Pétalos en la nieve. [Pasado-Privado Yashiro-Reira]

Nieve y frío era todo lo que Yashiro observaba por allí hasta que sus pasos llegaron a un pueblo en medio de aquel lugar blanco. Su viaje le había llevado hasta allí y por una vez decidió sacar su guitarra a la calle. Se internó en el pueblo dejando un rastro de pétalos de cerezo detrás suya con la guitarra en su mano derecha. La gente lo miraba extrañada por sus ropas y aún más por ir apenas tapado. También llamaba la atención que cayesen pétalos de la nada por donde el pasaba. Una vez en el centro del lugar agarró su guitarra y comenzó a rasgar las cuerdas dejando que la melodía se esparciese entre los edificios. Pronto un grupo de gente bsatante grande se acercó a observarle mientras los pétalos comenzaban a cubrir el suelo por encima de la blanca nieve. Las personas susurraban cosas y le miraban asombrados pero ninguno de los murmuros hicieron que cesase de hacer sonar el instrumento.

Una vez terminó abrió los ojos los cuales mantuvo cerrados para mayor concentracion y miró a la gente que se había acercado. Algunos sonreían asombrados por aquello, no parecía muy común que alguien se pusiese a tocar un instrumento en la calle. Yashiro se rascó la nuca también impresionado por aquello. Había reunido a un grupo de gente bastante grande, más que la última vez que hizo aquello. Se levantó del suelo frío dando a entender que ya había terminado y todos volvieron a hacer lo que estaban haciendo antes de su llegada. Tan rápido te miran como te ignoran... Las multitudes te quieren mientras hagas lo que desean... Qué caprichosa es la vida.

Caminaba por los alrededores del pueblo dejando leves pisadas sobre la nieve, mientras todo su cuerpo se estremecía. Vale que prefería el frío antes que el calor pero esto era un poco exagerado, ¿no? De todos modos me sentía feliz y mi gran sonrisa no hacía más que demostrarlo. Había escapado de Water Seven y la primera parada era Drum, un lugar muy bonito. Aún así echaba de menos las callejuelas, los canales y la vida de ciudad. Esperaba volver algún día. De hecho quería hacerme fuerte para que nadie pudiera impedirme hacer lo que quisiera e ir también donde quisiera. A cualquiera podría parecerle una tontería, pero no a mí.

Pienso que era gracioso verme caminando por allí. Llevaba un gran abrigo blanco que dejaba mis piernas descubiertas desde la mitad del muslo hasta un poco por debajo de la rodilla, donde empezaban mis botas de piel. O que al menos parecían piel. Para qué negarlo, el dinero se me estaba acabando. Volviendo al tema, también llevaba un gorro blanco del que sobresalía mi rebelde pelo y mis mejillas parecían dos tomates debido al frío. Además me movía como un pingüino. Menuda escena.

Cuando decidí que ya era hora de volver al pueblo y tomarme un chocolate calentito, un dulce sonido de guitarra me atrajo hasta el lugar donde un hombre contentaba a las masas. Pero tan pronto le hacían caso como dejaban de hacérselo al ver que se levantaba como queriendo expresar que ya había terminado. Sin embargo yo me quedé allí, observándolo un segundo. Ciertamente parecía un poco intimidante ahora que ya no seguía tocando, debido a su altura y complexión. Bueno, realmente eso no quería decir nada. Quizás era un cacho de pan al fin y al cabo. Me acerqué un poco a él y le dije sonriente:

-Tocas muy bien, me ha gustado mucho.

Siete palabras que podían ser el comienzo de mi aventura o un simple intercambio de cumplidos con un desconocido. Vaya.

Una chica se acercó a Yashiro, lo cual le sorprendió ligeramente y a la vez le agradó puesto que nadie más lo había hecho. Simplemente fue a decirle que tocaba bien.- Oh... Gracias, eso intento. No llevo demasiado tocando pero mientras a la gente le guste a mi también.- Dijo manteniendo su rostro inexpresivo pero durante unos segundos dejó ver una sonrisa en él. Posó la guitarra en el suelo sin cesar la generación de pétalos a su alrededor. Le gustaba aquello pues daba cierta elegancia y belleza al entorno además de captar la atención de bastantes personas.- ¿Qué hace una señorita como usted por un lugar tan frío como este?- Preguntó al ver su rostro. No parecía de allí por lo poco que había visto pero tampoco debía juzgar a la gente así como así.

