Sowon
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Rainbase y el clima de Arabasta en general no eran los mas amables para ella que debía tomar agua de vez en cuando. Pero negocios eran negocios, no había excusas cuando podía llevarse un millón y medio por una cabeza, mucho más si contaba el cargamento que su contacto había pactado pagar tiempo atrás. Naminé, esa pirata cantante que conoció una de sus veces en Jaya y que ahora había pedido encontrarle en esa isla para hacer el intercambio de armas y dinero. Hacerlo parecer algo legal en una de las ciudades mas ricas y prósperas de la isla, donde el comercio en grandes cantidades no era inusual.
Sowon tenía otros planes en mente que involucraban a Naminé, su objetivo era un jefe de la mafia retirado que gerentaba uno de los casinos del lugar bajo una identidad falsa. Los casinos de la zona eran lugares aparentemente seguros ya que no dejaban portar armas de fuego pero ella había comprobado que las armas y herramientas punzocortantes podían esconderse bajo la tela de la ropa sin mucho problema e incluso ciertas criaturas como serpientes o escorpiones eran aceptados como apuestas.
Su plan era sencillo, entrar con Naminé al casino, colarse en la zona vip con la excusa de un concierto y mientras la funcion se llevase a cabo soltar los animales venenosos en el recinto y aprovechar la confusión para cazar a su objetivo. Necesitaría la colaboración de una pirata bastante famosilla para lograr todo eso, pero a Sowon jamás le había importado usar a otros o plantar un foco de atención en alguien mas peligroso. Si le acreditaban el ataque a una pirata y luego estos saqueaban el casino, el asesinato del gerente sería lo menos comentado. Además la seguridad simplemente se centraría en los piratas y no en una simple estilista.
—Bien repasemos las cosas una vez más...—
La mujer bebió algo de agua a la sombra del puesto, estaba sentada sobre tres cajas de madera que ya se encargarían de mover los compradores mientras que frente a su posición se encontraba aquel casino "Arabestta" donde las personas ingresaban y no salían hasta horas mas tarde sin nada de dinero o con una bolsa gigante. La suerte estaba amañada y ella lo sabía, los días anteriores se había dedicado a estudiar los cambios de guardia y en algunos minutos la entrada estaría en su costado más vulnerable para ingresar con las armas escondidas y los frascos de escorpiones que previamente había comprado en un puesto aledaño.
Dentro sabía que tendrían que moverse de prisa para preparar el escenario y las decoraciones, momento que ella aprovecharía para ocultar los frascos tras un doble fondo de telas. Todo estaba planeado, solo debería convencer a la mujer de seguirle dentro del lugar, algo sencillo teniendo en cuenta los beneficios que podrían darle una presentación de ese calibre en una isla tan famosa. La herrera sonrió llevando su boca a su Den Den mushi.
—Señorita Naminé, espero verla pronto en el lugar pactado. Le tengo una oferta de trabajo que estoy segura le va a agradar...—
Sowon tenía otros planes en mente que involucraban a Naminé, su objetivo era un jefe de la mafia retirado que gerentaba uno de los casinos del lugar bajo una identidad falsa. Los casinos de la zona eran lugares aparentemente seguros ya que no dejaban portar armas de fuego pero ella había comprobado que las armas y herramientas punzocortantes podían esconderse bajo la tela de la ropa sin mucho problema e incluso ciertas criaturas como serpientes o escorpiones eran aceptados como apuestas.
Su plan era sencillo, entrar con Naminé al casino, colarse en la zona vip con la excusa de un concierto y mientras la funcion se llevase a cabo soltar los animales venenosos en el recinto y aprovechar la confusión para cazar a su objetivo. Necesitaría la colaboración de una pirata bastante famosilla para lograr todo eso, pero a Sowon jamás le había importado usar a otros o plantar un foco de atención en alguien mas peligroso. Si le acreditaban el ataque a una pirata y luego estos saqueaban el casino, el asesinato del gerente sería lo menos comentado. Además la seguridad simplemente se centraría en los piratas y no en una simple estilista.
—Bien repasemos las cosas una vez más...—
La mujer bebió algo de agua a la sombra del puesto, estaba sentada sobre tres cajas de madera que ya se encargarían de mover los compradores mientras que frente a su posición se encontraba aquel casino "Arabestta" donde las personas ingresaban y no salían hasta horas mas tarde sin nada de dinero o con una bolsa gigante. La suerte estaba amañada y ella lo sabía, los días anteriores se había dedicado a estudiar los cambios de guardia y en algunos minutos la entrada estaría en su costado más vulnerable para ingresar con las armas escondidas y los frascos de escorpiones que previamente había comprado en un puesto aledaño.
Dentro sabía que tendrían que moverse de prisa para preparar el escenario y las decoraciones, momento que ella aprovecharía para ocultar los frascos tras un doble fondo de telas. Todo estaba planeado, solo debería convencer a la mujer de seguirle dentro del lugar, algo sencillo teniendo en cuenta los beneficios que podrían darle una presentación de ese calibre en una isla tan famosa. La herrera sonrió llevando su boca a su Den Den mushi.
—Señorita Naminé, espero verla pronto en el lugar pactado. Le tengo una oferta de trabajo que estoy segura le va a agradar...—
Naminé
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Estaba siendo un día precioso en el navío , y la verdad que estaba totalmente relajada tomando el sol en la proa de mi barco. El último concierto había ido muy bien, y tenía la bodega a reventar de tesoros de los fans. Parecía que poco a poco me iba haciendo un hueco en este mundillo, y lo mejor , es que mi condición de pirata no era un problema. No había sido la primera vez que ser cantante me había salvado de la marina o de problemas mayores, y aún así debería andarme con mucho tino. Fuera como fuera el día estaba siendo perfecto, hasta que mi contramaestre me trajo el den den mushi, pues alguien me llamaba.
Reconocía esa voz, era la de Sowon. Largo tiempo hacía que no la veía, y es más, no sabía nada de ella desde que la vi en uno de mis conciertos. ¿ Le habrá ido bien? Esperaba de veras que si. Le di las gracias al contramaestre y le pedí que me dejara sola antes de responder a la llamada.
-¿Si?- dije antes de escuchar el mensaje, el cual tras finalizar esperé un rato a contestar, no sin antes esbozar una sonrisa- Si claro, allí estaré.
Así que allí seria, en Rainbase....muchos recuerdos tengo de ese sitio, sobre todo porque mi padre controlaba varios casinos de la mafia allí. Sowon no era tonta, aunque bueno, yo conocía a gran parte de los criminales de ese lugar, y de seguro que me encontraría con más de una cara conocida. Así que desembarqué en aquel país, Arabasta y puse rumbo al Rainbase. La verdad es que tenía muchos recuerdos de pequeña de aquel sitio. Mi padre, Meneror, me enseñó de pequeña el oficio, y si bien lo despreciaba, ahora entendía lo bien que me venía todo esto.
Bueno, ya de entrada y según llegaba a la plaza pude ver como algunos fans venían a junta mía. Ciertamente en Arabasta aún no había actuado, pero eso no impedía que mi cara fuera conocida en algunos sitios. Así que charlé un rato, firmé algunos autógrafos y me dispuse a despedirme para ir al punto de encuentro con Sowon. Y la verdad es que no tardé demasiado en llegar.
-¿Sowon?
Reconocía esa voz, era la de Sowon. Largo tiempo hacía que no la veía, y es más, no sabía nada de ella desde que la vi en uno de mis conciertos. ¿ Le habrá ido bien? Esperaba de veras que si. Le di las gracias al contramaestre y le pedí que me dejara sola antes de responder a la llamada.
-¿Si?- dije antes de escuchar el mensaje, el cual tras finalizar esperé un rato a contestar, no sin antes esbozar una sonrisa- Si claro, allí estaré.
Así que allí seria, en Rainbase....muchos recuerdos tengo de ese sitio, sobre todo porque mi padre controlaba varios casinos de la mafia allí. Sowon no era tonta, aunque bueno, yo conocía a gran parte de los criminales de ese lugar, y de seguro que me encontraría con más de una cara conocida. Así que desembarqué en aquel país, Arabasta y puse rumbo al Rainbase. La verdad es que tenía muchos recuerdos de pequeña de aquel sitio. Mi padre, Meneror, me enseñó de pequeña el oficio, y si bien lo despreciaba, ahora entendía lo bien que me venía todo esto.
Bueno, ya de entrada y según llegaba a la plaza pude ver como algunos fans venían a junta mía. Ciertamente en Arabasta aún no había actuado, pero eso no impedía que mi cara fuera conocida en algunos sitios. Así que charlé un rato, firmé algunos autógrafos y me dispuse a despedirme para ir al punto de encuentro con Sowon. Y la verdad es que no tardé demasiado en llegar.
-¿Sowon?
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La mujer levantó una ceja al escuchar su nombre, su mirada se sintió como mil puñales atravesando la carne de la muchacha, mientras descendía de las cajas y no apartaba los ojos de la mirada de la peculiar jovencita. Estaba esperando a alguien y no a una niña precisamente, menos una que conociera su nombre de la nada, suspiró llevando su mano por debajo del kimono lista para apuñalar la yugular de esa mocosa apenas recortase distancias. La mafia era bastante interesante, incluso le habían puesto el ojo encima tras días de intensa planificación, quizás no se encontraría con Naminé después de todo. Estuvo a escasos segundos de desenvainar, cuando escuchó a un tendero mencionar a Naminé, la herrera se giró buscando a la mujer que recordaba pero solo contempló al tendero señalando a la extraña. ¿Esa era Naminé? Era cierto que un disfraz calzaba bien, pero ese disfraz o aspecto era algo inaudito, probablemente imposible sin un buen cirujano. Suavizó su mirada mientras se dedicaba a pasar por al lado de la muchacha y realizar una lenta caminata alrededor de la misma, desconfiando todavía de lo que veía y recordaba, no deseaba que todo fuese una trampa y por tal motivo su evidente desconfianza.
