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La isla de Gran Torino se encontraba delante de las narices de Tahiko. El cazador de Ghost Leviatan observaba tranquilamente el entorno con sus ojos. El cielo parecía dar señal de buen tiempo pues el cielo estaba azul y las nubes que avanzaban por este eran de color blanco y bastante escasas por lo que no llovería. Una pequeña brisa llegó hasta el naranja pelo del chico removiéndoselo un poco. Las olas azotaban suavemente su barca empujándole hasta la orilla de aquella isla. Una vez estuvo en la playa se bajó de la balsa sintiendo el agua en sus pies. Tranquilamente sacó la barca y la dejo encallada en la arena a una distancia prudente de las olas. No le convenía quedarse allí solo sin poder escapar de aquella isla, Tahiko sabía perfectamente cómo era la isla pues ya se había informado.
La razón por la que el cazador estaba allí era por la búsqueda de un revolucionario que se hallaba allí supuestamente. Ese hombre sería una buena presa pues estaba solo y en una isla peligrosa por sus caníbales y por sus enormes pájaros. Lo malo era que alguno de estos dos peligros se le adelantase y acabara con la vida del revolucionario o lo que era peor, que el cuerpo no se salvara. Este no sabía si había más cazadores detrás de él. O si podía haber marines o agentes del gobierno mundial, de todas formas parecía haber llegado el primero y no consentiría perder a su objetivo. Llevó la mano al mango de su enorme espada vendada y la cogió con fuerza con su mano derecha.
Había comenzado la caza, algo ya empezaba a notarse en el aire. Los vuelos de aquellas aves sobrevolando la cabeza del peli naranja. Tras varios segundos captó un sonido procedente de unos arbustos cercanos. Una lanza salió disparada hacia él. Con gran agilidad interpuso su enorme espadón en la trayectoria de la lanza que buscaba el pecho del cazador. La lanza se clavó en el arma del chico que acto seguido la agarró por el mango y la tiró al suelo sacándola de su preciada arma. Sin pensárselo salió corriendo hacia los arbustos de donde había salido la lanza. Pegó un salto un vez cerca y desde el aire lanzo un tajo en diagonal de arriba hacia abajo esperando darle a lo que se ocultara. Así fue, su arma impacto en un hombre moreno de pelo corto con ropas pobres y pinta de salvaje. Los pinchos que el arma ocultaba atravesaron su pecho y la fuerza del peso del arma lo remató.
Este observó el cadáver muy tranquilo y suspiró dejándolo allí mismo. Le habría gustado aplastarlo como era debido y hacerle sufrir de una forma sádica para que sintiera el verdadero dolor. Tras eso el chico se dirigió por última vez a la playa para ver si su bote estaba bien, estaba perfecto y nadie se había acercado a él de mala forma. Miró por última vez al mar buscando indicios de vida.
La razón por la que el cazador estaba allí era por la búsqueda de un revolucionario que se hallaba allí supuestamente. Ese hombre sería una buena presa pues estaba solo y en una isla peligrosa por sus caníbales y por sus enormes pájaros. Lo malo era que alguno de estos dos peligros se le adelantase y acabara con la vida del revolucionario o lo que era peor, que el cuerpo no se salvara. Este no sabía si había más cazadores detrás de él. O si podía haber marines o agentes del gobierno mundial, de todas formas parecía haber llegado el primero y no consentiría perder a su objetivo. Llevó la mano al mango de su enorme espada vendada y la cogió con fuerza con su mano derecha.
Había comenzado la caza, algo ya empezaba a notarse en el aire. Los vuelos de aquellas aves sobrevolando la cabeza del peli naranja. Tras varios segundos captó un sonido procedente de unos arbustos cercanos. Una lanza salió disparada hacia él. Con gran agilidad interpuso su enorme espadón en la trayectoria de la lanza que buscaba el pecho del cazador. La lanza se clavó en el arma del chico que acto seguido la agarró por el mango y la tiró al suelo sacándola de su preciada arma. Sin pensárselo salió corriendo hacia los arbustos de donde había salido la lanza. Pegó un salto un vez cerca y desde el aire lanzo un tajo en diagonal de arriba hacia abajo esperando darle a lo que se ocultara. Así fue, su arma impacto en un hombre moreno de pelo corto con ropas pobres y pinta de salvaje. Los pinchos que el arma ocultaba atravesaron su pecho y la fuerza del peso del arma lo remató.
Este observó el cadáver muy tranquilo y suspiró dejándolo allí mismo. Le habría gustado aplastarlo como era debido y hacerle sufrir de una forma sádica para que sintiera el verdadero dolor. Tras eso el chico se dirigió por última vez a la playa para ver si su bote estaba bien, estaba perfecto y nadie se había acercado a él de mala forma. Miró por última vez al mar buscando indicios de vida.
Aria
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Aria estaba medio tumbada en su pequeño bote, recostando el cuerpo hacia un lado de la barca. Su brazo izquierdo salía por la borda, con lo que sus dedos acariciaban momentáneamente el agua a causa del oleaje. Tenía la mirada fija en el mar, viendo el brillo que tenía por los reflejos del Sol, pero ella a penas era consciente. Hacía unos días que andaba buscando un revolucionario para cazarlo, a penas sabía nada, sólo conocía su existencia, gracias a que había escuchado hablar a unos hombres sobre él, en una taberna cualquiera de la isla anterior. Tan sólo tenía el nombre de la isla, y ni siquiera sabía cómo llegar.
La chica estaba tan enfocada en sus pensamientos y su desánimo, que no se fijó ni en el espléndido día que se alzaba ante ella, ni en que su isla, la isla que buscaba, estaba tan cerca de ella.
Mientras Aria veía, pero no miraba, el mar, una ola chocó contra el bote, provocando que este se zarandeara, y Aria se exaltara e instintivamente se agarrara a la barca para no caer. A medida que la barca se estabilizaba, la chica se iba incorporando, y finalmente al levantar la vista vio la isla. Ella no sabía ni que isla era, pero el hecho de ver un trozo de tierra y que su monótono y aburrido viaje concluyera, la alegró.
Aria no tuvo que remar mucho para llegar a la isla, puesto que las olas la acompañaban. A medida que se acercaba a la isla, la chica pudo ver una barca encallada en la orilla. Al ver eso, no pudo evitar un gesto de desagrado, ya que pensó que la "compañía" no sería para bien.
En cuando llegó a la orilla de la isla, entró el bote en la orilla, quedando sobre la arena, para que la marea no se lo llevara mar a dentro.
Una vez su bote estaba bien colocado, agarró sus Wakizashis, las ató a su cintura y cargó su Nodachi sobre su hombro.
Por curiosidad, se acercó a la otra barca, que no estaba lejos de su bote. Se puso de puntillas para ver el interior, era un poco más grande que la suya, no había nadie, ni nada sospechoso, con lo que se dirigió a adentrarse a la isla. A penas había empezado a caminar, que notó que había pisado algo extraño. Pudo ver que su bota estaba manchada con un líquido oscuro, era sangre, y cerca de ella había un hombre tendido en el suelo, naturalmente muerto. Aria frunció el ceño, y no pudo evitar esbozar una expresión de desagrado hacia el cadáver, puesto que estaba bastante destrozado. Se acercó prudencialmente, y a juzgar por las heridas, lo primero que pensó era que el culpable había sido un animal, pero enseguida rechazó la idea. La piel había sido desgarrada, las heridas eran bastante simétricas y consecutivas, sin mencionar que también había sido parcialmente aplastado, eso, o bien era una arma muy peculiar o una bestia que desconocía. Aria no se fijó en el hombre, sólo en sus heridas, la sangre, y en una huella de un zapato, al parecer el dueño se adentraba a la isla. Aria le echó una ojeada a su alrededor, creyendo que podría ver algo o a alguien, al no ver nada sospechoso, decidió tomar el "camino marcado" y adentrarse más.
La chica estaba tan enfocada en sus pensamientos y su desánimo, que no se fijó ni en el espléndido día que se alzaba ante ella, ni en que su isla, la isla que buscaba, estaba tan cerca de ella.
Mientras Aria veía, pero no miraba, el mar, una ola chocó contra el bote, provocando que este se zarandeara, y Aria se exaltara e instintivamente se agarrara a la barca para no caer. A medida que la barca se estabilizaba, la chica se iba incorporando, y finalmente al levantar la vista vio la isla. Ella no sabía ni que isla era, pero el hecho de ver un trozo de tierra y que su monótono y aburrido viaje concluyera, la alegró.
Aria no tuvo que remar mucho para llegar a la isla, puesto que las olas la acompañaban. A medida que se acercaba a la isla, la chica pudo ver una barca encallada en la orilla. Al ver eso, no pudo evitar un gesto de desagrado, ya que pensó que la "compañía" no sería para bien.
En cuando llegó a la orilla de la isla, entró el bote en la orilla, quedando sobre la arena, para que la marea no se lo llevara mar a dentro.
Una vez su bote estaba bien colocado, agarró sus Wakizashis, las ató a su cintura y cargó su Nodachi sobre su hombro.
Por curiosidad, se acercó a la otra barca, que no estaba lejos de su bote. Se puso de puntillas para ver el interior, era un poco más grande que la suya, no había nadie, ni nada sospechoso, con lo que se dirigió a adentrarse a la isla. A penas había empezado a caminar, que notó que había pisado algo extraño. Pudo ver que su bota estaba manchada con un líquido oscuro, era sangre, y cerca de ella había un hombre tendido en el suelo, naturalmente muerto. Aria frunció el ceño, y no pudo evitar esbozar una expresión de desagrado hacia el cadáver, puesto que estaba bastante destrozado. Se acercó prudencialmente, y a juzgar por las heridas, lo primero que pensó era que el culpable había sido un animal, pero enseguida rechazó la idea. La piel había sido desgarrada, las heridas eran bastante simétricas y consecutivas, sin mencionar que también había sido parcialmente aplastado, eso, o bien era una arma muy peculiar o una bestia que desconocía. Aria no se fijó en el hombre, sólo en sus heridas, la sangre, y en una huella de un zapato, al parecer el dueño se adentraba a la isla. Aria le echó una ojeada a su alrededor, creyendo que podría ver algo o a alguien, al no ver nada sospechoso, decidió tomar el "camino marcado" y adentrarse más.
