Capitan, capitan Rees Yagami [ Rees y Erik. Privado]

Abandonado tras mi ultimo sabotaje, quede practicamente solo en un cascaron de navío viejo e inutilizable. La verdad no se por que se lo tomaron tal mal, tan solo me proclame capitan de aquel barco. Queria salvarles nada más.
Pero no.. al final el motín salio mal y claro yo como su creador fui el unico castigado. Mala influencia decian, mientras intentaban escrurrir el bulto hacia ami. Pero nada me dentendra, no importa el tiempo que este.

-¡Ni cuanto tarde!

Dije en voz alta mientras el sonido de las olas rompian en mis oidos.

-Arreglare alguno de estos navíos.. El mas pequeño claro esta.

Dije observando el panorama e rapidamente me dispuse a caminar entre los tablones crujientes y humedos. Mientras salteaba por aquellos tablones observe un pequeño barril flotando ala deriva.

¡RON AL AGUA!

Dije mientras me lanze a salvar aquel barril que me llevaria a otro mundo, aunque fuera por tan solo un día.

Erik estaba sentado en el techo de la cabina de un barco pesquero abandonado, bebiendo una botella de cerveza y observando el mar. A su alrededor había cientos de barcos destrozados pegados unos a otros. A aquel sitio le llamaban Baristán, la isla de los barcos. Era un cementerio de navíos. No tenía un objetivo claro en aquella isla, simplemente estaba de camino. A su lado había un dial de grabación con una canción bastante cañera sonando.


- Running, scrumbling, flying! - cantaba, imitando una guitarra eléctrica.

De repente se fijó en un chico que gritaba algo como "ron al agua" y se lanzaba al mar. Durante un momento se quedó perplejo, pero se echó a reír poco después, a carcajadas. Aquel chaval era divertido.

- ¡Oooe! ¡Beber solo es aburrido! ¡Trae esa mierda aquí y bebamos juntos! ¡Yo pongo la música!

Era probable que no colara, pero por intentarlo no perdía nada. Tal vez tuviera suerte y se apuntara, en cuyo caso tal vez pudiera armar una buena fiesta. Había visto más gente cerca, y sinceramente, le apetecía una buena pelea como las que tenían sus antiguos nakamas y él cuando eran mercenarios. Aquel tipo no debía estar muy bien de la cabeza para tirarse a mar abierto a por un barril de sabe Dios qué, así que posiblemente se apuntaría como él a ir a alguna taberna a repartir leches.

Cuando me lanze al mar escuche la voz de un joven a la lejania,  pero antes de que pudiera mirarle caí en el agua a si pues hundiendome poco a poco.

-¡¡Mierda!!

Pensaba mientras lentamente me hundia en aquellas profundas aguas. Al parecer salte, sin recordar que hace varias semanas acidentalmente me comi una Akuma no mi. Menuda suerte la mia, morir por intentar beber un poco de ron. Poco a poco se me nublaba la vista, tan solo quedamos debatiendo mi subconciente y yo. Sentia mi cuerpo pesado.. era como si fuera un mero trozo de plomo hundiendose ala deriva.. Quien iba a pensar que un cementerio de barcos, seria tambien el mio. Esos fueron mi ultimos pensamientos antes de que completamente cayera inconsciente.

De repente, el muchacho comenzó a ahogarse. Erik se levantó de un salto, dando una maldición. ¿Sería un usuario? ¿Cómo se le ocurría saltar al agua sin saber nadar? Tenía que hacer algo para salvarlo. Levantó su brazo derecho y comenzó a tocar teclas en una especie de reloj digital extraño. En la pantalla fueron apareciendo códigos.

- Destroyer, ¡acude a posición!

Un enorme robot llegó volando. Tenía forma humanoide y propulsores en los pies, además de retrocohetes por el torso. En los hombros llevaba lanzamisiles y portaba un fusil enorme. Se situó a la altura de Erik y se abrió una compuerta en el mismo. El revolucionario se metió dentro, accediendo a una cabina de mando. Se sentó en su silla y se puso a activar programas en los controles, activando el modo submarino. El robot se zambulló en el agua y salieron hélices se su espalda, mientras se encendía el radar y el sistema de respiración por bombonas de oxígeno. Localizó el cuerpo del chico y lo agarró con el robot.

- Aguanta... - murmuró.

