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Límite de tiempo : Sin fecha límite, saltos de turno cada 72 horas.
Escenario : Loguetown es una ciudad en una isla en el East Blue, con la ciudad en la que cubre casi toda la isla, con excepción de unas pocas colinas empinadas. Loguetown es una gran ciudad. Casi todos los buques, especialmente en barcos piratas, pasan por esta isla para abastecerse de suministros para ir a la Gran Linea. La gran Loguetown se encuentra en una ubicación muy cerca de la Reverse Mountain, justo afuera de la vista de la Red Line. El apodo de esta ciudad es "La ciudad del Alfa y el Omega". Esto es porque el Rey de los Piratas, Gold Roger, nació y fue ejecutado aquí; además es una base de la marina.
Turnos : Legim, Kirito, Legim, Kirito...
Condiciones :
- El ganador se lleva 2000 de Exp
- El perdedor 800 y en caso de empate ambos 950.
- El resultado será por la decisión de una tercera persona, dos si hay dudas.
- Los daños son Offrol. Los daños no existirán fuera de la pelea
- Todos los delitos cometidos, son a tomar en cuenta a la hora de subir las recompensas según: https://www.onepiece-definitiverol.com/t181-tabla-de-recompensas
Legim
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Loguetown era un lugar muy frecuentado por multitud de individuos variopintos, desde simples ciudadanos, hasta marines, piratas, y otros guerreros de hoy en día. La historia bañó este lugar en varias ocasiones, siempre protagonizada por los hombres que marcaran al mundo entero, incluyendo por supuesto a Gol.D.Roger y Monkey.D.Luffy... desde entonces ha estado controlada y gobernada por marines, por piratas, luego por marines, y así sucesivamente.
A día de hoy estaban los marines, aunque su presencia no era tan notable como en tiempos pasados. La gente del lugar se centraba en sus quehaceres, sus comercios, y su día a día. Simplemente, es abstenían de entrar en cualquier lío entre los buscados por el gobierno y el propio gobierno, al fin y al cabo, solo quería vivir en paz y tranquilos en su bella ciudad. Sin embargo, hoy no iba a ser uno de esos días pacíficos en la ciudad, hoy, a pesar de sus deseos de paz, iba a tener lugar una batalla, y el corazón de los más bravos soñadores iban a emocionarse contemplándola, siendo testigos de lo que posiblemente sea un hecho histórico de los que solo ven dos o tres veces a lo largo de toda una vida.
Una alargada sombra entraba en la gran plaza de Loguetown, esto no se debía a que fuese una persona excesivamente alta, sino a la posición del sol, que estaba a espaldas del individuo al que pertenece la sombra.
El individuo en cuestión, iba cubierto con una gran capucha, la cual ocultaba su rostro al completo. Este, caminaba a paso tranquilo, quizás demasiado lento, y su corazón latía a un ritmo veloz y en aumento. Llevaba varios meses sin aparecer por ningún sitio, sin ser visto, sin que se escuchasen noticias sobre él, algunos, creían que estaba muerto, otros decían que había sido capturado, pero la verdad, es que nadie sabía nada de él, y en el día de hoy, hacía acto de presencia en un lugar tan frecuentado como la plaza mayor de Loguetown.
¿Qué quería ese individuo allí? ¿Qué quería en su regreso el capitán Legan Legim? ...
A día de hoy estaban los marines, aunque su presencia no era tan notable como en tiempos pasados. La gente del lugar se centraba en sus quehaceres, sus comercios, y su día a día. Simplemente, es abstenían de entrar en cualquier lío entre los buscados por el gobierno y el propio gobierno, al fin y al cabo, solo quería vivir en paz y tranquilos en su bella ciudad. Sin embargo, hoy no iba a ser uno de esos días pacíficos en la ciudad, hoy, a pesar de sus deseos de paz, iba a tener lugar una batalla, y el corazón de los más bravos soñadores iban a emocionarse contemplándola, siendo testigos de lo que posiblemente sea un hecho histórico de los que solo ven dos o tres veces a lo largo de toda una vida.
Una alargada sombra entraba en la gran plaza de Loguetown, esto no se debía a que fuese una persona excesivamente alta, sino a la posición del sol, que estaba a espaldas del individuo al que pertenece la sombra.
El individuo en cuestión, iba cubierto con una gran capucha, la cual ocultaba su rostro al completo. Este, caminaba a paso tranquilo, quizás demasiado lento, y su corazón latía a un ritmo veloz y en aumento. Llevaba varios meses sin aparecer por ningún sitio, sin ser visto, sin que se escuchasen noticias sobre él, algunos, creían que estaba muerto, otros decían que había sido capturado, pero la verdad, es que nadie sabía nada de él, y en el día de hoy, hacía acto de presencia en un lugar tan frecuentado como la plaza mayor de Loguetown.
¿Qué quería ese individuo allí? ¿Qué quería en su regreso el capitán Legan Legim? ...
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Era una tarde tranquila en Loguetown donde la gente se dedicaba a cumplir con sus labores y obligaciones. Algunos que tenían la tarde libre paseaban por las calles y el puerto, otros se encontraban haciendo recados y comprando alimentos para la cena y algunos seguían en su puesto de trabajo. Dicha isla era un lugar considerado un lugar de paso obligatorio para los piratas del East Blue así como para todos aquellos que desearan llegar al Grand Line desde el mar del este. La isla también recibía el nombre de La ciudad del Alfa y el Omega debido a que el primer gran pirata y conquistador de todos los mares, y con ello del título de rey de los piratas, nació y murió en esa isla. La isla que de habitual es tranquila y pacífica estaba a punto de presenciar un combate de inmensas proporciones. Los habitantes pese a vivir mayormente en paz estaban acostumbrados a peleas y trifulcas por la gran afluencia de piratas y otro tipo de bandidos por la isla que inevitablemente desencadenaba peleas tanto entre los propios criminales como entre criminales y miembros de la marina que trataban de encerrarlos para que no generaran más caos.
Una figura de tamaño normal pero negra por sus ropajes caminaba entre el gentío rumbo a la plaza principal de la isla, la plaza del patíbulo. Su rostro estaba al descubierto por lo que los que leían el periódico lo reconocerían como una de las últimas incorporaciones a los Ouka Shichibukai, el pirata Kirito. Su fama no es demasiada en el mundo pero algunos afirmaban que el sujeto vestido de negro obtuvo el puesto por entregar la cabeza de doscientos criminales al gobierno, otros que entró porque el gobierno lo temía pero la verdad es que nadie salvo el Gorosei conocía el auténtico motivo de su ingreso a dicha organización. El shichibukai caminaba tranquilo con las manos guardadas en los bolsillos mientras los ciudadanos temerosos se apartaban de su camino creando una especie de pasillo en mitad de la calle por donde iba el muchacho.
El joven espadachín que no quería más que buscar información sobre una persona se limitaba a camina en silencio mientras diversos susurros y cuchicheos se escuchaban entre los pueblerinos que se preguntarían porque un Shichibukai se encontraría en aquél lugar, un lugar donde apenas llegaban criminales que requiriesen de su poder para detenerlos. Calmadamente se encaminó a la plaza donde vislumbró una figura algo imponente y que por algún motivo le provocaba una extraña sensación de peligro y alerta. Siguiendo sus instintos el joven retiró sus manos de dentro de los bolsillos y se dirigió a la plaza con paso decidido para demostrar que no temería a nadie y que fuese quien fuese si le atacaba o su captura le otorgara alguna ventaja el espadachín se defendería.
Una figura de tamaño normal pero negra por sus ropajes caminaba entre el gentío rumbo a la plaza principal de la isla, la plaza del patíbulo. Su rostro estaba al descubierto por lo que los que leían el periódico lo reconocerían como una de las últimas incorporaciones a los Ouka Shichibukai, el pirata Kirito. Su fama no es demasiada en el mundo pero algunos afirmaban que el sujeto vestido de negro obtuvo el puesto por entregar la cabeza de doscientos criminales al gobierno, otros que entró porque el gobierno lo temía pero la verdad es que nadie salvo el Gorosei conocía el auténtico motivo de su ingreso a dicha organización. El shichibukai caminaba tranquilo con las manos guardadas en los bolsillos mientras los ciudadanos temerosos se apartaban de su camino creando una especie de pasillo en mitad de la calle por donde iba el muchacho.
El joven espadachín que no quería más que buscar información sobre una persona se limitaba a camina en silencio mientras diversos susurros y cuchicheos se escuchaban entre los pueblerinos que se preguntarían porque un Shichibukai se encontraría en aquél lugar, un lugar donde apenas llegaban criminales que requiriesen de su poder para detenerlos. Calmadamente se encaminó a la plaza donde vislumbró una figura algo imponente y que por algún motivo le provocaba una extraña sensación de peligro y alerta. Siguiendo sus instintos el joven retiró sus manos de dentro de los bolsillos y se dirigió a la plaza con paso decidido para demostrar que no temería a nadie y que fuese quien fuese si le atacaba o su captura le otorgara alguna ventaja el espadachín se defendería.
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Seguía caminando por las calles del lugar aburrido, sin saber muy bien que encontraría por esos lares, estaba a punto de partir de nuevo a la aventura y quería preparar todo bien detallado para poder obtener una gran reincorporación al mundo.
Según pude informarme, habían pasado muchas cosas en estos meses de ausencia, ¡Había un pirata al cual vencí en su día que ahora era shichibukai! Guau... cuantas cosas podían pasar en tan solo un tiempo ¿No? Otro combatiente también se había incorporado a los shichibukai, y algunos de los novatos que había podido conocer, ahora ostentaban altos cargos en sus respectivos lugares... no podía perder más tiempo.
En aquél momento me fije en que las personas no dejaban de mirar hacia mi, estaban algo extrañados ante mi presencia a pesar de no saber quién soy, algo normal después de todo, mis apareciencias no ayudaban a pasar desapercibido, sin embargo, lo que si me llamaba la atención, era ver como miraban tras de mi con cara de sorpresa, estaba claro que había alguien detrás de mi, que me seguía, y al parecer, era conocido.
Me mantuve alerta y me desvié un poco hasta un callejón que había girando a la derecha, un callejón sin salida con varias bolsas de basura, botellas, y otros desperdicios. Por el camino fui silbando una melodía que había escuchado mucho en este tiempo, y que me había enamorado, una melodía que me había costado aprender a silbarla tras mucho entrenar a conciencia para ello.
Y mientras silbaba, el camino terminaba frente a mi en una pared de ladrillos, sin salida alguna. Lentamente me giré y sonreí al ver una cara conocida frente a mi.
- Vaya, veo que has cambiado un poco en este tiempo... shichibukai...
Y no hablaba de su físico, era su mirada. Seguía siendo joven, y no había cambiado físicamente en este tiempo, pero su mirada, su musculatura, y hasta su forma de erguirse, había evolucionado, había avanzado, definitivamente, ahora era mucho más fuerte.
- ¿Qué pensaría la gente si ven peleando a un shichibukai y a un ex shichibukai ya olvidado? Sería mejor que dejaras de seguirme jovencito... los mayores aún podemos dar problemas, y ninguno quiere problemas ¿No?
Dejé la pregunta en el aire mientras le miraba y me quitaba la capucha que cubría mi cabeza para que viese completamente mi rostro. Bajo la capucha, sujetaba las empuñaduras de las katantas listo para atacar en cuanto de lanzase a por mi.
Según pude informarme, habían pasado muchas cosas en estos meses de ausencia, ¡Había un pirata al cual vencí en su día que ahora era shichibukai! Guau... cuantas cosas podían pasar en tan solo un tiempo ¿No? Otro combatiente también se había incorporado a los shichibukai, y algunos de los novatos que había podido conocer, ahora ostentaban altos cargos en sus respectivos lugares... no podía perder más tiempo.
En aquél momento me fije en que las personas no dejaban de mirar hacia mi, estaban algo extrañados ante mi presencia a pesar de no saber quién soy, algo normal después de todo, mis apareciencias no ayudaban a pasar desapercibido, sin embargo, lo que si me llamaba la atención, era ver como miraban tras de mi con cara de sorpresa, estaba claro que había alguien detrás de mi, que me seguía, y al parecer, era conocido.
Me mantuve alerta y me desvié un poco hasta un callejón que había girando a la derecha, un callejón sin salida con varias bolsas de basura, botellas, y otros desperdicios. Por el camino fui silbando una melodía que había escuchado mucho en este tiempo, y que me había enamorado, una melodía que me había costado aprender a silbarla tras mucho entrenar a conciencia para ello.
Y mientras silbaba, el camino terminaba frente a mi en una pared de ladrillos, sin salida alguna. Lentamente me giré y sonreí al ver una cara conocida frente a mi.
- Vaya, veo que has cambiado un poco en este tiempo... shichibukai...
Y no hablaba de su físico, era su mirada. Seguía siendo joven, y no había cambiado físicamente en este tiempo, pero su mirada, su musculatura, y hasta su forma de erguirse, había evolucionado, había avanzado, definitivamente, ahora era mucho más fuerte.
- ¿Qué pensaría la gente si ven peleando a un shichibukai y a un ex shichibukai ya olvidado? Sería mejor que dejaras de seguirme jovencito... los mayores aún podemos dar problemas, y ninguno quiere problemas ¿No?
