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Gareth Silverwing
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-Te lo dije...- Dijo Zinogre en mi cabeza.
La verdad es que había sido bastante descuidado y estúpido. Era la última vez que obedecía una orden de Al sin rechistar, aunque la verdad la tentación del caballito me pudo en ese momento. Al ponerme en su espalda seguramente se lo tomó a mal, como para no hacerlo, tirándome al suelo de espaldas. Bastaba con que dijera que le molestaba, al fin y al cabo era un civil, podía ser indulgente con él. Estaba apunto de dejar pasar la humillación de que me tirase de su espalda y cayese de culo sobre el suelo cuando de pronto me lanzó su peine tal y como hizo con Jack. Bueno, no exactamente como hizo con él, en este caso noté algo distinto, pude ver mientras estaba en el suelo con el culo dolorido (que mal suena eso) como este peine venía directo a mi pecho con mucha más fuerza, cortaba el aire a su paso y algo más... ¿Acaso era posible que semejante idiota pudiera...?
Cuando el peine llegó a mi el impacto hizo que se levantada toda la arena a mi alrededor, ocultándome de la vista del resto de mi escuadrón. Aunque no me vieran me conocían y seguro que sabrían que un ataque como ese no era suficiente para acabar conmigo. No les iba a decepcionar, era la primera vez que lo mostraba, es más este reto era perfecto para mostrar mis habilidades y el fruto de mi entrenamiento.
-Te dije que era fuerte- Me insistió Zinogre, casi regañándome por mi temeridad.
-Cállate, si te hubiese hecho caso nunca hubiese tenido la oportunidad de desahogarme.- Le contesté, ésta vez en voz alta mientras me incorporaba y retiraba el antebrazo de delante de mi pecho.
Me había dado tiempo a activar mi Knight Armor, por lo menos en mi brazo izquierdo, generando una serie de placas de hielo superpuestas y endurecidas con mi haki de armadura. El peine se encontraba clavado en estas placas y notaba el brazo entumecido por el impacto, si me llega a alcanzar puede que me hubiese roto bastantes costillas, o incluso algo peor. Saqué el peine con la otra mano y lo usé para recuperar mi peinado normal mientras terminaba de recubrir mi cuerpo con el Knight Armor. Acto seguido me guardé el peine en un bolsillo, y llevé mi mano derecha al colgante de mi pecho. Éste se soltó de la cuerda y se envolvió en una luz de color carmesí, un par de segundos después se transformó en un glaive del mismo color, de unos dos metros, su hoja tenía formas angulosas y espirales acabando en dos puntas gemelas y, a los lados, se formaban dos cuchillas de aspecto cristalino. Sacudí el arma hacia un lado para apartar el polvo que me tapaba, revelando mi aspecto. Ahora me alzaba ante aquel extraño rubio, una armadura de placas de hielo cubría parcialmente mi cuerpo, sus placas parecían flotar a escasos centímetros sobre mi piel dándole un aspecto etéreo y, en mi mano derecha, estaba Zinogre, listo para el combate.
- Dejádmelo a mí, vosotros continuad, la misión es más importante. Os alcanzaré más tarde... subido en su espalda.- Les dije antes de lanzarme al ataque.
Salté de frente hacia el rubio, blandiendo mi glaive y trazando un corte circular hacia abajo, al mismo tiempo imbuí el arma en una energía rojiza, nada más dar el golpe, ésta saldría disparada en su dirección generando una réplica menos potente de mi ataque. Era hora de comprobar de qué estaba hecho ese grandullón.
La verdad es que había sido bastante descuidado y estúpido. Era la última vez que obedecía una orden de Al sin rechistar, aunque la verdad la tentación del caballito me pudo en ese momento. Al ponerme en su espalda seguramente se lo tomó a mal, como para no hacerlo, tirándome al suelo de espaldas. Bastaba con que dijera que le molestaba, al fin y al cabo era un civil, podía ser indulgente con él. Estaba apunto de dejar pasar la humillación de que me tirase de su espalda y cayese de culo sobre el suelo cuando de pronto me lanzó su peine tal y como hizo con Jack. Bueno, no exactamente como hizo con él, en este caso noté algo distinto, pude ver mientras estaba en el suelo con el culo dolorido (que mal suena eso) como este peine venía directo a mi pecho con mucha más fuerza, cortaba el aire a su paso y algo más... ¿Acaso era posible que semejante idiota pudiera...?
