Mijail Demirdjian
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La noche había caído hacía tiempo. En la calle ya sólo quedaban dos tipos de personas. La primera clase eran gente que no tenía más remedio véanse comerciantes de alcohol, guardias, cocineros, músicos... Todos con el mismo objetivo: volver a casa. Después estaba mi tipo de personas. Gente que amaba la noche y las cosas que suceden en ella. Yo, en mi particular caso, había dejado a Marco durmiendo plácidamente en la taberna y había sobornado al tabernero, el cual era un conocido de confianza, para que mintiera si alguien preguntaba por nosotros. Con él descansando en un sitio seguro tenía todo el tiempo y el derecho de disfrutar de mi primera noche en libertad en la civilización. Ahora que era como cualquier muchacho y tenía ganas de celebrarlo bebiendo algo... había que empezar a ser libre poquito a poquito.
Allí me encontraba yo: en las calles de Goa con mis peores ropas de trabajo, sin rumbo fijo y viendo las felices parejas pasar de largo. Parejas... cogidas... de la mano... mirándose... Maldita sea... no podía ponerme a pensar en eso, no ahora. Miré hacia arriba buscando la Luna y allí estaba ella mirándome desde lo más alto del cielo como si tratare de calmarme. "Te oigo, madre, te oigo". Quedé un rato mirando al cielo, dejando que su luz me bañara y por un solo segundo sentí un virginal brillo de felicidad: Por un segundo sentí que no estaba solo. Cuando volví en mi, me di eché el pelo hacia delante para tapar las cicatrices de mi frente y entré en la primera puerta que vi de aquel callejón de mala muerte.
Aquel sitio resultó ser un bar que olía a una agradable mezcla entre cerveza de trigo blanco y pan recién hecho y daba una sensación acogedora. Las mesas estaban distribuidas a ambos lados de la puerta, dejando un pasillo hasta una clásica barra de madera frente a una pared llena de licores. Sólo había un par de mesas ocupadas y tres o cuatro parroquianos en la barra. Yo, como iba a beber solo, me dirigí hacia esta. Al llegar me esperaba la típica sonrisa de camarera a diferencia de que la joven camarera no era tan típica pues poseía una belleza peculiarmente extraña. Sus cabellos eran una suerte de bucles que descendían por su pecho como una avalancha de rosas del color de la sangre. Sus ojos eran del color de la plata y sus carnosos labios se apetecían mordibles como una manzana. Me senté en un sitio libre frente a ella sin dejar de hundirme en aquellos extraños ojos e intenté devolverle la sonrisa aunque torpemente.
-¿Qué puedo servirte?- Preguntó la resultona joven.
-Pues para empezar me gustaría una de esas deliciosas cervezas de trigo.- Respondí yo a pesar de querer responder de otra manera.- Y, si eres tan amable ¿Me podrías servir también algo de comer? Se que quizás es un poco tarde pero estoy hambriento.- Dije acompañando mi petición con una sincera sonrisa con la cabeza ladeada.
Tras una pequeña mirada, la chica asintió y partió rumbo a la cocina. En un instante se me ocurrió comprobar una cosa. Esperé cinco segundo después de que se marchara y miré a los demás comensales que estaban en la misma barra. Efectivamente: Todos se había girado para seguirle el trasero con la mirada. Malditos mal nacidos. La habían mirado como si fuera la típica chica percherona de taberna. Allí estaban, como animales, haciendo comentarios y dándose codazos entre ellos. Valiente clase de estiércol ha caído en este cálido refugio. Apestan a ordinariez.
Allí me encontraba yo: en las calles de Goa con mis peores ropas de trabajo, sin rumbo fijo y viendo las felices parejas pasar de largo. Parejas... cogidas... de la mano... mirándose... Maldita sea... no podía ponerme a pensar en eso, no ahora. Miré hacia arriba buscando la Luna y allí estaba ella mirándome desde lo más alto del cielo como si tratare de calmarme. "Te oigo, madre, te oigo". Quedé un rato mirando al cielo, dejando que su luz me bañara y por un solo segundo sentí un virginal brillo de felicidad: Por un segundo sentí que no estaba solo. Cuando volví en mi, me di eché el pelo hacia delante para tapar las cicatrices de mi frente y entré en la primera puerta que vi de aquel callejón de mala muerte.
Aquel sitio resultó ser un bar que olía a una agradable mezcla entre cerveza de trigo blanco y pan recién hecho y daba una sensación acogedora. Las mesas estaban distribuidas a ambos lados de la puerta, dejando un pasillo hasta una clásica barra de madera frente a una pared llena de licores. Sólo había un par de mesas ocupadas y tres o cuatro parroquianos en la barra. Yo, como iba a beber solo, me dirigí hacia esta. Al llegar me esperaba la típica sonrisa de camarera a diferencia de que la joven camarera no era tan típica pues poseía una belleza peculiarmente extraña. Sus cabellos eran una suerte de bucles que descendían por su pecho como una avalancha de rosas del color de la sangre. Sus ojos eran del color de la plata y sus carnosos labios se apetecían mordibles como una manzana. Me senté en un sitio libre frente a ella sin dejar de hundirme en aquellos extraños ojos e intenté devolverle la sonrisa aunque torpemente.
-¿Qué puedo servirte?- Preguntó la resultona joven.
-Pues para empezar me gustaría una de esas deliciosas cervezas de trigo.- Respondí yo a pesar de querer responder de otra manera.- Y, si eres tan amable ¿Me podrías servir también algo de comer? Se que quizás es un poco tarde pero estoy hambriento.- Dije acompañando mi petición con una sincera sonrisa con la cabeza ladeada.
Tras una pequeña mirada, la chica asintió y partió rumbo a la cocina. En un instante se me ocurrió comprobar una cosa. Esperé cinco segundo después de que se marchara y miré a los demás comensales que estaban en la misma barra. Efectivamente: Todos se había girado para seguirle el trasero con la mirada. Malditos mal nacidos. La habían mirado como si fuera la típica chica percherona de taberna. Allí estaban, como animales, haciendo comentarios y dándose codazos entre ellos. Valiente clase de estiércol ha caído en este cálido refugio. Apestan a ordinariez.
Steve
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Habíamos llegado a la Isla de Dawn pocas horas antes, el Red Love Machine, barco de Sons, nuestra banda, atravesó el silencioso y oscuro mar hasta atracar en la isla, básicamente para descansar los miembros que manejaban el barco. Yo sin embargo estaba en mi camarote tumbado, mirando el techo de madera, como no hacía nada decidí levantarme de la cama, dejándola así, pues solo quería dar una vuelta y volver al barco, como mucho tomar una cerveza antes de regresar, lo que estaba claro es que no quería excederme. Me coloque la chupa de cuero de Sons, en lugar de mi habitual chaqueta negra y blanca, aparte de coger mi espada y colocarla en la parte izquierda de mi cintura, mientras me dirigía a la puerta de mi camarote, con la idea de salir del barco y adentrarme en la isla.
Andaba sin rumbo fijo, era tarde, la luna ya estaba en el centro del cielo, mostrando un enorme círculo blanco en el cielo, que iluminaba levemente las calles con la luz que desprendía, yo caminaba metiéndome por callejones, buscando un bar o una taberna abierta a esas horas de la noche y como sabía que la gente normal no tendría una abierta, buscaba en los callejones con la intención de encontrar una no muy llena de borrachos. Y al final la encontré, una pequeña taberna, escondida en un callejón de Goa y que, comparada a otras tabernas, era un pequeño oasis de paz y descubrí el porqué rápidamente, pues justo al entrar por la puerta, en el local vi a una hermosa camarera que atendía a un cliente, su cabellera me recordó a mi capitana, pero tenía unas cuantas cosas que las diferenciaban, como su color de ojos. No me quede quieto y me dirigí a la barra con la intención de sentarme al lado derecho del hombre al que habían atendido justo al entrar yo, un hombre con el pelo corto y oscuro como la noche y una piel morena, casi tostada, por lo que parecía una persona de alguna isla exótica.
Justo al sentarme, espere a que llegara la camarera, que llego con una expresión de satisfacción en el rostro, posiblemente por la cantidad de clientes que acudían al local esa noche, yo simplemente le devolví la sonrisa, casi por inercia ya que no solía fijarme en las mujeres como si fuera un baboso, como los que poblaban la barra, que solo piensan en tener relaciones sexuales.
-Si fuera tan amable de traerme una jarra de cerveza, se lo agradecería mucho.-Le dije antes de que asintiera y fuera a buscarla.
Yo mientras tanto, me desperezaba y por pura costumbre entable conversación con el hombre que estaba a mi lado, manteniendo esa sonrisa que había salido en mi rostro, simplemente por parecer amable y tener una buena conversación a la luz de la luna.