Dejé la pregunta en el aire mientras le miraba y me quitaba la capucha que cubría mi cabeza para que viese completamente mi rostro. Bajo la capucha, sujetaba las empuñaduras de las katantas listo para atacar en cuanto de lanzase a por mi.
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El joven vestido de negro seguía caminando tranquilo pero decidido entre la gente que se apartaba ante su presencia. Demostraba parte de su poder para que el sujeto misterioso que le provocaba una extraña pero familiar sensación percibiese que estaba preparado para pelear sin importar las consecuencias. Mientras el espadachín se acercaba con su Mugenjin en la cintura mientras que a su espalda colgaban las katanas Dark Repulser y Elucidator, todas ellas deseosas de entrar en combate, el sujeto se desvía hacia una especie de callejón, los cuales suelen ser estrechos y llenos de basura. Un lugar un tanto incómodo para pelear pero no imposible. Cuando el encapuchado se adentra en el callejón el Shichibukai hace lo mismo mientras escucha sonar una melodía a silbidos, probablemente proveniente del extraño hombre que estaría silbando.
El sujeto al llegar casi al final de ese callejón sin salida se dio la vuelta y sonrió como si me conociera, hecho que quedó confirmado tras la frase del sujeto - Vaya, veo que has cambiado un poco en este tiempo... shichibukai...- Esas palabras hacen que el Shichibukai lo mire con más atención mientras el sujeto hacía una breve pausa para continuar con su discurso - ¿Qué pensaría la gente si ven peleando a un shichibukai y a un ex shichibukai ya olvidado? Sería mejor que dejaras de seguirme jovencito... los mayores aún podemos dar problemas, y ninguno quiere problemas ¿No?- Esa forma de hablar le era ligeramente familiar al joven pero poderoso espadachín, su mente la procesaba como un hecho lejano antes de convertirse en Shichibukai, cuando apenas comenzaba sus andadas como pirata. La pregunta se quedó en el aire mientras el sujeto empezaba a descubrirse la cara dejando a la luz su identidad. No era nada más ni nada menos que el capitán Legan Legim, un afamado revolucionario que tiempo atrás había ostentado el puesto de Shichibukai y un personaje con el que el espadachín ya se había batido en combate pero resultando en una derrota.
-Mira por donde la vida me ha otorgado la oportunidad de devolverte el favor que me hiciste en Arabasta Legim.- La mirada del espadachín lucía una potente luz y demostraba que estaba listo para empezar un combate sin tregua mientras pronunciaba esas palabras. No era un combate para tomarse a la ligera por lo que debería ir con todo pero con una estrategia por lo que decidió empezar con las katanas de su espalda desenvainándolas y empuñándolas señalando al revoluvionario al que dijo -Desenvaina ya tus espadas y empecemos.-
El sujeto al llegar casi al final de ese callejón sin salida se dio la vuelta y sonrió como si me conociera, hecho que quedó confirmado tras la frase del sujeto - Vaya, veo que has cambiado un poco en este tiempo... shichibukai...- Esas palabras hacen que el Shichibukai lo mire con más atención mientras el sujeto hacía una breve pausa para continuar con su discurso - ¿Qué pensaría la gente si ven peleando a un shichibukai y a un ex shichibukai ya olvidado? Sería mejor que dejaras de seguirme jovencito... los mayores aún podemos dar problemas, y ninguno quiere problemas ¿No?- Esa forma de hablar le era ligeramente familiar al joven pero poderoso espadachín, su mente la procesaba como un hecho lejano antes de convertirse en Shichibukai, cuando apenas comenzaba sus andadas como pirata. La pregunta se quedó en el aire mientras el sujeto empezaba a descubrirse la cara dejando a la luz su identidad. No era nada más ni nada menos que el capitán Legan Legim, un afamado revolucionario que tiempo atrás había ostentado el puesto de Shichibukai y un personaje con el que el espadachín ya se había batido en combate pero resultando en una derrota.
-Mira por donde la vida me ha otorgado la oportunidad de devolverte el favor que me hiciste en Arabasta Legim.- La mirada del espadachín lucía una potente luz y demostraba que estaba listo para empezar un combate sin tregua mientras pronunciaba esas palabras. No era un combate para tomarse a la ligera por lo que debería ir con todo pero con una estrategia por lo que decidió empezar con las katanas de su espalda desenvainándolas y empuñándolas señalando al revoluvionario al que dijo -Desenvaina ya tus espadas y empecemos.-
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Los segundos pasaban como si fuesen minutos, y ahí me encontraba, contemplando el suelo. Este era de un material rocoso y algo fácil de partir, algo que nunca se sabe cuando puede ser útil, ya que hasta el más mínimo detalle es importante. Por lo que pude contemplar, las paredes también eran así, así que tendría las mismas características.
Mirando por las esquinas podía ver bolsas de basura, botellas, trozos de comida, y varios bichos revoloteando sobre estas. Me preguntaba que podría hacer con la basura, quien sabe, quizás haya algo interesante, algo útil para combatir contra este oponente. Según podía recordar, era algo así como un animal muy veloz con garras, mi memoria era mala, pero alcanzaba a creer recordar algo así, lo bueno de estar en este lugar, y a la vez lo malo, es que al ser un sitio tan pequeño, hay poca posibilidad de movimiento. Si jugaba bien mis cartas, este entorno sería usado a mi favor, pero si me despistase, no tendría nada que hacer contra él en un ataque directo.
Alcé la cabeza dejando escapar un leve suspiro por la tensión mental que tenía al repasar todas las posibilidades que se podían dar en este combate. Y al hacerlo, pude contemplar la altura del callejón, que al parecer, era más o menos, de unos 25 metros.
Frente a mi, estaba un hombre de notoria habilidad en el combate, o así era su fama a día de hoy. Quien sabe que podría pasar si peleáramos ahora, antaño no era más que un principiante y fue medianamente fácil vencerlo, pero ahora... yo tenía más edad, había estado casi un año inactivo, y según cuentan, es tan fuerte como para tener el título de Shichibukai. Quién sabe... quizás muera en este combate, en este callejón... que irónico ¿No? El gran Capitán Legan Legim, siempre tan arrogante, extravagante, y egolatra, muriendo en un callejón sin salida rodeado de basura y ratas...
-Mira por donde la vida me ha otorgado la oportunidad de devolverte el favor que me hiciste en Arabasta Legim.- Dijo el joven Shichibukai sacándome de mis pensamientos.
Parecía confiado, como si supiese la diferencia de poder entre nosotros actualmente y se confiase plenamente de sus posibilidades. El no sabría que hice en todo este tiempo, pero quizás se lo intuya al no saber nada de mi, en nuestro último combate yo partía como favorito, y gané. Ahora él parte como favorito... tendremos que ver si un viejo pirata sirviendo a los revolucionarios, puede vencer a la sangre nueva de la piratería.
- Oh, también puedes verlo como que el destino quiere que acabe lo que no acabé en ese día... tu vida... - Dije sonriendo con malicia quitándome de encima esa gabardina y dejándome con mis ropajes habituales.
No podía dejarme intimidar, y debía de conservar mi carácter habitual, hacía mucho tiempo que no peleaba contra alguien que podía ser superior a mi, y eso, quizás me pase factura... no es lo mismo comenzar partiendo con ventaja que empezar con desventaja.
El ambiente en el lugar era cada vez más tenso y se notaba que la cosa iba en serio. El shichibukai me miraba fijamente, tenía una mirada cargada de vida, de energías. Se le notaba con ganas de darlo todo en este combate y acabar con mi vida, sin duda, quería venganza... ¿Tendré que utilizar todo en este combate? Nunca utilicé todo, así que no sabía a ciencia cierta como saldría, pero tenía cierta curiosidad en realidad, sin embargo, eran ases en la manga que no podía soltar así como así o se correría la voz, tendría que usarlo solo cuando estuviese a punto de morir.
- Desenvaina ya tus espadas y empecemos.- Me dijo el Shichibukai.
- Vaya, que considerado, no violaré tu cuerpo muerto como agradecimiento, y es más, te daré un entierro digno- Respondí al mismo tiempo que llevaba a mis manos las katanas.
Saqué con la mano derecha a Ökami, la cual estaba resplandeciente y soltaba una pequeña aura de color carmesí. Casi se podía decir que emitía un gruñido proveniente de su salvaje espíritu. De la izquierda, saqué a Kösen y sonreí al tiempo que la movía de lado a lado para recordar como era blandirla.
Sonriente puse una posición de combate que consistía en poner el cuerpo parcialmente ladeado, aún recto, con la zona izquierda hacia delante, pierna y brazo blandiendo a Kösen horizontalmente. Detrás dejaba mi pierna y brazo derecho, el cuál blandía a Ökami listo para arremeter con todas mis fuerzas con ella nada más tuviese la ocasión.
Esta posición era muy útil para comenzar un combate, ya que me daba una cantidad casi ilimitada de movimientos, de lado a lado, hacia delante, hacia atrás, e incluso saltando o agachándome. Él era rápido, así que tenía que estar atento con mi ojo cyborg de hasta el más mínimo indicio de movimiento para esquivarlo tanto como pudiese y lanzar un ataque.
- Te digo lo mismo que hace ya mucho tiempo... las damas primero princesita- Dije intentando hacerle rabiar con esto.
Mirando por las esquinas podía ver bolsas de basura, botellas, trozos de comida, y varios bichos revoloteando sobre estas. Me preguntaba que podría hacer con la basura, quien sabe, quizás haya algo interesante, algo útil para combatir contra este oponente. Según podía recordar, era algo así como un animal muy veloz con garras, mi memoria era mala, pero alcanzaba a creer recordar algo así, lo bueno de estar en este lugar, y a la vez lo malo, es que al ser un sitio tan pequeño, hay poca posibilidad de movimiento. Si jugaba bien mis cartas, este entorno sería usado a mi favor, pero si me despistase, no tendría nada que hacer contra él en un ataque directo.
Alcé la cabeza dejando escapar un leve suspiro por la tensión mental que tenía al repasar todas las posibilidades que se podían dar en este combate. Y al hacerlo, pude contemplar la altura del callejón, que al parecer, era más o menos, de unos 25 metros.
Frente a mi, estaba un hombre de notoria habilidad en el combate, o así era su fama a día de hoy. Quien sabe que podría pasar si peleáramos ahora, antaño no era más que un principiante y fue medianamente fácil vencerlo, pero ahora... yo tenía más edad, había estado casi un año inactivo, y según cuentan, es tan fuerte como para tener el título de Shichibukai. Quién sabe... quizás muera en este combate, en este callejón... que irónico ¿No? El gran Capitán Legan Legim, siempre tan arrogante, extravagante, y egolatra, muriendo en un callejón sin salida rodeado de basura y ratas...
-Mira por donde la vida me ha otorgado la oportunidad de devolverte el favor que me hiciste en Arabasta Legim.- Dijo el joven Shichibukai sacándome de mis pensamientos.
Parecía confiado, como si supiese la diferencia de poder entre nosotros actualmente y se confiase plenamente de sus posibilidades. El no sabría que hice en todo este tiempo, pero quizás se lo intuya al no saber nada de mi, en nuestro último combate yo partía como favorito, y gané. Ahora él parte como favorito... tendremos que ver si un viejo pirata sirviendo a los revolucionarios, puede vencer a la sangre nueva de la piratería.
- Oh, también puedes verlo como que el destino quiere que acabe lo que no acabé en ese día... tu vida... - Dije sonriendo con malicia quitándome de encima esa gabardina y dejándome con mis ropajes habituales.
No podía dejarme intimidar, y debía de conservar mi carácter habitual, hacía mucho tiempo que no peleaba contra alguien que podía ser superior a mi, y eso, quizás me pase factura... no es lo mismo comenzar partiendo con ventaja que empezar con desventaja.
El ambiente en el lugar era cada vez más tenso y se notaba que la cosa iba en serio. El shichibukai me miraba fijamente, tenía una mirada cargada de vida, de energías. Se le notaba con ganas de darlo todo en este combate y acabar con mi vida, sin duda, quería venganza... ¿Tendré que utilizar todo en este combate? Nunca utilicé todo, así que no sabía a ciencia cierta como saldría, pero tenía cierta curiosidad en realidad, sin embargo, eran ases en la manga que no podía soltar así como así o se correría la voz, tendría que usarlo solo cuando estuviese a punto de morir.
- Desenvaina ya tus espadas y empecemos.- Me dijo el Shichibukai.
- Vaya, que considerado, no violaré tu cuerpo muerto como agradecimiento, y es más, te daré un entierro digno- Respondí al mismo tiempo que llevaba a mis manos las katanas.
Saqué con la mano derecha a Ökami, la cual estaba resplandeciente y soltaba una pequeña aura de color carmesí. Casi se podía decir que emitía un gruñido proveniente de su salvaje espíritu. De la izquierda, saqué a Kösen y sonreí al tiempo que la movía de lado a lado para recordar como era blandirla.
Sonriente puse una posición de combate que consistía en poner el cuerpo parcialmente ladeado, aún recto, con la zona izquierda hacia delante, pierna y brazo blandiendo a Kösen horizontalmente. Detrás dejaba mi pierna y brazo derecho, el cuál blandía a Ökami listo para arremeter con todas mis fuerzas con ella nada más tuviese la ocasión.
