[Rol moderado] Un paseo en la isla de los barcos

Te encuentras en una isla del West Blue conocida como Baristán, la Isla de los barcos. Sin duda el nombre le viene que ni pintado. La isla como tal es un enorme amontonamiento de barcos hundidos y encallados en los bancos de arena del lugar, dando lugar a una superficie inestable a lo largo de todo el lugar.

Estás en el puerto, disfrutando de una bebida mientras el sol del mediodía golpea con justicia. Un grupo de pescadores faenan y recogen las redes en el puerto mientras algún ciudadano del lugar camina en dirección a lo que tal vez sea su casa. Cuando terminas la bebida, entras en el bar para pagar, ves que hay un gran revuelo montado. Un hombre se encuentra en la barra del bar con una escopeta apuntando al tabernero, exigiéndole con voz histérica el dinero. El tabernero, un hombre corpulento y bonachón, con tripa cervecera y un bigote poblado, lo mira con temor, y empieza a poner un montón de bolsitas de dinero en la mesa, además de algunos puñados de billetes arrugados.

- ¡Maldita sea, ponlo todo ya, joder! -grita el ladrón con la voz quebrada.

¿Qué harás frente a esta escena? La elección es tuya. El ladrón es un NPC nivel 3 armado con la escopeta y vestido de paisano.

Sato había salido de la base durante un par de días, Minato les había comunicado que dentro de poco realizarían una misión grupal de bastante importancia que quizás los catapultase a los altos cargos de la marina, o como mínimo su  tripulación ya sería una de las más respetadas de toda la Marina.

Eso era lo que quería Sato, que su nombre sea conocido por todo el mundo, todos sabrán que en Wano aún quedan samurais, que sigue siendo intocable como antaño. A Sato le cuesta admitirlo, pero se sentía nervioso, y sin nada que hacer en el barco decidió dar una vuelta en una pequeña barca asignada a la tripulación.

Sin duda alguna la orientación no era lo suyo, pero por suerte acabo atracado en Baristán, en el West Blue; el joven ya había oído hablar de la isla: el famoso cementerio de barcos. Con solo aproximarse a la isla Sato ya se había dado cuenta de que el nombre era el ideal para aquella isla, tantos barcos naufragados en distintas posiciones parecían una cruel y extraña forma de arte.

Tras atracar Sato decidió tomar un fresco vaso de agua, desde su voto de abstinencia de alcohol la bebida más fuerte que había tomado era un vaso de leche; sin duda alguna ese tío estaba colgado.

Tras beber tranquilamente el vaso de agua mirando fijamente el mar sentado en el puerto, Sato decidió pagar la cuenta; así que a pasos lentos entró en la taberna. Ahí pudo ver al pobre e indefenso encargado del bar que amablemente le había atendido minutos antes amenazado a punta de pistola por lo que parecía ser un histérico ladrón de 3 al cuarto.

Como odiaba que los fuertes se metieran con los indefensos, no lo iba a tolerar.

Por suerte el ladrón se encontraba tan nervioso que ni se dio cuenta de que el samurai había entrado en el local, así que de forma sigilosa Sato se colocó detrás del agresor, poniendo una de sus katanas en el cuello mientras que con la otra daba un suave golpe al arma del ladrón, esperando que se le cayese de la mano.

-Mi nombre es Sato, guerrero samurai del temido país de Wano. Será mejor que te entregues sin oponer resistencia o me veré obligado a degollarte, espero que seas inteligente, no me gusta matar por matar-. Dijo mientras acercaba un poco más la katana a su cuello, rozando la garganta del agresor.

Manos arriba (AD)

En cuanto el ladrón sintió la hoja rozándole el cuello, rompió a llorar, soltando el arma en el acto, que hizo un ruido metálico al caer sobre la barra. El camarero se quedó sorprendido por la reacción del hombre y recogió todas las bolsas de dinero. El ladrón lloraba de forma desconsolada, y se echó al suelo de rodillas. La poca gente que había presenciado la escena salió corriendo del local, asustadas.

