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Había llegado a la isla en uno de los barcos de la compañía, me encontraba en el West Blue en lo que era una campaña de expansión de fronteras de mis negocios. Había llegado extremadamente rápido para haber iniciado el viaje desde mi sede central en Goa, aunque ciertamente la velocidad que se podría alcanzar por lo mares de fuera de la gran ruta era más alta de lo habitual, en especial si sabía trazar una buena ruta que aprovechará las propias corrientes y los vientos estivales.
El caso es que por fin había llegado a Ohara, la ciudad caracterizada por su gran árbol y su gran biblioteca que se había ido recuperando poco a poco tras el “accidente” de hacía algo más de 300 años. Me encontraba en un hotel de lujo de la ciudad, en especial en una suite con terraza, en la cual me encontraba cenando un delicioso plato. El plato era un pollo a la plancha acompañado de unas cebollitas doradas bañado en una salsa hecha a partir del propio aceite con el cual se había cocinado junto con unas especias más. Estaba yo deleitándome de aquel exquisitez acompañada de un buen vino blanco siendo únicamente iluminado solamente por una vela y la propia luna que vigilante en el cielo iluminaba toda la ciudad. Entre bocado y bocado observaba la actividad de las calles ahora repletas de gentes en las terrazas que buscaban una cena de tapeo que les saciará el hambre y le permitiera disfrutar del fresco de la noche.
Apartando la mirada de los lugareños miré atentamente el contoneo de la llama que iluminaba mi blanquecino rostro. Limpiándome la comisura de mis labios con la servilleta de tela blanca antes de dar un sorbo a la copa de vino de mi derecha, volví a mirar el movimiento de la ciudad. Era tan monótono, el ser humano era un ser sistemático igual que la misma naturaleza, era por ello por lo que se podía estudiar toda cada una de las ciencias, una de las que más estudiaba las personas era la sociología la cual estudiaba los comportamientos de las personas. Había tenido que aprender algo de ella para poder comprender la economía de los monopolios a gran escala, los cuales venden productos a sociedades enteras en vez de clientes particulares abaratando costes y aumentando los beneficios.
-"Interesante"- pensé para mis adentros mientras observaba a aquellos que se creían invisibles entre el gentío.
Era por ello que me encontraba en Ohara, para estudiar sus comportamientos y de paso realizar un poco de turismo con fines particulares, ya que la historia a fin de cuentas me apasionaba terriblemente. Finalmente terminé mi plato y llamé al servicio para que recogieran mi habitación mientras daba un paseo nocturno por la ciudad, vestido para la ocasión llevaba unos pantalones de traje de color morado oscuro muy elegante mientras que en la parte superior vestía una camisa blanca con bordados del mismo color casi trasparentes, muy parecida a las que solían vestir los nobles burgueses de la época, dejando la americana del mismo color que el pantalón en una de las sillas de la habitación.
Seguramente continuaría caminando por la ciudad hasta pararse en algún lugar donde continuar mi lectura o disfrutar de una agradable charla con algún personaje interesante.
El caso es que por fin había llegado a Ohara, la ciudad caracterizada por su gran árbol y su gran biblioteca que se había ido recuperando poco a poco tras el “accidente” de hacía algo más de 300 años. Me encontraba en un hotel de lujo de la ciudad, en especial en una suite con terraza, en la cual me encontraba cenando un delicioso plato. El plato era un pollo a la plancha acompañado de unas cebollitas doradas bañado en una salsa hecha a partir del propio aceite con el cual se había cocinado junto con unas especias más. Estaba yo deleitándome de aquel exquisitez acompañada de un buen vino blanco siendo únicamente iluminado solamente por una vela y la propia luna que vigilante en el cielo iluminaba toda la ciudad. Entre bocado y bocado observaba la actividad de las calles ahora repletas de gentes en las terrazas que buscaban una cena de tapeo que les saciará el hambre y le permitiera disfrutar del fresco de la noche.
Apartando la mirada de los lugareños miré atentamente el contoneo de la llama que iluminaba mi blanquecino rostro. Limpiándome la comisura de mis labios con la servilleta de tela blanca antes de dar un sorbo a la copa de vino de mi derecha, volví a mirar el movimiento de la ciudad. Era tan monótono, el ser humano era un ser sistemático igual que la misma naturaleza, era por ello por lo que se podía estudiar toda cada una de las ciencias, una de las que más estudiaba las personas era la sociología la cual estudiaba los comportamientos de las personas. Había tenido que aprender algo de ella para poder comprender la economía de los monopolios a gran escala, los cuales venden productos a sociedades enteras en vez de clientes particulares abaratando costes y aumentando los beneficios.
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Era por ello que me encontraba en Ohara, para estudiar sus comportamientos y de paso realizar un poco de turismo con fines particulares, ya que la historia a fin de cuentas me apasionaba terriblemente. Finalmente terminé mi plato y llamé al servicio para que recogieran mi habitación mientras daba un paseo nocturno por la ciudad, vestido para la ocasión llevaba unos pantalones de traje de color morado oscuro muy elegante mientras que en la parte superior vestía una camisa blanca con bordados del mismo color casi trasparentes, muy parecida a las que solían vestir los nobles burgueses de la época, dejando la americana del mismo color que el pantalón en una de las sillas de la habitación.
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Las cigarras cantaban bajo el intenso calor de la noche, yo caminaba solo por el lateral de una acera adoquinada de uno de los jardines botánicos de la ciudad. La verdad es que el frescor que desprendían los aspersores, junto el aroma de los cipreses, hacía de mi paseo una experiencia extremadamente placentera.
Parecía que este sentimiento era compartido por los transeúntes, la mayoría de ellos jóvenes parejas que aprovechaban la noche para caminar de la mano, sentarse intercambiando caricias o simplemente buscar a la persona con la que compartir el lecho esa noche. Ciertamente el lugar estaba lleno de galanes y no tan galanes que buscaban o cuidaban a la chica de sus sueños. Ciertamente mientras caminaba me llamaba enormemente la atención a enorme cantidad de actos culturales que había en la zona, otra cosa que llamo increíblemente la atención era lo común que eran las charlas entre los grupos sobre política, historia, deportes y música. Ciertamente el ambiente era demasiado intelectual, la gente parecía que había forjado su cultura en su debates, aprendiendo cada uno de sus charlas y las opiniones de los demás, pero allí la demagogia no era un argumento valido, solamente la más pura dilecta parecía hacer mella en la moral de aquellos hombres.
