Acción en la Historia. [Roxana & Miszvat]

Las leyendas de Lvneel llegaron a los oídos de Roxana, quien no pudo evitar sentir curiosidad por ver cómo era el lugar del que trataban aquellos extraños relatos que había escuchado, también se decía que el lugar era de riquezas increíbles, o al menos eso le dijeron a Rox. Sin importar a donde tuviera que ir, pues su curiosidad y ambición era superior, se dirigió a ese lugar, y gracias a un amigo suyo, fue gratuitamente.

Caminaba entre la gente del lugar... Un lugar con esas leyendas, y la gente caminaba de manera tan normal... La emoción de Rox era obvia, pues caminaba con una gran sonrisa de oreja a oreja, explorando los rincones del lugar, hasta llegar al mercado.

No parecía tarea fácil el llevarse algo sin que nadie lo notase, pero no imposible. Caminó por el mercado, buscando algo que captase la atención de Roxana, pero nada. Realmente no había nada que le llamase especialmente la atención, pero aún así no perdió la esperanza de encontrar algo que le interesase, pero por ir pensando, casi se estrella contra una persona [ Iro ] y al intentar evitarlo, tropezó, haciendo que cayera al suelo en un ruidoso golpe contra la piedra. Se intentó levantar poco a poco, se hizo algunas raspaduras y heridas superficiales, pero poco más.

Finalmente Roxana logró levantarse, e intentó mirar a la cara del sujeto con el que casi se estrella.- A-Ay... Disculpa...- Se disculpó tímidamente, con cierto temor, no conocía a la gente de allí, y su desconfiada naturaleza le hacía temer, pensó que reaccionaría mal, a pesar de disculparse, había gente muy exagerada, y ella era una desconocida por allí.

Él hombre con el que casi tropiezal le respondió de manera fría, algo seca, aumentando su desconfianza hacia él. Le miró de arriba a abajo, examinando su ropa. A ojos de Rox era una persona algo extraña, pero por lo poco que se relaciona con el mundo, todos le parecían extraños salvo los niños pequeños y adolescentes, con los cuales tenía mayor relación.

Se levantó sin agarrar la mano del hombre, a quien le miró desconfiada, luego le preguntó su nombre.- Mi nombre es... Roxana... Roxana Yoake.- Dijo con desconfianza en cada letra. La mera presencia imponía respeto en Roxana, le daba algo de miedo, y además, le había dicho su nombre, una de las cosas que ella no querrría que la gente supiese.

Sonrió levemente, en un intento de ocultar su desconfianza, un mal intento, pues anteriormente ya se había notado de sobra.- ¿Quien es? ¿Y por qué tiene un nombre tan raro?- Se preguntó a si misma, intentando no reir por el nombre que le había proporcionado. Se sacudió la ropa del polvo del suelo, llevaba la chaqueta negra ligeramente abierta por abajo, dejando ver su ombligo. Iba como desarreglada, quizá por la caida, o quizá llegara así al lugar. A ella no le importó mucho su aspecto, cualquiera diría eso.

Si no le molesta la pregunta, ¿usted quien es? Más... Concretamente.- Preguntó, en cierto modo, descaradamente, con un tono inocente. Era ligeramente antisocial, así que no sabía si la pregunta le molestaría o no, pero tampoco le dio mucha importancia.

El silencio incómodo se le hizo hasta irritante, no sabía que responder, tenía miedo de hacer algo inadecuado y que en realidad estuviese hablando con un líder de una mafia, y decidiese acabar con ella, o algo incluso peor. La distancia a la que se encontraba el sujeto le daba una sensación de tranquilidad, pero esa tranquilidad era irrumpida por los pensamientos erróneos o quizá acertados de su temerosa mente, siendo inevitable el nerviosismo de Rox.

Y... ¿Qué gano yo respondiendo?- Dijo con una sonrisa felina, tratando de ganar algo simplemente por responder una pregunta.- ¿Mercader? Espera, espera... Entonces... ¿Qué vendes? Espero que entiendas... Que no puedo fiarme de cualquiera.- Dijo, borrando su sonrisa por completo, esta vez manteniendo su seriedad, mirando fijamente a los ojos de "Plubio", alzando una ceja.

Cada vez me parece más raro...- Pensó para si misma a medida que su desconfianza aumentaba cada segundo que pasaba cerca suya. Una extraña sensación quería obligarla a salir de allí, quizá simplemente el aura siniestra que desprendía hacía a Rox temer por su vida, pero por fuera permanecía totalmente tranquila, quizá hasta alegre, pero por dentro quería salir corriendo.

Roxana se cruzó de brazos, agarrando de manera discreta su chaqueta, nerviosa, intentando que no se notase aquel... Intento de tranquilizarse.

¿Crees que así ayudas a que confíe? Acabas de afirmar que harías algo así...- Dijo desviando la mirada hacia el suelo, agarrándose a si misma con más fuerza.- Pero en parte es cierto que no me has hecho nada... Aún.- Le volvió a mirar con la cabeza ligeramente ladeada.- Está bien... Intentaré confiar, un poco... al menos.- No sonó muy convencida, pero era algo al fin y al cabo.

