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El recuerdo aún era reciente. Lo suficiente como para que fuera doloroso cada paso en esa hermosa y melancólica tierra. ¿Cuantas veces había pisado aquella hierva y recorrido esos caminos a su lado? Demasiadas para no sentirlo. Cada vez que creía haber espantado el dolor o haber superado la pérdida volvía a él con más fuerza. Sin embargo ya no había lágrimas en sus ojos, muchas veces había llorado y ya conseguía reprimirlas. Aunque no sabía por qué había vuelto allí. ningún motivo verdadero le obligaba a ello. No había ningún trabajo, ninguna necesidad, solo... solo el viento que lo empujaba hasta allí. Su piernas se movían solas y su cuerpo se dejaba arrastrar, no había ninguna razón para impedirlo. El sufrimiento ya había llegado y no se marcharía hasta pasado un tiempo.
El océano estaba lejos, a más de un cuarto de hora andando. Sin embargo la brisa marina llegaba hasta él. Esa brisa que se perdía en el pelo de Anne y se mezclaba con su fragancia. Allí donde las flores crecían y adornaban la obra de ate que representaba aquella mujer. Allí la conoció, bajo el enorme y solitario roble que se erguía orgulloso bajo el Sol. Era el único que se sentía fuerte e invencible aún en la soledad. Ojalá Alex pudiera hacer lo mismo, clavar sus raíces y olvidar el dolor. Llegó hasta el anciano y acarició su corteza. Todavía podía sentir la mano de su esposa junto a la de él apoyada en ese mismo lugar. Cayó de rodillas contemplando el vetusto árbol. ¿Cuantas veces los había observado allí juntos? Compartiendo cada momento y cada sonrisa así como todas las lágrimas derramadas en ese lugar.
La luz se filtraba entre las hojas pero no podía eliminar la sombra que cobijaba al cazador. Recordaba haber dormido entre esas raíces e incluso haberse refugiado de la lluvia gracias al árbol. Fue el primer lugar que visitó cuando Anne se fue y aún era el que más visitaba. Sin lugar a dudas esta era la isla a la que más ligado estaba y en la que menos quería estar. pero allí se encontraba, arrodillado en su tierra y respirando su aire. Aquel lugar siempre lo reclamaba y él obedecía. Eliminó todo sesos pensamientos negativos, ya había sufrido demasiado, no servía de nada seguir así. Aquella era la última vez que visitaba Baterilla. La última vez que acudía la reclamo y obedecía como un idiota.
-¿Cuanto tiempo ha pasado?- Preguntó mirando al cielo.
Demasiado como para seguir así. Tarde o temprano tenía que cambiar, dejar de ser un niño que lloraba la pérdida y convertirse en un hombre que la afrontaba. Apretó sus puños hasta que sintió un dolor agudo en la palma de las manos y la yema de los dedos. Aquello lo hizo reaccionar, basta de autocompasión. Se levantó y miró al pueblo que había cerca de él. Ni si quiera se había percatado de lo hermoso que era desde allí. El Sol se reflejaba en los tejados y creaba un cuadro realmente precioso. Comenzó a andar casi sin darse cuenta hacia allí. No sabía lo que haría, pero tampoco tenía importancia. Ya lo descubriría una vez llegara pues, después de todo, siempre había algo que hacer.
El océano estaba lejos, a más de un cuarto de hora andando. Sin embargo la brisa marina llegaba hasta él. Esa brisa que se perdía en el pelo de Anne y se mezclaba con su fragancia. Allí donde las flores crecían y adornaban la obra de ate que representaba aquella mujer. Allí la conoció, bajo el enorme y solitario roble que se erguía orgulloso bajo el Sol. Era el único que se sentía fuerte e invencible aún en la soledad. Ojalá Alex pudiera hacer lo mismo, clavar sus raíces y olvidar el dolor. Llegó hasta el anciano y acarició su corteza. Todavía podía sentir la mano de su esposa junto a la de él apoyada en ese mismo lugar. Cayó de rodillas contemplando el vetusto árbol. ¿Cuantas veces los había observado allí juntos? Compartiendo cada momento y cada sonrisa así como todas las lágrimas derramadas en ese lugar.
La luz se filtraba entre las hojas pero no podía eliminar la sombra que cobijaba al cazador. Recordaba haber dormido entre esas raíces e incluso haberse refugiado de la lluvia gracias al árbol. Fue el primer lugar que visitó cuando Anne se fue y aún era el que más visitaba. Sin lugar a dudas esta era la isla a la que más ligado estaba y en la que menos quería estar. pero allí se encontraba, arrodillado en su tierra y respirando su aire. Aquel lugar siempre lo reclamaba y él obedecía. Eliminó todo sesos pensamientos negativos, ya había sufrido demasiado, no servía de nada seguir así. Aquella era la última vez que visitaba Baterilla. La última vez que acudía la reclamo y obedecía como un idiota.
-¿Cuanto tiempo ha pasado?- Preguntó mirando al cielo.
Demasiado como para seguir así. Tarde o temprano tenía que cambiar, dejar de ser un niño que lloraba la pérdida y convertirse en un hombre que la afrontaba. Apretó sus puños hasta que sintió un dolor agudo en la palma de las manos y la yema de los dedos. Aquello lo hizo reaccionar, basta de autocompasión. Se levantó y miró al pueblo que había cerca de él. Ni si quiera se había percatado de lo hermoso que era desde allí. El Sol se reflejaba en los tejados y creaba un cuadro realmente precioso. Comenzó a andar casi sin darse cuenta hacia allí. No sabía lo que haría, pero tampoco tenía importancia. Ya lo descubriría una vez llegara pues, después de todo, siempre había algo que hacer.
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Nunca había estado aquí. Aunque siempre había una primera vez. Baterilla, una isla del sur. Tenía su encanto y al peli verde le gustaba, no había razones para estar ahí. Su barco pesquero había llegado casi por inercia, un conjunto de las fuerzas de la marea y el viento lo llevaron ahí. Quería descansar, respirar, dejar que su corazón estuviera tranquilo y huir de todas las peleas en las que siempre estaba metido. De vez en cuando, odiaba luchar tanto…al mismo tiempo era su gran pasión pero por esas malditas peleas había perdido a su amada. Apretó su puño derecho y estuvo a nada de activar su Haki, pero se calmó y empezó a caminar tranquilamente “Veamos que se puede hacer aquí” pensó mientras veía un pequeño pueblo.
No tardó mucho en llegar a aquel pueblo. Sonrió de manera tranquila mientras guardaba sus manos en sus bolsillos. Era un pirata sí y tenía un wanted algo elevado, hace poco había matado a Abyss y por ende su wanted había subido al recibir parte de la recompensa de aquel supuesto nakama. Suerte que estaba protegido, hace muy poco que su capitán era parte del Ouka Shichibukai. Un respiro, una gran tranquilidad al saber que era intocable. Ni la marina ni el Cipher Pol podían tocarle un pelo. No le gustaba la idea de estar bajo el “mandato” del Gobierno, pero si quería recuperar parte de su libertad agradecía ese acto de Dexter. Fue una movida muy inteligente de parte del Zafiro Negro.
¡SUELTENME MALDITOS! ¡AYUDA!
Escuchó con fuerza. No pudo ignorar aquellos gritos, aumentaban en intensidad. Empezó a correr con velocidad, siguiéndolos para llegar a tiempo. Dobló a la izquierda y ahí estaban. Tres “hombres” y una mujer indefensa, parecían querer pasarse de listos y violarla sin piedad. No lo iba a permitir ni en su mejor sueño, suspiró tranquilamente mientras imbuía sus puños en su Haki, iba a acabar rápido. Aquella escoria no merecía su tiempo, no dudó un segundo y lanzó un puñetazo al primero que vio, este se estampó contra el suelo haciendo que los otros dos le prestaran atención. Midorima se limpió un poco de sangre de su puño y luego miró a esos dos “hombres”.
Les daré la oportunidad de irse de aquí. Largo.
Los dos se rieron, Midorima pegó un suspiro mientras esquivaba los ataques de esos dos. Elevó su rodilla y la conectó en el abdomen de uno de ellos. El otro lo miró con miedo y empezó a correr, Midorima no le dio importancia y dejó que se marchara. Observó a los otros dos, el primero que derribó era rubio, de unos veinte y flaco como un palo, el segundo era un poco más grande, pelo castaño y un poco más corpulento. Se alejó del lugar para no tener más problemas, dejaría al otro corriendo por ahí. Ahora se le apetecía una cerveza y la iba a buscar.
No tardó mucho en llegar a aquel pueblo. Sonrió de manera tranquila mientras guardaba sus manos en sus bolsillos. Era un pirata sí y tenía un wanted algo elevado, hace poco había matado a Abyss y por ende su wanted había subido al recibir parte de la recompensa de aquel supuesto nakama. Suerte que estaba protegido, hace muy poco que su capitán era parte del Ouka Shichibukai. Un respiro, una gran tranquilidad al saber que era intocable. Ni la marina ni el Cipher Pol podían tocarle un pelo. No le gustaba la idea de estar bajo el “mandato” del Gobierno, pero si quería recuperar parte de su libertad agradecía ese acto de Dexter. Fue una movida muy inteligente de parte del Zafiro Negro.
¡SUELTENME MALDITOS! ¡AYUDA!