Tras el rápido análisis superficial de aquella cultura, abrí un libro que había estado leyendo en este viaje, se trataba de “El retrato de Dorian Grey” de Oscar Wilde, un libro que me ofrecía una deliciosa lectura,. Enmarcando una historia en el Londres del siglo XIX, enmarca como un joven e ingenuo el cual es corrompido por un amigo del pintor Basilio, de nombre Henry, al cual sirve de modelo y musa de su mayor obra un retrato perfecto del bello Derian. El caso es que tras conocer a el amigo, este ejerce una terrible influencia en el joven. Posteriormente este conocía a una actriz, a la cual no tarda en declararse, el caso es que la joven, atractiva y inteligente joven cae rendida ante nuestro protagonista. Este invita a sus sendos amigos a visitar a la mujer la cual resulta haber perdido todas su cualidades como actriz, por lo que Derian pierde su interés en ella rompiéndole el corazón a la dama de la que actualmente siguiendo la lectura se descubre su suicidio.
-"Me pregunto como reaccionará el protagonista ante esta reacción”- pensaba yo mientras leía el libro con las piernas cruzadas, pero sin que legará a parecer un símbolo de feminidad sino de elegancia.
La noche pasaba deprisa y nada interesante pasaba, si eso seguía así volvería pronto al hotel para madrugar mañana y continuar haciendo unos asuntos de lo más interesantes y peliagudos.
Parecía que este sentimiento era compartido por los transeúntes, la mayoría de ellos jóvenes parejas que aprovechaban la noche para caminar de la mano, sentarse intercambiando caricias o simplemente buscar a la persona con la que compartir el lecho esa noche. Ciertamente el lugar estaba lleno de galanes y no tan galanes que buscaban o cuidaban a la chica de sus sueños. Ciertamente mientras caminaba me llamaba enormemente la atención a enorme cantidad de actos culturales que había en la zona, otra cosa que llamo increíblemente la atención era lo común que eran las charlas entre los grupos sobre política, historia, deportes y música. Ciertamente el ambiente era demasiado intelectual, la gente parecía que había forjado su cultura en su debates, aprendiendo cada uno de sus charlas y las opiniones de los demás, pero allí la demagogia no era un argumento valido, solamente la más pura dilecta parecía hacer mella en la moral de aquellos hombres.
Tras el rápido análisis superficial de aquella cultura, abrí un libro que había estado leyendo en este viaje, se trataba de “El retrato de Dorian Grey” de Oscar Wilde, un libro que me ofrecía una deliciosa lectura,. Enmarcando una historia en el Londres del siglo XIX, enmarca como un joven e ingenuo el cual es corrompido por un amigo del pintor Basilio, de nombre Henry, al cual sirve de modelo y musa de su mayor obra un retrato perfecto del bello Derian. El caso es que tras conocer a el amigo, este ejerce una terrible influencia en el joven. Posteriormente este conocía a una actriz, a la cual no tarda en declararse, el caso es que la joven, atractiva y inteligente joven cae rendida ante nuestro protagonista. Este invita a sus sendos amigos a visitar a la mujer la cual resulta haber perdido todas su cualidades como actriz, por lo que Derian pierde su interés en ella rompiéndole el corazón a la dama de la que actualmente siguiendo la lectura se descubre su suicidio.
-"Me pregunto como reaccionará el protagonista ante esta reacción”- pensaba yo mientras leía el libro con las piernas cruzadas, pero sin que legará a parecer un símbolo de feminidad sino de elegancia.
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Me encontraba completamente enfrascado en la lectura, tiempo y realidad eran relativos y pasaban de manera fluida, seguramente al día siguiente terminaría el libro. Ciertamente me sorprendía la influencia que tenía Henry en Dorian, haciendo que finalmente este no se sintiera culpable de la muerte de la joven. También me sombre al ver como el personaje reaccionaba ante la modificación del retrato, el cual como si un espejo del alma se tratase, había sido modificado por los oscuros pecados de nuestro protagonista. Ciertamente el retrato era una metáfora del propio alma, todas las consecuencias de los actos del joven se verían reflejadas en el lienzo, esta libre de toda condena, salvo la de su conciencia.
-“Me tornaré yo alguna vez en un ser tan oscuro, al fin y al cabo estaba haciendo pactos con Derian del cual no se puede decir que sea precisamente un santo”- pensaba yo preocupado por la influencia que estaba ejerciendo este en mi persona.
Pero a todo esto un joven me interrumpió asaltándome diciendo que se había finiquitado el libro en una noche, primero por su interrupción juzgue que era un hombre de allí, el hombre prosiguió hablándome de la lectura destripándome un poco el desarrollo de la historia. El joven finalmente se disculpó y comentó su verdaderas intenciones las de entablar una conversación, finalizó señalando con él dedo a un grupo de jóvenes que miraban a tientas, como si de espías se tratase. Para mi confusión, no sabía si sus intenciones de dialogar eran conmigo o con las mujeres, finalmente supuse que eran conmigo así que me dispuse a contestar.
-Supongo que si una lectura esta bien narrada, aún sabiendo las verdaderas intenciones del lector, sigue siendo una buena lectura, ¿No crees?- le dije sonriendo de una manera algo cómica -Aún así una misma lectura tiene muchas interpretaciones, fíjese sino en la biblia, los propios religiosos se han dividido en ortodoxos, católicos y protestantes por que no son capaces de ponerse de acuerdo en la verdadera interpretación de las santas escrituras y nótese que no estoy teniendo las numerosas congregaciones en las que estas tres ramas se dividen. Así que no se sienta culpable y permítame invitarle a una copa o un café si así lo desea, solo le pediré que me de una platica interesante, ¿Le parece buen lugar el pub del Port Royale?- finalicé cerrando mi libro e incorporándome del banco.
Me fijé en el joven, era algo más alto que yo, de aspecto recio y fuerte, el tono de su piel era ligeramente más vivo que le mio y tenía ciertas manchas o quemaduras repartidas por las zonas visibles. A pesar de ello, no era un hombre feo ni rudo en el puro sentido de la palabra, podía decirse que de no ser por esas manchas podría ser modelo para mi siguiente campaña de calzoncillos, esas cosas siempre producían un aumento en las ventas a pesar de que yo no lo considerará una gran publicidad. ¿Pero quién era yo para juzgar al consumidor? Su pelo era verde como el mio, algo poco común últimamente. Respecto a su vestimenta era un poco más difícil de catalogar, su aspecto me recordaba al de un mercenario, o al de un trovador. Tal vez fuese una mezcla de los dos, sus ropajes parecían de cuero tintado, con un pañuelo borgoña. Deduje que era creyente por el rosario que portaba en el cuello, eso o era simple falsa religiosidad, tan común entre las clases medias-altas.
-¿Es usted local? ¿O ha nacido usted en otro lugar? -pregunté al hombre esperando una respuesta.
-“Me tornaré yo alguna vez en un ser tan oscuro, al fin y al cabo estaba haciendo pactos con Derian del cual no se puede decir que sea precisamente un santo”- pensaba yo preocupado por la influencia que estaba ejerciendo este en mi persona.
