy bien que aquello no salió muy bien. Nadie había ganado nada de aquel choque de fuerzas. Todo lo contrario, sentiste que habías mucho mas de ti mismo en aquel encuentro. Pero a su vez, no todo fue en vano. Sus palabras te dieron a entender más de una cosa. Ella señalo un camino el cual nunca viste. Si, era un camino peligroso, pero no para tu cuerpo, sino tu espíritu. Un camino que sin duda alguna te haría sentir mucha vergüenza y muchas dudas sobre ti mismo. Pero después de todo, eres un guerrero digno de su homónimo. Un linaje que se ha perdido muchos años atrás, pero que intentas mantener vivo. Aun dudas si seguirás el mismo camino, pero, aun así. Solo quieres una cosa.

Tu felicidad y la de los tuyos.

Terminaste de asearte. Ya tocaba vestirte. Buscaste entre tus cosas y te colocaste tus acostumbradas vestimentas más un abrigo, pero no sin antes colocar su brazo en tu lugar. Miraste a la mesa y viste tu ojo de cristal allí, dentro de un vaso de agua. Con cuidado, lo tomaste y lo colocaste en su lugar. Por suerte, habías logrado conseguir uno con la misma tonalidad natural de tu ojo restante. Agradeciste mucho a Berry cuando le pediste que no preguntara nada cuando llegaste al barco después de tu batalla. Diste un gran suspiro y terminaste por recoger tu cabello con la coleta. Luego, ella interrumpió al lugar despertando a todos. Notaste su nuevo equipamiento y curiosamente estaba más animada de lo normal. Sonreíste para ella. – Buenos días, hermosa. – Diste unos pasos hacia delante y te dispusiste a besar su frente. – Hoy te ves radiante. – Verla te brindaba la oportunidad de poder pensar en otra cosa y dejar lo tuyo para después. – Por cierto, tenemos una invitada. Su nombre es Hikari y viajara con nosotros. – La pusiste en contexto. – Asegúrate de que sepa cómo funcionan las cosas acá. Déjala dormir tranquila esta cansada. Exploremos un poco el lugar, es primera vez que vengo acá.

Aunque quizás, hoy sea uno de esos días.

Berry respondió el beso en la frente haciendo lo propio en Alpha, soltó una risa al escuchar que se veía radiante cuando poco había hecho para recibir tal elogio. Supuso que se trataba de su actitud aunque era lo normal tras haber superado la peor parte de su alergia y ya poder olfatear sin llenar de mocos el lugar. Alzó las orejas al conocer sobre Hikari, otra chica en el barco podía ser divertido.

—¿Una chica? ¿Es guapa? ¿Se deja besar?—

Y ahí estaba Berry quien en lugar de preguntar si esta era fuerte, si peleaba a puños o balazos, si tenía alguna historia de vida o los motivos para ser reclutada y aceptada como invitada optaba por preguntar si era seguro ligarse a la nueva mujer abordo. La zorra comenzó a reír mientras se estiraba y se colocaba en cuatro patas moviendo sus orejas.

—Descuida voy a cuidarla bien, le explicaré como funciona todo y le contaré lo bonito que eres para que no solo se acueste conmigo. Deja todo en las patitas de Berry la maestra del amor.—

Comentó la mink alzando su pata derecha, pero lo cierto era que la mink no era muy dotada en cuestiones de amor humano pese a tener algunas noches donde si pudo conseguir lo que quería. ¿Era amor o simple placer? Berry se guiaba en una mezcla de ambos que comenzaba con forjar un vínculo y luego ir deslizando ese interés en algo más.

—Explorar me parece bien, aunque no sé que buscamos, por mi parte espero encontrar algo para relajar mi mente. Estuve viendo cosas de la marina que tengo guardadas y cuando obtuve mi primer medalla por bajar un gatito del arbol. ¿Quizás haya gatos para rescatar?—

La zorra comenzó a avanzar por el barco mientras le contaba a Alpha como se conseguían algunas medallas explicando que varias también eran por su dominio del haki y otras tantas por diversas tareas de ayuda, rescate y entrenamiento a subordinados. De tanto hablar Berry ya se encontraba descendiendo por la rampa al pueblo, casi sin mirar por donde avanzaba como un cachorro parlante que guíaba al pirata. Siendo Alpha, no era descabellado pensar que esa escena se podría dar incluso sin ella.

—Bueno ¿Por dónde?—

Preguntó con una sonrisa mientras se paraba en el medio del camino que llevaba al pueblo, suponía que algo interesante debería poder hacerse en un lugar como ese.

-Para serte sinceros, no te puedo decir sí o no. – Respondiste a su pregunta. – Sinceramente no me he fijado en eso. Simplemente es alguien que me agrada y me ha parecido que ha tenido bastante mala suerte. – Y vaya que sí. – Por eso he decidido darle una mano. – Cuando escuchaste lo otro no pudiste evitar detenerte de golpe. Aquello te había chocado un poco, pero no de mala manera, sino que era un alto nivel de sorpresa para ti. – Berry, cielo. No voy por allí queriendo follarme todo. – Te volteaste a mirarle. – Solo puedo llegar a intimar con alguien que me haga sentir vivo y me guste. El resto son buenos amigos simplemente. De hecho, muy rara vez dejo que la gente me toque siquiera.

Esperabas que aquellas palabras le hicieran entender lo importante que era ella. Era una de las pocas personas que el permitía llegar a tocarle. De hecho, después de ese salto temporal, ha sido la única con la que ha tenido contacto físico tan cercano. No es que fueras muy quisquilloso con tu espacio personal, pero no todo el mundo estaba invitado a estar cerca de ti.

- Pues deberíamos reabastecernos. – Respondiste. – Los recursos no son eternos por más que me gustaría que lo fueran. Suzaku, vigila el barco junto con Thor. Susanoo, ven conmigo.

El plumífero sin pensarlo mucho se postro en tu hombro derecho. El resto procedió a obedecer tu comando. - ¿Logi te ha ayudado a aclimatarte? Si aún lo necesitas podemos pedir que nos acompañe. – Depende de su respuestas, el los acompañaría o no Ya a partir de ese punto tocaba hacer las compras. Tenías una lista en mano de lo que tendrías que comprar, pero no sin antes buscar ir a buscar un buen lugar para comer primero.

– Por allí. – Señalaste un lugar que parecía una posada. – Seguro que allí podremos comer tranquilos.

Berry escuchó con atención sobre Hikari, seguramente divertirse un poco luego no le vendría mal para despejar la mente, al menos eso entendía la zorra de que todos necesitaban un poco de diversión en su vida. Esbozó una sonrisa al sentir ese manto de privilegio, el hecho de ser una de las pocas en tocarlo y en recibir sus besos. No era que ella fuera celosa, no le interesaba ser la primera o la única, aunque en cierta manera gozaba su derecho de exclusividad. Se levantó y abrazó al pirata con un gesto dulce mientras dejaba un beso sobre la punta de su fría nariz, soltando una risita tras ese gesto peculiar.

—No te juzgaría si fuese al contrario lindo, aunque debo decir que también me gustas. No creo ser la mejor en expresar mis sentimientos y no puedo tener una amistad normal en términos humanos, pero sé que me agrada pasar tiempo juntos ya sea entrenando o con mimos para dormir.—

La zorra se separó de su pirata favorito mientras volvía a su postura erguida y movía sus orejas como dos antenas, al escuchar si necesitaba a Fueguito la zorra miró al fuego con curiosidad. Habían estado encerrados juntos un largo tiempo y la mink pensó que dejarlo en el barco sería un castigo, además tal vez tuviera hambre. ¿Comería carbón? Quien sabe...

—Fueguito puede venir, somos buenos amigos y estoy segura que no le vendría mal estirar las piernas o las llamas, comer un poco de madera o carbón con nosotros. No digo que yo quiera comer madera, aunque tengo curiosidad ¿A que sabe? ¿Le ponen mayonesa?—

La mink abrazó al homie solo para prenderse fuego cómicamente rodando por el puerto hasta apagarlo, algo que siempre le ocurría pero por suerte no le dolía ni se prendía fuego en su totalidad ya que las llamas se apagaban rápidamente tras unas revolcadas y estando el lugar con cierta nieve era todavía más sencillo.