Cuando el peine llegó a mi el impacto hizo que se levantada toda la arena a mi alrededor, ocultándome de la vista del resto de mi escuadrón. Aunque no me vieran me conocían y seguro que sabrían que un ataque como ese no era suficiente para acabar conmigo. No les iba a decepcionar, era la primera vez que lo mostraba, es más este reto era perfecto para mostrar mis habilidades y el fruto de mi entrenamiento.
-Te dije que era fuerte- Me insistió Zinogre, casi regañándome por mi temeridad.
-Cállate, si te hubiese hecho caso nunca hubiese tenido la oportunidad de desahogarme.- Le contesté, ésta vez en voz alta mientras me incorporaba y retiraba el antebrazo de delante de mi pecho.
Me había dado tiempo a activar mi Knight Armor, por lo menos en mi brazo izquierdo, generando una serie de placas de hielo superpuestas y endurecidas con mi haki de armadura. El peine se encontraba clavado en estas placas y notaba el brazo entumecido por el impacto, si me llega a alcanzar puede que me hubiese roto bastantes costillas, o incluso algo peor. Saqué el peine con la otra mano y lo usé para recuperar mi peinado normal mientras terminaba de recubrir mi cuerpo con el Knight Armor. Acto seguido me guardé el peine en un bolsillo, y llevé mi mano derecha al colgante de mi pecho. Éste se soltó de la cuerda y se envolvió en una luz de color carmesí, un par de segundos después se transformó en un glaive del mismo color, de unos dos metros, su hoja tenía formas angulosas y espirales acabando en dos puntas gemelas y, a los lados, se formaban dos cuchillas de aspecto cristalino. Sacudí el arma hacia un lado para apartar el polvo que me tapaba, revelando mi aspecto. Ahora me alzaba ante aquel extraño rubio, una armadura de placas de hielo cubría parcialmente mi cuerpo, sus placas parecían flotar a escasos centímetros sobre mi piel dándole un aspecto etéreo y, en mi mano derecha, estaba Zinogre, listo para el combate.
- Dejádmelo a mí, vosotros continuad, la misión es más importante. Os alcanzaré más tarde... subido en su espalda.- Les dije antes de lanzarme al ataque.
Salté de frente hacia el rubio, blandiendo mi glaive y trazando un corte circular hacia abajo, al mismo tiempo imbuí el arma en una energía rojiza, nada más dar el golpe, ésta saldría disparada en su dirección generando una réplica menos potente de mi ataque. Era hora de comprobar de qué estaba hecho ese grandullón.
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Pudo observar cómo Arthur caía del tal Johnny, que le lanzó su peine tal como había hecho con Jack, sólo que con mucho mayor poder, haciendo que su colega debiera defenderse con todo lo que tenía para evitar recibir daños. Allí, tirado en el suelo casi le daba pena, aunque era Arthur. En realidad podía no darle ninguna lástima, ya que era el tipo que lo saludaba a machetazos, pero no podía evitar sentir cierta lástima ya que en el fondo casi le caía bien, y además había cumplido su orden pese a las consecuencias ocasionadas. Debería encontrar la manera de, de algún modo, devolverle el favor. Aunque qué favor, si era una orden. La cumplía y punto.
Escuchar su voz embutido en una armadura de hielo pidiendo que se retiraran le sacó una sonrisa. En su brigada no se abandonaban hombres, aunque prometieran llegar montados sobre la espalda de su rival un rato después. Dejarlo luchar solo era contraproducente para la misión, y aunque el soldado era prometedor, como demostró en el torneo, sus órdenes era llegar juntos. "Sólo se deja atrás a los caídos", sonó en su mente, como la vieja enseñanza del sargento de instrucción del South Blue. Y pensaba cumplir con aquello.
-No, Arthur- dijo, con una sonrisa, mientras su mano derecha soltaba a Kujaku y su espada buena salía en un casi imperceptible movimiento para colocarse en la mano izquierda del espadachín. Fuego Helado, negra como la Sombra ardiendo en llamas tan oscuras como la noche-. Todos juntos, como un equipo.
