La furia del lobo herido.

Tarkos busco el rastró de los gyojin a los que Arcuris les vendió a su Madre después de capturarla para que estos la vendieran como esclava. Esto le llevo a una vieja y sucia taberna de la antigua ciudad de Villa Orange.
Tarkos cruzo la puerta de la polvorienta taberna junto a su lobo guardián Rasgur, la gente al ver entrar al lobo enmudecieron y se apresuraban para apartarse de su camino pues la imagen salvaje y fiera de Rasgur intimidaba hasta a los clientes más valientes, probablemente pocos hayan estado tan cerca de un animal tan imponente como él.
Tarkos ignoro a los asustados clientes y se acerco a la barra, puso unos berris sobre esta y le señalo al aturdido tabernero el barril de cerveza para que le sirviera una. El tabernero cogió rápidamente una jarra y el lleno del dorado y espumoso líquido para después ponerla delante de su misterioso cliente, tras depositarla se apresuro a apartarse para dejarle intimidad pero Tarkos le izo un gesto para que no se alejara.
Tarkos cogió la fría y espumosa jarra y le dio un trago para quitarse la pesada sed y aclararse el polvo del camino pues durante el tiempo que estuvo persiguiendo el rastro de su presa pocas veces tenía la oportunidad de pararse a tomar una bebida tan re confortable como esta. Después de un largo rato bebiéndose ese oro liquido Tarkos miro con firmeza al tabernero y le dijo de un tono brusco
- Mesero, ¿no habrá pasado por tu Taberna tres gyojin, los estoy buscando con gran urgencia pues tengo unos asuntos muy importantes que atender con ellos? Su tono alarmo al tabernero, le olía problemas y prefería mantenerse al margen asique dudo si contestar a su pregunta.
Tarkos al observar el rostro del dudoso tabernero dedujo el dilema en el que se encontraba, le dio un largo trago a la cerveza para reducir la tensión, después de limpiarse la espuma del labio saco su placa distintiva de la marina y la deposito con suavidad sobre la barra de la taberna. El tabernero la observo desconfiado pero después de un gran silencio que se le hacía eterno a la poca paciencia de Tarkos empezó a hablar
- Hace cerca de dos semanas los tipos a los que usted busca pasaron por aquí, parecían ser peligrosos y nadie osaba acercase a ellos. Yo estaba en mi barra como llevo haciendo desde que aprendí el oficio que mi buen padre me enseño y antes le enseño a él mi abuelo , no pude evitar escuchar su conversación, estos hablaban sobre donde iban a dirigirse, parece ser que quieren ir al archipiélago sabaody para vender las mercancías que habían conseguido en su viaje –
Tarkos no pudo disimular las nauseas que sentía al escuchar esa palabra pues él sabía que se referían a personas inocentes que avían arrancado de sus hogares para luego ser vendidas como esclavos para el resto de sus vidas, no podía imaginarse peor destino, odiaba a muerte a esos crueles esclavistas que se habían hecho muy famosos gracias a ese despreciable oficio y juro que les iba a hacer pagar el sufrimiento que habían causado a tanta gente inocente con sus propias sangres.
Termino de escuchar toda la información que podía ofrecerle el mesero sin interrumpirle, cuando este acabo Tarkos vació la cerveza que le quedaba en un trago, le dejo el poco dinero que le quedaba sobre la barra como gratitud por todo lo que le había aportado y se levanto de la silla para dirigirse a la puerta seguido de Rasgur. Cuando abandonaron la puerta no pudo evitar escuchar algún que otro suspiro de alivio de los asustados clientes de la taberna.
Tarkos se dirigió al puerto en busca de algún barco que se dirigiera al archipiélago sabadoy y que le pudiera llevar a cambio de lo único que podía ofrecer su mano de obra y su habilidad en el combate si eran atacados por piratas en el camino
Pasadas largas horas buscando ya casi sin esperanzas de encontrar nada, encontró una pequeña carraca que se dirigía al archipiélago sabadoy, el capitán del barco era un buen hombre y tras explicarle su situación se apiado de él y le dejo montar en ella como parte más de la tripulación, a cambio Tarkos se esforzó al máximo en ayudar en todo lo que podía para no defraudar la benevolencia del capitán de la carraca, al contrario que Rasgur que se pasaba el día entero tirado encima de la cubierta holgazaneando y mirando el cielo.
Pasaron largos días navegando y ya Tarkos estaba impaciente pues esperaba encontrarles por fin y así estar un paso más cerca de hallar a su madre.
Por desgracia por la noche del 3 día una fuerte tormenta apreso al barco, las olas golpeaban con fuerza a los pobres marineros que tenían que sujetarse fuertemente con sus cuerdas de salvamento para no caerse.
El viejo mástil del barco no aguanto la fuerza de las sacudidas del oleaje y se partió cayendo encima del desafortunado capitán del barco, Tarkos cortó su cuerda de salvamento para poder llegar donde se encontraba aprisionado el capitán y fue a su lado para ayudarle. Consiguió llegar donde estaba tirado el asustado capitán, este tenía el mástil encima de su pierna y no podía levantarlo, Tarkos levanto el mástil y saco al capitán pero una fuerte ola golpeo al barco por el lateral, Tarkos cayó al mar junto al mástil que le golpeo con fuerza en la cabeza dejándolo inconsciente.
Rasgur vio como Tarkos cayó al mar y era arrastrado por el fuerte oleaje, no se lo pensó y salto para poder salvar a su querido amigo aunque ello le pudiera costar su vida.
Después de un tiempo Tarkos se despertó con un fuerte dolor de cabeza, lo último que recordaba era caer al mar junto al mástil que después le golpeo fuertemente dejando inconsciente. Se levanto aturdido y escupido la arena que tenía en la boca, al alzar la vista se dio cuenta que se encontraba en una playa, parecía desierta salvo por el lobo empapado que se encontraba junto a él, Tarkos lo miro y lo vio dormido, parecía agotado, se agacho junto a él y le acaricio fuertemente y le susurro suavemente – descansa amigo mio has hecho un gran trabajo, te debo una.

