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Me encontraba trabajando en el bar pero, de pronto, el jefe me echó de allí. No entendía el por qué, pero poco me importaba ya que no me iba a pagar de todas maneras. Era una fría noche de invierno en la cual caminaba a la luz de las farolas acompañado del ulular del viento. No tenía ganas de volver a casa ni me urgía prisa, nadie me andaba esperando así que seguí andando y me acerqué a un puestecillo de comida en el cual compré unos dulces. Fui al parque más cercano, que estaba al lado del mar y me senté un banco a admirar el resplandeciente agua a la luz de la luna.
-De ahí vengo yo o al menos eso se supone, vaya... No me creo que de allí haya salido, de una inmensidad de agua sin igual, sin fondo...
Sin darse cuenta empezaba a meter la mano en la bolsa de dulces para coger uno y comérmelo. Lo único que hacía allí era comer y filosofar, estando solo sin nadie al lado. Nadie había visto como miraba al mar con la mirada perdida, empezaba a hablar o como mi mano se movía inconscientemente hacia la bolsa. Tampoco era un gran cambio en mi vida ya que nunca había tenido nadie a mi lado en el cual apoyarme. A nadie le importaba si moría, estaba hundido en la miseria.
No tenía nadie por quien vivir, pero si algo a lo que aferrarme. Quería matar a todos los marines del mundo.
Limpiar este mundo de aquella sucia plaga. Y para ello, debería conseguir dinero, algo que no conseguía en mi trabajo de cocinero. Debería encontrar alguna otra alternativa.
Ya habían pasado minutos desde el principio cuando noté que mientras filosofaba se me habían acabado la mitad de todos los dulces de una gran caja. Seguramente guardaría los otros para el día siguiente.
Así me quedé por lo que me parecieron horas aunque seguramente fueran unos minutos.
-De ahí vengo yo o al menos eso se supone, vaya... No me creo que de allí haya salido, de una inmensidad de agua sin igual, sin fondo...
Sin darse cuenta empezaba a meter la mano en la bolsa de dulces para coger uno y comérmelo. Lo único que hacía allí era comer y filosofar, estando solo sin nadie al lado. Nadie había visto como miraba al mar con la mirada perdida, empezaba a hablar o como mi mano se movía inconscientemente hacia la bolsa. Tampoco era un gran cambio en mi vida ya que nunca había tenido nadie a mi lado en el cual apoyarme. A nadie le importaba si moría, estaba hundido en la miseria.
No tenía nadie por quien vivir, pero si algo a lo que aferrarme. Quería matar a todos los marines del mundo.
Limpiar este mundo de aquella sucia plaga. Y para ello, debería conseguir dinero, algo que no conseguía en mi trabajo de cocinero. Debería encontrar alguna otra alternativa.
Ya habían pasado minutos desde el principio cuando noté que mientras filosofaba se me habían acabado la mitad de todos los dulces de una gran caja. Seguramente guardaría los otros para el día siguiente.
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Estaba paseando por las calles de aquella fría ciudad, era ya de noche y cualquier sitio al que hubiera podido permitirse el resguardarse, por cutre, pequeño, mugriento o demás que fuera estaba cerrado. No había ningún hostal abierto.
La chica caminaba por la costa, con su cabeza cubierta por su capa azul, a la que se aferraba como podía. Se había transformado en su forma híbrida para resistir el frío, aprovechando que no veía a nadie por la zona.
-Maldición, si no hubiera llegado tan de noche a la isla...- Masculló a modo de queja mientras paseaba. Se paró al observar la figura de lo que parecía un hombre, demasiado grande en su opinión.
Regresó a su forma humana y se acercó a él, con suerte este podría ayudarle.-Buenas, ¿Qué hace alguien a estas horas por aquí?- Era una pregunta graciosa viniendo de una chica en apariencia débil.
La chica caminaba por la costa, con su cabeza cubierta por su capa azul, a la que se aferraba como podía. Se había transformado en su forma híbrida para resistir el frío, aprovechando que no veía a nadie por la zona.
-Maldición, si no hubiera llegado tan de noche a la isla...- Masculló a modo de queja mientras paseaba. Se paró al observar la figura de lo que parecía un hombre, demasiado grande en su opinión.
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Seguía filosofando cuando de pronto vi una figura de aspecto humano acercándose a mí. Tardé un poco en dislumbrarle la cara hasta que me encontré de frente con una hermosa mujer de pelo rojizo con unos hermosos ojos que armonizaban con toda su cara en general. Era un tanto bajita comparada a mí pero claro, era un gyojin bastante grande. En cuanto se me acercó, soltó unas palabras:
-Buenas, ¿Qué hace alguien a estas horas por aquí?
Las palabras me descolocaron ya que ella era una mujer bajita que parecía débil. Cuando me recompuse, le dije:
-¿Yo? Nada, nada. Solamente dando un paseo después de trabajar. ¿Y qué hace una bella dama como tú paseando sola por aquí? Si quieres te acompaño a tu casa.
Nada más decir esto, me levanté con la determinación de ayudar a la mujer y quizás, ganarme su corazón.
