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Era un día excepcionalmente frío. En aquella isla estaban habituados al frío y la nieve, pero las últimas semanas habían sido especialmente gélidas. En aquel momento una ventisca azotaba un poblado costero. La nieve había congelado las aguas del puerto y un nutrido grupo de extranjeros se habían quedado atrapados en la tormenta.
La mayoría pasaban el día en la posada local, envueltos en espesos abrigos de piel y sentados junto a la chimenea, bebiendo alcohol para entrar en calor. Buena parte de ellos estaban alojados en la misma, y otros habían alquilado habitaciones en casas cercanas para no tener que desplazarse mucho a la intemperie en dirección a la taberna. Contaban historias para pasar el rato de tierras lejanas, maravillosas aventuras, terribles bestias y finales trágicos. Después de unas horas, anocheciendo ya (Aunque con lo espeso de las nubes era difícil distinguir el día de la noche) el tono de las conversaciones se hizo más tétrico, y comenzaron a intercambiar historias sobre asesinatos, criaturas sobrenaturales, espectros y cosas peores.
- Me creáis o no, es cierto - decía un un hombre corpulento y rubio. Por su aspecto y escasa ropa de abrigo bien podría ser de otra isla del Paraíso de clima invernal o del North Blue - El Proyecto Amanecer son más que rumores. Yo vi en Baterilla hace unos meses a un hombre con traje negro y una máscara blanca con un sol rojo en la frente asesinando al comandante de la guarnición local mientras daba un paseo.
- Sería cualquier loco. No hay motivos para pensar que haya una organización criminal a gran escala en todo el mundo eliminando a los poderosos - dijo otro.
- Permítanme interrumpir, caballeros, pero no podemos olvidar la muerte del gobernador local hace unas escasas semanas en esta misma isla. No sé si fue una simple venganza o hay algo más detrás, pero todo el asunto me huele a chamusquina - replicó el tabernero con gesto serio, limpiando una jarra con un trapo sucio.
- ¿Proyectos? ¿Asesinos? ¡Fueron las bestias de la montaña! - exclamó un anciano lugareño - Su cadáver tenía la garganta abierta en canal, y todos sabemos que las bestias de l...
- Sí, sí, abuelo. Deberías irte a dormir. Ya es demasiado tarde y has bebido mucha cerveza.
El viejo iba a replicar, colorado por la rabia y con la jarra temblándole en la mano, cuando un grito proveniente de fuera les interrumpió. Normalmente habrían salido a ver que ocurría, pero tras horas contando historias de terror, no fue esa la reacción inicial. Pasaron unos cinco segundos sin que nada más se escuchase.
- Oíd... ¿No deberíamos ver qué ha ocurrido? - preguntó el tabernero.
Off: A partir del lunes te contesto. Estoy saturado con exámenes y demás.
La mayoría pasaban el día en la posada local, envueltos en espesos abrigos de piel y sentados junto a la chimenea, bebiendo alcohol para entrar en calor. Buena parte de ellos estaban alojados en la misma, y otros habían alquilado habitaciones en casas cercanas para no tener que desplazarse mucho a la intemperie en dirección a la taberna. Contaban historias para pasar el rato de tierras lejanas, maravillosas aventuras, terribles bestias y finales trágicos. Después de unas horas, anocheciendo ya (Aunque con lo espeso de las nubes era difícil distinguir el día de la noche) el tono de las conversaciones se hizo más tétrico, y comenzaron a intercambiar historias sobre asesinatos, criaturas sobrenaturales, espectros y cosas peores.
- Me creáis o no, es cierto - decía un un hombre corpulento y rubio. Por su aspecto y escasa ropa de abrigo bien podría ser de otra isla del Paraíso de clima invernal o del North Blue - El Proyecto Amanecer son más que rumores. Yo vi en Baterilla hace unos meses a un hombre con traje negro y una máscara blanca con un sol rojo en la frente asesinando al comandante de la guarnición local mientras daba un paseo.
- Sería cualquier loco. No hay motivos para pensar que haya una organización criminal a gran escala en todo el mundo eliminando a los poderosos - dijo otro.
- Permítanme interrumpir, caballeros, pero no podemos olvidar la muerte del gobernador local hace unas escasas semanas en esta misma isla. No sé si fue una simple venganza o hay algo más detrás, pero todo el asunto me huele a chamusquina - replicó el tabernero con gesto serio, limpiando una jarra con un trapo sucio.
- ¿Proyectos? ¿Asesinos? ¡Fueron las bestias de la montaña! - exclamó un anciano lugareño - Su cadáver tenía la garganta abierta en canal, y todos sabemos que las bestias de l...
- Sí, sí, abuelo. Deberías irte a dormir. Ya es demasiado tarde y has bebido mucha cerveza.
El viejo iba a replicar, colorado por la rabia y con la jarra temblándole en la mano, cuando un grito proveniente de fuera les interrumpió. Normalmente habrían salido a ver que ocurría, pero tras horas contando historias de terror, no fue esa la reacción inicial. Pasaron unos cinco segundos sin que nada más se escuchase.
- Oíd... ¿No deberíamos ver qué ha ocurrido? - preguntó el tabernero.
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Hacía ya bastante tiempo que salí de mi isla, después de lo que escuché decir a los marines no podía quedarme en aquella isla; eso me hacía pensar varias veces que le pasó a la isla al final, no sabía si seguí intacta o le había pasado algo. Me encontraba cerca del reino de Sakura, podía llegar lejos gracias al barco pequeño que cogí en su momento.
Ya estaba cerca, miré al frente y pude ver la isla, aunque no del todo, parecía que pasaba algo allí con el clima, o eso pensaba en aquel momento. Pero eso no me hizo retroceder, sin cavilar mucho seguí el rumbo. No tardé mucho en llegar a acercarme a la isla, pero había algo extraño en el agua, parecía congelada, y no solo en aquella parte. El barco se quedó pegado un poco al hielo, por el momento no se movía, por lo que lo podía dejar tranquilamente allí.
Dejé el barco allí y empecé a caminar por el hielo, me era un poco difícil, ya que a los pocos paso que daba, me resbalaba y me caía de culo directamente al hielo. El único miedo era que se estropease mi espada al contacto brusco con el hielo, podía acabar deteriorada. Seguía caminando por la base helada hasta llegar a la costa, donde el suelo estaba cubierto por abundante nieve.
