En busca de la ciudad sumergida

Estaba en el submarino Octubre rojo, detuvimos la navegación por que detectamos algo en el radar, algo grande… muy, muy grande, no sabíamos que era pero podría ser un bonito hallazgo arqueológico puede que incluso hubiera una de esas raras piedras indestructibles los poneglith o algo así.

El capitán Extremo ordeno salir a superficie para preparar el batiscafo, con el podríamos descender a las profundidades y explorar el fondo marino sin problemas. Aunque tal vez el problema se acercara a nosotros rápidamente en forma de barco en dirección sur.

Nuestro submarino era de color negro y cantaba más que una gaita en un concierto de violines, preparamos la artillería y los torpedos para que no nos cogieran desprevenidos. Tal vez solo estaban de paso pero siempre es mejor prevenir que curar.

Lo malo es que siempre que hay conmoción y la gente corre de lado a lado Fluffle se pone a intentar saquear la cocina, y activamente el muy bribon ya había huido raudo a mangar dulces y otras cosas ricas, suspire profundamente mientras mantenía la posición era mas útil en cubierta, ya echaría la bronca a i pequeño glotón mas tarde

Había navegado por mucho tiempo desde que salí de mi isla, James me había dejado en la isla más próxima a mi hogar, me dijo que durante el año que yo estuviese buscando a aquellos que me ayudaran a salvarla, el intentaría ponerse en comunicación con Max y Angeline, para que le fuesen informando de la situación de la isla. También me dijo que me hiciese con un den-den mushi lo más pronto que pudiese para que nos pudiésemos poner en contacto y así me comunicaría las nuevas noticias que tuviese...

Ahora mismo me valía de la buena fe de la gente para llevarme de una isla a otra buscando a esos héroes que me ayudarían a salvar mi isla. En aquel momento, estaba a bordo de un barco y navegabamos en mar abierto, sin ningun resquicio de tierra a la vista. Sus tripulantes decían ser de la marina, no sabía que era eso, pero parecían buena gente, como pago por llevarme les ayudaba con lo que podía, aunque este hecho les extrañaba, ya que viendo mis ropas, parecía que pensaban que me daba miedo ensuciarmelas.

De repente, el hombre que estaba en la parte más alta del barco, sobre el mar azul y en calma, comenzó a notar movimientos extraños a pocos metros del barco y comenzó a gritarles a los demás hombres, hecho que provocó que el capitán de la embarcación diera orden de preparar los cañones.
Estuvimos así varios minutos, en silencio y ese barco con sus armas preparadas para abrir fuego ante lo que fuese que saliera del agua. Y al fin apareció, en alguna ocasión había visto ese tipo de embarcación, era un submarino y también estaba preparado para atacar. Me puse en la parte del barco en la que tuviera más cercana al submarino y al ver la situación grité:

- QUE NADIE ABRA FUEGO POR FAVOR.


Me dirigí rápidamente al capitán del barco y después de pedirle permiso para hablar con el y que me lo diese le dije:


- Mire señor, no se mucho del mundo en el que me encuentro, pero si que, independientemente de las intenciones de los hombres del submarino, en una situación como esta es normal que ambas embarcaciones se hayan puesto a la defensiva, tanto ellos como nosotros no sabía que ninguno de los dos iba a aparecer y ambos bandos querían estar prevenidos.


Tras decir esto le pedí poder comunicarme con las personas que había en el submarino y le pregunté si habría algún modo de hacerlo. El capitán tras mucho pensar me dio un raro artilugio y me dijo como se utilizaba y al hablar por el mi voz se escuchó amplificada:


- Damas y caballeros del submarino , no abran fuego esta no es una embarcación enemiga se lo juro. Toda su tripulación son hombres y mujeres de bien.


Después de decir esto confié en la cordura de las tripulaciones de ambas embarcaciones, aunque bien sabía que varios tripulantes de las dos embarcaciones, estarían tras los cañones preparados para abrir fuego.

Del barco surgió una voz que pedía calma y no empezáramos una batalla. Uno de los tripulantes le paso un par de prismáticos al capitán Extremo con los que consiguió confirmar que era un barco de la marina. Por fortuna no había ningún problema la marina seguramente estaría de paso y no teníamos interés en empezar una batalla por que si.

