Pato Tamashi
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Little Garden. Después de todo el alboroto tras la “última gran batalla” los superiores dejaron de vigilarme por un tiempo y así podía vagar a mis anchas un poco, y sin nadie que tenga que vigilarme. Por fin podía ir descalzo sin obligación a tener que llevar zapatillas o calcetines. Vine solo con un bote de vapor de la marina. Esta isla era algo famosa por seguir teniendo algunas criaturas y plantas prehistóricas, y me encontraba realizando un pequeño estudio, un pequeño experimento, de una pequeña idea para poder crear una “pistola de los dulces sueños”. Veamos, según algunos libros de herbología antiguamente había una planta denominada Kankasaja, la cual tenía unos fuertes somníferos naturales que podían dormir a un búfalo en segundos. Y sin hacer caso a mi cómplice mental –Hulk–, tuve una idea de realizar y perfeccionar un arma cargado con balas repletas de la sustancia de la planta a modo de bala. Haría falta un solo disparado para dormir a alguien. Esa era la teoría, la práctica sería mucho más complicada teniendo que ajustar y perfeccionar la estructura de la misma bala. Además de que vendría bien algunas de gran calibre que pudiese disparar desde la guadaña de Hulk, nos ahorraríamos muchas peleas inútiles.
Así pues desembarqué en la isla, con mis ropas de siempre, camiseta blanca de mangas largas, y vaqueros azules. ¿Para qué cambiar lo bueno? Tontería, la apariencia no iba a cambiar mi forma de pensar ni debía de preocuparme por ella. Hacía bastante sol, y debí de haberme traído crema, mi blanca piel podría dañarse. Amarré el bote a un trozo de madera y empecé a adentrarme al lugar. –Ni se te ocurra. –Me decía Hulk. –Ya te he dicho que no me hace ni pizca de gracia dormir a mis enemigos, todo sería demasiado fácil. –Hablaba el primate. Al parecer seguía sin comprender la utilidad de esto, no únicamente para nosotros, sino una fabricación a gran escala para los cuerpos de la marina. Sería un gran avance y podría volver a mi precioso antiguo laboratorio. –Ya te he comentado que esta investigación no es únicamente para nuestra arma, sino para un uso global de ella. ¿No querías dinero para gastar? Si esto sale bien lo tendrás. –Decía para poder convencerlo, estas eran las únicas maneras de poder tener paz, prometiendo cosas mundanas a las que no tengo apego. Le encanta llevarme la contraria.
Por ahora todo estaba desierto, no había avistado a ninguna criatura, mejor, seres de diminuto cerebro e inteligencia. Sentía la tierra del suelo por los dedos de mis extremidades, y un sudor que me llegaba a caer por el pelo, mi oscura cabellera atraía al calor y parecía ser que iba a tener que acostumbrarme o de lo contrario encontrar alguna sombra donde resguardarme un rato. –Digamose… Ya he visto tres tipos de plantas distintas, y ninguna se trata de que ando buscando. –Me decía para mi mismo en voz alta mientras volvía a revisar una fotografía de la especie que arranqué de un libro. Tal vez esto iba a llevarme un rato.
Así pues desembarqué en la isla, con mis ropas de siempre, camiseta blanca de mangas largas, y vaqueros azules. ¿Para qué cambiar lo bueno? Tontería, la apariencia no iba a cambiar mi forma de pensar ni debía de preocuparme por ella. Hacía bastante sol, y debí de haberme traído crema, mi blanca piel podría dañarse. Amarré el bote a un trozo de madera y empecé a adentrarme al lugar. –Ni se te ocurra. –Me decía Hulk. –Ya te he dicho que no me hace ni pizca de gracia dormir a mis enemigos, todo sería demasiado fácil. –Hablaba el primate. Al parecer seguía sin comprender la utilidad de esto, no únicamente para nosotros, sino una fabricación a gran escala para los cuerpos de la marina. Sería un gran avance y podría volver a mi precioso antiguo laboratorio. –Ya te he comentado que esta investigación no es únicamente para nuestra arma, sino para un uso global de ella. ¿No querías dinero para gastar? Si esto sale bien lo tendrás. –Decía para poder convencerlo, estas eran las únicas maneras de poder tener paz, prometiendo cosas mundanas a las que no tengo apego. Le encanta llevarme la contraria.
