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El pelirrojo suspiró pesadamente mientras observaba cómo se acercaban poco a poco a Galuna. Desde que avistaron la isla pudieron distinguir en ella los puntos más reconocibles de esta: sus enormes montañas rodeadas de espesa jungla. El clima era estable, algo fresco pese a que el joven dragón no fuese capaz de sentir aquello. Su mirada permanecía perdida en el horizonte mientras pensaba en la mejor forma de plantear aquella situación. ¿Por qué estaban allí? La respuesta era bastante sencilla. Debilidad. Un mal que se extendía por buena parte de los miembros de su tripulación y que, pese a ser cierto que era compensada en gran medida con los Demons más poderosos, no podía arriesgar las vidas de sus compañeros avanzando en el Grand Line sin forma de protegerse por sus propios medios. Él podría encargarse de protegerles, pero no siempre estaría a su lado cada vez que se metiesen en algún lío. Por ese motivo se dirigían hacia Galuna, lugar donde pasarían los próximos meses para fortalecer a dos de sus miembros más prometedores: su doctor, Ryan, y su historiador, Nagato.
- Espero que no les lleve demasiado tiempo... No podemos retrasarnos más de lo necesario -pensaba en voz alta al tiempo que se estiraba para descargar la tensión de su espalda. Era hora de atracar.
Tras dar las indicaciones pertinentes tanto a Lanxerot como a Naram, Akagami fue en busca de sus dos "alumnos" para asegurarse de que tuviesen todo preparado. Descendió hasta la bodega del barco y recorrió esta con la mirada hasta topar con ambos, los cuales parecían estar supervisando sus pertenencias. Se acercó hasta ellos con las manos escondidas en el interior de los bolsillos de su pantalón.
- Acabamos de llegar a tierra. No sé cuánto tiempo permaneceremos aquí, pero recordad llevar únicamente lo imprescindible. Todo lo demás tan solo os atrasará. Os espero en el puerto.
Y girando sobre un pie dio media vuelta y se dirigió de nuevo hacia cubierta. No tardó más de diez segundos en descender de un salto sobre las tablillas de los muelles, observando el tranquilo panorama que se presentaba ante ellos. "Al menos no es un sitio muy concurrido. Mejor así." Llevó la mirada hacia el cielo, que estaba adornado por pequeñas y aisladas nubes esparcidas de forma irregular. Sacó de la cajetilla que guardaba en su bolsillo uno de sus cigarros y se lo llevó a los labios, encendiéndolo y dando un par de caladas antes de soltar el humo en un suspiro. "Tal vez pueda aprovechar para fortalecerme yo también" pensó, segundos antes de que una ligera sonrisa se dibujase en su rostro.
- Espero que no les lleve demasiado tiempo... No podemos retrasarnos más de lo necesario -pensaba en voz alta al tiempo que se estiraba para descargar la tensión de su espalda. Era hora de atracar.
Tras dar las indicaciones pertinentes tanto a Lanxerot como a Naram, Akagami fue en busca de sus dos "alumnos" para asegurarse de que tuviesen todo preparado. Descendió hasta la bodega del barco y recorrió esta con la mirada hasta topar con ambos, los cuales parecían estar supervisando sus pertenencias. Se acercó hasta ellos con las manos escondidas en el interior de los bolsillos de su pantalón.
- Acabamos de llegar a tierra. No sé cuánto tiempo permaneceremos aquí, pero recordad llevar únicamente lo imprescindible. Todo lo demás tan solo os atrasará. Os espero en el puerto.
Y girando sobre un pie dio media vuelta y se dirigió de nuevo hacia cubierta. No tardó más de diez segundos en descender de un salto sobre las tablillas de los muelles, observando el tranquilo panorama que se presentaba ante ellos. "Al menos no es un sitio muy concurrido. Mejor así." Llevó la mirada hacia el cielo, que estaba adornado por pequeñas y aisladas nubes esparcidas de forma irregular. Sacó de la cajetilla que guardaba en su bolsillo uno de sus cigarros y se lo llevó a los labios, encendiéndolo y dando un par de caladas antes de soltar el humo en un suspiro. "Tal vez pueda aprovechar para fortalecerme yo también" pensó, segundos antes de que una ligera sonrisa se dibujase en su rostro.
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Leía al capitán como un libro abierto, el por qué de aquel viaje no era mas que para fortalecernos, hacer que no fuesemos una carga para la tripulación. Aún no había hecho ningún mérito para ganarme el respeto del capitán, quizás a Lanxe si le agradaba pero sólo porque mis excentricidades y las suyas iban parejas de la mano. Desde que ingresé en la banda no me había surgido la necesidad de volverme mas hábil y diestro en el combate pues ¿Qué era yo?, el simple médico al que acudía la gente cuando se lastimaban.
Tras ver partir al capitán supe que me tenía que poner serio, recto, disciplinado, palabras que hace ya años había olvidado.
¿Tendría que mostrarle a la tripulación una personalidad acorde con mi edad? ¿Podía confiar en ellos para que me protegiesen?
En gran medida lo que yo hacía, mis acciones, mis gestos, mis excentricidades...... Eran meras artimañas para no entrar en problemas, tampoco era fuerte prueba de ello es que nos encontrábamos en aquella isla e íbamos a entrenar con el capitán. Tendría que volverme más fuerte para así poder de dejar de actuar como un payaso de feria.
Comencé a hacer la maleta, metí ropa y calzoncillos en abundancia, cogí un pequeño botiquín que tenía guardado debajo de lo que se podía llamar cama y cerré aquella maleta.
Miré a Nagato mientras preparaba sus cosas, Nagato entrenando conmigo, iba a ser divertido pero no encontraba una explicación a su entrenamiento con el capitán y conmigo. ¿Acaso Nagato no era lo suficientemente fuerte y arrogante como para entrenar por su cuenta?
No sabía en que isla nos encontrábamos pero no me importaba mucho, la duda que me asaltaba en aquel instante era cómo pensaba entrenarnos Akagami para volvernos más fuertes, estaba expectante y con muchas ganas de poder superar aquellos retos que me pusiese por delante.
Sin mas dilación dejé de lado tales pendamientos banales y me despedí de los miembros que estaban en cubierta. ¿Cómo?, por supuesto, fui guiñando el ojo a todo aquél con el que me encontraba. Salí del barco con la maleta, o la bolsa en todo caso en mi espalda y ví que el capitán estaba esperandonos en el muelle junto al barco.
