Empezando un sueño [Teravan - kasan]

Teravan caminaba pensativo por las calles de Shellstown. La ciudad estaba bastante tranquila a esas horas, la gente se había retirado a comer o a reanudar su trabajo, las calles estaban medianamente vacías. Era un momento muy adecuado para caminar.

Pensaba en cómo iba a lograr volver a Trevis, su ciudad natal, una vez lograse controlar sus poderes, ¿estarían dispuestos sus vecinos a aceptarle de nuevo? Es cierto que había causado grandes destrozos, pero también había sido capaz de destruir casi una flota entera de piratas. Todo fue por culpa de aquella horrible fruta, el tesoro de Trevis, la llamaban. Más que un tesoro era una maldición.

Tampoco se debía malinterpretar, soltar balas a raudales por las manos era bastante divertido, las caras de las personas a las que había mostrado su poder para vencerles en combate eran muy graciosas. Pero estaba seguro de los efectos secundarios de aquella fruta empezaban a hacer mella en su cerebro. Pasaban ideas e impulsos perturbadores por su mente, se había convertido en una persona muy impulsiva, y encontraba apasionantes experiencias a las que antes no había prestado atención, como el combate y la bebida.

Pensaba en cómo solucionar todo eso mientras caminaba por las calles, salió de sus ensimismamiento cuando una mujer le ofreció una fruta. La comió con gusto y pagó su precio, mirando alrededor. La verdad era que Shellstown era preciosa, mucho más bonita que su isla, constantemente asediada. Podría acostumbrarse a vivir allí.

Cuando se dio cuenta estaba a las puertas del edificio de la marina. Se quedó allí sentado, mirando al horizonte.

Shellstown era una ciudad muy tranquila, sinceramente, la torre de la marina que había alli sobraba, una ciudad donde como mucho se acercan un par de piratas al año no necesita tanta protección, existen lugares donde vendría mejor construir una.

A mi parecer, mas que tranquila era aburrida, una bonita isla si querias vivir en armonía, pero ese no era mi caso.

Paseaba por las calles de la ciudad hasta que llegué al mercado, una vez alli, me dediqué a mirar los comercios que habían, los vendedores se la pasaba gritando para que la gente se acercase a comprarles, era lo mas emocionante que podías encontrar alli, todo un aburrimiento.

Me encontraba en la isla para aprovisionar mi barco de rumbo a Ennies Lobby, para ello me dijeron que fuese a la torre de la marina, asi que tras una vuelta por el mercado me dirigí alli tranquilamente.

Teravan miraba distraído el cielo, dejando que el tiempo pasara, mortalmente lento, mortalmente aburrido.

Escuchó un ruido y vio a alguien acercarse, el un hombre alto, musculoso, aunque no corpulento. Se dirigía a su posición, por lo que él se limitó a observarle. Caminaba con la seguridad de alguien que tiene todo el derecho a estar allí.

Se fijó en su mano, era metálica, lo cual le sorprendió, pero no presentaba nada fuera de lo normal. Era un personaje bastante interesante, a decir verdad.

- Oye, compañero, ¿qué es eso que llevas en la mano? No había visto nunca nada parecido. - Preguntó con distracción.

La mirada de aquella persona no le gustaba, tenía algo oculto, algo oscuro. No creía que fuese buena idea juntarse con esa persona. Aunque claro, él nunca fue de los que siguen las buenas ideas.

Al poco de llegar a la base de la marina un hombre me preguntó sobre mi mano, no se que le veía de raro a mi mano pero bueno, ya que se había tomado la molestia de ser tan observador no iba a hacerle el feo de dejarle con la palabra en la boca.

-Es una mano cyborg, en la palma puedo guardar diales y utilizarlos rapidamente sin tener que estar buscandolos.

Tenía mas de una parte cyborg en el cuerpo, asi que me limité a decirle la que menos peligro suponía para todo el que se enfrentaba a mi, los pocos que habían visto la otra mano en plena acción o estaban muertos o acabaron moribundos.

-¿y que hay de ti? ¿algo inusual que enseñarme?


Se le veía en la cara que algo ocultaba, solo me quedaba saber de que se trataba.

Soy muy buen tirador, tan bueno, que se podría decir que las pistolas y yo somos uno, soy de Trevis, aunque supongo que no habrás oído hablar de esa isla. Allí todos nos entrenamos con armas de fuego. - Respondió con cuidado, no sabía cómo vería el hecho de que tuviese pistolas en los dedos.

