Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro estaba en el puerto de Shellstown. Esperaba a la chica rubia de la noche anterior y a su misterioso acompañante. El cazador estaba sentado sobre un montón de cajas de madera, con el bastón entre sus manos, y una sensación horrible subiéndole por el brazo. Sabía que aquella mujer podía ser peligrosa, y meterla en el barco con Yoko tal vez no fuera la mejor de las ideas, es más, posiblemente fuera una de las peores ideas del cazador hasta la fecha. Pero tampoco era algo que le preocupase. Era capaz de medir la fuerza de aquella mujer por lo que había ocurrido la noche anterior, y se veía capaz de dominarla si las cosas se salían de su curso.
- Bueno, espero que no tarden... -murmuró, mientras pensaba en quién podría ser el acompañante de la misteriosa joven.
Si bien la mujer era relativamente más débil que él, desconocía la fuerza de su acompañante. Antes tendría que ver que podía confiar en ambos, y la verdad es que aún no sabía cómo probarlos. Por eso tenía aquella extraña sensación de hormigueo en su brazo, el mismo que la mujer había agarrado la noche anterior para asesinar fríamente a un hombre. El cazador se miró la mano, antes de volver a alzar la vista hacia las calles, buscando a la mujer de pelo rubio.
- Bueno, espero que no tarden... -murmuró, mientras pensaba en quién podría ser el acompañante de la misteriosa joven.
Si bien la mujer era relativamente más débil que él, desconocía la fuerza de su acompañante. Antes tendría que ver que podía confiar en ambos, y la verdad es que aún no sabía cómo probarlos. Por eso tenía aquella extraña sensación de hormigueo en su brazo, el mismo que la mujer había agarrado la noche anterior para asesinar fríamente a un hombre. El cazador se miró la mano, antes de volver a alzar la vista hacia las calles, buscando a la mujer de pelo rubio.
Titania
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Abrió por última vez la puerta de aquella casa y, muy deprisa, fue en dirección al lugar donde había escondido el dinero que había recuperado de la antigua casa de citas de Madame Mei. Se agachó, apartó algunos objetos, cogió la bolsa con los billetes y cerró cuidadosamente el lugar secreto para tomar rumbo enseguida a la cama, donde Lowell la esperaba levantado contra todo pronóstico y recomendación. Ella le había encomendado la noche anterior al tritón que descansara, que en su estado no era bueno que hiciera esfuerzos. Mas como es costumbre en el hombre de cabello rubio, estaba levantado y listo para partir sin haber aguardado ni un segundo a que ella le echara una mano. Sin mentir, esto le hizo gracia a la muchacha que esbozando una muy diminuta sonrisa ordena al hombre partir de inmediato.
Vamos, Lowell-. Dijo aquello cargando en su hombro izquierdo la bolsa del dinero.
Borró cualquier rastro de esa tonta mueca e instantes después se acercó al muchacho y lo ayudó con su otra extremidad, pues la mujer daba por supuesto que tendría dificultades para caminar ya que sus lesiones se centraban en las extremidades del pescado. Pasó uno de sus largos brazos azulados por sus hombros e hizo que el rubio apoyara parte de su peso sobre ella, consiguiendo de esta manera reducir el es esfuerzo máximo que suponía avanzar con las ya nombradas heridas. Todo con la idea de ir más rápidos, y es que a Titania no le hacía ninguna gracia quedarse por más tiempo en esa isla de serpientes.
¿Confías en mí, Lowell?- preguntó la ex prostituta a la vez que empezaba a divisar a Byakuro a lo lejos.
La pregunta en sí no iba con segundas, por más que lo pareciera, sino más bien con toda la sinceridad y curiosidad que pudiera llevar Titania dentro de su corazón. Y es que todavía le costaba aceptar que su vida hubiera cambiado tanto en tan escasos días. Le era extraño aquel sentimiento de compañerismo que le empezaba a resurgir desde anoche, como de igual manera el hecho de prestar algún tipo de ayuda sin esperar remuneración a cambio. En el mundo donde fue forjada todo tiene un precio, por más pequeño que sea el acto que se preste, todo y todos tienen un valor que alguien está dispuesto a pagar. Pero eso con Lowell no pasaba, y prueba de ello es que la rescató sin pedir nada más a cambio que un curioso favor. Sí, puede que le pidiera un favor difícil de rechazar, pero al fin y al cabo era una propuesta que ella podía declinar libremente y sin temor a represalias, puesto que aunque ella no lo supiera aquel entonces, con lo que ha visto, sabe actualmente que el hombre-pez jamás la hubiera traicionado.
Da igual, olvídalo-. Cortó toda posible respuesta de su aliado y prosiguió: Mira, es él-.
Señaló con su dedo índice al peliblanco que los sacaría de allí un poco antes de acercarse, saliendo a continuación del gentío para reunirse de una vez por todas con el hombre de anoche. Titania no dejaba de mirarlo fijamente, como si buscara algo en su ser que confirmara su identificación a ojos suyos, y es que le parecía un poco distinta la presencia del tipo en ese momento con respecto a la de hace unas horas, pues entonces le había parecido alguien mucho más poderoso e interesante. Pero al final dedujo que seguramente esa impresión la tuvo por gracia de la oscuridad, que suele dar otro aspecto a los locos.
Como acordamos, aquí estoy-. La mujer se pronunció nada más estar a un par de metros del peliblanco.
Vamos, Lowell-. Dijo aquello cargando en su hombro izquierdo la bolsa del dinero.