Llevó su mirada al resto del pueblo, buscando una cafetería, un restaurante, algo. Cuando localizó un bar miró a la chica.- ¿Quieres ir a tomar algo? En verdad tengo algo de hambre. Llevo todo el día caminando...- Dijo con un tono cortés mostrando nuevamente una sonrisa, esta vez más notable pero que al igual que la anterior fue borrada pocos segundos después para volver a la seriedad que le precedió. Agarró con fuerza su guitarra y se giró hacia el bar como si diese por hecho que vendría y comenzó a caminar hacia el edificio. De vez en cuando miraba hacia atrás para ver si la chica le seguía o no.

Al entrar en el bar se sentó en una de las mesas posando su guitarra con suavidad en el suelo y esperando a que alguien le atendiese. Cuando un camarero se acercó le pidió un chocolate caliente* y esperó allí a que se lo sirvieran y que la chica se sentase con él.

NOTA:

-¿Que qué hago aquí? Buena pregunta -dije entre risas tensas. Tendría que inventar una excusa lo antes posible, porque cualquiera me secuestraría y me llevaría ante mi familia de saber la verdadera razón y más teniendo en cuenta la recompensa, aunque esta era casi inexistente. -Sólo estoy de paso. Viaje por placer y también por ver mundo. Y sí, el frío ya empieza a llegarme a los huesos -bromeé. -Eso sí, puedes tutearme. Y yo de señorita tengo poco.

El hombre cambiaba su expresión muy rápidamente como si de alguna forma tuviera miedo o no fuera capaz de expresar del todo sus sentimientos. De vez en cuando una leve sonrisa aparecía, pero desaparecía tan rápido que yo no era capaz de saber a ciencia cierta si ocurrían de verdad o me las imaginaba. Sólo podía deducir que su personalidad no tan estable como parecía; lo mismo en un momento era muy delicado con algo y al siguiente muy brusco.

Vistos de cerca nos parecíamos. Aquel color de pelo... sí, podíamos pasar por familia fácilmente. Aunque debía ser lo único. Él dijo que tenía hambre y emprendió la marcha. Me encogí de hombros. Por qué no. A mí tampoco me venía mal ir a tomar algo y parecía una persona interesante. Quizás estaba siendo demasiado ingenua. El caso es que avanzaba unos pasos por detrás de él, que giraba de vez en cuando la cabeza supuse que para comprobar que yo seguía ahí. Cada vez que lo hacía me sacaba de mis pensamientos y me obligaba a sonreír un poco aunque sólo fuera por cortesía.

Entramos y nos sentamos en una mesa cualquiera, al lado de la ventana. El camarero se les acercó y cuando él pidió chocolate caliente yo me uní.

-Otro para mí, por favor.

Al poco rato nos los trajeron.

-Bueno, ahora que ya estamos más tranquilos... Me llamo Reira Toru -dije pensando en si no sería mejor adoptar otro nombre, otra identidad. -Ya que tú me has preguntado antes, ¿qué hace un hombre como tú en un sitio como éste?

Crucé las manos bajo mi barbilla y esperé su respuesta mientras lo miraba y nuestros chocolates se enfriaban.

Pues simplemente viajo por placer y ver mundo.- Bromeó mirando a la chica, quien a su vez le miraba a él.- Es broma... Simplemente viajo buscando defender a quien se halle en problemas...Como el guerrero que soy o... Como un héroe.- Aquello sonaba demasiado infantil, tanto que hasta hizo que Yashiro soltase una pequeña risa.- Suena como si lo dijese un niño... Pero en verdad no va con esa intención.- Trató de explicar lo que dijo sin arreglarlo demasiado. Agarró su taza y la levantó acercándola a sus labios para beber el chocolate. Se quedó un poco pegado pero se relamió para limpiarse.- Por cierto, mi nombre es Yashiro.- No dió apellido no por no tenerlo, si no por no recordarlo... No conoció a sus padres por lo que no conoció ningún apellido que llevar tras el nombre.

Miró al techo y cerró los ojos un momento para pensar en sus cosas. El pelo que tapaba el ojo derecho se apartó un poco dejando ver el ojo y, cuando lo abrió se observó que padecía heterocromía pues este ojo ere de un azul muy intenso. Al bajar la cabeza sus cabellos volvieron a tapar dicho ojo. Soltó un leve suspiro recordando lo que pasó en toda su vida. Si lo recordaba fue un mero sueño o más bien fue si vida... Era realmente frustrante. La chica no parecía ser mala persona, no tendría que preocuparse por si ella causaba el caos en algún momento o eso es lo que creía Yashiro. No sabía a ciencia cierta quien era ella, de dónde salía o cual era su objetivo. No sabía si le había mentido en la razón por la que estaba allí o en su nombre pero decidió confiar en su palabra y creer que todo era real.