El puerto no denotaba signos de una gran actividad, aquellos pescadores que marchaban a pescar, o uno o dos barcos realmente grandes atracados varios metros más adelante. La ciudad en la que nos habíamos parado parecía que no tenia muchos habitantes, era una ciudad mas bien pequeña, pueblerina como a mi me gustaba llamar, donde todos los vecinos se conocen. Me traía gratos recuerdos de la época en el bosque, en la que encontré un pequeño poblado. Aunque aquél poblado era mucho más pequeño que este. La brisa marina y el sonido del oleaje era un deleite para mis sentidos. Parecía un poco estúpido ya que me encontraba en cubierta, parado y con los ojos cerrados pero nadie me iba a quitar este momento. El capitán comenzó a fumarse un paquete de cigarrillos salté de cubierta me acerqué a el y le dije:
- Vas a tener que dejar de fumar tanto capitán, no puedes dejarnos indefensos porque el otro día comí conejo y Rito me está vigilando.
Tras ver partir al capitán supe que me tenía que poner serio, recto, disciplinado, palabras que hace ya años había olvidado.
¿Tendría que mostrarle a la tripulación una personalidad acorde con mi edad? ¿Podía confiar en ellos para que me protegiesen?
En gran medida lo que yo hacía, mis acciones, mis gestos, mis excentricidades...... Eran meras artimañas para no entrar en problemas, tampoco era fuerte prueba de ello es que nos encontrábamos en aquella isla e íbamos a entrenar con el capitán. Tendría que volverme más fuerte para así poder de dejar de actuar como un payaso de feria.
Comencé a hacer la maleta, metí ropa y calzoncillos en abundancia, cogí un pequeño botiquín que tenía guardado debajo de lo que se podía llamar cama y cerré aquella maleta.
Miré a Nagato mientras preparaba sus cosas, Nagato entrenando conmigo, iba a ser divertido pero no encontraba una explicación a su entrenamiento con el capitán y conmigo. ¿Acaso Nagato no era lo suficientemente fuerte y arrogante como para entrenar por su cuenta?
No sabía en que isla nos encontrábamos pero no me importaba mucho, la duda que me asaltaba en aquel instante era cómo pensaba entrenarnos Akagami para volvernos más fuertes, estaba expectante y con muchas ganas de poder superar aquellos retos que me pusiese por delante.
Sin mas dilación dejé de lado tales pendamientos banales y me despedí de los miembros que estaban en cubierta. ¿Cómo?, por supuesto, fui guiñando el ojo a todo aquél con el que me encontraba. Salí del barco con la maleta, o la bolsa en todo caso en mi espalda y ví que el capitán estaba esperandonos en el muelle junto al barco.
El puerto no denotaba signos de una gran actividad, aquellos pescadores que marchaban a pescar, o uno o dos barcos realmente grandes atracados varios metros más adelante. La ciudad en la que nos habíamos parado parecía que no tenia muchos habitantes, era una ciudad mas bien pequeña, pueblerina como a mi me gustaba llamar, donde todos los vecinos se conocen. Me traía gratos recuerdos de la época en el bosque, en la que encontré un pequeño poblado. Aunque aquél poblado era mucho más pequeño que este. La brisa marina y el sonido del oleaje era un deleite para mis sentidos. Parecía un poco estúpido ya que me encontraba en cubierta, parado y con los ojos cerrados pero nadie me iba a quitar este momento. El capitán comenzó a fumarse un paquete de cigarrillos salté de cubierta me acerqué a el y le dije:
- Vas a tener que dejar de fumar tanto capitán, no puedes dejarnos indefensos porque el otro día comí conejo y Rito me está vigilando.
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Realmente no creía necesario un entrenamiento para mí. Me consideraba bastante fuerte para tener que entrenar junto con el capitán. Era cierto y bien sabido que su fuerza era superior a la mia y lo había demostrado en aquella taberna pero yo ahora controlaba mucho mejor mi poder y me veía más fuerte.
Suspiré y terminé de recoger mis cosas. Miré a Ryan, esbocé una pequeña sonrisa recordando alguna de las suyas. Sería bueno entrenar con él puesto que si le hacía daño sin querer al capitán el podría curarlo. Además nunca estaba de más que hubiera otra persona conmigo. Además no le había visto nunca pelear y realmente tenía curiosidad por verlo.
Recogí mis cosas importantes como la espada y salí a cubierta. El resto de la tripulación se encontraba allí. Los saludé con respeto y cierto tono de superioridad exceptuando al rey Naram, era bien sabido que no había que dejar que se sintiera inferior y era algo que me resultaba divertido. De un salto bajé al puerto junto con mis otros 2 compañeros. Saludé con la cabeza sin decir nada y me rasqué la cabeza.
-Extraña isla has elegido para el entrenamiento capitán.- Dije en un tono algo bajo y me estiré perezoso pero a la vez ansioso por empezar con el entrenamiento.
Suspiré y terminé de recoger mis cosas. Miré a Ryan, esbocé una pequeña sonrisa recordando alguna de las suyas. Sería bueno entrenar con él puesto que si le hacía daño sin querer al capitán el podría curarlo. Además nunca estaba de más que hubiera otra persona conmigo. Además no le había visto nunca pelear y realmente tenía curiosidad por verlo.
Recogí mis cosas importantes como la espada y salí a cubierta. El resto de la tripulación se encontraba allí. Los saludé con respeto y cierto tono de superioridad exceptuando al rey Naram, era bien sabido que no había que dejar que se sintiera inferior y era algo que me resultaba divertido. De un salto bajé al puerto junto con mis otros 2 compañeros. Saludé con la cabeza sin decir nada y me rasqué la cabeza.
-Extraña isla has elegido para el entrenamiento capitán.- Dije en un tono algo bajo y me estiré perezoso pero a la vez ansioso por empezar con el entrenamiento.
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No tardó en percibir la presencia de sus compañeros, que habían terminado de preparar "el equipaje" y acababan de colocarse a sus lados. Estaba tan ensimismado, con la mirada perdida en el mar azul que se alzaba sobre ellos, que casi no escuchó el comentario de Ryan. Le resultaba divertido pues, pese a saber que su hábito era bastante insalubre, gracias a los poderes que le otorgaba su Akuma no mi era inmune a los efectos nocivos que podría causarle el fumar. En cualquier caso dejó de lado la explicación y procedió a responder con algo totalmente distinto.
- No creo que fumar me deje incapacitado para combatir. En cualquier caso, si lo que te preocupa es que me vaya a morir por esto, tranquilo. El camino que recorreré no me garantiza una esperanza de vida demasiado elevada -le miró de lado y sonrió con tranquilidad, como si aquello no tuviese importancia. Tras esto volvió su mirada a Nagato y se encogió de hombros- Montañas, jungla, poca población... Yo creo que es el sitio idóneo.