Por ahora todo estaba desierto, no había avistado a ninguna criatura, mejor, seres de diminuto cerebro e inteligencia. Sentía la tierra del suelo por los dedos de mis extremidades, y un sudor que me llegaba a caer por el pelo, mi oscura cabellera atraía al calor y parecía ser que iba a tener que acostumbrarme o de lo contrario encontrar alguna sombra donde resguardarme un rato. –Digamose… Ya he visto tres tipos de plantas distintas, y ninguna se trata de que ando buscando. –Me decía para mi mismo en voz alta mientras volvía a revisar una fotografía de la especie que arranqué de un libro. Tal vez esto iba a llevarme un rato.
Dexter Black
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"¿Una isla llena de plantas y bichos gigantes? ¿Qué podría salir mal?", pensaba el Zafiro Negro mientras la Joya rompía el oleaje en las costas de aquella isla. Las dimensiones de la nave hacían de ella algo llamativo, sin duda, y daban la impresión de que un verdadero dragón viajaba regiamente los mares. Siendo sinceros, aquel barco de sesenta y cinco metros de eslora era exageradamente grande, pero los carpinteros de Water Seven le habían hecho un gran descuento por él, y tenía el tamaño idóneo para llenar de trastos, como los que había en la parte trasera de cubierta, su laboratorio en la habitación y las numerosas excentricidades que había por el barco, como el purificador de agua o la herrería en la bodega inferior. Desde que era Shichibukai se había vuelto algo más ostentoso de lo que ya era, pero en cierto modo ésa y no otra era la imagen que el gobierno esperaba que dieran sus "perros". Un Gyojin psicópata, un Conde vampiro, dos dragones, una mujer que podría crear un segundo sol y Asderdeker. Comprendía que tuvieran miedo al conde, un hombre frío y hasta cierto punto ladino, tan sólo interesado por su alianza con el gobierno, y a Kaiser, que había literalmente comandado una horda de Gyojins hasta las mismísimas puertas de Mariejoa. Incluso a él, que a pesar de todo la imagen que había dado de cara al gobierno era la de un asesino despiadado hacía un tiempo (su única aparición verdaderamente violenta, siendo sinceros), y Madara era un dragón que, pese a no mostrarse abiertamente hostil hacia el gobierno, contaba en sus filas con Akai Ryunosuke, un psicópata desalmado con el que el dragón había viajado junto a Kedra. Pero Asderdeker no había mostrado nunca ser poderoso, tan sólo carisma pese a su escasa inteligencia. Aunque bueno, últimamente la cosa cambiaba bastante. Sin embargo seguía sin tener lo que se pudiera llamar imagen de Shichibukai.
Y ahí estaba Dexter, en la Joya, sentado sobre el mascarón de proa observando la isla a cada segundo más próxima mientras reflexionaba acerca de su cargo. ¿Qué hacía allí realmente? Era la isla donde conoció a Byakuro, pero no tenía esperanzas de encontrarlo. Las noticias decían que había muerto y su puesto había sido reclamado por gente de mucha menor categoría. Él no creía esas patrañas, pero era fácil perder la esperanza cuando la última noticia de él había sido un secuestro por parte del vaquero en Mariejoa. De todas formas, sentía algún vacío en su interior, como si un hermano hubiera desaparecido. "Muslo o ala" ya no tendría sentido si hablara de pterodáptilos, y las noches de poker y cosas de adultos en aquel casino de Rainbase tan sólo serían recuerdos difuminados cada vez más por el olvido. "Si estás vivo nos encontraremos algún día, amigo", pensó para sí cuando el barco se detuvo, y las anclas cayeron al mar. Era hora del desembarco.
-Volveré pronto- dijo al barco, acariciando la corona escamosa del dragón. Tenía mucho cariño a su barco, casi hasta el punto de ser "su niña".