Pero a todo esto un joven me interrumpió asaltándome diciendo que se había finiquitado el libro en una noche, primero por su interrupción juzgue que era un hombre de allí, el hombre prosiguió hablándome de la lectura destripándome un poco el desarrollo de la historia. El joven finalmente se disculpó y comentó su verdaderas intenciones las de entablar una conversación, finalizó señalando con él dedo a un grupo de jóvenes que miraban a tientas, como si de espías se tratase. Para mi confusión, no sabía si sus intenciones de dialogar eran conmigo o con las mujeres, finalmente supuse que eran conmigo así que me dispuse a contestar.
-Supongo que si una lectura esta bien narrada, aún sabiendo las verdaderas intenciones del lector, sigue siendo una buena lectura, ¿No crees?- le dije sonriendo de una manera algo cómica -Aún así una misma lectura tiene muchas interpretaciones, fíjese sino en la biblia, los propios religiosos se han dividido en ortodoxos, católicos y protestantes por que no son capaces de ponerse de acuerdo en la verdadera interpretación de las santas escrituras y nótese que no estoy teniendo las numerosas congregaciones en las que estas tres ramas se dividen. Así que no se sienta culpable y permítame invitarle a una copa o un café si así lo desea, solo le pediré que me de una platica interesante, ¿Le parece buen lugar el pub del Port Royale?- finalicé cerrando mi libro e incorporándome del banco.
Me fijé en el joven, era algo más alto que yo, de aspecto recio y fuerte, el tono de su piel era ligeramente más vivo que le mio y tenía ciertas manchas o quemaduras repartidas por las zonas visibles. A pesar de ello, no era un hombre feo ni rudo en el puro sentido de la palabra, podía decirse que de no ser por esas manchas podría ser modelo para mi siguiente campaña de calzoncillos, esas cosas siempre producían un aumento en las ventas a pesar de que yo no lo considerará una gran publicidad. ¿Pero quién era yo para juzgar al consumidor? Su pelo era verde como el mio, algo poco común últimamente. Respecto a su vestimenta era un poco más difícil de catalogar, su aspecto me recordaba al de un mercenario, o al de un trovador. Tal vez fuese una mezcla de los dos, sus ropajes parecían de cuero tintado, con un pañuelo borgoña. Deduje que era creyente por el rosario que portaba en el cuello, eso o era simple falsa religiosidad, tan común entre las clases medias-altas.
-¿Es usted local? ¿O ha nacido usted en otro lugar? -pregunté al hombre esperando una respuesta.
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El hombre pareció aceptar mi invitación, contestándome de una manera muy interesante a mi pequeño discurso que le había soltado lo cual me agradó enormemente por partida doble. El pub se encontraba cerca, a unos escasos siete minutos, conocía el camino ya que me lo habían recomendado, el camino recorría las principales avenidas de la ciudad la cual se moverme. Los jardines rápidamente quedaron atrás para dejar paso a avenidas por las que pasaban carruajes tirados por caballos iluminados tenuemente por las farolas de gas de las calles, por esta zona había un agradable movimiento de ocio nocturno, desde casinos hasta mujeres de compañía pasando por pub y bares con grandes diversiones. El hombre tras escuchar mi última pregunta comenzó a decirme básicamente que era un trotamundos, prosiguiendo diciendo que su lugar de nacimiento era en Loguetown. Había encontrado a un lugareño de mi tierra natal en una noche cualquiera en Ohara, en el West Blue. Extrañas coincidencias, todo aquello me llenó de melancólicos recuerdos. El hombre prosiguió su historia contándome que había sido atacado por piratas, y que de aquel ataque conservó el libro de Moby Dick ese rosario que colgaba de su cuello al que había hecho mención anteriormente, finalmente el joven mercenario se sentó en una mesa de la terraza alejado alejado del ajetreada zona de baile del pub.
-Moby Dick, buena lectura aunque sinceramente se me hizo algo pesada en la zona intermedia de la lectura, esa manera de plasmar con una narración sórdida de cada detalle marinero en la vida de un ballenero no es más que el reflejo de la vida del autor, Herman Melville si no me equivocó, el cual trabajó como marinero en un ballenero. Aunque el personaje que más gracia me hace es Queepeck, me recuerda mucho a los shandianos- sonreí yo llamando al camarero con la mano el cual pareció ignorarme.
Un breve silencio inundó la conversación, claramente había escuchado la petición de mi acompañante, pero necesitaba un respiro para narrar mi larga historia:
-Mi nombre es Nemo Armonia y mi historia comienza en el orfanato de Loguetown, fue a los siete años cuando comencé a interesarme por todo tipo de lectura. A los ocho años salí al abandonado jardín del orfanato donde me enfrenté a un perro más parecido a una bestia que a un animal de compañía, un milagro ocurrió ya que conseguí espantar al animal aunque cierto es que acabé muy herido. Fue ese día cuando conocí a mi padre, fue él quien me llevó de vuelta a la enfermería y fue ese día cuando encontré esto- le dije mientras le enseñaba un cubo de rubik completamente dorado con una serie de grabados que hacían de colores el cual deposité en la mesa- El caso es que ese hombre era el recién retirado por entonces vicealmirante Yokohama Armonia Vegapunk, el hombre me adoptó convirtiéndose en mi tutor y por ende mi sensei, el cual me dejó vivir mi vida a los dieciséis años. A esa edad yo tenía una mentalidad muy parecida a la de un universitario recién licenciado, de hecho medio año más tardé acabé la licenciatura y comencé a rodearme de gente de la alta sociedad a la que ciertamente acabé detestando a esa edad ya que había ciertas cosas que no comprendía y ciertos comportamientos que sigo sin entender- proseguí riéndome un poco de mi mismo, antes de volver al camarero y pedirle un café y lo que mi acompañante deseará.
-El caso es que a los dieciséis años conocí en Loguetown, tras la guerra, a una persona muy peculiar, el hombre ciertamente era algo atractivo, a pesar de tener unas ojeras terriblemente afianzadas en el rostro era una verdadera locura entre las chicas, de las cuales siempre acababa huyendo- proseguí riendome al recorda a aquel personaje- El caso es que tras ver la guerra desde un tejado, decidí echarme a la mar en un bote con este compañero al cual nombre subcapitán, Kurai el hombre era un mercenario como vos el cual ansiaba la destrucción del gobierno, por lo que junto a un gyojin que encontré en Goa fundé Painkillers que era una organización con ciertas tendencias Anarquistas. El caso es que disolver la banda ya que mi tutor me reclamó a embarcarme a una aventura de tres años prometiendo reunirme con los míos en tres años y medio en la propia Goa- proseguí dando un sorbo a mi taza antes de continuar- En esa aventura aprendí a navegar por mi mismo, sin necesidad de acompañantes ya que mi tutor me encargó que hiciera los mapas de un archipiélago. La primera parada fue Rococo Mountain, una isla con una gran montaña en el centro de escalada imposible, fue allí donde refunde el Rokushiki adaptándolo a mi persona. Luego fueron una serie de islas y fue en la tercera donde aprendí a usar la espada. Y finalmente en la cuarta me reencontré con mi tutor el cual me dejó en herencia todo lo que poseía- continué tratando de no aburrir a mi compañero.