Ascendieron y salieron del agua. Tras eso, se posaron en la cubierta de un gran barco e hizo al dron que posase a su compañero en cubierta. Desactivó el robot, abrió la trampilla y saltó fuera. Tras eso fue corriendo hacia él. Lo volteó y comenzó a presionarle bajo las costillas para que escupiese el agua.

- Tío... no me hagas hacerte el boca a boca... en serio, no mola.

Siguió apretando, pero no volvía en sí. Soltó una maldición. Le agarró por la nariz, apretándola, y le acercó lentamente los labios para intentar insuflarle aire en el pulmón y forzarlo a toser el agua.

Lentamente abrí los ojos a lo cual observe como un hombre de pelo largo acercaba sus labios hacia los mios.

-¿Antes me invitaras a beber no?

Dije levantandome lentamente.

Bueno eh de agradecerte que me salvaras joven. Casi muero ahogado por tan solo una misera gota de Ron...

-¿¡¡ESPERA Y EL RON!!?

Dije corriendo hacia la cubierta en busca del barril.

-Uff menos mal esta ahí, oye chico veo que tu eres inteligente y a todo el mundo le encanta el ron. Por que no... Vas allí, lo coges y nos tomamos unos tragos.

Dije observando al muchacho, este aún empapado y por lo que parecia enfurecido. Me miro los bolsillos y no tenia nada, a lo cual le dije.

-De alguna forma tendre que recompensarte y celebrar que no morí ahogado por estas aguas.

Dije quitandome el sombrero, dado que de este salia algo de agua.

-Deberíamos hacer una fogata y que curioso aqui hay mucha madera... Aunque espero que la gran parte no este humedecida.

El chico despertó antes de que le hiciese el boca a boca, por suerte, y le soltó algo así como que antes le invitase a beber. Se apartó, soltando unas risotadas. Cuanto menos, era un tío gracioso. Y por suerte estaba vivo. Se levantó y lo observó con curiosidad. Este comenzó a divagar sobre hacer una fogata y recuperar el ron, mientras daba vueltas de un lado a otro. Desde luego era un culo inquieto, parecía que no pudiese estarse parado dos minutos en el mismo sitio. Se rió de nuevo a grandes carcajadas y le dijo:

- No te preocupes colega, ahora recojo el barril.

Se montó de nuevo en el dron y voló hasta este, cogiéndolo y volando hasta la posición del "nadador experto". Lo dejó en el suelo y volvió a salir del robot, corriendo hasta el recipiente. Se descolgó su escopeta del hombro y golpeó la tapa con la culata para abrirlo. La madera cedió y se rompió hacia el interior, el cual estaba totalmente vacío. Erik soltó un taco y volvió a colgarse el arma del hombro. Entonces le hizo una seña a su compañero para que esperase y volvió a entrar en el robot. Abrió la nevera y sacó dos cervezas y una tableta de chocolate. Salió de nuevo y le tendió media tableta y una de las dos botellas:

- Toma, después del susto que te has llevado lo necesitarás.

Abrió su propia botella y comenzó a beber a grandes tragos. Estaba fresca y deliciosa, en su punto en opinión del revolucionario. Se sentó en el suelo de madera y disfrutó del amargo sabor del líquido. Entonces recordó su proposición sobre una fogata.

- No creo que sea buena idea dado que aquí todo es de madera. Sin embargo podemos ir a alguna de las tabernas de la isla. Y de todos modos, con este sol no tardarás en secarte. Por cierto, mi nombre es Erik, compañero. ¿Te apetece venirte de juerga?

Observe como aquel chico recogía el barril a lo cual  se dispuso a abrirlo golpeando con la culeta de su arma. Este me hizo una señal y en ese instante deduje que el tonel estaba vacio..

-Menuda suerte la mia...

Dije suspirando levemente cuando miré que el muchacho sacaba de su gigantesto robot dos botellines de cerveza y una tableta de chocolate. Cogí con gusto la botella y un trozo de la tableta, así haciendo una pequeña reverencia en señal de agratitud. El joven se presentó con el nombre de Erik y este me invito a acompañarle a una taberna.

-Bueno, no hay nada que perder por ir Erik. Mi nombre es Rees, Rees Yagami y creo que tu vas a poder ayudarme a salir de este cementerio chico.

Dije poniendome a su lado y esperando las indicaciones de aquel muchacho para llegar a la taberna.

