Minato Kazuo
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Este rol esta ambientado en pasado
Un día cualquiera, despejado y con el Sol reluciente sobre el cielo. La suave brisa que recorria el lugar no era suficiente para mecer los cabellos de Minato Kazuo al viento, mechones rojizos que caían sobre su frente mientras contemplaba la calle sobre la que se había sentado. Era arenosa y descuidada, como si en un tiempo hubiera estado asfaltada pero con el tiempo hubiera sido perdida en el desgaste y el olvido. Estaba apoyado en una pared cubierto entero por una túnica de tela negra, un harapo desgastado que había utilizado para pasar desapercibido en aquella ciudad sin ley, la isla de Jaya. Se hacía pasar por un perdido de la vida, un moribundo que gastaba sus últimos Berries en alcohol mientras buscaba morirse al Sol. ¿Por qué hacía todo aquello? A pesar de lo mucho que odiaba la situación en la que se encontraba Jaya era su deber como marine obedecer a sus superiores, y esa mañana había desembarcado en un barco de incógnito para hacerse pasar por viajeros o vagabundos, junto a otros nueve marines que se habían distribuido por la ciudad. Era una misión de infiltración y rescate, y pese a que Minato no aprobaba este método tan sucio estaba de acuerdo en que un ataque frontal a Jaya sería una locura. Por lo tanto, el héroe de rojos cabellos debía pasar desapercibido hasta que localizaran al hombre que debían salvar.
Jaime von willebrand, un extranjero de aquellas aguas que había sido secuestrado por una banda de piratas para pedir un rescate por él. No era ningún famoso pero tenía una considerable suma de dinero, suficiente como para que los marines fueran a rescatarlo. Sin embargo no había ido un gran equipo, sino unos marines que se encontraban entre la línea de ascenso y que podían traspasarla si cumplían esa misión con éxito. Para Minato Kazuo solo era otra misión que debía cumplir porque era su deber, no por una compensación monetaria o de rango. Se levantó, simulando que le costaba hacerlo como si fuera alguien mayor y se aseguró que la capucha le tapaba la cabeza. Agarró un palo que hacía las veces de bastón, de aproximadamente 170 centímetros de largo, y comenzó a caminar como si no tuviera donde caerse muerto, simulando bastante bien a un hombre de avanzada edad siendo guiado por el camino de la muerte.
Sus pasos le llevaron hasta un bar desde el que salían muchas voces y griterío y, guiado por el instinto, entró en el lugar esperando escuchar a alguien decir algo sobre Jaime. Pasó desapercibido, era común ver a un haraposo entrar en el bar y sentarse en la mesa más alejada. - Ron... - dijo Minato con la voz algo grave cuando un hombre se acercó a ver qué quería. Acto seguido sacó unas monedas y las dejó en la mesa, haciendo que el indeciso camarero las tomara y le sirviera una botella de Ron. No la probó, hecho que podía delatarle, pero estaba de servicio y debía mantener su mente despierta. Sin quitarse la capucha aguardó, buscando escuchar algo mientras observaba el lugar para identificarlo. Había piratas por todas partes, riéndose y peleándose entre ellos de broma. El lugar parecía estar construído en gran parte de madera, por lo que podría arder con facilidad. Al lado de la barra había una puerta que probablemente llevaba a la trastienda, y aparentemente la única salida era la puerta por la que Minato había entrado. Mesas bajas y taburetes por todo el lugar y lámparas colgadas del techo, pero aseguradas para evitar que cayeran. Una voz llamó su atención y le hizo terminar su análisis, girando el cuello a su izquierda para ver quién hablaba.
- Ese von Willewand o como ze llame, po´ lo visto no tiene tanta pasta como el tío decía... El muy desgraciao estafó a unos mercaderes y se hizo con su dinero, pero él no es na de na... - decía con un argot algo vulgar. De inmediato se levantó y caminó hacia esa mesa, pero un fuerte ruido interrumpió su camino y vio a un hombre caer al suelo sangrando por la nariz e inconsciente a tan solo unos metros de él. Dos piratas comenzaron a encararse entre ellos, seguidos por otro grupo de piratas. Parecía que estaba a punto de empezar una batalla campal. - Ahora no... - susurró mientras retrocedía unos pasos y se preparaba para combatir en caso de que fuera necesario.
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Era un día de sol, aburrido y soso, además de carente de atractivo para mí, una persona nacida en una isla donde el día más claro era mucho más oscuro que este, como la noche más bien. El viento estancado no hacía más que aumentar la sensación de desagrado y poco apego por permanecer en aquél lugar, carente de diversión, al menos, para mí que me divierte la oscuridad y la sangre.
Mis pasos por las calles arenosas del lugar me llevaban despacio pero intranquilo, pues el desagrado acabaría por provocar una catástrofe, que saliera una parte de mi ser que no suele conllevar nada bueno consigo, muerte, destrucción y desolación, son algunas de las cosas que siguen mi persona allá donde piso, o siquiera paso por al lado, no sé el porqué.
Me detuve por un instante, un sonido había llamado mi atención, provenía del interior de un local que al parecer era una taberna, su estructura antigua y envejecida por el tiempo daba la impresión de que iba a caerse en cualquier instante, pero de todos modos el sonido que salía de su interior era atractivo, era sonido de pelea.
Nada más abrir la puerta a mi nariz llegó aquél olor tan característico y que tanto me agradaba, el olor a sangre fresca, recién expulsada del cuerpo, y a muerte reciente. Mis ojos se fijaron en el todo el local, en el centro un cuerpo caído, y a su alrededor varios piratas a punto de enfrentarse, y alejado de todos, como si no quisiera ser descubierto por algo un encapuchado. Mi cuerpo empezó a vibrar, como si no me hubiera divertido en meses, al menos esa era la impresión que tenía al caminar por aquel lugar.
Me moví raudo, veloz y sigiloso entre las mesas bajas y los taburetes repartidos al ser dejados atrás de cualquier forma por sus ocupantes anteriores, cruzando la marabunta de piratas enrabietados al tiempo que de mis brazos salían filos unidos a él y cortaban a los pobres que se encontraban a mi alrededor, seguí avanzando hasta colocarme en la barra y sentarme con el brazo goteando sangre ajena.
Yûki – “Una botella de sake por favor.”
Dije al tabernero que me sirvió con la mano temblorosa, la expresión de terror en la cara y la tez pálida, como un fantasma.