Escuchó con fuerza. No pudo ignorar aquellos gritos, aumentaban en intensidad. Empezó a correr con velocidad, siguiéndolos para llegar a tiempo. Dobló a la izquierda y ahí estaban. Tres “hombres” y una mujer indefensa, parecían querer pasarse de listos y violarla sin piedad. No lo iba a permitir ni en su mejor sueño, suspiró tranquilamente mientras imbuía sus puños en su Haki, iba a acabar rápido. Aquella escoria no merecía su tiempo, no dudó un segundo y lanzó un puñetazo al primero que vio, este se estampó contra el suelo haciendo que los otros dos le prestaran atención. Midorima se limpió un poco de sangre de su puño y luego miró a esos dos “hombres”.
Les daré la oportunidad de irse de aquí. Largo.
Los dos se rieron, Midorima pegó un suspiro mientras esquivaba los ataques de esos dos. Elevó su rodilla y la conectó en el abdomen de uno de ellos. El otro lo miró con miedo y empezó a correr, Midorima no le dio importancia y dejó que se marchara. Observó a los otros dos, el primero que derribó era rubio, de unos veinte y flaco como un palo, el segundo era un poco más grande, pelo castaño y un poco más corpulento. Se alejó del lugar para no tener más problemas, dejaría al otro corriendo por ahí. Ahora se le apetecía una cerveza y la iba a buscar.
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Anduvo por el camino de tierra durante más de diez minutos intentando evadirse de sus pensamientos. Cualquier cosa que lo distrajera era algo bueno. Pero no había nada así, solo paz y tranquilidad. Cuanto odiaba eso en aquel momento. Maldita apacible y hermosa isla...cómo podían esos adjetivos ser algo negativo? El cielo era azul y limpio de nubes, el día era cálido pero no bochornoso y la brisa era fresca y agradable. Sí, un estupendo y maravilloso día de mierda. Llegó al pueblo y se quedó maravillado y asqueado por las casas de piedra blanca. Siempre había querido vivir en un lugar así, tan sencillo pero tan bonito. Ahora no tenía lugar donde vivir más que la casa de sus padres, pero prefería viajar por el mundo cumpliendo su trabajo sin preocuparse por nada más.
O eso creía pues siempre acababa metido en problemas y preocupado por cosas de la que no debería. Así era él y, por desgracia, no le era posible cambiar. Andaba sin objetivo cuando algo llamó su atención. Un escaparate tan brillante como el Sol y... bueno, no brillaba pero relucía como si fuera de oro... no, tampoco relucía. Pero lo que había tras él era maravilloso. Unos deliciosos y jugosos pastelitos de crema descansaban en un estante en el interior de la pastelería. Abrió la puerta con nueva alegría y se acercó al mostrador. Allí vio otra cantidad ingente de variedades. No sabía por cual decidirse. Si pudiera comérselos todos... ¡podía! Empezó a pedir uno de cada hasta que decidió que dos era mejor opción que uno. Cuando se trataba de comida era mejor que sobrara a que faltara.
Y algo lo despertó de su onírica y dulce fantasía. Un grito de socorro. Era extraño en un pueblo tan pequeño, no solía haber criminales y pocas de las veces que había venido tuvo que meterse en una trifulca. Salió de la tienda encargando todos los pastelitos que había pedido y observó su alrededor. No había nada fuera de lo normal y, para variar, la calle estaba vacía. El grito debía de haber venido de un lugar cercana. Fuera del pueblo era todo campo llano así que no podía ser. Solo había una posibilidad, dentro de un edificio o entre ellos. Dado que el grito se había escuchado fuerte no estaba amortiguado por paredes. Los callejones. Corrió callejón tras callejón sin ver nada hasta que, de uno, salió un hombre de cabello verdoso. Se acercó hasta allí y vio a tres hombres en el suelo y a una mujer.
La ayudó a levantarse y recibió un abrazo. Era muy joven y estaba asustada. Ni si quiera era él el que la había salvado, pero a ella le deba igual. La acompañó hasta el exterior de la callejuela y ella supo marcharse sola hasta su casa. ¿Quién había sido su salvador? Le sonaba de algo, pero si lo hubiera visto en algún sitio lo recordaría. Ese pelo verde y las gafas... Sí, estaba seguro, lo había visto antes. Pero no sabía donde. Quizás era algún marine importante, un compañero cazador... o un criminal con recompensa sobre su cabeza. Aunque no tenía aspecto de cometer crímenes había dejado a tres hombres en el suelo. No podía atacarlo sin motivos, pero tampoco podía tacharlo de algo tan feo si no lo sabía realmente. Se acercó a él situándose entre el hombre y la puerta de una taberna.
-¿Si te invito a tomar algo me dices quién eres?- Le preguntó.
O eso creía pues siempre acababa metido en problemas y preocupado por cosas de la que no debería. Así era él y, por desgracia, no le era posible cambiar. Andaba sin objetivo cuando algo llamó su atención. Un escaparate tan brillante como el Sol y... bueno, no brillaba pero relucía como si fuera de oro... no, tampoco relucía. Pero lo que había tras él era maravilloso. Unos deliciosos y jugosos pastelitos de crema descansaban en un estante en el interior de la pastelería. Abrió la puerta con nueva alegría y se acercó al mostrador. Allí vio otra cantidad ingente de variedades. No sabía por cual decidirse. Si pudiera comérselos todos... ¡podía! Empezó a pedir uno de cada hasta que decidió que dos era mejor opción que uno. Cuando se trataba de comida era mejor que sobrara a que faltara.
Y algo lo despertó de su onírica y dulce fantasía. Un grito de socorro. Era extraño en un pueblo tan pequeño, no solía haber criminales y pocas de las veces que había venido tuvo que meterse en una trifulca. Salió de la tienda encargando todos los pastelitos que había pedido y observó su alrededor. No había nada fuera de lo normal y, para variar, la calle estaba vacía. El grito debía de haber venido de un lugar cercana. Fuera del pueblo era todo campo llano así que no podía ser. Solo había una posibilidad, dentro de un edificio o entre ellos. Dado que el grito se había escuchado fuerte no estaba amortiguado por paredes. Los callejones. Corrió callejón tras callejón sin ver nada hasta que, de uno, salió un hombre de cabello verdoso. Se acercó hasta allí y vio a tres hombres en el suelo y a una mujer.
La ayudó a levantarse y recibió un abrazo. Era muy joven y estaba asustada. Ni si quiera era él el que la había salvado, pero a ella le deba igual. La acompañó hasta el exterior de la callejuela y ella supo marcharse sola hasta su casa. ¿Quién había sido su salvador? Le sonaba de algo, pero si lo hubiera visto en algún sitio lo recordaría. Ese pelo verde y las gafas... Sí, estaba seguro, lo había visto antes. Pero no sabía donde. Quizás era algún marine importante, un compañero cazador... o un criminal con recompensa sobre su cabeza. Aunque no tenía aspecto de cometer crímenes había dejado a tres hombres en el suelo. No podía atacarlo sin motivos, pero tampoco podía tacharlo de algo tan feo si no lo sabía realmente. Se acercó a él situándose entre el hombre y la puerta de una taberna.
-¿Si te invito a tomar algo me dices quién eres?- Le preguntó.
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Midorima suspiró tranquilo. El pueblo le hacía estar así, era increíble esta libertad que sentía. El puesto de Shichibukai de su capitán venía bien en estos momentos, después de todo se estaba metiendo en muchos problemas con la Marina. Aquellos malditos bastardos que le quitaron al amor de su vida, “Ya deja de pensar en eso. No sigas dudando, maldita sea.” pensó mientras golpeaba una casa que estaba cerca haciendo un pequeño hoyo. Seguramente aquella mujer que había ayudado ya debería estar más tranquila, la había visto y era bonita, suerte que la salvó de tener un horrible destino a manos de esos idiotas. Cobardes que atacaban en grupo valiéndose de su fuerza y superioridad numérica.
Pensaba en aquello cuando una voz lo sacó de estos. Era un hombre y le decía que si lo invitaba a tomar algo, le diría quien era. La cara de aquel personaje le sonaba de algo, sabía que lo había visto en algún lugar. Seguramente en algún periódico “Creo que es el Yonkaikyo Alex Drachen, pero no estoy seguro.” pensó con calma, no parecía ser amigo de los idiotas que había derrotado antes y tampoco sentía peligro al tenerle cerca. Se podría considerar como un “amigo” y una buena suerte, pero no se podía fiar de la primera impresión y menos de su instinto. Suspiró tranquilamente mientras observaba el lugar a las espaldas de aquel “famoso”. Había llegado casi por inercia a una taberna, genial el lugar que buscaba para tomarse aquella cerveza bien fría.
Acepto tu invitación. Soy Midorima Shintaro y pertenezco a la banda del actual Shichibukai, Dexter Black un gusto ¿Alex Drachen? Si mal no recuerdo. Si eres aquel hombre pues eres famoso por lo que hiciste en la masacre de Loguetown. Según los periódicos ahora eres un Yonkaikyo al servicio del Gobierno al igual que mi capitán ¿verdad?
Respondió mientras pasaba a su lado y entraba a la taberna. El ambiente era el típico, aquel fuerte olor a alcohol inundó sus fosas nasales, a su izquierda casi en un rincón habían dos o tres tipos lo suficientemente borrachos, como para extraer el alcohol de su sangre y repetir el trago que se habían tomado. Había una ligera música que sonaba en todo el lugar, estaba alegre el lugar. No dudó un segundo y se sentó en la barra esperando a su nuevo compañero, algo en el interior le decía que podía confiar en él. Ya lo comprobaría cuando conversara con él. Quizás sería un nuevo amigo y aliado poderoso o podría terminar mal y ser enemigos. Eso iba a depender de cómo iba a acabar esto.