Esta posición era muy útil para comenzar un combate, ya que me daba una cantidad casi ilimitada de movimientos, de lado a lado, hacia delante, hacia atrás, e incluso saltando o agachándome. Él era rápido, así que tenía que estar atento con mi ojo cyborg de hasta el más mínimo indicio de movimiento para esquivarlo tanto como pudiese y lanzar un ataque.
- Te digo lo mismo que hace ya mucho tiempo... las damas primero princesita- Dije intentando hacerle rabiar con esto.
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Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Varios
Tras descubrir quien era el sujeto no me quedaba más que empezar el combate de alguna forma, pero antes debía analizar la situación y el escenario para poder prever cualquier uso tanto a favor como en contra mía. Mirara a donde mirara solo veía basura y poco espacio para moverme. Mi mirada abarcaba todo lo que podía sin dejar ningún detalle por revisar, por pequeño que fuera a lo mejor en el futuro me podría servir para sacar ventaja. Tras analizar todo el lugar miré con determinación al temible rival que tenía frente a mí, un rival que por experiencia sé que es duro de derrotar por lo que no me convenía mantenerme en sitios estrechos, le daría una ventaja que puede pasarme factura más tarde. Mis manos sujetaban con fuerza y firmeza las katanas mientras me encaraba con el peliblanco.
Tras mis palabras el famoso Legim me miró y dijo - Oh, también puedes verlo como que el destino quiere que acabe lo que no acabé en ese día... tu vida... – Algo que puede que sea verdad pero que lucharé por demostrar que no es cierto. Su carácter seguía siendo igual, seguía siendo el mismo ególatra o si era posible aún más ególatra que antes, como si quisiese demostrar que seguía estando por encima de mí, algo que pretendía demostrar que era falso. La tensión aumentaba poco a poco en el ambiente y se veía que ninguno de los dos pensaba contenerse, un combate de grandes dimensiones y graves consecuencias para los edificios estaba a punto de comenzar. Ante la frase de desenvainar sus espadas el revolucionario simplemente dijo que como agradecimiento me daría un entierro digno y no violaría mi cadáver, palabrería que probablemente trataba de hacerme perder el control por la ira. A continuación el peliblanco desenvainó dos katanas una de ellas la reconocí al acto ya que era una de las doce Saijo O Wazamono, una de las 12 katanas y espadas más poderosas de todo el mundo. Ahora tenía aún más claro que no podía quedarme a pelear en un lugar tan estrecho como éste, un arma con semejante poder otorga mucha ventaja a su portador como para que encima peleemos en un sitio con poca movilidad.
Miraba a los edificios mientras pensaba en una forma de forzar que el combate se desarrollara en la calle donde tendríamos más espacio para pelear y donde podría desatar gran parte de mi poder. Mi rival simplemente sonrió y adoptó una postura habitual en su estilo de lucha, se colocó con la mano y la pierna izquierda delante y el lado derecho del cuerpo detrás, una postura para reacciones rápidas ante rivales que emplean la velocidad en sus ofensivas, vamos personas como yo. Yo por mi parte coloqué ambas katanas delante de mí cruzadas pero una en horizontal y otra en vertical ya que mi idea no era empezar un combate directo sino llevar el combate a una zona abierta. Antes de que hiciera cualquier movimiento el peliblanco me dijo que las damas primero princesita, algo que no me afectaba en lo absoluto debido a que muchas veces usan ese tipo de cobarde estratagemas para tratar de vencerme. Concentré parte de mi energía en ambas katanas para acumularla y luego lanzarla hacia las paredes de los edificios que comenzaron a caer. Mi intención no era simplemente tirar las paredes sino que éstas cayesen encima de mi adversario obligándolo a moverse o ralentizándolo mientras yo me alejaba de un salto del callejón.
La cruz destructora [AIF]
Tras mis palabras el famoso Legim me miró y dijo - Oh, también puedes verlo como que el destino quiere que acabe lo que no acabé en ese día... tu vida... – Algo que puede que sea verdad pero que lucharé por demostrar que no es cierto. Su carácter seguía siendo igual, seguía siendo el mismo ególatra o si era posible aún más ególatra que antes, como si quisiese demostrar que seguía estando por encima de mí, algo que pretendía demostrar que era falso. La tensión aumentaba poco a poco en el ambiente y se veía que ninguno de los dos pensaba contenerse, un combate de grandes dimensiones y graves consecuencias para los edificios estaba a punto de comenzar. Ante la frase de desenvainar sus espadas el revolucionario simplemente dijo que como agradecimiento me daría un entierro digno y no violaría mi cadáver, palabrería que probablemente trataba de hacerme perder el control por la ira. A continuación el peliblanco desenvainó dos katanas una de ellas la reconocí al acto ya que era una de las doce Saijo O Wazamono, una de las 12 katanas y espadas más poderosas de todo el mundo. Ahora tenía aún más claro que no podía quedarme a pelear en un lugar tan estrecho como éste, un arma con semejante poder otorga mucha ventaja a su portador como para que encima peleemos en un sitio con poca movilidad.
Miraba a los edificios mientras pensaba en una forma de forzar que el combate se desarrollara en la calle donde tendríamos más espacio para pelear y donde podría desatar gran parte de mi poder. Mi rival simplemente sonrió y adoptó una postura habitual en su estilo de lucha, se colocó con la mano y la pierna izquierda delante y el lado derecho del cuerpo detrás, una postura para reacciones rápidas ante rivales que emplean la velocidad en sus ofensivas, vamos personas como yo. Yo por mi parte coloqué ambas katanas delante de mí cruzadas pero una en horizontal y otra en vertical ya que mi idea no era empezar un combate directo sino llevar el combate a una zona abierta. Antes de que hiciera cualquier movimiento el peliblanco me dijo que las damas primero princesita, algo que no me afectaba en lo absoluto debido a que muchas veces usan ese tipo de cobarde estratagemas para tratar de vencerme. Concentré parte de mi energía en ambas katanas para acumularla y luego lanzarla hacia las paredes de los edificios que comenzaron a caer. Mi intención no era simplemente tirar las paredes sino que éstas cayesen encima de mi adversario obligándolo a moverse o ralentizándolo mientras yo me alejaba de un salto del callejón.
La cruz destructora [AIF]
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Akuma no mi
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En cualquier momento empezaríamos a atacarnos, a combatir, desplegar nuestras estrategias de combate y dejarnos la vida en este duelo hasta que solo uno quedase en pie, el joven Shichibukai o el veterano ex shichibukai. Mi corazón latía un poco más rápido de lo normal, estaba muy tenso pues sabía que podía acabar allí, pero debía de controlarme, seguramente el sufriría lo mismo o peor, ya que fue derrotado por mi en anterioridad, o quién sabe, quizás solo tiene una sed de venganza ciega, y no le permitiría pensar bien… seguro que algo debía de sentir él, no podía estar tan tranquilo en este combate contra el hombre que lo venció ya una vez y en un lugar como este.
Ambos éramos combatientes muy similares, utilizábamos la velocidad y los filos, él por su akuma y yo por mis propias habilidades humanas… se sabría hoy quién era el verdadero filo cortante tan veloz como el mismísimo viento. Hasta el día de hoy, era considerado como el hombre más veloz a excepción de los que por akuma no mi tenían una velocidad privilegiada, y al parecer, era conocido como uno de los mejores espadachines. Pero este hombre había mejorado en mi ausencia, y además sus habilidades se sustentan en el poder del demonio… sería todo un reto de locos, es como enfrentarse a uno mismo mejorado… sin duda, debía de darlo todo.
Al fin, uno se movió, el Shichibukai. Estaba mirando a los edificios, y finalmente centró su mirada en mi, era evidente que también quería usar ese entorno a su favor, sin embargo su postura me llamó la atención, era idónea para ataques directos y con fuerza, o defensivas. Renuncia a velocidad y agilidad en pos de la fuerza, algo extraño en él.
- ¿Qué diantres tienes pensado hacer ratita? – Pensé para mis adentros preparado para saltar a la defensiva en cualquier momento.
En ese instante, lanzó varias ondas que no iban hacia mí, iban más altas, y en seguida uní las piezas del puzle al mismo tiempo que corría hacia delante saltando y lanzaba una onda cortante con ambas katanas en forma de X. Las ondas eran ensordecedoras por el rugido que emitía la onda roja proveniente de Ökami mezclada con la onda amarilla de Kösen. Iban directas al cuerpo del Shichibukai sin vacilar un instante y parecía aumentar el tamaño a medida que avanzaban, levantando en el camino las piedras que había en el trayecto que recorrían levantando así más humo [A.F]
Sin embargo, no era más que un señuelo que con suerte haría algo de efecto, no creo que le haga gran cosa, quizás al chico contra el que pelee en Arabasta le hubiese dañado eso de forma útil, pero este ya no era ese joven, era uno mucho más peligroso y experimentado. Mi verdadera idea era desplazarme como alcohol líquido tras las ondas lanzadas, dejando tras de mi un gran charco de alcohol que se dividió y corrió a las botellas vacías rellenandolas y rodando lejos del impacto con las paredes que se derrumbaban.
A varios metros de chocar las ondas con Kirito dividirme en dos para desviarme por los laterales y colocarme a varios metros tras las espaldas del Shichibukai, bloqueando la salida y dejando que el alcohol formase inmediatamente un muro tras de mi, un muro de alcohol con cierta presión, para que no pudiera salir por allí, y en caso de hacerlo, verse de lleno contra mi poder.
- ¡Ey! ¿A dónde creías que ibas a ir cielo?- Dije sonriente a unos 15 metros detrás suya.
Quizás esto no iba a cambiar nada del combate, pero había logrado descubrir que él tenía también cierto temor, temor a pelear en un callejón, que fue donde le vencí aquella vez. Aprendió de la lección, lo cual es digno de admiración, pero no estaba ahí para admirarle, estaba ahí para combatir hasta dejarlo k.o como mínimo y salir de allí sin problemas.
Ambos éramos combatientes muy similares, utilizábamos la velocidad y los filos, él por su akuma y yo por mis propias habilidades humanas… se sabría hoy quién era el verdadero filo cortante tan veloz como el mismísimo viento. Hasta el día de hoy, era considerado como el hombre más veloz a excepción de los que por akuma no mi tenían una velocidad privilegiada, y al parecer, era conocido como uno de los mejores espadachines. Pero este hombre había mejorado en mi ausencia, y además sus habilidades se sustentan en el poder del demonio… sería todo un reto de locos, es como enfrentarse a uno mismo mejorado… sin duda, debía de darlo todo.
Al fin, uno se movió, el Shichibukai. Estaba mirando a los edificios, y finalmente centró su mirada en mi, era evidente que también quería usar ese entorno a su favor, sin embargo su postura me llamó la atención, era idónea para ataques directos y con fuerza, o defensivas. Renuncia a velocidad y agilidad en pos de la fuerza, algo extraño en él.
- ¿Qué diantres tienes pensado hacer ratita? – Pensé para mis adentros preparado para saltar a la defensiva en cualquier momento.
En ese instante, lanzó varias ondas que no iban hacia mí, iban más altas, y en seguida uní las piezas del puzle al mismo tiempo que corría hacia delante saltando y lanzaba una onda cortante con ambas katanas en forma de X. Las ondas eran ensordecedoras por el rugido que emitía la onda roja proveniente de Ökami mezclada con la onda amarilla de Kösen. Iban directas al cuerpo del Shichibukai sin vacilar un instante y parecía aumentar el tamaño a medida que avanzaban, levantando en el camino las piedras que había en el trayecto que recorrían levantando así más humo [A.F]
Sin embargo, no era más que un señuelo que con suerte haría algo de efecto, no creo que le haga gran cosa, quizás al chico contra el que pelee en Arabasta le hubiese dañado eso de forma útil, pero este ya no era ese joven, era uno mucho más peligroso y experimentado. Mi verdadera idea era desplazarme como alcohol líquido tras las ondas lanzadas, dejando tras de mi un gran charco de alcohol que se dividió y corrió a las botellas vacías rellenandolas y rodando lejos del impacto con las paredes que se derrumbaban.
A varios metros de chocar las ondas con Kirito dividirme en dos para desviarme por los laterales y colocarme a varios metros tras las espaldas del Shichibukai, bloqueando la salida y dejando que el alcohol formase inmediatamente un muro tras de mi, un muro de alcohol con cierta presión, para que no pudiera salir por allí, y en caso de hacerlo, verse de lleno contra mi poder.
- ¡Ey! ¿A dónde creías que ibas a ir cielo?- Dije sonriente a unos 15 metros detrás suya.
Quizás esto no iba a cambiar nada del combate, pero había logrado descubrir que él tenía también cierto temor, temor a pelear en un callejón, que fue donde le vencí aquella vez. Aprendió de la lección, lo cual es digno de admiración, pero no estaba ahí para admirarle, estaba ahí para combatir hasta dejarlo k.o como mínimo y salir de allí sin problemas.
