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Nassor
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El viento acarició su piel, arrastrando consigo el aroma del mar. Nassor cerró los ojos y respiró hondo, dejándose llenar de aquel ambiente puro, sintiéndolo y tratando de captar su esencia. Sin mirar aún, se hizo una imagen mental de todo el paisaje que acababa de ver, retratándolo en su mente. El acantilado, los barcos, los cientos de escollos sobresaliendo del mar como colmillos de piedra, la ligera curvatura del mar en el horizonte... abrió de nuevo los ojos y alzó el lápiz, comenzando a trazar las primeras líneas en el papel. Poco a poco la misma vista que tenía frente a él comenzó a surgir en el papel, fiel a su fuente original pero al mismo tiempo diferente. Más estilizada, buscando destacar toda la belleza y lo sobrecogedor de aquel lugar. Soltó el lápiz y cogió otro, comenzando a insinuar con él las formas que la espuma de la marea trazaba en torno a las rocas.
Estaba en la punta más alta del islote principal. Encontrar una ruta al lugar no había sido sencillo, pues la cueva en la que se instalaba el refugio estaba a bastante menor altura. En varios puntos había tenido que escalar y hacer uso de su ingenio, pero tal y como esperaba la vista merecía la pena. Tenía la costumbre desde hacía un tiempo de retratar en su cuaderno cada isla y lugar hermoso que visitaba, al menos cuando el sitio merecía la pena. Y aquel lugar entraba en ese grupo; desde donde estaba se extendía una gran zona de mar llena de rocas puntiagudas que sobresalían por encima del oleaje, y entre ellas había los restos de incontables naufragios. Era la clase de lugar que pocas veces se tenía la oportunidad de ver, especialmente lo peligroso de navegar a un sitio como aquel. Así pues, había decidido aprovechar para retratarlo. Sin embargo, aquella no era su principal motivo para estar en la punta del islote.
- Como esperaba, te tomas tu tiempo en llegar - murmuró, para luego sonreír.
Hacía mucho tiempo que no veía a Syxel. ¿Casi un año? ¿Más? Quién sabía. Localizarlo no había sido sencillo, pero se las había apañado gracias a varios viejos conocidos de cuando aún era cazador. A través de ellos le mandó un mensaje y lo citó a un lugar bastante apropiado para lo que iban a hacer. Había escogido aquel sitio no solo por la ironía (que en parte también), sino por varias razones más. Aún no estaba convencido del todo acerca del tema de la piratería y había querido ver a aquellas gentes más de cerca. Tenía claro que pasara lo que pasara seguiría a su colega hasta la misma muerte si hacía falta, pero quería hacerse una idea de lo que le esperaba en el barco. Al fin y al cabo, estaba lanzándose de cabeza a una vida totalmente opuesta a la que había llevado durante la mayor parte de su existencia, y de convertirse en lo que una vez había jurado destruir.
Estaba en la punta más alta del islote principal. Encontrar una ruta al lugar no había sido sencillo, pues la cueva en la que se instalaba el refugio estaba a bastante menor altura. En varios puntos había tenido que escalar y hacer uso de su ingenio, pero tal y como esperaba la vista merecía la pena. Tenía la costumbre desde hacía un tiempo de retratar en su cuaderno cada isla y lugar hermoso que visitaba, al menos cuando el sitio merecía la pena. Y aquel lugar entraba en ese grupo; desde donde estaba se extendía una gran zona de mar llena de rocas puntiagudas que sobresalían por encima del oleaje, y entre ellas había los restos de incontables naufragios. Era la clase de lugar que pocas veces se tenía la oportunidad de ver, especialmente lo peligroso de navegar a un sitio como aquel. Así pues, había decidido aprovechar para retratarlo. Sin embargo, aquella no era su principal motivo para estar en la punta del islote.
- Como esperaba, te tomas tu tiempo en llegar - murmuró, para luego sonreír.
Hacía mucho tiempo que no veía a Syxel. ¿Casi un año? ¿Más? Quién sabía. Localizarlo no había sido sencillo, pero se las había apañado gracias a varios viejos conocidos de cuando aún era cazador. A través de ellos le mandó un mensaje y lo citó a un lugar bastante apropiado para lo que iban a hacer. Había escogido aquel sitio no solo por la ironía (que en parte también), sino por varias razones más. Aún no estaba convencido del todo acerca del tema de la piratería y había querido ver a aquellas gentes más de cerca. Tenía claro que pasara lo que pasara seguiría a su colega hasta la misma muerte si hacía falta, pero quería hacerse una idea de lo que le esperaba en el barco. Al fin y al cabo, estaba lanzándose de cabeza a una vida totalmente opuesta a la que había llevado durante la mayor parte de su existencia, y de convertirse en lo que una vez había jurado destruir.
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- Habría llegado antes si hubiésemos quedado en la taberna. - Contesté, devolviéndole la sonrisa, para luego dejarme caer sobre una roca. Me tomé unos segundos para recobrar el aliento, pues el ascenso no había sido un paseo y, para que mentir, tanto tiempo de inactividad me había pasado factura. - Sabía que volveríamos a vernos, pero no esperaba que fuese tan pronto. Y mucho menos que eligieses un lugar como este, cazador. - Remarqué la ironía al pronunciar esa última palabra, pues no había olvidado su antiguo oficio. Sabía todo cuanto podía saberse de ese hombre, al igual que el conocía hasta el último de mis secretos. Después de todo, si pasas con alguien por lo que nosotros habíamos pasado, sabiendo que cada día podía haber sido el último, de un modo u otro aprendes a confiar en esa persona. Y, por algún motivo, yo había llegado a ver en él a un hermano.
- Supongo que has decidido aceptar mi propuesta - Le miraba fijamente a los ojos mientras hablaba - No, no es eso. Aún tienes dudas, ¿no es así?, ¿por eso estamos aquí?
Esperé alguna respuesta por su parte a mis comentarios, para luego continuar hablando.
- No te haces una idea de lo perfecto que es el momento que has elegido para que nos encontremos. - Mientras hablaba, la sonrisa en mi rostro se volvía cada vez más amplia, incapaz de contener el sentimiento de satisfacción que me invadía. - Cuando nos conocimos,... no, incluso cuando huimos y nos separamos, yo era muy distinto. Tenía algunos asuntos que debía resolver, y por ello me alegro de que no aceptases en aquel momento. Pero ahora... - hice una breve pausa, con la mirada perdida en el oleaje, tratando de elegir las palabras adecuadas - ahora todo es distinto. Desde que tengo memoria, he viajado por cada rincón de este mar. Y creo que ya va siendo hora de visitar algún otro, ¿no crees?
Tras bombardear a mi viejo amigo con el caos de pensamientos que me invadían, me puse en pie.
- Podría darte el mismo discurso que he dado a la mayoría. Y créeme, podría ser muy persuasivo. Pero en tu caso, prefiero mostrártelo. - Di unos pasos, hasta situarme al borde del "camino" por el que había llegado. Luego miré una vez más al pelirrojo, invitándole a acompañarme.
- Supongo que has decidido aceptar mi propuesta - Le miraba fijamente a los ojos mientras hablaba - No, no es eso. Aún tienes dudas, ¿no es así?, ¿por eso estamos aquí?
Esperé alguna respuesta por su parte a mis comentarios, para luego continuar hablando.
- No te haces una idea de lo perfecto que es el momento que has elegido para que nos encontremos. - Mientras hablaba, la sonrisa en mi rostro se volvía cada vez más amplia, incapaz de contener el sentimiento de satisfacción que me invadía. - Cuando nos conocimos,... no, incluso cuando huimos y nos separamos, yo era muy distinto. Tenía algunos asuntos que debía resolver, y por ello me alegro de que no aceptases en aquel momento. Pero ahora... - hice una breve pausa, con la mirada perdida en el oleaje, tratando de elegir las palabras adecuadas - ahora todo es distinto. Desde que tengo memoria, he viajado por cada rincón de este mar. Y creo que ya va siendo hora de visitar algún otro, ¿no crees?
Tras bombardear a mi viejo amigo con el caos de pensamientos que me invadían, me puse en pie.
- Podría darte el mismo discurso que he dado a la mayoría. Y créeme, podría ser muy persuasivo. Pero en tu caso, prefiero mostrártelo. - Di unos pasos, hasta situarme al borde del "camino" por el que había llegado. Luego miré una vez más al pelirrojo, invitándole a acompañarme.
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Chasqueó la lengua y amplió su sonrisa al escuchar a su compañero. ¿Quedar en la taberna? Ya, claro, y de paso luego hacer una expedición al burdel, ¿no? Conocía bien al canalla ese y por eso había escogido aquel lugar. Si lo dejaba suelto en el refugio, se bebería hasta la última gota de alcohol y luego se fundiría el resto de su dinero en mujeres. Si es que pagaba, claro. Sin dirigirle ni una mirada, continuó con su dibujo. Si rompía la concentración en aquel momento luego le costaría retomarlo y además no le apetecía tener que volver a escalar luego de vuelta para seguirlo.
- Prefería tenerte sobrio unos minutos, pirata - le respondió, remarcando la última palabra - Además, así te he obligado a mover un poco el culo y ejercitarte, enano.
Conteniendo una carcajada, dejó las cosas en el suelo y se levantó, acercándose a él y dándole un golpe amistoso en el hombro con el puño. Podrían haber estado juntos sólo un año, pero vaya si había sido uno intenso. Se habían jugado la vida casi a diario en aquella maldita arena, y en ocasiones hasta se habían tenido que guardar las espaldas mutuamente en combates en grupo. Habían desarrollado una auténtica relación de camaradería y Nassor confiaba plenamente en él, tanto como era capaz de hacerlo alguien desconfiado como él. Sin embargo, cuando mencionó lo de sus dudas su sonrisa se desvaneció y fue sustituida por su habitual expresión impasible. No le gustaba que le hicieran eso... que descubriesen sus pensamientos con tanta facilidad le hacía sentirse débil. Además, que su capitán conociera sus dudas con respecto a unirse tampoco le resultaba agradable. No quería que Syxel pensara que no sería un compañero leal y fiel a su causa. Bueno, ¿tenían realmente los piratas una causa? ¿No se limitaban a robar y darle quebraderos de cabeza a la Marina?
- Mis dudas las tendré que resolver yo mismo - dijo, girándose y mirando el paisaje - Precisamente por eso escogí este lugar. Por eso y porque pensé que siendo tú eras capaz de haberla armado gorda ya y tener a medio cuartel del North Blue detrás tuya, así que este sería un lugar seguro. Todo lo seguro que puede ser un cacho de piedra lleno de borrachos con pistolas, claro.
Lo último no era del todo cierto, pero le apetecía picar un poco al pirata. De todos modos este parecía demasiado emocionado como para pararse a darle vueltas a sus palabras, continuando con su perorata. Contuvo una sonrisa mientras sentía una agridulce melancolía. Había pasado demasiado tiempo. Por otro lado, parecía que Syxel había entendido las cosas como le había salido de las narices. ¿Que no había aceptado? Sólo le había pedido un tiempo para resolver sus propios asuntos y entrenar, pero él siempre había considerado ya haber aceptado su propuesta. No por nada lo había llamado "capitán" en la carta que le mandó citándolo... pero en fin, ¿qué podía esperar él?
- Espera. Antes de bajar quiero acabar con esto.
Volvió a sentarse y siguió terminando su dibujo. ¿A qué se habría referido Syxel con que había cambiado? Podría preguntarle, pero ¿para qué? Podía descubrirlo él mismo. Hablar de sandeces no era asuntos de guerreros. Se habían conocido en la arena, derramando sangre. La lucha era algo prácticamente tan natural como respirar en él y estaba seguro de que su capitán se sentía igual. "Así pues, como en los viejos tiempos..." Dio el último trazo y cerró la libreta, cogiendo sus lápices y guardándolo todo en su bolsa. La apartó a un lado y se apoyó con la mano derecha en el suelo como si fuese a levantarse, para de repente con un ágil movimiento hacer un barrido con la pierna en dirección al pirata, intentando golpearle en los tobillos y derribarlo. Acto seguido se incorporó y de un salto avanzó un poco más hacia el interior de la roca, alejándose del borde.
- Nunca bajes la guardia, capitán - dijo, entrecerrando los ojos. Acto seguido esbozó una sonrisa fiera.
- Prefería tenerte sobrio unos minutos, pirata - le respondió, remarcando la última palabra - Además, así te he obligado a mover un poco el culo y ejercitarte, enano.
Conteniendo una carcajada, dejó las cosas en el suelo y se levantó, acercándose a él y dándole un golpe amistoso en el hombro con el puño. Podrían haber estado juntos sólo un año, pero vaya si había sido uno intenso. Se habían jugado la vida casi a diario en aquella maldita arena, y en ocasiones hasta se habían tenido que guardar las espaldas mutuamente en combates en grupo. Habían desarrollado una auténtica relación de camaradería y Nassor confiaba plenamente en él, tanto como era capaz de hacerlo alguien desconfiado como él. Sin embargo, cuando mencionó lo de sus dudas su sonrisa se desvaneció y fue sustituida por su habitual expresión impasible. No le gustaba que le hicieran eso... que descubriesen sus pensamientos con tanta facilidad le hacía sentirse débil. Además, que su capitán conociera sus dudas con respecto a unirse tampoco le resultaba agradable. No quería que Syxel pensara que no sería un compañero leal y fiel a su causa. Bueno, ¿tenían realmente los piratas una causa? ¿No se limitaban a robar y darle quebraderos de cabeza a la Marina?
- Mis dudas las tendré que resolver yo mismo - dijo, girándose y mirando el paisaje - Precisamente por eso escogí este lugar. Por eso y porque pensé que siendo tú eras capaz de haberla armado gorda ya y tener a medio cuartel del North Blue detrás tuya, así que este sería un lugar seguro. Todo lo seguro que puede ser un cacho de piedra lleno de borrachos con pistolas, claro.
Lo último no era del todo cierto, pero le apetecía picar un poco al pirata. De todos modos este parecía demasiado emocionado como para pararse a darle vueltas a sus palabras, continuando con su perorata. Contuvo una sonrisa mientras sentía una agridulce melancolía. Había pasado demasiado tiempo. Por otro lado, parecía que Syxel había entendido las cosas como le había salido de las narices. ¿Que no había aceptado? Sólo le había pedido un tiempo para resolver sus propios asuntos y entrenar, pero él siempre había considerado ya haber aceptado su propuesta. No por nada lo había llamado "capitán" en la carta que le mandó citándolo... pero en fin, ¿qué podía esperar él?