Pensaba en aquello cuando una voz lo sacó de estos. Era un hombre y le decía que si lo invitaba a tomar algo, le diría quien era. La cara de aquel personaje le sonaba de algo, sabía que lo había visto en algún lugar. Seguramente en algún periódico “Creo que es el Yonkaikyo Alex Drachen, pero no estoy seguro.” pensó con calma, no parecía ser amigo de los idiotas que había derrotado antes y tampoco sentía peligro al tenerle cerca. Se podría considerar como un “amigo” y una buena suerte, pero no se podía fiar de la primera impresión y menos de su instinto. Suspiró tranquilamente mientras observaba el lugar a las espaldas de aquel “famoso”. Había llegado casi por inercia a una taberna, genial el lugar que buscaba para tomarse aquella cerveza bien fría.
Acepto tu invitación. Soy Midorima Shintaro y pertenezco a la banda del actual Shichibukai, Dexter Black un gusto ¿Alex Drachen? Si mal no recuerdo. Si eres aquel hombre pues eres famoso por lo que hiciste en la masacre de Loguetown. Según los periódicos ahora eres un Yonkaikyo al servicio del Gobierno al igual que mi capitán ¿verdad?
Respondió mientras pasaba a su lado y entraba a la taberna. El ambiente era el típico, aquel fuerte olor a alcohol inundó sus fosas nasales, a su izquierda casi en un rincón habían dos o tres tipos lo suficientemente borrachos, como para extraer el alcohol de su sangre y repetir el trago que se habían tomado. Había una ligera música que sonaba en todo el lugar, estaba alegre el lugar. No dudó un segundo y se sentó en la barra esperando a su nuevo compañero, algo en el interior le decía que podía confiar en él. Ya lo comprobaría cuando conversara con él. Quizás sería un nuevo amigo y aliado poderoso o podría terminar mal y ser enemigos. Eso iba a depender de cómo iba a acabar esto.
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El hombre no evadió la pregunta y respondió al instante. Qué fácil había sido. Ahora Alex se daba cuenta de que quizás había sonado algo... seductor. Como si quisiera romper el hielo y preparar el terreno para un posible intento de ligoteo... que mal, esperaba que el peliverde no lo creyera así. ¿Cómo podía negarse si ocurrís sin ofender al otro? Rápidamente cambio de idea en cuanto supo quién era. Se presentó como un tal Midorima Shintaro y, al parecer, conocía al cazador por su puesto de yonkaikyo. ¿Tan famoso se había hecho? No era algo del otro mundo ni nada similar... pero hubo algo que le extrañó mucho. No era su supuesta fama ni el nombre del otro, si no a qué pertenecía. Al parecer era un pirata "intocable" pues era miembro de la banda de un shichibuaki.
Nada más y nada menos que el shichibukai Dexter Black. ¡Maldito loco! Ya lo echaba de menos. ¿Cuanto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron? Hacía más de dos años. Debía haber cambiado mucho. Lo suficiente como para ser un aliado del Gobierno Mundial. Aunque había algo bueno en ello,al menos no lo perseguirían por el momento. Pero, conociéndolo, aquello no dudaría demasiado. Acabaría teniendo problemas tarde o temprano y volviendo a su rutina de convertir todo lo que lo rodeaba en algo caótico. Sí, Alex no lo dudó ni por un instante. Pero se alegraba muchísimo de que su viejo amigo estuviera bien. ¿Quizás estaba por las cercanías? No, lo habría sentido de ser así. Pero el hecho de que uno de sus miembros estuviera allí quería decir algo.
Entraron en la taberna y buscaron una mesa alejada del resto. Nunca le gustó que la gente escuchara sus conversaciones y menos si en estas había un yonakikyo y un sichibukai implicados. Una hermosa joven se acercó para saber qué iban a pedir. Alex dejó que Midorima hiciera su pedido primero y luego lo hizo él. Cerveza y algo de carne asada con guarnición de patatas y pimientos. No era momento de comer, pero una comida así nunca venía mal. Además, después del chasco de los pastelitos necesitaba quitarse el hambre y le apetecía lo que había pedido. Cuando se aseguró de que la mujer estaba lo suficientemente lejos y de que ninguno de los presentes les escuchaba se dignó a hablar. No tenía nada malo que decir, pero prefería que quedara solo entre ellos.
-Así que Midorima Shintaro... encantado de conocerte. Yo soy Alex Drachen, como has dicho. Soy amigo de Dexter y me encantaría saber algo sobre él, hace años que no lo veo. ¿Sigue haciendo de las suyas?- Quiso informarse.
Esperaba que no se lo tomara a mal. No era normal que un cazador de recompensas, y mucho menos perteneciendo a los Yonkaikyos, se interesara por la vida de un capitán pirata. De no creer a Alex, el hombre de pelo verde quizás pensaría que intentaba encontrar a Dexter para hacerle algo malo. Ciertamente no tenía forma de comprobar que eran amigos, ni si quiera conocía al hombre que había frente a él. ¿Y si realmente no pertenecía a la banda de su viejo amigo? No, no podía desconfiar así de la gente- Además, aunque tuviera intención de ir a por él, como podría pensar Midorima, era un miembro del Ouka Shichibukai y, por lo tanto, estaba protegido. Sus crímenes estaban "perdonados" y no había recompensa que cobrar por su cabeza.
Nada más y nada menos que el shichibukai Dexter Black. ¡Maldito loco! Ya lo echaba de menos. ¿Cuanto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron? Hacía más de dos años. Debía haber cambiado mucho. Lo suficiente como para ser un aliado del Gobierno Mundial. Aunque había algo bueno en ello,al menos no lo perseguirían por el momento. Pero, conociéndolo, aquello no dudaría demasiado. Acabaría teniendo problemas tarde o temprano y volviendo a su rutina de convertir todo lo que lo rodeaba en algo caótico. Sí, Alex no lo dudó ni por un instante. Pero se alegraba muchísimo de que su viejo amigo estuviera bien. ¿Quizás estaba por las cercanías? No, lo habría sentido de ser así. Pero el hecho de que uno de sus miembros estuviera allí quería decir algo.
Entraron en la taberna y buscaron una mesa alejada del resto. Nunca le gustó que la gente escuchara sus conversaciones y menos si en estas había un yonakikyo y un sichibukai implicados. Una hermosa joven se acercó para saber qué iban a pedir. Alex dejó que Midorima hiciera su pedido primero y luego lo hizo él. Cerveza y algo de carne asada con guarnición de patatas y pimientos. No era momento de comer, pero una comida así nunca venía mal. Además, después del chasco de los pastelitos necesitaba quitarse el hambre y le apetecía lo que había pedido. Cuando se aseguró de que la mujer estaba lo suficientemente lejos y de que ninguno de los presentes les escuchaba se dignó a hablar. No tenía nada malo que decir, pero prefería que quedara solo entre ellos.
-Así que Midorima Shintaro... encantado de conocerte. Yo soy Alex Drachen, como has dicho. Soy amigo de Dexter y me encantaría saber algo sobre él, hace años que no lo veo. ¿Sigue haciendo de las suyas?- Quiso informarse.
Esperaba que no se lo tomara a mal. No era normal que un cazador de recompensas, y mucho menos perteneciendo a los Yonkaikyos, se interesara por la vida de un capitán pirata. De no creer a Alex, el hombre de pelo verde quizás pensaría que intentaba encontrar a Dexter para hacerle algo malo. Ciertamente no tenía forma de comprobar que eran amigos, ni si quiera conocía al hombre que había frente a él. ¿Y si realmente no pertenecía a la banda de su viejo amigo? No, no podía desconfiar así de la gente- Además, aunque tuviera intención de ir a por él, como podría pensar Midorima, era un miembro del Ouka Shichibukai y, por lo tanto, estaba protegido. Sus crímenes estaban "perdonados" y no había recompensa que cobrar por su cabeza.
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Había acertado. El hombre que ahora estaba frente suyo era el Yonkaikyo Alex Drachen. Un hombre que hizo de las suyas en la masacre de Loguetown, pero mucho más importante…aquel “vendido” al Gobierno quería saber de su capitán. Algo extraño, más sabiendo que el pasado del Yonkaikyo este era un cazador ¿Acaso podía confiar en él? ¿Iría tras su capitán? Imposible, Dexter ahora era Shichibukai y la recompensa de 300 millones sobre su cabeza estaba congelada, a ojos de la Marina y el mundo no había recompensa que cobrar. Eso también era otro punto a favor de la sabía decisión del Zafiro Negro, ahora todos los que poseían recompensa en su banda, incluido él mismo, estaban lejos de todo peligro. “Vale, le daré un voto de confianza. Si se trata de pasarse de listo pues seré más inteligente que él. Es todo.” pensaba mientras ahora tomaba su tan anhelada cerveza. Suspiró para deshacerse del gas y le dijo a Alex.
De momento hemos bajado el ritmo. El título de Shichibukai si bien nos da protección, estoy seguro que conociendo a Dexter nos veremos en vueltos en problemas luego. Dexter es alguien inteligente, y creo saber porque aceptó ser un guerrero del Gobierno.