Tras un rato volvió a beber de su taza hasta terminar el chocolate. Nuevamente se relamió para limpiarse y miró a la escasa gente que había en aquel bar.- Parece que en este lugar no es muy usual frecuentar los bares, ¿no cree?- La forma de hablar de Yashiro podía sonar molesta debido a la extrema educación con lo que hacía. Se había críado con gente bastante importante y no actuaba como el "guerrero" que había dicho.

Ladeé la cabeza y sonreí un poco entrecerrando los ojos. Parecía que el hombre, que ahora sabía que se llamaba Yashiro, se iba soltando un poco e incluso bromeaba de vez en cuando. Las apariencias engañan.

-Es un propósito muy noble sin duda -dije todavía con las manos bajo la barbilla pero desplazando mi mirada de Yashiro hacia la mesa, como si me sintiera culpable. Me dije a mí misma "Reira tienes que fingir mejor. Y también intentar pasártelo bien de vez en cuando".

Volví a levantar la cabeza en el preciso instante en que podía captar algo inusual e incluso impresionante. El pelo morado de su acompañante se apartó un poco dejando ver un ojo de color azul intenso, mucho más intenso que cualquiera de los míos y que sin duda destacaba mucho en comparación con su otro ojo, entre gris y verde. Me quedé con los ojos muy abiertos. Luego Yashiro bajó la cabeza haciendo que el pelo cayera sobre su ojo de nuevo. ¿Me lo había imaginado o de verdad había visto eso? Joder, ese día estaba siendo muy raro.

Oí como soltaba un comentario sobre la poca gente que había allí y que me sonó a una excusa para apartar la atención de su ojo pero no quise dejarlo pasar. ¡No había visto nada como eso nunca! De todos modos, decidí controlarme.

-Sí, bueno, es un día entre semana y por la mañana así que supongo que mucha gente está trabajando todavía. Y cambiando de tema -señalé su cara-, ese ojo es asombroso.

Ugh, era como una niña pequeña. A la porra el control, no sabía ser sutil y no creo que nunca llegue a serlo. Llevaba medio chocolate cuando me di cuenta de un detalle importante. Miré el reloj. ¡Cómo se me podía haber olvidado eso! Dejé unas monedas sobre la mesa como pago para el chocolate y me levanté apresurada.

-Un placer estar contigo pero se me olvidaba algo importante -dije con cara de preocupación. -¡Me tengo que ir, espero que nos volvamos a ver! -grité porque ya estaba saliendo por la puerta y echando a correr.

Noble... Hace tiempo que no escucho esa palabra.- Dice con un tono de cierta nostalgia. Cerró sus ojos por unos momentos, pensativo. Trató de pensar todo su pasado... Todo lo que recordaba. Siempre la misma historia. Nunca recordaba nada nuevo. Algunos recuerdos... Borrosos. Llevó una mano a su cabeza pues le comenzaba a doler. Siempre que trataba de hacer aquello le dolía, ¿por qué? No encontraba razón para ello.

Ciertamente puede usted estar en lo cierto.- Dijo con una media sonrisa dirigiendo su mirada hacia la chica. Hm... Había algo raro en ella pero era difícil descifrar el qué. ¿La forma de hablar? ¿Su aspecto? No, no... Era otra cosa. Sería mejor no pensar mucho en ello. Sea lo que sea, mientras no se interponga en su objetivo no será relevante.

¿Asombroso? Yo no diría eso en verdad... Dista mucho de tal cualidad.- Esbozó una sonrisa ligeramente nerviosa. No le gustaba nada que le viesen el ojo tan intenso. Eran mejores los colores oscuros o apagados que se azul de su ojo... Le desagradaba totalmente. Soltó un leve suspiro mirando a la chica. pestañeó y cuando quiso darse cuenta había salido corriendo, ¿eh? ¿Qué demonios había pasado? Se levantó de golpe. Lo único que escuchó fue "se me había olvidado algo importante" y el sonido de las monedas. Hizo lo mismo dejando algo de dinero sobre la mesa y salió corriendo detrás de la chica. Por fortuna al salir del bar logró localizarla y comenzó a perseguirla.

