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Akuma no mi
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Medio tiburón medio hombre Lv 28 = Asesino matón
Los demás lv 10 asesinos.
Etsu
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Akuma no mi
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El barco sigue avanzando sin interrupción por aquel mar de fuego blanco. Cuando oímos el pitido de una sirena, nos informan de que en unos instantes tomaremos tierra, y efectivamente, tres minutos después la nave choca delicadamente contra la arena, quedando encallado en una playa de arena caliente.
Empezamos a bajar lentamente de la nave, a quejarnos del insoportable calor que emite la arena y a dar saltos, lo más desafortunados, cuando la arena se mete por sus zapatos y acaricia la piel de sus pies. Escucho la voz de la misma mujer que nos había hablado cuando estábamos a bordo, pero se ve interrumpida por una voz algo más grave, de hombre casi seguro.
La voz nos insulta, llamándonos escoria y dice algo de un prototipo. Empiezo a asociar términos, en realidad no estamos aquí por un aparato terminado, sino un prototipo, ¿acaso es peligroso?
Debido a que ya no estamos en medio del océano, la niebla blanca es algo menos espesa, por lo que alcanzamos a ver a una distancia mayor, hay siete hombres. Seis de ellos llevan un atuendo extraño, que los cubre casi por completo. Al menos, saben cómo protegerse del entorno, aunque quizá esa protección no sea suficiente. El de detrás, el séptimo, es el que termina de hablar. Abre un maletín, saca algo y se lo lleva a la boca. Su cuerpo sufre una especie de espasmo y empieza a transformarse, ¡una zoan!, pienso rápidamente. Pero cuando veo el resultado me queda algo contrariado, ¿una fruta que solo te trasforma la mitad del cuerpo?
Como si eso no fuese suficiente, el hombre se dobla ligeramente por la cintura y escupe sangre, se mira una mano con lo que su parte humana revela como incredulidad y veo que la falta un dedo, ¿qué es lo que está pasando?
No tengo tiempo para seguir pensándolo mucho más, los seis hombres se lanzan al ataque sin previo aviso, corro hacia ellos, acumulo el poder de mi akuma en la mano izquierda. La brisa que se arremolinaba a mi alrededor se desvanece y golpeo fuertemente en el estómago de uno de los hombres, que si mis cálculos son correctos debería o quedarse inconsciente por el shock o simplemente desplomarse por el dolor. Paso de él mientras que el resto de los novatos empiezan a pelear con los cinco restantes o con el sexto, si es que ha aguantado mi golpe.
-¿Prototipo? –pregunto al acercarme al hombre tiburón a medio transformar -estáis cultivando nuevamente akumas no mi, ¿no sabéis lo que pasó hace más de 150 años?
No esperaba respuesta de él, pero nunca es malo preguntar, si conseguía hacerlo enfadar quizá respondiese algo sin proponérselo. Salté en el aire con Nuibari Hokou en la mano izquierda, el Rayo maestro en la derecha, en forma de látigo y dos agujas de kairoseki levitando a cada lado de mi cabeza. Si se trataba de una akuma no mi, posiblemente tuviese los mismos inconvenientes que las naturales, por lo que disparé las dos agujas de kairoseki directas a su barriga, con un poco de suerte, debido al calor, al vapor y a que no estaba acostumbrado a su nuevo cuerpo, consiguiesen darle.
Llevé la mano derecha hacia atrás, y la moví rápidamente hacia adelante, con la intención de descargar un poderoso latigazo sobre su vientre- Moví a Houkou, dándole así las órdenes de crear un pequeño remolino en torno a su hoja, que reuniría el vapor circundante y la de calentarlo aún más. El vapor sería una gran opción para abrasar su piel. Por último, me preparé para disparar una ráfaga de aire hacia adelante, una ráfaga con todo lo que tenía, que sin duda me impulsaría hacia atrás en caso de tener que evadir un ataque del hombre tiburón.