Mis pasos por las calles arenosas del lugar me llevaban despacio pero intranquilo, pues el desagrado acabaría por provocar una catástrofe, que saliera una parte de mi ser que no suele conllevar nada bueno consigo, muerte, destrucción y desolación, son algunas de las cosas que siguen mi persona allá donde piso, o siquiera paso por al lado, no sé el porqué.
Me detuve por un instante, un sonido había llamado mi atención, provenía del interior de un local que al parecer era una taberna, su estructura antigua y envejecida por el tiempo daba la impresión de que iba a caerse en cualquier instante, pero de todos modos el sonido que salía de su interior era atractivo, era sonido de pelea.
Nada más abrir la puerta a mi nariz llegó aquél olor tan característico y que tanto me agradaba, el olor a sangre fresca, recién expulsada del cuerpo, y a muerte reciente. Mis ojos se fijaron en el todo el local, en el centro un cuerpo caído, y a su alrededor varios piratas a punto de enfrentarse, y alejado de todos, como si no quisiera ser descubierto por algo un encapuchado. Mi cuerpo empezó a vibrar, como si no me hubiera divertido en meses, al menos esa era la impresión que tenía al caminar por aquel lugar.
Me moví raudo, veloz y sigiloso entre las mesas bajas y los taburetes repartidos al ser dejados atrás de cualquier forma por sus ocupantes anteriores, cruzando la marabunta de piratas enrabietados al tiempo que de mis brazos salían filos unidos a él y cortaban a los pobres que se encontraban a mi alrededor, seguí avanzando hasta colocarme en la barra y sentarme con el brazo goteando sangre ajena.
Yûki – “Una botella de sake por favor.”
Dije al tabernero que me sirvió con la mano temblorosa, la expresión de terror en la cara y la tez pálida, como un fantasma.
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El charco de sangre del suelo casi llegó a tocar sus pies, sangre derramada del aparato circulatorio de casi una decena de hombres que yacían en el suelo, gimiendo de dolor en algunos casos aunque inertes en su mayoría. Ese hombre era una amenaza para la Sociedad, alguien tan sanguinario que ni siquiera había temblado al herir de gravedad y muerte a aquellos hombres, a pesar de que podían convertirse en sus compañeros de aventuras. Minato los había estudiado un poco y, a pesar de que alguno era un pirata, otros eran simples hombres criados en la miseria que buscaban abrirse camino en la Sociedad para sobrevivir, sin siquiera haber cometido un delito en su vida. Y todavía quedaban personas vivas en aquel local que podían morir bajo la manode aquel sanguinario hombre.
No podía permitirlo, era algo que estaba por encima de su moral. Si de él dependiera Jaya sería una buena isla, no un refugio de piratas y de delincuentes que se morían del asco esperando una oportunidad de tener alguna aventura. En un rápido movimiento Minato se deshizo de la capa negra que lo cubría y dejó ver su verdadera identidad, vestido con su ropa de combate que le permitía una mayor movilidad que la que podía tener con la ropa de un marine. - ¡Imperdonable! ¡He visto muchas cosas desde que he estado en esta isla, pero esto es demasiado! ¡No permitiré que sigas transmitiendo la muerte a tu paso! ¡Ríndete o muere! - gritó al tiempo que saltaba encima de una de las mesas para esquivar el charco de sangre y los cuerpos que yacían a apenas un metro de él. Tras esto, corrió de mesa en mesa con ágiles saltos hasta llegar a la última fila antes de alcanzar la barra donde aquel demonio estaba.
Un último salto para recorrer la distancia entre su rival y él fue ejecutado, mientras que el tabernero se metía corriendo en la trastienda. En el aire el pelirrojo desenvainó una de sus ninjato con su mano derecha, lanzándola de inmediato al cuerpo de su rival sin demasiada estrategia, buscando cortar su espalda de forma vertical para ocasionar algún daño antes de arrestarlo, pues no se fiaba de lo que pudiera hacer. Había utilizado algún tipo de técnica para asesinar a todos aquellos hombres sin apenas moverse, por lo que aquel ataque era más una forma de tantear sus habilidades antes de empezar el verdadero combate.
No podía permitirlo, era algo que estaba por encima de su moral. Si de él dependiera Jaya sería una buena isla, no un refugio de piratas y de delincuentes que se morían del asco esperando una oportunidad de tener alguna aventura. En un rápido movimiento Minato se deshizo de la capa negra que lo cubría y dejó ver su verdadera identidad, vestido con su ropa de combate que le permitía una mayor movilidad que la que podía tener con la ropa de un marine. - ¡Imperdonable! ¡He visto muchas cosas desde que he estado en esta isla, pero esto es demasiado! ¡No permitiré que sigas transmitiendo la muerte a tu paso! ¡Ríndete o muere! - gritó al tiempo que saltaba encima de una de las mesas para esquivar el charco de sangre y los cuerpos que yacían a apenas un metro de él. Tras esto, corrió de mesa en mesa con ágiles saltos hasta llegar a la última fila antes de alcanzar la barra donde aquel demonio estaba.
Un último salto para recorrer la distancia entre su rival y él fue ejecutado, mientras que el tabernero se metía corriendo en la trastienda. En el aire el pelirrojo desenvainó una de sus ninjato con su mano derecha, lanzándola de inmediato al cuerpo de su rival sin demasiada estrategia, buscando cortar su espalda de forma vertical para ocasionar algún daño antes de arrestarlo, pues no se fiaba de lo que pudiera hacer. Había utilizado algún tipo de técnica para asesinar a todos aquellos hombres sin apenas moverse, por lo que aquel ataque era más una forma de tantear sus habilidades antes de empezar el verdadero combate.
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Tras mis acciones para abrirme paso entre la multitud hasta llegar a la barra, donde me encontraba sentado bebiendo algo de sake, sin preocuparme demasiado por haber llamado demasiado la atención y a sabiendas de que posiblemente me haya buscado más de un enemigo en aquel lugar, una voz surgió del griterío insultante, griterío que a mí ni me incumbía, simplemente me causaba risa y diversión.
¿¿?? – “¡Imperdonable! ¡He visto muchas cosas desde que he estado en esta isla, pero esto es demasiado! ¡No permitiré que sigas transmitiendo la muerte a tu paso! ¡Ríndete o muere!”
