[Privado][Pasado][Midorima y Dexter] ¿Amistad y Rivalidad? Un encuentro que saca chispas.

Llegaba tarde, como no podía ser de otra manera. Tequila Wolf había sido un lugar bastante interesante para explorar y conocer, y un excelente escenario de combate cuando, por algún motivo, se enfrentó por primera vez a Midorima. Un reto al aire que había lanzado contra bastante gente, y luchó en varios lugares del East Blue... Era un lugar con un significado especial, el comienzo de una amistad. Cuando habían luchado allí, Dexter era el segundo al mando del infame Kedra, aunque solía preferir llamarse "freno", ya que trataba de impedir que la Pesadilla llevara a cabo sus alocados planes psicópatas. La siguiente vez que se vieron el Peliverde pertenecía a aquella tripulación. No era algo que le pegara, pero sin embargo lo hizo. Preguntar por qué sólo sirvió para enterarse del secreto de Midorima, Sakura, una muchacha que, al parecer, era protegida por el infame capitán Pirata.

-Bueno, ¿Y qué demonios querrá esta vez?- Dijo en voz alta, con tono cansado, colocándose los guanteletes al tiempo que atracaba el barco en el modesto muelle y saltaba al puente-. Como quiera pelear otra vez... Este chico no aprende.

Con la marcha de Legim, los Shirokami quedaron sin cabeza, y no sabía qué demonios iba a hacer a continuación. Su próximo paso, su siguiente jugada... Todo estaba oscuro de repente.

"-Eh, Dragón de poca monta- dijo Legim-. Sal, sólo quiero hablar.

-Si sólo quieres hablar sube- respondió él asomando la cabeza entre las ramas."

Aquél había sido su primer contacto con el capitán. Un mal comienzo, pero había desembocado en una interesante amistad. Era, podría decirse, una relación de amor-odio, propiciada por su mutua ansia de perfeccionamiento y necesitar, a veces, alguien para hablar. Pero ya no quedaba nada de aquello. Legim se había ido, y ahora tenía que buscarse la vida por sí solo. "Y para colmo Midorima quiere pelear otra vez...".

Podía sentir su olor. Se estaba acercando, y no falló. Frente a él, cruzado de brazos, seguramente esperándolo, aunque al contrario que habitualmente no llevaba ropa cómoda, y no se notaba que llevara las pesas, aunque ocultas por aquel manto de ropa sería difícil distinguirlas. Sin embargo, no aparentaba una actitud hostil.

-Buenas, Midorima- dijo, con una abierta sonrisa-. Parece un buen día para pasear, pero... ¿Por qué querías verme? No tengo ganas de luchar...

Se quitó los guanteletes y los enganchó en el cinturón, en un soporte especial que les había desarrollado, muy similar al de sus dos dagas, que ya casi nunca llevaba. Estaba esperando una respuesta, aunque tenía todo el tiempo del mundo.

Dexter sonrió con cierta amargura mientras se frotaba las manos. No era el único que había perdido a su mujer en los últimos tiempos, y en cierto modo era reconfortante... Por el otro muy triste. ¿Todos los que se cruzaban con él tenían ese destino en sus manos? Sonaba realmente horrible, y el en ocasiones delicado estado mental que el dragón padecía lo hacía deprimirse con suma facilidad. Pero de todas formas no había llegado hasta ahí para derrumbarse ante el peliverde. Tampoco fuera que le importara mucho, pero prefería mantener su dolor de forma que nadie sufriera con ello.