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Todo iba más o menos como lo había planeado, las paredes se derrumbaron sin mucho problema por lo que la primera parte de mi plan había sido un éxito, ahora solo quedaba conseguir el objetivo principal de la estrategia, salir del callejón. Salto hacia atrás y en ese momento una sensación invade mi cuerpo, una sensación ya familiar producida por el haki de observación que me decía que una enorme cruz de color rojo y amarillo vendría directo hacia mí por lo que en un momento apoyé una de las katanas en el suelo e hice un esfuerzo para apartarme a un lado de la trayectoria de dicha cruz. Justo cuando me coloqué a un lado la enorme cruz ensordecedora pasa por el centro del callejón rumbo a la única salida natural. Al poco tiempo de ponerme sobre el suelo escucho la voz del revolucionario alcoholizado preguntando - ¡Ey! ¿A dónde creías que ibas a ir cielo?- Una frase un tanto sátira dada la situación, paredes derruidas, escombros por todos lados entorpeciendo los movimientos y una enorme pared de alcohol bloqueando la salida detrás de su creador, y seguramente el peliblanco habría preparado alguna trampa con su alcohol, algo que ya hizo en el pasado en mi contra y que acabó por costarme caro.
Iba a la calle a demostrar al mundo que sigues vivo y dando guerra, princesita.
Ahora estaba obligado a pelear dentro de aquella trampa de alcohol ya que de seguro si trataba de escapar por arriba Legim lo cerraría con alcohol dejándonos con una cantidad limitada de oxígeno. Cerré los ojos durante una milésima de segundo y cuando los abrí mi cuerpo empezó a cambiar de forma, empezó a cubrirse de un pelaje blanco y de mis brazos salieron dos guadañas bien prominentes y mis ojos tomaron una tonalidad rojo sangre y mis dientes adoptaron una forma más puntiaguda, y mis piernas empezaron a encorvarse. Estaba usando la forma híbrida de mi akuma para ganar velocidad y contrarrestar la ventaja que tenía el revolucionario en el callejón. Era hora de empezar la diversión en serio y no tomarlo como un simple juego insignificante. Mi mirada era aún más terrorífica pues mis ojos eran una mezcla entre los ojos del kamaitachi y los míos, como si la luna nueva se bañara en sangre. Era hora de atacar en serio por lo que, manteniendo la misma postura, di un fuerte impulso hacia mi rival para poder empezar con mi ofensiva. A medio camino lancé cuatro cortes energéticos hacia él, uno por cada espada y por cada guadaña de mis brazos. Pero esto sería un simple señuelo, mi verdadera intención aparecería después de un salto que pegué rebotando en todas las paredes hasta lanzarme hacia él con las katanas en forma de cruz para que cuando estuviese junto a él lanzar un corte doble a su torso.
Cruz de aviso más cruz fugaz [AF](Busoushoku Haki)
Aprovecharía la inercia del movimiento y en cualquiera de los resultados posibles saltaría hacia el muro de alcohol sin acercarme demasiado para mantener una distancia prudenciosa entre mi cuerpo y cualquier parte del famoso Legim, hombre de alcohol.
Iba a la calle a demostrar al mundo que sigues vivo y dando guerra, princesita.
Ahora estaba obligado a pelear dentro de aquella trampa de alcohol ya que de seguro si trataba de escapar por arriba Legim lo cerraría con alcohol dejándonos con una cantidad limitada de oxígeno. Cerré los ojos durante una milésima de segundo y cuando los abrí mi cuerpo empezó a cambiar de forma, empezó a cubrirse de un pelaje blanco y de mis brazos salieron dos guadañas bien prominentes y mis ojos tomaron una tonalidad rojo sangre y mis dientes adoptaron una forma más puntiaguda, y mis piernas empezaron a encorvarse. Estaba usando la forma híbrida de mi akuma para ganar velocidad y contrarrestar la ventaja que tenía el revolucionario en el callejón. Era hora de empezar la diversión en serio y no tomarlo como un simple juego insignificante. Mi mirada era aún más terrorífica pues mis ojos eran una mezcla entre los ojos del kamaitachi y los míos, como si la luna nueva se bañara en sangre. Era hora de atacar en serio por lo que, manteniendo la misma postura, di un fuerte impulso hacia mi rival para poder empezar con mi ofensiva. A medio camino lancé cuatro cortes energéticos hacia él, uno por cada espada y por cada guadaña de mis brazos. Pero esto sería un simple señuelo, mi verdadera intención aparecería después de un salto que pegué rebotando en todas las paredes hasta lanzarme hacia él con las katanas en forma de cruz para que cuando estuviese junto a él lanzar un corte doble a su torso.
Cruz de aviso más cruz fugaz [AF](Busoushoku Haki)
Aprovecharía la inercia del movimiento y en cualquiera de los resultados posibles saltaría hacia el muro de alcohol sin acercarme demasiado para mantener una distancia prudenciosa entre mi cuerpo y cualquier parte del famoso Legim, hombre de alcohol.
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- Iba a la calle a demostrar al mundo que sigues vivo y dando guerra, princesita.
Para mi sorpresa, el Shichibukai compartió mi humor y forma de hablar, haciendo que me escapase una pequeña risa contento por esto, sin embargo, también había en mi interior un fuerte deseo de matarle ahora mismo y enseñar al mundo que no se podía jugar conmigo.
- Tranquilícese mi señorita, saldré a pasear con usted a la plaza si ese es su deseo, aunque claro, puede que sea con su cuerpo inerte, y no vivo.
Cuando me quise dar cuenta, Kirito ya empezaba a transformarse, quería acabar con esto rápido, no andarse con rodeos, y eso, agilizaría todo este combate, solo esperaba que no fuese demasiado rápido y acabase muerto, o matarle rápido, cualquiera de las dos opciones, me molestarían. Aunque la segunda menos, ya que no creo que me moleste algo estando muerto, seguramente tenga más cosas de las que preocuparme en el infierno.
- Ahora comienza el verdadero combate…- Dije en un susurro mientras ponía mis katanas en la posición de estilo Okami.
El estilo de combates que tenía aprendido desde hace años, casi nunca lo utilizaba, sin embargo, debido a la situación actual y estar en desventaja, decidí usarlo, y si salía bien, llevarlo más a menudo ya que una de mis costumbres es poder ser todo lo variable que pueda en el combate, de manera que pudiese sorprender a mi rival siempre y anteponerme a todas las situaciones.
Concretamente, iba a utilizar el estilo Okami, mi mejor estilo teniendo en cuenta que poseo en mi haber la gran katana Okami. Este estilo, está inspirado sobre todo en la astucia y cautela de un lobo, caracterizado por ser un estilo defensivo a pesar de no parecerlo, incluso en los ataques. El practicante de este estilo, debe de analizar desde lejos al oponente antes de lanzarse al combate, y se vale de su rapidez para evadir y atacar al mismo tiempo, manteniendo a raya al adversario mediante giros bruscos, manotazos y patadas repentinas, simbolizando así la moral, la pasión y el instinto salvaje.
Es un estilo tan potente como los demás, pero al obtener la Saijo ō wazamono, obtenía en mis habilidades, unas ligeras mejoras similares a las del lobo del espíritu que habita en la katana, además de ciertos rasgos lobeznos en mi cuerpo, un precio que estaba dispuesto a pagar a cambio de la mejora de poder que tenía en mi arsenal y en mí mismo. De esta forma, el estilo Okami era aprovechado al máximo, y era muy efectivo, más que el resto.
Pude apreciar a mi rival, aún estaba en forma híbrida, no estaba al 100%, pero no había tiempo de fijarse más, con mi ojo cyborg capté como sus piernas comenzaban a flexionarse y automáticamente pensé que saltaría hacia delante, después de todo es lo más probable al hacer esto. Por puro instinto salté yo también hacia delante a toda la velocidad que podía lanzando varias ondas cortantes, las cuales iban dirigidas a mi rival, haciendo un sonido atronador por el rugido de Okami, brillante como un sol de color rojo carmesí, y ante mi sorpresa, él también lanzó otras ondas.
- La mejor defensa es un buen ataque- Pensé para mis adentros.
Esa era la mejor forma para resumir el estilo lobezno, tengo un rival que posiblemente sea más veloz que yo, y ante esta superioridad, debo de ser inteligente y reducirla con previsión. Sin duda, era la mejor defensa que podía hacer, frené su ataque, y además, reduje la distancia que había entre nosotros, de manera que le obligaba a improvisar, todo ataque tiene en mente la distancia que hay antes de comenzarlo, al variar esta, el ataque no saldrá al 100%, y si no mantenía la mente en frío, le pillaría desprevenido. Entonces, escuché golpes en la pared izquierda, luego a la derecha, luego a la izquierda, y mi ojo pudo ver a través de la explosión de las ondas, la silueta del oponente. El ataque no había terminado aquí y estaba a punto de cernirse sobre mí.
Salté hacia atrás envolviendo mi cuerpo en una gruesa capa de alcohol a presión, haciendo de armadura y poniendo la defensa de cruz con las katanas, y sin llegar a terminar de ejercer la presión de la armadura de alcohol, el impacto del ataque llegó, lanzándome volando contra la pared de alcohol que formé al comienzo recibiendo ese golpe en la espalda.
El resultado de su ataque había sido mucho menor del que seguramente esperaba, pues me había alcanzado sus espadas logrado dar en mi pecho y de rebote me mandó volando contra la pared de alcohol. Me recompuse sonriente mirándole fijamente y bajando la guardia, dejando ver mi pecho con la piel cortada, sin embargo, no había sangre, ni había en mi rostro señal alguna de dolor, solo una ligera sonrisa perversa.
- ¿¡Qué!? ¿¡Creías que te iba a resultar así de fácil!?- Grité entre risas haciendo como si me sacudiese el polvo y dejando ver mi pecho.
En el pecho, se veía algo metálico bajo la piel, lo cual era un blindaje metálico secreto. Seguramente su sorpresa debía de ser mayúscula, ya que jamás habían visto que tenía dicho blindaje bajo la piel, blindaje que junto a mi armadura improvisada y la reducción de la distancia habían menguado el ataque al completo. El haki en su ataque había hecho que me impactase con fuerza anulando mi poder, pero la armadura ya estaba allí, y a pesar de desaparecer de mi cuerpo ante el haki esparciéndose por el suelo, habría menguado el corte.
Me percaté en ese instante de que mi rival estaba cerca, andaba a una distancia prudencial del muro en el cual estaba apoyado, pero cerca, y una sonrisa diabólica se dibujó en mi rostro nuevamente.
- Has mejorado bastante con respecto a nuestro último combate… felicidades Shichibukai.
A medida que hablaba, el alcohol que había tras él, el mismo que se esparció de mi cuerpo al contacto con su haki, lo lancé hacia su cuerpo con la misma presión que hay en las profundidades del océano, capaz de doblar el propio metal, e inmediatamente, desde la dirección opuesta, levanté ambas katanas desde la posición baja hasta la alta lanzando dos poderosas ondas cortantes en forma de equis, aunque una de ellas inevitablemente era superior a la otra, de color rojo carmesí, y emitía un rugido atroz y desgarrador. No sabía cómo saldría el ataque, pero si sabía que a la fuerza debía de darle uno de los dos ataques, a no ser que se sacase un as de la manga, claro. [A.M.F-Haki]
Mientras la onda iba hacia él desde tan corta distancia, y el alcohol iba lanzado como si fuesen balas a su cuerpo, di varios pasos hacia atrás colocándome tras el gran muro de alcohol, haciendo así de la muralla, un perfecto escudo, listo para utilizarse en el siguiente movimiento defensiva o ofensivamente.
- Tienes aptitudes joven - Dije desde detrás del muro- ¿Y si trabajases para mi? Nadie iba a enterarse hasta que fuese necesario, y para entonces, serías superior a las adversidades que se presenten... únete a mi ejercito, y cae. Te sanaré y te explicaré todo.
Para mi sorpresa, el Shichibukai compartió mi humor y forma de hablar, haciendo que me escapase una pequeña risa contento por esto, sin embargo, también había en mi interior un fuerte deseo de matarle ahora mismo y enseñar al mundo que no se podía jugar conmigo.
- Tranquilícese mi señorita, saldré a pasear con usted a la plaza si ese es su deseo, aunque claro, puede que sea con su cuerpo inerte, y no vivo.
Cuando me quise dar cuenta, Kirito ya empezaba a transformarse, quería acabar con esto rápido, no andarse con rodeos, y eso, agilizaría todo este combate, solo esperaba que no fuese demasiado rápido y acabase muerto, o matarle rápido, cualquiera de las dos opciones, me molestarían. Aunque la segunda menos, ya que no creo que me moleste algo estando muerto, seguramente tenga más cosas de las que preocuparme en el infierno.
- Ahora comienza el verdadero combate…- Dije en un susurro mientras ponía mis katanas en la posición de estilo Okami.
El estilo de combates que tenía aprendido desde hace años, casi nunca lo utilizaba, sin embargo, debido a la situación actual y estar en desventaja, decidí usarlo, y si salía bien, llevarlo más a menudo ya que una de mis costumbres es poder ser todo lo variable que pueda en el combate, de manera que pudiese sorprender a mi rival siempre y anteponerme a todas las situaciones.