Una voz que nunca antes había escuchado, que quería imponerse a mí, pero de lo que gritó deduje que iba a atacarme, por lo que sin demasiada preocupación ladeé ligeramente la cabeza, lo suficiente como para observar los movimientos del sujeto que pronunció aquellas palabras, un hombre vestido de negro, como si fuera un traje de combate, cosa que confirmaba mi deducción, iba a atacarme, y de hecho, pude ver como desenvainaba una especie de espada y trataba de alcanzarme con ella.
En un rápido movimiento creo una capa de sustancia de alrededor 10 centímetros de grosor al mismo tiempo que salto a un lado para evitar que su ataque llegue a golpearme, y dado que no acabé muy lejos lanzo una serie de hojas y agujas hacía el sujeto, que gracias a su ataque estaría ligeramente distraído y podría caer en el ataque.
Yûki – “¿Quién eres tú y por qué dices cosas como esa? Te hace parecer un marine, algo no muy aconsejable en este lugar por lo que llevo visto.”
Dije con una voz burlona y sádica.
¿¿?? – “¡Imperdonable! ¡He visto muchas cosas desde que he estado en esta isla, pero esto es demasiado! ¡No permitiré que sigas transmitiendo la muerte a tu paso! ¡Ríndete o muere!”
Una voz que nunca antes había escuchado, que quería imponerse a mí, pero de lo que gritó deduje que iba a atacarme, por lo que sin demasiada preocupación ladeé ligeramente la cabeza, lo suficiente como para observar los movimientos del sujeto que pronunció aquellas palabras, un hombre vestido de negro, como si fuera un traje de combate, cosa que confirmaba mi deducción, iba a atacarme, y de hecho, pude ver como desenvainaba una especie de espada y trataba de alcanzarme con ella.
En un rápido movimiento creo una capa de sustancia de alrededor 10 centímetros de grosor al mismo tiempo que salto a un lado para evitar que su ataque llegue a golpearme, y dado que no acabé muy lejos lanzo una serie de hojas y agujas hacía el sujeto, que gracias a su ataque estaría ligeramente distraído y podría caer en el ataque.
Yûki – “¿Quién eres tú y por qué dices cosas como esa? Te hace parecer un marine, algo no muy aconsejable en este lugar por lo que llevo visto.”
Dije con una voz burlona y sádica.
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Su ataque fue detenido por una extraña masa de dureza similar a la del hierro, impidiendo de esta forma que pudiera golpear con su Ninjato a su objetivo. Acto seguido la persona en cuestión se apartó hacia un lado y lanzó un ataque hacia Minato, un conjunto de agujas y hojas que se precipitaron con clara intención de hacer daño a su cuerpo. En un ágil movimiento, el pelirrojo desenfundó su segunda ninjato golpeó el aire para interceptar la mayoría de estas cuchillas, las más grandes y las que podían hacerle verdadero daño. Las había bloqueado con su brazo izquierdo tras desenfundar su segunda ninjato, protegiendo su cuerpo con el brazo tras realizar este movimiento. Hasta tres agujas se clavaron en el brazo de este, agujereando su ropa y haciendo que su sangre la tiñera poco a poco. No eran heridas profundas ni había perdido movilidad en el brazo, pero sí que le dolía al hacerlo pues debía haber dañado algún músculo que sirviera para esto. - ¿Que me hace parecer un marine? ¡Es justo lo que buscaba! ¡No quiero ni por un instante asemejarme a semejante calaña como tú. ¡Soy un recluta de la más gloriosa organización, la marina! ¡No permitiré que alguien como tú asesine a gente inocente de este pueblo! - vociferó mientras se colocaba en posición de combate.
"Condena a muerte", susurró el dueño de aquella taberna desde la trastienda al tiempo que se golpeaba la frente con la palma de la mano abierta. Puede que hubiera sido muy estúpido decir que era un marine en una ciudad como aquella, donde gente con recompensa superior al dinero que Minato había podido soñar estaba allí y podía darle una paliza, o incluso matarlo. Pero ni siquiera eso se le había pasado por la cabeza, solo le ocupaba derrotar a ese tipo, salvar al mercader/estafador secuestrado y marcharse de allí cumpliendo su misión. - No volverás a atraparme con la guardia baja. - dijo antes de prepararse para su siguiente ataque. Flexionó ligeramente sus rodillas y cargó hacia adelante, preparado para utilizar el Camino de la Sombra. Cuando estaba muy cerca de él realizó un movimiento de giro acompañado de un golpe con su espada derecha a la altura de su pecho, y al terminar aquella vuelta su mano izquierda dirigió la otra ninjato a la altura de su estómago para cortarlo, dos ataques horizontales.
Sin embargo estos ataques irían desprovistos de intención asesina, y de golpear a su rival apenas le haría un pequeño corte si es que lograban atravesar su ropa. La verdadera razón de esos ataques era actuar como señuelos y cargar de energía centrífuga el cuerpo del pelirrojo, pues con aquel giro había ganado un poco de fuerza. Apoyó su mano derecha el el suelo y continuó girando sin cambiar la dirección, alzando su pierna derecha para golpear a la altura de la cara a su rival. De esta forma pretendía hacer un verdadero golpe con dos señuelos por detrás, intentando evitar que pudiera bloquearlos todos con esa extraña pared de hierro. Ese era el estilo de combate de Minato, el camino de la Sombra.
"Condena a muerte", susurró el dueño de aquella taberna desde la trastienda al tiempo que se golpeaba la frente con la palma de la mano abierta. Puede que hubiera sido muy estúpido decir que era un marine en una ciudad como aquella, donde gente con recompensa superior al dinero que Minato había podido soñar estaba allí y podía darle una paliza, o incluso matarlo. Pero ni siquiera eso se le había pasado por la cabeza, solo le ocupaba derrotar a ese tipo, salvar al mercader/estafador secuestrado y marcharse de allí cumpliendo su misión. - No volverás a atraparme con la guardia baja. - dijo antes de prepararse para su siguiente ataque. Flexionó ligeramente sus rodillas y cargó hacia adelante, preparado para utilizar el Camino de la Sombra. Cuando estaba muy cerca de él realizó un movimiento de giro acompañado de un golpe con su espada derecha a la altura de su pecho, y al terminar aquella vuelta su mano izquierda dirigió la otra ninjato a la altura de su estómago para cortarlo, dos ataques horizontales.