El capitán extremo saco el intercomunicador y exclamo por los altavoces.

Aquí el submarino Octubre rojo, perteneciente a la resistencia, es un placer ver a la marina por estas aguas, mandamos una lancha con un par de tripulantes para parlamentar.

Dicho y hecho la lancha se encontraba en el agua conmigo, y el capitán extremo, nos dirigíamos hacia el barco de la marina, a ver que querían.

Al parecer los tripulantes del submarino no querían problemas, aunque algo dentro de mi me decía que aquello olía a chamusquina, los hombres de aquel vehículo sumergible querían parlamentar con los hombres de aquel barco y pedían que un par de hombres fueran en una lancha hacia el submarino. El capitán tampoco se fiaba, así que se le ocurrió una idea y acercándome al capitán le dije:

- Capitán se que no soy nadie para decirle que hacer, pero esto me huele mal y no quiero que ponga a sus hombres y mujeres en peligro, si no le importa yo iré solo hacía ellos.


Después de querer impedirmelo varias veces al final aceptó que fuera y reconoció mi valor. Así que me tiré desde la cubierta al mar y nadé hasta el submarino que estaba a poca distancia del submarino mientras pensaba que quizás, esos hombres fuesen enemigos de la marina y observé que todos los miembros de aquel barco llevaban uniformes muy parecidos, excepto yo que no me consideraba de ningún bando, solo buscaba cumplir mi misión cuando llegué al submarino me dirigí al hombre que había hablado:


- ¿Que desea, caballero?

Mientras navegabamos en la lancha en direccion aMientras navegábamos en la lancha en dirección al barco de la marina, vimos como un tipo se tiraba desde la cubierta y a brazada limpia alcanzaba el submarino.
Nos encogimos de hombros ante el suceso y continuamos nuestra ruta para finalmente atracar en el lateral del buque de guerra.

Después de subir y parlamentar con el capitán, tuvimos que esperar un rato para confirmar antecedentes, por fortuna este era un mar libre entre comillas.

Tras un buen rato de conversación el capitán nos dio el visto bueno para continuar nuestro viaje. Advirtiéndonos que el tipo que se había lanzado al mar y que ahora se encontraba en la cubierta de nuestro submarino, era un pasajero en el barco. No un tripulante y que sus palabras y acciones no representaban sus intereses ni los de la marina.

Nos despedimos afectuosamente del capitán de navío y partimos de regreso al submarino:

Mientras en el Octubre Rojo.

Eso te lo tenemos que preguntar a ti que manera de abordar un navío es esta, vienes nadando sin portar bandera parlamentaria ni insignias ni nada. Tendría que ejecutarte y lanzar tu cuerpo al mar como comida para peces… Tienes suerte de que no sea el capitán.

Ahora mismo se encuentra en la lancha en dirección al barco de la marina, si quieres hablar con el será mejor que esperes aquí no tardara en volver.
l barco de la marina, vimos como un tipo se tiraba desde la cubierta y a brazada limpia alcanzaba el submarino

Parece que mi acción no gustó al hombre del submarino, me dijo que qué pretendía abordando su embarcación y que si por el fuera me mataría y me lanzaría al mar para que se alimentasen los peces con mi cadáver, sin perder la compostura le dije al hombre:

- Mi intención no era abordarles, sino impedir un posible conflicto entre ambas embarcaciones, ya que las dos se pusieron a la defensiva y aunque entienda perfectamente, el por qué de sus acciones quería impedir un posible altercado en el que hubiera víctimas haciendo de mensajero entre ambas embarcaciones. Por otro lado, suplicaría clemencia ya que no puedo morir todavía tengo que cumplir una misión antes de que eso pase.


Aquel hombre seguramente iba a llevarme ante su capitán el cual esperaba que entendiera mis acciones y me dejara con vida.

Después de hablar con el capitán de navío, partimos hacia el submarino con todo arreglado tan solo restaba buscar al nadador. Llegamos al Octubre Rojo para encontrar al muchacho empapado en cubierta discutiendo con el segundo al mando. El capitán subió al submarino dejándome en la lancha para recogerla.

