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Aquella tarde llovía más de lo normal en Water Seven. Las gotas de lluvia rebotaban sobre la fina madera del barco causando un sonido agudo. El silencio se cernía sobre el barco como si de algo fantasmal se tratase. El lugar en donde nos encontrábamos estaba un poco desierto, pues era una entrada abandonada por la que no circulaban los barcos. No me apetecía salir a fuera para ver el ambiente, y más con el frío que hacía, me gustaba más quedarme en mi camarote leyendo o... durmiendo si fuese posible.
Quedarse todo un día en aquella habitación no iba a ser posible y más cuando yo era demasiado activa para estas cosas. Agarré una manta y me la puse a mi alrededor y con los pies descalzos comencé a caminar por los pasillos del barco hasta que llegué a la cocina y me preparé una taza de café muy caliente. Me senté en una silla y comencé a sorberla para no quemarme. Me encantaba cuando llegábamos a una isla y todos se iban a hacer sus cosas, se respiraba paz, aunque luego se les echaba en falta todo el jaleo que hacía, no sé qué haría sin ellos, eran como mi familia solo pensar de perder a alguno me hacía sentir demasiado mal.
Me quedé mirando dubitativa el café y en cuanto lo terminé dejé la taza sobre la mesa y me levanté, no podía caminar así por el barco así que volví a mi camarote a vestirme. Me puse mi top negro acompañado de mi cazadora de cuero y mis shorts negros. Dejé todas mis armas encima de mi cama ya que hoy no las iba a necesitar salvo mis dos dagas que siempre llevo conmigo en mi cazadora escondidas. Una vez me vestí salí hacia la cubierta en la que llovía y estaba Midorima, un buen amigo, me acerqué hasta él y le pasé una mano por su hombro derecho. Necesitaba hablar con él. –Mido, últimamente estás muy extraño, ya no te comportas como antes ¿Qué es lo que te ocurre?
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Lluvia, significado de muchas cosas, tristeza, dolor, desesperación, soledad, inseguridad e inclusive algo de nostalgia y sí, en eso pasaba por la mente de aquel hombre que estaba en la cubierta de un gran barco, sus ropas estaban empapadas demostrando el hecho de que estaba en ese lugar hace ya un par de minutos. Maldición, creo que es momento de hacerlo…tendré que dejar esta banda ahora, y de hecho me iré en silencio…no quiero preocupar a mis nakamas, en especial a Rose, no se merece todo esto. era lo que pensaba con algo de preocupación, aquel hombre que estaba vestido de una forma algo elegante, con una camisa blanca, una especie de corbata negra y unos pantalones del mismo tono, la camisa tenía el botón del cuello desabrochado, su pelo verde y ojos del mismo color era algo que en ese momento desteñía sobre lo demás…aquel hombre era Midorima Shintaro.
Se giró sobre su eje, dispuesto a ir a recoger todas sus cosas y largarse de este barco, odiaba las despedidas y más si todas las personas a bordo de este eran de importancia para él, se iría en silencio o por lo menos eso planeaba, hasta que la hermosa figuraba de su capitana hacía aparición. Maldita sea mi suerte…bueno de todos modos algún día se iba a enterar, y es mejor que se enteré de mi boca… pensaba mientras retrocedía unos pasos para luego escuchar las palabras de la Rosa Oscura, Rose…su actual capitana y una de las pocas personas que lograban llegar al corazón del peli verde, una persona que respetaba e inclusive sentía un poco de admiración…sin dudas era una gran persona.
Rose….yo debo dejar la banda, no puedo arrastrarlos a un problema tan grande…lo siento. Pero debo irme de la banda, yo abandono Sons Of Anarchy.
Fueron las palabras que salieron de la boca de Shintaro, si bien ese “problema tan grande” no existía del todo, no podía decirle a Rose que abandonaba la banda porque otro más se lo pedía, aparte decirle aquello solo destrozaría aun más el corazón de su capitana, y si podía evitarlo lo haría. Después de todo en el fondo de su corazón sentía que le debía algo, aun no sabía muy bien que era esa cosa que le debía y seguramente con un tiempo alejados podría averiguarlo y terminar pagando esa deuda. Guardo silencio mientras miraba a Rose a los ojos y esperaba su respuesta, seguramente lo quería matar, golpear e incluso insultar, y todo estaba bien, después de todo era lo que se merecía.
