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El comienzo de una bonita...¿amistad? [Privado][Pasado][Alice J. y Kutxi Ayala] Empty El comienzo de una bonita...¿amistad? [Privado][Pasado][Alice J. y Kutxi Ayala] {Vie 30 Sep 2016 - 5:05}

Tras cuatro días siendo arrastrado por la marea, llegué a mi primera isla. Ya me habían avisado de que el primer viaje en barco solía ser muy duro, pero nunca pensé que lo sería tanto. En el bote tenía un barril lleno de frutas, las cuales acabaron siendo vomitadas durante el viaje. Cuando vi tierra, mi mirada se iluminó al instante. Por fin había encontrado fin a aquel sufrimiento. Cuando llegué a estar lo suficiente cerca de la orilla, bajé del bote y así bajar del bote e introducirlo en la playa. Con una guita, amarré el bote en una de las rocas que habían por la zona.

Con la seguridad ciega de que el bote seguiría en donde lo había dejado, fui directo hacia la muralla que podía verse desde la lejanía. Iba con el bo sujeto al cinturón y con un cuaderno en la mano donde pretendía hacer mis dibujos. Al llegar, lo primero que pude ver fue el arrabal que rodeaba el portón de la entrada. Aquella zona era de todo menos grandiosa ya que se podían ver niños pidiendo limosna, hombres en serios problemas de desnutrición y mujeres cargando cubos de agua con aspecto no muy potable. Yo solía reírme de todo, pero aquel lugar me cortaba el cuerpo hasta a mí. A la altura del portón, vi a una joven chiquilla de unos ocho años de edad. Estaba sentada con la espalda apoyada en la pared y abrazando sus piernas. Tenía la cara tapada por sus rodillas y solo podía verse su pelo sucio y despeinado.  Vestía únicamente un harapo que cubría su torso. Al acercarme a la niña vi como sus descalzados pies estaban repletos de suciedad y sangre, cosa que provocó un gran sentimiento de pena.
Spoiler:

-Chica, ¿y tus padres? -pregunté llamando la atención de la niña.

Justo en ese momento la joven levantó ambas manos con las palmas de estas boca arriba, aún sin levantar el rostro.

-Por favor,  señor.

Me sentí impotente al no poderle cederle nada. Había venido solamente con la idea de dibujar aquella ciudad y añadirla a mi colección aunque tras ver la decadencia que había en el arrabal, se me estaban quitando las ganas.

-Ahora mismo no tengo nada, pero espérame aquí. Intentaré traerte algo.

La niña levantó la cabeza y reveló el gran moratón que tenía en su ojo izquierdo.

-Muchas gracias.

-¿Quién te ha hecho eso?

La niña negó con la cabeza. En ese mismo momento esbozó una sonrisa y dijo:

-No ha sido nadie -algunas lágrimas comenzaron a deslizarse por aquellos chupados mofletes causados por la falta de alimentos.

-Hagamos una cosa, espérame aquí... volveré en nada y te traeré algo para comer. ¿Vale?

La niña asintió y volvió a esconder el rostro. Yo seguí mi camino hacia el interior de la muralla. Allí comencé a ver gente mucho mejor cuidada, con ropajes más adecuados y rebosando alegría. ¿Cómo podía suceder esto? Era como si hubiera salido de una isla para entrar a otra totalmente distinta. Normalmente hubiera pasado del tema, pero algo dentro de mí me prohibía a ignorar aquella situación. Tras estar un rato inmóvil en la calle principal, dirigí mis pasos hacia el mercado donde robaría alguna que otra pieza de fruta para aquella niña.
Alice J. Payne
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El comienzo de una bonita...¿amistad? [Privado][Pasado][Alice J. y Kutxi Ayala] Empty Re: El comienzo de una bonita...¿amistad? [Privado][Pasado][Alice J. y Kutxi Ayala] {Vie 30 Sep 2016 - 21:10}

“¿Se trata de algún tipo de broma?” Pensó internamente la recluta mientras miraba desde la ventana del cuartel, este se encontraba en una zona bastante alta, por lo que incluso sin estar en los pisos superiores podía ver como dentro de los muros la vida era alegre, casi podía notar el olor de una repostería cercana, con el pan terminando de hornearse, ese dulce aroma que provenía de cosas tan sencillas que parecían más bien básicas.
Pero si la vista te llegaba un poco más lejos, el alboroto del mercado, la risa de los niños jugando y las madres que procuraban que no se hicieran daño, no correspondía a lo que quedaba tras el límite de la “zona habitada”. Un mundo de color parecía deshacerse en mil pedazos, mezclándose para tener un color gris y marrón, seguramente si te acercabas ni el mejor perfume de la mujer más rica de toda la zona podría salvarla de impregnarse del hedor de la basura y aquello que se podría entre esta.
Chasqueando la lengua se giró para así no mirar más, le sacaba de quicio saber que nadie tendía una mano a aquellos que lo necesitaban.