Tras esto observó el equipaje de ambos, de modo que si el del espadachín le resultó aceptable el de Ryan le obligó a contener una pequeña risa. "¿Realmente cree que necesitará cambiarse tantas veces? Ni que estuviésemos aquí de vacaciones." Suspiró, soltando otra bocanada de humo y desintegró lo que quedaba del cigarrillo en su Portable Ash Destroyer. La verdad es que no recordaba muy bien de dónde lo había sacado. Tampoco le importaba demasiado. Comenzó a caminar a un ritmo algo rápido, ansioso por llegar al sitio donde comenzaría su adiestramiento. En un principio había pensado entrenar en la cima de una de las montañas, más concretamente en la del centro, de la cual existían oscuros rumores que hablaban de demonios y cosas similares. Podría ser interesante, pero comenzarían entrenando en la espesa jungla. No hacía falta forzarles tanto y, si les veía en buen estado, escalarían hasta el pico más alto de esta. Se detuvo frente a los límites de la vegetación, donde el pequeño poblado pesquero terminaba y daba paso a aquél mar azul. Guardó silencio durante unos pocos segundos antes de hablar.
- En el momento en el que deis el primer paso a partir de aquí comenzará el entrenamiento. No volveremos hasta que considere que sois lo suficientemente fuertes como para defenderos por vuestra cuenta. También espero que obedezcáis sin queja alguna. Todo ejercicio al que os someta tiene una finalidad, por muy remota que os parezca -tomó aire profundamente y suspiró, cerrando los ojos un momento- Vamos.
Y acto seguido reanudó la marcha. Lo primero sería encontrar un lugar bien situado, protegido de los cambios meteorológicos y alejado de las zonas pobladas lo máximo posible para poder descansar sin interrupciones entre jornada y jornada. Les llevó aproximadamente una hora encontrar un lugar acorde a los intereses de Akagami: un pequeño claro rodeado de gigantescos árboles bajo los cuales podrían obtener refugio de la lluvia o sobre los que podrían llegar a construir un pequeño refugio, a salvo de la fauna del lugar. Tras esto se giró a Nagato y le miró de forma inexpresiva.
- Desenvaina y atácame con todas tus fuerzas.
- No creo que fumar me deje incapacitado para combatir. En cualquier caso, si lo que te preocupa es que me vaya a morir por esto, tranquilo. El camino que recorreré no me garantiza una esperanza de vida demasiado elevada -le miró de lado y sonrió con tranquilidad, como si aquello no tuviese importancia. Tras esto volvió su mirada a Nagato y se encogió de hombros- Montañas, jungla, poca población... Yo creo que es el sitio idóneo.
Tras esto observó el equipaje de ambos, de modo que si el del espadachín le resultó aceptable el de Ryan le obligó a contener una pequeña risa. "¿Realmente cree que necesitará cambiarse tantas veces? Ni que estuviésemos aquí de vacaciones." Suspiró, soltando otra bocanada de humo y desintegró lo que quedaba del cigarrillo en su Portable Ash Destroyer. La verdad es que no recordaba muy bien de dónde lo había sacado. Tampoco le importaba demasiado. Comenzó a caminar a un ritmo algo rápido, ansioso por llegar al sitio donde comenzaría su adiestramiento. En un principio había pensado entrenar en la cima de una de las montañas, más concretamente en la del centro, de la cual existían oscuros rumores que hablaban de demonios y cosas similares. Podría ser interesante, pero comenzarían entrenando en la espesa jungla. No hacía falta forzarles tanto y, si les veía en buen estado, escalarían hasta el pico más alto de esta. Se detuvo frente a los límites de la vegetación, donde el pequeño poblado pesquero terminaba y daba paso a aquél mar azul. Guardó silencio durante unos pocos segundos antes de hablar.
- En el momento en el que deis el primer paso a partir de aquí comenzará el entrenamiento. No volveremos hasta que considere que sois lo suficientemente fuertes como para defenderos por vuestra cuenta. También espero que obedezcáis sin queja alguna. Todo ejercicio al que os someta tiene una finalidad, por muy remota que os parezca -tomó aire profundamente y suspiró, cerrando los ojos un momento- Vamos.
Y acto seguido reanudó la marcha. Lo primero sería encontrar un lugar bien situado, protegido de los cambios meteorológicos y alejado de las zonas pobladas lo máximo posible para poder descansar sin interrupciones entre jornada y jornada. Les llevó aproximadamente una hora encontrar un lugar acorde a los intereses de Akagami: un pequeño claro rodeado de gigantescos árboles bajo los cuales podrían obtener refugio de la lluvia o sobre los que podrían llegar a construir un pequeño refugio, a salvo de la fauna del lugar. Tras esto se giró a Nagato y le miró de forma inexpresiva.
- Desenvaina y atácame con todas tus fuerzas.
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Debí haberme esperado ese comentario por parte del capitán pues si mi memoria no me fallaba poseía una fruta del diablo bastante peculiar y muy poderosa. Era interesante que fuese un dragón pero aún lo le había visto transformarse por completo en aquella bestia legendaria que sólo aparecía en libros y leyendas que se les contaban a los niños de pequeños para tenerlos entretenidos. Su poder sin duda iba a serle de utilidad para cumplir una de sus metas.
El poder de un dragón, el poder para poder vivir más allá de las limitaciones humanas, en un futuro sería interesante tener a un dragón y a un fénix en la tripulación, sólo ansiaba eso.......
Comenzamos nuestra marcha hacia el interior de la isla, el capitán nos dió indicaciones de nuestro destino pero eso para mi era lo de menos, ningún miembro de la banda me había visto luchar hasta entonces, simplemente porque no lo necesitaba, puede que por ello, por no insistir en querer luchar y dejar que los demás luchasen por mi era débil. Dicen que la mejor batalla es la que no se libra, o al menos aquella en la que no te ensucias las manos pero ya era hora de que dejase atrás aquellos ideales que si bien me habían ayudado en el pasado, ahora no eran de utilidad.
Desde que me convertí en un pirata, mi vida se había vuelto bastante más peligrosa, cualquier mala acción o decisión podrían llevarme a la tumba. Comencé a recordar algo que hizo que me recorriese un escalofrío por la esplada, vislumbé la silueta de aquél doctor, aquel malnacido, aquél que me había cambiado.....
Seguíamos andando, adentrándonos cada vez más y más en aquella isla hasta que llegamos a un claro rodeado por numerosos árboles de un tamaño más que considerable. Akagami se dirigió a Nagato para que le atacase, comenzaba nuestro entrenamiento.
Tras oir las declaraciones del capitán me sénte apoyándome en la maleta y esbozando una sonrisa me dirijí hacia Nagato:
- Nagato, si durante el combate te cagas en los pantalones no tienes que temer nada pues me he traído bastantes calzoncillos, tranquilo, te prestaré uno si eso llega a ocurrir.