Se giró sobre su eje, dispuesto a ir a recoger todas sus cosas y largarse de este barco, odiaba las despedidas y más si todas las personas a bordo de este eran de importancia para él, se iría en silencio o por lo menos eso planeaba, hasta que la hermosa figuraba de su capitana hacía aparición. Maldita sea mi suerte…bueno de todos modos algún día se iba a enterar, y es mejor que se enteré de mi boca… pensaba mientras retrocedía unos pasos para luego escuchar las palabras de la Rosa Oscura, Rose…su actual capitana y una de las pocas personas que lograban llegar al corazón del peli verde, una persona que respetaba e inclusive sentía un poco de admiración…sin dudas era una gran persona.
Rose….yo debo dejar la banda, no puedo arrastrarlos a un problema tan grande…lo siento. Pero debo irme de la banda, yo abandono Sons Of Anarchy.
Fueron las palabras que salieron de la boca de Shintaro, si bien ese “problema tan grande” no existía del todo, no podía decirle a Rose que abandonaba la banda porque otro más se lo pedía, aparte decirle aquello solo destrozaría aun más el corazón de su capitana, y si podía evitarlo lo haría. Después de todo en el fondo de su corazón sentía que le debía algo, aun no sabía muy bien que era esa cosa que le debía y seguramente con un tiempo alejados podría averiguarlo y terminar pagando esa deuda. Guardo silencio mientras miraba a Rose a los ojos y esperaba su respuesta, seguramente lo quería matar, golpear e incluso insultar, y todo estaba bien, después de todo era lo que se merecía.
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La lluvia como siempre trayendo recuerdos del pasado ¿no se irían nunca? Era imposible olvidarlos, hiciese lo que hiciese siempre permanecerían en mí. El cielo se ponía oscuro a medida que la tormenta avanzaba, esperaba que no durase mucho ya que pretendía tener una charla calmada con Midorima. Apoyé mi mano sobre el frío de la barandilla y miré al cielo. A veces me preguntaba que sería de mi si no hubiese aceptado entrar a esta banda, o si por casualidades del destino hubiese seguido mi camino de cazadora, habría llegado lejos a lo mejor y quizás fuese alguien reconocida por el mundo.
Comenzaba a sentir mi piel húmeda por las gotas de agua incluyendo mi ropa. Sin darme cuenta estaba completamente empapada. Mi pelo se había extendido y soltaba el agua caída, y mis ropas se habían pegado a mi cuerpo. Seguro que en unos días estaría enferma por esto, y lo veía venir. -Vamos, dime que es lo que te ocurre Midorima...- Pensaba mientras le observaba. No era cuestión de tener intuición o presentimientos, era algo que se notaba a simple vista con tan solo mirar sus ojos verdes.
En cuanto comenzó a hablarme me puse en frente suya y al escuchar esa respuesta mis ojos se quedaron en blanco. Me había dejado anonadada escuchar aquello. Me alejé unos pasos hacia atrás; sentía ganas de gritarle pero mis palabras no salían. Aquella persona no podía irse de mi lado, no podía permitirlo. Me acerqué rápidamente hacia el enfadada y le di un pequeño empujón en el abdomen. -¡N-no! Tu no puedes irte. Eres una de las personas en las que más confío y más aprecio- dije mientras una lágrima caía sobre mi mejilla. Volví a caminar hacia él lentamente y agarrándolo de la camiseta -¡Dame una sola razón por la que te vas! ¡Solo una! No te dejaré ir tan fácilmente- le volví a decir mientras secaba mi lágrima que el había creado.
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Midorima no pudo evitar agachar la cabeza ante lo que estaba pasando, Rose no le estaba dando permiso para irse, pero era necesario. Se le rompió el corazón cuando vio aquella lágrima, él la había provocado y se sentía fatal. Nunca antes había hecho llorar a una mujer, pero ahora que lo había hecho se sentía débil, muy mal…y aparte era su capitana, aquella persona que admiraba con su corazón. No podía hacerla sentir mal, se supone que el deber de los nakamas era proteger a su capitán, y ahora eso mismo no lo estaba haciendo, la lluvia era un pésimo acompañante para todo lo que estaba pasando, hubiera preferido mil veces un poco de sol para que el ambiente no se sintiera tan pesado.
