[Privado] [Teravan y Zarock] Comienzo de una amistad

La habitación estaba iluminada únicamente por la luz que se colaba entre las rendijas de la persiana y de manera ocasional por el cigarro de Big Jack cada vez que este daba una calada. Un hedor de carne podrida y tabaco barato inundaban la estancia, pero Zarock mantuvo la compostura. No convenía ofender al Big Jack. Era muy orgulloso y de gatillo fácil, alto, bastante gordo, calvo y con cara de cerdo. Vestía un traje que antaño había sido elegante pero que en esos momentos estaba en condiciones deplorables, lleno de remiendos y manchas. A pesar de su aspecto zarrapastroso, Big Jack tenía mucho dinero y pagaba bien.

El hombre con cara de cerdo estaba sentado tras un escritorio sencillo, lleno de papeles y libretas de anotaciones, así como un cenicero rebosante de colillas. Gruñó y se puso a rebuscar entre los papeles hasta encontrar una carpeta marrón con una mancha en una esquina (Reciente, al parecer) que tendió a Zarock. Este la cogió y la ojeó rápido. Eran una serie de fotos del hombre al que debía eliminar y informes sobre su rutina diaria y los lugares que frecuentaba. Desde luego los informadores de Big Jack eran eficientes... no era un hombre al que conviniese enfadar.

- Lo quiero muerto en un plazo de dos días. Me da igual cómo coño lo pretendes eliminar, si vas a ir a saco, a ser sutil o si le vas a arrancar las tripas delante de su puta familia, pero sácalo de en medio. El pago total será de dos mil berries, de los cuales te adelantaré ahora doscientos - dijo malhumorado, escupiendo al hablar. Por la manera en que se le agitaban las papadas, parecía un auténtico cerdo.

Dicho esto le tendió unos billetes, que Zarock aceptó con su habitual sonrisa estoica. Se guardó todo en el interior de su kimono y le hizo una elegante reverencia.

- Es hombre muerto. No vivirá para volver a ver la luz del sol - dijo con una risita.

Se retiró de la estancia y salió del edificio. Los hombres de Big Jack cerraron la puerta con llave a sus espaldas en cuanto la atravesó, y este se encontró de nuevo en medio de la maraña de calles de los barrios bajos. Decidió que ya iría a matar a aquel hombre más tarde, dado que le apetecía beber. Zarock Aran no era conocido por su responsabilidad y no era la clase de hombre adecuado para trabajos delicados, pues le gustaba demasiado la bebida. Sin embargo era letal y eficiente, y por eso le seguían contratando. Los capos de las mafias solían recurrir a él bastante, dado que como otros cazadores vivía en el límite entre la legalidad y el crimen, y no le importaba mancharse un poco las manos con tal de conseguir un encargo con el que pagarse la comida. Los cazadores no siempre encontraban criminales con recompensa por su cabeza, lo que les solía obligar a rebajarse a esto. Sin embargo, este no era el caso de Zarock. El peliblanco aceptaba esta clase de trabajos por gusto y porque solían pagarse muy bien.

Salió de los callejones a uno de los canales principales de la ciudad y observó las diferentes embarcaciones que los surcaban, mientras buscaba alguna taberna. El espadachín iba ataviado con un kimono negro y blanco, con una katana colgando del cinto. Esto le daba una apariencia de samurai, y en más de una ocasión lo habían confundido erróneamente con uno. Su tez pálida, su extrema delgadez y su pelo blanco realzaban su llamativo aspecto haciéndole ser una persona inconfundible. Destacaba entre la multitud. Era habitual que la gente lo siguiese con la mirada ante lo extraño de su apariencia. Finalmente encontró un bar llamado "El pescador borracho". Entró sin pensarlo dos veces. Era un local alegre y bullicioso con una clientela variopinta. Al fondo había un viejo barbudo tocando una pianola, y a su derecha en la barra, un hombre alto y musculoso limpiaba una jarra con un trapo deshilachado. Zarock se sentó frente a este.

- Viejo, ponme un cuenco de sake - dijo sonriente y efusivo.

El fornido camarero dejó de limpiar el vaso y le sirvió el cuenco de sake. Zarock lo tomó manteniendo su sonrisa.

- Kanpai - dijo, y se lo bebió de un trago.