Trataba de confiar en un mínimo, pero la fría mirada que penetraba el alma de Rox por los ojos provocaba una sensación de miedo, horror y pánico, odiaba el contacto de cualquier tipo, físico o visual, le era extremadamente incómodo, sobretodo si se tenía una mirada como la suya. Los ojos amarillos, parecía que un demonio se los otorgase para aumentar el efecto que tenía en Roxana, única y eclusivamente para ella.

Comenzaba a notarse el nerviosismo de Roxana, temblando y moviéndose de un lado a otro.- ¿Podrías dejar de mirarme así? O de mirarme, diréctamente.- Dijo de una manera fría y tajante, tratando de que no le mirase mal, eso era una verdadera tortura,no como harían despiadados guerreros y saqueadores, aquello de verdad aterrorizaba, lo único que tenían que hacer era venir a por ese hombre y ponérselo delante a los prisioneros, así múltiples batallas terminarían rápido, los prisioneros, asustados, cantarían todo lo que tendrían que cantar con tal de que él les dejase de mirar.

Cuando el hombre comenzó a caminar, logró calmarse, descruzó sus brazos y dejó caerlos hacia abajo, como si estuvieran muertos, mientras le seguía aún con cierta desconfianza, a una distancia prudente por si resultase ser alguien que quisiese aprovecharse de ella de alguna manera, como ya intentaran en el pasado.

Los pensamientos de Rox hacia "Plubio" comenzaban a cambiar ligeramente, quizá simplemente fuese un buen hombre pero simplemente extraño, aún así, a pesar de que comenzase a confiar en un mínimo, Rox sabía que podría ser mera actuación los intentos de ganarse su confianza, como el dejar de mirarla, quizá debía actuar con normalidad u dejarse llevar para ver si era de fíar o no.

¿Uh? ¿Si quiero visitar algún lugar? Bueno, es la primera vez que vengo, así que no conozco mucho de este lugar, quizá... Simplemente pasear y conocerlo un poco más.- Respondió con voz tranquila y amable, algo pensativa, quizá. Roxana miró el lugar en el que se encontraban, pero no había nada que realmente le interesase, ni la gente, ni las tiendas, nada. Seguramente hubiese cosas raras, pero tampoco le interesarían a Roxana.

No dijo nada y comenzó a seguirle, mirando atentamente como comenzaba a cambiar el paisaje, en lugar de rodearse de edificios y tiendas, comenzó a ser un paisaje verde, parecía un lugar distinto, maravilloso, como en los cuentos que su madre le contaba de pequeña, donde los guerreros atravesaban un laberinto, luchaban contra criaturas hasta llegar a un castillo y salvar a una princesa... Pero su madre decía que no le gustaban esos finales, así que muchas veces llegaba y la princesa se había salvado sola, cambiaba los finales para dar un significado distinto, que las mujeres se pueden valer solas, sin necesidad de un príncipe azul.

Las extrañas plantas que pudo ver en aquel lugar llamaron especialmente la atención de Roxana, que se quedó parada unos segundos a contemplarlas.  Una sincera sonrisa se esbozó, durante un corto tiempo, en el rostro de Rox al contemplar las plantas, realmente, era como estar en un cuento, en un lugar místico, fantástico, aquel ambiente agradaba plenamente a Roxana.

Volvió a seguir al hombre hasta una colina, desde la cual se veía con perfección aquella isla, maravillosas vistas, Roxana se quedó impresionada, había hecho bien en ir hasta allí, pues era un lugar digno de recordar. Aquellas vistas le recordaban en cierta parte a su hogar, el cual comenzaba a extrañar día tras día.

Después de corto tiempo estando allí, el hombre aquel habó, preguntándole sobre las vistas, a lo que Roxana contestó asintiendo con una sonrisa, sin dejar ni un momento de mirar hacia ellas, por lo que no notó que su acompañante no estaba siquiera contemplándolas.

El bello manto de la noche comenzaba a cubrir nuestras cabezas, alguna tenue luz de las estrellas, las cuales, en un principio puntos de luz, comenzaban a asomar su cabeza como un faro intentando iluminar los barcos a lugar seguro. Absorta en sus propios pensamientos, y en un pequeño arrebato de curiosidad, miró hacía el hombre que le había mostrado aquella hermosa visión, al parecer también contemplaba las vistas...

Si... Deben de estar esperando por mi para irme...- Dijo, con un tono ligeramente entristecido, no quería irse, le hubiese gustado pasar más tiempo allí, pero debía volver, en casa le esperaban, y estaba preocupada por si hubiese ocurrido algo.- Las estrellas pueden guiar como si de faros se tratasen.- Dijo dulcemente con una sonrisa ante el comentario sobre guiarse con una estrella. Se despidió de él con una pequeña reverencia.- Puedo decir... Que ha sido un placer.- Tras despedirse, le observó desaparecer en la distancia, hasta simplemente ver una silueta quedarse en nada.

Roxana logró salir del laberinto sin ningún problema, su orientación era bastante buena. Siguió sus pasos por el casco antiguo de la ciudad, luego al mercado, y finalmente volvió a puerto, donde su barco le esperaba. Subió, y una vez en él, contempló sonriente la isla alejarse en la distancia.- Quizá el caprichoso destino decida que volvamos a encontrarnos...