Drako Hyrule
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Aquel olor...Sí, aquella fragancia extraña... Abrí lentamente los ojos y pude ver un rostro. No sabía donde estaba, aunque bueno, ya me iba adaptando a aquel tipo de situaciones. Entrecerré los ojos e interpuse mi mano izquierda para intentar tapar la luz del sol que entraba por una pequeña rejilla.
Activé mi mantra, quería saber con mayor exactitud cuantas personas había en la sala. Notaba dos presencias distintas, una parecía de una mujer, y la otra no conseguía distinguirla. Me incorporé en la cama, y me senté en esta.
-Parece que estás mejor...- Dijo una voz seca.
Miré a un lado, pues mi mantra me indicaba la posición de aquella persona. Era una anciana, con el pelo canoso y recogido en un moño. Tenía centenares de arrugas en la cara, y estaba tejiendo. La mujer se encontraba sentada sobre una mecedora de madera, en una esquina de la habitación.
-¿Dónde me encuentro?- Le pregunté amablemente.
-Estás en Grey Terminal, una zona en la isla de Goa.- Dijo.- Aquí todos son muy amables.
Sabía aproximadamente donde estaba Goa, pero nunca había oído hablar de Grey Terminal, era algo que no me sonaba en absoluto. De repente, noté una presencia tras la puerta principal. Repentinamente, alguien abrió la puerta dando un portazo.
-¡Vieja!- Gritó.- ¡Hay que desharcerse de ese tipo! ¡Es un Vice-Almiran...!- Gritó antes de quedarse atónito al ver que estaba despierto.- Ehhh... Hola superior....- Dijo disimulando.
Seguidamente, elevé el brazo y abrí la palma de la mano en su dirección. Concentré un poco de energía en ella, para posteriormente lanzarle una bola de este elemento. Esta, impactó en su cabeza, mándandolo volar. El hombre quedó travesado en la pared, inconsciente, puesto que aquel ataque no llevaba la suficiente potencia como para matarlo, había sido una bola de energía pequeña...
Activé mi mantra, quería saber con mayor exactitud cuantas personas había en la sala. Notaba dos presencias distintas, una parecía de una mujer, y la otra no conseguía distinguirla. Me incorporé en la cama, y me senté en esta.
-Parece que estás mejor...- Dijo una voz seca.
Miré a un lado, pues mi mantra me indicaba la posición de aquella persona. Era una anciana, con el pelo canoso y recogido en un moño. Tenía centenares de arrugas en la cara, y estaba tejiendo. La mujer se encontraba sentada sobre una mecedora de madera, en una esquina de la habitación.
-¿Dónde me encuentro?- Le pregunté amablemente.
-Estás en Grey Terminal, una zona en la isla de Goa.- Dijo.- Aquí todos son muy amables.
Sabía aproximadamente donde estaba Goa, pero nunca había oído hablar de Grey Terminal, era algo que no me sonaba en absoluto. De repente, noté una presencia tras la puerta principal. Repentinamente, alguien abrió la puerta dando un portazo.
-¡Vieja!- Gritó.- ¡Hay que desharcerse de ese tipo! ¡Es un Vice-Almiran...!- Gritó antes de quedarse atónito al ver que estaba despierto.- Ehhh... Hola superior....- Dijo disimulando.
Seguidamente, elevé el brazo y abrí la palma de la mano en su dirección. Concentré un poco de energía en ella, para posteriormente lanzarle una bola de este elemento. Esta, impactó en su cabeza, mándandolo volar. El hombre quedó travesado en la pared, inconsciente, puesto que aquel ataque no llevaba la suficiente potencia como para matarlo, había sido una bola de energía pequeña...
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La llegada de la rana al reino de Goa fue un tanto tranquila. Aquella visita era simplemente un descanso de la rutina diaria, un tipo de entrenamiento espiritual, o así solía llamarlo. Lo primero que hizo fue explorar el lugar indicado en donde detenerse, había infinidades de lugares, pero sólo uno sería el elegido. Así paso casi todo el día, saltando por todos los lugares que pasaba. En realidad Frog era algo exigente en estos casos, le gustaba encontrar exactamente lo que el buscaba, esto era algo infantil, pero así es como actuaba la rana.