Extremo, le puso la mano en el hombro y comenzó a dialogar.

Bueno muchacho no te des mal todo esta arreglado, ya puedes volver al barco cada cual seguirá su camino, y nosotros tenemos un asunto importante que hacer aquí.

Subí a la cubierta una vez acabado mi trabajo y vi la situación, la verdad me importaba bastante poco lo que pasara. Tenia que encontrar al muy goloso Fluffle, de seguro estaba poniéndose morado a costa de la despensa y no tenia ganas de discutir con el jefe de cocina Rayback.
Comencé a recorrer el camino hacia la escotilla del submarino, a mi alrededor los trabajos para botar el batiscafo se reanudaban.

El hombre que antes me había amenazado pareció comprender el malentendido y me dijo que volviera al barco del que había venido que ellos tenían algo importante que hacer, eso me dio que pensar y aunque lo veía poco probable, su plan parecía más interesante que el de los marines así que, buscando los palabras correctas para que les permitiera ir con ellos:

- Perdone señor, se que no es lo más ortodoxo para que yo lo diga en estos momentos pero, si les parece bien, ¿me permitiría acompañarles? Pueden confiar en mi al 100% y creerme cuando les digo que este mundo es completamente nuevo para mi, aspecto del que les puedo hablar si gustan. 

Antes de llegar me encontré con mi querida bola peluda saliendo del submarino. El muy goloso ya había acabado de saquear de dulces la nave como demostraba su cara plagada de flan, nata y chocolate. Nada mas verme se tiro a mis brazos, aun a pesar de tener que reñirle su candidez podía conmigo y lo agarre con dulzura.

Esta idílica y bucólica escena no duro mucho por que Fluffle vio a un nuevo amigo el chico que acababa de llegar y al cual el capitán Extremo estaba a medio paso de tirar por la borda. Mi mascota rosada corrió hacia el chico y se puso a refrotarse contra el.

Aix…Va extremo deja que se quede yo respondo por el chaval, parece que le gusta a Fluffle y tiene buen ojo para la gente.

“Si tu lo dices. Puede quedarse. Muy bien chaval Ese tiparraco de allí con la armadura negra y esta bola de pelo rosa son tus supervisores. Si creen que causas algún problema te tiraran al océano mas rápido de lo que puedes decir. ¿Qué?, espero que lo entiendas y no causes ningún desbarajuste

La situación se volvió extraña rápidamente, de repente, otro hombre salió del submarino y se dirigía hacia a mi, pero algo lo paró una especie de ser esferoide rosado salió del interior del submarino con la cara sucia y se tiró a los brazos de este. Parecía que el hombre le tenía un cariño especial a aquel matojo de pelos rosa, aunque lo más extraño de todo, es que se giró hacia mi y vino hacia mi y comenzó a frotarse con mis pantalones me acuclille y le dije:

- Buenos días, dama o caballero, ya que no se exactamente que es y no me gustaría equivocarme, preferiría que no se frotase contra mis pantalones, no se lo digo por mi sino por usted, ya que voy empapado y no me gustaría mojarle su...su...endulzado pelaje, algo que me indica que se ha puesto hasta arriba de dulces, pero como se suele decir hay que vivir la vida ¿no?


Cuando escucho las últimas palabras que le dije comenzó a saltar frenéticamente. Además, al parecer había conseguido que me llevaran con ellos a lo que dije haciéndoles una reverencia y diciéndoles:


- Se lo agradezco señores, prometo ayudar en todo lo que pueda e, incluso les puedo amenizar la travesía con mis dotes musicales y prometo no tocar nada.


- Pfffff- dijo la criatura mientras hinchaba los carrillos y los volvía a deshinchar.


- y, sobretodo, prometo no tocar nada que suene con el sonido y tenga las consecuencias descritas por su compañero rosado.

Me doy con el guantelete en pleno casco. De donde diablos ha salido este tipo…
Suspirando dejo que Fluffle entretenga al genuino mozo mientras pido que manden señales de banderas al barco marine indicando que pueden partir.

