Dark Satou
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Límite de tiempo : Sin fecha límite.
Escenario : El País de Wano, cuyo significado es "El País de la Armonía", es un país situado en el Nuevo Mundo de donde provienen los samuráis: Ryuma, Kin'emon, su hijo Momonosuke y Kanjuro. El país de Wano tiene sus propios guerreros, los Samurái, que son espadachines tan fuertes que ni siquiera los Marines osan acercarse a ellos.
Condiciones :
- Sin nomenclaturas.
- En la isla de Wano.
- Si Byakuro gana, llevará a Aki a ID a no ser que ella le de algo a cambio.
- Si Aki gana, Byakuro deberá hacer algo por ella.
- Daños on-rol.
Aki D. Arlia
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Llegué al país de Wano sin un propósito fijo en mente. Tan solo quería relajarme unos días, antes de continuar mi viaje. Estaba dormida cuando Cetus aterrizó, pero él ya se preocupó de despertarme haciéndome caer.
¡Wah! Vaya, gracias. De verdad, no se qué haría yo sin ti.
El animalito no pilló el sarcasmo. Y casi mejor, porque últimamente había aprendido a controlar su fuego y estaba más que susceptible. Suspiré y miré a mi alrededor. Estabamos a la entrada de un pequeño bosque y a lo lejos había una ciudad. Me calé la mochila al hombro, agarré mis armas y monté en la alfombra.
-Iré a por comida para la noche, aguarda por aquí. Y no-quemes-nada. ¿Estamos? Como vuelva a declararse un incendio por tu culpa no tendrás postre.
La verdad es que estaba algo malhumorada. Me sentía algo sola ultimamente. Los nakamas de mi banda estaban esparcidos por el mundo, hacía siglos que no veía a mi familia y, la verdad, no tenía muchos más amigos. Mientras me adentraba en la ciudad advertí las ropas extrañas que llevaban los habitantes. ¿Samuráis? Vaya. Fui a preguntarle a uno dónde estaba el mercado y me lo indicó con mucha seriedad y pomposidad. Algo cortada me dirigí hacia allí.
Entonces, cuando colocaba unas mandarinas en mi bolsa, lo vi. Un pelo blanco de puntas, el chico estaba de espaldas a mí. Pagué las mandarinas y con cuidado me fui acercando a él, arrodillada en mi alfombra. Ella también avanzaba con sigilo, intuyendo lo que me proponía. Y entonces... alargué las manos y le tiré del cuello, tratando de tirarlo en mi alfombra y darle un susto.
-¡Byakuro!
¡Wah! Vaya, gracias. De verdad, no se qué haría yo sin ti.
El animalito no pilló el sarcasmo. Y casi mejor, porque últimamente había aprendido a controlar su fuego y estaba más que susceptible. Suspiré y miré a mi alrededor. Estabamos a la entrada de un pequeño bosque y a lo lejos había una ciudad. Me calé la mochila al hombro, agarré mis armas y monté en la alfombra.
-Iré a por comida para la noche, aguarda por aquí. Y no-quemes-nada. ¿Estamos? Como vuelva a declararse un incendio por tu culpa no tendrás postre.
La verdad es que estaba algo malhumorada. Me sentía algo sola ultimamente. Los nakamas de mi banda estaban esparcidos por el mundo, hacía siglos que no veía a mi familia y, la verdad, no tenía muchos más amigos. Mientras me adentraba en la ciudad advertí las ropas extrañas que llevaban los habitantes. ¿Samuráis? Vaya. Fui a preguntarle a uno dónde estaba el mercado y me lo indicó con mucha seriedad y pomposidad. Algo cortada me dirigí hacia allí.
Entonces, cuando colocaba unas mandarinas en mi bolsa, lo vi. Un pelo blanco de puntas, el chico estaba de espaldas a mí. Pagué las mandarinas y con cuidado me fui acercando a él, arrodillada en mi alfombra. Ella también avanzaba con sigilo, intuyendo lo que me proponía. Y entonces... alargué las manos y le tiré del cuello, tratando de tirarlo en mi alfombra y darle un susto.
-¡Byakuro!
Byakuro Kyoya
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Byakuro observó por decimoquinta vez aquel expositor de armas. El juego de katanas que había en su interior era precioso, con la hoja blanca como la nieve, brillante y lista para partir cosas. No era precisamente un fan de las armas de filo, pero aquella en especial le había parecido una obra de arte.
El cazador llevaba un par de horas dando vueltas por el mercado, donde había todo tipo de objetos y alimentos a la venta. Estaba a punto de preguntar por el precio del juego de armas del expositor cuando sintió como una mano lo agarraba por el cuello y tiraba de él hacia atrás, tratando de derribarlo. El cazador echó una mano hacia atrás, para no dar con el espalda en el suelo, pero cuando la apoyó, se extrañó. No era el suelo adoquinado que debía ser, sino una especie de tejido aterciopelado. Entonces vio la cara de la persona que había realizado aquel ataque por sorpresa: Aki. ¿Qué hacía ella allí? La última vez que la había visto había sido en una isla perdida, y no parecía ella.
- ¡Imoto-chan! ¿Qué haces aquí? -preguntó, sorprendido.
