Tormenta y caza. ( Privado- Pasado. Jack Gargaroth y Arthur Dayne)

El anaranjado cielo de la tarde se empezó a oscurecer debido al inicio de una tormenta. Estaba viajando en un barco, rumbo a la isla Zaren con el propósito de capturar a otro fugitivo de la ley. Mi superiora había sido muy clara, tengo que capturar a ese individuo cueste lo que cueste usando todos los medios posibles a mi disposición. El criminal en cuestión se llamaba Florian Du Point, un asesino en serie famoso por descuartizar a sus víctimas, llevarse sus cabezas y dejarles una cabeza de cerdo en su lugar. El sólo imaginarme la escena me puso los pelos como escarpias. Saqué el cartel de " Se Busca" y le eché un vistazo para memorizar la cara de aquella bestia con sed de sangre, era un hombre que rondaba los treinta y pico como mucho, su pelo era negro azabache y sus ojos grises carecían de expresión, tenía una ligera cicatriz en su mejilla acompañada por una marca de nacimiento bastante inusual.

- 5.000.000 de berries por la captura de este hombre... bueno, al menos espero que sepa defenderse.- Dije doblando y metiendo el cartel otra vez dentro de mi chaqueta.

Me empecé a aburrir de estar dentro del camarote, así que decidí subir a cubierta a que me diera la suave brisa de la tarde antes de que la tormenta empezara a mandar fuertes rachas de viento enfurecido y violentas gotas de lluvia. En la cubierta estaban los marineros, haciendo los preparativos para el desembarco. Me asomé por la varilla y pude observar la isla bajo el cielo nublado de tormenta. Parecía que la tormenta iba a ser de las que duran horas o quizás días... mucho me temo que parece que voy a trabajar bajo el congelado abrazo de la lluvia.

El humo del cigarro se elevaba hacia arriba a cada ansiosa calada que el semigigante daba. De nuevo esa tos tan seca... Maldita sea, eso iba a acabar llevándole a la tumba. Alzó la vista al mar, vislumbrando un barco que se acercaba mientras con la otra sostenía un cartel de "SE BUSCA" por valor de 5 kilos nada menos. Era un hombre bastante siniestro e inexpresivo, incluso parecía un tipo duro... Lo que si tenía claro es que iba a cobrar su recompensa, no le iba bien en los "negocios" ultimamente, por lo que tenía que desoxidar sus articulaciones y ponerse a buscarle. Tenía demasiada poca informción sobre el como para empezar a buscarle en algun sitio concreto así que, utilizaría su vieja táctica de preguntarle al tabernero, siempre había conseguido encontrar a la gente que buscaba gracias a los camareros, es normal, ven muchas caras a lo largo del día y no todos son olvidadizos...

No sabía como iba a defenderse ese hombre ni siquiera si era fuerte o no iba a ser rival apra él, pero de todos modos iba a buscarle. Esperaba no encontrarse con mucha gente que lo buscara, así no tendría que repartir tanto dinero porque, a decir verdad, necesitaba esos berries. El cielo amenazaba tormenta inminente. Se encogió de hombros y se sentó en el embarcadero, al fin y al cabo, estaba acostumbrado a luchar o incluso a viajar bajo la lluvia, no era demasiado problema, y un resfriado común era sencillo de tratar puesto que sus defensas eran bastante altas a pesar de la cantidad de tabaco que se metía entre pecho y espalda al cabo del día.

Se apretó las botas y buscó una chaqueta con capucha en su petate, no necesitaba nada más a decir verdad, bueno, si. Sus puños.

Al fin, después de un viaje tan largo logré llegar al puerto justo antes de que la tormenta empeorara, vaya suerte la mía. Los miembros de la tripulación empezaron a descargar los víveres y demás objetos importantes fuera del barco. Caminé por la tabla y me paré justo al pie del muelle, dirigí mi vista hacia la ciudad más próxima. Sería un buen lugar para empezar a interrogar a la gente a ver si han visto al criminal que ando buscando. Si en el peor de los casos nadie me decía nada útil, tendría que preguntar en los pueblos cercanos e incluso ir la zona turística de la isla. Las calles de la ciudad Creis estaban a rebosar de gente transitando de un lugar a otro, mientras las calles eran iluminadas por diversas farolas y las luces de los carteles de los comercios de la zona. Armerías, herrerías, tiendas de comida, sastrerías etc... todo tipo de tiendas habían por la ciudad y casi todas ellas estaban llenas de gente comprando y consumiendo. Por lo visto el negocio iba bien en esta parte de la isla. Ahora ,sin más dilación, tenía que ir a de comercio en comercio y preguntarles a los dueños y encargados si habían visto a mi presa. Sin embargo no hubo suerte en la búsqueda y la tormenta empezaría a descargar su ira en cualquier momento, tenía que darme prisa antes de que el tiempo también se pusiera en mi contra. Él único lugar donde no había ido a preguntar era la posada más cercana, la posada " La luz de la vela". Apresuré el paso lo mayor que pude y llegué a las puertas del local. Entré y la peste a alcohol y el ruido de la gente borracha riendo y gritando a pleno pulmón me echó para atrás nada más entrar por la puerta. Una vez asimilados dichos factores externos, me dirigí a la barra, saqué el cartel de Wanted y se lo mostré a la posadera, una muchacha bella y encantadora, que con sólo con la expresión de su cara me dijo que si lo había visto.