- Espera. Antes de bajar quiero acabar con esto.
Volvió a sentarse y siguió terminando su dibujo. ¿A qué se habría referido Syxel con que había cambiado? Podría preguntarle, pero ¿para qué? Podía descubrirlo él mismo. Hablar de sandeces no era asuntos de guerreros. Se habían conocido en la arena, derramando sangre. La lucha era algo prácticamente tan natural como respirar en él y estaba seguro de que su capitán se sentía igual. "Así pues, como en los viejos tiempos..." Dio el último trazo y cerró la libreta, cogiendo sus lápices y guardándolo todo en su bolsa. La apartó a un lado y se apoyó con la mano derecha en el suelo como si fuese a levantarse, para de repente con un ágil movimiento hacer un barrido con la pierna en dirección al pirata, intentando golpearle en los tobillos y derribarlo. Acto seguido se incorporó y de un salto avanzó un poco más hacia el interior de la roca, alejándose del borde.
- Nunca bajes la guardia, capitán - dijo, entrecerrando los ojos. Acto seguido esbozó una sonrisa fiera.
Syxel
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El movimiento del pelirrojo realmente me pilló por sorpresa, logrando desestabilizarme al golpearme con su patada. Caí de espaldas al suelo, dándome un duro golpe contra la dura roca, el cual hizo que se me escapase una mueca de dolor. Durante unos segundos me quedé tumbado, con la mirada fija en el cielo. Si hubiese querido mi cabeza, le estaba dando la oportunidad perfecta de tomarla. Pero sabía que esa no era, ni de lejos, su intención. Por lo que me limité a soltar una carcajada, por lo inesperadamente divertida que me parecía la situación. No solían pillarme desprevenido, pero tratándose de él no me sorprendía. ¿Cuánto habría mejorado en el último año? Solo había una forma de saberlo.
- Gracias por el consejo - le seguí la corriente, mientras me ponía en pie de un salto.
Me llevé ambas manos a la cintura, retirando de esta mis dos katanas, con funda incluida. Dejé caer una al suelo, y empuñe la otra con ambas manos, sin desenvainarla. Debía tener cuidado, pues no quería que la situación se me fuese de las manos, pero tampoco sabía hasta qué punto quería llegar mi camarada. Lo único de lo que estaba seguro, es que me iba a obligar a esforzarme para no quedar en mal lugar. Le observé con detenimiento, contemplando con cierta nostalgia su peculiar pose al combatir. Luego dediqué una fugaz mirada a nuestro alrededor, tratando de memorizar el espacio que nos rodeaba. Después de todo, no habría sido agradable dar un mal paso y caer directo al mar.
- Aquí voy - me permití ponerle sobre aviso, siguiéndole el juego.
Entre ambos debía de haber unos seis metros, distancia que no me resultaría difícil cubrir. Apreté ambas manos con firmeza. Concentrando una pequeña cantidad de energía en la espada, y describiendo en el aire un movimiento horizontal con la misma. De esta salió proyectado un haz de energía, directo a los pies de Nassor. Casi simultáneamente, eché a correr en su dirección. En cuanto estuviese frente a él lanzaría un golpe a su abdomen. Supuse que evadir el primer ataque no le resultaría difícil, pero mi intención era aprovechar el momento en que lo hiciese para golpearle con la funda de la espada.
- Gracias por el consejo - le seguí la corriente, mientras me ponía en pie de un salto.
Me llevé ambas manos a la cintura, retirando de esta mis dos katanas, con funda incluida. Dejé caer una al suelo, y empuñe la otra con ambas manos, sin desenvainarla. Debía tener cuidado, pues no quería que la situación se me fuese de las manos, pero tampoco sabía hasta qué punto quería llegar mi camarada. Lo único de lo que estaba seguro, es que me iba a obligar a esforzarme para no quedar en mal lugar. Le observé con detenimiento, contemplando con cierta nostalgia su peculiar pose al combatir. Luego dediqué una fugaz mirada a nuestro alrededor, tratando de memorizar el espacio que nos rodeaba. Después de todo, no habría sido agradable dar un mal paso y caer directo al mar.
- Aquí voy - me permití ponerle sobre aviso, siguiéndole el juego.
Entre ambos debía de haber unos seis metros, distancia que no me resultaría difícil cubrir. Apreté ambas manos con firmeza. Concentrando una pequeña cantidad de energía en la espada, y describiendo en el aire un movimiento horizontal con la misma. De esta salió proyectado un haz de energía, directo a los pies de Nassor. Casi simultáneamente, eché a correr en su dirección. En cuanto estuviese frente a él lanzaría un golpe a su abdomen. Supuse que evadir el primer ataque no le resultaría difícil, pero mi intención era aprovechar el momento en que lo hiciese para golpearle con la funda de la espada.
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No pudo evitar una sonrisa fiera en respuesta a la de su capitán. Siempre había querido comprobar hasta dónde alcanzaban los poderes del pirata, al que nunca había visto pelear dando el cien por cien. Debido al kairoseki que le impedía emplear su akuma, no había podido ver sus poderes en la arena, y durante la huida había estado demasiado ocupado como para pararse a examinar en profundidad sus poderes. Más aún, durante ese último año ambos habían entrenado y mejorado, con lo que aquel combate probablemente sería muy interesante. Llevó la mano al mango de su khopesh, que reposaba colgando de su cadera, y lo retiró empuñándolo con ambas manos. No era particularmente diestro en el uso de aquel arma, pero sabía manejarla con cierta habilidad. Solía emplearla más con un uso defensivo, basando su defensa en fuertes patadas.
- No pienso contenerme - le alertó.
Y la danza comenzó. En cuanto vio al espadachín empuñar el arma con la vaina frunció el ceño. Entendía por qué lo hacía, pero se sentía algo menospreciado. ¿Realmente creía que iba a poder herirle seriamente, hasta tal punto de tener que tomar esas medidas? "Lo siento capitán, pero pagarás tu error" Al instante se dio cuenta de lo que aquel movimiento y resplandor podían significar. Saltó en el sitio, evitando la onda cortante que pasó justo bajo sus pies, y acto seguido comenzó a cargar contra Syxel al tiempo que este hacía lo mismo. Al subestimarlo de aquella manera, si es que era eso como el orgulloso guerrero creía, se había puesto en una situación desventajosa que el luchador pensaba aprovechar. En cuanto el otro lanzó su golpe, Nassor interpuso la cara interior de la medialuna del khopesh en la trayectoria, bloqueándolo a la altura del tercio medio. A pesar su fuerza, notó una increíble presión que desplazó varios centímetros su defensa y le hizo retroceder un paso. "Es fuerte... muy fuerte." Haciendo acopio de sus energías, mantuvo el bloqueo empleando toda su fuerza. Si todo había ido de acuerdo a sus planes, el filo de su arma debería haberse clavado en la vaina, dándole cierta ventaja.
- Sabaku no Arashi... - murmuró, mientras una corriente de aire comenzaba a rodearlo.
Entonces dio un fuerte tirón hacia arriba con su khopesh, intentando llevarse consigo el arma y desbaratando la postura de Syxel, tal vez incluso desarmándolo si la jugada lo pillaba desprevenido. Rápìdamente se agachó ligeramente al tiempo que flexionaba y elevaba su pierna derecha, lanzándole una fuerte patada al la boca del estómago. No fue una normal, sino que fue acompañada por una potente corriente de viento que formaría una onda contundente que lo golpearía y probablemente alejaría varios metros. Tal vez incluso lo derribaría. Poniéndose de nuevo en guardia (retrocediendo un paso en caso de no haber logrado alejarlo), miró desafiante a Syxel.
- Duros desafíos nos esperan en el Paraíso, capitán. Ni tus enemigos tendrán piedad, ni yo la tendré - dijo, en un tono serio y decidido.
- No pienso contenerme - le alertó.
Y la danza comenzó. En cuanto vio al espadachín empuñar el arma con la vaina frunció el ceño. Entendía por qué lo hacía, pero se sentía algo menospreciado. ¿Realmente creía que iba a poder herirle seriamente, hasta tal punto de tener que tomar esas medidas? "Lo siento capitán, pero pagarás tu error" Al instante se dio cuenta de lo que aquel movimiento y resplandor podían significar. Saltó en el sitio, evitando la onda cortante que pasó justo bajo sus pies, y acto seguido comenzó a cargar contra Syxel al tiempo que este hacía lo mismo. Al subestimarlo de aquella manera, si es que era eso como el orgulloso guerrero creía, se había puesto en una situación desventajosa que el luchador pensaba aprovechar. En cuanto el otro lanzó su golpe, Nassor interpuso la cara interior de la medialuna del khopesh en la trayectoria, bloqueándolo a la altura del tercio medio. A pesar su fuerza, notó una increíble presión que desplazó varios centímetros su defensa y le hizo retroceder un paso. "Es fuerte... muy fuerte." Haciendo acopio de sus energías, mantuvo el bloqueo empleando toda su fuerza. Si todo había ido de acuerdo a sus planes, el filo de su arma debería haberse clavado en la vaina, dándole cierta ventaja.
- Sabaku no Arashi... - murmuró, mientras una corriente de aire comenzaba a rodearlo.
Entonces dio un fuerte tirón hacia arriba con su khopesh, intentando llevarse consigo el arma y desbaratando la postura de Syxel, tal vez incluso desarmándolo si la jugada lo pillaba desprevenido. Rápìdamente se agachó ligeramente al tiempo que flexionaba y elevaba su pierna derecha, lanzándole una fuerte patada al la boca del estómago. No fue una normal, sino que fue acompañada por una potente corriente de viento que formaría una onda contundente que lo golpearía y probablemente alejaría varios metros. Tal vez incluso lo derribaría. Poniéndose de nuevo en guardia (retrocediendo un paso en caso de no haber logrado alejarlo), miró desafiante a Syxel.
- Duros desafíos nos esperan en el Paraíso, capitán. Ni tus enemigos tendrán piedad, ni yo la tendré - dijo, en un tono serio y decidido.
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El pelirrojo evitó sin mucha dificultad mi ataque a distancia, el cual lamentablemente no fue suficiente para distraerle, que era mi intención. En su lugar, acometió contra mi cuando yo hice lo propio, encontrándonos a mitad de camino. Golpeé con mi espada, pero esta se encontró con la de Nassor, bloqueándola. Desde que llegué había estado tan emocionado por el encuentro y los planes que deseaba compartir con él, que ni tan siquiera me había fijado en que iba armado. No recordaba haberle visto blandir nunca una espada así en el pasado, por lo que supuse que habría aprendido a utilizarla en el último año.
- No esperaba menos. - Comenté con una sonrisa.
Ambos nos mantuvimos haciendo presión en el forcejeo. Los dos empujábamos nuestras armas, pero ninguno estaba dispuesto a ceder ni un centímetro. Cada uno con la mirada fija en el otro, esperando poder aprovechar cualquier ocasión para tomar ventaja. Y supongo que él creyó ver una, pues aprovechando un instante en el que intenté aumentar aún más la presión para hacerle retroceder, realizó un movimiento con su arma. Dando un tirón a la misma hacia arriba, trató de llevarse la mía con él, seguramente queriendo aprovechar para desarmarme, desestabilizarme, o quizás ambas.
Sonreí, pues él no era el único que guardaba algunas sorpresas. Gracias al uso de mi haki, pude prever sus intenciones con algo de antelación. Fue tan solo un segundo, pero era más que suficiente para que no me pillase desprevenido. En el momento exacto en que dio el tirón, yo solté mi arma, dejando que la lanzase por los aires. Y mientras él alzaba sus brazos, su cuerpo quedó al descubierto. Concentré una gran cantidad de energía en mi mano, para acto seguido descargar un golpe con el puño directo a su abdomen. La coraza que llevaba detendría el impacto, pero en el mismo instante en que golpeé, liberé toda la energía acumulada, lanzando así una onda de choque que, a esa distancia, esperaba resultase bastante más efectiva.
No obstante, concentrarme en ese ataque me hizo descuidar por completo mi defensa, exponiéndome a un movimiento casi simultáneo por su parte. Antes de que pudiese tan siquiera darme cuenta, su pie impactaba directo en mi estómago con mucha más fuerza de la que podía haber previsto. El golpe me hizo retroceder varios metros, y tambalearme hasta casi perder el equilibro. Me llevé la mano izquierda el lugar del impacto, como queriendo detener el dolor. Y, con la respiración agitada, alcé la vista para comprobar si mi ataque había sido igual de efectivo.
- No esperaba menos. - Comenté con una sonrisa.
Ambos nos mantuvimos haciendo presión en el forcejeo. Los dos empujábamos nuestras armas, pero ninguno estaba dispuesto a ceder ni un centímetro. Cada uno con la mirada fija en el otro, esperando poder aprovechar cualquier ocasión para tomar ventaja. Y supongo que él creyó ver una, pues aprovechando un instante en el que intenté aumentar aún más la presión para hacerle retroceder, realizó un movimiento con su arma. Dando un tirón a la misma hacia arriba, trató de llevarse la mía con él, seguramente queriendo aprovechar para desarmarme, desestabilizarme, o quizás ambas.
Sonreí, pues él no era el único que guardaba algunas sorpresas. Gracias al uso de mi haki, pude prever sus intenciones con algo de antelación. Fue tan solo un segundo, pero era más que suficiente para que no me pillase desprevenido. En el momento exacto en que dio el tirón, yo solté mi arma, dejando que la lanzase por los aires. Y mientras él alzaba sus brazos, su cuerpo quedó al descubierto. Concentré una gran cantidad de energía en mi mano, para acto seguido descargar un golpe con el puño directo a su abdomen. La coraza que llevaba detendría el impacto, pero en el mismo instante en que golpeé, liberé toda la energía acumulada, lanzando así una onda de choque que, a esa distancia, esperaba resultase bastante más efectiva.