Borró cualquier rastro de esa tonta mueca e instantes después se acercó al muchacho y lo ayudó con su otra extremidad, pues la mujer daba por supuesto que tendría dificultades para caminar ya que sus lesiones se centraban en las extremidades del pescado. Pasó uno de sus largos brazos azulados por sus hombros e hizo que el rubio apoyara parte de su peso sobre ella, consiguiendo de esta manera reducir el es esfuerzo máximo que suponía avanzar con las ya nombradas heridas. Todo con la idea de ir más rápidos, y es que a Titania no le hacía ninguna gracia quedarse por más tiempo en esa isla de serpientes.
¿Confías en mí, Lowell?- preguntó la ex prostituta a la vez que empezaba a divisar a Byakuro a lo lejos.
La pregunta en sí no iba con segundas, por más que lo pareciera, sino más bien con toda la sinceridad y curiosidad que pudiera llevar Titania dentro de su corazón. Y es que todavía le costaba aceptar que su vida hubiera cambiado tanto en tan escasos días. Le era extraño aquel sentimiento de compañerismo que le empezaba a resurgir desde anoche, como de igual manera el hecho de prestar algún tipo de ayuda sin esperar remuneración a cambio. En el mundo donde fue forjada todo tiene un precio, por más pequeño que sea el acto que se preste, todo y todos tienen un valor que alguien está dispuesto a pagar. Pero eso con Lowell no pasaba, y prueba de ello es que la rescató sin pedir nada más a cambio que un curioso favor. Sí, puede que le pidiera un favor difícil de rechazar, pero al fin y al cabo era una propuesta que ella podía declinar libremente y sin temor a represalias, puesto que aunque ella no lo supiera aquel entonces, con lo que ha visto, sabe actualmente que el hombre-pez jamás la hubiera traicionado.
Da igual, olvídalo-. Cortó toda posible respuesta de su aliado y prosiguió: Mira, es él-.
Señaló con su dedo índice al peliblanco que los sacaría de allí un poco antes de acercarse, saliendo a continuación del gentío para reunirse de una vez por todas con el hombre de anoche. Titania no dejaba de mirarlo fijamente, como si buscara algo en su ser que confirmara su identificación a ojos suyos, y es que le parecía un poco distinta la presencia del tipo en ese momento con respecto a la de hace unas horas, pues entonces le había parecido alguien mucho más poderoso e interesante. Pero al final dedujo que seguramente esa impresión la tuvo por gracia de la oscuridad, que suele dar otro aspecto a los locos.
Como acordamos, aquí estoy-. La mujer se pronunció nada más estar a un par de metros del peliblanco.
Lowell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquella noche no había podido dormir... Solté un suspiro que inundó la habitación de aquel grave sonido ya tan familiar, para levantarme de la cama con dolores por todo el cuerpo. Parecía haber dormido mal, pues sumado a las lesiones todo creaba un infierno que me decía de quedarme tumbado. Aún así, tenía que levantarme pues la hora de abandonar aquella sucia tierra llena de insectos que luchaban por su propia paz. Ésto me hizo esbozar una sonrisa en mi cara, aunque en mi cabeza hubiera tristes pensamientos sobre mi pasado. Otra mueca de felicidad inundó a mi cara, el doble de grande que la anterior, ya que quizá podría dejar un regalito antes de irme.
En ese momento, mi estado inundó de nuevo mi cabeza, nublando toda la felicidad que pudiera haber tenido de no haber estado así. Igualmente, aunque nos fuéramos en escasas horas, había que dejar bien hecha la casa ya que no era mía. Recogí toda la ropa desperdigada por mi habitación, tanto en armarios como en cómodas y otras zonas de la casa y las estuve doblando, cosa que duró un buen rato. Ya bien doblada y amontonada sobre la cama, cogí una nota en la cual escribí ''Haz lo que quieras'' y la pegué sobre la primera camisa que vi. Ahí iba toda mi ropa, excepto la ropa de diario que llevaba puesta y algún complemento para el frío. Hecho ésto, pasé a hacer lo mismo con Titania, hasta que caí que no tenía ropa excepto los dos conjuntos que trajo... Así, hice su cama que, como siempre, estaba deshecha e hice la mía después, para terminar dando un buen repaso a toda la casa que no le vino nada mal. Baños totalmente limpios y recogidos, mis pertenencias estaban concentradas en un punto, habitaciones impolutas... Tuve que tirar toda la comida, pues seguramente allí tuvieran y no quería hacer aún más carga innecesaria.
Con la casa entera recogida y en un estado perfectamente presentable, me empecé a preocupar de nuevo por mi mano, pues había estado haciendo casi todo con una mano, ya que la otra estaba rota. Me iba a dificultar el cocinar, hacer tareas... A menos que Titania pusiera de su parte, claro. Con ella fuera, subí a mi habitación y me tumbé en la cama, a la espera de que llegara y me dirigiera al misterioso y bondadoso hombre que la había ayudado y le había propuesto toda esta disparatada idea. Igualmente, en el momento en el que estaba no podría hacer demasiado, así que debía aceptar cualquier acto de mera ''caridad'' aunque no me gustara.
Aún en la cama, escuché la puerta del recibidor abrirse y unos pasos resonaron por las escaleras, haciéndome levantarme. Ya nos íbamos, al fin... La chica entró a la habitación y me miró, esbozando una casi inexistente sonrisa la cual no entendí, pero sonrisa al fin y al cabo. En ella parecía ser un tesoro difícil de encontrar, pues a duras penas había conseguido dos de ella. Me llamó la atención el saco que llevaba al hombro, pero recordé el momento en el que me lo mostró, desvaneciando cualquier duda en mi mente. Ante mi grata sorpresa, la chica me ayudó a llevar el paso, pasando mi brazo por su hombro y así minimizando el dolor provocado por los pasos. Salimos de casa al momento, no sin antes de que recogiera la carta que se ubicaba en el recibidor, aún sin abrir, y la guardara rápidamente en el bolsillo.