-Bonita noche ¿verdad?-Le decía lentamente, pues aun seguía medio dormido y si intentase hablar rápido mi mente haría que de mi boca solo saliese un gorgoteo ininteligible-Sobre todo la luna…
Andaba sin rumbo fijo, era tarde, la luna ya estaba en el centro del cielo, mostrando un enorme círculo blanco en el cielo, que iluminaba levemente las calles con la luz que desprendía, yo caminaba metiéndome por callejones, buscando un bar o una taberna abierta a esas horas de la noche y como sabía que la gente normal no tendría una abierta, buscaba en los callejones con la intención de encontrar una no muy llena de borrachos. Y al final la encontré, una pequeña taberna, escondida en un callejón de Goa y que, comparada a otras tabernas, era un pequeño oasis de paz y descubrí el porqué rápidamente, pues justo al entrar por la puerta, en el local vi a una hermosa camarera que atendía a un cliente, su cabellera me recordó a mi capitana, pero tenía unas cuantas cosas que las diferenciaban, como su color de ojos. No me quede quieto y me dirigí a la barra con la intención de sentarme al lado derecho del hombre al que habían atendido justo al entrar yo, un hombre con el pelo corto y oscuro como la noche y una piel morena, casi tostada, por lo que parecía una persona de alguna isla exótica.
Justo al sentarme, espere a que llegara la camarera, que llego con una expresión de satisfacción en el rostro, posiblemente por la cantidad de clientes que acudían al local esa noche, yo simplemente le devolví la sonrisa, casi por inercia ya que no solía fijarme en las mujeres como si fuera un baboso, como los que poblaban la barra, que solo piensan en tener relaciones sexuales.
-Si fuera tan amable de traerme una jarra de cerveza, se lo agradecería mucho.-Le dije antes de que asintiera y fuera a buscarla.
Yo mientras tanto, me desperezaba y por pura costumbre entable conversación con el hombre que estaba a mi lado, manteniendo esa sonrisa que había salido en mi rostro, simplemente por parecer amable y tener una buena conversación a la luz de la luna.
-Bonita noche ¿verdad?-Le decía lentamente, pues aun seguía medio dormido y si intentase hablar rápido mi mente haría que de mi boca solo saliese un gorgoteo ininteligible-Sobre todo la luna…
Mijail Demirdjian
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Esperando apoyado en aquella barra traté de pensar cual debería ser mi siguiente movimiento. Debía recapitular. Para empezar éramos dos mocosos con menos de mil berries entre los dos y probablemente nos comenzaría a buscar el Gobierno en cuanto se dieran cuenta de que faltamos. Estamos hablando de dos implicados en la desaparición de un investigador armamentístico del Gobierno Mundial... no es moco de pavo la cosa. Sin olvidar que nos comimos su cara en términos generales. Quizás debíamos desaparecer un tiempo del mapa pero... ¿Cómo? Si viajábamos en un barco comercial nos registrarían y la marina seguiría nuestros pasos. Por otro lado no podríamos sobornar a unos mercaderes para que nos llevaran escondidos, pues eso conllevaría un gasto económico que no podemos permitirnos. Sólo hay una manera de salir de Dawn... y esa era en un barco de piratas. Esa no era ni de broma la idea más agradable pero era, de lejos, la más viable. Aun así habría que ver cómo podríamos convencer a un pirata para que nos dejase ir con su tripulación a un lugar lejos de Dawn.
Mis profundos pensamientos se vieron interrumpidos por la visión de una jarra de cerveza y un plato de pan con mantequilla y mermelada frente a mi. El olor que desprendía el pan era algo mágico y la mantequilla derritiendose formaba una suerte en de cuadro impresionista junto con la mermelada. La jarra de cerveza, a su vez, mostraba una fina capa de humedad condensada que le daba una apariencia, cuanto menos, apetecible. Sólo pensar probar aquello me producía un leve éxtasis. Esta era la forma en la que yo apreciaba la belleza de las cosas.
-Mil gracias ¿Sería tan amable de rebelarme tu nombre?- dije acompañando la pregunta con la mejor de mis sonrisas y mirándola suavemente a los ojos. La reacción de la chica fue una nerviosa sonrisa y una sonrojada huida hacia la cocina. Reí levemente ante su actitud inocente. La verdad es que me intrigaba el psique de esa muchacha. Quizás le diga que...
-Bonita noche ¿verdad? Sobretodo la Luna.- Dijo una voz a mi derecha sacándome para sacarme de mi pompa.
En lugar de un palurdo borracho me encontré con un hombre moreno de pelo largo y fuerte complexión, lleno de cicatrices que cubrían su rostro. Eso junto con su bandana roja sólo me podían indicar que no era un cualquiera. Su piel estaba curtida como el cuero por el Sol y su barba estaba poco cuidada y sus manos parecían duras y trabajadas... Una ligera idea se comenzaba a formar en mi mente sobre aquel tipo. Pero de repente le miré a los ojos: tenía los ojos de un fiero león. No me había dicho lo de la Luna por azar. Tampoco me mentía y veía claramente algo en él: podía ver con claridad que veía a la Luna con los mismos ojos que yo. Podía ver que no era una treta. Extrañamente ,y sólo como pocas veces ha pasado en mi vida, este tipo comenzó con buen pié conmigo. Quizás, por alguna razón, el astro madre me había llevado allí por alguna razón.
-La Luna está bonita todas las noches pero hoy tiene un brillo especial.- Respondí con una leve sonrisa. Aquel tipo también me intrigaba.
Mis profundos pensamientos se vieron interrumpidos por la visión de una jarra de cerveza y un plato de pan con mantequilla y mermelada frente a mi. El olor que desprendía el pan era algo mágico y la mantequilla derritiendose formaba una suerte en de cuadro impresionista junto con la mermelada. La jarra de cerveza, a su vez, mostraba una fina capa de humedad condensada que le daba una apariencia, cuanto menos, apetecible. Sólo pensar probar aquello me producía un leve éxtasis. Esta era la forma en la que yo apreciaba la belleza de las cosas.
-Mil gracias ¿Sería tan amable de rebelarme tu nombre?- dije acompañando la pregunta con la mejor de mis sonrisas y mirándola suavemente a los ojos. La reacción de la chica fue una nerviosa sonrisa y una sonrojada huida hacia la cocina. Reí levemente ante su actitud inocente. La verdad es que me intrigaba el psique de esa muchacha. Quizás le diga que...
-Bonita noche ¿verdad? Sobretodo la Luna.- Dijo una voz a mi derecha sacándome para sacarme de mi pompa.
En lugar de un palurdo borracho me encontré con un hombre moreno de pelo largo y fuerte complexión, lleno de cicatrices que cubrían su rostro. Eso junto con su bandana roja sólo me podían indicar que no era un cualquiera. Su piel estaba curtida como el cuero por el Sol y su barba estaba poco cuidada y sus manos parecían duras y trabajadas... Una ligera idea se comenzaba a formar en mi mente sobre aquel tipo. Pero de repente le miré a los ojos: tenía los ojos de un fiero león. No me había dicho lo de la Luna por azar. Tampoco me mentía y veía claramente algo en él: podía ver con claridad que veía a la Luna con los mismos ojos que yo. Podía ver que no era una treta. Extrañamente ,y sólo como pocas veces ha pasado en mi vida, este tipo comenzó con buen pié conmigo. Quizás, por alguna razón, el astro madre me había llevado allí por alguna razón.
-La Luna está bonita todas las noches pero hoy tiene un brillo especial.- Respondí con una leve sonrisa. Aquel tipo también me intrigaba.
Steve
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El hombre me miro, casi escudriñándome, para responder después con una leve sonrisa afirmando ese hecho, al parecer no era el único que se daba cuenta de esas cosas, lo cual despertó mi curiosidad en aquel tipo, era tarde y no parecía uno de esos hombres que solo estaban ahí por la camarera, tenía un halo misterioso y que no podía descifrar solo con mirarle a los ojos, así que no me quedaba más que preguntarle.
-Tus palabras son muy acertadas, la luna esta bonita toda las noches… Oh, que descortés por mi parte, mi nombre es Abyss. ¿Y el tuyo?-Le dije mirándole a la cara, intentando descubrir que era lo que ocultaba ese hombre.
Y después me fije en unas pequeñas ventanas a nuestra izquierda, pues aunque en el local había una iluminación propia, por estas entraba el leve resplandor de la luna, la camarera de cabellos ardientes me despertó de mi ensoñación cuando me trajo una enorme jarra de cerveza, realmente era una belleza al mirarla bien, y aunque si quisiera podría intentar ligar con ella como hacían todos los hombres de la barra, no me interesaba, no porque fuera poco agraciada, era más bien el vivir en constante riesgo lo que me había hecho separarme con esa intención del sexo opuesto, así que solo le agradecí con un leve movimiento de la cabeza y empecé a beber de la jarra, mientras me volvía a sumergir en mis pensamientos, olvidándome de la gente de mi alrededor por unos segundos, solo hasta que acabe ese trago de cerveza y la volví a apoyar en la barra de madera, sobre un posavasos que se quedaba pequeño para el tamaño de la jarra y volvía a mirar al hombre enigmático, para hacerle una propuesta.
-Oye, se que la camarera es guapa ¿pero me acompañaría esta noche? Al fin y al cabo, es la única que pasare en la ciudad.-Decía mientras dejaba el pago por mi bebida y un extra y me encaminaba a la salida, sin mirar si ese hombre me seguía o no.
