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Akuma no mi
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Era un día como cualquier otro, después de haber estado viajando por el east blue y el west blue incluso parte del south blue, llegué a Karakura, una isla que estaba en el North Blue. En verdad no tenía gran cosa que hacer, pero tampoco pasaba nada por estar allí un rato. Tras desembarcar en la isla, fui directo a la ciudad.
Iba vestido con una camiseta negra sin mangas, unos pantalones negros que me llegaban hasta las rodillas, una chaqueta blanca abierta, un collar que me puso Teil y no me lo iba a quitar para nada, unas bombas renacuajo dentro de la chaqueta y un rifle atado con una correa negra a mi espalda.
La gente paseaba por aquella ciudad, que mas que casas, no podías andar dos pasos sin ver algún árbol o cualquier vegetación de la isla. Me había costado un poco subir la montaña, pero bueno, así entrenaba y jugaba a ver que pasaba antes, o un desprendimiento o me agotaba y me caía haciendo caída libre.
-Veamos que puedo hacer...- Me dije a mi mismo mientras seguía caminando observando la ciudad, había mucha vegetación, demasiada para mi gusto y las casas todas eran iguales excepto algunas que serían las tiendas, pero estas estaban algo desgastadas y parecía que fueran a caerse en cualquier momento.
Y mientras caminaba, fue entonces que vi un chico paseando un perro, por alguna extraña razón, me imaginé a Teil llevándome con correa por un parque donde no había nadie y haciéndome cosas lujuriosas; me puse la mano a la nariz tapando mis orificios nasales para evitar que un chorro de sangre saliera de allí.
Agité mi cabeza de un lado a otro para sacarme aquellos pensamientos mientras la gente me observaba extrañada por el collar de perro que llevaba, cosa normal, pero tampoco me importaba demasiado. Ahora lo que tenía que hacer era mirar de buscar alguna cosa que hacer o incluso un criminal buscado para cobrar su recompensa si la tenía, si no, lo mataría y listos.
Iba vestido con una camiseta negra sin mangas, unos pantalones negros que me llegaban hasta las rodillas, una chaqueta blanca abierta, un collar que me puso Teil y no me lo iba a quitar para nada, unas bombas renacuajo dentro de la chaqueta y un rifle atado con una correa negra a mi espalda.
La gente paseaba por aquella ciudad, que mas que casas, no podías andar dos pasos sin ver algún árbol o cualquier vegetación de la isla. Me había costado un poco subir la montaña, pero bueno, así entrenaba y jugaba a ver que pasaba antes, o un desprendimiento o me agotaba y me caía haciendo caída libre.
-Veamos que puedo hacer...- Me dije a mi mismo mientras seguía caminando observando la ciudad, había mucha vegetación, demasiada para mi gusto y las casas todas eran iguales excepto algunas que serían las tiendas, pero estas estaban algo desgastadas y parecía que fueran a caerse en cualquier momento.
Y mientras caminaba, fue entonces que vi un chico paseando un perro, por alguna extraña razón, me imaginé a Teil llevándome con correa por un parque donde no había nadie y haciéndome cosas lujuriosas; me puse la mano a la nariz tapando mis orificios nasales para evitar que un chorro de sangre saliera de allí.
Agité mi cabeza de un lado a otro para sacarme aquellos pensamientos mientras la gente me observaba extrañada por el collar de perro que llevaba, cosa normal, pero tampoco me importaba demasiado. Ahora lo que tenía que hacer era mirar de buscar alguna cosa que hacer o incluso un criminal buscado para cobrar su recompensa si la tenía, si no, lo mataría y listos.
Megumi Murasaki
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Llevaba fuera de casa ya unos cuantos días. Pasear por el North Blue me estaba llevando de cabeza, pero no podía hacer otra cosa, tenía la obligación de encontrar a mi madre. No conseguía verla por ninguna de las dos islas en las que había estado hasta ahora, y decidí visitar una tercera, Karakura. Tenía bonitas casas, eso sí, casi todas eran iguales. Uno de los detalles que más me gustó de aquella ciudad, era la cantidad de vegetación que tenía, siempre me ha gustado el olor a hierba y campo.
Voy a buscar el punto más alto de esta ciudad, me gustaría ver si tiene algo de especial.
A lo lejos vi un par de montañas, y me dirigí hacia la más alta de ellas, podría respirar un poquito mejor y ver que ambiente se movía por allí.