Una cálida sensación recorría la piel de mi cara y pude sentir un momento un pequeño pinchazo en la pierna. Abrí los ojos  lentamente para observar un horizontal azul y el las olas del mar mojando el margen de una playa. Cerré los ojos pensando que era un bonito sueño pero volví a sentir un pequeño pinchazo en la pierna. Volví a abrir los ojos pero esta vez me senté en la arena con una expresión de confusión el rostro.  Miré mi pierna y un pequeño cangrejo estaba cerca a ella listo para volver a morder con sus tenazas. Lo cogí y lo lancé al mar para no hacerle daño. Luego de unos momentos me arrepentí de haberlo hecho por que me lo podría haber comido. Me rasqué la cabeza tratando de darle explicación a la situación en la que me encontraba por que la noche anterior había estado durmiendo en una cálida cama de un barco comercial en que estaba viajando. Me puse de pie y cogí mis cosas.

-Vaya, han sido muy crueles – dije suspirando mientras me quitaba la arena de mi ropa – al menos me hubieran dejado algo de comer

Cogí mi guitarra y empecé a tararear una canción mientras caminaba por la playa en busca de algo que podría comer. Caminé un buen rato hasta que al bajar de una colina de arena vi a lo lejos dos extrañas figuras. Me dirigí a ellas caminando y tocando algunas dulces notas de mis acordes para expresar que no tenía malas intenciones.

“Que es eso” – pensé al observar un animal que parecía ser un lobo con el pelo mojado y junto a él estaba un hombre.

- ¿Oye estas bien? – dije tomando una distancia prudente por si el animal saltaba a atacarme

Me desperté pasada varias horas después del naufragio, Rasgur se encontraba descansando también a mi lado acurrucado.
Me levante y me sacudí la arena de la ropa ya que me molestaba, tras observar detenidamente el bosque decidí entrar en el para explorar la isla, no me preocupaba la comida puesto que confiaba en mi talento en la caza, además contaba con la ayuda del olfato de Rasgur, tenía un olfato muy potente no había presa que se le escapara.
Nos dirigíamos al bosque, Rasgur encabezaba la marcha olfateando en busca de presas para caza. Tras olfatear en el aire Rasgur se paró en seco y se le erizo el pelo del lomo, al verle supe que había encontrado algo y estaba alerta. Yo puse mis manos en las empuñaduras de las armas alerta de lo que pudiera salir en nuestro encuentro.
Delante nuestra se escuchaba música, yo no podía entender como había música en esta isla pues me parecía desértica y me extrañaba que en ella pudiera vivir nadie, a los lejos una figura se nos acercó parecía guardar cautela, supuse que no confiaba en Rasgur.
Tras acercarse un poco me dijo – ¿Oye estas bien?
Afloje la presión de las empuñaduras pues no m parecía que tuviera malas intenciones pero mantuve las manos cercas de ellas por lo que pudiera pasar, le mire y le dije – si estoy bien, ¿Dónde estamos?