—¿Es usted señorita Naminé? Mi mente no me falla y los carteles tampoco, si en verdad es usted debería probarlo de cierta manera. Algo que solo la verdadera Naminé puede saber sobre mí que no sea mi nombre filtrado por un simple mercenario de la mafia. Cuando le conocí en Jaya, le regalé un arma de mi arsenal, una entre tantas que le había llamado la atención. Me disculparé debidamente por sospechar si responde correctamente la duda. ¿Qué arma era?—
La mujer sacó desde su manga no una espada si no el viejo cartel de recompensa que había guardado tras el concierto, aquel que mostraba a una mujer de cabello rosado, pechos grandes y un rostro que no se parecía en nada a la pequeña muchacha que ahora contemplaban sus ojos. Por suerte, la precaución de Sowon le llevaba a actuar con cautela, si en realidad se trataba de la mujer con alguna extraña habilidad de cambio o una cirugía rara que le hizo tomar un aspecto completamente diferente hubiera sido un error atacarle y arruinar todos sus planes. Guardó el cartel mientras negaba con la cabeza, a la par que volvía a mirar a su objetivo con cierto aire imponente y a la vez un sutil cambio de voz que destacaba su habitual impaciencia.
—Supongo que si es quien dice ser, habrá también traído el dinero y gente para llevar esas cajas. Mientras más rápido despeje mis dudas, mejor podré explicarle la razón de ese trabajo que le comenté tiempo antes. Como sabe, soy una mujer ocupada, pero no soy alguien que actué desde la impaciencia. No me importa su apariencia, si es realmente la señorita Naminé. Pero no me gustan las mentiras o las sorpresas en demasía, la próxima vez le pediré una foto actualizada o algún video para evitarnos estas nimiedades del oficio...—
Sowon volvió hasta las cajas y se apoyó en ellas, demostrando que pese a la incomodidad inicial no estaba ajena a los cambios bruscos, si la excusa era lo bastante convincente podrían proseguir y pese a las primeras miradas e insinuaciones poco amigables lentamente había retomado esa actitud tranquila que solía usar para con sus viejos conocidos. Se podía decir que el suceso le tomó con la guardia baja, pero seguía viva y sin ningún agujero en su cabeza, lo cual imponía cierto respeto a la ley de la duda. En donde otros hubieran actuado pecando de imprudentes, la cazadora se había tomado un solo comentario para cambiar de táctica y esperar que todo terminase en un reencuentro ameno entre ambas mujeres.
—¿Es usted señorita Naminé? Mi mente no me falla y los carteles tampoco, si en verdad es usted debería probarlo de cierta manera. Algo que solo la verdadera Naminé puede saber sobre mí que no sea mi nombre filtrado por un simple mercenario de la mafia. Cuando le conocí en Jaya, le regalé un arma de mi arsenal, una entre tantas que le había llamado la atención. Me disculparé debidamente por sospechar si responde correctamente la duda. ¿Qué arma era?—
La mujer sacó desde su manga no una espada si no el viejo cartel de recompensa que había guardado tras el concierto, aquel que mostraba a una mujer de cabello rosado, pechos grandes y un rostro que no se parecía en nada a la pequeña muchacha que ahora contemplaban sus ojos. Por suerte, la precaución de Sowon le llevaba a actuar con cautela, si en realidad se trataba de la mujer con alguna extraña habilidad de cambio o una cirugía rara que le hizo tomar un aspecto completamente diferente hubiera sido un error atacarle y arruinar todos sus planes. Guardó el cartel mientras negaba con la cabeza, a la par que volvía a mirar a su objetivo con cierto aire imponente y a la vez un sutil cambio de voz que destacaba su habitual impaciencia.
—Supongo que si es quien dice ser, habrá también traído el dinero y gente para llevar esas cajas. Mientras más rápido despeje mis dudas, mejor podré explicarle la razón de ese trabajo que le comenté tiempo antes. Como sabe, soy una mujer ocupada, pero no soy alguien que actué desde la impaciencia. No me importa su apariencia, si es realmente la señorita Naminé. Pero no me gustan las mentiras o las sorpresas en demasía, la próxima vez le pediré una foto actualizada o algún video para evitarnos estas nimiedades del oficio...—
Sowon volvió hasta las cajas y se apoyó en ellas, demostrando que pese a la incomodidad inicial no estaba ajena a los cambios bruscos, si la excusa era lo bastante convincente podrían proseguir y pese a las primeras miradas e insinuaciones poco amigables lentamente había retomado esa actitud tranquila que solía usar para con sus viejos conocidos. Se podía decir que el suceso le tomó con la guardia baja, pero seguía viva y sin ningún agujero en su cabeza, lo cual imponía cierto respeto a la ley de la duda. En donde otros hubieran actuado pecando de imprudentes, la cazadora se había tomado un solo comentario para cambiar de táctica y esperar que todo terminase en un reencuentro ameno entre ambas mujeres.
Naminé
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Debía aceptar como normal que Sowon desconfiara de mi a primera vista. No podía culparla, ya que ella me había visto de manera muy diferente en mis comienzos. El problema es que ahora había cambiado de "Look" y hasta me había quitado el relleno del pecho de mis primeras actuaciones, al final lo natural siempre es lo mejor ¿no? Y bueno, rl nuevo peinado y las dietas de mi manager hicieron todavía más milagro si cabe. La verdad es que no, no podía culpar a Sowon de desconfiar. Aún así a la que no vi muy cambiada era a ella, es más , parecía estar exactamente igual. A pesar de este primer contacto en Arabasta, no le pude evitar esbozar una sonrisa.
-Una daga- dije levantando un poco el top y dejando ver que la tenía bajo el cinturón- Es como mi ángel de la guarda. Entiendo que no te fies, ha pasado bastatante tiempo y bueno, me ha ido bastante bien como puedes ver. ¿Te gusta mi nuevo look? Ahora la gente ya tiene un distintivo para saber quien soy, además, traigo de cabeza a la Marina con el nuevo Wanted. Y bueno ..vale, algo de cirugía tendrá la culpa
Escuché sus indicaciones, pero ambas teníamos objetivos muy distintos. No dejaba de ser hija de mi padre, y si bien era amistosa muchas veces, también me salía el gen "Meneror" de vez en cuando.
-Si, he escuchado lo que quieres hacer, y la verdad te diría que te olvidases. Conozco a la mitad de la mafia de esta isla por mi padre, y se que atacar ese casino no es buena idea. Si bien el que lo comanda es enemigo de mi familia desde hace años, creo que te estás complicando mucho la vida para tomar lo que necesites del lugar. Eres mujer de negocios, como yo, por así decirlo aunque lleve una bandera negra en lo alto, y aún así es nimio lo que me voy a llevar. Si bien los beneficios del concierto me vendrán de perlas, quiero algo más....si vas a acabar con la dirección de este casino, quiero el casino.
Me apoyé contra la pared para quedar enfrente de Sowon.
-¿Cómo lo ves? Tu entras como bien dices, haces lo que tengas que hacer y yo canto, isi pisi, pero....quiero que antes de que te lo carges ponga a mi nombre el casino. No sé, invéntate algo, como que me lo da por ser mi mayor fan o algo así, se creativa. ¿Trato pues?
Estuve apunto de hacer el aceno con mi mano de llevarla a mi bolsillo donde estaba la pitillera, porque cuando estoy algo nerviosa me da por fumar...vicio familiar. Fuera como fuera no me importaba porque Sowon quería cargarse al mafioso, por lo que a mi respecta, era enemigo de mi familia, y si bien quiero apartarme de todo lo que huela a Meneror, ese casino sería la leche para establecer unos ingresos...estables.
-Una daga- dije levantando un poco el top y dejando ver que la tenía bajo el cinturón- Es como mi ángel de la guarda. Entiendo que no te fies, ha pasado bastatante tiempo y bueno, me ha ido bastante bien como puedes ver. ¿Te gusta mi nuevo look? Ahora la gente ya tiene un distintivo para saber quien soy, además, traigo de cabeza a la Marina con el nuevo Wanted. Y bueno ..vale, algo de cirugía tendrá la culpa
Escuché sus indicaciones, pero ambas teníamos objetivos muy distintos. No dejaba de ser hija de mi padre, y si bien era amistosa muchas veces, también me salía el gen "Meneror" de vez en cuando.
-Si, he escuchado lo que quieres hacer, y la verdad te diría que te olvidases. Conozco a la mitad de la mafia de esta isla por mi padre, y se que atacar ese casino no es buena idea. Si bien el que lo comanda es enemigo de mi familia desde hace años, creo que te estás complicando mucho la vida para tomar lo que necesites del lugar. Eres mujer de negocios, como yo, por así decirlo aunque lleve una bandera negra en lo alto, y aún así es nimio lo que me voy a llevar. Si bien los beneficios del concierto me vendrán de perlas, quiero algo más....si vas a acabar con la dirección de este casino, quiero el casino.
Me apoyé contra la pared para quedar enfrente de Sowon.
-¿Cómo lo ves? Tu entras como bien dices, haces lo que tengas que hacer y yo canto, isi pisi, pero....quiero que antes de que te lo carges ponga a mi nombre el casino. No sé, invéntate algo, como que me lo da por ser mi mayor fan o algo así, se creativa. ¿Trato pues?
Estuve apunto de hacer el aceno con mi mano de llevarla a mi bolsillo donde estaba la pitillera, porque cuando estoy algo nerviosa me da por fumar...vicio familiar. Fuera como fuera no me importaba porque Sowon quería cargarse al mafioso, por lo que a mi respecta, era enemigo de mi familia, y si bien quiero apartarme de todo lo que huela a Meneror, ese casino sería la leche para establecer unos ingresos...estables.
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Sowon mostró una sonrisa al ver su daga, su mente no pudo evitar divagar entre a cuantos infelices estuvo cortando tras tanto tiempo. Sin dudas su rostro se relajó y su actitud cortante volvió a ser simplemente un elegante trato de cortesía ante una clienta. Asintió con la cabeza tras escuchar la explicación de la muchacha, no era muy amiga de los tratamientos estéticos o la vida de alguien controlada por un manager. Le recordaba un poco su pasado, algo que le generaba cierta sed de sangre adicional, si bien podía controlarlo su mirada mostraba cierto anhelo de muerte difícil de ignorar.
—Debo admitir que no le reconocí, me disculpo por la desconfianza inicial. En cuanto a su aspecto, me parece bastante llamativo, creo que puede dar un mayor impacto en cuanto a sus conciertos. Si bien, no quiero decir que su anterior aspecto no diese un impacto ni mucho menos...—
La herrera hizo una leve reverencia como señal de disculpas y luego escuchó atentamente lo que la pirata decía. Sin poder evitar reír, desconocía que tan bien se había camuflado todo como un robo o un atraco tan simple. Si bien era lo que cualquiera pensaría no tenía mucho interés en otro dinero que no fuese el de la cabeza de su objetivo, en especial porque salir del mismo con una cabeza y una bolsa de dinero sería dar chances a que alguien le detuviese en un territorio bastante marcado por bandos peligrosos.
