Yumiko Mei
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Akuma no mi
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Me encontraba en la cama de una pequeña posada en la Villa Shimotsuki, y me había hospedado esta noche porque tenía algo de dinero tras una captura repentina de un pirata hace algunos días, en una isla muy cercana a esta. Eran las 8 de la mañana o eso es lo que mostraba el sol visto desde la ventana de la posada, era un nuevo día y debía buscar algún modo de sacar algo de dinero, necesitaba algún medio de transporte para salir de esa isla, o en su defecto, algo que mereciera la pena para perder el tiempo ahí, ya que los últimos días resultaron ser muy aburridos.
Nada más levantarme de la cómoda cama, me vestí y bajé rápidamente a tomar el desayuno, un vaso de leche con galletas, nada del otro mundo, pero me apetecía tomar eso en ese momento. No tardé mucho en tomar el desayuno y me percaté de la existencia del tablón de noticias de la posada, este contenía muchos carteles de piratas buscados y era lo que necesitaba en es momento. Cogí tres carteles al azar, con recompensas entre 300.000 y 1 millón de berries y salí de la posada, no sin antes darle 40 berries al posadero por el desayuno, la noche en la posada ya estaba pagada. Una vez fuera, se sentía el fresco aire mañanero junto al olor salado de mar, el cual se encontraba a escasos kilómetros de la villa, traté de abrocharme bien el vestido y tomé el camino hacía el centro de la isla.
Hoy me había propuesto hacer una pequeña visita a una de las tiendas de armas de la ciudad y por eso tomé el camino hacía el centro de esta, mientras caminaba observaba a las personas que lejos de ser malas personas sonreían y saludaban a todos, parecía que todos se conocían en esa pequeña villa y no había ningún secreto entre sus ciudadanos, una villa de lo más amistosa sin duda alguna. Mi camino fue bastante largo, pero tras unos 20 minutos conseguí llegar frente al cartel de la tienda, era una tienda de armas clandestina que vendía todo tipo de espadas e incluso armas que no pertenecían a lo que conocemos como comercio legal, pues había armas que pertenecían a la marina. Estas armas podían haber sido robadas y ahora vendidas, pero no me importaba eso ahora, yo necesitaba encontrar un nuevo juguete para practicar mi puntería y esa era la tienda perfecta.
Entré dentro, donde se respiraba un olor a metal usado y óxido, así como de sudor, no era un olor agradable pero era la única tienda de armas de ese tipo de la ciudad. Dentro de esta, me quedé mirando las diferentes armas que ahí estaba expuestas en busca de algo que agradara mi vista y mi bolsillo.
Nada más levantarme de la cómoda cama, me vestí y bajé rápidamente a tomar el desayuno, un vaso de leche con galletas, nada del otro mundo, pero me apetecía tomar eso en ese momento. No tardé mucho en tomar el desayuno y me percaté de la existencia del tablón de noticias de la posada, este contenía muchos carteles de piratas buscados y era lo que necesitaba en es momento. Cogí tres carteles al azar, con recompensas entre 300.000 y 1 millón de berries y salí de la posada, no sin antes darle 40 berries al posadero por el desayuno, la noche en la posada ya estaba pagada. Una vez fuera, se sentía el fresco aire mañanero junto al olor salado de mar, el cual se encontraba a escasos kilómetros de la villa, traté de abrocharme bien el vestido y tomé el camino hacía el centro de la isla.
Hoy me había propuesto hacer una pequeña visita a una de las tiendas de armas de la ciudad y por eso tomé el camino hacía el centro de esta, mientras caminaba observaba a las personas que lejos de ser malas personas sonreían y saludaban a todos, parecía que todos se conocían en esa pequeña villa y no había ningún secreto entre sus ciudadanos, una villa de lo más amistosa sin duda alguna. Mi camino fue bastante largo, pero tras unos 20 minutos conseguí llegar frente al cartel de la tienda, era una tienda de armas clandestina que vendía todo tipo de espadas e incluso armas que no pertenecían a lo que conocemos como comercio legal, pues había armas que pertenecían a la marina. Estas armas podían haber sido robadas y ahora vendidas, pero no me importaba eso ahora, yo necesitaba encontrar un nuevo juguete para practicar mi puntería y esa era la tienda perfecta.
Entré dentro, donde se respiraba un olor a metal usado y óxido, así como de sudor, no era un olor agradable pero era la única tienda de armas de ese tipo de la ciudad. Dentro de esta, me quedé mirando las diferentes armas que ahí estaba expuestas en busca de algo que agradara mi vista y mi bolsillo.
Roxana Yoake
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Había pasado una mala noche, ¿mala noche? Lo siguiente. No tenía un techo en el cual refugiarse, y el frío era increíble, además de que dormía en el suelo, pues no disponían de colchones o algún mueble cómodo en el que dormir. Las pocas mantas y ropa que podrían taparla se las dejaba a los niños con los que vivía en una casa abandonada, lejos de la civilización, destrozada, hecha de madera, y con el techo medio destrozado. Apenas pudo dormir, tanto por el frío como por el miedo a que alguien o algo atacase el que era su hogar, así que decidió levantarse, coger su katana, y caminar por las cercanías de la casa, por si había alguien cerca. Nadie. Simplemente algún animalito pequeño y algún pájaro, poco más había allí.
Cuando Roxana volvía para casa, notó una luz en su espalda, el sol. Ya había amanecido, y los niños despertarían pronto, así que decidió acercarse al pueblo en busca de algo de comer. Hacía algo de frío, pero a ella no le importaba, su prioridad era encontrar comida, le importaba más bien poco el clima.
A medida que caminaba, le rugían las tripas, aún no había tomado nada, a decir verdad, hacía bastante que no tomaba nada... Comenzaba a preocuparle no poder conseguir comida suficiente, pues ella ya ha tenido que comer de manera insatisfactoria dos días seguidos, y era consciente que de seguir así, no aguantaría.
Pasó por delante de la frutería, donde, los pobres e incautos dueños, tenían fuera manzanas y naranjas en un gran cajón, quizá para exponerlas, o quizá no las metieron aún, eran frutas comunes, pero eran fácil de robar. Se acercó disimuladamente y agarró unas cuantas, contó cerca de seis, caminó despacio, sin nerviosismo, como si hubiese comprado en la tienda, para no levantar sospechas.
Tras, aproximadamente unos cinco minutos de caminata, se encotnró una tienda de armas que captó su atención, decidió entrar con sus manzanas y saludó a las personas que estaban dentro con una sonrisa, como quien no acaba de robar nada. Se acercó a los expositores y armas, contemplando aquellas maravillas de la artesanía. Pocas cosas le interesaban a Roxana, pero las armas entraban en sus gustos.
Caminando hacia atrás, tropezó con Yumiko, el golpe hizo que tirase las manzanas al suelo.- ¡Disculpa!- Dijo ligeramente asustada por el golpe mientras se agachaba a recoger las frutas. Una vez que las recogió todas, se dio la vuelta y miró a Yumiko.- Jeje... Lo siento, estaba algo distraída mirando las armas... Y no sabía que estabas ahí.- Dijo como excusa, con una voz agradable y dulce, mirando a los ojos de la chica con una pequeña sonrisa.