Hacia un tiempo agradable. Llevaba mi ropa de siempre, solo que desabroché un poco mi camisa rosa, ya que el llevarla hasta arriba me estaba agobiando con aquella temperatura tan buena. De camino, me paré en una tienda un tanto vieja a comprar mis amados regalices de fresa, gasté 10 berries en llenar mi bolsillo con mis chuches preferidas, y salí de la tienda contenta comiéndome un regaliz. Seguí caminando, había mucha gente en esa ciudad. Una niña llamó mi atención, me recordaba a cuando yo era pequeña, que jugaba con todo animal que se encontraba por la calle. Ella me vio, le sonreí, y seguí por mi camino. Según llegaba a la montaña más pequeña, un airecillo fresco entraba por mi falda, era agradable, solo que algún hombre miró descaradamente. Apreté mi falda con las manos contra mis muslos, y seguí mi camino.
Dichoso viento inesperado...espero que en la cima de la montaña pueda tumbarme en el césped y relajarme, estoy muy cansada de caminar.
Empecé a subir la pequeña montaña observando a la gente paseando perros, familias, niños jugando...todo era precioso. Las ganas de descubrir que había en lo alto de la gran montaña, me ayudaron a subir rápidamente.
Ya la veo, hay una suave neblina a su alrededor, que curiosidad me acaba de entrar.
Voy a buscar el punto más alto de esta ciudad, me gustaría ver si tiene algo de especial.
A lo lejos vi un par de montañas, y me dirigí hacia la más alta de ellas, podría respirar un poquito mejor y ver que ambiente se movía por allí.
Hacia un tiempo agradable. Llevaba mi ropa de siempre, solo que desabroché un poco mi camisa rosa, ya que el llevarla hasta arriba me estaba agobiando con aquella temperatura tan buena. De camino, me paré en una tienda un tanto vieja a comprar mis amados regalices de fresa, gasté 10 berries en llenar mi bolsillo con mis chuches preferidas, y salí de la tienda contenta comiéndome un regaliz. Seguí caminando, había mucha gente en esa ciudad. Una niña llamó mi atención, me recordaba a cuando yo era pequeña, que jugaba con todo animal que se encontraba por la calle. Ella me vio, le sonreí, y seguí por mi camino. Según llegaba a la montaña más pequeña, un airecillo fresco entraba por mi falda, era agradable, solo que algún hombre miró descaradamente. Apreté mi falda con las manos contra mis muslos, y seguí mi camino.
Dichoso viento inesperado...espero que en la cima de la montaña pueda tumbarme en el césped y relajarme, estoy muy cansada de caminar.
Empecé a subir la pequeña montaña observando a la gente paseando perros, familias, niños jugando...todo era precioso. Las ganas de descubrir que había en lo alto de la gran montaña, me ayudaron a subir rápidamente.
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Akuma no mi
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Tras pensar un buen rato, decidí ir a mirar las tiendas, ya que siempre llevaba la misma ropa y era a veces algo muy cansado siempre llevar la misma. Entré a la primera tienda que vi de ropa, por fuera parecía que estaba bien desgastada y que no habría nada que me gustase demasiado, pero por el interior era totalmente diferente.
En el interior, las paredes eran blanquecinas y el techo era de un tono claro para jugar mas con la estética de aquel lugar. Parecía que ese día me iba a ser muy movidito, las ropas que habían allí, algunas eran oscuras y me encantaba el diseño de allí. Ahora faltaba encontrar alguna ropa que me gustará para comprármela.
Pero me gustaban todas y las quería comprar todas las de mi talla, pero no me llegaba el dinero y necesitaba conseguir algo de dinero si quería permitirme ese capricho. -Pensaba que elegir ropa sería fácil... pero es casi imposible...- Dije casi suspirando mientras veía algo que me llamo la atención.
Una bufanda negra, una sudadera negra, una chaqueta blanca con correas negras para que se atara, etc. Me gustaba toda la ropa que era negra y no sabía que decidir, en eso, la dependienta se acerco a mi con una sonrisa mientras veía que no me decidía. -¿Puedo ayudarle señor?- Me preguntó la chica de cabellos rubios, gran estatura, buenas curvas y ojos azules.
Me lo pensé un buen rato y tras pensarlo le dije con un tono infantil que haría que cualquiera se derritiese entre mis brazos. -Con solo ver a una preciosidad como usted me hace feliz, one-chan.- La chica se sonrojo cuando le dije eso, cosa normal pues era algo extraño que un niño dijera algo como eso.