Siguió observando al hombre, intentando averiguar lo que pensaba, sin mucho éxito. Iba a seguir conversando con él cuando un estruendo le distrajo. Echó la mirada hacia la fuente del sonido y le encantó lo que sus ojos vislumbraron.

Un grupo de gente estaba causando disturbios frente al edificio de la marina. Tenían espadas y armas improvisadas de todo tipo, golpeaban a un par de marines mientras destrozaban y robaban lo que había alrededor.

El que tenía pinta de líder era un hombre rubio, de estatura media y bastante delgado, aunque con una musculatura marcada. Al fin algo de diversión, sacó su fusil y lo cargó. Se giró al recordar al hombre que acababa de conocer.

- Bueno, voy a pasármelo bien, ¿te apuntas? - dijo con una gran sonrisa en el rostro.

Soy muy buen tirador, tan bueno, que se podría decir que las pistolas y yo somos uno, soy de Trevis, aunque supongo que no habrás oído hablar de esa isla. Allí todos nos entrenamos con armas de fuego. 


Había oido hablar de aquella isla, según tenía entendido era el paraiso para tiradores y pistoleros, alli se podían entrenar sin problemas.


De pronto un estruendo llamó nuestra atención, un grupo de personas estaban aterrorizando a la población cerca de la base marine.


El hombre al que acababa de conocer sacó su fusil y lo cargó, despues me dijo que se iba a por algo de diversión ofreciendome echarle una mano.


-Por supuesto.

Rapidamente utilicé el Soru potenciado por los nanobots que circulaban por mi torrente sanguíneo para llegar a ellos en menos de dos segundos, por el corto camino desenvainé mi katana y comencé a dar sablazos a diestro y siniestro en zonas vitales del cuerpo.

Me resultaba muy facil acabar con ellos de un simple movimiento de muñeca, aunque el hecho de que hubiera tantos los hacía mas entretenido.

Mi interlocutor se me había adelantado, era rápido, increíblemente rápido. Teravan se frotó los ojos para asegurarse de que lo que había visto era cierto. Se llevó el fusil al hombro y apuntó rápidamente. No podía permitir que su nuevo compañero sacase tanta ventaja.

Disparó 3 balas rápidamente, las cuales impactaron en el cuerpo de tres de aquellos alborotadores. Habían sido unos disparos rápidos, pero decidió que para terminar con aquello el que primero debía morir era aquel que parecía su líder. Se volvió a llevar el fusil al hombro y apuntó con cuidado para darle a aquel hombre en la cabeza.

- Espero que te guste el plomo, amigo - gritó con una sonrisa.

Apuntó un poco más, preparando ese mensaje de muerte y despedida.

Tres balas me quitaron tres objetivos que aniquilar, aquel hombre que acababa de conocer era bueno con el manejo de las armas de fuego, muy bueno, se notaba su procedencia de la isla de Trevis.

Un hombre rubio se me quedó mirando desafiante, parecía ser el lider de aquella panda de inútiles, cargué de poder espiritual el filo de mi katana y lo liberé en forma de corte energético en dirección al hombre rubio.

Rapidamente seguí esquivando a los que trataban de alcanzarme, ninguno tenía suficiente habilidad como para herirme siquiera, demasiado fácil, pensé.

Me mantuve firme en mi ofensiva de un tajo una muerte, no merecía la pena cortar dos veces a quien no lo vale.

Tras un rato, de pronto me rodearon un grupo de aquellos bastardos, pobres ilusos, piensan que pueden tocarme, utilicé mi poder sobre el viento para que una corriente de viento de gran potencia cayese encima de mi, una vez el viento chocase contra el suelo, este se esparciría por todas direcciones haciendo que los que me rodeaban salieran volando por los aires.

El tirador estaba enfadado, aquel espadachín había matado a su presa. Tendría que haber disparado antes. Disparó contra otros dos hombre y les dio en el abdomen, no eran heridas excesivamente graves, pero no podrían moverse en un tiempo.

Teravan vio cómo los enemigos rodeaban a su compañero. Disparó para intentar salvarle, pero era demasiados. Mas, para su asombro, una repentina corriente de aire circuló hacia el suelo. el joven pelirrojo se frotóde nuevo los ojos, incrédulo al ver a los enemigos volar en todas las direcciones.

No perdió el tiempo. sacó sus pistolas y empezó a disparar a los que más cerca se encontraban, mientras veía como aquel extraño personaje se reponía sin problemas de lo que acababa de suceder, cogiendo su espada y preparándose para seguir luchando.