Cuando Roxana volvía para casa, notó una luz en su espalda, el sol. Ya había amanecido, y los niños despertarían pronto, así que decidió acercarse al pueblo en busca de algo de comer. Hacía algo de frío, pero a ella no le importaba, su prioridad era encontrar comida, le importaba más bien poco el clima.
A medida que caminaba, le rugían las tripas, aún no había tomado nada, a decir verdad, hacía bastante que no tomaba nada... Comenzaba a preocuparle no poder conseguir comida suficiente, pues ella ya ha tenido que comer de manera insatisfactoria dos días seguidos, y era consciente que de seguir así, no aguantaría.
Pasó por delante de la frutería, donde, los pobres e incautos dueños, tenían fuera manzanas y naranjas en un gran cajón, quizá para exponerlas, o quizá no las metieron aún, eran frutas comunes, pero eran fácil de robar. Se acercó disimuladamente y agarró unas cuantas, contó cerca de seis, caminó despacio, sin nerviosismo, como si hubiese comprado en la tienda, para no levantar sospechas.
Tras, aproximadamente unos cinco minutos de caminata, se encotnró una tienda de armas que captó su atención, decidió entrar con sus manzanas y saludó a las personas que estaban dentro con una sonrisa, como quien no acaba de robar nada. Se acercó a los expositores y armas, contemplando aquellas maravillas de la artesanía. Pocas cosas le interesaban a Roxana, pero las armas entraban en sus gustos.
Caminando hacia atrás, tropezó con Yumiko, el golpe hizo que tirase las manzanas al suelo.- ¡Disculpa!- Dijo ligeramente asustada por el golpe mientras se agachaba a recoger las frutas. Una vez que las recogió todas, se dio la vuelta y miró a Yumiko.- Jeje... Lo siento, estaba algo distraída mirando las armas... Y no sabía que estabas ahí.- Dijo como excusa, con una voz agradable y dulce, mirando a los ojos de la chica con una pequeña sonrisa.
Yumiko Mei
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Akuma no mi
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Me encontraba contemplando las diferentes armas que esa tienda poseía, tenía desde armas de fuego hasta dagas arrojadizas, pasando por nunchakus y otros muchos tipos de armas exóticas y extrañas. Yo me encontraba mirando la parte de tiradores, donde se encontraban expuestas todo tipo de arcos y flechas, para ser exactos, había flechas hechas con todo tipo de materiales y yo me decanté por tocar un paquete de 10 de estas. Cogí el paquete y lo abrí para ver lo que contenía, eran 10 flechas con punta de acero y muy bien cuidadas, la madera de la que estaba hecha el palo era cedro, sin duda de la mejor calidad y una vez las cogí empecé a caminar hacía el tendero.
Mientras caminaba algo me golpeó en la espalda y salté rápidamente para girarme y mirar que era, era una chica, esta parecía algo pobre o poco cuidada, pero no parecía ser mala persona. Ella se cayó al suelo después de pegarme y de su bolsa empezaron a caer manzanas, esta las recogió con mucha prisa y se puso en pie delante mía para pedirme perdón. Tras su frase me percaté de algo extraño, que no solía pasar con cualquier persona pobre, a mi osito de peluche le comenzaron a brillar los ojos, esa chica era una usuaria de akuma, aún sabiendo esa, tenía muchas dudas de que akuma podría poseer alguien como ella y comencé a hablarle para entablar amistad. Mi curiosidad no tenía límites.
-Oh, tranquila, no pasa nada, es normal que te distraigas con estas preciosas armas, casi todas son de gran calidad y sin duda servirían muy bien en un combate, yo trataré de comprar estas flechas y si te apetece podemos seguir hablando fuera, hay algo en ti que me ha llamado la atención y deseo conocerte si no te es un problema.- dije con cara sincera y con una respuesta clara sin ninguna intención, me apetecía conocer a esa chica y ver si podría confiar en ella, yo no tenía problemas en confiar en las personas si se mostraban amables y eso era un gran problema. Como yo mentía exageradamente mal, no podría mentirle a la cara sin que se enterase de que lo estaba haciendo, así que se notaba claramente que estaba siendo sincera. El osito de peluche seguía mostrando sus brillantes pupilas con más fuerza que antes, sería porque me encontraba más cerca de la chica o simplemente porque esta se había calmado, desconocía el porque.
Tras hablar con ella me giré y seguí mi camino hacía el tendero de la tienda, un hombre adulto, trajeado y con una barba de tres días, mostraba un claro aspecto de hombre de negocios o mafioso y estaba claro, ese hombre tenía ganas de regatear. No se lo dejaría nada fácil, pues conseguir pagar lo menos por esa cosa era lo que quería.
-Buenos días, veo que tiene una muy bonita tienda. Deseo comprar esta caja de flechas y quiero saber que precio pide por esta.- Dije yo mirando amablemente al que parecía ser el dueño de la tienda.
-Esas son flechas de la más alta calidad, están hechas con maderas traídas de muy lejos, para ser exactos, están traídas del Grand Line y no es nada fácil hacer ese trabajo de llevar la madera hasta aquí. Son un total de 15.000 Berries por estas preciosas 10 flechas, señorita.- Dijo el hombre mostrando una cara seria y despreocupada, este quería mostrar que el no mentía en absoluto, o eso era lo que yo pensaba, así que le seguí el juego.
-15.000 berries? Yo pensaba algo más así como, 100 berries, estas flechas no son nada mejores que las mías, las cuales me costaron 50 berries las 100, pues la madera no es la misma, pero eso no quiere decir que el aumento de precio deba ser tanto.- Dije mirando con firmeza al tendero, el cual se encendió un puro y siguió el regateo, eso si, algo más atento.
-Interesante, no me esperaba una arquera por este mar con tanta experiencia, el precio no lo voy a bajar por debajo de los 4000 berries, lo tomas o lo dejas.- Respondió este de manera lógica y seria
-Yo tampoco me esperaba encontrar a un tendero tan serio, no voy a pagar 4000 por esto, como mucho te pagare 500 berries y eso que estoy arriesgando mi dinero.- Dije de manera aún más feroz que antes y mirándolo directamente a los ojos.
-Bueno, pues entonces solo nos queda dejarlo en un punto medio, y como vas a ir bajando más y más, te las dejo en 1000 berries, eso si, deberás pagar en efectivo y ahora mismo.- Me respondió este algo fastidiado, pues su plan de arruinarme no había surtido efecto.
-Así me gusta, acepto comprarlas por 1000 berries, encantada de hacer tratos con usted.- Dije mientras le dejaba los mil berries y me llevaba la caja con las flechas.
Un trato de lo más seguro sin duda, una vez recogida la caja salí fuera y esperé a que la chica llegara también. Mientras tanto empecé a probar mis flechas contra un poste de madera que había afuera de esta, esperaba que no me viniera nadie a decirme que no podía hacer eso ahí, pues no parecía el poste de nadie.
Mientras caminaba algo me golpeó en la espalda y salté rápidamente para girarme y mirar que era, era una chica, esta parecía algo pobre o poco cuidada, pero no parecía ser mala persona. Ella se cayó al suelo después de pegarme y de su bolsa empezaron a caer manzanas, esta las recogió con mucha prisa y se puso en pie delante mía para pedirme perdón. Tras su frase me percaté de algo extraño, que no solía pasar con cualquier persona pobre, a mi osito de peluche le comenzaron a brillar los ojos, esa chica era una usuaria de akuma, aún sabiendo esa, tenía muchas dudas de que akuma podría poseer alguien como ella y comencé a hablarle para entablar amistad. Mi curiosidad no tenía límites.