No obstante, concentrarme en ese ataque me hizo descuidar por completo mi defensa, exponiéndome a un movimiento casi simultáneo por su parte. Antes de que pudiese tan siquiera darme cuenta, su pie impactaba directo en mi estómago con mucha más fuerza de la que podía haber previsto. El golpe me hizo retroceder varios metros, y tambalearme hasta casi perder el equilibro. Me llevé la mano izquierda el lugar del impacto, como queriendo detener el dolor. Y, con la respiración agitada, alcé la vista para comprobar si mi ataque había sido igual de efectivo.
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Pasear por los puestos del mercado buscando algo interesante que comprar se había hecho ya de lo más aburrido. Al llegar había entregado al dueño de la taberna la carta que había escrito Syxel para reclutar personal. Era indudable que él se expresaba mucho mejor que yo, así que con la carta se corría la voz y se les "convencía" y simplemente se daba mi referencia para que viniesen a hablarme... por el momento ninguno de aquellos piratas holgazanes se había plantado ante mi para pedirme nada.
Syxel estaba tardando en volver, por lo visto Nassor lo había citado un poco lejos así que sólo en ir y venir contaba al menos una hora o dos... más el tiempo que pasen hablando o lo que coño quiera que sea que estén haciendo...
Volví a la taberna a por un vaso de whisky (bastante malo, por cierto) y me senté sola en una de las mesas más apartadas de la puerta que había. Tras unos minutos, dos chavales se me acercaron, muy nerviosos, y se plantaron delante de mí mientras se daban pequeños golpes disimuladamente como obligando a que hablase el otro. "Vaya par de idiotas" Les dediqué una de mis peores miradas más serias.
Uno era alto, como de unos 2 metros y bastante moreno, el otro era rubio y un poco más bajito, casi de mi altura. Ambos estaban en muy baja forma y sus condiciones higiénicas no parecían ser las mejores en aquel momento. El moreno tragó saliva con dificultad, se quitó el sombrero y empezó a hablar.
-- Ejem.... discúlpeme señora... --
-- Nos... disculpenos...-- Le interrumpió el rubio al corregirlo al oído y en bajito. El moreno le dedicó una fuerte mirada y siguió su discurso.
-- Nosotros -- Dijo con rintintín hacia el rubio, luego me miró y bajó un poco la cabeza -- Querríamos poder formar parte de su tripulacion, mi señora... Somos fuertes y muy diligentes... --
-- Sí, eso -- De nuevo el rubio volvió a interrumpir enérgicamente -- Y además sabemos muchas cosas sobre marineros y sobre velas, y nudos y... --
Levanté la mano despacio mientras hablaban e hice un gesto abriéndola y volviéndola a cerrar como si cogiese el aire para que se callasen. Tubo el efecto que esperaba. Levanté la cara y comencé a hablar sin demasiada delicadeza y más bien con cara de asco. -- No estamos aquí ni para reclutar ni para cuidar a niños de colegio... Tampoco vamos a irnos de paseo por alta mar ni nos vamos a pescar. Si de verdad queréis uniros a nuestra tripulación, haced el favor de comportaros como hombres y demostrad lo que valéis. -- Aquellos dos hombres se miraron sorprendidos sin saber muy bien qué decir. Con el codo en la mesa acerqué mi frente hacia la mano y la froté... tenía muy poca paciencia ese día. Respiré hondo y concluí mi alegato, sin alterar el tono de mi voz siquiera levemente. -- Señores.. necesitamos hombres que nos sirvan en batalla... no es una prioridad atar nudos. --
Al fin, aquellos dos se fueron hacia la puerta junto con otro grupo de personas y estuvieron hablando unos minutos hasta que todos salieron de la taberna.
Quizás 20 minutos, quizás media hora. No sabría decir exactamente cuánto tiempo pude estar tranquila antes de empezar a escuchar un fuerte alboroto en la calle. No me importó especialmente, era un pueblo de piratas y borrachos, era de esperar que en cualquier momento surgiera una pelea por cualquier nimiedad, pero aquella despertaba demasiado jaleo, como si hubiesen varias personas en vez de solo una.
De pronto, un chiquillo que no tendría más de 18 años, quizás recién cumplidos, se acercó a mi con la cara ensangrentada y una ceja rota. Con un golpe apoyó ambas manos en la mesa y me miró fijamente bastante serio.
-- He sido el primero en cubrir la ronda entera señora, solicito... no, exijo entrar en vuestra tripulación --
Lo miré sorprendida, me levanté y sin decir nada más le estreché la mano. Cogí la silla donde estaba sentada y la arrastré hasta afuera. Nada más salir, me encontré con las miradas de unos 20 hombres formando un círculo y dos en medio dándose puñetazos. Poco a poco habían detenido su acción para mirarme. Sin decir nada, arrastré la silla hasta donde podía ver el espectáculo desde el principio y me senté "No pienso perderme esto"
Pasaron unos instantes en los que aquellos ojos no hacían más que mirarme, hasta que les hice una seña con la cabeza para que siguieran y, de nuevo, el moreno de antes comenzó a darle puñetazos al que tenía agarrado.
Le hice un gesto al joven de antes para que se sentara a mi lado y se sentó obedientemente en el suelo con las piernas cruzadas, gritando y vitoreando la victoria de quien sería su siguiente compañero.
-- Sin duda, esto es de lo más divertido que me ha pasado hoy -- Dije en voz alta, mirando de reojo al joven y dedicándole una media sonrisa, a lo que él me contestó con una gran carcajada y siguió animando más efusivamente.
Nassor
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Buena parte de la fuerza del impacto fue absorbido por la coraza, pero aún así notó cómo se le cortaba la respiración. El golpe no se quedó ahí, sino que notó una fuerza que lo empujaba hacia atrás, muy similar a su Arashi. Procurando evitarse un golpe aparatoso en la caída, soltó el khopesh, apoyó una mano en el suelo y dio una pirueta hacia atrás, cayendo a cuatro patas con una mirada fiera. El arma cayó a un par de metros de él con un tintineo metálico, fuera de su alcance. Le había pillado totalmente desprevenido con aquella jugada... bueno, no por nada era el hombre al que había elegido seguir. Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras una corriente de viento a su alrededor levantaba el polvo trazando movimientos en espiral en torno a él. Un grueso pelaje pardo comenzó a brotar de su cuerpo, al tiempo que su rostro adquiría rasgos animalescos y una poderosa cornamenta brotaba de su cabeza.
- Buena jugada...
Sin previo aviso, cargó contra él trotando a cuatro patas. Su tamaño y su masa habían aumentado considerablemente, además de ser notablemente más rápido. No solía emplear su akuma, pues prefería combatir como humano que era y guardarse aquel poder como un as bajo la manga. Sin embargo contra aquel hombre no iba a contenerse. Lo había prometido, y pensaba darle motivos para ponerse serio. Más aún, como bien había dicho antes, en el Grand Line les esperaban desafíos realmente duros. Debían estar listos y conocer mutuamente sus capacidades. Y de paso... le daría una clase rápida de todos los truquitos que había aprendido en el último año. Cuando estuvo a unos dos metros de él, se echó hacia un lado velozmente para pillarle por el flanco izquierdo y se impulsó sobre sus patas traseras generando una corriente de viento desde estas para aumentar su velocidad. Su intención era embestirle con la cornamenta para derribarlo, al tiempo que extendía los brazos hacia los lados para intentar cazarlo con ellos en caso de que le esquivara.
- Shika Shika no Lariat!
Si lograba derribarlo, se situaría sobre él e intentaría inmobilizarlo sentándose sobre sus piernas y agarrando sus brazos. De no conseguir apresarlo, le hundiría el codo en la boca del estómago intentando dejarlo fuera de combate para poder dar por terminado aquel combate.
- Buena jugada...
Sin previo aviso, cargó contra él trotando a cuatro patas. Su tamaño y su masa habían aumentado considerablemente, además de ser notablemente más rápido. No solía emplear su akuma, pues prefería combatir como humano que era y guardarse aquel poder como un as bajo la manga. Sin embargo contra aquel hombre no iba a contenerse. Lo había prometido, y pensaba darle motivos para ponerse serio. Más aún, como bien había dicho antes, en el Grand Line les esperaban desafíos realmente duros. Debían estar listos y conocer mutuamente sus capacidades. Y de paso... le daría una clase rápida de todos los truquitos que había aprendido en el último año. Cuando estuvo a unos dos metros de él, se echó hacia un lado velozmente para pillarle por el flanco izquierdo y se impulsó sobre sus patas traseras generando una corriente de viento desde estas para aumentar su velocidad. Su intención era embestirle con la cornamenta para derribarlo, al tiempo que extendía los brazos hacia los lados para intentar cazarlo con ellos en caso de que le esquivara.
- Shika Shika no Lariat!
Si lograba derribarlo, se situaría sobre él e intentaría inmobilizarlo sentándose sobre sus piernas y agarrando sus brazos. De no conseguir apresarlo, le hundiría el codo en la boca del estómago intentando dejarlo fuera de combate para poder dar por terminado aquel combate.
Syxel
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Akuma no mi
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El pelirrojo retrocedió también varios metros. Pude notar en él que mi último ataque si que había tenido algo de éxito, aunque sin duda yo me había llevado la peor parte en ese intercambio. Mientras me reponía del golpe, recuperando el aliento, mi respiración se detuvo durante un segundo, aunque por un motivo completamente distinto. Frente a mis ojos, completamente sorprendido, vi como el cuerpo de Nassor comenzaba a cambiar considerablemente. Situándose a cuatro patas, su ya notable musculatura se vio incrementada, quedando la mayor parte de su cuerpo cubierto por un abundante pelaje de color marrón con tonos rojizos. Además, en su cabeza crecieron dos prominentes y amenazantes cuernos.
- Joder... - exclamé sorprendido, sin poder evitarlo.
Ya sabía que era un usuario, y en el pasado me había hablado de sus poderes, igual que yo a él de los míos, pero nunca antes había podido verlo. Y era algo realmente sorprendente. Durante unos instantes me imaginé ir montando a lomos de semejante criatura, empuñando una espada y cargando a la batalla cual caballero. Pero rápidamente descarté esa opción, sacudiendo la cabeza para quitarme la estúpida sonrisa que me había quedado. Además, estaba claro que en sus planes no entraba darme tiempo para desvaríos, pues enseguida retomó la ofensiva. Cargó contra mi, trotando a cuatro patas y con la cornamenta por delante, con el claro objetivo de embestirme. Traté de concentrarme en él, haciendo uso nuevamente del haki de observación. Y aunque pude prever su movimiento, el incremento en su velocidad me hicieron imposible evitar su ataque. Así pues, cruzando los brazos frente a mi pecho traté de evitar la mayor parte del daño causado por el impacto. Igualmente caí de espaldas al suelo, con él sobre mi inmovilizándome de brazos y piernas.
Ambos estábamos desarmados, pero de nuevo me veía en desventaja. Estaba claro que si seguía conteniéndome, todo terminaría pronto, y no precisamente bien para mi. Al fin y al cabo, estaba claro que él estaba dispuesto a darlo todo. Hacer menos sería un insulto hacia mi compañero.
- Está bien - dije con una sonrisa - hagamos que esto sea divertido.
Aún sin poder moverme me permití sonreír de nuevo, dejándome llevar por la emoción del combate que me invadía. El fuego comenzó a surgir de mi, y en un instante todo mi cuerpo quedó envuelto en llamas de color negro. Si me soltaba para ponerse a salvo del fuego, me pondría en pié y recogería una de mis espadas. Empuñándola, esta vez desenvainada, y situándome en guardia a la espera de su siguiente movimiento. Si no lo hacía, simplemente incrementaría cada vez más la cantidad de llamas hasta que le fuese imposible mantenerme sujeto.
- Joder... - exclamé sorprendido, sin poder evitarlo.
Ya sabía que era un usuario, y en el pasado me había hablado de sus poderes, igual que yo a él de los míos, pero nunca antes había podido verlo. Y era algo realmente sorprendente. Durante unos instantes me imaginé ir montando a lomos de semejante criatura, empuñando una espada y cargando a la batalla cual caballero. Pero rápidamente descarté esa opción, sacudiendo la cabeza para quitarme la estúpida sonrisa que me había quedado. Además, estaba claro que en sus planes no entraba darme tiempo para desvaríos, pues enseguida retomó la ofensiva. Cargó contra mi, trotando a cuatro patas y con la cornamenta por delante, con el claro objetivo de embestirme. Traté de concentrarme en él, haciendo uso nuevamente del haki de observación. Y aunque pude prever su movimiento, el incremento en su velocidad me hicieron imposible evitar su ataque. Así pues, cruzando los brazos frente a mi pecho traté de evitar la mayor parte del daño causado por el impacto. Igualmente caí de espaldas al suelo, con él sobre mi inmovilizándome de brazos y piernas.
Ambos estábamos desarmados, pero de nuevo me veía en desventaja. Estaba claro que si seguía conteniéndome, todo terminaría pronto, y no precisamente bien para mi. Al fin y al cabo, estaba claro que él estaba dispuesto a darlo todo. Hacer menos sería un insulto hacia mi compañero.
- Está bien - dije con una sonrisa - hagamos que esto sea divertido.
Aún sin poder moverme me permití sonreír de nuevo, dejándome llevar por la emoción del combate que me invadía. El fuego comenzó a surgir de mi, y en un instante todo mi cuerpo quedó envuelto en llamas de color negro. Si me soltaba para ponerse a salvo del fuego, me pondría en pié y recogería una de mis espadas. Empuñándola, esta vez desenvainada, y situándome en guardia a la espera de su siguiente movimiento. Si no lo hacía, simplemente incrementaría cada vez más la cantidad de llamas hasta que le fuese imposible mantenerme sujeto.
Jish
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Metí codo entre la multitud para lograr abrirme paso desde la barra hasta Airok, al parecer la cosa se había animado bastante desde que me ausenté. Me aproximé con cautela y acerqué lenta pero ruidosamente una silla libre de las mesas de alrededor mientras masticaba un mendrugo de pan. Deposité sobre mi regazo una bandeja de madera con algo de queso, salchichas y rodajas de manzana.
- Parece que llegamos en el momento oportuno; un poco mas y habrían cerrado la cocina, parece que no van muy sobrados de existencias- comenté mientras observaba intrigado el espectáculo- Esto es... ¿Cosa nuestra? La ambición hará que los maten- añadí con la boca llena de queso.
