Yuu Kinzoku
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Akuma no mi
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Era un día caluroso, estaba yo andando por el puerto de Loguetown recuperando el aliento, estaba sudando, el calor me agobiaba, no podía respirar con normalidad y no veía ninguna sombra en la que resguardarme, como no tenía dinero para poder ir al bar a tomar algo o al restaurante para comer me aparté un poco de la ciudad y gracias al poder de mi Akuma creé una pared la cual me dió sombra gracias a la cual conseguí dormir pese al calor que hacía.
Al despertarme estuve practicando un poco mi puntería y como no, acertaba casi siempre en el blanco. Tras un rato practicando me di cuenta de que mi estómago hacía más ruido que un buque de la marina atacando un barco pirata por lo que me acerqué de nuevo a la ciudad para buscar algo de comer y de beber fuese de la forma que fuese.
Llegué a la plaza y obtuve la atención de la gente ya que con mi poder creé una pequeña pared y deshice un mensaje en ella:
“Pasen y vean al mejor tirador de toda la ciudad, por 100 berries podrán ver el verdadero poder de un tirador experto”
Creé de nuevo una pared para darme sombra y esperé a que alguien aceptase verme en acción y así conseguir algo de comer, si no conseguía nada no me quedaría otra cosa más que robar cosa que no me apetecía ya que estaba hoy en un día muy vago.
La gente se quedaba mirando pero no se paraba ni se interesaba y yo ya me estaba cansando.
Como en 15 minutos no venga nadie deshago todo y me largo, no soy una estatua.
Al despertarme estuve practicando un poco mi puntería y como no, acertaba casi siempre en el blanco. Tras un rato practicando me di cuenta de que mi estómago hacía más ruido que un buque de la marina atacando un barco pirata por lo que me acerqué de nuevo a la ciudad para buscar algo de comer y de beber fuese de la forma que fuese.
Llegué a la plaza y obtuve la atención de la gente ya que con mi poder creé una pequeña pared y deshice un mensaje en ella:
“Pasen y vean al mejor tirador de toda la ciudad, por 100 berries podrán ver el verdadero poder de un tirador experto”
Creé de nuevo una pared para darme sombra y esperé a que alguien aceptase verme en acción y así conseguir algo de comer, si no conseguía nada no me quedaría otra cosa más que robar cosa que no me apetecía ya que estaba hoy en un día muy vago.
La gente se quedaba mirando pero no se paraba ni se interesaba y yo ya me estaba cansando.
Como en 15 minutos no venga nadie deshago todo y me largo, no soy una estatua.
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Hacía a penas un par de días que mi hermano pequeño Hitoku y yo habíamos llegado a Loguetown gracias a la habilidad de su fruta de convertirse en dragón. Necesitaba conseguir un par de medicinas y algunas herramientas para construir un proyecto que tenía en mente y que iba a ser un bombazo, así que había cogido a Hitoku para que, transformado el dragón, me llevar a Loguetown. El barco había quedado a unos cuantos kilómetros de la costa, pues no quería atraer demasiado la atención, aunque volar en un dragón de treinta metros no es que pase precisamente desapercibido.
Estuvimos andando durante un rato por la ciudad, buscando tiendas donde vendieran los productos que necesitaba. Hitoku, como siempre, estaba en la inopia.
— Hitoku, hijo mío, haz algo y ayúdame a buscar las tiendas en vez de pensar en nada. — le dije, tras darle una colleja.
Menudo hermano... Sólo tiene aire en la cabeza, pensé.
En ese momento, giré la esquina y me encontré con una pared bastante extraña y que no tendría porque estar allí. Parecía creada como de la nada. En ella había una frase que rezaba: “Pasen y vean al mejor tirador de toda la ciudad, por 100 berries podrán ver el verdadero poder de un tirador experto.” Miré a Hitoku con cara de circunstancias y, encogiéndome de hombros, le dije que fuéramos.
— Venga hermanito, por favor, vamos a entrar. Me apetece mucho, jobar. Déjame los 100 berries. — le pedí mientras le tiraba un poco de su ropa para que me hiciera caso. — Porfa, porfa, porfa, porfaaaa...
Y le dediqué una sonrisa de oreja a oreja, poniendo ojitos para que me dejara entrar en aquel sitio a ver al mejor tirador de la ciudad.
Estuvimos andando durante un rato por la ciudad, buscando tiendas donde vendieran los productos que necesitaba. Hitoku, como siempre, estaba en la inopia.
— Hitoku, hijo mío, haz algo y ayúdame a buscar las tiendas en vez de pensar en nada. — le dije, tras darle una colleja.
Menudo hermano... Sólo tiene aire en la cabeza, pensé.
En ese momento, giré la esquina y me encontré con una pared bastante extraña y que no tendría porque estar allí. Parecía creada como de la nada. En ella había una frase que rezaba: “Pasen y vean al mejor tirador de toda la ciudad, por 100 berries podrán ver el verdadero poder de un tirador experto.” Miré a Hitoku con cara de circunstancias y, encogiéndome de hombros, le dije que fuéramos.
— Venga hermanito, por favor, vamos a entrar. Me apetece mucho, jobar. Déjame los 100 berries. — le pedí mientras le tiraba un poco de su ropa para que me hiciera caso. — Porfa, porfa, porfa, porfaaaa...
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Un día caluroso en el que nos hallábamos mi hermano mayor Suzaku y yo en Loguetown de compras, dado que necesitábamos unas medicinas y algunas herramientas para el barco. Habíamos llegado gracias al poder de mi Akuma No Mi por no llamar la atención, en cualquier caso yo estaba en mi mundo cuando mi hermano, me dio una colleja y replico que le ayudara a buscar tiendas en vez de estar vagueando.
Vale vale, pero relájate.
Tanta prisa tienes de volver, si aquí se esta bien.