—No me interesa lo que suceda con este lugar más adelante. Por lo que puedo hacer que te lo herede con mis métodos, deje todo en mis manos. Lo único en mi mente es eliminar a ese sujeto, para eso me contrataron, no sé que problemas tuvo con su padre y quizás hasta fue él quien me hizo llegar el cartel por algún medio. Reconozco que teniendo su ayuda de mi lado puedo descartar la parte del caos y centrarme solo en lo importante.—
La mujer sonrió ante la idea de ser creativa, quería probar algunas cosas y ese era el momento perfecto. Su rostro se curvó en una sonrisa mientras sus ojos grises brillaron con bastante ilusión, pese a su belleza era imposible no percibir cierta malicia escondida. De hecho, cuanto más se acercaba a Naminé más parecía crecer en tamaño siendo que su rostro en cierta parte se deformó en una macabra sonrisa con su mente divagando entre los posibles escenarios de tortura que emplearía para doblegar a ese hombre. Parpadeó volviendo a su temple habitual, observando las puertas del casino ya sin vigilancia.
—En esas cajas están las armas para su tripulación como habíamos acordado. Podemos ir al casino e iniciar los preparativos, solo una cosa. Recuerdo que en Jaya al terminar el concierto no nos volvimos a ver hasta el otro día, incluso su estado tras el mismo era muy deplorable. No me es complicado adivinar que el estar tanto tiempo generando esos efectos cansa su cuerpo por lo que le propongo algo. Puedo preparar el lugar con sus deseos, de hecho me será ideal para aislar a los presentes de la realidad y usted no terminará tan agotada... No quisiera que se desmayase en medio de mafiosos y pervertidos.—
Sowon mostró una leve sonrisa mientras avanzaba, su voz era elegante, decidida y profunda. Hasta podía creerse que realmente se preocupaba por la muchacha, mostrando un costado afilado tras haber llegado a una conclusión sobre el agotamiento excesivo que la muchacha había tenido tras una sola canción. La realidad era que le necesitaba de una pieza tras terminar el concierto y que todavía debía pagarle por las armas, de no ser así le hubiera dejado tirada presa del caos. Pero hasta no ver el dinero la cantante era un activo valioso que debía de cuidar.
—Debo admitir que no le reconocí, me disculpo por la desconfianza inicial. En cuanto a su aspecto, me parece bastante llamativo, creo que puede dar un mayor impacto en cuanto a sus conciertos. Si bien, no quiero decir que su anterior aspecto no diese un impacto ni mucho menos...—
La herrera hizo una leve reverencia como señal de disculpas y luego escuchó atentamente lo que la pirata decía. Sin poder evitar reír, desconocía que tan bien se había camuflado todo como un robo o un atraco tan simple. Si bien era lo que cualquiera pensaría no tenía mucho interés en otro dinero que no fuese el de la cabeza de su objetivo, en especial porque salir del mismo con una cabeza y una bolsa de dinero sería dar chances a que alguien le detuviese en un territorio bastante marcado por bandos peligrosos.
—No me interesa lo que suceda con este lugar más adelante. Por lo que puedo hacer que te lo herede con mis métodos, deje todo en mis manos. Lo único en mi mente es eliminar a ese sujeto, para eso me contrataron, no sé que problemas tuvo con su padre y quizás hasta fue él quien me hizo llegar el cartel por algún medio. Reconozco que teniendo su ayuda de mi lado puedo descartar la parte del caos y centrarme solo en lo importante.—
La mujer sonrió ante la idea de ser creativa, quería probar algunas cosas y ese era el momento perfecto. Su rostro se curvó en una sonrisa mientras sus ojos grises brillaron con bastante ilusión, pese a su belleza era imposible no percibir cierta malicia escondida. De hecho, cuanto más se acercaba a Naminé más parecía crecer en tamaño siendo que su rostro en cierta parte se deformó en una macabra sonrisa con su mente divagando entre los posibles escenarios de tortura que emplearía para doblegar a ese hombre. Parpadeó volviendo a su temple habitual, observando las puertas del casino ya sin vigilancia.
—En esas cajas están las armas para su tripulación como habíamos acordado. Podemos ir al casino e iniciar los preparativos, solo una cosa. Recuerdo que en Jaya al terminar el concierto no nos volvimos a ver hasta el otro día, incluso su estado tras el mismo era muy deplorable. No me es complicado adivinar que el estar tanto tiempo generando esos efectos cansa su cuerpo por lo que le propongo algo. Puedo preparar el lugar con sus deseos, de hecho me será ideal para aislar a los presentes de la realidad y usted no terminará tan agotada... No quisiera que se desmayase en medio de mafiosos y pervertidos.—
Sowon mostró una leve sonrisa mientras avanzaba, su voz era elegante, decidida y profunda. Hasta podía creerse que realmente se preocupaba por la muchacha, mostrando un costado afilado tras haber llegado a una conclusión sobre el agotamiento excesivo que la muchacha había tenido tras una sola canción. La realidad era que le necesitaba de una pieza tras terminar el concierto y que todavía debía pagarle por las armas, de no ser así le hubiera dejado tirada presa del caos. Pero hasta no ver el dinero la cantante era un activo valioso que debía de cuidar.
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Umm la verdad es que estaba conforme con todos los puntos que Sowon me estaba proponiendo, pero la verdad, es que eso de que usara a mi tripulación para "no hacer ruido" me parecía totalmente bobo. Así que quise matizarle el punto.
-No te harán falta mis hombres. ¿Eres sigilosa?, pues cuélate. Es simple, yo los distraigo con un concierto improvisado y tu te cuelas, ya una vez dentro que podrás manejarte contra uno o dos guardias. Al fin y al cabo con que decapites a la serpiente, el cuerpo dejará de moverse. Así que no creo que haya que montar tanto revuelo. Si lo ves bien vamos adelante con ello. Pero, mi nombre no debe relacionarse contigo para nada, te pillen a ti, o a mi. Quid pro cuo.
Dicho esto suspiré, porque al final parecía que iba a seguir los pasos de mi padre sin comerlo ni beberlo. Si bien no quería parecerme a él, no era tan tonta como para dejar pasar lo de apoderarme de un lugar que generara pasta , además, mientras mi padre respire seguiré teniendo una diana en la espalda ante la Legión y la Marina, por muy cantante que sea. Pero bueno, es lo que hay, así que procedí a responderle a aquella duda que le aquejaba sobre mi cansancio.
- No te preocupes, cuando hago ese tipo de conciertos es para miles de personas o porque necesito que sea algo gordo. Siendo el público reducido de un casino, puedo camelarlos igualmente con algún tema más suave, de hecho, solo necesito abrir la boca y decir una nota para camelármelos, pero no puedo hacerlo eternamente, así que puedo darte unos quince minutos de "concierto", quizás algo más si piden bis.
Volví a suspirar mientras me llevaba la mano al bolsillo de la chaqueta para sacar un reloj, el cual miré.
-Vale, yo entro entonces en el casino, cuando me vean se pondrán a hablar conmigo....de seguro que alguno de los gerentes dirá si les puedo deleitar con alguna canción...y ahi entras tu ¿correcto? Es solo por repasar. Si todo está correcto...te sigo.
Dicho esto me dejé de apoyar en la pared y me dispuse a salir del callejón para seguir a Sowon, pues ella marcaba el paso, al menos hasta la entrada del casino donde nos separaríamos.
-No te harán falta mis hombres. ¿Eres sigilosa?, pues cuélate. Es simple, yo los distraigo con un concierto improvisado y tu te cuelas, ya una vez dentro que podrás manejarte contra uno o dos guardias. Al fin y al cabo con que decapites a la serpiente, el cuerpo dejará de moverse. Así que no creo que haya que montar tanto revuelo. Si lo ves bien vamos adelante con ello. Pero, mi nombre no debe relacionarse contigo para nada, te pillen a ti, o a mi. Quid pro cuo.
Dicho esto suspiré, porque al final parecía que iba a seguir los pasos de mi padre sin comerlo ni beberlo. Si bien no quería parecerme a él, no era tan tonta como para dejar pasar lo de apoderarme de un lugar que generara pasta , además, mientras mi padre respire seguiré teniendo una diana en la espalda ante la Legión y la Marina, por muy cantante que sea. Pero bueno, es lo que hay, así que procedí a responderle a aquella duda que le aquejaba sobre mi cansancio.
- No te preocupes, cuando hago ese tipo de conciertos es para miles de personas o porque necesito que sea algo gordo. Siendo el público reducido de un casino, puedo camelarlos igualmente con algún tema más suave, de hecho, solo necesito abrir la boca y decir una nota para camelármelos, pero no puedo hacerlo eternamente, así que puedo darte unos quince minutos de "concierto", quizás algo más si piden bis.
Volví a suspirar mientras me llevaba la mano al bolsillo de la chaqueta para sacar un reloj, el cual miré.
-Vale, yo entro entonces en el casino, cuando me vean se pondrán a hablar conmigo....de seguro que alguno de los gerentes dirá si les puedo deleitar con alguna canción...y ahi entras tu ¿correcto? Es solo por repasar. Si todo está correcto...te sigo.
Dicho esto me dejé de apoyar en la pared y me dispuse a salir del callejón para seguir a Sowon, pues ella marcaba el paso, al menos hasta la entrada del casino donde nos separaríamos.
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Precisión
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Sowon alzó una ceja y comenzó a reír ante las primeras palabras de la muchacha, una risa educada pero incontenible para la mujer a la que debió apagar a base de tomar un poco de agua para no seguir riendo y atraer atención indeseada. Tras un breve tiempo de descanso, se llevó la mano a la frente comprobando que no estaba delirando o escuchando mal para finalmente negar con la cabeza.