Sus brazos tomaron un color azabache, y dos alas surgieron al tiempo que toda la humedad a cincuenta metros a la redonda, congelando el suelo en ese mismo radio. Las llamas derretían los copos que caían sobre ella, y se congelaban de nuevo al desprenderse como lágrimas de su punta. Era el momento:
-Gulo Negro- sonó un estruendo invernal cuando salió, y una masa negra surgió de la punta de su espada. Lo que nadie vería sería el carámbano que había generado en su interior, creciendo a cada instante hasta que, cuando se lanzara contra Johny a darle un zarpazo, se expandiría hasta formar una prisión helada sobre él. Y la cosa no terminaba ahí, ya que el hielo trataría de introducirse en su cuerpo, tanto sólido como siendo polvo, para anularlo completamente.
Clavó el arma en el suelo y observó la situación.
-A muerte.
Una sonrisa surgía de su rostro mientras su mirada trataba de dejar las órbitas vacías. Unas venas negras recorrían su cuerpo, y las alas extendidas le daban una imagen endemoniada. Habían despertado su sed de sangrre.
Escuchar su voz embutido en una armadura de hielo pidiendo que se retiraran le sacó una sonrisa. En su brigada no se abandonaban hombres, aunque prometieran llegar montados sobre la espalda de su rival un rato después. Dejarlo luchar solo era contraproducente para la misión, y aunque el soldado era prometedor, como demostró en el torneo, sus órdenes era llegar juntos. "Sólo se deja atrás a los caídos", sonó en su mente, como la vieja enseñanza del sargento de instrucción del South Blue. Y pensaba cumplir con aquello.
-No, Arthur- dijo, con una sonrisa, mientras su mano derecha soltaba a Kujaku y su espada buena salía en un casi imperceptible movimiento para colocarse en la mano izquierda del espadachín. Fuego Helado, negra como la Sombra ardiendo en llamas tan oscuras como la noche-. Todos juntos, como un equipo.
Sus brazos tomaron un color azabache, y dos alas surgieron al tiempo que toda la humedad a cincuenta metros a la redonda, congelando el suelo en ese mismo radio. Las llamas derretían los copos que caían sobre ella, y se congelaban de nuevo al desprenderse como lágrimas de su punta. Era el momento:
-Gulo Negro- sonó un estruendo invernal cuando salió, y una masa negra surgió de la punta de su espada. Lo que nadie vería sería el carámbano que había generado en su interior, creciendo a cada instante hasta que, cuando se lanzara contra Johny a darle un zarpazo, se expandiría hasta formar una prisión helada sobre él. Y la cosa no terminaba ahí, ya que el hielo trataría de introducirse en su cuerpo, tanto sólido como siendo polvo, para anularlo completamente.
Clavó el arma en el suelo y observó la situación.
-A muerte.
Una sonrisa surgía de su rostro mientras su mirada trataba de dejar las órbitas vacías. Unas venas negras recorrían su cuerpo, y las alas extendidas le daban una imagen endemoniada. Habían despertado su sed de sangrre.
Sasaki
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Cuando volví a mirar la escena que prometía ser bizarra, descubrí que no fue así ya que pude ver en el suelo al pobre Arthur, y evidentemente no parecía haberle gustado aquel castigo impuesto por Al, el hombre del tupé se giró y le lanzó el peine como había hecho conmigo, sin embargo, lo que sucedió no fue lo mismo, pues el hombre debió de utilizar algo ya que Arthur quedó a nuestra vista enterrado en la arena por el poder del golpe.
Me puse en guardia pues parecía que al final combatiríamos contra el extraño individuo, y mientras observaba lo que le había sucedido a mi compañero comencé a esparcir azúcar por el suelo y a mezclarla con la arena que en él había, lo hacía de una forma disimulada como si no estuviese haciendo nada. Por otra parte, Arthur parecía haber salido ileso del devastador golpe del peine, y tenía delante como pequeñas placas de lo que parecía hielo que habían frenado el impacto, se levantó mascullando algo dirigido a alguien, aunque por el contexto no era yo y no sabía a quién.