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Tahiko ya se hallaba caminando por la selva con total tranquilidad y su arma en mano. Varios pinchos sobresalían y volvió a guardarlos con la venda que rodeaba el arma. Ahora las vendas estaban manchadas de la sangre de aquel caníbal que había intentado atacarle. Lo había matado de un golpe cruel y notorio en el cuerpo de la víctima, solo había necesitado un simple movimiento de brazos en el aire para hacerlo sin dificultad. Al menos ya habría dejado un aviso a los que intentaran meterse en su camino. Con enemigos por allí aquel revolucionario podría estar ya muerto o quizás preso, aún así si el cadáver o el hombre estaba reconocible se lo llevaría vivo o muerto. El gran árbol que había en mitad de la isla no le llamaba mucho la atención, ahora intentaba localizar algún poblado el cual arrasar para así buscar a su objetivo más rápido. Torturaría aquellos hombres hasta que hablaran o sus vidas acabasen en las manos de Tahiko.
Iba dejando algunos rastros de arena de sus sandalias y algunos restos de gotas de sangre de las vendas de la espada, le daba igual pues pensaba que estaba solo y si le localizaban más hombres de esos sería mejor para él. Caminaba de forma lenta para observar mejor el terreno y percatarse de más cosas, además de los ruidos selváticos que le ponían algo de los nervios. Un ruido le alertó y se giró. Un nuevo enemigo se lanzó a por él. Un caníbal sin pelo y de piel oscura, este interpuso de nuevo su vendada arma bloqueando el ataque del hombre que llevaba una lanza. El salvaje gruñó y corrió hacia Yahiko con furia mientras seguía con sus gruñidos y gritos extraños. El peli naranja no se movió del sitio y permaneció quiero.
Sabía que un simple hombre armado con una ridícula lanza hecha con un palo y una piedra afilada no le supondría ningún problema de matar. Es más, había encontrado algo que le interesaba, una fuente de información. De un simple movimiento de brazo derecho lanzó una estocada en horizontal de izquierda a derecha, aquel hombre trató de bloquearla con su lanza, esta se partió en dos y el espadón golpeo de forma suave el costillar de aquel salvaje, iba suave pero lo suficiente para atravesar dos pinchos en sus costillas y partirle alguna que otra. El hombre gritó de dolor y tras eso el peli naranja lanzó una patada recta a su pecho lanzándolo contra un árbol para que su cuerpo acabase en el suelo después. El hombre gritaba de dolor por el golpe que había tenido que soportar. Sangraba por sus costillas y tenía un buen golpe en el pecho.
Tahiko colocó el pie sobre su cuello haciendo algo de presión y observándolo con expresión fría a los ojos. Colocó el arma sobre un brazo del salvaje haciendo algo de presión clavándole uno de los pinchos en este. Aquel hombre no parecía aguantar mucho aquel dolor insoportable.
- Dime donde está tu poblado
Iba dejando algunos rastros de arena de sus sandalias y algunos restos de gotas de sangre de las vendas de la espada, le daba igual pues pensaba que estaba solo y si le localizaban más hombres de esos sería mejor para él. Caminaba de forma lenta para observar mejor el terreno y percatarse de más cosas, además de los ruidos selváticos que le ponían algo de los nervios. Un ruido le alertó y se giró. Un nuevo enemigo se lanzó a por él. Un caníbal sin pelo y de piel oscura, este interpuso de nuevo su vendada arma bloqueando el ataque del hombre que llevaba una lanza. El salvaje gruñó y corrió hacia Yahiko con furia mientras seguía con sus gruñidos y gritos extraños. El peli naranja no se movió del sitio y permaneció quiero.
Sabía que un simple hombre armado con una ridícula lanza hecha con un palo y una piedra afilada no le supondría ningún problema de matar. Es más, había encontrado algo que le interesaba, una fuente de información. De un simple movimiento de brazo derecho lanzó una estocada en horizontal de izquierda a derecha, aquel hombre trató de bloquearla con su lanza, esta se partió en dos y el espadón golpeo de forma suave el costillar de aquel salvaje, iba suave pero lo suficiente para atravesar dos pinchos en sus costillas y partirle alguna que otra. El hombre gritó de dolor y tras eso el peli naranja lanzó una patada recta a su pecho lanzándolo contra un árbol para que su cuerpo acabase en el suelo después. El hombre gritaba de dolor por el golpe que había tenido que soportar. Sangraba por sus costillas y tenía un buen golpe en el pecho.
Tahiko colocó el pie sobre su cuello haciendo algo de presión y observándolo con expresión fría a los ojos. Colocó el arma sobre un brazo del salvaje haciendo algo de presión clavándole uno de los pinchos en este. Aquel hombre no parecía aguantar mucho aquel dolor insoportable.
- Dime donde está tu poblado
Aria
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Aria seguía caminado, pudo apreciar más pistas, rastros de sangre, que sin ella darse cuenta, los seguía sin pensar. Su paso no era muy rápido, puesto caminaba lentamente para poder fijarse si había algún otro rastro o indicio de que a quien casi ni haberlo premeditado estaba siguiendo. Fuera quien fuese a quien estaba siguiendo, no iba por un camino marcado ni fácil, ya que la vegetación dificultaba un poco el paso, nombrando zarzas o arbustos algo engorrosos, pero el terreno por el que ella pasaba, ya había sido pisado, con lo que para ella, el paso se hacía más ligero.
La chica mantenía el ritmo, sin prisa, pero sin pausa, hasta que un ruido, exactamente un grito de dolor, le hizo levantar la vista, y dirigirla hacia el lugar proveniente. Aria echó a correr hacia la dirección del grito, apartando las ramas a su paso. No tuvo que ir muy lejos, en poco tiempo ya había distinguido dos figuras humanas. La chica no podía ver con exactitud a los dos individuos, uno estaba tendido en el suelo, y un chico con el cabello naranja y con una espada peculiar, lo estaba pisando. Aria tardó poco en concluir que el chico del pelo naranja era el asesino del hombre de la orilla, la enorme y peculiar espada lo delataba.
Aria no pudo acercarse mucho más, sobresaltada paró en seco, una lanza había pasado a escasos centímetros de su rostro, incluso pudo notar el viento provocado por la velocidad de la lanza. Aria volteó sorprendida para ver quién la había atacado, y un hombre con un semblante parecido al del de la orilla, se le abalanzaba sombre ella con un cuchillo poco convencional. La cazadora no tenía tiempo de desenvainar su espada, con lo que a medida que el atacante se aproximaba a ella, ella lo agarró por la muñeca que sostenía el cuchillo y la retorció, provocando que el hombre cayera de espaldas al suelo, en vez que caerle encima. Una vez el extraño estuvo en el suelo, Aria retorció su muñeca hacia el lado contrario, obligando al hombre ponerse bocabajo, de ese modo podía retenerlo. La chica tenía previsto dialogar con su presa, pero al parecer el hombre seguía revolviéndose y no parecía entender a razones, con lo que Aria sin pensarlo mucho terminó con su vida, de manera rápida, cortando-le la cabeza. En ese momento pudo comprender que el chico de la extravagante espada matara al anterior.
Una vez, Aria había terminado con su atacante, escuchó una voz que sentenciaba una pregunta, quería saber dónde estaba un poblado. A juzgar por la posición y la pregunta Aria sabía que no lo había preguntado el peli naranja. La chica se acercó lentamente a los dos hombres, observando como uno intimidaba a otro, y Aria no pudo evitar preguntar:
- ¿Qué es lo que buscas?
Dirigiéndose al chico del pelo naranja.
La chica mantenía el ritmo, sin prisa, pero sin pausa, hasta que un ruido, exactamente un grito de dolor, le hizo levantar la vista, y dirigirla hacia el lugar proveniente. Aria echó a correr hacia la dirección del grito, apartando las ramas a su paso. No tuvo que ir muy lejos, en poco tiempo ya había distinguido dos figuras humanas. La chica no podía ver con exactitud a los dos individuos, uno estaba tendido en el suelo, y un chico con el cabello naranja y con una espada peculiar, lo estaba pisando. Aria tardó poco en concluir que el chico del pelo naranja era el asesino del hombre de la orilla, la enorme y peculiar espada lo delataba.
Aria no pudo acercarse mucho más, sobresaltada paró en seco, una lanza había pasado a escasos centímetros de su rostro, incluso pudo notar el viento provocado por la velocidad de la lanza. Aria volteó sorprendida para ver quién la había atacado, y un hombre con un semblante parecido al del de la orilla, se le abalanzaba sombre ella con un cuchillo poco convencional. La cazadora no tenía tiempo de desenvainar su espada, con lo que a medida que el atacante se aproximaba a ella, ella lo agarró por la muñeca que sostenía el cuchillo y la retorció, provocando que el hombre cayera de espaldas al suelo, en vez que caerle encima. Una vez el extraño estuvo en el suelo, Aria retorció su muñeca hacia el lado contrario, obligando al hombre ponerse bocabajo, de ese modo podía retenerlo. La chica tenía previsto dialogar con su presa, pero al parecer el hombre seguía revolviéndose y no parecía entender a razones, con lo que Aria sin pensarlo mucho terminó con su vida, de manera rápida, cortando-le la cabeza. En ese momento pudo comprender que el chico de la extravagante espada matara al anterior.
Una vez, Aria había terminado con su atacante, escuchó una voz que sentenciaba una pregunta, quería saber dónde estaba un poblado. A juzgar por la posición y la pregunta Aria sabía que no lo había preguntado el peli naranja. La chica se acercó lentamente a los dos hombres, observando como uno intimidaba a otro, y Aria no pudo evitar preguntar:
- ¿Qué es lo que buscas?
Dirigiéndose al chico del pelo naranja.