Empezamos a bajar lentamente de la nave, a quejarnos del insoportable calor que emite la arena y a dar saltos, lo más desafortunados, cuando la arena se mete por sus zapatos y acaricia la piel de sus pies. Escucho la voz de la misma mujer que nos había hablado cuando estábamos a bordo, pero se ve interrumpida por una voz algo más grave, de hombre casi seguro.
La voz nos insulta, llamándonos escoria y dice algo de un prototipo. Empiezo a asociar términos, en realidad no estamos aquí por un aparato terminado, sino un prototipo, ¿acaso es peligroso?
Debido a que ya no estamos en medio del océano, la niebla blanca es algo menos espesa, por lo que alcanzamos a ver a una distancia mayor, hay siete hombres. Seis de ellos llevan un atuendo extraño, que los cubre casi por completo. Al menos, saben cómo protegerse del entorno, aunque quizá esa protección no sea suficiente. El de detrás, el séptimo, es el que termina de hablar. Abre un maletín, saca algo y se lo lleva a la boca. Su cuerpo sufre una especie de espasmo y empieza a transformarse, ¡una zoan!, pienso rápidamente. Pero cuando veo el resultado me queda algo contrariado, ¿una fruta que solo te trasforma la mitad del cuerpo?
Como si eso no fuese suficiente, el hombre se dobla ligeramente por la cintura y escupe sangre, se mira una mano con lo que su parte humana revela como incredulidad y veo que la falta un dedo, ¿qué es lo que está pasando?
No tengo tiempo para seguir pensándolo mucho más, los seis hombres se lanzan al ataque sin previo aviso, corro hacia ellos, acumulo el poder de mi akuma en la mano izquierda. La brisa que se arremolinaba a mi alrededor se desvanece y golpeo fuertemente en el estómago de uno de los hombres, que si mis cálculos son correctos debería o quedarse inconsciente por el shock o simplemente desplomarse por el dolor. Paso de él mientras que el resto de los novatos empiezan a pelear con los cinco restantes o con el sexto, si es que ha aguantado mi golpe.
-¿Prototipo? –pregunto al acercarme al hombre tiburón a medio transformar -estáis cultivando nuevamente akumas no mi, ¿no sabéis lo que pasó hace más de 150 años?
No esperaba respuesta de él, pero nunca es malo preguntar, si conseguía hacerlo enfadar quizá respondiese algo sin proponérselo. Salté en el aire con Nuibari Hokou en la mano izquierda, el Rayo maestro en la derecha, en forma de látigo y dos agujas de kairoseki levitando a cada lado de mi cabeza. Si se trataba de una akuma no mi, posiblemente tuviese los mismos inconvenientes que las naturales, por lo que disparé las dos agujas de kairoseki directas a su barriga, con un poco de suerte, debido al calor, al vapor y a que no estaba acostumbrado a su nuevo cuerpo, consiguiesen darle.
Llevé la mano derecha hacia atrás, y la moví rápidamente hacia adelante, con la intención de descargar un poderoso latigazo sobre su vientre- Moví a Houkou, dándole así las órdenes de crear un pequeño remolino en torno a su hoja, que reuniría el vapor circundante y la de calentarlo aún más. El vapor sería una gran opción para abrasar su piel. Por último, me preparé para disparar una ráfaga de aire hacia adelante, una ráfaga con todo lo que tenía, que sin duda me impulsaría hacia atrás en caso de tener que evadir un ataque del hombre tiburón.
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Akuma no mi
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Todos los miembros del CP están ocupados peleando, y tú te estás enfrentando al pez gordo, nunca mejor dicho. Mientras estás en el aire, aquel tipo prepara su ataque, aunque parece dañado ya que no para de escupir sangre. Las agujas de kairoseki avanzan hacia su estómago. Consigue esquivar una, pero la otra impacta en su lado humano. La aguja lo atraviesa como si su piel y carne estuviese podrida, siendo fácil de cortar. Puedes darte cuenta como aquello lo debilita, ya que hinca una rodilla en el suelo mientras su pierna de tiburón se transforma en la de un humano. Pero no de forma normal, como cualquier akuma, sino que parece que la piel de tiburón se le está cayendo al suelo, despedazada.