-Buenas, ¿Qué hace alguien a estas horas por aquí?
Las palabras me descolocaron ya que ella era una mujer bajita que parecía débil. Cuando me recompuse, le dije:
-¿Yo? Nada, nada. Solamente dando un paseo después de trabajar. ¿Y qué hace una bella dama como tú paseando sola por aquí? Si quieres te acompaño a tu casa.
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Al llegar al lado del hombre pudo notar un olor peculiar, no era humano, y lo supo antes de llegar a su lado, pero eso no le molesto, después de todo ella tampoco lo era.
En cuanto a su ofrecimiento, tras saludarle y preguntarle que hacía ahí, la verdad es que le sorprendió bastante, sonrojándose un poco por que no solía recibir esa clase de cumplidos. -Bueno, es muy amable de tú parte....Pero me temo que no tengo casa y tampoco soy de esta isla.- Respondió sonriendo como quitándole importancia a lo que acababa de decir. Sin pensar que cualquier persona normal se preocuparía al oír eso.
-Aunque esta bien, gracias por el ofrecimiento...esto...?- No se había acordado de preguntarle su nombre.
En cuanto a su ofrecimiento, tras saludarle y preguntarle que hacía ahí, la verdad es que le sorprendió bastante, sonrojándose un poco por que no solía recibir esa clase de cumplidos. -Bueno, es muy amable de tú parte....Pero me temo que no tengo casa y tampoco soy de esta isla.- Respondió sonriendo como quitándole importancia a lo que acababa de decir. Sin pensar que cualquier persona normal se preocuparía al oír eso.
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Nada más decírselo, recibí contestación:
-Bueno, es muy amable de tú parte....Pero me temo que no tengo casa y tampoco soy de esta isla.
Esto ya no me resultaba raro ya que, a lo largo del año, miles de piratas pasaban por aquella isla para seguir su camino, mas una joven chica no me encajaba en la descripción de pirata. Era una chica joven, de aspecto débil, tímida... Era todo lo contrario a los piratas a los que estaba acostumbrado. También podría ser una aventurera y así todo encajaría. Pero no quería perder a aquella chica:
-Ah, soy Lowell. Dime donde quieres ir y te llevo, tus deseos son órdenes, dama.
Ah, ¿y su nombre?
-Bueno, es muy amable de tú parte....Pero me temo que no tengo casa y tampoco soy de esta isla.
Esto ya no me resultaba raro ya que, a lo largo del año, miles de piratas pasaban por aquella isla para seguir su camino, mas una joven chica no me encajaba en la descripción de pirata. Era una chica joven, de aspecto débil, tímida... Era todo lo contrario a los piratas a los que estaba acostumbrado. También podría ser una aventurera y así todo encajaría. Pero no quería perder a aquella chica:
-Ah, soy Lowell. Dime donde quieres ir y te llevo, tus deseos son órdenes, dama.
Ah, ¿y su nombre?
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-Mi nombre...- Era algo normal que se lo preguntara, pero como siempre, le costaba responder ya que no tenía uno realmente. Murasaki era la forma en que la nombraron como experimento y Akane era un nombre falso, el cual adoptó al escapar años atrás de su "casa", pero era mejor que murasaki, o al menos a ella le parecías así.
-Me llamo Akane, encantada.- Dijo con una sonrisa demasiado bien ensañada como para saber si era verdadera o falsa, aunque en verdad el "hombre" le había parecido muy amable por lo que quizá hubiera algo de sinceridad tras ella.
Tras su presentación se quedo pensativa unos momentos.-Algún lugar....- La verdad es que no había ningún sitio al que quisiera dirigirse, los hostales y bares ya habían cerrado así que ela paseaba con intención de mantenerse despierta hasta que abrieran.-No hay ningún lugar en especial, solo estaba paseando.- Dijo rascándose la cabeza, en una acción que recordaba en parte a un gato, aunque ella era un puma así que no era tan raro.
-Me llamo Akane, encantada.- Dijo con una sonrisa demasiado bien ensañada como para saber si era verdadera o falsa, aunque en verdad el "hombre" le había parecido muy amable por lo que quizá hubiera algo de sinceridad tras ella.
Tras su presentación se quedo pensativa unos momentos.-Algún lugar....- La verdad es que no había ningún sitio al que quisiera dirigirse, los hostales y bares ya habían cerrado así que ela paseaba con intención de mantenerse despierta hasta que abrieran.-No hay ningún lugar en especial, solo estaba paseando.- Dijo rascándose la cabeza, en una acción que recordaba en parte a un gato, aunque ella era un puma así que no era tan raro.
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-Así que Akane, ¿eh? Bonito nombre, sí señor. Acorde a una chica guapa como tú. - Le respondí a su sonrisa con otra muy amplia - Y da igual, si quieres te acompaño en tu paseo. La noche puede ser peligrosa y una mujer tan guapa no debería andar sola.
-Y estarás pasando frío, toma. - Cogí la bandolera de mi cuello y se la di, destapando mi tatuaje. En verdad también tenía un poco de frío pero tampoco iba a ser maleducado.