Concretamente, iba a utilizar el estilo Okami, mi mejor estilo teniendo en cuenta que poseo en mi haber la gran katana Okami. Este estilo, está inspirado sobre todo en la astucia y cautela de un lobo, caracterizado por ser un estilo defensivo a pesar de no parecerlo, incluso en los ataques. El practicante de este estilo, debe de analizar desde lejos al oponente antes de lanzarse al combate, y se vale de su rapidez para evadir y atacar al mismo tiempo, manteniendo a raya al adversario mediante giros bruscos, manotazos y patadas repentinas, simbolizando así la moral, la pasión y el instinto salvaje.
Es un estilo tan potente como los demás, pero al obtener la Saijo ō wazamono, obtenía en mis habilidades, unas ligeras mejoras similares a las del lobo del espíritu que habita en la katana, además de ciertos rasgos lobeznos en mi cuerpo, un precio que estaba dispuesto a pagar a cambio de la mejora de poder que tenía en mi arsenal y en mí mismo. De esta forma, el estilo Okami era aprovechado al máximo, y era muy efectivo, más que el resto.
Pude apreciar a mi rival, aún estaba en forma híbrida, no estaba al 100%, pero no había tiempo de fijarse más, con mi ojo cyborg capté como sus piernas comenzaban a flexionarse y automáticamente pensé que saltaría hacia delante, después de todo es lo más probable al hacer esto. Por puro instinto salté yo también hacia delante a toda la velocidad que podía lanzando varias ondas cortantes, las cuales iban dirigidas a mi rival, haciendo un sonido atronador por el rugido de Okami, brillante como un sol de color rojo carmesí, y ante mi sorpresa, él también lanzó otras ondas.
- La mejor defensa es un buen ataque- Pensé para mis adentros.
Esa era la mejor forma para resumir el estilo lobezno, tengo un rival que posiblemente sea más veloz que yo, y ante esta superioridad, debo de ser inteligente y reducirla con previsión. Sin duda, era la mejor defensa que podía hacer, frené su ataque, y además, reduje la distancia que había entre nosotros, de manera que le obligaba a improvisar, todo ataque tiene en mente la distancia que hay antes de comenzarlo, al variar esta, el ataque no saldrá al 100%, y si no mantenía la mente en frío, le pillaría desprevenido. Entonces, escuché golpes en la pared izquierda, luego a la derecha, luego a la izquierda, y mi ojo pudo ver a través de la explosión de las ondas, la silueta del oponente. El ataque no había terminado aquí y estaba a punto de cernirse sobre mí.
Salté hacia atrás envolviendo mi cuerpo en una gruesa capa de alcohol a presión, haciendo de armadura y poniendo la defensa de cruz con las katanas, y sin llegar a terminar de ejercer la presión de la armadura de alcohol, el impacto del ataque llegó, lanzándome volando contra la pared de alcohol que formé al comienzo recibiendo ese golpe en la espalda.
El resultado de su ataque había sido mucho menor del que seguramente esperaba, pues me había alcanzado sus espadas logrado dar en mi pecho y de rebote me mandó volando contra la pared de alcohol. Me recompuse sonriente mirándole fijamente y bajando la guardia, dejando ver mi pecho con la piel cortada, sin embargo, no había sangre, ni había en mi rostro señal alguna de dolor, solo una ligera sonrisa perversa.
- ¿¡Qué!? ¿¡Creías que te iba a resultar así de fácil!?- Grité entre risas haciendo como si me sacudiese el polvo y dejando ver mi pecho.
En el pecho, se veía algo metálico bajo la piel, lo cual era un blindaje metálico secreto. Seguramente su sorpresa debía de ser mayúscula, ya que jamás habían visto que tenía dicho blindaje bajo la piel, blindaje que junto a mi armadura improvisada y la reducción de la distancia habían menguado el ataque al completo. El haki en su ataque había hecho que me impactase con fuerza anulando mi poder, pero la armadura ya estaba allí, y a pesar de desaparecer de mi cuerpo ante el haki esparciéndose por el suelo, habría menguado el corte.
Me percaté en ese instante de que mi rival estaba cerca, andaba a una distancia prudencial del muro en el cual estaba apoyado, pero cerca, y una sonrisa diabólica se dibujó en mi rostro nuevamente.
- Has mejorado bastante con respecto a nuestro último combate… felicidades Shichibukai.
A medida que hablaba, el alcohol que había tras él, el mismo que se esparció de mi cuerpo al contacto con su haki, lo lancé hacia su cuerpo con la misma presión que hay en las profundidades del océano, capaz de doblar el propio metal, e inmediatamente, desde la dirección opuesta, levanté ambas katanas desde la posición baja hasta la alta lanzando dos poderosas ondas cortantes en forma de equis, aunque una de ellas inevitablemente era superior a la otra, de color rojo carmesí, y emitía un rugido atroz y desgarrador. No sabía cómo saldría el ataque, pero si sabía que a la fuerza debía de darle uno de los dos ataques, a no ser que se sacase un as de la manga, claro. [A.M.F-Haki]
Mientras la onda iba hacia él desde tan corta distancia, y el alcohol iba lanzado como si fuesen balas a su cuerpo, di varios pasos hacia atrás colocándome tras el gran muro de alcohol, haciendo así de la muralla, un perfecto escudo, listo para utilizarse en el siguiente movimiento defensiva o ofensivamente.
- Tienes aptitudes joven - Dije desde detrás del muro- ¿Y si trabajases para mi? Nadie iba a enterarse hasta que fuese necesario, y para entonces, serías superior a las adversidades que se presenten... únete a mi ejercito, y cae. Te sanaré y te explicaré todo.
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Al parecer a Legim le hiz gracia que yo contestara con su propio humor pues soltó una pequeña risa involuntariamente. Acto seguido dijo - Tranquilícese mi señorita, saldré a pasear con usted a la plaza si ese es su deseo, aunque claro, puede que sea con su cuerpo inerte, y no vivo.- Antes de abalanzarme el revolucionario cambió su postura, ahora usaba una postura diferente y que no había visto en nuestro último encuentro pero ya no podía hacer, nada, ya había empezado con la ofensiva. Mientras avanzaba varias ondas cortantes chocaban entre sí mientras una nube de polvo cubría la zona debido al aire desplazado por los choques entre ondas. Tras esto empecé a moverme de un lado a otro y justo cuando iba a golpear al sujeto noto como mis katanas chocan contra algo que no esperaba encontrarme en su pecho.
El hombre que combatía contra mí estaba demostrando ser digno de su fama dando guerra ante mis embestidas y lanzando ataques poderosos y complejos. Su rostro esbozaba una sonrisa perversa mientras gritaba algo riéndose, cosa a la que no la di la menor importancia. Cuando miré bien vi que tenía algo metálico bajo su piel, algo parecido a una parte ciborg, lo que me intriga ya que en la vida había visto a un logia con partes ciborgs. Mientras encaraba a ese poderoso rival éste me decía que había mejorado y me felicitaba por ello pero algo me atormentaba, no sé qué era, pero algo en ese sujeto me hacía sospechar que estaba tramando alguna de las suyas. En un momento dado mueve sus manos lanzando dos poderosas ondas cortantes en forma de X hacia mí por lo que aprovechando mi velocidad me lanzo hacia un lado colocándome en una posición donde las ondas cortantes no pasarían pero algo no iba bien aunque no sabía el qué. Tras unos pocos segundos descubrí lo que iba mal, mi costado izquierdo estaba herido de una forma no muy seria pero sí lo bastante grave como para tener que tratarlo en el momento.
Envainé la katana de la mano derecha y desenvainé a Mugenjin, primero para tratar la herida aprovechando que el alcohol que me golpeó también limpió la herida y la habilidad de mi katana. Hice chocar ambas katanas unas 5 veces y cuando Mugenjin ya estaba lo suficientemente caliente por las llamaradas que soltaba por el choque de las katanas la coloqué sobre la herida para que dejara de sangrar al acto. Eso me evitaría perder sangre pero me haría perder un poco de fuerza por un tiempo así que era hora de emplear mi akuma al completo. Envainé ambas katanas y mi cuerpo volvió a cambiar poco a poco, ahora mi tamaño cambiaba y mi aspecto era el de una comadreja blanca como la nieve con ojos rojos como la sangre y mi velocidad y fuerza se vio incrementada neutralizando la pérdida que tenía por la herida. Las guadañas de mis brazos, más duras que el acero, eran las únicas armas que poseía en esta forma aparte de mis habilidades animales por lo que el combate sería llevado a la cercanía.
Flexioné apenas un centímetro mis patas traseras y me impulsé saliendo por el cielo que había sobre el callejón para dirigirme luego hacia una calle transitada por mucha gente que estaba haciendo los recados habituales como la compra o visitar a un amigo.
Descendí hacia el suelo listo para aprovechar el amplio espacio del que disponía ahora. Estaba sobre las cuatro patas y encorvado como un gato rabioso listo para atacar. Mis ojos no se apartaban del peligroso revolucionario y en un momento me impulsé a gran velocidad hacia él lanzando cortes energéticos a diestro y siniestro con mis cuchillas mientras me movía en zigzag para que no se concentraran todos los cortes en un solo punto. Aprovechando la velocidad que ya poseía salté con fuerza lanzando dos ondas cortantes y luego un corte girando sobre mi cuerpo para crear una especie de trituradora.
Ráfaga animal [AMF](Haki)
El hombre que combatía contra mí estaba demostrando ser digno de su fama dando guerra ante mis embestidas y lanzando ataques poderosos y complejos. Su rostro esbozaba una sonrisa perversa mientras gritaba algo riéndose, cosa a la que no la di la menor importancia. Cuando miré bien vi que tenía algo metálico bajo su piel, algo parecido a una parte ciborg, lo que me intriga ya que en la vida había visto a un logia con partes ciborgs. Mientras encaraba a ese poderoso rival éste me decía que había mejorado y me felicitaba por ello pero algo me atormentaba, no sé qué era, pero algo en ese sujeto me hacía sospechar que estaba tramando alguna de las suyas. En un momento dado mueve sus manos lanzando dos poderosas ondas cortantes en forma de X hacia mí por lo que aprovechando mi velocidad me lanzo hacia un lado colocándome en una posición donde las ondas cortantes no pasarían pero algo no iba bien aunque no sabía el qué. Tras unos pocos segundos descubrí lo que iba mal, mi costado izquierdo estaba herido de una forma no muy seria pero sí lo bastante grave como para tener que tratarlo en el momento.
Envainé la katana de la mano derecha y desenvainé a Mugenjin, primero para tratar la herida aprovechando que el alcohol que me golpeó también limpió la herida y la habilidad de mi katana. Hice chocar ambas katanas unas 5 veces y cuando Mugenjin ya estaba lo suficientemente caliente por las llamaradas que soltaba por el choque de las katanas la coloqué sobre la herida para que dejara de sangrar al acto. Eso me evitaría perder sangre pero me haría perder un poco de fuerza por un tiempo así que era hora de emplear mi akuma al completo. Envainé ambas katanas y mi cuerpo volvió a cambiar poco a poco, ahora mi tamaño cambiaba y mi aspecto era el de una comadreja blanca como la nieve con ojos rojos como la sangre y mi velocidad y fuerza se vio incrementada neutralizando la pérdida que tenía por la herida. Las guadañas de mis brazos, más duras que el acero, eran las únicas armas que poseía en esta forma aparte de mis habilidades animales por lo que el combate sería llevado a la cercanía.
Flexioné apenas un centímetro mis patas traseras y me impulsé saliendo por el cielo que había sobre el callejón para dirigirme luego hacia una calle transitada por mucha gente que estaba haciendo los recados habituales como la compra o visitar a un amigo.
Descendí hacia el suelo listo para aprovechar el amplio espacio del que disponía ahora. Estaba sobre las cuatro patas y encorvado como un gato rabioso listo para atacar. Mis ojos no se apartaban del peligroso revolucionario y en un momento me impulsé a gran velocidad hacia él lanzando cortes energéticos a diestro y siniestro con mis cuchillas mientras me movía en zigzag para que no se concentraran todos los cortes en un solo punto. Aprovechando la velocidad que ya poseía salté con fuerza lanzando dos ondas cortantes y luego un corte girando sobre mi cuerpo para crear una especie de trituradora.
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La sangre me ardía por la pasión del combate entre dos verdaderos guerreros de la mar, era un buen combate bastante disputado. A decir verdad, esto solo era posible gracias a que aplicaba el 100% de mis habilidades, ingenio, y poder. De no ser así, nuestra diferencia de poder, habría hecho que perdiese hace ya bastante tiempo.
Pude observar muchas cosas tras mis movimientos, tales como que el Shichibukai había aprendido a tratarse las herida de forma rápida y eficaz aun dolorosa, a la larga, era la peor solución, pero en el momento del combate, era lo mejor que se podía hacer, ya que esa era una herida peligrosa que causaría muchos problemas si no era tratada. Pero lo curioso no era solo esto, era que lo curó con una espada que había desenvainado recientemente, una espada con la habilidad de sacar fuego de su propio filo.
- Ish... hay que tener cuidado con eso, puede hacer pupa... - Pensé para mis adentros con una ligera sonrisa.
Sin embargo, ese no era el peligro a tener en cuenta ahora, ya que mi cuerpo apoyado en la pared de alcohol formada por mi poder, se estremeció al ver como el rival envainaba las katanas y comenzaba a transformarse. Sin perder tiempo, di uno pasos hacia atrás dejando pasar mi propio cuerpo a través de la pared y endureciéndola tras de mi, formando así una nueva defensa sólida a la vez que firme para protegerme todo lo que pudiese del siguiente ataque.