Solté una carcajada mientras miraba al capitán pero este no parecía contento con lo que acababa de decir, recordé al instante sus indicaciones, seriedad ante todo, disciplina. Aquello realmente iba en serio, no podía seguir con aquella máscara de bufón ni un segundo más. Me reincorporé mirando una vez más a Akagami y dije con un semblante serio:
- Está bien capitán, ahora empieza el entrenamiento.
El poder de un dragón, el poder para poder vivir más allá de las limitaciones humanas, en un futuro sería interesante tener a un dragón y a un fénix en la tripulación, sólo ansiaba eso.......
Comenzamos nuestra marcha hacia el interior de la isla, el capitán nos dió indicaciones de nuestro destino pero eso para mi era lo de menos, ningún miembro de la banda me había visto luchar hasta entonces, simplemente porque no lo necesitaba, puede que por ello, por no insistir en querer luchar y dejar que los demás luchasen por mi era débil. Dicen que la mejor batalla es la que no se libra, o al menos aquella en la que no te ensucias las manos pero ya era hora de que dejase atrás aquellos ideales que si bien me habían ayudado en el pasado, ahora no eran de utilidad.
Desde que me convertí en un pirata, mi vida se había vuelto bastante más peligrosa, cualquier mala acción o decisión podrían llevarme a la tumba. Comencé a recordar algo que hizo que me recorriese un escalofrío por la esplada, vislumbé la silueta de aquél doctor, aquel malnacido, aquél que me había cambiado.....
Seguíamos andando, adentrándonos cada vez más y más en aquella isla hasta que llegamos a un claro rodeado por numerosos árboles de un tamaño más que considerable. Akagami se dirigió a Nagato para que le atacase, comenzaba nuestro entrenamiento.
Tras oir las declaraciones del capitán me sénte apoyándome en la maleta y esbozando una sonrisa me dirijí hacia Nagato:
- Nagato, si durante el combate te cagas en los pantalones no tienes que temer nada pues me he traído bastantes calzoncillos, tranquilo, te prestaré uno si eso llega a ocurrir.
Solté una carcajada mientras miraba al capitán pero este no parecía contento con lo que acababa de decir, recordé al instante sus indicaciones, seriedad ante todo, disciplina. Aquello realmente iba en serio, no podía seguir con aquella máscara de bufón ni un segundo más. Me reincorporé mirando una vez más a Akagami y dije con un semblante serio:
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Realmente no sabía que tenia pensado el capitán para mí. ibamos hacia la jungla, ¿me pondría cazar? Eso sería fácil y aburrido. Tal vez me ponía a partir arboles, eso si que sonaba bastante mal. ¿Hacer trabajos físicos yo? Por favor, ni de lejos me denigraría tanto. Era absurdo. Yo solo quiero peleas y matar sin contemplaciones. Es para lo que realmente sirvo.
Paramos en una pequeña zona y se colocó ante mi. ¿Hablaba en serio? ¿Quería que le hiciera daño o que? El Médico, Ryan, hizo un comentario intentando burlarse de mí. -Si has traído tantos calzoncillos es por que realmente crees que los vas a necesitar. Ya sabemos quien de los dos se va a hacer caca.- Retiré mis cosas a un lado y desenfundé mi espada tirando su vaina en un lado.
Me lancé contra el capitán preparado para lanzarle un tajo en el pecho. Realmente me preocupaba herirle pero el me lo había pedido y claramente no me iba a negar a una orden.
Paramos en una pequeña zona y se colocó ante mi. ¿Hablaba en serio? ¿Quería que le hiciera daño o que? El Médico, Ryan, hizo un comentario intentando burlarse de mí. -Si has traído tantos calzoncillos es por que realmente crees que los vas a necesitar. Ya sabemos quien de los dos se va a hacer caca.- Retiré mis cosas a un lado y desenfundé mi espada tirando su vaina en un lado.
Me lancé contra el capitán preparado para lanzarle un tajo en el pecho. Realmente me preocupaba herirle pero el me lo había pedido y claramente no me iba a negar a una orden.
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El pelirrojo permaneció estático en el sitio, con sus llameantes ojos clavados en los del espadachín, activando su mantra para predecir la trayectoria de la espada. Realmente se sentía complacido ante la actitud de sus tripulantes: ya fuera por odio, rencor o tal vez por una lealtad férrea, poco le importaba, Nagato había obedecido la orden de atacarle sin rechistar. Sonrió en un gesto de aprobación al ver que el peliblanco se lanzaba a matar. "No esperaba menos de ti." Dio un rápido paso al frente mientras imbuía en haki de armadura su brazo derecho. Antepuso el antebrazo contra el filo de la katana, deteniéndola en seco y produciendo un sonido metálico, como si esta hubiese impactado contra otra espada. Se hizo el silencio justo después de que un pequeño grupo de pájaros saliese volando, asustados por el repentino ruido que perturbaba la paz del lugar. Ni siquiera parecía haberle supuesto esfuerzo alguno. De hecho, realmente no estaba ejerciendo demasiada fuerza al mantener la espada quieta.
- En este mundo, incluso la espada más poderosa es inútil si su portador no posee la voluntad suficiente para empuñarla contra su oponente. No importa si es por defender a otros, o para saciar el odio o la venganza. Sin voluntad, no sois nada -les dijo, centrándose en Nagato, con la mirada fija en la de él y casi sin pestañear. Permaneció así unos segundos hasta que finalmente empujó la espada del peliblanco para hacerle retroceder- Busoshoku Haki, la voluntad de vuestro espíritu materializada en un arma... Y una armadura. Capaz de defenderos de los golpes más letales, y de asestar los más mortíferos. Eso es lo que acabáis de presenciar, y es el motivo por el que estamos aquí.
Tras eso se giró para caminar hasta uno de los árboles más cercanos, tomándose su tiempo para arrancar una de sus ramas, la cual era lo suficientemente gruesa para no partirse a la mínima, pero también lo suficientemente delgada para no pesar demasiado. Tras eso volvió con ambos y se la lanzó al espadachín para que la cogiera.
- Aprenderéis que con él hasta una simple rama puede quebrar el acero. Hay un tipo más de haki, pero por ahora nos centraremos en este. El ejercicio es simple: ambos os enfrentaréis a mí. Por un lado, Nagato tratará de detener mis golpes de forma que la rama no llegue a romperse, por muy duros que sean. Y Ryan... -mientras su mirada se dirigía hacia el doctor su cuerpo comenzó a recubrirse de una dorada coraza. No había adoptado su forma híbrida, pero había hecho aparecer sus escamas- Tratarás de dañar lo que el acero no pudo.
