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Otro día nublado en el North Blue. El aire frío helaba los huesos de los revolucionarios y una densa capa de nubes convertía el cielo en un manto gris impenetrable por los rayos del Sol. No le estaba gustando ese mar pues, aunque estaba acostumbrado al intenso frío del fondo oceánico, también le gustaban los días soleados, así que los continuos nubarrones del mar del norte le deprimían un poco. Pero no sería él quien se quejara de eso; "si no puedes cambiar algo, acostúmbrate hasta que te guste", ese era su dicho. Sus compañeros de la revolución siempre se habían cuestionado su conformismo, aunque no solían decir nada. Habían entendido que Maki era un tipo demasiado excéntrico como para intentar comprenderlo así que solían darle algo de margen.
El gyojin desembarcó en cuanto tocaron tierra. ¿Su ubicación?, English Garden, una isla pequeña sin demasiada importancia para nadie, pero que era perfecta para poner a prueba su compromiso con la Causa. Aquel día tendría lugar su primera misión en solitario, la cual consistía en hacerse con un cargamento de provisiones y materiales que sin duda servirían mejor a la Revolución que a esa panda de clasistas adinerados. Además era un golpe pensado para intentar solucionar el desequilibrio en la isla. En aquel lugar existían grandes desigualdades entre unos y otros, llegando al punto de que coexistían civilizaciones opuestas en un mismo reino.
Maki dio una vuelta por los alrededores tras desembarcar en el sur de la isla, una zona portuaria bastante animada. Allí sería donde tendría que llevar a cabo su tarea, por lo que decidió dar una vuelta a ver que encontraba. Su intención era la de echar un vistazo por el puerto en busca de un objetivo fácil pero importante y volver tras el anochecer para cumplir su misión, pero cuando quiso darse cuenta acabó en perdido por la ciudad. La ciudad de TowerBridge era de lo más activa. Por todas partes iban y venían personas bien vestidas, algo que difícilmente podía encontrarse en esos tiempos. Por desgracia la mayoría de sus habitantes, por no decir todos, parecían bastante snobs y se apartaban rápidamente según pasaba. Normalmente la gente se asustaba de su aspecto, pero aquellas personas exageraban un poco. Una mujer llegó incluso a desmayarse al verle, haciendo un gesto bastante sobreactuado antes de caer. El pez gota suspiró resignado y siguió a lo suyo. Más le valía dejar a un lado los paseos y buscar un lugar donde comer algo, iba a ser un día largo.
El gyojin desembarcó en cuanto tocaron tierra. ¿Su ubicación?, English Garden, una isla pequeña sin demasiada importancia para nadie, pero que era perfecta para poner a prueba su compromiso con la Causa. Aquel día tendría lugar su primera misión en solitario, la cual consistía en hacerse con un cargamento de provisiones y materiales que sin duda servirían mejor a la Revolución que a esa panda de clasistas adinerados. Además era un golpe pensado para intentar solucionar el desequilibrio en la isla. En aquel lugar existían grandes desigualdades entre unos y otros, llegando al punto de que coexistían civilizaciones opuestas en un mismo reino.
Maki dio una vuelta por los alrededores tras desembarcar en el sur de la isla, una zona portuaria bastante animada. Allí sería donde tendría que llevar a cabo su tarea, por lo que decidió dar una vuelta a ver que encontraba. Su intención era la de echar un vistazo por el puerto en busca de un objetivo fácil pero importante y volver tras el anochecer para cumplir su misión, pero cuando quiso darse cuenta acabó en perdido por la ciudad. La ciudad de TowerBridge era de lo más activa. Por todas partes iban y venían personas bien vestidas, algo que difícilmente podía encontrarse en esos tiempos. Por desgracia la mayoría de sus habitantes, por no decir todos, parecían bastante snobs y se apartaban rápidamente según pasaba. Normalmente la gente se asustaba de su aspecto, pero aquellas personas exageraban un poco. Una mujer llegó incluso a desmayarse al verle, haciendo un gesto bastante sobreactuado antes de caer. El pez gota suspiró resignado y siguió a lo suyo. Más le valía dejar a un lado los paseos y buscar un lugar donde comer algo, iba a ser un día largo.
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El pelirrojo miraba con desdén el cielo grisáceo. El North Blue y su clima provocaban en él que su carácter activo y alegre tornase en uno más apagado. La temperatura no era demasiado baja, pero se echaban en falta los acogedores y calientes rayos del Sol. Su mirada se perdía entre las numerosas formas que adoptaban las nubes en el cielo, en una armonía de tonos grises y oscuros, casi como si de un cuadro abstracto se tratase. Era el único entretenimiento que tenía en aquel momento, al menos hasta que aquello se volviese algo más interesante.
Hacía escasas semanas que había llegado un aviso al Cuartel General. Al parecer, aquel día se transportaría un importante cargamento. Los interesados de turno solicitaron al gobierno que mandasen a alguien para proteger la mercancía, pues temían que pudiesen intentar robarla. Y en aquella ocasión, le había tocado a la Llama. No era una tarea que le entusiasmase, pero era su deber, por lo que no tenía otro remedio. La posibilidad de que saqueasen el cargamento le parecía demasiado pequeña. "Tendrán cosas más importantes que hacer que asaltar unos suministros tan insignificantes" pensaba para sí mismo.
Se encontraba apoyado en la pared de un alto edificio blanco, el cual parecía ser en principio un hotel de alta categoría, al igual que la gente de la zona por lo que veía. No le gustaba aquel lugar. Demasiados prejuicios. No le gustaba que aquella gente estuviese tan... Por las nubes, despreciando a todos los que eran diferentes a ellos, creyéndose superiores o algo por el estilo. "Este es el tipo de gente que no debería tener al gobierno a su servicio".
La situación se agravió cuando el pelirrojo observó un alarde de xenofobia al ver por la calle en la que se encontraba a un gyojin, del cual la gente se apartaba con asco y horror. Incluso una señora pareció desmayarse por el simple hecho de verle. Sin duda alguien tan alto y de un aspecto tan "particular" llamaría la atención, pero no había motivos para tal falta de respeto. Hizo una mueca y decidió que lo mejor sería ir a comer algo. Tal vez así se tranquilizaría.
Se apartó de la pared al poco rato y avanzó por la calle, en la misma dirección que había seguido el enorme gyojin. "Pues pinta entretenido el día" pensó mientras escudriñaba los edificios de los alrededor con la mirada, buscando algún restaurante o taberna donde le pudiesen poner un buen plato de comida.
Hacía escasas semanas que había llegado un aviso al Cuartel General. Al parecer, aquel día se transportaría un importante cargamento. Los interesados de turno solicitaron al gobierno que mandasen a alguien para proteger la mercancía, pues temían que pudiesen intentar robarla. Y en aquella ocasión, le había tocado a la Llama. No era una tarea que le entusiasmase, pero era su deber, por lo que no tenía otro remedio. La posibilidad de que saqueasen el cargamento le parecía demasiado pequeña. "Tendrán cosas más importantes que hacer que asaltar unos suministros tan insignificantes" pensaba para sí mismo.