-Tus palabras son muy acertadas, la luna esta bonita toda las noches… Oh, que descortés por mi parte, mi nombre es Abyss. ¿Y el tuyo?-Le dije mirándole a la cara, intentando descubrir que era lo que ocultaba ese hombre.
Y después me fije en unas pequeñas ventanas a nuestra izquierda, pues aunque en el local había una iluminación propia, por estas entraba el leve resplandor de la luna, la camarera de cabellos ardientes me despertó de mi ensoñación cuando me trajo una enorme jarra de cerveza, realmente era una belleza al mirarla bien, y aunque si quisiera podría intentar ligar con ella como hacían todos los hombres de la barra, no me interesaba, no porque fuera poco agraciada, era más bien el vivir en constante riesgo lo que me había hecho separarme con esa intención del sexo opuesto, así que solo le agradecí con un leve movimiento de la cabeza y empecé a beber de la jarra, mientras me volvía a sumergir en mis pensamientos, olvidándome de la gente de mi alrededor por unos segundos, solo hasta que acabe ese trago de cerveza y la volví a apoyar en la barra de madera, sobre un posavasos que se quedaba pequeño para el tamaño de la jarra y volvía a mirar al hombre enigmático, para hacerle una propuesta.
-Oye, se que la camarera es guapa ¿pero me acompañaría esta noche? Al fin y al cabo, es la única que pasare en la ciudad.-Decía mientras dejaba el pago por mi bebida y un extra y me encaminaba a la salida, sin mirar si ese hombre me seguía o no.
Marco Drummond
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La casa estaba ardiendo, los disparos surcaban el aire y el humo y el olor a pólvora inundaban mis pulmones… Nosotros solo corríamos, corríamos intentado escapar de aquel odioso lugar que, ahora, se estaba convirtiendo en un crematorio que anhelaba nuestras almas. Y sin embargo, por más que intentáramos alejarnos, no conseguíamos ni un centímetro de distancia más. Aquella mansión estaba siempre en el mismo sitio y, de hecho, parecía acercarse. Sus enormes pasillos ardientes parecían querer tragarnos y sus amplios ventanales humeantes nos miraban con odio. Si todos morían, nosotros también. Era nuestro deber, vivir y morir por aquel lugar… Poco a poco nos iba alcanzando… Y ya tenía a Misha.
Notaba mi cuerpo, perlado por el sudor, frío y húmedo y aun así, todavía tenía la sensación de que el mismo infierno me estaba persiguiendo. Por suerte, mi turbada mente estaba empezando a entender que todo aquello debía haber sido un sueño, así que mi temor fue disminuyendo… Hasta que vi que Mijail no estaba en el cuarto conmigo.
Un terror atroz se apoderó de mí. Acabábamos de salir de aquel horrible sitio… ¿A dónde había podido ir Mij? No quería quedarme solo, menos en aquel oscuro lugar, iluminado solo por el tenue brillo de una luna y estrellas que las cortinas no dejaban pasar. Decidí abrirlas. Tal vez él estaba en el baño o no me había fijado bien en la habitación, razón para no haberle visto.
No supe que hacer durante casi diez minutos. No sabía a donde ir ni por dónde empezar a buscarle. Lo único que sabía a ciencia cierta es que, si no estaba ahí, debía echar un vistazo fuera, en los alrededores. Me vestí tan rápidamente como pude, de manera desastrosa para ser sincero, con apenas una camiseta de manga larga con más de un remiendo y unos pantalones que parecían heredados de mi bisabuelo del uso que tenían. Me calcé mis botas viejas y todo lo deprisa que me permitió la chirriante taberna en la que nos encontrábamos (pues de ir muy rápido, hubiera despertado al resto de clientes), salí de aquel lugar, con la esperanza de encontrar a mi hermano.
Con la respiración entrecortada, corriendo por las calles de aquella ciudad, buscaba entre los rostros de la gente la cara de la única persona que podía considerar mi familia. Solo esperaba encontrarle cuanto antes… Todavía no estaba preparado para volver a estar solo.
-¡Misha!-
Notaba mi cuerpo, perlado por el sudor, frío y húmedo y aun así, todavía tenía la sensación de que el mismo infierno me estaba persiguiendo. Por suerte, mi turbada mente estaba empezando a entender que todo aquello debía haber sido un sueño, así que mi temor fue disminuyendo… Hasta que vi que Mijail no estaba en el cuarto conmigo.
Un terror atroz se apoderó de mí. Acabábamos de salir de aquel horrible sitio… ¿A dónde había podido ir Mij? No quería quedarme solo, menos en aquel oscuro lugar, iluminado solo por el tenue brillo de una luna y estrellas que las cortinas no dejaban pasar. Decidí abrirlas. Tal vez él estaba en el baño o no me había fijado bien en la habitación, razón para no haberle visto.
Sin embargo, daba igual la luz que hubiese. Mijail no estaba en aquel lugar.
No supe que hacer durante casi diez minutos. No sabía a donde ir ni por dónde empezar a buscarle. Lo único que sabía a ciencia cierta es que, si no estaba ahí, debía echar un vistazo fuera, en los alrededores. Me vestí tan rápidamente como pude, de manera desastrosa para ser sincero, con apenas una camiseta de manga larga con más de un remiendo y unos pantalones que parecían heredados de mi bisabuelo del uso que tenían. Me calcé mis botas viejas y todo lo deprisa que me permitió la chirriante taberna en la que nos encontrábamos (pues de ir muy rápido, hubiera despertado al resto de clientes), salí de aquel lugar, con la esperanza de encontrar a mi hermano.
“Maldita sea Misha… ¿Dónde te has metido?”
Con la respiración entrecortada, corriendo por las calles de aquella ciudad, buscaba entre los rostros de la gente la cara de la única persona que podía considerar mi familia. Solo esperaba encontrarle cuanto antes… Todavía no estaba preparado para volver a estar solo.
Mijail Demirdjian
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No parecía un tipo con el que se pudiera jugar así que simplemente no lo hice. Tenía pinta de ser una persona seria así que simplemente me mostré lo más cordial que mi estado me permitió. Tenía que jugar bien mis fichas ahora que no tenía a ningún lugar al que huir. Debía tener en cuenta que mis acciones podrían afectar a Marco de manera directa. Con cuidado Mijail, con cuidado. Era igual: pensaría mejor con el estómago lleno. Le di un bocado a la tostada y una chispeante cascada de sabores sedujo mi paladar. Estaba deliciosa: la fina frambuesa hervida a fuego lento con ese toque ácido... la aromática canela abrazando a la frambuesa... y la mantequilla... como si envolviera a todo lo anterior con un dulce velo de cremosidad. Tras quedar maravillado bebí un largo trago de la pesada jarra de cerveza, dejándola casi a la mitad.
-Perséfone...- Escuché delante de mi. Al elevar la mirada me encontré con ese ojos plateados escudriñándome.
-Perséfone...¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Quién sino el Dios del inframundo osaría arrebatarte del paraíso para traerte al infierno de mi vida?- Dije con voz rimbombante y satírica llevándome la mano al pecho. Cómo no, haciendo el payaso para arrancar una inocente risa de mujer. Al ver que ella rió con mi sandez me recoloqué de nuevo en mi sitio.- En serio, Perséfone, esta tostada está deliciosa ¿Tienes novio? Y por favor, no me partas el corazón diciéndome que estás casada.
La chica rió coquetamente y se marchó dando saltitos hacia la cocina. Una vez que esta desapareció me giré de nuevo hacia el hombre misterioso que pareció identificarse por el extraño nombre de Abyss.
-Discúlpame pero cuando una hermosa dama además de cocinar es delicada hay algo en mi que aflora sin remedio. Le pido mil disculpas por mi mala educación...- Hice una leve mueca para indicar que no podía evitarlo y lancé una enorme sonrisa pues la reacción de la chica me había puesto de buen humor.- Soy Mijail Demirdjian para servirle a usted y a dios, señor Abyss.- Me introduje para hacer después una leve reverencia.
A pesar de mi rostro sonriente, no pude evitar una leve mueca al oír que esa sería la única noche que pasaría en la ciudad. ¿Acaso marcharía y no podría disfrutar más de una conversación coherente? Pero lo que más me preocupaba era que si salía de la isla ¿Podría convencer a alguien de que nos llevase en tan poco tiempo? Era difícil de saber... y lo que era más importante: ¿De verdad nos convenía ir con él? Muchas preguntas y apenas un paseo para obtener respuestas. Fuera como fuese, le hice un gesto de aprobación a su invitación y procedí a pagar la cuenta más un pequeño plus. Tomé la mitad de la tostada con una servilleta para que Marco la probara y bebí de un largo trago lo que me quedaba de cerveza, lo cual era aproximadamente tres cuartos de jarra. Esto provocó un momentáneo mareo hasta que volví a coger aire. Una vez hecho esto me dispuse a salir junto con Abyss pero no sin antes pararme ante la puerta.
-Por cierto...- dije girándome hacia los truhanes de la barra para después echarle un vistazo a la puerta de las cocinas.-... así es como se hace, patanes.