Salimos de casa a un paso no demasiado lento y, llegando al puerto, la chica me hizo una pregunta que despertó toda mi sorpresa en ella. Parecía ser una chica independiente, que podía defenderse sola y no le gustaba pedir ayuda a los demás, ni les importaba lo que pensaran de ella. Y aún así, me preguntaba sin confiaba en ella. Pensando en lo que había ocurrido últimamente, la entrada al putiblub y poner mi seguridad y salud en juego por ella, la respuesta estaba clara.
-Claro que s...
La chica me cortó con una indiferencia ya propia de ella, que ignoré como si fuera normal y me señaló a un hombre de pelos blancos y en punta... Me sonaba... Entrecerré un poco los ojos mientras me acercaba a él y pronto me di cuenta de quien era. Lo había conocido hace tiempo, proponiéndome el irme con ellos y teniendo una grata conversación que duró poco. Esbocé una sonrisa y adelanté el paso, haciendo que mi compañera también lo tuviera que hacer y alcanzáramos antes al chico. En cuanto estuve cerca, le tendí la mano con una sonrisa y me pronuncié con un tono amigable:
-Dije que nos íbamos a ver, aunque no esperaba que fuera de ésta manera. Ni en este aspecto tan lamentable, la verdad.
En ese momento, mi estado inundó de nuevo mi cabeza, nublando toda la felicidad que pudiera haber tenido de no haber estado así. Igualmente, aunque nos fuéramos en escasas horas, había que dejar bien hecha la casa ya que no era mía. Recogí toda la ropa desperdigada por mi habitación, tanto en armarios como en cómodas y otras zonas de la casa y las estuve doblando, cosa que duró un buen rato. Ya bien doblada y amontonada sobre la cama, cogí una nota en la cual escribí ''Haz lo que quieras'' y la pegué sobre la primera camisa que vi. Ahí iba toda mi ropa, excepto la ropa de diario que llevaba puesta y algún complemento para el frío. Hecho ésto, pasé a hacer lo mismo con Titania, hasta que caí que no tenía ropa excepto los dos conjuntos que trajo... Así, hice su cama que, como siempre, estaba deshecha e hice la mía después, para terminar dando un buen repaso a toda la casa que no le vino nada mal. Baños totalmente limpios y recogidos, mis pertenencias estaban concentradas en un punto, habitaciones impolutas... Tuve que tirar toda la comida, pues seguramente allí tuvieran y no quería hacer aún más carga innecesaria.
Con la casa entera recogida y en un estado perfectamente presentable, me empecé a preocupar de nuevo por mi mano, pues había estado haciendo casi todo con una mano, ya que la otra estaba rota. Me iba a dificultar el cocinar, hacer tareas... A menos que Titania pusiera de su parte, claro. Con ella fuera, subí a mi habitación y me tumbé en la cama, a la espera de que llegara y me dirigiera al misterioso y bondadoso hombre que la había ayudado y le había propuesto toda esta disparatada idea. Igualmente, en el momento en el que estaba no podría hacer demasiado, así que debía aceptar cualquier acto de mera ''caridad'' aunque no me gustara.
Aún en la cama, escuché la puerta del recibidor abrirse y unos pasos resonaron por las escaleras, haciéndome levantarme. Ya nos íbamos, al fin... La chica entró a la habitación y me miró, esbozando una casi inexistente sonrisa la cual no entendí, pero sonrisa al fin y al cabo. En ella parecía ser un tesoro difícil de encontrar, pues a duras penas había conseguido dos de ella. Me llamó la atención el saco que llevaba al hombro, pero recordé el momento en el que me lo mostró, desvaneciando cualquier duda en mi mente. Ante mi grata sorpresa, la chica me ayudó a llevar el paso, pasando mi brazo por su hombro y así minimizando el dolor provocado por los pasos. Salimos de casa al momento, no sin antes de que recogiera la carta que se ubicaba en el recibidor, aún sin abrir, y la guardara rápidamente en el bolsillo.
Salimos de casa a un paso no demasiado lento y, llegando al puerto, la chica me hizo una pregunta que despertó toda mi sorpresa en ella. Parecía ser una chica independiente, que podía defenderse sola y no le gustaba pedir ayuda a los demás, ni les importaba lo que pensaran de ella. Y aún así, me preguntaba sin confiaba en ella. Pensando en lo que había ocurrido últimamente, la entrada al putiblub y poner mi seguridad y salud en juego por ella, la respuesta estaba clara.
-Claro que s...
La chica me cortó con una indiferencia ya propia de ella, que ignoré como si fuera normal y me señaló a un hombre de pelos blancos y en punta... Me sonaba... Entrecerré un poco los ojos mientras me acercaba a él y pronto me di cuenta de quien era. Lo había conocido hace tiempo, proponiéndome el irme con ellos y teniendo una grata conversación que duró poco. Esbocé una sonrisa y adelanté el paso, haciendo que mi compañera también lo tuviera que hacer y alcanzáramos antes al chico. En cuanto estuve cerca, le tendí la mano con una sonrisa y me pronuncié con un tono amigable:
-Dije que nos íbamos a ver, aunque no esperaba que fuera de ésta manera. Ni en este aspecto tan lamentable, la verdad.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro se fijó en la belleza rubia, y en el hombre de pelo azul que la acompañaba. Le sonaba de algo. Trató de hacer memoria, y entonces se dio cuenta. En aquella misma isla, un tiempo atrás, cerca del cuartel de la marina.