—Disculpe mi insolencia señorita Naminé, pero creo que su vida en los escenarios le hizo olvidar el trato que hicimos. Prometí traer armas para su tripulación y eso es lo que hay en las cajas, no tengo intenciones de emplear sus servicios o enviarlos como un ejército a atacar un establecimiento. Pero preferiría que recogieran las cajas cuanto antes ya que no desearía dejarlas sin protección alguna mientras estamos en el casino. Puede llamarles o decirles donde deben recoger la mercancía. Mientras ellos trasladan eso, nosotras bastamos para este trabajo.—
La mujer asintió ante las palabras de la pirata sobre el cansancio y la naturaleza de sus poderes, al parecer podía encargarse de un pequeño grupo durante más tiempo lo cual era perfecto para una tortura lenta y dolorosa contra su objetivo. Ahora que debía hacerle firmar un testamento conocía bastante bien cómo proceder, sin embargo, tomaría medidas por si algo imprevisto ocurría ella siempre tenía un respaldo. Llevó su mano al interior de su manga y sacó dos pequeños frascos transparentes con un líquido viscoso y aceitoso de color morado dentro para luego cederlos a su compañera.
—Es correcto, nos dividiremos en la entrada pero tenga esto a mano. Es un veneno de escorpión nativo de esta isla, no es letal pero si actua como una potente toxina capaz de entumecer incluso a un elefante si se inyecta o en su caso si lo impregna en la daga y corta a alguien con ella. No creo que lo vaya a necesitar pero es mejor estar preparada, en cuanto a mí no se preocupe tengo más de donde salió eso y varios trucos bajo mi ropa.—
La herrera le guiñó el ojo a Naminé mientras llegaban a las puertas del casino, en pleno cambio de guardia por lo que nadie detuvo el paso a la mujer que se adentró sin anunciarse como si ya conociera el lugar de memoria. Sonrió al pasar por el lobby y tras aguardar un rato en la esquina, como si de un decorado se tratase, utilizó su Realistic Sewing para crear una larga tela que aferró contra el pilar donde se había recostado.
La misma mostraba una imagen fotorealista del pilar con Sowon todavía apoyada en este, cuando en realidad la herrera ya se encontraba colandose por uno de los ascensores sin que nadie en el casino se hubiera dado cuenta. Después de todo era complicado quitarle los ojos de encima a una mujer tan bella que parecía esperar contra un pilar y tampoco nadie era lo suficientemente valiente para encararle y hablar con ella.
Sowon llegó a la tercera planta, untando una daga que había mantenido oculta bajo el cinto del kimono en veneno y marchando sigilosamente gracias al haber envuelto sus pies en tela hasta la habitación de su objetivo. Su movimiento se asemejaba más a un fantasma que se desplazaba deslizandose sin hacer ruido más que a una humana. Aguardó unos instantes a que los dos hombres que custodiaban la puerta se retirasen, girando el mango de su daga levemente, dos cabezas rodarían antes de su objetivo.
Tomó aire sutilmente escondida entre la puerta de servicios y el pasillo, apenas comenzaran a moverse hasta el ascensor contaría con unos minutos para degollarlos, tomar la llave y encerrarse en la habitación del Don.
—Disculpe mi insolencia señorita Naminé, pero creo que su vida en los escenarios le hizo olvidar el trato que hicimos. Prometí traer armas para su tripulación y eso es lo que hay en las cajas, no tengo intenciones de emplear sus servicios o enviarlos como un ejército a atacar un establecimiento. Pero preferiría que recogieran las cajas cuanto antes ya que no desearía dejarlas sin protección alguna mientras estamos en el casino. Puede llamarles o decirles donde deben recoger la mercancía. Mientras ellos trasladan eso, nosotras bastamos para este trabajo.—
La mujer asintió ante las palabras de la pirata sobre el cansancio y la naturaleza de sus poderes, al parecer podía encargarse de un pequeño grupo durante más tiempo lo cual era perfecto para una tortura lenta y dolorosa contra su objetivo. Ahora que debía hacerle firmar un testamento conocía bastante bien cómo proceder, sin embargo, tomaría medidas por si algo imprevisto ocurría ella siempre tenía un respaldo. Llevó su mano al interior de su manga y sacó dos pequeños frascos transparentes con un líquido viscoso y aceitoso de color morado dentro para luego cederlos a su compañera.
—Es correcto, nos dividiremos en la entrada pero tenga esto a mano. Es un veneno de escorpión nativo de esta isla, no es letal pero si actua como una potente toxina capaz de entumecer incluso a un elefante si se inyecta o en su caso si lo impregna en la daga y corta a alguien con ella. No creo que lo vaya a necesitar pero es mejor estar preparada, en cuanto a mí no se preocupe tengo más de donde salió eso y varios trucos bajo mi ropa.—
La herrera le guiñó el ojo a Naminé mientras llegaban a las puertas del casino, en pleno cambio de guardia por lo que nadie detuvo el paso a la mujer que se adentró sin anunciarse como si ya conociera el lugar de memoria. Sonrió al pasar por el lobby y tras aguardar un rato en la esquina, como si de un decorado se tratase, utilizó su Realistic Sewing para crear una larga tela que aferró contra el pilar donde se había recostado.
La misma mostraba una imagen fotorealista del pilar con Sowon todavía apoyada en este, cuando en realidad la herrera ya se encontraba colandose por uno de los ascensores sin que nadie en el casino se hubiera dado cuenta. Después de todo era complicado quitarle los ojos de encima a una mujer tan bella que parecía esperar contra un pilar y tampoco nadie era lo suficientemente valiente para encararle y hablar con ella.
Sowon llegó a la tercera planta, untando una daga que había mantenido oculta bajo el cinto del kimono en veneno y marchando sigilosamente gracias al haber envuelto sus pies en tela hasta la habitación de su objetivo. Su movimiento se asemejaba más a un fantasma que se desplazaba deslizandose sin hacer ruido más que a una humana. Aguardó unos instantes a que los dos hombres que custodiaban la puerta se retirasen, girando el mango de su daga levemente, dos cabezas rodarían antes de su objetivo.
Tomó aire sutilmente escondida entre la puerta de servicios y el pasillo, apenas comenzaran a moverse hasta el ascensor contaría con unos minutos para degollarlos, tomar la llave y encerrarse en la habitación del Don.
Naminé
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Madre mía como tenía la cabeza, estaba ya a tantas cosas que se me pasó por completo lo de las armas. Igualmente era de agradecer que Sowon me lo recordara, ya que estos temas, si bien era yo la que los trataba, realmente era mi contramaestre el que los finiquitaba.
-Cierto, tienes razón así que si me das un pequeño minuto- dije mientras me llevaba la mano al bolsillo de la chaqueta para sacar de ella un pequeño den den mushi, el cual descolgué- ¿Binko? Si, soy yo. ¿Cuánta gente crees que te llama desde este número?. Escucha, bajad..-miré las cajas- Cuatro, y acercaros al callejón cercano al casino de Maroni . Recoged las cajas que veáis allí en una esquina y llevadlas al barco. Luego ya concretamos y os explico. De momento esperadme una vez acabéis en el barco, tengo un asunto que atender, si os necesito, os llamo.
Si, Maroni era el dueño de aquel casino, un mafioso con potencial que esperaba que Sowon me lo limpiara de mi lista de asuntos pendientes. Si también era su enemigo, por mi perfecto. Colgué el den den mushi, y tras eso cogí los frascos de venenos que me ayudarían en caso de estar en un aprieto. No los necesitaba, pero nunca estaban de más.
-Gracias Sowon, espero no tener que usarlos.
Dicho esto la acompañé hasta la entrada del casino. Dejé que Sowon tomara un poco de delantera hasta desaparecer de mi vista. El plan había comenzado. Yo por mi parte suspiré, y ya empecé a ver los primeros cuellos girarse hacia mi. Que empiece el espectáculo.
Bastaron tres minutos en el lobby como para que varios fans se acercaran a mi para pedirme algunos autógrafos, sin embargo los del casino, el personal, no estaba muy por la labor. De hecho se me acercó uno de los recepcionistas a hablar conmigo desde detrás de un recibidor.
-Oh señorita Naminé, cuanto tiempo sin ver a alguien como usted por aquí. ¿Qué la trae por el casino? . Lamento decirle que no se si es muy ético que permanezca aquí, no por usted propiamente, sino que normalmente es su padre quien viene a hacernos alguna visita...inesperada. Lamento decirle que no puedo permitirle entrar más adentro del establecimiento, así que perdone las molestias, pero está invitada a tomar algo en el bar.
A ver era lógico que no se fiaran de mi, principalmente porque era hija de quien era, aparte de que tanto mi padre como Maroni solo se llevaban bien en apariencia, y al fin y al cabo tenían una competencia "sana". Imagino que ver a la hija de uno de los mayores capos presentarse en un humilde casino no era moco de pavo. Igualmente esto era un problema, ya que Sowon estaría haciendo de las suyas mientras a mi me cortaban el paso. Pero bueno, siempre tengo soluciones para todo.
-¿Me está comparando con mi padre? Me acaba de ofender enormemente señor. Pensaba que este casino tenía más clase para tratar a gente que viene aqui no a dejarse su dinero sino a disfrutar de un buen espectáculo. ¿Me va a negar divertirme educadamente señor?- dije con tono algo algo molesta- Quizás quiera decirle esto mismo a mi padre, no tardaré mucho en llamarle- dije amenazando con sacar el den den mushi del bolsillo.
El recepcionista, que no sabía por donde salir ante aquel espectáculo, negó con la cabeza y procuró calmarme.
-No no por favor no me malinterprete señorita. Bien sabe que somos amigos de los soberanos de Toussaint, y bueno usted tiene una reputación impeca...
-Si, soy pirata, puedes decirlo bien alto. ¿Crees acaso que si quisiera reventar este casino no lo hubiera hecho ya? ¿No? Mira haremos una cosa para repararme este agravio. Las " amistades " que tenga mi padre con tu jefe no me importa, vengo a gastarme el dinero y a dar un concierto ¿ Cree, ahora que eso seria posible?- recalqué molesta.
El recepcionista no sabía por donde salir, así que acabó asintiendo con la cabeza ante la fija mirada de algunos vigilantes del lobby. Con cierta resignación me acompañó a la sala principal, enseñándome el escenario central donde había un grupo de violinistas tocando. Muchos clientes, nada más verme, torcieron el cuello para verme, algunos sorprendidos, otros eufóricos...y otros mal...competencia de mi padre. Bueno, objetivo iniciado...tenerlos a todos mirándome...y no mirando a Sowon.