—Una posada, me recuerda a cuando conocí a una cazadora, me pegué un buen golpe contra la barra. ¡Andando! No sé porque hoy todo me recuerda a cosas, es mi mente tratando de decirme algo o eso decían en mi tribu. ¡Agh! ¿Lo ves? Pienso en algo y ya un recuerdo llega, pero seguiré hacia delante.—

Berry comenzó a discutir consigo misma mientras avanzaba a la posada, Alpha había dicho algo de comer y buscar provisiones, tal vez podría trabajar un poco para que el dueño o dueña del lugar les diera algo gratis. Si bien el pirata le había dicho que no robaba a civiles Berry se preguntaba como sería en una isla donde todo podía ser un pirata.

Si la taberna la atendía un pirata ¿Le robarían? ¿Sería romper las normas? ¿Había normas? Berry no quería robar a un civil y al ver que tras la barra había una tierna ancianita, con un arma, pero tierna a ojos de la zorra se juró no robarle saliendo a flote un instinto casi maternal por protegerle.

Su gesto te gusto, no podías mentir con ello. Sentir su abrazo era cálido, además de que te agradaba mucho que fuera más grande que tú. Te sentías realmente cómodo con ella, era como si fuera un animal de peluche gigante. Su pelaje era muy suave y cálido. Podías dejarte llevar por mucho rato con ese tacto. – A veces… me gustaría que no solo fueran caricias y llegáramos a algo más. – Vaya, eso no me lo esperaba. Arrojar una indirecta bastante directa, mirándole a los ojos fijamente. Si Tenias deseos de muchas cosas y eso lo guardare para ti, ya que es la privacidad de tu mente. Pero algo si se, es que viajar juntos era algo que agradecías bastante.

- Ya pronto encontraremos el lugar y el momento de. – Dijiste con calma. – Tenemos trabajo que hacer. – Con Logi acampanándolos las cosas serían un poco más llevaderos para ella, que tenía sus problemas con el frio. Aunque verla quemarse y solucionar las cosas tan graciosamente no te pudo evitar reír. Era muy chistoso verla quemarse cuando mil veces le has dicho que solo tú puedes no quemarte con el. – Él come fuego. – Respondiste. Vamos, que es un fuego. Es normal que se coma otros fuegos, o al menos lo era para ti.

Ella comenzó a platicar y contarte ciertas cosas. Bueno, sus recuerdos son importantes y sabios que cuando alguien hablaba, era porque quería ser escuchado. Tu solo la observabas y mirabas con atención, escuchando todo lo que decía y sonriendo para ella. Aunque luego notaste cierta duda de su parte. ¡Oh cierto! Ya recordabas donde estabas.

-Escucha, Berry. Este es un territorio neutral de piratas, pero no todos lo son. Por un lado tienes a la gente que vive del comercio a pesar de que sus clientes sean piratas, y por otros tienes a los piratas que vienen a reabastecer y seguir con el viaje. También existe la gran posibilidad de que algunas tiendas sean propiedad de piratas, pero claro, con personas normales contratadas para atender. Y aunque me gustaría decirte que sería divertido ponernos a cazar, hoy no es ese día. – Miraste al frente. – Nuestra zona de caza es el océano.

Al llegar a la ciudad. Las algunas de las miradas de los transeúntes de postraron en ti, joven pirata. Esto le tenía sin mucho cuidado. De hecho, devolviste la mirada a uno de ellos y este vacilo por un momento, mirando a otro lado. Ya tenías tu fama, Alpha. Sabias muy bien que ellos no les convenía del todo buscar problemas contigo.

Aunque otros, sí que le gusta buscarte problemas.

Berry sonrió ante la propuesta, no le molestaba pasar a algo más con Alpha cuando estuvieran en una isla más acorde, no le agradaba mucho el frío y eso en las noches se volvía notorio sin una buena calefacción y mil frazadas encima. Mientras caminaba escuchó como fueguito solo se alimentaba de fuego, llevó su garra al mentón y comenzó a pensar, siempre creyó que el fuego se alimentaba del carbón y la madera para mantenerse encendido, no creyó que fueran caníbales pero también era la primera vez que conocía a un fuego parlante. Comenzó a reír mientras se acercaba a Fueguito y comenzaba a interrogar sobre sus métodos de alimentarse, ignorando las miradas de otros sobre ella o sobre Alpha, en ese sentido era bastante despreocupada y lo acataba a que se perdían en su belleza natural.

—Entonces ¿A que sabe el fuego? ¿Salado, dulce, amargo? ¿Lo comes crudo o se cocina? No imagino como cocinar un fuego o condimentarlo... si el helado es frío y dulce, el fuego debe ser salado...—

Comenzó a debatir mientras continuaban su marcha por la ciudad, se habían quedado cerca de la posada, incluso Berry había visto su interior pero no habían querido o Alpha no había visto oportuno ingresar compitiendo a las miradas con los otros habitantes de la zona. Su cuerpo se sacudió mientras ingresaba por su cuenta a la taberna, entendiendo que aquella zona era algo de paso y que seguramente no encontrarían problemas, claro que en tierra de piratas nunca se sabía y tal vez esa era la razón de que Alpha mirase tanto a posibles buscapleitos.

—Entonces entremos a comer, protegeré a los trabajadores y la gente honrada de este lugar. No creo que haya problemas, si los hay tendré que estrenar mis guantes por lo que no me molestaría.—

Berry sonrió salvajemente, era bastante optimista en caso de una supuesta lucha, sus guantes brillaban con el sol pero estos jamás se habían estrenado era algo que le hacía ilusión pese a que significase interrumpir una comida agradable con Alpha y fueguito. Eligió una mesa apartada del resto para poder sentarse con comodidad mientras hacía señas al pequeño para que se apurase y ocupase la mesa, una guapa camarera le trajo la carta y los ojos de Berry paseaban más por las curvas de la muchacha que por los platos presentes en la carta.

—Uhmm, que buenas vistas... oh yo quiero el plato de arroz con camarones y de bebida un vino suave. ¿Estás disponible luego del trabajo?—

No perdía su tiempo en coquetear, aunque luego sacudió la cabeza y se echó a reír mientras se disculpaba con la muchacha y le daba unos billetes como disculpa. No era su intención causar un altercado ni un malentendido y esperó que su presentación no se hubiera excedido de lo normal. Aunque cuando la muchacha se retiró uno de los hombres presentes le abofeteó el trasero, causando que Berry se preguntase si eso era normal entre humanos. La posada parecía muy alejada de los modales que le habían inculcado, incluso la muchacha parecía agradecida de quedarse junto a Berry ya que al volver no se despegaba de su lado pese a ya haber entregado la comida. A la zorra, claramente esto más que molestarle le agradaba, había buena comida y al girar la cabeza dos grandes razones para seguir comiendo.

-El fuego sabe a fuego. – Respondió Logi para ella. Realmente era curioso preguntar, puesto que por obvias razones no te podías dar el gusto de probar elementos. Solo tus Homies lo hacen.

Finalmente, no diste mucha importancia a las miradas que se cernían sobre sobre ti mientras caminabas. Claro que eras consiente de tu fama, joven pirata. Aparentemente ellos también. Quizás alguno no podía evitar ponerse nervioso con tu presencia, pero si algo estaban todo seguro, es que en este lugar, se suponía que era un territorio totalmente neutral donde todos simplemente estaban en lo suyo. Aunque muy bien sabes, que la vida no funciona ni está escrita sobre un papel.

Toda regla esta para romperse.

La mink te llamaba. Tú apenas poner un pie dentro, todos te miraron fijamente. Tú, no te molestabas en mirar a ninguno que no fuera tu acompañante. Mientras dabas cada paso, la gente podía sentir que cualquier movimiento en falso contra ti, traería un final trágico y cruel. Podías simplemente explotar sus cabezas con tu arquebuz. Podías simplemente atravesarles una u otra vez con tu Shigan. Podías simplemente quebrar sus huesos uno tras otros. Podías hacer tantas cosas bélicas y fuera de sí con los presentes. Porque eres consciente y claramente todo el que sea más débil que tú está destinado a ser tu presa. Tú, que apuntas a ser la criatura en la cúspide de la cadena de poder. Alguien que mira al océano como su jardín para cazar. Alguien que simplemente destroza piratas por más de una razón. Alguien… destinado a ser un rey, aunque no lo deseas.

Pero que por cuestiones de la vida, algo dentro de ti te impide llegar a ese destino.