Entrelace los brazos por detrás de mi cabeza y continuamos con la caminata, mirando de un lado para otro haber si veíamos lo que necesitábamos, según giramos en una calle algo nos desconcertaos, una pared que parecía había emergido del suelo y en la que resaltaba un mensaje “Pasen y vean al mejor tirador de toda la ciudad, por 100 berries podrán ver el autentico poder de un tirador experto”. Continúe con mi camino, hasta que algo comenzó a tirarme de la ropa y a pedir algo.
No puede ser.
Mi hermano mayor, mi capitán, tirando de mi ropa suplicaba que fuéramos a ver aquel espectáculo sin sentido.
¿Pero eres mi hermanos mayor o un niño pequeño?
Para que se callara decidí entrar, aunque aquello no me convencía del todo, la cara y la sonrisa del tipo aquel no me molaban nada asíque entramos a ver que tal era.
Bien Suzaku, entremos.
Que hermano dios.
Vale vale, pero relájate.
Tanta prisa tienes de volver, si aquí se esta bien.
Entrelace los brazos por detrás de mi cabeza y continuamos con la caminata, mirando de un lado para otro haber si veíamos lo que necesitábamos, según giramos en una calle algo nos desconcertaos, una pared que parecía había emergido del suelo y en la que resaltaba un mensaje “Pasen y vean al mejor tirador de toda la ciudad, por 100 berries podrán ver el autentico poder de un tirador experto”. Continúe con mi camino, hasta que algo comenzó a tirarme de la ropa y a pedir algo.
No puede ser.
Mi hermano mayor, mi capitán, tirando de mi ropa suplicaba que fuéramos a ver aquel espectáculo sin sentido.
¿Pero eres mi hermanos mayor o un niño pequeño?
Para que se callara decidí entrar, aunque aquello no me convencía del todo, la cara y la sonrisa del tipo aquel no me molaban nada asíque entramos a ver que tal era.
Bien Suzaku, entremos.
Que hermano dios.
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Estaba apunto de recoger todo e irme ya de ahí, llevaba demasiado tiempo esperando para nada, nadie había mostrado interés por mi anuncio y ya estaba bastante aburrido de esperar.
Me levanté y empecé a recoger todo, no había hecho una habitación muy grande, tenía una alfombra en el medio de la estancia donde esperaba sentado a que la gente entrase, detrás mío apoyado en la pared tenía mi rifle y colgado de él estaba mi bolsa de munición ya casi vacía porque esa mañana había gastado demasiadas balas en su entrenamiento. Justo al entrar, delante de la alfombra había un cuenco no muy grande en el cual había prendido unos papeles y un poco de madera para dar luz a la estancia. Era una estancia sencilla pero para el uso que iba a tener era suficiente.
Justo en el momento en el que me decidí a recoger todo escuché desde fuera una voz que dijo algo así:
~ Venga hermanito, por favor, vamos a entrar. Me apetece mucho jobar. Déjame los 100 berries. Porfa, porfa, porfa, porfaaaa...
Eso me hizo aguardar un momento, sentarme en la alfombra y esperar un momento más a ver si al final entraba o no, eso era el único atisbo de interés que había recibido en todo el rato que llevaba ahí y por eso decidí esperar.
Mi espera resultó fructífera y vi como dos personas entraban.
El primero era un poco más bajo que yo tenía un extraño pelo rojo y lo que más me sorprendió de él fue una gran cicatriz en forma de X en su pecho
¿Como habrá sobrevivido a esa herida? Tengo que tener cuidado con él...
El que venía detrás de él debá de rondar los 2 metros de altura ya que era mucho más alto que el anterior. De éste lo que me sorprendió fue que no se que tenía pero inspiraba mucho más respeto que su hermano a pesar de parecer normal, algo tenía que no sabía decir el que
Joder, vaya dos han ido a interesarse... No podrían haber sido una madre y un niño pequeño no... a ver que me piden estos tipejos...
En ese momento un escalofrío recorrió todo mi cuerpo de la cabeza hasta los pies, y supe que algo saldría mal.
¿Que me pasa? ¿Porque tiemblo tanto? Son solo dos personas, extrañas, pero personas normales al fin y al cabo.
Nada más entraron intenté disimular mi nerviosismo dándoles la bienvenida.
-Buenas tardes señores, ¿quieren comprobar mi puntería? he llegado a matar de un tiro a tres palomas dándolas en la cabeza a las tres, también he dado a una moneda a 30 metros de distancia. ¿Qué queréis que haga? decidme, planteadme un reto, lo aceptaré y cumpliré
Cada palabra que decía costaba más arrancarla de mi garganta, algo malo iba a pasar, algo me lo decía.
Me levanté y empecé a recoger todo, no había hecho una habitación muy grande, tenía una alfombra en el medio de la estancia donde esperaba sentado a que la gente entrase, detrás mío apoyado en la pared tenía mi rifle y colgado de él estaba mi bolsa de munición ya casi vacía porque esa mañana había gastado demasiadas balas en su entrenamiento. Justo al entrar, delante de la alfombra había un cuenco no muy grande en el cual había prendido unos papeles y un poco de madera para dar luz a la estancia. Era una estancia sencilla pero para el uso que iba a tener era suficiente.
Justo en el momento en el que me decidí a recoger todo escuché desde fuera una voz que dijo algo así:
~ Venga hermanito, por favor, vamos a entrar. Me apetece mucho jobar. Déjame los 100 berries. Porfa, porfa, porfa, porfaaaa...
Eso me hizo aguardar un momento, sentarme en la alfombra y esperar un momento más a ver si al final entraba o no, eso era el único atisbo de interés que había recibido en todo el rato que llevaba ahí y por eso decidí esperar.
Mi espera resultó fructífera y vi como dos personas entraban.
El primero era un poco más bajo que yo tenía un extraño pelo rojo y lo que más me sorprendió de él fue una gran cicatriz en forma de X en su pecho
¿Como habrá sobrevivido a esa herida? Tengo que tener cuidado con él...
