No basta con que yo triunfe. Los demás deben fracasar. [En construcción]

Dark se encontraba entrenando a los jóvenes marines, en una base cercana a Jaya. Eran jóvenes promesas y parecían tener buen talento; cosa la cual, le gustaba como superior. Les instruía en el arte de la espada, enseñándole mecánicas básicas y movimientos sencillos. El gobierno no se encontraba seguro sobre lo que pudiera pasar tras la traición de Lion D. Karl, el almirante legendario. Pero había algo que quería hacer Dark; subir a almirante de la flota y ver qué podía controlar desde ahí. "Los tenryuubito deben desaparecer." Murmuró, mientras bloqueaba con facilidad la estocada de un recluta y pasaba a desviarla con un juego de muñeca, desarmándolo y tirándolo al suelo.

-Deberías concentrarte más. Centrarte en los huecos débiles del enemigo y atacar a puntos vitales. Mi costado, no es un punto vital. Podrías perforarlo y seguiría luchando. Sin embargo, si me atacaras en la unión del hombro con la clavícula, me moriría del dolor y no podría mover bien el brazo.

Todos los reclutas parecían admirar al vice-almirante, cosa la cual no le sorprendía en absoluto. Ya había entrenado a gente joven y potente en el pasado, en las guerras del cielo. Conocía la forma de hacerlo con facilidad; un trato justo pero a la vez con autoridad. Si seguía así crearía un buen ejército, y aunque él fuese una persona que repugnaba la guerra en sí, estaría más cerca de erradicar la era de los piratas.

Un pelo corto rojo como el fuego, un llanto que no cesaba y unos ojos amatista brillantes, le indicaban que tenía una nueva vida a la que proteger. Se tendió en la cama y comenzó a acariciar a su pareja mientras miraba al que ahora sería su hijo.

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