Me percaté entonces del muchacho ensangrentado sentado sobre el suelo. Instintivamente rodeé la bandeja con los brazo como si de un autentico tesoro se tratara. Parecía algo molesto con mi presencia. ¿No esperaría que yo también me ganará mi asiento a golpes? Por poco... ¡Maldita sea! Ni tan siquiera sabia porque estábamos en esta isla infecta, con lo a gustito que estaría yo ahora echándome una siestecita en el barco.
- ¿Sabes? yo tengo labia para este tipo de cosas, si me ha hecho acompañarte no dudes que ha sido para ponerme en evidencia- comenté visiblemente irritado- A ti te escucha deberías decirle algo, hasta ahora no he dado problemas ¿Verdad?
- Parece que llegamos en el momento oportuno; un poco mas y habrían cerrado la cocina, parece que no van muy sobrados de existencias- comenté mientras observaba intrigado el espectáculo- Esto es... ¿Cosa nuestra? La ambición hará que los maten- añadí con la boca llena de queso.
Me percaté entonces del muchacho ensangrentado sentado sobre el suelo. Instintivamente rodeé la bandeja con los brazo como si de un autentico tesoro se tratara. Parecía algo molesto con mi presencia. ¿No esperaría que yo también me ganará mi asiento a golpes? Por poco... ¡Maldita sea! Ni tan siquiera sabia porque estábamos en esta isla infecta, con lo a gustito que estaría yo ahora echándome una siestecita en el barco.
- ¿Sabes? yo tengo labia para este tipo de cosas, si me ha hecho acompañarte no dudes que ha sido para ponerme en evidencia- comenté visiblemente irritado- A ti te escucha deberías decirle algo, hasta ahora no he dado problemas ¿Verdad?
Airok Bonny
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Definitivamente estaba disfrutando de aquel momento como hacía tiempo, tanto, que incluso me había olvidado del para qué habíamos ido a aquel lugar e incluso se me escapaba algún grito de ánimo hacia alguno de los participantes.
De pronto me percaté de que Jish se había sentado a mi lada, ni siquiera lo había escuchado llegar y sólo supe que estaba allí porque me había preguntado si aquel acto era cosa "nuestra".
-- Para nada-- dije con desdén -- éstos son así de brutos--
Además, le regalé una mirada pícara para que supiera que técnicamente sí que había tenido algo que ver en aquello, y una parte de mi estaba muy orgullosa del resultado.
Noté entonces que Jish estaba un tanto preocupado, aunque no me había quedado del todo claro qué quería decir en aquel momento asumí que tal vez se sentía algo menospreciado
-- Si estás en esta tripulación es porque Syxel así lo ha creído oportuno-- le dije sin mirarle a la cara y atendiendo a la pelea -- No creas que un capitán, y mucho menos él, dejaría entrar a la tripulación a cualquier persona en la que no confíe. Independientemente de que yo entienda o no sus razones, cualquier resto de dudas que tengas deberás hablarlo con él, no conmigo... no seré tu mediadora --
Ni supe lo que pensaba ni me importaba del todo. Había cumplido mi labor dando mi opinión o "concejo" si así puede llamarse.
Al cabo de poco más de una larga hora, ya teníamos allí unos 6 reclutas nuevos y aún seguía la masacre, pero ya me aburría. Me levanté de golpe ante la mirada de todos los presentes y el desconsuelo de aquellos que aún no habían tenido tiempo de entrar en combate.
-- Esto se está alargando, debemos irnos preparando para zarpar -- Le dije a Jish directamente, asumiendo que los seleccionados serían lo bastante listos como para darse también por aludidos, no pensaba repetir la misma orden más de una vez, mucho menos 6.
De pronto me percaté de que Jish se había sentado a mi lada, ni siquiera lo había escuchado llegar y sólo supe que estaba allí porque me había preguntado si aquel acto era cosa "nuestra".
-- Para nada-- dije con desdén -- éstos son así de brutos--
Además, le regalé una mirada pícara para que supiera que técnicamente sí que había tenido algo que ver en aquello, y una parte de mi estaba muy orgullosa del resultado.
Noté entonces que Jish estaba un tanto preocupado, aunque no me había quedado del todo claro qué quería decir en aquel momento asumí que tal vez se sentía algo menospreciado
-- Si estás en esta tripulación es porque Syxel así lo ha creído oportuno-- le dije sin mirarle a la cara y atendiendo a la pelea -- No creas que un capitán, y mucho menos él, dejaría entrar a la tripulación a cualquier persona en la que no confíe. Independientemente de que yo entienda o no sus razones, cualquier resto de dudas que tengas deberás hablarlo con él, no conmigo... no seré tu mediadora --
Ni supe lo que pensaba ni me importaba del todo. Había cumplido mi labor dando mi opinión o "concejo" si así puede llamarse.
Al cabo de poco más de una larga hora, ya teníamos allí unos 6 reclutas nuevos y aún seguía la masacre, pero ya me aburría. Me levanté de golpe ante la mirada de todos los presentes y el desconsuelo de aquellos que aún no habían tenido tiempo de entrar en combate.
-- Esto se está alargando, debemos irnos preparando para zarpar -- Le dije a Jish directamente, asumiendo que los seleccionados serían lo bastante listos como para darse también por aludidos, no pensaba repetir la misma orden más de una vez, mucho menos 6.
Nassor
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Akuma no mi
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No reaccionó al momento. Sin embargo, pronto el intenso calor que sintió le hicieron darse cuenta de la peligrosa situación en que estaba, y rápidamente lo soltó y se echó hacia atrás a la desesperada, saliendo disparado más hacia atrás de lo que esperaba. Cayó de culo a un par de metros de Syxel, con las manos temblando ligeramente por el dolor de las quemaduras de las palmas mientras volvía a su forma humana. ¿Qué acababa de hacer? ¿Se había impulsado de nuevo con viento? El olor a quemado lo sacó de sus pensamientos, y en un rápido movimiento se arrancó las ropas blancas que lo cubrían, tirándolas a un lado. Se había quedado sólo con la coraza y una prenda de ropa blanca que bien podría haber pasado tanto por boxers holgados como por unos shorts si no fuera porque... bueno, porque acababa de quedarse casi en pelotas y eso hacía evidente que era ropa interior. Con un suspiro, se crujió el cuello en un gesto que pretendía ser intimidante y dijo:
- Capitán, sé que me aprecias, pero... - se calló a propósito un par de segundos, tras lo que se permitió esbozar una ligera sonrisa - si vas a desnudarme, al menos invítame a cenar antes.
Soltó una suave risa y se puso en guardia de nuevo, estudiando la postura del pirata. Estaba acostumbrado a enfrentarse a criminales armados, tanto con el khopesh como desarmado. Conocía unas cuantas técnicas de desarme pero dudaba que fuesen a funcionar con Syxel. No, si quería ser capaz de hacerle frente al experimentado espadachín debía ser astuto y volver a intentar sorprenderlo. Tal vez si lograba echar mano del viento de nuevo... era la primera vez que intentaba cosas similares como las que estaba haciendo en aquel combate, pero de momento estaban funcionando. Si salía bien, tal vez hasta podría desarrollar más aquella táctica e intentar movimientos más arriesgados. "Sin embargo eso no quita que sigo con el problema de cómo aproximarme a él mientras empuña su arma." ¿Y si recuperaba el khopesh? No, nunca superaría a su capitán en un duelo de habilidad con armas de filo. Debía probar otra cosa. Frunció el ceño, mientras una idea arriesgada se le venía a la mente.
- Sabaku no Arashi... - murmuró.
El viento comenzó a girar en torno a él, levantando humaredas de polvo que trazaban movimientos circulares. Irónicamente, ahora que llevaba menos ropa encima podía sentir mejor el viento, y eso le ayudaba impregnarlo en su energía y manipularlo. Le dirigió una mirada seria y calmada al pirata, antes de empezar a correr de frente sin previo aviso, como si pretendiera cargar a lo loco. El viento lo acompañó en su movimiento, formando una estela de polvo a su paso y haciendo un ruido sibilante. En cuanto estuvo a poco menos de dos metros de él, dio repentinamente un potente salto impulsándose con el aire y empezó a dar piruetas mientras pasaba por encima de él. En cuanto situado a su espalda, con los pies a la altura de sus hombros, dio un fuerte talonazo hacia atrás dirigido a la nuca de Syxel, para luego caer dando un pisotón en el aire hacia el suelo, que generó una corriente que aminoró la velocidad de su descenso. Rápidamente se giró, en guardia, consciente de que se había puesto en una situación comprometida. Apenas había dos metros entre su espalda y una caída al vacío. Sin embargo su empleo del viento, aunque burdo de momento, había sido eficaz y había comprobado que era una técnica útil.
- En guardia, capitán. Aún guardo trucos bajo la manga.
- Capitán, sé que me aprecias, pero... - se calló a propósito un par de segundos, tras lo que se permitió esbozar una ligera sonrisa - si vas a desnudarme, al menos invítame a cenar antes.
Soltó una suave risa y se puso en guardia de nuevo, estudiando la postura del pirata. Estaba acostumbrado a enfrentarse a criminales armados, tanto con el khopesh como desarmado. Conocía unas cuantas técnicas de desarme pero dudaba que fuesen a funcionar con Syxel. No, si quería ser capaz de hacerle frente al experimentado espadachín debía ser astuto y volver a intentar sorprenderlo. Tal vez si lograba echar mano del viento de nuevo... era la primera vez que intentaba cosas similares como las que estaba haciendo en aquel combate, pero de momento estaban funcionando. Si salía bien, tal vez hasta podría desarrollar más aquella táctica e intentar movimientos más arriesgados. "Sin embargo eso no quita que sigo con el problema de cómo aproximarme a él mientras empuña su arma." ¿Y si recuperaba el khopesh? No, nunca superaría a su capitán en un duelo de habilidad con armas de filo. Debía probar otra cosa. Frunció el ceño, mientras una idea arriesgada se le venía a la mente.
- Sabaku no Arashi... - murmuró.
El viento comenzó a girar en torno a él, levantando humaredas de polvo que trazaban movimientos circulares. Irónicamente, ahora que llevaba menos ropa encima podía sentir mejor el viento, y eso le ayudaba impregnarlo en su energía y manipularlo. Le dirigió una mirada seria y calmada al pirata, antes de empezar a correr de frente sin previo aviso, como si pretendiera cargar a lo loco. El viento lo acompañó en su movimiento, formando una estela de polvo a su paso y haciendo un ruido sibilante. En cuanto estuvo a poco menos de dos metros de él, dio repentinamente un potente salto impulsándose con el aire y empezó a dar piruetas mientras pasaba por encima de él. En cuanto situado a su espalda, con los pies a la altura de sus hombros, dio un fuerte talonazo hacia atrás dirigido a la nuca de Syxel, para luego caer dando un pisotón en el aire hacia el suelo, que generó una corriente que aminoró la velocidad de su descenso. Rápidamente se giró, en guardia, consciente de que se había puesto en una situación comprometida. Apenas había dos metros entre su espalda y una caída al vacío. Sin embargo su empleo del viento, aunque burdo de momento, había sido eficaz y había comprobado que era una técnica útil.
- En guardia, capitán. Aún guardo trucos bajo la manga.
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Incluso con todo mi cuerpo envuelto en llamas Nassor aguantó más de lo que cabría esperar. Pero finalmente acabó por soltarse, retrocediendo varios metros con un increíble salto. Aproveché para ponerme en pie de nuevo, y di un par de pasos hasta llegar hasta una de mis espadas. Tras recogerla me encaré a mi compañero, situándome una vez más en posición de combate. Nuestras miradas se encontraron y en sus ojos vi reflejada la misma determinación que cuando luchábamos en aquel infierno. Sensación que comenzaba a invadirme a mi también. Ya no cabía duda alguna, el guerrero que tenía frente a mi quería demostrar algo, y estaba dispuesto a ir con todo para ello. Por mi parte, conteniéndome no había hecho más que faltarle al respeto, algo que pensaba rectificar.
- No te negaré que tengo cierta debilidad por las pelirrojas, pero creo que algo así volvería realmente incómoda nuestra relación - respondí a su comentario, devolviéndole la sonrisa.
Dejando las bromas a un lado debíamos seguir con el combate, pues tampoco teníamos todo el día. Nuevamente fue él quien tomó la iniciativa, lanzándose a la carrera contra mi de nuevo en su forma humana. Me preparé para recibir su impacto, concentrándome en mi haki de observación para tratar de adelantarme a sus movimientos. Cuando estuvo a mi altura, y haciendo gala de una increíble agilidad, saltó para situarse a mi espalda. Pude reaccionar sin demasiada dificultad girándome a tiempo de interponer la hoja de mi espada, asegurándome de colocarla de canto, para detener su patada. Aún así, la propia fuerza del impacto me hizo retroceder varios metros.
Hasta el momento le estaba dejando llevar la iniciativa, y ya iba siendo hora de cambiar eso. El problema residía en que el hombre al que me enfrentaba me había visto combatir infinidad de veces, y por ello conocía prácticamente todos mis movimientos. Si quería sorprenderle debía probar algo nuevo, improvisar. Una idea se me pasó por la cabeza enseguida, y decidí ponerla en práctica. Aprovechando el hecho de que aún estaba envuelto en llamas, traté de concentrar estas en mi espada. En un par segundos, la hoja de la katana se había vuelto completamente negra, y de la misma emanaba mi propio fuego.
"Esto puede ser interesante".
Di un paso al frente afianzando mi posición, y empuñé mi arma con las dos manos. Tal y como había hecho al principio de nuestro encuentro concentré mi energía en su hoja y, tras describir un veloz movimiento horizontal en el aire, liberé dicha energía en forma de onda cortante. Aunque esta, a diferencia de la primera, era considerablemente mayor e iba envuelta en fuego oscuro.
Miré al pelirrojo una vez más. Con el precipicio a su espalda, no le resultaría tan fácil de evitar como la anterior. Pero tenía claro que tan solo con eso no sería suficiente, así que en el mismo momento en que lancé el ataque yo mismo acometí contra él. Multiplicando mi velocidad avancé tras la onda, para en el mismo instante en que esta llegase hasta Nassor acompañarla de una estocada. O, en el caso de que tratase de evitar el ataque de alguna manera, aprovechar el momento descargar un tajo contra sus piernas.