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La mirada de Tahiko se dirigió a los arbustos al escuchar un ruido proveniente de ellos. Frunció el ceño preparado para el ataque cuando de repente observó que de ellos salió una chica, esta le preguntó qué era lo que buscaba. La mente del peli naranja ahora estaba algo confusa. Una chica había salido de la nada y no parecía ser del mismo tipo que aquellos hombres que estaba asesinando. Y le había hablado apenas verle, no había oído hablar de más habitantes en la isla, el revolucionario era hombre y sabía su físico por lo que no sabía quién era la chica. Había más posibilidades como que ella hubiera llegado después de él. Pero ahora lo importante era saber que era. Una cazadora sería algo que le perjudicaría y a la vez le beneficiaria. Si era revolucionaria o pirata se llevaría una doble recompensa y si se trataba de un marine o una agente del CP solo sería una molestia. Pero siempre podía acabar con las molestias sin que nadie le pillara y dado que estaban en aquella isla le convenía a la chica no ser ninguna de las dos últimas nombradas. Aunque quien sabe si la chica era más fuerte que el propio Tahiko. Nada estaba seguro una vez llegados a esa situación. Sus ojos observaban los de ella fijamente mientras hacía presión en el cuello del caníbal que tosía por la falta de oxigeno. Tras unos escasos segundos dejó respirar al hombre y le contestó a ella tranquilamente.
- Algo de mis propios asuntos. No intentes meterte en mi camino y todo irá bien entre nosotros.
Sus palabras eran frías y serias. Tras eso volvió la mirada a su presa y con la mano donde empuñaba su enorme arma realizó un movimiento aplastándole el hombro contra el suelo y destrozándoselo. El hombre volvió a gritar de dolor suplicando en un idioma que Tahiko no sabía por lo que empezó a pensar que sería inútil hablar con él. Frunció el ceño de nuevo y volvió a hacer presión en el cuello del salvaje mientras decía en tono serio y frio.
- ¿Dónde está tu poblado? Habla insecto, ese revolucionario es mi presa, no la vuestra. Matare a toda tu gente lentamente incluida tu patética familia si no hablas.
El hombre no decía nada, solo gruñía de dolor y a veces decía algo en un idioma extraño que se le escapaba al cazador. No pasaron ni cinco segundos cuando el peli naranja empezó a hacer presión con su pie de nuevo sobre su cuello asfixiándolo. Cuando los ojos de aquel hombre se estaban cerrando levantó su arma y la dejó caer con fuerza reventándole la cabeza contra el suelo. Varias gotas de sangre cayeron sobre el rostro de Tahiko que ahora era algo más sádico. Guardó su arma una vez había hecho aquella masacre con el salvaje y volvió a observar a la chica. Había dicho su intención de buscar al revolucionario delante de ella, con eso había contestado a su pregunta anterior. Ahora la miraba a ella con el gesto serio.
- No sé quién eres. Mi nombre es Tahiko pero puedes llamarme Pain, cazador de Ghost Leviatans.
- Algo de mis propios asuntos. No intentes meterte en mi camino y todo irá bien entre nosotros.
Sus palabras eran frías y serias. Tras eso volvió la mirada a su presa y con la mano donde empuñaba su enorme arma realizó un movimiento aplastándole el hombro contra el suelo y destrozándoselo. El hombre volvió a gritar de dolor suplicando en un idioma que Tahiko no sabía por lo que empezó a pensar que sería inútil hablar con él. Frunció el ceño de nuevo y volvió a hacer presión en el cuello del salvaje mientras decía en tono serio y frio.
- ¿Dónde está tu poblado? Habla insecto, ese revolucionario es mi presa, no la vuestra. Matare a toda tu gente lentamente incluida tu patética familia si no hablas.
El hombre no decía nada, solo gruñía de dolor y a veces decía algo en un idioma extraño que se le escapaba al cazador. No pasaron ni cinco segundos cuando el peli naranja empezó a hacer presión con su pie de nuevo sobre su cuello asfixiándolo. Cuando los ojos de aquel hombre se estaban cerrando levantó su arma y la dejó caer con fuerza reventándole la cabeza contra el suelo. Varias gotas de sangre cayeron sobre el rostro de Tahiko que ahora era algo más sádico. Guardó su arma una vez había hecho aquella masacre con el salvaje y volvió a observar a la chica. Había dicho su intención de buscar al revolucionario delante de ella, con eso había contestado a su pregunta anterior. Ahora la miraba a ella con el gesto serio.
- No sé quién eres. Mi nombre es Tahiko pero puedes llamarme Pain, cazador de Ghost Leviatans.
Aria
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Aria escuchó con atención las palabras del chico, sonaba algo tosco u hostil, pero a la chica le fue indiferente. Pensó que ciertamente ella no tenía derecho a inmiscuirse en sus asuntos, pero tampoco había formulado la pregunta con esas intenciones, y simplemente lo dejaría correr.
La joven, no dijo nada, pero mientras el chico de la espada le había hablado, ella se había fijado en sus ojos, eran peculiares, al igual se su pelo y la cantidad de piercings que tenía en el rostro, pero nunca antes había visto unos ojos igual, pensó si eso era natural, pero no dijo nada y por alguna razón se sintió incomoda.
Mientras el chico de los piercings torturaba a su cautivo, Aria, impasiva observaba al hombre retorcerse de dolor y hablar en un idioma desconocido, al menos para ella. La chica no se quiso quedar a ver el final que había predecido ella misma, dio media vuelta, con intención de irse. No le importaba quienes fueran, el chico del pelo naranja no quería hablar con ella, y el hombre que estaban torturando no parecía estar en condiciones de responder a nada. A Aria no le hacía falta pensar demasiado para sacar conclusiones de donde provenían los hombres que se había encontrado, pero ese chico de extraño semblante, tenía diferentes teorías sobre el, si era pirata, bandido o revolucionario, no le importaba tampoco, ella tenía un objetivo, no tenía ganas de andarse por las ramas.
A penas había dado un paso, cuando las palabras del pelirrojo sonaron vagamente en la mente de Aria. Si no había entendido mal, él también buscaba un revolucionario, quizá era marine o un cazador, Aria no estaba segura si era el mismo que ella buscaba, pero paró en seco, con intención de insistirle al pelirrojo sobre lo que buscaba, en cuando terminara con sus asuntos.
No se dio la vuelta, en su mente se podía imaginar lo que estaba pasando entre esos dos, pudo oír cómo el preso se estaba quedando sin aire, a la vez que se sentía el movimiento de algo pesado cortando el viento. Aria cerró lentamente los ojos, escuchando y visualizando en su imaginación cómo caía la espada del pelirrojo, hasta oír un ruido desagradable, con lo que ella podía imaginar el fin. Una vez, supo que el pelirrojo había terminado, dio media vuelta, y con una mirada fría, se fijó en el "cuadro" que había dejado en el suelo.
Aria desvió la vista, para mirar al chico a los ojos, cuando este sentenció algo, que sonó como una presentación. La chica se sorprendió bastante al oír sus palabras, al parecer el supuesto, llamado Tahiko, era un cazador del su mismo gremio. Aria no pudo evitar esbozar una media sonrisa, casi imperceptible y dejó salir un suspiro forzado. Con su mano izquierda, sujetaba la Nodachi que cargaba al hombro, y con su mano derecha, apartó un mechón de pelo que caía de su coleta, este estaba apoyado sobre su hombro, y esta lo echó para atrás para que no le incordiara.
Le pareció extraño que antes se hubiera comportado de modo algo hostil, pero en ese instante parecía incluso confiado y amigable, algo contradictorio.
- Aria, soy cazadora, y al igual, integrante de Ghost Leviatans, gusto en conocer a otro compañero. Al parecer, tu también buscas un revolucionario, si no te ofendieras, podría preguntar a quién buscas exactamente.
Aria no conocía a ningún otro integrante de su mismo gremio, y aunque se había encontrado con uno, no estaba segura de cómo debía actuar con él, puesto que antes había reaccionado algo mal.
La joven, no dijo nada, pero mientras el chico de la espada le había hablado, ella se había fijado en sus ojos, eran peculiares, al igual se su pelo y la cantidad de piercings que tenía en el rostro, pero nunca antes había visto unos ojos igual, pensó si eso era natural, pero no dijo nada y por alguna razón se sintió incomoda.
Mientras el chico de los piercings torturaba a su cautivo, Aria, impasiva observaba al hombre retorcerse de dolor y hablar en un idioma desconocido, al menos para ella. La chica no se quiso quedar a ver el final que había predecido ella misma, dio media vuelta, con intención de irse. No le importaba quienes fueran, el chico del pelo naranja no quería hablar con ella, y el hombre que estaban torturando no parecía estar en condiciones de responder a nada. A Aria no le hacía falta pensar demasiado para sacar conclusiones de donde provenían los hombres que se había encontrado, pero ese chico de extraño semblante, tenía diferentes teorías sobre el, si era pirata, bandido o revolucionario, no le importaba tampoco, ella tenía un objetivo, no tenía ganas de andarse por las ramas.
A penas había dado un paso, cuando las palabras del pelirrojo sonaron vagamente en la mente de Aria. Si no había entendido mal, él también buscaba un revolucionario, quizá era marine o un cazador, Aria no estaba segura si era el mismo que ella buscaba, pero paró en seco, con intención de insistirle al pelirrojo sobre lo que buscaba, en cuando terminara con sus asuntos.
No se dio la vuelta, en su mente se podía imaginar lo que estaba pasando entre esos dos, pudo oír cómo el preso se estaba quedando sin aire, a la vez que se sentía el movimiento de algo pesado cortando el viento. Aria cerró lentamente los ojos, escuchando y visualizando en su imaginación cómo caía la espada del pelirrojo, hasta oír un ruido desagradable, con lo que ella podía imaginar el fin. Una vez, supo que el pelirrojo había terminado, dio media vuelta, y con una mirada fría, se fijó en el "cuadro" que había dejado en el suelo.
Aria desvió la vista, para mirar al chico a los ojos, cuando este sentenció algo, que sonó como una presentación. La chica se sorprendió bastante al oír sus palabras, al parecer el supuesto, llamado Tahiko, era un cazador del su mismo gremio. Aria no pudo evitar esbozar una media sonrisa, casi imperceptible y dejó salir un suspiro forzado. Con su mano izquierda, sujetaba la Nodachi que cargaba al hombro, y con su mano derecha, apartó un mechón de pelo que caía de su coleta, este estaba apoyado sobre su hombro, y esta lo echó para atrás para que no le incordiara.
Le pareció extraño que antes se hubiera comportado de modo algo hostil, pero en ese instante parecía incluso confiado y amigable, algo contradictorio.
- Aria, soy cazadora, y al igual, integrante de Ghost Leviatans, gusto en conocer a otro compañero. Al parecer, tu también buscas un revolucionario, si no te ofendieras, podría preguntar a quién buscas exactamente.