El cazador llevaba un par de horas dando vueltas por el mercado, donde había todo tipo de objetos y alimentos a la venta. Estaba a punto de preguntar por el precio del juego de armas del expositor cuando sintió como una mano lo agarraba por el cuello y tiraba de él hacia atrás, tratando de derribarlo. El cazador echó una mano hacia atrás, para no dar con el espalda en el suelo, pero cuando la apoyó, se extrañó. No era el suelo adoquinado que debía ser, sino una especie de tejido aterciopelado. Entonces vio la cara de la persona que había realizado aquel ataque por sorpresa: Aki. ¿Qué hacía ella allí? La última vez que la había visto había sido en una isla perdida, y no parecía ella.
- ¡Imoto-chan! ¿Qué haces aquí? -preguntó, sorprendido.
Aki D. Arlia
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Sonreí al ver la cara de sorpresa de Byakuro.
-Supongo... que tomarme unas vacaciones. He retrasado lo que iba a hacer... o puede que Cetus se desviara sin darme cuenta y lo esté aprovechando de excusa. La verdad es que me quedé dormida mientras viajaba. Me alegra encontrarte, este lugar es algo aburrido. Todos son tan... rectos y pomposos.
Le veía bien. Por lo menos, ya no parecía un fantasma, y esa mejora le sentaba estupendamente. Como a cualquiera, supongo.
-Iba a pasar la noche en el bosque de allá y marchar mañana. ¿Por qué no vienes, ni que sea un rato? Y reanudaremos nuestra vieja tradición. Yo iré yendo, que me apetece prepararme algo decente de cenar. Si te aburres... estaré por allí.
Me marché sin tiempo a oír su contestación. Estaba eufórica de haber encontrado a un conocido en ese rincón perdido de ninguna parte. Cuando llegué, encontré a Cetus durmiendo al pie de un árbol. Al menos no parecía que fuera a llover, no tendría que hacer un refugio. Cogí las frutas que había comprado y elaboré una pequeña macedonia. La cocina no era lo mío, pero eso era fácil. Y estaba deliciosa. Cuando acabé me puse a pasear, preguntándome si él vendría. Sería interesante combatir en medio del bosque, con todos los árboles de por medio.
-Supongo... que tomarme unas vacaciones. He retrasado lo que iba a hacer... o puede que Cetus se desviara sin darme cuenta y lo esté aprovechando de excusa. La verdad es que me quedé dormida mientras viajaba. Me alegra encontrarte, este lugar es algo aburrido. Todos son tan... rectos y pomposos.
Le veía bien. Por lo menos, ya no parecía un fantasma, y esa mejora le sentaba estupendamente. Como a cualquiera, supongo.
-Iba a pasar la noche en el bosque de allá y marchar mañana. ¿Por qué no vienes, ni que sea un rato? Y reanudaremos nuestra vieja tradición. Yo iré yendo, que me apetece prepararme algo decente de cenar. Si te aburres... estaré por allí.
Me marché sin tiempo a oír su contestación. Estaba eufórica de haber encontrado a un conocido en ese rincón perdido de ninguna parte. Cuando llegué, encontré a Cetus durmiendo al pie de un árbol. Al menos no parecía que fuera a llover, no tendría que hacer un refugio. Cogí las frutas que había comprado y elaboré una pequeña macedonia. La cocina no era lo mío, pero eso era fácil. Y estaba deliciosa. Cuando acabé me puse a pasear, preguntándome si él vendría. Sería interesante combatir en medio del bosque, con todos los árboles de por medio.
Byakuro Kyoya
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Byakuro sonrió ante la proposición de Aki. Ciertamente no tenía mucho que hacer, y el volver a medirse con ella se había acabado por convertir en una especie de ritual, una tradición. De una u otra forma, ellos dos parecían abocados a combatir cada vez que se veían.
- Iré enseguida, no tengo nada que hacer por aquí. -el encuentro con la chica había borrado de su cabeza la espada de exquisita manufactura que había estado admirando unos instantes antes.
El chico se levantó de la alfombra, y vio como la chica se alejaba entre el gentío. Debajo de su chaqueta, el loro Mostaza sacó su cabeza y lo miró. El chico sonrió para sí y se encaminó al bosque. Apenas tardó unos minutos en llegar al comienzo de la floresta. Miró hacia el interior del lugar y preparó su haki de observación, atento a cualquier peligro que pudiera aparecer.
Tras un breve rato buscando, acabó llegando a un claro, en el que había lo que parecían ser los restos de unas frutas. Se acercó al lugar y se sentó en el suelo. Aquel lugar era tranquilo y pacífico, seguramente Aki terminase por dejarse caer por allí. Mientras él observaba el cielo tiñéndose de azul oscuro sobre su cabeza, Mostaza empezó a dar breves vuelos a su alrededor. El pequeño pajarito empezaba a tener las alas lo suficientemente fuertes como para mantenerse en el aire.
- Iré enseguida, no tengo nada que hacer por aquí. -el encuentro con la chica había borrado de su cabeza la espada de exquisita manufactura que había estado admirando unos instantes antes.
El chico se levantó de la alfombra, y vio como la chica se alejaba entre el gentío. Debajo de su chaqueta, el loro Mostaza sacó su cabeza y lo miró. El chico sonrió para sí y se encaminó al bosque. Apenas tardó unos minutos en llegar al comienzo de la floresta. Miró hacia el interior del lugar y preparó su haki de observación, atento a cualquier peligro que pudiera aparecer.