-Oh, tranquila, no pasa nada, es normal que te distraigas con estas preciosas armas, casi todas son de gran calidad y sin duda servirían muy bien en un combate, yo trataré de comprar estas flechas y si te apetece podemos seguir hablando fuera, hay algo en ti que me ha llamado la atención y deseo conocerte si no te es un problema.- dije con cara sincera y con una respuesta clara sin ninguna intención, me apetecía conocer a esa chica y ver si podría confiar en ella, yo no tenía problemas en confiar en las personas si se mostraban amables y eso era un gran problema. Como yo mentía exageradamente mal, no podría mentirle a la cara sin que se enterase de que lo estaba haciendo, así que se notaba claramente que estaba siendo sincera. El osito de peluche seguía mostrando sus brillantes pupilas con más fuerza que antes, sería porque me encontraba más cerca de la chica o simplemente porque esta se había calmado, desconocía el porque.
Tras hablar con ella me giré y seguí mi camino hacía el tendero de la tienda, un hombre adulto, trajeado y con una barba de tres días, mostraba un claro aspecto de hombre de negocios o mafioso y estaba claro, ese hombre tenía ganas de regatear. No se lo dejaría nada fácil, pues conseguir pagar lo menos por esa cosa era lo que quería.
-Buenos días, veo que tiene una muy bonita tienda. Deseo comprar esta caja de flechas y quiero saber que precio pide por esta.- Dije yo mirando amablemente al que parecía ser el dueño de la tienda.
-Esas son flechas de la más alta calidad, están hechas con maderas traídas de muy lejos, para ser exactos, están traídas del Grand Line y no es nada fácil hacer ese trabajo de llevar la madera hasta aquí. Son un total de 15.000 Berries por estas preciosas 10 flechas, señorita.- Dijo el hombre mostrando una cara seria y despreocupada, este quería mostrar que el no mentía en absoluto, o eso era lo que yo pensaba, así que le seguí el juego.
-15.000 berries? Yo pensaba algo más así como, 100 berries, estas flechas no son nada mejores que las mías, las cuales me costaron 50 berries las 100, pues la madera no es la misma, pero eso no quiere decir que el aumento de precio deba ser tanto.- Dije mirando con firmeza al tendero, el cual se encendió un puro y siguió el regateo, eso si, algo más atento.
-Interesante, no me esperaba una arquera por este mar con tanta experiencia, el precio no lo voy a bajar por debajo de los 4000 berries, lo tomas o lo dejas.- Respondió este de manera lógica y seria
-Yo tampoco me esperaba encontrar a un tendero tan serio, no voy a pagar 4000 por esto, como mucho te pagare 500 berries y eso que estoy arriesgando mi dinero.- Dije de manera aún más feroz que antes y mirándolo directamente a los ojos.
-Bueno, pues entonces solo nos queda dejarlo en un punto medio, y como vas a ir bajando más y más, te las dejo en 1000 berries, eso si, deberás pagar en efectivo y ahora mismo.- Me respondió este algo fastidiado, pues su plan de arruinarme no había surtido efecto.
-Así me gusta, acepto comprarlas por 1000 berries, encantada de hacer tratos con usted.- Dije mientras le dejaba los mil berries y me llevaba la caja con las flechas.
Un trato de lo más seguro sin duda, una vez recogida la caja salí fuera y esperé a que la chica llegara también. Mientras tanto empecé a probar mis flechas contra un poste de madera que había afuera de esta, esperaba que no me viniera nadie a decirme que no podía hacer eso ahí, pues no parecía el poste de nadie.
Roxana Yoake
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A pesar de tener cara de hambre, la cual intentaba ocultar, Roxana se mantenía bastante en forma para lo poco que había comido, su cuerpo se mantenía perfectamente en pié, y era capaz de levantarse sin ningún problema, se estaba comenzando a acostumbrar a pasar días sin comer.- Oh... ehm... Como quieras.- Respondió algo confusa Roxana, no esperaba que la chica esa fuese tan amigable, no parecía mala gente, pero había algo que hacía que desconfiase de ella, quizá el "hay algo en tí que me llamó la atención", eso le dio motivos a Rox para pensar que le había visto robar las manzanas, pero... No podía ser, la chica aquella no era precisamente discreta, y no le pareció haberla visto por allí cerca.
Aprovechó que la chica se acercó al mostrador para seguir mirando las armas, no sabía si ahorrar para comprarlas, pues robarlas no sería una opción, ya que el vendedor le vería robando, estaba muy cerca. Se fijó especialmente en unos kunais, se preguntó cómo habían conseguido esas extrañas armas, que levemente le recordaban a su katana por algún motivo, pues en las armerías que había visitado no las había. No tenía intención de robarlas ni de comprarlas, pues no eran de su estilo, simplemente captaron su atención.
Roxana caminó hacia la puerta cuando escuchó atónita como estaba regateando, hasta llegar a comprar las flechas por un precio notablemente inferior al inicial. Aquello dejó algo, bastante sorprendida a Roxana, la verdad es que aprender a regatear de tal manera no le vendría mal, pero realmente no le apetecía demasiado gastar su tiempo en ello, tenía bastantes cosas que hacer... Realmente, pocas, pero en su cabeza eran demasiadas.
Roxana sale de su abobamiento cuando la chica pasa por delante suya, saliendo de aquella tienda, entonces le siguió hacia el exterior. Al parecer no había notado que ella había salido detrás suya, y se puso a disparar a un poste con las flechas recién compradas.- ¿Una arquera? ¿Que hace por aquí?- Se preguntó. Rox se acercó a la chica y le tocó levemente el hombro.- Disculpa... ¿Cuál es tu nombre?- Preguntó curiosa, mirando detenidamente el pelo y ropa de la persona que se encontraba delante suyo. Definitivamente nunca la había visto por aquí.- Mi nombre es Roxana. Un placer.- Dijo en un tono serio, pero amable, e hizo una leve reverencia. Hacía tiempo que no se presentaba a nadie, pero así es como sus padre le enseñaron, quizá demasiado cortés para la situación, pero poco más se le ocurría.
Aprovechó que la chica se acercó al mostrador para seguir mirando las armas, no sabía si ahorrar para comprarlas, pues robarlas no sería una opción, ya que el vendedor le vería robando, estaba muy cerca. Se fijó especialmente en unos kunais, se preguntó cómo habían conseguido esas extrañas armas, que levemente le recordaban a su katana por algún motivo, pues en las armerías que había visitado no las había. No tenía intención de robarlas ni de comprarlas, pues no eran de su estilo, simplemente captaron su atención.
Roxana caminó hacia la puerta cuando escuchó atónita como estaba regateando, hasta llegar a comprar las flechas por un precio notablemente inferior al inicial. Aquello dejó algo, bastante sorprendida a Roxana, la verdad es que aprender a regatear de tal manera no le vendría mal, pero realmente no le apetecía demasiado gastar su tiempo en ello, tenía bastantes cosas que hacer... Realmente, pocas, pero en su cabeza eran demasiadas.
