[Rol Moderado] Cuando el depredador se vuelve la presa.

Off: Mi forma de moderar puede variar el final en dos formas según lo que prefieras. Puedo dejarte libertad absoluta en la que pondrás a pruebo todo tu ingenio y las cosas podrán irte mucho mejor que con opciones o mucho peor. La otra forma es dándote varias posibilidades de las cuales tendrás que elegir una y desarrollarla según tu rol. Así te facilito parte del trabajo, pero al igual que puedo darte una buena opción, puedo darte varias malas. Tú eliges.

Otro dato es que yo narro en pasado, pero tú puedes narrar en el tiempo que desees, no influirá en el rol.

On:


Instigado por las órdenes del Gobierno Mundial, te dirigías a la Isla Banaro, en busca de un marine retirado con demasiada información en sus manos que podría ser muy perjudicial para ellos. La información era escasa, apenas pudieron darte datos, más que su nombre, su antiguo cargo y la isla donde se le había visto recientemente. Ni si quiera te aseguraban que estaba allí, pero ese no era problema suyo. Esperaban que un miembro del Cipher Pol fuera capaz de encontrarle y darle caza. Querían su cabeza en bandeja. Su traición no sería pasada por alto, y mucho menos cuando poseía armas intangibles capaces de destruir una base entera. Sabía los puntos débiles de varios cuarteles, las zonas franqueables e incluso la clase de armamento que estos portaban. El ex-sargento Kiros, debía ser erradicado.

Llegaron a los oídos del Gobierno Mundial, que el traidor se había visto rondando los bosques y cabía la posibilidad de que no se estuviera solo. Como miembro del Cipher Pol, tu misión era encontrarle, acabar con él y con toda persona que hubiera tenido contacto con este o posibilidad de adquirir cualquier información. No les importaba la forma, solo que el trabajo se hiciese sin dejar rastro.

Con que el Sargento Kiros ha desertado... Menuda va a liar, eso fue lo que pensé cuando me dijeron cual sería mi nueva misión, tenía que dar caza a Kiros, un marine bastante reconocido en todo el mundo, lo poco que me habían dicho era que había desertado y que tenía varios conocimientos sobre las bases de la marina, podría asaltarlas sin ningún problema y, de hacerlo podría acabar comenzando una nueva guerra a nivel mundial, para colmo, Kiros tiene en su poder unas armas muy especiales con las que podría destruir las bases de la marina en un abrir y cerrar de ojos.

Aparte de eso también me dijeron que la ultima vez que había sido visto se encontraba en la isla Banaro, así que emprendí el viaje junto a varios marines que controlaban el navío con el que me llevarían hasta la isla, gracias a ellos y a unas corrientes especiales que solo estaban autorizados los marines y el Gobierno a navegar por ellas, apenas tardamos en llegar en comparación de lo que habríamos tardado por corrientes convencionales.

Ya se podía ver la isla en el horizonte, para no alertar a Kiros decidí terminar de llegar a la isla utilizando el Geppou, sería un pequeño esfuerzo que podría darme bastante ventaja ya que no sería percibido por el ex-sargento, tras un rato caminado por el aire por fin llegué al puerto, descendí en el muelle sutilmente para que nadie se diese cuenta, armado con todas mis pertenencias tenía que comenzar su búsqueda, sin duda lo mejor sería comenzar por la taberna, suelen ser lugares donde poder adquirir información de manera bastante rápida.

Off: Perdón si me expliqué mal. Intangible es algo que no se puede tocar, y con ello, me refería a la información que posee. Con ella es capaz de destruir una base de la marina entera. Pero no tiene armas tangibles que destruyan algo de semejante tamaño con un disparo o algo así. Aclaro porque vi que hubo una confusión.

On: La gente que había por el puerto te echaba miradas de curiosidad y empezaban a escucharse los susurros. Tus pintas y tu extraña aparición atraía a la plebe. No sabían por qué estabas allí y como era de esperar, todos eran unas cotorras que esperaban recaudar información, precisamente lo que tu buscabas, pero cada uno a su manera. Uno de aquellos hombres se aceró a ti.

-Hola... Bienvenido a la isla Bannaro... ¿Qué te trae por aquí, forastero?- Preguntó bastante desconfiado.