Cogí los dulces que se encontraban en el banco, miré hacia todos lados y le dediqué una sonrisa que quizás era hasta un poco intimidante por aquellos dientes. Era raro que diera sonrisas a la gente y menos a una mujer que pasaba por allí y que de poco me conocía, pero salió naturalmente. Aquella chica me daba buenas vibraciones y me hacía feliz sin razón aparente.
-Y estarás pasando frío, toma. - Cogí la bandolera de mi cuello y se la di, destapando mi tatuaje. En verdad también tenía un poco de frío pero tampoco iba a ser maleducado.
Cogí los dulces que se encontraban en el banco, miré hacia todos lados y le dediqué una sonrisa que quizás era hasta un poco intimidante por aquellos dientes. Era raro que diera sonrisas a la gente y menos a una mujer que pasaba por allí y que de poco me conocía, pero salió naturalmente. Aquella chica me daba buenas vibraciones y me hacía feliz sin razón aparente.
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-Um...gracias....- Dijo aceptando la bandolera del chico por educación, aunque sabía que acabaría devolviéndosela por que el tendría, seguramente, más frío aún que ella.
Tras eso comenzaron a andar por la aparentemente tranquila costa en dirección a la ciudad. El cielo estaba despejado y la luna iluminaba la costa, en verdad, nadie que viera esa escena imaginaría lo que estaba por venir.
Se adentraron a la ciudad siguiendo su paseo, hablando de alguna que otra cosa algo trivial, para mantener una conversación. La cual detuvieron al sonido de un cristal rompiéndose, seguido de un grito de ayuda y un disparo que volvió a silenciar todo durante los próximos minutos.
Todo se mantuvo en silencio hasta que el sonido de pasos acercándose llego a sus oídos. Un grupo de personas, se acercaba a su posición, los cuales seguramente huía a esconderse tras haberse hecho con un botín, robando en casa de alguna viuda o un hombre mayor, algo por el estilo y, quizá matando a aquella persona.
Tras eso comenzaron a andar por la aparentemente tranquila costa en dirección a la ciudad. El cielo estaba despejado y la luna iluminaba la costa, en verdad, nadie que viera esa escena imaginaría lo que estaba por venir.
Se adentraron a la ciudad siguiendo su paseo, hablando de alguna que otra cosa algo trivial, para mantener una conversación. La cual detuvieron al sonido de un cristal rompiéndose, seguido de un grito de ayuda y un disparo que volvió a silenciar todo durante los próximos minutos.
Todo se mantuvo en silencio hasta que el sonido de pasos acercándose llego a sus oídos. Un grupo de personas, se acercaba a su posición, los cuales seguramente huía a esconderse tras haberse hecho con un botín, robando en casa de alguna viuda o un hombre mayor, algo por el estilo y, quizá matando a aquella persona.
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Tras unos ruidos bastante perturbadores me encontré con varias personas que seguramente serían asesinos.
Venían hacia nosotros de lleno y seguramente la hermosa mujer podría correr un peligro inminente. Para aprovechar y entrenar, saqué la espada de entrenamiento y la puse lateralmente por la parte que llevaba el filo.
Saqué la otra espada con la mano izquierda y la puse por la parte contundente.
Por precaución le dije a Akane:
-Quédate un momento aquí.
Salí corriendo hacia ellos y al primero que pude le pegué un espadazo con la espada pesada y para apoyar el golpe del filo, le dí un golpe contundente a la otra parte de la espada. Esto resultó en la muerte de aquel individuo. Fui pegando espadazos sin ton ni son hasta quedarme solo. Pero se me habían escapado dos e iban hacia aquella hermosa mujer. La distancia nos separaba, no podía hacer nada. Simplemente grité un:
-¡Cuidado!
Y deseé que ocurriera lo mejor.
Venían hacia nosotros de lleno y seguramente la hermosa mujer podría correr un peligro inminente. Para aprovechar y entrenar, saqué la espada de entrenamiento y la puse lateralmente por la parte que llevaba el filo.
Saqué la otra espada con la mano izquierda y la puse por la parte contundente.
Por precaución le dije a Akane:
-Quédate un momento aquí.
Salí corriendo hacia ellos y al primero que pude le pegué un espadazo con la espada pesada y para apoyar el golpe del filo, le dí un golpe contundente a la otra parte de la espada. Esto resultó en la muerte de aquel individuo. Fui pegando espadazos sin ton ni son hasta quedarme solo. Pero se me habían escapado dos e iban hacia aquella hermosa mujer. La distancia nos separaba, no podía hacer nada. Simplemente grité un:
-¡Cuidado!
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Vi salir corriendo en mí dirección a dos hombres armados, seguramente con intención de huir, aunque quizás pretendieran atacarme. Fuera lo que fuese no iba a perdonar lo que hubieran hecho.
No sabía que había ocurrido, pero robar o matar a alguien para mí es como arrebatar a una persona lo más importante, como hicieron conmigo.