¿Acaso era humano?, estaba claro que esa ráfaga de viento no era fortuita, él había tenido algo que ver... Además, esa velocidad y esas partes metálicas de su cuerpo... No era normal, aunque probablemente él no era quién para juzgarlo.

Un hombre se le acercó por un lateral. Le sujetó por los hombros y le hizo soltar las pistolas. Le inmovilizó casi del todo. Casi, las manos podía moverlas.

- Pobre iluso - dijo con una sonrisa, y para asombro del atacante, en los dedos de Teravan aparecieron unos cañones de pistolas. - Sonríe cuando salga el flash. - Acto seguido, disparó a la cabeza de su contrincante, que cayó muerto al suelo.

Ya solo quedaban unos pocos hombres, no tardarían en huir, este acontecimiento seguramente sería suficiente para que le aceptasen en la marina.

Ya quedaban pocos en pie, la gran mayoría habían caido o por mi katana o por el fusil del hombre que acababa de conocer, decidí acabar de una vez por todas con aquella situación.

Alcé mi mano al cielo cargando el filo con todo mi poder espiritual, cargando el filo al máximo de mis posibilidades, mientras tanto, el resto de los que quedaban se colocaron en frente mia para atacarme con todo.

Una vez cargado el filo, liberé todo su poder en un único golpe.

-¡¡EXCALIBUR!!

Utilicé una técnica cuyo poder iguala al Rankyaku del Rokushiki, una onda de poder espiritual de unos 20 metros en horizontal directa a los pocos que quedaban en pie.

Esta onda partió por la mitad a los que quedaban, separando sus trenes superiores de los inferiores, todos murieron en el acto.

Tras aquella masacre guardé mi katana y me dirigí hacía el hombre del fusil

- Vale, eso sí que ha sido brutal - dijo el estupefacto tirador mientras se acercaba el espadachín. No podía creer lo que había visto sus ojos. A decir verdad, tampoco tenía muy claro lo que había observado.

se acercó a su fusil, que ahora yacía en el suelo, y lo recogió con cuidado. Quitó el cargador, descorrió la recámara y se lo colgó del hombro. Hizo lo mismo con sus dos pistolas, y se las guardó en las fundas de la cintura. Una vez hecho eso volvió a acercarse al peliblanco.

Lo observó, no tenía aspecto de cansancio, era extraño, pues lo que había llevado a cabo a la fuerza tenía que requerir una gran cantidad de poder. A decir verdad, nunca antes había visto tal cantidad de fuerza en un mismo lugar. Tomó nota de no hacer enfadar a esa persona.

- ¿Dónde...? ¿Dónde has aprendido a hacer todo eso? Nunca antes había visto nada parecido... - dijo Teravan con la boca abierta, asombrado por la naturalidad del hombre respecto a lo que acababa de hacer.

- Por cierto, mi nombre es Teravan, tirador e ingeniero. He venido a esta ciudad para alistarme en la marina, aunque después de ver esto no sé si pedirán más habilidad de la que dispongo... - la preocupación surcaba su rostro, su planes podrían verse truncado por esa tontería.

-Lo que has visto es el fruto de haber entrenado durante años en el Gobierno.

Tras aquello, el hombre se preocupó por si no daría la talla para entrar en la marina, aunque, realmente he visto a personas con la mitad de potencial que el llegar a ocupar puestos importantes en la marina.

-No te preocupes por si no das la talla, entraras seguro, he visto tu potencial y no es algo a despreciar, es mas, si no te aceptan, te ofrezco unirte al CP.

Un potencial como el suyo no podía ser desperdiciado, por eso me gustaría tenerle como compañero en el CP, o si no se pudiera dar el caso, prefiero tenerlo como aliado en la marina que como enemigo el día de mañana.

-¿Si quieres te acompaño a alistarte?

- Sería todo un honor, desde luego - dijo el joven tirador mientras se ponían en camino a la base.

Entraron, y la limpieza y orden de aquel lugar le gustaron a Teravan. Todo parecía funcionar de acuerdo a un plan meticulosamente trazado. Había un par de reclutas muy jóvenes yendo de un lado a otro, a paso rápido; y gente que les gritaba órdenes. Era lógico, para eso están los reclutas.

Miró alrededor, buscando a la persona responsable de aquel lugar. Encontró a un marine sentado detrás de una mesa, parecía estar demasiado aburrido. Se acercó a él con una gran sonrisa en el rostro.