- ¡Hostia, eres tú! -le señaló- ¡Pensé que te habías ido de aquí! -el cazador bajó de un salto al suelo-. Bueno... creo que me tranquiliza saber que el guardaespaldas de esta chica eres tú, y no un desconocido -el cazador bajó la mirada a la mano y los pies del gyojin-. Aunque la verdad es que parece que tú necesitas más protección que ella.
Encogiéndose de hombros, el peliblanco se dirigió a uno de los muelles principales, donde esperaba con su barco. Eran ya las once y cuarto, y dado que no saldrían hasta mediodía, no le parecía un mal plan tomarse algo antes de partir. Al lado del embarcadero había una pequeña taberna de puerto, llena de hombres rudos y de pescadores ancianos con la cara y las manos llenas de arrugas por el salitre y el viento marino.
- Bueno, el barco no saldrá hasta dentro de un rato... vamos a celebrar nuestro reencuentro, pescado-kun. -le dijo a Lowell con una sonrisa-. Por desgracia, Yoko no está aquí ahora, pero la pobre tenía sueño y no me apetecía despertarla, estaba demasiado mona durmiendo en su cama... -el cazador sonrió, mientras señalaba la taberna-. ¿Os apuntáis a una ronda? Invito yo.
- ¡Hostia, eres tú! -le señaló- ¡Pensé que te habías ido de aquí! -el cazador bajó de un salto al suelo-. Bueno... creo que me tranquiliza saber que el guardaespaldas de esta chica eres tú, y no un desconocido -el cazador bajó la mirada a la mano y los pies del gyojin-. Aunque la verdad es que parece que tú necesitas más protección que ella.
Encogiéndose de hombros, el peliblanco se dirigió a uno de los muelles principales, donde esperaba con su barco. Eran ya las once y cuarto, y dado que no saldrían hasta mediodía, no le parecía un mal plan tomarse algo antes de partir. Al lado del embarcadero había una pequeña taberna de puerto, llena de hombres rudos y de pescadores ancianos con la cara y las manos llenas de arrugas por el salitre y el viento marino.
- Bueno, el barco no saldrá hasta dentro de un rato... vamos a celebrar nuestro reencuentro, pescado-kun. -le dijo a Lowell con una sonrisa-. Por desgracia, Yoko no está aquí ahora, pero la pobre tenía sueño y no me apetecía despertarla, estaba demasiado mona durmiendo en su cama... -el cazador sonrió, mientras señalaba la taberna-. ¿Os apuntáis a una ronda? Invito yo.
Titania
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Todo parecía transcurrir según lo pensado por Titania hasta que, en un momento completamente inesperado, ambos hombres se pusieran a hablar como si fueran amigos de toda la vida. Como es lógico y normal, la rubia los miró extrañada a la vez que sorprendida por las múltiples conexiones podía tener la pegajosa amabilidad de Lowell. Desde luego que la muchacha no contaba con la amistad que tenían ambos sujetos, lo cual marcó mucho más su sorpresa con las siguientes frases de los dos estúpidos. Pero pese a la incomodidad visible que tenía como prenda la chica en esos momentos, decidió callar y dejar que hicieran ya que al fin y al cabo, todo aquello la beneficiaba en todos los sentidos. Bueno... le vino todo muy bien hasta que el peliblanco se le ocurrió ir a una taberna a tomar algo, pues al parecer todavía quedaba un rato largo para zarpar. Dadas las circunstancias de la ella misma, decidió negarse. No le parecía ni de lejos una buena idea ir a un sitio lleno de gente, donde era muy probable que otro matón estuviera allí bebiendo antes de irse a por ella horas después. Titania no pensaba facilitar que la pillaran, no otra vez.
Yo no voy-. Dijo quedándose parada, mirando de reojo la taberna. ¿Es que lo habéis olvidado?-.
Con esa pregunta dejó claro el motivo de su negación. La rubia esperaba que ambos hombres entendieran lo que suponía para ella entrar en un sitio así, pues era su vida la que corría peligro y no la de ellos. Aunque ella también viera que los dos la ayudarían en el supuesto caso que la atacaran allí dentro, pero la muchacha prefería prevenir. Además, con el estado de Lowell no es que pudieran hacer mucho tampoco.
Prefiero evitar los sitios así-. Pronunciaba aquello a la vez que soltaba a Lowell. Si eso, id vosotros solos-.
Pero nada más fue soltar al hombre-pez, cuando notó de pronto una fuerza tremenda agarrarla por detrás y alejarla unos cinco metros de sus aliados a una velocidad tremenda. Las poderosas extremidades que la sujetaban por el cuello y vientre eran tales, que Titania se había quedado sin oportunidad de respuesta alguna en los segundos posteriores por la falta de fuerza y aire. Pero aquello no fue lo más peliagudo del asunto puesto que, del bar marítimo donde pensaban tomar algo, surgieron una docena de tipos desenfundado sus espadas y sonriendo asquerosamente victoriosos.
Iros de aquí, no os queremos a vosotros desgraciados-.
