Angeline Labelle
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Estaba viajando por el basto mar azul celeste llamado paraiso mientras iba de camino hacía alguna isla interesante. En ese momento no me quedaban casi provisiones de comida y estaba perdiendo la esperanza de encontrar una isla pronto. Había viajado por casi dos semanas con provisiones para una sola semana. Estas provisiones las fui racionando para poder sobrevivir pero no podía seguir racionando algo que ya no había. Y entonces vi una especie de linea verde en el horizonte, bastante borrosa pero era una linea verde. Pensé que podría ser una isla o una alucinación asi que cojí mi catalejo y me apresuré a mirar. Era una isla y parecía muy grande vista de lejos.
Tenía muchas ganas de llegar asi que cojí los remos y empezé a remar a toda velocidad y con todas mis fuerzas a la isla que había visto borrosamente antes. A medida que me acercaba se volvía cada vez mas grande en cuanto a longitud. Me tomó bastante tiempo llegar a alcanzarla y aun más tiempo encontrar un lugar donde esconder mi barco ya que no había que digamos mucha vegetación o rocas donde no lo viesen. Para ello decidí pegarla a uno de los acantilados que habían por toda la isla y taparlos con la vela al reves y asi hice.
Subir a la isla fue muy complicado y tuve que escalar, por lo tanto decidí transformarme en guepardo y corrí por todo el acantilado a toda velocidad en vertical. Fue exhaustivo y esto solo era el principio. Nada más subir algo extraño había ante mis ojos, una isla inmensa, esta isla parecía que era una especie de archipielago de muchas islas juntas unas de otras y no pensaba ir de una isla a otra simplemente porque me podría perder con facilidad sin saber en que isla había dejado mi barco.
En la isla habían cosas muy raras, arboles altos y delgados, frutas muy largas y hasta animales larguisimos. Se veían camellos que tenían casi dos metros de longitud y platanos de casi un metro de altura. Esa isla estaba llena de rarezas y yo quería saber el porque de estas cosas pero no tenía tiempo para ello ya que necesitaba provisiones. No me quedó otra opción que andar hacía el centro de esa extraña isla y ver que me podría encontrar y asi hice, en mi camino vislumbraba las rarezas de la naturaleza.
Después de caminar por una o dos horas encontré una casa y nadie dentro. Como no había nadie dentro entré y cojí algo para comer de lo que había en la mesa. Luego me quedé al lado de la casa en el suelo apoyado en una de las paredes de esta a descansar. El viaje fue exhaustivo y esta isla necesitaba de todas mis energias para ser explorada. Me dije: -Cuando despierte buscare alguna especie de civilización porque no hay nada mas que animales y vegetación en esta isla.
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Un barco se acercaba por aquel precioso mar azul. Este barco estaba lleno de pasajeros y parecía ser una fiesta privada solo para miembros especiales que hubieran recibido una invitación. Se estaba celebrando un baile en cubierta y la gente bailaba divirtiéndose. Algo alejado del baile se encontraba un tipo tumbado boca abajo sobre una esterilla tomando el sol. No llevaba la camiseta y casi se había quedado dormido. Nuestro querido dormilón se trataba del agente del CP Dranser. El gobierno le había metido en aquel barco con una falsa invitación para poder volver a una de las bases. Por desgracia aquel barco paraba unas horas en aquella especie de línea verde. El castaño aprovecharía para echar un vistazo en esas horas donde el barco se quedaría parado.
De repente un chico de unos siete años se acercó a él con expresión curiosa y empezó a tocarle la espalda con el dedo. Este estaba frito y no se inmutaba de lo que estaba pasando. Tras unos pinchazos mas con el dedo del crio, el castaño abrió los ojos de forma tranquila y estirándose con un notorio bostezo que pegó mientras se estiraba. Su mirada ahora observó al chico con una expresión amable. Tras aquello observó a su alrededor y pudo ver que habían llegado al destino que decía la ruta de navegación de aquel barco. Sonrió de forma tranquila estirando el brazo izquierdo y cogiendo la camiseta negra que llevaba siempre, esta estaba bajo la esterilla. Se la colocó y a continuación se puso su chaleco cogiendo por ultimo la vaina de su arma y colocándosela en la cintura por el lado derecho del pantalón. Ahora el crio le sonrió de forma amable mirándole y hablándole.
- ¡Hola!
- Buenos días amigo, gracias por haberme despertado. Creía que me quedaría dormido y gracias a ti sigo despierto. Muchas gracias chaval.