Roxana sale de su abobamiento cuando la chica pasa por delante suya, saliendo de aquella tienda, entonces le siguió hacia el exterior. Al parecer no había notado que ella había salido detrás suya, y se puso a disparar a un poste con las flechas recién compradas.- ¿Una arquera? ¿Que hace por aquí?- Se preguntó. Rox se acercó a la chica y le tocó levemente el hombro.- Disculpa... ¿Cuál es tu nombre?- Preguntó curiosa, mirando detenidamente el pelo y ropa de la persona que se encontraba delante suyo. Definitivamente nunca la había visto por aquí.- Mi nombre es Roxana. Un placer.- Dijo en un tono serio, pero amable, e hizo una leve reverencia. Hacía tiempo que no se presentaba a nadie, pero así es como sus padre le enseñaron, quizá demasiado cortés para la situación, pero poco más se le ocurría.
Yumiko Mei
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Estaba fuera disparando-le a un poste con mi arco, probando las nuevas flechas que acababa de comprar en la tienda de al lado. Las flechas se disparaban con total suavidad, era fácil acertarlas y no parecían estar muy afectadas por el viento, eso me permitiría acertar mejor en mis futuros duelos o en alguna necesidad de precisión. El arco era una extensión de mi cuerpo y la flecha era una extensión de mi propia mano, al dispararla sentía como si tirara una piedra sabiendo que acertaría con total seguridad. El cálculo de la distancia y posición del arco frente al poste se encontraba en mi cabeza y me permitía acertar mis flechas con total seguridad.
Estaba a punto de disparar otra flecha completamente concentrada cuando de repente la chica de antes se me acercó y me tocó el hombro, esto me des-concentró e hizo que fallara la trayectoria de la flecha, a la cual no le presté atención, seguramente acabara en alguna casa y los dueños se asustarían, pero quien sabe. Antes de girarme a mirarla, esta me preguntó por mi nombre, pero no de una manera normal, era algo demasiado, formal digamos, puede ser que ella pensase que pertenezco a la realeza, pero no era para nada así. Ella se hacía llamar Roxana según me contaba. Me giraba a responderle cuando de repente me giré hacía ella y por casualidad en el suelo se encontraba una piedra, lo que hice fue tropezar contra esta y caerme encima de la chica, directamente en su pecho, no había calculado muy bien la caída y no pude moverme por 2 segundos debido al fuerte golpe que me di, aunque su pecho amortiguó completamente la caída. Después de esos 2 casi infinitos segundos, quité mi cara de su pecho y me levanté para luego pedir gratas disculpas.
-Lo siento mucho, soy muy torpe, no era mi intención hacerte esto y lo siento si te molestó, si te manchaste la ropa por mi culpa te la pagaré sin ningún problema.- dije sobresaltada y algo agitada, no me esperaba que me pasara uno de estos momentos tan torpes con ella y aquí mismo.
Tras decir eso limpié mis botas y me calmé para empezar a hablar con ella de manera algo más seria que antes.
-Mi nombre es Yumiko Mei y estoy de paseo por esta isla, en busca de algo de información sobre el Grand Line, necesito encontrar alguien que sepa sobre esto y además de esto, necesito buscar algún lugar donde comprar, tanto provisiones, como un bote para salir de aquí. No se porque, pero tengo la sensación de que eres de esta isla, pero eres muy diferente al resto de ciudadanos de esta peculiar villa. Y sobre lo que me llamaba la atención, es algo que te contaré más adelante si decides ayudarme.- Dije de manera algo más seria pero sin quitar mi sonrisa, había quedado bastante avergonzada después de la anterior escena y mi cara seguía roja.
Estaba a punto de disparar otra flecha completamente concentrada cuando de repente la chica de antes se me acercó y me tocó el hombro, esto me des-concentró e hizo que fallara la trayectoria de la flecha, a la cual no le presté atención, seguramente acabara en alguna casa y los dueños se asustarían, pero quien sabe. Antes de girarme a mirarla, esta me preguntó por mi nombre, pero no de una manera normal, era algo demasiado, formal digamos, puede ser que ella pensase que pertenezco a la realeza, pero no era para nada así. Ella se hacía llamar Roxana según me contaba. Me giraba a responderle cuando de repente me giré hacía ella y por casualidad en el suelo se encontraba una piedra, lo que hice fue tropezar contra esta y caerme encima de la chica, directamente en su pecho, no había calculado muy bien la caída y no pude moverme por 2 segundos debido al fuerte golpe que me di, aunque su pecho amortiguó completamente la caída. Después de esos 2 casi infinitos segundos, quité mi cara de su pecho y me levanté para luego pedir gratas disculpas.
-Lo siento mucho, soy muy torpe, no era mi intención hacerte esto y lo siento si te molestó, si te manchaste la ropa por mi culpa te la pagaré sin ningún problema.- dije sobresaltada y algo agitada, no me esperaba que me pasara uno de estos momentos tan torpes con ella y aquí mismo.
Tras decir eso limpié mis botas y me calmé para empezar a hablar con ella de manera algo más seria que antes.
-Mi nombre es Yumiko Mei y estoy de paseo por esta isla, en busca de algo de información sobre el Grand Line, necesito encontrar alguien que sepa sobre esto y además de esto, necesito buscar algún lugar donde comprar, tanto provisiones, como un bote para salir de aquí. No se porque, pero tengo la sensación de que eres de esta isla, pero eres muy diferente al resto de ciudadanos de esta peculiar villa. Y sobre lo que me llamaba la atención, es algo que te contaré más adelante si decides ayudarme.- Dije de manera algo más seria pero sin quitar mi sonrisa, había quedado bastante avergonzada después de la anterior escena y mi cara seguía roja.
Roxana Yoake
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La chica se iba a dar la vuelta, y de pronto, sin poder reaccionar, se cae encima de Roxana con la cara en sus pechos. La reacción de Roxana fue gritar y, una vez que la chica se levantó, tirarle una manzana a la cabeza, dándole entre ceja y ceja.- ¡Si vuelve a pasar algo así, no te lanzaré una inofensiva frutita!- Roxana se puso roja como sus preciadas manzanas, cogió la manzana que le había lanzado a la chica, algo deteriorada por el golpe, la guardó y se levantó, con cierto enfado, mirando a Yumiko, quien acto seguido le pidió ayuda.-¿¡Después de eso me pides ayuda!?- Le dijo, gritando cabreada, pero luego se lo pensó.- Espera... Te ayudaré si me das algo a cambio.- Una sonrisa se dibujó en el rostro de Rox.
Roxana se cruzó de brazos, mirando a Yumiko.- Claro que sé de alguien que tiene un barco... Y podría llevarte a algún lugar... Gratis, por conocerme a mi...- Comenzó a caminar de un lado a otro, como si fuese una mafiosa, jugando a lanzar la manzana al aire y recogerla otra vez.- Él quizá lo haga gratis, pero yo no te llevaré si no me das algo.- Dijo con malicia.
Luego de un rato pensativa.- ¡Ah! Y creo que esa persona también te dará información sobre Grand Line.- Dijo, mirando fijamente a Yumiko.- Me tiene contado historias sobre ese lugar... Quizá te sirva de algo.- Finalmente se quedó quieta en un lugar fijo, pero siguió mirando a Yumiko.
Roxana se cruzó de brazos, mirando a Yumiko.- Claro que sé de alguien que tiene un barco... Y podría llevarte a algún lugar... Gratis, por conocerme a mi...- Comenzó a caminar de un lado a otro, como si fuese una mafiosa, jugando a lanzar la manzana al aire y recogerla otra vez.- Él quizá lo haga gratis, pero yo no te llevaré si no me das algo.- Dijo con malicia.