-Disculpa la tardanza, Berry. – Dijiste mientras tomabas asiento. – Dime ¿Qué has pedido para ti? – Luego de que te comentara, añadiste. – Disculpe señorita ¿Podría colocarme lo mismo pero me añade una taza de café? – La chica acato tu orden. Cuando paso por lado de cierta mesa, uno de los presentes intento darle una nalgada. Y antes de que lo hiciera, arrojaste una mirada muy amenazante y de mala hostia. La persona pudo sentir tus claras intenciones. De hecho, dudo ipso facto y trago saliva. Se fijó en ti y en el tipo de mirada que le propinabas. No hacía falta decir nada a él, ni a nadie. “Nadie actúa como imbécil mientras yo este acá.”

- Como detesto a la gente que es atrevida sin permiso. – Dijiste a tu acompañante. – Por más que sea su trabajo, nadie tiene permiso de tocar el cuerpo de alguien más sin su consentimiento. – Hablas claro basándote en ti. Pocas veces te gusta que te toquen y cuando lo haces o lo hacen, es porque la situación lo amerita o tú has permitido que te toquen a ti. – Por cierto, cielo. – Miraste nuevamente a Berry. – ¿Te he dicho que quizás un arete te quedaría bien? – Sonreíste para ella. – Aunque claro, no hace falta para que sigas siendo así de hermosa.

La mink se dedicaba a comer arroz mientras imaginaba el sabor a fuego aunque solo recordaba quemarse la boca con cosas calientes. Ante la pregunta de Alpha y su disculpa la zorra indicó con un gesto que no había problema y señaló el arroz que estaba comiendo. Berry no pudo aguantar la risa ante las palabras de Alpha, ella era atrevida y sin permiso pero incluso con ese defecto no la detestaba, supuso que era una cuestión entre humanos pero ya le habían explicado bastante sobre el consentimiento.


—¿Un arete? Mis orejas pueden parecer blandas pero son duras y resistentes como para perforar. En la nariz me haría incómodo respirar y en otros sitios, sería sencillo dañarme con engancharlo. Mmm, siendo tan despistada no creo utilizarlos o los perdería por ahí. Además restaría interés a mis tatuajes y esos son importantes. ¡Gracias por recordarme lo bonita que soy!—

Berry sonrió mientras continuaba comiendo y al cabo de unos segundos se recostó sobre el asiento relajada. Cerró sus ojos mientras movía sus orejas y jugaba balanceando su silla para adelante y detrás.

—¿Y a ti no te gustaría llevar algo que no fuese por necesidad? ¿Tatuajes? ¿Aretes? ¿Un pantalón parlante? Fueguito y los otros te dan tu encanto, pero nunca te vi llevando algo personalizado si no es por pura necesidad.—

Expresó la mink sin preocupaciones llevando su cuerpo hasta la mesa y recostando la cabeza sobre la madera, mientras esperaba la respuesta del pirata. Su cola se movía lentamente de lado a lado mientras exploraba en los gustos estéticos del pequeño. Ella no buscaba acoplarse a estos, si no conocerlos para si algún día debía hacerle un regalo, era tan despistada que solo conocía que al joven le agradaba entrenar, cazar y estar con sus homies habiendo olvidado preguntar por otros pasatiempos.

—Al menos no nos agrada el frío y me has dicho que la próxima no será tan helada.—

Comentó Berry al azar nuevamente con la ruta entre ceja y ceja, buscando iniciar la parte cálida dejando esas horribles islas invernales detrás. Al menos hasta que en el Nuevo Mundo a Alpha se le ocurriese llevar el barco a otro peñasco helado por alguna clase de recompensa o tesoro.

Te diste cuenta de algo al escuchar su pregunta, se te había olvidado ponerte tus aretes. Aclaraste su duda rápidamente montándole que tenías orificios en las orejas. – Hoy he olvidado ponérmelos y creo que cuando nos conocimos también. Pero suelo usarlos. – Luego viene la otra pregunta, tatuajes y esas cosas. – Pues la verdad, solía tener un tatuaje en mi brazo izquierdo, antes de perderlo. – Lo dijiste mientras acariciabas este. Se te notaba un poco nostálgico. – Era un árbol de sakuras lo que tenía tatuado. Nada en especial su significado, simplemente me parece que es un árbol hermoso.

Luego llego tu pedido el cual fue colocado frente de ti con mucho cuidado. Diste un sorbo a tu café para deleitarte de su amargor. Por suerte no habías dicho que lo querías sin azúcar, le han atinado en este caso. – Existen muchas cosas que no me agradan aparte del frio, Cielo. – Te mostraste un poco más relajado mientras disfrutaba de un primer bocado. – Pero también muchas cosas que si me agradan. Como la música y los lugares tranquilos. No me gustan los frutos frescos ni los maricos. Adoro el licor de café y me gusta pasar tiempo de caridad escribiendo música o dibujando algún diseño para un arma. Aunque no he tenido mucho tiempo para dedicarme a ello, quizás deba sacar tiempo para ello.

Pausaste un momento para tomar más café. – Me agrada bailar, la verdad. Creo que es una de las cosas que más me agrada. Siento que el baile al igual que la música es una manera de hacer que nuestras almas se entiendan. Al final somos eso, Berry. Almas.

Sonreíste para ella nuevamente. – Mas allá de que seas hermosa, sé que existe algo mas allá, dentro de ti. Y es por eso que realmente me gustas. El físico con el tiempo se deteriora y envejece. Claramente alguien que cuida su cuerpo es alguien que te puede reflejar mil cosas, como lo mucho que se cuida a sí mismo y mil cosas más. Pero al final, lo que importa es el interior.

- Pero nosotros no somos exactamente buenos. – Añadio Susanoo.

- No tiene mucho que ver, la verdad. – Respondiste. – Sé que en pasado hice cosa de las cuales no estoy orgulloso. –Y mucho antes, existe un suceso que aún no te perdonas. – Claro, Una vez mate a un alto cargo marine, pero fue porque trataba de cazar a un tigre que creo recordar estaba en peligro de extinción. – Miraste nuevamente a Berry. – Por eso te dije que no importa si eres marine o pirata. La maldad puede venir de cualquier lugar. Yo antes era malvado, cruel y egoísta. Me importaba poco la vida de los míos y solo quería causar guerra y destrucción. Aun me cuesta perdonarme por esa fase de mi vida. Pero luego vino alguien hace tiempo ya. Mi maestra… ella me mostro un camino que nunca pensé que podría tomar. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero donde sea que este, espero que este bien y mirando lo que he logrado.

Sonreíste una vez más - Al final yo solo busco una cosa. La felicidad mía y de los míos. – Acercaste tu mano derecha a la mejilla de Berry para acariciarle tiernamente. – Si tu felicidad dependiera de destruir mil mundos, lo haría, porque eres importante para mí. Porque al final, lo único por lo que lucho es eso, felicidad.

La zorra escuchó atentamente a Alpha, era curioso encontrar a alguuien que no disfrutase los frutos frescos. A Berry le encantaba incorporarlos a su dieta, además de ser dulces y deliciosos como postres interesantes y hacerle poner caras graciosas en especial las frutillas. La mink se lamentó la pérdida de un tatuaje, para ella los suyos eran importantes pero no esperaba que los humanos tuviesen algo tan íntimo a la hora de hacerse los suyos. No todos al menos, Alice parecía tener los suyos y compartir cierto aprecio como Berry, en el caso del pirata era algo meramente estético y a lo mejor por eso lo había perdido por no ser algo relevante.

—Tenemos bastantes gustos en común, bailar, la música, relajarnos, la libertad. Pese a no compartir otros gustos creo que los dos nos complementamos a la hora de pasar un buen día.—

Escuchó ahora la definición del pirata sobre la vida, la felicidad y las almas. Una visión que no compartía pero sí respetaba, para Berry lo importante era el interior o la bondad del otro, pero no lo sabía explicar. ¿Qué era la felicidad? La duda le dejó pensativa mientras escuchaba al pirata hablar de sus motivos y justificaciones como alguien le había salvado de la oscuridad.

—Felicidad... ¿Qué es la felicidad? Es complicado de explicar al menos yo no puedo ponerlo en palabras. Soy feliz cuando peleo, cuando entreno, cuando tomo y cuando estoy contigo. ¿Pero es esa la felicidad? Hay cosas que nos ponen tristes pero en el pasado eran cosas felices y el extrañarlo nos hace llorar. A veces pienso que la felicidad puede ser dañina en exceso, porque cuando uno no esté esos recuerdos solo te consumiran. Y si la felicidad es nuestro objetivo, ¿Podemos sentirnos con derecho a quitarles la felicidad a otros?—

¿Desde cuando Berry hablaba con tanta contundencia de un tema que no comprendía? Sonrió mientras recordaba las figuras de autoridad que había tenido, ella seguía firme en su idea de libertad pero a la vez recordaba ideas que le contradecían. Por eso evitaba pensarlo demasiado, cuando imponía su moral sobre otro aunque fuera en defensa propia ¿Estaba traicionando sus propios valores?