Acto seguido se puso en guardia, flexionando ligeramente las piernas y alzando los brazos hasta la altura del pecho. Su mantra seguía activo, pero no emplearía más el de armadura. "Si os dais prisa tal vez tenga algo de tiempo para mí" pensaba, apretando los puños y mostrando un semblante serio.
- Recordad, cuanto mayor sea vuestra voluntad de logarlo, mayor será el poder de vuestro Haki. El primer paso será despertarlo, ya os enseñaré a controlarlo más adelante. Desead con todo vuestro ser cumplir el objetivo y saldrá por sí solo -inspiró profundamente y soltó el aire despacio- ¿Estáis listos, Demonios?
- En este mundo, incluso la espada más poderosa es inútil si su portador no posee la voluntad suficiente para empuñarla contra su oponente. No importa si es por defender a otros, o para saciar el odio o la venganza. Sin voluntad, no sois nada -les dijo, centrándose en Nagato, con la mirada fija en la de él y casi sin pestañear. Permaneció así unos segundos hasta que finalmente empujó la espada del peliblanco para hacerle retroceder- Busoshoku Haki, la voluntad de vuestro espíritu materializada en un arma... Y una armadura. Capaz de defenderos de los golpes más letales, y de asestar los más mortíferos. Eso es lo que acabáis de presenciar, y es el motivo por el que estamos aquí.
Tras eso se giró para caminar hasta uno de los árboles más cercanos, tomándose su tiempo para arrancar una de sus ramas, la cual era lo suficientemente gruesa para no partirse a la mínima, pero también lo suficientemente delgada para no pesar demasiado. Tras eso volvió con ambos y se la lanzó al espadachín para que la cogiera.
- Aprenderéis que con él hasta una simple rama puede quebrar el acero. Hay un tipo más de haki, pero por ahora nos centraremos en este. El ejercicio es simple: ambos os enfrentaréis a mí. Por un lado, Nagato tratará de detener mis golpes de forma que la rama no llegue a romperse, por muy duros que sean. Y Ryan... -mientras su mirada se dirigía hacia el doctor su cuerpo comenzó a recubrirse de una dorada coraza. No había adoptado su forma híbrida, pero había hecho aparecer sus escamas- Tratarás de dañar lo que el acero no pudo.
Acto seguido se puso en guardia, flexionando ligeramente las piernas y alzando los brazos hasta la altura del pecho. Su mantra seguía activo, pero no emplearía más el de armadura. "Si os dais prisa tal vez tenga algo de tiempo para mí" pensaba, apretando los puños y mostrando un semblante serio.
- Recordad, cuanto mayor sea vuestra voluntad de logarlo, mayor será el poder de vuestro Haki. El primer paso será despertarlo, ya os enseñaré a controlarlo más adelante. Desead con todo vuestro ser cumplir el objetivo y saldrá por sí solo -inspiró profundamente y soltó el aire despacio- ¿Estáis listos, Demonios?
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Un escalofrío me recorrió la espalda al oír aquellas palabras del capitán, su brazo comenzó a transformarse y yo estaba profundamente excitado. Aún con aquella sonrisa de expectación en mi rostro comencé a doblar mis piernas para tomar impulso.
- ¿Un brazo para mi solo capitán? Maravilloso.
Me lancé hacia aquel brazo escamoso para intentar dañarlo, o al menos intentarlo. El primer embate fue un chiste pues aquello realmente era mas duro que el acero y mi mano se estampó contra aquellas escamas produciendo un sonido bastante curioso. No me había roto la mano pero el golpe me había dejado un rastro de dolor incluso minutos después del impacto. Salté hacia atrás y recordé aquello que nos dijo al empezar con aquella pelea de 2 contra 1.
¿La voluntad? No podía llegar a saber cómo aquella cualidad humana podía dotar al ser humano de una cualidad de combate extremadamente eficaz. Sólo tenia que creer al capitán, confiar en su palabra. El problema era ¿Qué tipo de voluntad me podía mover a mi? ¿La voluntad para qué?
Estuve pensando mientras atacaba al capitán, ¿Por qué simplemente no podía partirle el brazo? No, el entrenamiento no era ese, mi tarea consistía en romper sus defensas de manera directa pero no podía, no por el momento.
¿Cuál era el sentimiento que me movía a seguir viviendo? ¿Por qué no me suicidé en aquella ocasión? ¿Qué era lo que me mantenía todavía aquí? ¿Amor? ¿Ira? ¿Miedo?
El sentimiento que aún me mantenía en este mundo con vida era simplemente la...... venganza.
Me aferré a aquel sentimiento y volví a flexionar mis piernas para tomar una vez más impulso, esta vez me movía la venganza, aunque no tenía nada en contra del capitán me imaginé que era aquella persona. Gritando me dirigí al capitán:
- ¡¡¡Vamos capitán!!! Dije gritando con rabia mientras dirigía mi puño hacia su brazo escamado.
- ¿Un brazo para mi solo capitán? Maravilloso.
Me lancé hacia aquel brazo escamoso para intentar dañarlo, o al menos intentarlo. El primer embate fue un chiste pues aquello realmente era mas duro que el acero y mi mano se estampó contra aquellas escamas produciendo un sonido bastante curioso. No me había roto la mano pero el golpe me había dejado un rastro de dolor incluso minutos después del impacto. Salté hacia atrás y recordé aquello que nos dijo al empezar con aquella pelea de 2 contra 1.
¿La voluntad? No podía llegar a saber cómo aquella cualidad humana podía dotar al ser humano de una cualidad de combate extremadamente eficaz. Sólo tenia que creer al capitán, confiar en su palabra. El problema era ¿Qué tipo de voluntad me podía mover a mi? ¿La voluntad para qué?
Estuve pensando mientras atacaba al capitán, ¿Por qué simplemente no podía partirle el brazo? No, el entrenamiento no era ese, mi tarea consistía en romper sus defensas de manera directa pero no podía, no por el momento.
¿Cuál era el sentimiento que me movía a seguir viviendo? ¿Por qué no me suicidé en aquella ocasión? ¿Qué era lo que me mantenía todavía aquí? ¿Amor? ¿Ira? ¿Miedo?
El sentimiento que aún me mantenía en este mundo con vida era simplemente la...... venganza.
Me aferré a aquel sentimiento y volví a flexionar mis piernas para tomar una vez más impulso, esta vez me movía la venganza, aunque no tenía nada en contra del capitán me imaginé que era aquella persona. Gritando me dirigí al capitán:
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Una rama... ¿En serio? No era por replicar al loco del capitán pero, ¿de verdad pretendía que le hiciera daño con una rama? ¡Si una espada no pudo! Se estaba riendo de mí. Además soltaba un par de tonterías para que me creyera que esto le haría daño. Me estaba enfureciendo. Odiaba perder y más aún que se riera de mí.