Nada más hacerlo, me percaté de que el oponente saltó hacia el cielo saliendo del callejón, yendo al exterior de este, donde yo me encontraba, apoyado en la pared de alcohol. Al ver esto, suspiré y volví a pasar a través de la pared de alcohol y repetí el proceso quedándome dentro del callejón de nuevo con mi pared de alcohol como defensa nuevamente.
- Que tontería, saltando hacia fuera estamos en las mismas, no podrás hacer otra cosa que chocarte contra el muro con tu ataques.
Suspiré y di vario pasos colocándome a una distancia prudencial de 15 metros por si sucedía algo inesperado, tener tiempo a utilizar alguna defensa o evasión. Él se lanzó hacia mi enseguida lanzando diversas ondas cortantes con gran fuerza, las primeras se detuvieron en la muralla, tal y como había previsto, sin embargo, la fuerza de las ondas eran cada vez mayor, y llegaron a romper la muralla haciendo que el gran muro cayese como una gran ola al suelo, dejándome sin la defensa con la que contaba en todo momento. Se abalanzaba hacia mi diversas ondas cortantes, haciendo en mi pecho un corte que revotó en la pieza de metal que había bajo mi piel, aunque dejando una fisura, e inmediatamente lancé chorros de alcohol desde mis manos a las ondas que venían hacia mi a duras penas, de forma que frenaba su fuerza y cuando chocaban contra mi cuerpo revotaban dejándome sin la piel en la zona afectada y con la placa de metal fisurada, no aguantaría mucho más.
Pensaba que me estaba defendiendo bastante bien, pero no era así, pues sin darme cuenta tenía sobre mi al rival para golpearme esta vez con su misma cuchilla y no con ondas cortante, un factor importante ya que cargaba así más fuerza en el corte. El gran corte había roto la placa en una linea recta hacia abajo , cortando también mi mismísimo pecho, produciendo que estallase sangre hacia fuera y un grito de dolor saliera de mi boca.
Herido de gravedad caí hacia atrás, pero no iba a acabar indefenso ante esto. En la misma caída, moví el alcohol que había en el suelo, producto de mi defensa anterior, y lo lancé inmediatamente hacia sus pies para que los envolviesen con gran fuerza y firmeza. Mientras hacía esto estallé en forma de alcohol disperandome y formándome en la pared final del callejón sentado en el suelo mientras me apoyaba en dicha pared.
- Maldito... esta me la vas a pagar... - Dije mientras escupía sangre y trataba de recuperar el aliento junto a algo de fuerza física.
Una vez agarrado con firmeza las piernas del rival presionándolas para que no pudieran hacer movimiento alguno y le doliese un infierno mantenerse en pie, moví todo ese oleaje que antes había caído del muro, haciendo que se dirigiese toda la cantidad hacia él con fuerza y rapidez, formando una piscina de alcohol endurecido con él en su interior, aprovechando el impulso para crear la mayor presión posible, algo superior a la presión que había en las profundidades de los mares, capaz de doblar el mismísimo metal. Pero no solo esto, dentro de la piscina de alcohol que había formado sobre el suelo con él shichibukai en medio, movía más alcohol hacia su nariz, boca, ojos, oído, buscando fastidiarle la vista, el oído, o emborracharle a más no poder. Era un movimiento que hacía mucho que no usaba, jamás me había fallado, y nadie había logrado escapar de tal acción hasta que aplicase la segunda fase del mismo ataque.
De mi bolsillo sacaba una caja de cerillas y encendí una de estas con una sonrisa en mi moribundo rostro. De la boca, salió un chorro veloz que pasaba por la llama de la cerilla encendida y se lanzaba hacia la piscina de alcohol, con el objetivo de quemar toda la piscina con el Shichibukai en medio. Al hacer esto, el alcohol dejará de ejercer presión gradualmente a medida que la llama llegue a él, pero esto tardaría unos segundos, lo suficiente como para prender una llama en su cuerpo y una grave quemadura, que unida a su estado físico llevado a cabo por la presión y el alcohol, podrían provocarle la muerte instantánea ya sea por agotamiento, por un coma etílico, o por la quemadura. [Ataque Bestial]
- Simurgh...-Dije en voz baja casi como si soltase un suspiro- Date prisa, ayúdame...
Del brazalete salió un brillo dorado que instantáneamente se convirtió en un ave dorado del cual me agarré. Este ave alzó el vuelo y dejaba que su aura dorada cubriese mi cuerpo curándome a paso lento. No haría ningún milagro, pero avanzaría el proceso de curación de la herida como si hubiese pasado 1 o 2 días, además de devolverme algo de fuerzas mientras sobrevolaba la zona alejado del rival y complicándole un posible contraataque. No estaba huyendo, simplemente me distanciaba por lo alto para recuperar mas fuerzas y evadir cualquier contrataque suicida del oponente.
Pude observar muchas cosas tras mis movimientos, tales como que el Shichibukai había aprendido a tratarse las herida de forma rápida y eficaz aun dolorosa, a la larga, era la peor solución, pero en el momento del combate, era lo mejor que se podía hacer, ya que esa era una herida peligrosa que causaría muchos problemas si no era tratada. Pero lo curioso no era solo esto, era que lo curó con una espada que había desenvainado recientemente, una espada con la habilidad de sacar fuego de su propio filo.
- Ish... hay que tener cuidado con eso, puede hacer pupa... - Pensé para mis adentros con una ligera sonrisa.
Sin embargo, ese no era el peligro a tener en cuenta ahora, ya que mi cuerpo apoyado en la pared de alcohol formada por mi poder, se estremeció al ver como el rival envainaba las katanas y comenzaba a transformarse. Sin perder tiempo, di uno pasos hacia atrás dejando pasar mi propio cuerpo a través de la pared y endureciéndola tras de mi, formando así una nueva defensa sólida a la vez que firme para protegerme todo lo que pudiese del siguiente ataque.
Nada más hacerlo, me percaté de que el oponente saltó hacia el cielo saliendo del callejón, yendo al exterior de este, donde yo me encontraba, apoyado en la pared de alcohol. Al ver esto, suspiré y volví a pasar a través de la pared de alcohol y repetí el proceso quedándome dentro del callejón de nuevo con mi pared de alcohol como defensa nuevamente.
- Que tontería, saltando hacia fuera estamos en las mismas, no podrás hacer otra cosa que chocarte contra el muro con tu ataques.
Suspiré y di vario pasos colocándome a una distancia prudencial de 15 metros por si sucedía algo inesperado, tener tiempo a utilizar alguna defensa o evasión. Él se lanzó hacia mi enseguida lanzando diversas ondas cortantes con gran fuerza, las primeras se detuvieron en la muralla, tal y como había previsto, sin embargo, la fuerza de las ondas eran cada vez mayor, y llegaron a romper la muralla haciendo que el gran muro cayese como una gran ola al suelo, dejándome sin la defensa con la que contaba en todo momento. Se abalanzaba hacia mi diversas ondas cortantes, haciendo en mi pecho un corte que revotó en la pieza de metal que había bajo mi piel, aunque dejando una fisura, e inmediatamente lancé chorros de alcohol desde mis manos a las ondas que venían hacia mi a duras penas, de forma que frenaba su fuerza y cuando chocaban contra mi cuerpo revotaban dejándome sin la piel en la zona afectada y con la placa de metal fisurada, no aguantaría mucho más.
Pensaba que me estaba defendiendo bastante bien, pero no era así, pues sin darme cuenta tenía sobre mi al rival para golpearme esta vez con su misma cuchilla y no con ondas cortante, un factor importante ya que cargaba así más fuerza en el corte. El gran corte había roto la placa en una linea recta hacia abajo , cortando también mi mismísimo pecho, produciendo que estallase sangre hacia fuera y un grito de dolor saliera de mi boca.
Herido de gravedad caí hacia atrás, pero no iba a acabar indefenso ante esto. En la misma caída, moví el alcohol que había en el suelo, producto de mi defensa anterior, y lo lancé inmediatamente hacia sus pies para que los envolviesen con gran fuerza y firmeza. Mientras hacía esto estallé en forma de alcohol disperandome y formándome en la pared final del callejón sentado en el suelo mientras me apoyaba en dicha pared.
- Maldito... esta me la vas a pagar... - Dije mientras escupía sangre y trataba de recuperar el aliento junto a algo de fuerza física.
Una vez agarrado con firmeza las piernas del rival presionándolas para que no pudieran hacer movimiento alguno y le doliese un infierno mantenerse en pie, moví todo ese oleaje que antes había caído del muro, haciendo que se dirigiese toda la cantidad hacia él con fuerza y rapidez, formando una piscina de alcohol endurecido con él en su interior, aprovechando el impulso para crear la mayor presión posible, algo superior a la presión que había en las profundidades de los mares, capaz de doblar el mismísimo metal. Pero no solo esto, dentro de la piscina de alcohol que había formado sobre el suelo con él shichibukai en medio, movía más alcohol hacia su nariz, boca, ojos, oído, buscando fastidiarle la vista, el oído, o emborracharle a más no poder. Era un movimiento que hacía mucho que no usaba, jamás me había fallado, y nadie había logrado escapar de tal acción hasta que aplicase la segunda fase del mismo ataque.
De mi bolsillo sacaba una caja de cerillas y encendí una de estas con una sonrisa en mi moribundo rostro. De la boca, salió un chorro veloz que pasaba por la llama de la cerilla encendida y se lanzaba hacia la piscina de alcohol, con el objetivo de quemar toda la piscina con el Shichibukai en medio. Al hacer esto, el alcohol dejará de ejercer presión gradualmente a medida que la llama llegue a él, pero esto tardaría unos segundos, lo suficiente como para prender una llama en su cuerpo y una grave quemadura, que unida a su estado físico llevado a cabo por la presión y el alcohol, podrían provocarle la muerte instantánea ya sea por agotamiento, por un coma etílico, o por la quemadura. [Ataque Bestial]
- Simurgh...-Dije en voz baja casi como si soltase un suspiro- Date prisa, ayúdame...
Del brazalete salió un brillo dorado que instantáneamente se convirtió en un ave dorado del cual me agarré. Este ave alzó el vuelo y dejaba que su aura dorada cubriese mi cuerpo curándome a paso lento. No haría ningún milagro, pero avanzaría el proceso de curación de la herida como si hubiese pasado 1 o 2 días, además de devolverme algo de fuerzas mientras sobrevolaba la zona alejado del rival y complicándole un posible contraataque. No estaba huyendo, simplemente me distanciaba por lo alto para recuperar mas fuerzas y evadir cualquier contrataque suicida del oponente.
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Había logrado mi objetivo, daña con cierta seriedad a ese maldito lunático que siempre me ponía contra las cuerdas. Mi combo de ataques encadenados había logrado deshacer sus defensas de alcohol, las cuáles eran bastante buenas, y con ello pude golpearlo causándole una herida medianamente seria, ya más adelante trataría mi propia herida con más cuidado para que no me quedasen secuelas muy graves. Sin embargo al deshacer sus defensas le dejé un arma bastante peligrosa accidentalmente, algo que de seguro aprovecharía, el alcohol que había en todo el lugar. Como me esperaba sentí como una gran cantidad de alcohol empezaba a rodearme y si quería salir vivo de allí tendría que hacer algo, algo que me ayudara a salir de allí antes de que las cosas se complicaran.
En ese momento veo que llevo puesto el anillo de Ace, algo que, si logro hacer lo que tengo pensado, me serviría para reducir los daños o al menos atrasarlos un poco. Con un susurro hago que el anillo tome la forma de un Acynonix, un guepardo prehistórico el cual se acercó a mí para tratar de ayudarme. Era hora de hacer lo inesperado, por lo que tras unas breves palabras el gran felino salió a gran velocidad hacia el peliblanco mientras el alcohol iba creciendo, algo que no me gustaba ni un pelo pero de lo que con suerte me libraría. El felino corría a una velocidad tremenda y ejercía una fuerza con las patas, superior a la mía propia ya que había vuelto a la forma humana para disminuir mi tamaño y mi peso. En un momento dado algo tiró de mi cuerpo mientras una oleada de fuego me pasó por encima causándome molestas quemaduras pero no tan graves como si hubiese sido tragado por esa piscina. Pese a que evitara daños mayores mi condición física era penosa y dejaba mucho que desear ya que con esas quemaduras apenas me mantendría en pie mucho más tiempo. -Es hora de usar el último truco.- Me pongo en pie completamente desarmado, como si hubiese perdido por completo el espíritu de lucha pero todo es parte de mi último ataque, si esto no funcionaba sería mi fin. Al mismo tiempo una pequeña aura azul me envolvió y todo el dolor y el agotamiento eran obviados ya que activé dos de mis nano reguladores, anulando parcialmente los estragos del combate. Ya no podía dudar, ahora tenía que echar toda la carne en el asador e ir con todo a por ese maldito canalla.