Rose…yo tengo enemigos muy fuertes detrás de mí, no los puedo atraer a esta banda. Sé que son fuertes, pero no se merecen que por mi culpa ustedes sufran las consecuencias…por favor, no hagas esto más difícil.
Dijo mientras elevaba su cabeza y la miraba a los ojos, seguramente sería la última vez que podría mirarla de esa forma, la vergüenza de abandonarla iba a ser tanta que no podría elevar su cabeza cada vez que se la encontrará en el vasto océano. Aquellos enemigos si existían, los conocía en parte, se había enfrentado a ellos en su pasado y seguramente querrían venganza, por dos razones, o fueron derrotados por Midorima o este logró escapar de sus garras…sea como sea, vendrían por él en un futuro. Por eso mismo, prefería enfrentarlos solos, sin recibir ayuda de la banda y menos ponerla en peligro. Veía a Rose frente a él, estaba empadada igual que él, no se merecía tanto sufrimiento y era mejor irse luego, no era necesario alargar esto. Midorima la abrazó e hizo que la cabeza de Rose quedará en su pecho, le besó la frente. Era hora de la despedida final.
Gracias por todo Rose, eres una gran capitana y llegarás lejos. Tienes muy buenos nakamas que darían la vida por ti, pero yo llego hasta aquí. Fue un lindo viaje, gracias capitana.
Dijo mientras mantenía el abrazo, sus brazos rodeaban prácticamente toda su espalda, la abrazaba con delicadeza, no tenía idea de cómo iba a reaccionar Rose, seguramente por lo terca que era no lo iba a dejar marchar, pero era necesario, no iba a permitir que los enemigos que él mismo se había ganado le hicieran daño a Rose o a otros de sus nakamas, por eso mismo, se iba a marchar de la banda para que ellos tuvieran un viaje más tranquilo. Midorima al fin había aprendido la importancia de tener amigos.
Rose…yo tengo enemigos muy fuertes detrás de mí, no los puedo atraer a esta banda. Sé que son fuertes, pero no se merecen que por mi culpa ustedes sufran las consecuencias…por favor, no hagas esto más difícil.
Dijo mientras elevaba su cabeza y la miraba a los ojos, seguramente sería la última vez que podría mirarla de esa forma, la vergüenza de abandonarla iba a ser tanta que no podría elevar su cabeza cada vez que se la encontrará en el vasto océano. Aquellos enemigos si existían, los conocía en parte, se había enfrentado a ellos en su pasado y seguramente querrían venganza, por dos razones, o fueron derrotados por Midorima o este logró escapar de sus garras…sea como sea, vendrían por él en un futuro. Por eso mismo, prefería enfrentarlos solos, sin recibir ayuda de la banda y menos ponerla en peligro. Veía a Rose frente a él, estaba empadada igual que él, no se merecía tanto sufrimiento y era mejor irse luego, no era necesario alargar esto. Midorima la abrazó e hizo que la cabeza de Rose quedará en su pecho, le besó la frente. Era hora de la despedida final.
Gracias por todo Rose, eres una gran capitana y llegarás lejos. Tienes muy buenos nakamas que darían la vida por ti, pero yo llego hasta aquí. Fue un lindo viaje, gracias capitana.
Dijo mientras mantenía el abrazo, sus brazos rodeaban prácticamente toda su espalda, la abrazaba con delicadeza, no tenía idea de cómo iba a reaccionar Rose, seguramente por lo terca que era no lo iba a dejar marchar, pero era necesario, no iba a permitir que los enemigos que él mismo se había ganado le hicieran daño a Rose o a otros de sus nakamas, por eso mismo, se iba a marchar de la banda para que ellos tuvieran un viaje más tranquilo. Midorima al fin había aprendido la importancia de tener amigos.
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Aquello no estaba pasando, no podía permitirlo. No podía seguir mirándole de esa forma. Mi cara tenía una extraña apariencia, por un lado sentía odio y ganas de matarle con mis manos por estar haciendo eso pero por otro lado pena, no quería que se fuese... Recordaba como lo había conocido en el Reino de Sakura, de una forma muy rara, en aquel momento supe que debía estar a mi lado, que le necesitaba y ahora, ahora ya nada, todos eses momentos en los que nos picábamos como niños pequeños ya no eran más que unas reminiscencias del pasado. Aquella persona la cual me acompañó durante varios años se iba, y yo estaba parada sin poder moverme, deseando gritar y correr y alejarme de aquel lugar.