-Cierto, tienes razón así que si me das un pequeño minuto- dije mientras me llevaba la mano al bolsillo de la chaqueta para sacar de ella un pequeño den den mushi, el cual descolgué- ¿Binko? Si, soy yo. ¿Cuánta gente crees que te llama desde este número?. Escucha, bajad..-miré las cajas- Cuatro, y acercaros al callejón cercano al casino de Maroni . Recoged las cajas que veáis allí en una esquina y llevadlas al barco. Luego ya concretamos y os explico. De momento esperadme una vez acabéis en el barco, tengo un asunto que atender, si os necesito, os llamo.
Si, Maroni era el dueño de aquel casino, un mafioso con potencial que esperaba que Sowon me lo limpiara de mi lista de asuntos pendientes. Si también era su enemigo, por mi perfecto. Colgué el den den mushi, y tras eso cogí los frascos de venenos que me ayudarían en caso de estar en un aprieto. No los necesitaba, pero nunca estaban de más.
-Gracias Sowon, espero no tener que usarlos.
Dicho esto la acompañé hasta la entrada del casino. Dejé que Sowon tomara un poco de delantera hasta desaparecer de mi vista. El plan había comenzado. Yo por mi parte suspiré, y ya empecé a ver los primeros cuellos girarse hacia mi. Que empiece el espectáculo.
Bastaron tres minutos en el lobby como para que varios fans se acercaran a mi para pedirme algunos autógrafos, sin embargo los del casino, el personal, no estaba muy por la labor. De hecho se me acercó uno de los recepcionistas a hablar conmigo desde detrás de un recibidor.
-Oh señorita Naminé, cuanto tiempo sin ver a alguien como usted por aquí. ¿Qué la trae por el casino? . Lamento decirle que no se si es muy ético que permanezca aquí, no por usted propiamente, sino que normalmente es su padre quien viene a hacernos alguna visita...inesperada. Lamento decirle que no puedo permitirle entrar más adentro del establecimiento, así que perdone las molestias, pero está invitada a tomar algo en el bar.
A ver era lógico que no se fiaran de mi, principalmente porque era hija de quien era, aparte de que tanto mi padre como Maroni solo se llevaban bien en apariencia, y al fin y al cabo tenían una competencia "sana". Imagino que ver a la hija de uno de los mayores capos presentarse en un humilde casino no era moco de pavo. Igualmente esto era un problema, ya que Sowon estaría haciendo de las suyas mientras a mi me cortaban el paso. Pero bueno, siempre tengo soluciones para todo.
-¿Me está comparando con mi padre? Me acaba de ofender enormemente señor. Pensaba que este casino tenía más clase para tratar a gente que viene aqui no a dejarse su dinero sino a disfrutar de un buen espectáculo. ¿Me va a negar divertirme educadamente señor?- dije con tono algo algo molesta- Quizás quiera decirle esto mismo a mi padre, no tardaré mucho en llamarle- dije amenazando con sacar el den den mushi del bolsillo.
El recepcionista, que no sabía por donde salir ante aquel espectáculo, negó con la cabeza y procuró calmarme.
-No no por favor no me malinterprete señorita. Bien sabe que somos amigos de los soberanos de Toussaint, y bueno usted tiene una reputación impeca...
-Si, soy pirata, puedes decirlo bien alto. ¿Crees acaso que si quisiera reventar este casino no lo hubiera hecho ya? ¿No? Mira haremos una cosa para repararme este agravio. Las " amistades " que tenga mi padre con tu jefe no me importa, vengo a gastarme el dinero y a dar un concierto ¿ Cree, ahora que eso seria posible?- recalqué molesta.
El recepcionista no sabía por donde salir, así que acabó asintiendo con la cabeza ante la fija mirada de algunos vigilantes del lobby. Con cierta resignación me acompañó a la sala principal, enseñándome el escenario central donde había un grupo de violinistas tocando. Muchos clientes, nada más verme, torcieron el cuello para verme, algunos sorprendidos, otros eufóricos...y otros mal...competencia de mi padre. Bueno, objetivo iniciado...tenerlos a todos mirándome...y no mirando a Sowon.
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Naminé se estaba tomando su tiempo, tal vez no era tan buena idea dejarle en solitario pero confiaba en que no tardaría demasiado en empezar con la distracción, después de todo el casino era un sitio grande y los ruidos de la tercera planta apenas llegarían a la primera pero debería mantener bastante cuidado una vez iniciado para no llamar la atención en el segundo piso. Uno dedicado a el placer de los invitados pero nunca se sabía cuando algún mafioso peligroso pudiese estar de relajo y subiese al rescate del jefe, si bien era un hombre que no suponía problema alguno para la herrera si tenía bastante poder en cuanto a recursos y hombres para iniciar una guerra de trincheras si era que llegaba a zafarse en algún momento. Los guardias comenzaron a caminar en dirección al ascensor, el cambio de guardia se producía una vez estos bajaban, si lograba interceptarlos y Naminé comenzaba a cantar en el primer piso no subirían hasta mucho después de que su trabajo hubiese finalizado, con la chica como nueva gerente del casino y con el poder de despachar a los guardias si estos deseaban tomar medidas.
La herrera actuó escondida tras un trozo de tela que emulaba ser una puerta cerrada, cuando los guardias pasaron por su lado no tardó en clavar el puñal por la espalda de uno y degollar en pleno giro al otro, entre la profundidad del corte, el filo del arma y el veneno de estas los hombres no emitieron más sonido que el de una bolsa de papas cayendo al suelo que se perdió entre el movimiento habitual y la música de ambiente del pasillo. Arrastró los cuerpos hasta la sala de servicios y los escondió en una esquina aislada tras una tela gruesa que daba el aspecto de ser parte de la pared. No se olvidó de extender una tela roja que ocultase los rastros de sangre del alfombrado y se fundiese con este, era primordial no dar ningún indicio a algún curioso antes de tiempo. Bebió agua para variar, estaba utilizando sus poderes muy seguido en ese trabajo pero al menos había mejorado lo suficiente para no agotarse por solo sacar unos trozos de su tela realista.
Finalmente preparó otro cuchillo envenado para entrar a la habitación, se había apoderado de las llaves del casino al apuñalar al primer guardia y también de las tarjetas que portaban en el cuello, incluso le arrancó el ojo a uno de los dos al ser testigo de la seguridad de la puerta del Don. Primero tuvo que pasar la tarjeta del guardia y someter el ojo previamente extraído a un lector pequeño como si fuese una película de espías. Tras unos breves instantes una luz verde se mostró y pudo usar la llave para abrir la cerradura y girar el pomo, la puerta se abrió levemente y antes de que una bala se estrellara contra la madera, la mujer arrojó su cuchillo con precisión hiriendo el hombro izquierdo de su objetivo.
—¿Creía que no había aprendido de otros cazadores que murieron en el mismo punto? Señor Maroni, insulta mi inteligencia...—
La mujer entró en la habitación cerrando la puerta y dejando el ojo mutilado del guardia en el suelo antes de pisarlo con su pie todavía recubierto de tela, cuando preparaba un escenario tras tantos días no solo se limitaba a estudiar el lugar si no tomar nota de cómo habían muerto los otros cazadores. Muchos murieron por los guardias, otros por las trampas de no saber abrir la puerta, el mafioso siempre tenía una pistola preparada para disparar a la cabeza de quien se asomase ya que sus guardias nunca ingresaban a la habitación eran más una llave desechable para cazadores. Pero el rostro del hombre se volvió en terror cuando una aguja atravesó su cráneo sin vacilar ni negociación previa, la herrera también conocía el truco del doble e implementarlo mejor que ese mafioso.
Llevó su mano a un pequeño librero y tiró de un libro revelando una sala oculta y allí le encontró, en paños menores rodeado por dos mujeres que fueron las siguientes en ser puestas a dormir mediante un rápido movimiento de su espada aguja que perforó el pecho de la primera para luego insertarse en el cuello de la segunda. El viejo mafioso intentó alcanzar su den den mushi pero su mano izquierda fue clavada contra la mesita de noche por una daga envenenada. Sowon sonrió mientras buscaba en la misma unos papeles y tras encontrar lo que quería los ponía sobre la cama.
—Vaya... creía que lo habíamos pasado bien esa noche... pero Señor Maroni, los negocios son negocios. Tenemos todo el tiempo del mundo para hacerle firmar una herencia y dejarle todo a Naminé, descuide, no va a morir... no va a morir tan fácil... Me pidió que fuese creativa, en ese caso cortaré lentamente las uñas de sus dedos, luego despellejaré su piel, los iré cortando uno a uno pero si en ese punto no ha firmado seguiré con sus pies... sus piernas... su pequeño titán... Y no se moleste en gritar, creo que abajo recibirán un buen concierto de mi cortesía. Ahora, que empiece este juego... ¿No era su primera vez con alguien de Wano? Hoy será su primera tortura con una mujer de Wano...—
Sowon lentamente comenzó a extraer uña a uña con el filo de su espada aguja, insertando la misma por la piel del dedo y levantando lentamente cada una de estas que complementado con la presencia congelante del hielo causaban un dolor terrible, Maroni incrédulo trataba de moverse pero su cuerpo era tan pesado que incluso tomar la pluma junto a los papeles se le hizo una tarea titánica. La herrera sonrió, mientras terminaba de extraer la uña del dedo anular y la lanzaba sobre la mesa, el hombre intentó mover sus labios pero sintió su lengua pesada como una roca que ahora colgaba ennegrecida de su boca.
—Veneno de serpiente, no es letal pero genera que el cuerpo se hinche y sea muy complicado mover las articulaciones una vez ingresa al torrente sanguíneo. No se moleste en tratar de hablar o gritar, porque no saldrán sonidos de esa boca por al menos dos horas o tres. En cuanto a la firma, supongo que le va a costar hasta que ampute totalmente toda la mano, el brazo y tal vez una pierna pero que haya sujetado la pluma me hace pensar que quizás pueda hacerlo antes. ¿Por qué no disfruta hasta entonces? Lo bueno de este veneno, es que no le priva de sentir dolor... por ejemplo si hago esto...—
La mujer clavó lentamente su espada en el costado del hombre causando que sus ojos se sobresaltaran y sus dientes mordieran la lengua por mero reflejo, el veneno hacía que el cuerpo sintiese incluso más las heridas y el hecho de torturar a un hombre recostado frente a dos doncellas durmientes era una extraña pero placentera experiencia en la herrera. Tras desenterrar el arma y admirar la belleza de la herida cubierta de hielo para evitar el sangrado, tomó otra de sus dagas para lentamente comenzar a remover los dedos de quien hasta hacía unas noches había compartido su cama. Negocios eran negocios, Maroni siempre lo había ejercido por mano propia, ahora le esperaba un lento camino hasta el umbral de la muerte. Se preguntaba que estaría haciendo su compañera pirata, que pronto estaría heredando un suculento casino.