- No te negaré que tengo cierta debilidad por las pelirrojas, pero creo que algo así volvería realmente incómoda nuestra relación - respondí a su comentario, devolviéndole la sonrisa.
Dejando las bromas a un lado debíamos seguir con el combate, pues tampoco teníamos todo el día. Nuevamente fue él quien tomó la iniciativa, lanzándose a la carrera contra mi de nuevo en su forma humana. Me preparé para recibir su impacto, concentrándome en mi haki de observación para tratar de adelantarme a sus movimientos. Cuando estuvo a mi altura, y haciendo gala de una increíble agilidad, saltó para situarse a mi espalda. Pude reaccionar sin demasiada dificultad girándome a tiempo de interponer la hoja de mi espada, asegurándome de colocarla de canto, para detener su patada. Aún así, la propia fuerza del impacto me hizo retroceder varios metros.
Hasta el momento le estaba dejando llevar la iniciativa, y ya iba siendo hora de cambiar eso. El problema residía en que el hombre al que me enfrentaba me había visto combatir infinidad de veces, y por ello conocía prácticamente todos mis movimientos. Si quería sorprenderle debía probar algo nuevo, improvisar. Una idea se me pasó por la cabeza enseguida, y decidí ponerla en práctica. Aprovechando el hecho de que aún estaba envuelto en llamas, traté de concentrar estas en mi espada. En un par segundos, la hoja de la katana se había vuelto completamente negra, y de la misma emanaba mi propio fuego.
"Esto puede ser interesante".
Di un paso al frente afianzando mi posición, y empuñé mi arma con las dos manos. Tal y como había hecho al principio de nuestro encuentro concentré mi energía en su hoja y, tras describir un veloz movimiento horizontal en el aire, liberé dicha energía en forma de onda cortante. Aunque esta, a diferencia de la primera, era considerablemente mayor e iba envuelta en fuego oscuro.
Miré al pelirrojo una vez más. Con el precipicio a su espalda, no le resultaría tan fácil de evitar como la anterior. Pero tenía claro que tan solo con eso no sería suficiente, así que en el mismo momento en que lancé el ataque yo mismo acometí contra él. Multiplicando mi velocidad avancé tras la onda, para en el mismo instante en que esta llegase hasta Nassor acompañarla de una estocada. O, en el caso de que tratase de evitar el ataque de alguna manera, aprovechar el momento descargar un tajo contra sus piernas.
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Arqueó una ceja y flexionó las rodillas, atento a los movimiento de su capitán. Era la primera vez que le veía hacer algo similar, si bien no era el primer poder nuevo que le veía emplear a lo largo del combate. Al fin y al cabo aún no había tenido la oportunidad hasta aquel día de ver en acción a Érebo. Sin embargo, la pose siguiente sí que podía reconocerla y supo que iba a continuación. Se agachó para tomar impulso y dio un fuerte salto, generando una corriente de aire con su Sabaku no Arashi para elevarse un par de metros. La onda de llamas pasó bajo él, perdiéndose más allá de la cima del islote y deshaciéndose en el aire. Y fue entonces cuando Nassor reparó en su error: mientras caía era incapaz de esquivar y Syxel ya había tomado ventaja de ello. El corte iba directo a su pierna y al verse amenazado de manera tan evidente, casi más por instinto que por intención, volvió a manipular el aire y empujarse hacia la derecha para apartarse de la trayectoria de la hoja. No fue lo bastante rápido y mientras se apartaba notó el frío acero probando su carne y desgarrándola, con lo que en cuanto hizo contacto con tierra la extremidad le falló, trastabilló y se cayó de costado.
- Ugh...
Se incorporó con el ceño fruncido, ignorando el dolor de las quemaduras de sus manos y de la nueva herida y volvió a ponerse en guardia, impertérrito. Lo habían educado como un guerrero; ocultar el dolor y la debilidad era una de las facetas que le habían obligado a desarrollar. Así pues, pese a sus heridas volvió a ponerse en guardia como si estas no le afectaran lo más mínimo. "Esto se pone feo. Si esto sigue así, tendré que rendirme pronto." Coger el khopesh ya no parecía una opción sensata, si ya en condiciones normales Syxel hubiera sido un rival difícil de batir en su terreno, con las manos heridas la idea era cuanto menos suicida. Así pues, debía pensar otra idea si quería derrotarlo.
- Tendrás que intentarlo mejor - bravuconeó, intentando provocarlo - ¿A eso le llamas cortar?
Esperando que aquellas palabras hubieran servido para provocarlo, se puso en guardia y lo esperó. En cuanto Syxel hubiese iniciado alguna clase de movimiento, se impulsaría hacia él sorpresivamente combinando su viento y un impulso con su pierna sana, daría una voltereta y caería apoyándose sobre las manos. Esto le pasaría factura, pero procuraría que el dolor no afectase a sus movimientos. Entonces llevaría acabo un barrido con la pierna derecha, usando la otra de contrapeso, con intención de golpearle a la altura de las rodillas y derribarlo.
- Ugh...
Se incorporó con el ceño fruncido, ignorando el dolor de las quemaduras de sus manos y de la nueva herida y volvió a ponerse en guardia, impertérrito. Lo habían educado como un guerrero; ocultar el dolor y la debilidad era una de las facetas que le habían obligado a desarrollar. Así pues, pese a sus heridas volvió a ponerse en guardia como si estas no le afectaran lo más mínimo. "Esto se pone feo. Si esto sigue así, tendré que rendirme pronto." Coger el khopesh ya no parecía una opción sensata, si ya en condiciones normales Syxel hubiera sido un rival difícil de batir en su terreno, con las manos heridas la idea era cuanto menos suicida. Así pues, debía pensar otra idea si quería derrotarlo.
- Tendrás que intentarlo mejor - bravuconeó, intentando provocarlo - ¿A eso le llamas cortar?
Esperando que aquellas palabras hubieran servido para provocarlo, se puso en guardia y lo esperó. En cuanto Syxel hubiese iniciado alguna clase de movimiento, se impulsaría hacia él sorpresivamente combinando su viento y un impulso con su pierna sana, daría una voltereta y caería apoyándose sobre las manos. Esto le pasaría factura, pero procuraría que el dolor no afectase a sus movimientos. Entonces llevaría acabo un barrido con la pierna derecha, usando la otra de contrapeso, con intención de golpearle a la altura de las rodillas y derribarlo.
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De camino hasta la orilla, de lo menos que iba pendiente era de si me seguían o no los novatos. Todos se lo habían currado bastante para entrar por lo que esperaba que estuviesen pendientes de a quien seguir.
" Jish, yo, el capitán y a quien ha ido a buscar son cuatro, más estos seis van diez tripulantes en total. Además, en el barco nos esperan Taito, Noah, su hermano, Balagus, el resto de la tripulación... Creo que somos suficientes para llevar el barco con más comodidad como hasta ahora. Igual Jish deje de quejarse por el exceso de trabajo y a lo mejor así tendré más oportunidades de estar a mi aire, sin estar pendiente de nadie... "
Qué confundida estaba...
Sin darme a penas cuenta, me encontraba ya a pocos metros del barco y aún no habían señales de Syxel ni del recluta que traía. "Debe ser muy importante si le dedica tanto tiempo, quizás le tenga preparado un cargo importante"
Finalmente me detuve, y me giré hacia aquellos que me seguían. Un vistazo rápido me dejó observar una panorámica de 6 hombres de todas las alturas y edades con algo en común, sus ganas por ingresar a una tripulación pirata. Algunos estaban algo más perjudicados de otros, con un brazo dolorido, un diente menos, o algún que otro diente en la mano. Era lo suyo tras una pelea.
Sin muchas ganas y con Jish a mi lado, comencé a hablar.
-- A ver, tenemos que repartir las tareas -- algunos se irguieron y pusieron serios, otros suspiraron con algo de desidia -- no hemos venido a pasear señoritas... un paso al frente los que hayan navegado alguna vez en su vida y sepan echar un barco a la mar --
Los cuatro más viejos avanzaron con decisión.
-- Otro paso más, para los que estén familiarizados con las armas, el fuego, y la pólvora--
Avanzó entonces el pequeño rubio, bastante contento y seguro de sí mismo. A él se le sumó otro de los mayores.
-- Aprecio la polivalencia -- dije mirando firmemente al que aún no se había movido, el cual tragó saliva con dificultad -- ¿Alguno sabe navegar directamente? -- Otro de los mayores avanzó, pero aquel seguía en su sitio, ya mirando nerviosamente de reojo.
Me acerqué a aquel pobre novato y le pregunté directamente buscando una respuesta clara y concisa.
-- ¿Puedo saber qué vas a aportar a esta tripulación? O pretendes que te llevemos para alimentarte y mantenerte sin más -- Pese a que era bastante más alto que yo, me irritaba mucho pensar que no sabría hacer nada.
-- Soy el mejor en combate cuerpo a cuerpo -- Respondió con voz firme y tal vez algo ofendido
-- Si es contra aquella panda de borrachos, estos 5 también son los mejores -- Respondí con tono algo burlón -- Tendrás que darme algo más si quieres hacer algo más aparte de fregar las cubiertas --
Tras unos segundos pensando, volvió a hablar, esta vez de manera más tímida.
-- También tengo nociones sobre carpintería y me desenvuelvo bien con las velas. No sabré hacer nudos, ni disparar cañones, pero sé lo que puede o no soportar un mástil -- En ese momento, conforme, me relajé un poco. Entonces el hombre me miró directamente y siguió hablando -- Y sin compararme con estos borrachos, soy el mejor en combate cuerpo a cuerpo. Se lo aseguro. -- Se le notaba un tanto ofendido aún.
Volví a recuperar mi posición junto a Jish, y entonces me dirigí al grupo de nuevo
-- Vosotros dos, os haréis responsables de que los cañones estén a punto en todo momento. Tú además, ayudarás también en cubierta a los demás para agilizar la recogida de velas o los atracos en puerto.-- Mantuve el silencio un instante y me dirigí finalmente al grandullón. -- Y tú serás responsable del constante buen estado de nuestro navío --
Concluido mi alegato, me dirigí a Jish dando la espalda al resto sin que escuchasen y con un tono para nada amigable, le pregunté dando a entender que realmente no me interesaba demasiado.
-- ¿De acuerdo? No quiero que Syxel después me diga que no consulto las cosas--
" Jish, yo, el capitán y a quien ha ido a buscar son cuatro, más estos seis van diez tripulantes en total. Además, en el barco nos esperan Taito, Noah, su hermano, Balagus, el resto de la tripulación... Creo que somos suficientes para llevar el barco con más comodidad como hasta ahora. Igual Jish deje de quejarse por el exceso de trabajo y a lo mejor así tendré más oportunidades de estar a mi aire, sin estar pendiente de nadie... "
Qué confundida estaba...
Sin darme a penas cuenta, me encontraba ya a pocos metros del barco y aún no habían señales de Syxel ni del recluta que traía. "Debe ser muy importante si le dedica tanto tiempo, quizás le tenga preparado un cargo importante"
Finalmente me detuve, y me giré hacia aquellos que me seguían. Un vistazo rápido me dejó observar una panorámica de 6 hombres de todas las alturas y edades con algo en común, sus ganas por ingresar a una tripulación pirata. Algunos estaban algo más perjudicados de otros, con un brazo dolorido, un diente menos, o algún que otro diente en la mano. Era lo suyo tras una pelea.
Sin muchas ganas y con Jish a mi lado, comencé a hablar.
-- A ver, tenemos que repartir las tareas -- algunos se irguieron y pusieron serios, otros suspiraron con algo de desidia -- no hemos venido a pasear señoritas... un paso al frente los que hayan navegado alguna vez en su vida y sepan echar un barco a la mar --
Los cuatro más viejos avanzaron con decisión.
-- Otro paso más, para los que estén familiarizados con las armas, el fuego, y la pólvora--
Avanzó entonces el pequeño rubio, bastante contento y seguro de sí mismo. A él se le sumó otro de los mayores.
-- Aprecio la polivalencia -- dije mirando firmemente al que aún no se había movido, el cual tragó saliva con dificultad -- ¿Alguno sabe navegar directamente? -- Otro de los mayores avanzó, pero aquel seguía en su sitio, ya mirando nerviosamente de reojo.
Me acerqué a aquel pobre novato y le pregunté directamente buscando una respuesta clara y concisa.
-- ¿Puedo saber qué vas a aportar a esta tripulación? O pretendes que te llevemos para alimentarte y mantenerte sin más -- Pese a que era bastante más alto que yo, me irritaba mucho pensar que no sabría hacer nada.
-- Soy el mejor en combate cuerpo a cuerpo -- Respondió con voz firme y tal vez algo ofendido
-- Si es contra aquella panda de borrachos, estos 5 también son los mejores -- Respondí con tono algo burlón -- Tendrás que darme algo más si quieres hacer algo más aparte de fregar las cubiertas --
Tras unos segundos pensando, volvió a hablar, esta vez de manera más tímida.
-- También tengo nociones sobre carpintería y me desenvuelvo bien con las velas. No sabré hacer nudos, ni disparar cañones, pero sé lo que puede o no soportar un mástil -- En ese momento, conforme, me relajé un poco. Entonces el hombre me miró directamente y siguió hablando -- Y sin compararme con estos borrachos, soy el mejor en combate cuerpo a cuerpo. Se lo aseguro. -- Se le notaba un tanto ofendido aún.
Volví a recuperar mi posición junto a Jish, y entonces me dirigí al grupo de nuevo
-- Vosotros dos, os haréis responsables de que los cañones estén a punto en todo momento. Tú además, ayudarás también en cubierta a los demás para agilizar la recogida de velas o los atracos en puerto.-- Mantuve el silencio un instante y me dirigí finalmente al grandullón. -- Y tú serás responsable del constante buen estado de nuestro navío --
Concluido mi alegato, me dirigí a Jish dando la espalda al resto sin que escuchasen y con un tono para nada amigable, le pregunté dando a entender que realmente no me interesaba demasiado.
-- ¿De acuerdo? No quiero que Syxel después me diga que no consulto las cosas--
Jish
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Debí suponer desde el principio que no funcionaria, estaba claro que de una manera u otra estaba demasiado ligada a Syxel. Quizá algún día descubriría a que se debía la inquebrantable lealtad que profesaba sobre el capitán, sin embargo, por mi bien era mejor no replicar ni insistir en el tema por el momento. Me limité a responder vagamente encogiéndome de hombros.