El que venía detrás de él debá de rondar los 2 metros de altura ya que era mucho más alto que el anterior. De éste lo que me sorprendió fue que no se que tenía pero inspiraba mucho más respeto que su hermano a pesar de parecer normal, algo tenía que no sabía decir el que
Joder, vaya dos han ido a interesarse... No podrían haber sido una madre y un niño pequeño no... a ver que me piden estos tipejos...
En ese momento un escalofrío recorrió todo mi cuerpo de la cabeza hasta los pies, y supe que algo saldría mal.
¿Que me pasa? ¿Porque tiemblo tanto? Son solo dos personas, extrañas, pero personas normales al fin y al cabo.
Nada más entraron intenté disimular mi nerviosismo dándoles la bienvenida.
-Buenas tardes señores, ¿quieren comprobar mi puntería? he llegado a matar de un tiro a tres palomas dándolas en la cabeza a las tres, también he dado a una moneda a 30 metros de distancia. ¿Qué queréis que haga? decidme, planteadme un reto, lo aceptaré y cumpliré
Cada palabra que decía costaba más arrancarla de mi garganta, algo malo iba a pasar, algo me lo decía.
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Tras insistir durante un rato, convencía a mi hermano pequeño Hitoku de que me pagar los cien berries que costaba la entrada y que me llevar a ver a aquel hombre. La verdad es que, aunque fuera el capitán del barco y el hermano mayor de los cuatro, cuando había algo que me asombraba o emocionaba, me comportaba como un niño pequeño el día de reyes: la ilusión se me desbordaba.
Los tengo dominados a todos como quiero. Nadie se resiste a la ilusión de un niño pequeño, pensé.
Al entrar al sitio, pude ver una habitación bastante normalita. Tenía una alfombra en el suelo donde estaba sentado el hombre que supuse era el tirador que se anunciaba. En frente, había una especia de cuenco donde había unos cuantos papeles quemados. Miré a aquel hombre. Era alto, aunque poquito menos que yo. Tenía el pelo rubio, exactamente igual que yo. Vi que detrás de él tenía un arma de fuego y una bolsa de municiones, aunque parecía no tener casi balas.
Espero que este tío no sea un farsante, o le saco los cien berries que ha pagado Hitoku a hostias. O mejor, que se los saque él, pensé.
Me acerqué a aquel hombre, despacio, fijándome en todos los detalles de la sala. Aquel hombre se presentó y nos contó algunas de las hazañas que había hecho, de las que yo me quedé sorprendido, aunque no lo demostré.
— Así que te podemos pedir lo que queramos, ¿eh?
Y miré a Hitoku, con cara interesante. Él sabía que cuando yo ponía esa cara, algo interesante estaba a punto de pasar.
Los tengo dominados a todos como quiero. Nadie se resiste a la ilusión de un niño pequeño, pensé.
Al entrar al sitio, pude ver una habitación bastante normalita. Tenía una alfombra en el suelo donde estaba sentado el hombre que supuse era el tirador que se anunciaba. En frente, había una especia de cuenco donde había unos cuantos papeles quemados. Miré a aquel hombre. Era alto, aunque poquito menos que yo. Tenía el pelo rubio, exactamente igual que yo. Vi que detrás de él tenía un arma de fuego y una bolsa de municiones, aunque parecía no tener casi balas.
Espero que este tío no sea un farsante, o le saco los cien berries que ha pagado Hitoku a hostias. O mejor, que se los saque él, pensé.
Me acerqué a aquel hombre, despacio, fijándome en todos los detalles de la sala. Aquel hombre se presentó y nos contó algunas de las hazañas que había hecho, de las que yo me quedé sorprendido, aunque no lo demostré.
— Así que te podemos pedir lo que queramos, ¿eh?
Y miré a Hitoku, con cara interesante. Él sabía que cuando yo ponía esa cara, algo interesante estaba a punto de pasar.
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Para que se callara decidí entrar, aunque aquello no me convencía del todo, la cara y la sonrisa del tipo aquel no me molaban nada asíque entramos a ver que tal era.
Bien Suzaku, entremos.
Que hermano dios.
Parecía que el tipo estaba a punto de irse pero se dio cuenta de la infantilada de mi hermano mayor, o eso se supone que era Suzaku. Según entramos aquel tipo nos miro con cara rara. Le di los cien berries y entramos dentro de aquel tenderete, mire la estructura parecía que se fuera a caer. Mire a Suzaku el cual parecía un niño pequeño con una piruleta.
¿Es en serio? No me lo puedo creer.
Aquel hombre entro en la tienda, nos miro y comenzó ha hablar, yo apenas atendí pero por lo que oí solo sabia farfullar, le note un tanto nervioso pero apenas hice caso. Me comencé a fijar en los detalles una alfombra en el suelo, un cuenco con papeles quemados y un arma con una bolsa de munición.
Asíque el mejor tirador del mundo eso ya lo veremos.
Según termino de explicarnos un poco sus “hazañas” Suzaku le hizo la pregunta, seguidamente me miro con una cara un tanto interesante y eso no me gusto un pelo.
No quiero saber ni lo que estas pensando.
Quería salir de allí cuanto antes, cuando Suzaku ponía esa cara era claramente un sálvese quien pueda, le devolví la mirada.
Suzaku ¿si queréis os dejo solos?
Bien Suzaku, entremos.
Que hermano dios.
Parecía que el tipo estaba a punto de irse pero se dio cuenta de la infantilada de mi hermano mayor, o eso se supone que era Suzaku. Según entramos aquel tipo nos miro con cara rara. Le di los cien berries y entramos dentro de aquel tenderete, mire la estructura parecía que se fuera a caer. Mire a Suzaku el cual parecía un niño pequeño con una piruleta.
¿Es en serio? No me lo puedo creer.
