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Akuma no mi
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Veamos, el orden de turnos será el siguiente: Zareth, Zesh, Zeira, Yami, Zarock, Zein, Zaphire/ Luego un segundo post todos en el que os presentáis y todo eso. después de eso: Yo, Zareth, Zesh, Zeira, Yami, Zarock, Zein, Zaphire, Yo...
Todos vosotros habéis acudido a Jaya porque habéis escuchado rumores sobre unos cuantos piratas con recompensas decentes que creéis que están a vuestro alcance. Os han informado de que suele vaguear en una taberna de mala muerte llamada "Fanfarrias", así que os dirigís allí. A medida que avanzáis hacia la taberna desde vuestras distintas posiciones podéis observar diversos altercados y delitos a vuestro alrededor. Es cierto que Jaya no tiene ley. Debéis andar con ojo o podríais acabar mal en un lugar tan peligroso.
(Ahora proceded a llegar frente a la taberna como mejor os plazca, presentaos y eso.)
Todos vosotros habéis acudido a Jaya porque habéis escuchado rumores sobre unos cuantos piratas con recompensas decentes que creéis que están a vuestro alcance. Os han informado de que suele vaguear en una taberna de mala muerte llamada "Fanfarrias", así que os dirigís allí. A medida que avanzáis hacia la taberna desde vuestras distintas posiciones podéis observar diversos altercados y delitos a vuestro alrededor. Es cierto que Jaya no tiene ley. Debéis andar con ojo o podríais acabar mal en un lugar tan peligroso.
(Ahora proceded a llegar frente a la taberna como mejor os plazca, presentaos y eso.)
Helado-chan
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Akuma no mi
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Jaya... Cuando pregunté sobre el lugar, en una isla de la cual no recuerdo el nombre, me comentaron que era una isla de mala muerte, llena de gente luchando a muerte, y con corrupción por doquier... ¡Pero nunca me dijeron lo divertida que podía llegar a ser! Vale que la gente estaba algo loca, esquizofrénica quizá, pero sabían cómo montar una buena juerga.
Había venido con Zesh, mi hermano pequeño -por unos segundos- en el intento de barca que eran nuestros tres trozos de madera varados en el mar; y con Shiro, mi ratita de orejas gigantes voladora que tenía desde hacía un año. Era bastante grande, de casi medio metro de altura, y siempre estaba en el mismo lugar, durmiendo panza abajo sobre mi cabeza con ambas orejas cayéndole hasta tocar mis hombros.
Los cuatro, Shiro, yo, Zesh y el hermano de Shiro, Kuro, habíamos empezado a alejarnos de la barca en busca de unos piratas con la suficiente poca fuerza como para no ser unos rivales demasiado duros para nosotros; habíamos tardado más de lo planeado, pero ya iba siendo hora de formar nuestro gremio de cazadores, y como en todo lo demás, se ha empezar desde abajo.
En mi rostro se mostraba una enorme sonrisa que no se borraba por mucho que los borrachos del lugar cayeran sobre mí, yo con un ágil movimiento me agachaba y los esquivaba. A cada paso que daba notaba más notoriamente mi guadaña reposando en mi espalda, que deseosa de cortar algo me llamaba de vez en cuando; ciertamente hacía mucho que no practicaba con ella, mas no quería ir de cabeza hacia el primero que se me acercara ya no solo por los problemas en los que seguro me metería, sino por mi afable naturaleza.
Mi respiración se realentizó, mi mirada se quedó fija en el cartel del garito que buscábamos, y mientras yo estaba de pie todo a mi alrededor empezó a perder sonido, movimiento e incluso color; sólo estábamos mi hermano y yo enfrente de nuestro destino.
- Bueno Zesh, ¿por qué no vamos a divertirnos un poco? Si salimos victoriosos compraré un chuletón de tres kilos y te lo prepararé para la ocasión. -Dije tras haber desviado mi mirada hacia él.
La noche caía en aquella isla, mas no iba a ser lo único en hacerlo. Vaya que no.
Había venido con Zesh, mi hermano pequeño -por unos segundos- en el intento de barca que eran nuestros tres trozos de madera varados en el mar; y con Shiro, mi ratita de orejas gigantes voladora que tenía desde hacía un año. Era bastante grande, de casi medio metro de altura, y siempre estaba en el mismo lugar, durmiendo panza abajo sobre mi cabeza con ambas orejas cayéndole hasta tocar mis hombros.
Los cuatro, Shiro, yo, Zesh y el hermano de Shiro, Kuro, habíamos empezado a alejarnos de la barca en busca de unos piratas con la suficiente poca fuerza como para no ser unos rivales demasiado duros para nosotros; habíamos tardado más de lo planeado, pero ya iba siendo hora de formar nuestro gremio de cazadores, y como en todo lo demás, se ha empezar desde abajo.
En mi rostro se mostraba una enorme sonrisa que no se borraba por mucho que los borrachos del lugar cayeran sobre mí, yo con un ágil movimiento me agachaba y los esquivaba. A cada paso que daba notaba más notoriamente mi guadaña reposando en mi espalda, que deseosa de cortar algo me llamaba de vez en cuando; ciertamente hacía mucho que no practicaba con ella, mas no quería ir de cabeza hacia el primero que se me acercara ya no solo por los problemas en los que seguro me metería, sino por mi afable naturaleza.