Tomó otro trago mientras miraba de forma seria al cazador. A veces le gustaría desconfiar tanto de las personas, pero tenía cierto sentimiento protector de todos sus nakamas. Sí, también incluía a Dexter después de todo era su mejor amigo y no lo podía dejar solo. Si podía quitarle enemigos del camino, pues lo haría al igual que dar la vida por él. Más que un simple capitán, era su amigo, un hermano de otra sangre que a pesar que no le demostraba mucho, era capaz de proteger ante todo. Dejó el vaso en la mesa, cortó un pedazo de carne y se lo comió rápido, tenía demasiada hambre. Era hora de seguir la conversación, quería saber porque un Yonkaikyo estaba interesado en su capitán.
Dime Alex ¿Cómo conoces a Dexter? A decir verdad, causa mucha desconfianza que un Yonkaikyo pregunté por mi capitán y asegure ser su amigo. Sé que estamos protegidos por el título de este, pero no sería raro pensar que alguien quisiera sumar puntos de confianza en el Gobierno entregando la cabeza de un Shichibukai. Y más si se sabe que Dexter es un problema para este. ¿O acaso crees que mi pensamiento es errado?
Preguntó con un tono serio. Se cruzó de brazos mientras ahora esperaba la respuesta del Yonkaikyo Alex Drachen. Dependiendo de su respuesta es como lo iba a juzgar y como lo iba a tachar. Si era alguien bueno o alguien que simplemente buscaba fama venciendo a su capitán. A pesar que era Yonkaikyo no se podía fiar…era mejor estar en alerta.
De momento hemos bajado el ritmo. El título de Shichibukai si bien nos da protección, estoy seguro que conociendo a Dexter nos veremos en vueltos en problemas luego. Dexter es alguien inteligente, y creo saber porque aceptó ser un guerrero del Gobierno.
Tomó otro trago mientras miraba de forma seria al cazador. A veces le gustaría desconfiar tanto de las personas, pero tenía cierto sentimiento protector de todos sus nakamas. Sí, también incluía a Dexter después de todo era su mejor amigo y no lo podía dejar solo. Si podía quitarle enemigos del camino, pues lo haría al igual que dar la vida por él. Más que un simple capitán, era su amigo, un hermano de otra sangre que a pesar que no le demostraba mucho, era capaz de proteger ante todo. Dejó el vaso en la mesa, cortó un pedazo de carne y se lo comió rápido, tenía demasiada hambre. Era hora de seguir la conversación, quería saber porque un Yonkaikyo estaba interesado en su capitán.
Dime Alex ¿Cómo conoces a Dexter? A decir verdad, causa mucha desconfianza que un Yonkaikyo pregunté por mi capitán y asegure ser su amigo. Sé que estamos protegidos por el título de este, pero no sería raro pensar que alguien quisiera sumar puntos de confianza en el Gobierno entregando la cabeza de un Shichibukai. Y más si se sabe que Dexter es un problema para este. ¿O acaso crees que mi pensamiento es errado?
Preguntó con un tono serio. Se cruzó de brazos mientras ahora esperaba la respuesta del Yonkaikyo Alex Drachen. Dependiendo de su respuesta es como lo iba a juzgar y como lo iba a tachar. Si era alguien bueno o alguien que simplemente buscaba fama venciendo a su capitán. A pesar que era Yonkaikyo no se podía fiar…era mejor estar en alerta.
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Al parecer Dexter se estaba controlando. Según el pirata habían bajado el ritmo. Podía deberse a su nuevo cargo... o a otra de esas locuras que solía padecer el nuevo shichibukai. Cualquier razón era válida si él era el causante. Midorima aseguraba que Dexter era inteligente y, al parecer, que creía saber por qué había aceptado el puesto. ¿Dexter actuaba alguna vez con motivos ajenos al azar? Era posible, aunque Alex habría creído que se había convertido en shichibukai por puras casualidades de la vida más que por algún otro motivo. Pero no iba a llevarle la contraria a su invitado. Simplemente asintió con la cabeza para darle la razón. No sería buena idea que el tipo del pelo verde empezara a sentirse incómodo u ofendido ante la actitud del cazador.
No respondió nada más, la comida frente a él tenía una pinta realmente deliciosa y no podía esperar ni un segundo más para hincarle el diente. Aunque quizás era de mala educación comer como un bárbaro cuando no estaba solo. Por suerte su reciente compañero parecí tener los mismo modales y arrancó un pedazo de carne para devorarlo como si no hubiera comido en días. Eso daba pie al cazador para comer casi como un animal. Agarró los cubiertos y empezó a cortar el filete que había en su plato. Estaba un poco duro así que mandó una vibración casi imperceptible que ayudó a cortarlo. Lo probó y estaba tan bueno como pensaba. La guarnición que le acompañaba era igual de maravillosa. Aunque la cerveza tenía demasiada espuma y no estaba a la altura de los alimentos.
Y finalmente llegó la duda que esperaba, tal y como había imaginado. Midorima se extrañaba del interés que Alex mostraba hacia su capitán. Era lógico que llegara a esas conclusiones, hasta él lo había pensado. Pero se sentía algo ofendido por la acusación. Aunque... después de todo el peliverde no lo conocía y podía esperar cualquier cosa de él. ¿Cómo explicarle, entonces, que era amigo de Dexter? Tenía que decirle la verdad, pero quizás no lo creyera y empeorara las cosas. Pero si mentía era seguro que las empeoraría. Empezó a recordar la primera vez que lo vio, en el Reino de Sakura. Aquella gélida isla donde el shichibukai apareció desde un tejado haciendo gala de su locura desde un primer momento. Luego se topó con él varias veces más aunque, sin duda, la primera impresión fue la más importante.
-Supongo que ya lo sabías, pero tu capitán era un cazador de recompensas como yo. Hace bastantes años nos topamos en una isla donde yo perseguía a un criminal. Me ofreció su ayuda y me salvó la vida. También nos topamos en otro lugar y me salvó la vida de nuevo. Se podría decir que es un buen amigo aun estando tan loco. Nunca sabes cómo va a actuar, pero eso es lo bueno de él. Cuando menos lo esperas actúa como un genio. y tu pensamiento es totalmente normal, pero solo profeso aprecio por tu capitán. No hay más intenciones que la de volver a ver a alguien querido y saber cómo está- Le explicó.
Quizás no creyera en su respuesta, pero había sido totalmente sincero y realmente quería saber el estado de Dexter. Conociéndolo estaría en perfectas condiciones, aunque no era raro en él que se metiera en problemas lo suficientemente grandes como para ser peligrosos. Quizás la fruta del diablo del bicromado shichibukai tenía el poder de atraer el desastre... no, eso era poder innato de Dexter. lamentaba que su amigo ahora fuera un criminal. Por mucho que tuviera recompensa oculta y no tuviera "importancia" para el Gobierno Mundial tarde o temprano podrían considerarlo una molestia o él mismo podría convertirse en ello. No imaginaba al señor Black aguantando órdenes como si fuera un vulgar pirata cualquiera ni acatando responsabilidades.
No respondió nada más, la comida frente a él tenía una pinta realmente deliciosa y no podía esperar ni un segundo más para hincarle el diente. Aunque quizás era de mala educación comer como un bárbaro cuando no estaba solo. Por suerte su reciente compañero parecí tener los mismo modales y arrancó un pedazo de carne para devorarlo como si no hubiera comido en días. Eso daba pie al cazador para comer casi como un animal. Agarró los cubiertos y empezó a cortar el filete que había en su plato. Estaba un poco duro así que mandó una vibración casi imperceptible que ayudó a cortarlo. Lo probó y estaba tan bueno como pensaba. La guarnición que le acompañaba era igual de maravillosa. Aunque la cerveza tenía demasiada espuma y no estaba a la altura de los alimentos.
Y finalmente llegó la duda que esperaba, tal y como había imaginado. Midorima se extrañaba del interés que Alex mostraba hacia su capitán. Era lógico que llegara a esas conclusiones, hasta él lo había pensado. Pero se sentía algo ofendido por la acusación. Aunque... después de todo el peliverde no lo conocía y podía esperar cualquier cosa de él. ¿Cómo explicarle, entonces, que era amigo de Dexter? Tenía que decirle la verdad, pero quizás no lo creyera y empeorara las cosas. Pero si mentía era seguro que las empeoraría. Empezó a recordar la primera vez que lo vio, en el Reino de Sakura. Aquella gélida isla donde el shichibukai apareció desde un tejado haciendo gala de su locura desde un primer momento. Luego se topó con él varias veces más aunque, sin duda, la primera impresión fue la más importante.
-Supongo que ya lo sabías, pero tu capitán era un cazador de recompensas como yo. Hace bastantes años nos topamos en una isla donde yo perseguía a un criminal. Me ofreció su ayuda y me salvó la vida. También nos topamos en otro lugar y me salvó la vida de nuevo. Se podría decir que es un buen amigo aun estando tan loco. Nunca sabes cómo va a actuar, pero eso es lo bueno de él. Cuando menos lo esperas actúa como un genio. y tu pensamiento es totalmente normal, pero solo profeso aprecio por tu capitán. No hay más intenciones que la de volver a ver a alguien querido y saber cómo está- Le explicó.
Quizás no creyera en su respuesta, pero había sido totalmente sincero y realmente quería saber el estado de Dexter. Conociéndolo estaría en perfectas condiciones, aunque no era raro en él que se metiera en problemas lo suficientemente grandes como para ser peligrosos. Quizás la fruta del diablo del bicromado shichibukai tenía el poder de atraer el desastre... no, eso era poder innato de Dexter. lamentaba que su amigo ahora fuera un criminal. Por mucho que tuviera recompensa oculta y no tuviera "importancia" para el Gobierno Mundial tarde o temprano podrían considerarlo una molestia o él mismo podría convertirse en ello. No imaginaba al señor Black aguantando órdenes como si fuera un vulgar pirata cualquiera ni acatando responsabilidades.