Luego de un largo rato, la rana estaba frustrada por no encontrar el lugar indicado. Había recorrido todos los lugares de la ciudad, y para él ningún lugar era el adecuado para entrenar a su espíritu. Así decepcionado se detenía en alguna parte de la ciudad, en donde un hombre extrañado lo observaba. Era costumbre ver a las personas sorprenderse de su apariencia, pero este tenía algo especial, lo observaba con odio. Entonces se acerco unos pasos hacia la rana, que también lo observaba extrañado.
- Tú, eres de los engendros de la Terminal Gray- Comentó con desprecio, para luego alejarse de la vista del anfibio.
Estas palabras en ves de causar algún efecto negativo en la rana, le dio una nueva esperanza. La Terminal Gray era un lugar al que aún no había visitado, y así busco la información necesaria para encontrar aquel lugar. Según entendió era un tipo de vertedero, no era un lugar muy prometedor, pero era lo único que había. Entonces se encamino hacia el lugar, en busca de encontrar un sitio indicado para entrenar. Así llego al lugar desde la lejanía lo observaba. Era tal como lo describían, simplemente como un basurero. "El lugar perfecto.", pensaba la rana, mientras ingresaba dando pequeños saltos en medio de la basura. Así empezó a explorar los alrededores, debía estar seguro del lugar en que entrenaría.
Luego de un largo rato, la rana estaba frustrada por no encontrar el lugar indicado. Había recorrido todos los lugares de la ciudad, y para él ningún lugar era el adecuado para entrenar a su espíritu. Así decepcionado se detenía en alguna parte de la ciudad, en donde un hombre extrañado lo observaba. Era costumbre ver a las personas sorprenderse de su apariencia, pero este tenía algo especial, lo observaba con odio. Entonces se acerco unos pasos hacia la rana, que también lo observaba extrañado.
- Tú, eres de los engendros de la Terminal Gray- Comentó con desprecio, para luego alejarse de la vista del anfibio.
Estas palabras en ves de causar algún efecto negativo en la rana, le dio una nueva esperanza. La Terminal Gray era un lugar al que aún no había visitado, y así busco la información necesaria para encontrar aquel lugar. Según entendió era un tipo de vertedero, no era un lugar muy prometedor, pero era lo único que había. Entonces se encamino hacia el lugar, en busca de encontrar un sitio indicado para entrenar. Así llego al lugar desde la lejanía lo observaba. Era tal como lo describían, simplemente como un basurero. "El lugar perfecto.", pensaba la rana, mientras ingresaba dando pequeños saltos en medio de la basura. Así empezó a explorar los alrededores, debía estar seguro del lugar en que entrenaría.
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Tras dejar a aquel hombre clavado en la pared, me acerqué a la señora que estaba tejiendo. -Muchas gracias por todo, señora.- Le dije agradecido. Seguidamente cogí mi mochila que estaba apoyada en la misma cama en la cual había dormido. Me la colgué y me dirigí hacía la puerta.
Pasé por el marco de esta, pues faltaba la puerta. Aquello... Aquello era todo basura. Mirases por donde mirases solamente encontrabas chatarra... ¿Qué clase de lugar era aquel? ¿De verdad alguien podía vivir en un lugar como aquel? Aquella tierra no era más que un simple vertedero...
¿Acaso aquel sitio era...? No, no podía estar allí. Lo último que recordaba era viajar en un barco que salió de Shellstown... No podía encontrarse en aquel lugar, no por ahora. No sabía con exactitud donde me encontraba, pero si era aquel lugar... De repente, un fuerte olor a tabaco me sacó de mi estado pensante.
Notaba la presencia de varios individuos a unos pocos metros de mí. Me giré, y pude ver exactamente a cuatro individuos. Todos y cada uno de ellos llevaba un cigarro, ya fuere en la mano o en la boca. Y, solamente uno llevaba una botella, parecía de sake.
-En los barrios bajos esto es lo que ocurre...- Pensé.- Las drogas controlan a todos estos cerebros sin conciencia...
Me acerqué a ellos, y cada vez aquel olor era fuerte. Cada vez el humo de aquellos cigarrillos era más denso, pero podía ''ver'', disponía de mi haki. -¿Qué hacéis?- Les pregunté a la vez que salía de aquella nube de humo.