Ya estaban a apenas un par de pasos de mí. -Gran error- Murmuré, tomando dos de mis dagas y saltando hacia ellos, apoyando mis manos en el suelo para girar, dando a cada uno una patada en el cuelo y haciéndoles caer, para luego impulsarme con mis manos hacia atrás, cayendo otra vez de ie y, sin dejarles levantarse, clavar mis dagas en sus espalda y pecho respectivamente, un golpe letal.
No sabía que había ocurrido, pero robar o matar a alguien para mí es como arrebatar a una persona lo más importante, como hicieron conmigo.
Ya estaban a apenas un par de pasos de mí. -Gran error- Murmuré, tomando dos de mis dagas y saltando hacia ellos, apoyando mis manos en el suelo para girar, dando a cada uno una patada en el cuelo y haciéndoles caer, para luego impulsarme con mis manos hacia atrás, cayendo otra vez de ie y, sin dejarles levantarse, clavar mis dagas en sus espalda y pecho respectivamente, un golpe letal.
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Para mi sorpresa, la chica que parecía tan débil era muy ágil y derribó a los hombres que corrían hacia ella para luego, en un momento, clavar una daga en sus pechos y terminar su vida. Era raro que una mujer tan ''tímida'' como ella hiciera eso, pero cada persona era un mundo. No me debía preocupar por ella.
Le hice un gesto con la mano para que viniera hacia la casa de donde habían salido. Cuando ya estaba a mi lado, nos acercamos a la puerta y la abrí lentamente. No sé el porque, pero me era natural hacerlo así. Chirriaba un poco y cuando terminó de abrirse se nos presentó una escena horrorosa. Era más por el valor monetario que otra cosa, ya que no encontrábamos ningún cadáver. Al menos en aquella sala.
Todo estaba destrozado. Ahora sí que se notaba que había sido un atraco, mas los ladrones salieron sin nada visible. Quizás solamente se habían llevado joyas las cuales habían escondido. Pero parecía una casa muy humilde, nada de lo que había allí tenía un gran precio.
Me quedé en el recibidor observando lo que había por el suelo. Quería descubrir por qué los ladrones habían hecho tal cosa. ¿Miedo? Nada había allí. ¿Dinero? No se habían llevado nada, o eso parecía. ¿La Marine? Lo dudaba, no había siquiera para llamarlos. Era muy extraño.
Le hice un gesto con la mano para que viniera hacia la casa de donde habían salido. Cuando ya estaba a mi lado, nos acercamos a la puerta y la abrí lentamente. No sé el porque, pero me era natural hacerlo así. Chirriaba un poco y cuando terminó de abrirse se nos presentó una escena horrorosa. Era más por el valor monetario que otra cosa, ya que no encontrábamos ningún cadáver. Al menos en aquella sala.
Todo estaba destrozado. Ahora sí que se notaba que había sido un atraco, mas los ladrones salieron sin nada visible. Quizás solamente se habían llevado joyas las cuales habían escondido. Pero parecía una casa muy humilde, nada de lo que había allí tenía un gran precio.
Me quedé en el recibidor observando lo que había por el suelo. Quería descubrir por qué los ladrones habían hecho tal cosa. ¿Miedo? Nada había allí. ¿Dinero? No se habían llevado nada, o eso parecía. ¿La Marine? Lo dudaba, no había siquiera para llamarlos. Era muy extraño.
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Entró en la casa siguiendo a aquel hombre, el cual a la luz de las velas se notaba aún más que no era humano. No parecía haber nada en aquella casa, o al menos no nada visible a primera vista, pero el olfato de la chica le decía que eso no era un humilde hogar como otros muchos.
Un leve olor metálico llego a la felina nariz de la chica, el cual parecía provenir de debajo suya. ¿Sangre? Podía ser, por que el olor se asemejaba al de esta, pero quizá hubiera más.
-Voy a mirar si hay alguien dentro.- Dijo avisando al chico que parecía examinar la entrada de la casa con sumo detalle.
Mientras Lowell investigaba el recibidor, como si de un detective experto se tratara, la chica se dirigió dentro de la salón, buscando en el suelo el más mismo indició de sangre o de, por el contrario, de alguna trampilla que llevara a un sótano o algo por el estilo. ¿quién sabía? Quizá esa hubiera sido la anterior guarida de aquellos que se habían dado a la fuga.
Un leve olor metálico llego a la felina nariz de la chica, el cual parecía provenir de debajo suya. ¿Sangre? Podía ser, por que el olor se asemejaba al de esta, pero quizá hubiera más.
-Voy a mirar si hay alguien dentro.- Dijo avisando al chico que parecía examinar la entrada de la casa con sumo detalle.
Mientras Lowell investigaba el recibidor, como si de un detective experto se tratara, la chica se dirigió dentro de la salón, buscando en el suelo el más mismo indició de sangre o de, por el contrario, de alguna trampilla que llevara a un sótano o algo por el estilo. ¿quién sabía? Quizá esa hubiera sido la anterior guarida de aquellos que se habían dado a la fuga.
