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Entre Serpientes y Sueños (casi listo, en construccion? Empty Entre Serpientes y Sueños (casi listo, en construccion? {Mar 28 Jul 2015 - 15:08}

Revision y Peticiones:

Era un día soleado, hacía bastante calor, pero la suave brisa que corría por entre los arboles compensaba esto. Tackero se encontraba en los bosques cercanos a su cabaña, y como era de costumbre, había realizado un largo y extenuante entrenamiento desde la mañana a la tarde, en un claro calmo, junto a un pequeño lago, que se encontraba a unas 4 horas a pie desde su casa. Al momento en que termino su agotante entrenamiento, decidió ir recolectando algo de leña de camino a casa, para no recibir nuevamente regaños de Nazume por llegar con las manos vacías. Esta siempre le criticaba y le decía que si iba a andar desaparecido todo el día, por lo menos debía traer algún aporte.

Ya se estaba poniendo el sol, la temperatura había bajado considerablemente y la agradable corriente que antes paseaba por el bosque, se había transformado en una helada brisa, que ahora se sumaba entre las razones de Tackero para llegar rápido a la cabaña. A medida que se aproximaba, con el gran lote de ramas sobre sus brazos, iba pensando sobre su eterno conflicto interno, pues era la responsabilidad la que le llamaba. La responsabilidad que Tackero había escogido por cuenta propia tomar, y de nuevo saltaba a su mente la problemática de no poder cumplirla.. Se encontraba feliz, extremadamente feliz. Después de haber vivido 8 años en esa burbuja llena de consumismo, alejada de la pobreza, alejada de los problemas supuestamente. Pero más bien se trataba de una burbuja que cegaba, pues todos ignoraban el mal que causaban, decidían ignorar y que sus hijos no vieran las consecuencias de sus actos, de esta manera presentándoles una realidad sin conflictos, en donde no existía falta de dinero y todo estaba solucionado. Pero era todo falso, y Tackero lo sabía desde el primer momento en el que estuvo ahí, incluso antes, cuando su maestro le dijo que tendría que vivir ahí. Mas ahora se encontraba contento, más contento que nunca antes, más contento incluso que en su niñez en el circo. Estaba por fin viviendo en paz con su único amor en la vida, Nazume, quien además ahora estaba embarazada y a pocos meses de dar a luz, lo que traía consigo incluso más felicidad para Tackero. Hubiese sido definitivamente el hombre más feliz de la tierra, si no tuviese ese constante remordimiento, ese constante llamado de la responsabilidad que Tackero había echado sobre sus hombros. Pues el saber las penurias y sufrimientos que se vivían a diario en este cruel mundo, no le dejaba la conciencia tranquilo, más aun siendo el capaz de hacer algo al respecto, gracias a su condición de luchador, pero más importante aún eran los útiles conocimientos que había acumulado. Esta era la responsabilidad que le retumbaba en la cabeza constantemente. Cada vez que se permitía ser feliz, esta sensación de que sus acciones eran egoístas y despreocupadas le invadía.

La discusión en su cabeza continuo, al igual que muchas otras veces, Tackero pensaba en salir nuevamente a la aventura y poder organizarse para acabar con todo esto. Pero toda esta discusión interna acabo cuando ya se encontraba a unos cuantos metros de su cabaña. Observaba a lo lejos como tras botar la puerta, entraban 3 marines a su casa. Esta situación le parecía conocida, no sabía por qué, pero era como si ya le hubiese pasado alguna vez. Pero a pesar de esto, boto la leña que tenía en las manos y corrió a la puerta tan pronto como vio lo que sucedía. Una vez ahí, a pesar de los continuos entrenamientos en los que practica el cómo tener la mente en calma, la rabia invadió su mente de inmediato al ver a Nazume en un rincón, acorralada por estos 3 marines, entre los cuales se encontraba un hombre portando la característica capa de los almirantes. La angustia en el rostro de Nazume no era algo que Tackero pudiese permitir y de extraña manera, Tackero ahora ni siquiera entendía que es lo que gritaban los marines a Nazume. Solo atino a actuar, y de manera rápida se abalanzo contra los marines, propinando como primer golpe una patada dirigida al cráneo de uno de los marines. Frente a esto, los marines se pusieron en posición de combate con rapidez, y en esta se podía notar que no se trataba de oponentes débiles. Cuando los marines se mostraron de frente a Tackero, este pudo notar que no tenían rostro, en vez de esto, una sombra se encontraba en su lugar. Sin embargo, Tackero no presto atención a este extraño hecho, no le parecía anormal. Y así, sin recordar el cómo llego a esa situación, Tackero se encontraba con el brazo del almirante atravesando su pecho, ahogado con su propia sangre y sin entender nada, aún teniendo en su cabeza como única preocupación, salvar a Nazume. Pero a pesar de su voluntad, su cuerpo no le respondía, ahora se encontraba como un espectador, y obligado a mirar como golpeaban y machacaban ahora a su esposa hasta la muerte…