Tras esto, sacó un puñado de billetes y los dejó sobre la barra. Había más que de sobra para varias rondas de sake. El camarero entendió y los aceptó disimuladamente. El sonriente cazador puso sobre la mesa una foto de un hombre rubio, de pelo largo peinado hacia atrás que llevaba un puro en la boca. El camarero se puso serio y le sirvió otro cuenco. Cuando se lo tendió se inclinó hacia él y le susurró:

- Le he visto un par de veces por aquí. Dicen que se reúne con gente como él todas las noches en las afueras, junto a una arboleda.

Sin dejar nunca de sonreír, Zarock se guardó la foto y continuó bebiendo del cuenco, saboreando más la bebida esta vez.

- Deje ya la botella aquí, viejo - dijo tendiéndole un par de billetes más.

Teravan observaba disimuladamente la escena que tenía lugar a escasos metros de él, un hombre variopinto bebiendo como un barril y un tabernero con la lengua suelta debido al papel. No es muy extraño encontrar eso por aquí.

Se alisó la chaqueta de marine que llevaba puesta de informalmente, solía llevarla por los hombros, sin meter los brazos en las mangas, dejando al descubierto su camiseta negra de asas. Le encantaba ese atuendo, a medio camino entre el frío y el calor.

Dio un trago a su bebida, pensando en lo que le había dicho, no parecía el tipo de hombre que pedía ayuda frente a un encargo de búsqueda, aunque, la verdad, no parecía el tipo de hombre de nada.

El bar estaba sumamente apacible a aquella hora, unos cuantos hombres bebiendo y jugando a algún juego de azar para jugarse el dinero que habían ganado con su dudosa honradez - Qué aburrido - pensó el joven marine, hacía tiempo que no experimentaba ninguna emoción fuerte, y, la verdad, echaba de menos ese impulso de adrenalina que le proporcionaba una buena pelea.

Ah, la sangre corriendo por el cerebro, el sudor deslizándose a chorros por los músculos y el cuerpo reaccionando como un resorte ante cualquier movimiento. Sí, desde luego, necesitaba una pelea o algo que le hiciese olvidar todo el aburrimiento que sentía. Por lo tanto tomó una decisión.

Salió fuera, las calles estaban concurridas a esa hora de la tarde, miró a su alrededor y dio un agradable paseo, tanteando la presencia de marines o fuerzas del orden que por las cercanías se encontraban. Como de costumbre, vacío, al parecer la ley era escasa en esa parte de la ciudad. Siguió buscando y encontró lo que tenía en mente. Lo cogió con sumo cuidado de que nadie lo mirase y se encaminó con paso apresurado hacia el bar.

Una vez en la puerta, depositó en el suelo lo que había traído, se aclaró la garganta ruidosamente y, cuando alguna gente le prestó atención, se puso a gritar.

- Parece que por aquí falta una buena juerga, voy a solucionarlo, cabrones. ¡FIESTA DE LA ESPUMA! -

Acto seguido se bebió todo un barril de los que traía y se tragó un puñado de balas, después agitó el otro vigorosamente, lo lanzó al aire y le disparó unas cuantas balas, mojando a los ahora enfurecidos parroquianos de aquel tranquilo bar, una de las balas impactó, con una incionalidad dudosa, en la botella de sake que aquel extraño personaje seguía bebiendo.

Mientras la gente de la taberna estaba aún estupefacta, siguió rociándolos con cerveza con unos cañones que, misteriosamente, le habían aparecido en los índices.

- Vaya, parece que les he aguado la fiesta, caballeros, cuánto lo lamento... - dijo sarcásticamente, preparándose para correr.

Zarock seguía bebiendo tranquilamente, cuando un hombre vestido de manera informal con una chaqueta de marine por los hombros entró en el bar. Comenzó a vociferar algo de una juerga y comenzó a beberse a grandes tragos el contenido del barril que llevaba consigo. "¿Qué pretende este hombre?"[/i] se preguntó, entre aburrido e interesado. De repente los dedos índice del marine se transformaron en cañones de pistola, soltando sendos chorros de cerveza que bañaron a los presentes, acompañados de disparos ocasionales. La cerveza alcanzó su kimono, empapándolo. Inicialmente a Zarock le hizo gracia la situación y comenzó a reírse, mientras su culebra mascota Casiopea siseaba enfadada y asomaba la cabeza desde el interior de su ropa. Sin embargo, una bala perdida alcanzó la botella de sake. Entonces el cazador dejó de reír y se puso serio. Si había algo que no le gustaba era que le quitasen su sake. Se puso en pie con la mano en la empuñadura de la katana.

- Nadie le quita su sake a Zarock Aran sin pagar las consecuencias.