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Era demasiado extraño. No había cosas robadas, sangre u otra cosa que diera a entender la razón del asalto a aquella casa. Tampoco había nada para escapar, al menos en el recibidor. La mujer iba a mirar si encontraba a alguien por las distintas habitaciones de la casa.
-Por el recibidor no hay nada. Siquiera sangre, así que voy a mirar por la habitación del asaltado. - Dije avisando por si se sorprendía de no encontrarme en el recibidor.
Era una habitación un poco inaccesible, se encontraba en una esquina. Una habitación muy modesta con solo una cama, una mesilla y un armario lleno de ropa. Por allí se notaba desde el primer momento que no habían pasado, ya que todo estaba perfectamente ordenado y no se notaba nada fuera de lo normal.
-¡Aquí no hay nada! - Dije de pronto, gritando.
-Por el recibidor no hay nada. Siquiera sangre, así que voy a mirar por la habitación del asaltado. - Dije avisando por si se sorprendía de no encontrarme en el recibidor.
Era una habitación un poco inaccesible, se encontraba en una esquina. Una habitación muy modesta con solo una cama, una mesilla y un armario lleno de ropa. Por allí se notaba desde el primer momento que no habían pasado, ya que todo estaba perfectamente ordenado y no se notaba nada fuera de lo normal.
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Yo casi parecía no hacer caso a mi "compañero". Me había centrado únicamente en encontrar de donde provenía aquel aroma a sangre, encontrándome de golpe con la respuesta en mis narices, de forma casi literal, ya que mi despiste causo que no viera la trampilla abierta de par en par bajo mis pies, por la que caí a algo así como una "base" en el sótano de la casa.
-Kyaaaaaaaaaaaa- Grite al caerme, quizá alarmando a Lowell.
¿Que narices hacía eso ahí? Planos de armas, mapas, armas de bastante importancia, y una figura manchada de rojo en el suelo. ¿La víctima? Que preguntas, era obvio que si, pero algo me decía que debería comprobarlo de todas formas.
Al acercarme note que aquel hombre, algo bajito y con coronilla de escasos cabellos blancos, el cual debía rondar los sesenta, no estaba muerto, aunque tenía una importante herida en el costado izquierdo, aunque esta era importante en la medida de que era larga, ya que no era muy profunda. En cambio, al fondo de aquel cuarto parecía haber alguien más que no se encontraba tan "sano" como el viejecito, a pesar de que en teoría era más joven.
La idea de que aquellos que estaban huyendo, tal vez huyeran del viejo se me hacia graciosa, me recordaba demasiado a cierto caimán molesto, aunque no quería pensar en esa persona.
-Kyaaaaaaaaaaaa- Grite al caerme, quizá alarmando a Lowell.
¿Que narices hacía eso ahí? Planos de armas, mapas, armas de bastante importancia, y una figura manchada de rojo en el suelo. ¿La víctima? Que preguntas, era obvio que si, pero algo me decía que debería comprobarlo de todas formas.
Al acercarme note que aquel hombre, algo bajito y con coronilla de escasos cabellos blancos, el cual debía rondar los sesenta, no estaba muerto, aunque tenía una importante herida en el costado izquierdo, aunque esta era importante en la medida de que era larga, ya que no era muy profunda. En cambio, al fondo de aquel cuarto parecía haber alguien más que no se encontraba tan "sano" como el viejecito, a pesar de que en teoría era más joven.
La idea de que aquellos que estaban huyendo, tal vez huyeran del viejo se me hacia graciosa, me recordaba demasiado a cierto caimán molesto, aunque no quería pensar en esa persona.
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No había nada, todo estaba perfecto. Me dirigía hacia la señorita cuando de pronto escuché un grito y lo que podía ser un golpe. ¡Ese grito era de chica! Era ella, seguro.
Salí corriendo hacia la sala en la que la había visto por última vez y denoté una pequeña trampilla en el suelo, la cual estaba abierta. La caída podía ser peligrosa, mas eso no me preocupaba cuando salté como un loco para ayudarla en lo que le pasara. La caída era alta, sí. Y en cuanto bajé del todo lo sentí. Me había hecho un daño notable en las piernas al aterrizar flexionándolas.
Se me presentaba una rara escena. La chica estaba sin heridas ninguna, un hombre bastante viejo tirado en el suelo y un chico muy diferente a lo que tendría que ser.
-¿Estás bien? ¿Qué ocurre aquí?
Mientras esperaba una respuesta de parte de la chica, me acerqué al hombre tirado en el suelo para ver como estaba. Una herida muy larga aunque poco profundo, como un corte de katana. No tenía control ninguno sobre vendas o maneras de curar heridas, mas algo tendría que hacer con aquel sangrante corte.
Cogí mi bandolera y tal cual se la puse al hombre de venda, para que dejara de sangrar tanto.
-Así puede que se cure, aunque ya ha sangrado mucho. ¿Y aquel chico? - Señalé al ''enfermo'' mientras me sentaba con el abuelo - ¿Puedes hablar? Si es así, ¿qué ha pasado aquí?