Tras un breve rato buscando, acabó llegando a un claro, en el que había lo que parecían ser los restos de unas frutas. Se acercó al lugar y se sentó en el suelo. Aquel lugar era tranquilo y pacífico, seguramente Aki terminase por dejarse caer por allí. Mientras él observaba el cielo tiñéndose de azul oscuro sobre su cabeza, Mostaza empezó a dar breves vuelos a su alrededor. El pequeño pajarito empezaba a tener las alas lo suficientemente fuertes como para mantenerse en el aire.
Aki D. Arlia
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Akuma no mi
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Había sacado mis orejas de tigre hacía un ratito, para escucharle si venía. Y efectivamente oí algo, aunque resultó ser un conejito. Perdí una considerable parte de mi tiempo persiguiéndolo, pero era blanco y esponjoso, así que no pude evitarlo. Pero saltaba demasiado y al final lo di por imposible. No bien me había vuelto a subir a a la alfombra cuando apareció Cetus con el bicho entre las patas, entregándomelo. Que majo, era por tonterías como esta que realmente le tenía cariño al lagartito. Y entonces oí otra cosa, unos pasos. Probablemente fuera Byakuro. Subí con la alfombra hasta las copas de los árboles y desde allí traté de localizarlo. Pronto vi su mata de pelo blanco, iba caminando por el bosque con un loro en el hombro.
Sonriendo, transformé una mano en una garra y me acerqué un poco más, escondiéndome entre los árboles. Apunté cuidadosamente hacia su espalda y extendí la garra. Me pregunté si llegarían los proyectiles a esa distancia, pero no había motivos para dudar. Debía hacerlo, tomar ventaja del factor sorpresa y superarme a mi misma.
-Cucú- Susurré mientras esbozaba una sonrisa de alegría.
De mi mano, ahora garra, comenzaron a salir un montón de pequeños proyectiles negros que tenían como objetivo la parte baja de la columna de Byakuro, concretamente a ambos lados de la columna vertebral. La mayoría lograron alcanzar la distancia que les había requerido y mordí el labio con satisfacción: Era un nuevo récord. Al final de la ráfaga, sin embargo, comenzaron a decaer y me aparté antes de que me encontrase y contraatacase. Las garras de mi pata crecieron hasta su tamaño normal y volví a recuperar mi mano.
Me acerqué un poco más entre los árboles, sin perderle de vista, curiosa por ver su reacción. ¿Se le habrían clavado muchas?
Sonriendo, transformé una mano en una garra y me acerqué un poco más, escondiéndome entre los árboles. Apunté cuidadosamente hacia su espalda y extendí la garra. Me pregunté si llegarían los proyectiles a esa distancia, pero no había motivos para dudar. Debía hacerlo, tomar ventaja del factor sorpresa y superarme a mi misma.
-Cucú- Susurré mientras esbozaba una sonrisa de alegría.
De mi mano, ahora garra, comenzaron a salir un montón de pequeños proyectiles negros que tenían como objetivo la parte baja de la columna de Byakuro, concretamente a ambos lados de la columna vertebral. La mayoría lograron alcanzar la distancia que les había requerido y mordí el labio con satisfacción: Era un nuevo récord. Al final de la ráfaga, sin embargo, comenzaron a decaer y me aparté antes de que me encontrase y contraatacase. Las garras de mi pata crecieron hasta su tamaño normal y volví a recuperar mi mano.
Me acerqué un poco más entre los árboles, sin perderle de vista, curiosa por ver su reacción. ¿Se le habrían clavado muchas?
Byakuro Kyoya
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Byakuro sintió unos rasguños en la espalda, a la altura de los costados, cerca de la cadera. No, más bien unas punzadas. El cazador se llevó la mano a los lugares donde había sentido aquella especie de pequeños navajazos, para arrancar varias... ¿garras?
- Está bien... empecemos. -el cazador agarró su bastón y cerró los ojos, centrándose en su alrededor. Al no necesitar emplear sus sentidos para combatir, podía prescindir de ellos, potenciando así los otros de forma indirecta, al eliminar un mayor número de estímulos y centrarse en unos pocos. En especial, estaba haciendo caso de su oído. No podía detectar a Aki, pero sí podría saber su localización aproximada.
- Bien, imoto... juguemos. -el cazador tenía su bastón preparado para defenderse si sentía algo acercarse en demasía. De todos modos, sería bastante sencillo escuchar algo aproximándose, dada la escasez de viento y la cantidad de hojarasca del lugar.
Pero el ruido provino de las alturas, en lugar de un lugar a nivel del suelo. ¿Árboles? Ingenioso. El cazador lanzó tres ondas cortantes hacia el lugar del que provenía el ruido, mientras retrocedía lentamente hacia el claro, donde la falta de árboles forzaría un combate a nivel del suelo.
- ¿Vas a pelear, o a jugar al escondite? -le dijo a su imoto, de forma burlona pero sin mala intención, tratando de picarla.