Intentaba mirar hacía el frente, pero la tormenta me lo impedía. Estuve todo el rato mirando al suelo, donde solo podía ver el color blanco de la nieve que cubría los caminos. El camino no era nada fácil, poco a poco perdía fuerzas, dificultándose cada paso que daba. Por din había llegado al pueblo, intenté mirar para delante, pero la tormenta seguía molestándome a los ojos. Caminé un poco más hasta poder escuchar un ruido que se perdió rápidamente en el espacio. Me paré en seco y me escondí en lo que creía que era una casa. Me quedé allí esperando cualquier otro ruido, pero no se escuchaba nada más, solo el sonido que creaba el viento al pasar cerca de mi.
Al ver que no se escuchaba nada más, salí de donde me había escondido y seguí un poco más, hasta llegar a una edificación donde encima de la puerta ponía "taberna", sin pensármelo mucho entré dentro. Todo era silencio en aquel espacio que se utilizaba para bienes sociales. No di más pensamiento alguno, me acerqué a la barra y llamé al tabernero.
Dave: Por favor, puede usted ponerme algo calentito como una sopa, necesito quitarme el frío.
Ya estaba cerca, miré al frente y pude ver la isla, aunque no del todo, parecía que pasaba algo allí con el clima, o eso pensaba en aquel momento. Pero eso no me hizo retroceder, sin cavilar mucho seguí el rumbo. No tardé mucho en llegar a acercarme a la isla, pero había algo extraño en el agua, parecía congelada, y no solo en aquella parte. El barco se quedó pegado un poco al hielo, por el momento no se movía, por lo que lo podía dejar tranquilamente allí.
Dejé el barco allí y empecé a caminar por el hielo, me era un poco difícil, ya que a los pocos paso que daba, me resbalaba y me caía de culo directamente al hielo. El único miedo era que se estropease mi espada al contacto brusco con el hielo, podía acabar deteriorada. Seguía caminando por la base helada hasta llegar a la costa, donde el suelo estaba cubierto por abundante nieve.
Intentaba mirar hacía el frente, pero la tormenta me lo impedía. Estuve todo el rato mirando al suelo, donde solo podía ver el color blanco de la nieve que cubría los caminos. El camino no era nada fácil, poco a poco perdía fuerzas, dificultándose cada paso que daba. Por din había llegado al pueblo, intenté mirar para delante, pero la tormenta seguía molestándome a los ojos. Caminé un poco más hasta poder escuchar un ruido que se perdió rápidamente en el espacio. Me paré en seco y me escondí en lo que creía que era una casa. Me quedé allí esperando cualquier otro ruido, pero no se escuchaba nada más, solo el sonido que creaba el viento al pasar cerca de mi.
Al ver que no se escuchaba nada más, salí de donde me había escondido y seguí un poco más, hasta llegar a una edificación donde encima de la puerta ponía "taberna", sin pensármelo mucho entré dentro. Todo era silencio en aquel espacio que se utilizaba para bienes sociales. No di más pensamiento alguno, me acerqué a la barra y llamé al tabernero.
Dave: Por favor, puede usted ponerme algo calentito como una sopa, necesito quitarme el frío.
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En la taberna todos se pusieron tensos al ver la puerta abrirse. Cuando entras, todos se te quedan mirando en tensión, esperando a que digas algo. El tabernero te mira, con cierta aprehensión y te dice:
- ¿No ha visto usted nada raro al venir hacia aquí? Hemos escuchado un grito hace un rato escaso.
Algunos hombres han comenzado a murmurar entre ellos y mirarte con desconfianza. Creen que eres el culpable del ruido y que has atacado a alguien. Algunos llevan disimuladamente la mano a sus pistolas y armas, y otros crujieron sus nudillos amenazadoramente mirando en tu dirección.
De repente se escuchó el grito de nuevo claramente, junto a la misma puerta de la taberna, acompañado de una especie de gruñido muy grave, como de una bestia.
El tabernero ve tu espada ropera y tu aspecto, y dice:
- Eres un combatiente, ¿No? ¡Protégenos y entérate de qué pasa y te daré alojamiento y comida gratuíta!
- ¿No ha visto usted nada raro al venir hacia aquí? Hemos escuchado un grito hace un rato escaso.
Algunos hombres han comenzado a murmurar entre ellos y mirarte con desconfianza. Creen que eres el culpable del ruido y que has atacado a alguien. Algunos llevan disimuladamente la mano a sus pistolas y armas, y otros crujieron sus nudillos amenazadoramente mirando en tu dirección.
De repente se escuchó el grito de nuevo claramente, junto a la misma puerta de la taberna, acompañado de una especie de gruñido muy grave, como de una bestia.
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Después de pedirle al tabernero comida caliente, este me dijo si había escuchado un grito mientras estaba fuera bajo aquella tormenta de nieve. Con voz tranquila le respondí con una negación, además de eso le expliqué que había hecho en todo ese momento.
Dave: Acabo de llegar con mi barco, por el camino e escuchado ese grito que a comentado usted, pero yo no e tenido nada que ver, cuando e escuchado ese grito me e escondido detrás de una casa, al ver que ese grito no se repetía, e seguido hasta llegar aquí.
Después de decirle eso al tabernero, miré alrededor de aquella taberna, de forma disimulada, solo el tabernero se podía dar cuenta de aquel movimiento. Por lo poco que podía ver, la gente que estaba sentada en las mesas, parecían asustadas, pero no solo era eso, también tenían frío, eso era lo que pensaba, ya que hacía algo de fresco.
En ese maldito momento se volvió a escuchar el grito, con la misma intensidad que antes, pero esta vez se escuchó claramente acompañado de unos gruñidos, podría ser de alguna bestia que se cobraba vidas así por que sí. No tenía nada claro que pasaba en esos momentos en aquella isla, pero parecía que la gente de allí no tenía agallas para enterarse por ello mismos de que pasaba en realidad.
Mientras pensaba, volví a escuchar la voz del tabernero,
Tabernero: Eres un combatiente, ¿No? ¡Protégenos y entérate de qué pasa y te daré alojamiento y comida gratuíta!
Eso me enfadó bastante, querían que fuese a arriesgar mi vida allí afuera cuando no tenía nada que ver con todo lo sucedido, en resumen eran unos cagados que no tenían agallas de salir de aquella maldita taberna para enterarse por ellos mismos de lo sucedido. Mostré un rostro cabreado por el comentario del tabernero. Directamente sin decir nada salí de aquella mugrienta taberna llena de gallinas.