Salí corriendo hacia la sala en la que la había visto por última vez y denoté una pequeña trampilla en el suelo, la cual estaba abierta. La caída podía ser peligrosa, mas eso no me preocupaba cuando salté como un loco para ayudarla en lo que le pasara. La caída era alta, sí. Y en cuanto bajé del todo lo sentí. Me había hecho un daño notable en las piernas al aterrizar flexionándolas.
Se me presentaba una rara escena. La chica estaba sin heridas ninguna, un hombre bastante viejo tirado en el suelo y un chico muy diferente a lo que tendría que ser.
-¿Estás bien? ¿Qué ocurre aquí?
Mientras esperaba una respuesta de parte de la chica, me acerqué al hombre tirado en el suelo para ver como estaba. Una herida muy larga aunque poco profundo, como un corte de katana. No tenía control ninguno sobre vendas o maneras de curar heridas, mas algo tendría que hacer con aquel sangrante corte.
Cogí mi bandolera y tal cual se la puse al hombre de venda, para que dejara de sangrar tanto.
-Así puede que se cure, aunque ya ha sangrado mucho. ¿Y aquel chico? - Señalé al ''enfermo'' mientras me sentaba con el abuelo - ¿Puedes hablar? Si es así, ¿qué ha pasado aquí?
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No sabía si le preguntaba a ella o a aquel hombre de cara hinchada que parecía más muerto que vivo o a ella, aunque vio la segunda opción más razonable, ya que lo que antes podía haber sido un apuesto...¿pirata?, no, no tenían pinta de formar parte de ninguna banda, solo un par de personas, y no huían hacia el mar ni nada por el estilo.
-Simplemente estaban así cuando llegué.- Me limite a contestar, sin cambiar en nada mi tono de voz. Un tono monótono quizá. No sabía por que iban tras aquel anciano, pero quizá tuviera que ver con los revolucionarios o por el contrario....Trató de no pensarlo mucho, no le convenía demasiado meterse en aquellos asuntos, sin embargo quiso creer lo primero. -En todo caso habría que hacer algo para ayudarle.- No se preocupó por el otro hombre, ya que si su teoría era cierta, este debía tener que ver con la marina o algo por el estilo.
-Simplemente estaban así cuando llegué.- Me limite a contestar, sin cambiar en nada mi tono de voz. Un tono monótono quizá. No sabía por que iban tras aquel anciano, pero quizá tuviera que ver con los revolucionarios o por el contrario....Trató de no pensarlo mucho, no le convenía demasiado meterse en aquellos asuntos, sin embargo quiso creer lo primero. -En todo caso habría que hacer algo para ayudarle.- No se preocupó por el otro hombre, ya que si su teoría era cierta, este debía tener que ver con la marina o algo por el estilo.
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La chica optaba por ayudarlos, y eso era bien lógico. ¿Quién en su sano juicio y con piedad abandonaría a un anciano malherido a su suerte? Solamente debíamos salir y llevarlo al médico para que lo curara, no había problema alguno. Es más... Sí, lo había.
-Por mí encantado, pero pregunto una cosa... ¡¿Hay salida siquiera?!
En un momento me calmé pues bien sabía que con un simple puñetazo a la pared crearía una preciosa salida nueva. Así, me propuse mirar la sala con detenimiento. Había armas, planos, mapas... Parecía una base militar o algo parecido, preparado contra la inminente guerra. Si por mí fuera, me hubiera llevado encantado una espada o algo, pero robar era moralmente cuestionable y luego tenía quebraderos de cabeza sobre ello.
Acto seguido, me acerqué a los mapas. Había varios mapas colgados en la pared mientras que en una mesa se encontraban miles de papeles bien doblados ocupando el mínimo sitio posible. Por mera curiosidad, abrí uno de ellos. Mi cara no pudo evitar reflejar el asombro que tenía por la formación de ese mapa. Si bien era un mapa normal, de papel, dibujado... Tenía un significado especial. Era un mapa de esta isla. Y eso no era la gran cosa, lo era el hecho de que habían anotaciones sobre puntos estratégicos para atacar. Solté el mapa en la mesa y abrí otro, la misma situación. Otra isla, con anotaciones.
Me intenté calmar un poco y me acerqué a otra mesa ocupada por extrañas cajas de cartón. Les eché un vistazo por encima, mas solo parecían contener papel en blanco, así que cogí la caja y le di la vuelta, haciendo caer los papeles sobre la mesa. De nuevo, la estampa me dejó petrificado. La hoja tenía impresa la cara de una mujer, más exactamente una clienta usual del bar. ¿Qué hacía allí? Seguí mirando papel tras papel, hasta llegar a un rostro demasiado familiar. Por enfado, le pegué un puñetazo a la mesa y la partí en varios trozos, doblando y tirando el papel hacia atrás.
Solté un suspiro profundo y me acerqué a la pared más cercana. Cerré los ojos un momento intentando concentrarme y cerré la mano fuertemente, para luego dar un puñetazo a la pared. Para mi sorpresa, el puño rebotó y la pared no mostró daño alguno. Lo intenté de nuevo, sin resultado aparente y opté por las patadas. Esto tampoco me ayudaba. Levanté la mano y miré a la chica:
-Esto... - Dije mientras me rascaba la cabeza por detrás y sonreía tontamente - ¿Me ayudas?