Salí entonces dispuesto a reunirme con... ¿ patanes? ¿ era eso lo único que se me había ocurrido? ¿un maldito adjetivo calificativo? Debía ser la cerveza de golpe... en cualquier caso, seguí al tipo para dar una vuelta con él a la luz de nuestra preciada madre.
-Perséfone...- Escuché delante de mi. Al elevar la mirada me encontré con ese ojos plateados escudriñándome.
-Perséfone...¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Quién sino el Dios del inframundo osaría arrebatarte del paraíso para traerte al infierno de mi vida?- Dije con voz rimbombante y satírica llevándome la mano al pecho. Cómo no, haciendo el payaso para arrancar una inocente risa de mujer. Al ver que ella rió con mi sandez me recoloqué de nuevo en mi sitio.- En serio, Perséfone, esta tostada está deliciosa ¿Tienes novio? Y por favor, no me partas el corazón diciéndome que estás casada.
La chica rió coquetamente y se marchó dando saltitos hacia la cocina. Una vez que esta desapareció me giré de nuevo hacia el hombre misterioso que pareció identificarse por el extraño nombre de Abyss.
-Discúlpame pero cuando una hermosa dama además de cocinar es delicada hay algo en mi que aflora sin remedio. Le pido mil disculpas por mi mala educación...- Hice una leve mueca para indicar que no podía evitarlo y lancé una enorme sonrisa pues la reacción de la chica me había puesto de buen humor.- Soy Mijail Demirdjian para servirle a usted y a dios, señor Abyss.- Me introduje para hacer después una leve reverencia.
A pesar de mi rostro sonriente, no pude evitar una leve mueca al oír que esa sería la única noche que pasaría en la ciudad. ¿Acaso marcharía y no podría disfrutar más de una conversación coherente? Pero lo que más me preocupaba era que si salía de la isla ¿Podría convencer a alguien de que nos llevase en tan poco tiempo? Era difícil de saber... y lo que era más importante: ¿De verdad nos convenía ir con él? Muchas preguntas y apenas un paseo para obtener respuestas. Fuera como fuese, le hice un gesto de aprobación a su invitación y procedí a pagar la cuenta más un pequeño plus. Tomé la mitad de la tostada con una servilleta para que Marco la probara y bebí de un largo trago lo que me quedaba de cerveza, lo cual era aproximadamente tres cuartos de jarra. Esto provocó un momentáneo mareo hasta que volví a coger aire. Una vez hecho esto me dispuse a salir junto con Abyss pero no sin antes pararme ante la puerta.
-Por cierto...- dije girándome hacia los truhanes de la barra para después echarle un vistazo a la puerta de las cocinas.-... así es como se hace, patanes.
Salí entonces dispuesto a reunirme con... ¿ patanes? ¿ era eso lo único que se me había ocurrido? ¿un maldito adjetivo calificativo? Debía ser la cerveza de golpe... en cualquier caso, seguí al tipo para dar una vuelta con él a la luz de nuestra preciada madre.
Steve
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El hombre se disculpó, aunque realmente entendía sus motivos, la muchacha posiblemente era lo más hermoso que habría en varios kilómetros a la redonda, el club de fans que tenía por ahí lo demostraba y escuche el nombre del hombre mientras veía como aquellos babosos se habían quedado descolocados, pues un solo hombre había logrado lo que ellos seguramente habrían intentado varias veces, hasta ahí llegaba el poder de la palabra.
Ante mis palabras de que sería la única noche que pasaría en la ciudad el hombre hizo una mueca, como si hubiese despertado su curiosidad o simplemente quisiera algo de mí, aun así ya tendría oportunidad de saber sus motivos, la noche era larga y la luna nos sonreía, pero antes de salir, se giro a los sujetos de la barra y le dedico unas palabras despectivas, para después salir del local.
Me movía a paso lento, como si fuéramos sombras que nos deslizáramos entre las calles a las altas horas de la noche que eran, yo iba marcando el paso, mientras disfrutaba de la ciudad y de ese silencio que reinaba en el lugar, extrañamente interrumpido por el sonido del viento o de alguna taberna que tenía demasiada clientela, mi intención era de enseñarle porque estaría solo ese día en la isla, así que me seguí moviendo a un paso tranquilo, pues quería disfrutar de aquella magnífica noche. Tardamos un rato en llegar, pero al final llegamos a una calle desde la que se podía ver el puerto y claramente el barco de Sons, más grande que la mayoría, pues eran barcos pesqueros, lentamente levante el brazo derecho señalando al barco mientras sentía como una leve brisa marina nos rodeaba, bailando con mis cabellos de color oscuro.
-Eso es el porqué de mi tan corta estadía en el lugar, el mar es mi destino. Y dime, ¿tu porque estás aquí? No pareces el típico lobo de mar Mijail, tu procedencia es distinta a la de los demás y eso me intriga.-Le pregunte mirándole a la cara, con una expresión tranquila, pues no quería incomodarlo.
Ante mis palabras de que sería la única noche que pasaría en la ciudad el hombre hizo una mueca, como si hubiese despertado su curiosidad o simplemente quisiera algo de mí, aun así ya tendría oportunidad de saber sus motivos, la noche era larga y la luna nos sonreía, pero antes de salir, se giro a los sujetos de la barra y le dedico unas palabras despectivas, para después salir del local.
Me movía a paso lento, como si fuéramos sombras que nos deslizáramos entre las calles a las altas horas de la noche que eran, yo iba marcando el paso, mientras disfrutaba de la ciudad y de ese silencio que reinaba en el lugar, extrañamente interrumpido por el sonido del viento o de alguna taberna que tenía demasiada clientela, mi intención era de enseñarle porque estaría solo ese día en la isla, así que me seguí moviendo a un paso tranquilo, pues quería disfrutar de aquella magnífica noche. Tardamos un rato en llegar, pero al final llegamos a una calle desde la que se podía ver el puerto y claramente el barco de Sons, más grande que la mayoría, pues eran barcos pesqueros, lentamente levante el brazo derecho señalando al barco mientras sentía como una leve brisa marina nos rodeaba, bailando con mis cabellos de color oscuro.
-Eso es el porqué de mi tan corta estadía en el lugar, el mar es mi destino. Y dime, ¿tu porque estás aquí? No pareces el típico lobo de mar Mijail, tu procedencia es distinta a la de los demás y eso me intriga.-Le pregunte mirándole a la cara, con una expresión tranquila, pues no quería incomodarlo.
Marco Drummond
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mujeres con poca ropa, hombres oliendo a alcohol o de dudosa apariencia, guardias de seguridad cansados y maltrechos, incluso algún que otro marine era lo único que, hasta ahora, había podido encontrar. No importaba que fuese alrededor de la posada o que me alejase más: Goa era demasiado grande como para encontrar a Mijail, sobre todo si ya llevaba mucho rato fuera. Y el problema era que no sabía hace cuanto se había marchado de nuestra habitación.
Respiré hondo e intenté tranquilizarme. La melodía de un acordeón, producida por un músico callejero, me ayudó bastante a recapitular. Si, Misha estaba fuera, pero... ¿Porqué? Había muchas opciones. Tal vez solo quería dar una vuelta, aunque también podía haber ocurrido algo malo. Estaba la posibilidad incluso de que se le hubiera presentado algún tipo de oportunidad para solucionar la situación en que nos habíamos metido. Al fin y al cabo, nos estábamos escapando de nuestro "hogar", y no solo eso, sino también de quien hubiera atacado la casa aquella noche. Dios, ni siquiera sabía si mi padre y hermanastros seguían vivos...
Sin embargo, poco a poco esas preocupaciones fueron desapareciendo, gracias al arrullo de la armoniosa melodía de aquel instrumento. De hecho, acabé por quedarme absorto delante de aquel hombre que tocaba, enamorado de la lenta y amorosa canción que emanaba de sus dedos... Y claro, así ni siquiera fui consciente de que Mijail, aquel al que estaba buscando, había salido de un callejón cercano.
De hecho para cuando me dí cuenta de su presencia, él ya estaba lejos. Con cierta celeridad y agradeciendo y maldiciendo a la vez el haberme topado con tan maravillosa música, corrí hacia la dirección donde le había visto, mientras que aquella sonata seguía sonando a mis espaldas. Pero algo me pilló por sorpresa, algo que no esperaba. Misha estaba acompañado...
-"¿Quién es ese hombre?"- Ahora si que no entendía nada, me quedé parado, acompañado por el tranquilo ritmo que inundaba el lugar ¿Qué debía hacer? Estaba claro que no quería quedarme solo, en medio de la calle, pero si mi hermano estaba haciendo algo privado, algo que no debería saber (o eso suponía, tras haberse ido a encontrarse con un hombre a altas horas de la noche, sin decirme nada) tampoco estaría bien presentarme sin más...
Tras pensarlo demasiado y ver como se alejaban solo se me ocurrió seguirlos sin mostrarme. Así no le perdería la vista a Misha, no me quedaría solo y si me encontraban... Solo tenía que decirle a mi hermano que le estaba buscando... Aunque prefería que no me pillasen para ahorrarme el bochorno.