Iba a descubrir que pasaba por estas tierras, pero no por la comida gratis, solo lo hacía porque me comía la curiosidad. Nada más salir de la taberna, una ráfaga de aire frío atravesó todo mi cuerpo.
Dave: Acabo de llegar con mi barco, por el camino e escuchado ese grito que a comentado usted, pero yo no e tenido nada que ver, cuando e escuchado ese grito me e escondido detrás de una casa, al ver que ese grito no se repetía, e seguido hasta llegar aquí.
Después de decirle eso al tabernero, miré alrededor de aquella taberna, de forma disimulada, solo el tabernero se podía dar cuenta de aquel movimiento. Por lo poco que podía ver, la gente que estaba sentada en las mesas, parecían asustadas, pero no solo era eso, también tenían frío, eso era lo que pensaba, ya que hacía algo de fresco.
En ese maldito momento se volvió a escuchar el grito, con la misma intensidad que antes, pero esta vez se escuchó claramente acompañado de unos gruñidos, podría ser de alguna bestia que se cobraba vidas así por que sí. No tenía nada claro que pasaba en esos momentos en aquella isla, pero parecía que la gente de allí no tenía agallas para enterarse por ello mismos de que pasaba en realidad.
Mientras pensaba, volví a escuchar la voz del tabernero,
Tabernero: Eres un combatiente, ¿No? ¡Protégenos y entérate de qué pasa y te daré alojamiento y comida gratuíta!
Eso me enfadó bastante, querían que fuese a arriesgar mi vida allí afuera cuando no tenía nada que ver con todo lo sucedido, en resumen eran unos cagados que no tenían agallas de salir de aquella maldita taberna para enterarse por ellos mismos de lo sucedido. Mostré un rostro cabreado por el comentario del tabernero. Directamente sin decir nada salí de aquella mugrienta taberna llena de gallinas.
Iba a descubrir que pasaba por estas tierras, pero no por la comida gratis, solo lo hacía porque me comía la curiosidad. Nada más salir de la taberna, una ráfaga de aire frío atravesó todo mi cuerpo.
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La ventisca te impide ver bien, pero puedes apreciar un extenso charco de sangre y dos cuerpos sobre el suelo. Uno es de una persona caída bocaabajo, con los brazos extendidos. Entonces un escalofrío recorre tu espalda, pues la segunda figura aunque parece humana, tiene la cara hundida en la espalda del otro y la está mordisqueando. No puedes distinguir bien los rasgos del caníbal.
De repente este levanta la cabeza y puedes apreciar que no es humano, a pesar de la casi nula visibilidad. Tiene el cráneo echado hacia delante y un hocico incipiente. Además, sus brazos y piernas son anormalmente largos, y las piernas tienen las rodillas del lado contrario. El ser te gruñe, te mira durante unos segundos y se da media vuelta, saliendo trotando a cuatro patas en dirección a las montañas.
- ¡Lo sabía! ¡Las bestias de la montaña existen!
Ves junto a ti a un viejecito que antes estaba dentro de la taberna. Este va vestido como los lugareños, y se apoya en un bastón de madera.
De repente este levanta la cabeza y puedes apreciar que no es humano, a pesar de la casi nula visibilidad. Tiene el cráneo echado hacia delante y un hocico incipiente. Además, sus brazos y piernas son anormalmente largos, y las piernas tienen las rodillas del lado contrario. El ser te gruñe, te mira durante unos segundos y se da media vuelta, saliendo trotando a cuatro patas en dirección a las montañas.
- ¡Lo sabía! ¡Las bestias de la montaña existen!
Ves junto a ti a un viejecito que antes estaba dentro de la taberna. Este va vestido como los lugareños, y se apoya en un bastón de madera.
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Salí de aquella taberna, donde la gente no se atrevía a salir a ver que ocurría en realidad. El tabernero me pidió que saliese para saber que ocurría y pusiese solución a lo que ocurría. No se lo que me hizo salir allí afuera, pero tenía por seguro que no lo hice por aquellas personas; nada más salir de la taberna, la gran tormenta de nieve no me dejaba visualizar muy bien mi alrededor.
Miré a la izquierda, no pude ver nada, miré al frente, tampoco pude ver nada, pero al mirar a la derecha, pude ver algo, no muy bien, pero lo vi. Dos siluetas tiradas en el suelo, parecía que alguien se había cobrado la vida de dos personas. Al principio era algo normal, pero cada segundo que pasaba, podía ver más cosas ahí. Un cuerpo se movía, hacía un ruido extraño, el mismo ruido que hacía una persona al comer rápido. No podía ver muy bien los rasgos de aquel ser que se movía.
En aquel momento hubo algo que me hizo retroceder un paso, esa silueta se levantó, directamente pensé que eso no era humano, tenía una constitución un tanto rara, de pronto se giró, me miró fijamente y gruñó un poco, parecía que mi mera presencia en ese instante le era incómodo. Al medio segundo de mirarme se fue corriendo, de una forma que solo lo hacían los animales. Me quedé paralizado, no había nada lógico en lo ocurrido, no sabía ni por donde empezar. En ese momento...
Viejo: ¡Lo sabía! ¡Las bestias de la montaña existen!
Me giré pude ver a un hombre mayo a mi lado. Según su información que me había concedido, parecía que estas personas no estaban solas, y que si esto seguía así aquellos bichos iban a terminar con la vida humana existente en este punto remoto del mundo.
Dave: Dígame todo lo que sepa sobre esos bichos, parece que soy el único que piensa acabar con esos bichos.
Miré a la izquierda, no pude ver nada, miré al frente, tampoco pude ver nada, pero al mirar a la derecha, pude ver algo, no muy bien, pero lo vi. Dos siluetas tiradas en el suelo, parecía que alguien se había cobrado la vida de dos personas. Al principio era algo normal, pero cada segundo que pasaba, podía ver más cosas ahí. Un cuerpo se movía, hacía un ruido extraño, el mismo ruido que hacía una persona al comer rápido. No podía ver muy bien los rasgos de aquel ser que se movía.
En aquel momento hubo algo que me hizo retroceder un paso, esa silueta se levantó, directamente pensé que eso no era humano, tenía una constitución un tanto rara, de pronto se giró, me miró fijamente y gruñó un poco, parecía que mi mera presencia en ese instante le era incómodo. Al medio segundo de mirarme se fue corriendo, de una forma que solo lo hacían los animales. Me quedé paralizado, no había nada lógico en lo ocurrido, no sabía ni por donde empezar. En ese momento...