El látigo de tu arma consigue pararlo con su brazo humano, aunque este cede al intentar agarrarlo y la mano es arrancada de su cuerpo. Puedes ver que su carne, por dentro, se está volviendo verdosa y su sangre no es totalmente líquida. La ráfaga de viento consigue frenarla con su brazo de tiburón, aunque no la consigue parar. Esta va dirigida con potencia y lo lanza hacia atrás.
Aún así no es suficiente, está preparado para cualquier cosa. Su brazo humano cae al suelo como si de una pieza de puzzle se tratase, pero eso no le importa, ya que avanza a una increíble velocidad hacia ti. Imbuye la aleta de su brazo de tiburón en haki armadura y lanza un poderoso corte hacia tu pecho. Tras ese ataque lanza un mordisco derecho hacia tu hombro derecho y intentará tenerte agarrado con sus dientes humanos y de tiburón.
El látigo de tu arma consigue pararlo con su brazo humano, aunque este cede al intentar agarrarlo y la mano es arrancada de su cuerpo. Puedes ver que su carne, por dentro, se está volviendo verdosa y su sangre no es totalmente líquida. La ráfaga de viento consigue frenarla con su brazo de tiburón, aunque no la consigue parar. Esta va dirigida con potencia y lo lanza hacia atrás.
Aún así no es suficiente, está preparado para cualquier cosa. Su brazo humano cae al suelo como si de una pieza de puzzle se tratase, pero eso no le importa, ya que avanza a una increíble velocidad hacia ti. Imbuye la aleta de su brazo de tiburón en haki armadura y lanza un poderoso corte hacia tu pecho. Tras ese ataque lanza un mordisco derecho hacia tu hombro derecho y intentará tenerte agarrado con sus dientes humanos y de tiburón.
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Akuma no mi
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El aspecto de la pobre criatura, a la que ya es difícil llamar humana, sigue empeorando por momentos. No ha parado de escupir sangre, lo cual tiene que significar que tiene alguna hemorragia interna, su piel parece desprenderse por momentos, como si fuese afectado por la lepra o una enfermedad similar. Sin embargo la criatura sigue queriendo luchar, esquiva con facilidad una de mis agujas de kairoseki, mientras que con la otra consigo impactarle en su parte humana, o al menos la que sigue teniendo más aspecto humano. Lo atraviesa limpiamente, produciendo un sonido extraño, como si no fuese del todo carne. Mis sentidos empiezan a captar sutilezas que antes, por la sorpresa no percataron. La piel cae al suelo, haciendo un sonido viscoso, que pondría los pelos de punta a cualquiera que no supiese de lo que se trata. También detecto varios olores, tierra, sudor, humedad, sangre y por supuesto carne pero no fresca, sino ligeramente podrida, ¿proviene de él?
Las agujas no han sido mi único ataque, el látigo eléctrico se dirige hacia él por su lado humano, por lo que estira el brazo y lo agarra sin ningún miramiento. Para mi sorpresa no se electrocuta y para más sorpresa aún, su mano humana se desprende del cuerpo y acompaña al movimiento del látigo hasta que se estrella contra el suelo, donde el apéndice se queda inmóvil. Su muñón no es tal y como me lo esperaba, la carne tiene un matiz verdoso, el mismo que cogen los filetes cuando los dejas fuera de la nevera, su sangre también arece fluir peor que la normal, por lo que no me extrañaría que muriese por coagulación. Se dirige hacia mí, por lo que lanzo la poderosa ráfaga de aire que tenía preparada, extiende su brazo de tiburón y lo para, o eso parece antes de salir despedido hacia atrás. Pero no puedo relajarme, sin previo aviso carga rápidamente hacia mí.
