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Akuma no mi
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Tras bastante tiempo caminando entre arena bajo el ardiente sol, Yashiro logró llegar a la capital de Arabasta. Caminó por las calles mirando los comercios y la arena que llenaba las piedras del suelo así como los edificios que había por todas partes. Comenzaba a encontrarse algo mal debido al calor por lo que se acercó a una pared en la que daba la sombra y se apoyó en ella. Miró a la gente pasar y como de reojo le observaban. Llamaba bastante la atención por allí, como en todas partes... Comenzó a generar pétalos que caían poco a poco al suelo y se sentó, apoyando su espalda contra la pared. Así llamaba incluso más la atención pero de una manera u otra sentía menos calor con la caída de dichos pétalos.
Una vez algo recuperado se levantó del suelo y caminó hacia un bar que se encontraba cerca suya y entró. Se sentó en la barra y pidió cerveza, fresca a poder ser. Tras pedir miró a su alrededor. Estaba bastante lleno y por gente más extraña que él (por fortuna) y el señor que atendía en la barra no le miró mal como solía suceder. En poco tiempo le sirvieron la cerveza y comenzó a beber, terminándola de un trago. Los pétalos comenzaban a plagar el pequeño local. Era una visión ciertamente cómica ver a la gente, bajo techo, repleta de pétalos y más aún en un desierto...
Una vez algo recuperado se levantó del suelo y caminó hacia un bar que se encontraba cerca suya y entró. Se sentó en la barra y pidió cerveza, fresca a poder ser. Tras pedir miró a su alrededor. Estaba bastante lleno y por gente más extraña que él (por fortuna) y el señor que atendía en la barra no le miró mal como solía suceder. En poco tiempo le sirvieron la cerveza y comenzó a beber, terminándola de un trago. Los pétalos comenzaban a plagar el pequeño local. Era una visión ciertamente cómica ver a la gente, bajo techo, repleta de pétalos y más aún en un desierto...
Yumiko Mei
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
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Energía
Saberes
Akuma no mi
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Quizás solo fuera impresión mía, pero el sol parecía quemar hasta la más pequeña de las células de mi cara, de mis hombros y de todo mi cuerpo. Me estaba sofocando en el desierto, pero por suerte me llevaron hasta un lugar poblado de personas, no fue tan fácil llegar, pues tuvimos que subir a lomos de una especie de camellos y varias horas después, soportando ese sol sobre nuestras cabezas, llegamos a una ciudad inmensa, tan inmensa que no podía cubrirla con la mirada. Corrí rápidamente en busca de algo para beber y me encontré con una fuente en medio de esa ciudad tan calurosa, no había una, ni dos personas, había casi cuarenta personas alrededor de la fuente, algunos conversando, otros comerciando y otros tantos bañándose en el agua de la misma, entre ellos niños que jugaban chapoteando en esa especie de agua que ya no parecía estar tan limpia. Ante esa imagen mi sed se fue rápidamente y me dirigí hacia un lugar donde tuvieran algo fresco para beber, no tenía ya porque ser agua, simplemente algo que acabara con mi sed.
Seguí caminando por las calles hasta encontrar un bar, entré y para mi sorpresa sentí el olor de mil hombres ahí, con todo lo que eso conlleva, entre sudor y otros olores, pude distinguir el de la cerveza y el alcohol, no tenía ganas de beber alcohol, pero suponía que sería lo justo para pasar desapercibida por ahí. Me acerqué a la barra y mientras miraba a los lados observé algo fuera de lo común, pétalos, pétalos estaban cayendo por todo el lugar, como demonios era eso posible, no lo entendía y miré hacia el techo, este no tenía pétalo alguno, pero de la nada se seguían formando más y más y las personas no se enteraban de ellos, malditos borrachos que no observan los detalles. Tomé uno de estos pétalos y lo acaricié, la sensación al tacto era fabulosa, sentí un escalofrío y me giré, el camarero estaba ante mi mirándome y a la espera de mi pedido. Le pedí una cerveza fresca y esperé a que la trajera.
Minutos después recibí mi cerveza y la abrí, fue entonces cuando vi a un joven sonreír, algo extrañada me acerqué a él y me senté cerca del mismo. Esperaba que no me tomase por esas borrachas que poblaban el local, la verdad es que no me gustaba esa zona y tampoco la gente que por ahí habitaba, ante todos esos locos, este joven parecía el más normal, o eso es lo que yo pensaba. Miré sonriendo al joven y le ofrecí mi cerveza, aunque poco tiempo después observé que el también tenía una y retiré la mía, mientras seguía saboreando esa bebida alcohólica tan fresca.
-Buenos días, es raro encontrar personas tan normales como tu en un lugar así, puede que me esté equivocando, ¿pero no eres de por aquí verdad? Mi nombre es Yumiko Mei, y no, no soy de por aquí, como se habrá notado tampoco es que me encante este lugar. Y a parte de todo esto, ¿sabes algo sobre estos pétalos? Son tan perfectos, pero ¿de dónde vienen? No veo nada que los esté creando.-Decía dubitativa y presentando mi sonrisa habitual ante el joven pelimorado. Quizás no fuera tan buena idea entablar conversación con desconocidos, pero era mi manera de matar el tiempo y superar mi curiosidad por conocer gente nueva, eso nunca se acabaría.
Seguí caminando por las calles hasta encontrar un bar, entré y para mi sorpresa sentí el olor de mil hombres ahí, con todo lo que eso conlleva, entre sudor y otros olores, pude distinguir el de la cerveza y el alcohol, no tenía ganas de beber alcohol, pero suponía que sería lo justo para pasar desapercibida por ahí. Me acerqué a la barra y mientras miraba a los lados observé algo fuera de lo común, pétalos, pétalos estaban cayendo por todo el lugar, como demonios era eso posible, no lo entendía y miré hacia el techo, este no tenía pétalo alguno, pero de la nada se seguían formando más y más y las personas no se enteraban de ellos, malditos borrachos que no observan los detalles. Tomé uno de estos pétalos y lo acaricié, la sensación al tacto era fabulosa, sentí un escalofrío y me giré, el camarero estaba ante mi mirándome y a la espera de mi pedido. Le pedí una cerveza fresca y esperé a que la trajera.
Minutos después recibí mi cerveza y la abrí, fue entonces cuando vi a un joven sonreír, algo extrañada me acerqué a él y me senté cerca del mismo. Esperaba que no me tomase por esas borrachas que poblaban el local, la verdad es que no me gustaba esa zona y tampoco la gente que por ahí habitaba, ante todos esos locos, este joven parecía el más normal, o eso es lo que yo pensaba. Miré sonriendo al joven y le ofrecí mi cerveza, aunque poco tiempo después observé que el también tenía una y retiré la mía, mientras seguía saboreando esa bebida alcohólica tan fresca.
-Buenos días, es raro encontrar personas tan normales como tu en un lugar así, puede que me esté equivocando, ¿pero no eres de por aquí verdad? Mi nombre es Yumiko Mei, y no, no soy de por aquí, como se habrá notado tampoco es que me encante este lugar. Y a parte de todo esto, ¿sabes algo sobre estos pétalos? Son tan perfectos, pero ¿de dónde vienen? No veo nada que los esté creando.-Decía dubitativa y presentando mi sonrisa habitual ante el joven pelimorado. Quizás no fuera tan buena idea entablar conversación con desconocidos, pero era mi manera de matar el tiempo y superar mi curiosidad por conocer gente nueva, eso nunca se acabaría.
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