Viejo: ¡Lo sabía! ¡Las bestias de la montaña existen!
Me giré pude ver a un hombre mayo a mi lado. Según su información que me había concedido, parecía que estas personas no estaban solas, y que si esto seguía así aquellos bichos iban a terminar con la vida humana existente en este punto remoto del mundo.
Dave: Dígame todo lo que sepa sobre esos bichos, parece que soy el único que piensa acabar con esos bichos.
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El viejo saca una pipa. Al ver el viento que hace y el frío, se lo debe pensar mejor al darse cuenta de lo difícil que le sería encenderla. Se la guarda de nuevo y te mira. Es bastante mayor, tiene pinta de rondar ya los ochenta años. Sin embargo luce bastante saludable. Te das cuenta de que es ancho de espalda, por lo que en su juventud debió ser bastante fuerte.
- En mis tiempos unas bestias salvajes mitad hombre mitad demonio peludo bajaban de las montañas en las noches de ventisca como esta, y cazaban humanos. Desde siempre fueron más una molestia que un problema real, porque sólo cazaban humanos cuando estos se adentraban demasiado en las tierras salvajes que rodean las montañas. Algún invierno especialmente crudo descendían hasta el pueblo obligados por la escasez, sin embargo, el problema llegó hace cincuenta años. Las bestias hombre habían crecido bastante en número por una época de anormal bonanza y buen clima, que vino seguida del invierno más frío que se recuerda. Fue un desastre. No sólo se echó a perder la cosecha de otoño... las bestias, ahora numerosas y hambrientas, atacaban a la gente muy frecuentamente y bajaban al pueblo semana sí y semana también. Finalmente comenzamos una gran cacería y dimos muerte a la mayor parte de la extensa manada. Unos pocos, cuatro o cino, se internaron en lo más profundo de la isla y no volvieron a ser vistos. Creímos que habrían muerto de hambre, o cazados por otras alimañas... pero esto demuestra que no ha sido así.
El viejo te mira con intensidad.
- ¡Tú no eres como esos cobardes! Me recuerda a mi en mi juventud: impaciente, intrépido y valiente. Si necesitas saber cómo derrotar a esas bestias, te lo diré. Reconozco en tu mirada el mismo fuego que me impulsaba a mi: las bestias de la montaña no son especialmente fuertes, pero sí endemoniadamente rápidas y ágiles, y una vez te han mordido ya no te sueltan hasta que desgarran la carne.
El hombre mientras decía esto, comenzó a desabrocharse la ropa ignorando el intenso frío. Mostró su brazo izquierdo, donde le faltaba un cacho de antebrazo, donde la bestia le había mordido. Efectivamente la herida tenía forma de dentadura, pero anormalmente grande.
- El truco para cazar estas bestias es atacar por sorpresa y rápido. Si les das tiempo a organizarse, estás perdido. Su fuerza reside en su número: son ágiles y rápidas, rodean a sus presas y le atacan desde todos los ángulos a la vez. Para atacarlas deberás ir con cuidado, tratar de matar a las máximas posibles una a una y una vez te veas envuelto en un combate grande, asústalas. Grita, ruge, estira los brazos para simular ser más alto. Si las asustas, huirán y te será más fácil darles caza. De lo contrario serás pasto de los cuervos.
De repente un hombre alto, de pelo pincho oscuro y vestido con ropas de piel espesas sale de la posada. Lleva una espada al hombro y una pistola al cinto.
- Perdonen, no he podido evitar oír vuestra conversación. Soy cazador, y me gustaría poder llevarme un recuerdo de este lugar. No me importaría acompañaros en vuestra cacería - dice mirándote. Tiene pinta de ser un hombre curtido.
- En mis tiempos unas bestias salvajes mitad hombre mitad demonio peludo bajaban de las montañas en las noches de ventisca como esta, y cazaban humanos. Desde siempre fueron más una molestia que un problema real, porque sólo cazaban humanos cuando estos se adentraban demasiado en las tierras salvajes que rodean las montañas. Algún invierno especialmente crudo descendían hasta el pueblo obligados por la escasez, sin embargo, el problema llegó hace cincuenta años. Las bestias hombre habían crecido bastante en número por una época de anormal bonanza y buen clima, que vino seguida del invierno más frío que se recuerda. Fue un desastre. No sólo se echó a perder la cosecha de otoño... las bestias, ahora numerosas y hambrientas, atacaban a la gente muy frecuentamente y bajaban al pueblo semana sí y semana también. Finalmente comenzamos una gran cacería y dimos muerte a la mayor parte de la extensa manada. Unos pocos, cuatro o cino, se internaron en lo más profundo de la isla y no volvieron a ser vistos. Creímos que habrían muerto de hambre, o cazados por otras alimañas... pero esto demuestra que no ha sido así.
El viejo te mira con intensidad.
- ¡Tú no eres como esos cobardes! Me recuerda a mi en mi juventud: impaciente, intrépido y valiente. Si necesitas saber cómo derrotar a esas bestias, te lo diré. Reconozco en tu mirada el mismo fuego que me impulsaba a mi: las bestias de la montaña no son especialmente fuertes, pero sí endemoniadamente rápidas y ágiles, y una vez te han mordido ya no te sueltan hasta que desgarran la carne.
El hombre mientras decía esto, comenzó a desabrocharse la ropa ignorando el intenso frío. Mostró su brazo izquierdo, donde le faltaba un cacho de antebrazo, donde la bestia le había mordido. Efectivamente la herida tenía forma de dentadura, pero anormalmente grande.
- El truco para cazar estas bestias es atacar por sorpresa y rápido. Si les das tiempo a organizarse, estás perdido. Su fuerza reside en su número: son ágiles y rápidas, rodean a sus presas y le atacan desde todos los ángulos a la vez. Para atacarlas deberás ir con cuidado, tratar de matar a las máximas posibles una a una y una vez te veas envuelto en un combate grande, asústalas. Grita, ruge, estira los brazos para simular ser más alto. Si las asustas, huirán y te será más fácil darles caza. De lo contrario serás pasto de los cuervos.
De repente un hombre alto, de pelo pincho oscuro y vestido con ropas de piel espesas sale de la posada. Lleva una espada al hombro y una pistola al cinto.