Un tipo de aspecto tenebroso hablaba en nombre del grupo que, acercándose más y más a ellos, no parecían tener mucha paciencia con respecto a obtener sus peticiones cumplidas. En total los agresores del trío eran catorce, contando al gilipollas de la cara marcada y el tatuaje en la calva y al que mantenía presa a Titania. Y por si fuera poco, progresivamente los iban rodeando a vista nula de los viandantes que salían huyendo del lugar. Todo hacía pensar que se trataban de nakamas del estúpido asesino de anoche, el que mató a Verenice delante de la rubia y casi consigue asesinar a ésta última.
Yo no voy-. Dijo quedándose parada, mirando de reojo la taberna. ¿Es que lo habéis olvidado?-.
Con esa pregunta dejó claro el motivo de su negación. La rubia esperaba que ambos hombres entendieran lo que suponía para ella entrar en un sitio así, pues era su vida la que corría peligro y no la de ellos. Aunque ella también viera que los dos la ayudarían en el supuesto caso que la atacaran allí dentro, pero la muchacha prefería prevenir. Además, con el estado de Lowell no es que pudieran hacer mucho tampoco.
Prefiero evitar los sitios así-. Pronunciaba aquello a la vez que soltaba a Lowell. Si eso, id vosotros solos-.
Pero nada más fue soltar al hombre-pez, cuando notó de pronto una fuerza tremenda agarrarla por detrás y alejarla unos cinco metros de sus aliados a una velocidad tremenda. Las poderosas extremidades que la sujetaban por el cuello y vientre eran tales, que Titania se había quedado sin oportunidad de respuesta alguna en los segundos posteriores por la falta de fuerza y aire. Pero aquello no fue lo más peliagudo del asunto puesto que, del bar marítimo donde pensaban tomar algo, surgieron una docena de tipos desenfundado sus espadas y sonriendo asquerosamente victoriosos.
Iros de aquí, no os queremos a vosotros desgraciados-.
Un tipo de aspecto tenebroso hablaba en nombre del grupo que, acercándose más y más a ellos, no parecían tener mucha paciencia con respecto a obtener sus peticiones cumplidas. En total los agresores del trío eran catorce, contando al gilipollas de la cara marcada y el tatuaje en la calva y al que mantenía presa a Titania. Y por si fuera poco, progresivamente los iban rodeando a vista nula de los viandantes que salían huyendo del lugar. Todo hacía pensar que se trataban de nakamas del estúpido asesino de anoche, el que mató a Verenice delante de la rubia y casi consigue asesinar a ésta última.
Lowell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El peliblanco preguntó sobre ir a una taberna a tomar algo, para celebrarlo y tal. Pero, simplemente, era el momento menos apropiado para hacer ésto, pues queríamos salir cuanto antes de la isla. Iba a decirlo yo mismo, mas Titania se me adelantó y le dejó claro lo que ocurría a Byakuro. Además, la chica me soltó cuando siguió soltando negaciones, para ver como, ante mi cara de sorpresa un hombre se la llevaba, casi ahorcada por su brazo, lejos de mí. Además, para más regocijo, bastantes hombres de aspecto dudoso salieron del bar al que íbamos a entrar, espada en mano y sonrisa en cara. Nunca había sido de mucho pensar y darle vueltas a las cosas. Lo único que pasaba por mi mente en ese preciso momento era que me quería ir de allí y como íbamos a cargarnos a los tíos. Además, seguramente Titania quisiera tener unas palabritas con el que parecía el cabecilla del grupo o el tonto que la había ''secuestrado''.
-Al que retiene a Titania y al gilipollas que habla no los toques, que quiero decirles una cositas.
Desenvainé la espada pesada con la mano derecha, pues tampoco es que en mi estado actual tuviera mucha más opción. Esbocé una pequeña sonrisa por la emoción del momento y miré la situación actual. Los súbditos se centraban en el pequeño humano con pinta débil, mientras que pocos se atrevían a acercarse a la posición del gigante. Unos cuatro o cinco se acercaban a mí, los cuales me quité rápidamente de una gran estocada y me acerqué, a paso lento pues de otra manera me jodería los pies, al chico que cogía a Titania. Mi sonrisa aumentó, ocupando casi toda mi cara y mostrando los afilados dientes. Más que por emoción, era ya para asustar al enemigo. Un enemigo que no puede mantener la calma ante el peligro es alguien ya derrotado, sin fuerzas para pelear.
Envainé la espada pesada mientras caminaba y desenvainé la ligera, pues de otra manera lo que pasaba por mi mente sería imposible. El enemigo, con las manos ya temblorosas, soltaba tontas amenazas sobre lo que haría si seguía acercándome. Tristemente, ya me había ocurrido más veces, y una mano que tiembla no es capaz de asesinar. Solamente hizo falta colocar el filo de la espada en su cuello para que diera unos pasos para atrás y trastabillara, soltando a Titania de mala manera, a la cual cogí de la mano para que no cayera al suelo. Luego, clavé la espada al lado del hombre, a la altura de la cintura para que no se moviera y me puse de cuclillas, poniendo la mano en su pecho y pegándolo al suelo con una sonrisa:
-Te tengo. - Dando énfasis y separando las dos últimas sílabas.
-Al que retiene a Titania y al gilipollas que habla no los toques, que quiero decirles una cositas.
Desenvainé la espada pesada con la mano derecha, pues tampoco es que en mi estado actual tuviera mucha más opción. Esbocé una pequeña sonrisa por la emoción del momento y miré la situación actual. Los súbditos se centraban en el pequeño humano con pinta débil, mientras que pocos se atrevían a acercarse a la posición del gigante. Unos cuatro o cinco se acercaban a mí, los cuales me quité rápidamente de una gran estocada y me acerqué, a paso lento pues de otra manera me jodería los pies, al chico que cogía a Titania. Mi sonrisa aumentó, ocupando casi toda mi cara y mostrando los afilados dientes. Más que por emoción, era ya para asustar al enemigo. Un enemigo que no puede mantener la calma ante el peligro es alguien ya derrotado, sin fuerzas para pelear.