-Pusimos rumbo a Banana Valley, una isla de gran tamaño despoblada donde descubrí que había habido unas extrañas investigaciones del gobierno, de las cuales algo había fallado. El caso es que allí me entrené en el difícil arte del haki y entrené diariamente contra un pacifista, un antiguo robot del gobierno que había quedado obsoleto. Pero en esa isla nos encontramos con otros dos criminales que al parecer habían estado entrenando, y allí sendos maestros murieron y el aprendiz pirata de nombre Samuel Rackham fue detenido, aunque tuve constancia de que consiguió fugarse de la cárcel, desde entonces fui nombrado director de la empresa familiar- finalicé dando un gran sorbo al café.
Omití que era el navegante de los Blue Rose Pirates, ya que pesé a que aún continuaba formando parte de la banda estos se encontraban en Jaya conquistando una isla que pertenecía a un antiguo señor de la caza, Dark Satou.
La charla se había alargado bastante, tal vez me había pasado narrando mi vida a pesar de que había omitido detalles importantes como que había pasado con Kuroi y el gyojin, mis aventuras en Florian Triangule o las cosas que había visto en la guerra. Si aquel hombre me recordaba a Kuroi, pero mucho más sereno...Tal vez debería fundar una nueva banda, con nuevos objetivos más sensatos a la vez que atendía mi empresa y La confederación que había comenzado a crear...Una tormenta se iba a desatar, pronto, muy pronto...Había que prepararse.
-Espero no haberlo aburrido con mi vida, me gustaría seguir narrándole mi vida, pero ya es tardé y mañana he de hacer algunos trabajos en la zona. Por cierto, discúlpeme pero no le he preguntado su nombre- finalicé preguntándole al hombre mientras pedía la cuenta al camarero , esta vez más atentó que en la primera ocasión.
Su cara no me sonaba de ningún cartel, pero podía ser un criminal. Esta vez no deseaba precipitarme al elegir acompañante, tal como hice con Kuroi. Sí, buscaba un nuevo compañero que se adaptará a mis necesidades pero que fuera lo suficientemente fuerte como para poder regresar tras hacer un viaje en solitario.
-Moby Dick, buena lectura aunque sinceramente se me hizo algo pesada en la zona intermedia de la lectura, esa manera de plasmar con una narración sórdida de cada detalle marinero en la vida de un ballenero no es más que el reflejo de la vida del autor, Herman Melville si no me equivocó, el cual trabajó como marinero en un ballenero. Aunque el personaje que más gracia me hace es Queepeck, me recuerda mucho a los shandianos- sonreí yo llamando al camarero con la mano el cual pareció ignorarme.
Un breve silencio inundó la conversación, claramente había escuchado la petición de mi acompañante, pero necesitaba un respiro para narrar mi larga historia:
-Mi nombre es Nemo Armonia y mi historia comienza en el orfanato de Loguetown, fue a los siete años cuando comencé a interesarme por todo tipo de lectura. A los ocho años salí al abandonado jardín del orfanato donde me enfrenté a un perro más parecido a una bestia que a un animal de compañía, un milagro ocurrió ya que conseguí espantar al animal aunque cierto es que acabé muy herido. Fue ese día cuando conocí a mi padre, fue él quien me llevó de vuelta a la enfermería y fue ese día cuando encontré esto- le dije mientras le enseñaba un cubo de rubik completamente dorado con una serie de grabados que hacían de colores el cual deposité en la mesa- El caso es que ese hombre era el recién retirado por entonces vicealmirante Yokohama Armonia Vegapunk, el hombre me adoptó convirtiéndose en mi tutor y por ende mi sensei, el cual me dejó vivir mi vida a los dieciséis años. A esa edad yo tenía una mentalidad muy parecida a la de un universitario recién licenciado, de hecho medio año más tardé acabé la licenciatura y comencé a rodearme de gente de la alta sociedad a la que ciertamente acabé detestando a esa edad ya que había ciertas cosas que no comprendía y ciertos comportamientos que sigo sin entender- proseguí riéndome un poco de mi mismo, antes de volver al camarero y pedirle un café y lo que mi acompañante deseará.
-El caso es que a los dieciséis años conocí en Loguetown, tras la guerra, a una persona muy peculiar, el hombre ciertamente era algo atractivo, a pesar de tener unas ojeras terriblemente afianzadas en el rostro era una verdadera locura entre las chicas, de las cuales siempre acababa huyendo- proseguí riendome al recorda a aquel personaje- El caso es que tras ver la guerra desde un tejado, decidí echarme a la mar en un bote con este compañero al cual nombre subcapitán, Kurai el hombre era un mercenario como vos el cual ansiaba la destrucción del gobierno, por lo que junto a un gyojin que encontré en Goa fundé Painkillers que era una organización con ciertas tendencias Anarquistas. El caso es que disolver la banda ya que mi tutor me reclamó a embarcarme a una aventura de tres años prometiendo reunirme con los míos en tres años y medio en la propia Goa- proseguí dando un sorbo a mi taza antes de continuar- En esa aventura aprendí a navegar por mi mismo, sin necesidad de acompañantes ya que mi tutor me encargó que hiciera los mapas de un archipiélago. La primera parada fue Rococo Mountain, una isla con una gran montaña en el centro de escalada imposible, fue allí donde refunde el Rokushiki adaptándolo a mi persona. Luego fueron una serie de islas y fue en la tercera donde aprendí a usar la espada. Y finalmente en la cuarta me reencontré con mi tutor el cual me dejó en herencia todo lo que poseía- continué tratando de no aburrir a mi compañero.
-Pusimos rumbo a Banana Valley, una isla de gran tamaño despoblada donde descubrí que había habido unas extrañas investigaciones del gobierno, de las cuales algo había fallado. El caso es que allí me entrené en el difícil arte del haki y entrené diariamente contra un pacifista, un antiguo robot del gobierno que había quedado obsoleto. Pero en esa isla nos encontramos con otros dos criminales que al parecer habían estado entrenando, y allí sendos maestros murieron y el aprendiz pirata de nombre Samuel Rackham fue detenido, aunque tuve constancia de que consiguió fugarse de la cárcel, desde entonces fui nombrado director de la empresa familiar- finalicé dando un gran sorbo al café.