La primera impresión podía ser muy importante y vital, sobre todo si dependías de los civiles para encontrar a Kiros. La isla era muy grande y había demasiados bosques para buscar a un fugitivo. Eras libre de actuar como quisieras, pero tu objetivo estaba claro.

Nada mas llegar al pueblo la gente comenzó a cuchichear seguramente sobre mi, aunque mas que cuchichear les faltaba hablar a gritos, sin duda me molestaba un poco todo aquello, aunque era el comportamiento normal de las personas o al menos eso creía, siempre me pasaba igual en todos los lugares a los que había viajado estando de misión para el CP.

Mientras caminaba uno de los hombres que cuchicheaba se me acercó y me pregunto sobre mi presencia en la isla, evidentemente decir que era del Gobierno no ayudaría para nada, así pensé en algo que fuese mas creíble.

-Verás, estoy buscando a mi padre, se llama Kiros, recibí hace algunos dias una carta suya que decía que estaba aqui en esta isla pero no se por donde comenzar, ¿Podría ayudarme?


Hablar de aquella manera me ponía enfermo y aún mas si tenía que fingir ante toda la multitud, pero si no lo hacía así ninguno de los presentes me ayudaría ni de lejos, y tener que buscar a aquel hombre por toda la isla podía ser todavía peor sobre todo por que no conocía demasiado la isla ni sus recovecos, así que muy a mi pesar, dependía de los habitantes para encontrar al Sargento.

El ciudadano arqueó una ceja. Sin duda conocían a Kiros, más él no conocía su paradero ni mucha información, pero pareció quedarse más tranquilo al saber, o más bien creer, que eres hijo de aquel hombre. Pues nunca dio problemas al pruebo, es más todo lo contrario, a pesar de ser un fugitivo, ayudó en todo lo que pudo a los civiles, y por ello, lo tenían en una alta estima y le ayudaban a esconderse así como a sobrevivir, aunque era algo que el gobierno no sabía.

-Bueno, yo no sé mucho de ese hombre, pero si eres su hijo, seguro que serás bienvenido a la ciudad.- Dijo aquel hombre, que no tardó en correr hacia la multitud y contarles quién eras supuestamente. La gente, sin embargo, no dejó de cuchichear, esta vez el tema era diferente, pero no dejaron de hacerlo.

Ya tenías vía libre a la ciudad. Como era obvio no te librarías de las miradas curiosas ni de los susurros a tu persona, mas no te molestarían si no hacías nada fuera de lugar. La villa estaba formada por casas de madera adosadas unas a otras y con anchas calles por en medio. Todos los edificios eran bastante parecidos a excepción de los lugares más especiales como las tabernas, bancos, tiendas o cosas por el estilo.

Aquel hombre no pudo ayudarme demasiado, al menos sabía que estaba en esta isla, aunque no me servía de mucho, necesitaba mas información y una taberna era el lugar idóneo para hacerlo, así que me quedé mirando durante un minuto mas o menos hasta que encontré lo que buscaba, un edificio con gente ebria a su alrededor.

Me acerqué hasta el edificio y entré esperando que alguien pudiese ayudarme o al menos darme una pista del paradero de Kiros, de todos los hombres que había dentro de la taberna, solo uno estaba completamente sereno, y ese era el propio tabernero, me senté en un taburete cercano a la barra y me dirigí a el.

-Perdone, ¿Sabe usted donde podría encontrar a Kiros? Es mi padre y lo llevo buscando mucho tiempo de isla en isla.

-¿¡El hijo de Kiros, dices!?- Preguntó a gritos el tabernero, que cambió su expresión apacible y tranquila por una de sorpresa, emoción y desconfianza. Su ojo izquierdo se movía al son de sus movimientos, era un ojo de cristal que no estaba bien sujeto y bailaba en su cuenca. Era un hombre anciano, de escaso pelo en la cabeza mas que algo de cabello en la parte trasera, este grisáceo y desteñido por la vejez. Sus ropas eran simples, como las de cualquier ciudadano sumado a un delantal marrón con el que limpiaba una jarra de buen tamaño.

-Ese hombre jamás ha mencionado tener un primogénito suyo, y tampoco te pareces a él, mocoso. ¿Por qué iba a decirte donde está?- Preguntaba el tabernero poco antes de dar un manotazo en la barra y atraer la atención de los allí presentes.