-Eres un idiota... - me alejé unos pasos de él - un... un... ¡estúpido egoísta que solo busca beneficio propio! ¿Sabes? Podríamos ayudarte, pero se ve que no te gusta estar en compañía, pero si te quieres ir... ¡vete! - Dicho esto me transformé en mi forma completa de la akuma y salté la barandilla de un salto aterrizando sobre la tierra de Water Seven. Las calles estaban desiertas por el mal tiempo así que me transformé en humana de nuevo, paseando tristemente por las calles mirándome en el reflejo de cada charco que veía. - No quiero que se vaya...- Me decía todo el rato a mí misma. Me paré durante unos minutos de pie y me acerqué al canal y en voz alta me pregunté - ¿Por qué toda la gente a la quiero se va de mi vida? ¿Es que acaso nadie se quedará junto a mí nunca?
Esa pregunta me había hecho reflexionar demasiado, era algo que me preguntaba a menudo en todas las noches, cuando había luna llena y salía a observar las estrellas del firmamento en la cubierta. Había perdido la noción del tiempo sin darme cuenta, así que lo mejor sería volver al barco y ver si Midorima seguía allí o ya se había ido...
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Midorima era un idiota, lo sabía. También era un egoísta, ya lo sabía. Pero que se lo dijera Rose, dolía. Ya sabía todo eso, pero aun así dolía y más viniendo de ella, no entendía como es que tan poco tiempo había generado estos lazos, notó como es que se iba y no pudo hacer nada para impedírselo, pero ¿era egoísta proteger a la banda alejando a enemigos que podrían matar a sus nakamas? Quizás, pero era lo mejor ¿Buscaba beneficio propio? Para Midorima no veía beneficio, después de todo ahora su vida ya no estaría jamás en calma, tendría que dormir con un ojo abierto, cuidarse las espaldas en cada isla…en pocas palabras, nada sería provechoso…pero eso ya no importaba.
Midorima entró al barco, fue a su habitación y sacó sus cosas, las puso en una gran maleta y de paso, también sacó dos paraguas. Iba a encontrar a Rose, aún tenía algo que hacer, algo más que decirle a su capitana, era hora de cerrar la despedida de una vez por todas, aquí en esta ciudad. Aquí y ahora, donde cada uno empezaría un nuevo camino, uno por separado. Había sido un gran viaje con ella, recordaba con nostalgia su primer encuentro en Sakura. Donde la había protegido de unos cuantos marines y en donde también había aceptado formar parte de su banda. Salió de su habitación mientras se secaba una lágrima, incluso los guerreros más orgullosos tenían más sentimientos y ahora él los estaba demostrado, pensó en despedirse del resto pero no quería más lágrimas, se iba ir así sin nada más que decir, buscaría a Rose y se iría de una vez por todas.
Llegó a la cubierta, vio por última la bandera de Sons para luego darle la espalda y saltar a tierra, abrió un paraguas mientras llevaba el otro y la maleta en la mano izquierda, tenía una idea de dónde estaría Rose, aparte en el estado que estaba no iba a durar mucho caminando, no se iba a alejar tanto. En teoría no se iba a demorar mucho en encontrarla, Al final, fue un buen viaje. Extrañaré mis peleas de entrenamiento con Abyss, las peleas infantiles con Rose…y sobre todo, la extrañaré a ella. Es una gran mujer, creo que al final, si me hizo bien encontrarme con ella…me ablande un poco. pensaba mientras caminaba por las calles de Water Seven, y entonces la vio…estaba mirando uno de los tantos canales, se frenó en seco…no tenía muchas ganas de acercarse, pero al final terminó avanzando, dejó su maleta a un par de metros de él, sacó de ella una chaqueta suya, era de cuero negra ya no la iba a necesitar. La había visto decir algo, pero no alcanzó a escucharlo bien, temía dentro de él que lo estuviera maldiciendo pero se tranquilizó, se lo merecía.
Oye, ¿sabes? No deberías de estar aquí, te puedes enfermar…yo ya me voy, he sacado todo del barco, reitero mis gracias. Te extrañaré mucho y dejaré claro que siempre contarás conmigo.