Intentando camuflarme entre la poca gente que todavía andaba por aquellas calles, fui poco a poco detrás de los dos hombres, mientras que la música se perdía en la lejanía, sintiéndome de golpe completamente idiota por lo que estaba haciendo, pero todavía impelido por la situación a mantener aquella persecución. Tras una buena caminata, estábamos ya viendo el puerto en el horizonte. Yo me encontraba bastante lejos de ellos, detrás de unos barriles que había encontrado mirando como hablaban, pues desde mi posición no podía oír nada. Me mantenía agachado, mirando por encima de aquellos toneles que me ofrecían cobertura, y luego procedía a agacharme cuando alguno de los dos miraban hacia mi dirección.
El problema fue la botella. Algún borracho había dejado una botella de cristal medio vacía encima de una de las tinas, y tras un rápido movimiento en el que creía que podían haberme visto, la botella cayó al suelo, esparciéndose el chirriante y fuerte sonido por todo la calle. Dios, hasta había despertado a un par de gatos que no andaban lejos de mí. Me quedé entonces bastante quieto, mientras uno de aquellos mininos decidió hacer todo un alboroto por haberle sacado del regazo de Morfeo. Yo solo podía hacer gestos con las manos, intentando que se callase, pero aquel felino no entendía la mímica y lo único que conseguí fue que aumentase el volumen. Sería un milagro que no me descubriesen... Lo que me temía era lo que podía ocurrir después y el posible cabreo de Mijail.
Mijail Demirdjian
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una vez salí a la calle lo primero que hice fue mirar la hermosa Luna. Le agradecí pues que me hubiera guiado hasta la libertad, hasta mi estado actual. Si no la hubiera mirado cada noche... si no la hubiera escuchado diciéndome "adelante, Mijail: nadie puede apresar tu alma. Libera también tu cuerpo".... Si me hubiera conformado con la vida que llevaba ahora mismo estaría abierto en canal en la mesa de operaciones esperando a que me ensamblaran mejoras mecánicas o flotando en estado de semi-inconsciencia en un enorme tubo lleno de líquido amniótico. Si no fuese por ella ahora Marco estaría gritando mientras le laceran la piel para sustituirla por algún tipo de material sintético... Si no fuera por ella ahora no tendríamos lo único que nos quedaba en aquel lugar infernal: la voluntad. La verdad que le debía una vida entera.
Estaba saliendo junto con Abyss del callejón cuando me señaló lo que en un principio no vi por su inmensidad: Un enorme barco. El más grande que yo jamás hubiera visto. Sus mástiles eran más altos que la fachada de Villa Lázaro y los demás barcos del puerto parecían cáscaras de nuez a su lado. Miré a Abyss sin comprender y entonces lo vi: Sons of Anarchy. Los recuerdos llegaron a mi mente lentamente como un viejo amigo que entra en tu habitación... recordé aquellas hojas encima de la mesa de la cocina. Era ese Abyss. Estaba hablando con un hombre por el que ofrecían más de cien millones de berries estuviese vivo o muerto y no podía hacerme siquiera una idea de lo que eso implicaba. Más de cien millones... debía haber molestado mucho al gobierno para ponerle esa recompensa lo cual me hacía sentir una mezcla entre el temor y la más profunda de las admiraciones. Definitivamente no era un cualquiera así que dejé de fingir. Si él quería podía hacer conmigo lo que le diera la gana sin tener que dar explicaciones a nadie. Claramente, había tenido la mala suerte de toparme con él. O en el caso de que jugara bien mis cartas, la suerte: no se veía una persona que fuera agresivo hacia mi y tampoco tenía pinta de querer aparentar nada.
-Comprendo...- Dije mirando pensativo al cielo.- Creo que si me has sido tan sincero sería poco cortés no serlo por mi parte...- Me paré en seco y me lo quedé mirando a los ojos unos instantes para luego levantar mi flequillo mostrando las siete cruces en mi frente.- Soy Mijail Demirdjian, antiguo sirviente de medio rango de la Villa Lázaro. El amo me tomó como esclavo después de que vendiera a mi clan de nómadas al gobierno mundial.- Me presenté intentando contener las expresiones de mi rostro. Era difícil pero si existía un momento para ser sinceros, era ese.- Hace menos de una semana tuvo lugar el plan que tramé para atraer a los revolucionarios a los que ayudaba mi padre para que tomaran represalias contra mi amo, que construía ciborgs a partir de esclavos con una voluntad controlada bajo el gobierno mundial. Aproveché el saqueo para asesinar a mi amo y huir de aquel lugar con otro sirviente hijastro suyo que corría la misma suerte que yo.- Tragué saliva respirando fuerte.- Es lo que me queda en el mundo, mi señor... en términos generales estamos huyendo. Y buscamos la manera de salir de la isla sin dejar un rastro que seguir por la marina. Cuando se enteren de que su investigación sobre los ciborg ha sido destruida no les faltará tiempo para tratar de encontrarnos.
Dejé caer mi flequillo de nuevo dejando oculta de nuevo mi marca étnica de esclavo. No sabía como iba a reaccionar aquel pirata a lo que le había dicho pero una vez conseguí sacar aquella angustiosa verdad de mi, no me quedó miedo que mostrarle. Le miré con toda la humildad y decisión que tenía pues tenía que arriesgar si quería ganar. Quizás el hecho de que hubiera ayudado a su causa pirata podría resultarle grato. Quizás le conmoviera o quizás le hiciera gracia. Una vez dicha la verdad tal y como la Luna quiere, no hay nada más que añadir. Estaba esperando la respuesta de Abyss cuando escuché una botella caer al suelo detrás nuestra para a continuación sonar el estruendo de un gato. Me giré para comprobar con asombro cómo Marco quedaba paralizado como intentando que no lo viera. A todo esto mi cara quedó hecha un poker.
-Marco... ¿Te crees que soy un T-rex y no te veo si no te mueves?- Dije seriamente con mi agudeza habitual. Suspiré y borré mi semblante para dedicarle una sonrisa: No podía enfadarme con él.- Creía que estarías dormido. No te quedes ahí, ven: te quiero presentar a alguien.- Dije haciéndole un gesto para que se acercara.
Estaba saliendo junto con Abyss del callejón cuando me señaló lo que en un principio no vi por su inmensidad: Un enorme barco. El más grande que yo jamás hubiera visto. Sus mástiles eran más altos que la fachada de Villa Lázaro y los demás barcos del puerto parecían cáscaras de nuez a su lado. Miré a Abyss sin comprender y entonces lo vi: Sons of Anarchy. Los recuerdos llegaron a mi mente lentamente como un viejo amigo que entra en tu habitación... recordé aquellas hojas encima de la mesa de la cocina. Era ese Abyss. Estaba hablando con un hombre por el que ofrecían más de cien millones de berries estuviese vivo o muerto y no podía hacerme siquiera una idea de lo que eso implicaba. Más de cien millones... debía haber molestado mucho al gobierno para ponerle esa recompensa lo cual me hacía sentir una mezcla entre el temor y la más profunda de las admiraciones. Definitivamente no era un cualquiera así que dejé de fingir. Si él quería podía hacer conmigo lo que le diera la gana sin tener que dar explicaciones a nadie. Claramente, había tenido la mala suerte de toparme con él. O en el caso de que jugara bien mis cartas, la suerte: no se veía una persona que fuera agresivo hacia mi y tampoco tenía pinta de querer aparentar nada.
-Comprendo...- Dije mirando pensativo al cielo.- Creo que si me has sido tan sincero sería poco cortés no serlo por mi parte...- Me paré en seco y me lo quedé mirando a los ojos unos instantes para luego levantar mi flequillo mostrando las siete cruces en mi frente.- Soy Mijail Demirdjian, antiguo sirviente de medio rango de la Villa Lázaro. El amo me tomó como esclavo después de que vendiera a mi clan de nómadas al gobierno mundial.- Me presenté intentando contener las expresiones de mi rostro. Era difícil pero si existía un momento para ser sinceros, era ese.- Hace menos de una semana tuvo lugar el plan que tramé para atraer a los revolucionarios a los que ayudaba mi padre para que tomaran represalias contra mi amo, que construía ciborgs a partir de esclavos con una voluntad controlada bajo el gobierno mundial. Aproveché el saqueo para asesinar a mi amo y huir de aquel lugar con otro sirviente hijastro suyo que corría la misma suerte que yo.- Tragué saliva respirando fuerte.- Es lo que me queda en el mundo, mi señor... en términos generales estamos huyendo. Y buscamos la manera de salir de la isla sin dejar un rastro que seguir por la marina. Cuando se enteren de que su investigación sobre los ciborg ha sido destruida no les faltará tiempo para tratar de encontrarnos.