- Está bien... empecemos. -el cazador agarró su bastón y cerró los ojos, centrándose en su alrededor. Al no necesitar emplear sus sentidos para combatir, podía prescindir de ellos, potenciando así los otros de forma indirecta, al eliminar un mayor número de estímulos y centrarse en unos pocos. En especial, estaba haciendo caso de su oído. No podía detectar a Aki, pero sí podría saber su localización aproximada.
- Bien, imoto... juguemos. -el cazador tenía su bastón preparado para defenderse si sentía algo acercarse en demasía. De todos modos, sería bastante sencillo escuchar algo aproximándose, dada la escasez de viento y la cantidad de hojarasca del lugar.
Pero el ruido provino de las alturas, en lugar de un lugar a nivel del suelo. ¿Árboles? Ingenioso. El cazador lanzó tres ondas cortantes hacia el lugar del que provenía el ruido, mientras retrocedía lentamente hacia el claro, donde la falta de árboles forzaría un combate a nivel del suelo.
- ¿Vas a pelear, o a jugar al escondite? -le dijo a su imoto, de forma burlona pero sin mala intención, tratando de picarla.
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Lo vi venir de sobra desde mi posición, así que elevé los brazos y me aupé sobre una rama para dejar pasar las ondas cortantes. Algo justa de tiempo, pasaron por debajo de mi sin rozarme. Volví a saltar a la alfombra y bajé al nivel del suelo, a su espalda. Yo tan solo quería darle una sorpresa, no esconderme. De él no tenía por qué hacerlo. Agarré los sai y los entrecrucé, dejando que el sonido del roce se esparciera entre los árboles. Bajé de la alfombra y le pedí silenciosamente que se fuera. Cargué contra Byakuro con una sonrisa y le lancé dos tajos simples al pecho antes de encadenarlos con una patada alta, todo ello en segundos. Calculando la distancia planté mi pie izquierdo en el suelo y con fuerza intenté darle en la garganta con el otro. No era cosa de broma, llevando botas de tacón. Aunque por supuesto no esperaba pillarlo desprevenido, qué estupidez. Así que al terminar me puse en guardia, atenta por un posible contraataque.
-Nah, si quisiera jugar haría que me persiguieras. Prefiero venir yo a por ti, Bya.- Le dije sin dejar de sonreir. Me gustaba hacer ejercicio, llevaba un tiempo sin practicar y esta era una buena oportunidad para volver a coger el ritmo. No iba a caer facilmente.
-Nah, si quisiera jugar haría que me persiguieras. Prefiero venir yo a por ti, Bya.- Le dije sin dejar de sonreir. Me gustaba hacer ejercicio, llevaba un tiempo sin practicar y esta era una buena oportunidad para volver a coger el ritmo. No iba a caer facilmente.
Byakuro Kyoya
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Byakuro sonrió cuando vio la alfombra voladora de Aki, la misma que había visto utilizar en su encuentro de Gellum. Gracias a ella, la chica podía volar y moverse rápidamente. Pero Byakuro sabía que sus principales ataques eran cuerpo a cuerpo, por lo que esperaba que la pelirroja descendiese y lo atacase a melee. Tal vez antes no pudiera compararse a ella en el cuerpo a cuerpo, pero ahora sus capacidades físicas, si bien eran peores a cuando tenía la fruta de ilusiones, estaban mejor explotadas. Sonrió de lado, de forma divertida, cuando ella sacó sus sais.
- Oh... entiendo. Entonces será mejor que te plante cara, ¿no crees? -el cazador se lanzó hacia delante, mientras su cuerpo se volvía tinta sólida. A nivel visual, nada parecía haber cambiado, pero cualquier ataque que recibiese sería ineficaz, siempre que no usase haki.
La chica atacó con sus armas, y aunque Byakuro sabía que tenían kairoseki, no trató de esquivarlas. Un collarín de energía se formó en su cuello, mientras una larga lengua energética surgía de su boca. El chico sintió un corte en el pecho cuando las armas le dieron, pero aprovechó para lanzar dos cadenas de energía pura hacia los hombros de ella, tratando de rodear los brazos por las axilas, para aprisionarla, al mismo tiempo que su lengua se lanzaba al cuello de su imoto.
En ese momento, un golpe duro le dio en la cara, y el cazador sintió como su cabeza era atravesada por la bota de Aki, y un montón de tinta roja empezó a fluir de la "herida". Con su sonrisa torcida, el peliblanco dijo:
- Te prometí que no volvería a perder contra ti... -su cuerpo empezó a cubrirse de llamas moradas, al tiempo que se lanzaba hacia atrás con toda la fuerza de la que disponía, aumentada por las flamas vitales.
Las cadenas se tensarían, al igual que la lengua energética. La intención de Byakuro era lanzar a la pirata sobre él, con fuerza, y ayudándose de los pies, impulsarla para hacer que cayese más allá, haciendo una parábola sobre su cuerpo para estrellarse en el suelo, a varios metros. Si todo salía bien, desharía las cadenas y se levantaría del suelo con un rápido impulso, mientras buscaba un dial en su bolsa.
- Oh... entiendo. Entonces será mejor que te plante cara, ¿no crees? -el cazador se lanzó hacia delante, mientras su cuerpo se volvía tinta sólida. A nivel visual, nada parecía haber cambiado, pero cualquier ataque que recibiese sería ineficaz, siempre que no usase haki.