Se encontraba apoyado en la pared de un alto edificio blanco, el cual parecía ser en principio un hotel de alta categoría, al igual que la gente de la zona por lo que veía. No le gustaba aquel lugar. Demasiados prejuicios. No le gustaba que aquella gente estuviese tan... Por las nubes, despreciando a todos los que eran diferentes a ellos, creyéndose superiores o algo por el estilo. "Este es el tipo de gente que no debería tener al gobierno a su servicio".
La situación se agravió cuando el pelirrojo observó un alarde de xenofobia al ver por la calle en la que se encontraba a un gyojin, del cual la gente se apartaba con asco y horror. Incluso una señora pareció desmayarse por el simple hecho de verle. Sin duda alguien tan alto y de un aspecto tan "particular" llamaría la atención, pero no había motivos para tal falta de respeto. Hizo una mueca y decidió que lo mejor sería ir a comer algo. Tal vez así se tranquilizaría.
Se apartó de la pared al poco rato y avanzó por la calle, en la misma dirección que había seguido el enorme gyojin. "Pues pinta entretenido el día" pensó mientras escudriñaba los edificios de los alrededor con la mirada, buscando algún restaurante o taberna donde le pudiesen poner un buen plato de comida.
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El gyojin caminó lentamente por la avenida más amplia, pensando que por allí tendría que haber algún buen sitio donde almorzar. Por el camino se paró a echar un vistazo en algunas tiendas, asomándose a los escaparates que le resultaban atrayentes o a los sitios que le parecían bonitos. La mayoría de veces, los clientes del interior de las tiendas en las que miraba se sorprendían hasta el punto de soltar todo tipo de exclamaciones malsonantes. Por el camino, Maki se topó con un elegante restaurante con pinta de caro. No tenía absolutamente nada de dinero pero nada le impedía aprovecharse de las muestras gratuitas que seguro que había, o al menos debería haberlas sino, ¿cómo podían hacerse llamar restaurante?
El pez gota posó sus manos sobre el cristal para poder ver el interior sin que le molestasen los reflejos y pasó la mirada sobre los platos de comida que portaban los camareros. Justo en la parte donde se asomaba, una pareja comía lo que parecía ser una especie de estofado con bastante buena pinta. Cuando los otros clientes notaron la presencia del hombre-pez, ambos se dieron cuenta de que les estaba mirando. Nada más girarse, saltaron asustados exageradamente al ver la poco agraciada cara del pez borrón mirando babeante su plato. -¿Vais a comeros eso? -preguntó Maki mientras alargaba la mano para coger uno de los platos. Por desgracia olvidó que el cristal estaba ahí y acabó rompiéndolo. Al menos la comida estaba buena, pero se había quedado con hambre. Para pagar la comida, ya que no tenía dinero, dejó una pequeña piedra negra y brillante, una especie de "tesoro" que estaba seguro de que serviría para cubrir el precio de la comida.
Durante un rato más, caminó por la ciudad aunque no encontró ningún sitio que le gustase y en el que le dejaran entrar. Siguió andando un tiempo hasta que, sin saber muy bien como, acabó rodeado por un grupo de tipos tan altos como él y vestidos con pieles. El pequeño grupo que le rodeaba le miraba con interés, como si no hubiesen visto nunca a alguien de su especie, cosa que no era difícil de creer teniendo en cuenta donde se encontraban. Lo más curioso de aquella gente era la gran diferencia con las personas que había conocido en la ciudad. Estos parecían mucho más rudos y menos... "blanditos". Le gustaba ver que no tenían esa molesta tendencia a la sobreactuación que mostraban los de la ciudad. Y le habrían gustado todavía más si no lo hubieran atado y se lo hubieran llevado a cuestas en dirección a... bueno, no tenía muy claro a donde diablos le llevaban. Solo esperaba que no les gustase comer pescado.
El pez gota posó sus manos sobre el cristal para poder ver el interior sin que le molestasen los reflejos y pasó la mirada sobre los platos de comida que portaban los camareros. Justo en la parte donde se asomaba, una pareja comía lo que parecía ser una especie de estofado con bastante buena pinta. Cuando los otros clientes notaron la presencia del hombre-pez, ambos se dieron cuenta de que les estaba mirando. Nada más girarse, saltaron asustados exageradamente al ver la poco agraciada cara del pez borrón mirando babeante su plato. -¿Vais a comeros eso? -preguntó Maki mientras alargaba la mano para coger uno de los platos. Por desgracia olvidó que el cristal estaba ahí y acabó rompiéndolo. Al menos la comida estaba buena, pero se había quedado con hambre. Para pagar la comida, ya que no tenía dinero, dejó una pequeña piedra negra y brillante, una especie de "tesoro" que estaba seguro de que serviría para cubrir el precio de la comida.
Durante un rato más, caminó por la ciudad aunque no encontró ningún sitio que le gustase y en el que le dejaran entrar. Siguió andando un tiempo hasta que, sin saber muy bien como, acabó rodeado por un grupo de tipos tan altos como él y vestidos con pieles. El pequeño grupo que le rodeaba le miraba con interés, como si no hubiesen visto nunca a alguien de su especie, cosa que no era difícil de creer teniendo en cuenta donde se encontraban. Lo más curioso de aquella gente era la gran diferencia con las personas que había conocido en la ciudad. Estos parecían mucho más rudos y menos... "blanditos". Le gustaba ver que no tenían esa molesta tendencia a la sobreactuación que mostraban los de la ciudad. Y le habrían gustado todavía más si no lo hubieran atado y se lo hubieran llevado a cuestas en dirección a... bueno, no tenía muy claro a donde diablos le llevaban. Solo esperaba que no les gustase comer pescado.
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Siguió caminando por las transitadas calles de la ciudad, sin encontrar ningún sitio que terminase de convencerle. No es que le disgustase la comida que servían, pero los precios eran demasiado altos para alguien de su condición. "No me puedo creer que no haya un solo restaurante humilde en este sitio" pensó sin dejar de escudriñar los edificios de su alrededor.
Entonces, su mirada se topó con aquel misterioso hombre-pez que había visto antes. Parecía que había hecho algunos ami... ¿Eso eran cuerdas? ¿¡Un jodido secuestro a plena luz del día!? ¿Pero qué narices pasaba en aquella ciudad? El pelirrojo se ajustó la banda que sujetaba su pelo, comprobó que la katana siguiera en su sitio, envainada a la altura de la cintura, y siguió a aquellos hombres, entre la gente.
Al parecer se lo llevaban a las afueras de la ciudad. El chico iba a intervenir desde el principio, pero tal vez si les seguía le conducirían hasta sus superiores. Quizá tuviese suerte y encontrase algún tipo de mafia traficante o algo por el estilo, por lo que decidió esperar. Como supuso, los hombres lo llevaron a las afueras de la ciudad. El pelirrojo los siguió a una distancia prudencial, ocultándose con los accidentes del terreno para que no pudieran localizarle. Entonces, el grupo se paró.
- ¿Por qué se paran ahora? -dijo en voz baja para sí mismo.