-Pues la verdad es que si podría ayudarme... no se que comprar...- Le dije mientras señalaba casi toda la ropa de la tienda, haciendo que a la chica casi le diera un infarto, pues no era normal no saber entre que triar y mas si era toda la ropa de la tienda. -Creo que sería mejor que cogiera la bufanda negra, la sudadera negra y la camiseta roja además de aquellos pantalones rasgados que señalo antes, señor.- Me dijo mientras con una expresión en su cara un tanto cómica caía al suelo.
-Si... yo también creo que me quedaría mejor, gracias, one-chan.- La última palabra la dije con un tono infantil mientras cogía la ropa y la compraba para luego meterla en una bolsa. Tras salir pensaba que nada podía ir peor y eso era lo que esperaba, pero como no, siempre hay algún inconveniente y este fue, el chocarme con una chica, caer al suelo, y que la bolsa cayera al suelo.
En el interior, las paredes eran blanquecinas y el techo era de un tono claro para jugar mas con la estética de aquel lugar. Parecía que ese día me iba a ser muy movidito, las ropas que habían allí, algunas eran oscuras y me encantaba el diseño de allí. Ahora faltaba encontrar alguna ropa que me gustará para comprármela.
Pero me gustaban todas y las quería comprar todas las de mi talla, pero no me llegaba el dinero y necesitaba conseguir algo de dinero si quería permitirme ese capricho. -Pensaba que elegir ropa sería fácil... pero es casi imposible...- Dije casi suspirando mientras veía algo que me llamo la atención.
Una bufanda negra, una sudadera negra, una chaqueta blanca con correas negras para que se atara, etc. Me gustaba toda la ropa que era negra y no sabía que decidir, en eso, la dependienta se acerco a mi con una sonrisa mientras veía que no me decidía. -¿Puedo ayudarle señor?- Me preguntó la chica de cabellos rubios, gran estatura, buenas curvas y ojos azules.
Me lo pensé un buen rato y tras pensarlo le dije con un tono infantil que haría que cualquiera se derritiese entre mis brazos. -Con solo ver a una preciosidad como usted me hace feliz, one-chan.- La chica se sonrojo cuando le dije eso, cosa normal pues era algo extraño que un niño dijera algo como eso.
-Pues la verdad es que si podría ayudarme... no se que comprar...- Le dije mientras señalaba casi toda la ropa de la tienda, haciendo que a la chica casi le diera un infarto, pues no era normal no saber entre que triar y mas si era toda la ropa de la tienda. -Creo que sería mejor que cogiera la bufanda negra, la sudadera negra y la camiseta roja además de aquellos pantalones rasgados que señalo antes, señor.- Me dijo mientras con una expresión en su cara un tanto cómica caía al suelo.
-Si... yo también creo que me quedaría mejor, gracias, one-chan.- La última palabra la dije con un tono infantil mientras cogía la ropa y la compraba para luego meterla en una bolsa. Tras salir pensaba que nada podía ir peor y eso era lo que esperaba, pero como no, siempre hay algún inconveniente y este fue, el chocarme con una chica, caer al suelo, y que la bolsa cayera al suelo.
Megumi Murasaki
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Aún no había empezado a subir la montaña grande, y noté mis piernas un poco cansadas. Busqué un banco por allí cerca para poder descansar. Pude ver que el paisaje no había cambiado mucho desde que empecé a subir la pequeña montaña, aún no podía ver toda la ciudad de Karakura. Había perros, muchos perros, perros muy grandes, y perros más pequeños jugando con niños pequeños cerca de una agrupación de arboles muy verdes.
Por fin, a lo lejos, vi una especia de banco para sentarme, así que me dirigí hacia allí. De camino me vi un pequeño césped con muchos tréboles.
¿Habrá tréboles de cuatro hojas? Me vendría bien un poco de suerte, esta ciudad es un poco aburrida y no tiene nada emocionante, además, a lo mejor el trébol podría ayudarme por un tiempo a no tener disputas con ningún asesino.
Me agaché y me dispuse a buscar algún trébol especial, pero lo único que veía, eran tréboles normales y bichitos rojos muy bonitos, y me quedé mirando especialmente a uno. Era un bichito muy grande, muy brillante y bonito, y parecía que me estaba mirando. Entonces algo me empujó por detrás y caí de cabeza encima de los tréboles.
Pero qué...
Entonces levante un poco la cabeza, y en mi nariz sentía algo. Era el bichito tan bonito que me estaba mirando antes. Estaba aliviada de que no hubiera muerto. Entonces me levante despacito, solo un poco, y con mi dedo indice de mi mano izquierda toqué el bichito, y éste, empezó a volar. Sonreí y me giré para buscar que ser tan malvado me había empujado a la hierba; y solo vi un perro. Un perro blanco y negro, grande y muy bonito.