Omití que era el navegante de los Blue Rose Pirates, ya que pesé a que aún continuaba formando parte de la banda estos se encontraban en Jaya conquistando una isla que pertenecía a un antiguo señor de la caza, Dark Satou.
La charla se había alargado bastante, tal vez me había pasado narrando mi vida a pesar de que había omitido detalles importantes como que había pasado con Kuroi y el gyojin, mis aventuras en Florian Triangule o las cosas que había visto en la guerra. Si aquel hombre me recordaba a Kuroi, pero mucho más sereno...Tal vez debería fundar una nueva banda, con nuevos objetivos más sensatos a la vez que atendía mi empresa y La confederación que había comenzado a crear...Una tormenta se iba a desatar, pronto, muy pronto...Había que prepararse.
-Espero no haberlo aburrido con mi vida, me gustaría seguir narrándole mi vida, pero ya es tardé y mañana he de hacer algunos trabajos en la zona. Por cierto, discúlpeme pero no le he preguntado su nombre- finalicé preguntándole al hombre mientras pedía la cuenta al camarero , esta vez más atentó que en la primera ocasión.
Su cara no me sonaba de ningún cartel, pero podía ser un criminal. Esta vez no deseaba precipitarme al elegir acompañante, tal como hice con Kuroi. Sí, buscaba un nuevo compañero que se adaptará a mis necesidades pero que fuera lo suficientemente fuerte como para poder regresar tras hacer un viaje en solitario.
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Y fue en la despedida bajo aquella cúpula estrellada cuando un nuevo sentimiento comenzó a brotar de mi corazón, si era una nueva oportunidad, aquella olvidada sensación, aquella necesidad de volverse ha echarse a la mar, esa sensación de que te iba a salir el corazón del pecho por el mero éxtasis que te producía la aventura...Puede que después de todo aquel niño que se hacía llamar N no hubiera muerto del todo.
-Para mucha gente el destino esta escrito en la roca, para mi nuestro destino se escribe con nuestras ambiciones, o mejor dicho nuestras voluntades. Es por ello que no dudo que nos volvamos a encontrar por estos azares del destino y no dude que pronto tendrá noticias mías- contesté al mercenario antes de estrecharle la mano y volver al hotel donde me hospedada.
Una vez en la habitación me duche rápidamente y me fui a a la cama vestido con el pijama de la compañía, tardé en dormirme esa noche, tal vez algo emocionado, a pesar de que estas misma emociones me llevaban a pensar si no me estaban realmente traicionando mis sentimientos. Lo mejor sería no atormentarme y finalmente concilié el sueño.
Al día siguiente madrugue, me lavé y vestí con mi traje de negocios morado, aquel que parecía tan excéntrico y elegante a mis clientes. Rápidamente fui ala cafetería y me tome un café con tostadas de una manera relajada, a la vez que leía el periódico del día, el mundo parecía haberse calmado tras la guerra, pero tan solo se estaban preparando para la siguiente guerra. Si así era la humanidad, progresa por la guerra, vivía para la guerra y siempre acababa detestando la paz, la paz tras la guerra siempre traía progreso y bonanza a la vez que despertaba envidias...
Tras el desayuno fui a una anticuario el cual me había prometido tener un objecto el cual demostraría que mi teoría formulada a través de aquellos mensajes interceptados era cierta, pero aún era demasiado pronto como para aventurar a acertar. La calles ahora bajo la luz del sol permitían ver la ciudad con otros ojos, el aspecto nocturno había sido relevado por el de una ciudad comercial con numerosos comerciantes sacando sus mejores productos compitiendo con el hombre de al lado, lentamente la ciudad iba transformándose en un barrio viejo, un arrabal, el cual deformaba todo lo que parecía transmitir el resto de la ciudad. No tardé en exceso en llegar el anticuario, que se situaba en una de las innumerables callejas del arrabal que tanto me recordaba a Loguetown y esas calles marginales, estrechas y sucias que solía haber antes de la guerra. El local tenía un aspecto dejado, la pintura de su pequeño y discreto escaparate lleno de cachivaches estaba descolchada, al abrir su puerta de roble comprobé que era pesada y al abrir no pude evitar ese dolor de oídos producidos por el chirrido de esas bisagras mal engrasadas.
Dentro del local el aspecto no cambiaba demasiado a lo que se veía por fuera, un lugar completamente destartalado por el cual era complicado andar. Tuve que esperar algo más de cinco minutos hasta que encontré al hombre:
-Soy el cliente- inicié la conversación con auquella contraseña que era tan común en este tipo de encargos.
-Me imaginaba que era usted supongo que viene a por eso que me encargó por carta- dijo mientras rebuscaba en un baúl que tenía debajo del mostrador sacando una pequeña maleta de madera. La cual abrió seguidamente mostrando el contenido de esta, era lo que yo esperaba.
-Según lo acordado eran...-dije yo mientras estendia un talón al hombre antes de que me cortará.
-Veinte millones, el precio a subido ya que hay un interesado- contestó el hombre.
-Serán quince según lo acordado, no daré más pues solo es un capricho obtenerla. Lo que quería demostrar esta demostrado- contesté yo haciendo un ademan de irme.
-Usted gana, desde luego todos los empresarios tenéis muy pocos escrúpulos, antes eso habría valido una billonada- contestó el hombre.
-El mercado esta saturado- mentí yo, ciertamente el hombre era un rufián y un ladrón, por lo que robar a un ladrón no era robar.
El hombre me dio la maleta y yo extendí el cheque, y salí por la puerta cuando al salir del local mi mantra me alertó de una amenaza desde arriba rodando rápidamente esquive unos segundos antes de que un hombre situado en el tejado del anticuario me disparará, el negocio era una trampa.
-Para mucha gente el destino esta escrito en la roca, para mi nuestro destino se escribe con nuestras ambiciones, o mejor dicho nuestras voluntades. Es por ello que no dudo que nos volvamos a encontrar por estos azares del destino y no dude que pronto tendrá noticias mías- contesté al mercenario antes de estrecharle la mano y volver al hotel donde me hospedada.
Una vez en la habitación me duche rápidamente y me fui a a la cama vestido con el pijama de la compañía, tardé en dormirme esa noche, tal vez algo emocionado, a pesar de que estas misma emociones me llevaban a pensar si no me estaban realmente traicionando mis sentimientos. Lo mejor sería no atormentarme y finalmente concilié el sueño.
Al día siguiente madrugue, me lavé y vestí con mi traje de negocios morado, aquel que parecía tan excéntrico y elegante a mis clientes. Rápidamente fui ala cafetería y me tome un café con tostadas de una manera relajada, a la vez que leía el periódico del día, el mundo parecía haberse calmado tras la guerra, pero tan solo se estaban preparando para la siguiente guerra. Si así era la humanidad, progresa por la guerra, vivía para la guerra y siempre acababa detestando la paz, la paz tras la guerra siempre traía progreso y bonanza a la vez que despertaba envidias...