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Midorima escuchó la respuesta del Yonkaikyo mientras tragaba ya casi lo último de su comida. Ya sabía que Dexter era un cazador, de hecho, en casi todo los periódicos se hizo famoso por ello. De ser así, la historia de Alex cobraba fuerza ¿Se podía confiar en aquel hombre? Seguramente, pero le faltaba información. Suspiró de forma tranquila mientras ahora se terminaba casi toda su cerveza, estaba deliciosa y con este poco calor venía bastante bien. “Asegura ser amigo de Dexter cuando era cazador. Es un tipo interesante pero aun así podría ser un enemigo…demonios estoy muy confundido.” pensó con algo de inseguridad. Alex parecía un hombre de confianza, no despedía esa aura negativo como Kedra, pero aun así no podía confiar tan fácilmente.
Pues mi capitán está bien. Se ha hecho increíblemente fuerte, no he tenido la oportunidad de luchar contra él con su poder actual, pero no es necesario luchar para saber que no lo alcanzaré. Dentro de muy poco seguramente Dexter sea el hombre más fuerte del mundo. Yo lo apoyaré en todo lo que pueda, pero creo que hay pocos rivales que puedan hacerle frente ahora mismo. Atacar a la banda de Dexter es un suicidio y una estupidez.
Mencionó orgulloso. En verdad se sentía orgulloso de estar en la banda de Dexter. Le gustaba estar ahí con su mejor amigo, incrementando sus fuerzas juntos y también ver como sus nakamas crecían. Midorima suspiró tranquilo mientras ahora sí que acababa toda su comida y también lo poco y nada que le quedaba de cerveza. Se limpió con la manga de su polera. Sí que tenía hambre, y esta invitación de Alex le vino bastante bien. Se preguntó en su interior si aquel sujeto estaría pensando que Dexter estaría aquí, no estaba de más aclarar ese punto…Midorima era por lejos uno de los tripulantes de la banda con más permiso para hacer y deshacer a gusto.
Y por si te lo preguntas. Dexter no está aquí, vine solo buscando algo de tranquilidad, relajarme y también para despejar la cabeza. Ser pirata es difícil, te quita la libertad y la tranquilidad, por eso de vez en cuando me alejo de la banda para estar solo. Cargar energías y volver a esa vida donde hay que dormir con un ojo abierto, donde casi no puedes confiar en alguien. Conociendo a Dexter acepto ese título para recuperar su libertad y aquella paz, pero no es nada seguro.
Aclaró y también dio su hipótesis de porque Dexter ahora era Shichibukai. ¿Por qué de la nada empezaba a confiar más en Alex? En cierta manera cuando lo veía a los ojos se sentía reflejado. Como si estuviera sentado frente a su otro yo ¿Acaso estaría alucinando? ¿Alex le había echado veneno a su comida? No, era imposible. Al parecer sí que había cambiado y de la nada había bajado su guardia. Ahora solo faltaba la respuesta del Yonkaikyo.
Pues mi capitán está bien. Se ha hecho increíblemente fuerte, no he tenido la oportunidad de luchar contra él con su poder actual, pero no es necesario luchar para saber que no lo alcanzaré. Dentro de muy poco seguramente Dexter sea el hombre más fuerte del mundo. Yo lo apoyaré en todo lo que pueda, pero creo que hay pocos rivales que puedan hacerle frente ahora mismo. Atacar a la banda de Dexter es un suicidio y una estupidez.
Mencionó orgulloso. En verdad se sentía orgulloso de estar en la banda de Dexter. Le gustaba estar ahí con su mejor amigo, incrementando sus fuerzas juntos y también ver como sus nakamas crecían. Midorima suspiró tranquilo mientras ahora sí que acababa toda su comida y también lo poco y nada que le quedaba de cerveza. Se limpió con la manga de su polera. Sí que tenía hambre, y esta invitación de Alex le vino bastante bien. Se preguntó en su interior si aquel sujeto estaría pensando que Dexter estaría aquí, no estaba de más aclarar ese punto…Midorima era por lejos uno de los tripulantes de la banda con más permiso para hacer y deshacer a gusto.
Y por si te lo preguntas. Dexter no está aquí, vine solo buscando algo de tranquilidad, relajarme y también para despejar la cabeza. Ser pirata es difícil, te quita la libertad y la tranquilidad, por eso de vez en cuando me alejo de la banda para estar solo. Cargar energías y volver a esa vida donde hay que dormir con un ojo abierto, donde casi no puedes confiar en alguien. Conociendo a Dexter acepto ese título para recuperar su libertad y aquella paz, pero no es nada seguro.
Aclaró y también dio su hipótesis de porque Dexter ahora era Shichibukai. ¿Por qué de la nada empezaba a confiar más en Alex? En cierta manera cuando lo veía a los ojos se sentía reflejado. Como si estuviera sentado frente a su otro yo ¿Acaso estaría alucinando? ¿Alex le había echado veneno a su comida? No, era imposible. Al parecer sí que había cambiado y de la nada había bajado su guardia. Ahora solo faltaba la respuesta del Yonkaikyo.
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Midorima contestó de forma que Alex se alegró sumamente. Le encantaba escuchar que su amigo se había convertido en alguien tan poderoso. Pero había un problema. El pirata de pelo verde aseguraba que Dexter se convertiría pronto en el hombre más fuerte del mundo. "O la mujer según el momento..." pensó el cazador. Pero ahí había un conflicto, pues era él el que optaría a ese puesto. No por propio deseo si no por necesidad. Debía cumplir ese cargo para poder salvar el mundo. Que egocéntrico sonaba en su cabeza, pero le daba igual. Si no lo hacía él nadie le aseguraba que otro protegiera a la gente. Además... le atraía la idea de enfrentarse a Dexter algún día en un combate amistoso. Aunque no quería dañarlo o, peor, que su amigo lo desintegrara.
Por ahora la segunda opción era la más viable... maldito Dexter y su poder solo equiparable a su falta de cordura. Alex no podía si no agradecer que fueran aliados y no enemigos. De ser al contrario no estaría tan seguro de cumplir su meta. Aunque aun siendo amigos sería un rival en el puesto que quería alcanzar. Cruel y dulce destino. No había más remedio que seguir adelante y esperar conseguir lo que se proponía. Por su parte Midorima también era fuerte. Alex podía sentirlo. No era ni de lejos equiparable a Dexter e incluso estaba pro debajo de él, pero no carecía de poder y sería un digno rival. Aunque le resultaba curioso que idolatrara de esa forma a su capitán. Si bien ese personaje se merecía todo respeto y podía ser un gran amigo, seguía siendo extraño.
-Para ser el hombre más fuerte del mundo tendría que enfrentarse a mí, pues necesito serlo para lograr mis objetivos. Aunque no porque yo quiera. Y te aseguro que me encantaría luchar con Dex alguna vez, pero no podría aplicarme al máximo con él y creo que sería recíproco- Le respondió.
Jamás podría luchar en serio con un amigo y menos cuando este le había salvado la vida en más de una ocasión. Alex continuó comiendo hasta limpiar su plato y su jarra por completo mientras escuchaba a su interlocutor. Le interesaba todo lo que decía y no perdía ni un solo detalle de la conversación. Pero Midorima parecía leer su mente y le avisó que su amigo no estaba allí. ¿Y si tenía alguna fruta del diablo que se lo permitiera? Maldita sea, quizás estaba leyéndolo en ese momento y sabría la opinión que el cazador tenía sobre su ridículo pelo... o lo mal que le quedaba... "¡Piensa en otra cosa!" se ordenó. Los pasteles debían estar muy buenos, sí, ese era un buen pensamiento. Se despistó un poco, pero retomó el cauce de la conversación y volvió a escuchar el motivo por le cual Dexter era shichibukai.
-No quiero ofenderte y jamás pondría en duda tu conocimiento sobre Dexter. pero si hablamos del mismo hombre... creo que sería más probable que llegara a ese puesto al encontrar un panfleto del Gobierno Mundial donde hubiera dibujitos bonitos que lo pidieran. Sí, eso le haría gracia y hasta podría hacerse shichibukai por eso- Observó.
Y lo peor es que se trataba de la opción más probable. La libertad era algo que venía adherido a Dexter de por sí, no creía que le hiciera falta buscarla. Pero sí que era posible que cualquier banalidad lo hubiera llevado a ello. Aunque se sentía algo mal por haber dicho algo así. Quizás el pirata no encajaba bien ese comentario de su capitán. Después de todo no es plato de buen gusto que traten como a un niño a alguien que tienes tanto aprecio. Pero esperaba que no fuera así. Ahora le preocupaba más el hecho de no poder ver a su compañero. ¿Dónde estaría? Seguramente durmiendo en alguna playa soleada de una isla realmente lujosa o bebiendo en un tugurio de la peor isla del mundo. Ciertamente era imposible averiguar su ubicación sin ayuda de alguien.
-Es una lástima que no esté por aquí, me apetece mucho charlar un rato con él. Aunque ya había sentido que no estaba cerca. ¿Es mucho pedir que me digas dónde está ahora? No te obligaré a ello y entendería que no puedas darme esa información- Dijo seriamente.
