La ciudad de las Artes y las Ciencias [Pasado]

La isla de Nueva Esperanza, lugar de referencia para cientificos, ingenieros, arquitectos y, en definitiva, cualquiera que quisera estar un poco al tanto sobre los ultimos avances tecnologicos del mundo, siendo a veces incluso mas adelatados que el propio Grand Line en algunos campos. Para emprender mi viaje a traves de las peligrosas aguas del Nuevo Mundo, primero debia equiparme con armas adecuadas al nivel de violencia que alli se repartia, dado que estas eran mi via para triunfar y mi unico recurso hasta la fecha para enfrentarme a mis enemigos. Ademas, si de paso lograba hacerme con uno o dos artilugios explosivos, cegadores, envenenados,... ¿Que razon habia para no intentarlo? Imagino la cara que pondria todo el mundo si uno de esos locos con bata proclamara a los cuatro vientos que un animal con razonamiento propio le habia robado.

Bien, la parte divertida de la historia se empezo a desarrollar desde el momento de mi llegada. Suele pasar que cuando me adentro en una ciudad me convierto en una atraccion de feria entre los residentes, algo bastante bueno si el protagonismo fuera una de mis metas, pero algo me decia que la organizacion no iba a tomarse muy bien si de buenas a primeras se corria la voz por los mares principales acerca de un mapache parlante con pistolas sembrando el panico y la coyuntura. Logre llegar hasta alli metido en uno de los barriles de fruta que transportaba un carguero de dimensiones considerables, un trabajo bastante peliagudo cuando a bordo cuentan con armas de todo tipo y ven que algo se ha comido la mitad de las provisiones de camino, y con ellas tus ganancias. No suele ser una buena manera de introducirse.

Al empezar a escuchar las gaviotas una pequeña cancioncilla paso fugazmente por mi cabeza a la vez que los latidos de mi corazon se hacian mas y mas fuertes. Se trataba de una cancion bastante recurrente para mi en momentos como aquel, donde toda una serie de acontecimientos me podian esperar en cuanto asomase las orejas, describia muy bien el momento de subida de adrenalina por el que pasaba. El caso es que apenas logre escapar de los marineros una vez que me dejaron en el punto de descarga junto al resto de provisiones, lo unico que me separaba de una fuga exitosa eran unos diez pasos hasta el callejon mas proximo que esperaba me sacara de lonja.

Todos los miembros del gremio al que pertenecía, nos habíamos separado para entrenar por nuestra cuenta para prepararnos para lo que se avecinaba, pero algo me decía que no se avecinaba nada bueno, quizás ese algo fuese el modo en el que finalizó mi ultima gran aventura en loguetown, aunque debido a algunos de los acontecimientos ocurridos en ese lugar, prefería no recordar demasiado.

Mientras esperaba a que todo el gremio volviéramos a reunirnos, iba de isla en isla buscando aventuras, quería fortalecerme y, si era posible buscar aliados o nuevos miembros para el gremio, pues algo me decía que además de fortalecernos individualmente cada uno de los miembros del gremio, debíamos buscar a nuevos reclutas para fortalecer el gremio, y en eso estaba.

Actualmente, me encontraba paseando por un puerto de una de las muchas islas del East Blue, concretamente por nueva esperanza, una isla con un aspecto muy tecnológico y futurista, aunque que se puede esperar de una isla creada por uno de los mejores científicos del mundo. Era una isla impresionante, incluso la zona del puerto, en la que había un monton de barcos mercantes de todas clases, aunque tampoco había un tráfico excesivo, a pesar de la cantidad de barcos que había.

En mi cabeza, de repente, apareció una pregunta y era ¿que me encontraría en aquella isla?

Me encontraba en una isla un tanto peculiar, llena de tecnología por doquier. Era el paraiso de cualquiera interesado en la tecnología, los cyborgs, los drones, etc...
Por esta razón, era un lugar que me fascinaba, y no quería ser buscado en aquella ciudad también por alguna locura, por lo que intentaría pensar detenidamente mis acciones antes de actuar. Me econtraba en un local de comida, en un centro comercial. Todo estaba automatizado, por robots y cyborgs. Estaba comiendo un filete, aunque para no parecer maleducado, lo hacía con cuchillo y tenedor. En cierto momento, conseguí hacer levitar el cuchillo, ¿pero como lo había hecho?

-¿Cómo, puede que este sea el poder de mi Akuma?

Este podía ser el poder de mi akuma, por lo que seguidamente, me concentré en intentar levantar una de mis espadas. Al instante, la espada emprendió el vuelo y yo, lo podía controlar. Todo el mundo que estaba comiendo lo vio, y asustados por esto, huyeron. No quería hacer daño a nadie, por lo que enfundé nuevamente mi espada. Pagué el filete, que me costó bastante pasta, pero lo importante era que lo pagué.

Decidí salir del local, entré en la plaza mayor del centro comercial. Ya sabía más o menos cual era el poder de mi Akuma, y sinceramente, me gustaba. Podré usar hasta 3 espadas con esta Akuma o incluso más, por lo que será mejor que vaya en busca de otra...

Así, el joven partió sin rumbo fijo, por las calles de Nueva Esperanza.

OFF: Sinclair, no me ha quedado claro si al final es que estas en la ciudad, en el puerto... xD Tiro hacia Kamastura.