Luego de un rato pensativa.- ¡Ah! Y creo que esa persona también te dará información sobre Grand Line.- Dijo, mirando fijamente a Yumiko.- Me tiene contado historias sobre ese lugar... Quizá te sirva de algo.- Finalmente se quedó quieta en un lugar fijo, pero siguió mirando a Yumiko.
Yumiko Mei
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Akuma no mi
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La chica que se hacía llamar Roxana se había enfadado tras haberme caído entre sus pechos y una vez levantada, me tiró una manzana a la cabeza, yo decidí no usar mi intangibilidad, pues me lo merecía por mi torpeza y poco después, al pedirle mi ayuda, esta rechazó en un principio, para unos momentos después pensárselo y aceptar. Estaba sonriendo a la vez que enfadada, pues sus manos se encontraban entrecruzadas.
Esta me contestó que había en la isla alguien que pudiera prestarme un barco, y eso me alegró bastante, además también tenía información sobre el Grand Line, lo que me alegró todavía más y me hizo sonreír, eso era matar dos pájaros de un tiro. Pero algo estaba pasando cerca mientras nosotras nos encontrabamos conversando, resulta que la flecha con trayectoria desconocida que había disparado antes impactó en un restaurante de la ciudad y el dueño de esta se encontraba corriendo tras mi, mientras gritaba en voz alta:
-¡Hey vosotras, lo pagareis caro esto, ese ventanal costaba un pastón!¡No os saldréis con la vuestra!- Gritaba este mientras corría hacía mi y la Roxana.
Posteriormente al ver que el hombre no tenía buen humor, cogí de la mano a la chica y empecé a correr en la otra dirección, puede que la chica no aceptara que le cogiera, pero lo cogí tan fuertemente que no se soltaría con facilidad. Una vez escondidas en un buen lugar le dije lo siguiente:
-Te pido perdón por los problemas causados, en cuanto a lo del hombre del barco, lo tendré que dejar para después, pues tengo en mi mente capturar a un pirata que merodea por los alrededores, dejando a los ciudadanos casi siempre en mal estado. Es un tal Din Makav y este es su cartel, si sabes donde se puede encontrar, perfecto, y si además me ayudas a capturarlo, te llevarás la mitad de su recompensa, si te parece bien, vamos en cuanto tu me digas.- Le dije a Roxana con cara simpática y voz sincera y suave, no esperaba que se siguiera enfadando, pues parecía que la chica buscaba algo de dinero o eso es lo que mostraban sus ropajes, y con esto esta quedaría satisfecha y yo también.
Esta me contestó que había en la isla alguien que pudiera prestarme un barco, y eso me alegró bastante, además también tenía información sobre el Grand Line, lo que me alegró todavía más y me hizo sonreír, eso era matar dos pájaros de un tiro. Pero algo estaba pasando cerca mientras nosotras nos encontrabamos conversando, resulta que la flecha con trayectoria desconocida que había disparado antes impactó en un restaurante de la ciudad y el dueño de esta se encontraba corriendo tras mi, mientras gritaba en voz alta:
-¡Hey vosotras, lo pagareis caro esto, ese ventanal costaba un pastón!¡No os saldréis con la vuestra!- Gritaba este mientras corría hacía mi y la Roxana.
Posteriormente al ver que el hombre no tenía buen humor, cogí de la mano a la chica y empecé a correr en la otra dirección, puede que la chica no aceptara que le cogiera, pero lo cogí tan fuertemente que no se soltaría con facilidad. Una vez escondidas en un buen lugar le dije lo siguiente:
-Te pido perdón por los problemas causados, en cuanto a lo del hombre del barco, lo tendré que dejar para después, pues tengo en mi mente capturar a un pirata que merodea por los alrededores, dejando a los ciudadanos casi siempre en mal estado. Es un tal Din Makav y este es su cartel, si sabes donde se puede encontrar, perfecto, y si además me ayudas a capturarlo, te llevarás la mitad de su recompensa, si te parece bien, vamos en cuanto tu me digas.- Le dije a Roxana con cara simpática y voz sincera y suave, no esperaba que se siguiera enfadando, pues parecía que la chica buscaba algo de dinero o eso es lo que mostraban sus ropajes, y con esto esta quedaría satisfecha y yo también.
Roxana Yoake
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La chica parecía estar contenta, pero su felicidad se vio interrumpida cuando un señor corrió hacia nosotros. La reacción de Yumiko fue agarrar la mano de Roxana, quien se sonrojó levemente.- ¿por qué te tomas tantas libertades?- Dijo, ligeramente enfadada debido a la acción de la chica, mirando a otro lado sin dejar de correr.
Al fin logramos llegar a un lugar fijo y escondernos, pero para mi sorpresa, me enseñó un cartel de "Wanted" con la cara de alguien, Roxana negó con la cabeza, pues no le sonaba.- No, no me suena, pero te puedo ayudar en caso de saber donde se encuentra...- Le ofrece, con un tono ligeramente amable a Yumiko.
Cuando ya se terminó el peligro, salió del escondite, poco a poco, por si aún seguía por ahí el dueño del restaurante, pero no parecía haber nadie.- Podríamos probar a preguntar en alguna taberna o tienda.- Roxana le mira ladeando la cabeza a Yumiko, esperando a que salga del escondite, la verdad es que a Roxana no le desagradaba del todo su compañía, pero por le momento tampoco le agradaba, simplemente no sentía nada ante ella, lo cual ya era un gran logro.
Al fin logramos llegar a un lugar fijo y escondernos, pero para mi sorpresa, me enseñó un cartel de "Wanted" con la cara de alguien, Roxana negó con la cabeza, pues no le sonaba.- No, no me suena, pero te puedo ayudar en caso de saber donde se encuentra...- Le ofrece, con un tono ligeramente amable a Yumiko.
Cuando ya se terminó el peligro, salió del escondite, poco a poco, por si aún seguía por ahí el dueño del restaurante, pero no parecía haber nadie.- Podríamos probar a preguntar en alguna taberna o tienda.- Roxana le mira ladeando la cabeza a Yumiko, esperando a que salga del escondite, la verdad es que a Roxana no le desagradaba del todo su compañía, pero por le momento tampoco le agradaba, simplemente no sentía nada ante ella, lo cual ya era un gran logro.
Yumiko Mei
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Tras cogerle de la mano, la chica se sonrojó y miró hacía el otro lado quejándose por haberla cogido de la mano, de una manera indirecta pero que mostraba claramente lo que ella pensaba. No parecía gustarle el contacto físico con otras personas, más bien parecía molestarle, así que desde ahora procuraré no tener que entablar contacto físico, a menos que sea necesario. La chica me agradaba bastante y lo mejor que podía hacer era darle esa impresión, o eso intentaría.
Una vez en el callejón, esperamos unos momentos y esta miró a ver si ya se habían ido, esta me había dicho anteriormente que no conocía al bastardo del Wanted, pero que me ayudaría de encontrarlo, eso era perfecto para mi posterior plan, pues necesitaría ayuda para llevar su cuerpo completamente aturdido y esa chica me ayudaría, o eso esperaba, ella se llevaría la mitad de su recompensa y esperaba que le agradara.