Sin embargo estos ataques irían desprovistos de intención asesina, y de golpear a su rival apenas le haría un pequeño corte si es que lograban atravesar su ropa. La verdadera razón de esos ataques era actuar como señuelos y cargar de energía centrífuga el cuerpo del pelirrojo, pues con aquel giro había ganado un poco de fuerza. Apoyó su mano derecha el el suelo y continuó girando sin cambiar la dirección, alzando su pierna derecha para golpear a la altura de la cara a su rival. De esta forma pretendía hacer un verdadero golpe con dos señuelos por detrás, intentando evitar que pudiera bloquearlos todos con esa extraña pared de hierro. Ese era el estilo de combate de Minato, el camino de la Sombra.
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Su movimiento le había salvado la vida, el joven de traje azul y pelo mayormente amarillo, a excepción de unos mechones en su frente, que tienen un color rojizo-púrpura. Estos se mecen con el movimiento del joven despiadado, cuyos verdes ojos penetrantes se fijan en cada movimiento del sujeto que le había atacado. Pudo ver como su ataque era frustrado en gran parte, cuando el marine logró detener una gran parte de los proyectiles, pero aun así logró clavarle ni que fueran tres agujas en el brazo izquierdo del marine, algo que le facilitaría el combate.
Marine – “¿Que me hace parecer un marine? ¡Es justo lo que buscaba! ¡No quiero ni por un instante asemejarme a semejante calaña como tú. ¡Soy un recluta de la más gloriosa organización, la marina! ¡No permitiré que alguien como tú asesine a gente inocente de este pueblo!”
Las palabras del pellirrojo resonaron en toda la taberna, algo poco aconsejable en esa isla, pero bueno, era cosa suya el decirlo o no.
Yûki – “Si deseas morir adelante, pero los marines son peores que cualquier pirata, a nosotros al menos se nos ve venir, se sabe que somos crueles y maleantes, pero a los marines se les tiene por buenas personas, gente de ley, que no hacen más que oprimir al pueblo y doblegarlo a su voluntad. Deberías revisar la realidad del mundo en el que vivimos.”
Dijo el joven con voz tranquila, fría y seca, como de costumbre, un hábito del todo escalofriante que posee pues no demuestra emoción alguna al hablar, como si solo fuera un cuerpo dotado de vida extrañamente.
En la trastienda sonó una voz, seguramente la del tabernero, el cual dijo
¿¿?? – “Condena a muerte”
¿A quién condenaría a muerte?¿Al marine o al joven pirata? Todo estaba por ver, pues el marine parecía decidido tanto que dijo
Marine – “No volverás a atraparme con la guardia baja.”
Su ataque no se hizo esperar, tras lanzarse velozmente hacia el joven pirata lanzando un golpe de giro con su ninjato a la altura del pecho del joven trajeado, pero con un simple movimiento hacia atrás y agachándose le permitió esquivarlo, con el tiempo justo de colocar la daga en el camino de la segunda ninjato que iba directa a su cabeza, que está donde antes estaba su estómago. Pero lo siguiente no lo pudo evitar, al tratar de levantarse recibió una potente patada en la parte superior de su cabeza, que lo desorientó algo, pero no tardó en reponerse.
Yûki – “¿Con que jugando con engaños? No debiste hacerlo.”
Dijo el joven del traje justo antes de empezar a moverse a una velocidad asombrosa para un ser humano, movimientos difíciles de seguir, pero aunque lograran seguir sus movimientos difícilmente descubrirían la realidad de los mismos, pues simplemente se mueve de un lado para el otro, hasta que en un momento se detiene a unos pocos metros del marine.
Yûki – “Se acabó.”
Dijo mientras giraba sobre sí mismo lanzando materia en diferentes formas y tamaños que salían en direcciones impredecibles, pero cubriendo la totalidad del local.
Yûki - "Gakka Gakka no Shiarashi"
Dijo mientras realizaba el ataque.
Marine – “¿Que me hace parecer un marine? ¡Es justo lo que buscaba! ¡No quiero ni por un instante asemejarme a semejante calaña como tú. ¡Soy un recluta de la más gloriosa organización, la marina! ¡No permitiré que alguien como tú asesine a gente inocente de este pueblo!”
Las palabras del pellirrojo resonaron en toda la taberna, algo poco aconsejable en esa isla, pero bueno, era cosa suya el decirlo o no.
Yûki – “Si deseas morir adelante, pero los marines son peores que cualquier pirata, a nosotros al menos se nos ve venir, se sabe que somos crueles y maleantes, pero a los marines se les tiene por buenas personas, gente de ley, que no hacen más que oprimir al pueblo y doblegarlo a su voluntad. Deberías revisar la realidad del mundo en el que vivimos.”
Dijo el joven con voz tranquila, fría y seca, como de costumbre, un hábito del todo escalofriante que posee pues no demuestra emoción alguna al hablar, como si solo fuera un cuerpo dotado de vida extrañamente.
En la trastienda sonó una voz, seguramente la del tabernero, el cual dijo
¿¿?? – “Condena a muerte”
¿A quién condenaría a muerte?¿Al marine o al joven pirata? Todo estaba por ver, pues el marine parecía decidido tanto que dijo
Marine – “No volverás a atraparme con la guardia baja.”
Su ataque no se hizo esperar, tras lanzarse velozmente hacia el joven pirata lanzando un golpe de giro con su ninjato a la altura del pecho del joven trajeado, pero con un simple movimiento hacia atrás y agachándose le permitió esquivarlo, con el tiempo justo de colocar la daga en el camino de la segunda ninjato que iba directa a su cabeza, que está donde antes estaba su estómago. Pero lo siguiente no lo pudo evitar, al tratar de levantarse recibió una potente patada en la parte superior de su cabeza, que lo desorientó algo, pero no tardó en reponerse.
Yûki – “¿Con que jugando con engaños? No debiste hacerlo.”
Dijo el joven del traje justo antes de empezar a moverse a una velocidad asombrosa para un ser humano, movimientos difíciles de seguir, pero aunque lograran seguir sus movimientos difícilmente descubrirían la realidad de los mismos, pues simplemente se mueve de un lado para el otro, hasta que en un momento se detiene a unos pocos metros del marine.
Yûki – “Se acabó.”
Dijo mientras giraba sobre sí mismo lanzando materia en diferentes formas y tamaños que salían en direcciones impredecibles, pero cubriendo la totalidad del local.