ON:

Cual gatete asustado me agazape y corri rapidamente hasta el callejon haciendo uso de todas mis extremidades, algo poco habitual ya que odiaba tener que parecer uno de esos animales domesticos que los humanos mantenian encerrados en sus casas para hacer uso de su cariño inocente y puro. A mi me parecia un crimen por su parte, pero no podia dejar de comparar cuan infeliz seria su vida si supieran realmente para lo que pueden servir en la sociedad en la que nacian...

El caso era que, tras sortear mas mierda de la que cabia en mi propio bote e intentando apoyarme lo menos posible en las paredes de este llegue a la plaza mayor del centro comercial, donde un pequeño grupo de gente corria de derecha a izquierda asustados por algo o alguien. Con lo asustadizos, refinados y tiquismiquis que eran aquellas criaturas, seguro que se habian topado con alguna rata de un tamaño inusual y ahora corrian pensando que les pegaria la rabia o la peste con solo mirar al roedor. De lo que esta seguro, o casi, era que por lo menos yo no era el causante del alboroto, pues aunque alguien me hubiese descubierto su reaccion mas comun era la de señalar y gritar, pero no la de correr. Al fin y al cabo, era magnifico y guapo en cada pelo de mi cuerpo. Asome el melon en busca del susodicho monstruo y lo unico que encontre fue a un estupido vestindo de pirata por la calle, ¡Por que desde luego no se podia dar mas el cante en una ciudad de tecnologos! Solo se le podia describir como el estereotipo de capitan pirata: sombrero rojo, chaqueta de punto con botones dorados que se ataban con cuerdas, un cinto plateado, pantalones negros ajustados y botas. Solo le faltaba gritar "¡Voy a pasaros a todos por la quilla, malditos rufianes de tierra!"

- ¡Eh, tunante! -grite intentando imitar la jerga humana desde la seguridad de mi callejon, donde la oscuridad ocultada mi rostro y la mitad de mi cuerpo, dejando a la vista unicamente mis delgadas canillas.- ¿Donde te has dejado el loro y el parche? ¿Es esa tu pata de verdad o esta hecha de madera? -no podia parar de reir ante tal escena, mas cual el tipo iba con un porte altivo e imponente cual gran gobernante de los mares.

De pronto se comenzaron a escuchar voces a mis espaldas, algo bastante extraño en el remoto rincon donde me encontraba, y de la nada aparecieron tres marineros señalandome y corriendo como si un demonio les poseyera. Al parecer habia dejado un rastro bastante visible de pisadas gracias al liquido que la fruta segregaba cuando estaba metido en el barril, lo que no ayudo a que mi partida fuera totalmente limpia. Me puse un poco nervioso al principio, pero un plan me vino a la mente. Espere a que mis perseguidores llegasen a mi altura para, justo a falta de dos metros, salir del callejon disparado. Con un poco de suerte el señor Capitan de los Mares confundiria al autor de las bejaciones con alguno de ellos y yo saldria de rositas.

Yo seguía allí,en el puerto de aquella isla paseando viendo como algunos hombres descargaban grandes cajas de sus barcos y metiendolas a los almacenes que se encontraban en el mismo puerto.

Todo era normal, nada que se saliera de la norma y que diese pie a algo interesante aunque, de repente, tres hombres de uno de los barcos empezaron a seguir unas huellas y ahí ví mi oportunidad de que empezara a ser interesante mi día en aquella isla. Seguí a aquellos hombres a una distancia prudencial, ya que el sigilo no era lo mio y, a pesar de eso, no me vieron, probablemente por el hecho de que estaban notablemente enfadados con algo o alguien.

Después de seguir a aquellos hombres por varios callejones se detuvieron en uno que desembocaba en una plaza. De repente, los tres hombres empezaron a gritarle a un pequeño animal que se encontraba en un callejón y del que no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que eran suyas y, a pesar de que esos hombres se dirigían hacia el corriendo, el animal esperó a que se acercaran a él para salir huyendo. Y seguí allí "cotilleando" la situación para ver como acababa aquello pues no tenía, por ahora, nada mejor que hacer.

Seguía paseando por las calles, mirando todas las tiendas, con la intención de encontrar alguna armería cercana para poder comprar una tercera espada. No quería problemas, me gustaba aquel rollo de los drones en algunas tiendas. Había bastante gente por las calles, muchos de ellos con batas de color blanco, y aquello me hacía sentirme un chico.... poco listo.

Pasé por una callejuela cercana a la costa, cuando de repente alguien me empezó a insultarme solamente por mis ropajes. No sabía muy bien de quien se trataba, pero no iba a consentirlo. Miré a ambos lados del callejón, y al parecer no se veía a nadie, pues no había nada, solamente un par de contenedores y papeleras. Intenté reconocer el origen de la voz, y a mi parecer provenía de otro callejón situado justamente al lado del que encontraba. Era una voz un tanto extraña, no parecía de un humano adulto, pero aquello igual. En ese callejón había tres hombres bastante fornidos, y de algún lugar, apareció una comadreja (Ashura).

-¿Así que érais vosotros no?

Durante unos minutos, estuve intentando atrapar a aquella comadreja:

Si atrapo a Ashura:

Si no lo atrapo::