El marine soltó un último comentario sarcástico antes de salir corriendo fuera del local. El cazador se comenzó a quitar la ropa y se quedó únicamente con su pantalón y sus sandalias de madera.

- Guardadme las cosas, viejo, y os recompensaré - dijo mirando al enfadado camarero.

Dejó a Casiopea con sus ropas, y desnudo de torso para arriba y armado con su katana, salió a la calle. El marine se alejaba por la calle, pero Zarock se tomó las cosas con calma. Desnudo su palidez y delgadez extremas quedaban aun más patentes. En cuanto los rayos de sol tocaron su piel, un aura amarilla comenzó a envolver al cazador, y sus músculos comenzaron a definirse y tensarse.

- Es hora de la caza.

Comenzó a correr a una velocidad brutal, pero en vez de ir a por su objetivo directamente, se subió de un salto a la cornisa de un edificio bajo. Trepó, aprovechando la fuerza física que le confería la Sunny Sunny no mi, y se subió al tejado. Desde allí comenzó a avanzar saltando entre edificios hasta alcanzar a su rival. Cayó desde los aires quedando de cuclillas frente al pelirrojo, a unos metros escasos de él cortándole el paso.

- Eso del sake no fue gracioso, marine.

Dijo, apuntándole con la katana. De repente, la katana brilló con una luz cegadora, casi tan intensa como la del mismo sol, y Zarock se abalanzó sobre su rival lanzándole un tajo horizontal a la altura del pecho para probarle.

Destello Aran [AI]

En cuanto vio a la gente levantarse, Teravan echó a correr como un poseso, disparando cerveza al suelo para que los menos habilidosos resbalaran, cumplió el efecto deseado y en poco tiempo dejó atrás a algunos de sus perseguidores.

Para no arriesgarse siguió corriendo con el corazón a mil por hora. Echaba de menos esa sensación, hacía tiempo que no se sentía tan vivo. Se echó un chorro de cerveza en el gaznate para celebrarlo mientras corría. Echaba la vista atrás, por si acaso persistían los perseguidores, pero no encontró a nadie.

Pero en cuanto volvió a mirar al frente, sus planes se truncaron.

Allí estaba él, el hombre extraño del sake, ataviado simplemente con unos pantalones y el torso al descubierto, brillaba de una manera extraña, pero no le dio importancia.

- Eso del sake no fue gracioso, marine. - dijo mientras le asestaba un tajo increíblemente rápido con su katana. Gracias a sus increíbles reflejos, Teravan fue capaz de esquivar un corte que podría haberle causado muchos problemas, pero que se quedó en tan solo un corte en el pecho.

- Ah, ¿no?, pues yo lo vi increíblemente divertido, aunque la verdad no fue intencionado, tan solo quería molestar al resto de idiotas del bar. Déjame invitarte a otra botella de sake en cuanto te haya partido es hermosa cara que tienes.

Acto seguido Teravan siguió todas las instrucciones del Bang n' Run que había aprendido en el pasado. Se echó hacia atrás, manteniendo el rango cómodo de disparo, y descargó un par de balas con el índice derecho dirigidas al pecho, así como un chorro de cerveza a la cara del oponente, intentando desconcentrarlo.

- Uh, cuánto lo siento, solo puedo ofrecerte este amargo brebaje por el momento... - dijo poniendo cara de sarcástico arrepentiemiento.

A pesar del cegador destello, Teravan logró echarse hacia atrás evitando parcialmente el golpe. Como resultado se llevó un corte horizontal en el pecho que le desgarró la camisa y le dejó una herida superficial pero que posiblemente sería dolorosa. El extraño marine soltó un comentario sarcástico y se echó hacia atrás disparando con ambas manos. Zarock se echó hacia su derecha, pero una de las balas le pasó entre el brazo izquierdo y el costado, arrancándole piel y un poco de carne en ambos lados.

- Pagarás por esto también - dijo con una mueca de dolor.

Los comentarios del marine no le afectaban demasiado, pero las heridas recibidas le molestaban y lo ponían de mal humor. Se puso en posición y comenzó a correr hacia él. A mitad de camino dio un salto de un par de metros de altura, gracias al poder de su fruta, y cayó tras el marine. Se giró velozmente y le lanzó una estocada al costado izquierdo.

- Come acero, perro.

Estocada final Aran [AF]

Con esta estocada pretendía sentenciar el combate. No pretendía atravesarle el corazón, pero sí dejarlo herido de gravedad como castigo por las heridas que le había inflingido y el sake derramado.