Aria no conocía a ningún otro integrante de su mismo gremio, y aunque se había encontrado con uno, no estaba segura de cómo debía actuar con él, puesto que antes había reaccionado algo mal.
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Tahiko se sorprendió pues no esperaba que aquella chica fuera una cazadora de su mismo gremio. En ese caso no le importaba colaborar con ella ya que se trataba de su compañera de equipo y él la había tratado como si fuera una simple entrometida. Tahiko era lo bastante frio para dejarlo pasar por alto pero debía admitir que se había pasado un poco con ella. Si no hubiera sido de su gremio le habría dado igual y habría seguido andando pasando de ella. Pero era parte de los suyos y ahora ella le estaba dirigiendo la palabras pese a lo mal que se había portado con ella en ese pequeño tiempo transcurrido. Tras un leve suspiro agachó la cabeza unos tres segundos para después levantarla de nuevo y observarla clavando sus ojos en los de ellas y respondiéndole con un tono serio y sin escrúpulos. No era por ser maleducado pero era su tono de voz y la forma en la que había hablado toda su vida y por lo tanto no podía hacer nada para cambiarla.
- Antes de nada te pido disculpas. No debí ponerme así cuando apareciste, te tomé por un marine o una pirata. Lo siento, nunca pensé que fueras una cazadora y menos de mi mismo gremio, creo que este es uno de esos momentos donde la he liado a base de bien. Espero que mis disculpas sirvan de algo Aria.
La chica también le había preguntado por el revolucionario al que buscaba y seguramente buscaban ambos al mismo por la forma de hablar que ella tenía. Este la observaba despacio cuando de repente afirmó con la cabeza para que ella entendiera que la respuesta era afirmativa y que le iba a responder tranquilamente, por lo que tras varios segundos eso hizo.
- Seguramente buscamos los dos al mismo tipo. No creo que haya dos revolucionarios en la misma isla y los dos hayamos oído hablar de uno distinto. No me importa colaborar con una compañera y más después de la forma con la que te he tratado. Así que podemos encontrarlo juntos si a ti no te supone un inconveniente.
Tahiko tras esas palabras se acercó a los matorrales de donde había salido ella y observó el cadáver del otro hombre. Ella también sabía apañárselas en el combate por lo que estaba todo dicho. Se abrirían paso a golpes hasta llegar a su objetivo. Aunque visto aquello eran muy pocas las probabilidades de que aquel revolucionario siguiera vivo ya que aquellos salvajes estaban por todas partes. Encontrar el poblado era ahora el principal objetivo del peli naranja que observando el cadáver hizo una mueca y se giró de nuevo hacia la chica con total tranquilidad.
- El que me atacó había salido del lado derecho de mi posición por lo que venía de allí. Voto por ir hacia la derecha y buscar algún tipo de poblado de estos hombres e interrogar o buscar allí al objetivo principal. Si quieres investigar por tu cuenta eres libre de hacerlo. Si elijes venir eres bienvenida.
Dijo tranquilamente para después empezar a caminar hacia la derecha.
- Antes de nada te pido disculpas. No debí ponerme así cuando apareciste, te tomé por un marine o una pirata. Lo siento, nunca pensé que fueras una cazadora y menos de mi mismo gremio, creo que este es uno de esos momentos donde la he liado a base de bien. Espero que mis disculpas sirvan de algo Aria.
La chica también le había preguntado por el revolucionario al que buscaba y seguramente buscaban ambos al mismo por la forma de hablar que ella tenía. Este la observaba despacio cuando de repente afirmó con la cabeza para que ella entendiera que la respuesta era afirmativa y que le iba a responder tranquilamente, por lo que tras varios segundos eso hizo.
- Seguramente buscamos los dos al mismo tipo. No creo que haya dos revolucionarios en la misma isla y los dos hayamos oído hablar de uno distinto. No me importa colaborar con una compañera y más después de la forma con la que te he tratado. Así que podemos encontrarlo juntos si a ti no te supone un inconveniente.
Tahiko tras esas palabras se acercó a los matorrales de donde había salido ella y observó el cadáver del otro hombre. Ella también sabía apañárselas en el combate por lo que estaba todo dicho. Se abrirían paso a golpes hasta llegar a su objetivo. Aunque visto aquello eran muy pocas las probabilidades de que aquel revolucionario siguiera vivo ya que aquellos salvajes estaban por todas partes. Encontrar el poblado era ahora el principal objetivo del peli naranja que observando el cadáver hizo una mueca y se giró de nuevo hacia la chica con total tranquilidad.
- El que me atacó había salido del lado derecho de mi posición por lo que venía de allí. Voto por ir hacia la derecha y buscar algún tipo de poblado de estos hombres e interrogar o buscar allí al objetivo principal. Si quieres investigar por tu cuenta eres libre de hacerlo. Si elijes venir eres bienvenida.
Dijo tranquilamente para después empezar a caminar hacia la derecha.
Aria
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Aria no tenía ninguna expectativa de lo que iba a decir Tahiko, puesto que el chico se había comportado de un modo contradictorio, con lo que ella no podía exactamente tener una idea de su personalidad. Pero se pudo hacer una idea, cuando este habló. Podía parecer algo serio, pero su disculpa y excusación, no era mala. Se estaba disculpando, pero a Aria no le importó demasiado a pesar de que la tomó en cuenta.
La chica sonrió levemente ladeando la cabeza, con un gesto de aprobación, aceptando la supuesta disculpa.
A la cazadora le hizo gracia Tahiko, y en cierto modo simpatizó con él, prefería que fuera serio y directo, a que sonrieran sin razón aparente, o aparentar ser confiado.
Su compañero concluyó que los dos buscaban al mismo revolucionario, proponiendo que lo buscaran juntos. Aria hizo un gesto de circunstancia, aceptando la idea. Ella también pensó algo parecido y no le vendría mal, ya que ella estaba algo perdida, cosa que no quiso declarar.
Tahiko se acercó a Aria, pasando por su lado y adelantándose en los matorrales. Al parecer descubrió el cadáver del hombre que Aria había asesinado, la chica lo miró de lado para ver que expresión hacía, pero no pudo adivinar nada.
Aria escuchó de nuevo la proposición de ir juntos en busca del revolucionario, y la idea que tenía el cazador sobre el paradero del poblado.
Como el pelirrojo no había esperado a la repuesta de Aria, mientras este ya se había alejado un par de metros, ella seguía quieta en su sitio. En realidad Aria no quería quedarse sola, sin añadir que estaba perdida sin meta exacta, así que sin decir nada empezó a seguir a Tahiko.
- Creo que tienes razón, a mí también me sorprendieron por la derecha.
Aria caminaba sin decir nada, vio dos pájaros desproporcionadamente grandes, pero al parecer volaban alto, suficiente como para que no se dieran cuenta de su presencia, y los pasaran de lejos. Al parecer no iban mal encaminados son la deducción, mientras Aria veía alejarse a los pájaros, pudo ver dos columnas de humo, no se alzaban demasiado alto, y no parecían estar muy lejos de ellos. La chica le hizo un gesto a Tahiko, señalando la dirección, no estaba segura de si él lo había visto, pero quería asegurarse. Concluyó que no era necesario decir nada, sabían a donde se dirigían.
En el momento que se dio cuenta de la cercanía del poblado, pensó en si realmente era necesario llegar ahí, era cierto que podrían saber algo, pero por los anteriores hombres con los que se habían encontrado, podía apostar a que los demás tampoco sabrían hablar el mismo idioma, con lo que no tenía caso si no podían comunicarse. Concluyó que lo peor que podría pasar, sería que los atraparan, puesto que seguramente les superarían en número.
La chica sonrió levemente ladeando la cabeza, con un gesto de aprobación, aceptando la supuesta disculpa.
A la cazadora le hizo gracia Tahiko, y en cierto modo simpatizó con él, prefería que fuera serio y directo, a que sonrieran sin razón aparente, o aparentar ser confiado.
Su compañero concluyó que los dos buscaban al mismo revolucionario, proponiendo que lo buscaran juntos. Aria hizo un gesto de circunstancia, aceptando la idea. Ella también pensó algo parecido y no le vendría mal, ya que ella estaba algo perdida, cosa que no quiso declarar.
Tahiko se acercó a Aria, pasando por su lado y adelantándose en los matorrales. Al parecer descubrió el cadáver del hombre que Aria había asesinado, la chica lo miró de lado para ver que expresión hacía, pero no pudo adivinar nada.
Aria escuchó de nuevo la proposición de ir juntos en busca del revolucionario, y la idea que tenía el cazador sobre el paradero del poblado.
Como el pelirrojo no había esperado a la repuesta de Aria, mientras este ya se había alejado un par de metros, ella seguía quieta en su sitio. En realidad Aria no quería quedarse sola, sin añadir que estaba perdida sin meta exacta, así que sin decir nada empezó a seguir a Tahiko.
- Creo que tienes razón, a mí también me sorprendieron por la derecha.
Aria caminaba sin decir nada, vio dos pájaros desproporcionadamente grandes, pero al parecer volaban alto, suficiente como para que no se dieran cuenta de su presencia, y los pasaran de lejos. Al parecer no iban mal encaminados son la deducción, mientras Aria veía alejarse a los pájaros, pudo ver dos columnas de humo, no se alzaban demasiado alto, y no parecían estar muy lejos de ellos. La chica le hizo un gesto a Tahiko, señalando la dirección, no estaba segura de si él lo había visto, pero quería asegurarse. Concluyó que no era necesario decir nada, sabían a donde se dirigían.
En el momento que se dio cuenta de la cercanía del poblado, pensó en si realmente era necesario llegar ahí, era cierto que podrían saber algo, pero por los anteriores hombres con los que se habían encontrado, podía apostar a que los demás tampoco sabrían hablar el mismo idioma, con lo que no tenía caso si no podían comunicarse. Concluyó que lo peor que podría pasar, sería que los atraparan, puesto que seguramente les superarían en número.
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Caminaba muy tranquilo observando todo a su alrededor. Pensaba en la coincidencia de haber encontrado a alguien de su gremio en esa isla. Dos sombras que se vieron en el suelo le llamaron la atención. Cuando observó el cielo pudo ver dos enormes pájaros, realmente le impresionaban algo, pero le venía la idea de cargárselos enseguida. Quería cargarse todo lo que se moviera, era algo violento y sádico y estaba deseando llegar a algún sitio poblado para formar una pequeña masacre. Los sonidos de la selva lo tenían algo nervioso pues no captaba otro sonido que no fuera de esta.