Entonces, su mirada se topó con aquel misterioso hombre-pez que había visto antes. Parecía que había hecho algunos ami... ¿Eso eran cuerdas? ¿¡Un jodido secuestro a plena luz del día!? ¿Pero qué narices pasaba en aquella ciudad? El pelirrojo se ajustó la banda que sujetaba su pelo, comprobó que la katana siguiera en su sitio, envainada a la altura de la cintura, y siguió a aquellos hombres, entre la gente.
Al parecer se lo llevaban a las afueras de la ciudad. El chico iba a intervenir desde el principio, pero tal vez si les seguía le conducirían hasta sus superiores. Quizá tuviese suerte y encontrase algún tipo de mafia traficante o algo por el estilo, por lo que decidió esperar. Como supuso, los hombres lo llevaron a las afueras de la ciudad. El pelirrojo los siguió a una distancia prudencial, ocultándose con los accidentes del terreno para que no pudieran localizarle. Entonces, el grupo se paró.
- ¿Por qué se paran ahora? -dijo en voz baja para sí mismo.
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-"¿A dónde diablos me llevan?" -pnsó Maki mientras era secuestrado por aquella gente tan rara. -"Espero que no les guste el sushi, Oh dios, ¿y si quieren comerme? ¿Pero porqué no cogen peces del mar? A lo mejor están locos, si, seguro que es eso. Mejor me hago el muerto para que no se alarmen y crean que... uhhhh, que mariposa más rara. Igual me llevo una cuando... no, espera, no te despistes." -El gyojin permanecía inmóvil mientras su mente divagaba buscando una explicación para su secuestro e intentando o distraerse con tonterías. Por desgracia er bastante dado a ausentarse mentamente así que estuvo varios minutos pensando en sus cosas sin siquiera darse cuenta de que pasaba el tiempo.
-¡¡Maldita sea!! Esta cosa está babeando. -dijo uno de los secuestradores, deteniendo la marcha en seco. La mente del pez gota se había ido y no pudo evitar que un hlillo de baba cayera sobre el tipo que lo portaba. -Si, y mira sus ojos. Parece que esté muerto. -contestó otro. -¿Qué clase de bicho es este? No será venenoso, no? -Durante un rato, el grupo continuó discutiendo sobre su rehén, preguntándose qué era y qué podía pasarle. Difícilmente llegarían a una conclusión acertada, de hecho incluso los propios gyojins solían tener dificutades para aclarar qué clase de ser era Maki, aunque eso no le importaba Cuando se abstraía ni siquiera se notaba su respiración, su cabeza estaba vacía completamente de todo pensamiento y emoción y lo único que demostraba que continuaba con vida era... bueno, si le clavan un palo en el ojo se despierta. Aunque con lo pequeños que son sus ojos es difícil acertar.
Al cabo de un rato, el grupo volvió a moverse, avanzando en una dirección distinta. Por lo que habían dicho, al principio se lo habían llevado para comprobar qué podría ser pues creían que era una especie de demonio o algo así. Sin embargo, que cambiasen su trayectoria tan de repete no era buena señal, aunque por suerte Maki permanecía sin enterarse de nada. Los secuestradores camminaron hasta llegar a un pequeño lago rodeado por varios arbustos y algunos árboles sueltos, pero casi totalmente despejado. Sin pensárselo mucho, lo arrojaron al agua con curdas y todo, se sacudieron las manos y dieron media vuelta para volver a su pueblo, satisfechos por haberse librado de aquella cosa tan rara.
-¡¡Maldita sea!! Esta cosa está babeando. -dijo uno de los secuestradores, deteniendo la marcha en seco. La mente del pez gota se había ido y no pudo evitar que un hlillo de baba cayera sobre el tipo que lo portaba. -Si, y mira sus ojos. Parece que esté muerto. -contestó otro. -¿Qué clase de bicho es este? No será venenoso, no? -Durante un rato, el grupo continuó discutiendo sobre su rehén, preguntándose qué era y qué podía pasarle. Difícilmente llegarían a una conclusión acertada, de hecho incluso los propios gyojins solían tener dificutades para aclarar qué clase de ser era Maki, aunque eso no le importaba Cuando se abstraía ni siquiera se notaba su respiración, su cabeza estaba vacía completamente de todo pensamiento y emoción y lo único que demostraba que continuaba con vida era... bueno, si le clavan un palo en el ojo se despierta. Aunque con lo pequeños que son sus ojos es difícil acertar.
Al cabo de un rato, el grupo volvió a moverse, avanzando en una dirección distinta. Por lo que habían dicho, al principio se lo habían llevado para comprobar qué podría ser pues creían que era una especie de demonio o algo así. Sin embargo, que cambiasen su trayectoria tan de repete no era buena señal, aunque por suerte Maki permanecía sin enterarse de nada. Los secuestradores camminaron hasta llegar a un pequeño lago rodeado por varios arbustos y algunos árboles sueltos, pero casi totalmente despejado. Sin pensárselo mucho, lo arrojaron al agua con curdas y todo, se sacudieron las manos y dieron media vuelta para volver a su pueblo, satisfechos por haberse librado de aquella cosa tan rara.
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De repente los hombres comenzaron a discutir entre ellos. Estaban diciendo algo sobre... ¿Que el hombre pez había muerto? Aquella escena parecía sacada de una comedia absurda. El pelirrojo no comprendía nada. Se estaba debatiendo entre si debía actuar en ese momento o esperar un poco más. No podía haber muerto, ni siquiera le habían golpeado. ¿Acaso aquellos hombres eran idiotas? O tal vez el pez fuese más listo de lo que parecía.
Tras un par de minutos discutiendo el grupo cambió de dirección bruscamente. El chico se ajustó la banda y prosiguió con la persecución. Tras un pequeño rato llegaron a una especie de lago, bastante pequeño. Se escondió tras uno de los pocos árboles que había en la zona para, acto seguido, observar cómo tiraban al gyojin al agua, sin siquiera desatarle. ¿Todo ese esfuerzo cargando a aquel enorme ser para tirarlo al agua? El grupo se marchó una vez hecho esto. En cuanto se hubieron alejado lo suficiente, el pelirrojo salió de su escondite y corrió hacia donde le habían tirado.
Se sumergió en el agua hasta encontrar al hombre-pez, que permanecía atado y no daba señales de vida. Le sujetó por las cuerdas y lo llevó de nuevo a la superficie. Pesaba bastante, por lo que le llevó un buen rato lograrlo. "Menos mal que aguanto bien la respiración" pensaba mientras tiraba de él. Una vez lo sacó del agua, le dejó tumbado en la orilla. Echó un vistazo a su extraño acompañante. "Vaya cosa más rara... ¿Eso son sus ojos?".
- ¡Eh, oye! ¿Estás bien? -decía mientras le daba pequeñas palmadas en lo que parecía ser su cara, viscosa y algo asquerosa.
En un principio no parecía que fuese a dar señales de vida. No notaba su respiración y no tenía ni idea de cómo podría saber si aquella cosa tendría pulso o no, por lo que siguió dándole palmaditas, con la esperanza de que reaccionase.
