[Samanta]Renovando un barco.[Krauser Redfield]

El barco del nuevo Almirante  había salido de la torre sagrada, Krauser se hallaba en su camarote, tumbado con algunas vendas en el torso y los brazos. Después del combate contra el traidor de Trevor y el chico Kyun, estaba realmente agotado. Llevaba sus dos machetes en vainas negras junto a la cintura, sus pantalones negros y nada más de ropa. Estaba dormido, de repente el Den Den Mushi de la mesa comenzó a sonar de forma escandalosa. El castaño sin embargo no parecía despertar, estuvo sonando unos segundos más, lo que provocó que el marine frunciera el ceño y abriera los ojos, después estiró la mano derecha y lo descolgó despacio mientras hablaba en un tono serio.


- Almirante Samegure al habla. – Un leve silencio se formó durante unos segundos, cosa que hizo que el demonio de la niebla soltara un pequeño gruñido. – Enhorabuena por el nuevo rango señor, le llamo desde el cuartel, nos han informado de un problema en Water seven. Le mandare las coordenadas enseguida.


Unas horas más tarde…


El asesino salía ahora de su camarote, tenía su funda negra en la espalda y parecía estar muy tranquilo. Iba anotando algo en su libreta negra, la cual llevaba siempre consigo pues era su guía de referencia. Su mirada estaba centrada en el trozo de papel cuando de repente salió a cubierta, frente a sus ojos estaba la ciudad del agua. También había un grupo de doce marines armados y listos para sus órdenes, él mismo los había llamado para que fueran con él. Ahora se puso serio y se acercó a ellos mientras les hacía un gesto militar y daba las órdenes correspondientes a su equipo.


- Nos han llamado del cuartel, al parecer hay problemas en la isla. No os separéis de mí, estad atentos a todo y vigilad todos los flancos. Ni una pregunta de más ni una respuesta de menos. – Después se giró de forma calmada dirigiéndose al borde de la borda y gritando segundos después. – ¡En marcha!


El demonio de la niebla saltó al puerto con comodidad, sus hombres saltaron tras él siguiéndole de forma obediente y clara. Se había puesto unas sandalias pero seguía sin camiseta, en su espalda llevaba la capa de Almirante. Las personas le miraban echándose atrás impresionadas, los demás marines hacían bien su trabajo. Ahora el castaño sacó su libreta de nuevo ojeando las coordenadas que había recibido desde el cuartel. A saber que tipo de maleante andaba suelto, esperaba que no hubiese muertes ni nada por el estilo. Dejó la libreta y la guardó en uno de sus bolsillos mientras ahora andaba con paso firme y con su haki activado para evadir todos los problemas posibles.


Había oído hablar de la ciudad del agua y de sus famosos canales y animales de viaje, pero nunca había estado en ella, tampoco era algo que le quitara el sueño, pero ya que estaba, se fijaba en todo para anotarlo más tarde. Los mercaderes gritaban vendiendo sus productos a las demás personas que compraban las ofertas más baratas y que mejor les vinieran para sus casas. Parecía una isla normal de no ser porque estaba repleta de agua, la patrulla continuó por la calla caminando hasta llegar al sitio indicado, pudo ver a una chica con gafas y pelo castaño, vestida de forma elegante. El demonio de la niebla dio un paso al frente mientras hablaba en un tono serio con sus hombres detrás.


- Almirante Samegure presente. Informe del problema señorita.

Increíble, aquella chica de repente se puso a hablar con otras dos. Estaba ordenándoles varias tareas, en el escudo de una de ellas pudo ver un símbolo que reconoció. Al parecer la chica era una tenryuubito, el marine no soportaba a esa clase de gente, siempre creyéndose superior a los demás en todo. Si ellos no llevaban la razón, no se ponían de acuerdo con nadie, ni siquiera en el color de la mierda. Mientras la chica hablaba con las otras dos, aquellos marines murmuraban entre ellos cosas raras, lo que Krauser se giró unos segundos mirándolos extrañado sin saber que diablos estaban diciendo. No estaba muy atento a ellos y por eso no se dio cuenta, estos le miraron sonrientes ante todo y el marine suspiró dándose la vuelta de nuevo y mirando a la castaña. Acto seguido ella comenzó a hablarle y no de una forma que el asesino considerara muy agradable que digamos, simplemente alzó una ceja escuchándola.

Después de unos momentos el marine empezó a cruzarse de brazos. Las palabras de aquella chica no eran muy razonables, de repente sacó de su bolsillo su libreta negra junto a un lápiz y la miró unos segundos a los ojos. Después se giró mirando a sus hombres y pegó un suspiro para acto seguido mirar a su guía de referencia y comenzara buscar una pagina en blanco. Tras pasar la de los criminales famosos y los miembros de su flota, llegó finalmente al apartado que estaba buscando, después comenzó a escribir de forma tranquila y calmada como si con él no fuera la cosa. Mantuvo la libreta pegada a él para que nadie pudiera ver lo que estaba escribiendo, claro que ninguno de sus hombres se atrevería a intentar curiosear. Una vez apuntó su información, guardó la libreta y miró de nuevo a la chica a los ojos con un gesto serio y comenzó a hablar.