Mi respiración se realentizó, mi mirada se quedó fija en el cartel del garito que buscábamos, y mientras yo estaba de pie todo a mi alrededor empezó a perder sonido, movimiento e incluso color; sólo estábamos mi hermano y yo enfrente de nuestro destino.
- Bueno Zesh, ¿por qué no vamos a divertirnos un poco? Si salimos victoriosos compraré un chuletón de tres kilos y te lo prepararé para la ocasión. -Dije tras haber desviado mi mirada hacia él.
La noche caía en aquella isla, mas no iba a ser lo único en hacerlo. Vaya que no.
Zesh Aran
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Jaya, finalmente Zareth se había salido con la suya y le había convencido para acabar yendo a aquella isla de dudosa moralidad, sin ningún tipo de ley en busca de "presas fáciles".
Y ahí se encontraba él, junto a su hermano y sus extrañas mascotas, similares a conejos con orejas extremadamente largas, en su barca, si es que se le podía llamar así a aquello en lo que viajaban. Llevaban ya varios días en el mar y Zesh se encontraba medio recostado usando a Kuro como almohada debido a lo blando que era, mientras, echaba alguna que otra mirada tratando de encontrar por fin la isla. Por suerte tras varios minutos más al fin divisó en la lejanía lo que era el comienzo de la isla de Jaya.
Sin mediar palabras Zesh guardó en su mochila las cosas indispensables y se alejó junto a su pequeño grupo en dirección a donde se suponía se encontrarían unos piratas con unas recompensas aceptables. La idea estaba clara, debían encontrar a algunos infelices con recompensa a los que capturar de forma veloz para cobrar su recompensa.
Tras un buen rato andando por fin llegaron a las concurridas calles de Jaya donde se podía ver claramente altercados allá donde fijaras tu mirada. Zareth parecía encantado con aquella situación dado que mostraba en su cara una sonrisa de oreja a oreja que no intentaba disimular lo más mínimo ni se borraba cuando distintos borrachos salían disparados en su dirección.
Zesh saltó evadiendo uno de aquellos proyectiles humanos y aterrizó suavemente en el suelo mientras giraba la cabeza para ver como aquel hombre se estampaba con fuerza contra un muro. Finalmente llegaron a la taberna a la que se dirigían desde el principio. Zareth se paró un instante delante de esta y habló.
- Bueno Zesh, ¿por qué no vamos a divertirnos un poco? Si salimos victoriosos compraré un chuletón de tres kilos y te lo prepararé para la ocasión. -
El menor de los peliblancos observó a su hermano a la vez que alzaba una única ceja. Estaba claro que lo hacía para motivarle, todos conocían la debilidad de Zesh por la comida.
- Está bien, aunque no sé que comerás tú pues... -
Sin esperar más se crujió los nudillos y dibujó una media sonrisa en su rostro a la vez que avanzaba hacia la puerta de la taberna.
- Llegó la hora de demostrar lo que la nueva generación de la familia Aran es capaz de hacer. -
Su mascota Kuro saltó al interior de su capucha y se quedó ahí dentro sabiendo el espectáculo que aquellos dos hermanos estaban a punto de dar.
Y ahí se encontraba él, junto a su hermano y sus extrañas mascotas, similares a conejos con orejas extremadamente largas, en su barca, si es que se le podía llamar así a aquello en lo que viajaban. Llevaban ya varios días en el mar y Zesh se encontraba medio recostado usando a Kuro como almohada debido a lo blando que era, mientras, echaba alguna que otra mirada tratando de encontrar por fin la isla. Por suerte tras varios minutos más al fin divisó en la lejanía lo que era el comienzo de la isla de Jaya.
Sin mediar palabras Zesh guardó en su mochila las cosas indispensables y se alejó junto a su pequeño grupo en dirección a donde se suponía se encontrarían unos piratas con unas recompensas aceptables. La idea estaba clara, debían encontrar a algunos infelices con recompensa a los que capturar de forma veloz para cobrar su recompensa.
Tras un buen rato andando por fin llegaron a las concurridas calles de Jaya donde se podía ver claramente altercados allá donde fijaras tu mirada. Zareth parecía encantado con aquella situación dado que mostraba en su cara una sonrisa de oreja a oreja que no intentaba disimular lo más mínimo ni se borraba cuando distintos borrachos salían disparados en su dirección.
Zesh saltó evadiendo uno de aquellos proyectiles humanos y aterrizó suavemente en el suelo mientras giraba la cabeza para ver como aquel hombre se estampaba con fuerza contra un muro. Finalmente llegaron a la taberna a la que se dirigían desde el principio. Zareth se paró un instante delante de esta y habló.
- Bueno Zesh, ¿por qué no vamos a divertirnos un poco? Si salimos victoriosos compraré un chuletón de tres kilos y te lo prepararé para la ocasión. -
El menor de los peliblancos observó a su hermano a la vez que alzaba una única ceja. Estaba claro que lo hacía para motivarle, todos conocían la debilidad de Zesh por la comida.
- Está bien, aunque no sé que comerás tú pues... -
Sin esperar más se crujió los nudillos y dibujó una media sonrisa en su rostro a la vez que avanzaba hacia la puerta de la taberna.
- Llegó la hora de demostrar lo que la nueva generación de la familia Aran es capaz de hacer. -
Su mascota Kuro saltó al interior de su capucha y se quedó ahí dentro sabiendo el espectáculo que aquellos dos hermanos estaban a punto de dar.
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