Yûki - "Gakka Gakka no Shiarashi"
Dijo mientras realizaba el ataque.
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A pesar de que su ataque golpeó eficazmente contra su rival no pareció tener en él la reacción que esperaba, además de que el hombre parecía ser suficiente resistente para no salir despedido por aquella patada giratoria. Acto seguido comenzó a moverse muy rápido de un lado para otro, a una velocidad sorprendente y que era digna de admirar, difícilmente Minato podría igualar esa velocidad si utilizara su máxima potencia aunque quizás también tenía que ver que nunca había sido demasiado creído. Se mantuvo quieto con las dos Ninjatos alzadas esperando ver el lugar donde se quedaba quieto pues no creía que fuera a ser capaz de interceptarlo en movimiento. Cuando terminó hizo acopio de su arrogancia y sugirió que aquel combate ya había terminado, justo antes de empezar a girar y lanzar grandes cantidades de materia por toda la habitación.
Antes de recibir impacto alguno de esta materia, Kazuo ejecutó un rápido movimiento con su mano derecha de forma horizontal y soltando la Ninjato que poseía, lanzando el arma directamente al interior de aquel torbellino. Suponía que no tendría fuerza suficiente para repeler un ataque como el suyo, y de ser así su enemigo se encontraría indefenso. Para evitar ser golpeado por el ataque de su rival Minato saltó hacia un lado, concretamente saltó por encima de la barra de aquella taberna y se ocultó tras esta, no pudiendo evitar recibir un par de golpes de aquella materia que le provocarían moratones pero que no eran demasiado graves y que sin duda no le entorpecerían en el combate. - ¡Quizás se haya acabado para ti pero yo sigo vivito y coleando! - gritó con intención de provocar a su rival.
Entre aquellas palabras se escuchaban golpes por toda la estancia, rompiendo botellas y quebrando madera de muebles por aquel ataque. Detrás de aquella barra no podía ser alcanzado pues estaba completamente resguardado, y para cuando el ataque terminó el marine ya se había levantado para ejecutar su siguiente movimiento. Impulsándose con su pierna izquierda en la barra se elevó hasta una altura que alcanzaba el techo, se giró sobre sí mismo y se apoyó en el techo con las dos piernas completamente flexionadas durante una escasa fracción de segundo, tras el cual se impulsó directamente al lugar donde se encontraba aquel pirata esgrimiendo su Ninjato directamente hacia su cuello, su rodilla ligeramente flexionada de forma que si se intentaba agachar fuera esta la que golpeara su cara.
No podría variar su dirección pero de impactar a su rival podría ocasionarle mucho daño. Su velocidad con aquel impulso era tal que cuando impactara con el suelo probablemente lo astillaría en el impacto, un ataque temible. Todavía le quedaban ases bajo la manga, pero sobretodo trataría de recuperar la Ninjato que había arrojado a su rival para poder combatir con las dos armas al mismo tiempo.
Antes de recibir impacto alguno de esta materia, Kazuo ejecutó un rápido movimiento con su mano derecha de forma horizontal y soltando la Ninjato que poseía, lanzando el arma directamente al interior de aquel torbellino. Suponía que no tendría fuerza suficiente para repeler un ataque como el suyo, y de ser así su enemigo se encontraría indefenso. Para evitar ser golpeado por el ataque de su rival Minato saltó hacia un lado, concretamente saltó por encima de la barra de aquella taberna y se ocultó tras esta, no pudiendo evitar recibir un par de golpes de aquella materia que le provocarían moratones pero que no eran demasiado graves y que sin duda no le entorpecerían en el combate. - ¡Quizás se haya acabado para ti pero yo sigo vivito y coleando! - gritó con intención de provocar a su rival.
Entre aquellas palabras se escuchaban golpes por toda la estancia, rompiendo botellas y quebrando madera de muebles por aquel ataque. Detrás de aquella barra no podía ser alcanzado pues estaba completamente resguardado, y para cuando el ataque terminó el marine ya se había levantado para ejecutar su siguiente movimiento. Impulsándose con su pierna izquierda en la barra se elevó hasta una altura que alcanzaba el techo, se giró sobre sí mismo y se apoyó en el techo con las dos piernas completamente flexionadas durante una escasa fracción de segundo, tras el cual se impulsó directamente al lugar donde se encontraba aquel pirata esgrimiendo su Ninjato directamente hacia su cuello, su rodilla ligeramente flexionada de forma que si se intentaba agachar fuera esta la que golpeara su cara.
No podría variar su dirección pero de impactar a su rival podría ocasionarle mucho daño. Su velocidad con aquel impulso era tal que cuando impactara con el suelo probablemente lo astillaría en el impacto, un ataque temible. Todavía le quedaban ases bajo la manga, pero sobretodo trataría de recuperar la Ninjato que había arrojado a su rival para poder combatir con las dos armas al mismo tiempo.
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De pronto aquel sujeto hizo un movimiento, totalmente inesperado, lanzó una de sus armas al ciclón del joven pirata, arma que, por suerte para el pirata, impactó en la materia y se desvió, pasando lejos del joven trajeado. También pudo ver como el marine saltaba por encima de la barra para evitar la materia, recibiendo simples golpes que le causaron moratones, nada más.
Marine – “¡Quizás se haya acabado para ti pero yo sigo vivito y coleando!”
Dijo el marine mientras en la taberna se escuchaba el sonido de botellas, platos y demás cosas rompiéndose. Para ese entonces el joven de traje se había detenido y estaba observando la situación, el marine se encontraba ya preparado para ejecutar su siguiente movimiento.
Yûki – “No conseguirás hacer que me despiste marine de tres al cuarto, colaborador de la opresión y corrupción.”
Dijo el pirata mientras observaba como el marine se impulsaba en la barra elevándose a una altura junto al techo, girando sobre sí mismo se apoyó en el techo y flexionó completamente las piernas solo un instante, justo antes de impulsarse directamente hacia el joven de pelo rubio, precedido de su ninjato, con la clara intención de atravesarlo a la altura de un punto vital lo más seguro, pero mantenía una rodilla flexionada, seguramente para golpear en caso de esquiva de la ninjato.