Aprovechando la mejora de velocidad que me otorga la forma completa me impulsé hacia delante con las cuatro pantas ganando una velocidad increíble y a la misma velocidad iba cambiando de posición mientras lanzaba ondas cortantes desde mis guadañas en diversas direcciones y alturas aunque esta parte solo era un preparativo y una distracción. A medio camino de él pasé a mi forma híbrida y desenvainé a Mugenjin, solo con esa katana podría lidiar con parte del problema, la presencia de alcohol en el suelo. Para evitar un ataque por sorpresa usando ese alcohol fui arrastrando la katana contra el suelo a tal velocidad que creaba chispas y se bañaba en alcohol prendido, lo cual sumado a la grasa natural de la katana provocaba que la katana tuviera una llama nunca vista y muy peligrosa según se use. Finalmente el alcohol del suelo iba desapareciendo conforme las llamas lo consumían. Ahora surgía un segundo problema, el peliblanco había sido elevado por un extraño pájaro y ahora no estaba a mi alcance, o eso se creía él ya que en el tejado de un edificio cercano se encontraba mi fiel Ace que siguiendo mis instrucciones había subido para prevenir este hecho ya que recordaba a ese extraño pájaro de nuestro último combate y sabía que habría curado al cobarde revolucionario.
Alcé la vista y grité con fuerza emitiendo una especie de gruñido o rugido que para una persona no indicaría nada pero para mí sí ya que mi fiel compañero saltó hacia el pájaro para tirarlo y provocar su caída. Al mismo tiempo yo me dedicaba a lanzar varias ondas cortantes hacia su posición y posibles rutas de escape. Si todo iba bien y el canalla de alcohol caía me lanzaría sobre él con una cadena de cortes en diversas direcciones y a zonas importantes como venas principales, centros nerviosos o puntos de equilibrio.
El último aliento del samurái[AB](Haki)
Si mi ofensiva funcionaba habría logrado un impacto tremendo, pero si no estaría acabado ya que caería rendido al suelo por el dolor y el pésimo estado de mi cuerpo, había ido a todo o nada.
En ese momento veo que llevo puesto el anillo de Ace, algo que, si logro hacer lo que tengo pensado, me serviría para reducir los daños o al menos atrasarlos un poco. Con un susurro hago que el anillo tome la forma de un Acynonix, un guepardo prehistórico el cual se acercó a mí para tratar de ayudarme. Era hora de hacer lo inesperado, por lo que tras unas breves palabras el gran felino salió a gran velocidad hacia el peliblanco mientras el alcohol iba creciendo, algo que no me gustaba ni un pelo pero de lo que con suerte me libraría. El felino corría a una velocidad tremenda y ejercía una fuerza con las patas, superior a la mía propia ya que había vuelto a la forma humana para disminuir mi tamaño y mi peso. En un momento dado algo tiró de mi cuerpo mientras una oleada de fuego me pasó por encima causándome molestas quemaduras pero no tan graves como si hubiese sido tragado por esa piscina. Pese a que evitara daños mayores mi condición física era penosa y dejaba mucho que desear ya que con esas quemaduras apenas me mantendría en pie mucho más tiempo. -Es hora de usar el último truco.- Me pongo en pie completamente desarmado, como si hubiese perdido por completo el espíritu de lucha pero todo es parte de mi último ataque, si esto no funcionaba sería mi fin. Al mismo tiempo una pequeña aura azul me envolvió y todo el dolor y el agotamiento eran obviados ya que activé dos de mis nano reguladores, anulando parcialmente los estragos del combate. Ya no podía dudar, ahora tenía que echar toda la carne en el asador e ir con todo a por ese maldito canalla.
Aprovechando la mejora de velocidad que me otorga la forma completa me impulsé hacia delante con las cuatro pantas ganando una velocidad increíble y a la misma velocidad iba cambiando de posición mientras lanzaba ondas cortantes desde mis guadañas en diversas direcciones y alturas aunque esta parte solo era un preparativo y una distracción. A medio camino de él pasé a mi forma híbrida y desenvainé a Mugenjin, solo con esa katana podría lidiar con parte del problema, la presencia de alcohol en el suelo. Para evitar un ataque por sorpresa usando ese alcohol fui arrastrando la katana contra el suelo a tal velocidad que creaba chispas y se bañaba en alcohol prendido, lo cual sumado a la grasa natural de la katana provocaba que la katana tuviera una llama nunca vista y muy peligrosa según se use. Finalmente el alcohol del suelo iba desapareciendo conforme las llamas lo consumían. Ahora surgía un segundo problema, el peliblanco había sido elevado por un extraño pájaro y ahora no estaba a mi alcance, o eso se creía él ya que en el tejado de un edificio cercano se encontraba mi fiel Ace que siguiendo mis instrucciones había subido para prevenir este hecho ya que recordaba a ese extraño pájaro de nuestro último combate y sabía que habría curado al cobarde revolucionario.
Alcé la vista y grité con fuerza emitiendo una especie de gruñido o rugido que para una persona no indicaría nada pero para mí sí ya que mi fiel compañero saltó hacia el pájaro para tirarlo y provocar su caída. Al mismo tiempo yo me dedicaba a lanzar varias ondas cortantes hacia su posición y posibles rutas de escape. Si todo iba bien y el canalla de alcohol caía me lanzaría sobre él con una cadena de cortes en diversas direcciones y a zonas importantes como venas principales, centros nerviosos o puntos de equilibrio.
El último aliento del samurái[AB](Haki)
Si mi ofensiva funcionaba habría logrado un impacto tremendo, pero si no estaría acabado ya que caería rendido al suelo por el dolor y el pésimo estado de mi cuerpo, había ido a todo o nada.
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La energía de Simurgh servía para calmar mis dolores, cicatrizar heridas, y darme algo de energía, pero lamentablemente tardaba un tiempo en curar completamente, y estaba claro, que en medio de un combate tan activo como este, apenas tendría unos segundos para aprovechar su poder. Aunque claro, estos segundos sabían a gloria en tan mal estado, era más adrenalina y sugestión mental que el poder en si, el simple hecho de sentirse algo mejor, hacía que uno se sintiese mucho más curado de lo que realmente estaba.
Aún andaba divagando sobre ese animal que había visto correr frente a mi a una velocidad de vértigo, era algo así como un güepardo enorme, que podía haberse lanzado contra mi, sin embargo, había pasado de lado sin hacerme nada.
- ¿Qué diablos pintaba ese animal en todo esto?- Me preguntaba entre susurros mientras miraba a mi rival en el suelo.
Entonces, una chispa incendió mi corazón y miré a lo alto del edificio con mi ojo cyborg, localizando tras el cemento, la silueta de dicho animal.
- Simurgh, ¡Vuelve a mi brazo! - Grité a medida que el güepardo comenzaba a correr.
Simurgh encogió y se enrolló en mi brazo al instante. Al instante saqué de mi pierna una cadena de hierro que siempre estaba allí enrollada y la lancé hacia el animal carnivoro de manera en que pudiese cogerlo con fuerza y apretarlo contra mi a modo de escudo mientras caía en el suelo. El animal bien poderoso era, hasta el punto en el que podía haberme vencido en esas condiciones, era por ello por lo que me vi obligado a liberar el sello que llevaba en mi interior, el sello que retenía el poder de Ökami en mi interior.
El animal se había llevado la mayoría de las heridas, ondas cortantes y varias estocadas habían sido lanzadas de manera salvaje contra ambos, pero varios habían conseguido alcanzarme, provocando hemorragias severas.
Finalmente lancé al animal con fuerza hacia su dueño y dejé escapar una bocanada de humo blanco de mi boca
El ambiente era tenso, mi corazón latía tan fuerte que parecía sonar fuera de mi cuerpo, y mi cuerpo humano ahora parecía tener muchos rasgos lobeznos sin llegar a ser un hombre-lobo. Poco a poco perdía la consciencia de mis actos, y en mi cuerpo se libraba una autentica guerra entre ambos espíritus, el mío y el de Ökami.
- I.... am.... Legim.....- Dije con una voz mucho grave y casi sin llegar a ser entendible. La bestia acababa de ser desatada.
Mi cuerpo era ahora un poco más grande, más musculado, y mis ojos eran dorados como el oro. El pelo había crecido por la parte de atrás, sin llegar a ser una melena, y en algunas partes había cogido un color negro. Mi mandibula parecía más semejante a la de un lobo que a la de un humano, y mi cabello corporal había aumentado notablemente sin llegar a ser espeso.
- My name is Legim...- Decía casi sin entenderse. Mi espíritu combatía con el de Ökami por mantener aún cierta cordura y centrarme en acabar con mi rival.
Sin perder una milésima de segundo acabé lanzándome contra la pared que había cerca del Shichibukai provocando que cientos de piedras salieran volando hacia fuera, llegando varias hasta el joven rival. Al instante, con la katana legendaria en mi mano derecha hundida en el cemento corría a gran velocidad hacia él, para finalmente lanzarle una onda cortante horizontal hacia su cintura, que sin duda cortaría todo aquello contra lo que impactase además de la notable fisura que había creado en el suelo. Sin cesa el ataque, lancé con la misma katana a una velocidad imposible de ver a la vista humana multitud de ondas cortantes de una fuerza tremenda mientras soltaba innumerables rugidos de rabia y fiereza sin cesar en ningún momento teniendo en todo momento la vista puesta en el oponente. [A.F]
Aún andaba divagando sobre ese animal que había visto correr frente a mi a una velocidad de vértigo, era algo así como un güepardo enorme, que podía haberse lanzado contra mi, sin embargo, había pasado de lado sin hacerme nada.
- ¿Qué diablos pintaba ese animal en todo esto?- Me preguntaba entre susurros mientras miraba a mi rival en el suelo.
Entonces, una chispa incendió mi corazón y miré a lo alto del edificio con mi ojo cyborg, localizando tras el cemento, la silueta de dicho animal.
- Simurgh, ¡Vuelve a mi brazo! - Grité a medida que el güepardo comenzaba a correr.
Simurgh encogió y se enrolló en mi brazo al instante. Al instante saqué de mi pierna una cadena de hierro que siempre estaba allí enrollada y la lancé hacia el animal carnivoro de manera en que pudiese cogerlo con fuerza y apretarlo contra mi a modo de escudo mientras caía en el suelo. El animal bien poderoso era, hasta el punto en el que podía haberme vencido en esas condiciones, era por ello por lo que me vi obligado a liberar el sello que llevaba en mi interior, el sello que retenía el poder de Ökami en mi interior.
- POWER UP "CANALIZACIÓN DE ESPIRITUAL":
- Las katanas con algún espíritu en su interior poseen un poder terriblemente destructivo. Cuando entra en acción este power up, Legim se deja poseer por estos espíritus triplicando su poder por cada Katana, su fuerza, velocidad, resistencia, etc. Como efecto secundario su voz se cambia a una voz mucho mas grave, su pelo cambia de aspecto y un aura de energía le rodea. Este poder en su máximo exponente dura 4 post.
El animal se había llevado la mayoría de las heridas, ondas cortantes y varias estocadas habían sido lanzadas de manera salvaje contra ambos, pero varios habían conseguido alcanzarme, provocando hemorragias severas.
Finalmente lancé al animal con fuerza hacia su dueño y dejé escapar una bocanada de humo blanco de mi boca
El ambiente era tenso, mi corazón latía tan fuerte que parecía sonar fuera de mi cuerpo, y mi cuerpo humano ahora parecía tener muchos rasgos lobeznos sin llegar a ser un hombre-lobo. Poco a poco perdía la consciencia de mis actos, y en mi cuerpo se libraba una autentica guerra entre ambos espíritus, el mío y el de Ökami.
- I.... am.... Legim.....- Dije con una voz mucho grave y casi sin llegar a ser entendible. La bestia acababa de ser desatada.
Mi cuerpo era ahora un poco más grande, más musculado, y mis ojos eran dorados como el oro. El pelo había crecido por la parte de atrás, sin llegar a ser una melena, y en algunas partes había cogido un color negro. Mi mandibula parecía más semejante a la de un lobo que a la de un humano, y mi cabello corporal había aumentado notablemente sin llegar a ser espeso.
- My name is Legim...- Decía casi sin entenderse. Mi espíritu combatía con el de Ökami por mantener aún cierta cordura y centrarme en acabar con mi rival.
Sin perder una milésima de segundo acabé lanzándome contra la pared que había cerca del Shichibukai provocando que cientos de piedras salieran volando hacia fuera, llegando varias hasta el joven rival. Al instante, con la katana legendaria en mi mano derecha hundida en el cemento corría a gran velocidad hacia él, para finalmente lanzarle una onda cortante horizontal hacia su cintura, que sin duda cortaría todo aquello contra lo que impactase además de la notable fisura que había creado en el suelo. Sin cesa el ataque, lancé con la misma katana a una velocidad imposible de ver a la vista humana multitud de ondas cortantes de una fuerza tremenda mientras soltaba innumerables rugidos de rabia y fiereza sin cesar en ningún momento teniendo en todo momento la vista puesta en el oponente. [A.F]
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El albino con unos reflejos casi inhumanos y una agilidad asombrosa desenredó una cadena de su pierna que usó para atar a mi acynonix contra él usándolo como escudo, lo que acabó por funcionar ya que la mayoría de los ataques alcanzaron a mi pobre Ace, el cual se veía muy debilitado. A pesar de eso mi rival no salió ileso y se llevó heridas bastante serias, sobre todo considerando su estado actual que era igual al mío. Ni el revolucionario ni yo pensábamos rendirnos, nuestro honor nos impedía rendirnos y ambos lucharíamos hasta que no pudiésemos movernos, desgraciadamente mi cuerpo ya había llegado a ese límite, sólo me mantenía en pie debido a mi técnica de samurái y a los nano reguladores que fluyen por mis venas. El astuto criminal no se quedó en usar a mi bestia como escudo sino que también la lanzó hacia mí pero la bestia estaba ya tan herida que volvió a su forma de anillo antes de llegar a mí por lo que simplemente lo cogí en el aire y volví a colocármelo en el dedo, ahora solo quedaba salir vivo de allí pero no sabía cómo, mi cuerpo era humano y no tenía fuerzas ya para usar mi poder así que sólo me quedaba emplearme a fondo en la defensa del ataque que se avecina.