¿Cómo podía ser tan descuidada? Me había olvidado de una de las cosas más importantes que tenía por un rato. Sólo por haberme encontrado con una persona interesante. Parecía una cambiachaquetas completamente. ¡Aish! ¿Estaría bien mi niño? Quise correr más y más rápido pero bueno, no es que estuviera en forma ni nada de eso. La gente se quedaba mirándome y yo notaba que mi cara enrojecía cada vez más, ya no sabía si porque pasaba un poco de vergüenza o por el esfuerzo. Pero bueno, ¿vergüenza? ¿Qué era eso? La verdad es que estaba en mi vocabulario pero no era una palabra que usara ni se me ajustara demasiado.

Las distancia entre las casas iba aumentado a medida que avanzaba y me alejaba del pueblo. Traté de imaginarme la cara de Yashiro. A él también lo había dejado tirado. Parece que eso era a lo que me dedicaba últimamente.

Por fin salí al bosque donde paseaba al principio, antes de que me entrara un hambre horrible y decidiera ir a tomar algo. Paré un poco de correr y jadeé un rato. Ya valía, no me quedaba mucho. Cuando me repuse un poco, me metí en la frondosa arboleda y traté de seguir un camino no marcado que sólo estaba en mi mente. Aquí a la izquierda, aquí a la derecha, ese árbol es el que recuerdo... Así hasta llegar a un pequeño claro.

Allí estaba pero no como me lo esperaba. Pensaba que al llegar me encontraría a mi mascota, Capi, atado a la gruesa rama de un árbol como lo había dejado. Me apoyé en un tronco.

-Ay madre, que mal me hace correr...

En lugar de eso, me lo encontré en el medio del claro, todavía con el arnés y la correa puestos. La rama a la que lo había atado estaba en el suelo, rota.

-Maldito bicho, ¿por qué tienes tanta fuerza? -le regañé mientras me acercaba. Por supuesto, me ignoraba completamente. Para variar. Lo agarré y lo cogí en brazos aunque pesaba un quintal. -Aaaay, ¡como te dejé aquí solito y me olvidé! -Lo achuché un poquito mientras hacía el tonto.

Y por eso había dejado a alguien tirado. Por mi animalito preferido.

Maldita gente del pueblo... Entorpecían los pasos de Yashiro conforme corría. Se ponian delante suya y más de una vez se tropezó obligándole a disculparse. Parecía que cuando veían a alguien con prisa decidían ponerse delante, qué molesto... Siguió corriendo, aún sin perder de vista a la chica hasta que tropezó y cayó al suelo. ¡Mierda! Se levantó rápidamente y corrió lo más rápido que pudo hasta volver a verla a lo lejos. Ya se estaban distanciando bastante del pueblo y la nieve lo cubría todo. Sería bastante fácil perderse por ahí.

Tras seguirla un rato llegaron a un bosque. Bonito sitio para ir a parar... Se adentró entre los árboles tras la chica pero en poco tiempo la perdió de vista. Para empeorar la situación no tenía ni idea de por donde había venido así que estaba totalmente perdido. Sin una idea mejor comenzó a caminar en línea recta rodeando los árboles que se ponían delante suya. Aquello era un laberinto. ¿Había alguien que pudiese orientarse entre tantas hojas? Si los había Yashiro no era de esas personas. Finalmente llegó a una especie de claro y allí estaba la chica. No salió de entre los árboles pues no estaba sola... Había un... ¿animal?  No lo reconocía pero tampoco sabía demasiado sobre estos seres.

Tras un rato observando salió de entre los árboles y se acercó, tampoco demasiado, por miedo a asustar al animal.- Así que por esto salió con tanta prisa, ¿no, señorita?- Dijo con una media sonrisa, mirando hacia el animal. Había pensado muchas cosas pero nunca se le habría ocurrido que se trataba de un animal. En efecto era una buena excusa o eso le parecía a Yashiro.

Seguía danzando con aquel bicho en brazos hasta que me cansé. Puf, cuando lo había encontrado todavía era pequeñito, como una cría y ya había crecido bastante. Además, no tenía pinta de que fuera a parar de hacerlo pronto. Mis brazos ya temblaban cuando lo dejé en el suelo, despacio. ¿Cuántos kilos pesaría? Nunca se me había dado bien calcular el peso de algo a ojo, ni tampoco la distancia entre lugares. El capibara restregó su cabeza contra una de mis piernas, como si pidiera mimos o se estuviera acariciando solo, lo cual me hizo sonreír de forma breve. Parecía que al final un poco de caso sí me hacía, siempre y cuando no tratara de darle órdenes. Y era un peluche estupendo para dormir en las noches de frío.