En fin grumetillo no se de donde has salido pero da gracias que le gustas a Fluffle. Aunque a este pequeñín le gusta casi todo el mundo, no me voy a meter con tus manías, pero aquí sobran las reverencias y todas esas zarandajas. Supongo que estarás con nosotros un tiempo luego me ocupare de darte un camarote. Te explico este es el Octubre Rojo de la clase Typhoon, equipado con un revolucionario sistema silencioso de propulsión magnetohidrodinámica, el cual lo hace invisible a cualquier sonar. Así que si estas tentado de tocar algún botoncito, palanquita, o válvula en el interior. Piensa que después de cortare la mano. Espero haber sido bastante explicito.
Ahora bien, hemos detectado lo que parece ser unas ruinas enormes en el fondo marino. Hay que descender en batiscafo hasta allí y tu te vienes conmigo, si tienes alguna pregunta habla ahora o no me des la lata después.

Parecía que aquel hombre me permitía ir con ellos y que era gracias a su amigo rosado, me dijo que sobraban mis reverencias y todo eso. Aunque también se mostró hospitalario al decirme que me buscaría un camarote para el tiempo que estuviese allí. Aunque me advirtió de una forma muy gráfica de lo que me ocurriría si tocaba algo del submarino. Tras eso me comentó cual era la misión en la que estaban inmersos, me dijo que le acompañaría en el submarino y que si tenía alguna pregunta que se la hiciera ahora:

- Esta aventura suena interesante, solo informo de que estoy a tus órdenes.

Muy bien mozalbete, vamos a embarcar en el batiscafo, es esa cosa de allí delante con color negro y acristalada que esta en la grúa. En cuanto este en el agua entraremos, así que estate controladito e intenta no tocar nada.

La grúa acoplada al submarino puso el batiscafo en el agua que chapoteo generando una bonita ola. El agua mecía el aparato con suaves olas y el tiempo acompañaba para la inmersión.

Venga grumetillo muévete que tenemos que entrar, y ten cuidado con Fluffle no quiero que se le moje el pelo.

Abrí la trampilla que otorgaba acceso al batiscafo y deje que mi nuevo compañero pasara y se acomodara en el receptáculo, tres sillas con cinturones de seguridad, un cuadro de mandos delante de uno de los asientos y tres ventanas, la verdad es que el aparato era estrecho pero cumpliría bien su cometido.

Una cosa estaba clara, parecía que les preocupaba mucho que tocara algo, aunque era entendible ya que nunca era seguro que un desconocido tocara algo en un vehículo que acababa de ver. Me dejaron entrar a mi primero a una embarcación más pequeña que estaba sostenida por una grúa, era pequeña y estaba toda acristalada, por lo que si nos íbamos a sumergir en las profundidades marinas sería un espectáculo maravilloso del que iba a ser testigo.

Me introduje en aquel vehículo y bajé por una especie de escaleras de mano que había y, al llegar abajo, me acomodé en uno de los tres asientos que había y me até el cinturón de seguridad esperando a mi dos acompañantes.

Baje junto con Fluffle al batiscafo. Una vez dentro cerré la escotilla y senté a mi compañero, el cual correteaba alegremente intentando tocar todo lo posible del aparato.
Una vez comprobé lo cinturones de seguridad de los dos acompañantes, me situe en el asiento de control, agarre lo auriculares y di el visto bueno para la inmersion.

La grúa que nos sostenía nos deposito en el agua y estuvimos libres para explorar el océano, con las coordenadas y el sonar comencé a sumergir el batiscafo, la oscuridad nos engullía a cada metro que bajábamos y fue necesario el uso de los focos del aparato para alumbrarnos.

Después de unos veinte minutos de escuchar pedorretas de Fluffle y adorables ¡Gashp! Cada vez que veía un pez o un cefalópodo, ante nosotros se extendía una increíble serie de ruinas de lo que antaño fue una gran ciudad, en el centro de esta destacaba una gigantesca pirámide.

Bueno allí esta nuestro objetivo vamos a ver si podemos encontrar un acceso, seguramente encontraremos pinturas y cosas de tiempos pasados, estate atento grumetillo.