Sus movimientos, aunque rápidos no son un problema para mí, puedo seguirlos, puedo verlos, más no puedo anticiparme, mi velocidad no es tal. Mientras que corre, el resto de su brazo humano se desprende, el mismo tono verdoso y la misma pérdida de sangre, apenas ninguna. Lleva hacia atrás su brazo de tiburón y abre su boca todo lo que puede. La aleta de su brazo va a impactar contra mí, por lo que interpongo a Nuibari Houkou para parar el golpe. La aleta no se corta, por lo que sin duda debe poseer haki, pero mi espada no se romperá fácilmente. Además está envuelta en una niebla vaporosa que alcanza ya más de 100ºC, por lo que aún con el haki su aleta debe haberse quemado.
-¡Escaldalo! –grito dirigiéndome a mi arma.
Tras decir esto, el chorro de vapor sale despedido hacia arriba, directo a la cara del tiburón, que consigue morderme en el antebrazo derecho, haciendo que el rayo maestro se me caiga al suelo. Intento deshacerme de las fauces, con cuidado de no llevarme un gran desgarro en el brazo, aunque tampoco es algo que me importe demasiado. Uso mi telekinesis para abrir mi chaqueta, hacer levitar dos agujas nuevamente, e intento clavarle una en cada ojo. Muevo a Nuibari Houkou y coloco su hoja en la nuca de la criatura. A un movimiento mío, el filo se cubre de unas llamas anaranjadas y la muevo rápidamente, en un intento de cortarle el cuello.
Las agujas no han sido mi único ataque, el látigo eléctrico se dirige hacia él por su lado humano, por lo que estira el brazo y lo agarra sin ningún miramiento. Para mi sorpresa no se electrocuta y para más sorpresa aún, su mano humana se desprende del cuerpo y acompaña al movimiento del látigo hasta que se estrella contra el suelo, donde el apéndice se queda inmóvil. Su muñón no es tal y como me lo esperaba, la carne tiene un matiz verdoso, el mismo que cogen los filetes cuando los dejas fuera de la nevera, su sangre también arece fluir peor que la normal, por lo que no me extrañaría que muriese por coagulación. Se dirige hacia mí, por lo que lanzo la poderosa ráfaga de aire que tenía preparada, extiende su brazo de tiburón y lo para, o eso parece antes de salir despedido hacia atrás. Pero no puedo relajarme, sin previo aviso carga rápidamente hacia mí.
Sus movimientos, aunque rápidos no son un problema para mí, puedo seguirlos, puedo verlos, más no puedo anticiparme, mi velocidad no es tal. Mientras que corre, el resto de su brazo humano se desprende, el mismo tono verdoso y la misma pérdida de sangre, apenas ninguna. Lleva hacia atrás su brazo de tiburón y abre su boca todo lo que puede. La aleta de su brazo va a impactar contra mí, por lo que interpongo a Nuibari Houkou para parar el golpe. La aleta no se corta, por lo que sin duda debe poseer haki, pero mi espada no se romperá fácilmente. Además está envuelta en una niebla vaporosa que alcanza ya más de 100ºC, por lo que aún con el haki su aleta debe haberse quemado.
-¡Escaldalo! –grito dirigiéndome a mi arma.
Tras decir esto, el chorro de vapor sale despedido hacia arriba, directo a la cara del tiburón, que consigue morderme en el antebrazo derecho, haciendo que el rayo maestro se me caiga al suelo. Intento deshacerme de las fauces, con cuidado de no llevarme un gran desgarro en el brazo, aunque tampoco es algo que me importe demasiado. Uso mi telekinesis para abrir mi chaqueta, hacer levitar dos agujas nuevamente, e intento clavarle una en cada ojo. Muevo a Nuibari Houkou y coloco su hoja en la nuca de la criatura. A un movimiento mío, el filo se cubre de unas llamas anaranjadas y la muevo rápidamente, en un intento de cortarle el cuello.
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