El joven pirata tuvo el tiempo justo de lanzarse a un lado evitando que le atravesara el cuello, pero sí le cortó la parte superior del hombro, rasgando su traje que empezó a teñirse de rojo conforme brotaba la sangre. El joven cogió un trozo de mantel de una mesa cercara y lo usó de vendaje para detener la sangre y no morir desangrado, al tiempo que aprovechaba que el marine se encontraría en una posición más vulnerable debido a su anterior movimiento y lanza hacia él un pentagrama invertido compuesto de varias estacas de su materia, y en el centro del mismo otra estaca.
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Cuando aterrizó en el suelo supo que lo había alcanzado, pero no sabía dónde pues la velocidad a la que se había desplazado le había impedido asegurarse de la gravedad de los daños. En su mano permanecía una de las ninjatos, con la que había realizado el ataque, con un fino hilillo de sangre adornando su filo. Alzó la cabeza para ver a su rival hacerse un vendaje improvisado con un mantel y acto seguido lanzar un nuevo ataque contra Minato. Movió sus músculos lo más rápido que pudo con la suerte de que era más rápido que su rival, alcanzando una silla que había perdido una pata por el anterior ataque y colocándola en la trayectoria de aquel pentagrama que amenazaba con dejarle clavado en el suelo. El impacto fue brutal, tanto que la silla se rompió en pedazos y Minato tuvo que echarse a un lado para evitar que todas aquellas estacas le atravesaran. No obstante, una de ellas logró alcanzarle y se clavó en su piel a la altura del pecho, impactando contra las costillas y presionando sus pulmones con suficiente fuerza para que una bocanada de sangre saliera de su boca.
Era muy posible que se hubiera roto una de sus costillas, pero no podía quedarse quieto o muchas de sus otras costillas se verían también afectadas por nuevos ataques. Desenganchó con un mueca de dolor aquella estaca de sus costillas al tiempo que brotaba la sangre de la herida. Minato era más rápido, pero aquel hombre tenía un extraño poder que le hacía medirse de igual a igual con el marine. Visualizó el lugar donde había aterrizado su Ninjato, no estaba demasiado lejos de donde su rival se encontraba en aquel momento y por su cabeza pasó lo que podría ser el ataque que terminaría con aquel combate. Sin miedo a perder su arma, Minato lanzó hacia su rival la Ninjato y de inmediato se lanzó de un salto a por la segunda Ninjato. - Kage no Michi... Primera sombra... - comenzó a decir mientras se acercaba hacia su arma. Tras recogerla y sin apenas pararse a mirar a su rival, lanzó la Ninjato hacia este sin apuntar de forma que el ataque difícilmente le acertara, pero llamara la atención de este. - Segunda sombra... - pronunció mientras seguía corriendo a velocidades de vértigo y de un salto se colocaba en una viga de madera que sujetaba el techo del edificio.
De nuevo y como había hecho en el ataque anterior se propulsó con todas sus fuerzas, partiendo por la mitad la viga en el proceso pues ya debía estar dañada por el ataque que su rival había realizado momentos antes. Su dirección era exactamente la de Yuki, más no tenía intención de alcanzarlo de una forma tan directa. Cuando se encontraba justo encima de él recogió las dos Ninjatos que había lanzado antes de que pudiera alcanzar su objetivo y realizó una estocada con cada Ninjato que buscaba alcanzar puntos "vitales" que reducirían la movilidad de su rival y su aguante físico. Concretamente estos puntos eran el estómago con la mano izquierda y el pulmón derecho con la otra mano, dos órganos que de ser alcanzados provocarían suficiente dolor e insuficiencia respiratoria como para que su rival no pudiera continuar con el combate.
Para realizar este movimiento Minato se había colocado en posición inversa, es decir, que su cabeza era el punto más bajo de su cuerpo como si estuviera haciendo el pino en el aire. De esta manera podía recoger las Ninjato con facilidad para dar una estocada como la que había planeado contra su rival, pero a su vez le provocaba una menor estabilidad en caso de contrataque enemigo. El pelirrojo buscaba alcanzar por lo menos uno de los dos órganos señalados, pues de lo contrario las cosas se volverían realmente peliagudas. Además, era posible que la velocidad de movimiento de su ataque hubiera sido un poco perjudicada por la reciente herida que había recibido, además de un dolor general por todo el cuerpo.
El ataque es un [AMF]
Era muy posible que se hubiera roto una de sus costillas, pero no podía quedarse quieto o muchas de sus otras costillas se verían también afectadas por nuevos ataques. Desenganchó con un mueca de dolor aquella estaca de sus costillas al tiempo que brotaba la sangre de la herida. Minato era más rápido, pero aquel hombre tenía un extraño poder que le hacía medirse de igual a igual con el marine. Visualizó el lugar donde había aterrizado su Ninjato, no estaba demasiado lejos de donde su rival se encontraba en aquel momento y por su cabeza pasó lo que podría ser el ataque que terminaría con aquel combate. Sin miedo a perder su arma, Minato lanzó hacia su rival la Ninjato y de inmediato se lanzó de un salto a por la segunda Ninjato. - Kage no Michi... Primera sombra... - comenzó a decir mientras se acercaba hacia su arma. Tras recogerla y sin apenas pararse a mirar a su rival, lanzó la Ninjato hacia este sin apuntar de forma que el ataque difícilmente le acertara, pero llamara la atención de este. - Segunda sombra... - pronunció mientras seguía corriendo a velocidades de vértigo y de un salto se colocaba en una viga de madera que sujetaba el techo del edificio.
De nuevo y como había hecho en el ataque anterior se propulsó con todas sus fuerzas, partiendo por la mitad la viga en el proceso pues ya debía estar dañada por el ataque que su rival había realizado momentos antes. Su dirección era exactamente la de Yuki, más no tenía intención de alcanzarlo de una forma tan directa. Cuando se encontraba justo encima de él recogió las dos Ninjatos que había lanzado antes de que pudiera alcanzar su objetivo y realizó una estocada con cada Ninjato que buscaba alcanzar puntos "vitales" que reducirían la movilidad de su rival y su aguante físico. Concretamente estos puntos eran el estómago con la mano izquierda y el pulmón derecho con la otra mano, dos órganos que de ser alcanzados provocarían suficiente dolor e insuficiencia respiratoria como para que su rival no pudiera continuar con el combate.
