¿Cuánto tiempo ha pasado? [Ai - Krauser]

El puño del ex almirante chocó sin piedad alguna con aquella pared de madera que se hallaba en mitad de la enorme sala de entrenamiento. Las astillas saltaron en varias direcciones y tras despejarse la pequeña humareda se puso ver un agujero en aquel pequeño muro. El asesino introdujo su mano por él agarrando del cuello a uno de los revolucionarios y de un movimiento lo estampó contra el suelo. Había sido pan comido y en ese momento el castaño terminó de atravesar la pared con toda la calma del mundo. Se limpió un poco el polvo y sonrió de lado al mismo tiempo que se relamía despacio. Haber pasado al pasillo continuo no había sido demasiado difícil teniendo en cuenta el material y la potencia de su energía cortante. Debía aprender a controlarse o de lo contrario podía cargarse cualquier metal aliado.

De todas formas no era tiempo para pensar en eso pues no había terminado su entrenamiento. Llevaba sus vendajes de siempre y una camiseta negra de manga corta, sus pantalones largos y por último unas sandalias de madera. En la zona de la rodilla un funda con su pistola y en la espalda el enorme espadón. A los lados de la cintura poseía dos fundas con sus machetes. En el bolsillo su hilo de piano, al cabrón era un arsenal andante y no se había traído todo el equipaje. Estaba fabricándose una armadura de calidad igual a una O Wazamono y ya estaba terminándola. Le quedaba poco para que estuviese perfecta a decir verdad, sus capacidades de herrero eran impresionantes y por ello las aprovechaba al máximo. También solía hacer encargos a la revolución y creaba armas para todos los hombres necesarios que se las pidieran. Ganarse la confianza de todos era fundamental, cosa que ya había logrado con muchísimos de aquellos hombres.

En ese momento dos cañones salieron del suelo empezando a dispararle ráfagas de balas. El asesino corrió hacia ellos con una mirada seria y después sacó su machete eléctrico. Su cuerpo era atravesado como si de una fantasma fuese dejando pequeños agujeros de niebla en él. En ese momento un soldado salió de un lado con un fusil. Comenzó a dispararle también pero esta vez se imbuyó en su haki armadura sintiendo como las balas rebotaban en él como si fuesen de goma. De un corte partió ambos cañones y después se giró hacia aquella persona. Se deshizo en niebla desplazándose tras él y de una patada alta lo dejó inconsciente con toda la facilidad del mundo. Según su mantra no quedaba nadie para seguir peleando y por ello suspiró dando por finalizado el entrenamiento. De todas formas pensaba seguir ejercitándose y ahora comenzó a caminar hacia la salida. En ese momento su den den mushi comenzó a sonar y no tardó mucho en cogerlo. Escuchó las palabras de aquellos hombres y alzó una ceja quedando un poco confuso. No podía ser verdad que aquella marine desaparecida hubiese ido a buscarle hasta allí. No terminaba de creérselo y simplemente colgó sin decir nada, empezó a caminar hacia el lugar de los guardias mientras se quitaba la camiseta. Estaba sudando debido a todo el trabajo realizado.

Su cuerpo resultaba ser un arma de combate y se notaba lo fornido que estaba, era todo un militar. No tardó mucho en llegar y cuando activó su mantra quedó impresionado, no se había olvidado del aura de su alumna. Primero aparecía Minako, después recibía una carta de Karl diciendo que estaba vivo y ahora aparecía ella. Dios le amaba y ahora su vida estaba volviéndose demasiado perfecta. – Señor ya le hemos dado un buen golpe para que aprenda. – El puño derecho del Oficial se estampó en la cara de aquel pelirrojo tirándolo al suelo forma violenta. – No he dado permiso para atacar a nadie. No volváis a tomaros esas confianzas con los nuevos o me vais a oír. – El tipo asintió desde el suelo retirándose y el demonio clavó sus ojos en la chica. – ¿Eres tú de verdad? ¿Cómo puedo fiarme de tú palabra? ¡Firme soldado! – Dijo ahora de forma autoritaria. Sabía perfectamente que era ella pero deseaba ver la reacción de la chica, él ya estaba feliz de sobra.