-¡Ey, tron'!- Dijo uno con voz de colgado.- Ehhh... ¿Qué te ha pasado en los ojos? Te has fumados demasiados ''pitis'' ehhh...
Aquel vagabundo se refería al porqué mis ojos de color rojo. No quise darle ninguna explicación, pues estaba seguro de que no la iba a comprender. Aquel tipo, comenzó a cabrearse al ver que no le respondía:
-Tío, ¿¡pero eres retrasado o qué te pasa ''tete''?!- Dijo gritando.
Seguidamente, cogió la botella de sake, y la rompió con un golpe seco sobre un montón de chatarra. Dio un paso adelante, acercándose así más hacia mi persona. Una vez se quedó quieto, me amenazó con aquella botella rota. Con la intención de que bajara el arma cogí a Anubis.
Aquel tipo, aún más cabreado intentó darme un golpe con aquello, pero yo pude prever su movimiento y di un paso atrás. Como consecuencia de mi acto, aquel tipo cayó al suelo, sobre más chatarra. Con la intención de que sus ''amigos'' no hicieran nada, le puse el pie sobre la cabeza y comencé a hacer presión sobre esta. Sus compañeros se quedaron quietos, pero yo no haría lo mismo. Me volví a colgar a Anubis en el cinturón, y comencé a canalizar energía en la palma de mis manos. Seguidamente, junté ambas palmas, compactando amabas bolas. Una gran esfera se formo, por lo que disparé tres bolas, una cada uno.
La primera impactó a uno de ellos en la boca del estómago. Aquel hombre salió volando metros atrás, y cayó al suelo inconsciente. Seguido, le di a otro en la cabeza, la cual superaba con creces a la fuerza que aquel tipo pudo hacer para defenderse, por lo que él si murió desnuclado, aunque bueno, no esperaba que tuviera muchos seres queridos. Sin embargo, el último intentó correr, pero no iba a dejar testigos, por lo que le di en la parte alta de la espalda, y al igual que su otro compañero, cayó inconciente al suelo.
El hombre que tenía bajo mi pie, también quedó inconsciente, al final, había tenido que actuar...
Pasé por el marco de esta, pues faltaba la puerta. Aquello... Aquello era todo basura. Mirases por donde mirases solamente encontrabas chatarra... ¿Qué clase de lugar era aquel? ¿De verdad alguien podía vivir en un lugar como aquel? Aquella tierra no era más que un simple vertedero...
¿Acaso aquel sitio era...? No, no podía estar allí. Lo último que recordaba era viajar en un barco que salió de Shellstown... No podía encontrarse en aquel lugar, no por ahora. No sabía con exactitud donde me encontraba, pero si era aquel lugar... De repente, un fuerte olor a tabaco me sacó de mi estado pensante.
Notaba la presencia de varios individuos a unos pocos metros de mí. Me giré, y pude ver exactamente a cuatro individuos. Todos y cada uno de ellos llevaba un cigarro, ya fuere en la mano o en la boca. Y, solamente uno llevaba una botella, parecía de sake.
-En los barrios bajos esto es lo que ocurre...- Pensé.- Las drogas controlan a todos estos cerebros sin conciencia...
Me acerqué a ellos, y cada vez aquel olor era fuerte. Cada vez el humo de aquellos cigarrillos era más denso, pero podía ''ver'', disponía de mi haki. -¿Qué hacéis?- Les pregunté a la vez que salía de aquella nube de humo.
-¡Ey, tron'!- Dijo uno con voz de colgado.- Ehhh... ¿Qué te ha pasado en los ojos? Te has fumados demasiados ''pitis'' ehhh...
Aquel vagabundo se refería al porqué mis ojos de color rojo. No quise darle ninguna explicación, pues estaba seguro de que no la iba a comprender. Aquel tipo, comenzó a cabrearse al ver que no le respondía:
-Tío, ¿¡pero eres retrasado o qué te pasa ''tete''?!- Dijo gritando.
Seguidamente, cogió la botella de sake, y la rompió con un golpe seco sobre un montón de chatarra. Dio un paso adelante, acercándose así más hacia mi persona. Una vez se quedó quieto, me amenazó con aquella botella rota. Con la intención de que bajara el arma cogí a Anubis.