Una vez dimos por finalizado el reclutamiento abandonamos el establecimiento con los maltrechos nuevos reclutas. Airok avanzaba con paso decidido y rápido, parecía impaciente por regresar al barco, por otra parte, los nuevos reclutas estaban forzándose a seguir su ritmo a pesar de la tremenda paliza que llevaban encima y en algunos casos no era en sentido metafórico.
Pese a todo no tardamos demasiado en dejar atrás el reducido núcleo urbano y adentrarnos hacia la línea de costa, la cual desaparecía tras un recodo. Pasados unos minutos, debido a la sutil pero no por ello menos abusiva marcha forzada, había llegado hasta la embarcación. En aquel momento hasta yo mismo, que ni tan siquiera había movido un dedo desde que entramos en la taberna, me encontraba exhausto.
Al igual que el resto aproveche la pausa. Me agaché discretamente de cuclillas mientras intentaba recuperar el aliento antes de abrir la boca y demostrar que estaba en las últimas.
- A ver, tenemos que repartir las tareas – se escuchó por encima de los jadeos- No hemos venido a pasear señoritas...
Tras lo acontecido hasta el momento aquella frase fue lapidaria. Si alguno de los reclutas aún conservaba algún recelo o síntoma de rebeldía acabó por esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. Fue en ese momento cuando empezó el reparto de tareas. En su estado actual nadie tenía el coraje ni las ganas de reprochar nada ¿Realmente era consciente de lo que había hecho?
Poco a poco los cargos fueron asignados, tan solo el tiempo diría si eran dignos o no de las responsabilidades que ahora tenían. Una vez concluido el tramite Airok ignoró al resto y consultó con desdén mi opinión.
- Ha sido… Instructivo- me limité a responder aun con la voz quebrada por el cansancio.
Una vez dimos por finalizado el reclutamiento abandonamos el establecimiento con los maltrechos nuevos reclutas. Airok avanzaba con paso decidido y rápido, parecía impaciente por regresar al barco, por otra parte, los nuevos reclutas estaban forzándose a seguir su ritmo a pesar de la tremenda paliza que llevaban encima y en algunos casos no era en sentido metafórico.
Pese a todo no tardamos demasiado en dejar atrás el reducido núcleo urbano y adentrarnos hacia la línea de costa, la cual desaparecía tras un recodo. Pasados unos minutos, debido a la sutil pero no por ello menos abusiva marcha forzada, había llegado hasta la embarcación. En aquel momento hasta yo mismo, que ni tan siquiera había movido un dedo desde que entramos en la taberna, me encontraba exhausto.
Al igual que el resto aproveche la pausa. Me agaché discretamente de cuclillas mientras intentaba recuperar el aliento antes de abrir la boca y demostrar que estaba en las últimas.
- A ver, tenemos que repartir las tareas – se escuchó por encima de los jadeos- No hemos venido a pasear señoritas...
Tras lo acontecido hasta el momento aquella frase fue lapidaria. Si alguno de los reclutas aún conservaba algún recelo o síntoma de rebeldía acabó por esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. Fue en ese momento cuando empezó el reparto de tareas. En su estado actual nadie tenía el coraje ni las ganas de reprochar nada ¿Realmente era consciente de lo que había hecho?
Poco a poco los cargos fueron asignados, tan solo el tiempo diría si eran dignos o no de las responsabilidades que ahora tenían. Una vez concluido el tramite Airok ignoró al resto y consultó con desdén mi opinión.
- Ha sido… Instructivo- me limité a responder aun con la voz quebrada por el cansancio.
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Comencé a caminar hacia nuestro barco con intención de que los reclutas me siguieran. En el puerto concentrados en poco espacio se encontraban varios navíos de diferentes tripulaciones. Algunas preparándose para partir con mucha dificultad, ya que la mayoría de sus reclutas estaban borrachos, otros llegaban muy felizmente a la vez que agotados.
Al llegar a la rampa de mi navío, me hice a un lado esperando a que los nuevos tripulantes subiesen a bordo y el resto de la tripulación los acogiera de muy buen agrado, ayudándolos a curar sus heridas y a lavar sus ropas.
De pronto y antes de que subiera a bordo tras ellos, un viejo de aspecto algo siniestro y repugnante se dirigió a mi tratando de mirarme con dificultad, ya que su espalda a penas le permitía erguirse haciendo que pareciese mucho más bajito de lo que seguramente fue un tiempo atrás.
-- Discúlpeme señora, pero no he podido evitar fijarme en vos desde que os vi en la taberna. Presentáis cierto poderío y veo que, además, tenéis una fuerte influencia sobre los hombres-- Aquellos alagos sin fundamento me inspiraban todo tipo de desconfianzas.
-- Al grano -- Dije con voz firme y seria. Aquel tipo de cosas me irritaba bastante.
Entonces el viejo miró hacia atrás y llamó con la mano a una joven rubia con rizos en el pelo, demasiado peinada y muy bien vestida a mi parecer. Tenía toda la pinta de ser de alta cuna, si aquel viejo pretendía encargarme la responsabilidad de aquella muchacha, no me interesaba en absoluto.
-- No soy transportista -- Nada más terminar de hablar, me dispuse a retomar mi camino
-- Oh mi señora, no pretendo que la llevéis a ningún mandato, familia o puerto, sois libre de actuar con ella como deseéis -- Dijo a la vez que empujaba con sus manos asquerosas a la joven hacia mí, a lo que ella respondió avanzando unos pasos tímidamente.
Me quedé mirando a la rubia unos instantes, analizando su pelo y sus ropas. Sin duda me encantaba su corset, era bastante más pintoresco que los que había visto hasta el momento, violeta con detalles dorados y negros, bastante fino.
-- Probadla por 100 Berries. Enviaré más tarde a un recluta a comprobar su estado -- Lo miré con mala cara, aquel trato no me parecía nada correcto.
-- ¿Cuántos años tienes?-- le pregunté a la chiquilla la cual se quedó callada unos instantes hasta que el viejo le asusó en un muslo
-- Diecinueve, señora -- dijo a la vez que daba un sobresalto, como si despertase.
Entonces la cogí del brazo y comencé a subir la rampa dejando tras de mí aquel viejo que apenas podía moverse.
-- Ya hablaremos del trato -- Le dije levantando el brazo a modo de saludo mientras me alejaba y subía a mi navío.
Una vez estuve dentro ante la mirada atónita del resto de la tripulación, les dediqué una mirada seria que les diera a entender que no tenían nada que hacer con aquella chica. Entonces me la llevé a mi camarote, le solté el nudo del corset por detrás, y la dejé allí mientras salía cerrando la puerta con llave esperando a que ella misma terminase el trabajo.
Subí de nuevo a cubierta y me dirigí a uno de los reclutas más antiguos. De la manera más discreta que sabía, le pedí que me trajera una botella de wisky y algo de pan y queso fresco. Una vez el recluta se dirigió a la bodega, los demás, incluso Jish, no hacían más que mirarme.
-- Ni una palabra al capitán-- Concluí muy seriamente
Jish
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Atravesé lentamente la cubierta para acercarme al palo mayor e intentar poner en orden mis pensamientos. Cuatro vigías, dos a cada extremo de la embarcación, observaban con catalejos expectantes del regreso del capitán. Recorrí con la mirada todo el perímetro de la cubierta y observé, con ojos de halcón, como todos los nuevos miembros de la tripulación se adaptaban a su nuevo hogar.
Airok, sin embargo, no se encontraba a bordo. A estas alturas ya me había acostumbrado a las continuas desapariciones e idas y venidas de los oficiales. No era un misterio el hecho de que todo el mundo hacia cosas a espaldas del capitán.
Fruncí el ceño al comprobar como la intendente subía a la embarcación, pero esta vez acompañada por una preciosidad de cabello rubio. Tampoco pasó desapercibido para el resto de marineros, pero una mirada bastó para que nos diéramos cuenta que aquella fruta estaba destinada a otro frutero. Al menos alguien le sacaría provecho al día de hoy.
Acto seguido comenzó a dar instrucciones como ya era habitual. Se estaba postulando como amotinadora del año y de ser así ¿Qué demonios pintaba yo allí entonces? Por suerte, aun contábamos con elocuencia de Balagus para arrojar algo de cordura a los confusos reclutas en caso de motín.
- Querida, olvidas lo más elemental, mi silencio tiene un precio- comenté con discreción, ella sola se había metido en un callejón sin salida.
Tenía preguntas que necesitaban respuestas y ahora el destino había sido lo suficiente generoso como para darme la ventaja necesaria para formularlas.
- Entonces, ¿Cuánto tiempo hace que el capitán y tú estáis juntos? - Inquirí mientras unía mis dedos índices para dar cohesión a la pregunta- No te culpo, largas travesías en alta mar y esperanza de vida irrisoria ¿Quizá fue mediante una conversación bajo las estrellas y una promesa de amor eterno? Por no mencionar lo del sombrero- señalé- Lo reconocí el primer día que nos vimos ¿Cómo ha acabado en tus manos? Todo un enigma…- comenté con un fingido tono de misterio- Entiéndeme, no es que me interesen tus devaneos, pero si voy a estar a tus ordenes me gustaría saber a lo que expongo… Tengo la fea costumbre de vivir y eso es incompatible con estar bajo la supervisión de una mujer enamorada.
Airok, sin embargo, no se encontraba a bordo. A estas alturas ya me había acostumbrado a las continuas desapariciones e idas y venidas de los oficiales. No era un misterio el hecho de que todo el mundo hacia cosas a espaldas del capitán.
Fruncí el ceño al comprobar como la intendente subía a la embarcación, pero esta vez acompañada por una preciosidad de cabello rubio. Tampoco pasó desapercibido para el resto de marineros, pero una mirada bastó para que nos diéramos cuenta que aquella fruta estaba destinada a otro frutero. Al menos alguien le sacaría provecho al día de hoy.
Acto seguido comenzó a dar instrucciones como ya era habitual. Se estaba postulando como amotinadora del año y de ser así ¿Qué demonios pintaba yo allí entonces? Por suerte, aun contábamos con elocuencia de Balagus para arrojar algo de cordura a los confusos reclutas en caso de motín.
- Querida, olvidas lo más elemental, mi silencio tiene un precio- comenté con discreción, ella sola se había metido en un callejón sin salida.
Tenía preguntas que necesitaban respuestas y ahora el destino había sido lo suficiente generoso como para darme la ventaja necesaria para formularlas.
- Entonces, ¿Cuánto tiempo hace que el capitán y tú estáis juntos? - Inquirí mientras unía mis dedos índices para dar cohesión a la pregunta- No te culpo, largas travesías en alta mar y esperanza de vida irrisoria ¿Quizá fue mediante una conversación bajo las estrellas y una promesa de amor eterno? Por no mencionar lo del sombrero- señalé- Lo reconocí el primer día que nos vimos ¿Cómo ha acabado en tus manos? Todo un enigma…- comenté con un fingido tono de misterio- Entiéndeme, no es que me interesen tus devaneos, pero si voy a estar a tus ordenes me gustaría saber a lo que expongo… Tengo la fea costumbre de vivir y eso es incompatible con estar bajo la supervisión de una mujer enamorada.
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La sangre brotó de la herida cuando sus pies se apoyaron de nuevo en el suelo. Al verlo no pude evitar que la culpabilidad me invadiese durante un instante, pero ni dije ni hice nada al respecto. Ambos estábamos dando cuanto teníamos, y no mancillaría un momento así con mi preocupación. Después de todo, el hombre al que estaba dispuesto a confiar mi vida debía de poder soportar eso y más.
Le dediqué la mirada otra vez. Me pareció que se sobreponía al dolor con aparente facilidad, hecho que extrañamente me resultó tranquilizador. Pero tenía claro que en su mente no paraba de buscar la forma de darle la vuelta a la situación, cosa que no podía permitir. Así pues, hice acopio una vez más de mis energías para continuar imbuyendo mi espada. De la hoja de esta las llamas negras continuaban surgiendo, cada vez en mayor cantidad.
Retrocedí ligeramente la pierna derecha, quedando con el cuerpo ladeado. Luego eché los brazos hacia atrás, empuñando aún la katana con ambas manos. Dejé que su filo bajase hasta que la punta tocó el suelo. Y por último, de manera prácticamente simultánea, avancé nuevamente la pierna y la espada. La hoja viajó a ras del suelo, emitiendo un incómodo sonido por el choque del metal y la roca, para acabar despegándose del mismo justo frente a mí, describiendo en el aire un movimiento diagonal ascendente.
Una vez más, la energía brotó de la hoja de la espada, avanzando en dirección a Nassor en forma de onda cortante envuelta en llamas. Pero esta vez, al realizar mi ataque noté como las piernas me temblaban ligeramente y una gota de sudor descendía por mi cien. Manipular tal cantidad de fuego oscuro requería mucha más energía de la que acostumbraba a utilizar, y el cansancio comenzaba a pasarme factura.
Para cuando quise darme cuenta, el pelirrojo ya se encontraba de nuevo frente a mí. Al distraerme no me había percatado de que se acercaba, ni había podido ver si mi ataque le había alcanzado. De lo que si fui consciente fue de su pierna impactando contra la mía, justo a la altura del muslo. La potencia del golpe sumada al ligero temblor de mis piernas me hicieron perder el equilibrio y caer. Antes de llegar a tocar el suelo solté la espada, cruzando los brazos frente a mi pecho, y de nuevo envolví mi cuerpo en fuego. No es que fuese una gran estrategia, pero así al menos podría evitar que tratase de hacerme otro agarre que me pusiese en una situación aún peor.
Le dediqué la mirada otra vez. Me pareció que se sobreponía al dolor con aparente facilidad, hecho que extrañamente me resultó tranquilizador. Pero tenía claro que en su mente no paraba de buscar la forma de darle la vuelta a la situación, cosa que no podía permitir. Así pues, hice acopio una vez más de mis energías para continuar imbuyendo mi espada. De la hoja de esta las llamas negras continuaban surgiendo, cada vez en mayor cantidad.