-¡Bonito sinvergüenza! Le dije al perro acercándome a él.
Le acerqué mi mano a su hocico para que me olfateara y me quede acariciándolo un rato. No veía que nadie viniera a por él, así que busqué un palo, y me puse a jugar con él por la ladera de la montaña, ya no tenía ganas de sentarme a descansar. Al final no iba a ser tan aburrida esta ciudad.
Por fin, a lo lejos, vi una especia de banco para sentarme, así que me dirigí hacia allí. De camino me vi un pequeño césped con muchos tréboles.
¿Habrá tréboles de cuatro hojas? Me vendría bien un poco de suerte, esta ciudad es un poco aburrida y no tiene nada emocionante, además, a lo mejor el trébol podría ayudarme por un tiempo a no tener disputas con ningún asesino.
Me agaché y me dispuse a buscar algún trébol especial, pero lo único que veía, eran tréboles normales y bichitos rojos muy bonitos, y me quedé mirando especialmente a uno. Era un bichito muy grande, muy brillante y bonito, y parecía que me estaba mirando. Entonces algo me empujó por detrás y caí de cabeza encima de los tréboles.
Pero qué...
Entonces levante un poco la cabeza, y en mi nariz sentía algo. Era el bichito tan bonito que me estaba mirando antes. Estaba aliviada de que no hubiera muerto. Entonces me levante despacito, solo un poco, y con mi dedo indice de mi mano izquierda toqué el bichito, y éste, empezó a volar. Sonreí y me giré para buscar que ser tan malvado me había empujado a la hierba; y solo vi un perro. Un perro blanco y negro, grande y muy bonito.
-¡Bonito sinvergüenza! Le dije al perro acercándome a él.
Le acerqué mi mano a su hocico para que me olfateara y me quede acariciándolo un rato. No veía que nadie viniera a por él, así que busqué un palo, y me puse a jugar con él por la ladera de la montaña, ya no tenía ganas de sentarme a descansar. Al final no iba a ser tan aburrida esta ciudad.
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Tras lograr levantarme y recoger la bolsa me disculpé con la señora, la cual parecía tener aires de grandeza. No sabía donde ir ni que hacer, así que decidí hacer una cosa que siempre me habría gustado bastante y iba a ser bastante divertido. -Necesito encontrar una tienda de disfraces... a ver por donde hay una...- Dije mientras empezaba a buscar una tienda, pero, ya estaba harto de los peros sinceramente, me rugió el estómago indicando que debía de comer algo pronto.
Ahora debía buscar algún lugar donde comprar algo para comer o donde comer, andaba girando la cabeza hacia la derecha y izquierda de vez en cuando hasta que encontré una heladería. Entré a ella y me compré un helado de fresa para luego salir y empezar a comerme el helado de una forma algo provocativa que hizo que a muchos hombres y mujeres les sangrará la nariz.
-Es muy divertido ver como la gente cae ante algunos, jiji.- Pensé mientras seguía comiendo el helado divirtiéndome, tan punto acabara de comerme el helado iría a hacer aquello, me iba a divertir mucho. Mientras caminaba comiéndome el helado, buscaba o bien la tienda o un banco en el que sentarme.
Después de mucho andar tras haberme acabado el helado encontré la tienda de disfraces en la cual entré buscando las pelucas y encontré una que me hizo gracia, una peluca blanca. La cogí y la compré, tras hacerlo, me fui a un callejón donde me quite la ropa y me vestí con la camiseta roja, la sudadera negra y los pantalones negros algo rasgados, me puse la peluca blanca y luego la capucha mientras seguía llevando el rifle encima y llevaba las bombas renacuajo en los bolsillos.
-Seguro que le podría dar algún susto a Allen y a Shion, jeje...- Dije mientras empezaba a andar con la capucha de piel puesta, así solo se me veía parte del rostro y no se me veía demasiado bien.
Tras mucho pensarlo y andar, al final, ni siquiera me di cuenta, llegué a una especie de prado o algo así donde habían muchos perros. Eso, no podía creerlo, viendo a tantos perros, no pude controlarme y empece a acariciarlos a todos y a cada uno que veía, hasta que vi a una chica jugando con un perrito. -¿El perro es tuyo? ¿Puedo acariciarlo? ¿Como se llama? ¿Que raza es?- Pregunté emocionado mientras miraba al perro, sin ser consciente de como me estaba comportando.
Ahora debía buscar algún lugar donde comprar algo para comer o donde comer, andaba girando la cabeza hacia la derecha y izquierda de vez en cuando hasta que encontré una heladería. Entré a ella y me compré un helado de fresa para luego salir y empezar a comerme el helado de una forma algo provocativa que hizo que a muchos hombres y mujeres les sangrará la nariz.