Sus ojos se posaron en un marine demasiado escuálido como para tratarse de alguien que saliese todos los días a patrullar, sino más bien de los que organizaban el papeleo y mantenían en orden todo para así facilitar la tarea a los demás. Caminando tras él, se desabrochó los primeros botones de la camisa y esperó al momento oportuno para así ir corriendo hacia su dirección, pasando por su lado de manera tan justa que le empujó, tirando algunos papeles que llevaba entre brazos, además de esas gafas tan aparatosas que le permitirían ver en condiciones.
Una máscara se colocó en su cara, siendo la confusión la que reinaba en esta– ¡Ah! Lo siento mucho –Se disculpó mientras le ayudaba a ponerse las gafas, quedando en una situación en la que fácilmente se vería todo su escote, no tenía mucho pecho, pero el existente era lo justo y necesario para atraer la mirada de la “ratita”, la cual por supuesto miró durante varios segundos en la dirección correcta.
No quería golpearte, pero soy algo torpe –Con una risa algo nerviosa, consiguió alzar la cara del chico hacia la propia, notando así como este se sonrojaba, seguramente atrayéndose por su físico y personalidad, la cual parecía infantil y alegre.
No… No pasa nada –Colocándose las gafas, intentó disimular una sonrisa, como si acabara de triunfar, mas quien lo hizo fue la pelirroja.
Deja que te ayude –Comentó la chica mientras ayudaba al muchacho, el cual parecía haberse quedado mudo mientras la observaba de reojo, con una lujuria que no sabía ocultar muy bien. En pocos segundos ya habían reunido todo, quedándose con su parte todavía entre los brazos– Deja que te acompañe, es lo menos que podría hacer –Un balbuceo fue la única respuesta que recibió por parte del moreno “Ah… Pero que penoso…” Claramente le tenía cierto respeto por ser un compañero marine, pero su falta de profesionalidad cuando se suponía que estaba haciendo un trabajo, era algo que incluso podía molestarla un poco, todo eso sin sumar su anterior cabreo por la situación local.

En silencio caminaron durante varios pasillos, llegando a un pequeño despacho donde dejaron todo sobre la mesa principal, saliendo de inmediato por si llegaba su superior. Solo necesitó acercarse a la ventana, ni siquiera miró para ver si la seguía, pues claramente se le escuchaba andar a tropezones. Colocando los brazos sobre el alfeizar, perdió sus ojos dorados al frente, notando el roce del brazo contrario a su derecha– ¿Cómo puede estar todo así? –Fueron sus primeras palabras tras varios segundos.  
No lo sé… Parece que a los ricos no les importa, tampoco a los superiores… –Alice dirigió una mirada fija hacia la “ratita”, poniéndolo un poco más nervioso si es que podía– Y a todos los demás no nos queda tiempo para hacer nada –Ya tenía todo lo que necesitaba, era la vagancia por parte de todo el mundo lo que había llevado a esa zona a un punto tan lamentable.
Sin decir nada, pues no quería perder más tiempo, comenzó a caminar a paso rápido, pudiendo esquivar con facilidad a todos los que se encontraba, estaba molesta por tanta pasividad por lo que se abrochó bien la camisa y colocó la chaqueta que la representaba como parte de las filas de la marina en la posición correcta.

Si quería llevar justicia a todas partes, no podía dejar que los ricos se cebaran a costa de los pobres, veía bien tener distintas clases monetarias, pero que unos pudieran bañarse en monedas mientras otros, literalmente se podrían en la miseria, no era justo.
En unos minutos llegó hasta la puerta principal, donde ya la vista era desagradable, no tenía planeado hacer nada más que un pequeño reconocimiento y así llevarlo expresamente a sus superiores.
Pero nada más dio unos pasos, sus dorados ojos se posaron en una chiquilla que pedía dinero a todo aquel que pasaba, no levantaba la cabeza por lo que no podía verse bien su rostro, sin embargo algo le apretaba el corazón a la mayor.
¿Te encuentras bien? –Un tono dulce escapó de sus labios, que formaban una sonrisa, una que no pudo evitar dejar caer en cuanto la receptora alzó la cara. La propia Alice se quedó totalmente descompuesta, con ese ojo morado y la mirada llena de miedo se vio reflejada a como era ella hace relativamente poco tiempo.
Mordiéndose el labio se quitó la chaqueta, pagaría otra de ser necesario, pero ahora veía más importante ayudar a esa que había despertado en su corazón un sentimiento más allá de lo que acostumbraba.
Dime quien te ha pegado, prometo que le haré pagar por ello –Susurró mientras le colocaba la prenda por encima de los hombros.
Tal vez fuese el miedo, o simplemente que no quería decirlo, pero de los labios secos solo salió un “gracias” apenas audible incluso para Alice.
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