- Perdonen, no he podido evitar oír vuestra conversación. Soy cazador, y me gustaría poder llevarme un recuerdo de este lugar. No me importaría acompañaros en vuestra cacería - dice mirándote. Tiene pinta de ser un hombre curtido.
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Al final el anciano me contó todo sobre aquellas bestias que atacaban a los habitantes, mientras me lo contaba atendía, mirándole a la cara y asintiendo para demostrarle que le estaba haciendo caso. Hacía mas frío, o eso era lo que notaba en ese momento, pero no hacía nada para remediarlo, ya que estaba atento a la conversación.
Abuelo: En mis tiempos unas bestias salvajes mitad hombre mitad demonio peludo bajaban de las montañas en las noches de ventisca como esta, y cazaban humanos. Desde siempre fueron más una molestia que un problema real, porque sólo cazaban humanos cuando estos se adentraban demasiado en las tierras salvajes que rodean las montañas. Algún invierno especialmente crudo descendían hasta el pueblo obligados por la escasez, sin embargo, el problema llegó hace cincuenta años. Las bestias hombre habían crecido bastante en número por una época de anormal bonanza y buen clima, que vino seguida del invierno más frío que se recuerda. Fue un desastre. No sólo se echó a perder la cosecha de otoño... las bestias, ahora numerosas y hambrientas, atacaban a la gente muy frecuentamente y bajaban al pueblo semana sí y semana también. Finalmente comenzamos una gran cacería y dimos muerte a la mayor parte de la extensa manada. Unos pocos, cuatro o cinco, se internaron en lo más profundo de la isla y no volvieron a ser vistos. Creímos que habrían muerto de hambre, o cazados por otras alimañas... pero esto demuestra que no ha sido así.
Dave: Pues manos a la obra, hay mucho trabajo que hacer.
Abuelo: ¡Tú no eres como esos cobardes! Me recuerda a mi en mi juventud: impaciente, intrépido y valiente. Si necesitas saber cómo derrotar a esas bestias, te lo diré. Reconozco en tu mirada el mismo fuego que me impulsaba a mi: las bestias de la montaña no son especialmente fuertes, pero sí endemoniadamente rápidas y ágiles, y una vez te han mordido ya no te sueltan hasta que desgarran la carne.
Tenía que tener cuidado, ya lo había visto el final, aquella bestia comiéndose el cuerpo de una persona, si no tenía cuidado podía acabar así, y eso no lo quería nadie acabar así. Aquel hombre cuando me dijo que me iba a explicar como matar a esas bestias, se quitó los ropajes superiores, tenía una parte destrozada, pero más o menos restaurada. En ese momento empezó a hablar otra vez, se notaba que la energía que tenía antes de joven la sigue manteniendo, pero no con la intensidad de hace bastante tiempo, ese hombre era de admirar, sentía eso en realidad, pero del frío que entraba en mis huesos, no podía moverme mucho, necesitaba moverme.
Abuelo: El truco para cazar estas bestias es atacar por sorpresa y rápido. Si les das tiempo a organizarse, estás perdido. Su fuerza reside en su número: son ágiles y rápidas, rodean a sus presas y le atacan desde todos los ángulos a la vez. Para atacarlas deberás ir con cuidado, tratar de matar a las máximas posibles una a una y una vez te veas envuelto en un combate grande, asustarlas. Grita, ruge, estira los brazos para simular ser más alto. Si las asustas, huirán y te será más fácil darles caza. De lo contrario serás pasto de los cuervos.
Parecía algo difícil ,pero si te organizabas todos los movimientos a usar en la cabeza, podría resultar demasiado fácil, en resumidas cuentas era enfrentarse una a una individualmente, sin que estas se puedan reagruparse. Necesitaba alguna estrategia por si estas se agrupaban para atacarme, necesitaba unos movimientos eficaces que rompan su forma de combate. El abuelo parecía que no le afectase el frío, en ese momento le dije que fuese para dentro, que yo me ocupaba de esos bichos.
De repente, en ese mismo momento salió un hombre alto, con unos pelos raros de punta y una vestimenta que resguardaba del frío muy bien, o eso fue la impresión que me dio nada mas verle. Dijo que era un cazador y que quería ayudarnos, ese maldito había escuchado la conversación del abuelo y mía en todo momento. Parecía inofensivo si no le hacías nada, pero no iba a quitarle los ojos de encima, me daba mala espina, y mucha.
Tardé un poco en responder, pero que podía hacer en ese momento, toda ayuda en ese momento era oportuna, así que con una cara seria le dije que si que podía venir. Me volví a girar al abuelo, y al ver que este no se había metido dentro de la taberna, le volví a decir que entrase, que hacía frío y que podía ponerse enfermo. Entonces, en aquel mismo momento empecé a caminar hacia las montañas, iba a ser un camino duro, pero sabía que podía aguantar hasta el final.
Abuelo: En mis tiempos unas bestias salvajes mitad hombre mitad demonio peludo bajaban de las montañas en las noches de ventisca como esta, y cazaban humanos. Desde siempre fueron más una molestia que un problema real, porque sólo cazaban humanos cuando estos se adentraban demasiado en las tierras salvajes que rodean las montañas. Algún invierno especialmente crudo descendían hasta el pueblo obligados por la escasez, sin embargo, el problema llegó hace cincuenta años. Las bestias hombre habían crecido bastante en número por una época de anormal bonanza y buen clima, que vino seguida del invierno más frío que se recuerda. Fue un desastre. No sólo se echó a perder la cosecha de otoño... las bestias, ahora numerosas y hambrientas, atacaban a la gente muy frecuentamente y bajaban al pueblo semana sí y semana también. Finalmente comenzamos una gran cacería y dimos muerte a la mayor parte de la extensa manada. Unos pocos, cuatro o cinco, se internaron en lo más profundo de la isla y no volvieron a ser vistos. Creímos que habrían muerto de hambre, o cazados por otras alimañas... pero esto demuestra que no ha sido así.
Dave: Pues manos a la obra, hay mucho trabajo que hacer.
Abuelo: ¡Tú no eres como esos cobardes! Me recuerda a mi en mi juventud: impaciente, intrépido y valiente. Si necesitas saber cómo derrotar a esas bestias, te lo diré. Reconozco en tu mirada el mismo fuego que me impulsaba a mi: las bestias de la montaña no son especialmente fuertes, pero sí endemoniadamente rápidas y ágiles, y una vez te han mordido ya no te sueltan hasta que desgarran la carne.