La chica parecía haber contestado bien a las preguntas pero al castaño le hizo gracia lo de que le había vencido solo ella. Krauser nunca había perdido un combate y dejar vencer a una chica para motivarla no lo consideraba derrota. Tal vez el haber perdido a su hermano durante la guerra si podía ser una batalla perdida para él. De todas formas no iba a pensar en aquello y se quedó mirando a la chica con una sonrisa ladeada. Su aspecto a veces resultaba imponente y más cuando su poder había aumentado de forma exagerada. Ahora sí que era capaz de eliminar él solo a los almirantes de aquella época, sus habilidades eran impresionantes. Nada le impedía llenar la base entera de niebla y deshacerse totalmente en ella siendo inmune a haki de observación. Sin embargo no había necesidad de hacer cosas como aquellas pues ahora debía de estar atento a lo que decía la chica.

Estaba un poco confuso pues algo no cuadraba mucho. Podían haberla mandado para matarle o infiltrarse debido a que se conocían y probablemente los marines sabían aquello. Era una lástima pero no iba a poder fiarse de ella tanto como le hubiese gustado, de hecho no había sido un almirante por nada. De todas formas iba siempre con la verdad por delante y no se iba a andar con chiquitas. La miró de nuevo para después soltar una leve carcajada en un tono bastante serio. – Sé que eres tú, pues conozco tu aura a la perfección. Pero hay un par de problemas con tu petición… – Susurró mientras andaba de un lado a otro analizando despacio la situación. Le estaban dando ganas de abrazarla pero era demasiado arriesgado. Su haki estaba totalmente activado por sí las moscas y después de unos momento continuó caminando de un lado a otro con su machete en mano. Jugaba con él como si un simple cuchillo fuese pues lo lanzaba al aire y lo atrapaba por el mango con facilidad. Sus años como asesino le habían dado reflejos y fuerza suficiente para ejecutar aquellos movimientos como si nada.

En ese momento la miró de nuevo haciendo una pequeña mueca de incomodidad pues le estaba costando bastante. – Me temo que podrías ser una espía y no voy a poder aceptar por el momento. Necesito una prueba, quiero que dejes fuera de juego a un par de cargos altos de la marina. Tenientes me sirven, cuando vea un precio razonable por tu cabeza aceptaré. – Dijo entonces mirándole mientras mostraba una expresión seria. La verdad es que bastante se estaba arriesgando ya dejándola allí pero no iba a hacerle daño. Entonces fue cuando guardó su arma y simplemente le hizo un gesto con la mano para que le siguiera. Empezó a caminar con tranquilidad saliendo de la entrada de la base y dirigiéndose tranquilamente a la playa. – Por el momento si quieres quedarte en la base iras conmigo todo el rato. Dormirás en la cama de al lado, comerás dónde yo y por supuesto quiero escuchar todas tus conversaciones. – Dijo aquello con una tranquilidad impresionante. Era un tipo directo e iba a cumplir todo lo que había dicho pues la seguridad era lo primero.

Una vez llegó se sentó en la arena quedando frente al mar y esperando a ver que iba a hacer la chica. Tomó unos cuantos granos con la mano y después los dejó caer de nuevo a su sitio. – Ya me conoces, suelo ser muy precavido. Pero si haces lo que te he pedido te habrás ganado mi confianza, de hecho si los derrotas tráelos. – No iba a arriesgarse a que le pusieran un precio falso, debía asegurarse de que cometía el delito de entregar a dos marines a los revolucionarios. En ese momento unas feas nubes empezaron a acercarse despacio hacia la isla pero le daba absolutamente lo mismo. Esperó alguna posible pregunta de la chica y se quedó mirando el océano en silencio. No había más que hablar y ya solo quedaba la confirmación de la morena. Krauser sonrió de forma amable en ese momento mientras dejaba su mano derecha en la funda de su machete de kairouseki.

Krauser continuaba observando el océano con una mirada relajada. Escuchó las palabras de la chica con toda la calma del mundo. Después de unos momentos soltó un leve suspiro y la escuchó con calma. Al parecer había decidido volver a su casa y pasar la vida tranquilamente. Le había molestado el hecho de no haber sido informado de ello, a aquellas alturas ya le daba lo mismo. Ahora estaba entre la posibilidad de una buena compañera o la de una espía de la marina para matarle o pillar información. Ambas opciones parecían perfectas, aunque sin duda alguna, la que deseaba Redfield era la primera. No soportaba las traiciones y ya había perdido a muchísimos aliados, entre los que destacaban el marine del martillo. Otros también importantes como Hideki, Kaishi o Joseph. No sabía nada de ellos salvo del último, que al parecer había subido un par de escalones en la jerarquía. Ya se temía la posibilidad de tener que combatir con sus antiguos camaradas, era una prueba que iba a tener que pasar. La idea no le resultaba agradable pero no le quedaba opción. El mundo debía limpiarse y para ello la marina podrida, debía desaparecer de la faz de la tierra.