Tras un par de minutos discutiendo el grupo cambió de dirección bruscamente. El chico se ajustó la banda y prosiguió con la persecución. Tras un pequeño rato llegaron a una especie de lago, bastante pequeño. Se escondió tras uno de los pocos árboles que había en la zona para, acto seguido, observar cómo tiraban al gyojin al agua, sin siquiera desatarle. ¿Todo ese esfuerzo cargando a aquel enorme ser para tirarlo al agua? El grupo se marchó una vez hecho esto. En cuanto se hubieron alejado lo suficiente, el pelirrojo salió de su escondite y corrió hacia donde le habían tirado.
Se sumergió en el agua hasta encontrar al hombre-pez, que permanecía atado y no daba señales de vida. Le sujetó por las cuerdas y lo llevó de nuevo a la superficie. Pesaba bastante, por lo que le llevó un buen rato lograrlo. "Menos mal que aguanto bien la respiración" pensaba mientras tiraba de él. Una vez lo sacó del agua, le dejó tumbado en la orilla. Echó un vistazo a su extraño acompañante. "Vaya cosa más rara... ¿Eso son sus ojos?".
- ¡Eh, oye! ¿Estás bien? -decía mientras le daba pequeñas palmadas en lo que parecía ser su cara, viscosa y algo asquerosa.
En un principio no parecía que fuese a dar señales de vida. No notaba su respiración y no tenía ni idea de cómo podría saber si aquella cosa tendría pulso o no, por lo que siguió dándole palmaditas, con la esperanza de que reaccionase.
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"... esa maldita oveja me mordió. No se porqué no les gusto a las ovejas, aunque casi mejor eso a que les pase como a los pájaros." -La mente de Maki divagaba mientras sus captores lo echaban al agua como si fuese pescado malo. Pero eso a él no le importaba, casi no prestaba atención a nada de lo que sucedía a su alrededor, aunque curiosamente tampoco estaba seguro de como había llegado a pensar en ovejas. Por suerte el agua no era un problema para él y por si fuera poco la prefería a la superficie. Su mente daba vueltas a las cosas más absurdas que se le ocurrían, hasta el punto de no darse cuenta de que alguien le sacaba a rastras del lago y le dejaba en el suelo.
El gyojin notó como algo o alguien le daba varios golpecitos. Tardó unos segundos en darse cuenta pero le resultaba un tanto molesto. ¿Quién le golpeaba? ¿Acaso no podían dejarle dormir tranquilamente? Realmente era una isla concurrida. Llevaba solo un rato allí y ya le habían secuestrado y golpeado; y ni siquiera le habían dado de comer. Empezaba a pensar que la gente en general tenía algo en su contra.. un momento, realmente lo tenían. De hecho por eso se había unido a la revolución, aunque eso era otra historia más larga y desagradable.
Los ojos de Maki permanecían abiertos pero aparentemente inactivos, como dos esferas negras brillantes que contemplaban al tipo que le daba palmaditas sin que él fuera consciente de que le observaba. Su agresor era un joven humano pelirrojo y tuerto, con una cara tan extraña como la de todos los humanos. Le costaba bastante diferenciar a unas personas de otras, como si sus caras fuesen todas iguales. No entendía porqué, pero eran una especie de lo más monótona. Los gyojins eran seres muy diversos, tanto por las especies de peces con las que compartían genes como por los colores propios de cada uno, pero los humanos eran todos demasiado parecidos. No sabía como podían distinguirse unos de otros. Al menos ese tipo era fácil de reconocer debido al parche y el inusual color de su pelo.
El gyojin se levantó súbitamente, como un resorte que acabara de activarse al darse cuenta de que un desconocido le golpeaba. El pez gota se quedó sentado en el suelo y miró fijamente al pelirrojo, buceando en él con sus inexpresivos y diminutos ojos negros. Estuvo así durante un minuto o más, mirándole inmóvil y en silencio mientras intentaba entender qué había pasado y dónde habían ido sus secuestradores. ¿Ese tipo los había echado? Si era así debía ser fuerte, aunque tal vez fuese uno de ellos. Supuso que lo mejor para que no volvieran a secuestrarle era fingir que era un pez. -"Ahora que lo pienso, los peces no respiran fuera del agua." -pensó. Si de verdad iba a fingir que era solo un pez normal para que no le hiciese nada debía aparentar que no podía respirar. En ese instante, Maki se lanzó al suelo y empezó a convulsionarse exageradamente, sobreactuando bastante, mientras continuaba mirando fijamente al pelirrojo.
El gyojin notó como algo o alguien le daba varios golpecitos. Tardó unos segundos en darse cuenta pero le resultaba un tanto molesto. ¿Quién le golpeaba? ¿Acaso no podían dejarle dormir tranquilamente? Realmente era una isla concurrida. Llevaba solo un rato allí y ya le habían secuestrado y golpeado; y ni siquiera le habían dado de comer. Empezaba a pensar que la gente en general tenía algo en su contra.. un momento, realmente lo tenían. De hecho por eso se había unido a la revolución, aunque eso era otra historia más larga y desagradable.
Los ojos de Maki permanecían abiertos pero aparentemente inactivos, como dos esferas negras brillantes que contemplaban al tipo que le daba palmaditas sin que él fuera consciente de que le observaba. Su agresor era un joven humano pelirrojo y tuerto, con una cara tan extraña como la de todos los humanos. Le costaba bastante diferenciar a unas personas de otras, como si sus caras fuesen todas iguales. No entendía porqué, pero eran una especie de lo más monótona. Los gyojins eran seres muy diversos, tanto por las especies de peces con las que compartían genes como por los colores propios de cada uno, pero los humanos eran todos demasiado parecidos. No sabía como podían distinguirse unos de otros. Al menos ese tipo era fácil de reconocer debido al parche y el inusual color de su pelo.
El gyojin se levantó súbitamente, como un resorte que acabara de activarse al darse cuenta de que un desconocido le golpeaba. El pez gota se quedó sentado en el suelo y miró fijamente al pelirrojo, buceando en él con sus inexpresivos y diminutos ojos negros. Estuvo así durante un minuto o más, mirándole inmóvil y en silencio mientras intentaba entender qué había pasado y dónde habían ido sus secuestradores. ¿Ese tipo los había echado? Si era así debía ser fuerte, aunque tal vez fuese uno de ellos. Supuso que lo mejor para que no volvieran a secuestrarle era fingir que era un pez. -"Ahora que lo pienso, los peces no respiran fuera del agua." -pensó. Si de verdad iba a fingir que era solo un pez normal para que no le hiciese nada debía aparentar que no podía respirar. En ese instante, Maki se lanzó al suelo y empezó a convulsionarse exageradamente, sobreactuando bastante, mientras continuaba mirando fijamente al pelirrojo.
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Siguió dándole pequeños golpecitos en la cara durante un rato, al parecer sin reacción alguna. ¿Se habría muerto de verdad? ¿O tal vez se había ahogado? No, eso era imposible, un gyojin no podría ahogarse... Aunque aquél era un espécimen bastante raro, así que no le extrañaría mucho que se hubiese ahogado de verdad. Al ver que no obtenía resultado alguno cesó los golpes y se quedó en cuclillas a su lado, dándose por vencido.
- Definitivamente, esos tíos se lo han carga...