Retrocedí ligeramente la pierna derecha, quedando con el cuerpo ladeado. Luego eché los brazos hacia atrás, empuñando aún la katana con ambas manos. Dejé que su filo bajase hasta que la punta tocó el suelo. Y por último, de manera prácticamente simultánea, avancé nuevamente la pierna y la espada. La hoja viajó a ras del suelo, emitiendo un incómodo sonido por el choque del metal y la roca, para acabar despegándose del mismo justo frente a mí, describiendo en el aire un movimiento diagonal ascendente.
Una vez más, la energía brotó de la hoja de la espada, avanzando en dirección a Nassor en forma de onda cortante envuelta en llamas. Pero esta vez, al realizar mi ataque noté como las piernas me temblaban ligeramente y una gota de sudor descendía por mi cien. Manipular tal cantidad de fuego oscuro requería mucha más energía de la que acostumbraba a utilizar, y el cansancio comenzaba a pasarme factura.
Para cuando quise darme cuenta, el pelirrojo ya se encontraba de nuevo frente a mí. Al distraerme no me había percatado de que se acercaba, ni había podido ver si mi ataque le había alcanzado. De lo que si fui consciente fue de su pierna impactando contra la mía, justo a la altura del muslo. La potencia del golpe sumada al ligero temblor de mis piernas me hicieron perder el equilibrio y caer. Antes de llegar a tocar el suelo solté la espada, cruzando los brazos frente a mi pecho, y de nuevo envolví mi cuerpo en fuego. No es que fuese una gran estrategia, pero así al menos podría evitar que tratase de hacerme otro agarre que me pusiese en una situación aún peor.
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Ante la insensatez por parte de Jish creyendo que necesitaba comprar algún tipo de silencio, me planteé reaccionar de muchas formas diferentes, pero mientras barajaba las posibilidades que tenía, aquel muchacho llevó la conversación a otro nivel... ¿De verdad pensaba que yo estaba con Syxel de esa manera? Podría asegurar que aquella fue la primera vez en mucho tiempo en el que mi gesto reflejaba parte de lo que pensaba.
-- No tengo claro si me estás preguntando esto en serio o si pretendes quedarte conmigo -- Dije un poco atónita todavía.
La mirada que me devolvió Jish no implicaba que estuviese bromeando. Realmente así lo creía y lo había preguntado en serio.
-- No estoy segura de que deba darte ningún tipo de explicación al respecto de lo que yo tenga o deje de tener con Syxel, pero si realmente te preocupa tu salud bajo sus decisiones y mi posible apoyo incondicional con ellas, puedes estar tranquilo, no hay nada amoroso en esta relación.--
Me disponía a irme un tanto molesta, aquel tipo de preguntas personales nunca habían sido de mi agrado y mucho menos cuando me veía obligada a contestar. Avancé un par de pasos a mi camarote y de nuevo me detuve. Me molestase lo que me molestase, no podía permitir que se pensara mal de Syxel, que se desconfiara de su capitán de alguna manera, y mucho menos que se pusiera en entredicho mi posición jerárquica en aquella tripulación. Me dí media vuelta mientras pensaba que decir y volví a dirigirme hacia Jish.
-- Quizás, haya sido la mujer con más suerte de estos mares por haber encontrado a Syxel en un momento de mi vida en el que, de lo contrario, quizás ni siquiera seguiría existiendo. Aún así, nadie me ha regalado mi posición, si es lo que insinúas, y por supuesto, no permitiré que haya un motín sobre la persona que salvó mi vida y me dio una segunda oportunidad. -- Callé unos instantes esperando algún tipo de reacción a la vez que traba de mantenerme serena, recordar aquella época siempre me hacía estremecerme, por muy poco que fuera. -- Si lo que quieres es enterarte y cotillear, que sepas que no hablo de mi pasado, y mucho menos serás tú el primero que lo sepa tratando de hacerme chantaje.--
Me dí media vuelta y mientras me dirigía de nuevo a mi camarote le dije en alto -- Cuéntale a tu capitán lo que te de la gana, lo mismo me da--
Pocas cosas me ponían tan nerviosa como lo hacía el recordar aquellos momentos con aquel animal. Tratando de no pensar en nada a la vez que pensaba en todo, entré en mi camarote sin pensarlo demasiado, necesitaba distracción.
Al abrir la puerta, me encontré con aquella chavala únicamente tapada con una sábana y sentada en la cama, que, al verme entrar, se puso de pié rápidamente mirando hacia otro lado y sin saber muy bien qué hacer.
El recordar aquella época me hizo ver a aquella muchacha con otros ojos, ¿estaba allí por que no quería luchar por algo más o realmente no tenía elección? Comencé a hablar con ella, a preguntarle por el cómo había llegado allí, averiguando su manera de pensar, llegar a saber si era una mujer fuerte que no podía escapar de su situación o si, por el contrario, era una más de las muchas que simplemente sabían quejarse de su situación sin poner remedio ni luchar por sus derechos.
Sin darme cuenta, aquella charla se estaba convirtiendo en algo muy interesante y bastante íntimo, en donde, tras bastante tiempo, pude relajarme y aislarme de todo aquello que suponía la tripulación, las órdenes, el mar, las responsabilidades, yo, mi cuerpo... y me alejé de todo por unas horas.
-- No tengo claro si me estás preguntando esto en serio o si pretendes quedarte conmigo -- Dije un poco atónita todavía.
La mirada que me devolvió Jish no implicaba que estuviese bromeando. Realmente así lo creía y lo había preguntado en serio.
-- No estoy segura de que deba darte ningún tipo de explicación al respecto de lo que yo tenga o deje de tener con Syxel, pero si realmente te preocupa tu salud bajo sus decisiones y mi posible apoyo incondicional con ellas, puedes estar tranquilo, no hay nada amoroso en esta relación.--
Me disponía a irme un tanto molesta, aquel tipo de preguntas personales nunca habían sido de mi agrado y mucho menos cuando me veía obligada a contestar. Avancé un par de pasos a mi camarote y de nuevo me detuve. Me molestase lo que me molestase, no podía permitir que se pensara mal de Syxel, que se desconfiara de su capitán de alguna manera, y mucho menos que se pusiera en entredicho mi posición jerárquica en aquella tripulación. Me dí media vuelta mientras pensaba que decir y volví a dirigirme hacia Jish.
-- Quizás, haya sido la mujer con más suerte de estos mares por haber encontrado a Syxel en un momento de mi vida en el que, de lo contrario, quizás ni siquiera seguiría existiendo. Aún así, nadie me ha regalado mi posición, si es lo que insinúas, y por supuesto, no permitiré que haya un motín sobre la persona que salvó mi vida y me dio una segunda oportunidad. -- Callé unos instantes esperando algún tipo de reacción a la vez que traba de mantenerme serena, recordar aquella época siempre me hacía estremecerme, por muy poco que fuera. -- Si lo que quieres es enterarte y cotillear, que sepas que no hablo de mi pasado, y mucho menos serás tú el primero que lo sepa tratando de hacerme chantaje.--
Me dí media vuelta y mientras me dirigía de nuevo a mi camarote le dije en alto -- Cuéntale a tu capitán lo que te de la gana, lo mismo me da--
Pocas cosas me ponían tan nerviosa como lo hacía el recordar aquellos momentos con aquel animal. Tratando de no pensar en nada a la vez que pensaba en todo, entré en mi camarote sin pensarlo demasiado, necesitaba distracción.
Al abrir la puerta, me encontré con aquella chavala únicamente tapada con una sábana y sentada en la cama, que, al verme entrar, se puso de pié rápidamente mirando hacia otro lado y sin saber muy bien qué hacer.
El recordar aquella época me hizo ver a aquella muchacha con otros ojos, ¿estaba allí por que no quería luchar por algo más o realmente no tenía elección? Comencé a hablar con ella, a preguntarle por el cómo había llegado allí, averiguando su manera de pensar, llegar a saber si era una mujer fuerte que no podía escapar de su situación o si, por el contrario, era una más de las muchas que simplemente sabían quejarse de su situación sin poner remedio ni luchar por sus derechos.
Sin darme cuenta, aquella charla se estaba convirtiendo en algo muy interesante y bastante íntimo, en donde, tras bastante tiempo, pude relajarme y aislarme de todo aquello que suponía la tripulación, las órdenes, el mar, las responsabilidades, yo, mi cuerpo... y me alejé de todo por unas horas.
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En el momento en que vio la onda avanzando hacia él, fue consciente de que no iba a ser capaz de esquivarla, no a esa velocidad y menos con una pierna herida. Pero tenía aún algo más que podía probar; nuevos usos que darle a su dominio del viento. Manipulando el aire trazando un movimiento circular con sus manos, se impulsó hacia su derecha en el aire para esquivar la onda, para luego reorientar su trayectoria con nuevas corrientes de viento. El resultado fue un poco imperfecto y acabó algo más lejos de la posición a la que pretendía ir originalmente, pero logró igualmente llevar a cabo su golpe y derribar a su capitán. De un salto con los brazos seguido de una voltereta volvió a ponerse en pie, con una sonrisa fiera y un brillo en sus ojos carmesíes. Aunque no soliese salir a la luz, el demonio pelirrojo seguía ahí, el mismo fiero gladiador que se había convertido en el terror de los rediles de esclavos de Cliff Island. Su habilidad, poderío físico y ferocidad le habían hecho ganarse ese sobrenombre, así como el miedo y la envidia de muchos de los otros gladiadores. Había pocos que pudieran igualarlo en la arena de la isla en aquel entonces, siendo Syxel uno de ellos. Y ahí estaba, a punto de demostrar que podía superar a su capitán y viejo compañero de armas. Se colocó a su lado con los puños en alto, en posición para lanzar una onda de choque dando por entendido que el combate había finalizado.
- Jaque mate, capitán.
Pese a las heridas y el cansancio, el impávido guerrero se alzaba impertérrito, como si estuviera intacto. Ni una queja, ni un temblor en la pierna herida. Pues pretendía demostrar mucho en aquel combate por ser aquel hombre su rival. Su capitán, su nakama, su hermano, su guía... ante alguien como él hubiese considerado una falta de respeto no esforzarse al máximo y darlo todo por intentar superarlo. Él era la persona a la que más admiraba y quien le había dado un motivo para seguir luchando y viajando. Le había devuelto la libertad y la esperanza en el mundo. Y era el único gladiador de Cliff Island al que nunca hubiese tenido claro si hubiera podido derrotar. Poder vencerlo era un orgullo y un honor. Pero, ¿se daría por vencido el viejo pirata? No quería golpearle en el suelo, pero tal vez no le quedara más remedio si no admitía la derrota.
- ¿En qué piensas, viejo zorro? - comenzó, sonriendo ligeramente.
En el caso de que Syxel hiciese algún movimiento sospechoso, saltaría hacia atrás impulsándose con su viento al tiempo que lanzaría una onda de choque con su Sabaku Arashi, directa a su cabeza. No era suficiente para matar a alguien como él, pero tal vez sí para noquearlo.
- Jaque mate, capitán.
Pese a las heridas y el cansancio, el impávido guerrero se alzaba impertérrito, como si estuviera intacto. Ni una queja, ni un temblor en la pierna herida. Pues pretendía demostrar mucho en aquel combate por ser aquel hombre su rival. Su capitán, su nakama, su hermano, su guía... ante alguien como él hubiese considerado una falta de respeto no esforzarse al máximo y darlo todo por intentar superarlo. Él era la persona a la que más admiraba y quien le había dado un motivo para seguir luchando y viajando. Le había devuelto la libertad y la esperanza en el mundo. Y era el único gladiador de Cliff Island al que nunca hubiese tenido claro si hubiera podido derrotar. Poder vencerlo era un orgullo y un honor. Pero, ¿se daría por vencido el viejo pirata? No quería golpearle en el suelo, pero tal vez no le quedara más remedio si no admitía la derrota.
- ¿En qué piensas, viejo zorro? - comenzó, sonriendo ligeramente.
En el caso de que Syxel hiciese algún movimiento sospechoso, saltaría hacia atrás impulsándose con su viento al tiempo que lanzaría una onda de choque con su Sabaku Arashi, directa a su cabeza. No era suficiente para matar a alguien como él, pero tal vez sí para noquearlo.
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Apenas tuve oportunidad de decir nada, el rapapolvo no se había escuchado desde la taberna de puro milagro. Quizás y tan solo quizás no debí de haber recurrido a que me contara bajo coacción aquella información. Evidentemente no ganaba nada haciendo de chivato, tan solo quería conocer a aquella mujer, pero era excesivamente complicada de tratar.
¿Había dicho la verdad? Sinceramente, no tenía ni idea. Lo único verdaderamente cierto es que ella se había largado y yo aun permanecía sobre la cubierta como un idiota intentando interpretar lo que había sucedido y lo peor de todo… No tenía ni la más remota idea de como había llegado a aquella situación.
Uno de los reclutas, el primero que se había ganado el acceso a la tripulación, se acercó a mi despacio.
- ¿Es verdad que planeas un motín? - preguntó cuidadosamente.
- Ni motín, ni motina – espeté cual madre – Apenas llevas unos minutos a bordo ¿Y ya estas intentando ganarte el favor la Intendente? Mal empiezas, pero que muy mal…
- Yo no pretendía… - comenzó a excusarse.
- Yo no pretendía… - repetí en tono burlón – ¿Ves a aquel hombrecillo amable de allí? Se llama Balagus, dile que vas de mi parte. Te asignará alguna tarea a tu altura, así se te quitarán las ganas de ser un trepa durante unos días.
Probablemente estuviera pagando mi frustración con él, pero ¿Amotinado? Lo que me faltaba por oír ¿Qué clase de reputación se me presuponía?
¿Había dicho la verdad? Sinceramente, no tenía ni idea. Lo único verdaderamente cierto es que ella se había largado y yo aun permanecía sobre la cubierta como un idiota intentando interpretar lo que había sucedido y lo peor de todo… No tenía ni la más remota idea de como había llegado a aquella situación.
Uno de los reclutas, el primero que se había ganado el acceso a la tripulación, se acercó a mi despacio.
- ¿Es verdad que planeas un motín? - preguntó cuidadosamente.
- Ni motín, ni motina – espeté cual madre – Apenas llevas unos minutos a bordo ¿Y ya estas intentando ganarte el favor la Intendente? Mal empiezas, pero que muy mal…
- Yo no pretendía… - comenzó a excusarse.