Y poco a poco, aquel artefacto se fue sumergiendo en el mar azul, para ser sinceros aquel espacio tan reducido me resultaba algo clasutrofóbico, pero se te olvidaba cuando veías la enorme diversidad marina que se extendía ante tus ojos, aunque a decir verdad, yo no era el único que estaba asombrado de aquel espectáculo natural, ya que el compañero rosado del hombre que manejaba aquel vehículo o tenía gases o esa era su forma de expresar su asombro.

Pronto comencé a vislumbrar el objetivo de aquella misión, primero vi la cúspide de una pirámide que, a medida que íbamos descendiendo más, iba aumentando en tamaño y llegó un momento que, además de ver la pirámide también vi otros restos, el conductor de la nave dijo que aquello eran los restos de una antigua civilización y que quizás podríamos encontrar algo de esta.

Dirigí el submarino hacia la entrada de la pirámide, y digo entrada por que parecía el único acceso. Enormes escaleras llevaban hasta la entrada cubierta de moluscos y algas, el tiempo había sido cruel con el antaño gran reino.

El hueco resulto ser angosto pero accesible y huvo que ir con los faros encendidos en todo momento pues la penumbra del interior se acrecentó cada vez mas, en alguna ocasión un mero despistado se choco contra el cristal para alejarse de nosotros velozmente. Finalmente después de unos exasperantes minutos de lentitud por el pasillo inundado llegamos a una cámara en la que existía una bolsa de aire.

La cámara en cuestión era enorme, fácilmente podría alojar a un centenar de personas y enfrente nuestro sobre las aguas se alzaba un altar. Que maravillosos secretos escondería, la impaciencia me podía y me apresure a abrir la compuerta, pero no fui mas rápido que fluffle que ya estaba saliendo al exterior.

Me dirigí a mi compañero recientemente adquirido que aun miraba por la claraboya.
Vamos muchacho veamos que hemos encontrado, y será mejor que cojas una de esas mascaras de oxigeno, esto no habrá estado muy ventilado los últimos siglos.

Parecía que ya habíamos llegado a nuestro destino, que no era otro que el interior de aquella inmensa pirámide que había visto desde aquel submarino el cuál, estaba ya parado en una zona no sumergida de la pirámide. Y tanto, el otro hombre como el ser rosado ya estaban en el exterior de la nave, yo me debí quedar distraído por el espectáculo exterior porque Bleyd que ya estaba en el exterior me dijo que ya habíamos llegado y que me pusiera una de las mascaras de oxigeno que había a mi lado y que saliese. Así que me levanté del asiento, después de haberme desatado el cinturón de seguridad, cogí una de mas mascarillas y salí del vehículo.

Al poner los pies en el suelo de aquella magnífica construcción, me di cuenta de que no se oía nada, solo había silencio, un silencio que se podía definir como un silencio antiguo, una falta de ruido que parecía haber permanecido durante años y ahora me daba pena romper ese silencio con el sonido de mis pisadas, el eco de estos resonaba por todo el lugar que por cierto, era enorme.

En cuanto al olor era un extraño olor polvoriento como cuando se deja una habitación cerrada durante mucho tiempo, pero lo increíble de todo aquello se encontraba en un estado en el que costaba creer que llevara quizás, cientos de años construido.

- Compañero ¿que estamos haciendo exactamente aquí?

-Bueno, buscamos algo de valor.- Me agacho para examinar unas antiguas ánforas.
-Como puedes ver somos las primeras almas que pisamos esta pirámide, fíjate en los bajorrelieves de esa pared, parece que cuentan una historia. Aunque no puedo llegar a entenderla.-

Fluffle por su parte estaba correteando arriba y abajo de la sala feliz de poder estirar las piernas al fin.

Levante la vista y me dirigí al altar que se encontraba en la sala por encima nuestra.
Tenía mis sospechas pero parecía que el altar era dorado tal vez hecho de oro. Si así fuera seria muy valioso por si mismo sin tener en cuenta su datación.

Mozo ven creo que en el altar hemos encontrado el premio gordo, le muestro desde lejos una lanza dorada con incrustaciones. –Armas de oro con diamantes, esto vale un fortunón, tal vez las usaran para sacrificios rituales, no sabría decirlo.-

Parecía que ese hombre tenía la intención de saquear aquella pirámide con la excusa de su antigüedad y falta de dueño, pues buscaba cosas de valor. A decir verdad, no se si me parecía bien o mal hacer eso, estaba claro que si aquel lugar hubiese tenido dueño no lo habría hecho porque en ese caso claramente estaría mal.