En ese momento escuchó la pregunta de la morena. No pudo evitar entrecerrar los ojos y continuar mirando al mar. Había muchísimas forma de responderle, pero solo una era la correcta. La verdad debía ir por delante para poder ganarse también la confianza de la chica y mostrarle que continuaba siendo el mismo. Entonces fue cuando se quedó mirándola a los ojos con toda la calma del mundo y trató de ponerle la mano en la cabeza. – Continuo buscando lo que buscaba en la marina. Mi objetivo es acabar con la corrupción y hacer el mundo un lugar mejor, sin guerras, abusos ni violencia. – Sabía claramente que aquel sueño era algo imposible y que no iba a lograrlo solo. Al menos ya tenía su brigada especial entrenando y juntos bajo el nombre de los demonios, podrían traer de vuelta la paz. La marina solo era un enorme cajón lleno de cartas vacías y chinchetas afiladas que debían de ser limpiadas. Había esperando todavía en algunos de ellos, ya había oído hablar de tipos como Kai. De hecho cuando le venció en aquella isla, no le mató por qué vio en sus ojos algo distinto a los demás. Confiaba en sus propias deducciones y por ello estaba muy calmado. – Ese es el motivo, Ai. Voy a lograr a toda costa mi meta y de ese modo impartiré justicia. – Dicho aquello se puso en pie.

Se alejó un par de pasos de la muchacha y en ese momento se quitó la camiseta. La miró de forma tranquila y acto seguido entrecerró los ojos despacio. Quería comprobar ciertas cosas en un pequeño duelo con la chica. De aquella forma podía sacar mejores conclusiones de si era una espía o no. – Lucharemos con un total de dos asaltos. Tras esos lo dejaremos, independientemente del resultado, demuéstrame que eres tú. – Dijo aquello mostrándole una sonrisa ladeada para después simplemente esperar a que empezara. Si ella usaba armas, trataría de tomar su machete, si por el contrario iba cuerpo a cuerpo, lucharían así. Todo dependía de ella. Cualquier cosa que hiciese la chica en ese momento podía ser sospechoso para Krauser o quizás lo contrario. Aquello era una apuesta y las cartas ya habían sido barajadas por el asesino. La ciega pequeña debía depositarse sobre la mesa y entonces comenzar la verdadera partida.

La chica se había pedido la primera para atacar. Sin duda el demonio prefería esperarla para ver que iba a hacer para sorprenderle. El castaño simplemente entrecerró los ojos para después activar su haki de observación. No le hacía falta abrirlos para nada pues el aura de ella era muy débil a su lado. En ese momento pensó que la probabilidad de que fuese una espía se reforzaba. Ellos querían que pensasen que era una idiotez mandar a alguien así, pero tal vez querían que Krauser pensara aquello. Por el momento tomaría precaucione y sería un asesino como los de costumbre, rápido y silencioso. La chica en ese momento parecía tener una mirada que indicaba ganas de mostrar su valía. Sin embargo el oficial revolucionario debía mostrarle quién era y que no iba a ser fácil derrotarle. En el pasado la había dejado vencer pero ahora era muy distinto. La situación era tensa y agradable al mismo tiempo. El mal y el bien estaban demasiado cerca para el diablo de la niebla. No debía confiarse pero tampoco pasarse. De todas formas el espectáculo estaba a punto de comenzar.

Tuvo una leve visión de lo que la chica pretendía hacer y en ese momento alzó una ceja. Iba a ser demasiado fácil. En ese momento ella estaba realizando la finta y él simplemente suspiró un poco. – La espalda no, hombre. Ataca a sitios más peligrosos. – Había dicho aquello antes de que ella realizase el ataque. De todas formas permaneció con los ojos cerrados y quieto. Ambos cortes impactaron en él, pero directamente lo atravesaron como si de un fantasma se tratase. Sus nuevas habilidades eran impresionantes y ella no tenía ni haki. Había decidido jugársela un poco, pero al parecer la chica no tenía nada potente con ella. En ese momento se quedó mirándola con toda la calma del mundo y soltó un leve suspiro. – ¿Eres tú de verdad? Antes eras mucho más fiera. No te cortes y muéstrame tu máximo poder. – Dijo aquello con un poco de autoridad. En ese momento pasó al contraataque y simplemente se movió hacia ella. Trató de colocarse a su lado derecho para después tratar de darle una patada militar a la altura del pecho. Había echado el cuerpo hacia atrás y usado el pie contrario como apoyo. Además su extemidad había tomado un color morado azabache.