-Es muy divertido ver como la gente cae ante algunos, jiji.- Pensé mientras seguía comiendo el helado divirtiéndome, tan punto acabara de comerme el helado iría a hacer aquello, me iba a divertir mucho. Mientras caminaba comiéndome el helado, buscaba o bien la tienda o un banco en el que sentarme.
Después de mucho andar tras haberme acabado el helado encontré la tienda de disfraces en la cual entré buscando las pelucas y encontré una que me hizo gracia, una peluca blanca. La cogí y la compré, tras hacerlo, me fui a un callejón donde me quite la ropa y me vestí con la camiseta roja, la sudadera negra y los pantalones negros algo rasgados, me puse la peluca blanca y luego la capucha mientras seguía llevando el rifle encima y llevaba las bombas renacuajo en los bolsillos.
-Seguro que le podría dar algún susto a Allen y a Shion, jeje...- Dije mientras empezaba a andar con la capucha de piel puesta, así solo se me veía parte del rostro y no se me veía demasiado bien.
Tras mucho pensarlo y andar, al final, ni siquiera me di cuenta, llegué a una especie de prado o algo así donde habían muchos perros. Eso, no podía creerlo, viendo a tantos perros, no pude controlarme y empece a acariciarlos a todos y a cada uno que veía, hasta que vi a una chica jugando con un perrito. -¿El perro es tuyo? ¿Puedo acariciarlo? ¿Como se llama? ¿Que raza es?- Pregunté emocionado mientras miraba al perro, sin ser consciente de como me estaba comportando.
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Pasé un largo rato jugando con aquella bola de pelo tan preciosa y juguetona. En todo ese tiempo no había aparecido su dueño, por mi cabeza había empezado a rondar la idea de poder quedármelo si no aparecía en todo el día.
El perrito empezó a dar vueltas a mi alrededor con el palo en su boca, y yo al girar siguiéndolo acabé mareándome y cayendo a la fría hierba. Me quedé un tanto aturdida por aquella caída tan tonta, pero el perro se sentó a mi lado y dejó el palo sobre mi abdomen y me ladró sacando después su larga y rosaba lengua. Me incorporé un poco en la hierba cruzando mis piernas y agarrando el palo con mi mano derecha. Mi peludo amigo se dio la vuelta en la hierba dejando su tripa al descubierto, este gestó lo entendí como que quería que le rascase la tripa o algo similar; entonces empecé a rascar su tripa con mi mano izquierda. Al perro parecía gustarle, pero a los 5 minutos se puso de pie.
-¿Qué quieres perrito? Dije con voz de niña pequeña.
Me levanté y empecé a dar vueltas con el palo encima de la cabeza del perro, mientras el lo seguía eufórico.
En esto, un chico jovencito se acercó a mi haciéndome preguntas muy entusiasmado "¿El perro es tuyo?, ¿Puedo acariciarlo?, ¿Cómo se llama?, ¿Qué raza es?". Aquel chico parecía tener mucho gusto por los perros, se había acercado a uno de los más bonitos de aquel lugar. Le sonreí con gesto de amabilidad mientras jugaba con el perro y me dispuse a contestar a sus preguntas.
-No, no es mío. Yo estaba por aquí buscando tréboles entre la hierba, y se me abalanzó encima, llevo un buen rato jugando con él y no ha aparecido nadie preguntando por el pequeñín. Dije mirando al alrededor. -Por lo poco que sé, parece ser un Border Collie.
Dirigí mi mirada hacia el chico para analizarlo, tenía una pinta un poco extraña. Su tez era clara, sus ojos color rojo brillantes, y al parecer llevaba una peluca blanca; vestía una camiseta roja, una sudadera negra y unos pantalones negros. Me hizo un poco de gracia ya que iba llamando mucho la atención, además vi que llevaba una especie de rifle.
Otro loco más....
A continuación, le ofrecí el palo con el que había estado jugando con el perro. Y éste, se abalanzó sobre el chico con ganas de jugar.
El perrito empezó a dar vueltas a mi alrededor con el palo en su boca, y yo al girar siguiéndolo acabé mareándome y cayendo a la fría hierba. Me quedé un tanto aturdida por aquella caída tan tonta, pero el perro se sentó a mi lado y dejó el palo sobre mi abdomen y me ladró sacando después su larga y rosaba lengua. Me incorporé un poco en la hierba cruzando mis piernas y agarrando el palo con mi mano derecha. Mi peludo amigo se dio la vuelta en la hierba dejando su tripa al descubierto, este gestó lo entendí como que quería que le rascase la tripa o algo similar; entonces empecé a rascar su tripa con mi mano izquierda. Al perro parecía gustarle, pero a los 5 minutos se puso de pie.