—A veces me pregunto que peso tendrán mis acciones, pero suelo hacerlo cuando ya he actuado. No puedo dudar en medio de un combate y mi cuerpo me obliga a sobrevivir. Mi voluntad muchas veces se impone, levantarse y superar la adversidad sin rendirse. Tal vez sea un poco egoísta si pienso como humana, pero desde siempre he seguido mis propias normas.—

La mink sonrió mientras despejaba su mente, no tenía sentido darle tantas vueltas a un asunto y a lo mejor lo estaba pensando demasiado. Si otros mataban por fama, dinero y justicia lo que ella hacía en busca de un mundo mejor tenía valor. Ese mundo no era tan tranquilo como para dudar en imponer su voluntad o su deseo, después de todo solo los mas fuertes tendrían derecho a ser libres sin que otro pudiera encadenarlos.

Parece… que ella profundiza contigo, Alpha. – Yo tampoco tengo la respuesta. –Respondiste. – Supongo… que cada quien tiene su propio concepto de la felicidad, y eso no está mal. Yo por mi parte, soy feliz cuando disfruto de una buena comida. Cuando escucho música. Cuando leo algo interesante. Cuando bailo. Las peleas no me hacen feliz, pero las disfruto. Son uno de mis placeres. – Uno te unos cuantos, la verdad. – No creo ser alguien muy complejo, a veces creo que ser sencillo es lo mejor.

Luego ella dijo algo que te pareció muy cierto, la verdad. Nadie tiene derecho a quitarle la felicidad a nadie. Pero a la vez sabias que esa oración tenía un gran peso para ti. – Si… nadie merece quitarle la felicidad a nadie. – Miraste pensativo a Berry por un momento. – Cielo, me gustaría mostrarte algo. ¿Podrías… tomar mi mano un segundo? – Extendiste tu mano derecha, esperando que esta la tomase. Cuando lo hiciera, ambos serian transportados a otro lugar y otro tiempo. Un lugar, dentro de tus recuerdos. Estaban en un barco en una gran mansión. Hecha de madera con una arquitectura que dudabas que ella conociera. Cuadro de todo tipos. Al frente una escalera que llevaba al segundo piso y un montón de puertas alrededor. – La soru soru no mí me permite ser el hombre alma. Puedo robar el tiempo de vida de las personas a través de sus almas y con ellas crear a los homies. También puedo usar mi propia alma para crear homies que serían más que nada parte de mí. Como Suzaku y los demás. – Dijiste mostrándote tranquilo, sin soltar su mano. – Estamos en mi antiguo hogar.

Comenzaste a guiarla al segundo piso. – Sígueme, y no me sueltes. – Avanzaban por los pasillos. – También puedo compartir mis recuerdos a través de mi alma. Lo que estás viendo es donde yo solía vivir. – No parecías mostrarte muy contento, la verdad. – Es aquí… - Llegaron a una gran sala de reuniones. Al menos unas cien personas están allí reunidas. Al final, se encentra en la silla de lo que se asume del líder, estaba una mujer alta. Rubia de ojos ámbar. Cabellera larga y muy hermosa. La señalaste –Ella es mi madre. - Al lado, te encontraba tú. Pequeño de apenas unos quince años. Parecías nervioso por alguna razón. Claro, quien no lo estaría con semejante tema de conversación que estaban teniendo.

- Lo he dicho ya, Amber. Tenemos que hacerlo porque es necesario. – Parecía que del lado contrario a la mesa se encontraba un hombre fuerte. De unos dos metros con barba y pelón. Explicaste a Berry que él era el hermano de tu madre.

- ¿Entonces te parece bien dejar que todo por lo que hemos trabajado para servir a los nobles de la red line? ¿Te das cuenta de lo que estas pidiéndome?

- Sabes muy bien que ellos pueden tener lo que quieran cuando quieran si solo lo desearan. – Respondió el. – Justo ahora fue una carta de invitación formal para ser sus herreros ¿Quieres que en vez de una carta sea una jauría de enemigos?

-¡No serviré a nadie que se crea con el derecho de esclavizar a placer! – Exclamo fuertemente ella. – ¡Si tanto temes morir, lárgate Argus!

De pronto, más de la mitad de los presentes se levantaron y se colocaron del lado de Argus. Desenfundaron sus armas sin dudarlo.

- ¿Qué significa esto? – Pregunto ella. - ¿¡Cómo se atreven!?

- Lo siento hermana. Sé que prefieres morir antes que servir, pero yo no quiero morir, y el resto de la familia tampoco. Los únicos que quieren aparentemente morir en una lucha que no ganaran, son tú y los tuyos.  – Dijo el sonriendo. – Te derrocare, y me quedare con el título de líder. Tú, tu hijito y tus esposos se pueden ir al infierno.

Y justo allí, comenzó algo desgarrador de ver. Una batalla de muchos contra pocos. Eran veintitrés personas contra el resto. Explicaste con calma al Berry el funcionamiento de tu antiguo clan mientras ocurría la masacra. La líder o líder era la matriarca o patriarca. Aquel que debía mantener vivo el linaje trayendo hijos y herederos bendecidos con el don. Tu don del poder ver y aprender mucho más rápido que los demás. Allí estabas tú, luchando y peleando contra tu propia familia. Aquellos que una vez amaste y creciste. Con lágrimas en los ojos. Era… doloroso para alguien tan joven como tú. No te daba tiempo aun de asimilar las cosas. Tu madre grito el nombre de la plumífera. Que en esos tiempos no era tan grande como ahora. Tampo tan lista, aun no era un homie. Ella te tomo en brazos y te coloco sobre ella.

- Mi niño… debes huir.

-¡No! ¡Yo te protegeré madre! ¡Yo lo hare!

- No, no es tu momento aún, Alpha. Debes vivir. Vive como te plazca, mi hermoso niño.

- Pero… Madre. – Ella es atravesada por una espada. Su respuesta fue apretar fuertemente el puño engulléndolo de un poderoso haki y mandando a su agresor a volar.

- ¡Suzaku, corre! – Le ordena ella plumífera, la cual no dudo en un momento el comando que se le había ordenado. El joven pirata, intentaba bajar de ella para volver, pero esta no se lo permitía.  Saltaron por la ventana. Al caer, ella solo hecha a correr mientras aquella matanza continúa.  Mientras Tu y Berry, ven alejándose a un tu versión más joven entre lágrimas. Manchado en sangre y con heridas.

Alli fue… el comienzo de todo.

- Hace tiempo que mi felicidad fue arrebatada de mí, Berry. – Dijiste mientras soltaste su mano. Volvieron al mismo lugar, no había pasado ni unos treinta segundos desde que se dieron la mano. – Fui participe de algo que me supero. – Claramente se te notaba triste. Suspiraste. Y la volviste a mirar. Con los ojos algo cristalinos. Querías llorar, pero te lo impedías a ti mismo. No era el lugar ni el momento de. No en medio de tanto pirata.

La mink levantó la cabeza, era curioso que Alpha tampoco tuviera la respuesta. Escuchó las cosas que le hacían feliz, algo que ya suponía tras indagar en sus gustos y saber que en cuanto a peleas se refería los dos compartían cierta pasión. Tal vez la zorra mucha más exagerada e impulsiva que Alpha que solo lo veía como un peldaño más que escalar. Berry tenía la voluntad de ser fuerte y de levantarse frente a las adversidades, su voluntad y el combate parecían enlazadas ya que en su vida muchas fueron las veces que tuvo que arreglarse todo en combate.

Tomó el brazo de Alpha recordando los viejos tiempos cuando también viajaron a sus recuerdos. Este parecía diferente, se sentía diferente y algo escondido al haber aparecido tan lejos de la escena, la mink no entendía mucho hasta que Alpha le explicó pero ya había estallado la escena frente a sus ojos.

Ojos que mostraban cierta empatía pero que brillaban con pasión, tuvo que controlarse para no intentar participar de esa contienda. Berry deseaba participar, tal vez no por defender a un joven Alpha o a una mujer civil de otro civil si no por mera diversión. Quería luchar, quería golpear y deseaba sentir la adrenalina. No era lo más prudente mostrarle ciertos escenarios a la zorra pero tras dispersarse la escena volviendo a la realidad el instinto salvaje fue sofocado por la cordura al menos en parte.