Teravan vio cómo ese hombre esquivaba la mayoría de sus balas, y lo que es más importante, la cerveza. Una de las balas le impactó desgarrándole la piel, eso sería bastante doloroso durante los próximos días.

Era rápido, más rápido que ningún pirata al que se había enfrentado, muy poca gente era capaz de esquivar sus disparos, al menos hasta ahora. Iba a atacar a su adversario cuando este pegó un salto, y en un instante se colocó a su espalda, poco después sintió el para él agradable sabor del acero.

Dolor... ya se había olvidado de cómo sabía... Intenso, frío, desgarrador... Mortalmente perfecto. Teravan estaba lejos de aceptar la derrota, sabía que ese combate había terminado para él con esa estocada en el abdomen, no sería mortal, pero sí severa.

No podía permitir que su contrincante saliese indemne, pero él había tenido la decencia de no atacarle a una parte vital, por lo que él sería igual de "considerado", sin darse la vuelta, impedido por la espada que aún tenía en su cuerpo, echó los índices hacia atrás y le disparó a la altura de su ataque.

- Eres bueno, pero no tanto... Me caes bien. - dijo con una sonrisa.

Logró realizar su estratagema de manera brillante. Mientras notaba, disfrutándolo con sadismo, cómo su espada se hundía en la carne de su rival, escuchó dos disparos y notó un fuerte dolor en el abdomen. Una de las balas le había impactado allí. Por pura suerte o porque las pistolas no tenían suficiente potencia, no parecía haber penetrado más allá del músculo, como se apreciaba por el brillo metálico en la herida delatando a la bala.

- Buena jugada - dijo con una carcajada Zarock, aparentemente no muy molesto por la herida - Lo mejor para estas cosas es el alcohol, te invito a unas copas.

Sacó la katana de la herida de su adversario y la limpió con un pañuelo. Tras eso se dirigió de vuelta al bar, sin esperar a ver si le seguía. Por la calle la gente se le quedaba mirando al ver a un hombre con la katana ensangrentada en la mano con una herida sangrante en el torso caminando tranquilamente con una sonrisa en el rostro. Zarock entró al bar y dijo:

- Camarero, invito a todo el mundo a una ronda. Y para mi dos botellas de sake y un par de cuencos.

La gente se quedó asombrada mirando al espadachín y el aspecto que traía, pero tras unos segundos reaccionaron y comenzaron a dar gritos y a brindar en su honor por la invitación.

Teravan siguió como pudo a su compañero, tenía el torso cubierto de sangre pero, la verdad, no le importaba. No fue una herida excesivamente grave, podía soportarla. Aún no entendía cómo aquel hombre podía caminar después de los balazos, pero no le dio importancia. Tan solo lo siguió mientras se enrollaba la zona herida con su chaqueta de marine.

En realidad, ese espadachín era rápido, muy rápido. No comprendía cómo se había situado a su espalda con tanta velocidad, pero como la mayoría de los espadachines, cometió un error... arrogancia.

Sí, aquel movimiento había sido excesivamente arrogante, después de clavarle la espada de forma demasiado precaria como para no ser planeado, se había quedado quieto, disfrutando del momento. Había tenido suerte de que no quería matarle.

Llegaron al mismo bar de antes, sabía que habría resentimiento por su jugada de antes, así que entró preparado. Su nuevo amigo invitó a todo el mundo a una ronda, y pidió sake para los dos. Entró en el bar, y la mayoría de la gente estaba demasiado entusiasmada con la ronda como para echarle en cara lo de antes. La mayoría...

Un hombre se le acercó sigilosamente por la espalda con una silla en la mano, no suficientemente sigiloso. Gracias al agua del suelo, Teravan pudo oírlo perfectamente, y en cuanto hizo descender la silla y gracias a los movimientos del Gun n' Run, se hizo a un lado rápidamente, le dio una patada potente en el estómago y le tiró al suelo, acto seguido le roció la garganta con unos litros de cerveza. Ese hombre tardaría en levantarse.

Miró alrededor por si alguno no había aprendido la lección que recibió ese atacante. No vio mucho movimiento, incluso algunos lo miraron con respeto. Rió, rió a carcajadas, hacía tiempo que no se lo pasaba tan bien, ese fue un día bastante completo.

- Vaya hombre, ¿se te han apagado esos ánimos? - le dijo al hombre que acaba de derrotar - Si solo te he cerveceado un poco las ideas - dijo con una sonora carcajada.