Arthur pidió que le dejásemos al tipo a él y que nosotros continuásemos con la misión, pero Al como líder del grupo se negó a esa petición y pidió que luchásemos como a un equipo. y como no podía ser de otra forma, comenzó atacando con un gulo de color negro que salió de la punta de una de sus espadas, parecía el momento adecuado para comenzar a ayudar, levanté el brazo para recoger una de las pistolas que tenía y a la vez el azúcar que había dejado esparcido por el suelo se movió con gran velocidad hasta colocarse debajo del sujeto y una vez llegó ascendió para intentar inmovilizarlo las piernas hasta la cintura, si funcionaba quedaría prácticamente indefenso al resto de ataque que le hiciesen mis compañeros, agarré la pistola y el azúcar se juntó más para hacer más presión en las piernas para que le resultase más difícil el zafase de esta.
-Es todo vuestro- les dije a mis compañeros cuando terminé de compactar el azúcar alrededor de las piernas.
Me puse en guardia pues parecía que al final combatiríamos contra el extraño individuo, y mientras observaba lo que le había sucedido a mi compañero comencé a esparcir azúcar por el suelo y a mezclarla con la arena que en él había, lo hacía de una forma disimulada como si no estuviese haciendo nada. Por otra parte, Arthur parecía haber salido ileso del devastador golpe del peine, y tenía delante como pequeñas placas de lo que parecía hielo que habían frenado el impacto, se levantó mascullando algo dirigido a alguien, aunque por el contexto no era yo y no sabía a quién.
Arthur pidió que le dejásemos al tipo a él y que nosotros continuásemos con la misión, pero Al como líder del grupo se negó a esa petición y pidió que luchásemos como a un equipo. y como no podía ser de otra forma, comenzó atacando con un gulo de color negro que salió de la punta de una de sus espadas, parecía el momento adecuado para comenzar a ayudar, levanté el brazo para recoger una de las pistolas que tenía y a la vez el azúcar que había dejado esparcido por el suelo se movió con gran velocidad hasta colocarse debajo del sujeto y una vez llegó ascendió para intentar inmovilizarlo las piernas hasta la cintura, si funcionaba quedaría prácticamente indefenso al resto de ataque que le hiciesen mis compañeros, agarré la pistola y el azúcar se juntó más para hacer más presión en las piernas para que le resultase más difícil el zafase de esta.
-Es todo vuestro- les dije a mis compañeros cuando terminé de compactar el azúcar alrededor de las piernas.
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Kai esperó las órdenes del rubio, manteniendo el Red Sword y sus técnicas activas. El Vicealmirante no parecía tener intención de intervenir, al menos por el momento. Gruñó para sí, algo descontento. ¿Y para eso mantuvo el numerito? El tipo raro del tupé comenzó a graznar sandeces y le tendió un cheque a Al, tras lo cuál comenzó a alejarse. "Aun no desactivaré las técnicas..." Observó impacientemente a su superior, el cuál estaba mirando el cheque. "Al, no entré en tu flota para esto. ¿En serio lo vas a dejar marcharse? Es claramente sospechoso." Si no actuaba, lo interrogaría acerca del tema tras la misión. Aquella no era la actitud propia del marine. Y aunque vago, la vagancia no debía interferir en el deber. Pero entonces, su compañero decidió actuar dando una única orden:
- Arthur, al caballito. ¡Ya!
Dando una carcajada, en parte por lo cómico de la situación y en parte de alivio, se puso en posición para intentar correr. Esperó que sus compañeros recordasen la indicación que les había dado. Si lograban retener al tipo, podría eliminarlo rápidamente con su Red Sword. El bajito y temperamental recluta de Kiritsu Ryodan saltó a la chepa del señor tupé, para ser derribado por este. Entonces el extraño volvió a lanzar su peine hacia el pelirrojo, levantando una nube de polvo. Pero este salió de esta con una imponente arma y una especie de armadura... ¿cristalina? Ya le preguntaría por ese poder tras el combate. Este les pidió que le dejaran pelear a él solo. "No es buena idea... pero esperaré a las órdenes de Al. Que Arthur pelee en solitario tampoco es sensato" pensó, mirando a los combatientes. Sin embargo, el marine le sorprendió. Ordenó pelear todos juntos, y cuando Kai miró hacia él, vio que su aspecto había cambiado. Era más... siniestro. No parecía el afable oficial al que había conocido en Shellstown.
- A sus órdenes, taicho - dijo, con respeto.