-¿Qué quieres perrito? Dije con voz de niña pequeña.
Me levanté y empecé a dar vueltas con el palo encima de la cabeza del perro, mientras el lo seguía eufórico.
En esto, un chico jovencito se acercó a mi haciéndome preguntas muy entusiasmado "¿El perro es tuyo?, ¿Puedo acariciarlo?, ¿Cómo se llama?, ¿Qué raza es?". Aquel chico parecía tener mucho gusto por los perros, se había acercado a uno de los más bonitos de aquel lugar. Le sonreí con gesto de amabilidad mientras jugaba con el perro y me dispuse a contestar a sus preguntas.
-No, no es mío. Yo estaba por aquí buscando tréboles entre la hierba, y se me abalanzó encima, llevo un buen rato jugando con él y no ha aparecido nadie preguntando por el pequeñín. Dije mirando al alrededor. -Por lo poco que sé, parece ser un Border Collie.
Dirigí mi mirada hacia el chico para analizarlo, tenía una pinta un poco extraña. Su tez era clara, sus ojos color rojo brillantes, y al parecer llevaba una peluca blanca; vestía una camiseta roja, una sudadera negra y unos pantalones negros. Me hizo un poco de gracia ya que iba llamando mucho la atención, además vi que llevaba una especie de rifle.
Otro loco más....
A continuación, le ofrecí el palo con el que había estado jugando con el perro. Y éste, se abalanzó sobre el chico con ganas de jugar.
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La chica dijo que no era suyo y que se lo había encontrado mientras buscaba tréboles, pero como no venía nadie a reclamarlo estaba jugando con él y dijo que parecía ser un Border Collie. Luego de eso la chica me ofreció el palo y el perro se me abalanzó con ganas de jugar haciendo que me cayera al suelo mientras el perro me empezaba a lamer la cara.
Reía por los lametones de aquel perro tan bonito que había encontrado mientras buscaba algo que hacer, era demasiado bonito como para no quererlo. -Es muy mono.- Dije mientras lo acariciaba y reía debido a las lamidas que me daba ese perro en la cara. Observé a la chica, la cual parecía ser bastante amable, pero por que nunca debías fiarte, observé a ver si tenía alguna arma a la vista, cosa que no tenía.
Mientras seguía acariciando al perro, unos chicos se nos acercaron, eran calvos y bastante fornidos, cuatro chicos exactamente, todos tenían los ojos negros y solo llevaban unos pantalones. Observé a esa gente con una mirada seria mientras abrazaba al perro y me levantaba, para luego dejar el perro en el suelo y hacer que se fuera con la chica de antes.
Los chicos dijeron que iban a comerse al perro para compensar el almuerzo que se había comido. -Tocad al perro y no os preocupéis, nunca mas volveréis a temer a la muerte... ya que estaréis muertos.- Dije con una sonrisa mientras les miraba y esperaba a que hicieran su primer movimiento.
Uno de los cuatro, ya furioso igual que los demás, fue a darme un golpe, cosa que esquive dando un salto y poniéndome de pie sobre su cabeza. -Que temperamental, así nunca venceréis a nadie...- Dije para luego suspirar mientras de mi mano derecha salían cuatro arañas de espinela, bastante pequeñas, que fueron caminando y se pusieron a los pies de los hombres.
-Tenéis diez segundos para iros...- Dije para volver a saltar esquivando el golpe de aquel calvo con su puño izquierdo, tras eso, de las arañas salieron estacas de espinela que atravesaron sus estómagos y los dejaron inconscientes. -¿Veis lo que pasa por ser tan temperamentales?- Les pregunté para luego volver con la chica y el perro,para seguir acariciándolo.
-Perdona, no pensé que iba a pasar eso, jeje, me llamo Natsu, ¿como se llama esta preciosa joven que bendice mis ojos con solo verla?- Le dije con una sonrisa, intentando seducirla, me hacía gracia hacer aquello para luego decir que no y que estaba saliendo con alguien.
Reía por los lametones de aquel perro tan bonito que había encontrado mientras buscaba algo que hacer, era demasiado bonito como para no quererlo. -Es muy mono.- Dije mientras lo acariciaba y reía debido a las lamidas que me daba ese perro en la cara. Observé a la chica, la cual parecía ser bastante amable, pero por que nunca debías fiarte, observé a ver si tenía alguna arma a la vista, cosa que no tenía.