La herrera actuó escondida tras un trozo de tela que emulaba ser una puerta cerrada, cuando los guardias pasaron por su lado no tardó en clavar el puñal por la espalda de uno y degollar en pleno giro al otro, entre la profundidad del corte, el filo del arma y el veneno de estas los hombres no emitieron más sonido que el de una bolsa de papas cayendo al suelo que se perdió entre el movimiento habitual y la música de ambiente del pasillo. Arrastró los cuerpos hasta la sala de servicios y los escondió en una esquina aislada tras una tela gruesa que daba el aspecto de ser parte de la pared. No se olvidó de extender una tela roja que ocultase los rastros de sangre del alfombrado y se fundiese con este, era primordial no dar ningún indicio a algún curioso antes de tiempo. Bebió agua para variar, estaba utilizando sus poderes muy seguido en ese trabajo pero al menos había mejorado lo suficiente para no agotarse por solo sacar unos trozos de su tela realista.
Finalmente preparó otro cuchillo envenado para entrar a la habitación, se había apoderado de las llaves del casino al apuñalar al primer guardia y también de las tarjetas que portaban en el cuello, incluso le arrancó el ojo a uno de los dos al ser testigo de la seguridad de la puerta del Don. Primero tuvo que pasar la tarjeta del guardia y someter el ojo previamente extraído a un lector pequeño como si fuese una película de espías. Tras unos breves instantes una luz verde se mostró y pudo usar la llave para abrir la cerradura y girar el pomo, la puerta se abrió levemente y antes de que una bala se estrellara contra la madera, la mujer arrojó su cuchillo con precisión hiriendo el hombro izquierdo de su objetivo.
—¿Creía que no había aprendido de otros cazadores que murieron en el mismo punto? Señor Maroni, insulta mi inteligencia...—
La mujer entró en la habitación cerrando la puerta y dejando el ojo mutilado del guardia en el suelo antes de pisarlo con su pie todavía recubierto de tela, cuando preparaba un escenario tras tantos días no solo se limitaba a estudiar el lugar si no tomar nota de cómo habían muerto los otros cazadores. Muchos murieron por los guardias, otros por las trampas de no saber abrir la puerta, el mafioso siempre tenía una pistola preparada para disparar a la cabeza de quien se asomase ya que sus guardias nunca ingresaban a la habitación eran más una llave desechable para cazadores. Pero el rostro del hombre se volvió en terror cuando una aguja atravesó su cráneo sin vacilar ni negociación previa, la herrera también conocía el truco del doble e implementarlo mejor que ese mafioso.
Llevó su mano a un pequeño librero y tiró de un libro revelando una sala oculta y allí le encontró, en paños menores rodeado por dos mujeres que fueron las siguientes en ser puestas a dormir mediante un rápido movimiento de su espada aguja que perforó el pecho de la primera para luego insertarse en el cuello de la segunda. El viejo mafioso intentó alcanzar su den den mushi pero su mano izquierda fue clavada contra la mesita de noche por una daga envenenada. Sowon sonrió mientras buscaba en la misma unos papeles y tras encontrar lo que quería los ponía sobre la cama.
—Vaya... creía que lo habíamos pasado bien esa noche... pero Señor Maroni, los negocios son negocios. Tenemos todo el tiempo del mundo para hacerle firmar una herencia y dejarle todo a Naminé, descuide, no va a morir... no va a morir tan fácil... Me pidió que fuese creativa, en ese caso cortaré lentamente las uñas de sus dedos, luego despellejaré su piel, los iré cortando uno a uno pero si en ese punto no ha firmado seguiré con sus pies... sus piernas... su pequeño titán... Y no se moleste en gritar, creo que abajo recibirán un buen concierto de mi cortesía. Ahora, que empiece este juego... ¿No era su primera vez con alguien de Wano? Hoy será su primera tortura con una mujer de Wano...—
Sowon lentamente comenzó a extraer uña a uña con el filo de su espada aguja, insertando la misma por la piel del dedo y levantando lentamente cada una de estas que complementado con la presencia congelante del hielo causaban un dolor terrible, Maroni incrédulo trataba de moverse pero su cuerpo era tan pesado que incluso tomar la pluma junto a los papeles se le hizo una tarea titánica. La herrera sonrió, mientras terminaba de extraer la uña del dedo anular y la lanzaba sobre la mesa, el hombre intentó mover sus labios pero sintió su lengua pesada como una roca que ahora colgaba ennegrecida de su boca.
—Veneno de serpiente, no es letal pero genera que el cuerpo se hinche y sea muy complicado mover las articulaciones una vez ingresa al torrente sanguíneo. No se moleste en tratar de hablar o gritar, porque no saldrán sonidos de esa boca por al menos dos horas o tres. En cuanto a la firma, supongo que le va a costar hasta que ampute totalmente toda la mano, el brazo y tal vez una pierna pero que haya sujetado la pluma me hace pensar que quizás pueda hacerlo antes. ¿Por qué no disfruta hasta entonces? Lo bueno de este veneno, es que no le priva de sentir dolor... por ejemplo si hago esto...—
La mujer clavó lentamente su espada en el costado del hombre causando que sus ojos se sobresaltaran y sus dientes mordieran la lengua por mero reflejo, el veneno hacía que el cuerpo sintiese incluso más las heridas y el hecho de torturar a un hombre recostado frente a dos doncellas durmientes era una extraña pero placentera experiencia en la herrera. Tras desenterrar el arma y admirar la belleza de la herida cubierta de hielo para evitar el sangrado, tomó otra de sus dagas para lentamente comenzar a remover los dedos de quien hasta hacía unas noches había compartido su cama. Negocios eran negocios, Maroni siempre lo había ejercido por mano propia, ahora le esperaba un lento camino hasta el umbral de la muerte. Se preguntaba que estaría haciendo su compañera pirata, que pronto estaría heredando un suculento casino.
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Parecía que no sólo se iban a disculpar conmigo sino que también me habían proporcionado el escenario para una perfecta distracción. Esperaba que Sowon estuviera bien y estuviera llevando a cabo con éxito su parte del trabajo. Aún así tenía muchas dudas, ya que el casino tenía bastante guardas y aún así hemos tirado para adelante con ellos. Fuera como fuera y a pesar de las reticencias de algunos, puse el pie en el escenario. Esta vez me atendió uno de los administradores, el cual me presentó ante el público para los que no me conocieran. Todo lo que era ganar tiempo era bienvenido, y ya tenía en mente un canto tranquilo, porque el objetivo de todo esto, si bien era distraer, también podía permitirme el lujo de que mi cando provocara somnoliencia.
Así que pedí que apagaran las luces de la sala principal, solo dejando las de las máquinas tragaperras encendidas. Me entregaron un laúd a petición propia y me senté en un taburete en medio del escenario. Me puse a afinar las cuerda de mi instrumento, mientras me dirigía a los presentes.
-Saludos buenas gentes, muchos de ustedes ya me conocen, otros no, pero eso vamos a arreglarlo ¿ Vale?. Me gustaría amenizarles sus juegos con una canción que he llamado "Ravens Storm", así que espero que les guste y les de suerte en esta noche.
Así que abrí la boca, y una onda sonora sorda invadió el establecimiento, y fue entonces cuando comencé a tocar el instrumento y a proceder a cantar:
Mientras cantaba ya podía ver en las primera caras del público más cercano al escenario que sus párpados empezaban a serles pesados , y algún que otro bostezo empezó a hacerse eco en la sala. Muchos parecían estar en un trance idílico, reviviendo sus más hermosos sueños al son de la melodía, incluyendo a los guardias. Mi parte estaba hecha.
"Sowon apúrate"
A pesar de que podía seguir cantando un buen rato, tampoco podía excederme, pues corría el riesgo de caer dormida por el esfuerzo. Aún así el que estaba haciendo ahora era "estándar" así que esperaba poder aguantar un rato, porque de no ser así ya tendría que estar pensando en otra canción.
Así que pedí que apagaran las luces de la sala principal, solo dejando las de las máquinas tragaperras encendidas. Me entregaron un laúd a petición propia y me senté en un taburete en medio del escenario. Me puse a afinar las cuerda de mi instrumento, mientras me dirigía a los presentes.
-Saludos buenas gentes, muchos de ustedes ya me conocen, otros no, pero eso vamos a arreglarlo ¿ Vale?. Me gustaría amenizarles sus juegos con una canción que he llamado "Ravens Storm", así que espero que les guste y les de suerte en esta noche.
Así que abrí la boca, y una onda sonora sorda invadió el establecimiento, y fue entonces cuando comencé a tocar el instrumento y a proceder a cantar:
Mientras cantaba ya podía ver en las primera caras del público más cercano al escenario que sus párpados empezaban a serles pesados , y algún que otro bostezo empezó a hacerse eco en la sala. Muchos parecían estar en un trance idílico, reviviendo sus más hermosos sueños al son de la melodía, incluyendo a los guardias. Mi parte estaba hecha.
"Sowon apúrate"
A pesar de que podía seguir cantando un buen rato, tampoco podía excederme, pues corría el riesgo de caer dormida por el esfuerzo. Aún así el que estaba haciendo ahora era "estándar" así que esperaba poder aguantar un rato, porque de no ser así ya tendría que estar pensando en otra canción.
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El Don había firmado, pero la mujer todavía jugaba con su dolor, la tortura parecía algo que disfrutaba con paciencia y delicadeza. Le dejaba pequeños intervalos de descanso, a veces debía revivirlo usando cables pelados de una lámpara evitando que su oscuro corazón dejase de latir sin su consentimiento. Cada acción posterior era simplemente para saciar la sed de sangre de su espada y la constante necesidad de sentirse plena, en control y dominando una situación que rozaba en el fetichismo más retorcido. Guardó el contrato en su kimono mientras usaba un cuchillo sin afilar para alargar el dolor y la agonía del mafioso mientras la herida de su cuello se volvía más profunda. Era una mujer impaciente y tenía un límite de tiempo marcado por su cómplice, le hubiese gustado desollar el cuerpo completo en vida, pero ahora solo necesitaba la cabeza. La misma rodó entre las piernas del mafioso y la mujer no tardó en envolverla en telas que simulaban ser una sandía. Durante la tortura, la mujer había encontrado las cámaras ocultas en la habitación y desecho las evidencias poco a poco, no hubo rincón sin revisar ni aparato sin destruir o arruinar.