- Lo primero, yo decido quién vive y quién muere señorita. No es necesario matar en todos los casos, solo en los que requiera, puedo arrestar a unos vulgares atracadores con una mano. Segundo, si está herida cómprese una tirita o algo, en el caso de que sea grave diríjase a un centro de salud. En mi trabajo no puede seguirme de cerca, podría morir o salir gravemente herida, ni siquiera mis hombres se acercan a menos de seis metros de mí. De modo que si quiere venir irá escoltada por cuatro marines y sin hacer ningún ruido, podría hacer que nos escuchen y trabajamos de forma sigilosa. No me ando con formalidades así que ahora dime tu nombre, paso de llamar alteza a alguien, por último me gustaría una descripción de dichos delincuentes. Espero haberme explicado con claridad, no somos una patrulla de Scowboys, somos la marina, la flota conocida como La Élite. Ahora cumpla cada palabra de lo que le he dicho y saldrá de aquí a salvo y con la satisfacción del arresto de esos hombres que llama piratas.


Una vez hubo dicho aquellas palabras, se giró hacia sus hombres e hizo un gesto, cuatro de ellos se acercaron a la joven y el Almirante se preparó para la marcha, pero antes esperaba la respuesta de la noble, no podía continuar sin las descripciones. Su mirada era seria en todo momento, aquel marine no era uno cualquiera, el demonio de la niebla tenía sus principios y actuaba como un verdadero militar. Muchos de sus hombres eran felices en su flota, lo consideraban un buen líder nato y del que fiarse en todo momento, cosa que era totalmente cierta.

La muchacha de repente se cambió las gafas, la mirada del marine era muy tranquila, como si estuviera hablando con alguien normal. Solo distinguía como superior al propio almirante de la flota, las demás personas le daban igual, incluyendo los agentes del gobierno, sin embargo no acostumbraba a meterse con nadie. La chica comenzó a hablar de repente, empezaba con algunas quejas y exigía que le llamara lady Samanra, ni de coña iba a llamarla así. Tampoco pedía que le llamaran almirante, incluso sus hombres le llamaban por su nombre de pila. No soportaba los formalismos, eran demasiado jaleo y estaba claro que no iba a realizarlos. De modo que suspiró despacio para tratar de hablar, pero la chica continuó ahora con las descripciones, cosa que le interesaba, por lo que preparó su libreta para apuntar lo que le dijera. Sus ojos estaban entrecerrados y fijos en el papel que tenía delante.

No podía seguir su ritmo, dejó de escribir y se limitó a escuchar, quedándose alucinado de las enormes descripciones, su memoria parecía ser fotográfica. Pese a todo lo que estaba diciendo, el marine tan solo se quedó con pequeños datos. Como el sombrero de cuero rojo o el Gyojin rosado, era mucho más fácil y además no podrían ocultarse muy bien, al parecer eran un pequeño grupo. Lo siguiente que hizo el almirante fue activar su haki de observación y observar a su alrededor, notaba todas las presencias cercanas debido a su buen control del mantra. Después de aquello dirigió su mirada a la castaña y alzó la ceja derecha, no le había gustado el comienzo de sus palabras, pero la ignoraba. Los nobles eran un tema muy delicado, gente que por tener dinero ya se creía algo que no era. Pronto aquel chollo se iba a acabar, un leve tiempo más y comenzaría con su plan de la separación del gobierno y la marina.

- Buena descripción, ya lo tengo todo bajo control. Mis habilidades son mayores de lo que pueda imaginar, podría matar a una persona en una sala de dos metros cuadrados llena de luz, sin que se enterara de lo que le ha pasado y en menos de un segundo. Ahora bien Samanta, no me gustan los formalismos, puede llamarme Krauser con toda confianza. Perdona si soy un mal educado como me has llamado hace un momento, pero a diferencia de muchos, yo me he criado solo en las calles, de modo que es lo que hay. Si estoy en mi cargo es porque soy uno de los mejores, porque trabajo con los mejores, los que ve a mi espaldas son buenos soldados. No son sirvientes, daría la vida por cualquiera de ellos, esa es la diferencia entre un noble y un marine. Ahora sígame a distancia con el escuadrón que tiene alrededor. Recuerde que si entramos en combate su vida depende de mí, no permitiré que le pase nada, ahora comencemos.

Dicho aquello, el marine comenzó a caminar de forma tranquila dirigiéndose a las zonas exteriores. Trataba de notar presencias que fueran de cuatro en cuatro, de esa forma sería mucho más fácil encontrarlos. Mientras avanzaba por delante de los demás, se iba fijando en todos los detalles, el agua de su alrededor y demás, el Gyojin era un ser que podía moverse por el mar y eso perjudicaba mucho las cosas. De repente pudo ver una casita muy pequeña, rodeada por un círculo de agua de unos dos metros, cosa que el marine podía saltar fácilmente. Notaba cuatro presencias dentro y se escuchaban risas y demás tal vez ahí se hallaban los responsables. Ahora empezó a acercarse despacio al borde de aquel círculo de agua, era sencillo, tomó algo de carrerilla y se dirigió a saltar, pero en ese momento la puerta se abrió. Aquellos tipos salieron, era tal y como la chica los había descrito. Parecieron asustarse al ver a los marines y sacaron sus armas listos para el combate, lo que hizo sonreír de lado al marine. Colocó su mano derecha en el suelo y unos cincuenta metros a la redonda fueron invadidos por niebla, además ocupaba un radio de treinta y cinco metros hacia arriba. Todos quedaron cegados, aquellos piratas se pusieron nerviosos, los marines pese a estar en la niebla estuvieron calmados en todo momento, el juego comenzaba.