Tras unos segundos la chica le hizo un gesto señalando unas cortinas de humo, este no se había fijado por lo que una vez se las señaló asintió mirándola muy tranquilo y levantándole el pulgar como símbolo de ``perfecto``. Se dirigió hacia donde estaban las colinas de humo y como pensaba habían llegado a una especie de poblado. Estaban haciendo diversas hogueras y las más grandes habían sido las que habían creado aquella cortina de humo que les hizo acudir a ellos hasta allí. Parecían mujeres y niños más que otra cosa aunque había también hombres pero la visión que Tahiko observó después le hizo ponerse furioso. En una de las hogueras había un hombre empalado ya casi carbonizado. Pero por las pocas ropas que aún se distinguían se dio cuenta de que era el revolucionario que buscaban. En ese estado ya no les servía de nada. Todo había sido en vano. Este se giró hacia la chica para decirle con un tono frio y serio como de costumbre.
- Si quieres puedes volver a la playa. Aquí ya no tenemos nada que buscar, yo te alcanzo después. Voy a cargarme a los que me han robado mi presa.
Tahiko sabía que la chica no iba a aceptar lo que le dijo o quizás sí. Pero más bien creía que no, por lo que sin decir nada más se dirigió hacia el interior del poblado. Cuando lo vieron dos hombres corrieron a por él entre gritos salvajes, este sacó su enorme espada y le quitó las vendas dejando ver una especie de mandoble de acero gigantesco con pinchos de acero por toda la hoja. Con forme iban pasando por su lado aquellos dos hombres, este movía tranquilo su arma con elegancia atravesando el pecho del primero y segundos después atravesando el rostro del segundo dejándolos acto seguido tirados en el suelo. La sangre brotaba por los cuerpos y por la espada de Tahiko. Además de las gotas que a este le habían salpicado en la cara. Niños y mujeres corrían dando gritos de terror pero el peli naranja iba destrozando y eliminando todo ser que pasara por su lado. Los hombres ya ni peleaban por miedo al temible cazador, tampoco es que fueran muy fuertes aquellos salvajes pero si se unieran tal vez podrían hacer algo. Pero ahora estaban asustados, las mujeres caían decapitadas, los niños aplastados, los hombres ensartados. No había nada que hacer para todo aquel que pasara por al lado del chico.
Muchos consiguieron huir por no decir la mayoría que se fueron por la salva corriendo, una vez todo estaba despejado Tahiko cogió un palo de madera y lo metió en una de las hogueras para prenderlo de fuego y después tirarlo a una de las pequeñas chabolas para que ardiera. Esta seguramente haría que las demás también corrieran la misma suerte. El método de Pain era brutal y hacia honor a su mote. Causaba dolor allí a donde iba y de manera sangrienta. A muchos esto les parecía demasiado y creían que estaba loco. No era su caso pues estaba cuerdo pero era su forma de hacer las cosas. El poblado era muy grande y no sabía si la chica le había seguido y había pelado también por otro lado, esperó unos dos minutos y comenzó a buscarla con la mirada para ver si lograba localizarla. Si había resultado herida, pobre de aquel que lo hubiera hecho pues le esperaba la peor de las torturas.
Tras unos segundos la chica le hizo un gesto señalando unas cortinas de humo, este no se había fijado por lo que una vez se las señaló asintió mirándola muy tranquilo y levantándole el pulgar como símbolo de ``perfecto``. Se dirigió hacia donde estaban las colinas de humo y como pensaba habían llegado a una especie de poblado. Estaban haciendo diversas hogueras y las más grandes habían sido las que habían creado aquella cortina de humo que les hizo acudir a ellos hasta allí. Parecían mujeres y niños más que otra cosa aunque había también hombres pero la visión que Tahiko observó después le hizo ponerse furioso. En una de las hogueras había un hombre empalado ya casi carbonizado. Pero por las pocas ropas que aún se distinguían se dio cuenta de que era el revolucionario que buscaban. En ese estado ya no les servía de nada. Todo había sido en vano. Este se giró hacia la chica para decirle con un tono frio y serio como de costumbre.
- Si quieres puedes volver a la playa. Aquí ya no tenemos nada que buscar, yo te alcanzo después. Voy a cargarme a los que me han robado mi presa.
Tahiko sabía que la chica no iba a aceptar lo que le dijo o quizás sí. Pero más bien creía que no, por lo que sin decir nada más se dirigió hacia el interior del poblado. Cuando lo vieron dos hombres corrieron a por él entre gritos salvajes, este sacó su enorme espada y le quitó las vendas dejando ver una especie de mandoble de acero gigantesco con pinchos de acero por toda la hoja. Con forme iban pasando por su lado aquellos dos hombres, este movía tranquilo su arma con elegancia atravesando el pecho del primero y segundos después atravesando el rostro del segundo dejándolos acto seguido tirados en el suelo. La sangre brotaba por los cuerpos y por la espada de Tahiko. Además de las gotas que a este le habían salpicado en la cara. Niños y mujeres corrían dando gritos de terror pero el peli naranja iba destrozando y eliminando todo ser que pasara por su lado. Los hombres ya ni peleaban por miedo al temible cazador, tampoco es que fueran muy fuertes aquellos salvajes pero si se unieran tal vez podrían hacer algo. Pero ahora estaban asustados, las mujeres caían decapitadas, los niños aplastados, los hombres ensartados. No había nada que hacer para todo aquel que pasara por al lado del chico.
Muchos consiguieron huir por no decir la mayoría que se fueron por la salva corriendo, una vez todo estaba despejado Tahiko cogió un palo de madera y lo metió en una de las hogueras para prenderlo de fuego y después tirarlo a una de las pequeñas chabolas para que ardiera. Esta seguramente haría que las demás también corrieran la misma suerte. El método de Pain era brutal y hacia honor a su mote. Causaba dolor allí a donde iba y de manera sangrienta. A muchos esto les parecía demasiado y creían que estaba loco. No era su caso pues estaba cuerdo pero era su forma de hacer las cosas. El poblado era muy grande y no sabía si la chica le había seguido y había pelado también por otro lado, esperó unos dos minutos y comenzó a buscarla con la mirada para ver si lograba localizarla. Si había resultado herida, pobre de aquel que lo hubiera hecho pues le esperaba la peor de las torturas.
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Tahiko y Aria llegaron al poblado, y para sorpresa de los dos, el revolucionario al que andaban tras él, había sido carbonizado, casi era irreconocible. Al pelirrojo no le sentó bien, nada bien. Le propuso a Aria si quería volver a la playa, e inmediatamente este se dirigió a la gente del pueblo, dispuesto a empezar una matanza algo macabra.
Aria, claramente no iba a volver sin más a la playa, con lo que se quedó al lado de un árbol, viendo el “espectáculo”. La cazadora quedó apoyada con la espalda sobre el tronco de un árbol, mirando cómo la gente del poblado corría despavorida de su compañero. Ella no pensaba que el chico estuviera loco, simplemente tenía otro método de hacer las cosas.
Algunos de los que huían del cazador, pasaban cerca de Aria, pero ni siquiera notaban su presencia, o simplemente no tenían tiempo de preocuparse por ella. Pero un grupo de salvajes, que no estaba allí desde el principio, llegaron, seguramente de alguna exploración o un intento de caza fallido, puesto no traían ninguna presa consigo. Estos, al llegar y ver su poblado prácticamente arrasado y un montón de cadáveres, parecían muy furioso. Aria era la única extraña cerca de ellos, estos no se dieron cuenta de Tahiko, quien era el causante de tal revuelo. Todo apuntaba a que la aparente culpable era ella, y la chica no tardó en deducir esa idea también, al ver el semblante de los caníbales. La cazadora se incorporó, a la vez que desenvainaba su Nodachi y la dejaba clavada en la tierra, para luego quitarse la chaqueta. Dejó caer la chaqueta, mostrando sus cicatrices y las cadenas enrolladas en sus brazos.
Aria se fijó en el grupo de salvajes, exactamente cuatro, estos se acercaban a ella, rápida y furiosamente, uno arrojó su lanza hacia la chica, y esta la pudo esquivar fácilmente, con lo que la lanza quedó ensartada en el tronco de un árbol. El primer hombre que se le acercó intentó asestarle un puñetazo, con lo que Aria des-aflojó una de sus cadenas, para enrollar con esta el brazo de su atacante y así truncar su rumbo. A su vez, con la mano derecha, agarró su espada, que reposaba clavada en el suelo, y con un giro de muñeca, cortó la cabeza de su oponente. La muerte fue rápida, no había razón para recrearse en el sufrimiento ajeno, si este no le había hecho nada. Intentaron arrojarle otra lanza, pero ella no tuvo ni que esquivarla, puesto esta no llegaba a tocarla. Los otros no llevaban lanzas, con lo que decidieron atacar simplemente. A Aria no le costó esfuerzo cargarse a dos más, pero el último era un chico joven, este se puso de rodillas, y habló en un idioma incomprensible para ella, pero una cosa estaba clara, el joven salvaje no quería morir, y estaba rogando por su vida, al menos eso entendió Aria. La chica posó el filo de su espada en el cuello del joven, y lo miró a los ojos, en unos instantes bajó el arma, y el rostro del chico instintivamente reflejó alivio, puesto ella no lo iba a matar.
- Si atacas a matar, atente a las consecuencias.
Sorpresivamente le hizo un tajo en el estómago al caníbal, y este quedó tendido en el suelo mientras se desangraba. Aria no soportaba que le rogaran, si uno ataca con intención de matar a otro, el mismo atacante debe estar preparado para morir.
Restregó su espada por las ropas del cadáver, para lavar la sangre y guardarla de nuevo en su vaina. Recogió su chaqueta del suelo y la sacudió para sacar algunas hojas que habían quedado sobre ella, no se la puso simplemente la apoyó sobre su hombro y buscó con la mirada a Tahiko para ver si había terminado ya de divertirse.
Aria, claramente no iba a volver sin más a la playa, con lo que se quedó al lado de un árbol, viendo el “espectáculo”. La cazadora quedó apoyada con la espalda sobre el tronco de un árbol, mirando cómo la gente del poblado corría despavorida de su compañero. Ella no pensaba que el chico estuviera loco, simplemente tenía otro método de hacer las cosas.