Dejé caer mi flequillo de nuevo dejando oculta de nuevo mi marca étnica de esclavo. No sabía como iba a reaccionar aquel pirata a lo que le había dicho pero una vez conseguí sacar aquella angustiosa verdad de mi, no me quedó miedo que mostrarle. Le miré con toda la humildad y decisión que tenía pues tenía que arriesgar si quería ganar. Quizás el hecho de que hubiera ayudado a su causa pirata podría resultarle grato. Quizás le conmoviera o quizás le hiciera gracia. Una vez dicha la verdad tal y como la Luna quiere, no hay nada más que añadir. Estaba esperando la respuesta de Abyss cuando escuché una botella caer al suelo detrás nuestra para a continuación sonar el estruendo de un gato. Me giré para comprobar con asombro cómo Marco quedaba paralizado como intentando que no lo viera. A todo esto mi cara quedó hecha un poker.
-Marco... ¿Te crees que soy un T-rex y no te veo si no te mueves?- Dije seriamente con mi agudeza habitual. Suspiré y borré mi semblante para dedicarle una sonrisa: No podía enfadarme con él.- Creía que estarías dormido. No te quedes ahí, ven: te quiero presentar a alguien.- Dije haciéndole un gesto para que se acercara.
Steve
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Escuche su historia, un esclavo… no, un hombre que había huido recientemente de la esclavitud a la que había sido sometido, que a saber cuánto tiempo estuvo sometido por aquel hombre que hacía algo tan horrible como construir ciborgs para el Gobierno Mundial. Pero huyo asesinando a su captor, o mejor dicho huyeron pues al parecer se fue con otra persona, un hijastro del hombre que lo había esclavizado. Y por el poco tiempo, seguramente serían perseguidos todavía, por eso entendía sus ganas de huir de aquel lugar, mas aun si no tenían modo de huir, estaban atrapados en un callejón sin salida.
Estaba dispuesto a decirle algo, pero un enorme estrepito formado por una botella de cristal y un gato llamo mi atención, viendo a un chico que estaba escondido y quieto como una estatua, que era llamado por Mijail para que se acercara, su nombre era Marco y seguramente era el otro perseguido, su entrada había sido digna de un miembro de Sons, la más cómica con las posibilidades del entorno, así que la idea que se iba gestando en mi cabeza posiblemente no fuera la mejor, pero no podía dejarlos ahí, sabiendo que su destino sería el morir cazados por el Gobierno Mundial, puede que fuera un pirata, pero buscaba la libertad y esos dos también, habían vivido toda su vida bajo las ordenes de un tirano y no podía consentir que muriesen por eso.
-Escúchame Mijail, no has hecho nada malo, huir de esa casa fue lo mejor que podríais haber hecho y el atreveros a hacerlo es algo que pocas personas harían, muchos agacharían la cabeza y asentirían mientras sufren en silencio.-Pare un momento, mientras miraba al horizonte-Otra cosa, nadie es tu señor, ahora eres dueño de tu propio destino, no tienes porque referirte a nadie de esa manera si no es de tu agrado, yo soy un pirata que ha cometido actos atroces y no merezco ese calificativo tan noble. Aun así, quiero haceros una propuesta, a ti y a tu amigo, Mijail, Marco… -Avance unos pasos hacia delante y tras eso me di media vuelta, quedando de espaldas al puerto- Os ofrezco el navegar, huir de vuestros enemigos y volveros personas poderosas para poder pelear por vosotros mismos… Os ofrezco libertad ¿Qué me decís, seréis los nuevos hijos de la anarquía?-Me había dado cuenta de que me había salido un pequeño discurso, tal vez influenciado por su historia o tal vez por la luna, quien sabe.
Tras esto me quede de espaldas al puerto, extendiéndoles mi brazo derecho hacía ellos y con una sonrisa sincera esbozada en mi rostro, mientras otra ráfaga de viento volvía a los tres que estábamos ahí, pues había descubierto porque me interesaba tanto ese chico. Era porque me recordaba a mí.
Estaba dispuesto a decirle algo, pero un enorme estrepito formado por una botella de cristal y un gato llamo mi atención, viendo a un chico que estaba escondido y quieto como una estatua, que era llamado por Mijail para que se acercara, su nombre era Marco y seguramente era el otro perseguido, su entrada había sido digna de un miembro de Sons, la más cómica con las posibilidades del entorno, así que la idea que se iba gestando en mi cabeza posiblemente no fuera la mejor, pero no podía dejarlos ahí, sabiendo que su destino sería el morir cazados por el Gobierno Mundial, puede que fuera un pirata, pero buscaba la libertad y esos dos también, habían vivido toda su vida bajo las ordenes de un tirano y no podía consentir que muriesen por eso.
-Escúchame Mijail, no has hecho nada malo, huir de esa casa fue lo mejor que podríais haber hecho y el atreveros a hacerlo es algo que pocas personas harían, muchos agacharían la cabeza y asentirían mientras sufren en silencio.-Pare un momento, mientras miraba al horizonte-Otra cosa, nadie es tu señor, ahora eres dueño de tu propio destino, no tienes porque referirte a nadie de esa manera si no es de tu agrado, yo soy un pirata que ha cometido actos atroces y no merezco ese calificativo tan noble. Aun así, quiero haceros una propuesta, a ti y a tu amigo, Mijail, Marco… -Avance unos pasos hacia delante y tras eso me di media vuelta, quedando de espaldas al puerto- Os ofrezco el navegar, huir de vuestros enemigos y volveros personas poderosas para poder pelear por vosotros mismos… Os ofrezco libertad ¿Qué me decís, seréis los nuevos hijos de la anarquía?-Me había dado cuenta de que me había salido un pequeño discurso, tal vez influenciado por su historia o tal vez por la luna, quien sabe.
Tras esto me quede de espaldas al puerto, extendiéndoles mi brazo derecho hacía ellos y con una sonrisa sincera esbozada en mi rostro, mientras otra ráfaga de viento volvía a los tres que estábamos ahí, pues había descubierto porque me interesaba tanto ese chico. Era porque me recordaba a mí.
Marco Drummond
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Escuché sus pasos. Era obvio que me había visto, debía prepararme rápido, si me pillaba así, tal cual, la bronca de Misha sería monumental: Debía atenuarla lo máximo posible. Ágil como el viento, me coloqué de rodillas, esperando a la aparición de Mijail, apartando ligeramente con las manos algunos cristales de el suelo para no clavármelos. Una vez hecho esto... Ya estaba listo.
Entonces, él apareció. Desde mi baja posición, parecía todavía más imponente de lo que le solía parecer a la gente, aunque para mí, tal clase de sentimiento no existía. Por supuesto, me sentía mal si me reñía, pero lo que me entristecía y era el hecho de causarle una decepción. Para mí, Misha era lo más parecido a un hermano mayor que tenía, y lo que menos quería era que me mirase con malos ojos. Cuando me habló, una pequeña parte de mi corazón se rompió, pero a mi manera, permanecí estoico. Entonces... ataqué de la mejor forma que sabía.
Era consciente de que Mijail no solía reñirme porque si pero, aunque aquella vez tuviese motivos, yo no había encontrado otra solución más que seguirle ¿Qué esperaba que hiciese sino, solo y saliendo por primera vez del único lugar que había conocido? Haberles estado acechando como si hubiera querido hacerles algo malo estaba mal y cualquiera se daba cuenta. Aun así, no iba a rendirme sin intentar defenderme, al fin y al cabo, aquello era lo más correcto que se me había ocurrido. De hecho, sabía que aquella mueca que había desarrollado a base de mirar a los gatos pidiendo en la casa no sería suficiente, así que proseguí con mi ofensiva.
-Es que... Cuando me desperté y no estabas... Me puse nervioso.- Mientras decía esto miré hacia abajo. Realmente aquello no era mentira, pero también era cierto que le estaba echando un poco de teatro al asunto. Pensando en que realmente estaba mal hacer eso, pero reafirmando ante el hecho de haberme quedado solo y desamparado, seguí, manteniendo mi mueca anterior.- Y cuando salí a buscarte y te vi junto a ese hombre, no supe que hacer. Podía ser que fuese alguien del gobierno y fuese a hacerte daño, o como te habías ido pensé que se podía tratar de alguien que no querías que conociese... No se me ocurrió otra cosa que esto.-Mientras que iba diciendo esto, Mijail se relajó, aunque no se si por causa de mis palabras o por si solo. Lo que si que me sorprendió fue que fuese a presentarme a aquel hombre ¿Acaso no se había ido para que no lo conociese? Aunque claro, cuando dijo lo de que creía que estaba dormido, supuse que no lo había hecho por dejarme descansar. -Si, estaba dormido, pero tuve un mal sueño... Y ya cuando encima vi que te habías ido casi me dio algo.- Todo esto lo dije mientras me levantaba con cuidado de no clavarme ningún cristal, sosteniéndome en uno de los toneles detrás de los que me hallaba. Luego le pregunté lo que realmente me reconcomía mientras íbamos hacía esa persona.- ¿Quien es ese hombre, Misha?-
Para ser sinceros, la primera impresión que tuve de aquel hombre fue extraña. Se le notaba que estaba tranquilo y calmado, sobre todo cuando, al llegar a su altura, se dirigió a Mijail y a mí y empezó a hablarnos. Sin embargo, se le veía una persona dura y ruda, curtida como solo había visto a pocos hombres en mi vida. Me imponía mucho respeto, aunque su actitud abierta y sincera me ayudaron a relajarme un poco... Aunque, para ser sinceros, lo que más impresión me causó fue su discurso. No solo su oferta, no solo sus palabras sobre solo elegir a quien llamar señor cuando queramos y hacernos fuertes. Lo que me sorprendió fue lo de ganar nuestra libertad.