Se tomó un tiempo para limpiar sus manos y borrar sus huellas, dejando una daga en la mano de cada una de las mujeres, montando una escena completamente falsa de un asesinato por venganza o infidelidad. Las mujeres que valían dinero eran bastante codiciosas, descendió hasta el primer piso sin hacer ruido, dejando al descubierto sus pies y retocando su peinado dentro del ascensor. No había sangre, no había sudor, estaba perfectamente arreglada con su kimono de gala y lista para disfrutar de un concierto antes de cobrar su recompensa. Se encaminó entre los espectadores, otra vez llegaba tarde pero esta vez solo pudo escuchar los últimos acordes de una canción que a su gusto le resultaba ideal para el funeral que próximamente celebraría la mafia.
—Señorita Naminé tengo una carta para usted, disculpo mi irrupción pero al parecer los negocios le llaman.—
Sowon tendió la declaración de herencia, un complejo de seis papeles y todos firmados por Maroni, estos declaraban a Naminé su única heredera en caso de deceso lo cual incluía el casino y todas las propiedades. Además dejaba en claro la validez de los documentos tanto en la legalidad como en el bajo mundo y una serie de normas para quienes le habían servido en vida de no forzar oposición ya que ellos también recibirían una suma de dinero por guardar silencio y quienes no serían juzgados como traidores de sangre a la familia. La sala estaba somnolienta por lo que solo Naminé parecía en condiciones de leer cada una de las pesadas hojas de papeleo que Sowon había hecho firmar bajo tortura, irónicamente incluía una que aseguraba no haber sido inducida o introducida bajo tortura y que todo lo escrito era la voluntad sincera del honorable Señor Maroni.
—Por mi parte he cumplido mi parte, podemos usar su nueva oficina para los negocios mientras limpian todo, no me preocuparía por otras cosas de momento...—
La voz de Sowon sonaba fiable, sin nadie sospechar las atrocidades que hasta ese momento había cometido con la excusa de ser solo negocios. La mujer conocía que no había manera de atraparle, lo había planeado bien e incluso conocía que no había sorpresas. El objetivo ya estaba en el saco y pronto cobraría unos cuantos millones.
Se tomó un tiempo para limpiar sus manos y borrar sus huellas, dejando una daga en la mano de cada una de las mujeres, montando una escena completamente falsa de un asesinato por venganza o infidelidad. Las mujeres que valían dinero eran bastante codiciosas, descendió hasta el primer piso sin hacer ruido, dejando al descubierto sus pies y retocando su peinado dentro del ascensor. No había sangre, no había sudor, estaba perfectamente arreglada con su kimono de gala y lista para disfrutar de un concierto antes de cobrar su recompensa. Se encaminó entre los espectadores, otra vez llegaba tarde pero esta vez solo pudo escuchar los últimos acordes de una canción que a su gusto le resultaba ideal para el funeral que próximamente celebraría la mafia.
—Señorita Naminé tengo una carta para usted, disculpo mi irrupción pero al parecer los negocios le llaman.—
Sowon tendió la declaración de herencia, un complejo de seis papeles y todos firmados por Maroni, estos declaraban a Naminé su única heredera en caso de deceso lo cual incluía el casino y todas las propiedades. Además dejaba en claro la validez de los documentos tanto en la legalidad como en el bajo mundo y una serie de normas para quienes le habían servido en vida de no forzar oposición ya que ellos también recibirían una suma de dinero por guardar silencio y quienes no serían juzgados como traidores de sangre a la familia. La sala estaba somnolienta por lo que solo Naminé parecía en condiciones de leer cada una de las pesadas hojas de papeleo que Sowon había hecho firmar bajo tortura, irónicamente incluía una que aseguraba no haber sido inducida o introducida bajo tortura y que todo lo escrito era la voluntad sincera del honorable Señor Maroni.
—Por mi parte he cumplido mi parte, podemos usar su nueva oficina para los negocios mientras limpian todo, no me preocuparía por otras cosas de momento...—
La voz de Sowon sonaba fiable, sin nadie sospechar las atrocidades que hasta ese momento había cometido con la excusa de ser solo negocios. La mujer conocía que no había manera de atraparle, lo había planeado bien e incluso conocía que no había sorpresas. El objetivo ya estaba en el saco y pronto cobraría unos cuantos millones.
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El pequeño concierto había ido muy bien la verdad, como siempre. La gente aplaudía, y los que no se habían quedado dormidos estaban en proceso de estarlo. Debo admitir que en parte esto me divertía y esperaba que Sowon no tuviera demasiados problemas. Aún así el público quedó contento y a mi eso ya me valía, porque a ellos les beneficiaba tener que escucharme a mi para olvidarse de todo, y a mi me convenía por la herencia que iba a tener dentro de nada.
Igualmente ya estaba cansada y no tardé mucho en bajarme del escenario tras hablar brevemente con algunos de los clientes que todavía seguían avispados. Fue entonces cuando pude ver a Sowon entre la multitud, tranquila y sin demasiados aspavientos. ¿Había acabado? ¿Ya? Todo muy conveniente pero no iba yo a quejarme de ello, puesto que al fin y al cabo quién se había manchado las manos era ella y no yo, al menos esta vez. Cuando em entregó aquellos papeles esbocé una leve sonrisilla mientras procuraba aparentar normalidad. Aún así si que arqueé la ceja cuando me dijo de usar mi nuevo despacho. Emm Sowon, acabas de matar a un capo de la mafia, probablemente a alguno de sus guardias, no lo sabía.¿Y lo primero que se te ocurre es ir al despacho en plan "ala soy la nueva jefa" para nada sospechoso.
Así que con un aceno de cabeza le dije que saliera afuera conmigo, y una vez tras despedirme de todos y dar las gracias por el "recibimiento", salí afuera a tomar aire fresco, llevándome a Sowon al mismo callejón del que habíamos partido.
- Admiro que seas tan rápida haciendo tu trabajo pero estas segundas partes déjamelas a mi. ¿Y que? ¿Tuviste mucho problema para conseguir estos papeles?. Por la gente del casino ni te preocupes, estaban demasiado embobados. Ahora bien, cuéntame que son esos " negocios " que quieres llevar a cabo. A no ser que algo se me escape tu tienes tu objetivo y yo el mío cumplidos, ahora ya cada una que se gestione como pueda.
Igualmente ya estaba cansada y no tardé mucho en bajarme del escenario tras hablar brevemente con algunos de los clientes que todavía seguían avispados. Fue entonces cuando pude ver a Sowon entre la multitud, tranquila y sin demasiados aspavientos. ¿Había acabado? ¿Ya? Todo muy conveniente pero no iba yo a quejarme de ello, puesto que al fin y al cabo quién se había manchado las manos era ella y no yo, al menos esta vez. Cuando em entregó aquellos papeles esbocé una leve sonrisilla mientras procuraba aparentar normalidad. Aún así si que arqueé la ceja cuando me dijo de usar mi nuevo despacho. Emm Sowon, acabas de matar a un capo de la mafia, probablemente a alguno de sus guardias, no lo sabía.¿Y lo primero que se te ocurre es ir al despacho en plan "ala soy la nueva jefa" para nada sospechoso.
Así que con un aceno de cabeza le dije que saliera afuera conmigo, y una vez tras despedirme de todos y dar las gracias por el "recibimiento", salí afuera a tomar aire fresco, llevándome a Sowon al mismo callejón del que habíamos partido.
- Admiro que seas tan rápida haciendo tu trabajo pero estas segundas partes déjamelas a mi. ¿Y que? ¿Tuviste mucho problema para conseguir estos papeles?. Por la gente del casino ni te preocupes, estaban demasiado embobados. Ahora bien, cuéntame que son esos " negocios " que quieres llevar a cabo. A no ser que algo se me escape tu tienes tu objetivo y yo el mío cumplidos, ahora ya cada una que se gestione como pueda.
Sowon
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La mujer bebió un poco de agua mientras salían del edificio y volvían al callejón al inicio de todo solo que ahora una portaba una cabeza envuelta en telas que simulaba ser una sandía. Escuchó con atención lo que Naminé decía, al parecer los mafiosos eran gente muy extraña que se atrevían a hacer negocios torturando a otros pero tenían miedo de hablar de negocios cerca de unos cuantos muertos irrelevantes. Sus labios sonrieron al recordar la secuencia de tortura y que en realidad no había tardado mucho en tener la firma si no que le siguió torturando por mero entretenimiento.
—No diría que me haya supuesto mucho inconveniente el hecho de firmar esos papeles. No hay mucha opción de rechazo cuando una bella señorita lo pide amablemente y por fortuna el Señor Naroni gozaba de un buen gusto para reconocer dicha belleza.—
Esgrimió con una sonrisa traviesa mientras pasaba al segundo punto de esa reunión improvisada. Se acercó a la pared del callejón y movió una tela que había dejado haciendo parecer que movía parte de la pared para tomar su bolso desde detrás de esta. Con cuidado acercó una factura a Naminé donde detallaba cada arma de esas cajas y su valor individual, dando un total de doscientos cincuenta mil berries teniendo en cuenta los días de trabajo.
—En cuanto a negocios, ese es el valor de todo lo que me ha pedido, cada arma está forjada a mano y es durable como la daga en su cintura. Puede pagarme ahora o enviar el dinero más adelante, pero tenga en cuenta que cada día de atraso a partir del mes aumentará el valor en cincuenta mil berries adicionales. De verdad me dolería tener que contratar a alguien para cobrar su recompensa y no creo estar hablando con una mujer que no cumpla con sus pagos...—
Sowon esbozó una pequeña sonrisa aguardando el pago o una seña, le daba igual mientras se llevase una garantía de pago antes de entregar al mafioso y cobrar una jugosa recompensa. No era mucho dinero pero tampoco podría cobrarle más por armas comunes, la razón del precio elevado era la cantidad pedida lo cual daba como resultado el valor total de un arma como Aguja. De hecho la herrera había sido generosa teniendo ya en cuenta el favor de Naminé para el casino de antemano, abaratando ciertos precios como cortesía.