Por ahora la segunda opción era la más viable... maldito Dexter y su poder solo equiparable a su falta de cordura. Alex no podía si no agradecer que fueran aliados y no enemigos. De ser al contrario no estaría tan seguro de cumplir su meta. Aunque aun siendo amigos sería un rival en el puesto que quería alcanzar. Cruel y dulce destino. No había más remedio que seguir adelante y esperar conseguir lo que se proponía. Por su parte Midorima también era fuerte. Alex podía sentirlo. No era ni de lejos equiparable a Dexter e incluso estaba pro debajo de él, pero no carecía de poder y sería un digno rival. Aunque le resultaba curioso que idolatrara de esa forma a su capitán. Si bien ese personaje se merecía todo respeto y podía ser un gran amigo, seguía siendo extraño.
-Para ser el hombre más fuerte del mundo tendría que enfrentarse a mí, pues necesito serlo para lograr mis objetivos. Aunque no porque yo quiera. Y te aseguro que me encantaría luchar con Dex alguna vez, pero no podría aplicarme al máximo con él y creo que sería recíproco- Le respondió.
Jamás podría luchar en serio con un amigo y menos cuando este le había salvado la vida en más de una ocasión. Alex continuó comiendo hasta limpiar su plato y su jarra por completo mientras escuchaba a su interlocutor. Le interesaba todo lo que decía y no perdía ni un solo detalle de la conversación. Pero Midorima parecía leer su mente y le avisó que su amigo no estaba allí. ¿Y si tenía alguna fruta del diablo que se lo permitiera? Maldita sea, quizás estaba leyéndolo en ese momento y sabría la opinión que el cazador tenía sobre su ridículo pelo... o lo mal que le quedaba... "¡Piensa en otra cosa!" se ordenó. Los pasteles debían estar muy buenos, sí, ese era un buen pensamiento. Se despistó un poco, pero retomó el cauce de la conversación y volvió a escuchar el motivo por le cual Dexter era shichibukai.
-No quiero ofenderte y jamás pondría en duda tu conocimiento sobre Dexter. pero si hablamos del mismo hombre... creo que sería más probable que llegara a ese puesto al encontrar un panfleto del Gobierno Mundial donde hubiera dibujitos bonitos que lo pidieran. Sí, eso le haría gracia y hasta podría hacerse shichibukai por eso- Observó.
Y lo peor es que se trataba de la opción más probable. La libertad era algo que venía adherido a Dexter de por sí, no creía que le hiciera falta buscarla. Pero sí que era posible que cualquier banalidad lo hubiera llevado a ello. Aunque se sentía algo mal por haber dicho algo así. Quizás el pirata no encajaba bien ese comentario de su capitán. Después de todo no es plato de buen gusto que traten como a un niño a alguien que tienes tanto aprecio. Pero esperaba que no fuera así. Ahora le preocupaba más el hecho de no poder ver a su compañero. ¿Dónde estaría? Seguramente durmiendo en alguna playa soleada de una isla realmente lujosa o bebiendo en un tugurio de la peor isla del mundo. Ciertamente era imposible averiguar su ubicación sin ayuda de alguien.
-Es una lástima que no esté por aquí, me apetece mucho charlar un rato con él. Aunque ya había sentido que no estaba cerca. ¿Es mucho pedir que me digas dónde está ahora? No te obligaré a ello y entendería que no puedas darme esa información- Dijo seriamente.
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Midorima sentía curiosidad sobre las respuestas de Alex. Le estaba cayendo bien y todo indicaba que conocía desde antes a Dexter “Eso es obvio idiota, se nota que lleva más tiempo que tú en el océano. Idiota” le recriminó su consciencia mientras ahora escuchaba cada palabra del Yonkaikyo. Aseguraba que Dexter no iba a ser el más fuerte del mundo, sino que iba a ser su nuevo compañero. Él también lanzó una hipótesis sobre el porqué Dexter se había convertido en Shichibukai, cerró sus ojos al entender cada palabra y “descifrar” el sentido oculto. No pudo evitar soltar una risita ante aquella acusación, al parecer, no era el único que lo encontraba algo infantil. Finalizó preguntando por su ubicación “Este es idiota si cree que le daré la ubicación de mi capitán así de buenas a primeras”
Pues derrotar a Dexter creo que sería imposible para ti. Hay dos razones que creo que debes considerar. La primera tendrías que derrotar a toda la banda para llegar a nuestro capitán. Cada uno de nuestros nakamas son fuertes y tienes habilidades únicas. Creo que morirías antes de derrotarnos. Segundo…Dexter es invencible, el poder de mi capitán es inigualable. Mi capitán y mejor amigo nunca perderá.
Mencionó con una sonrisa tranquila mientras negaba con su dedo índice de su mano derecha como si fuera un niño. Confiaba ciegamente en sus nakamas pero sobre todo confiaba en su capitán. Suspiró tranquilamente mientras ahora se cruzaba de brazos, no le interesaba discutir sobre el motivo por el que Dexter se hizo Shichibukai. Miró a Alex de forma seria y casi fría, no le iba decir donde estaba. Eso estaba claro, pero aun así no sabía si era lo correcto. El Yonkaikyo en verdad parecía una persona confiable, su instinto le decía que podía confiar en él prácticamente a ciegas pero por otro lado estaba su sentido de protección a sus nakamas. Midorima ahora mismo se encontraba en un gran dilema ¿O quizás solo estaba así por desconfianza? Sí, era claro que era desconfianza hacía Alex pero cierta parte de su corazón le hacía confiar en él, ¿Era pequeña? Demasiado como para quitar la desconfianza hacía un extraño.
No te diré donde se encuentra Dexter. Para mí sigues siendo un desconocido, no puedo darte la dirección de mi capitán y por consiguiente de mi banda. Puede que seas amigo de Dexter, pero eso a mí no me dice nada. No niego tu amistad con él, puede que sea verdad pero ante mis ojos solo eres un extraño. No te diré la ubicación de mi banda. Es todo.
Mencionó en un tono serio. No iba a cambiar de idea. No iba a “delatar” a su banda ante un extraño y que tiene un Alto Cargo como Yonkaikyo. Se quedó callado esperando el siguiente movimiento de su nuevo compañero. En realidad, Midorima solo estaba alargando la conversación, ya sabía que iba a confiar en él y seguramente le terminaría diciendo la ubicación de Dexter.
Pues derrotar a Dexter creo que sería imposible para ti. Hay dos razones que creo que debes considerar. La primera tendrías que derrotar a toda la banda para llegar a nuestro capitán. Cada uno de nuestros nakamas son fuertes y tienes habilidades únicas. Creo que morirías antes de derrotarnos. Segundo…Dexter es invencible, el poder de mi capitán es inigualable. Mi capitán y mejor amigo nunca perderá.
Mencionó con una sonrisa tranquila mientras negaba con su dedo índice de su mano derecha como si fuera un niño. Confiaba ciegamente en sus nakamas pero sobre todo confiaba en su capitán. Suspiró tranquilamente mientras ahora se cruzaba de brazos, no le interesaba discutir sobre el motivo por el que Dexter se hizo Shichibukai. Miró a Alex de forma seria y casi fría, no le iba decir donde estaba. Eso estaba claro, pero aun así no sabía si era lo correcto. El Yonkaikyo en verdad parecía una persona confiable, su instinto le decía que podía confiar en él prácticamente a ciegas pero por otro lado estaba su sentido de protección a sus nakamas. Midorima ahora mismo se encontraba en un gran dilema ¿O quizás solo estaba así por desconfianza? Sí, era claro que era desconfianza hacía Alex pero cierta parte de su corazón le hacía confiar en él, ¿Era pequeña? Demasiado como para quitar la desconfianza hacía un extraño.
No te diré donde se encuentra Dexter. Para mí sigues siendo un desconocido, no puedo darte la dirección de mi capitán y por consiguiente de mi banda. Puede que seas amigo de Dexter, pero eso a mí no me dice nada. No niego tu amistad con él, puede que sea verdad pero ante mis ojos solo eres un extraño. No te diré la ubicación de mi banda. Es todo.
Mencionó en un tono serio. No iba a cambiar de idea. No iba a “delatar” a su banda ante un extraño y que tiene un Alto Cargo como Yonkaikyo. Se quedó callado esperando el siguiente movimiento de su nuevo compañero. En realidad, Midorima solo estaba alargando la conversación, ya sabía que iba a confiar en él y seguramente le terminaría diciendo la ubicación de Dexter.
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Parecía que Midorima no había entendido del todo lo que Alex había querido decir. Él solo quería un enfrentamiento amistoso, luchar con Dexter para conocer su poder y pasar un rato juntos. No tenía ninguna intención destructiva ni ganas de dañarlo a él o a cualquier otro. Pero entendía que el pirata lo hubiera malentendido. Quizás no se había explicado del todo bien. El tipo de pelo verde comentó algo sobre la invencibilidad de su capitán y el requisito de endentarse a todos los miembros de su banda antes de poder si quiera tocarlo. Por si fuera poco aseguró que el yonkaikyo moriría antes de llegar hasta el último. Era muy confiado y, aunque en parte era bueno, el exceso de orgullo podía perjudicar muchísimo más de lo que ayudaba la mayoría de veces.
-Creo que no me has entendido, Mido. ¿Puedo llamarte Mido? No tengo ninguna intención de hacerle daño ni de luchar con todos vosotros. Solo quería enfrentarme a él para conocer ambos el poder del otro y disfrutar de un combate. Solo diversión, nada de verdad. Y, por cierto, no dudo que Dexter estará rodeado de gente poderosa, pero no deberías subestimar a los demás o algún día te sorprenderán. Y no hay nadie invencible, te lo aseguro- Le explicó.