El peliblanco, ahora cambiado con un aspecto más salvaje, como si hubiese adoptado una forma casi animal, con el pelo cubriendo más cuerpo que antes, una mandíbula más pronunciada y unos ojos de color dorado, se lanzó contra la pared que había cerca de mí provocando que varias piedras saliesen volando hacia fuera y algunas me golpearon, pero no les di mucha importancia ya que era un dolor menor. No podía quedarme quieto así que salté hacia atrás lo más fuerte que pude sin sobre esforzarme ya que como supuse, el albino se abalanzó nuevamente sobre mí y lo único que pude hacer fue bloquear su katana con mi O Wazamono evitando que me partiera en dos. Tras eso me quedé completamente sin fuerza y las ondas cortantes que me envió impactaron de lleno provocándome una muerte casi inmediata.
El peliblanco, ahora cambiado con un aspecto más salvaje, como si hubiese adoptado una forma casi animal, con el pelo cubriendo más cuerpo que antes, una mandíbula más pronunciada y unos ojos de color dorado, se lanzó contra la pared que había cerca de mí provocando que varias piedras saliesen volando hacia fuera y algunas me golpearon, pero no les di mucha importancia ya que era un dolor menor. No podía quedarme quieto así que salté hacia atrás lo más fuerte que pude sin sobre esforzarme ya que como supuse, el albino se abalanzó nuevamente sobre mí y lo único que pude hacer fue bloquear su katana con mi O Wazamono evitando que me partiera en dos. Tras eso me quedé completamente sin fuerza y las ondas cortantes que me envió impactaron de lleno provocándome una muerte casi inmediata.
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El espíritu casi indomable de Ökami finalmente me había doblegado por completo, dejándome anulado de cualquier capacidad de controlar el cuerpo, y haciéndome que a penas me diese cuenta de lo que sucedía.
- ... ¿Qué... está ocurriendo?...-Me preguntaba mentalmente tratando de obtener una respuesta que tardaría bastante en hallarla.
- Grrrrr.... ¡¡¡¡¡¡GRAAAAAAAAAAAAAWRRRRRHHHHHJJJJJJJJ!!!!!!!!!!- Gritaba hasta ensordecerme Ökami marcando su territorio en este combate. Esto iba a pasarme factura, era un presentimiento, desgraciadamente acertado.
El hábil Shichibukai se defendió en el último instante, evitando así acabar descuartizado... sin embargo, de poco sirvió, ya que las ondas cortantes lanzadas por Ökami le alcanzaron, provocando lo que parecía su muerte tras una leve pero intensa agonía.
Desde el interior de mi cuerpo aún no era consciente de esto, solo veía oscuridad, y de vez en cuando alguna imagen borrosa se dejaba ver durante unos segundos permitiéndome ver lo que sucedía. Mi pecho parecía agitado, la respiración era cada vez más rápida, los ojos brillaban cada vez más, y mi propio cuerpo, mi instinto, mis más profundos deseos, me pedía devorar al shichibukai en este preciso instante, sin perder tiempo. Poder beber toda su sangre; la sola imagen de la sangre resbalando por mis mandíbulas era hasta excitante; masticar y comer cada trozo de su cuerpo como si fuese lo último que comiese en toda mi vida, notar cada musculo rompiéndose y poder saborearlo, disfrutar de ese extraño tacto que tenía con la lengua y mi preciado paladar.
Poco a poco me estaba dando cuenta de todo lo que ocurría, y horrorizado quise detener esto... pero era inútil, mis propios colmillos ya se habían dirigido al cuello del Shichibukai arrancandole su nuez, masticándola con regocijo, y divirtiéndome al partirla en un solo mordisco para luego engullirlo de inmediato. Mientras tanto, los brazos de Kirito eran arrancados de cuajo de su cuerpo ante la fuerza ejercida por mi cuerpo poseído por tal espíritu.
- No... no... Ökami, deja eso coño... ¡No soy un caníbal joder!- Me repetía constantemente a sabiendas de que iba a ser inútil.
Pasados unos minutos, el cuerpo inerte y frío del shichibukai se encontraba en el centro de un gran charco de sangre con multitud de partes desmembradas y ausencias importantes de la mayoría de su cuerpo. A falta de una ciencia más evolucionada, era imposible determinar que esos restos eran del shichibukai Kirito, fallecido en un combate transcurrido en Loguetown, contra el capitán Legan Legim.
Una vez ya finalizado todo, pude respirar tranquilo, la pesadilla había terminado, aunque desde luego estaba avergonzado y trastornado, era la primera vez que el poder de Ökami me había poseído hasta el punto de devorar a una persona, me costó horrores separarme de los restos del shichibukai que aún queda. Pasados unos días, las heridas persistían, pero más marca habían dejado en mi corazón aquel hecho que se me repetía en pesadillas cada noche, el hecho de haber devorado a una persona, literalmente.. ese día, la bestia había ganado al hombre.
- ... ¿Qué... está ocurriendo?...-Me preguntaba mentalmente tratando de obtener una respuesta que tardaría bastante en hallarla.
- Grrrrr.... ¡¡¡¡¡¡GRAAAAAAAAAAAAAWRRRRRHHHHHJJJJJJJJ!!!!!!!!!!- Gritaba hasta ensordecerme Ökami marcando su territorio en este combate. Esto iba a pasarme factura, era un presentimiento, desgraciadamente acertado.
El hábil Shichibukai se defendió en el último instante, evitando así acabar descuartizado... sin embargo, de poco sirvió, ya que las ondas cortantes lanzadas por Ökami le alcanzaron, provocando lo que parecía su muerte tras una leve pero intensa agonía.
Desde el interior de mi cuerpo aún no era consciente de esto, solo veía oscuridad, y de vez en cuando alguna imagen borrosa se dejaba ver durante unos segundos permitiéndome ver lo que sucedía. Mi pecho parecía agitado, la respiración era cada vez más rápida, los ojos brillaban cada vez más, y mi propio cuerpo, mi instinto, mis más profundos deseos, me pedía devorar al shichibukai en este preciso instante, sin perder tiempo. Poder beber toda su sangre; la sola imagen de la sangre resbalando por mis mandíbulas era hasta excitante; masticar y comer cada trozo de su cuerpo como si fuese lo último que comiese en toda mi vida, notar cada musculo rompiéndose y poder saborearlo, disfrutar de ese extraño tacto que tenía con la lengua y mi preciado paladar.
Poco a poco me estaba dando cuenta de todo lo que ocurría, y horrorizado quise detener esto... pero era inútil, mis propios colmillos ya se habían dirigido al cuello del Shichibukai arrancandole su nuez, masticándola con regocijo, y divirtiéndome al partirla en un solo mordisco para luego engullirlo de inmediato. Mientras tanto, los brazos de Kirito eran arrancados de cuajo de su cuerpo ante la fuerza ejercida por mi cuerpo poseído por tal espíritu.
- No... no... Ökami, deja eso coño... ¡No soy un caníbal joder!- Me repetía constantemente a sabiendas de que iba a ser inútil.
Pasados unos minutos, el cuerpo inerte y frío del shichibukai se encontraba en el centro de un gran charco de sangre con multitud de partes desmembradas y ausencias importantes de la mayoría de su cuerpo. A falta de una ciencia más evolucionada, era imposible determinar que esos restos eran del shichibukai Kirito, fallecido en un combate transcurrido en Loguetown, contra el capitán Legan Legim.
Una vez ya finalizado todo, pude respirar tranquilo, la pesadilla había terminado, aunque desde luego estaba avergonzado y trastornado, era la primera vez que el poder de Ökami me había poseído hasta el punto de devorar a una persona, me costó horrores separarme de los restos del shichibukai que aún queda. Pasados unos días, las heridas persistían, pero más marca habían dejado en mi corazón aquel hecho que se me repetía en pesadillas cada noche, el hecho de haber devorado a una persona, literalmente.. ese día, la bestia había ganado al hombre.
Lawliet
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Solo decir que el final me ha dejado con cara de LOOOOOL. :LOL:
Pero bueno, a lo que nos concierne:
-Redacción, faltas de ortografía y demás: ambos habéis cometido más o menos las mismas faltas, pero hay un hecho que hace que la balanza se incline hacia uno de los lados: Kiri, o usas la tercera persona, o la primera XD. Esto hace que el tema de la coherencia se pierda un poco y baje puntos a mansalva. Punto para Legim.
-Ambientación y adaptación al escenario: Ambos habéis usado de manera más o menos eficiente el escenario en vuestro favor, uno tirando edificios otro lanzando rocas y polvo a su rival, entre otras cosas. Por lo que para mí es punto nulo.
-Rol bélico: Para ser ambos de niveles tan altos y con tantos ases bajo vuestras mangas, no sé, me esperaba algo más de "¡MATEMOS A SUS CABALLOS Y MONTEMOS A SUS MUJERES!", sin embargo como que os habéis contenido un poco. Aparte de esto, los ataques han estado muy bien, pero el punto se lo tengo que dar a Legim. No he parado de ver ondas cortante de energía, por parte de ambos, que conste, pero el tema de incendiarlo todo con una llamarada bestial le ha dado el punto ganador a Legim. Punto para Legim.
-Rol Descriptivo: Este punto se lo voy a dar a Legim. Aunque ambos tenéis un rol bastante bueno, el de Legim me parece mucho más realista. Puede que a veces sea más simple, pero eso es lo que hace que sea más fácil meterse en su personaje; todo lo contrario a Kirito, que lo describe absolutamente todo, y claro, a la larga cansa, muchas veces escribes frases demasiado largas o sin comas o te vas un poco por las ramas, algo que hace que decaiga el rol. Ergo, punto para Legim.
-Asumir daños respetando nomenclatura: Ambos han recibido daños respetando la nomenclatura lógica de los ataques que ha realizado su rival, así que tan solo puedo decir que punto nulo.
-Acciones cerradas: He visto el ataque que hizo Legim de la cárcel de alcohol un poco acción cerrada, por no decir bastante, así que le tengo que dar el punto a Kirito. Punto para Ryusen.
Y como un detalle extra que comentar, Kirito, por mucho que lea sigo sin saber muy bien como te escapaste de la técnica de Legim xD
Pero bueno, a lo que nos concierne:
La moderación.
-Redacción, faltas de ortografía y demás: ambos habéis cometido más o menos las mismas faltas, pero hay un hecho que hace que la balanza se incline hacia uno de los lados: Kiri, o usas la tercera persona, o la primera XD. Esto hace que el tema de la coherencia se pierda un poco y baje puntos a mansalva. Punto para Legim.
-Ambientación y adaptación al escenario: Ambos habéis usado de manera más o menos eficiente el escenario en vuestro favor, uno tirando edificios otro lanzando rocas y polvo a su rival, entre otras cosas. Por lo que para mí es punto nulo.
-Rol bélico: Para ser ambos de niveles tan altos y con tantos ases bajo vuestras mangas, no sé, me esperaba algo más de "¡MATEMOS A SUS CABALLOS Y MONTEMOS A SUS MUJERES!", sin embargo como que os habéis contenido un poco. Aparte de esto, los ataques han estado muy bien, pero el punto se lo tengo que dar a Legim. No he parado de ver ondas cortante de energía, por parte de ambos, que conste, pero el tema de incendiarlo todo con una llamarada bestial le ha dado el punto ganador a Legim. Punto para Legim.
-Rol Descriptivo: Este punto se lo voy a dar a Legim. Aunque ambos tenéis un rol bastante bueno, el de Legim me parece mucho más realista. Puede que a veces sea más simple, pero eso es lo que hace que sea más fácil meterse en su personaje; todo lo contrario a Kirito, que lo describe absolutamente todo, y claro, a la larga cansa, muchas veces escribes frases demasiado largas o sin comas o te vas un poco por las ramas, algo que hace que decaiga el rol. Ergo, punto para Legim.
-Asumir daños respetando nomenclatura: Ambos han recibido daños respetando la nomenclatura lógica de los ataques que ha realizado su rival, así que tan solo puedo decir que punto nulo.
-Acciones cerradas: He visto el ataque que hizo Legim de la cárcel de alcohol un poco acción cerrada, por no decir bastante, así que le tengo que dar el punto a Kirito. Punto para Ryusen.
Y como un detalle extra que comentar, Kirito, por mucho que lea sigo sin saber muy bien como te escapaste de la técnica de Legim xD
·Ganador·
Legan Legim.
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