Tragué saliva ¿Quien era esa persona que podía brindarnos la libertad ante la persecución del poder que regulaba el mundo? Mi hermano no me había dado muchos detalles, pero yo me hacía ya una idea de los tratos de mi padre... Si veían que faltábamos... Mínimo vendrían a pedir explicaciones... Y seguramente no estarían contentos con lo que dijéramos. También estaba el hecho de que no sabía, al menos yo, nada de aquel hombre, el cual no solo nos ofrecía ser libres, aparte íbamos a ser "hijos de la anarquía", y yo no sabía que significaba aquello... y, sin embargo, una parte de mi estaba botando de alegría por dentro. A pesar de las dudas, de los posibles problemas, de la desconfianza que en parte me causaba aquel hijo de la anarquía, la libertad era un plato demasiado suculento y anhelado para mi.
Así que allí estaba yo, inmóvil, con mi cara llena de dudas y esperanzas, mirando alternativamente a Mijail y al que podía ser nuestro salvador, aunque claro, yo no era consciente de aquello. Lo único que yo sabía era que, incluso si estaba esperando la respuesta de mi hermano, una parte de mi ya estaba surcando los mares en aquel barco que teníamos delante.
Entonces, él apareció. Desde mi baja posición, parecía todavía más imponente de lo que le solía parecer a la gente, aunque para mí, tal clase de sentimiento no existía. Por supuesto, me sentía mal si me reñía, pero lo que me entristecía y era el hecho de causarle una decepción. Para mí, Misha era lo más parecido a un hermano mayor que tenía, y lo que menos quería era que me mirase con malos ojos. Cuando me habló, una pequeña parte de mi corazón se rompió, pero a mi manera, permanecí estoico. Entonces... ataqué de la mejor forma que sabía.
- Descripción del ataque:
Era consciente de que Mijail no solía reñirme porque si pero, aunque aquella vez tuviese motivos, yo no había encontrado otra solución más que seguirle ¿Qué esperaba que hiciese sino, solo y saliendo por primera vez del único lugar que había conocido? Haberles estado acechando como si hubiera querido hacerles algo malo estaba mal y cualquiera se daba cuenta. Aun así, no iba a rendirme sin intentar defenderme, al fin y al cabo, aquello era lo más correcto que se me había ocurrido. De hecho, sabía que aquella mueca que había desarrollado a base de mirar a los gatos pidiendo en la casa no sería suficiente, así que proseguí con mi ofensiva.
-Es que... Cuando me desperté y no estabas... Me puse nervioso.- Mientras decía esto miré hacia abajo. Realmente aquello no era mentira, pero también era cierto que le estaba echando un poco de teatro al asunto. Pensando en que realmente estaba mal hacer eso, pero reafirmando ante el hecho de haberme quedado solo y desamparado, seguí, manteniendo mi mueca anterior.- Y cuando salí a buscarte y te vi junto a ese hombre, no supe que hacer. Podía ser que fuese alguien del gobierno y fuese a hacerte daño, o como te habías ido pensé que se podía tratar de alguien que no querías que conociese... No se me ocurrió otra cosa que esto.-Mientras que iba diciendo esto, Mijail se relajó, aunque no se si por causa de mis palabras o por si solo. Lo que si que me sorprendió fue que fuese a presentarme a aquel hombre ¿Acaso no se había ido para que no lo conociese? Aunque claro, cuando dijo lo de que creía que estaba dormido, supuse que no lo había hecho por dejarme descansar. -Si, estaba dormido, pero tuve un mal sueño... Y ya cuando encima vi que te habías ido casi me dio algo.- Todo esto lo dije mientras me levantaba con cuidado de no clavarme ningún cristal, sosteniéndome en uno de los toneles detrás de los que me hallaba. Luego le pregunté lo que realmente me reconcomía mientras íbamos hacía esa persona.- ¿Quien es ese hombre, Misha?-
Para ser sinceros, la primera impresión que tuve de aquel hombre fue extraña. Se le notaba que estaba tranquilo y calmado, sobre todo cuando, al llegar a su altura, se dirigió a Mijail y a mí y empezó a hablarnos. Sin embargo, se le veía una persona dura y ruda, curtida como solo había visto a pocos hombres en mi vida. Me imponía mucho respeto, aunque su actitud abierta y sincera me ayudaron a relajarme un poco... Aunque, para ser sinceros, lo que más impresión me causó fue su discurso. No solo su oferta, no solo sus palabras sobre solo elegir a quien llamar señor cuando queramos y hacernos fuertes. Lo que me sorprendió fue lo de ganar nuestra libertad.
Tragué saliva ¿Quien era esa persona que podía brindarnos la libertad ante la persecución del poder que regulaba el mundo? Mi hermano no me había dado muchos detalles, pero yo me hacía ya una idea de los tratos de mi padre... Si veían que faltábamos... Mínimo vendrían a pedir explicaciones... Y seguramente no estarían contentos con lo que dijéramos. También estaba el hecho de que no sabía, al menos yo, nada de aquel hombre, el cual no solo nos ofrecía ser libres, aparte íbamos a ser "hijos de la anarquía", y yo no sabía que significaba aquello... y, sin embargo, una parte de mi estaba botando de alegría por dentro. A pesar de las dudas, de los posibles problemas, de la desconfianza que en parte me causaba aquel hijo de la anarquía, la libertad era un plato demasiado suculento y anhelado para mi.
Así que allí estaba yo, inmóvil, con mi cara llena de dudas y esperanzas, mirando alternativamente a Mijail y al que podía ser nuestro salvador, aunque claro, yo no era consciente de aquello. Lo único que yo sabía era que, incluso si estaba esperando la respuesta de mi hermano, una parte de mi ya estaba surcando los mares en aquel barco que teníamos delante.
Mijail Demirdjian
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Marco parecía asustado y nervioso. Tanto que intentó parecer una inocente criatura poniendo ojitos tiernos y fingiendo no haber roto un plato en su vida... aunque la cosa no andaba muy lejos. Quizás le intimidaba la situación y era más que comprensible pues el despertarse en mitad de la noche en un lugar cuasi desconocido y completamente solo podía descuadrar a cualquiera. También es verdad que yo me había marchado sin avisar para dejarlo descansar y al despertarse me había encontrado paseando con un misterioso hombre en mitad de una ciudad que apenas había visto. Su dramatización no estaba para nada fuera de contexto con su carita dulce y su comportamiento tímido pues él empezaba a darse cuenta de que yo no era tan puro y bueno como él creía. Lo de mi actuación en Villa Lázaro había sido discreta pero Marco no era tonto y podía olerse las cosas. Acostumbrado a que yo le reprendiera con la dureza de un instructivo hermano mayor no pudo evitar comportarse como cualquier chico haría: evitar el chaparrón.
Cuando Marco se acercó a nosotros escuché cómo Abyss tomaba algo de aire antes de pronunciar uno de los sermones más inspiradores que había escuchado en años. Ese hombre no nos estaba dando la solución a nuestros problemas. No nos estaba salvando el cuello con una bolsa de monedas ni nos ofrecía alimentos para nutrir nuestros cansados huesos. Tampoco nos prometía la salvación de algo tan incierto como nuestras almas, evitando que estas vayan al infierno. Acababa de hacer algo muchísimos más grande. Ese hombre acababa de darnos un futuro. Acababa de darnos una posibilidad de vivir. No con una solución sino con un objetivo. Acababa de darnos la posibilidad de unirnos a él para poder hacernos fuertes con nuestro propio esfuerzo. Nos ofrecía un futuro en el que podríamos enfrentarnos a nuestro destino con el fruto recogido de nuestro sudor y nuestra sangre: la posibilidad de ser personas fuertes como aquellos que luchaban sin descanso contra los corruptos gobernantes del mundo.
Miré a Marco y en sus bondadosos ojos nos vi surcando los oscuros mares en los que la inocencia se había marchitado y podríamos decir que de verdad éramos dueños de nuestras consecuencias. Siempre caminando hacia delante sin importar a cuantos cientos de kilómetros estemos de nuestro hogar o quien se interponga en nuestro camino. Aun con hambre o helados hasta los huesos
siguiendo adelante como soldados de nosotros mismos en defensa de aquello que queremos... Esto era algo más por lo que quería a Marco. En sus ojos podía ver como en una ventana aquellos deseos que nuestras almas susurraban. Aquellos anhelos que unían nuestro camino. Daba igual que no supiésemos qué camino tomar para lidiar con nuestra vergüenza o nuestro orgullo. Estaríamos siempre listos para la llamada del otro a la lucha. Me imaginé tantas cosas mirando el mar por un solo momento. Me pareció oír el sonido del hierro golpeando el hierro y el sonido de un disparo resonar atrapado en mi cabeza. Me pareció sentir el cálido beso de la batalla en mi piel como una segunda existencia. La rabia en el combate con el recuerdo de las caídas y las muertes que me impulsaba frenéticamente a saborear el dulce sabor de la sangre de nuevo. Me daba igual la eternidad que debería estar corriendo de mientras: merecería la pena.