Aquel tipo, aún más cabreado intentó darme un golpe con aquello, pero yo pude prever su movimiento y di un paso atrás. Como consecuencia de mi acto, aquel tipo cayó al suelo, sobre más chatarra. Con la intención de que sus ''amigos'' no hicieran nada, le puse el pie sobre la cabeza y comencé a hacer presión sobre esta. Sus compañeros se quedaron quietos, pero yo no haría lo mismo. Me volví a colgar a Anubis en el cinturón, y comencé a canalizar energía en la palma de mis manos. Seguidamente, junté ambas palmas, compactando amabas bolas. Una gran esfera se formo, por lo que disparé tres bolas, una cada uno.
La primera impactó a uno de ellos en la boca del estómago. Aquel hombre salió volando metros atrás, y cayó al suelo inconsciente. Seguido, le di a otro en la cabeza, la cual superaba con creces a la fuerza que aquel tipo pudo hacer para defenderse, por lo que él si murió desnuclado, aunque bueno, no esperaba que tuviera muchos seres queridos. Sin embargo, el último intentó correr, pero no iba a dejar testigos, por lo que le di en la parte alta de la espalda, y al igual que su otro compañero, cayó inconciente al suelo.
El hombre que tenía bajo mi pie, también quedó inconsciente, al final, había tenido que actuar...
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La rana observaba extrañada todo el lugar, era un vertedero enorme, nunca había visto un lugar así. Y lo más extraño, es que en aquel lugar vivían personas. Era algo triste, pero poco podía hacer para ayudar aquellas personas, aún era muy débil. Pero de repente, unos gritos se escucharon desde muy lejos. Algo pasaba, y debía ir a verlo. De está forma se buscó el lugar de donde provenían aquellos gritos. Al acercarse encontró frente a él a varios hombres, aunque sólo uno de ellos estaba de pie.
"De seguro ese hombre ya se ha percatado de mi presencia... No puedo esconderme"
Pensó, mientras cogía fuertemente con una mano su escudo, por si debía actuar.
Se acercó hacía el hombre, los demás a su costado estaban desmayados, o muertos. ¿Que había sucedido en aquel lugar?, lo único que era claro es que aquel hombre que yacía de pie era el posible asesino de aquellos hombre, por lo que debía tener cuidado, por si intentará hacer lo mismo con él. Era valiente, pero no estúpido como para enfrentarse a alguien como él.
"Buen día, ¿qué ha pasado acá?"
Preguntó sin darle vueltas al asunto. Quería saber lo que había sucedido, y la única forma de saberlo era preguntarlo.
Observó a los chicos tirados en medio de la basura, eran los típicos chicos jóvenes, que no tenían un camino en la vida, y vivían de esa forma. Pero morir, en realidad merecían eso. Pues para Frog no era así, el creía en que la gente podía cambiar para bien o para mal. Su espada, la cuál podía hablar en su pensamiento, intentaba persuadirlo para ser alguien cruel. Pero la rana soportaba aquello, por lo menos por ahora.
"De seguro ese hombre ya se ha percatado de mi presencia... No puedo esconderme"
Pensó, mientras cogía fuertemente con una mano su escudo, por si debía actuar.
Se acercó hacía el hombre, los demás a su costado estaban desmayados, o muertos. ¿Que había sucedido en aquel lugar?, lo único que era claro es que aquel hombre que yacía de pie era el posible asesino de aquellos hombre, por lo que debía tener cuidado, por si intentará hacer lo mismo con él. Era valiente, pero no estúpido como para enfrentarse a alguien como él.
"Buen día, ¿qué ha pasado acá?"
Preguntó sin darle vueltas al asunto. Quería saber lo que había sucedido, y la única forma de saberlo era preguntarlo.
Observó a los chicos tirados en medio de la basura, eran los típicos chicos jóvenes, que no tenían un camino en la vida, y vivían de esa forma. Pero morir, en realidad merecían eso. Pues para Frog no era así, el creía en que la gente podía cambiar para bien o para mal. Su espada, la cuál podía hablar en su pensamiento, intentaba persuadirlo para ser alguien cruel. Pero la rana soportaba aquello, por lo menos por ahora.