Tenía que tener cuidado, ya lo había visto el final, aquella bestia comiéndose el cuerpo de una persona, si no tenía cuidado podía acabar así, y eso no lo quería nadie acabar así. Aquel hombre cuando me dijo que me iba a explicar como matar a esas bestias, se quitó los ropajes superiores, tenía una parte destrozada, pero más o menos restaurada. En ese momento empezó a hablar otra vez, se notaba que la energía que tenía antes de joven la sigue manteniendo, pero no con la intensidad de hace bastante tiempo, ese hombre era de admirar, sentía eso en realidad, pero del frío que entraba en mis huesos, no podía moverme mucho, necesitaba moverme.
Abuelo: El truco para cazar estas bestias es atacar por sorpresa y rápido. Si les das tiempo a organizarse, estás perdido. Su fuerza reside en su número: son ágiles y rápidas, rodean a sus presas y le atacan desde todos los ángulos a la vez. Para atacarlas deberás ir con cuidado, tratar de matar a las máximas posibles una a una y una vez te veas envuelto en un combate grande, asustarlas. Grita, ruge, estira los brazos para simular ser más alto. Si las asustas, huirán y te será más fácil darles caza. De lo contrario serás pasto de los cuervos.
Parecía algo difícil ,pero si te organizabas todos los movimientos a usar en la cabeza, podría resultar demasiado fácil, en resumidas cuentas era enfrentarse una a una individualmente, sin que estas se puedan reagruparse. Necesitaba alguna estrategia por si estas se agrupaban para atacarme, necesitaba unos movimientos eficaces que rompan su forma de combate. El abuelo parecía que no le afectase el frío, en ese momento le dije que fuese para dentro, que yo me ocupaba de esos bichos.
De repente, en ese mismo momento salió un hombre alto, con unos pelos raros de punta y una vestimenta que resguardaba del frío muy bien, o eso fue la impresión que me dio nada mas verle. Dijo que era un cazador y que quería ayudarnos, ese maldito había escuchado la conversación del abuelo y mía en todo momento. Parecía inofensivo si no le hacías nada, pero no iba a quitarle los ojos de encima, me daba mala espina, y mucha.
Tardé un poco en responder, pero que podía hacer en ese momento, toda ayuda en ese momento era oportuna, así que con una cara seria le dije que si que podía venir. Me volví a girar al abuelo, y al ver que este no se había metido dentro de la taberna, le volví a decir que entrase, que hacía frío y que podía ponerse enfermo. Entonces, en aquel mismo momento empecé a caminar hacia las montañas, iba a ser un camino duro, pero sabía que podía aguantar hasta el final.
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Os ponéis en dirección a las montañas. Hace un frío infernal y está todo oscuro como boca de lobo, pero la ventisca ha parado de momento, y tu compañero ha sacado un farol, indicándote que estáis aún lejos de la guarida de las bestias por lo que no debería ser excesivamente peligroso sacarla.
Salís del pueblo y vais directamente hacia las montañas. Como no sois de allí y los caminos han quedado sepultados bajo una espesa capa de nieve, vais campo a través. Vuestras piernas se hunden en la nieve y avanzáis trabajosamente, hasta que por casualidad encontráis uno de los caminos sepultados, donde aunque las piernas se hunden en la nieve, el suelo no está a tanta profundidad y no lo hacen tanto.
- Es imposible avanzar así, necesitamos encontrar una solución. Somos presa fácil para esas bestias si tenemos que avanzar apartando la nieve a nuestro paso, además de que no llegaremos ni mañana. He oído que los lugareños tienen una forma de caminar sobre la nieve sin hundirse, pero no sé cómo hacen. ¿Se te ocurre algo?
Tu compañero se gira hacia ti. Tiene el pelo despeinado por el viento, y se ha colocado una pañoleta a la boca, pues el aire es tan frío que duele respirar.
Salís del pueblo y vais directamente hacia las montañas. Como no sois de allí y los caminos han quedado sepultados bajo una espesa capa de nieve, vais campo a través. Vuestras piernas se hunden en la nieve y avanzáis trabajosamente, hasta que por casualidad encontráis uno de los caminos sepultados, donde aunque las piernas se hunden en la nieve, el suelo no está a tanta profundidad y no lo hacen tanto.
- Es imposible avanzar así, necesitamos encontrar una solución. Somos presa fácil para esas bestias si tenemos que avanzar apartando la nieve a nuestro paso, además de que no llegaremos ni mañana. He oído que los lugareños tienen una forma de caminar sobre la nieve sin hundirse, pero no sé cómo hacen. ¿Se te ocurre algo?
Tu compañero se gira hacia ti. Tiene el pelo despeinado por el viento, y se ha colocado una pañoleta a la boca, pues el aire es tan frío que duele respirar.
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Yo ya estaba preparado para partir y mi nuevo "compañero también lo estaba, así que sin esperar nada más empezamos a caminar hacía adelante, hacia las montañas, donde vivían las bestias aquellas. Mi compañero sacó un farol, aún estábamos en el pueblo, no habíamos andado ni 10 minutos.
Ya por fin salimos de allí, la ventisca había terminado, pero el frío aún perduraba en aquel espacio invernal, por lo que podía pasarlo mal allí arriba. Poco a poco, mientras avanzábamos, la capa de nieve se hacía mas gruesa, haciendo nuestros pasos más arduos, utilizando demasiada energía en ellos. Caminábamos por el medio de la naturaleza, los caminos, al ser sepultados por la nieve, eran difícil de encontrar, por eso la mejor idea era caminar por el medio de la natura.
Comapañero: Es imposible avanzar así, necesitamos encontrar una solución. Somos presa fácil para esas bestias si tenemos que avanzar apartando la nieve a nuestro paso, además de que no llegaremos ni mañana. He oído que los lugareños tienen una forma de caminar sobre la nieve sin hundirse, pero no sé cómo hacen. ¿Se te ocurre algo?
Dave: Volver atrás sería perder tiempo. Yo solo tengo técnicas de espada, por lo que no podía ayudar, ¿tu que técnicas utilizas? A lo mejor pueden servir.