Tras el desayuno fui a una anticuario el cual me había prometido tener un objecto el cual demostraría que mi teoría formulada a través de aquellos mensajes interceptados era cierta, pero aún era demasiado pronto como para aventurar a acertar. La calles ahora bajo la luz del sol permitían ver la ciudad con otros ojos, el aspecto nocturno había sido relevado por el de una ciudad comercial con numerosos comerciantes sacando sus mejores productos compitiendo con el hombre de al lado, lentamente la ciudad iba transformándose en un barrio viejo, un arrabal, el cual deformaba todo lo que parecía transmitir el resto de la ciudad. No tardé en exceso en llegar el anticuario, que se situaba en una de las innumerables callejas del arrabal que tanto me recordaba a Loguetown y esas calles marginales, estrechas y sucias que solía haber antes de la guerra. El local tenía un aspecto dejado, la pintura de su pequeño y discreto escaparate lleno de cachivaches estaba descolchada, al abrir su puerta de roble comprobé que era pesada y al abrir no pude evitar ese dolor de oídos producidos por el chirrido de esas bisagras mal engrasadas.
Dentro del local el aspecto no cambiaba demasiado a lo que se veía por fuera, un lugar completamente destartalado por el cual era complicado andar. Tuve que esperar algo más de cinco minutos hasta que encontré al hombre:
-Soy el cliente- inicié la conversación con auquella contraseña que era tan común en este tipo de encargos.
-Me imaginaba que era usted supongo que viene a por eso que me encargó por carta- dijo mientras rebuscaba en un baúl que tenía debajo del mostrador sacando una pequeña maleta de madera. La cual abrió seguidamente mostrando el contenido de esta, era lo que yo esperaba.
-Según lo acordado eran...-dije yo mientras estendia un talón al hombre antes de que me cortará.
-Veinte millones, el precio a subido ya que hay un interesado- contestó el hombre.
-Serán quince según lo acordado, no daré más pues solo es un capricho obtenerla. Lo que quería demostrar esta demostrado- contesté yo haciendo un ademan de irme.
-Usted gana, desde luego todos los empresarios tenéis muy pocos escrúpulos, antes eso habría valido una billonada- contestó el hombre.
-El mercado esta saturado- mentí yo, ciertamente el hombre era un rufián y un ladrón, por lo que robar a un ladrón no era robar.
El hombre me dio la maleta y yo extendí el cheque, y salí por la puerta cuando al salir del local mi mantra me alertó de una amenaza desde arriba rodando rápidamente esquive unos segundos antes de que un hombre situado en el tejado del anticuario me disparará, el negocio era una trampa.
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El mantra me había vuelto a salvar, el hombre estaba recargando cuando vi que un hombre comenzó a forcejear con él en la terraza, todo ocurrió de una forma bastante jugaz como para que pudiera analizarlo pero por lo visto un hombre me había auxiliado, para mi sorpresa fue cuando vi que este se trataba de Nolan, no había duda era él a pesar que creía que me había comentado que estaría trabajando en el centro como cronista. Fuera como fuese aquel guardaespaldas me había salvado la vida momentáneamente.
El tendedero salió de la tienda y al ver el cuerpo de su compañero en el suelo no le pareció del todo algo gratificante. El hombre silbó de una manera muy peculiar tras lo cual un gran número de secuaces salieron de los callejones, serían unos cincuenta hombre aproximadamente, la compresión de los hombres en su mayoría era media aunque ciertamente era algo muy variopinto ya que había tres que destacaban bastante mientras que otros cinco parecía más bien delicados. El caso es que topdos los hombres llevaban unos ropajes marrones y verdaceos muy parecidos a los montaraces de los bosques es por ello que deduje de quienes se trataban, todos portaban armas cuerpo a cuerpo de aspecto más bien callejero, cuchillos, cadenas, barras de hierro...
-Vosotros sois “La garra Verde” imaginó- dije al grupo.
-No pensarías después de todo que era un simple comerciante- contestó este con una sonrisa en la cara- Como si no iba a tener lo que poseías, y ahora que has caído el la trampa, que tal si negociamos las cosas, señor Capital- prosiguió de forma siniestra.
-"Me preguntó que hace un organización como la vuestra en un lugar como este, realmente era una organización que operaba mucho por el Grand Line, dedicándose principalmente al mercado negro, aún así tenía estudiadas muchas compañías como aquellas bajo el seudónimo de Capital, ¿Pero en el West Blue? Algo no encajaba..."- pensaba yo mientras me preparaba para el inminente ataque.
-Lamento haberle metido en este embrollo Nolan, pero no se moleste creo poder lidiar yo solo- le comenté a mi compañero mientras desenfundaba el arma.
Cinco hombres me cargaron tres frontalmente y dos por la espalda. Realmente había leído sus intenciones un par de segundos antes por lo que rápidamente me gire golpeando con la empuñadura del arma a la cabeza al primero a la vez que me alejaba de los otros cuatro, luego me gire para enfrentarme esta vez a los cuatro hombres de frente, al primero le propine un golpe con la parte roma del filo, a los dos siguientes les realice unos tajos que no serían mortales de por si, al último le realicé una leve proyección con el arma a una distancia muy corta como para fallar.
El resto de hombre cargaron el bloque, estaba completamente rodeado de no ser por que use “Getsumen” casi en el último instante, saliendo del bloqueo por los aires. Desde luego aquella adaptación del “Geppo” me había sido extremadamente útil. El caso es que finalmente me posé en el tejado donde se encontraba el compañero Nolan.
-Rogaría que me acompañara por los tejados, no me apetece llamar la atención en exceso en estos instantes, si nos separamos le esperaré en el Hotel Royale- le comenté al compañero entre dientes mientras comenzaba a correr y saltar por los tejados huyendo de aquellos hombres en dirección al centro, lugar donde no se atreverían a actuar de manera tan poco premeditada.
El tejado no sería un problema para mi compañero, mi mantra podía leer su nivel de fuerza de una manera muy aproximada, aunque si necesitara ayuda se la daría sin dudarlo. Parecía un buen hombre después de todo. Por el camino seguramente nos encontráramos a algunos criminales más pero dejaría que Nolan se encargará de ello. Es por ello que no me detendría hasta llegar al hotel esperando que Nolan decidiera acompañarme dejando su quehaceres un poco de lado después de todo tendría que darle una recompensa por ayudarme.