Volví en mi mismo para volver a mirar a aquel pirata. Tenía mi decisión muy clara y fuera cual fuera el resultado sólo nos haría más fuertes. Avancé hacia Abyss hasta quedar a apena medio metro ofreciéndole la mano en señal de acuerdo.
-Yo decidiré cómo dirigir mi respeto y, de momento, todo el mundo lo tiene hasta que demuestre lo contrario.- Bromeé con una cordial sonrisa despuntando mis labios.- Y de momento nos ofreces algo de lo que ni tú ni yo somos conscientes. Aceptamos y procuraremos ser útiles en todo lo posible. A ti y a los hijos. Marco en un habilidoso carpintero y un ducho navegante. Por mi parte sé hacer algo más que hablar con damas y lidiar con patanes. Aunque peque de falta de modestia soy un muy eficiente mayordomo y cocinero. A parte, en Villa Lázaro mi labor principal era ocuparme de la maquinaria así que os seré útil como herrero. Por lo demás...- Miré a Marco con esperanza en la mirada.- Que la Luna te bendiga y perdones por mil vidas por lo que haces por nosotros.- Me acerqué a mi hermano perdiendo así toda la formalidad e intelectualismo que aparentaba hasta entonces para parecer justo lo que era: un joven abrazando a su hermano con ilusión por primera vez en la vida.- ¿Ves, Marco? Te dije que saldríamos de allí y ahora surcaremos los mares con unos poderosos marineros. Todo gracias a Luna, a Abyss y su amor por la cerveza.
Esto último era innecesario pero que dios me perdone si por una vez en la vida simplemente dejo de medir mis palabras.
Cuando Marco se acercó a nosotros escuché cómo Abyss tomaba algo de aire antes de pronunciar uno de los sermones más inspiradores que había escuchado en años. Ese hombre no nos estaba dando la solución a nuestros problemas. No nos estaba salvando el cuello con una bolsa de monedas ni nos ofrecía alimentos para nutrir nuestros cansados huesos. Tampoco nos prometía la salvación de algo tan incierto como nuestras almas, evitando que estas vayan al infierno. Acababa de hacer algo muchísimos más grande. Ese hombre acababa de darnos un futuro. Acababa de darnos una posibilidad de vivir. No con una solución sino con un objetivo. Acababa de darnos la posibilidad de unirnos a él para poder hacernos fuertes con nuestro propio esfuerzo. Nos ofrecía un futuro en el que podríamos enfrentarnos a nuestro destino con el fruto recogido de nuestro sudor y nuestra sangre: la posibilidad de ser personas fuertes como aquellos que luchaban sin descanso contra los corruptos gobernantes del mundo.
Miré a Marco y en sus bondadosos ojos nos vi surcando los oscuros mares en los que la inocencia se había marchitado y podríamos decir que de verdad éramos dueños de nuestras consecuencias. Siempre caminando hacia delante sin importar a cuantos cientos de kilómetros estemos de nuestro hogar o quien se interponga en nuestro camino. Aun con hambre o helados hasta los huesos
siguiendo adelante como soldados de nosotros mismos en defensa de aquello que queremos... Esto era algo más por lo que quería a Marco. En sus ojos podía ver como en una ventana aquellos deseos que nuestras almas susurraban. Aquellos anhelos que unían nuestro camino. Daba igual que no supiésemos qué camino tomar para lidiar con nuestra vergüenza o nuestro orgullo. Estaríamos siempre listos para la llamada del otro a la lucha. Me imaginé tantas cosas mirando el mar por un solo momento. Me pareció oír el sonido del hierro golpeando el hierro y el sonido de un disparo resonar atrapado en mi cabeza. Me pareció sentir el cálido beso de la batalla en mi piel como una segunda existencia. La rabia en el combate con el recuerdo de las caídas y las muertes que me impulsaba frenéticamente a saborear el dulce sabor de la sangre de nuevo. Me daba igual la eternidad que debería estar corriendo de mientras: merecería la pena.
Volví en mi mismo para volver a mirar a aquel pirata. Tenía mi decisión muy clara y fuera cual fuera el resultado sólo nos haría más fuertes. Avancé hacia Abyss hasta quedar a apena medio metro ofreciéndole la mano en señal de acuerdo.
-Yo decidiré cómo dirigir mi respeto y, de momento, todo el mundo lo tiene hasta que demuestre lo contrario.- Bromeé con una cordial sonrisa despuntando mis labios.- Y de momento nos ofreces algo de lo que ni tú ni yo somos conscientes. Aceptamos y procuraremos ser útiles en todo lo posible. A ti y a los hijos. Marco en un habilidoso carpintero y un ducho navegante. Por mi parte sé hacer algo más que hablar con damas y lidiar con patanes. Aunque peque de falta de modestia soy un muy eficiente mayordomo y cocinero. A parte, en Villa Lázaro mi labor principal era ocuparme de la maquinaria así que os seré útil como herrero. Por lo demás...- Miré a Marco con esperanza en la mirada.- Que la Luna te bendiga y perdones por mil vidas por lo que haces por nosotros.- Me acerqué a mi hermano perdiendo así toda la formalidad e intelectualismo que aparentaba hasta entonces para parecer justo lo que era: un joven abrazando a su hermano con ilusión por primera vez en la vida.- ¿Ves, Marco? Te dije que saldríamos de allí y ahora surcaremos los mares con unos poderosos marineros. Todo gracias a Luna, a Abyss y su amor por la cerveza.
Esto último era innecesario pero que dios me perdone si por una vez en la vida simplemente dejo de medir mis palabras.
Steve
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sonreí ante su respuesta, mientras le estrechaba la mano a Mijail en señal de que los aceptaba como iguales, a los dos, aunque conociera un poco más a Mijail sabía el motivo de su viaje y por eso les había propuesto entrar en la banda, era cierto que no era el capitán y eso era decisión de Rose, pero estaba seguro de que vería ese fuego en los ojos que tenían los dos, ese fuego que tenían todos los miembros de Sons en los ojos y los hacían una enorme tripulación pirata que siempre se ayudaban cuando más lo necesitaban, como una familia, pues todos peleaban por algo en común: la libertad.
Me di la vuelta, entre la penumbra se vislumbraba el barco, un gigante de bandera negra se alzaba en medio del puerto, sabía que dentro de unas horas volveríamos a zarpar, con rumbo a quien sabe dónde. Solo nos quedaba perseguir al viento, hasta el momento en el que cada uno cumpliese sus metas. Me gire de nuevo hacía los dos chicos, para hacerles con un gesto con la cabeza mientras me dirigía al barco para subir en él y pasar ahí el tiempo que nos quedaba en la isla.
-Vamos, tenéis que conocer a vuestros nuevos compañeros… no, mejor dicho a vuestra nueva familia.-Les dije mientras me iba acercando cada vez más al barco, con la intención de subir por la pequeña plataforma de madera que lo conectaba con el suelo del muelle.
Y mientras me movía, en mi mente divagaba lentamente sobre las aventuras que había tenido tiempo atrás, como había escapado de mi antigua vida y de la misma manera que a estos dos los miembros de la banda me habían aceptado, todos aquellos compañeros que había tenido junto a ellos y la gente que había conocido gracias a ellos, y pensaba que por el hecho de haber huido de mi anterior vida me había creado una familia a la que proteger ¿Se volverían estos dos, parte de esta? Me adelantaba un poco a los hechos, tenían que recorrer un largo camino y ellos mismos debían crear el sendero por el que andarían.
Me di la vuelta, entre la penumbra se vislumbraba el barco, un gigante de bandera negra se alzaba en medio del puerto, sabía que dentro de unas horas volveríamos a zarpar, con rumbo a quien sabe dónde. Solo nos quedaba perseguir al viento, hasta el momento en el que cada uno cumpliese sus metas. Me gire de nuevo hacía los dos chicos, para hacerles con un gesto con la cabeza mientras me dirigía al barco para subir en él y pasar ahí el tiempo que nos quedaba en la isla.
-Vamos, tenéis que conocer a vuestros nuevos compañeros… no, mejor dicho a vuestra nueva familia.-Les dije mientras me iba acercando cada vez más al barco, con la intención de subir por la pequeña plataforma de madera que lo conectaba con el suelo del muelle.
Y mientras me movía, en mi mente divagaba lentamente sobre las aventuras que había tenido tiempo atrás, como había escapado de mi antigua vida y de la misma manera que a estos dos los miembros de la banda me habían aceptado, todos aquellos compañeros que había tenido junto a ellos y la gente que había conocido gracias a ellos, y pensaba que por el hecho de haber huido de mi anterior vida me había creado una familia a la que proteger ¿Se volverían estos dos, parte de esta? Me adelantaba un poco a los hechos, tenían que recorrer un largo camino y ellos mismos debían crear el sendero por el que andarían.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.