Algunos de los que huían del cazador, pasaban cerca de Aria, pero ni siquiera notaban su presencia, o simplemente no tenían tiempo de preocuparse por ella. Pero un grupo de salvajes, que no estaba allí desde el principio, llegaron, seguramente de alguna exploración o un intento de caza fallido, puesto no traían ninguna presa consigo. Estos, al llegar y ver su poblado prácticamente arrasado y un montón de cadáveres, parecían muy furioso. Aria era la única extraña cerca de ellos, estos no se dieron cuenta de Tahiko, quien era el causante de tal revuelo. Todo apuntaba a que la aparente culpable era ella, y la chica no tardó en deducir esa idea también, al ver el semblante de los caníbales. La cazadora se incorporó, a la vez que desenvainaba su Nodachi y la dejaba clavada en la tierra, para luego quitarse la chaqueta. Dejó caer la chaqueta, mostrando sus cicatrices y las cadenas enrolladas en sus brazos.
Aria se fijó en el grupo de salvajes, exactamente cuatro, estos se acercaban a ella, rápida y furiosamente, uno arrojó su lanza hacia la chica, y esta la pudo esquivar fácilmente, con lo que la lanza quedó ensartada en el tronco de un árbol. El primer hombre que se le acercó intentó asestarle un puñetazo, con lo que Aria des-aflojó una de sus cadenas, para enrollar con esta el brazo de su atacante y así truncar su rumbo. A su vez, con la mano derecha, agarró su espada, que reposaba clavada en el suelo, y con un giro de muñeca, cortó la cabeza de su oponente. La muerte fue rápida, no había razón para recrearse en el sufrimiento ajeno, si este no le había hecho nada. Intentaron arrojarle otra lanza, pero ella no tuvo ni que esquivarla, puesto esta no llegaba a tocarla. Los otros no llevaban lanzas, con lo que decidieron atacar simplemente. A Aria no le costó esfuerzo cargarse a dos más, pero el último era un chico joven, este se puso de rodillas, y habló en un idioma incomprensible para ella, pero una cosa estaba clara, el joven salvaje no quería morir, y estaba rogando por su vida, al menos eso entendió Aria. La chica posó el filo de su espada en el cuello del joven, y lo miró a los ojos, en unos instantes bajó el arma, y el rostro del chico instintivamente reflejó alivio, puesto ella no lo iba a matar.
- Si atacas a matar, atente a las consecuencias.
Sorpresivamente le hizo un tajo en el estómago al caníbal, y este quedó tendido en el suelo mientras se desangraba. Aria no soportaba que le rogaran, si uno ataca con intención de matar a otro, el mismo atacante debe estar preparado para morir.
Restregó su espada por las ropas del cadáver, para lavar la sangre y guardarla de nuevo en su vaina. Recogió su chaqueta del suelo y la sacudió para sacar algunas hojas que habían quedado sobre ella, no se la puso simplemente la apoyó sobre su hombro y buscó con la mirada a Tahiko para ver si había terminado ya de divertirse.
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Una vez localizó a la chica con la mirada se percató de que se había quedado y no solo eso. Ahora ella estaba matando por su lado y de forma temible usando aquella cadena y su arma de filo. Tras unos segundos pudo ver como un hombre se ponía de rodillas suplicando y ella parecía estarse quieta, a lo que este caminó hacia el chico sacando su arma. Antes de que hiciera nada la chica le corto el estomago matándolo y guardó su arma, tras eso ella le miro a él.
Las casas del poblado ardían en aquel lugar haciendo que el humo llegara al cielo con fuerza. La misión había sido un fracaso por culpa de aquellos idiotas que habían quemado al revolucionario. Ni siquiera habían tratado de comérselo ya que estaba carbonizado e incomible. Los ojos del peli naranja se clavaron en los de la chica con su expresión de siempre cuando estos se abrieron algo más. Una enorme ave surgió de una de las cortinas de humo atrapando con su pico a Tahiko por el hombro izquierdo. Dicha ave empezó a moverse apretando el pico mientras sobrevolaba el poblado, si seguía asa le cortaría el brazo al cazador. Tahiko cerró los ojos sintiendo aquel dolor en su hombro. Apretó los dientes dolorido cuando de repente loa abrió. En ellos se veía furia y odio a parte de una frialdad impresionante. Con su mano derecha donde sostenía su arma, lanzó un tajo que fue directo al cráneo del animal. Los pinchos del arma se clavaron en su cabeza y del peso que este espadón tenia le hundió el cráneo. El ave murió en pocos segundo soltando al peli naranja en pleno aire.
Mientras volaban se había alejado unos quince metros del campamento. El cazador cayó golpeándose con varias ramas de un árbol que le amortiguaron el golpe mientras iba cayendo. Finalmente aterrizó en un claro donde más arbustos amortiguaron el golpe. Un poco de sangre salía por su comisura y tenía el hombro algo desgarrado por el pico de aquel animal. La sangre goteaba de su hombro y de su boca acabando en su túnica negra de nubes rojas o en su brazo. Sus ojos estaban cerrados. Poco a poco se fueron abriendo y observó como el ave yacía muerta a unos metros más a la derecha de su posición. Suspiró despacio volviendo a cerrar los ojos notando los ruidos de la selva, había tenido suerte de no haberse matado ni de haber perdido su brazo. Por suerte tan solo debería tenerlo unos días en reposo y nada serio pero el golpe había sido brutal más por la altura que por otra cosa. Se fue levantando muy lentamente escupiendo algo de sangre y respirando con cierta agitación. Se acercó al cadáver del ave y de un golpe con su arma efectuado con su mano zurda aplasto la cabeza del enorme ser del todo. Tras aquello se acordó de su compañera y miró en varias direcciones a ver si la veía.
Las casas del poblado ardían en aquel lugar haciendo que el humo llegara al cielo con fuerza. La misión había sido un fracaso por culpa de aquellos idiotas que habían quemado al revolucionario. Ni siquiera habían tratado de comérselo ya que estaba carbonizado e incomible. Los ojos del peli naranja se clavaron en los de la chica con su expresión de siempre cuando estos se abrieron algo más. Una enorme ave surgió de una de las cortinas de humo atrapando con su pico a Tahiko por el hombro izquierdo. Dicha ave empezó a moverse apretando el pico mientras sobrevolaba el poblado, si seguía asa le cortaría el brazo al cazador. Tahiko cerró los ojos sintiendo aquel dolor en su hombro. Apretó los dientes dolorido cuando de repente loa abrió. En ellos se veía furia y odio a parte de una frialdad impresionante. Con su mano derecha donde sostenía su arma, lanzó un tajo que fue directo al cráneo del animal. Los pinchos del arma se clavaron en su cabeza y del peso que este espadón tenia le hundió el cráneo. El ave murió en pocos segundo soltando al peli naranja en pleno aire.
Mientras volaban se había alejado unos quince metros del campamento. El cazador cayó golpeándose con varias ramas de un árbol que le amortiguaron el golpe mientras iba cayendo. Finalmente aterrizó en un claro donde más arbustos amortiguaron el golpe. Un poco de sangre salía por su comisura y tenía el hombro algo desgarrado por el pico de aquel animal. La sangre goteaba de su hombro y de su boca acabando en su túnica negra de nubes rojas o en su brazo. Sus ojos estaban cerrados. Poco a poco se fueron abriendo y observó como el ave yacía muerta a unos metros más a la derecha de su posición. Suspiró despacio volviendo a cerrar los ojos notando los ruidos de la selva, había tenido suerte de no haberse matado ni de haber perdido su brazo. Por suerte tan solo debería tenerlo unos días en reposo y nada serio pero el golpe había sido brutal más por la altura que por otra cosa. Se fue levantando muy lentamente escupiendo algo de sangre y respirando con cierta agitación. Se acercó al cadáver del ave y de un golpe con su arma efectuado con su mano zurda aplasto la cabeza del enorme ser del todo. Tras aquello se acordó de su compañera y miró en varias direcciones a ver si la veía.
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Tahiko se acercó a Aria, lo dos, facilmente se habían librado de alquellos hombres, por razones diferentes, pero de cuelquier modo con el mismo final.
El poblado estaba arrasado, y las casas ardían. La chica le echó un vistazo a tal panorama, pero fue sorprendida, cuando un ave gigante sobrevoló por encima de ella agarrando a su compañero por el hombro con su pico. La cazadora estaba muy sorprendida, y pudo ver como ese grotesco pájaro se llevaba a Tahiko. Al principio se quedó quieta, viendo como se alejaban, pero al ver que el chico caía al igual que el ave, ella empezó a correr en la dirección del descenso.
Entró de nuevo en el bosque, y en poco tiempo pudo ver un claro, y la silueta de su compañero, estaba derecho, con lo que significaba que no estaba gravemente herido. Antes de llegar al claro, escuchó un ruido a su derecha, al parecer había alguien que corría en dirección contraria a ella. Aria pudo distinguir que las ropas del extraño no era cómo las las de los caníbales, vastía con una camisa, algo raída y unas bermudas.
La chica cambió su rumbo, para empezar a perseguir al extraño hombre. Este era rápido, pero se iba tropezando con algunas ramas, con lo que facilitó que ella llegara cerca de él en poco tiempo. Cuando esta estuvo suficientemente cerca, se le abalanzó por la espalda, provocando que el hombre cayera al suelo con un choque.
Aria se dió la vuelta pera ver el rostro del hombre, y quedó algo sorprendida, puesto este era el revolucionário que estaban buscando. Pero si ese realmente era el supuesto revolucionário... ¿Quién era el hombre al que habían quemado los del poblado?
Mientras la chica pensaba, bajó la guardia, con lo que su preso aprovechó para empujarla y sacársela de encima. El hombe y Aria se incorporaron al unísono, y este sacó una pistola, apuntando al torso de la chica.
La cazadora siempre se había sentido intimidada ante las armas de fuego, pero la suerte era que su contrincante estaba metro y medio de ella, suficientemente cerca. Los dos se miraron a los ojos, y el revolucionario efectuó una pregunta.
- ¿Quién eres?