Aquel hombre entro en la tienda, nos miro y comenzó ha hablar, yo apenas atendí pero por lo que oí solo sabia farfullar, le note un tanto nervioso pero apenas hice caso. Me comencé a fijar en los detalles una alfombra en el suelo, un cuenco con papeles quemados y un arma con una bolsa de munición.
Asíque el mejor tirador del mundo eso ya lo veremos.
Según termino de explicarnos un poco sus “hazañas” Suzaku le hizo la pregunta, seguidamente me miro con una cara un tanto interesante y eso no me gusto un pelo.
No quiero saber ni lo que estas pensando.
Quería salir de allí cuanto antes, cuando Suzaku ponía esa cara era claramente un sálvese quien pueda, le devolví la mirada.
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Al entrar en la estancia los dos escudriñaron hasta el último centímetro cuadrado de esta y yo me sentí algo incómodo.
¿Por qué miran tanto? ¿Pensarán hacer algo?
Supuse que no y por lo tango seguí a lo mío, necesitaba dinero de cualquier modo, y teniendo en cuenta mi puntería algo muy difícil tenían que pedirme para que no fuese capaz de hacerlo.
Esto es pan comido, no saben con quién tratan, manejo mi rifle como el mejor pistolero su pistola, es como una extensión de mi.
Cuando terminé de hablar el más pequeño de los dos hermanos me pagó, cogí los 100 berries que me correspondían por mi exhibición y los metí en mi bolsillo.
Nada más acabar yo, el más alto habló.
~ Así que te podemos pedir lo que queramos, ¿eh?
Me sorprendí bastante al reconocer que su voz era la que había escuchado anteriormente, la verdad es que por su aspecto no pensé que pudiera tener esos arrebatos de infantilidad.
Al terminar la frase y miró a su hermano con cara extraña, como queriendo darle a entender algo que solo ellos entenderían. El otro hermano se quedó algo extrañado cuando vio la cara de su hermano, me temía que algo iba a pasar, mi sentimiento cada vez se agrandaba y eso solo hacía que me pusiese mas nervioso cuando de repente el más bajo de los dos hermanos dijo algo
Suzaku ¿si queréis os dejo solos?
Esas palabras me extrañaron y solo hicieron que dudase de si había sido buena idea aceptar su dinero.
¿Que estarán tramando estos dos? Esto me huele a chamusquina...
Mi nerviosismo comenzaba a notarse ya, por lo que decidí ponerme en pie y volver a hablar.
-Bueno, ya que parece que nadie empieza comenzaré yo. Me llamo Yuu Kinzoku, soy un pirata, llevo desde pequeño entrenando mi puntería y a día de hoy nadie me ha ganado en un concurso de tiro, de hecho este rifle se le gané a un marine en una apuesta, el pobre ingenuo me dijo que si acertaba a una moneda a 20 metros me daba su arma si no debería enrolarme en su tripulación y dejar atrás mi vida pirata, y como veis aquí tengo su arma. Dado que estamos en plena plaza de la ciudad no creo que sea buena idea que me ponga a disparar aquí en medio. ¿Os parece si salimos a las afueras?
¿Por qué miran tanto? ¿Pensarán hacer algo?
Supuse que no y por lo tango seguí a lo mío, necesitaba dinero de cualquier modo, y teniendo en cuenta mi puntería algo muy difícil tenían que pedirme para que no fuese capaz de hacerlo.
Esto es pan comido, no saben con quién tratan, manejo mi rifle como el mejor pistolero su pistola, es como una extensión de mi.
Cuando terminé de hablar el más pequeño de los dos hermanos me pagó, cogí los 100 berries que me correspondían por mi exhibición y los metí en mi bolsillo.
Nada más acabar yo, el más alto habló.
~ Así que te podemos pedir lo que queramos, ¿eh?
Me sorprendí bastante al reconocer que su voz era la que había escuchado anteriormente, la verdad es que por su aspecto no pensé que pudiera tener esos arrebatos de infantilidad.
Al terminar la frase y miró a su hermano con cara extraña, como queriendo darle a entender algo que solo ellos entenderían. El otro hermano se quedó algo extrañado cuando vio la cara de su hermano, me temía que algo iba a pasar, mi sentimiento cada vez se agrandaba y eso solo hacía que me pusiese mas nervioso cuando de repente el más bajo de los dos hermanos dijo algo
Suzaku ¿si queréis os dejo solos?
Esas palabras me extrañaron y solo hicieron que dudase de si había sido buena idea aceptar su dinero.
¿Que estarán tramando estos dos? Esto me huele a chamusquina...
Mi nerviosismo comenzaba a notarse ya, por lo que decidí ponerme en pie y volver a hablar.
-Bueno, ya que parece que nadie empieza comenzaré yo. Me llamo Yuu Kinzoku, soy un pirata, llevo desde pequeño entrenando mi puntería y a día de hoy nadie me ha ganado en un concurso de tiro, de hecho este rifle se le gané a un marine en una apuesta, el pobre ingenuo me dijo que si acertaba a una moneda a 20 metros me daba su arma si no debería enrolarme en su tripulación y dejar atrás mi vida pirata, y como veis aquí tengo su arma. Dado que estamos en plena plaza de la ciudad no creo que sea buena idea que me ponga a disparar aquí en medio. ¿Os parece si salimos a las afueras?
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— Sí sí sí, lo que tú digas. — dije, cortando a aquel hombre que decía ser el mejor tiradora del mundo. Había empezado a contarme una historia de su pasado, la cual no me interesaba.
Salimos de la ciudad. Me quedé pensando un momento sobre qué era lo que iba a pedirle, hasta que se me ocurrió una idea perfecta.
— Hitoku, ponte detrás de mi.
La situación era la siguiente: el tirador, delante de mi y mi hermano pequeño detrás, estando yo en medio y formando los tres una línea recta. Sabía que mi hermano no tenía ni idea de lo que iba a hacer, incluso que podría estar asustado, pero mis ideas siempre funcionaban.