Si Al se ponía tan serio, él no iba a ser menos. Comenzó a correr, buscando flanquear al tipo entre él y Arthur, manteniendo las distancias de momento. Observó al joven lanzar un golpe con su extraña arma, para a continuación tratar Al de encarcelarlo con su hielo. Al mismo tiempo, un montón de cristales blancos trataron de envolver las piernas del tipo. "¿Ha sido Jack? Debe ser azúcar pues." Bien, le habían hecho caso. Comenzó a canalizar energía hacia su mano izquierda. Fintaría, por si su rival trataba de librarse de las presas de sus aliados. Entonces, de su mano derecha comenzaron a brotar rayos rojos. Notó un intenso dolor cuando la energía cortante comenzó a cortar su piel, pero lo soportó. Entonces notó un fuerte temblor en la tierra, y por un instante perdió el equilibrio. Sin embargo, su agilidad era superior en aquel modo. El aura roja que lo envolvía se reavivó, y entonces comenzó a avanzar a una velocidad endiablada, de algo más de cincuenta kilómetros por hora. Se tiró a por el tipo de un salto, lanzando su Red Sword imbuido en haki armadura hacia su cuello. Sin embargo, en el último momento, su mano derecha se volvió normal y trató de agarrarle el cuello sin más, mientras en su izquierda se reactivó la técnica, con la que intentó atravesar el pecho del hombre y su corazón en el proceso. Aquella técnica era capaz de atravesar hierro e incluso acero. Con la carne humana y los huesos, los cortaría como si fuese mantequilla caliente bajo un cuchillo. En principio, si el tipo se había encarado a Arthur, el ataque sería desde su espalda.
- ¡Aka no Sokudan: Red Sword! [Haki Armadura nivel 2]
- Arthur, al caballito. ¡Ya!
Dando una carcajada, en parte por lo cómico de la situación y en parte de alivio, se puso en posición para intentar correr. Esperó que sus compañeros recordasen la indicación que les había dado. Si lograban retener al tipo, podría eliminarlo rápidamente con su Red Sword. El bajito y temperamental recluta de Kiritsu Ryodan saltó a la chepa del señor tupé, para ser derribado por este. Entonces el extraño volvió a lanzar su peine hacia el pelirrojo, levantando una nube de polvo. Pero este salió de esta con una imponente arma y una especie de armadura... ¿cristalina? Ya le preguntaría por ese poder tras el combate. Este les pidió que le dejaran pelear a él solo. "No es buena idea... pero esperaré a las órdenes de Al. Que Arthur pelee en solitario tampoco es sensato" pensó, mirando a los combatientes. Sin embargo, el marine le sorprendió. Ordenó pelear todos juntos, y cuando Kai miró hacia él, vio que su aspecto había cambiado. Era más... siniestro. No parecía el afable oficial al que había conocido en Shellstown.
- A sus órdenes, taicho - dijo, con respeto.
Si Al se ponía tan serio, él no iba a ser menos. Comenzó a correr, buscando flanquear al tipo entre él y Arthur, manteniendo las distancias de momento. Observó al joven lanzar un golpe con su extraña arma, para a continuación tratar Al de encarcelarlo con su hielo. Al mismo tiempo, un montón de cristales blancos trataron de envolver las piernas del tipo. "¿Ha sido Jack? Debe ser azúcar pues." Bien, le habían hecho caso. Comenzó a canalizar energía hacia su mano izquierda. Fintaría, por si su rival trataba de librarse de las presas de sus aliados. Entonces, de su mano derecha comenzaron a brotar rayos rojos. Notó un intenso dolor cuando la energía cortante comenzó a cortar su piel, pero lo soportó. Entonces notó un fuerte temblor en la tierra, y por un instante perdió el equilibrio. Sin embargo, su agilidad era superior en aquel modo. El aura roja que lo envolvía se reavivó, y entonces comenzó a avanzar a una velocidad endiablada, de algo más de cincuenta kilómetros por hora. Se tiró a por el tipo de un salto, lanzando su Red Sword imbuido en haki armadura hacia su cuello. Sin embargo, en el último momento, su mano derecha se volvió normal y trató de agarrarle el cuello sin más, mientras en su izquierda se reactivó la técnica, con la que intentó atravesar el pecho del hombre y su corazón en el proceso. Aquella técnica era capaz de atravesar hierro e incluso acero. Con la carne humana y los huesos, los cortaría como si fuese mantequilla caliente bajo un cuchillo. En principio, si el tipo se había encarado a Arthur, el ataque sería desde su espalda.
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