- ¡Lo siento!¡Lo siento!¡Por favor, no me mates! -dijo en medio del llanto-. ¡Necesito ese dinero! -empezó a ahogar sus palabras entre las lágrimas y los lloros.

El camarero observaba la escena sin saber muy bien que pensar. Aquel tipo que lo había intentado atracar se había deshecho en lágrimas. Claro que bien podía ser que no se esperaba una respuesta tan tajante como aquella. ¿Quien iba a esperarse a un samurai aparecer allí?

¿Y qué hará el samurai ante esta situación?

-Penoso...- Pensaba Sato mientras que echaba una mirada de repugnancia al ladrón debajo se su mítica cabeza de oso de peluche. Aún apuntando con la katana al variopinto atracador, lanzó una fuerte patada al arma localizada en el suelo mandándola a la otra punta del local.

-Tú te vas a venir conmigo, has mancillado el honor de este pobre hombre y no tienes ni las agallas necesarias para no llorar como un niño. Ahora levántate, es hora de escuchar tu nombre y tu historia, si es verdad que te encuentras en una situación extrema seré más misericordioso, si resulta que todo es una mentira habrás cometido uno de los peores errores de tu vida-.Dijo el samurai mientras le agarraba de un hombro y le obligaba a ponerse de pie.

El agresor seguía llorando como un niño pequeño,y el sonido ya estaba irritando a Sato, así que de forma brusca le propinó dos bofetadas, consiguiendo que el atracador se calmase un poco.

-Será mejor que hables, me estás empezando a cansar- Dijo Sato en un tono amenazante mientras guardaba una de sus katanas en su respectiva funda, mientras que la otra seguía apuntando firmemente al malhechor

El hombre pareció calmarse un poco en cuanto el samurai lo dejó. Empezó a hablar con la voz entrecortada, mientras observaba la hoja.

- Mi... mi hija ha sido secuestrada por unos hombres -soltó un respingo, parecía a punto de volver a llorar-. Se ocultan en la zona más alejada de la isla. Es la zona más reciente, y aún es inestable. Creo que son pi-piratas. Y tengo que llevarles un millón de berries para poder volver a verla. -el hombre volvió a llorar de nuevo, verdaderamente arrepentido.

El hombre se derrumbó por completo. Empezó a sollozar, llevándose las manos a la cara, de rodillas.

¿Ayudarás al ciudadano en problemas? Parece que tenía una causa noble tras sus actos.

Al parecer el hombre no tenía opción alguna, una escoria pirata había secuestrado a su indefensa hija. Que asco tenía le joven samurai a ese tipo de gente, la que se aprovecha de los indefensos y ni respetan a los niños. El samurai se estaba incluso replanteando si darles una muerte honorable, lo mejor sería arrestarlos y luego enviarlos a Nuevo Impel Down para que se pudriesen ahí como la escoria que son.

-Guíame hasta allá aldeano, me encargaré deque esos deshechos de la sociedad paguen lo que te han hecho. Eso sí, discúlpate con el tabernero, si no no te ayudaré; no puedo socorrer a gente que mancilla su honor y no tiene pensado redimirse.- dijo Sato mientras enfundaba de nuevo sus katanas y ayudaba al hombre a levantarse.

Mientras que el hombre se dirigía a disculparse, Sato mentalmente estaba organizando al ataque a los piratas, seguramente no fueran un número muy grande de ellos, ni tampoco muy conocidos o si no la Marina ya se hubiera encargado de ellos. Esperaba acabar rápidamente con ellos, o si no podrían usar de rehén a la niña indefensa. Lo que si que no le pasaba por la cabeza a Sato era negociar con ellos, les iba a hacer morder el polvo. Nadie se puede meter con indefensos y salir de rositas.

El hombre entró corriendo en la taberna. Tras apenas un minuto, salió de nuevo, con una leve sonrisa de alivio. Lo conocían en aquel lugar, y sabían que no había obrado así por voluntad propia. Uno de los hombres de la taberna salió, miró a Sato y le dijo:

- Patéales el culo a esos malnacidos.

Inmediatamente, el padre le dijo:

- No conozco muy bien esa nueva zona, ya que se ha formado hace relativamente poco. Pero sé llegar hasta su límite. Ven.