- Buenos días, querría alistarme en la Marina. Siempre he querido ser un marine. - mintió, tan solo lo hacía para tener acceso a un buen entrenamiento.

Miró hacia su compañero, orgullos de si mismo por lo que acababa de hacer, y esperando algún comentario por su parte.

El joven entró y se puso a hablar con un marine que había sentado tras una mesa, una vez le dijo lo que quería hacer, el marine rapidamente se levanto.

-Señor Noa, es todo un placer tenerle aqui, ¿Que puedo hacer por usted?

El marine había ignorado al muchacho que acababa de conocer, eso no me gustó nada, asi que tuve que intervenir.

-Este joven que me acompaña posee un gran potencial, alistale en la marina, no creo que tarde mucho en convertirse en tu superior.

El marine tragó saliva y pronto comenzó a rellenar la solucitud de admisión haciendole las pertinentes preguntas al muchacho.

El marine le había ignorado completamente. Eso le molestó, no soportaba que no se le tomase en cuenta. Por fortuna su acompañante le hizo recapacitar frente a su comportamiento. Acto seguido y sin mediar ni una palabra, el hombre sacó unos papeles y comenzó el procedimiento de alistamiento.

Iba a ser divertido pertenecer a la marina. Teravan se había pasado casi toda la vida matando piratas, no cambiaría demasiado, solo que ahora le pagarían por ello. Y además esperaba someterse a un buen entrenamiento. Lo primero que haría sería mejorar su Bang n' Run y su puntería. Y además, un arma con mira telescópica no le vendría nada mal.

Se puso a pensar en la eficacia de la marina, a decir verdad, no había visto a ningún marine salir a pelear con aquel grupo de alborotadores del exterior, no le dio importancia, en caso deque se convirtiese en un rango superior no toleraría esa cobardía en sus hombres.

Una vez hubo terminado de hacer las preguntas, empezó a hacerlas Teravan.

- ¿Hay alguna especie de prueba de aptitud que tenga que superar? - dijo con una sonrisa sarcástica.

Despues de ayudar al muchacho aquel, me quedé observando el funcionamiento de la base, no era nada del otro mundo, un buen sitio para comenzar como recluta, aunque de destacar rapidamente le trasladarían a otra base en la que poder avanzar en la marina.

Tras un rato viendo como fregaban el suelo y algunos que otros corrian de un lado para otro con prisa, escuche al muchacho preguntar sobre alguna prueba que superar para poderse alistar.

-Me extrañaría mucho, aunque eso tiene que decirtelo el, no yo.

Viendo el aspecto del lugar, las pruebas a superar no serían nada del otro mundo, sabía que el joven las podría superar sin problemas.

-Me gustaría estar presente cuando se la realiceis.

Miró al hombre que le había atendido, esperando una respuesta. No temía tener que pasar ninguna prueba. Por lo que le había dicho, tenía la habilidad suficiente. De hecho, estaba deseoso por mostrar al hombre al que había visto combatir de lo que era capaz. Y de paso, cerrarle la boca a aquel marine que lo había menospreciado.

- Pues a decir verdad, ya que dices que eres tirador... Puedes presentarte en el campo de tiro y exhibir tus habilidades. Hay unos cuantos reclutas y oficiales, estoy deseando ver cuán apropiada es la estima que te tiene este hombre. - dijo remarcando estas últimas palabras, con la duda escrita en el rostro.

Fueron por un pasillo hacia el campo de tiro, en efecto, estaban unos reclutas recibiendo una lección de tiro. supervisados por algunos oficiales. El marine que había rellenado la solicitud se acercó al oficial al mando de aquella práctica, unos minutos después se acercaban ambos a su posición.

- Así que eres un buen fusilero, ¿no? - dijo con sarcasmo - Veamos de lo que eres capaz, "tirador".

Teravan no se lo pensó dos veces, cogió su fusil, lo cargó y realizó cuatro disparos. Uno de ellos fue a la diana, impactando en el centro, otro a la botella de cerveza que uno de los marines sostenía en su mano derecha, un tercero impactó en la gorra del marine que le había atendido, y la última al aire, aparentemente sin impactarle a nada.

Esperaron todos callados, unos segundos, los marines habían dejado de disparar para observar al hombre que había realizado esos cuatro disparos. Poco después, Teravan extendió un brazo con la palma hacia arriba y un pájaro cayó en ella. Extrajo esa cuarta bala perdida de sus entrañas y se la dio al oficial. Acto seguido se puso al lado de su compañero.