Para realizar este movimiento Minato se había colocado en posición inversa, es decir, que su cabeza era el punto más bajo de su cuerpo como si estuviera haciendo el pino en el aire. De esta manera podía recoger las Ninjato con facilidad para dar una estocada como la que había planeado contra su rival, pero a su vez le provocaba una menor estabilidad en caso de contrataque enemigo. El pelirrojo buscaba alcanzar por lo menos uno de los dos órganos señalados, pues de lo contrario las cosas se volverían realmente peliagudas. Además, era posible que la velocidad de movimiento de su ataque hubiera sido un poco perjudicada por la reciente herida que había recibido, además de un dolor general por todo el cuerpo.
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Al parecer la estrategia del joven pirata había funcionado, pues al marine se le clavó una de las estacas en la altura del pulmón, llegando a causarle una seria herida pues al momento escupió una bocanada de sangre al momento de haber recibido el golpe, pero al parecer no era suficiente como para que el marine deje de combatir, dado que en pocos segundos emprendió el contraataque, lanzando la nijato que tenía en su mano y lanzándose a por la siguiente, lanzándola nada más tenerla en la mano. Ante tales movimientos el joven pirata lanza una masa de materia delante, pero de nada sirve, pues el marine retoma las armas y le lanza una puñalada desde lo alto del edificio, lo que parecía ser su estrategia favorita.
El joven pirata apenas tuvo tiempo de apartar la nijato que golpearía su pulmón lejos y frenar ligeramente la que golpearía su abdomen, pero sin lograr detenerla por lo que de pronto y sin más remedio el joven pirata escupe una bocanada de sangre, un claro indicio de que le habían dañado el estómago, algo que le provocaría serios problemas a la hora de combatir, pero no podía dejarse coger, no por un marine.
Yûki – “¿Y si nos paramos a conversar? Creo que si seguimos ni uno ni otro llegaremos al final del día.”
Dijo el joven de traje azul mientras trataba de recomponerse del golpe.
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Su mano derecha fue desviada, pero la izquierda encontró su objetivo y atravesó el estómago de su rival tal y como había planeado. Cayó al suelo pero se recompuso rápidamente para evitar dejarle un lugar por el que atacar a su rival, el cual parecía haber sido realmente afectado por aquella puñalada. La sangre emanaba tanto de su herida como de su boca, producto del encharcamiento de esta que debía estar produciéndose en su estómago. Si no era tratado pronto podía ser letal, además de muy dolorosa para aquel que la padeciera. Escuchó sus palabras mientras trataba de calmar su respiración, algo agitada, pues el movimiento que había realizado conjunto al esfuerzo de sus heridas le había provocado un gran cansancio. - La única forma de que salgamos de aquí sin que tú mueras es con unas esposas y directo a un barco de la marina... Yo estoy perfectamente, puedo seguir peleando todo lo que quieras... - mintió aguantando la tos.
El veredicto que cualquier médico habría hecho es que la estaca había atravesado su piel y había impactado con fuerza sobre sus costillas, rompiendo una de estas haciendo que provocara una pequeña incisión en uno de sus pulmones, pequeña pero suficiente para provocar que algo de sangre se filtara en estos y por ello la tos de color rubí. Además estaba la pérdida de sangre de aquella herida, que si bien no era muy grave no podía dejarla sangrando todo el día. Además estaban los múltiples golpes que había recibido del ataque de lanzamiento de múltiple materia, por lo que su cuerpo tendría unos pocos moratones al día siguiente. Con un rápido y fuerte movimiento hacia su izquierda limpió el filo de su Ninjato de sangre y se colocó en posición de combate, con las rodillas ligeramente flexionadas y los brazos alzados, respiración ligeramente forzada pero manteniendo el tipo. - ¿Cuál va a ser tu respuesta? - le preguntó el pelirrojo.
De pronto recordó la misión por la que estaba en aquella isla, pues aparte de haber tratado de impartir algo de justicia ante el asesinato de todos aquellos hombres él realmente tenía una misión. Encontrar un hombre supuestamente rico que había sido secuestrado, aunque por las palabras de aquellos piratas tenía la sensación de que aquel hombre era un farsante. Sin embargo la misión no había terminado, por lo que debía darse prisa en completarla. Además si ese hombre intentaba escapar y Minato no lo detenía al momento no podría perseguirle, pues estaría incumpliendo sus órdenes principales por mucha necesidad que hubiera de realizar otra tarea.
El veredicto que cualquier médico habría hecho es que la estaca había atravesado su piel y había impactado con fuerza sobre sus costillas, rompiendo una de estas haciendo que provocara una pequeña incisión en uno de sus pulmones, pequeña pero suficiente para provocar que algo de sangre se filtara en estos y por ello la tos de color rubí. Además estaba la pérdida de sangre de aquella herida, que si bien no era muy grave no podía dejarla sangrando todo el día. Además estaban los múltiples golpes que había recibido del ataque de lanzamiento de múltiple materia, por lo que su cuerpo tendría unos pocos moratones al día siguiente. Con un rápido y fuerte movimiento hacia su izquierda limpió el filo de su Ninjato de sangre y se colocó en posición de combate, con las rodillas ligeramente flexionadas y los brazos alzados, respiración ligeramente forzada pero manteniendo el tipo. - ¿Cuál va a ser tu respuesta? - le preguntó el pelirrojo.
De pronto recordó la misión por la que estaba en aquella isla, pues aparte de haber tratado de impartir algo de justicia ante el asesinato de todos aquellos hombres él realmente tenía una misión. Encontrar un hombre supuestamente rico que había sido secuestrado, aunque por las palabras de aquellos piratas tenía la sensación de que aquel hombre era un farsante. Sin embargo la misión no había terminado, por lo que debía darse prisa en completarla. Además si ese hombre intentaba escapar y Minato no lo detenía al momento no podría perseguirle, pues estaría incumpliendo sus órdenes principales por mucha necesidad que hubiera de realizar otra tarea.
- Detalles:
- Pelea o huye, pero no hay posibilidad de que Minato te deje ir. Si quieres pelear adelante, si quieres huir puedes probar rompiendo los dos o tres pilares de madera que sostienen el tejado (yo ya me cargué uno), y así tener tiempo suficiente para marcharte.
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Al parecer el marine no estaba conforme con la propuesta de Yûki, pues le dijo que solo saldrían ambos vivos si el pirata fuera esposado directo a un barco de la marina, algo que no le agradaba en demasía al joven pirata, por lo que empezó a idear una forma de escapar del lugar, teniendo la solución en cuanto recordó los ataques del marine, el cual había partido ya una de las vigas del local, si conseguía romper las restantes podría escapar en mitad del alboroto que causaría.