Se acercó a la barra, se tomó uno de esos cuencos de sake y miró a su compañero con sorna. Era el momento de preguntarle por aquella extraña conversación con el camarero.

- Bueno compañero, ¿qué tal esa herida? Espero que no te impida cumplir el encargo que tienes pendiente.

Zarock bebió un cuenco de sake con calma mientras veía a su nuevo amigo "cervecear" a aquel afortunado ganador de un par de litros gratuítos de cebada fermentada. Recordaba que su padre solía llamarla "pan líquido". En todo caso él prefería el sake. Cuando se aburrió de ver al otro tragar alcohol se llenó otro cuenco y se echó directamente de la botella un chorrito de sake sobre la herida. Aguantó el dolor y apretó los dientes ante el escozor y bebió un trago largo del cuenco. Cuando el otro volvió y le comentó lo del trabajo, Zarock contestó con jovialidad:

- Oh, así que lo escuchaste. No me pareces uno de estos marines estirados ni mal tío, así que te lo contaré: me han encargado eliminar a un tío importante, a un revolucionario, que se ha entrometido en los asuntos de un capo. Oye, ¿y si me ayudas a capturarlo? No me importaría compartir la recompensa contigo. Creo que tus habilidades me podrían venir bien, y podríamos llegar a hacer buenos negocios juntos.

Zarock era una persona extraña. A veces era cauto y precavido, astuto como el mismísimo diablo. Otras inocente como un niño. Este parecía uno de esos momentos. El marine le había caído bien y era capricho suyo convertirlo en su socio. Sus habilidades combinadas podrían llegar a ser muy útiles.

Teravan escuchó su propuesta con gusto, había conseguido lo que quería. Esa perspectiva le parecía muy atractiva, seguro que le traía buenas experiencias. Se pasó la mano por su rojo cabello, haciendo como que se lo pensaba, dejándoselo difícil.

Después de un minuto, bebió un cuenco de esa bebida, no era tan sabrosa como la cerveza, pero no estaba del todo mal. Dejó el cuenco sonoramente en la barra y le dio una respuesta a su nuevo compañero.

- Está bien, acepto, estoy seguro de que formaremos un buen equipo, nuestras habilidades combinadas pueden llegar a ser realmente devastadoras. - dijo con una sonrisa.

Se echó más sake en el cuenco, reconocía que aquella bebida era bastante fuerte, estaba bastante animado. Recordó de repente la herida que tenía en el abdomen, siguió el ejemplo de lo que había hecho su compañero anteriormente y, retirando con cuidado la ropa, se vertió aquel líquido en la herida, provocándole un sugerente dolor agudo.

Una vez hecho eso, cogió la copa, la alzó y brindó con su nuevo compañero.

- Que empiece la cacería, socio.

Su compañero le hizo esperar un buen rato, tiempo durante el cual bebió dos cuencos enteros, expectante. Finalmente, su compañero le confirmó su apoyo y ambos brindaron. Zarock se rió y terminó lo que quedaba directamente de la botella. Llevaba años bebiendo sake, con lo que una botella como esa le afectaría mucho, pero aún controlaba bastante.

- Oye, compañero, por lo que me han contado el futuro cadáver ese se reúne con sus compañeros por la noche. No sé tú pero yo voy a dormir la moña hasta entonces. Si quieres, en mi habitación de la posada hay dos camas. Yo voy para allá, si decides no venir nos vemos sobre las once en la puerta sur.

Recogió su ropa y pertenencias. Pareció decidir que su kimono no tenía bastante valor, porque arrancó un cacho decente de tela. Después se mojó los dedos en lo que quedaba de sake en su cuenco y los metió en la herida soportando el dolor. Suerte que la bala prácticamente asomaba. Agarró y tiró, arrancándola. Soltó un breve quejido de dolor, mientras la herida comenzaba a sangrar profusamente. Velozmente comenzó a envolverse el abdomen con la tela. Tras esto, cogió los restos de su destrozada ropa, su katana y echó a andar hacia su posada.

- ¿Vienes pues? - dijo volviéndose hacia el marine.

Teravan alzó el rostro ante la pregunta de su nuevo socio, encogió los hombros y respondió con premura:

- Lo siento, pero no soy capaz de dormir cómodamente sin la sensación de que pueden matarme en cualquier momento, por eso duermo en la calle. - dijo con naturalidad.