Comenzó a caminar, viendo cómo poco a poco iba cambiando el entorno de Little Garden con los años. Había una zona completamente helada, como si una pequeña era glacial hubiera sucedido y el hielo no llegara a derretirse en el lugar. Era bonito, pero al tiempo horrible saber que tantas plantas habían muerto por cumplir con aquella macabra obra de arte. ¿Qué habría podido provocar eso? En fin, qué más daría. Al fin y al cabo él no podía salvarlas, parecían ya cristalizadas. Tan sólo avanzó paso a paso por los derroteros de la selva. Tanta gente había ido ya por ellos que un pequeño camino se había erosionado y era relativamente fácil llegar hasta la llanura de las montañas gemelas. Sin embargo no debía confiarse, pues las bestias abundaban y no sabía en qué momento podría tratar de saltarle una al cuello. Tampoco le preocupaba demasiado, pues ya hace tres años no eran un verdadero problema, menos lo iban a ser ahora. Pero la precaución era muy importante siempre, sobre todo si algún humano rondaba la zona. Lo mejor sería mantener su Haki de observación preparado para detectar presencias y esas cosas.
Y la había encontrado. No era muy fuerte, y tampoco conocida, pero a pesar de que no tenía intenciones hostiles la curiosidad le pudo. Inevitablemente se dirigió hacia aquella presencia y pudo observar una especie de niño, o adolescente tal vez, rebuscando entre las hierbas. ¿Qué demonios debía estar haciendo? Quién sabe, tal vez boñiga para un tratamiento de belleza, o algún trébol de cuatro hojas para tener buena suerte... Qué tonto, los tréboles no florecían en esta isla, la vegetación era demasiado espesa para que florecieran. Era extraña la situación, y no quería molestar. No demasiado, al menos. Tan sólo se quedó observando qué buscaba.
Y ahí estaba Dexter, en la Joya, sentado sobre el mascarón de proa observando la isla a cada segundo más próxima mientras reflexionaba acerca de su cargo. ¿Qué hacía allí realmente? Era la isla donde conoció a Byakuro, pero no tenía esperanzas de encontrarlo. Las noticias decían que había muerto y su puesto había sido reclamado por gente de mucha menor categoría. Él no creía esas patrañas, pero era fácil perder la esperanza cuando la última noticia de él había sido un secuestro por parte del vaquero en Mariejoa. De todas formas, sentía algún vacío en su interior, como si un hermano hubiera desaparecido. "Muslo o ala" ya no tendría sentido si hablara de pterodáptilos, y las noches de poker y cosas de adultos en aquel casino de Rainbase tan sólo serían recuerdos difuminados cada vez más por el olvido. "Si estás vivo nos encontraremos algún día, amigo", pensó para sí cuando el barco se detuvo, y las anclas cayeron al mar. Era hora del desembarco.
-Volveré pronto- dijo al barco, acariciando la corona escamosa del dragón. Tenía mucho cariño a su barco, casi hasta el punto de ser "su niña".
Comenzó a caminar, viendo cómo poco a poco iba cambiando el entorno de Little Garden con los años. Había una zona completamente helada, como si una pequeña era glacial hubiera sucedido y el hielo no llegara a derretirse en el lugar. Era bonito, pero al tiempo horrible saber que tantas plantas habían muerto por cumplir con aquella macabra obra de arte. ¿Qué habría podido provocar eso? En fin, qué más daría. Al fin y al cabo él no podía salvarlas, parecían ya cristalizadas. Tan sólo avanzó paso a paso por los derroteros de la selva. Tanta gente había ido ya por ellos que un pequeño camino se había erosionado y era relativamente fácil llegar hasta la llanura de las montañas gemelas. Sin embargo no debía confiarse, pues las bestias abundaban y no sabía en qué momento podría tratar de saltarle una al cuello. Tampoco le preocupaba demasiado, pues ya hace tres años no eran un verdadero problema, menos lo iban a ser ahora. Pero la precaución era muy importante siempre, sobre todo si algún humano rondaba la zona. Lo mejor sería mantener su Haki de observación preparado para detectar presencias y esas cosas.
Y la había encontrado. No era muy fuerte, y tampoco conocida, pero a pesar de que no tenía intenciones hostiles la curiosidad le pudo. Inevitablemente se dirigió hacia aquella presencia y pudo observar una especie de niño, o adolescente tal vez, rebuscando entre las hierbas. ¿Qué demonios debía estar haciendo? Quién sabe, tal vez boñiga para un tratamiento de belleza, o algún trébol de cuatro hojas para tener buena suerte... Qué tonto, los tréboles no florecían en esta isla, la vegetación era demasiado espesa para que florecieran. Era extraña la situación, y no quería molestar. No demasiado, al menos. Tan sólo se quedó observando qué buscaba.