Decía mientras le ponía el paraguas encima a Rose y a la par le ponía su chaqueta, era el último acto como amigo o por lo menos, el de esta ciudad. Midorima tenía una extraña sonrisa en su rostro, era cálida, amigable e inclusive irradiaba una extraña energía, pero aun tenía algo más que hacer, soltó el paraguas, no le interesaba si Rose lo había agarrado o no. Puso ambas manos en los hombros de ella, y la giró de forma rápida, lo siguiente que hizo selló la despedida en esta gran capital del agua. La había besado, duró un par de segundos…se separó de ella, agarró su maleta y mientras empezaba a caminar le dijo.
Hasta luego, capitana. Espero de corazón que nos volvamos a ver, no…definitivamente nos volveremos a ver. Siempre estaré protegiéndote, después de todo, esto no significa que seamos amigos. Cuídate, Rose.
Mencionaba mientras se alejaba, tragándose las lágrimas. Ante todo, en esas palabras le había hecho una promesa, esperaba que Rose se diera vuelta y se devolviera al barco, acabar con esto de una vez por todas, ya no quería hacerle más daño del que le había hecho. No era tan mala persona y a Rose la quería mucho…por eso quería sellar ya la despedida…que ambos empezaran su camino separados, ya nada más se podía decir.
Midorima entró al barco, fue a su habitación y sacó sus cosas, las puso en una gran maleta y de paso, también sacó dos paraguas. Iba a encontrar a Rose, aún tenía algo que hacer, algo más que decirle a su capitana, era hora de cerrar la despedida de una vez por todas, aquí en esta ciudad. Aquí y ahora, donde cada uno empezaría un nuevo camino, uno por separado. Había sido un gran viaje con ella, recordaba con nostalgia su primer encuentro en Sakura. Donde la había protegido de unos cuantos marines y en donde también había aceptado formar parte de su banda. Salió de su habitación mientras se secaba una lágrima, incluso los guerreros más orgullosos tenían más sentimientos y ahora él los estaba demostrado, pensó en despedirse del resto pero no quería más lágrimas, se iba ir así sin nada más que decir, buscaría a Rose y se iría de una vez por todas.
Llegó a la cubierta, vio por última la bandera de Sons para luego darle la espalda y saltar a tierra, abrió un paraguas mientras llevaba el otro y la maleta en la mano izquierda, tenía una idea de dónde estaría Rose, aparte en el estado que estaba no iba a durar mucho caminando, no se iba a alejar tanto. En teoría no se iba a demorar mucho en encontrarla, Al final, fue un buen viaje. Extrañaré mis peleas de entrenamiento con Abyss, las peleas infantiles con Rose…y sobre todo, la extrañaré a ella. Es una gran mujer, creo que al final, si me hizo bien encontrarme con ella…me ablande un poco. pensaba mientras caminaba por las calles de Water Seven, y entonces la vio…estaba mirando uno de los tantos canales, se frenó en seco…no tenía muchas ganas de acercarse, pero al final terminó avanzando, dejó su maleta a un par de metros de él, sacó de ella una chaqueta suya, era de cuero negra ya no la iba a necesitar. La había visto decir algo, pero no alcanzó a escucharlo bien, temía dentro de él que lo estuviera maldiciendo pero se tranquilizó, se lo merecía.
Oye, ¿sabes? No deberías de estar aquí, te puedes enfermar…yo ya me voy, he sacado todo del barco, reitero mis gracias. Te extrañaré mucho y dejaré claro que siempre contarás conmigo.
Decía mientras le ponía el paraguas encima a Rose y a la par le ponía su chaqueta, era el último acto como amigo o por lo menos, el de esta ciudad. Midorima tenía una extraña sonrisa en su rostro, era cálida, amigable e inclusive irradiaba una extraña energía, pero aun tenía algo más que hacer, soltó el paraguas, no le interesaba si Rose lo había agarrado o no. Puso ambas manos en los hombros de ella, y la giró de forma rápida, lo siguiente que hizo selló la despedida en esta gran capital del agua. La había besado, duró un par de segundos…se separó de ella, agarró su maleta y mientras empezaba a caminar le dijo.
Hasta luego, capitana. Espero de corazón que nos volvamos a ver, no…definitivamente nos volveremos a ver. Siempre estaré protegiéndote, después de todo, esto no significa que seamos amigos. Cuídate, Rose.