—Eras tú o ellos y por suerte no fuiste tú. No debes torturarte, tu madre quería que vivieras y aquí sigues muchos años después cuidando de Suzaku y de todos los demás. No podemos cambiar el pasado, yo no puedo cambiar mis tatuajes ni mis actos o lo que puedan llegar a decir de mí. Pero si podemos evitar eso, podemos dedicarnos a que nadie arrebate la felicidad de otros y cuidarlos a nuestro modo. La vida es dificil pero imagina poder devolverle la felicidad a un niño, ayudarlos a tener una mejor vida o derrocar a un pirata que hace la vida imposible a otros. Debemos entrenar y estar a la altura de nuestras ambiciones, pero juntos sanaremos a ese Alpha que carga con la traición de su familia y evitaremos que otros corran la misma suerte un paso a la vez.—

La zorra llevó su puño hacia delante mientras sonreía, no le importaba tener que caer mil veces para lograr restaurar la sonrisa en la cara de un niño. Lucharía por sus ideales y también por los de Alpha, juntos podían lograr grandes cosas. Tal vez fuese una ambición desmedida, irreal para su condición actual, pero confiaba en que llegaría el momento en que sus acciones podían cambiar el rumbo de las cosas. Todo iniciaba con una promesa, un viaje y luego el mundo entero, al menos así funcionaba la mente de la mink cuando no estaba pensando en comida o humanos bonitos.

—Deberías conocer Zou, te hará bien desintoxicarte de la falsedad humana y entenderme mejor. Si pudiera hacer esos viajes místicos te lo mostraría pero mejor si lo experimentas por ti mismo.—

Declaró la mink mientras señalaba el tatuaje de su cabeza, Alpha tenìa bastante cabello para pintar e introducirse en su tribu, sería el primer humano en la misma pero la mink no veía problemas. Su tribu podría ayudar a Alpha a dejar atrás el pasado y centrarse en las cosas venideras, Berry conocía que no era sencillo, en días como ese recordaba el pasado muy a menudo pero lo usaba como combustible en lugar de quedarse estancada. Tal vez Alpha solo necesitaba dejar ir cierta tristeza de su alma como él decía e iniciar el proceso opuesto para llenar los vacíos con los cuales él se torturaba.

Escuchar las palabras de Berry era algo que sienta manera, despejaba un poco la tormenta que ocasionaba tu pasado. Claramente ella entendía un montón de tus cosas, pero al del todo al final, la solución del asunto tenías que encontrarlo tú. – Ir a Zou no suena nada mal. Aunque no creo que se alegren mucho al saber que has tomado la decisión de venir conmigo. – Poco a poco la posada comenzaba a vaciarse y estaba siendo un poco más tranquilo. Aún quedaba gente, pero no tanta como antes. Eso era un alivio, en parte, no te sentirías agobiado por miradas indeseadas. Al menos no por ahora, que parece que los presentes que quedan pretenden pasar de ti, sabiendo lo de la neutralidad que precede en esta isla.

- Por cierto, Berry. – Trataste de mirar a otro lado. – No sé si estas familiariza con los términos humanos de parejas o relaciones. Pero… ¿te gustaría ser… mi novia? – La camarera, la cual se encontraba a vuestro lado, apago un suspiro con sus manos. Rápidamente procedió a retirarse para dejarlos en privado. Eso claramente te hizo gracias. – Te conozco y sé que me has platicado que como te sientes al respecto de. Pero… estoy seguro que me siento muy cómodo contigo no solo como compañero de viajes… sino que… me gustaría avanzar un poco más. Claro, si también es tu deseo

No querías encadenarla a nada, ni de lejos. En principal que fuiste criado en un espacio donde la monogamia no existía. Pero si la lealtad entre los involucrados. Algo en lo que a ti te gusta llamar: una honesta una gran poligamia. Bueno, en tu mente esta que los involucrados en tu círculo íntimo, tenían que ser una lealtad entre todos los involucrados e respetar las libertades. Aunque si algo te gustaría que no te hicieran era que te mintiesen.

- ¿Y bien? – Preguntaste mirándole a los ojos. Se te notaba de mejor ánimo. Más recuperado y con mejor semblante. Quizás ser escuchado era lo único que necesitabas.

La mink ladeó la cabeza ante la respuesta de Alpha, parecía haberse olvidado de cual era su objetivo en la marina y la promesa que había hecho a sus padres. La zorra comenzó a reír mientras con su mano restaba importancia a la supuesta reacción que esleraba en Zou, todavía riendo la mink lamió su garra derecha desde la apertura de su guante.

—¿Alegrarse? ¡Sera una fiestaaa! Soy la primera mink en años en haber llegado tan lejos en la marina, si no la primera en la historia. ¡Tengo mis capas guardadas! Las medallas y todo, he cumplido con creces mi promesa. ¿Qué importa lo que haga a partir de eso? En mi tribu respetamos la libertad y lo más probable es que sea una celebración de varios días. Creéme aunque hubiera fallado me harían una fiesta por el intento, fue un desafío personal que me hice no una obligación.—

La mink comenzó a reír mientras pensaba en que bastante había hecho en no emprender su viaje en otro lado, después de todo sus padres ni le habían criado y siempre se había valido porr si misma. Les tenía aprecio pero tampoco les dedicaba una devoción absoluta ni nada parecido.

—¿Novia? Sí, no le veo problema. Solo que no quiero escenas de celos o esas cosas, a veces tenía que separar novios como parte de mi trabajo por peleas absurdas. No tengo una buena imágen de esa palabra, es la realidad, pero si nada cambia entre nosotros es decir si solo es para mejor y más mimitos ¡A disfrutarlo!—

Berry era alguien simple, solo necesitaba alguien que no le asfixiara y Alpha no parecía querer aprisionarla. Ambos tenían una visión similar de las parejas, la libertad y a Berry no le importaba si este quisiera tener un harem. La realidad es que incluso Berry buscaba ayudarlo a seducir chicas, pese a que siempre resultaba en escenarios graciosos.

—Pensaba entrenar mi haki mientras estamos aquí, primero el de armadura es el que menos me cuesta y no deberé preocuparme por el frío. ¿Crees que haya barcos deshuesados o planchas gruesas de algún material duro?—

Y de nuevo la mente de la zorra giraba en torno al entrenamiento, buena manera de arruinar un momento que se suponía era romántico pero Berry no lo supo hasta que notó una seña de la camarera que con cierto enojo le replicaba que faltaba algo. Berry llevó su mano al mentón para pensar mientras levantaba sus orejas.

—¡Oh! Es verdad... ¡Olvidamos pedir un postre!—

La camarera por poco cae al suelo al escuchar aquellos gritos a la distancia, pese a que Berry se mostraba feliz de ser la novia oficial del pirata. Tal vez no había que esperar grandes despliegues de cariño, todavía se estaba adaptando al ambiente frío y eso le limitaba a pensar formas de gastar sus energías rápidamente.

—¡En la noche dormimos juntos! Quiero caricias y besitos, oh no es obligación pero si gustas~—

Le guiñó el ojo con soltura mientras dejaba la invitación en el aire, si lograban encontrar algo para entrenar estaría agotada al anochecer y claramente aceptaría todos los mimos que el pirata quisiera brindarle.

Tener su visto bueno y aceptarte era algo que agradecías. Te hacia feliz saber que ella estaría a tu lado y serian algo más especial. Claro era la interacción entre ustedes dos. Y si a ustedes le hacía feliz que las cosas fluyeran de esa manera, era más que suficiente. No tenías que decir nada, ella ya sabía muy bien que nunca le pondría una cadena en el cuello ni la aprisionarías. A partir de este punto, solo tocada disfrutar el uno del otro.

- Pues… creo que podríamos intentar explorar los alrededores. Quizás podamos encontrar algún barco abandonado o alguno encallado. – Respondiste. – No estaría más entrenar un poco el Haki. De hecho, creo que sería lo primordial.

Tú si eras más detallista que ella. Pudiste notar como la mesera le hacía señales a ella. Como si le indicase que faltaba “algo”. Dentro de ti no pudiste evitar reírte y aún más cuando Berry admitió con alegría haber olvidado el postre, haciendo que está casi se callera. Allí, no pudiste evitar reír. -¡Zehahahaha! – Levantaste la mano. – Señorita ¿Podría traernos a cada uno el postre del día? – Tu petición fue recibida y la mesera por su parte se dispuso a cumplir con tu petición.