— De acuerdo. — comencé. — Estoy buscando un tirador para mi tripulación, y quiero ver si eres capaz de ocupar ese puesto. Sin moverte, dale efecto a la bala para disparar a mi hermano y a mi no tocarme con el proyectil.
Sabía que mis palabras habían quedado muy caladas en ambos, pues hubo un silencio sepulcral. Me estaba imaginando la cara de mi hermano Hitoku al escuchar lo que estaba diciendo. Miré hacia atrás y sonreí mi hermano pequeño. Luego, volví a hablar con el tirador.
— Si me das a mi, me tendrás que devolver los cien berries. ¿De acuerdo?
Salimos de la ciudad. Me quedé pensando un momento sobre qué era lo que iba a pedirle, hasta que se me ocurrió una idea perfecta.
— Hitoku, ponte detrás de mi.
La situación era la siguiente: el tirador, delante de mi y mi hermano pequeño detrás, estando yo en medio y formando los tres una línea recta. Sabía que mi hermano no tenía ni idea de lo que iba a hacer, incluso que podría estar asustado, pero mis ideas siempre funcionaban.
— De acuerdo. — comencé. — Estoy buscando un tirador para mi tripulación, y quiero ver si eres capaz de ocupar ese puesto. Sin moverte, dale efecto a la bala para disparar a mi hermano y a mi no tocarme con el proyectil.
Sabía que mis palabras habían quedado muy caladas en ambos, pues hubo un silencio sepulcral. Me estaba imaginando la cara de mi hermano Hitoku al escuchar lo que estaba diciendo. Miré hacia atrás y sonreí mi hermano pequeño. Luego, volví a hablar con el tirador.
— Si me das a mi, me tendrás que devolver los cien berries. ¿De acuerdo?
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Pague a aquel tipo los cien berries, mientras Suzaku seguí con su ilusión de niño pequeño y yo no paraba de escudriñar aquel extraño lugar.
Mas te vale que seas el mejor, o te las veras conmigo.
Unos instantes después, aquel tipo aunque intentara disimularlo estaba mas nervioso aun y bueno tras mis palabras, dudo que se tranquilizara, decía ser un pirata y llevar desde pequeño con la practica de su puntería. Saco un rifle, un tanto viejo, pero de buena calidad, lo había ganado en una apuesta con un marine, una hazaña bastante buen teniendo en cuanta la palabra de la marina con los piratas. Estaría a punto de terminar, cuando Suzaku le corto, en ese momento volvió a mirarme y me ordeno que me pusiera tras él.
Dios mío en que habrá pensado.
La colocación, en la que estábamos era demasiado extraña aunque no tenia ni idea, estaba un poco asustado pero tranquilo al mismo tiempo, las ideas de mi hermano podían ser poco ortodoxas pero siempre funcionaban, se dirigió hacia aquel tipo y le comento que estábamos en busca de un tirador para nuestra banda, en cierto modo se lo ofreció si demostraba que merecía aquel puesto. Tras esas palabras mi hermano me miro con una sonrisa, la cual le devolví.
Asíque puede que este tipo sea nuestro próximo nakama, veamos de que es capaz.
Mi hermano dijo unas ultimas palabras, las cuales me hicieron fingir una cara de sorpresa bastante buena, si el tirador le daba a él la bala rebotaría y nos devolverían los cien berries, si evitaba a Suzaku llegaría hasta mi, aunque no tenia mucha preocupación, puede que fuera una bala pero mis escamas eran bastante duras a pesar de que estaba en forma humana.
Suzaku nos arriesgamos demasiado.
No estaba preocupado por si me daba, pero si por si aquel tipo descubría el poder que habitaba en nuestro interior, dado nuestras habilidades obtenidas de las Akuma No Mi ingeridas tiempo atrás. Mire a los ojos a aquel tipo.
Tu mas te vale acertar en mi, o créeme que si dañas a mi hermano, te quedas sin vida.
Mire de nuevo a mi hermano y me quede quieto esperando la reacción de aquel tipo llamado Yuu Kinzoku, el supuesto mejor tirador del mundo.
Mas te vale que seas el mejor, o te las veras conmigo.
Unos instantes después, aquel tipo aunque intentara disimularlo estaba mas nervioso aun y bueno tras mis palabras, dudo que se tranquilizara, decía ser un pirata y llevar desde pequeño con la practica de su puntería. Saco un rifle, un tanto viejo, pero de buena calidad, lo había ganado en una apuesta con un marine, una hazaña bastante buen teniendo en cuanta la palabra de la marina con los piratas. Estaría a punto de terminar, cuando Suzaku le corto, en ese momento volvió a mirarme y me ordeno que me pusiera tras él.
Dios mío en que habrá pensado.
La colocación, en la que estábamos era demasiado extraña aunque no tenia ni idea, estaba un poco asustado pero tranquilo al mismo tiempo, las ideas de mi hermano podían ser poco ortodoxas pero siempre funcionaban, se dirigió hacia aquel tipo y le comento que estábamos en busca de un tirador para nuestra banda, en cierto modo se lo ofreció si demostraba que merecía aquel puesto. Tras esas palabras mi hermano me miro con una sonrisa, la cual le devolví.
Asíque puede que este tipo sea nuestro próximo nakama, veamos de que es capaz.
Mi hermano dijo unas ultimas palabras, las cuales me hicieron fingir una cara de sorpresa bastante buena, si el tirador le daba a él la bala rebotaría y nos devolverían los cien berries, si evitaba a Suzaku llegaría hasta mi, aunque no tenia mucha preocupación, puede que fuera una bala pero mis escamas eran bastante duras a pesar de que estaba en forma humana.
Suzaku nos arriesgamos demasiado.
No estaba preocupado por si me daba, pero si por si aquel tipo descubría el poder que habitaba en nuestro interior, dado nuestras habilidades obtenidas de las Akuma No Mi ingeridas tiempo atrás. Mire a los ojos a aquel tipo.