Empezaron a caer copos de nieve, que se derretían en cuanto tocaban tanto la ropa como la piel. Di una vuelta mientras miraba hacia arriba. "Nunca dejaré de ser una niña pequeña para ciertas cosas, está claro." Cuando bajé la mirada me di cuenta de que no estaba sola. Yashiro, el hombre de la guitarra al que había dejado tirado en la cafetería, salió de entre los árboles. Lo observé con atención antes de hacer nada. Al menos no parecía estar disgustado e incluso sonreía. Vaya. Yo pensaba disculparme de todas maneras.

-Lo siento por lo de antes... -dije mientras miraba al suelo y después señalé a Capi- casi se me olvidaba que había dejado a este aquí y es capaz de escaparse o causar destrozos. -Miré la rama rota que estaba en el suelo. No era pequeña precisamente. -Bueno, no llegué a tiempo. Ya los ha causado.

Suspiré, mientras ponía los ojos en blanco.

-En fin... -murmuré para luego poner expresión de sorpresa; se ve que mi mente iba con retraso. -¿Y por qué me has seguido?

Lo miraba con la cabeza ladeada, como con curiosidad, al tiempo que esperaba su respuesta.

Se cruzó de brazos sin borrar la media sonrisa aquella.- Oh, no se preocupe. Quizá sea ya una costumbre el que se marchen corriendo...- Dijo con un leve tono de broma, acercándose un poco más a la muchacha.- Al menos destrozó una rama y no el árbol entero.- Miró hacia el animal. Hm... Sí, realmente parecía bastante fuerte e inquieto pero la mayoría de los animales lo eran al fin y al cabo.

Luego se fijó en que caían copos de nieve. Era algo bastante agradable de ver a decir verdad. Él, por su parte, había dejado de generar pétalos de sakura. Por mucho que le gustase hacerlo, no era la mejor ocasión.- Parece que le tiene un fuerte cariño a usted, señorita. ¿Lo conoce desde que era una cría?- Yashiro sentía bastante curiosidad por aquel animal. No acostumbraba a ver gente acompañada de uno así por lo menos. Si tenía visto perros, gatos, incluso pájaros, pero nunca uno como el de Reira.

-Eso de que todos escapen corriendo de ti no parece demasiado bueno -dije riéndome un poquito.

Podía notar como miraba a Capi con curiosidad. A todo el mundo le pasaba porque estaban acostumbrados a ver otros tipos de animal y yo misma había tardado en descubrir qué clase de animal era aquel. ¿Le asustaba o sentía curiosidad? Al menos no parecía hostil. A menudo me dedicaba a esconderlo de la vista de la gente porque pocos entendían que no los iba a atacar.

-Aunque ya sea bastante grande se puede decir que sigue siendo una cría. -Le hice un par de carantoñas hasta que empezó a revolverse tratando de escapar de mi abrazo. -Supuestamente aún crecerá muchísimo más. No sé cómo haré para controlarlo cuando lo haga...

Me agaché un poco y lo dejé saltar al suelo desde mis brazos. Su comportamiento era muy similar al de un gato, si me paraba a pensarlo. Vi cómo se alejaba un poco de nosotros y se acurrucaba bajo otro árbol. Sacudí la cabeza; no tenía remedio. Volví mi atención a Yashiro, que al fin y al cabo se lo merecía por haberme seguido.

-¿Quieres que nos sentemos por ahí un rato?

Señalé con el brazo alrededor, tratando de acertar con un sitio cómodo. La verdad es que no había mucho que hacer por allí, y apenas conocía el sitio... Quizás él podría guiarme a algún lugar bonito aunque no me apetecía pedirle nada, puede que le molestara. Noté que me caía nieve en el brazo, quizás demasiada. Parecía que se avecinaba una ventisca; deberíamos irnos cuanto antes. Sigh...

-O en vez de sentarnos por aquí, mejor que vayamos a un lugar a cubierto.

El viento movía de aquí para allá mi pelo, sin que pudiera ver más allá de unos metros. Me abroché el abrigo y me puse la capucha. Cogí el arnés, se lo puse a mi mascota a duras penas y me giré hacia el hombre.

-¿Conoces algún sitio al que podamos ir hasta que se acabe esto?