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Tras acabar con aquellos tipos, pue notar la presencia de alguien más, una presencia con un poder mayor a la de cualquier hombre de los que ahora yacía en el suelo. Me giré levemente, para ponerme de cara a la persona que había notado, pero allí no había nadie, a pesar de que podía captar su presencia. Miré hacia todos lados, desconcertado, cuando entonces lo vi, era una rana.
-"Buen día, ¿qué ha pasado acá?"- Dijo aquel peculiar individuo.
-Ehhh... Hola.- Dije.- Pues estos hombres me atacaron, nada más.- Proseguí.- ¿Y quién eres tu pequeño amigo?- Le dije.- Yo, Drako, un placer.- Concluí a la vez que le daba la mano, esperaba que no fuera demasiado grande...
En una ocasión recuerdo que un capitán, habló de que una rana había derrotado a un pirata con una recompensa sobre su cabeza, quizá fuera la que ahora tenía delante, pues esta iba a armada con un escudo en la mano y una espada enfundada. Si no me atacaba, no debería defenderse de mí, ni viceversa.
-Amigo, no hace falta que te coloques en posición de combate, soy un ser pacífico, si no me atacas no haré nada.- Le dije sonriéndole.
Finalmente, habiendo perdido la batalla contra aquella inmensa calor, me senté sobre un pilar de basura de toda clase, neumáticos, botellas de plástico, etc... Y saqué de mi mochila un par de botellas de agua fresca, aquello me resfrescaría sin duda alguna.
Desenrosqué el tapón de la botella, y rápidamente me eché durantes varios segundos agua por encima de la cabeza, empapándome todo el pelo y parte del torso. Seguidamente, le di dos tragos, para después ofrecerle un poco a mi nuevo compañero. No sabía con claridad si quería agua o no, por lo que saqué otra botella y se la dejé a su lado.
-Haz lo que quieras con ella compañero, yo no la quiero.- Le dije a mi nuevo amigo.
Seguidamente, se escuchó un estruendo, pero por mi suerte solamente era mi estómago rugiendo de hambre, por lo que de la misma mochila saqué un paquete de galletas. Lo abrí y cogí una para, posteriormente ofrecerle también a mi compañero, la verdad, a pesar de todo, no íbamos a pasar hambre...
-"Buen día, ¿qué ha pasado acá?"- Dijo aquel peculiar individuo.
-Ehhh... Hola.- Dije.- Pues estos hombres me atacaron, nada más.- Proseguí.- ¿Y quién eres tu pequeño amigo?- Le dije.- Yo, Drako, un placer.- Concluí a la vez que le daba la mano, esperaba que no fuera demasiado grande...
En una ocasión recuerdo que un capitán, habló de que una rana había derrotado a un pirata con una recompensa sobre su cabeza, quizá fuera la que ahora tenía delante, pues esta iba a armada con un escudo en la mano y una espada enfundada. Si no me atacaba, no debería defenderse de mí, ni viceversa.
-Amigo, no hace falta que te coloques en posición de combate, soy un ser pacífico, si no me atacas no haré nada.- Le dije sonriéndole.
Finalmente, habiendo perdido la batalla contra aquella inmensa calor, me senté sobre un pilar de basura de toda clase, neumáticos, botellas de plástico, etc... Y saqué de mi mochila un par de botellas de agua fresca, aquello me resfrescaría sin duda alguna.
Desenrosqué el tapón de la botella, y rápidamente me eché durantes varios segundos agua por encima de la cabeza, empapándome todo el pelo y parte del torso. Seguidamente, le di dos tragos, para después ofrecerle un poco a mi nuevo compañero. No sabía con claridad si quería agua o no, por lo que saqué otra botella y se la dejé a su lado.
-Haz lo que quieras con ella compañero, yo no la quiero.- Le dije a mi nuevo amigo.
Seguidamente, se escuchó un estruendo, pero por mi suerte solamente era mi estómago rugiendo de hambre, por lo que de la misma mochila saqué un paquete de galletas. Lo abrí y cogí una para, posteriormente ofrecerle también a mi compañero, la verdad, a pesar de todo, no íbamos a pasar hambre...
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