-Por mí encantado, pero pregunto una cosa... ¡¿Hay salida siquiera?!
En un momento me calmé pues bien sabía que con un simple puñetazo a la pared crearía una preciosa salida nueva. Así, me propuse mirar la sala con detenimiento. Había armas, planos, mapas... Parecía una base militar o algo parecido, preparado contra la inminente guerra. Si por mí fuera, me hubiera llevado encantado una espada o algo, pero robar era moralmente cuestionable y luego tenía quebraderos de cabeza sobre ello.
Acto seguido, me acerqué a los mapas. Había varios mapas colgados en la pared mientras que en una mesa se encontraban miles de papeles bien doblados ocupando el mínimo sitio posible. Por mera curiosidad, abrí uno de ellos. Mi cara no pudo evitar reflejar el asombro que tenía por la formación de ese mapa. Si bien era un mapa normal, de papel, dibujado... Tenía un significado especial. Era un mapa de esta isla. Y eso no era la gran cosa, lo era el hecho de que habían anotaciones sobre puntos estratégicos para atacar. Solté el mapa en la mesa y abrí otro, la misma situación. Otra isla, con anotaciones.
Me intenté calmar un poco y me acerqué a otra mesa ocupada por extrañas cajas de cartón. Les eché un vistazo por encima, mas solo parecían contener papel en blanco, así que cogí la caja y le di la vuelta, haciendo caer los papeles sobre la mesa. De nuevo, la estampa me dejó petrificado. La hoja tenía impresa la cara de una mujer, más exactamente una clienta usual del bar. ¿Qué hacía allí? Seguí mirando papel tras papel, hasta llegar a un rostro demasiado familiar. Por enfado, le pegué un puñetazo a la mesa y la partí en varios trozos, doblando y tirando el papel hacia atrás.
Solté un suspiro profundo y me acerqué a la pared más cercana. Cerré los ojos un momento intentando concentrarme y cerré la mano fuertemente, para luego dar un puñetazo a la pared. Para mi sorpresa, el puño rebotó y la pared no mostró daño alguno. Lo intenté de nuevo, sin resultado aparente y opté por las patadas. Esto tampoco me ayudaba. Levanté la mano y miré a la chica:
-Esto... - Dije mientras me rascaba la cabeza por detrás y sonreía tontamente - ¿Me ayudas?
Maze
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Akuma no mi
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Miró a su acompañante sin comprender que su...¿Espanto? ¿Qué había encontrado para ponerse de tan mal humos? Quizá eso lo descubriría más adelante pero en esos momentos lo más urgente parecía ser el sacar de ahí a esas personas.
Observó los movimientos del gyojin, el cual intentaba romper la pared a gopes. "Eso no funcionará." Pensó mientras se ponía ne pie y tomaba al hombre de un brazo, pasándolo por alrededor de su cuello para serle más facil el cargarlo. Antes de ello le había tratado su herida de forma algo torpe. No era medico, pero podía atarle un trozo de tela a para parar una hemorragia.
una vez logró ponerse en pie tomo su forma híbrida. Así media un metro ochenta y pico por lo que podía cargarlo con facilidad al tiempo que caminaba ágilmente. -Si no logras romperlo, ¿por que no usamos simplemente la entrada por la que llegamos aquí?- Dicho esto se encamino a la apertura en el techo, la altura de la sala apenas era de dos metros por lo que con un salto normal estaría fuera, de nuevo en el salón de la casa. Una vez ahí, tal vez tuviera que bajar a ayudar también a Lowel con el otro hombre, aunque si fuese uno de los "ladrones" le daría igual dejarle ahí para que muriera.
Observó los movimientos del gyojin, el cual intentaba romper la pared a gopes. "Eso no funcionará." Pensó mientras se ponía ne pie y tomaba al hombre de un brazo, pasándolo por alrededor de su cuello para serle más facil el cargarlo. Antes de ello le había tratado su herida de forma algo torpe. No era medico, pero podía atarle un trozo de tela a para parar una hemorragia.
una vez logró ponerse en pie tomo su forma híbrida. Así media un metro ochenta y pico por lo que podía cargarlo con facilidad al tiempo que caminaba ágilmente. -Si no logras romperlo, ¿por que no usamos simplemente la entrada por la que llegamos aquí?- Dicho esto se encamino a la apertura en el techo, la altura de la sala apenas era de dos metros por lo que con un salto normal estaría fuera, de nuevo en el salón de la casa. Una vez ahí, tal vez tuviera que bajar a ayudar también a Lowel con el otro hombre, aunque si fuese uno de los "ladrones" le daría igual dejarle ahí para que muriera.