Una vez dicho eso, estrechó la mano de Zarock, y se encaminó hacia la salida de la posada. Hecho eso se dirigió a donde tenía pensado. Caminó por las calles de Water Seven, entre la multitud. La herida le dolía y el escozor producido por el sake comenzaba a resultar molesto.

Giró en un callejón, miró atrás por si alguien le seguía. No era así, volvió a girar y se encontró en una especie de patio interior. Desierto, movió unos barriles que estaban apoyados en una pared cubierta de humedad, cogió una escalera colocada detrás de ellos. La alzó y subió al tejado de una de esas casas. Su "hogar".

Era una especie de campamento improvisado, salvo porque estaba en un tejado. Había una especie de colchón con unas mantas, en un impresionante buen estado teniendo en cuenta donde se encontraba. También había una especie de tejado sujeto por unas largas varas de madera, con cortinas rodeando el recinto a modo de paredes, para cubrir el sol. Incluso había una pequeña mesita con un cajón y una lámpara de aceite.

Se tumbó en la cama y durmió hasta una hora antes de la hora establecida. Se levantó, cogió sus armas y sus bolsitas de balas. Acto seguido se dirigió con calma a la puerta sur.

Zarock rió a carcajadas ante la respuesta de su nuevo socio y le estrechó la mano con gusto. Se fue a su posada con una gran sonrisa de satisfacción, con su kimono destrozado al hombro y la katana envainada apoyada al otro hombro mientras la sujetaba con la funda. Esto, y su herida con vendajes improvisados y ensangrentados, atraían la atención de la gente. Cuando llegó a la posada, la mayoría se apartó a su paso, pero Zarock los ignoró. Subió las escaleras tambaleándose por la pérdida de sangre y el exceso de alcohol. Al llegar a su puerta rebuscó entre las ropas hasta dar con la llave, abrió, tiró sus cosas a una esquina y se apoyó contra la pared, incapaz de mantener el equilibrio. Abrió torpemente la ventana y se las ingenió para mover la cama de tal manera que el sol le diese mientras estaba dormitando. De aquella manera la luz solar aceleraría la curación gracias a su fruta. Tras esto se tiró en la cama y quedó dormido casi al instante por la borrachera.

Cuando despertó, anochecía ya. Odiaba pelear por la noche. Era una desventaja al no poder usar los poderes de su fruta. Debería recurrir a sus reservas de energía solar almacenadas durante el día. Suerte que había podido "cargas las pilas" mientras dormía, pero el sol no le había dado todo el rato y buena parte de la energía la había consumido curándose. Recordó la herida y entonces se arrancó las vendas. Ya estaba cerrándose gracias a sus poderes, pero aun no estaba ni mucho menos curada. Cogió de su maleta ropa limpia, se ajustó la vaina de su katana al cinto y salió al exterior.

Teravan le esperaba ya en la puerta. Zarock se acercó, serio a diferencia de su actitud habitual. La noche le ponía nervioso. Los enemigos podían aprovechar las sombras para acecharle, y no tenía el sol para darle fuerzas.

- Saludos, compañero. Creo que aun no nos hemos presentado en condiciones. Mi nombre es Zarock, Zarock Aran. Cazador de recompensas. Posiblemente has oído hablar de mi clan. Llevamos generaciones enteras dedicándonos a la caza de recompensas.

Miró inquieto hacia la arboleda de las afueras. Debían ir a allí a espiar a aquel revolucionario. ¿Le matarían hoy mismo? Tal vez sería más juicioso espiarle y matarle en un lugar apartado, o incluso dejarlo para el día, cuando Zarock podría usar el 100% de su fuerza. Sacó una foto del revolucionario y se la tendió al marine.

- Allí es donde nuestro amigo se reunirá con otros conspiradores - señaló a la arboleda - Durante la noche no puedo usar todos mis poderes, así que tal vez lo inteligente sería espiarle y matarle cuando esté solo o durante el día. Tú dirás.

Había estado esperando durante un tiempo a que apareciese aquel extraño personaje, pero en cuanto apareció supo que era él. Era sencillamente inconfundible. Un hombre con un par de espadas y un kimono rasgado, a la mayoría de la gente le parecería extravagante e incluso molesto. A Teravan no, a Teravan le parecía divertido.

Cuando se acercó, el joven marine notó una diferencia en su comportamiento, no tenía la actitud despreocupada de aquella mañana, eso le resultó extraño. Iba a decirle algo pero el espadachín se le adelantó, saludándole, y diciendo su nombre y su oficio, no había caído en la cuenta de que no se habían presentado. Qué curioso.