—No diría que me haya supuesto mucho inconveniente el hecho de firmar esos papeles. No hay mucha opción de rechazo cuando una bella señorita lo pide amablemente y por fortuna el Señor Naroni gozaba de un buen gusto para reconocer dicha belleza.—
Esgrimió con una sonrisa traviesa mientras pasaba al segundo punto de esa reunión improvisada. Se acercó a la pared del callejón y movió una tela que había dejado haciendo parecer que movía parte de la pared para tomar su bolso desde detrás de esta. Con cuidado acercó una factura a Naminé donde detallaba cada arma de esas cajas y su valor individual, dando un total de doscientos cincuenta mil berries teniendo en cuenta los días de trabajo.
—En cuanto a negocios, ese es el valor de todo lo que me ha pedido, cada arma está forjada a mano y es durable como la daga en su cintura. Puede pagarme ahora o enviar el dinero más adelante, pero tenga en cuenta que cada día de atraso a partir del mes aumentará el valor en cincuenta mil berries adicionales. De verdad me dolería tener que contratar a alguien para cobrar su recompensa y no creo estar hablando con una mujer que no cumpla con sus pagos...—
Sowon esbozó una pequeña sonrisa aguardando el pago o una seña, le daba igual mientras se llevase una garantía de pago antes de entregar al mafioso y cobrar una jugosa recompensa. No era mucho dinero pero tampoco podría cobrarle más por armas comunes, la razón del precio elevado era la cantidad pedida lo cual daba como resultado el valor total de un arma como Aguja. De hecho la herrera había sido generosa teniendo ya en cuenta el favor de Naminé para el casino de antemano, abaratando ciertos precios como cortesía.
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Ya suponía que no le había dado algún problema acabar con todoa aquello. Por mi parte me había dejado claro que no se andaba con chiquitas, aunque francamente, su trabajo se pudo haber reducido a dos tareas más simples, pero ¿Quién soy yo para cuestionar sus métodos. Me daba igual realmente, todo estaba hecho, así que era hora cumplir con mi parte del trato.
Sowon parecía una buena artesana, y de eso ya me había dejado constancia la última vez que nos vimos, porque de hecho, tengo su daga todavía a modo de recuerdo. Me había ayudado en más de una ocasión a salvar el pellejo, y estaba segura que aquellas armas me iban a venir bien. De hecho mientras hablábamos aparecieron mis marineros entrando por el callejón a la espera de órdenes. Así que interrumpí un momento a Sowon para responderles.
-Esperaremos unos días a que a que se acabe el revuelo de hoy. Pasados esos días ,vender las máquinas precindibles y todo lo que no esté clavado al suelo en las dependencias de Maroni y sus antiguos guardias. Vendedlo todo y darle el pago conveniente a esta mujer en...-mira a Sowon- ¿Tres días? Creo que es más que suficiente y tendrás tu pago sin mayor demora. No me interesa el casino como tal, así que hay mucho que "limpiar".
Tras eso el buen rollo se difuminó en cuanto me amenazó por segunda vez. Bien si la primera había sido por desconocimiento, esta vez ya rozaba la credulidad.
- Mira, no sé cuantas pelis de matones crees haberte visto, pero el mundo no funciona así. Así que ten cuidado cuando amenazas a alguien, porque igual deberían informarte un poco de a quien le alzas la palabra Sowon- le dije algo seria- Por que del mismo modo que tu tendrías que contratar a alguien para que pagara, yo solo tengo que hacer una llamada si me da mucha pereza encargarme personalmente. Así que dejémonos de medirnos las conchas ¿te parece?.
Volví al tono amable, pues sabía que Sowon era así, pero yo tampoco me iba a dejar amedrentar, por algo tenía los genes de mi padre.
-Ains, bueno...pelillos a la mar. Pásate por aquí en eso, tres días y tendrás toda la pasta. Pásate por recepción y te darán la bolsa. Como siempre, da gusto hacer negocios contigo. Lo que si voy a recomendarte a un viejo amigo. Es de La Legión, pero le pirra un buen artesano, le hablaré de ti y seguramente se ponga en contacto contigo...es un "apasionado" de la herrería. Toma su tarjeta, él te llamará a ti no te preocupes.
Le entregué un número de den den mushi. Dicho esto procuré despedirme de ella. Así que hice el ademán de mano para irme por el callejón, tan sólo esperaba que hiciera caso a mi recomendación.
Sowon parecía una buena artesana, y de eso ya me había dejado constancia la última vez que nos vimos, porque de hecho, tengo su daga todavía a modo de recuerdo. Me había ayudado en más de una ocasión a salvar el pellejo, y estaba segura que aquellas armas me iban a venir bien. De hecho mientras hablábamos aparecieron mis marineros entrando por el callejón a la espera de órdenes. Así que interrumpí un momento a Sowon para responderles.
-Esperaremos unos días a que a que se acabe el revuelo de hoy. Pasados esos días ,vender las máquinas precindibles y todo lo que no esté clavado al suelo en las dependencias de Maroni y sus antiguos guardias. Vendedlo todo y darle el pago conveniente a esta mujer en...-mira a Sowon- ¿Tres días? Creo que es más que suficiente y tendrás tu pago sin mayor demora. No me interesa el casino como tal, así que hay mucho que "limpiar".
Tras eso el buen rollo se difuminó en cuanto me amenazó por segunda vez. Bien si la primera había sido por desconocimiento, esta vez ya rozaba la credulidad.
- Mira, no sé cuantas pelis de matones crees haberte visto, pero el mundo no funciona así. Así que ten cuidado cuando amenazas a alguien, porque igual deberían informarte un poco de a quien le alzas la palabra Sowon- le dije algo seria- Por que del mismo modo que tu tendrías que contratar a alguien para que pagara, yo solo tengo que hacer una llamada si me da mucha pereza encargarme personalmente. Así que dejémonos de medirnos las conchas ¿te parece?.
Volví al tono amable, pues sabía que Sowon era así, pero yo tampoco me iba a dejar amedrentar, por algo tenía los genes de mi padre.
-Ains, bueno...pelillos a la mar. Pásate por aquí en eso, tres días y tendrás toda la pasta. Pásate por recepción y te darán la bolsa. Como siempre, da gusto hacer negocios contigo. Lo que si voy a recomendarte a un viejo amigo. Es de La Legión, pero le pirra un buen artesano, le hablaré de ti y seguramente se ponga en contacto contigo...es un "apasionado" de la herrería. Toma su tarjeta, él te llamará a ti no te preocupes.
Le entregué un número de den den mushi. Dicho esto procuré despedirme de ella. Así que hice el ademán de mano para irme por el callejón, tan sólo esperaba que hiciera caso a mi recomendación.
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La mujer asintió ante los tres días de espera, tampoco le mataría esperar ese tiempo tras haber esperado meses en volver a verse las caras con Naminé. Sin embargo, la amenaza de la chica despertó una sonrisa en la mujer, su rostro se encontró inundado por la curiosidad y cierta diversión en su rostro. No era habitual fantasear con desollar a un cliente o ser desollada por esta, lo que a ojos de Sowon era una señal digna de respeto. Se acercó a Naminé negando con la cabeza, mientras hacia gala de su altura y su belleza para limar un poco la aspereza de la situación. No podía negar que le encantaba hacerle pisar el palito y ver a un idol adolescente comportarse como toda una corsaria era algo demasiado delicioso como para ignorar.
—No fue mi intención amenazarle señorita Naminé, solo que como comerciante me gusta dejar claros los términos y condiciones. En cuanto a lo segundo, si me contrata como acompañante nocturna podemos medirlas, pese a no verle mucha utilidad no juzgo los gustos si hay dinero de por medio.—
La mujer soltó una leve risa mientras volvía el ambiente ameno tras aquel chiste, no era la mejor contando o inventando alguno pero no tenía intenciones de pelear contra la cantante o su banda entera. Seguían atados por contrato y solo supondría que nadie le pagaría o ella terminaría muerta como para recibir un pago.
—Oh, dicen que en la Legion se paga bien... usted me conoce muy bien señorita Naminé. Creo que es mi mejor cliente hasta la fecha y si además me ayuda a encontrar contactos adinerados mucho mejor. Si en algún momento llega a necesitar un arma que sea muy especial no dude en contactarme, puedo darle un mejor precio que la competencia. Generalmente un cincuenta porciento mejor precio y un cien porciento en cuestión de calidad.—
Sowon tomó la tarjeta y la guardó en su kimono, bebiendo algo de agua antes de realizar una leve reverencia a Naminé y marcharse a cobrar la recompensa. Volvería en unos tres días para cobrar su pago y luego intentaría contactar con el legionario como le habían indicado.
Nunca le importó la procedencia de sus clientes mientras contasen con el dinero necesario, un legionario simbolizaba alguien de gran poder económico incluso si fuese un novato. Podría pedir mayores precios por su servicio y comenzar a darle forma al imperio comercial que había estado buscando a lo largo de estos meses.
—No fue mi intención amenazarle señorita Naminé, solo que como comerciante me gusta dejar claros los términos y condiciones. En cuanto a lo segundo, si me contrata como acompañante nocturna podemos medirlas, pese a no verle mucha utilidad no juzgo los gustos si hay dinero de por medio.—
La mujer soltó una leve risa mientras volvía el ambiente ameno tras aquel chiste, no era la mejor contando o inventando alguno pero no tenía intenciones de pelear contra la cantante o su banda entera. Seguían atados por contrato y solo supondría que nadie le pagaría o ella terminaría muerta como para recibir un pago.
—Oh, dicen que en la Legion se paga bien... usted me conoce muy bien señorita Naminé. Creo que es mi mejor cliente hasta la fecha y si además me ayuda a encontrar contactos adinerados mucho mejor. Si en algún momento llega a necesitar un arma que sea muy especial no dude en contactarme, puedo darle un mejor precio que la competencia. Generalmente un cincuenta porciento mejor precio y un cien porciento en cuestión de calidad.—
Sowon tomó la tarjeta y la guardó en su kimono, bebiendo algo de agua antes de realizar una leve reverencia a Naminé y marcharse a cobrar la recompensa. Volvería en unos tres días para cobrar su pago y luego intentaría contactar con el legionario como le habían indicado.
Nunca le importó la procedencia de sus clientes mientras contasen con el dinero necesario, un legionario simbolizaba alguien de gran poder económico incluso si fuese un novato. Podría pedir mayores precios por su servicio y comenzar a darle forma al imperio comercial que había estado buscando a lo largo de estos meses.
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