Ya por fin salimos de allí, la ventisca había terminado, pero el frío aún perduraba en aquel espacio invernal, por lo que podía pasarlo mal allí arriba. Poco a poco, mientras avanzábamos, la capa de nieve se hacía mas gruesa, haciendo nuestros pasos más arduos, utilizando demasiada energía en ellos. Caminábamos por el medio de la naturaleza, los caminos, al ser sepultados por la nieve, eran difícil de encontrar, por eso la mejor idea era caminar por el medio de la natura.
Comapañero: Es imposible avanzar así, necesitamos encontrar una solución. Somos presa fácil para esas bestias si tenemos que avanzar apartando la nieve a nuestro paso, además de que no llegaremos ni mañana. He oído que los lugareños tienen una forma de caminar sobre la nieve sin hundirse, pero no sé cómo hacen. ¿Se te ocurre algo?
Dave: Volver atrás sería perder tiempo. Yo solo tengo técnicas de espada, por lo que no podía ayudar, ¿tu que técnicas utilizas? A lo mejor pueden servir.
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Seguía pensando sin llegara una solución factible. El frío se me metía cada vez mas por mis huesos, dejándome un dolo por todo el cuerpo, que si seguía así, podría a llegar a quedarme allí, tal y como lo haría una estatua de piedra, pero en este caso sería una estatua de hielo.
Miraba por todos lados, los árboles nevados y esa inmensa capa de nieve que cubría el suelo era lo único que podía ver introduciendo también algunas casas del pueblo. No paraba de dar vueltas a la cabeza, hasta que se me ocurrió una idea. Miré fijamente a mi "compañero" y le dije seriamente:
Dave: Arranca un trozo de madera del árbol, con eso podemos hacer unas bases que posiblemente nos impida hundir nuestros pies en esa gruesa capa de nieve.
Iba a empezar a llevar a cabo la idea que había pensado, pero hubo algo que me impidió hacerlo, algo peor que esas bestias que había visto antes en la puerta de la taberna, y era el maldito frío, la temperatura podría haber llegado a bastantes grados bajo cero, y eso hizo que me paralizase por un momento y no pudiese moverme, pero a los poco minutos se me pasó.
Miraba por todos lados, los árboles nevados y esa inmensa capa de nieve que cubría el suelo era lo único que podía ver introduciendo también algunas casas del pueblo. No paraba de dar vueltas a la cabeza, hasta que se me ocurrió una idea. Miré fijamente a mi "compañero" y le dije seriamente:
Dave: Arranca un trozo de madera del árbol, con eso podemos hacer unas bases que posiblemente nos impida hundir nuestros pies en esa gruesa capa de nieve.
Iba a empezar a llevar a cabo la idea que había pensado, pero hubo algo que me impidió hacerlo, algo peor que esas bestias que había visto antes en la puerta de la taberna, y era el maldito frío, la temperatura podría haber llegado a bastantes grados bajo cero, y eso hizo que me paralizase por un momento y no pudiese moverme, pero a los poco minutos se me pasó.
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Tu compañero se queda un poco sorprendido ante tu idea, pero pronto cree entenderla. Con unos rápidos y precisos golpes desprende cuatro trozos de la gruesa corteza de uno de los árboles. Entonces saca unas cuerdas y se ata dos de los trozos a los pies, haciendo una base mayor. Comienza a caminar por la nieve, como probándolas, y no se hunde. Entonces te lanza los otros dos trozos con una sonrisa.
-Gran idea, amigo. Por cierto, no me parece correcto arriesgar mi vida con un completo desconocido. Me llamo Vaire.
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Tardó un poco en entender mi idea, pero al fin lo hizo. En el momento arrancó de los árboles cuatro trozos, él cogió dos de ellos y se los puso en los pies, atándolos a sus pies con cuerdas, ahí me pasó los otros dos trozos.
Me puse uno, y cuando me di cuenta, podía hacer algo más rápido, crear unas bases de hierro. Lo hice, puse una cantidad moderada de hierro debajo de mi calzado, servían igual que las bases de madera pero más resistentes.
Empezó a caminar mi compañero, parecía que servía la idea que había tenido.
-Gran idea, amigo. Por cierto, no me parece correcto arriesgar mi vida con un completo desconocido. Me llamo Vaire.
En verdad tenía algo de razón, era un poco raro arriesgar la vida junto a alguien que no conoces su nombre, se llamaba Vaire. Le respondía inmediatamente con una supuesta sonrisa en la cara para no quedar mal.
Dave: Me lamo Dave, y se supone que no e venido para esta misión.
Mientras lo decía lo adelanté, no sabía si había visto mis bases de hierro, pero me daba algo de igual aquello.
Me puse uno, y cuando me di cuenta, podía hacer algo más rápido, crear unas bases de hierro. Lo hice, puse una cantidad moderada de hierro debajo de mi calzado, servían igual que las bases de madera pero más resistentes.
Empezó a caminar mi compañero, parecía que servía la idea que había tenido.
-Gran idea, amigo. Por cierto, no me parece correcto arriesgar mi vida con un completo desconocido. Me llamo Vaire.
En verdad tenía algo de razón, era un poco raro arriesgar la vida junto a alguien que no conoces su nombre, se llamaba Vaire. Le respondía inmediatamente con una supuesta sonrisa en la cara para no quedar mal.
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Tu compañero no tiene tiempo ni para contestarte un escueto "encantado" pues, en el preciso momento en el que acabas de hablar, una docena de desgarradores aullidos cortan el aire y llegan hasta vosotros. Los aullidos se prolongan durante varios segundos y, tras silenciarse, parece que el propio universo ha perdido su voz durante un instante, hasta que tus oídos vuelven a percibir todos los sonidos inherentes a una montaña. Vaire desenfunda su pistola y su espada.
-Parece que no tendremos que ascender mucho más antes de que vengan a saludarnos. Podemos tratar de apresurarnos y encontrar un lugar ventajoso para nosotros, pero si aceleramos el paso seremos más vulnerables.
Vaire se queda mirando para ti esperando tu reacción. Parece que, te guste o no, tu eres el líder del equipo.
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Un silencio lideró el momento, y al segundo de contestar a Vaire se escucharon los aullidos de esos bichos asquerosos que habían matado a un ciudadano anteriormente, nada más llegar yo a la isla, en verdad quería cargármelos de inmediato y terminar cuanto antes.
-Parece que no tendremos que ascender mucho más antes de que vengan a saludarnos. Podemos tratar de apresurarnos y encontrar un lugar ventajoso para nosotros, pero si aceleramos el paso seremos más vulnerables.