Envainé la espada pesada mientras caminaba y desenvainé la ligera, pues de otra manera lo que pasaba por mi mente sería imposible. El enemigo, con las manos ya temblorosas, soltaba tontas amenazas sobre lo que haría si seguía acercándome. Tristemente, ya me había ocurrido más veces, y una mano que tiembla no es capaz de asesinar. Solamente hizo falta colocar el filo de la espada en su cuello para que diera unos pasos para atrás y trastabillara, soltando a Titania de mala manera, a la cual cogí de la mano para que no cayera al suelo. Luego, clavé la espada al lado del hombre, a la altura de la cintura para que no se moviera y me puse de cuclillas, poniendo la mano en su pecho y pegándolo al suelo con una sonrisa:
-Te tengo. - Dando énfasis y separando las dos últimas sílabas.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro suspiró cuando ocho de los hombres se acercaron a él con intenciones hostiles.
- Ocho contra uno... Me parece muy bonito... -murmura, mientras prepara su bastón para la pelea. Pese a que podría simplemente derrotarlos, decidió que podría ser más interesante ver de lo que eran capaces aquellos matones de pueblo-. Una lástima que estéis en desventaja.
El primero de ellos se lanzó, armado con un sable corto trató de lanzar un tajo horizontal, que el chico detuvo sin mucho esfuerzo con su bastón, desviando el arma, que acabó chocando contra los adoquines con un ruido metálico. Otros dos se lanzaron de frente en ese momento, y el cazador evitó sus ataques por instinto, haciéndose a un lado, mientras lanzaba tres rápidos puñetazos a la entrepierna de uno de ellos, que se derrumbó. Otro lanzó una especie de cadena de hierro alrededor del cuello del chico, que se llevó las manos a la garganta, mientras dos más le pateaban el pecho endurecido con haki armadura, por lo que apenas le parecían toquecitos.
- Bueno, empezáis a hartarme. -el cuello del chico se volvió tinta, haciendo que la cadena se soltase y se escurriese a través del líquido negruzco.
El cazador se levantó y miró con el ceño fruncido a los hombres que lo rodeaban, cuando tres espadas le atravesaron el pecho. Su rostro no cambió lo más mínimo, y miró a los hombres, que parecían aterrados. Una sonrisa divertida se dibujó en su cara:
- ¿Ya está? ¿Os habéis divertido? -un golpe de presencia llenó el lugar, afectando a todos los hombres que lo rodeaban. Evitó impactar en Lowell y Titania, pero ninguno de los matones iba a escapar de aquel aura de poder.
Casi al instante, los hombres se derrumbaron sobre sí mismos, con los ojos en blanco y soltando espumarajos por la boca. Byakuro se acercó a Lowell y le miró con una sonrisa divertida. Entonces se dio cuenta de una cosa. El que parecía el jefe de los matones no estaba tirado en el suelo, sino que permanecía temblando, pero consciente. Era un tipo duro, sin duda.
- Bien, ¿quién os envía? -preguntó el cazador, mientras preparaba su arma por si acaso aquel tipo intentaba algo.
- Ocho contra uno... Me parece muy bonito... -murmura, mientras prepara su bastón para la pelea. Pese a que podría simplemente derrotarlos, decidió que podría ser más interesante ver de lo que eran capaces aquellos matones de pueblo-. Una lástima que estéis en desventaja.
El primero de ellos se lanzó, armado con un sable corto trató de lanzar un tajo horizontal, que el chico detuvo sin mucho esfuerzo con su bastón, desviando el arma, que acabó chocando contra los adoquines con un ruido metálico. Otros dos se lanzaron de frente en ese momento, y el cazador evitó sus ataques por instinto, haciéndose a un lado, mientras lanzaba tres rápidos puñetazos a la entrepierna de uno de ellos, que se derrumbó. Otro lanzó una especie de cadena de hierro alrededor del cuello del chico, que se llevó las manos a la garganta, mientras dos más le pateaban el pecho endurecido con haki armadura, por lo que apenas le parecían toquecitos.
- Bueno, empezáis a hartarme. -el cuello del chico se volvió tinta, haciendo que la cadena se soltase y se escurriese a través del líquido negruzco.
El cazador se levantó y miró con el ceño fruncido a los hombres que lo rodeaban, cuando tres espadas le atravesaron el pecho. Su rostro no cambió lo más mínimo, y miró a los hombres, que parecían aterrados. Una sonrisa divertida se dibujó en su cara:
- ¿Ya está? ¿Os habéis divertido? -un golpe de presencia llenó el lugar, afectando a todos los hombres que lo rodeaban. Evitó impactar en Lowell y Titania, pero ninguno de los matones iba a escapar de aquel aura de poder.
Casi al instante, los hombres se derrumbaron sobre sí mismos, con los ojos en blanco y soltando espumarajos por la boca. Byakuro se acercó a Lowell y le miró con una sonrisa divertida. Entonces se dio cuenta de una cosa. El que parecía el jefe de los matones no estaba tirado en el suelo, sino que permanecía temblando, pero consciente. Era un tipo duro, sin duda.
- Bien, ¿quién os envía? -preguntó el cazador, mientras preparaba su arma por si acaso aquel tipo intentaba algo.