Mientras seguía acariciando al perro, unos chicos se nos acercaron, eran calvos y bastante fornidos, cuatro chicos exactamente, todos tenían los ojos negros y solo llevaban unos pantalones. Observé a esa gente con una mirada seria mientras abrazaba al perro y me levantaba, para luego dejar el perro en el suelo y hacer que se fuera con la chica de antes.
Los chicos dijeron que iban a comerse al perro para compensar el almuerzo que se había comido. -Tocad al perro y no os preocupéis, nunca mas volveréis a temer a la muerte... ya que estaréis muertos.- Dije con una sonrisa mientras les miraba y esperaba a que hicieran su primer movimiento.
Uno de los cuatro, ya furioso igual que los demás, fue a darme un golpe, cosa que esquive dando un salto y poniéndome de pie sobre su cabeza. -Que temperamental, así nunca venceréis a nadie...- Dije para luego suspirar mientras de mi mano derecha salían cuatro arañas de espinela, bastante pequeñas, que fueron caminando y se pusieron a los pies de los hombres.
-Tenéis diez segundos para iros...- Dije para volver a saltar esquivando el golpe de aquel calvo con su puño izquierdo, tras eso, de las arañas salieron estacas de espinela que atravesaron sus estómagos y los dejaron inconscientes. -¿Veis lo que pasa por ser tan temperamentales?- Les pregunté para luego volver con la chica y el perro,para seguir acariciándolo.
-Perdona, no pensé que iba a pasar eso, jeje, me llamo Natsu, ¿como se llama esta preciosa joven que bendice mis ojos con solo verla?- Le dije con una sonrisa, intentando seducirla, me hacía gracia hacer aquello para luego decir que no y que estaba saliendo con alguien.
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El precioso perro sin dueño se abalanzó sobre el chico de la peluca blanca y comenzó a lamerle la cara sin parar. El chico parecía estar muy contento con aquel perro, además dijo que era muy mono, por lo cual deduje que le gustaban mucho los perros o animales en general. Yo sonreía mientras el chico era babeado entero por la bolita de pelo, y clavó su miraba en mi, pasando sus ojos de arriba a abajo por todo mi cuerpo, no entendía que pretendía con aquellos, pero a los pocos segundos paró y no le di mayor importancia.
Que chico más extraño...
Al poco rato se nos acercaron cuatro chicos, eran fuertes y llevaban su cabeza rapada, no me dieron muy buena espina, así que no les quité ojo. El chico de peluca blanca se levanto y hizo señas al perro para que viniera conmigo. Me agaché y abracé al perro por el abdomen y seguí mirando a aquellos chicos. Entonces soltaron algo por su boca que no me hizo ninguna gracia "Nos vamos a comer a ese chucho para compensar nuestra hambre." Agarré a la bolita de pelo fuerte para que no se fuera, pero este les estaba gruñendo y tiraba de mi, era fuerte, pero no más que yo, por lo cual no pudo escapar de mis brazos.
Aquel chico defendió muy bien al perro desconocido para él, pero pareció no tener importancia. Sin saber como, aquellos chicos empezaron a lanzarle golpes al de la peluca blanca, pero éste los esquivaba perfectamente y soltó algo de sus manos que dejó tendidos a aquellos maleducados en el suelo rápidamente. A continuación, el chico de peluca blanca volvió con el perro y conmigo tranquilamente y se presentó.
¿Cómo puede estar tan tranquilo después de lo que acaba de pasar? No lo entiendo...
Su nombre era Natsu, alabó mi presencia y me sonrió. A continuación me incorporé, dejando al perro entre mis piernas para que no huyera de mi lado; y alargué mi mano derecha en señal de saludo a la vez que sonreía y me presenté:
-Yo soy Megumi, me puedes llamar Megu, encantada de conocerte. Dije con un tono amable añadiendo una ligera carcajada, y continué. -Y ¿se puede saber que hace un chico tan joven, y con esa capacidad de lucha por aquí?
Cogí con mi mano la mano derecha del chico, y la apreté en señal de saludo. Noté que la suave bola de pelo que estaba a recaudo entre mis piernas, empezó a echarse hacia atrás. Me agaché intentando averiguar que le ocurría, rasqué debajo de su morro y parecía tener ojos tristes. A lo lejos escuché un voz de un hombre, parecía buscar algo, algo llamado Kedama. Me giré escondiendo al perro tras de mí, y levante mi vista para poder ver sobre el hombro del chico llamado Natsu. Pequeño fue mi descuido y el perro huyó. Me giré rápidamente para buscarlo y lo vi a lo lejos, corriendo a toda velocidad por la colina.