Roxana me confirmó que ya se habían ido y salí afuera, posteriormente me dijo que deberíamos visitar una taberna, cosa que ya tenía planeado hacer. Di varios vistazos a los alrededores y vislumbré un edificio con un gran cartel de color negro y con unas rosas rojas dibujadas alrededor de este, el cartel decía "Rottbern" y eso suponía que sería una taberna, algo extraña pero sin duda una taberna. Me acerqué hacía esta y entré por la puerta principal, no había nadie fuera del edificio y una vez dentro se respiraba un aroma húmedo y un fuerte perfume con olor de rosas, las personas se encontraban sentadas en enormes sillones decorados por grandes rosas.
Me acerqué al tabernero, el cual llevaba puesto un traje negro con una rosa en el pecho, ahí todo eran rosas, pensé. Una vez delante de la barra le comencé a hablar a la chica.
-Bueno, dado los problemas que te he causado, te invito a lo que quieras, puedes pedir cualquier cosa, yo pagaré.- dije en tono amable y con una sonrisa.
-Buenos días señoritas, ¿Qué desean?- preguntó el camarero en modo caballeresco y haciendo una reverencia. Era de lo más amable que había visto en una taberna, puesto que en estas solo hay sucios piratas.
-Ponga-me una de esas cervezas con aroma de rosas y un plato de frutos secos, pues a la vez que sed, tengo hambre. A ella póngale lo que quiera, la cuenta la pagaré yo.- dije mientras miraba al camarero con cara simpática.
-Enseguida voy señoritas, dígame, que desea tomar señorita...- dijo este interrumpiendo su frase, esperando recibir en respuesta el nombre de mi compañera.
Yo me quedé observando al tabernero mientras se movía de lado a lado, trayendo platos y bebidas a las personas de esa particular taberna. En cuanto termináramos nuestro improvisado almuerzo proseguiríamos con la busca del pirata, pensé.
Una vez en el callejón, esperamos unos momentos y esta miró a ver si ya se habían ido, esta me había dicho anteriormente que no conocía al bastardo del Wanted, pero que me ayudaría de encontrarlo, eso era perfecto para mi posterior plan, pues necesitaría ayuda para llevar su cuerpo completamente aturdido y esa chica me ayudaría, o eso esperaba, ella se llevaría la mitad de su recompensa y esperaba que le agradara.
Roxana me confirmó que ya se habían ido y salí afuera, posteriormente me dijo que deberíamos visitar una taberna, cosa que ya tenía planeado hacer. Di varios vistazos a los alrededores y vislumbré un edificio con un gran cartel de color negro y con unas rosas rojas dibujadas alrededor de este, el cartel decía "Rottbern" y eso suponía que sería una taberna, algo extraña pero sin duda una taberna. Me acerqué hacía esta y entré por la puerta principal, no había nadie fuera del edificio y una vez dentro se respiraba un aroma húmedo y un fuerte perfume con olor de rosas, las personas se encontraban sentadas en enormes sillones decorados por grandes rosas.
Me acerqué al tabernero, el cual llevaba puesto un traje negro con una rosa en el pecho, ahí todo eran rosas, pensé. Una vez delante de la barra le comencé a hablar a la chica.
-Bueno, dado los problemas que te he causado, te invito a lo que quieras, puedes pedir cualquier cosa, yo pagaré.- dije en tono amable y con una sonrisa.
-Buenos días señoritas, ¿Qué desean?- preguntó el camarero en modo caballeresco y haciendo una reverencia. Era de lo más amable que había visto en una taberna, puesto que en estas solo hay sucios piratas.
-Ponga-me una de esas cervezas con aroma de rosas y un plato de frutos secos, pues a la vez que sed, tengo hambre. A ella póngale lo que quiera, la cuenta la pagaré yo.- dije mientras miraba al camarero con cara simpática.
-Enseguida voy señoritas, dígame, que desea tomar señorita...- dijo este interrumpiendo su frase, esperando recibir en respuesta el nombre de mi compañera.
Yo me quedé observando al tabernero mientras se movía de lado a lado, trayendo platos y bebidas a las personas de esa particular taberna. En cuanto termináramos nuestro improvisado almuerzo proseguiríamos con la busca del pirata, pensé.
Roxana Yoake
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Estuvo bastante rato mirando por las cercanías, en parte buscando una taberna u tienda, pero su vista no fue capaz de divisar nada por allí.
Finalmente la muchacha salió del escondite y le seguí caminando, pero al parecer nos llevó a un bar extraño con una decoración aún más extraña que el nombre, en la puerta no había nada, y eso extrañó un poco a Roxana, pero entró de todos modos, siguiendo a Yumiko. Realmente parece uno de esos lugares a los que van hombres de alta edad, sin vida ni nada mejor que ver a mujeres ligeritas de ropa, pero, por el momento, no había visto nada... Extraño.
Rosas, rosas y más rosas, eso era lo que predominaba allí, la rosa era un símbolo de amor y pasión, o, de otro modo, de deseo y lujuria, aún así, era un símbolo muy bonito, y una flor preciosa, pero era extraño verlo en una taberna. La gente, sentada en sillones, enormes sillones con rosas, más rosas... ¿Acaso la dueña o el dueño no tenía imaginación y se puso a decorar todo igual? Aún así, no era un dato de gran importancia para ellas.
Yumiko se acercó a la barra, el hombrer que nos atendió parecía muy simpático, quizá fuese simple educación o ética, pero no era importancia, vestía de negro y llevaba una rosa, ¿más rosas? Seguramente que hasta los platos y vasos tenían rosas... Yumiko pidió bebida y comida, la verdad es que tenía hambre, muchísima hambre. Se acercó a Yumiko.- Oye... ¿puedes pedir algo por mí? De comer... Lo que sea.- Le dijo en la oreja, no quería tener que hablar con una dependienta de un lugar así, y menos sin saber donde se habian metido.- Y... Tanta rosa comienza a ponerme nerviosa, Acabemos pronto y vayámonos...- Dijo en bajito, y tras decir eso se apartó de Yumiko.
No paraba de mirar a su al rededor, cada vez su mente le hacía peores pensamientos, la desconfiada naturaleza de Rox le hacía dudar de casi absolutamente todo, así que comenzaron a pasearse por su cabeza pensamientos tan horribles como el que el lugar era de una mafia, de violadores, o de cosas peores, no sabía que pensar, pèro en parte confiaba en que no pasaría nada, saldrían de allí perfectamente bien y seguirían en su búsqueda del "Wanted".
Finalmente la muchacha salió del escondite y le seguí caminando, pero al parecer nos llevó a un bar extraño con una decoración aún más extraña que el nombre, en la puerta no había nada, y eso extrañó un poco a Roxana, pero entró de todos modos, siguiendo a Yumiko. Realmente parece uno de esos lugares a los que van hombres de alta edad, sin vida ni nada mejor que ver a mujeres ligeritas de ropa, pero, por el momento, no había visto nada... Extraño.
Rosas, rosas y más rosas, eso era lo que predominaba allí, la rosa era un símbolo de amor y pasión, o, de otro modo, de deseo y lujuria, aún así, era un símbolo muy bonito, y una flor preciosa, pero era extraño verlo en una taberna. La gente, sentada en sillones, enormes sillones con rosas, más rosas... ¿Acaso la dueña o el dueño no tenía imaginación y se puso a decorar todo igual? Aún así, no era un dato de gran importancia para ellas.