No pudo acabar la frase, pues en ese preciso momento el gyojin se incorporó súbitamente, asustando al pelirrojo y haciéndole dar un pequeño bote que le hizo caer de culo al suelo. Se quedó mirándole con los ojos muy abiertos, perplejo. "¿Qué mosca le ha picado?" pensaba mientras mantenía su mirada posada en él... O ella, lo que narices fuese. Cuando iba a preguntarle si se encontraba bien, el gyojin se dejó caer de nuevo y empezó a tener convulsiones extremadamente exageradas. Tanto que se notaba a la legua que lo hacía a posta. Se incorporó e hizo gestos con las manos, tratando de calmarle.
- Tranquilo, tranquilo, no voy a hacerte daño. No soy como esos tipos de antes, he venido a ayudarte -trató de explicarle mientras se acercaba un poco más a él- ¿Te encuentras bien? Puedo llevarte a un médico si lo necesitas -cogió su katana y la tiró a un lado, apartándola- ¿Ves? Puedes fiarte de mí.
Se quedó esperando la respuesta del hombre-pez, esperando ganarse su confianza con ese gesto y conseguir mantener una conversación con la que acabar con esa escena de locos. No parecía alguien malvado, pero se mantuvo alerta por si acaso intentaba agredirle en un intento de escapar de él. Sin duda alguna, si un día le contase a alguien aquella historia, podría asegurar que no le creerían y que le tacharían de loco.
"Solo a mí pueden pasarme estas cosas"
- Definitivamente, esos tíos se lo han carga...
No pudo acabar la frase, pues en ese preciso momento el gyojin se incorporó súbitamente, asustando al pelirrojo y haciéndole dar un pequeño bote que le hizo caer de culo al suelo. Se quedó mirándole con los ojos muy abiertos, perplejo. "¿Qué mosca le ha picado?" pensaba mientras mantenía su mirada posada en él... O ella, lo que narices fuese. Cuando iba a preguntarle si se encontraba bien, el gyojin se dejó caer de nuevo y empezó a tener convulsiones extremadamente exageradas. Tanto que se notaba a la legua que lo hacía a posta. Se incorporó e hizo gestos con las manos, tratando de calmarle.
- Tranquilo, tranquilo, no voy a hacerte daño. No soy como esos tipos de antes, he venido a ayudarte -trató de explicarle mientras se acercaba un poco más a él- ¿Te encuentras bien? Puedo llevarte a un médico si lo necesitas -cogió su katana y la tiró a un lado, apartándola- ¿Ves? Puedes fiarte de mí.
Se quedó esperando la respuesta del hombre-pez, esperando ganarse su confianza con ese gesto y conseguir mantener una conversación con la que acabar con esa escena de locos. No parecía alguien malvado, pero se mantuvo alerta por si acaso intentaba agredirle en un intento de escapar de él. Sin duda alguna, si un día le contase a alguien aquella historia, podría asegurar que no le creerían y que le tacharían de loco.
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Parecía un tipo de fiar, el pelirrojo. Había tirado su espada a un lado tras afirmar que no era una amenaza, aunque no tenía claro porqué lo había hecho. Debía estar loco. Eso podía no ser bueno, los locos odiaban a los peces, todo el mundo lo sabía. Solo esperaba que no intentase comérselo. Maki se incorporó con desconfianza y se limpió el polvo del chaleco y el pantalón, sin dejar de observar a ese tipo. Tal vez sí que fuese de fiar, aunque en realidad ya no importaba demasiado. Tenía una misión que cumplir allí y sería mejor que se diese prisa si quería volver a la ciudad a tiempo para echar un vistazo al puerto y a su seguridad. No podía robar un barco así como así. ¿O si?
-¿Cómo has sabido que estaba fingiendo? -dijo por fin. No entendía qué había fallado pues para él había sido una interpretación perfecta. A lo mejor debería haber babeado un poco más para dar el pego; se lo apuntaría para la próxima. -En fin, supongo que da igual. Tengo que ir a la ciudad, así que nos vemos. -El gyojin se despidió con un gesto de cabeza y empezó a andar de forma decidida. Tal vez el tipo del parche no fuese un mal tipo pero eso no quería decir que pudiera dejar que le acompañase en su tarea. Como miembro del Ejército Revolucionario, no podía dejar que un civil inocente se viera metido en su lucha, así que decidió ir él solo. Además esa era la mejor forma de mejorar sus habilidades y ganar experiencia en cometidos de ese tipo.
Fue entonces, mientras reflexionaba sobre cuál sería su modus operandi y qué haría con el barco una vez se hubiera hecho con él, cuando se percató de que no tenía ni idea de dónde estaba. Durante el tiempo que había sido secuestrado no se había fijado en qué camino seguían sus captores así que andaba un poco perdido. Confiaba en seguir en la misma isla ya que no sería la primera vez que su mente se apaga y despierta un día o dos después. Maki lo achacaba a la falta de sueño. El gyojin se giró de nuevo y caminó en dirección el pelirrojo, consciente de que tal vez fuera a cometer un error. Pero no podía hacer otra cosa, necesitaba un guía. -Mi nombre es Augustus Makintosh. Dime, ¿tienes idea de por dónde se va a la ciudad, esto... emm... tuerto?
-¿Cómo has sabido que estaba fingiendo? -dijo por fin. No entendía qué había fallado pues para él había sido una interpretación perfecta. A lo mejor debería haber babeado un poco más para dar el pego; se lo apuntaría para la próxima. -En fin, supongo que da igual. Tengo que ir a la ciudad, así que nos vemos. -El gyojin se despidió con un gesto de cabeza y empezó a andar de forma decidida. Tal vez el tipo del parche no fuese un mal tipo pero eso no quería decir que pudiera dejar que le acompañase en su tarea. Como miembro del Ejército Revolucionario, no podía dejar que un civil inocente se viera metido en su lucha, así que decidió ir él solo. Además esa era la mejor forma de mejorar sus habilidades y ganar experiencia en cometidos de ese tipo.
Fue entonces, mientras reflexionaba sobre cuál sería su modus operandi y qué haría con el barco una vez se hubiera hecho con él, cuando se percató de que no tenía ni idea de dónde estaba. Durante el tiempo que había sido secuestrado no se había fijado en qué camino seguían sus captores así que andaba un poco perdido. Confiaba en seguir en la misma isla ya que no sería la primera vez que su mente se apaga y despierta un día o dos después. Maki lo achacaba a la falta de sueño. El gyojin se giró de nuevo y caminó en dirección el pelirrojo, consciente de que tal vez fuera a cometer un error. Pero no podía hacer otra cosa, necesitaba un guía. -Mi nombre es Augustus Makintosh. Dime, ¿tienes idea de por dónde se va a la ciudad, esto... emm... tuerto?