El hombre empezó a avanzar hacia el oeste. Según caminaban, los barcos pasaban a ser más recientes, y el suelo se empezaba a mover bajo sus pies. Llegó un punto en el cual el hombre se detuvo:

- No sé seguir a partir de este punto. Lo siento. Si rescatas a mi hija, estaré en una deuda de honor contigo. Parece que te tomas muy en serio eso del honor, ¿no?

Mientras que el padre entraba en la taberna con intención de disculparse con el tabernero otro aldeano pidió al samurai que les patease el culo a esos malhechores.

-La escoria esa tendrán mucha suerte si solo les pateo el culo- pensó Sato mientras su nuevo acompañante regresaba de disculparse.

Sato al principio no entendía a que se refería con "Se había formado hace poco" hasta que fueron avanzando hasta la zona que le había indicado. Toda la zona estaba cubierta por partes de barcos, cada cual más grande; incluso el suelo estaba formado por diversas partes de galeones que no tuvieron mucha suerte.

Cuando llegaron al límite de la zona, el hombre dijo que ya no podía guiarle más, pero que si rescataba a su hija tendría una deuda de honor con Sato, hasta el hombre se había dado cuenta de la importancia que tenía para el joven el honor.

-No me debes nada aldeano, mi honor como guerrero es la única recompensa que quiero, es mi deber ayudar a los indefensos. Tú estate tranquilo, regresaré con su hija y con esos piratas a mis pies suplicando- dijo el samurai mientras avanzaba lentamente a las profundidades de la zona.

Un par de minutos después a los oídos de Sato llegaron unas risas con un tono ebrio procedentes de unos metros adelante, agachado Sato avanzó hasta colocarse detrás de unos escombros donde podía ver todo el panorama: una pequeña banda de piratas medio ebrios riendo rodeando una pequeña mesa y una pobre niña amordazada y atada entre varios escombros.

La niña estaba a una distancia prudencial, esperaba que ningún ataque fuera capaz de alcanzarla. Ya decidido, Sato gritó mientras saltaba a la mesa dando un fuerte corte de forma vertical hacia el primer pirata con intención de golpearle en todo el abdomen.

-¡ Entregaos en nombre de la Marina malditos, o vuestro castigo será la muerte !

Off rol: Siento si hice metarol, es mi primera vez en uno moderado xD

Los piratas te miran con cara de pocos amigos. En sus ojos se nota el brillo del alcohol. La niña permanece en su esquina, con una mirada suplicante, mientras los hombres preparan sus armas. En una situación normal estarías en problemas, pero parece ser que el alcohol ha hecho gran parte del trabajo por ti.

- Eh, ¿y tú quien eres? -le gritó uno de los piratas al samurai, mientras él y sus compañeros desenvainaron torpemente sus espadas.

Son 4 piratas borrachos, tres de ellos con katanas y uno con una pistola. Son todos nivel 4. ¿Qué harás?

-No teníais oportunidad contra mi estando sobrios, menos tendréis borrachos panda de inútiles- pensaba Sato mientras que ignoraba al pirata que había hablado y se ponía enfrente de los 4 adversarios.

-Estando ebrios supongo que casi no podrán pelear, pero lo mejor será encargarme primero del que tiene la pistola, no vaya a ser que de a la niña- pensaba mientras se ponía en posición de combate.

Rápidamente se posicionó enfrente del de la pistola agachado para esquivar cualquier bala que hubiese ido recta y levantándose le lanzó un tajo desde la altura del estómago hasta la barbilla con una de sus katanas, para luego posicionarse por detrás del pistolera con el objetivo de usarlo de escudo humano.

Si tenía suerte el hombre ya estaría muerto, o si no lo suficientemente dañado como para no moverse.

Tajo de arriba abajo (AF)

El hombre de la pistola hizo un disparo hacia el espadachín, que el chico de cabeza de oso esquivó con facilidad. Por otro lado, los tres tipos armados con katanas gritaron mientras atacaban con sus hojas de frente, realizando un movimiento torpe pero fuerte. Uno de ellos imprimió un movimiento vertical, de arriba a abajo, y los otros dos atacaron de lado. El conjunto total de los ataques, pese a torpe, era fuerte.