- Sabes muy bien que si quiero. – Dijiste mientras le mirabas a los ojos. – Quiero eso, y mucho más. – Una punta más directa hacia ella. Sonreías con picardía y le mirabas con cierta intención. Miraste primero sus labios y luego a sus ojos. Le invitabas con mero instinto a besarse. Claro, al igual que ella, no estaba obligada a hacerlo, solo si ella quería.

Cuando trajeron el postre, era un par de tartas de chocolates. Ella te trajo un café extra para ambos. - ¿Te gusta el café, Berry? – Preguntaste, ya que nunca la habías visto tomar alguno. Das un primer bocado al pastel. Estaba bueno. Un sorbo al café, que estaba totalmente delicioso. Estaban dándote un buen servicio y un gran trato, te asegurarías de dar una buena propina a la chica al salir.

- Esta delicioso… - Le dijiste sonriendo.

Era sorprendente la facilidad que tenía la gente en dejar objetos de entrenamiento abandonados, la zorra asintió a la idea de buscar algún material para entrenar. Ese día se encontraba motivada para alcanzar nuevos registros en su marca personal, cosa que sus nuevos guantes delataban pese a Berry desconocía en gran medida que tan especiales eran estos.

—Suena bien, encontrar todo un barco abandonado sería perfecto para entrenar.—

Respondió ilusionada con la idea de encontrar todo un navío imaginando los ejercicios que podrían desarrollar. Luego aceptó el beso, uno suave y largo antes de volver a su actitud juguetona lamiendo la mejilla de su flamante novio como un cachorro. Entendía el mensaje de Alpha y replicaba el coqueteo a su manera, suspiró al ver las tortas de chocolate sin esperar ni medio segundo para llenarse la cara con el relleno de las mismas.

—¡Ñam! ¡Mhe ghustha el cafhé en losh díash frhíos!—

Anunció con la boca llena de pastel y salpicando trocitos a su alrededor mientras tomaba la taza para usar el líquido caliente como empuje, bajando el menjunge alimenticio de golpe. Luego como todo un cachorro limpió la mesa comiendo los trocitos de pastel directamente, para lamerse los labios embadurnados de dulce como última acción. Para la mink había sido un acto completamente normal, aunque de haber más gente podrían haberse espantado. La camarera solo reía, viendo a Berry como una especie tierna de animal extraño que había llegado hace poco a la civilización.

—Estaba delicioso...—Corrigió riendo—Será mejor comenzar a explorar mientras digerimos los alimentos, en cuanto encontremos el barco o lo que podamos encontrar ya estaremos listos.—

La zorra se estiró como un cachorro, haciendo sonar su espalda para luego erguirse y estirar ambos brazos soltando un leve bostezo. Siguió realizando estiramientos esperando a que Alpha terminase su comida para así poder explorar la isla, no parecía tan malo ahora que conocía el objetivo de entrenar su haki hasta el cansancio. No le preocupaba quedarse unas semanas si eso le garantizaba una rutina eficiente, al menos con fueguito cerca el frío se notaba menos.

Recibiste el beso encantado. Era suave y delicada. Pero en algunos momentos era picarona y atrevida. Eso te agradaba bastante, su naturaleza era uno de los encantos los cuales ella disfrutaba bastante. Por otro lado, verla disfrutar de su postre te dio cierto grado de ternura. Parecía muy infantil al momento de comer y disfrutar. Y el café, bueno, era algo que ella disfrutaba en climas helados. Bueno, en días como estos, disfrutar del tiempo era lo mejor.

Y disfrutar del entrenamiento,, mucho más.

-Vamos entonces. – Dijiste mientras dejabas el dinero en la mesa y un extra más. Todos Abandonaron el lugar y todo por fuera lucia tranquilo, la verdad. Finalmente todos los que transitaban se concentraban en sus cosas. Podías escuchar gritos de todo tipo. Gente vendiendo cosas e incluso gente apostando. Fiesta por todos lados. Gritos y festejos. Vamos, que estaban en una tierra de piratas al final de cuentas. Señalabas a Berry una que otra cosa interesante mientras caminaba y abandonaban la ciudad. Se dirigieron al puerto. De allí tocaba rodear y caminar por la playa. No era seguro que encontrarían algo, pero quizás pudieran encontrar algún barco abandonado o encallado. Era algo tan probable como poco probable.

Pero vamos, que intentarlo no quitaba nada.

-Que curiosa isla ¿no lo crees? – Le preguntaste mientras caminaban en la orilla del mar. Esta isla tenía su cierto bioma y encanto. Uno muy raro, por cierto, pero aun así tenia cosas delas cuales disfrutar. Como su paisaje. – Esta tranquilidad… es tan embriagante. – Dijiste suspirando el aire profundo. – Me gusta poder compartirla contigo… - Dijiste sonriendo mientras mirabas la arena por la cual caminaban. Realmente estabas disfrutando del momento que tenían ambos. Claro, la idea original era encontrar algo para poder entrenar. Lo cual disfrutabas mucho con ella. Las cosas entre ustedes no cambiarían solo por ser novios.

Ya que lo que ustedes experimentan, entre ustedes, es muy suyo.

Ante la indicación de Alpha la mink se despidió de los empleados para comenzar su búsqueda, la ciudad parecía animada y estaba segura de querer recorrerla en profundidad en algún momento. Pero ahora ambos o al menos la zorra se movía con el objetivo de encontrar un instrumento para entrenar. La ciudad no parecía vender nada adecuado, por lo que rápidamente se adentraron en la playa como si estuvieran en una búsqueda del tesoro.

—Sería mejor sin tanto frío, pero no está mal, al menos tiene una playa tranquila y estás a mi lado con fueguito para no enfriarme.—

Respondió la mink frotando sus brazos mientras movía sus ojos por la zona, no pasó mucho tiempo cuando sus orbes rojizos se cruzaron con un trozo de madera semi enterrado. Lo tomó con sus garras reconociendo su forma como parte de un barco, su sentido común le llevó a buscar más a su alrededor y así fue siguiendo un camino de trozos de madera hasta llegar a la proa de un barco sumergido en la arena.

—Puede ser de un naufragio o un ataque, vamos a ver que tanto aguanta.—

La mink comenzó a dar algunos golpecitos en el trozo de barco buscando posibles puntos flojos. Para su fortuna el mismo parecía lo bastante sólido para durar unos días y lo suficientemente grande para dividir dos partes iguales.

—Mira es una buena pieza. Puedes quedarte con la izquierda y yo con la derecha, voy a enseñarte que hacer. Primero concentro mi haki de armadura, este paso es importante de lo contrario solo entrenarás tu fuerza bruta. ¡Una vez hecho golpeas y respiras, una y otra vez!—

La mink comenzó su demostración con golpes contundentes a la madera, esta no parecía ceder a los primeros golpes lo que emocionó a Berry tras el hallazgo de una pieza de tal calidad. Siguió golpeando hasta que en cierto momento de su rutina, sus puños y guantes fueron cubiertos por una armadura azabache de contornos luminosos morados.

—¿Eh? Esto es raro, no recuerdo haberlo hecho con anterioridad.—

La mink se relajó notando que todo volvía a la normalidad, siendo que cuando concentraba el haki lo suficiente estos recubrimientos volvían a hacerse presentes. Sin cuestionarse mucho continuó golpeando, notando que estos golpes eran mucho más potentes que los anteriores y sonaban con un ritmo marcado.

—¡Creo que así será más divertido! ¡Vamos Alpha golpea con fuerzas!—

Continuó sus indicaciones hasta el atardecer, cuando se recostó agotada sobre su lado. Algunas partes de su sección mostraban las marcas de sus puños y ya había comenzado a ceder dado su continuo uso. Berry no dudó en relajarse, buscando algo para beber entre tanto ejercicio. Su cabello brillaba en sudor, su pecho subía y bajaba, pero su rostro se mostraba feliz haciendo que el atardecer enmarcase su rostro en un juego de luces y sombras.

—Deberíamos volver, creo que por hoy es suficiente, mañana repetiremos desde temprano.—

Guiñó su ojo mientras marcaba el lugar con solo sacudirse dejando que el sudor regase la madera. A partir de ese momento le sería sencillo localizarlo mediante su olfato.

No tardaron mucho en encontrar algo con lo cual entrenar. Si muy bien era algo no muy ortodoxo y normal, escuchar a la mink admitir que sería lo suficientemente útil para entrenar, te dio un respiro. Ella te da una demostración de haki. Prestas la detenida atención. Pues ella claramente tiene un mejor conocimiento de haki que tú. Cierras el puño y luego lo observas. Cierras los ojos y tratas de concentrarte. Sientes como este fluye a través de ti. Tratas de concentrarte un poco mas. Pero no logras llegar al color azabache.