Tu mas te vale acertar en mi, o créeme que si dañas a mi hermano, te quedas sin vida.
Mire de nuevo a mi hermano y me quede quieto esperando la reacción de aquel tipo llamado Yuu Kinzoku, el supuesto mejor tirador del mundo.
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Accedieron y abandonamos la plaza para salir a las afueras de la ciudad, tenían una extraña cara, aún no sabía que me iban a proponer pero no sería algo fácil, estos tipos no eran de los que querían dar su dinero así porque si.
El más alto me cortó muy secamente diciendo "si si si, lo que tu digas"
Cuando salimos de la ciudad llegamos a una explanada algo alejada de la ciudad porque si los marines escuchaban tiros estaríamos en un grave problema y creo que ni ellos ni yo estábamos dispuestos a tener problemas con los marines, al menos yo no lo estaba.
"Hitoku, ponte detrás de mi" dijo el más alto de los dos.
Bien, ya se el nombre de ambos, el alto es Suzaku y el otro se llama Hitoku.
Cuando Hitoku se colocó yo no le veía, ya que Suzaku era más alto que él y le tapaba completamente. De repente Suzaku comenzó a hablar.
— De acuerdo. Estoy buscando un tirador para mi tripulación, y quiero ver si eres capaz de ocupar ese puesto. Sin moverte, dale efecto a la bala para disparar a mi hermano y a mi no tocarme con el proyectil.
Se me calló el alma al suelo, ¿como podría dar efecto a la bala? eso es imposible, nunca había oído de un tirador que diese efecto a la bala, eso era imposible.
Salí de mi ensimismamiento cuando habló Hitoku, el cual se dirigió primero a Suzaku
Suzaku, nos arriesgamos demasiado
Y después me dijo a mi que tuviese cuidado que no dañase a su hermano por que si lo hacía me podría costar la vida.
-Eso es algo que nunca he hecho, no se si podré ser capaz, dame unos minutos para que me concentre.
Me dispuse a entrenar la respiración, respiraciones hondas y soltando el aire poco a poco, bajando mis pulsaciones, relajando los músculos para bajar el pulso.
Mierda, ¿como cojones se supone que haré eso? a ver, piensa, puede que si hago un movimiento semicircular con el brazo y a la vez giro el rifle quizás sea efectivo nunca lo he hecho pero bueno, creo que puede funcionar.
-Está bien, voy a intentarlo, no prometo nada ya que eso contradice toda lógica pero bueno...
Y disparé, crucé los dedos mentalmente para que diese el en objetivo pero solo la bala sabía cual era su trayectoria.
El más alto me cortó muy secamente diciendo "si si si, lo que tu digas"
Cuando salimos de la ciudad llegamos a una explanada algo alejada de la ciudad porque si los marines escuchaban tiros estaríamos en un grave problema y creo que ni ellos ni yo estábamos dispuestos a tener problemas con los marines, al menos yo no lo estaba.
"Hitoku, ponte detrás de mi" dijo el más alto de los dos.
Bien, ya se el nombre de ambos, el alto es Suzaku y el otro se llama Hitoku.
Cuando Hitoku se colocó yo no le veía, ya que Suzaku era más alto que él y le tapaba completamente. De repente Suzaku comenzó a hablar.
— De acuerdo. Estoy buscando un tirador para mi tripulación, y quiero ver si eres capaz de ocupar ese puesto. Sin moverte, dale efecto a la bala para disparar a mi hermano y a mi no tocarme con el proyectil.
Se me calló el alma al suelo, ¿como podría dar efecto a la bala? eso es imposible, nunca había oído de un tirador que diese efecto a la bala, eso era imposible.
Salí de mi ensimismamiento cuando habló Hitoku, el cual se dirigió primero a Suzaku
Suzaku, nos arriesgamos demasiado
Y después me dijo a mi que tuviese cuidado que no dañase a su hermano por que si lo hacía me podría costar la vida.
-Eso es algo que nunca he hecho, no se si podré ser capaz, dame unos minutos para que me concentre.
Me dispuse a entrenar la respiración, respiraciones hondas y soltando el aire poco a poco, bajando mis pulsaciones, relajando los músculos para bajar el pulso.
Mierda, ¿como cojones se supone que haré eso? a ver, piensa, puede que si hago un movimiento semicircular con el brazo y a la vez giro el rifle quizás sea efectivo nunca lo he hecho pero bueno, creo que puede funcionar.
-Está bien, voy a intentarlo, no prometo nada ya que eso contradice toda lógica pero bueno...
Y disparé, crucé los dedos mentalmente para que diese el en objetivo pero solo la bala sabía cual era su trayectoria.
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La situación ya estaba formada. Mi hermano Hitoku estaba detrás de mi, a unos cuatro metros. Delante de mi, a algo más de seis metros estaba aquel tirador que presumía de ser el mejor del mundo. Tan sólo tenía que darle efecto a la bala para disparar a Hitoku en vez de a mi. Sabía que no iba a ser capaz, así que me puse yo delante porque, gracias a mi Akuma no mi, las balas rebotaban en mi cuerpo.
Veamos de que estás hecho, tirador, pensé para mi.
Aquel tipo, que tenía delante de mi, hizo un movimiento semicircular con el brazo en el que portaba el arma. La teoría estaba bien aplicada, pero le faltaba muchísima velocidad a aquel movimiento. Sabía perfectamente que no iba a ser capaz de conseguirlo. Cuando disparó, el arma apuntaba directamente a mi cuello y, efectivamente, cuando la bala recorrió los seis metros que me separaban del tirador, me impactó en el cuello. Mi carne se estiró hacia atrás hasta que llegó al punto máximo. Luego, se volvió a poner en su lugar a gran velocidad, haciendo que la bala saliera disparada muy rápido y le rozara la cara en el carrillo derecho al tirador.