Efectivamente ese hombre hablaba en mismo idioma que ella, pero Aria no respondió, simplemente hizo un movimiento veloz con el brazo derecho, aflojando las cadenas que enrollaban su pequeño brazo, y arrojándolas a su enemigo para agarrar su muñeca, el hombre instintivamente apretó el gatillo, pero ella tiro de la cadena a tiempo para desviar la bala.
Su compañero no estaba siendo oportuno, ella consideraba que podía contra su enemigo, pero le hubiera gustado que Tahiko estuviera presente, quizá le habría cedido a él la muerte de su víctima. Quizá seguiría mareando a su enemigo, con inteción de alargar la pelea.
El poblado estaba arrasado, y las casas ardían. La chica le echó un vistazo a tal panorama, pero fue sorprendida, cuando un ave gigante sobrevoló por encima de ella agarrando a su compañero por el hombro con su pico. La cazadora estaba muy sorprendida, y pudo ver como ese grotesco pájaro se llevaba a Tahiko. Al principio se quedó quieta, viendo como se alejaban, pero al ver que el chico caía al igual que el ave, ella empezó a correr en la dirección del descenso.
Entró de nuevo en el bosque, y en poco tiempo pudo ver un claro, y la silueta de su compañero, estaba derecho, con lo que significaba que no estaba gravemente herido. Antes de llegar al claro, escuchó un ruido a su derecha, al parecer había alguien que corría en dirección contraria a ella. Aria pudo distinguir que las ropas del extraño no era cómo las las de los caníbales, vastía con una camisa, algo raída y unas bermudas.
La chica cambió su rumbo, para empezar a perseguir al extraño hombre. Este era rápido, pero se iba tropezando con algunas ramas, con lo que facilitó que ella llegara cerca de él en poco tiempo. Cuando esta estuvo suficientemente cerca, se le abalanzó por la espalda, provocando que el hombre cayera al suelo con un choque.
Aria se dió la vuelta pera ver el rostro del hombre, y quedó algo sorprendida, puesto este era el revolucionário que estaban buscando. Pero si ese realmente era el supuesto revolucionário... ¿Quién era el hombre al que habían quemado los del poblado?
Mientras la chica pensaba, bajó la guardia, con lo que su preso aprovechó para empujarla y sacársela de encima. El hombe y Aria se incorporaron al unísono, y este sacó una pistola, apuntando al torso de la chica.
La cazadora siempre se había sentido intimidada ante las armas de fuego, pero la suerte era que su contrincante estaba metro y medio de ella, suficientemente cerca. Los dos se miraron a los ojos, y el revolucionario efectuó una pregunta.
- ¿Quién eres?
Efectivamente ese hombre hablaba en mismo idioma que ella, pero Aria no respondió, simplemente hizo un movimiento veloz con el brazo derecho, aflojando las cadenas que enrollaban su pequeño brazo, y arrojándolas a su enemigo para agarrar su muñeca, el hombre instintivamente apretó el gatillo, pero ella tiro de la cadena a tiempo para desviar la bala.
Su compañero no estaba siendo oportuno, ella consideraba que podía contra su enemigo, pero le hubiera gustado que Tahiko estuviera presente, quizá le habría cedido a él la muerte de su víctima. Quizá seguiría mareando a su enemigo, con inteción de alargar la pelea.
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Una vez observó a la chica se tranquilizó y se estiró un poco viendo el cadáver del pájaro y como la sangre salía de este. La mirada sádica y fría del chico observaba el espectáculo de cómo la sangre pintaba las verdes hojas del sitio. La crueldad del chico era más de la que la gente creería a simple vista. Aquellos fríos y temibles ojos eran su principal arma para poner nervioso al objetivo y después destrozarlo. Una vez estuvo satisfecho con la muerte de aquel estúpido ser con alas se giró y empezó a caminar hacia donde su compañera escuchando unos ruidos que ocurrían cerca de la posición. Mientras se acercaba un sonido de disparo se escucho, una bala pasó cerca del cazador que ladeó el cuello como acto reflejo pero demasiado tarde ya que no se podía comparar con la velocidad de una bala. Un poco de sangre empezó a salir de su mejilla, sin embargo su expresión seguía siendo la misma. Primero un ave se lo llevaba volando y casi le destrozaba el brazo y ahora una bala casi le volaba la cabeza. Pero ahora estaba algo pensativo, su compañera no tenía armas de fuego, o al menos este no se las había visto. Pero entonces los salvajes no podían ser pues usaban arcos y demás. No estaban solos en aquella isla al parecer, rápidamente salió corriendo hacia la posición de su compañera para ver si estaba peligrando.
Una vez llegó se sorprendió un poco por lo que estaba viendo. La chica estaba en un fuerce con un tipo, aquel tipo no era alguien cualquiera. Era el idiota que estaban buscando, entonces si ese hombre estaba vivo el de la hoguera debía ser otro pobre diablo que cayó presa de aquellos salvajes. Ahora bastantes cosas encajaban, la bala había sido de aquel tipo puesto que no quedaba otro. La chica lo tenía bien entretenido con las cadenas pero había llegado el momento de poner punto y final a la vida de aquel revolucionario. Levantó su espada hacia arriba despacio observándolo con sus ojos. Aquellos temibles ojos que ponían nervioso a cualquiera. De repente el hombre empezó a suplicar por su vida y a moverse intentando escapar, algo que no podría hacer pues Aria lo tenía bien sujeto. Las quejas de aquel tipo le estaban puniendo enfermo con tanta tontería. Pensaba en partirle las piernas per aquel hombre daba tanta pena y era tan ridículo que no merecía la pena. Tras unos segundos el chico cerró los ojos y suspiró como si fuese a dejarlo vivo, aquello era algo que jamás pasaría. El cazador bajó su arma con gran velocidad usando una sola mano, le pesaba más pero la fuerza iría con mucha más potencia. Una vez impactó en su cráneo le metió la cabeza en el cuello reventando ambos y dejando la espada incrustada en su pecho. La sacó de un pequeño tirón como si nada. La sangre había salido disparada como cuando explotaba un globo de agua demasiado lleno. Seguramente los dos estarían empapados y a él le daba lo mismo. No sabía cómo se tomaría aquello la chica. Tras unos segundos dirigió su mirada hacia ella tranquilamente como si no hubiese pasado nada de nada.
- Bien, ha sido un éxito. Gracias a ti hemos eliminado al sujeto.
Una vez llegó se sorprendió un poco por lo que estaba viendo. La chica estaba en un fuerce con un tipo, aquel tipo no era alguien cualquiera. Era el idiota que estaban buscando, entonces si ese hombre estaba vivo el de la hoguera debía ser otro pobre diablo que cayó presa de aquellos salvajes. Ahora bastantes cosas encajaban, la bala había sido de aquel tipo puesto que no quedaba otro. La chica lo tenía bien entretenido con las cadenas pero había llegado el momento de poner punto y final a la vida de aquel revolucionario. Levantó su espada hacia arriba despacio observándolo con sus ojos. Aquellos temibles ojos que ponían nervioso a cualquiera. De repente el hombre empezó a suplicar por su vida y a moverse intentando escapar, algo que no podría hacer pues Aria lo tenía bien sujeto. Las quejas de aquel tipo le estaban puniendo enfermo con tanta tontería. Pensaba en partirle las piernas per aquel hombre daba tanta pena y era tan ridículo que no merecía la pena. Tras unos segundos el chico cerró los ojos y suspiró como si fuese a dejarlo vivo, aquello era algo que jamás pasaría. El cazador bajó su arma con gran velocidad usando una sola mano, le pesaba más pero la fuerza iría con mucha más potencia. Una vez impactó en su cráneo le metió la cabeza en el cuello reventando ambos y dejando la espada incrustada en su pecho. La sacó de un pequeño tirón como si nada. La sangre había salido disparada como cuando explotaba un globo de agua demasiado lleno. Seguramente los dos estarían empapados y a él le daba lo mismo. No sabía cómo se tomaría aquello la chica. Tras unos segundos dirigió su mirada hacia ella tranquilamente como si no hubiese pasado nada de nada.
- Bien, ha sido un éxito. Gracias a ti hemos eliminado al sujeto.
Aria
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Aria no se giró al oír un ruido detrás de ella, pues sabía que era su compañero. No dijo nada.
Pudo ver que este tenía una herida en su mejilla, pensó que seguramente se había cortado con alguna rama cuando caía junto al pájaro, tampoco le mató la duda.
La cazadora seguía vigilando al revolucionario, pero también se fijó en que el chico levantaba su enorme espada, dispuesto a atacar al cautivo. El hombre echó a correr, pero la cadena lo tenía sujeto, con lo que este quedó trabado sintiendo el tirón en su muñeca. Aria la tensó bien, para que el preso no pudiera con ella y consiguiera escapar, este los miró desesperado, e intentó liberarse de las cadenas que le apretaban la muñeca,pero Aria dio un tirón brusco, con lo que el hombre cayó al suelo quedando de rodillas, le quedaba esperar a la decisión de Tahiko.
Aria se inquietó, al ver que el chico se había relajado, pero de inmediato pudo ver el descenso de la espada, y sus horribles consecuencias. Pudo ver claramente, empezando por el rostro, como se desgarraba el cuerpo de la víctima, quedando este completamente destrozado. La sangre le salpicó, dejando un par de marcas en el rostro y cuerpo de la chica, pero esta no parecía estar perturbada, ni por los hecho ni por la cantidad de sangre que emergía de ese cuerpo demacrado.
Tras unos instantes de silencio e inactividad, el chico se dirigió a Aria, afirmando que la "captura" había sido un éxito. El chico permanecía impasible e indiferente, como de costumbre, y pudo observar que este, al igual que ella también estaba algo manchado por la sabre.
- Supongo, pero... A quedado algo destrozado, no se si lo va a aceptar...
Miró de nuevo el cuerpo, pensando si este aún era reconocible, mientras recogía su cadena, enrollándola de nuevo en su brazo. Concluyó que este, en cierto modo, tampoco estaba tan destrozado, algunas facciones aún eran reconocibles. Se puso la chaqueta, y se dirigió hacia su compañero.
- Déjame pensar... Yo planeaba matarlo de forma fácil, pero eres tú el que le gustan las muertes excéntricas, así que yo no voy a "limpiar" eso.
Se le escapó una media sonrisa mientras miraba nuevamente al cadáver.