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Por fin el hombre-pez le contestó. Parecía que tras aquel gesto se había ganado su confianza, aunque el pelirrojo no daría aquello por sentado hasta hablar un poco más con él. Sin duda era un tipo raro... MUY raro. Al parecer se encontraba confuso por no saber cómo había descubierto su actuación, cosa que hasta un niño pequeño habría podido ver. Cuando iba a tratar de preguntarle si se encontraba bien o necesitaba algún tipo de ayuda, el gyojin se despidió y comenzó a alejarse, sin añadir nada más. Aquello dejó perplejo al joven agente. ¿Qué clase de... "Cosa" era secuestrada y al momento se disponía a marcharse tranquilamente, como si nada hubiera pasado?
Poco duró aquello sin embargo, pues a los pocos segundos detuvo su marcha y volvió hacia su posición. No tenía ni idea de donde estaba, cosa que era lógica, pensó el pelirrojo, pues cuando alguien es secuestrado no suele prestar excesiva atención a esas cosas... Aunque en aquel caso el gyojin no hubiese prestado atención a absolutamente nada. Kusanagi rió un poco y se dispuso a recoger su katana.
- Puedes llamarme Kusanagi. Kusanagi Yu -comentó mientras volvía a engancharla a la altura de su cintura- Claro, puedo guiarte hacia allí sin ningún problema, no queda demasiado lejos.
Tras eso pasó a su lado e inició el camino hacia la ciudad, guardando las manos en los bolsillos de la chaqueta y mirando de reojo al hombre-pez.
- Sígueme, no nos llevara mucho tiempo. Por cierto, ¿conocías a aquellos tipos de antes? Por qué te habían raptado? -preguntó con curiosidad, pues no había comprendido aquella acción.
Mientras esperaba su respuesta, el pelirrojo se mantenía atento a sus alrededores por si volvían a aparecer aquellos hombres. No dejaría que volviesen a raptar al... Extraño gyojin, y tal vez pudiese sacar algo de información de ellos.
Poco duró aquello sin embargo, pues a los pocos segundos detuvo su marcha y volvió hacia su posición. No tenía ni idea de donde estaba, cosa que era lógica, pensó el pelirrojo, pues cuando alguien es secuestrado no suele prestar excesiva atención a esas cosas... Aunque en aquel caso el gyojin no hubiese prestado atención a absolutamente nada. Kusanagi rió un poco y se dispuso a recoger su katana.
- Puedes llamarme Kusanagi. Kusanagi Yu -comentó mientras volvía a engancharla a la altura de su cintura- Claro, puedo guiarte hacia allí sin ningún problema, no queda demasiado lejos.
Tras eso pasó a su lado e inició el camino hacia la ciudad, guardando las manos en los bolsillos de la chaqueta y mirando de reojo al hombre-pez.
- Sígueme, no nos llevara mucho tiempo. Por cierto, ¿conocías a aquellos tipos de antes? Por qué te habían raptado? -preguntó con curiosidad, pues no había comprendido aquella acción.
Mientras esperaba su respuesta, el pelirrojo se mantenía atento a sus alrededores por si volvían a aparecer aquellos hombres. No dejaría que volviesen a raptar al... Extraño gyojin, y tal vez pudiese sacar algo de información de ellos.
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Kusanagi, así se llamaba el pelirrojo que le acompañaba de camino a la ciudad. No parecía el nombre de un mal tipo, claro que ¿cómo era el nombre de un mal tipo? Supuso que sería algo así como Mortimer o Aniquilador... si, ese era un buen nombre para alguien malvado. Aunque tal vez sería demasiado evidente, pero bueno. El pez y el pelirrojo se encaminaban hacia la ciudad a paso lento, que podría haber sido más rápido si el gyojin hubiese sido un poco más activo. -No se muy bien que querían esos tipos. -le contestó cuando le preguntó el motivo por el que había sido secuestrado. -Creo que les oí decir algo sobre que era su comida para el invierno o algo así, pero no lo tengo claro. ¿Qué más da? Son cosas que pasan. -sentenció.
-¿Y qué haces por aquí? ¿Vives aquí? Porque la gente de la ciudad no parece muy amistosa y no creo que tratasen bien a un tipo sin un ojo. A mi ni siquiera me han dejado comer tranquilo. -No pudo evitar que un pequeño hilillo de baba cayera de su boca al recordar la apetitosa comida que había probado en el restaurante. Con u poco de suerte llegaría pronto y le daría tiempo a merendar antes de ponerse a trabajar. La gran ciudad ya se veía a lo lejos, destacando sobremanera como las únicas construcciones en los alrededores. Pensándolo bien, ahora que recordaba el aspecto de la gente que había visto en la isla le quedaba clara la gran desigualdad que reinaba allí. Era la prueba que mejor lo representaba: un grupo de ricos creídos en un lado y unos bárbaros-secuestra-peces por el otro. Ahora le quedaba claro cual era el objetivo de su misión allí.
-Bueno, gracias por acompañarme hasta aquí pero sé seguir solo. -afirmó Maki. Por desgracia, cometió el error de relajarse demasiado y empezó a hablar más de la cuenta. -Tengo que ir al puerto, ese barco de suministros no se va a robar solo. Bueno... creo que una vez vi algo así pero no se estoy seguro de si lo soñé. Bah, ¿qué mas da? -El hombre pez comenzó a andar hacia el puerto, o al menos hacia donde recordaba que debía estar. Por suerte ahora había menos gente por las calles y se evitaba las innecesarias y sobreactuadas reacciones de los habitantes ante él. No podía evitar preguntarse si tenía algo pegado en la cara.
-¿Y qué haces por aquí? ¿Vives aquí? Porque la gente de la ciudad no parece muy amistosa y no creo que tratasen bien a un tipo sin un ojo. A mi ni siquiera me han dejado comer tranquilo. -No pudo evitar que un pequeño hilillo de baba cayera de su boca al recordar la apetitosa comida que había probado en el restaurante. Con u poco de suerte llegaría pronto y le daría tiempo a merendar antes de ponerse a trabajar. La gran ciudad ya se veía a lo lejos, destacando sobremanera como las únicas construcciones en los alrededores. Pensándolo bien, ahora que recordaba el aspecto de la gente que había visto en la isla le quedaba clara la gran desigualdad que reinaba allí. Era la prueba que mejor lo representaba: un grupo de ricos creídos en un lado y unos bárbaros-secuestra-peces por el otro. Ahora le quedaba claro cual era el objetivo de su misión allí.
-Bueno, gracias por acompañarme hasta aquí pero sé seguir solo. -afirmó Maki. Por desgracia, cometió el error de relajarse demasiado y empezó a hablar más de la cuenta. -Tengo que ir al puerto, ese barco de suministros no se va a robar solo. Bueno... creo que una vez vi algo así pero no se estoy seguro de si lo soñé. Bah, ¿qué mas da? -El hombre pez comenzó a andar hacia el puerto, o al menos hacia donde recordaba que debía estar. Por suerte ahora había menos gente por las calles y se evitaba las innecesarias y sobreactuadas reacciones de los habitantes ante él. No podía evitar preguntarse si tenía algo pegado en la cara.
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Caminó al ritmo que marcaba el gyojin, que era bastante lento, sin importarle demasiado. No tenía grandes cosas que hacer aparte de patrullar la ciudad y hasta la noche seguramente no ocurriese nada que requiriera de su ayuda, por lo que no tenía problemas en que el hombre pez se tomase su tiempo. Negó con la cabeza ante su pregunta.