— Sabía que no serías capaz. — dije, confirmando mis sospechas. — Quiero que me devuelvas los cien berries.
Me sentía timado y estafado por aquel que afirmaba ser el mejor tirador del mundo. El mejor tenía que ser capaz de darte con un tiro en la espalda cuando lo tuvieras delante. Ser capaz de dar a un blanco móvil que estuviera a dos kilómetros y con los ojos vendados. Eso significaba ser el mejor del mundo, y aquel hombre estaba claro que no lo era. Miré a Hitoku y, vocalizando y sin hablar, le dije que estuviera preparado por si tenía que entrar en acción. Quería mis cien berries, fuera como fuera.
Veamos de que estás hecho, tirador, pensé para mi.
Aquel tipo, que tenía delante de mi, hizo un movimiento semicircular con el brazo en el que portaba el arma. La teoría estaba bien aplicada, pero le faltaba muchísima velocidad a aquel movimiento. Sabía perfectamente que no iba a ser capaz de conseguirlo. Cuando disparó, el arma apuntaba directamente a mi cuello y, efectivamente, cuando la bala recorrió los seis metros que me separaban del tirador, me impactó en el cuello. Mi carne se estiró hacia atrás hasta que llegó al punto máximo. Luego, se volvió a poner en su lugar a gran velocidad, haciendo que la bala saliera disparada muy rápido y le rozara la cara en el carrillo derecho al tirador.
— Sabía que no serías capaz. — dije, confirmando mis sospechas. — Quiero que me devuelvas los cien berries.
Me sentía timado y estafado por aquel que afirmaba ser el mejor tirador del mundo. El mejor tenía que ser capaz de darte con un tiro en la espalda cuando lo tuvieras delante. Ser capaz de dar a un blanco móvil que estuviera a dos kilómetros y con los ojos vendados. Eso significaba ser el mejor del mundo, y aquel hombre estaba claro que no lo era. Miré a Hitoku y, vocalizando y sin hablar, le dije que estuviera preparado por si tenía que entrar en acción. Quería mis cien berries, fuera como fuera.
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Nos hallábamos en una explanada desolada, alejados de la ciudad, estaba situado detrás de Suzaku por orden del mismo, Yuu se puso aun mas nervioso, la presión a la que estuvo sometido no era comparable a la que tendría que ser sometido en nuestra tripulación.
Tranquilo, no es para tanto.
Lo dije entre una pequeña sonrisa, se levanto respiro hondo y disparo con aquel rifle, con toda confianza haciendo un movimiento semicircular con el brazo, acertando en el cuello de mi hermano, al cual la bala hizo que regresara hacia Yuu, rozándole la parte derecha de su cara, mi hermano decepcionado, le pidió con toda tranquilidad que le devolviera los berries que le había dado, cien exactamente.
Esto se pone interesante.
Comencé a reírme como un poseso endemoniado, en un momento dado mi hermano me miro y articulo palabras mudas, para que estuviera preparado para el combate, continúe mi risa diabólica y abandone mi posición para colocarme a la izquierda de mi hermano, hacia mucho calor y mi sangre comenzaba a hervir, si aquel tipo no nos devolvía los berries por las buenas, que se atañera a las consecuencias de las malas y el pronostico no era muy bueno.
Soy un hombre paciente, menos cuando me intentan estafar, ya has oído a mi hermano, danos nuestros cien berries o me cobro tu vida.
Según termine de hablar hice que mi mandíbula, cambiara a mi forma hibrida, afilando, endureciendo y sobre todo alargando mi mandíbula, mire aquel tipo una ultima vez esperando una reacción, o sino el mundo se le vendría encima.
Vamos no tengo todo el día.
Tranquilo, no es para tanto.
Lo dije entre una pequeña sonrisa, se levanto respiro hondo y disparo con aquel rifle, con toda confianza haciendo un movimiento semicircular con el brazo, acertando en el cuello de mi hermano, al cual la bala hizo que regresara hacia Yuu, rozándole la parte derecha de su cara, mi hermano decepcionado, le pidió con toda tranquilidad que le devolviera los berries que le había dado, cien exactamente.
Esto se pone interesante.
Comencé a reírme como un poseso endemoniado, en un momento dado mi hermano me miro y articulo palabras mudas, para que estuviera preparado para el combate, continúe mi risa diabólica y abandone mi posición para colocarme a la izquierda de mi hermano, hacia mucho calor y mi sangre comenzaba a hervir, si aquel tipo no nos devolvía los berries por las buenas, que se atañera a las consecuencias de las malas y el pronostico no era muy bueno.
Soy un hombre paciente, menos cuando me intentan estafar, ya has oído a mi hermano, danos nuestros cien berries o me cobro tu vida.
Según termine de hablar hice que mi mandíbula, cambiara a mi forma hibrida, afilando, endureciendo y sobre todo alargando mi mandíbula, mire aquel tipo una ultima vez esperando una reacción, o sino el mundo se le vendría encima.
Vamos no tengo todo el día.
Yuu Kinzoku
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Al apretar el gatillo del rifle vi como la bala no recorría la trayectoria que debería.
¡Joder! Lo sabía...
No me dio tiempo a reaccionar cuando vi que la bala le dio en el cuello
¡Mierda! estoy muerto... El otro me va a matar...
-¿¡Pero que cojones!?
La bala salió rebotada de su cuello y me rozó la mejilla derecha, me quedé paralizado, no podía mover ni un músculo
¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué a ese tipo le ha rebotado la bala?
De repente Suzaku habló y me dijo que sabía que no sería capaz y que le devolviese el dinero pero si lo hacía me quedaría sin comer y eso no podía hacerlo, cualquier cosa menos eso.
Intenté decir algo pero aún seguía en shock, no pude decir nada antes de que Hitoku hablase.
Soy un hombre paciente, menos cuando me intentan estafar, ya has oído a mi hermano, danos nuestros cien berries o me cobro tu vida.