Le dijo al niño con una sonrisa para después revolverle un poco el pelo y dirigirse a la borda. Sin avisar saltó a la arena de aquella isla y s encontró de frente con aquel acantilado. Pegó un suspiro y saltó enganchándose con las manos empezando a subir con bastante dificultad. Usaba los pies como puntos de apoyo y agarraba las rocas que consideraba duras y no de simple barro. Le estaba costando mucho poder subir. Pasó un poco de tiempo cuando por fin colocó su mano derecha en el borde y de un impulso logró subir del todo para después tirarse con los ojos cerrados para poder descansar. Estaba en el borde y respirando con dificultad, tras unos segundos abrió sus ojos levantándose y echándole un vistazo aquel lugar donde las cosas parecían ser alargadas y más grandes. Nunca había oído hablar de aquel lugar y estaba algo nervioso. Sus pisadas se hicieron notorias cuando comenzó a andar mirando todo a su alrededor con una sonrisa amable y de asombro. Estaba recordando que debía echarle un ojo a los carteles de ``Se busca´´. Debía empezar a ponerse serio con su trabajo. Sabía que en la base le iban a encomendar una misión pero no sabía cuál y la completaría con éxito.
De repente un chico de unos siete años se acercó a él con expresión curiosa y empezó a tocarle la espalda con el dedo. Este estaba frito y no se inmutaba de lo que estaba pasando. Tras unos pinchazos mas con el dedo del crio, el castaño abrió los ojos de forma tranquila y estirándose con un notorio bostezo que pegó mientras se estiraba. Su mirada ahora observó al chico con una expresión amable. Tras aquello observó a su alrededor y pudo ver que habían llegado al destino que decía la ruta de navegación de aquel barco. Sonrió de forma tranquila estirando el brazo izquierdo y cogiendo la camiseta negra que llevaba siempre, esta estaba bajo la esterilla. Se la colocó y a continuación se puso su chaleco cogiendo por ultimo la vaina de su arma y colocándosela en la cintura por el lado derecho del pantalón. Ahora el crio le sonrió de forma amable mirándole y hablándole.
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Había despertado de mi corta siesta y el sol seguía brillando con fuerza sobre mi cara, se había movido ya que antes estaba a la sombra. Debían haber pasado unas 4 horas y ya debía ser tarde asi que decidí levantarme y vislumbrar con la vista alguna especie de edificio. Se veían solo largas praderas y campos pero nada más. Y entonces me giré y observé una nube de humo que provenía de algún lugar de esa isla. Podía ser una chimenea de alguna fabrica o de alguna casa o simplemente una fogata, pero era civilización y me interesaba explorarlo.
Cojí mi pequeña mochila y me cambié a modo guepardo completo. Empezé a correr a toda velocidad rodeando la isla ya que esta estaba formada por muchas islas unidas de forma circular como si se tratara de un monton de anillos. Era mi única opción para no hacer visible mi pequeño bote y que no se den cuenta de que era un pirata. Estaba seguro de que debía haber gente en algún lugar de la isla y no estaba al nivel de un marine de verdad para poder alardear de ser pirata. Por lo menos aún no.
Tarde cerca de una hora y media en rodear la isla hasta llegar a ver de cerca de donde provenía el humo. Se trataba de una ciudad con muchas casas, me parecía muy raro que no haya podido verla antes pero ahí estaba. Una ciudad llena de casas con muchas chimeneas y algunas fabricas oscuras. La ciudad estaba envuelta en un aire lugubre pero tampoco estaba inhabitable. Había tanto movimiento que no sabía por donde empezar asi que para empezar decidí entrar por la puerta principal y ver lo que me encontraba dentro. Si ya de por si lo de fuera era todo largo, lo de dentro era más largo todavía. Las personas eran largas, e incluso los edificios.
No tenía nada mejor que explorar esa ciudad. Al andar por las calles me encontré con un cartel que ponía en letra culta "La Taberna" y como por un instinto decidí entrar o más bien fue al oir una canción que llama a cualquier pirata a entrar.
Me uní a la fiesta pidiendo una buena jarra de sake y bailando con el resto la canción que a cualquier pirata le hace palpitar el corazón. Una vez saliese de ahí seguiría mi exploración por la ciudad, tengo muchas ganas de saber la historia de esta ciudad que parece se remonta mucho más atras de lo que había pensado. No es una ciudad cualquiera pero sin embargo nunca había oido hablar de ella asi que lo mejor sera informarse.
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