-¡Eh! Vuelve aquí, a dónde vas?. Grité. Seguidamente agarré al chico del brazo. -Ven conmigo creo que huye de ese hombre.
Solté el brazo del chico y empecé a correr detrás del perro mientras apartaba a toda la gente que se ponía en mi camino. No sabía si aquel hombre del que huía era su dueño, o si se había percatado de que el perro estuviera conmigo. A la mitad de la colina, el perro entró entre unos arbustos que dejaban bastante espacio en medio para que entrara gente. Entré, haciéndome pequeñas heridas en las manos y los muslos por las ramas afiladas, y me senté cansada en el suelo mirando al perro.
Qué le pasara, me tiene intrigada.
-Nat...¿Natsu? Chico de peluca blanca, ¿dónde estás?. Dije con tono ligeramente alto mientras esperaba sentada una respuesta.
El perro se echó sobre mis piernas con la lengua fuera, y hizo un pequeño aullido que parecía triste. Le acaricié con ambas manos mientras le miraba con gesto serio.
Que chico más extraño...
Al poco rato se nos acercaron cuatro chicos, eran fuertes y llevaban su cabeza rapada, no me dieron muy buena espina, así que no les quité ojo. El chico de peluca blanca se levanto y hizo señas al perro para que viniera conmigo. Me agaché y abracé al perro por el abdomen y seguí mirando a aquellos chicos. Entonces soltaron algo por su boca que no me hizo ninguna gracia "Nos vamos a comer a ese chucho para compensar nuestra hambre." Agarré a la bolita de pelo fuerte para que no se fuera, pero este les estaba gruñendo y tiraba de mi, era fuerte, pero no más que yo, por lo cual no pudo escapar de mis brazos.
Aquel chico defendió muy bien al perro desconocido para él, pero pareció no tener importancia. Sin saber como, aquellos chicos empezaron a lanzarle golpes al de la peluca blanca, pero éste los esquivaba perfectamente y soltó algo de sus manos que dejó tendidos a aquellos maleducados en el suelo rápidamente. A continuación, el chico de peluca blanca volvió con el perro y conmigo tranquilamente y se presentó.
¿Cómo puede estar tan tranquilo después de lo que acaba de pasar? No lo entiendo...
Su nombre era Natsu, alabó mi presencia y me sonrió. A continuación me incorporé, dejando al perro entre mis piernas para que no huyera de mi lado; y alargué mi mano derecha en señal de saludo a la vez que sonreía y me presenté:
-Yo soy Megumi, me puedes llamar Megu, encantada de conocerte. Dije con un tono amable añadiendo una ligera carcajada, y continué. -Y ¿se puede saber que hace un chico tan joven, y con esa capacidad de lucha por aquí?
Cogí con mi mano la mano derecha del chico, y la apreté en señal de saludo. Noté que la suave bola de pelo que estaba a recaudo entre mis piernas, empezó a echarse hacia atrás. Me agaché intentando averiguar que le ocurría, rasqué debajo de su morro y parecía tener ojos tristes. A lo lejos escuché un voz de un hombre, parecía buscar algo, algo llamado Kedama. Me giré escondiendo al perro tras de mí, y levante mi vista para poder ver sobre el hombro del chico llamado Natsu. Pequeño fue mi descuido y el perro huyó. Me giré rápidamente para buscarlo y lo vi a lo lejos, corriendo a toda velocidad por la colina.
-¡Eh! Vuelve aquí, a dónde vas?. Grité. Seguidamente agarré al chico del brazo. -Ven conmigo creo que huye de ese hombre.
Solté el brazo del chico y empecé a correr detrás del perro mientras apartaba a toda la gente que se ponía en mi camino. No sabía si aquel hombre del que huía era su dueño, o si se había percatado de que el perro estuviera conmigo. A la mitad de la colina, el perro entró entre unos arbustos que dejaban bastante espacio en medio para que entrara gente. Entré, haciéndome pequeñas heridas en las manos y los muslos por las ramas afiladas, y me senté cansada en el suelo mirando al perro.
Qué le pasara, me tiene intrigada.
-Nat...¿Natsu? Chico de peluca blanca, ¿dónde estás?. Dije con tono ligeramente alto mientras esperaba sentada una respuesta.
El perro se echó sobre mis piernas con la lengua fuera, y hizo un pequeño aullido que parecía triste. Le acaricié con ambas manos mientras le miraba con gesto serio.
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