Mencionaba mientras se alejaba, tragándose las lágrimas. Ante todo, en esas palabras le había hecho una promesa, esperaba que Rose se diera vuelta y se devolviera al barco, acabar con esto de una vez por todas, ya no quería hacerle más daño del que le había hecho. No era tan mala persona y a Rose la quería mucho…por eso quería sellar ya la despedida…que ambos empezaran su camino separados, ya nada más se podía decir.
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Giré mi cabeza lentamente y allí le vi, con un paraguas, como si nada pasase. En mi interior las voces gritaban como si yo fuese la culpable de todo ¿por qué tenía que ser tan débil ante estos momentos? ¿Por qué no era capaz de ser aquella persona que durante un tiempo no tuvo corazón? Si, la Rose que nadie conoció... ojalá volviese a aquellos tiempos en el que no conocía el significado de los sentimientos; lo único que consiguieron era hacerme más débil y ahora ya no podría alejarlos de mi corazón. La única solución... era volver a estar sola, alejada de todas las personas que consideraba cercanas a mí pero... eso era huir y no estaba en mis planes por el momento, ya que uno de ellos era ser fuerte.
Cuando escuché sus palabras no me digné a mirarle a la cara, seguí dándole la espalda durante un buen rato. Aunque no podía hacerme la sorda e ignorarle. No había tardado en hacerse su equipaje para venir a despedirse... seguramente lo estaba deseando, deseando alejarse de todos y cada uno de nosotros... Me dolía demasiado. Noté su chaqueta cuando la ponía sobre mí para que no me enfermase y a pesar de eso seguir sin mirarlo todavía e ignorar sus movimientos. Me besó. Cuando lo hizo me quedé... ¿paralizada? No sabía como responder a eso... pero sentí calidez y dulzura en un momento frío y oscuro. Tan solo duró unos segundos. En cuanto escuché sus palabras de despedida le miré a los ojos como jamás había mirado a nadie. Me agaché lentamente a por el paraguas que me había dejado y caminé lentamente hacia el por su espalda. Me puse en frente de él acercándome a varios centímetros de é y le volví a besar abrazándolo hacia mí. Me separé de el unos segundos después ya que lo que hacía no estaba bien, me guiaba por mi impulso y no podía permitirlo.
Agarré su mano y de mi bolsillo saqué un Den Den Mushi, se lo dí - Midorima, si tienes algún problema, alguna vez por pequeño que sea, úsalo e iré ayudarte. No me importa en dónde sea o cual sea. Has sido mi nakama durante mucho tiempo y no voy a olvidarte. Ahora cuídate e intenta que no te maten. Hasta que nos volvamos a ver... - Dicho eso abrí mi paraguas y caminé hacia el barco. Ahora había perdido a un amigo. Quizás pasaría mucho tiempo en encontrar a alguien como el. Tocaba descubrir nuevos caminos por separado pero le volvería a ver. Pronto. Muy pronto.
Cuando escuché sus palabras no me digné a mirarle a la cara, seguí dándole la espalda durante un buen rato. Aunque no podía hacerme la sorda e ignorarle. No había tardado en hacerse su equipaje para venir a despedirse... seguramente lo estaba deseando, deseando alejarse de todos y cada uno de nosotros... Me dolía demasiado. Noté su chaqueta cuando la ponía sobre mí para que no me enfermase y a pesar de eso seguir sin mirarlo todavía e ignorar sus movimientos. Me besó. Cuando lo hizo me quedé... ¿paralizada? No sabía como responder a eso... pero sentí calidez y dulzura en un momento frío y oscuro. Tan solo duró unos segundos. En cuanto escuché sus palabras de despedida le miré a los ojos como jamás había mirado a nadie. Me agaché lentamente a por el paraguas que me había dejado y caminé lentamente hacia el por su espalda. Me puse en frente de él acercándome a varios centímetros de é y le volví a besar abrazándolo hacia mí. Me separé de el unos segundos después ya que lo que hacía no estaba bien, me guiaba por mi impulso y no podía permitirlo.
Agarré su mano y de mi bolsillo saqué un Den Den Mushi, se lo dí - Midorima, si tienes algún problema, alguna vez por pequeño que sea, úsalo e iré ayudarte. No me importa en dónde sea o cual sea. Has sido mi nakama durante mucho tiempo y no voy a olvidarte. Ahora cuídate e intenta que no te maten. Hasta que nos volvamos a ver... - Dicho eso abrí mi paraguas y caminé hacia el barco. Ahora había perdido a un amigo. Quizás pasaría mucho tiempo en encontrar a alguien como el. Tocaba descubrir nuevos caminos por separado pero le volvería a ver. Pronto. Muy pronto.