- Rayos… - Diste un suspiro. – No es tan fácil. – Miraste a Berry. Ella te indicaba el cómo comenzar a utilizar tu haki de armadura. Su método de entrenamiento no parecía la gran cosa a simple vista. Pero te diste cuenta que lo correcto era como ella lo hacía. Levantaste ambos puños y comenzaste a golpear y respirar. Sin dejar de canalizar tu haki. Poco a poco notaste a notar algo. De hecho, tenía sentido. Estabas forzando tu cuerpo y mente al superar tus límites. Sin parar, con algo tan sencillo. Una y otra vez, golpear y golpear.

La cuestión era no detenerse.

- ¿Ocurre algo? – Preguntaste al darte cuenta que ella argumentaba de que algo fuera de lo común había ocurrido. Pero te diste cuenta que ella no le dio gran importancia. Seguiste golpeando sin parar. Golpear y respirar. Mantenías tu haki firme. Buscando la armonía de tu cuerpo y mente. Después de un rato largo de golpear fuertemente, siguiendo las indicaciones de su chica, el pequeño aún seguía golpeando. Llego la tarde, ella busco descansar buscando algo para hidratarse. Pero tú aun podías. Si algo era lo que podías presumir, era que tenías mucho más aguante y resistencia que todos. Podías sentir la mirada de la mink observarte, era imposible no hacerlo. Estabas tan enfocado y determinado, una imagen magnifica de un guerrero buscando la superación. Ella te indico que era el tiempo para volver. Tú te detuviste dando un último golpe. Luego respiraste profundamente, agitado y sudado. Aun no habías llegado al objetivo, pero sentías como habías dando tus primeros pasos para llegar.

- De acuerdo. – Respondiste. – Volvamos al barco. Necesito una ducha.

Ella te da entrega algo para tomar. Lo aceptas gustosamente y juntos comienzan a caminar en dirección al barco. Le arrojaste una tierna mirada durante un momento y sonreíste para ella. Puesto que a veces no eras de muchas palabras, querías darle a entender que disfrutabas mucho pasar tiempo con ella.

Alpha se mostraba muy entusiasmado con el entrenamiento, esperaba que no se forzara inutilmente hasta el límite en el primer día ya que quedaban varios más por delante. Berry estaba acostumbrada a administrar su carga de entreno equitativamente durante un tiempo prolongado dado a que así le habían enseñado en la marina. Pero desconocía las rutinas de su capitán y menos si este alguna vez había llevado alguna rutina tan marcada, la zorra se dedicó a observar mientras el pirata terminaba su entrenamiento y comentaba que era suficiente.

—Espero que tengas energía para repetir esto una semana entera, no sirve de nada llegar al límite el primer día si al segundo no puedes levantar un dedo. Admiro tu resistencia y que quieras presumirlo pero esto es un entrenamiento de consistencia, ya lo sentirás mañana. Pronostico que necesitarás descansos cada cierto tiempo~—

La zorra pudo haberlo dicho antes, pudo detenerlo por la fuerza, pero ella había aprendido de la misma manera. El dolor marcaba más a fuego una enseñanza y Alpha tampoco moriría por unos calambres en sus brazos o cierto cansancio adicional, de hecho comprendería mejor la rutina gracias a estos condicionantes.

La ducha sentó bien al cuerpo mientras Berry aprovechaba para poner sus garras en hielo durante un tiempo para dejar de sentirlas tan agobiadas. Sin embargo, el hecho de esa armadura azabache le reportó beneficios tales como que sus garras no habían quedado tan maltratadas y solo necesitó sumergirlas una vez para tenerlas como nuevas.

Dejó el balde para Alpha antes de arreglar su cabello, perfumarse y acurrucarse sobre si misma en la cama. Intentó esperar al pirata pero el sueño le venció, terminando por despertar a la mañana sintiendo a Alpha cerca.

—¡Buenos Díaaaas! ¡Hora de un desayuno rápido y otra rutina de golpes!—

La mink se estiró radiante pegando un grito que no dejó a nadie indiferente, saludó a una de las tantas fotos que tenía colgadas con Alice para luego vestirse. Tocaba el segundo día de rutina y a diferencia de lo esperable la mink parecía fresca, nada le dolía y tampoco estaba cansada en exceso. Llevaba repitiendo esas rutinas por tanto tiempo e incluso con pesas que conocía perfectamente cuando detenerse.

Suspiró guardando sus guantes, aquel día se centraría en una rutina tradicional reemplazando estas por sus fieles pesas corporales. Tocaba otro ejercicio, en esa mañana los golpes serían combinados y espaciados, trabajando no solo el impacto si no la capacidad de mantener el haki activo entre uso y uso, una falla podría reportar un golpe mal encajado.

—¿Todo listo? ¿Alguna pregunta? Llevaremos el desayuno y comeremos frente a la playa mientras te enseño como golpearemos hoy. ¡Será divertido!—

La mink se sentó en el suelo como un cachorro, aguardando por las posibles dudas de Alpha y en especial para ver como respondía su cuerpo tras haberse esforzado tanto el día anterior, esperaba que su pelaje suave le hubiera brindado cierto comfort a la hora de descansar.

Quizás debiste intuir eso antes de que ella te lo dijera. Si muy bien eras resistente, una cosa era eso y otra cosa era sobre exigirte con el entrenamiento. Pero aun así, querías probarte a ti mismo. Querías dar lo mejor y no cumplir con tus propias expectativas. Que vamos, puede entender cómo te sientes, pero aun así ella está en lo correcto. El entrenamiento perfecto es un equilibrio entre esfuerzo y descanso.

Pero aun asi, sonreías. Lo estabas disfrutando.

Fuiste a tu habitación un momento para ducharte. Con sumo cuidado retiraste el brazo y colocaste tu ojo de cristal en el vaso con agua. Obvio, la cambiaste por agua limpia. Entraste a ducharte y con mucho cuidado dedicaste el tiempo requerido para limpiar, refrescar y purificar tu cuerpo. Estabas algo nervioso. Se supone que esta noche dormirías con ella. No sabias si realmente pasaría algo más allá. Te sonrojaste un poco pensando en la posibilidad. Ella era hermosa, por supuesto. Deseabas devorar cada centímetro de ella desde su cuerpo y alma. Pero aun así, te entro una duda. Te preguntaba si le seria incomodo la falta de tu ojo y brazo. Dormías sin ellos y pretendías pasar la noche con ella, siendo ciento por ciento tú.

Ya solo quedaba armarte de valor, pequeño.

Terminaste y te dirigiste a su habitación. - ¿Berry? – Decidiste entrar. Estabas en pijama, la cual era unos pantalones y camiseta para dormir. Algo sencillo, pero te quedaba bien. El cabello suelto. Mantenías tu parpado izquierdo cerrado y entraste. Allí estaba ella, dormida, desnuda. Sonreíste al darte cuenta que posiblemente el agotamiento pudo más que las ansias de estar juntos. Ojeaste un momento en su habitación. Viste parte de los recuerdos de las cuales te había mencionado. De pronto viste que tenías colgada unas cuantas fotos. Para tu sorpresa, algunas de ellas eran con Alice. – “Vaya, así que le conoce.” – Pensaste. Parecía que la estaban pasando bien. Seguramente conociéndole, posiblemente fuera sido en una fiesta. No quisiste darle mucha importancia, lo ocurrido con la cazadora era muy asunto entre ustedes y tú mismo debías solucionarlo.

Aunque conociéndola, Berry probablemente le tiro más de una indirecta.

- Eres única, de verdad. – Dijiste entre una sonrisa. Te acercaste a ella y con mucho cuidado, acariciaste su cabello tiernamente. Te disponías a retirarte y dejarle dormir, pero justo antes de que pudieras irte, ella te toma del brazo y te jala hacia ella. Te abraza y te acurruca. Te das cuenta que aun esta con vida. Tu simplemente le dejas ser y te dejas llevar por su tacto. Cierras los ojos y respiras profundo. Chasqueas los dedos, y las luces se apagan. – Buenas noches… querida.