Lowell
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Al parecer, la chica había curado al hombre del tajo, mientras el otro seguía donde lo había encontrado, ensimismado. Suspiré y miré de nuevo a la pared, colocando la mano en el mango de la espada pesada y alejándome un poco, lo suficiente para poder controlarla sin que diera con la pared. Me concentré un poco para poder controlarla decentemente y la puse de manera perpendicular hacia la pared, a la altura de mi pecho. Luego, hice un rápido movimiento de muñeca y, milagrosamente, la espada se había quedado clavada en la pared que, por el sonido, parecía tener bastante grosor.
Giré la mirada para ver a la chica, pero me encontré con una especie de felino, color negro. Bastante grande, eso sí. Además, la chica ya no estaba en la sala y eso me puso muy tenso. Desenvainé la espada ligera de golpe y la puse horizontalmente en mi pecho, mostrando el filo al animal. Luego, con una voz un poco nerviosa, pronuncié:
-Q...¿¡Y la chica!?
Vi que el hombre estaba posado en el torso del animal, como estaba sobre la espalda de la chica. Quizás..., por raro que fuera, el felino era la chica. Igual que cuando conocí aquella chica-perro, vaya. Envainé la espada pensando en ésto y solté un fuerte suspiro. Me había asustado demasiado. Aún así, por mera seguridad dije:
-¿Akane?
Me asusté aún más cuando vi que el felino pronunciaba palabra, y era para decirme que podíamos salir por el techo. Estaría todo bien si tuviera la agilidad suficiente para salir, pues no me movía muy bien que se dijera. Así, sonreí y le pegué con la palma de la mano al extremo de la espada, clavándola aún más profunda en la pared. Lo hice de nuevo y la espada pareció llegar al otro lado de la pared. Aunque lo hubiera intentado por eso, me extrañaba que, estando ésto en una zona subterránea, hubiera una calle a aquella altura.
Saqué el filo de la pared y hice un tajo horizontal en ésta, pues debía estar un poco más débil que antes. Así lo estuve repitiendo hasta que terminé por debilitarla lo suficiente, para terminar pegar un golpe por la parte consistente de la espada y el muro quebró de golpe. Reí un momento de puro gozo, pues ya había terminado.
-Yo no tengo la suficiente agilidad para salir de aquí como tú. Nos encontramos en la puerta de la casa, ¿vale?
Envainé la espada y cogí al chico enfermo, saltando por el agujero. Al parecer, estaba al lado de una cuesta bastante empinada, haciendo que la distancia hasta el suelo fuera importante. Por suerte, caí bien y no me hice daño, para salir corriendo cuesta hacia arriba. Nos teníamos que encontrar allí, así que no podía tardar demasiado. Tardé un rato en llegar, era muy parecido a un laberinto con tantos escondrijos y caminos distintos. Aún así, terminé por presentarme en la misma calle con el chico cogido a la altura de la cadera.
Off-rol /// - Véase que Lowell ignora la procedencia del chico y que le da igual lo que sea, por ello no piensa nada sobre él.
Giré la mirada para ver a la chica, pero me encontré con una especie de felino, color negro. Bastante grande, eso sí. Además, la chica ya no estaba en la sala y eso me puso muy tenso. Desenvainé la espada ligera de golpe y la puse horizontalmente en mi pecho, mostrando el filo al animal. Luego, con una voz un poco nerviosa, pronuncié:
-Q...¿¡Y la chica!?
Vi que el hombre estaba posado en el torso del animal, como estaba sobre la espalda de la chica. Quizás..., por raro que fuera, el felino era la chica. Igual que cuando conocí aquella chica-perro, vaya. Envainé la espada pensando en ésto y solté un fuerte suspiro. Me había asustado demasiado. Aún así, por mera seguridad dije:
-¿Akane?
Me asusté aún más cuando vi que el felino pronunciaba palabra, y era para decirme que podíamos salir por el techo. Estaría todo bien si tuviera la agilidad suficiente para salir, pues no me movía muy bien que se dijera. Así, sonreí y le pegué con la palma de la mano al extremo de la espada, clavándola aún más profunda en la pared. Lo hice de nuevo y la espada pareció llegar al otro lado de la pared. Aunque lo hubiera intentado por eso, me extrañaba que, estando ésto en una zona subterránea, hubiera una calle a aquella altura.
Saqué el filo de la pared y hice un tajo horizontal en ésta, pues debía estar un poco más débil que antes. Así lo estuve repitiendo hasta que terminé por debilitarla lo suficiente, para terminar pegar un golpe por la parte consistente de la espada y el muro quebró de golpe. Reí un momento de puro gozo, pues ya había terminado.
-Yo no tengo la suficiente agilidad para salir de aquí como tú. Nos encontramos en la puerta de la casa, ¿vale?
Envainé la espada y cogí al chico enfermo, saltando por el agujero. Al parecer, estaba al lado de una cuesta bastante empinada, haciendo que la distancia hasta el suelo fuera importante. Por suerte, caí bien y no me hice daño, para salir corriendo cuesta hacia arriba. Nos teníamos que encontrar allí, así que no podía tardar demasiado. Tardé un rato en llegar, era muy parecido a un laberinto con tantos escondrijos y caminos distintos. Aún así, terminé por presentarme en la misma calle con el chico cogido a la altura de la cadera.
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