- Lo ví hace un par de días en el pueblo de mis abuelos, lo ví dirigirse hacia el bosque que hay cerca de el lago. Sabía que ese tipo era peligroso. Esa mirada suya que tiene... es como si un animal salvaje te estuviese observando para después cazarte. Eso es todo lo que sé caballero pero, si me permite la pregunta, ¿ es un amigo suyo o sois un caza recompensas que viene en busca de su cabeza?-preguntó la mujer.

- Esa información no puedo dársela pero, sí, soy una especie de caza recompensas que viene a por él. Le agradecería que no le dijera esto a nadie, por favor. No querrá que ese criminal escape, ¿ verdad?- le dije con cierto secretismo.

Averiguada la posible ubicación de el fugitivo, me dispuse a salir de aquel lugar. Al mismo tiempo que me disponía a salir, un hombre que desprendía un fuerte olor a tabaco entró y sin querer nos chocamos con los hombros. Le miré a los ojos un par de segundos , evaluándolo, después le pedí disculpas y salí a la calle. Empezó a llover fuerte, maldita sea, esto me va dar más problemas de los que ya tengo encima. Empecé a correr bajo la lluvia rumbo al lago en busca de alguna pista.

Jack caminaba bajo la lluvia, estaba francamente empapado al llegar a la posada. Aputó el final de su cigarro con varias caladas rápidas antes de entrar rápidamente agachándose para poder entrar por la puerta, como de costumbre. Una vez adentro estudió el terreno, parecía que había bastante ambiente festivo en el lugar, la gente cantaba y gritaba mientras bebía sin parar... en otra ocasión incluso él se habría unido pero hoy estaba trabajando, seriedad.

Se sentó en una esquina cerca de la barra, y se quedó meditando acerca del tipo del cartel, estaba a punto de ir a pedirle información cuando un hombre de aspecto formal irrumpió en la taberna. Tras unos instantes se acercó a la camarera y la plantó el cartel de "SE BUSCA" delante, interrogandola acerca de él. Pudo alcanzar a distinguir el cartel dada su altura, sobresaliendo por encima de todos los presentes incluso sentado... Al parecer se había dirigido al bosque que había cerca del lago hacía unos días y además de eso, tenía competencia... No era una noticia del todo agradable pero, quizás tendría que negociar con él o de lo contrario derrotarle.

Se apresuró a salir rápidamente tras él, si iba a ponerse en marcha ya, él también lo haría, no podía darle ventaja. Una vez fuera comenzó a correr tras el hombre, pero sin decir nada, esperando que él reparara en que un semigigante lo seguía.

Así pues salí de la posada a paso ligero, ya que la lluvia empezó a caer sobre mí y a empaparme de arriba a abajo. Cuando empecé a correr bajo la lluvia, tuve la extraña sensación de que alguien o algo me seguía. En vez de darme la vuelta y alertar a mi perseguidor, opté por hacerme el tonto y seguir corriendo como si no me hubiese dado cuenta. Podría ser un aliado de mi objetivo o algo por el estilo. En vez de enfrentarle cara a cara, intentaré perderle entre los callejones y el gentío para no montar un escándalo en plena ciudad. Eso sí, empecé a correr más rápido que antes, pero no para perder a quien fuera que me estuviese siguiendo sino porque el frío de la lluvia me estaba calando los huesos. Estaba a escasos metros detrás de mí y escuchaba el sonido de graves pisadas acompañadas por la suave melodía de la lluvia cayendo. Me metí por un estrecho callejón y salté una valla de un salto. Y seguí corriendo calle arriba, rumbo a las afueras de la ciudad. Pero a medio camino, me quedé atrapado en lo que parecía ser una especie de desfile, seguramente sería una fiesta de la ciudad. Muchas personas atestaban la calle principal, varias carrozas desfilaban y varios grupos de baile y música hacían lo propio. Qué suerte he tenido. Esto me ayudará a despistar a mi acosador. Me moví rápidamente entre la gente y , en determinado punto cuando estaba camuflado entre el gentío, me oculté en una de las típicas callejuelas de la ciudad donde cualquiera podía esconderse. Esperé allí, hasta que pasase de largo aquella persona.

En el primer instante que empezó a correr más rápido Jack comenzó a reirse a voces, le parecía gracioso que le tuviera miedo, o eso pensaba su alto ego, así que tras maldecir a los dioses por habersele mojado el cigarro comenzó a caminar hacia las afueras ignorando al sujeto, al fin y al cabo, si iba al mismo sitio que él, se lo acabaría encontrando tarde o temprano así que no estaba preocupado por el tema. Cuando estaba casi a punto de salir de la ciudad, se encontró un desfile que cortaba la calle por la que él iba a pasar. Esto le enffureció bastante, le daba mucha rabia que estupideces como aquella le bloquearan el paso así que tras soltar un fuerte gruñido comenzó a atravesar el desfile sin miedo a que alguien le dijera algo o a detener alguna carroza. Iba a alcanzar su objetivo lo antes posible y no había nada que se lo fuera a impedir. Empujó a varias personas hasta llegar a la primera fila y atravesó el desfile rápidamente para dirigirse a las afueras de la ciudad, odiaba las fiestas y los desfiles, le parecían una soberana estupidez, cuando lo que la gente disfrutaba de verdad en las fiestas era el maldito alcohol que les servía el cantinero en el bar o la música que los bardos y trovadores llegaban a hacer sonar en ellas, o en las plazas de los pueblos. No obstante, todo aquel odio irracional hacia la alegría de las personas no era, sino un problema muy suyo que jamás remediaría.