La chica atacó con sus armas, y aunque Byakuro sabía que tenían kairoseki, no trató de esquivarlas. Un collarín de energía se formó en su cuello, mientras una larga lengua energética surgía de su boca. El chico sintió un corte en el pecho cuando las armas le dieron, pero aprovechó para lanzar dos cadenas de energía pura hacia los hombros de ella, tratando de rodear los brazos por las axilas, para aprisionarla, al mismo tiempo que su lengua se lanzaba al cuello de su imoto.
En ese momento, un golpe duro le dio en la cara, y el cazador sintió como su cabeza era atravesada por la bota de Aki, y un montón de tinta roja empezó a fluir de la "herida". Con su sonrisa torcida, el peliblanco dijo:
- Te prometí que no volvería a perder contra ti... -su cuerpo empezó a cubrirse de llamas moradas, al tiempo que se lanzaba hacia atrás con toda la fuerza de la que disponía, aumentada por las flamas vitales.
Las cadenas se tensarían, al igual que la lengua energética. La intención de Byakuro era lanzar a la pirata sobre él, con fuerza, y ayudándose de los pies, impulsarla para hacer que cayese más allá, haciendo una parábola sobre su cuerpo para estrellarse en el suelo, a varios metros. Si todo salía bien, desharía las cadenas y se levantaría del suelo con un rápido impulso, mientras buscaba un dial en su bolsa.
Aki D. Arlia
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No se retiró, no se movió, no hizo nada por esquivarme. Pero aún así no frené y mis tres golpes encajaron en él. Sangre le manaba de la cabeza, pero el no parecía preocupado o ni siquiera dolido. Supongo que cualquiera que no le conociera tal vez se habría asustado, pensado que era inmune al dolor o algo por el estilo. Pero yo suspiré, a Byakuro siempre le habían gustado los trucos, de cualquier índole. Por lo visto el tiempo no lo había cambiado, aunque la verdad es que no tenía ni idea de qué estaba pasando. Solamente que seguir atacando así sería inutil.
La certeza de que ninguno de los dos iba a matar me dejaba conservar la cabeza fría, pero aún así esa... ''lengua'' me cogió por sorpresa. ¿Qué demonios? Y a la vez que se me enroscaba en el cuello, noté una presión en los hombros. Cadenas, de energía. Hm. Las agarré con ambas manos y entonces vi que él estaba envuelto en llamas moradas, tampoco estas parecían quemarle. Sonrió, dijo algo, y se echó hacia atrás. Salté y me encogí en el aire, llevada por el impulso. Me agarré todavía más a las cadenas que me sujetaban para tratar de modificar mi trayectoria, si bien la sujeción del cuello me lo complicaba.
Él cayó primero y levantó los pies, aparentemente para empujarme hacia atrás. Aterricé de pie sobre las suelas de sus zapatos, medio segundo antes de ser catapultada por el aire. Las cadenas me siguieron, pero gracias a tenerlas agarradas conseguí no liarme y completar la pirueta, dando una voltereta hacia atrás con el impulso para finalmente caer de pie. Las cadenas se desvanecieron y yo sonreí, recordando la carpa del circo en el que pasé mi infancia. El público habría enloquecido... pero esto no era un espectáculo. Un rápido vistazo hacia él me reveló que buscaba algo dentro de su bolsa. El recuerdo de cierto dial de feromonas encendió una alarma en mi cabeza y solté un silbido. La alfombra vino a mi encuentro y me elevó por encima de Byakuro. Cogiendo dos cuchillos, los lancé contra su bolsa, tratando de cortarla y desparramar su contenido. Los imbuí en haki, esperando anticipar otro posible truco, o al menos paliarlo de alguna manera.
La certeza de que ninguno de los dos iba a matar me dejaba conservar la cabeza fría, pero aún así esa... ''lengua'' me cogió por sorpresa. ¿Qué demonios? Y a la vez que se me enroscaba en el cuello, noté una presión en los hombros. Cadenas, de energía. Hm. Las agarré con ambas manos y entonces vi que él estaba envuelto en llamas moradas, tampoco estas parecían quemarle. Sonrió, dijo algo, y se echó hacia atrás. Salté y me encogí en el aire, llevada por el impulso. Me agarré todavía más a las cadenas que me sujetaban para tratar de modificar mi trayectoria, si bien la sujeción del cuello me lo complicaba.
Él cayó primero y levantó los pies, aparentemente para empujarme hacia atrás. Aterricé de pie sobre las suelas de sus zapatos, medio segundo antes de ser catapultada por el aire. Las cadenas me siguieron, pero gracias a tenerlas agarradas conseguí no liarme y completar la pirueta, dando una voltereta hacia atrás con el impulso para finalmente caer de pie. Las cadenas se desvanecieron y yo sonreí, recordando la carpa del circo en el que pasé mi infancia. El público habría enloquecido... pero esto no era un espectáculo. Un rápido vistazo hacia él me reveló que buscaba algo dentro de su bolsa. El recuerdo de cierto dial de feromonas encendió una alarma en mi cabeza y solté un silbido. La alfombra vino a mi encuentro y me elevó por encima de Byakuro. Cogiendo dos cuchillos, los lancé contra su bolsa, tratando de cortarla y desparramar su contenido. Los imbuí en haki, esperando anticipar otro posible truco, o al menos paliarlo de alguna manera.