- Vaya, es cierto, mi nombre es Teravan, Teravan Zallen, marine, y no, no conozco a tu clan - mintió - y eso que conozco bien a todos los grupos de cazadores, no debéis ser muy conocidos... - dijo con un ademán, quitándole importancia.

Se quedó un rato callado, disfrutando de la probable magulladura que había producido en su orgullo, pero no esperó mucho,poco después el cazador volvió a hablar. Sugiriendo atacar por el día y espiarles esa noche. Eso le extrañó, no le cuadraba con la persona que había conocido a la mañana.

- De acuerdo - suspiró - lo haremos a tu manera, qué aburrido. - En realidad era lo mejor, tendría mucha mejor puntería de día.

Se acercaron a la arboleda hacia la que estaba mirando Zarock, no había nadie. Se ocultaron y aguardaron a que llegase su presa.

Zarock siguió a Teravan. Ambos subieron a un árbol, se ocultaron entre las ramas y aguardaron. El cazador tenía habilidades contradictorias. Antes de comer la Sunny Sunny no mi había dedicado bastante tiempo a entrenar su sigilo, y las sombras habían sido sus aliadas. Su habilidad como espía junto con su entrenamiento como espadachín parecían indicar que acabaría siendo un luchador nocturno, pero desde el momento en que tomó la akuma y pasó a depender de la luz del sol eso cambió.

- Pues ya podrían no ser conocidos... - susurró a Teravan en alusión a su clan, con desprecio - odio mi clan. Algún día me los cargaré a todos menos a mi hermano. Es el único que vale la pena de esos imbéciles.

Las palabras de Zarock iban con auténtico veneno, y parecían indicar que había algún suceso oscuro en su pasado que le hacía odiar a sus semejantes. ¿Lo había realmente? No, realmente no. Simplemente los despreciaba y aborrecía, y quería verlos muertos. El cazador era una persona muy peculiar, y su mente funcionaba de manera extraña. No quería formar parte de un clan que le hiciese sombra. No quería ser "ese cazador del clan Aran". Quería ser Zarock, y que su nombre fuese temido y respetado por lo que implicaba en sí, no por pertenecer a un estúpido clan.

Cuando llevaban unos quince minutos esperando, aparecieron dos hombres encapuchados hablando en voz baja. Comentaban algo sobre un tal Quimera Karl que había asaltado la base rebelde del South Blue, Saint Reia. Parecían preocupados por el tema. Mencionaron algo de un tal Rácovich que le había hecho frente. Poco después más encapuchados fueron uniéndose a los dos originales hasta formar un nutrido grupo de trece personas. Por el tema de conversación, era obvio que era revolucionarios. Después de un rato llegó un catorceavo que proclamó:

- Lo he comprobado y parece no haber nadie en los alrededores. Bajaos todos las capuchas para comprobar vuestra identidad.

Así hicieron todos. Efectivamente en el grupo estaba el hombre que buscaban ellos. Comenzó una larga reunión en que un hombre alto y de nariz picuda comenzó a asignarle tareas a todos. Se hablaban entre ellos por nombres en clave. El que parecía el jefe era "Halcón", y el hombre al que debían matar ellos "Grillo". Finalmente Halcón se dirigió a este último para darle su misión:

- Grillo, tú deberás continuar con tu misión de hasta ahora, ser nuestro contacto en los bajos fondos y conseguir fondos y apoyos entre las mafias y delincuentes, y encargarte de silenciar a los que nos molesten.

El tal Grillo asintió, y Zarock esbozó una sonrisa macabra. Los bajos fondos eran su terreno. No le costaría localizarle y eliminarlo.

Le sorprendieron las palabras de odio de su socio, matar a todo su clan, era una aberración. Si había algo que Teravan respetase era a su familia. No sabía ni quería imaginar a qué se debía tanta rabia acumulada.

Aparecieron unos hombres encapuchados, una pena, podría haberlos matado desde ahí con su fusil con un poco de ayuda de Zarock, la verdad. Pero bueno, si quería ocuparse por la mañana, era su decisión. Sus razones tendría.

Bien, estaba claro que "Tortuga" era nuestro objetivo, no iba a resultar ningún problema matarle, pensó en disparar desde allí con el fusil, pero, para empezar, Zarock no se lo permitiría, y no quería tener una pelea en ese mismo lugar. Decidió esperar, junto con su compañero a que se hiciese de día para buscar a aquel hombre y darle caza.