Pato Tamashi
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Nada, no la encontraba. Había bastantes matojos y debía quitarlos para poder ver mejor entre ellos, se dice de la planta que tiende a ocultarse entre la hierba alta, y eso hacía más complicado el encontrarla porque para mayor seguridad sería recomendable mirar por toda la hierba… Y me parecía una pérdida de tiempo. Una planta tan extraña seguramente no únicamente se condicionase a una isla, también debía de haber algo que haga que sea más fácil que florezca en un lugar más específico. Hice uso de mi memoria de nuevo, había algo más escrito en su descripción… Sí, efectivamente había algo que no tuve en cuenta. Suele crecer con mayor facilidad con ausencia de la luz solar. Eso podría considerarse anti natura, puesto que las plantas necesitan de la luz del sol, sin embargo este mundo había dado ya tantas sorpresas que todo me parecía razonable, y pensándolo un poco, la oscuridad, la noche, va ligada con el sueño, algo acorde sí que iría, aunque esa discusión no sería el caso.
Así pues, ahora debería de buscar alguna cueva, pero que tenga grietas pequeñas o salidas para que pudiese entrar parte de la luz del sol. No son muy difíciles de encontrar, suelen estar cerca del mar, al menos por mi experiencia, debido a que con los cambios en milenios del mar y la tierra se podían crear cuevas naturales, que con presión marina creaban grietas, y que en la actualidad podían encontrarse a pies de costa con entradas visibles, aunque también podría encontrarse un poco más lejos. Con lo poco que me gustaban las misiones de reconocimiento, y ahora tendría que hacer un símil. –Tsk, nos va a tocar caminar, dado que aquí será más difícil de encontrar. –Me dije para mí mismo, pues ciertamente, tal vez me encuentre alguna por aquí, pero había un porcentaje menos de posibilidades.
Me levanté, y me di la vuelta para comenzar a caminar, hasta que Hulk me retuvo. Haciendo ruidos por dentro, como si estuviera esnifando, me comentó por el interior que había algo por aquí. Me puse alerta. Hulk no solía fallar en estas cosas, como buen “animal”. -¿Quién anda ahí? –Dije en voz alta. Ciertamente me comunicó que había “algo”, no tenía por qué ser una persona, pero de serlo, esperaba una respuesta, sino por mi parte estaba dispuesto a dejar salir a jugar a Hulk un rato. –Vamos, no tengo todo el día. –Dije acompañado de un bostezo.
Así pues, ahora debería de buscar alguna cueva, pero que tenga grietas pequeñas o salidas para que pudiese entrar parte de la luz del sol. No son muy difíciles de encontrar, suelen estar cerca del mar, al menos por mi experiencia, debido a que con los cambios en milenios del mar y la tierra se podían crear cuevas naturales, que con presión marina creaban grietas, y que en la actualidad podían encontrarse a pies de costa con entradas visibles, aunque también podría encontrarse un poco más lejos. Con lo poco que me gustaban las misiones de reconocimiento, y ahora tendría que hacer un símil. –Tsk, nos va a tocar caminar, dado que aquí será más difícil de encontrar. –Me dije para mí mismo, pues ciertamente, tal vez me encuentre alguna por aquí, pero había un porcentaje menos de posibilidades.
Me levanté, y me di la vuelta para comenzar a caminar, hasta que Hulk me retuvo. Haciendo ruidos por dentro, como si estuviera esnifando, me comentó por el interior que había algo por aquí. Me puse alerta. Hulk no solía fallar en estas cosas, como buen “animal”. -¿Quién anda ahí? –Dije en voz alta. Ciertamente me comunicó que había “algo”, no tenía por qué ser una persona, pero de serlo, esperaba una respuesta, sino por mi parte estaba dispuesto a dejar salir a jugar a Hulk un rato. –Vamos, no tengo todo el día. –Dije acompañado de un bostezo.
- Aclaración:
- He asumido que mientras me observabas te encontrabas oculto, tras un árbol o algo.
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