A la mañana siguiente, te fuera gustado haber no tomado tan enserio el entrenamiento. Te dolía el cuerpo. No era grave, pero sinceramente preferías estar más fresco que como te sientes en la actualidad. Te levantaste con cuidado, un poco gruñón, porque realmente estabas cómodo. Tu chica se le notaba fresca, alegre y sonriente. Algo que te gustaba ver. – Buenos días. – dijiste. Luego de eso saliste directo a tu habitación para prepararte y ponerte todo lo tuyo. Una vez listos, ella te esperaba afuera. Con sus singulares acciones acostumbradas.

- Ninguna pregunta.- Dijiste sonriendo. Movías un poco tu hombro adolorido, se te notaba. Pero no dejarías que eso te detuviera. – Pero si tengo una duda. – Le tomaste del mentón. – Pensé que me esperarías anoche. – Dijiste mirándole a los ojos. No estabas molesto, pero si pareciera que querías refunfuñar.

Pero te resistías a hacerlo.

Berry se dejó acariciar del mentón aunque sus ojos mostraron dudas, ella recordaba a Alpha peleando contra los hombres chocolatosos junto a ella, incluso se habían despertado juntos. Su mente le decía que el pirata había estado con ella pero también dudaba cuanto fue real y cuanto un sueño. Sonrió dejando un suave beso en los labios del pequeño antes de cruzar sus brazos al separarse.

—Yo recuerdo que estabas cuando luchamos contra los chocolatosos, supongo que me dormí esperando pero no hay que hacernos problemas. Eres una buena almohada, espero no haber golpeado nada mientras dormía.—

La zorra guiñó su ojo mientras tomaba su desayuno y almuerzo en dos bolsas diferentes y comenzaba el camino hasta el lugar de entreno sin necesidad de mirar. Su nariz marcaba el camino y en menos de la mitad del tiempo que habían tardado en encontrarlo ambos estaban frente al navío encallado.

—Para hoy el plan es la resistencia, consistencia y mentalidad. Luego repetiremos rutinas, un día como ayer y uno como hoy durante una semana entera. Lo primero que debes hacer es mover tus piernas, piensa que es un combate en el que tu enemigo golpea muy duro y debes esquivar para encontrar una apertura. Entonces te mueves al costado y ¡Uno, dos! Giras la cadera al otro lado y ¡Gancho! Todo eso con la misma intensidad, retrocedes y a la inversa.—

Berry se mostraba como toda una experta mientras realizaba los ejercicios de demostración, el trabajo de aquel día ponía en ejercicio todo el cuerpo pese a que el haki se siguiera concentrando en los puños. La idea era preparar el cuerpo para poder canalizar el Haki incluso durante largos periodos de actividad física frente a oponentes duros. La zorra continuó golpeando varias veces más, siempre dosificando la energía dado que la intención no era romper el límite si no aprender a mejorar la constancia antes de llegar a este.

Si bien gastaba gran parte de su energía y más al alcanzar el color azabache para los golpes finales, su trabajo se basaba en superar su nivel actual en base a mantener por más tiempo el recubrimiento y no solo degastar o maltratar su cuerpo sin ningún objetivo claro. Cuando el sol estaba en su punto más álgido la mink llamó a Alpha bajo un árbol para comer, ella como siempre tenía una buena base de pastas con carne, para quemarlas rápidamente con la siguiente fase de su rutina.

—¿Sientes los progresos? ¿Alguna cosa que te cueste?—

Preguntó la mink comiendo, se preocupaba a su manera para que el pirata pudiera alcanzar sus objetivos y no se estuviera rompiendo las manos. No tenía inconvenientes en explicar o en dar descansos más largos, todavía restaban cinco días de intensa rutina y estaba determinada a que ambos llegasen en plenas condiciones. Almorzar en la playa no se sentía tan mal, por lo menos no había viento y dado el constante movimiento la mink no mostraba signos de tener frío.

Recibes el beso sin ningún problema. Correspondes a él. Luego, ella va y te comenta algo bastante curioso, te podías imaginar los sueños de Berry, definitivamente no eran algo comunes si siempre se imaginaba gente comida. Bueno, algo que si podías asumir es que el apetito de la mink era uno bastante grande. Bueno, no tenías problemas en pagar un poco de más por la comida.

Después de todo, comer es un placer.

Ella lidero la marcha hacia el lugar donde practicarían. Tú le seguiste con total calma mientras le escuchabas hablar sobre el entrenamiento. No te parece cosa complicada, pero realmente te asegurarías de que en esta vez, no te sobrecargar tu cuerpo. Era muy bueno que quisieras superar tus límites. Pero por ahora, toca tomárselo con más cabeza, pequeño.

- Apenas ha pasado el primer día. – Dijiste mientras te serbias café. – Supongo que los progresos se comenzaran a notar con un poco más de tiempo. – Dijiste con tota la calma del mundo. No era para menos, sabias muy bien que con un simple día de entrenamiento no comenzarías a notar alguna mejora, pero eras cociente que la constancia era lo que daba los resultados. Por otro lado, Berry estaba resultando ser una maestra bastante buena. Bueno en cuestiones de entrenamiento físico al menos. Ahora en cuestión de haki, supones que aún le falta mucho al igual que a ti. Pero sin dudas algunas ella te llevaba actualmente algo de ventaja.

- No tengo ninguna duda en realidad. – Respondiste. – El entrenamiento nunca lo he visto como una cosa complicada. Es algo que se tiene que ser para mejorar y ya está. Es un concepto simple, asi que debería enfocarse de la misma manera. – Era simple de decirlo y asumirlo para ti. Obvio que existe diferentes distinto de entrenamiento y posiblemente algunos más complicados que otros. Pero tu manera de verlo te ayudaba a lidiar con el peso de este mismo. Se tiene que hacer si quieres mejorar, y punto. Algo tan sencillo como eso es la llave para conservar tu calma sin importar que sea.

Bien por ti, Alpha.

- He terminado. – Dijiste al terminar de comer. – ¿Comenzamos?

Si algo tenía entrenar con Alpha era que no tenía nunca dudas, era alguien muy dedicado y sobre todo paciente, a diferencia de algunas personas que Berry había entrenado el pirata no parecía tener prisas por notar mejoras o saltarse pasos. Era reconfortante para la zorra que esto fuera así, le permitía centrarse más en su propio entrenamiento a sabiendas que Alpha le seguiría el paso sin mucho problemas y que también era consciente de sus límites. La mink asintió ante la propuesta de continuar golpeando, habían parado por un poco tiempo para reponer energías pero el día era largo y todavía necesitaban llegar al anochecer repitiendo los golpes, los movimientos y las distintas combinaciones hasta que todas se volvieran tan naturales como el comer.

—Es agradable no tener que estar pendiente de tu entrenamiento y sentir que entrenamos en condiciones parejas. ¡Es momento de poner todo en práctica y seguir hasta el atardecer!—

Declaró como respuesta para luego ponerse en pie e iniciar con la rutina que le había explicado que seguirían ese día. Su cuerpo en poco tiempo se encontraba focalizado y cada movimiento de su cuerpo era preciso, rítmico y constante. La zorra demostraba estar acostumbrada a aquellos entrenamientos, incluso la dura madera parecía tan blanda como una bolsa al momento de recibir el impacto de los puños imbuidos en haki, a la par que Berry no demostraba dolor o cansancio tras someter a sus puños a semejante entrenamiento que para alguien inexperto podía derivar a graves heridas. Sus nudillos parecían a prueba de balas, mientras que cada golpe cargaba con un impacto estruendoso y potente, no había que ser muy inteligente para darse cuenta de que Berry tal vez llevaba meses o años sometida a una rutina tan demandante y pese al dolor inicial de los primeros días ahora la madera era tan blanda como cualquier bolsa de entrenamiento dada su inmensa fuerza.

—Muy bien, tiempo fuera, deberíamos tomar algo mientras miramos el atardecer y finalizar la última ronda. Esta vez serán puñetazos rápidos y lo más precisos posibles, para afinar nuestros sentidos al máximo en las últimas horas.—

Explicó la zorra mientras lamía sus garras y se secaba el sudor de su frente, recogiendo su merienda y comiendo observando la vista del mar fundirse con el sol, todo un lujo para ellos que habían decidido entrenar en la playa. Esperaba que Alpha estuviera preparado para el ejercicio final, confiaba en que todo aquel ejercicio no le había resultado muy agobiante. Estaban casi en la recta final del segundo día, a partir de ese momento solo sería repetir y alternar los ejercicios, lo más complicado ya había quedado atrás a partir de ese momento solo deberían preocuparse por llegar en plenas condiciones al séptimo día donde claramente aflorarían los resultados de su dura rutina.