- No, no vivo en esta isla... Por suerte. Me agradan tan poco como a ti, la verdad -respondió el chico- Digamos que estoy de turismo.
No tardaron en avistar la enorme ciudad a lo lejos, cosa que no era muy difícil pues prácticamente constaba con las únicas edificaciones de aquella parte de la isla. La verdad es que no le agradaba nada tener que trabajar para aquella gente. Ególatras, creídos, racistas... No eran el tipo de personas por las que estaría dispuesto a dar su vida. No era el tipo de gente que formaba parte de su visión de un mundo justo. En cualquier caso no tenía más remedio, al menos por el momento, que de resignarse hasta conseguir algo de influencia.
Entonces, el hombre pez le sacó de su ensimismamiento, agradeciéndole que le hubiese mostrado el camino. El pelirrojo sonrió y, justo cuando iba a quitarle importancia y a despedirse de él, su extraño acompañante se fue de la lengua, descubriéndose como un ladrón... ¿Criminal, pirata, revolucionario...? No lo sabía, pero acababa de descubrir a uno de los objetivos de su misión. "¿En serio este tío pretende robar un barco de suministros?" pensaba el pelirrojo mientras le veía alejarse.
Bien podría haberle retenido en aquel momento pero decidió esperar. Le seguiría para, tal vez, encontrar junto a él a su grupo. Con algo de suerte podría detener a alguno de sus superiores, pues estaba claro que él no era precisamente el cerebro de aquel crimen. Le siguió ocultándose lo mejor que pudo. Estaba realmente decepcionado. El gyojin no le había parecido alguien malo. Tal vez algo corto de horizontes, pero nada más. Esperaba no tener que hacerle daño llegado el momento.
- No, no vivo en esta isla... Por suerte. Me agradan tan poco como a ti, la verdad -respondió el chico- Digamos que estoy de turismo.
No tardaron en avistar la enorme ciudad a lo lejos, cosa que no era muy difícil pues prácticamente constaba con las únicas edificaciones de aquella parte de la isla. La verdad es que no le agradaba nada tener que trabajar para aquella gente. Ególatras, creídos, racistas... No eran el tipo de personas por las que estaría dispuesto a dar su vida. No era el tipo de gente que formaba parte de su visión de un mundo justo. En cualquier caso no tenía más remedio, al menos por el momento, que de resignarse hasta conseguir algo de influencia.
Entonces, el hombre pez le sacó de su ensimismamiento, agradeciéndole que le hubiese mostrado el camino. El pelirrojo sonrió y, justo cuando iba a quitarle importancia y a despedirse de él, su extraño acompañante se fue de la lengua, descubriéndose como un ladrón... ¿Criminal, pirata, revolucionario...? No lo sabía, pero acababa de descubrir a uno de los objetivos de su misión. "¿En serio este tío pretende robar un barco de suministros?" pensaba el pelirrojo mientras le veía alejarse.
Bien podría haberle retenido en aquel momento pero decidió esperar. Le seguiría para, tal vez, encontrar junto a él a su grupo. Con algo de suerte podría detener a alguno de sus superiores, pues estaba claro que él no era precisamente el cerebro de aquel crimen. Le siguió ocultándose lo mejor que pudo. Estaba realmente decepcionado. El gyojin no le había parecido alguien malo. Tal vez algo corto de horizontes, pero nada más. Esperaba no tener que hacerle daño llegado el momento.
- Off:
- Siento mucho haber tardado tanto, se me pasó completamente este tema y ni me fijé. Trataré de responder más rápido la próxima vez ^^U
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La noche estaba ya próxima y el hombre pez todavía andaba estresado por su misión. De no haber sido tan despistado seguramente habría terminado mucho antes pero cada poco tiempo se encontraba con alguna nueva distracción: una señora con un sombrero gigante, un edificio en construcción, un profundo agujero sin final aparente y, lo peor de todo, una gaviota. Esa última no le distrajo como las otras, ya que no se quedó mirando durante un rato, pero sí que supuso el inicio de algo que difícilmente pararía. Desde que tenía memoria los pájaros habían tenido un problema con él; fuera a donde fuera esos bichos le seguían, sin importar su tamaño o raza. No entendía porqué pero le costaba horrores librarse de ellas, sobretodo una vez empezaba a seguirle una. En esos casos no le quedaba otra más que intentar darle esquinazo, y eso le llevó toda la tarde.
Pero por fin había llegado a la zona costera, justo a tiempo para poder echar un vistazo mientras los últimos trabajadores dejaban de transportar cajas de un lado a otro o de organizar lo que fuera que hicieran allí volvían a sus hogares tras una jornada de duro trabajo. No le importaba demasiado que hubiese poca gente, al fin y al cabo habría llamado la atención por mucha gente que hubiese habido por la zona así que en realidad prefería tener espacio. Por desgracia en la zona portuaria era bastante más probable que alguna gaviota comenzara a seguirle de improviso, lo que le preocupaba un poco. Odiaba las aves, aunque ellas se empeñaban en amarle.
El barco que decidió robar era bastante grande, y por lo que podía ver había bastante cargamento: barrilles de pólvora y seguramente de agua, telas, comidas y alguna que otra cabra que le pareció oír desde la cubierta. Contaba con poder manejarlo él solo pero sino simplemente tendría que soltarlo y darle un pequeño empujoncito. Una vez mar adentro sus compañeros se ocuparían de llevarse todo lo que hubiera en el navío y repartirlo por donde hiciera falta. Esperaría por allí a que fuese noche profunda, oculto entre la oscuridad de un par de grandes contenedores, y entonces actuaría. Solo esperaba que los malditos pájaros le dejasen en paz.
Pero por fin había llegado a la zona costera, justo a tiempo para poder echar un vistazo mientras los últimos trabajadores dejaban de transportar cajas de un lado a otro o de organizar lo que fuera que hicieran allí volvían a sus hogares tras una jornada de duro trabajo. No le importaba demasiado que hubiese poca gente, al fin y al cabo habría llamado la atención por mucha gente que hubiese habido por la zona así que en realidad prefería tener espacio. Por desgracia en la zona portuaria era bastante más probable que alguna gaviota comenzara a seguirle de improviso, lo que le preocupaba un poco. Odiaba las aves, aunque ellas se empeñaban en amarle.
El barco que decidió robar era bastante grande, y por lo que podía ver había bastante cargamento: barrilles de pólvora y seguramente de agua, telas, comidas y alguna que otra cabra que le pareció oír desde la cubierta. Contaba con poder manejarlo él solo pero sino simplemente tendría que soltarlo y darle un pequeño empujoncito. Una vez mar adentro sus compañeros se ocuparían de llevarse todo lo que hubiera en el navío y repartirlo por donde hiciera falta. Esperaría por allí a que fuese noche profunda, oculto entre la oscuridad de un par de grandes contenedores, y entonces actuaría. Solo esperaba que los malditos pájaros le dejasen en paz.