Moví la rama de lado a lado con rapidez, al menos era ligera eso me daba algunos movimientos rápidos. Se iba a enterar, no debió cabrearme. La última vez ganó por que tenía hambre pero esta vez había cabreado a la bestia.
Empezaba a respirar de manera mas acelerada mientras apretaba mis puños con fuerza clavandome la rama en una de ellas. La puse frente a la cara y le miré fijamente. -No perdonaré la ofensa capitán.- Coloqué un pie más adeltantado que el otro flexionandome preparado para aguantar la embestida. Iba a darle una somanta palos y nunca mejor dicho y si me sobraba tiempo alomejor golpeaba al médico por su bromita.
Moví la rama de lado a lado con rapidez, al menos era ligera eso me daba algunos movimientos rápidos. Se iba a enterar, no debió cabrearme. La última vez ganó por que tenía hambre pero esta vez había cabreado a la bestia.
Empezaba a respirar de manera mas acelerada mientras apretaba mis puños con fuerza clavandome la rama en una de ellas. La puse frente a la cara y le miré fijamente. -No perdonaré la ofensa capitán.- Coloqué un pie más adeltantado que el otro flexionandome preparado para aguantar la embestida. Iba a darle una somanta palos y nunca mejor dicho y si me sobraba tiempo alomejor golpeaba al médico por su bromita.
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Una pequeña sonrisa, inapreciable, se dibujó en su rostro escamado. Ambos empezaron bastante motivados: Nagato movido por lo que parecía ser un profundo cabreo hacia él. Tal vez pensara que lo único que pretendía el pelirrojo era mofarse de él por no haber podido herir su brazo desnudo con aquella espada. No era así pero... ¿Quién era él para borrar aquella idea de su mente? Teniendo en cuenta que gracias a ello su ira y sus ganas de dañar se intensificaban, dejaría que pensase eso hasta obtener resultados. Por otro lado Ryan... Bueno, la verdad es que nunca había llegado a comprender del todo su forma de pensar. Probablemente el que mejor lo haría sería Lanxerot, pero no se encontraba con ellos y no le quedaba otra que apañárselas por su propia cuenta. No se había percatado hasta ese momento lo poco que conocía a su propia tripulación. Tal vez aquellos meses sirvieran para fortalecer los lazos que les unía a ellos... Formar una verdadera familia. Fuera cual fuese el motivo que movía los puños del doctor podía notar que estaba dándolo todo tras haber errado los primeros golpes. "Puede que consigamos algo y todo."
Akagami se limitaba a detener todos y cada uno de los ataques que le lanzaban ambos piratas, en un principio con aparente facilidad. Tanto los puñetazos de Ryan como la rama que portaba Nagato se estrellaban contra sus impenetrables escamas como olas contra un barranco, sin resultados. Era normal, ni siquiera habían pasado un día entrenando y por lo general dominar el haki llevaba varios meses. Tan solo habría que tener paciencia. Mientras, el pelirrojo aprovecharía para mejorar sus propias habilidades: con el mantra activado trataría de predecir los movimientos de ambos a la vez. Por lo general apenas podía percibir las intenciones de un solo rival y únicamente si mantenía toda su atención sobre este. Su meta sería la de poder averiguar con completa soltura los movimientos de ambos como quien realiza una suma sencilla y sabe el resultado antes de hacer los cálculos. Las horas pasaban mientras el sol descendía, ocultándose en el horizonte y dejando en penumbra el lugar. El joven dragón hizo varias hogueras para mantener iluminado el claro mientras entrenaban. Además, así mantendría a los animales alejados de allí.
- Una hora más y terminamos por hoy -les dijo a ambos con la voz ligeramente entrecortada por suaves jadeos. Pudo percatarse de que sus compañeros estaban mucho más demacrados que él pero que, pese a ello, se mantenían firmes y seguían lanzándose a por él una vez tras otra. Los puños de Ryan parecían resentirse a cada golpe, llenos de rasguños por el continuo impacto contra las escamas. De hecho lo más probable era que le saliesen ampollas al día siguiente. Por otro lado, Nagato había precisado de multitud de ramas ya que tras semejantes golpes muchas acababan partidas a los pocos minutos. Al terminar, el dragón se acomodó sentándose bajo uno de los árboles más altos, apoyando la espalda en el tronco y revisando la comida, cogiendo un pequeño pedazo de carne para cada uno y "cocinándolo" con su aliento de fuego en apenas unos instantes.
Akagami se apresuró en terminar de comer y, dejando que tanto Ryan como Nagato descansaran, se dispuso a construir un pequeño refugio en la copa de aquel mismo árbol. Algunas ramas gruesas, unas lianas, varias hojas de considerable tamaño y unas dos horas fue lo que necesitó para terminar con ello, aunque al descender desde allí se topó con ambos piratas durmiendo a pierna suelta. Suspiró levemente mientras se encendía un cigarrillo. "Panda de nenazas... Tan solo acabamos de empezar" pensó mientras esbozaba una sonrisa y exhalaba el humo, llevando su mirada al cielo...
Akagami se limitaba a detener todos y cada uno de los ataques que le lanzaban ambos piratas, en un principio con aparente facilidad. Tanto los puñetazos de Ryan como la rama que portaba Nagato se estrellaban contra sus impenetrables escamas como olas contra un barranco, sin resultados. Era normal, ni siquiera habían pasado un día entrenando y por lo general dominar el haki llevaba varios meses. Tan solo habría que tener paciencia. Mientras, el pelirrojo aprovecharía para mejorar sus propias habilidades: con el mantra activado trataría de predecir los movimientos de ambos a la vez. Por lo general apenas podía percibir las intenciones de un solo rival y únicamente si mantenía toda su atención sobre este. Su meta sería la de poder averiguar con completa soltura los movimientos de ambos como quien realiza una suma sencilla y sabe el resultado antes de hacer los cálculos. Las horas pasaban mientras el sol descendía, ocultándose en el horizonte y dejando en penumbra el lugar. El joven dragón hizo varias hogueras para mantener iluminado el claro mientras entrenaban. Además, así mantendría a los animales alejados de allí.
- Una hora más y terminamos por hoy -les dijo a ambos con la voz ligeramente entrecortada por suaves jadeos. Pudo percatarse de que sus compañeros estaban mucho más demacrados que él pero que, pese a ello, se mantenían firmes y seguían lanzándose a por él una vez tras otra. Los puños de Ryan parecían resentirse a cada golpe, llenos de rasguños por el continuo impacto contra las escamas. De hecho lo más probable era que le saliesen ampollas al día siguiente. Por otro lado, Nagato había precisado de multitud de ramas ya que tras semejantes golpes muchas acababan partidas a los pocos minutos. Al terminar, el dragón se acomodó sentándose bajo uno de los árboles más altos, apoyando la espalda en el tronco y revisando la comida, cogiendo un pequeño pedazo de carne para cada uno y "cocinándolo" con su aliento de fuego en apenas unos instantes.