Mientras el ser rosado iba correteando feliz por el interior de aquel lugar, Bleyd me llamó y al ir hasta dónde se encontraba el pude ver una especie de altar lleno de oro y algunas armas realizadas en metales preciosos, cuando las vi las analicé para saber cual podría venir bien con mi forma de combate, pues mi intención era volverles a dar su utilidad inicial y usarlas para pelear aunque, por otro lado, era consciente de que cualquier arma de las que se extendían ante mis ojos eran muy susceptibles de ser robadas, por eso descarté armas arrojadizas como cuchillos dorados con empuñaduras engastadas en piedras preciosas y surikens completamente dorados, mis ojos recorrieron todo el altar, posándose en una bella ballesta de oro con incrustaciones en plata y, aunque también vi algunas flechas, preferí dejarlas por el mismo motivo que los cuchillos y los surikens.

Por otro lado, parecía que mi compañero en esta aventura veía aquellos objetos como una gran fuente de ingresos y, aunque yo también lo haría, en esa ocasión el destino de aquella hermosa ballesta no sería el mercado, sino que me acompañaría en mi viaje.

- Bleyd, yo creo que con esta ballesta me conformo además, creo que esta pequeña amiguita me vendrá bien para reforzar mi escaso armamento actual.

-Um, es bonita la verdad, no tendría que dejarte llevártelo, la mayoría de estas cosas acabaran en un museo, tienes que saber que nosotros como descubridores, entregamos al gobierno las reliquias y ellos nos pagan con el 10% del precio de mercado, suele ser bastante rentable, pero que diablos... ya que has venido hasta aquí quedatela pero no digas nada a nadie y no la vendas.- Sonrio mientras continuo examinando los diversos objetos, seguramente entregados como ofrenda a un dios ya olvidado. Por su parte fluffle viene corriendo con algo en la boca, parece que ha encontrado un viejo rollo de pergamino, consigo arrancárselo de la boca mientras gira a mi alrededor mareandome.

Lo desenvuelvo con cuidado y intento traducirlo. No entiendo ni papa pero según los dibujos parece ser una receta para hacer dulces de chocolate... como no menudo goloso esta hecho este pequeño peludo.

- En fin lo mejor sera que volvamos al submarino y que se ocupen de la extracción de esta fortuna y ya después que vengan los historiadores, en marcha volvamos a la superficie.
Camine hacia el batiscafo llevando la receta de Fluffle conmigo y me introduje, espere hasta que todos estuviéramos a bordo antes de arrancar y salir de allí con cuidado.

Mi compañero me dijo que no debería dejar que me la llevara, pues era propiedad del gobierno pero, ya que le había acompañado hasta allí me dijo que podía llevarmela con la condición de que no la vendiese ni le dijera nada a nadie de su origen. Asentí con la cabeza y le dije a Bleyd:

- ¿Sabes?, quizás te parezca algo extraño lo que te voy a decir pero, considero que exponer un arma en un museo, sería como exponer a un gran guerrero, so estaría cumpliendo su misión, así que me la llevaré conmigo para que me ayude a hacer de este un mundo mejor, aunque recuerdo lo que has dicho antes sobre la función que podrían haber tenido estas armas y la verdad es que no me ha gustado, pero supongo que todo dependerá de la mano que la empuñe ¿no?


Esto se lo dije conforme volvíamos a la nave pues, por lo que parecía, la aventura acababa ahí, aunque no me iba con las manos vacías. Aquel arma a pesar de los materiales que estaba hecha no era pesada por lo que deduje que los materiales no debían ser macizos, sino que solo era una fina capa en la cual, estaría el verdadero material del que estaría hecha aquella ballesta, por otra parte, advertí que en el arma había unos símbolos extraños, aunque pensé que solo eran de adorno.


Subí a la nave y me preparé para salir se aquel lugar con aquel hombre que me había permitido ver ese lugar maravilloso, que se encontraba bajo la superficie del gran azul.