Byakuro Kyoya
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Byakuro metió la mano en la bolsa, justo cuando un cuchillo cortó la bolsa e hizo que todo su contenido se cayese por el suelo. Entre los diales, las gemas y la brújula onírica que la misma Aki le había regalado lo que parecía ser una eternidad atrás, el cazador vio las hojas lanzadas por la chica.
Con su haki preparado por si ella intentaba atacarlo, el chico de pelo blanco agarró dos diales al azar: uno violeta y uno azul claro. El cazador sonrió y puso en el suelo el violeta mientras agarraba su bastón con una cadena y se metía el dial azul en el bolsillo. Con ambas manos, soltó el más potente de sus golpes contra el dial morado del suelo, y hubo un sonido parecido al de metal contra metal. El cazador sonrió y empezó a correr a toda velocidad hacia Aki, con el bastón en una mano, mientras colocaba la otra, con el dial violeta, frente a la cara.
- Lo siento, imoto, pero no voy a perder... -gruñó, con una sonrisa. Con la potencia del golpe que había dado, estaba seguro de poder sentenciar el combate.
El cazador lanzó el bastón frente a él, como si de un boomerang se tratase, directo a la cintura de Aki, y con rapidez llevó la mano al bolsillo, lanzando un rayo de hielo al suelo, apuntando bajo los pies de la chica, con la idea de hacerle perder el equilibrio y que resbalase en la fina capa de hielo que se formaría con el dial azul. De inmediato, emplearía los últimos segundos de su collarín de Klaus para golpearla en la pierna, o en cualquier parte que tratase de usar para levantarse. Su idea era dar por sentenciado el combate. El dial de rechazo reventaría la lengua de energía del chico, pero no le importaba, ya que apenas podría mantener más tiempo aquella técnica. Si dirigiese el ataque a una parte vital del cuerpo, podría romperle huesos y dañar órganos, por eso su idea era dar un "golpe de aviso".
Si la idea salía bien, el cazador habría ganado sin provocar grandes heridas a la chica, y saltaría sobre ella para caer sentado sobre su vientre o espalda, como le gustaba hacer. A continuación tal vez se divirtiese un poco.
Con su haki preparado por si ella intentaba atacarlo, el chico de pelo blanco agarró dos diales al azar: uno violeta y uno azul claro. El cazador sonrió y puso en el suelo el violeta mientras agarraba su bastón con una cadena y se metía el dial azul en el bolsillo. Con ambas manos, soltó el más potente de sus golpes contra el dial morado del suelo, y hubo un sonido parecido al de metal contra metal. El cazador sonrió y empezó a correr a toda velocidad hacia Aki, con el bastón en una mano, mientras colocaba la otra, con el dial violeta, frente a la cara.
- Lo siento, imoto, pero no voy a perder... -gruñó, con una sonrisa. Con la potencia del golpe que había dado, estaba seguro de poder sentenciar el combate.
El cazador lanzó el bastón frente a él, como si de un boomerang se tratase, directo a la cintura de Aki, y con rapidez llevó la mano al bolsillo, lanzando un rayo de hielo al suelo, apuntando bajo los pies de la chica, con la idea de hacerle perder el equilibrio y que resbalase en la fina capa de hielo que se formaría con el dial azul. De inmediato, emplearía los últimos segundos de su collarín de Klaus para golpearla en la pierna, o en cualquier parte que tratase de usar para levantarse. Su idea era dar por sentenciado el combate. El dial de rechazo reventaría la lengua de energía del chico, pero no le importaba, ya que apenas podría mantener más tiempo aquella técnica. Si dirigiese el ataque a una parte vital del cuerpo, podría romperle huesos y dañar órganos, por eso su idea era dar un "golpe de aviso".
Si la idea salía bien, el cazador habría ganado sin provocar grandes heridas a la chica, y saltaría sobre ella para caer sentado sobre su vientre o espalda, como le gustaba hacer. A continuación tal vez se divirtiese un poco.
Aki D. Arlia
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Logré rajar la bolsa, y su contenido llenó el suelo. Sonreí al ver la brújula que le había regalado, marcándome a mi misma como una presa fácil: Él podría encontrarme siempre que quisiera. Aunque no me arrepentía.
Mientras yo pensaba en esto, vi como agarraba dos diales, aunque fui incapaz de ver cuales. Dio un golpe al suelo y adiviné el primero. -Dial de rechazo. Cuidado.- Pensé para mí. Me cubrí de haki armadura y me puse en guardia, eso iba a doler. Empezó a correr hacia mí bastón y dial en mano. El primero me lo lanzó a la cintura y tan cerca estaba que lo único que pude hacer fue lanzarme a un lado para esquivarlo. Entonces el hizo un gesto y bajo mis pies se formó una capa de hielo. Resbalé y aterricé de culo, dándome cuenta de cuál había sido el segundo dial. Levanté la cabeza y Byakuro se precipitó hacia mi lanzándome el dial violeta con esa lengua extraña de energía. No estaba muy segura de adónde pretendía lanzarlo, pero no importaba.