Akagami se apresuró en terminar de comer y, dejando que tanto Ryan como Nagato descansaran, se dispuso a construir un pequeño refugio en la copa de aquel mismo árbol. Algunas ramas gruesas, unas lianas, varias hojas de considerable tamaño y unas dos horas fue lo que necesitó para terminar con ello, aunque al descender desde allí se topó con ambos piratas durmiendo a pierna suelta. Suspiró levemente mientras se encendía un cigarrillo. "Panda de nenazas... Tan solo acabamos de empezar" pensó mientras esbozaba una sonrisa y exhalaba el humo, llevando su mirada al cielo...
Dos meses después
- Nota para Ryan y Nagato:
- En vuestro siguiente post describid el desarrollo del entrenamiento a lo largo de estos dos meses, para que el salto temporal no quede "en el olvido."
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Aún recuerdo aquél golpe en el que había puesto todo mi ímpetu, sin embargo aquel golpe no había conseguido hacer mucho a aquel escamado brazo de dragón. Parecía mentira que hubiesen pasado dos meses desde aquel día, el primer día de entrenamiento. Pero no adelantemos acontecimientos todavía, primero hay que explicar todo lo ocurrido en este lapso de tiempo....
Habían pasado varios días desde que me sentí capaz de abatir al capitán, ignorarte de mi pues estaba a un nivel bastante superior al mío y yo no lo había detectado, seguramente porque me cegaba ese sentimiento de venganza que en aquel entonces me había dado fuerzas para seguir entrenando durante todo ese día. Por las mañanas nos levantábamos y entrenábamos hasta que era la hora de comer, también lo hacíamos por la tarde hasta que el sol se escondía para dar paso a aquella luna gigantesca que por las noches vigilaba el firmamento. El entrenamiento aquellos primeros días consistió básicamente en aumentar nuestras capacidades físicas para poder orientarlas luego al combate contra el capitán. Flexiones, abdominales..... ejercicios estándar que sin embargo nos permitían la posibilidad de trabajar muchos músculos a la vez.
El combate contra Aka solo había sido una prueba de inicio que había dejado claro al capitán que necesitábamos una mejor condición física y mental. Los días venideros, aproximadamente a las dos semanas de estar entrenando, Aka nos enseñó a canalizar aquel sentimiento que nos impulsaba a seguir y a seguir adelante, la voluntad de cada persona, lo que nos otorgaría el haki algún día. Cabe mencionar que además de todo el entrenamiento por así decirlo básico que antes había mencionado, cada uno teníamos un lapso de bastantes horas para entrenar de forma individual habilidades propias. Pasó un mes entero y el entrenamiento se tornó en algo más intensivo. Akagami implementó de nuevo los combates entre nosotros, Akagami contra Nagato, Akagami contra mi, yo contra Nagato, los dos contra Akagami........
El entrenamiento estándar durante aquellos dos meses fue ese pero todavía quedaba por contar el tiempo que nos dio el capitán para desarrollar nuestras propias habilidades. Justo al inicio de la ultima semana el capitán dejó una nota informándonos de que nos daba de tiempo una semana para que nos volviésemos mucho mas fuertes que en todo el mes y medio que llevábamos entrenando, la prueba pasada aquella semana no era sino una especie de combate final en el que tendríamos que poner a prueba las habilidades adquiridas a lo largo de aquellos dos meses. El objetivo no era vencer al capitán sino sorprenderle con nuestros avances. Tras leer aquella nota le dije a Nagato que era mejor entrenar por separado para poder sorprender no solo al capitán, sino también al nosotros.
Así pues comencé buscando un sitio propicio para poder desarrollar aquella técnica que había estado entrenando el tiempo que el capitán nos dejaba después de hacer el entrenamiento estándar.
No había utilizado mi poder de manera recurrente, al contrario que los usuarios zoan de mi banda que estaban cada dos por tres haciendo galantería con sus poderes. Aún no comprendía bien mi poder pues sólo me había dedicado a levantar objetos sin tan siquiera tocarlos. Pensé que mi poder era el de poder hacer levitar las cosas pero no estaba muy convencido pues en más de una ocasión había visto crecer a las flores hacia abajo como empujadas por algo que las impedía crecer altas y hacia arriba como plantas normales. Todos los años posteriores a haberme comido aquella extraña fruta intenté descifrar cual era realmente mi poder. La levitación que había propuesto como primera hipótesis fue descartada en favor de mi segunda y actualmente mantenida hipótesis, yo podía controlar la gravedad.
Con esto en mente mi entrenamiento se había centrado en alterar la gravedad alrededor de mi persona, primero lo intentaría con partes de mi propio cuerpo y luego expandiría esa gravedad alrededor de mi. La teoría podía comprenderla hasta un niño de 5 años, la práctica, era otra cosa.
Podía levantar objetos y lanzarlos haciendo parecer que pesaban más, eso era debido a que aumentaba la gravedad en un objeto antes de soltarlo por lo cual el objeto que en apariencia podía ser ligero, al impactar lo hacía con una fuerza muchísimo mayor a la que su peso podía denotar. ¿Y si en ved de aumentar la gravedad del impacto la disminuyo para hacer un objeto pesado extremadamente ligero? Podía hacerlo pero el caso no era ese sino disminuir la gravedad de mis propias extremidades para ser muchísimo más ligero y poder moverme mucho más rápido. En el momento que mi golpe fuese a impactar cambiaría la fuerza de la gravedad como hacía con aquellos objetos para que su impacto fuese más poderoso de lo que originalmente podía llegar a ser. Simplemente había que aplicar este principio a mis puños y a mis piernas.
Semanas y semanas perfeccionando aquella técnica hasta que llegó la prueba de fuego, aquella semana que el capitán nos había dado para entrenar por nuestra cuenta. Era verdad que podía utilizar aquella técnica pero la fuerza de la técnica era ínfima. Había estado aquel mes y medio controlando aquella técnica, ahora era el momento de perfeccionarla y hacerla más fuerte.
El entrenamiento que utilicé durante aquella última semana era tan simple que hasta a Rito se le había podido ocurrir. Impactar con mis puños sobre objetos contundentes, primero arboles, luego piedras. Eran aquellos objetos o mis manos. Del mismo modo todos los días corría por la playa ya que la arena hacía que las piernas se fortalecieses más que si hubiese corrido por el bosque en el que estuvimos entrenando al principio. Corría un par de kilómetros y luego intentaba lo mismo en menos tiempo. Cuando ya no podía más, aplicaba la gravedad a mis piernas para ser lo más veloz posible. Los resultados eran sorprendente para el poco margen que nos había dado el capitán por lo que después de enfrentarse de nuevo con Aka, había que seguir entrenando con aquellas mecánicas.