Él mismo trataba de no hacer prejuicios ni subestimar al "enemigo". En este caso Midorima era fuerte, estaba claro, pero no creía que fuera un rival duro para él. Si el resto de la banda eran iguales no podrían matar al cazador de uno en uno. Aunque conociendo a Dexter en su banda podían estar os más fuertes del mundo o los más débiles, los criterios de ese hombre dejaban mucho que desear. Habría sido capaz de enrolar a uno mono por haberlo visto beber de una botella de whiskey. Je, sería gracioso... pero no serio. No se podía hacer eso, aunque a Dexter le daba igual lo que se podía o no se podía hacer, haría lo que quisiera y lo que le divirtiera más. Pero lo de que era invencible... le costaba de creer. Es cierto que era una persona realmente poderosa, pero todo el mundo podía caer alguna vez.
Su interlocutor comentó otra cosa. Algo que Alex esperaba realmente. Se negó a hablar sobre la ubicación del shichibukai. Estaba claro que era leal y que quería a su capitán. Cualquiera podría haberlo dicho a la primera, pero él se lo guardaba. Si bien no era bueno desconfiar tanto de la gente, en este momento podía salvar la vida de sus compañeros. Alex podría haber buscado la muerte de Dexter y de su banda y ahora se le habría hecho imposible. Por desgracia solo tenía buenas intenciones y no sabría de su paradero. Era una lástima, pero no podía pedirle nada más. Midorima era buen tipo al parecer y le había caído bien. Aunque no dejaba de ser un pirata. Ya consultaría su expediente en el próximo Cuartel de la Marina que visitara. Algo habría sobre sus crímenes si los había cometido.
-No e preocupes, no te lo preguntaré más. Entiendo que quieras ocultar su paradero y no voy a poner en duda tu lealtad ni te obligaré a elegir. Ya lo encontraré algún día... aunque creo que me toca invitar a mí. Ha sido un placer conocerte y saluda a Dex de mi parte cuando lo veas Ahora, si me perdonas, creo que voy a alejarme todo lo que pueda de esta isla- Le explicó.
Gracias a esta distracción se había olvidado del dolor que padecía por la muerte de su esposa. Pero los recuerdos no tardaban en aparecer de nuevo. Cuando se iban no lo hacían por mucho tiempo. Y ya había estado demasiado en esta isla. Sería una desgracia no volver a visitarla pero... quizás fuera lo más correcto. Sacó su bolsa de berries y contó para pagar la comida y la bebida. Llamó a la mujer que les había atendido y le pagó todo eso además de entregarle una propina bastante generosa. Se levantó y estiró los brazos para desperezarse. Después de una comida tan buena siempre le entraba morriña. Aunque ahora era momento de partir y no de quedase a vaguear. A lo mejor volvería a encontrarse algún día con Midorima. Le ofreció la mano a modo de despedida.
-Creo que no me has entendido, Mido. ¿Puedo llamarte Mido? No tengo ninguna intención de hacerle daño ni de luchar con todos vosotros. Solo quería enfrentarme a él para conocer ambos el poder del otro y disfrutar de un combate. Solo diversión, nada de verdad. Y, por cierto, no dudo que Dexter estará rodeado de gente poderosa, pero no deberías subestimar a los demás o algún día te sorprenderán. Y no hay nadie invencible, te lo aseguro- Le explicó.
Él mismo trataba de no hacer prejuicios ni subestimar al "enemigo". En este caso Midorima era fuerte, estaba claro, pero no creía que fuera un rival duro para él. Si el resto de la banda eran iguales no podrían matar al cazador de uno en uno. Aunque conociendo a Dexter en su banda podían estar os más fuertes del mundo o los más débiles, los criterios de ese hombre dejaban mucho que desear. Habría sido capaz de enrolar a uno mono por haberlo visto beber de una botella de whiskey. Je, sería gracioso... pero no serio. No se podía hacer eso, aunque a Dexter le daba igual lo que se podía o no se podía hacer, haría lo que quisiera y lo que le divirtiera más. Pero lo de que era invencible... le costaba de creer. Es cierto que era una persona realmente poderosa, pero todo el mundo podía caer alguna vez.
Su interlocutor comentó otra cosa. Algo que Alex esperaba realmente. Se negó a hablar sobre la ubicación del shichibukai. Estaba claro que era leal y que quería a su capitán. Cualquiera podría haberlo dicho a la primera, pero él se lo guardaba. Si bien no era bueno desconfiar tanto de la gente, en este momento podía salvar la vida de sus compañeros. Alex podría haber buscado la muerte de Dexter y de su banda y ahora se le habría hecho imposible. Por desgracia solo tenía buenas intenciones y no sabría de su paradero. Era una lástima, pero no podía pedirle nada más. Midorima era buen tipo al parecer y le había caído bien. Aunque no dejaba de ser un pirata. Ya consultaría su expediente en el próximo Cuartel de la Marina que visitara. Algo habría sobre sus crímenes si los había cometido.
-No e preocupes, no te lo preguntaré más. Entiendo que quieras ocultar su paradero y no voy a poner en duda tu lealtad ni te obligaré a elegir. Ya lo encontraré algún día... aunque creo que me toca invitar a mí. Ha sido un placer conocerte y saluda a Dex de mi parte cuando lo veas Ahora, si me perdonas, creo que voy a alejarme todo lo que pueda de esta isla- Le explicó.
Gracias a esta distracción se había olvidado del dolor que padecía por la muerte de su esposa. Pero los recuerdos no tardaban en aparecer de nuevo. Cuando se iban no lo hacían por mucho tiempo. Y ya había estado demasiado en esta isla. Sería una desgracia no volver a visitarla pero... quizás fuera lo más correcto. Sacó su bolsa de berries y contó para pagar la comida y la bebida. Llamó a la mujer que les había atendido y le pagó todo eso además de entregarle una propina bastante generosa. Se levantó y estiró los brazos para desperezarse. Después de una comida tan buena siempre le entraba morriña. Aunque ahora era momento de partir y no de quedase a vaguear. A lo mejor volvería a encontrarse algún día con Midorima. Le ofreció la mano a modo de despedida.
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Midorima escuchó a Alex. Al parecer había mal entendido sus palabras, el Yonkaikyo buscaba uno contra uno contra Dexter y medir fuerzas, algo que le hizo gracia pues Shintaro solía retar a su capitán para medir fuerzas. Nunca había vencido contra él y ya sabía que nunca le iba a ganar, pero al menos iría incrementando sus poderes hasta tal punto de ser un buen sub capitán. Rió por lo bajo al recordar aquellos enfrentamientos y al ver a Alex, era fuerte se le notaba e inclusive de solo verlo sabía que era mucho más que él. Sus ojos mostraban una gran fuerza y también ocultaban algo, no eran los ojos de alguien que vivía feliz o algo por el estilo. Midorima lo sabía por el hecho de que también tuvo esos ojos y de vez en cuando solía mostrarlos, el peso de la muerte de Sakura era mucho.
Notó como es que el Yonkaikyo empezaba a pagar la cuenta. Midorima se levantó casi al mismo tiempo. Iba a ser bueno, se lo merecía y le iba a dar unas dos pistas de cómo encontrar a Dexter. No iba a ser difícil, tanto la bandera como el barco de la banda eran del estilo del Zafiro Negro y si Alex aseguraba ser su amigo pues entendería. Suspiró tranquilo mientras estrechaba su mano con algo de fuerza, lo miró a los ojos y le dijo con una sonrisa en la cara.
No soy malagradecido, así que como pago por invitarme a comer te diré dos cosas sobre como encontrar a mi capitán. Nuestro barco es gigante, hasta ahora no he encontrado un barco más grande que el de nuestra banda. Sobre la bandera, es un dragón negro con rosas azules. Si sigues navegando y buscas esas dos pistas, ten por seguro que nos encontrarás. O inclusive tus amigos del Gobierno pueden decirte donde están, dudo que esos malditos no nos tengan vigilados. Fue un gusto hablar contigo. Espero pronto encontrarnos de nuevo.
Al finalizar soltó la mano del cazador. Se quedó esperando alguna respuesta para cerrar esta tranquila charla. Midorima nuevamente había hecho un amigo y era fuerte. Ya se estaba haciendo casi una rutina encontrarse con gente fuerte y finalizar siendo amigos. Era algo increíble y que llenaba los espacios vacios de corazón tras la muerte de su amada Sakura.
Notó como es que el Yonkaikyo empezaba a pagar la cuenta. Midorima se levantó casi al mismo tiempo. Iba a ser bueno, se lo merecía y le iba a dar unas dos pistas de cómo encontrar a Dexter. No iba a ser difícil, tanto la bandera como el barco de la banda eran del estilo del Zafiro Negro y si Alex aseguraba ser su amigo pues entendería. Suspiró tranquilo mientras estrechaba su mano con algo de fuerza, lo miró a los ojos y le dijo con una sonrisa en la cara.
No soy malagradecido, así que como pago por invitarme a comer te diré dos cosas sobre como encontrar a mi capitán. Nuestro barco es gigante, hasta ahora no he encontrado un barco más grande que el de nuestra banda. Sobre la bandera, es un dragón negro con rosas azules. Si sigues navegando y buscas esas dos pistas, ten por seguro que nos encontrarás. O inclusive tus amigos del Gobierno pueden decirte donde están, dudo que esos malditos no nos tengan vigilados. Fue un gusto hablar contigo. Espero pronto encontrarnos de nuevo.