Yumiko se acercó a la barra, el hombrer que nos atendió parecía muy simpático, quizá fuese simple educación o ética, pero no era importancia, vestía de negro y llevaba una rosa, ¿más rosas? Seguramente que hasta los platos y vasos tenían rosas... Yumiko pidió bebida y comida, la verdad es que tenía hambre, muchísima hambre. Se acercó a Yumiko.- Oye... ¿puedes pedir algo por mí? De comer... Lo que sea.- Le dijo en la oreja, no quería tener que hablar con una dependienta de un lugar así, y menos sin saber donde se habian metido.- Y... Tanta rosa comienza a ponerme nerviosa, Acabemos pronto y vayámonos...- Dijo en bajito, y tras decir eso se apartó de Yumiko.
No paraba de mirar a su al rededor, cada vez su mente le hacía peores pensamientos, la desconfiada naturaleza de Rox le hacía dudar de casi absolutamente todo, así que comenzaron a pasearse por su cabeza pensamientos tan horribles como el que el lugar era de una mafia, de violadores, o de cosas peores, no sabía que pensar, pèro en parte confiaba en que no pasaría nada, saldrían de allí perfectamente bien y seguirían en su búsqueda del "Wanted".
Yumiko Mei
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Estaba esperando que el camarero me trajera la cerveza y los frutos secos que había pedido cuando la chica comenzó a hablarme, a esta no parecía gustarle para nada aquella extraña taberna y por causalidad a mi tampoco. Me dijo "Oye... ¿puedes pedir algo por mí? De comer... Lo que sea.-" a lo que yo le sonreí amablemente, esperaba que se lo tomara como un si. Roxana añadió que no le gustaba para nada el decorado de aquella estancia, había demasiadas rosas, a eso no hay como quitarle la razón, puesto que todo eran rosas en esa taberna. Le hice una señal de que nos iríamos pronto y le dije:
-No te preocupes, no comeremos aquí, esto no es un lugar muy apropiado para estar y las personas no son para nada confiables a mi vista. Si quieres puedes esperarme fuera, yo conseguiré algo de información y pediré tu almuerzo y si prefieres quedarte, no hay problema tampoco.- comenté con un tono suave a la oreja de Roxana, no quería que el resto de personas me escuchara, pues no me parecían para nada confiables, saldríamos pitando de ese lugar en cuanto consiguiéramos la información y el almuerzo.
Hice una señal para que el camarero venga y este acudió con el plato de frutos secos y la cerveza. -Perdone, ¿puede poner los frutos secos en una bolsa y también ese paquete con sushi? No vamos a tomar esto dentro, pues nos tenemos que ir pronto.- le dije al camarero en tono amable y buscando su respuesta inmediata.
-No hay problema, enseguida lo envuelvo todo en una bolsa y se lo traigo, si desea llevarse la cerveza tendrá que pagar el vaso también, pues es de cristal y no es barato.- dijo este mientras iba metiendo todo lo que le había dicho en una bolsa.
Después de que lo metiera todo, trajo la bolsa y procedí a pagarle, 400 berries es lo que decía la nota y es lo que le dí al camarero, más que suficiente en mi opinión, pues el trato ha sido apetecible, pero no dejaría propina puesto que el lugar no me agradaba.
-Antes de irme, tengo que hacerle una pregunta sobre esto. ¿Sabe algo de donde se puede encontrar o quién es?- dije en tono serio y algo amenazante mientras le enseñaba el wanted.
Este mostró una cara de asombro a la vez que miedo y procedió a responderme: -Lo conozco, es uno de los piratas que merodean todo el día esta isla y solo causan problemas, no te recomiendo encontrarte con el, pues no suele entablar amistad con nadie y solo se dedica a destrozar la vida de los demás. Si aún después de decirte esto decides ir a por el, se encuentra viviendo en una gran casa en las afueras de la villa, una casa con decorados rojos y todas las paredes externas de color negro, la reconocerás una vez la veas. El hombre es un tipo de lo más bárbaro y no tiene nada mejor que hacer que destrozar todo lo que encuentra, desde tabernas hasta personas, no tiene escrúpulos en hacerlo.- Dijo el hombre mientras dio una calada a su puro.
-Muchas gracias por la información, y no se preocupe, solo le vamos a hacer una pequeña visita.- Dije yo en tono sarcástico mientras mis labios se torcían, mostrando una cara algo tonta, pero era la típica cara de una persona que no sabe mentir mientras se encuentra intentando hacerlo.
Una vez terminé de hablar, salí afuera con la bolsa y me senté en un banco que no parecía ser muy visitado, no había personas alrededor y esperaba que Roxana viniera a comer, pues en el local solo había gente extraña. Una vez sentada en el banco saqué la caja con sushi y la bolsa de frutos secos. Le ofrecí la caja de sushi a la chica y un par de palillos chinos para que pudiera comerlos. Yo me encontraba ya saboreando los frutos secos mientras tomaba pequeños sorbos de esa cerveza. La cerveza tenía un aroma dulce y a la vez amargo, su olor era el mismo que las rosas y su sabor era muy peculiar, estaba buenísima.
Mientras comía miré a la chica con una sonrisa y comencé una conversación, o eso esperaba conseguir, se decía que las conversaciones ayudaban a entablar amistades hasta con los enemigos y yo lo conseguiría con una chica como ella.
-Bien, ahora tenemos el wanted, solo nos falta ir y capturar a ese pirata. Dejando de lado esto por un momento, te diré lo que me llamó la atención de ti y solo te lo voy a desvelar a ti, pues no lo suelo ir diciendo siempre. Este oso de peluche tiene la habilidad de brillar cuando un usuario de alguna fruta del diablo se encuentra cerca y ahora mismo esta brillando, como estaba haciéndolo también antes. En otras palabras, me interesaba saber cual es el poder que tu fruta te ofrece y para romper el hielo te diré el mio. Mi fruta tiene la habilidad de permitirme transformarme en un metal poco común, el tungsteno. Solo temía por mi seguridad, ya lo siento por no haber confiado antes en ti, eres una buena persona sin duda alguna.- le dije a la chica mientras le mostraba mi mano transformándose en tungsteno, esperaba que no se asustara y pocos segundos después volví a mi posición inicial, bebiendo cerveza y comiendo frutos secos.
Nada más decirle mis palabras, me quedé esperando su respuesta y con ganas de que no se fuera corriendo de ahí, no sabía como reaccionaría una persona común ante aquella situación, pero ella no era para nada común.
-No te preocupes, no comeremos aquí, esto no es un lugar muy apropiado para estar y las personas no son para nada confiables a mi vista. Si quieres puedes esperarme fuera, yo conseguiré algo de información y pediré tu almuerzo y si prefieres quedarte, no hay problema tampoco.- comenté con un tono suave a la oreja de Roxana, no quería que el resto de personas me escuchara, pues no me parecían para nada confiables, saldríamos pitando de ese lugar en cuanto consiguiéramos la información y el almuerzo.
Hice una señal para que el camarero venga y este acudió con el plato de frutos secos y la cerveza. -Perdone, ¿puede poner los frutos secos en una bolsa y también ese paquete con sushi? No vamos a tomar esto dentro, pues nos tenemos que ir pronto.- le dije al camarero en tono amable y buscando su respuesta inmediata.