Ataque triple de borrachos [AI]

Después de atacar y de utilizar de escudo humano al pistolero, sus compañeros ebrios reaccionaron mal y tarde, sentenciando la muerte de su amigo.

El tajo vertical se le clavó en la cara para ir descendiendo formando un camino de sangre mientras los horizontales le partían el torso a la mitad, sin duda fue una muerte bastante sangrienta. Aún así uno de los tajos horizontales logró dañar a Sato en su brazo izquierdo, no era muy grave pero le costaba moverlo.

Sabiendo que su estilo de dos espadas sería inútil con un brazo dañado, Sato decidió transformarse en su forma animal, quería acabar rápido con esos malnacidos.

Tras quitarse su característica máscara para no dañarla, su cuerpo empezó a crecer desmesuradamente desgarrando el kimono, la piel fue poco a poco siendo sustituida por duras escamas a la vez que los pies y manos pasaron a ser poderosas garras.

Lo último en aparecer fueron la larga cola y la potente mandíbula llena de potentes dientes que fácilmente podrían acabar con una persona en segundos.

Los impactados piratas no se podían creer que ante ellos estuviera un enorme tarbosaurus de al rededor de 7 metros de altura y con sed de sangre, aprovechando su enorme altura y la larga cola decidió atacar a todos a la vez, lanzando un barrido con la cola abarcando gran parte de la zona.

Barrido jurásico (AMF)

Los hombres no se esperaban esta espectacular transformación. El animal los derribó con su enorme fuerza, golpeando a uno de ellos contra uno de los barcos, abriendo un boquete por la fuerza del impacto. Los otros dos cayeron al agua, tratando de nadar torpemente para no ahogarse.

La niña gritó de miedo, un chillido de pánico absoluto ante la visión del animal. Intentó zafarse inútilmente de sus ataduras. La visión del enorme animal la aterrorizaba.

Tras golpear a los tres secuestradores restantes los sujetos salieron volando en distintas direcciones: dos cayeron al mar mientras el tercero salió despedido contra un barco atravesando la pared.

Mientras los otros dos que se encontraban sin armas y torpemente nadando para no hundirse Sato decidió volver a su forma normal, no había sufrido ningún daño grave, simplemente hizo un torniquete con una parte del destrozado kimono que llevaba para tapar la herida que tenía en el brazo.

Lentamente se acercó a la ubicación del desgraciado que había impactado contra el barco, una pena, parecía estar muerto, o eso creía. Sato decidió cargarlo, se merecía un entierro aunque fuera un desalmado secuestrador, así que cogió el cuerpo y lo cargó a la espalda mientras se acercaba a la niña.

La cría seguía impactada por la imagen del enorme dinosaurio, por lo que Sato después de desatarle intentó tranquilizarla:

-Tranquila señorita, mi nombre es Sato y soy un honorable samurái del famoso País de Wano; tu papá me pidió que t llevase con él. Creo que lo mejor será que nos apuremos, esta muy preocupado- dijo mientras le cogía la mano para darle confianza.

Esperando aún la respuesta de la niña se giró mirando hacia los dos borrachos que estaban intentando volver al mar:

- ¡ Vosotros, si me entero que mañana aún seguís en esta isla me encargaré personalmente de vuestro castigo ! -gritó el joven en un tono amenazante.

La niña se enjuagó las lágrimas, y asintió, tratando de no llorar. Estaba aún asustada, pero las palabras del samurai parecían haberla calmado un poco.

- ¡Papi! ¿Me vas a llevar con él? -sus ojos parecieron brillar, mientras se levantaba. No parecía estar herida. Agarró al samurai del brazo y le dio un pequeño tirón. Estaba impaciente por volver con su padre.

Los dos piratas nadaron hacia un barco isla cercano, asustados por el samurai, y escalaron hasta la parte más alta. Desde allí le soltaron un par de improperios antes de bajar por el otro lado.