Formó tres estacas enormes que lanzó posteriormente a cada viga restante, rompiéndolas provocando que el techo del lugar cediera y que todos los presentes empezaran a correr cual borregos en estampida, momento que el joven trajeado aprovechó para desaparecer entre la multitud, no creía que el marine estuviera tan entero como decía, la herida que le había ocasionado en el pecho le habría perforado un pulmón, algo que de no tratarse acabaría con su vida, pero el pirata tampoco estaba tan bien, la herida de su estómago le provocaba un fuerte dolor y una continua tos de sangre. Poco tardó en encontrarse muy lejos de aquella taberna, en otra distinta, sentado tratando de acordarse de lo que había leído sobre heridas estomacales.
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Lejos de realizar su propuesta de rendición el joven pirata parecía estar mucho más de acuerdo en aprovecharse de la debilidad del pelirrojo en lugar de dejar su vida en una posición mucho más tranquila. Lanzó varios ataques que sorprendieron a Minato, pues no eran dirigidos hacia su persona con intención de herirle sino que estaba direccionados hacia los pilares de madera que sujetaban aquel tejado. Una vez fueron alcanzados y partidos por la mitad, el techo comenzó a crujir como si todo el peso que sostenía no quisiera estarse quieto y comenzara a bailar por encima de sus cabezas. Minato alzó la vista para luego comprobar todas las personas que todavía quedaban ahí dentro. Algunos piratas que habían sobrevivido a los ataques salieron de la habitación corriendo y, aprovechando la confusión, el pirata al que Minato se estaba enfrentando huyó como rata que persigue el Diablo.
Pero Minato no podía huir de ahí, pues todavía quedaban civiles en el edificio. Todos aquellos cadáveres de piratas serían sepultados, pero no podría perdonarse si por su culpa morían personas inocentes como era el tabernero de aquel lugar. Corrió ignorando el dolor que sentían sus músculos y saltó la barra, adentrándose en la trastienda y observando al tabernero escondido debajo de una mesa. Le agarró por el brazo y le hizo levantarse, apresurándose en salir de aquel lugar que se caía sobre sus cimientos. Un segundo les sobró nada más para evitar ser aplastados por los escombros, aunque el tabernero parecía desear haberse quedado dentro. Lloraba y se quejaba por la destrucción de su local, lo único que le permitía subsistir. - No se preocupe, tabernero-san. La marina cubrirá todos los gastos de ese edificio y podrá abrir su negocio de nuevo, me aseguraré de ponerlo en mi informe... Y ahora... - dijo tratando de consolarlo, pero no tenía demasiado tiempo para quedarse a contarle detalles.
Comenzó a correr rumbo al barco camuflado de la marina, no podía quedarse en aquel lugar con tantos piratas mirándole con intenciones asesinas. No es que estuviera huyendo, pero si lo atrapaban no podría cumplir su misión y aquel hombre lo perdería todo. No le quedaba más opción que desaparecer durante un tiempo o todos aquellos piratas acabarían jugando a la comba con sus intestinos. Una lástima haber perdido la pista de aquel hombre, pero se aseguraría de que tuviera una recompensa por su cabeza para que ningún otro marine fuera atacado por sorpresa por alguien como él. La justicia se cumpliría tarde o temprano, y aquel hombre descansaría a la sombra un largo tiempo por todo lo que había cometido.
Pero Minato no podía huir de ahí, pues todavía quedaban civiles en el edificio. Todos aquellos cadáveres de piratas serían sepultados, pero no podría perdonarse si por su culpa morían personas inocentes como era el tabernero de aquel lugar. Corrió ignorando el dolor que sentían sus músculos y saltó la barra, adentrándose en la trastienda y observando al tabernero escondido debajo de una mesa. Le agarró por el brazo y le hizo levantarse, apresurándose en salir de aquel lugar que se caía sobre sus cimientos. Un segundo les sobró nada más para evitar ser aplastados por los escombros, aunque el tabernero parecía desear haberse quedado dentro. Lloraba y se quejaba por la destrucción de su local, lo único que le permitía subsistir. - No se preocupe, tabernero-san. La marina cubrirá todos los gastos de ese edificio y podrá abrir su negocio de nuevo, me aseguraré de ponerlo en mi informe... Y ahora... - dijo tratando de consolarlo, pero no tenía demasiado tiempo para quedarse a contarle detalles.
Comenzó a correr rumbo al barco camuflado de la marina, no podía quedarse en aquel lugar con tantos piratas mirándole con intenciones asesinas. No es que estuviera huyendo, pero si lo atrapaban no podría cumplir su misión y aquel hombre lo perdería todo. No le quedaba más opción que desaparecer durante un tiempo o todos aquellos piratas acabarían jugando a la comba con sus intestinos. Una lástima haber perdido la pista de aquel hombre, pero se aseguraría de que tuviera una recompensa por su cabeza para que ningún otro marine fuera atacado por sorpresa por alguien como él. La justicia se cumpliría tarde o temprano, y aquel hombre descansaría a la sombra un largo tiempo por todo lo que había cometido.
- Detalles:
- Pues si quieres vamos terminando. Haz un post más para que tengas 7 posts si quieres.
Por cierto, recuerda pedir precio por tu cabeza por haber huido de un recluta (lo de asesinar civiles no cuenta, pues solo asesinaste piratas).
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Las cosas había terminado en la isla, el joven de traje necesitaba atención médica urgente, y pese a tener conocimientos médicos no podía hacer más que remiendos y parches a una lesión que requería intervención quirúrgica para poder sanar del todo, por ello tenía que encontrar un médico que tuviera la capacidad de atenderle en lo que necesitaba, a ser posible en esa misma ciudad, pues su cuerpo no soportaría u viaje en las circunstancias actuales del mismo.
Caminaba por las calles tambaleándose y escupiendo sangre a cantidades que no le permitirían seguir en pie y consciente por mucho tiempo, tarde o temprano, más bien temprano, caería al suelo y no se levantaría hasta que alguien le ayudara, o simplemente no se levantaría. Ese momento llegó en un callejón de la ciudad donde cayó inconsciente.
OFF: Por mi bien, este es mi último post.
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