-Te dije que Kedra te dejaría de lado- terminó por decir. Le hubiera gustado que se diera cuenta por sí mismo, en lugar de tener que ser traicionado por aquel animal. Aún debía de matarlo algún día, cuando fuera una verdadera amenaza para todos, tal vez antes si se lo cruzaba por delante. No le gustaba la idea, pero era su obligación proteger a los inocentes del psicópata homicida que regía Kage Akuma... O algo así, pero el peliverde lo sacó de su ensimismamiento con una proposición cuanto menos curiosa. Se podría decir que le había leído la mente en cierta forma, aunque seguía extrañado por que lo hubiera contactado para eso. Enarcó una ceja-. Hm... ¿Una banda pirata?- dijo, metiendo la mano en el interior de su chaqueta. Buscaba el trapo negro en el que había dibujado su símbolo-. Es curioso, porque llevaba unos días pensando que hay mucha gente en mi situación- hizo una pausa, mientras dejaba que el muchacho despertara curiosidad-. Verás, yo no soy pirata por gusto... Tuve... Problemas, por decirlo así. Era cazador, y una entrega salió mal. Mucha gente es perseguida sin derecho por el Gobierno, y yo tengo el poder para protegerla- desplegó con ambas manos la bandera. En el centro un dragón blanco, y a ambos lados capullos de rosa azul. Las rosas le gustaban, y era un dragón, seguramente no hubiera un símbolo que lo definiera mejor, y además respondía a su forma de ser-. Yo puedo ofrecerte protección, y al contrario que Kedra no te pido nada a cambio. Al fin y al cabo somos amigos, ¿No?

Guardó la bandera y dejó ligeramente de lado a Midorima, listo para avanzar. Recordaba haber caminado hasta el final del puente el día que lo conoció. Habían pasado ya más de tres años, y se veía más lejano el terminar de la construcción, pero deseaba recorrerla otra vez. Tal vez en algún momento liberara a todos los esclavos que vivían su condena atados a aquel lugar, torturados a diario, muriendo en las aguas sucias tras la guerra del East Blue, siendo víctimas de otra injusticia más del Gobierno. Sólo se podía fiar de Krauser, y no del todo. Al fin y al cabo, era un Marine y él un pirata, enemigos por naturaleza... "¿Y Midorima?".

Se había distraído muchísimo, tanto que no sabía adónde se estaba dirigiendo, aunque por suerte el puente sólo tenía dos sentidos, delante y atrás. Y la Joya estaba amarrada y protegida por Sven, nadie trataría de abordarla. El cielo estaba gris, y el ambiente cargado. Era muy desagradable aquel lugar, no le gustaba.

"Capitán...", repitió en su mente tras la frase de Midorima. Sonaba bien, a decir verdad. Capitán Dexter Black, el Zafiro Negro. Desde la desaparición de Legim, y un poco antes, estaba pensando en ello, pero sonaba mal en su cabeza. Sin embargo escucharlo de otra boca lo hacía casi gratificante. Capitán de su primer rival, y líder de todos los que necesitaran protección mientras cumplían sus sueños, como él. "Si a mí me hubieran protegido hace tres años...". Una lágrima resbaló por su mejilla, recordando cómo no pudo proteger a Nadia, cómo la debió superar y vengar. ¿De verdad eso era necesario? Nadie más tenía que pasar por eso, no mientras él tuviera fuerzas.

-¿Quieres que te enseñe el barco que he comprado, Midorima?- dijo sin vacilar-. Vas a pasar mucho tiempo en él, así que espero que te guste.

Comenzó a caminar retomando sus pasos, dando la vuelta por aquel puente para presos. ¿Qué hacían allí? Midorima negaba haber sido quien orquestó la reunión, pero él no lo había hecho llamar. La situación era extraña, pues los dos habían llegado creyendo que el otro lo había citado. "Aquí hay gato encerrado", pensó mientras caminaba dirección al barco, que se podía ver desde allí. Las dimensiones de aquel gigante de los mares hacían de la nave un blanco perfecto de cualquier mirada. De color rojizo y enormes velas, el Dragón de popa se alzaba como mascarón en la londananza, como rey indiscutible de aquel puerto. Ahí estaba la Joya.

-Me ha costado un ojo de la cara, pero merece la pena. Está lleno de artefactos y cachivaches. Tiene hasta plegado automático de velas y propulsión eléctrica a motor. ¿No es fantástico? Y las habitaciones son gigantescas, por un pequeño error de cálculo. El fallo es que sólo hay quince, así que tenemos que ser selectivos. Al menos mientras no tengamos alguno más. Y si tengo que pagarlo yo te aseguro que no tendremos otro en bastante tiempo.

Aquella última frase la dijo casi entre risas, mas era cierto. Había invertido casi toda su herencia y un dinero que no tenía en aquel barco, y no le quedaba casi nada, lo justo para llenar las despensas, y necesitaba aún conseguir más si quería mantener gente viviendo ahí. Pero por el momento necesitaba saber qué hacían ahí ambos. Se temía lo peor.