Robot-chan contra Mr. Sandman

Mi nuevo cargo era realmente estresante, lejos de la recientemente adquirida misión de derrotar a un ex miembro del gorosei, las presiones por un rango mayor eran, lógicamente, mucho mayores. En cualquier caso, aprovechaba cada momento para lograr descansar, y ahora mismo se presentaba ante mí una buena oportunidad para hacerlo.

Acabábamos de derrotar a un criminal en el East Blue, y antes de volver a la base, pasaríamos cerca del famoso restaurante Baratie. Era una oportunidad única para probar los más exquisitos platos de alta cocina, aunque a una persona como yo la mayoría de platos le parecieran sacrílegos.

Decidí hacer una rápida parada, de modo que planté aquel enorme barco que seguía mis órdenes delante del, en comparación, pequeño restaurante. Era al mediodía, la hora de comer, de modo que aquel restaurante estaba completamente lleno. Había exactamente 78 personas en su interior, pero solamente dos de ellas poseían un poder digno de ser mentado.

Sobre la cubierta del enorme navío con bandera del gobierno se veía una oscura figura, cubierta por completo con una túnica de color negro, que impedía diferenciar quién era aquel sujeto. El barco, sin embargo, tenía una peculiaridad que hizo que muchos comenzaran a murmurar acerca de la identidad del misterioso hombre cubierto de negro, sobre la bandera del gobierno ondeaba una más pequeña que esta, y la pequeña bandera decía: “Kin no Ryu”.

Era él, todos murmuraban su nombre en aquel bar, entre dientes, con voz baja, temerosos de las consecuencias de pronunciar demasiado alto aquel nombre. Kyoji Kagami, “El dragón dorado”. Desde el incidente en Arabasta contra Jallial Reezek su fama se había acrecentado, se rumoreaba que pronto sería ascendido al CP6 incluso, pero por ahora era miembro del CP5, uno de los más fuertes dentro de aquel rango, y conocido por su inteligencia y su defensa perfecta en prácticamente todos los mares. Uno de los uniformados miembros del gobierno, uno de los más de cien hombres que tenía bajo sus órdenes, se dirigió a la figura enmascarada y completamente cubierta, llamando a esta “Señor Kagami”, confirmando las sospechas de todos. El Dragón Dorado estaba ahí, y todos se preguntaban la razón de ello. Unos temían que hubiera un infame pirata que hiciera al Dragón molestarse en venir, otros temían más al propio nombre del hombre de negro que a cualquier pirata, pero fueran cuales fueran las conjeturas, todos parecían asustados. O mejor dicho, casi todos. Mientras se montaba aquel jaleo, que llevaba a muchos de los clientes a esconderse en el restaurante o a huir del lugar, un sujeto estaba mirando el letrero con el nombre, completamente absorto, ignorando mi presencia, la presencia del Gobierno Mundial. Era digno de reconocimiento, alguien valiente, o estúpido, en un mar “débil” a todos los efectos. Se me antojaba alguien interesante, así que le haría una visita.

La sombra que se veía sobre la cubierta desapareció, colocándose de un salto al costado de aquel impávido muchacho, que seguramente oiría el sonido de la caída y se voltearía, pero lo hiciera o no, me presenté ante aquel tipo. Sin que él lo supiera, yo ya estaba preparado para pelear si las cosas se ponían feas, no en vano era uno de los genios del combate y la estrategia dentro del Cipher Pol.

Tendí la mano mientras se oía mi voz, entrecortada y floja con tanto ropaje que cubría mi cuerpo.

–Mi nombre es Kyoji Kagami. Es un placer. –Aquello fue todo, sencillamente esperaría a ver su reacción, y respondería de acuerdo a esta.

Off:

Aquel tipo era tan arrogante como interesante, no parecía ser un completo inútil, pero aquella actitud me desagradó enormemente, y si firmaba aquel talón con sus palabras, más le valía ser capaz de canjearlo con su cuerpo. Me decidí a poner a prueba la voluntad de aquel tipo, empezaría comprobando lo fuerte que realmente era y, si merecía la pena, me enfrentaría a él, pero aquel barco no parecía ser capaz de soportar un combate, además había demasiados civiles en él, de modo que lo mejor sería alejarnos del barco si realmente la cosa se ponía fea. Por ahora y de momento no era así, aunque yo pensaba encargarme de obligar a aquel sujeto a mostrar su mejor versión si quería derrotarme.

-Si piensas que eres capaz de derrotarme, continúa pensando. Soy el dragón dorado, por tu bien, corre.

Levanté el brazo derecho mientras formaba con la arena de este una especie de pica, con la cual me lanzaba a ensartar a aquel sujeto contra la pared. Gracias al haki observación podía adivinar sus movimientos, así que le sería difícil evadir aquel ataque. Además, la dureza de aquella arma de arena era similar a la del acero, y por si fuera poco, comencé a girar la arena un instante antes de que la punta llegara a él, convirtiendo aquella estaca de arena en un poderoso taladro perforador, capaz de dejar como un coladero a cualquier a quien golpeara. Lancé aquel ataque contra el pecho del confiado individuo, ahora comprobaríamos cómo de fuerte era aquel tipo realmente.

(Taladro perforador – AID)