Le diese o no, se echaría hacia atrás. Estaba orgulloso de sus dos tipos de haki. Entonces fue cuando colocó la mano en el suelo y unos trescientos metros a la redonda se llenaron de niebla. Él por su parte se fundió con ella y empezó a levitar por la zona en aquella forma. Así evitaba ser detectado por cualquier cosa y en contra del mantra ya había activado la capacidad de la niebla perfecta. Por si fuera poco también hizo que los que estuviesen en contacto con la niebla, notasen su cuerpo más pesado. Ahora quería jugar un poco y ver su reacción. Aquella jodida neblina también estaba a unos ciento cincuenta metros hacia arriba. Era imposible escaparse antes que el propio asesino. Además gracias a su haki podía saber lo que iba a hacer ella, siempre era bueno hacer cosas de ese tipo. Se colocó a unos seis metros de ella, quedándose a sus espaldas y transformado totalmente.

Krauser observaba a la chica con una calma demasiado exagerada. Era como ver una película sentado en el sofá de casa. Ella se notaba nerviosa y él mientras tanto permanecía mirando sin planear atacar. Era una situación divertida pues ella estaría sintiendo el frío aliento de la muerte en todas las direcciones. No había cambiado nada pero esta vez no iba a dejarla vencer. Antes el mundo era bonito y quería motivarla. Ahora todo era una mierda y quería mostrarle como era la cruda realidad. De aquella forma la muchacha podría entender la visión del demonio de la niebla y entrenar al máximo. De hecho estaba a punto de mostrarle como era su verdadera forma de combatir. No tardó mucho en fruncir el ceño y materializarse, en ese momento apretó ambos puños y se lanzó a por ella.

Cuando estaba a unos tres metros, se deshizo en niebla de nuevo y comenzó a elevarse a unos veinte metros de altura, ocultándose de nuevo. – ¡He dicho todo tu poder! – Dijo desde el cielo para después materializar solo su cuerpo de cintura para arriba. Salió despedido hacia la chica a una velocidad impresionante mientras entrecerraba los ojos. Cuando estaba a punto de llegar, se volvió a desmaterializar. Sus reflejos eran impresionantes y seguía sus movimientos con su haki de observación. El castaño entonces trató de colocarse a su espalda y se materializó. Lanzó sin pensárselo un puñetazo contra ella. Su brazo se había convertido en un enorme puño de niebla con a dureza y la tenacidad del hierro, además medía un metro de alto y uno de ancho. Iba imbuido en su haki armadura más potente y sin pensárselo trató de impactarlo contra la chica. Su objetivo era abarcar desde su pecho hasta su cara. Una vez hecho aquello, volvería a convertirse en niebla a toda velocidad y se fundiría con el ambiente.

Su mirada volvió a clavarse en la muchacha y simplemente soltó una leve carcajada. – ¡Ai! ¡Todo ha cambiado! ¡Ahora necesitas conocer la crueldad del mundo! – Dicho aquello comenzó a correr hacia ella, materializándose de nuevo y anulando totalmente la niebla. Ya sabía que no iba a poder tocarle de aquella forma y quería darle una oportunidad. [Manual Prisa] El demonio entonces corrió hacia ella, sacando su machete de kairouseki. Cuando estuviese cerca trataría de lanzarle un tajo al hombro derecho, le diese o no, pisaría el suelo con fuerza y provocaría una onda expansiva. [Manual explosión galáctica] Todos sus ataques estaban imbuidos en haki armadura. – ¡El juego es muy distinto a lo de siempre! No sé si eres una enviada o pretender ayudarme de verdad. Sea cual sea la opción, no pienso hacerte más daño del que te haría un enemigo. – Dijo aquello quitándose los vendajes y mostrando unos dientes afilados impresionantes. La miraba sonriendo de lado en todo momento, esperando su ataque ahora que había cumplido el suyo él. Quería que se esforzara al máximo.

El demonio observó como la chica bloqueaba su primer ataque a buena velocidad. Cosa que le impresionó teniendo en cuenta que su niebla paralizante estaba activada. De todas formas no importaba mucho. Su tajo fue evadido también y al parecer su técnica expansiva también. Con aquella combinación esperaba derrotarla, pero al parecer tenía más poder del esperado. Sin duda el primer puñetazo de niebla, dejó fuera de combate incluso a comandantes. Tal vez tuvo mucha suerte simplemente. Dejó de pensar en aquel tema y mantuvo su mirada firme en todo momento. La miraba y recordaba sus primeros entrenamientos en la marina. De hecho no pudo evitar mostrar una sonrisa. Era una lástima que no pudiese fiarse de ella. Podía ser una espía perfectamente. Ahora se le estaba ocurriendo un plan además de la jugada de los tenientes. Estaba seguro que de aquella forma todo estaría bien. Ahora solo faltaba ver la reacción de la chica. Todo estaba a punto de salir como él lo tenía planeado.