Pensé un momento en lo que había dicho, un lugar ventajoso había dicho, tenía una idea, pero no sabía si iba a funcionar, una pequeña cúpula donde escondernos, y cuando fuese el mejor momento escapar de allí, aunque también tenía un plan B, que solo lo diría si el primer plan no funcionara.
Dave: Crearé una cúpula que nos protegerá de esos bichos, estaremos dentro hasta que se vayan.
En ese momento creé una cúpula pequeña donde cabíamos los dos muy bien, los que se podía ver por la luz del sol ya no se veía, además había creado unos agujeros diminutos por donde podría entrar el aire, allí me senté y cerré los ojos.
-Parece que no tendremos que ascender mucho más antes de que vengan a saludarnos. Podemos tratar de apresurarnos y encontrar un lugar ventajoso para nosotros, pero si aceleramos el paso seremos más vulnerables.
Pensé un momento en lo que había dicho, un lugar ventajoso había dicho, tenía una idea, pero no sabía si iba a funcionar, una pequeña cúpula donde escondernos, y cuando fuese el mejor momento escapar de allí, aunque también tenía un plan B, que solo lo diría si el primer plan no funcionara.
Dave: Crearé una cúpula que nos protegerá de esos bichos, estaremos dentro hasta que se vayan.
En ese momento creé una cúpula pequeña donde cabíamos los dos muy bien, los que se podía ver por la luz del sol ya no se veía, además había creado unos agujeros diminutos por donde podría entrar el aire, allí me senté y cerré los ojos.
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Vaire se sobresalta visiblemente ante la cúpula que creas, pero, tras respirar hondo un par de veces, se tranquiliza.
-¿Usuario, eh? Vaya, vaya... Esto será más entretenido de lo que pensé.
De pronto la cúpula se estremece con violencia. Las bestias la están golpeando desde el exterior, sin efecto aparente. De pronto dejan de golpearla, pero todavía se pueden escuchar con bastante nitidez los aullidos y respiraciones de las criaturas. Es evidente que siguen fuera. Vaire respira hondo antes de hablar.
-Parece que estamos en un apuro. No creo que se vayan hasta que claree, y no tiene pinta de que vaya a suceder pronto. ¿Tu que dices? ¿Nos quedamos a cubierto o salimos y atacamos?
-¿Usuario, eh? Vaya, vaya... Esto será más entretenido de lo que pensé.
De pronto la cúpula se estremece con violencia. Las bestias la están golpeando desde el exterior, sin efecto aparente. De pronto dejan de golpearla, pero todavía se pueden escuchar con bastante nitidez los aullidos y respiraciones de las criaturas. Es evidente que siguen fuera. Vaire respira hondo antes de hablar.
-Parece que estamos en un apuro. No creo que se vayan hasta que claree, y no tiene pinta de que vaya a suceder pronto. ¿Tu que dices? ¿Nos quedamos a cubierto o salimos y atacamos?
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Estábamos en ese momento un poco mal, atrapados diría yo en una cúpula de hierro, donde los animales estaban acechando en todo momento. Mi idea no era quedarme allí todo momento, mi idea era salir y luchar.
-¿Usuario, eh? Vaya, vaya... Esto será más entretenido de lo que pensé
En ese momento la cúpula se estremecía, aquellas bestias la atacaban y cada vez más fuerte, me iba decantando poco a poco por la idea de atacar a las bestias. Empecé a pensar otro plan antes de ponernos a pelear, un plan donde no tengamos que tocar a esas bestias y cargárnoslas.
-Parece que estamos en un apuro. No creo que se vayan hasta que claree, y no tiene pinta de que vaya a suceder pronto. ¿Tu que dices? ¿Nos quedamos a cubierto o salimos y atacamos?
Dave: Vamos a atacar, decías antes que individualmente no son nada, ¿verdad? Pues solo dejaremos entrar una bestia y cuando nos la carguemos la siguiente, cuando estés preparado me avisas para hacer la entrada.
Esa no era mi idea principal, pero podría funcionar, y si no, ejecutaría el otro plan, uno más efectivo, que podría sacarnos de allí rápidamente.
-¿Usuario, eh? Vaya, vaya... Esto será más entretenido de lo que pensé
En ese momento la cúpula se estremecía, aquellas bestias la atacaban y cada vez más fuerte, me iba decantando poco a poco por la idea de atacar a las bestias. Empecé a pensar otro plan antes de ponernos a pelear, un plan donde no tengamos que tocar a esas bestias y cargárnoslas.
-Parece que estamos en un apuro. No creo que se vayan hasta que claree, y no tiene pinta de que vaya a suceder pronto. ¿Tu que dices? ¿Nos quedamos a cubierto o salimos y atacamos?
Dave: Vamos a atacar, decías antes que individualmente no son nada, ¿verdad? Pues solo dejaremos entrar una bestia y cuando nos la carguemos la siguiente, cuando estés preparado me avisas para hacer la entrada.
Esa no era mi idea principal, pero podría funcionar, y si no, ejecutaría el otro plan, uno más efectivo, que podría sacarnos de allí rápidamente.
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-¿Una a una, dices? No es mala idea, pero...
La frase fue interrumpida por una gran explosión de nieve en el interior de la cúpula. Cuando la nieve se disipó pudiste ver claramente a Vaire forcejeando con una de esas bestias mientras otra comenzaba a arrastrarse del agujero.
-¡Aquí dentro estamos atrapados!- Dijo entre jadeos mientras la bestia retrocedía. Con un veloz movimiento le pegó un tiro en la cabeza, pero del hueco salió otra que ocupó su lugar.- ¡Hay que salir... Ya!
Mientras el forcejea y otras dos bestias tratan de entrar por el agujero, una de ellas se lanza sobre ti con las garras por delante.
La frase fue interrumpida por una gran explosión de nieve en el interior de la cúpula. Cuando la nieve se disipó pudiste ver claramente a Vaire forcejeando con una de esas bestias mientras otra comenzaba a arrastrarse del agujero.
-¡Aquí dentro estamos atrapados!- Dijo entre jadeos mientras la bestia retrocedía. Con un veloz movimiento le pegó un tiro en la cabeza, pero del hueco salió otra que ocupó su lugar.- ¡Hay que salir... Ya!
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Sawn tiene un 7. Gana 1400 de exp.
Dado a que hubo dos moderadores corregidme si esto está mal.
Kain gana el 30% se queda con 420 de exp.
ATT: Drake, el lobo blanco.
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