- Yo no pretendía… - repetí en tono burlón – ¿Ves a aquel hombrecillo amable de allí? Se llama Balagus, dile que vas de mi parte. Te asignará alguna tarea a tu altura, así se te quitarán las ganas de ser un trepa durante unos días.
Probablemente estuviera pagando mi frustración con él, pero ¿Amotinado? Lo que me faltaba por oír ¿Qué clase de reputación se me presuponía?
Syxel
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Aún envuelto en llamas me quedé tendido en el suelo. Con los brazos y las piernas estirados, mucho más relajado, y de nuevo con la mirada perdida en el cielo. Si mi compañero decidía ignorar el fuego y aprovechar la situación para atacarme, tendría tiempo de reaccionar gracias al kenbunshoku. Pero estaba seguro de que no lo haría.
- Jaque mate, capitán.
Hablaba con decisión, aunque desde mi punto de vista se estaba adelantando a los acontecimientos. Le contemplé de reojo. Se encontraba en pie, sin bajar la guardia y demostrando la misma determinación de la que había hecho gala durante todo el enfrentamiento. Sin duda debía de reconocerle que no le faltaba voluntad. Sin poder evitarlo, comencé a reír.
- ¿En qué piensas, viejo zorro?
- En cuanto tiempo ha pasado desde la última vez - me limité a responderle.
De nuevo unos segundos de silencio que parecieron hacerse eternos, en los que ninguno dijo nada más. Caí entonces en la cuenta de que ya llevábamos un buen rato allí arriba, y de que el resto debían de estar esperándonos. Ya era hora de finalizar aquel encuentro. Y si mi compañero lo había dado todo, yo no iba a ser menos.
Pude notar como el poder fluía por mi interior. Era algo que no hacía muy a menudo, y aquella sensación resultaba casi embriagadora. El cielo sobre nosotros oscureció de pronto, como si hubiese anochecido, y las llamas que me envolvían incrementaron drásticamente su intensidad y tamaño, obligando a Nassor a retroceder de un salto. Prácticamente al mismo tiempo me puse en pie, bloqueando con el antebrazo la onda que me lanzó.
- Creo que es la primera vez que te muestro esta forma.
Mi musculatura había crecido ligeramente, aunque los cambios iban mucho más allá de lo que podía apreciarse a simple vista. Todo mi cuerpo quedó cubierto por un intenso fulgor azabache, y mis ojos emitían un intenso brillo carmesí. Pero a diferencia de las anteriores veces, ahora además me encontraba envuelto por las llamas de fuego oscuro. Por algún motivo ya no me suponía tanto esfuerzo generarlas, sino que estas brotaban de mi de manera casi natural.
Como fuera, no pensaba perder el tiempo pensando en algo como eso. Fijé la mirada en mi compañero, encontrándome con la suya. En ese momento no me habría atrevido a tratar de imaginar que se le estaría pasando por la cabeza. Sin duda alguna había se había vuelto mucho más fuerte desde nuestro último encuentro. Pero él no era el único, como trataba de demostrarle haciendo uso de mi forma completa. Tan solo esperaba que para él también hubiese sido suficiente.
- No sé si esto habrá servido para despejar las dudas que aún pudieses tener. - Comenté mientras avanzaba. - Pero he de admitir que me he divertido mucho. - Me detuve frente a él, justo antes de deshacer la transformación y volver a mi forma humana. Acto seguido le ofrecí mi mano y esperé su respuesta.
- Jaque mate, capitán.
Hablaba con decisión, aunque desde mi punto de vista se estaba adelantando a los acontecimientos. Le contemplé de reojo. Se encontraba en pie, sin bajar la guardia y demostrando la misma determinación de la que había hecho gala durante todo el enfrentamiento. Sin duda debía de reconocerle que no le faltaba voluntad. Sin poder evitarlo, comencé a reír.
- ¿En qué piensas, viejo zorro?
- En cuanto tiempo ha pasado desde la última vez - me limité a responderle.
De nuevo unos segundos de silencio que parecieron hacerse eternos, en los que ninguno dijo nada más. Caí entonces en la cuenta de que ya llevábamos un buen rato allí arriba, y de que el resto debían de estar esperándonos. Ya era hora de finalizar aquel encuentro. Y si mi compañero lo había dado todo, yo no iba a ser menos.
Pude notar como el poder fluía por mi interior. Era algo que no hacía muy a menudo, y aquella sensación resultaba casi embriagadora. El cielo sobre nosotros oscureció de pronto, como si hubiese anochecido, y las llamas que me envolvían incrementaron drásticamente su intensidad y tamaño, obligando a Nassor a retroceder de un salto. Prácticamente al mismo tiempo me puse en pie, bloqueando con el antebrazo la onda que me lanzó.
- Creo que es la primera vez que te muestro esta forma.
Mi musculatura había crecido ligeramente, aunque los cambios iban mucho más allá de lo que podía apreciarse a simple vista. Todo mi cuerpo quedó cubierto por un intenso fulgor azabache, y mis ojos emitían un intenso brillo carmesí. Pero a diferencia de las anteriores veces, ahora además me encontraba envuelto por las llamas de fuego oscuro. Por algún motivo ya no me suponía tanto esfuerzo generarlas, sino que estas brotaban de mi de manera casi natural.
Como fuera, no pensaba perder el tiempo pensando en algo como eso. Fijé la mirada en mi compañero, encontrándome con la suya. En ese momento no me habría atrevido a tratar de imaginar que se le estaría pasando por la cabeza. Sin duda alguna había se había vuelto mucho más fuerte desde nuestro último encuentro. Pero él no era el único, como trataba de demostrarle haciendo uso de mi forma completa. Tan solo esperaba que para él también hubiese sido suficiente.
- No sé si esto habrá servido para despejar las dudas que aún pudieses tener. - Comenté mientras avanzaba. - Pero he de admitir que me he divertido mucho. - Me detuve frente a él, justo antes de deshacer la transformación y volver a mi forma humana. Acto seguido le ofrecí mi mano y esperé su respuesta.
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El día se había vuelto especialmente húmedo, no podría asegurar si aquella incomodidad procedía del aire espeso o de la inquietud que, desde hacía algunos minutos, mordisqueaba mi estómago. Nunca había llegado a acostumbrarme a esperar por nadie, había decenas de islas que saquear, y aunque entendía la necesidad de la reunión de Syxel, solo deseaba escabullirme de aquel minúsculo archipiélago.
Todas las luces de navío permanecían apagadas, a excepción de una, la que provenía del camarote de Airok. Los rostros de aquellos aspirantes a piratas parecían adoptar un aspecto fantasmagórico, similar al de máscaras esculpidas.
- ¡Bah! – repliqué airado, retirándome del mamparo de estribor – Esto es una pérdida de tiempo, creía que saldríamos de aquí con un contramaestre, que ya se había acabado la cháchara inútil ¿Tanto le cuesta a ese capitán convencer a un civil? Esperaremos diez minutos más, si para entonces no ha vuelto levamos anclas- anuncié.
Volví a apoyarme en el mamparo y alcé la vista hacia el macizo rocoso por el que habíamos visto caminar a Syxel por última vez. Lástima que no tuviera un juego de dados o cartas, según la ley pirata aun estábamos en tierra, aunque… no había nadie al mando en aquel momento. Probablemente alguno de los tripulantes tuviera alguna, tan solo era cuestión de ser persuasivo.
Todas las luces de navío permanecían apagadas, a excepción de una, la que provenía del camarote de Airok. Los rostros de aquellos aspirantes a piratas parecían adoptar un aspecto fantasmagórico, similar al de máscaras esculpidas.
- ¡Bah! – repliqué airado, retirándome del mamparo de estribor – Esto es una pérdida de tiempo, creía que saldríamos de aquí con un contramaestre, que ya se había acabado la cháchara inútil ¿Tanto le cuesta a ese capitán convencer a un civil? Esperaremos diez minutos más, si para entonces no ha vuelto levamos anclas- anuncié.
Volví a apoyarme en el mamparo y alcé la vista hacia el macizo rocoso por el que habíamos visto caminar a Syxel por última vez. Lástima que no tuviera un juego de dados o cartas, según la ley pirata aun estábamos en tierra, aunque… no había nadie al mando en aquel momento. Probablemente alguno de los tripulantes tuviera alguna, tan solo era cuestión de ser persuasivo.
Nassor
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Si se hubiese tratado de otra persona, o si hubiese sido en los viejos tiempos hubiera considerado las palabras de Syxel un simple fanfarroneo. Al fin y al cabo cuando estaban en Cliff Island el kairoseki impedía al viejo pirata emplear todos sus poderes, y aunque aún sin ellos era un combatiente terrible aquella situación era complicada para una persona corriente. Pero su capitán no era una persona corriente; menos ahora que sus poderes estaban desatados. A pesar de que estaba alerta y sabía que el pirata podía darle aún la vuelta a su situación, no lo estuvo para lo que vio. Cuando las llamas comenzaron a envolver a Syxel dio un fuerte salto al tiempo que se impulsaba con su viento como ya había hecho antes, cayendo con su pierna sana y listo para el siguiente golpe. Comenzó a trazar movimientos circulares con sus brazos, arremolinando en aire en torno a él y preparándose para la siguiente ofensiva, cuando Syxel se levantó de golpe mostrando su nuevo aspecto. Su mera presencia rebosaba poder de tal manera que el miedo atenazó el corazón del guerrero, haciéndole dudar por un instante. Sin embargo, sobreponiéndose a sus emociones, apretó el puño derecho y concentró su poder en este.
- Sabaku no Arashi: Dai Burō
Descargó todo el viento que había reunido en una única y poderosa descarga, mandando por los aires polvo y piedras de todos los tamaños. Sin embargo forzar tanto su cuerpo tenía sus consecuencias, y sus maltratados músculos se quejaron al tiempo que su pierna herida flaqueaba. Logró mantener la posición pese a todo, decidido a no dar señas de debilidad. Estaban ahí para demostrarse cuánto habían mejorado y que estaban listos para entrar en Grand Line. No iba a hacer nada que pudiera hacer dudar a su capitán sobre que fuera mala idea o mucho menos dudar de él. O incluso peor, que se compadeciera. Él era un guerrero, las heridas y el dolor eran parte de su existencia y no había un lugar para la pena o los lamentos. Aquel era sólo un entrenamiento, pero no iba a flaquear, porque si lo hacía contra su capitán, ¿qué pasaría si luego le pasaba contra un enemigo luchando con la banda? No, la debilidad no era una opción. Como queriendo responder silenciosamente a los pensamientos de Nassor y demostrarle que él estaba listo para Grand Line, con un simple movimiento de brazo bloqueó su onda.
- ¿Qué? - abrió los ojos como platos.
Nunca le había cabido duda del impresionante poder de Syxel, menos sabiendo que poseía una zoan mitológica. Tampoco le hubiera sorprendido saber que era más fuerte que él, al fin y al cabo era mucho mayor que él y había tenido décadas para aumentar su experiencia por mucho que hubieses estado inactivo bastante tiempo. Pero lo que no se hubiera esperado es que su fuerza fuese tan avasalladoramente superior, bloqueando uno de sus golpes más fuertes sin aparente esfuerzo. Retrocedió un paso intimidado, mientras el cielo se oscurecía. Aún sabiendo que aquel ser era Syxel, su capitán y amigo, algo en su interior temblaba de terror ante su presencia. Era un instinto primario que le gritaba que estaba en peligro, ante un ser demasiado vasto y poderoso para su comprensión y habilidades. El capitán se le acercó hablándole, pero su voz profunda y retumbante era demasiado para él. Cuando se dio cuenta estaba en guardia y listo para atacar de nuevo instintivamente, a pesar de que su capitán parecía desear terminar la contienda. Rápidamente se corrigió y bajó los brazos, pálido, sudoroso pero con su habitual rostro estoico. Con un gesto casi mecánico le estrechó la mano, aún digiriendo lo que había pasado.
- Sabaku no Arashi: Dai Burō
Descargó todo el viento que había reunido en una única y poderosa descarga, mandando por los aires polvo y piedras de todos los tamaños. Sin embargo forzar tanto su cuerpo tenía sus consecuencias, y sus maltratados músculos se quejaron al tiempo que su pierna herida flaqueaba. Logró mantener la posición pese a todo, decidido a no dar señas de debilidad. Estaban ahí para demostrarse cuánto habían mejorado y que estaban listos para entrar en Grand Line. No iba a hacer nada que pudiera hacer dudar a su capitán sobre que fuera mala idea o mucho menos dudar de él. O incluso peor, que se compadeciera. Él era un guerrero, las heridas y el dolor eran parte de su existencia y no había un lugar para la pena o los lamentos. Aquel era sólo un entrenamiento, pero no iba a flaquear, porque si lo hacía contra su capitán, ¿qué pasaría si luego le pasaba contra un enemigo luchando con la banda? No, la debilidad no era una opción. Como queriendo responder silenciosamente a los pensamientos de Nassor y demostrarle que él estaba listo para Grand Line, con un simple movimiento de brazo bloqueó su onda.
- ¿Qué? - abrió los ojos como platos.
Nunca le había cabido duda del impresionante poder de Syxel, menos sabiendo que poseía una zoan mitológica. Tampoco le hubiera sorprendido saber que era más fuerte que él, al fin y al cabo era mucho mayor que él y había tenido décadas para aumentar su experiencia por mucho que hubieses estado inactivo bastante tiempo. Pero lo que no se hubiera esperado es que su fuerza fuese tan avasalladoramente superior, bloqueando uno de sus golpes más fuertes sin aparente esfuerzo. Retrocedió un paso intimidado, mientras el cielo se oscurecía. Aún sabiendo que aquel ser era Syxel, su capitán y amigo, algo en su interior temblaba de terror ante su presencia. Era un instinto primario que le gritaba que estaba en peligro, ante un ser demasiado vasto y poderoso para su comprensión y habilidades. El capitán se le acercó hablándole, pero su voz profunda y retumbante era demasiado para él. Cuando se dio cuenta estaba en guardia y listo para atacar de nuevo instintivamente, a pesar de que su capitán parecía desear terminar la contienda. Rápidamente se corrigió y bajó los brazos, pálido, sudoroso pero con su habitual rostro estoico. Con un gesto casi mecánico le estrechó la mano, aún digiriendo lo que había pasado.
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