El estratega de la revolución pudo ver como ella cambiaba de aspecto físico. Él pensaba que era portadora de la fruta de plata pero, ahora le mostraba otra cosa. Era un enorme felino de unos cinco metros, una altura considerable. Su fuerza debía de haber aumentado y todo indicaba que su fruta era del tipo mitológico o prehistórico. Con una sonrisa lanzó sus armas a un lado, quedando totalmente desarmado. Miró a la bestia a los ojos y mostró una sonrisa amable. – Siempre serás mi hermanita, Ai. – Dijo con un tono calmado. Cuando el ataque de ella se realizó, se imbuyó en su haki armadura pero no al máximo. Colocó ambos brazos en cruz y se dejó dar. La sangre saltó de forma violenta y después cayó al suelo. Krauser sintió un dolor punzante recorrerle el cuerpo. Además la sensación del calambrazo había sido molesta. A continuación recibió otro tajo que de nuevo le hizo sangrar y notar los efectos de la electricidad. Debido a su haki evadió daños mortales pero, los había recibido considerables. El demonio cayó de espaldas al suelo y cerró los ojos un momento.

El motivo por el que le había dicho que atacara con todo era ese. Quería sentir toda su fuerza y no defenderse. Todo lo de los dos asaltos había sido un truco suyo para que ella pensara que estaban comenzando. El castaño entonces se quedó tirado en el suelo, emanando algo de sangre de sus heridas, cosa que le daba lo mismo. No pudo evitar mostrar una sonrisa un poco apenada. – Me has vuelto a derrotar, Ai. – Dijo entonces mientras recordaba su época marine. Una ligera brisa de viento meció un poco sus cabellos. A su mente llegaron las imágenes del primer combate en aquella isla salvaje, dentro de la cueva. No pudo evitar sonreír y llevarse la mano al pecho. El corazón le latía cuando pensaba en sus años pasados como marine. Le iban a quedar unas buenas cicatrices pero ¿Qué más le daba a él? Llevaba muerto muchísimo tiempo. No le quedaba gran cosa. De hecho miró a la mujer tigre detenidamente, tal vez después de lo que planeaba era la última vez que la veía. – ¿Crees que brillaran las estrellas esta noche? – Preguntó en un tono calmado mientras cerraba los ojos.

Todo parecía haber vuelto a la calma de repente. – Dicen que cuando pierdes a alguien, va hacia los cielos. No suelo creer en esas cosas pero, recuerda estas palabras, Ai-chan… – El demonio no pudo evitar soltar un leve suspiro mientras colocaba sus manos en los bolsillos del pantalón. Parecía estar en otro mundo.

El demonio de la niebla escuchó las palabras de la chica. No pudo evitar mostrar una sonrisa tranquila. No podía ser una jodida espía pero, debía de asegurarse. Un solo error y miles de revolucionarios podían perder la vida sin motivo. Sus pardos ojos se entrecerraron y entonces soltó un leve suspiro. No iba a ir a ver a un médico ni nada parecido. Aquellos cortes tampoco eran para tanto, y menos para él. En ese momento un aura verdosa comenzó a cerrarlos despacio, como si nunca hubiesen existido. – Demon restaureh… – Susurró con toda la calma del mundo. Una vez que sus heridas estuvieron curadas, metió la mano en su bolsillo y sacó su comunicador. Estaba claro que necesitaba hacer una llamada. – Richard, pon en mi despacho otra cama, alejada a unos tres metros de la mía y con un ventilador en medio. – Dicho aquello, soltó un pequeño suspiro.

Entonces fue cuando el demonio se puso en pie y miró a la chica a los ojos. Estaba en una postura inexpresiva como de costumbre. Era el momento de continuar con las labores de revolucionario. – Lo lamento pero, no puedo dejarte intimidad. Ahora vente y mañana podrás salir en busca de esos dos tenientes. – No iba a renunciar a aquella prueba pero, le bastaría si lo lograba. Soltó un pequeño suspiro y comenzó a caminar hacia la base. Él se dedicaría a firmar papeles y demás, ella a dormir o a cualquier otra cosa que no implicase salir de allí.