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Midorima caminaba con la cabeza gacha, al fin se había ido, había dejado a Rose y a la banda. Era hora de iniciar un nuevo camino, no entendía estas cosas de la vida, pero a veces, uno tomaba decisiones que afectaban a los otros, o bien, esas decisiones también lo afectaban a uno…y esta era una de esas, Shintaro ya no sería el mismo desde este momento. Su corazón no quería dejar a Rose, no entendía bien lo que sucedía, pero para él era una niña todavía…era fuerte, tal vez, pero necesitaba protección. Seguía siendo alguien que de vez en cuando no era capaz de separar los sentimientos de la realidad, suspiró tranquilamente mientras ahora elevaba la mirada. Ya no iba a regresar.
Escuchó unos pasos detrás de él, esperaba que no fuera Rose, no la quería ver…sobre todo, no quería ver en sus ojos aquella pena mezclada por odio que sentía hacía él. Pero el destino era cruel, era su capitana. Pensó que le iba a seguir diciendo cosas para que se quedará, pero no fue así, lo besó de nuevo…nuevamente duró segundos, pero se había sentido bien, una pequeña flama lo había calentado en este ambiente tan frío. Escuchó las últimas palabras de Rose, y recibió con agrado el den den mushi, y lo guardó entre sus ropas, luego de eso la vio marcharse, pensó en frenarla, en decirle algo, pero ya no había nada más que decir. Golpeó la pared con fuerza, apretó su maleta con fuerza, ni siquiera quería abrir el paraguas, quería que la lluvia lo siguiera mojando. Y entonces, lentamente, empezó a llorar con fuerza…Rose lo había marcado de alguna forma, le había enseñado el gusto de tener nakamas, de ser feliz con pocas cosas…pero ahora la perdía.
Nos vemos, capitana.
Susurró antes de seguir caminando bajo la lluvia, caminaba con la cabeza gacha…¿dirección? A cualquier lugar, lejos de aquí…esta isla siempre le traía problemas, la primera vez contra ese maldito agente del Cipher Pol y ahora con la despedida más amarga que había tenido, Water Seven, para él ya no significaría lo mismo. No volvería a sentir ese encanto, no de nuevo, ahora solo traería recuerdos amargos, caminaba lentamente mientras se limpiaba algunas lágrimas. Midorima había perdido a una gran capitana, pero sobre todo, a una amiga. No…Rose era una hermana para él, sabía que se volverían a encontrar pero ya quizás, no sería lo mismo.
Escuchó unos pasos detrás de él, esperaba que no fuera Rose, no la quería ver…sobre todo, no quería ver en sus ojos aquella pena mezclada por odio que sentía hacía él. Pero el destino era cruel, era su capitana. Pensó que le iba a seguir diciendo cosas para que se quedará, pero no fue así, lo besó de nuevo…nuevamente duró segundos, pero se había sentido bien, una pequeña flama lo había calentado en este ambiente tan frío. Escuchó las últimas palabras de Rose, y recibió con agrado el den den mushi, y lo guardó entre sus ropas, luego de eso la vio marcharse, pensó en frenarla, en decirle algo, pero ya no había nada más que decir. Golpeó la pared con fuerza, apretó su maleta con fuerza, ni siquiera quería abrir el paraguas, quería que la lluvia lo siguiera mojando. Y entonces, lentamente, empezó a llorar con fuerza…Rose lo había marcado de alguna forma, le había enseñado el gusto de tener nakamas, de ser feliz con pocas cosas…pero ahora la perdía.
Nos vemos, capitana.
Susurró antes de seguir caminando bajo la lluvia, caminaba con la cabeza gacha…¿dirección? A cualquier lugar, lejos de aquí…esta isla siempre le traía problemas, la primera vez contra ese maldito agente del Cipher Pol y ahora con la despedida más amarga que había tenido, Water Seven, para él ya no significaría lo mismo. No volvería a sentir ese encanto, no de nuevo, ahora solo traería recuerdos amargos, caminaba lentamente mientras se limpiaba algunas lágrimas. Midorima había perdido a una gran capitana, pero sobre todo, a una amiga. No…Rose era una hermana para él, sabía que se volverían a encontrar pero ya quizás, no sería lo mismo.
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