-No hay problema, enseguida lo envuelvo todo en una bolsa y se lo traigo, si desea llevarse la cerveza tendrá que pagar el vaso también, pues es de cristal y no es barato.- dijo este mientras iba metiendo todo lo que le había dicho en una bolsa.
Después de que lo metiera todo, trajo la bolsa y procedí a pagarle, 400 berries es lo que decía la nota y es lo que le dí al camarero, más que suficiente en mi opinión, pues el trato ha sido apetecible, pero no dejaría propina puesto que el lugar no me agradaba.
-Antes de irme, tengo que hacerle una pregunta sobre esto. ¿Sabe algo de donde se puede encontrar o quién es?- dije en tono serio y algo amenazante mientras le enseñaba el wanted.
Este mostró una cara de asombro a la vez que miedo y procedió a responderme: -Lo conozco, es uno de los piratas que merodean todo el día esta isla y solo causan problemas, no te recomiendo encontrarte con el, pues no suele entablar amistad con nadie y solo se dedica a destrozar la vida de los demás. Si aún después de decirte esto decides ir a por el, se encuentra viviendo en una gran casa en las afueras de la villa, una casa con decorados rojos y todas las paredes externas de color negro, la reconocerás una vez la veas. El hombre es un tipo de lo más bárbaro y no tiene nada mejor que hacer que destrozar todo lo que encuentra, desde tabernas hasta personas, no tiene escrúpulos en hacerlo.- Dijo el hombre mientras dio una calada a su puro.
-Muchas gracias por la información, y no se preocupe, solo le vamos a hacer una pequeña visita.- Dije yo en tono sarcástico mientras mis labios se torcían, mostrando una cara algo tonta, pero era la típica cara de una persona que no sabe mentir mientras se encuentra intentando hacerlo.
Una vez terminé de hablar, salí afuera con la bolsa y me senté en un banco que no parecía ser muy visitado, no había personas alrededor y esperaba que Roxana viniera a comer, pues en el local solo había gente extraña. Una vez sentada en el banco saqué la caja con sushi y la bolsa de frutos secos. Le ofrecí la caja de sushi a la chica y un par de palillos chinos para que pudiera comerlos. Yo me encontraba ya saboreando los frutos secos mientras tomaba pequeños sorbos de esa cerveza. La cerveza tenía un aroma dulce y a la vez amargo, su olor era el mismo que las rosas y su sabor era muy peculiar, estaba buenísima.
Mientras comía miré a la chica con una sonrisa y comencé una conversación, o eso esperaba conseguir, se decía que las conversaciones ayudaban a entablar amistades hasta con los enemigos y yo lo conseguiría con una chica como ella.
-Bien, ahora tenemos el wanted, solo nos falta ir y capturar a ese pirata. Dejando de lado esto por un momento, te diré lo que me llamó la atención de ti y solo te lo voy a desvelar a ti, pues no lo suelo ir diciendo siempre. Este oso de peluche tiene la habilidad de brillar cuando un usuario de alguna fruta del diablo se encuentra cerca y ahora mismo esta brillando, como estaba haciéndolo también antes. En otras palabras, me interesaba saber cual es el poder que tu fruta te ofrece y para romper el hielo te diré el mio. Mi fruta tiene la habilidad de permitirme transformarme en un metal poco común, el tungsteno. Solo temía por mi seguridad, ya lo siento por no haber confiado antes en ti, eres una buena persona sin duda alguna.- le dije a la chica mientras le mostraba mi mano transformándose en tungsteno, esperaba que no se asustara y pocos segundos después volví a mi posición inicial, bebiendo cerveza y comiendo frutos secos.
Nada más decirle mis palabras, me quedé esperando su respuesta y con ganas de que no se fuera corriendo de ahí, no sabía como reaccionaría una persona común ante aquella situación, pero ella no era para nada común.
- Paquete con sushi:
- Esta es la apariencia aproximada del paquete de sushi que le pido al tabernero.
Roxana Yoake
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Las palabras de Yumiko lograron tranquilizarla, diciendo que no comerían allí, y que se irían. Justo cuando pensaba que Yumiko se había olvidado del Wanted, se acercó al hombre y le preguntó por él, el hombre parecía asustado por el mero hecho de pensar en la persona que buscábamos, seguró ya había estado causando problemas antes, nos dio indicaciones de donde se hallaba, y nos dijo que era muy peligroso, bueno... A Roxana no le asustaba, ni mucho menos, alguien que causa problemas grandes no merece que se le tema, ese es un privilegio que Roxana nunca le otorgaría.
Una vez fuera, siguió a Yumiko hasta el banco, hambrienta, al fin podría comer algo. Yumiko le dio los palillos y el sushi, acto seguido, comenzó a comer una pieza de sushi, algo despacio, no era bueno que tras pasar tanto tiempo sin comer se diera un atracón. Seguía comiendo cuando Yumiko le preguntó por su fruta, seguramente se refería a sus poderes, a aquella fruta que tomó hace ya bastante tiempo.- ¿La Bushi-Bushi No Mi?- Preguntó, aún recordaba el nombre que había en la caja dorada, escondida en el cuarto de sus padres.- Pues... Supuestamente... Sin saber usar un arma, al cogerla, aprendo al instante durante cierto tiempo su uso, llegando a usarla perfectamente, pero sin superar a alguien con entrenamiento... También recuerdo que me dijeron algo de armas especiales... Pero por el momento no he visto ninguna de esas armas especiales.- Dijo, pensativa, apenas recordaba lo que su padre le había dicho, únicamente lo justo y necesario.- Bueno... Esto de las frutas es interesante.... Y extraño.
Sin darse cuenta, ya se había zampado mitad del paquete de sushi, y estaba algo llena, así que le dejó lo que sobraba en el regazo a Yumiko, que estaba sentada, tras ello, miró el cielo, las nubes pasar, libres, pensando en su pasado, pues esta conversación le había recordado muchas cosas.
Una vez fuera, siguió a Yumiko hasta el banco, hambrienta, al fin podría comer algo. Yumiko le dio los palillos y el sushi, acto seguido, comenzó a comer una pieza de sushi, algo despacio, no era bueno que tras pasar tanto tiempo sin comer se diera un atracón. Seguía comiendo cuando Yumiko le preguntó por su fruta, seguramente se refería a sus poderes, a aquella fruta que tomó hace ya bastante tiempo.- ¿La Bushi-Bushi No Mi?- Preguntó, aún recordaba el nombre que había en la caja dorada, escondida en el cuarto de sus padres.- Pues... Supuestamente... Sin saber usar un arma, al cogerla, aprendo al instante durante cierto tiempo su uso, llegando a usarla perfectamente, pero sin superar a alguien con entrenamiento... También recuerdo que me dijeron algo de armas especiales... Pero por el momento no he visto ninguna de esas armas especiales.- Dijo, pensativa, apenas recordaba lo que su padre le había dicho, únicamente lo justo y necesario.- Bueno... Esto de las frutas es interesante.... Y extraño.
Sin darse cuenta, ya se había zampado mitad del paquete de sushi, y estaba algo llena, así que le dejó lo que sobraba en el regazo a Yumiko, que estaba sentada, tras ello, miró el cielo, las nubes pasar, libres, pensando en su pasado, pues esta conversación le había recordado muchas cosas.
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