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El chico siguió durante todo el día al hombre-pez. ¿Qué narices estaba haciendo? Al principio pensaba que se había percatado de que le estaba siguiendo. No tardó mucho tiempo en darse cuenta de que lo único que ocurría era que aquel tipo era un completo idiota, o tal vez un despistado de los que no hay en todo el mundo. Se distraía con absolutamente todo lo que se encontraba, haciendo que la paciencia del pelirrojo se agotase lentamente. Todo el día caminando por las calles de la ciudad de un lado a otro, creyendo que aquel día no terminaría nunca. No siendo suficiente con sus continuas distracciones, algunos pájaros habían comenzado a seguir al gyojin, por motivos que no comprendían ni él ni el pelirrojo.
"Tal vez les guste su olor o algo" pensaba sin quitarle el ojo de encima, a una distancia prudente, tratando de encontrar alguna explicación a aquello en un intento de entretenerse un poco. El sol iba descendiendo y la distancia hasta el puerto se iba haciendo cada vez más pequeña, aunque el ritmo era tan lento que se le hizo una eternidad. De hecho, no fue hasta que el Sol estaba a punto de esconderse y dar paso a la noche que llegaron por fin al puerto. Los trabajadores estaban recogiendo, moviendo las últimas cajas antes de volver a sus hogares.
Maki decidió ocultarse, cosa que era algo complicada debido a su aspecto. Seguramente esperaría a que fuese bastante de noche para tratar de robar el barco. Pese a ello, probablemente habría hecho que el pelirrojo le perdiese de vista, pues se había distraído por un momento (presa del aburrimiento y del cansancio producido por andar detrás del gyojin toda la tarde). Habría tenido efecto de no contar con la ayuda de aquellos pájaros que tanto "amor" le tenían al pez, los cuales le descubrieron su escondite, entre dos grandes contenedores. No pudo evitar que una sonrisa se le dibujase en el rostro, y de hecho tuvo que contener una carcajada ante aquella situación, que era completamente absurda.
Buscó un buen sitio donde esconderse al tiempo que vigilaba la posición de Maki. Activó la visión térmica de su ojo cyborg bajo el parche, aprovechándola para no volver a perder al gyojin de vista y se sentó, apoyado en un muro apartado de lo demás, oculto, con la katana envainara sobre su regazo y quitándose la banda. "No me creerán cuando vuelva..."
"Tal vez les guste su olor o algo" pensaba sin quitarle el ojo de encima, a una distancia prudente, tratando de encontrar alguna explicación a aquello en un intento de entretenerse un poco. El sol iba descendiendo y la distancia hasta el puerto se iba haciendo cada vez más pequeña, aunque el ritmo era tan lento que se le hizo una eternidad. De hecho, no fue hasta que el Sol estaba a punto de esconderse y dar paso a la noche que llegaron por fin al puerto. Los trabajadores estaban recogiendo, moviendo las últimas cajas antes de volver a sus hogares.
Maki decidió ocultarse, cosa que era algo complicada debido a su aspecto. Seguramente esperaría a que fuese bastante de noche para tratar de robar el barco. Pese a ello, probablemente habría hecho que el pelirrojo le perdiese de vista, pues se había distraído por un momento (presa del aburrimiento y del cansancio producido por andar detrás del gyojin toda la tarde). Habría tenido efecto de no contar con la ayuda de aquellos pájaros que tanto "amor" le tenían al pez, los cuales le descubrieron su escondite, entre dos grandes contenedores. No pudo evitar que una sonrisa se le dibujase en el rostro, y de hecho tuvo que contener una carcajada ante aquella situación, que era completamente absurda.
Buscó un buen sitio donde esconderse al tiempo que vigilaba la posición de Maki. Activó la visión térmica de su ojo cyborg bajo el parche, aprovechándola para no volver a perder al gyojin de vista y se sentó, apoyado en un muro apartado de lo demás, oculto, con la katana envainara sobre su regazo y quitándose la banda. "No me creerán cuando vuelva..."
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Su objetivo ya estaba claro, un gran barco con un toro en el mascarón de proa que iba cargado hasta los topes de todo tipo de recursos: comida, agua, madera, tela, carbón e incluso le pareció distinguir que cargaban alguna que otra caja de lingotes de plata por el día. En cualquier caso, aquellos recursos pertenecían ahora a la Revolución, o lo harían en cuanto el gyojin les pusiese las manos encima. Solo tenía que mover el barco unos cientos de metros para que sus compañeros lo abordaran sin peligro de ser detectados por los habitantes de la ciudad. Durante el tiempo que llevaba esperando y acechando en la oscuridad, había espantado a casi todos los pájaros, no sin dificultades, aunque todavía le seguía una insistente gaviota que cada vez se le acercaba más.
-Muy bien, a trabajar. -dijo en voz baja para reafirmarse en su cometido. Echó un vistazo alrededor para asegurarse de que no había nadie por allí y se acercó al navío. Rompió una de las lámparas de aceite que iluminaban el lugar y usó un cristal para cortar los cabos que lo amarraban. El barco quedó suelto y ya solo quedaba darle un "empujoncito", por decirlo de alguna forma. Pero por alguna razón se sentía observado; tal vez fuera por el pájaro o por lo que había vivido durante aquel largo día, pero estaba inquieto. No le dio demasiad importancia, al fin y al cabo era su primera misión y estaba algo nervioso.
Maki subió a cubierta y echó un vistazo a lo que allí había, no quería haberse equivocado de barco o algo por el estilo. Tampoco parecía que hubiera mucha vigilancia, excepto por un par de tipos que dormían apoyados en la baranda de cubierta con un rifle sobre su regazo. No eran unos guardias demasiado diligentes, pero no podía arriesgarse a que se despertasen y armasen jaleo. Por si acaso, el hombre pez los cogió por la spiernas y los lanzó al agua tras izar las velas. El barco comenzó a moverse lentamente y el revolucionario se paró a respirar el fresco aire nocturno. Ya estaba todo prácticamente acabado, ¿qué podía ir mal?
-Muy bien, a trabajar. -dijo en voz baja para reafirmarse en su cometido. Echó un vistazo alrededor para asegurarse de que no había nadie por allí y se acercó al navío. Rompió una de las lámparas de aceite que iluminaban el lugar y usó un cristal para cortar los cabos que lo amarraban. El barco quedó suelto y ya solo quedaba darle un "empujoncito", por decirlo de alguna forma. Pero por alguna razón se sentía observado; tal vez fuera por el pájaro o por lo que había vivido durante aquel largo día, pero estaba inquieto. No le dio demasiad importancia, al fin y al cabo era su primera misión y estaba algo nervioso.
Maki subió a cubierta y echó un vistazo a lo que allí había, no quería haberse equivocado de barco o algo por el estilo. Tampoco parecía que hubiera mucha vigilancia, excepto por un par de tipos que dormían apoyados en la baranda de cubierta con un rifle sobre su regazo. No eran unos guardias demasiado diligentes, pero no podía arriesgarse a que se despertasen y armasen jaleo. Por si acaso, el hombre pez los cogió por la spiernas y los lanzó al agua tras izar las velas. El barco comenzó a moverse lentamente y el revolucionario se paró a respirar el fresco aire nocturno. Ya estaba todo prácticamente acabado, ¿qué podía ir mal?
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