Titania
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El aire, escaso para la rubia en esos momentos, se convertía en una cálida brisa marina para bailar y acariciar los cuerpos de Byakyro y Lowell mientras, divirtiéndose parece, eliminaban en masa a los enemigos que los rodeaban. Esto no extrañó para nada a Titania, aunque sí la manera en que lo hicieron. El hombre de cabellos dorados que poseía como aliado demostró, una vez más, que no le gusta irse con chiquitas y que prefiere claramente la eficacia y rapidez a la elegancia. Por otro lado, el peliblanco y nuevo "compañero" de la ex prostituta, jugueteaba cruelmente con los ratones de sus rivales, haciendo uso de una increíble habilidad que llamó poderosamente la atención de la muchacha, que aún ahogada observó lo fácil que dejó inconscientes a los enemigos una extraña aura emanada desde el cuerpo del nuevo sujeto.
Tosiendo pero ya libre de todo agarre, y arrodillada en el suelo intentando recuperar algo de aire, la mujer procuraba recuperarse rápidamente e irse directa a por el hijo de puta que había intentado asesinar su libertad una vez más. Y es que sí, esos dos se conocían de tiempo atrás; pero esta vez iba a ser diferente.
Se llama... Akiyoshi Fujiwara-. Tosió una vez más y prosiguió, poniéndose en pie de nuevo aunque con alguna que otra dificultad. Es el primo de Tamao Fujiwara, el capullo que me quiere capturar-. Se acercó al idiota asustado y lo miró fijamente a los ojos. Este imbécil es su mano derecha en esta pútrida isla-. Acto seguido de pronunciar aquello le puso su fina mano en el cuello y empezó a apretar, poco a poco le iba quitando el aire sin que éste pudiera hacer nada al respecto. Tengo un mensaje para Tamao. Fíjate bien en ese idiota, al que mandaste que me sujetara-. Lo soltó y tomó rumbo hasta el inconsciente desgraciado.
Cuando estuvo lo más cerca posible del cuerpo desmayado, le dio una patada para que se girara y pusiera boca abajo. Instantes después se sentó en la espalda de la víctima, y comenzó a realizar el mensaje para el cazador que la asechaba desde la muerte de Madame Mei. Aunque antes ordenó a la cucaracha que la mirara atentamente, puesto que ella no quería que el inútil perdiera detalle alguno de sus acciones.
Lo siguiente que podemos ver es como Titania agarra la pierna del desafortunado sicario y, con movimiento veloz, le disloca la rodilla con ayuda de sus dos manos. Como es lógico, el tipo se despierta a gritos. Pero ahí no acaba la cosa, pues antes de que pudiera hacer fuerza o algo procede a hacer lo mismo con la otra extremidad inferior, acabando con toda la movilidad del hombre en cuestión de diez segundos aproximadamente. Una vez terminó con sus piernas, la rubia se levantó y dejó que su presa se arrastrara vilmente por el suelo. Pero no había hecho más que empezar. Aún habían huesos que dislocar o romper.
Caminó tranquila y elegantemente hasta colocarse al lado del gilipollas que la había estado ahogando instantes antes y, aprovechando el hecho que él mismo se había situado enfrente mismo de la escoria que era Akiyoshi, tomó la decisión de darle una visión panorámica y en primeras vista de su mensaje. Sujetó el brazo del dolorido tipo y lo giró hacia la derecha, estirando sus músculos y tendones lo máximo que podían, haciéndolo gritar como una perra momentos antes de acabar con un movimiento seco que hizo rugir los huesos de todo el brazo, capturando para la memoria de todos los presentes el sonido inconfundible de numerosas articulaciones dislocándose al mismo tiempo. Después, y soltando primero la inerte extremidad del gusano que usaba como muestra y prueba, cogió la otra y repitió la jugada. Todo, cómo no, con una sonrisa macabra en el rostro de Titania que iba a modo de prueba que lo hacia conscientemente.
¿Lo ves?- preguntó retóricamente la mujer de cabellos dorados.
Acto seguido a ello Titania asestó la ruptura final al cuerpo de su pobre víctima, pues colocó cuidadosamente su pie en la espalda del tipo y comenzó a hacer presión en un punto muy concreto. En seguida se pudo oír como las vertebras se iban rompiendo o dislocando, dependiendo de la distancia en la que estaban del punto de presión que mantenía la rubia con su pie, para finalizar con un "Crack" generalizado que terminó con la vida del agonizante cuerpo y, por edén, del mensaje en cuestión.
Ahora vete con Tamao y dile que, cueste lo que me cueste, le haré lo mismo si sigue intentado atraparme-.
Y, normalmente, la cosa hubiera acabado ahí, pero en esa ocasión Titania quería dejar clara de una vez por todas que no era la misma de hace unos días, cuando Lowell la encontró totalmente sometida a la dictadura de una mujer sin escrúpulos. Y antes que pudiera irse el gilipollas del ahora mensajero, corrió hasta él y saltó con las manos por delante, cayendo delante del desgraciado a la vez que hundía sus pulgares en las cuencas oculares, consiguiendo explotar los globos visuales y propiciar una dolorosa pero rápida huida del fracaso Fujiwara. Luego la mujer sencillamente se limpió con su camiseta la sangre de sus dedos y, con un rostro nuevamente ajeno a toda emoción, les preguntó si podían irse ya a sus nuevos aliados. Ansiaba salir ya para comenzar de una vez por todas la aventura que Lowell le había comentado.