Sonriendo, me encogí y me transformé en tigre. El dial me impactó en el hombro, echándome hacia atrás. Dolía, pero había salido mejor parada que de haberlo recibido con mi forma humana. Hice una mueca, era posible que lo tuviera dislocado, pero nada que no se curase en una preciosa semana de vacaciones. Me giré hacia Byakuro y caminé hacia él tratando de no mover mucho el hombro malo. Movía la cola de lado a lado, contenta. Tal vez era hora de acabar el combate, ya que el también parecía un poco cansado, aunque eso podía ser solo mi imaginación. Pero antes había algo que debía hacer.
Me acerqué y despacio para que no pensara que aún quería atacarlo, intenté morderle la ropa para alzarlo y sentarlo sobre mi lomo. Simplemente por ver su cara de sorpresa. Con la pata buena escribí en el suelo:
¿Empate?
Y bueno, si no se mostraba de acuerdo, todavía tenía fuerzas aún si el hombro me debilitaba. Me giraría y lo lanzaría al suelo en un abrir y cerrar de ojos, pero mientras él se decidía yo me dediqué a lamerme una pata con dignidad. Hacía un par de días que no cambiaba al completo y acicalarse siempre es importante.
Mientras yo pensaba en esto, vi como agarraba dos diales, aunque fui incapaz de ver cuales. Dio un golpe al suelo y adiviné el primero. -Dial de rechazo. Cuidado.- Pensé para mí. Me cubrí de haki armadura y me puse en guardia, eso iba a doler. Empezó a correr hacia mí bastón y dial en mano. El primero me lo lanzó a la cintura y tan cerca estaba que lo único que pude hacer fue lanzarme a un lado para esquivarlo. Entonces el hizo un gesto y bajo mis pies se formó una capa de hielo. Resbalé y aterricé de culo, dándome cuenta de cuál había sido el segundo dial. Levanté la cabeza y Byakuro se precipitó hacia mi lanzándome el dial violeta con esa lengua extraña de energía. No estaba muy segura de adónde pretendía lanzarlo, pero no importaba.
Sonriendo, me encogí y me transformé en tigre. El dial me impactó en el hombro, echándome hacia atrás. Dolía, pero había salido mejor parada que de haberlo recibido con mi forma humana. Hice una mueca, era posible que lo tuviera dislocado, pero nada que no se curase en una preciosa semana de vacaciones. Me giré hacia Byakuro y caminé hacia él tratando de no mover mucho el hombro malo. Movía la cola de lado a lado, contenta. Tal vez era hora de acabar el combate, ya que el también parecía un poco cansado, aunque eso podía ser solo mi imaginación. Pero antes había algo que debía hacer.
Me acerqué y despacio para que no pensara que aún quería atacarlo, intenté morderle la ropa para alzarlo y sentarlo sobre mi lomo. Simplemente por ver su cara de sorpresa. Con la pata buena escribí en el suelo:
¿Empate?
Y bueno, si no se mostraba de acuerdo, todavía tenía fuerzas aún si el hombro me debilitaba. Me giraría y lo lanzaría al suelo en un abrir y cerrar de ojos, pero mientras él se decidía yo me dediqué a lamerme una pata con dignidad. Hacía un par de días que no cambiaba al completo y acicalarse siempre es importante.
Byakuro Kyoya
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Byakuro sonrió. Aki se había transformado en su forma completa. El bastón regresó volando y el cazador lo agarró con suavidad, sin dejar de girarlo en su mano, haciendo un molinillo que lentamente fue deteniendo hasta que la vara dejó de moverse. El chico lo apoyó en el suelo. Durante un instante, no se movieron, hasta que ella empezó a acercarse, el chico tensó las manos, aferrando con fuerza el bastón. Entonces ella le mordió a la altura de la ropa, y lo puso sobre su lomo. El cazador arqueó las cejas, sorprendido, y vio cómo ella escribía algo en el suelo.
- Bueno... técnicamente no es una victoria, pero tampoco es una derrota... -dijo, con una sonrisa-. Así que no he perdido. -el chico se llevó el bastón a la espalda. Aún podía ser que ella quisiera pillarlo por sorpresa con aquel gesto, por lo que aún mantenía su mantra activo.
El peliblanco se inclinó sobre ella, juntando su pecho al pelaje de la espalda del tigre, y la abrazó, rodeándola del cuello con las manos. Se acercó a la oreja de tigre y sonrió:
- Pero, imoto-chan... -su voz era apenas un susurro imperceptible-. Aunque no haya ganado, me debes algo... -una sonrisa lujuriosa se dibujó en su cara-. Tienes que conseguirme una bolsa nueva... -la sonrisa pasó de ser pícara a alegre sin más, dando a entender que la primera era una simple fachada, una broma.
Byakuro sintió la suavidad y el calor del cuerpo del animal bajo él, y decidió que se quedaría así un ratito más... Notaba un ligero cojeo, pero esperaba que no fuera nada grave. Al fin y al cabo había intentado darle de lado para evitar daños mayores.
- Bueno... técnicamente no es una victoria, pero tampoco es una derrota... -dijo, con una sonrisa-. Así que no he perdido. -el chico se llevó el bastón a la espalda. Aún podía ser que ella quisiera pillarlo por sorpresa con aquel gesto, por lo que aún mantenía su mantra activo.