La niña por fin parecía haberse tranquilizado, el joven interpretó el tirón como que la niña quería ser cargada así que cogió a la cría en brazos y lo más rápido que podía se dirigió hacia la ciudad.

Poco a poco el terreno fue cambiando volviéndose menos abrupto, cada vez los trozos de barco eran más antiguos y
parecían adecuarse al paisaje. Tras 1 o 2 horas de caminata la pareja por fin había llegado a la ciudad. El padre de la niña se encontraba nervioso esperando justo en la entrada de la ciudad.

El padre parecía haber visto a su hija, porque soltando lágrimas fue corriendo en dirección a Sato y a la pequeña. El samurái decidió dejar a la emocionada niña en el suelo para que corriese rumbo a su padre mientras el joven caminaba lentamente hacia la entrada.

Mentalmente Sato estaba pensando si los dos piratas restantes habían hecho caso a sus amenazas, lo más probable es que no volviesen a pisar la isla, o se las verían con él.

El padre abrazó a su hija con efusividad. Posteriormente se acercó al samurai con un gesto de agradecimiento y los ojos aún húmedos por la emoción. En cuanto estuvo a escasos dos metros, le dijo con un tono de voz ligeramente quebrado por la emoción:

- Muchas gracias, samurai. Lo prometido es deuda. Por favor, entra. -dijo al tiempo que señalaba una casa cercana, construida sobre el casco de un barco gigante.

Tras eso, el hombre entró en la casa, acompañado por la niña pequeña. Era una casa pequeña y acogedora pese a la humildad que transmitía. El hombre se metió en una pequeña sala y salió de ella con un paquete envuelto en paños. Se acercó al samurai de la máscara y le dijo:

- Creo que alguien como tú podrá apreciar lo que es esto. -dijo el hombre mientras se lo extendía al samurai. Entre los paños había una espada de hoja blanca completamente. El mango tenía un diseño simple y un acabado que recordaba a una caña de bambú. El hombre extendió frente a él la espada- Esta es Chikurin. Es una herencia familiar, de nuestros antepasados, que vivían en una isla del norte antes de venirse a este lugar. -el hombre le tendió la espada a Sato.

Nota sobre Chikurin:

Tras entregar la niña el padre invitó a Sato a entrar en su modesto hogar formado con una gran parte del barco.

Tras entrar el anfitrión cogió un objeto envuelto entre paños y tras ponerlo en frente de Sato descubrió que era: Chikuri, una de las 80 Wazamonos, sin duda era bella, un filo blanco como la nieve y un mango con aspecto de caña de bambú; hermoso.

Al parecer había sido una herencia familiar suya procedente del norte, Sato sabía que ese hombre le había regalado uno de sus mayores tesoros, no podía negarla o sería una falta de honor. Aparte, quería trabajr la idea de empezar a usar el estilo de tres espadas con su forma híbrida.

Mientras se arrodillaba y ponía la cabeza en el suelo Sato empezó a agradecer el enorme regalo que le habían hecho:

-No soy digno de tal honor, pero intentaré mantener  vuestro orgullo familiar con esta espada. Será utilizada bien, sólo conocerá la sangre de los desalmados, gracias por todo querido anfitrión. Si alguna vez necesita algo pregunte por Sato el famoso samurai de Hero´s Force.- dijo mientras se levantaba y le daba un apretón de manos al inquilino.

Se estaba dirigiendo a la puerta para irse, pero de repente giró sobre si mismo, aún tenía algo que hacer. Se acercó a la niña y tras darle un profundo abrazo por fin se fue de la casa.

Esperaba que nadie le volviera a causar problemas a esa familia, o si no su propia herencia iba a tomar cuenta de su sangre. A paso lento pero decidido Sato se dirigió a la pequeña barca con la que había llegado.

Tras emprender de nuevo el camino a casa Sato sacó su Den Den Mushi y llamó a Minato:

-Honorable jefe, ya estoy listo para una misión-

Sin duda al joven ganas no le faltaban, esta solo fue una de las muchas aventuras que le esperaban.

OFF ROL: Muchas gracias por la espada, no hay queja ninguna, genial moderación ^^