Aquella última semana se me había pasado volando y me faltaba poco para llegar al lugar de encuentro.
- ¿Cuan fuertes podrán haberse vuelto estos dos en tan solo una semana?
Tras media hora más caminando llegué al punto de reunión prometido, me senté bajo un árbol y esperé a que apareciesen los demás. Entre tanto de mi maleta saqué un libro de medicina y me lo empecé a leer.
- Estoy deseando que comience esto, dije lamiéndome los labios.
Habían pasado varios días desde que me sentí capaz de abatir al capitán, ignorarte de mi pues estaba a un nivel bastante superior al mío y yo no lo había detectado, seguramente porque me cegaba ese sentimiento de venganza que en aquel entonces me había dado fuerzas para seguir entrenando durante todo ese día. Por las mañanas nos levantábamos y entrenábamos hasta que era la hora de comer, también lo hacíamos por la tarde hasta que el sol se escondía para dar paso a aquella luna gigantesca que por las noches vigilaba el firmamento. El entrenamiento aquellos primeros días consistió básicamente en aumentar nuestras capacidades físicas para poder orientarlas luego al combate contra el capitán. Flexiones, abdominales..... ejercicios estándar que sin embargo nos permitían la posibilidad de trabajar muchos músculos a la vez.
El combate contra Aka solo había sido una prueba de inicio que había dejado claro al capitán que necesitábamos una mejor condición física y mental. Los días venideros, aproximadamente a las dos semanas de estar entrenando, Aka nos enseñó a canalizar aquel sentimiento que nos impulsaba a seguir y a seguir adelante, la voluntad de cada persona, lo que nos otorgaría el haki algún día. Cabe mencionar que además de todo el entrenamiento por así decirlo básico que antes había mencionado, cada uno teníamos un lapso de bastantes horas para entrenar de forma individual habilidades propias. Pasó un mes entero y el entrenamiento se tornó en algo más intensivo. Akagami implementó de nuevo los combates entre nosotros, Akagami contra Nagato, Akagami contra mi, yo contra Nagato, los dos contra Akagami........
El entrenamiento estándar durante aquellos dos meses fue ese pero todavía quedaba por contar el tiempo que nos dio el capitán para desarrollar nuestras propias habilidades. Justo al inicio de la ultima semana el capitán dejó una nota informándonos de que nos daba de tiempo una semana para que nos volviésemos mucho mas fuertes que en todo el mes y medio que llevábamos entrenando, la prueba pasada aquella semana no era sino una especie de combate final en el que tendríamos que poner a prueba las habilidades adquiridas a lo largo de aquellos dos meses. El objetivo no era vencer al capitán sino sorprenderle con nuestros avances. Tras leer aquella nota le dije a Nagato que era mejor entrenar por separado para poder sorprender no solo al capitán, sino también al nosotros.
Así pues comencé buscando un sitio propicio para poder desarrollar aquella técnica que había estado entrenando el tiempo que el capitán nos dejaba después de hacer el entrenamiento estándar.
No había utilizado mi poder de manera recurrente, al contrario que los usuarios zoan de mi banda que estaban cada dos por tres haciendo galantería con sus poderes. Aún no comprendía bien mi poder pues sólo me había dedicado a levantar objetos sin tan siquiera tocarlos. Pensé que mi poder era el de poder hacer levitar las cosas pero no estaba muy convencido pues en más de una ocasión había visto crecer a las flores hacia abajo como empujadas por algo que las impedía crecer altas y hacia arriba como plantas normales. Todos los años posteriores a haberme comido aquella extraña fruta intenté descifrar cual era realmente mi poder. La levitación que había propuesto como primera hipótesis fue descartada en favor de mi segunda y actualmente mantenida hipótesis, yo podía controlar la gravedad.
Con esto en mente mi entrenamiento se había centrado en alterar la gravedad alrededor de mi persona, primero lo intentaría con partes de mi propio cuerpo y luego expandiría esa gravedad alrededor de mi. La teoría podía comprenderla hasta un niño de 5 años, la práctica, era otra cosa.
Podía levantar objetos y lanzarlos haciendo parecer que pesaban más, eso era debido a que aumentaba la gravedad en un objeto antes de soltarlo por lo cual el objeto que en apariencia podía ser ligero, al impactar lo hacía con una fuerza muchísimo mayor a la que su peso podía denotar. ¿Y si en ved de aumentar la gravedad del impacto la disminuyo para hacer un objeto pesado extremadamente ligero? Podía hacerlo pero el caso no era ese sino disminuir la gravedad de mis propias extremidades para ser muchísimo más ligero y poder moverme mucho más rápido. En el momento que mi golpe fuese a impactar cambiaría la fuerza de la gravedad como hacía con aquellos objetos para que su impacto fuese más poderoso de lo que originalmente podía llegar a ser. Simplemente había que aplicar este principio a mis puños y a mis piernas.
Semanas y semanas perfeccionando aquella técnica hasta que llegó la prueba de fuego, aquella semana que el capitán nos había dado para entrenar por nuestra cuenta. Era verdad que podía utilizar aquella técnica pero la fuerza de la técnica era ínfima. Había estado aquel mes y medio controlando aquella técnica, ahora era el momento de perfeccionarla y hacerla más fuerte.
El entrenamiento que utilicé durante aquella última semana era tan simple que hasta a Rito se le había podido ocurrir. Impactar con mis puños sobre objetos contundentes, primero arboles, luego piedras. Eran aquellos objetos o mis manos. Del mismo modo todos los días corría por la playa ya que la arena hacía que las piernas se fortalecieses más que si hubiese corrido por el bosque en el que estuvimos entrenando al principio. Corría un par de kilómetros y luego intentaba lo mismo en menos tiempo. Cuando ya no podía más, aplicaba la gravedad a mis piernas para ser lo más veloz posible. Los resultados eran sorprendente para el poco margen que nos había dado el capitán por lo que después de enfrentarse de nuevo con Aka, había que seguir entrenando con aquellas mecánicas.
Aquella última semana se me había pasado volando y me faltaba poco para llegar al lugar de encuentro.
- ¿Cuan fuertes podrán haberse vuelto estos dos en tan solo una semana?
Tras media hora más caminando llegué al punto de reunión prometido, me senté bajo un árbol y esperé a que apareciesen los demás. Entre tanto de mi maleta saqué un libro de medicina y me lo empecé a leer.
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