Pudo ver que este tenía una herida en su mejilla, pensó que seguramente se había cortado con alguna rama cuando caía junto al pájaro, tampoco le mató la duda.
La cazadora seguía vigilando al revolucionario, pero también se fijó en que el chico levantaba su enorme espada, dispuesto a atacar al cautivo. El hombre echó a correr, pero la cadena lo tenía sujeto, con lo que este quedó trabado sintiendo el tirón en su muñeca. Aria la tensó bien, para que el preso no pudiera con ella y consiguiera escapar, este los miró desesperado, e intentó liberarse de las cadenas que le apretaban la muñeca,pero Aria dio un tirón brusco, con lo que el hombre cayó al suelo quedando de rodillas, le quedaba esperar a la decisión de Tahiko.
Aria se inquietó, al ver que el chico se había relajado, pero de inmediato pudo ver el descenso de la espada, y sus horribles consecuencias. Pudo ver claramente, empezando por el rostro, como se desgarraba el cuerpo de la víctima, quedando este completamente destrozado. La sangre le salpicó, dejando un par de marcas en el rostro y cuerpo de la chica, pero esta no parecía estar perturbada, ni por los hecho ni por la cantidad de sangre que emergía de ese cuerpo demacrado.
Tras unos instantes de silencio e inactividad, el chico se dirigió a Aria, afirmando que la "captura" había sido un éxito. El chico permanecía impasible e indiferente, como de costumbre, y pudo observar que este, al igual que ella también estaba algo manchado por la sabre.
- Supongo, pero... A quedado algo destrozado, no se si lo va a aceptar...
Miró de nuevo el cuerpo, pensando si este aún era reconocible, mientras recogía su cadena, enrollándola de nuevo en su brazo. Concluyó que este, en cierto modo, tampoco estaba tan destrozado, algunas facciones aún eran reconocibles. Se puso la chaqueta, y se dirigió hacia su compañero.
- Déjame pensar... Yo planeaba matarlo de forma fácil, pero eres tú el que le gustan las muertes excéntricas, así que yo no voy a "limpiar" eso.
Se le escapó una media sonrisa mientras miraba nuevamente al cadáver.
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Tahiko había hecho una muerte algo sangrienta como era de costumbre, ahora sus ojos estaban fijos en los de la chica. Su expresión seria y fría como el hielo como de costumbre, sus oídos escucharon perfectamente las palabras de la chica, podrían reconocerle por el cuerpo simplemente. Hoy en día la marina y el gobierno mundial debían saber cosas simples como esas y si no eran algo ridículo. La chica quería matarlo de otra forma pero él se había adelantado de una forma violenta y sangrienta, tras una mirada al cadáver escuchó las nuevas palabras que ella había dicho. Dijo que ella no iba a limpiar eso mientras señalaba al cuerpo sin vida, eso le dio lo mismo al cazador peli naranja. Sin pensárselo guardó su espada amarrándola bien a su espalda para después coger aquel cuerpo y colocarlo sobre su hombro.
Aquel cadáver le llenó de sangre la túnica y las manos, cosa que le dio lo mismo. En su rostro había manchas de sangre al igual que en el de la chica. Habían logrado capturar al objetivo y ya podían volver para entregar la presa. Sin hacer nada más se giró y se dispuso a caminar por donde había venido con aquel tipo en el hombro hacia la barca. Los salvajes se habían llevado muchas bajas por causa de los cazadores de Ghost Leviatans y aquel pájaro gigante había caído seco tras casi arrancarle el brazo a Tahiko. Ahora solo quedaba llegar a los botes largarse de allí cobrar la recompensa para finalizar el objetivo. Al principio al ver al pobre diablo en el fuego, el cazador peli naranja se confundió creyendo que era su objetivo pero la chica lo había encontrado después.
- Es hora de irse, lleguemos cuanto antes y entreguemos a esta basura. Esta isla no se va a librar de su destino. Volveré dentro de un tiempo para acabar con los demás poblados de salvajes y con esas malditas aves. Pero por ahora ya han tenido bastante, yo llevare el cuerpo en mi bote. Dirijámonos al cuartel más cercano y démosle la presa a las autoridades, no suelo trabajar en equipo y debo admitir que no me gusta pese a que estoy en el gremio. Pero también admito que eres una buena compañera, espero tener más diversiones como estas a tu lado Aria. Larguémonos ahora de esta isla.
Dijo en un tono serio y frio con total tranquilidad, ahora se dirigía al bote para echar el cuerpo dentro y que ambos pudieran irse, claro que si la chica quería quedarse algo más, este no se lo pensaba impedir. Una vez entregaran el cuerpo al abandonar la isla y llegar al cuartel, lo primero que iba hacer era volver al gremio para inspeccionar unos cuantos mapas y largarse a mas islas donde sembrar el terror e investigar sobre piratas y revolucionarios con precio por su cabeza. No tenia objetivo fijo pero planeaba sobre todo acabar con todos los que tuvieran un cartel, lo haría tarde o temprano.
Aquel cadáver le llenó de sangre la túnica y las manos, cosa que le dio lo mismo. En su rostro había manchas de sangre al igual que en el de la chica. Habían logrado capturar al objetivo y ya podían volver para entregar la presa. Sin hacer nada más se giró y se dispuso a caminar por donde había venido con aquel tipo en el hombro hacia la barca. Los salvajes se habían llevado muchas bajas por causa de los cazadores de Ghost Leviatans y aquel pájaro gigante había caído seco tras casi arrancarle el brazo a Tahiko. Ahora solo quedaba llegar a los botes largarse de allí cobrar la recompensa para finalizar el objetivo. Al principio al ver al pobre diablo en el fuego, el cazador peli naranja se confundió creyendo que era su objetivo pero la chica lo había encontrado después.
- Es hora de irse, lleguemos cuanto antes y entreguemos a esta basura. Esta isla no se va a librar de su destino. Volveré dentro de un tiempo para acabar con los demás poblados de salvajes y con esas malditas aves. Pero por ahora ya han tenido bastante, yo llevare el cuerpo en mi bote. Dirijámonos al cuartel más cercano y démosle la presa a las autoridades, no suelo trabajar en equipo y debo admitir que no me gusta pese a que estoy en el gremio. Pero también admito que eres una buena compañera, espero tener más diversiones como estas a tu lado Aria. Larguémonos ahora de esta isla.
Dijo en un tono serio y frio con total tranquilidad, ahora se dirigía al bote para echar el cuerpo dentro y que ambos pudieran irse, claro que si la chica quería quedarse algo más, este no se lo pensaba impedir. Una vez entregaran el cuerpo al abandonar la isla y llegar al cuartel, lo primero que iba hacer era volver al gremio para inspeccionar unos cuantos mapas y largarse a mas islas donde sembrar el terror e investigar sobre piratas y revolucionarios con precio por su cabeza. No tenia objetivo fijo pero planeaba sobre todo acabar con todos los que tuvieran un cartel, lo haría tarde o temprano.
Aria
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Características
fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
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La chica, en terminar de su frase, vio como su compañero se acercaba tranquilamente al cadáver del revolucionario, y con naturalidad y poco esfuerzo lo cargaba sobre su hombro. Pese a que el cuerpo ya no tenía vida, de él seguía emergiendo sangre.
El chico empezó a caminar, dirigiéndose a la playa, con lo que la chica hizo lo mismo.
Aria no era muy confiada, y se le pasó por la mente que quizá ese tipo se podría llevar su presa y cobrar la recompensa solo. No le dio demasiadas vueltas, simplemente si al pelirrojo se le pasaba por la mente "traicionarla" lo perseguiría y se quedaría con toda la recompensa, tampoco quería matarlo.
La chica escuchó lo que el cazador le dijo, y estuvo de acuerdo, del mismo modo que la idea de que este la pudiera traicionar desapareció de su mente, recordando que él era de su mismo bando, pero no se sintió culpable por pensar mal del chico.
Aria seguía pensando que era extrañamente sádico, pues sin razón aparente, hablaba de arrasar los poblados restantes de la isla en otro momento, no sólo la isla, sino los desafortunados pájaros que habían osado atacarlo.
- Supongo que tienes razón, no me hace mucha gracia esto de acercarme a los marines, pero es lo que hay. No eres el único que no trabaja en grupo, pueden ser una carga, pero coincido en que no ha estado mal esta vez.
Atravesaron de nuevo el bosque, pasando por el poblado arrasado, colmado por cadáveres y casas carbonizadas, por lo hablar del erróneo revolucionario.
En llegar a la playa, el chico metió el cuerpo del sujeto en su bote y subió a él, Aria dejó su chaqueta junto con sus espadas dentro de su barca, y luego subió en ella para alejarse de esa isla.
Después de cobrar la recompensa no tenía nada planeado, seguramente iría en busca de algún otro desafortunado con mala fama.
El chico empezó a caminar, dirigiéndose a la playa, con lo que la chica hizo lo mismo.
Aria no era muy confiada, y se le pasó por la mente que quizá ese tipo se podría llevar su presa y cobrar la recompensa solo. No le dio demasiadas vueltas, simplemente si al pelirrojo se le pasaba por la mente "traicionarla" lo perseguiría y se quedaría con toda la recompensa, tampoco quería matarlo.
La chica escuchó lo que el cazador le dijo, y estuvo de acuerdo, del mismo modo que la idea de que este la pudiera traicionar desapareció de su mente, recordando que él era de su mismo bando, pero no se sintió culpable por pensar mal del chico.
Aria seguía pensando que era extrañamente sádico, pues sin razón aparente, hablaba de arrasar los poblados restantes de la isla en otro momento, no sólo la isla, sino los desafortunados pájaros que habían osado atacarlo.
- Supongo que tienes razón, no me hace mucha gracia esto de acercarme a los marines, pero es lo que hay. No eres el único que no trabaja en grupo, pueden ser una carga, pero coincido en que no ha estado mal esta vez.
Atravesaron de nuevo el bosque, pasando por el poblado arrasado, colmado por cadáveres y casas carbonizadas, por lo hablar del erróneo revolucionario.
En llegar a la playa, el chico metió el cuerpo del sujeto en su bote y subió a él, Aria dejó su chaqueta junto con sus espadas dentro de su barca, y luego subió en ella para alejarse de esa isla.
Después de cobrar la recompensa no tenía nada planeado, seguramente iría en busca de algún otro desafortunado con mala fama.
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