Y según terminó de pronunciar la última palabra su mandíbula cambió, se transformó en algo diferente, algo terrorífico.
¿Pero que son estos tipos? Aún así, no puedo dar el dinero, no, moriré de hambre si no lo hago.
-¿Qué sois vosotros? Lo siento mucho pero no puedo hacerlo, vosotros me distéis el dinero y ahora no puedo devolverlo, lo siento pero no.
Y me puse en posición de defensa, no me fiaba de esos tipos, podrían hacer cualquier cosa con tal de recuperar su dinero pero yo estaba preparado o creía estarlo.
¡Joder! Lo sabía...
No me dio tiempo a reaccionar cuando vi que la bala le dio en el cuello
¡Mierda! estoy muerto... El otro me va a matar...
-¿¡Pero que cojones!?
La bala salió rebotada de su cuello y me rozó la mejilla derecha, me quedé paralizado, no podía mover ni un músculo
¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué a ese tipo le ha rebotado la bala?
De repente Suzaku habló y me dijo que sabía que no sería capaz y que le devolviese el dinero pero si lo hacía me quedaría sin comer y eso no podía hacerlo, cualquier cosa menos eso.
Intenté decir algo pero aún seguía en shock, no pude decir nada antes de que Hitoku hablase.
Soy un hombre paciente, menos cuando me intentan estafar, ya has oído a mi hermano, danos nuestros cien berries o me cobro tu vida.
Y según terminó de pronunciar la última palabra su mandíbula cambió, se transformó en algo diferente, algo terrorífico.
¿Pero que son estos tipos? Aún así, no puedo dar el dinero, no, moriré de hambre si no lo hago.
-¿Qué sois vosotros? Lo siento mucho pero no puedo hacerlo, vosotros me distéis el dinero y ahora no puedo devolverlo, lo siento pero no.
Y me puse en posición de defensa, no me fiaba de esos tipos, podrían hacer cualquier cosa con tal de recuperar su dinero pero yo estaba preparado o creía estarlo.
Suzaku
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Pude intuir que mi hermano Hitoku estaba empezando a cabrearse debido al tono que estaba utilizando para dirigirse al tirador. Yo intenté calmarme antes de soltarle un puñetazo al tipo que acababa de estafarnos y de dispararme en el cuello.
Relájate, Suzaku, pensé, para mi mismo.
Me separé un poco de aquel hombre, acercándome a Hitoku y apartándome de su linea visual con el tirador.
— Espero que sepas lo que haces por no devolverme mi dinero.
Miré a Hitoku y le hice un gesto con la cabeza, asintiendo, para darle permiso de atacar a aquel rubio que se hacía pasar por el mejor tirador del mundo. Aquello iba a ser muy interesante.
Relájate, Suzaku, pensé, para mi mismo.
Me separé un poco de aquel hombre, acercándome a Hitoku y apartándome de su linea visual con el tirador.
— Espero que sepas lo que haces por no devolverme mi dinero.
Miré a Hitoku y le hice un gesto con la cabeza, asintiendo, para darle permiso de atacar a aquel rubio que se hacía pasar por el mejor tirador del mundo. Aquello iba a ser muy interesante.
OFF: Ahora, Yuu e Hitoku se van a pelear, por lo que me retiro de los post hasta que terminen, porque mis post serían narrando la pelea, cosa que veo absurda. Cuando acaben, vuelvo al rol. (Dale caña hermanito ^^)
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Mi paciencia comenzaba a llegar a su limite, aquel tipo se negó a devolvernos el dinero, estaba asustado muy asustado, era compresible dado que no todos los días se ve gente como mi hermano o como yo. El tiempo se embravecía, amenazaba con tormenta y la situación se oscureció poco a poco, la mandíbula de dragón había salido, era el momento de las garras. Suzaku aun estaba delante mía pero instantes después se aparto y mi línea visual con el tal Yuu era perfecta, le tenia delante de mi, la sangre me hervía, mi mente comenzaba a perderse y a sumirse en unos sentimientos locos, ansiosos por darle un bocado a aquel tipo, aunque no era caníbal era partidario y conocido por hacer sufrir a mis presas lenta y dolorosamente hasta que me rogaran su propia muerte. Miraba hacia abajo, levante la mirada dirigiéndola hacia a aquel tipo.
Prepárate para morir lenta y dolorosamente.
No mostraba signos de estar vivo, paralizado por su propio miedo imaginaba, si era rápido el combate terminaría pronto. Mi hermano me hizo el gesto que yo esperaba para atacar y en el instante en el que me lo dio fui a por aquel tipo. Mi locura se había exteriorizado, cada paso que estaba mas cerca de aquel tipo mas escamas me recubrieron el cuerpo, por si acaso se le ocurría disparar aunque lo dudaba dado la parálisis que se tenia a causa del miedo. Me plante delante de él.
Bu
En unos instantes haciendo uso de mis garras y saltando por encima de aquel tipo me abalance sobre él con mis garras, para intentar rasgarle la parte superior del pecho y parte de la espalda
Vas a suplicarme por tu vida, ten lo por seguro.
Prepárate para morir lenta y dolorosamente.
No mostraba signos de estar vivo, paralizado por su propio miedo imaginaba, si era rápido el combate terminaría pronto. Mi hermano me hizo el gesto que yo esperaba para atacar y en el instante en el que me lo dio fui a por aquel tipo. Mi locura se había exteriorizado, cada paso que estaba mas cerca de aquel tipo mas escamas me recubrieron el cuerpo, por si acaso se le ocurría disparar aunque lo dudaba dado la parálisis que se tenia a causa del miedo. Me plante delante de él.
Bu
En unos instantes haciendo uso de mis garras y saltando por encima de aquel tipo me abalance sobre él con mis garras, para intentar rasgarle la parte superior del pecho y parte de la espalda
Vas a suplicarme por tu vida, ten lo por seguro.
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