Al finalizar soltó la mano del cazador. Se quedó esperando alguna respuesta para cerrar esta tranquila charla. Midorima nuevamente había hecho un amigo y era fuerte. Ya se estaba haciendo casi una rutina encontrarse con gente fuerte y finalizar siendo amigos. Era algo increíble y que llenaba los espacios vacios de corazón tras la muerte de su amada Sakura.
Alex14ac
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Al final consiguió que Midorima le dijera lo que quería de la forma más inimaginable, asegurándole que no hacía falta. La psicología inversa era realmente sorprendente. Aunque eran dos pistas que no le servían del todo. Conocía la bandera de Dexter por lo que la habría identificado de haberla visto. Sin embargo la noticia del gigantesco barco sí que era algo de agradecer. Una nave así no pasaría desapercibida y sería fácil encontrar algún dato sobre sus movimientos recientes. También era buena idea preguntar al Gobierno Mundial pero... quizás le extrañara esa petición y perjudicara a su amigo por ello. No, lo mejor era que se buscara la vida para encontrarlo. No sería tan difícil, o eso esperaba. Si no podía encontrarlo no se podía llamar a sí mismo cazador.
-Gracias, Midorima, procuraré encontrarlo pronto y darle la enhorabuena por tener a tan leal y buen compañero en la banda. Le hará falta gente como tú, cuida de él y no dejes que haga locuras... bueno, lo último es imposible pero sí debes cuidar de él Le dijo con una sonrisa.
Tras eso se marchó por la puerta que había utilizado para entrar y respiró profundamente. Aunque todavía debía hacer algo antes de marcharse. La pastelería. Corrió hacia el edificio que había visitado anteriormente. Pero cuando llegó pudo observar un cartel de "cerrado". ¡Quel dommage! Aquello no podía estar ocurriendo, no podía ser real. ¿Cómo el destino podía ensañarse así con una sola persona? Aquello no era justicia y no había dios que pudiera permitirlo... eran esos momentos en los que Alex se hacía las preguntas trascendentales que todo el mundo se hacía alguna vez en la vida: ¿Cuando abrirán? ¿Estaban tan buenos como parecía? ¿Seguirán ahí cuando vuelva? Preguntas sin respuesta que le quitarían el sueño durante, al menos, un par de semanas.
El Sol volvió a brillar para el cazador e iluminar su día cuando la dueña del establecimiento, que casualmente atendía el mostrador, salía en ese momento. Alex le suplicó de rodillas que abriera la tienda de nuevo solo un minuto para que pudiera comprar. Tras varias negaciones e intentos de desprenderse del moreno, este le prometió pagar el doble por cada pastelito... pero no funcionó. Cuando nombró el triple del precio la cosa cambió. No siempre se recibía una oferta así. Finalmente la pastelera accedió y abrió el establecimiento solo para el cazador que compró una pieza de bollería de cada. cuarenta y dos en total. Aquella era la mejor compra que había hecho en su vida, por mucho que le hubiera costado todo el dinero que le quedaba. Merecía la pena.
Se dirigió hacia el puerto con la inmensa pila de cajas en la mano. Se tambaleaba lenta pero inexorablemente haciendo que Alex temiera por la integridad de sus postrecitos. Tranquilo no pasará ¡nada! La torre se tambaleó y terminó por ceder. El cazador trató de hacer incluso lo imposible por mantenerla en condiciones, pero fracasó. Las cajas cayeron al suelo desparramando más de treinta pastelitos por el suelo. Ni si quiera él se los comería envueltos de tierra y hormigas. Solo una caja quedó en condiciones. Siete piezas de los bollos que menos le gustaron. Qué suerte la suya, aunque era mejor que nada. Con una lágrima suprimida partió hacia un barco que lo llevara de nuevo a casa. Adiós recuerdos, adiós Baterilla, adiós Midorima y... adiós pastelitos.
-Gracias, Midorima, procuraré encontrarlo pronto y darle la enhorabuena por tener a tan leal y buen compañero en la banda. Le hará falta gente como tú, cuida de él y no dejes que haga locuras... bueno, lo último es imposible pero sí debes cuidar de él Le dijo con una sonrisa.
Tras eso se marchó por la puerta que había utilizado para entrar y respiró profundamente. Aunque todavía debía hacer algo antes de marcharse. La pastelería. Corrió hacia el edificio que había visitado anteriormente. Pero cuando llegó pudo observar un cartel de "cerrado". ¡Quel dommage! Aquello no podía estar ocurriendo, no podía ser real. ¿Cómo el destino podía ensañarse así con una sola persona? Aquello no era justicia y no había dios que pudiera permitirlo... eran esos momentos en los que Alex se hacía las preguntas trascendentales que todo el mundo se hacía alguna vez en la vida: ¿Cuando abrirán? ¿Estaban tan buenos como parecía? ¿Seguirán ahí cuando vuelva? Preguntas sin respuesta que le quitarían el sueño durante, al menos, un par de semanas.
El Sol volvió a brillar para el cazador e iluminar su día cuando la dueña del establecimiento, que casualmente atendía el mostrador, salía en ese momento. Alex le suplicó de rodillas que abriera la tienda de nuevo solo un minuto para que pudiera comprar. Tras varias negaciones e intentos de desprenderse del moreno, este le prometió pagar el doble por cada pastelito... pero no funcionó. Cuando nombró el triple del precio la cosa cambió. No siempre se recibía una oferta así. Finalmente la pastelera accedió y abrió el establecimiento solo para el cazador que compró una pieza de bollería de cada. cuarenta y dos en total. Aquella era la mejor compra que había hecho en su vida, por mucho que le hubiera costado todo el dinero que le quedaba. Merecía la pena.
Se dirigió hacia el puerto con la inmensa pila de cajas en la mano. Se tambaleaba lenta pero inexorablemente haciendo que Alex temiera por la integridad de sus postrecitos. Tranquilo no pasará ¡nada! La torre se tambaleó y terminó por ceder. El cazador trató de hacer incluso lo imposible por mantenerla en condiciones, pero fracasó. Las cajas cayeron al suelo desparramando más de treinta pastelitos por el suelo. Ni si quiera él se los comería envueltos de tierra y hormigas. Solo una caja quedó en condiciones. Siete piezas de los bollos que menos le gustaron. Qué suerte la suya, aunque era mejor que nada. Con una lágrima suprimida partió hacia un barco que lo llevara de nuevo a casa. Adiós recuerdos, adiós Baterilla, adiós Midorima y... adiós pastelitos.
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Ya estaba. Era todo, Midorima escuchó la respuesta de Alex y lo vio marcharse. No le iba a responder, no era necesario sabía que en un futuro se lo iba a encontrar de nuevo. Suspiró tranquilo mientras él también salía de la taberna, era hora de marchar también. No le gustaba ser mensajero pero esta vez sí lo iba a hacer, le iba a decir a Dexter lo que Alex le había pedido. En parte se sintió alagado por sus comentarios, en verdad, él simplemente no podías ser alguien mejor con el Shichibukai, él le había dado una segunda oportunidad, de comenzar de nuevo y no la iba a estropear. En su camino se había ganado el enfado y tenía unas cuantas traiciones a sus espaldas, pero era porque no podía encajar bien en aquellas bandas. Con Dexter era diferente, estaba con un amigo, un hermano y también quizás con alguien que idolatraba, pero que no lo demostraba ante él por orgullo.
En verdad que soy un idiota. Bueno, mejor volveré con Dexter lo antes posible. No quiero preocuparlo mucho, aunque bueno, su título me protege de todo el mundo. Pero me pregunto ¿Cuánto durará esta paz? Bueno la aprovecharé mientras duré. Tampoco me pondré frenos, aprovecharé esta inmunidad para ser más fuerte. No pienso perder a nadie más.
Susurró mientras caminaba directo al puerto donde estaba su barco. Tenía muchas ganas de volver a su barco. Con Dexter, Hinori y el resto de sus nakamas, reírse con ellos y aprovechar esta increíble paz mientras durara. Sabía que con la personalidad suya o bien, del resto de sus nakamas, algún día iban a volver a ser perseguidos. Por eso mismo tenía que aprovechar esta ventana de protección durante todo el tiempo para ser más fuerte, entrenar duro para ser de apoyo en los momentos difíciles de su banda. Se subió al barco y emprendió su viaje de regreso, no iba a tardar mucho en llegar donde su tripulación…era hora de empezar un nuevo viaje.
En verdad que soy un idiota. Bueno, mejor volveré con Dexter lo antes posible. No quiero preocuparlo mucho, aunque bueno, su título me protege de todo el mundo. Pero me pregunto ¿Cuánto durará esta paz? Bueno la aprovecharé mientras duré. Tampoco me pondré frenos, aprovecharé esta inmunidad para ser más fuerte. No pienso perder a nadie más.
Susurró mientras caminaba directo al puerto donde estaba su barco. Tenía muchas ganas de volver a su barco. Con Dexter, Hinori y el resto de sus nakamas, reírse con ellos y aprovechar esta increíble paz mientras durara. Sabía que con la personalidad suya o bien, del resto de sus nakamas, algún día iban a volver a ser perseguidos. Por eso mismo tenía que aprovechar esta ventana de protección durante todo el tiempo para ser más fuerte, entrenar duro para ser de apoyo en los momentos difíciles de su banda. Se subió al barco y emprendió su viaje de regreso, no iba a tardar mucho en llegar donde su tripulación…era hora de empezar un nuevo viaje.
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