- ¿Qué tengo que hacer? - dijo, dirigiéndose al oficial.

El marine le dijo que tendria que someterse a una prueba en el campo de tiro, lo dijo en tono dubitativo, no se explicaba porqué tenía tanta fé en aquel hombre.

Nos dirigimos al campo de tiro, alli varios marines estaban haciendo practicas supervisados por varios oficiales, el muchacho rapidamente lanzó cuatro disparos con su fusil, uno casi acaba con la vida del marine burlón, otro le fatidió una cerveza a uno de los oficiales, otra bala alcanzó el centro de la diana y la cuarta acabó con una paloma que, para desgracia suya, estaba sobrevolando el cielo en aquel momento.

Al acabar su exhibición preguntó que cual era la prueba mientras se colocaba a mi lado.

-Jajaja, eres todo un prodigio, sabía que no me equivocaba.

Le dije al muchacho felicitandole por su asombrosa puntería.

-Antes, cuando los piratas aquellos, mientras combatía observaba los lugares donde les disparabas, todos los tiros daban en zonas vitales, si no morían en el acto, sufririan hasta caer.

Tras felicitarle esperé a que los oficiales dijeran algo, yo sabía que estaba admitido, pero no era cosa mia decidirlo.

El silencio lo envolvió todo, los reclutas habían dejado de entrenar, los oficiales miraban estupefactos y el oficial que le había retado miraba ensimismado la bala que había recibido del tirador. Por suerte, no se lo tomó como un insulto, sino como una prueba de valía. Por lo tanto se acercó a los dos hombres.

Teravan estaba exultante. Había logrado dar todos los disparos donde quería. Por error casi le vuela la cabeza al hombre que lo atendió, pero por fortuna todo había salido a pedir de boca. Eso le vino de perlas. Solo esperaba que el oficial no se hubiese tomado lo que había hecho como un ataque a su orgullo. Eso le dificultaría las cosas para entrar en la Marina.

Suavizaba las cosas el hecho de que Noa le hubiese elogiado. Al parecer era un hombre conocido y apreciado allí. En caso de que hubiese algún problema esperaba contar con su ayuda. El oficial se acercó y Teravan tuvo por un momento el estómago en la garganta.

- Casi matas a uno de nuestros hombres y has desperdiciado la cerveza de un oficial - dijo con tono serio, Teravan empezó a temer por sus acciones - Me caes bien, chico, se lo merecían - echaron a reír los dos, a carcajadas - Retírate a descansar, mañana empiezas tu adiestramiento. Te mostrarán tu habitación, donde tendrás todo dispuesto. Buena suerte, bienvenido a la Marina.

Teravan sonrió con el orgullo en su rostro. Se giró hacia Noa y fueron hacia su nueva habitación guiados por un recluta. Mientras agradecía a este último todo lo que había hecho por él.

- Muchas gracias, señor... ¿Noa?, ¿Cómo debo dirigirme a usted ahora que pertenezco a la Marina? - dijo con una sonrisa.

Estuvieron hablando durante gran parte del techo, intuía que aquel hombre acabaría siendo una buen amigo y compañero, solo esperaba algún día estar a su altura y combatir a su lado. Cuando llegaron a su habitación se despidieron y Teravan se retiró a descansar, agotado por todo lo que había sucedido ese día.

Se tumbó en la cama, mirando hacia el cielo por la pequeña ventana que daba luz a la estancia, pensando en todo lo que había pasado para llegar hasta allí. Sus amigos, sus familiares, sus maestros, todo eso había quedado atrás. Solo quería cumplir su sueño de llegar a controlar sus poderes y, algún día, volver cubierto de gloria a su isla. Y ser aceptado de nuevo.

Ese era solo el principio de un camino de muchas leguas.

-Puedes llamarme como quieras, contigo no tengo ningun inconveniente, solo espero que en un futuro cercano volvamos a vernos y combatamos juntos de nuevo.

Ibamos de camino a la habitacion de Teravan, por el camino estuvimos hablando sobre lo que aprendería alli y sobre su estancia, un rato mas tarde llegamos a la puerta de su habitación.

-Bueno muchacho, nuestros caminos se separan aqui, que te vaya bien.

Tras la despedida, Teravan se metió en la habitación, yo di media vuelta y me puse en camino a la salida de la base de la marina.

Salía por la puerta cuando el Den Den Mushi sonó, era la jefa, reclamaba mi presencia para mandarme nuevamente de misión, rapidamente utilicé el Geppou y emprendí el viaje.