El tendedero salió de la tienda y al ver el cuerpo de su compañero en el suelo no le pareció del todo algo gratificante. El hombre silbó de una manera muy peculiar tras lo cual un gran número de secuaces salieron de los callejones, serían unos cincuenta hombre aproximadamente, la compresión de los hombres en su mayoría era media aunque ciertamente era algo muy variopinto ya que había tres que destacaban bastante mientras que otros cinco parecía más bien delicados. El caso es que topdos los hombres llevaban unos ropajes marrones y verdaceos muy parecidos a los montaraces de los bosques es por ello que deduje de quienes se trataban, todos portaban armas cuerpo a cuerpo de aspecto más bien callejero, cuchillos, cadenas, barras de hierro...
-Vosotros sois “La garra Verde” imaginó- dije al grupo.
-No pensarías después de todo que era un simple comerciante- contestó este con una sonrisa en la cara- Como si no iba a tener lo que poseías, y ahora que has caído el la trampa, que tal si negociamos las cosas, señor Capital- prosiguió de forma siniestra.
-"Me preguntó que hace un organización como la vuestra en un lugar como este, realmente era una organización que operaba mucho por el Grand Line, dedicándose principalmente al mercado negro, aún así tenía estudiadas muchas compañías como aquellas bajo el seudónimo de Capital, ¿Pero en el West Blue? Algo no encajaba..."- pensaba yo mientras me preparaba para el inminente ataque.
-Lamento haberle metido en este embrollo Nolan, pero no se moleste creo poder lidiar yo solo- le comenté a mi compañero mientras desenfundaba el arma.
Cinco hombres me cargaron tres frontalmente y dos por la espalda. Realmente había leído sus intenciones un par de segundos antes por lo que rápidamente me gire golpeando con la empuñadura del arma a la cabeza al primero a la vez que me alejaba de los otros cuatro, luego me gire para enfrentarme esta vez a los cuatro hombres de frente, al primero le propine un golpe con la parte roma del filo, a los dos siguientes les realice unos tajos que no serían mortales de por si, al último le realicé una leve proyección con el arma a una distancia muy corta como para fallar.
El resto de hombre cargaron el bloque, estaba completamente rodeado de no ser por que use “Getsumen” casi en el último instante, saliendo del bloqueo por los aires. Desde luego aquella adaptación del “Geppo” me había sido extremadamente útil. El caso es que finalmente me posé en el tejado donde se encontraba el compañero Nolan.
-Rogaría que me acompañara por los tejados, no me apetece llamar la atención en exceso en estos instantes, si nos separamos le esperaré en el Hotel Royale- le comenté al compañero entre dientes mientras comenzaba a correr y saltar por los tejados huyendo de aquellos hombres en dirección al centro, lugar donde no se atreverían a actuar de manera tan poco premeditada.
El tejado no sería un problema para mi compañero, mi mantra podía leer su nivel de fuerza de una manera muy aproximada, aunque si necesitara ayuda se la daría sin dudarlo. Parecía un buen hombre después de todo. Por el camino seguramente nos encontráramos a algunos criminales más pero dejaría que Nolan se encargará de ello. Es por ello que no me detendría hasta llegar al hotel esperando que Nolan decidiera acompañarme dejando su quehaceres un poco de lado después de todo tendría que darle una recompensa por ayudarme.
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Llevábamos un tiempo corriendo y el centro de Ohara quedaba a escasos quinientos metros, el arrabal acababa delante de la muralla que había delante nuestra, era nuestra salvación. A pesar de ello todo un contingente de maleantes nos perseguía, al parecer no iba a poder hacer mis negocios de una forma pacifica. Además no era sencillamente cómodo correr con un arma de kairoseki de cierto peso en una mano, junto con aquel maletín en la otra. Mucho más dado lo inesperado de la situación. Aún así al ver el túnel de la muralla me dio una idea, cierto es que aquella muralla tenia sus años era una liguera joya de la ciudad, pero dos vidas valían infinitamente más que cualquiera memoria pasada.
Sin mirar atrás comenzamos a atravesar el túnel de unos veinte metros de longitud que atravesaba la muralla y por ende era una de las únicas cuatro entradas en la muralla. La roca de la muralla era dura, pero vieja, ciertamente había mucha humedad en la roca por lo que eso sería perfecto para mi plan.
-Sñ Nolan, le sugiero que me adelante y me espero al final del túnel por favor sosténgame un momento el maletín- le dije mientras pasábamos por el túnel y a mitad de él me detuve en seco.
Con el arma en una mano y agarrando el antebrazo con la otra, realicé un tajo impresionante al techo de este susurrando una leves palabras -Shōtobōto- tras lo cual una gran onda verde agua fraccioné el techo en dos con un corte perfecto, la roca central que solía sostener el peso de la zona superior se había fragmentado, por ende la presión de la gravedad comenzó a hacer su trabajo hundiéndose el techo de una manera muy espectacular y finalmente salimos ambos aventureros ilesos. Con la única entrada tapada en kilómetros no les quedaría más remedió a nuestros perseguidores que finalizar su persecución, por lo menos por el momento. Finalmente enfunde el arma y recuperando el maletín, esperando que Nolan me lo devolviera de buen grado, nos mezclaríamos entre el revuelo que había provocado el derrumbe del que probablemente no nos culparían.
-Es una pena que el muro se haya derrumbado, pero ciertamente lo que demuestra lo que hay en el interior del maletín vale muchos y muchos millones de berries- dije a Nolan una vez recuperado el maletín -Le explicaré todo con sumo detalle, si es lo que desea pero no aquí ni ahora, además ambos tenemos quehaceres y no quiero que se ponga el foco en nosotros lo mejor será desaparecer por un tiempo, tres días para ser exactos aunque creo que con esto podrá sobrevivir unos días- le dije mientras me desprendía de seis millones que llevaba encima por si el comerciante me regateaba más de la cuenta en la compra tornada en persecución -Dentro de tres días donde nos despedimos ayer y sea prudente y no se aloje en los arrabales, estos días van a ser bastante peligrosos, se lo explicaré todo pasados tres días, a la misma hora que aquel día- dije despidiéndome de Nolan y despareciendo entre la multitud de la manera más prudente que pude, como si fuera un fantasma, un recuerdo borroso para los transeúntes, todo un misterio para Nolan.
Sin mirar atrás comenzamos a atravesar el túnel de unos veinte metros de longitud que atravesaba la muralla y por ende era una de las únicas cuatro entradas en la muralla. La roca de la muralla era dura, pero vieja, ciertamente había mucha humedad en la roca por lo que eso sería perfecto para mi plan.
-Sñ Nolan, le sugiero que me adelante y me espero al final del túnel por favor sosténgame un momento el maletín- le dije mientras pasábamos por el túnel y a mitad de él me detuve en seco.