Siguieron escuchando, al parecer el tal "Tortuga" se dedicaba a recorrer lo bares para cobrar por protección de las mafias. Le agradaba la perspectiva que tenía aquella misión. Ir gritando de bar en bar "Tortuga" hasta que alguien se diese por aludido, entonces le dispararía. Era el plan perfecto.

Siguieron esperando hasta que se fueron todos, una vez pasó un tiempo prudencial, bajaron del árbol. Zarock no tenía muy buen aspecto, parecía muy demacrado y cansado, ¿estaría enfermo? Realmente no recordaba haberle visto de esa forma cuando se aproximaba.

- Vaya, no tienes muy buen aspecto, cazador. ¿Seguimos a "Tortuga ahora o prefieres descansar un poco antes? - dijo sarcásticamente

Zarock bajó del árbol junto con Teravan un rato después de que los revolucionarios marchasen. Entonces Teravan le dijo algo de un tal "Tortuga". El espadachín lo miró extrañado y un tanto perplejo. Después de abrir la boca un par de veces sin encontrar respuesta, simplemente llegó a la conclusión de que su compañero era imbécil, y se puso en camino hacia la ciudad. Debían descansar, les esperaba un día movido. Tendrían que recorrer los bajos fondos, sobornando a la gente y buscando pistas de "Grillo".

- Mañana quedamos en la puerta del bar donde nos conocimos la mediodía. De ahí nos pondremos en camino a los bajos fondos a buscar a "Grillo".

Dijo esto, una vez estuvieron otra vez dentro de la ciudad. Se despidió de Teravan con la mano y puso camino a su posada. Estaba deseando ya encerrarse en su habitación hasta que llegase el nuevo día. Odiaba las noches. Le hacían sentirse débil. Para distraerse mientras volvía, se puso a pensar en lo fructífero que había sido su día. Había conseguido un trabajo de nadie menos que de Big Jack, y había avanzado bastante en el mismo. Hablando de Big Jack... Uno de los secuaces del mismo, al que Zarock reconoció por su bigote salió de un callejón.

- ¿Ha muerto ya el revolucionario? - preguntó, con voz suave.

- Mañana - dijo Zarock.

- A Big Jack no le gusta esperar, Aran. Como ese revolucionario se meta en sus negocios antes de lo mates, no te molestes en pasar a reclamar tu recompensa, o recibirás una muy diferente a la que esperas.

- Dile a Big Jack que el revolucionario morirá mañana mismo, como habíamos pactado - dijo con voz fría y peligrosamente tranquila, poniendo una mano sobre su katana.

El hombre frunció el entrecejo y se giró para volver con su amo, pero Zarock no había terminado de hablar.

- Y dile a tu jefe que si se atreve a jugármela, yo mismo le arrancaré las entrañas y se las haré comer.

El hombre no se giró. Zarock observó cómo desaparecía en las sombras, enfadado. Continuó su camino a la posada. Aquella noche le costó conciliar el sueño.

(Off: Con tu post queda finalizado el rol. En cuanto pueda pido un moderado para hacer esta misión.)

¿Cómo se atrevía a llamarlo imbécil? Podía haberse equivocado con el objetivo, pero era de noche y tampoco había observado mucho la foto. Además, aquellos dos se parecía un montón. Una pena, le habría gustado llevar a cabo su plan. A lo mejor lo hacía después de liquidar a ese tal "Grillo".

- "Grillo", es mucho mejor matar tortugas que grillos, vaya tontería de misión... - pensó, molesto aún por el insulto que le había propinado su nuevo compañero. Caminaba por las calles de Water Seven con ese pensamiento en la cabeza, camino de su guarida.

Habían quedado en el bar donde se conocieron - Qué romántico, seguramente me invitará a cenar y beberemos, y nada más. Aún no estoy preparado para dar el paso... - rió a carcajadas. Ahora comprendía por qué la gente decía que estaba loco, en realidad los locos eran ellos por no reírse de lo que decía su cabeza.

Llegó a su destino, realizó la rutina de cada vez y llegó donde estaba su increíblemente cuidada cama, se echó a dormir y se preparó para el nuevo día. Disponiendo una bolsa de balas y una jarra de cerveza en la mesa de la derecha para tener un buen desayuno.


Se despertó un par de horas antes del mediodía, desayunó abundantemente a base de plomo y aquella espumosa bebida. Ordenó toda su "habitación" y bajó a la calle. Acto seguido se puso en camino a la taberna.

Estaba listo, mataría a ese "Grillo"