- ¿Así que Rees? Tú y yo seremos buenos colegas, lo presiento - dijo, con una risotada.

Lo guió, pasando de barco en barco hasta una edificación montada empleando como base el castillo de proa de un barco. En el interior, el ambiente estaba animado, lleno de lobos de mar bebiendo y contando historias. Erik entró primero, con su escopeta al hombro y mirando a los presentes con aire chulesco. Echaba de menos salir a buscar bulla como solía hacer años atrás. Por un día no iba a ocurrir nada. Se acercó a la barra y dijo:

- Tabernero, cerveza para mi y mi compañero. Y que esté bien fría.

El hombre les sirvió dos jarras. Erik comenzó a beberse la suya mientras tanteaba el ambiente. Había varios grupos con pinta más juvenil que tal vez se metiesen en una pelea si los tentaran, pero el resto eran marineros curtidos de más edad. Meterse en peleas con ellos implicaría pelear en serio, y si bien se veía más que capaz de ganarles con sus habilidades, no le apetecía tener que matar a nadie por un capricho. No era así. Pero su ocasión de pelear entró por la puerta. Un grupo de cinco marines guiados por un cabo entraron. El revolucionario sonrió con malevolencia y le susurró a su compañero:

- Rees, ¿qué opinas de los perros del Gobierno? ¿Les metemos una paliza?

Este acepto la propuesta de Erik y le siguio hasta llegar a la supuesta "Fiesta". Erik caminaba con un aire chulesco y yo, como de costumbre me dedicaba a observar el entorno. Nos sentamos en la barra y erik pidió al camarero dos cervezas bien frias. Tome varios sorbos mientras me dedicaba a mirar el entorno, parecia que la fiesta necesitaba prender y para ello deberiamos buscar la mecha exacta. En ese momento vi como entraban varios hombres de la marina y erik me pregunto si nos peleabamos con ellos, a lo cual conteste.

-Por supuesto querido amigo, son las damas de honor y como buenas damas deberan concedernos un baile.

Dije levantandome de mi taburete y acercandome a ellos con una sonrisa.

-Perdone caballeros de buena fe, le importaria decirme que hace falta para ser una asquerosa rata del gobierno como vos. Me encantaria ser un hombre de la marina... o deberia decir.. Mari-conada.

Dije con una sonrisa mientras observaba sus caras enfurecidas. Todo el mundo empezo a reirse, y estos con su orgullo herido sacaron la espada.

-Bonito pincho, espero que no me este apuntando hacia ami.

Dije sacudiendo ambas mangas a si dejando caer unas tonfas en ambas manos.

-Un poco de musica por favor, hoy habra baile

Dije golpeando a uno de los marines y empujandolo a donde estaba Erik.

-Toma ese no me gusta, ha intentado besarme

Dije riendo.

Erik rió con ganas a las provocaciones y juegos de palabras de Rees. Siguió bebiendo su cerveza mientras miraba la escena. Los marines habían desenvainado, amenazantes, pero sin dejar de bromear, el joven de pelo verde se anticipó a sus movimientos. Con un movimiento de brazos hizo aparecer unas tonfas que llevaba ocultas y golpeó a uno de los reclutas. El revolucionario sonrió, pulsando un botón en su falso reloj.

- Destroyer, acércarte a posición y activa el sistema de audio.

Se levantó, agarrando la escopeta por el cañón. Rees le pasó al recluta de un tortazo y Erik no dudó y literalmente lo bateó con su escopeta, reventándole varios dientes y tumbándolo del golpe. El cabo comenzó a rugir órdenes y a gritar que les arrestasen, cuando de repente comenzó a escucharse música altísima que venía de fuera del local. Era el Destroyer.


- ¡Bulla! ¡Quiero ver a todo Dios dando hostias! - gritó Erik.

Al instante se armó un pandemonium. Todos los jóvenes del bar y algunos de los mayores se levantaron y comenzaron a pelearse entre ellos. Jarras, sillas y dentaduras comenzaron a volar por todo el bar. Este jaleo impidió a los marines intentar arrestarlos. El cabo, desesperado, sacó una pistola y disparó al techo, haciendo que el sonido hiciese detenerse a todos los presentes. Erik entrecerró los ojos y preparó su escopeta por si acaso.

- ¡Que os estéis quietos, coño, u os arresto a todos!