El peliblanco se inclinó sobre ella, juntando su pecho al pelaje de la espalda del tigre, y la abrazó, rodeándola del cuello con las manos. Se acercó a la oreja de tigre y sonrió:
- Pero, imoto-chan... -su voz era apenas un susurro imperceptible-. Aunque no haya ganado, me debes algo... -una sonrisa lujuriosa se dibujó en su cara-. Tienes que conseguirme una bolsa nueva... -la sonrisa pasó de ser pícara a alegre sin más, dando a entender que la primera era una simple fachada, una broma.
Byakuro sintió la suavidad y el calor del cuerpo del animal bajo él, y decidió que se quedaría así un ratito más... Notaba un ligero cojeo, pero esperaba que no fuera nada grave. Al fin y al cabo había intentado darle de lado para evitar daños mayores.
Aki D. Arlia
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Noté a Byakuro inclinarse hacia delante y abrazarme el cuello. Incliné la cabeza para frotarme contra su brazo, era tan agradable... maldita sea, en verdad los tigres éramos gatos grandes. Reí para mis adentros y flexioné con cuidado mis patas, agachándome de la misma manera que lo haría en caso de estar acechando a alguien. Pero simplemente quería salir corriendo y darle un susto a Byakuro. Eché a correr por el bosque, notando como él se aferraba a mi melena, notando la sensación de la hierba volando debajo de mi, de mi propio pelaje meciéndose al viento que yo misma provocaba. Pronto llegamos al confín del bosque, y los edificios se distinguían al fondo. Fui aminorando el paso hasta frenar y agacharme para que Byakuro pudiera descabalgar. Me transformé en mi forma parcial, dejando un par de rayas aquí y allá, aparte de mis orejas y mi cola. Todavía estaba demasiado a gusto en esa forma como para abandonarla de golpe, simplemente no me apetecía.
-Darte una bolsa es un peligro, con todos los diales que llevas siempre. Pero ya que te la he roto, sea. Ven.
Sonriendo, me adentré en la ciudad en busca del mercadillo sin molestarme en cambiar de aspecto. Después de rebuscar un poco entre los puestos, encontré una bonita bolsa de cuero, resistente y con un curioso dibujo plateado. Entregué unas monedas al vendedor y este me la cedió. Se la tendí a Byakuro con una sonrisa.
-¿Satisface esto tus gustos? Considéralo mi regalo a cambio del entretenido combate. Siempre es un placer verte, peliblanco.
-Darte una bolsa es un peligro, con todos los diales que llevas siempre. Pero ya que te la he roto, sea. Ven.
Sonriendo, me adentré en la ciudad en busca del mercadillo sin molestarme en cambiar de aspecto. Después de rebuscar un poco entre los puestos, encontré una bonita bolsa de cuero, resistente y con un curioso dibujo plateado. Entregué unas monedas al vendedor y este me la cedió. Se la tendí a Byakuro con una sonrisa.
-¿Satisface esto tus gustos? Considéralo mi regalo a cambio del entretenido combate. Siempre es un placer verte, peliblanco.
- Bolsa:
Byakuro Kyoya
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Características
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Agilidad
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Intelecto
Agudeza
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Akuma no mi
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El animal empezó a moverse con rapidez por el bosque, para acabar llegando a la aldea. El chico se desmontó cuando ella se detuvo, y el felino se transformó en un híbrido entre mujer y gato grande. El chico sonrió y juntos entraron en el mercadillo, donde ella compró una bolsa de color oscuro con un símbolo de color blanco grabado. Al chico se le iluminaron los ojos y dijo:
- Debería encontrarme contigo más veces... siempre saco algo de provecho. -tras eso, agarró sus cosas de la bolsa destrozada y las metió en su nueva bolsa, prestando especial atención a la esfera brillante que la misma Aki le había dado en una ocasión anterior-. Eso sí... la próxima vez que nos veamos, pienso ir a tope. -sonrió de nuevo, y le guiñó el ojo.
El cazador soltó un ligero suspiro. Estaba algo cansado, sentía sus músculos pidiéndole descansar un rato antes de seguir su viaje. Miró a Aki y le dijo:
- Tal vez me quede a dormir esta noche en la isla... estás invitada, si quieres... -el chico sonrió de forma traviesa. No le importaba pasar la noche con ella, y si simplemente no podía, lo postergaría para otra ocasión. Agarró la bolsa y se la colocó en la espalda. Le quedaba bastante bien, era cómoda y le gustaba. Gran regalo.
- Debería encontrarme contigo más veces... siempre saco algo de provecho. -tras eso, agarró sus cosas de la bolsa destrozada y las metió en su nueva bolsa, prestando especial atención a la esfera brillante que la misma Aki le había dado en una ocasión anterior-. Eso sí... la próxima vez que nos veamos, pienso ir a tope. -sonrió de nuevo, y le guiñó el ojo.
El cazador soltó un ligero suspiro. Estaba algo cansado, sentía sus músculos pidiéndole descansar un rato antes de seguir su viaje. Miró a Aki y le dijo:
- Tal vez me quede a dormir esta noche en la isla... estás invitada, si quieres... -el chico sonrió de forma traviesa. No le importaba pasar la noche con ella, y si simplemente no podía, lo postergaría para otra ocasión. Agarró la bolsa y se la colocó en la espalda. Le quedaba bastante bien, era cómoda y le gustaba. Gran regalo.
- Para el moderador:
- Entregamos como rol islas
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