¿Nos podemos ir ya?-. Comenzó a avanzar hacia el braco que, supuestamente, era de Byakuro.
Con todo este lío y contratiempo quedaban muchas cosas que hacer, como por ejemplo cambiar las vendas a Lowell dado que deben haberse aflojado por el movimiento de antes con la espada, y obviamente, anotarse las habilidades que su peliblanco y nuevo compañero había mostrado apenas instantes antes, ya que nunca sobre anotar toda la información posible de todos aquellos que la rodean.
Tosiendo pero ya libre de todo agarre, y arrodillada en el suelo intentando recuperar algo de aire, la mujer procuraba recuperarse rápidamente e irse directa a por el hijo de puta que había intentado asesinar su libertad una vez más. Y es que sí, esos dos se conocían de tiempo atrás; pero esta vez iba a ser diferente.
Se llama... Akiyoshi Fujiwara-. Tosió una vez más y prosiguió, poniéndose en pie de nuevo aunque con alguna que otra dificultad. Es el primo de Tamao Fujiwara, el capullo que me quiere capturar-. Se acercó al idiota asustado y lo miró fijamente a los ojos. Este imbécil es su mano derecha en esta pútrida isla-. Acto seguido de pronunciar aquello le puso su fina mano en el cuello y empezó a apretar, poco a poco le iba quitando el aire sin que éste pudiera hacer nada al respecto. Tengo un mensaje para Tamao. Fíjate bien en ese idiota, al que mandaste que me sujetara-. Lo soltó y tomó rumbo hasta el inconsciente desgraciado.
Cuando estuvo lo más cerca posible del cuerpo desmayado, le dio una patada para que se girara y pusiera boca abajo. Instantes después se sentó en la espalda de la víctima, y comenzó a realizar el mensaje para el cazador que la asechaba desde la muerte de Madame Mei. Aunque antes ordenó a la cucaracha que la mirara atentamente, puesto que ella no quería que el inútil perdiera detalle alguno de sus acciones.
Lo siguiente que podemos ver es como Titania agarra la pierna del desafortunado sicario y, con movimiento veloz, le disloca la rodilla con ayuda de sus dos manos. Como es lógico, el tipo se despierta a gritos. Pero ahí no acaba la cosa, pues antes de que pudiera hacer fuerza o algo procede a hacer lo mismo con la otra extremidad inferior, acabando con toda la movilidad del hombre en cuestión de diez segundos aproximadamente. Una vez terminó con sus piernas, la rubia se levantó y dejó que su presa se arrastrara vilmente por el suelo. Pero no había hecho más que empezar. Aún habían huesos que dislocar o romper.
Caminó tranquila y elegantemente hasta colocarse al lado del gilipollas que la había estado ahogando instantes antes y, aprovechando el hecho que él mismo se había situado enfrente mismo de la escoria que era Akiyoshi, tomó la decisión de darle una visión panorámica y en primeras vista de su mensaje. Sujetó el brazo del dolorido tipo y lo giró hacia la derecha, estirando sus músculos y tendones lo máximo que podían, haciéndolo gritar como una perra momentos antes de acabar con un movimiento seco que hizo rugir los huesos de todo el brazo, capturando para la memoria de todos los presentes el sonido inconfundible de numerosas articulaciones dislocándose al mismo tiempo. Después, y soltando primero la inerte extremidad del gusano que usaba como muestra y prueba, cogió la otra y repitió la jugada. Todo, cómo no, con una sonrisa macabra en el rostro de Titania que iba a modo de prueba que lo hacia conscientemente.
¿Lo ves?- preguntó retóricamente la mujer de cabellos dorados.
Acto seguido a ello Titania asestó la ruptura final al cuerpo de su pobre víctima, pues colocó cuidadosamente su pie en la espalda del tipo y comenzó a hacer presión en un punto muy concreto. En seguida se pudo oír como las vertebras se iban rompiendo o dislocando, dependiendo de la distancia en la que estaban del punto de presión que mantenía la rubia con su pie, para finalizar con un "Crack" generalizado que terminó con la vida del agonizante cuerpo y, por edén, del mensaje en cuestión.
Ahora vete con Tamao y dile que, cueste lo que me cueste, le haré lo mismo si sigue intentado atraparme-.
Y, normalmente, la cosa hubiera acabado ahí, pero en esa ocasión Titania quería dejar clara de una vez por todas que no era la misma de hace unos días, cuando Lowell la encontró totalmente sometida a la dictadura de una mujer sin escrúpulos. Y antes que pudiera irse el gilipollas del ahora mensajero, corrió hasta él y saltó con las manos por delante, cayendo delante del desgraciado a la vez que hundía sus pulgares en las cuencas oculares, consiguiendo explotar los globos visuales y propiciar una dolorosa pero rápida huida del fracaso Fujiwara. Luego la mujer sencillamente se limpió con su camiseta la sangre de sus dedos y, con un rostro nuevamente ajeno a toda emoción, les preguntó si podían irse ya a sus nuevos aliados. Ansiaba salir ya para comenzar de una vez por todas la aventura que Lowell le había comentado.
¿Nos podemos ir ya?-. Comenzó a avanzar hacia el braco que, supuestamente, era de Byakuro.
Con todo este lío y contratiempo quedaban muchas cosas que hacer, como por ejemplo cambiar las vendas a Lowell dado que deben haberse aflojado por el movimiento de antes con la espada, y obviamente, anotarse las habilidades que su peliblanco y nuevo compañero había mostrado apenas instantes antes, ya que nunca sobre anotar toda la información posible de todos aquellos que la rodean.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.