Viendo que había controlado la situación, se envalentonó. Encañonó a Erik.

- Tú y tu compañero vais a venir conmigo.

- Oblígame, puta del Gobierno.

El marines enrojeció, enfadado. Por un momento pareció un gigantesco globo de color rojo. Parecía que no cabiese tanta ira en un cuerpo de aquel tamaño. Sin mediar ni una palabra más, disparó. La bala atravesó la frente del revolucionario, y este de cayó de espaldas. Hubo gritos y confusión en el bar. Por un momento parecía que había muerto, lo que revolucionó el lugar. Pero el joven simplemente se levantó repentinamente. El lugar de la herida parecía como si fuese de cristal blanco. La herida expulsó la bala y comenzó a regenerarse sola al momento.

- Tranquilos, colegas. Las armas de este mamón no pueden dañarme. Soy un logia, capullo.

Acto seguido, realmente enfadado porque hubiesen intentado matarle, hizo algo de que se arrepentiría. Apuntó con la escopeta a la cabeza del sorprendido marine y le voló los sesos de un disparo. Cachitos de cerebro y sangre tapizaron el bar, mientras el cuerpo sin vida se desplomaba en el suelo echando sangre a chorros como si fuese un grifo.

Los marines huyeron en tropel. Rees había sacado una navaja de mariposa, pero parecía que no tendría ocasión de usarla. El bar estaba en una situación de completo caos. De hecho el tabernero había desaparecido, y la cosa se estaba descontrolando. Algunos les miraban con cara de pocos amigos, mientras otros les felicitaban. Unos cuanto se metieron tras la barra a mangar bebida. Sería mejor que se largasen antes de que aquello se desmadrase más y llegasen más marines. Se acercó a Rees, recargando la escopeta, y le dijo:

- Salgamos de aquí, tío. No me apetecería estar cuando esos tipos vuelvan con más gente a detenernos.

Salió del bar, en dirección al Destroyer, y activó con el control de su reloj la trampilla del hombro. Una escalerilla se desplegó hasta el suelo, y Erik trepó por esta. Una vez dentro, desactivó la música y esperó a que Rees hubiese entrado para volver a cerrarla y activar el modo manual. Los cohetes se encendieron, y el robot comenzó a elevarse hacia los cielos. Pensó en coger otra cerveza de su nevera, pero ya había tomado bastantes por ahora. No quería emborracharse y estrellar el robot por ahí.

- ¿Te llevó a algún lado? Este cacharro es muy veloz; si quieres puedo dejarte en otra isla. - le preguntó a su compañero.

Que se fuesen de allí sería lo mejor. Les buscarían por toda la isla tras aquello. Aun no sabían sus nombres, pero si se quedaban por el lugar podrían conseguir imágenes de sus rostros y descubrir cómo se llamaban y publicar carteles de se busca. A Erik le gustaba el anonimato y pretendía evitar aquello a toda costa. Lo último que quería era tener a cazarrecompensas tras él.

- No esperaba que la pelea se desmadrase tanto. Me apetecía armar bulla, no matar a nadie, por muy marine que fuese - dijo, con un toque de amargura.

El revolucionario suspiró. No acababa de captar del todo el mensaje de Rees, aunque en cierto modo le reconfortó que su compañero no tuviese recelos en justificar sus actos. Al fin y al cabo el marine había intentado asesinarlo. Se merecía lo que le había pasado. Se puso a fuchicar en los controles y programó el robot para que entrase en piloto automático y los llevara a Lavengre, una isla cercana.

- Bueno, pelillos a la mar... toca olvidarnos de esas mierdas. Lavengre, ¡Allá vamos!


La música comenzó a sonar a todo volumen por los altavoces, mientras el robot tomaba más altura y salía disparado hacia el horizonte, perdiéndose en la distancia rápidamente. Y así concluía una nueva aventura de Erik. No sería una gran historia, pero no olvidaría aquel día. Había salvado una vida, hecho un amigo y acabado con un cerdo. Un tiempo más adelante descubriría que el marine al que había asesinado era un auténtico cacique local, que solía abusar de las chicas y amenazar a los extranjeros. Había prestado un gran servicio sin saberlo a los lugareños. Sería un día para recordar... aunque en aquel momento le apetecía olvidar un rato.

- ¡Es hora de más cerveza! - gritó animadamente, abriendo la nevera.