Con el arma en una mano y agarrando el antebrazo con la otra, realicé un tajo impresionante al techo de este susurrando una leves palabras -Shōtobōto- tras lo cual una gran onda verde agua fraccioné el techo en dos con un corte perfecto, la roca central que solía sostener el peso de la zona superior se había fragmentado, por ende la presión de la gravedad comenzó a hacer su trabajo hundiéndose el techo de una manera muy espectacular y finalmente salimos ambos aventureros ilesos. Con la única entrada tapada en kilómetros no les quedaría más remedió a nuestros perseguidores que finalizar su persecución, por lo menos por el momento. Finalmente enfunde el arma y recuperando el maletín, esperando que Nolan me lo devolviera de buen grado, nos mezclaríamos entre el revuelo que había provocado el derrumbe del que probablemente no nos culparían.
-Es una pena que el muro se haya derrumbado, pero ciertamente lo que demuestra lo que hay en el interior del maletín vale muchos y muchos millones de berries- dije a Nolan una vez recuperado el maletín -Le explicaré todo con sumo detalle, si es lo que desea pero no aquí ni ahora, además ambos tenemos quehaceres y no quiero que se ponga el foco en nosotros lo mejor será desaparecer por un tiempo, tres días para ser exactos aunque creo que con esto podrá sobrevivir unos días- le dije mientras me desprendía de seis millones que llevaba encima por si el comerciante me regateaba más de la cuenta en la compra tornada en persecución -Dentro de tres días donde nos despedimos ayer y sea prudente y no se aloje en los arrabales, estos días van a ser bastante peligrosos, se lo explicaré todo pasados tres días, a la misma hora que aquel día- dije despidiéndome de Nolan y despareciendo entre la multitud de la manera más prudente que pude, como si fuera un fantasma, un recuerdo borroso para los transeúntes, todo un misterio para Nolan.
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Veinticuatro multiplicado por tres eran setenta y dos resultado al cual había que sumar doce siendo la solución del problema ochenta y cuatro. Ese número era la cantidad exacta de horas que debían transcurrir hasta encontrarme con Nolan, era una cantidad de tiempo aberrante ¿Cuántas veces podría cepillarme los dientes? Tardaba tan solo cinco minutos en hacer esa acción, es decir, me podría cepillar doce veces los dientes en el transcurso de una hora ¿Cuánto tardaba en tomar un desayuno? Siete minutos si lo hacía de una forma acelerada, catorce si no era Sábado y veinte minutos a más tardar ¿Cuánto tiempo era capaz de ahorrar si todos los días lo hiciera deprisa? Entre siete y trece minutos, la operación volvía a ser simple cinco multiplicado por catorce más veinte más cinco, en total, noventa y cinco, una hora más en comparación con una semana ajetreada.
Había una hora de diferencia entre mi yo actual y mi “yo” más eficiente, mi yo más eficiente podría cepillarse doce veces más los dientes que yo, doce horas era medio día y tendrían que pasar siete medios días para que pudiera volverme a reunir con Nolan. Siete fueron los libros que me leí en ese intervalo de tiempo, nueve las comidas que realicé y cero las ocasiones en las que salí de mi habitación. Lo curioso de todo, es que el precio exacto de lo que llevaba en el maletín eran setecientos noventa millones de berries. Las matemáticas, el azar, la vida era un hecho simplemente maravilloso ¿Pero por qué era bella la vida?
Había una vieja leyenda que hablaba de un gran sabio, todos le conocían como Initium(Inicio), este tenía cuatro aprendices a su cargo: Insa, Melian, Mort y Victo. Tras su muerte otorgó un poder enorme a cada sabio, a Insa le dio el poder de la insaciabilidad para que pudiera catar toda y cada una de las cosas del mundo sin cansarse, a Melian le otorgó el poder de la afrenta para que pudiera doblegar y retar a todo aquello que le ofendiera sin ningún remordimiento, a Victo le otorgó el poder de la victoria, para que jamás catará el amargo sabor de la derrota y la perdida, y al pobre de Mort le otorgó el mayor de los poderes, el de la mortalidad, para que pudiera apreciar la vida en todo su esplendor, pues el mero hecho de saber que algún días vas a morir el hecho que te hace vivir y admirar porque la vida es tan bella.
Puede que en ochenta y tres horas o mejor dicho tres días y doce horas fueran insuficientes para descubrir que la vida era bella, pero eran horas más suficientes como para que engranaje que había roto al “robar” aquel tesoro empezará a moverse y aquello puede que tampoco hiciera la vida más bella, pero sin duda haría la vida mucho más interesante.
Nolan, inocente, probablemente no sabía que todo aquello le habría cambiado la vida, aunque para finalizar el baile de cifras, aquellos seis millones de berries ya habían sido el preludio de los cambios que vendrían, puesto quien iba a decir que en seis meses su capitán por azar o destino se enfrentaría a un Yonkou.
Había una hora de diferencia entre mi yo actual y mi “yo” más eficiente, mi yo más eficiente podría cepillarse doce veces más los dientes que yo, doce horas era medio día y tendrían que pasar siete medios días para que pudiera volverme a reunir con Nolan. Siete fueron los libros que me leí en ese intervalo de tiempo, nueve las comidas que realicé y cero las ocasiones en las que salí de mi habitación. Lo curioso de todo, es que el precio exacto de lo que llevaba en el maletín eran setecientos noventa millones de berries. Las matemáticas, el azar, la vida era un hecho simplemente maravilloso ¿Pero por qué era bella la vida?
Había una vieja leyenda que hablaba de un gran sabio, todos le conocían como Initium(Inicio), este tenía cuatro aprendices a su cargo: Insa, Melian, Mort y Victo. Tras su muerte otorgó un poder enorme a cada sabio, a Insa le dio el poder de la insaciabilidad para que pudiera catar toda y cada una de las cosas del mundo sin cansarse, a Melian le otorgó el poder de la afrenta para que pudiera doblegar y retar a todo aquello que le ofendiera sin ningún remordimiento, a Victo le otorgó el poder de la victoria, para que jamás catará el amargo sabor de la derrota y la perdida, y al pobre de Mort le otorgó el mayor de los poderes, el de la mortalidad, para que pudiera apreciar la vida en todo su esplendor, pues el mero hecho de saber que algún días vas a morir el hecho que te hace vivir y admirar porque la vida es tan bella.
Puede que en ochenta y tres horas o mejor dicho tres días y doce horas fueran insuficientes para descubrir que la vida era bella, pero eran horas más suficientes como para que engranaje que había roto al “robar” aquel tesoro empezará a moverse y aquello puede que tampoco hiciera la vida más bella, pero sin duda haría la vida mucho más interesante.
Nolan, inocente, probablemente no sabía que todo aquello le habría cambiado la vida, aunque para finalizar el baile de cifras, aquellos seis millones de berries ya habían sido el preludio de los cambios que vendrían, puesto quien iba a decir que en seis meses su capitán por azar o destino se enfrentaría a un Yonkou.
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