Se sentó rápidamente y quiso gritar, pero la voz no le salió, estaba lleno de odio, rabia y miedo. Se agarró la cabeza con ambas manos, como para calmar esa tortura. Tenía los ojos abiertos de par en par, el sudor corría por cada parte de su cuerpo, y su respiración estaba muy alterada y entrecortada. Había vuelto a tener una pesadilla con aquel día, cosa que era bastante frecuente. Ya estaba acostumbrado a despertar de esta manera algunas veces a la semana, pero no por eso era menos tortuoso. Efectivamente logro tranquilizarse mucho más rápido de lo que antes podía, pero de todas formas quedo tendido mirando el cielo, en el pequeño bote en el que se encontraba. Había descubierto que le resultaba muy tranquilizante mirar la infinidad del espacio, observar en la noche la belleza de las estrellas. Se encontraba en el West Blue, pero no tenía un rumbo fijo, solo se encontraba de aventura a ver dónde le llevaba su pequeña barca, pues en cualquier sitio habría algo en lo que ayudar y algo que aprender.

No estaba especialmente frio, pensando que ya pronto iba a ser de madrugada, y tenía suficientes raciones para aguantar un rato más en el mar antes de llegar a su destino. Pero al parecer el mar no opinaba lo mismo, pues poco a poco, a medida que iba amaneciendo, el mar se ponía más revoltoso, más peligroso. La pequeña barca en la que se encontraba Tackero no iba a aguantar mucho más de los fuertes golpes de las olas, las cuales cada vez venían más grandes y potentes. No era momento para quedarse quieto, Tackero lo tenía claro, por lo que comenzó a guardar en su mochila todas las raciones que le cupieran. La lluvia comenzó a caer y el viento  a soplar con gran fuerza, las olas eran ya demasiado grandes y terminaron por volcar la pequeña barca, la cual después de recibir el impacto de solo una de esas olas, termino por destrozarse. Lo único que Tackero fue capaz de hacer en ese momento, fue agarrarse de uno de los tablones de la barcaza destruida y esperar que esas enormes olas no terminaran matándolo. Pero como era de esperarse en esa situación, la tormenta seguía creciendo, ahora llovía con más fuerza y el viento impulsaba gigantescas olas, además de los rayos que ahora decoraban el cielo. Una gran ola levanto a Tackero, el cual se preparó e inhalo una amplia bocanada de aire antes de que la ola lo azotara contra el mar y lo hundiera, revolviéndolo, atrapándolo e impidiéndole escapar. La desesperación quería aflorar, pero Tackero lucho por calmarse, de nada le serviría estar desesperado, debía ser capaz de pensar con claridad. Pero a pesar de lograr salir del agua después de un rato de luchar, ya se encontraba sin nada de oxígeno, y una segunda bocanada de aire no lo salvaría de las infinitas olas que continuaban hundiéndole, que si no hubiese sido por el trozo de madera al que se aferró, probablemente no hubiese vuelto a salir a la superficie. Fue entonces cuando Tackero pensó que ya había llegado su hora, una de las potentes olas arranco la tabla de entre sus brazos, y lo arrastro nuevamente hasta las profundidades. En esta última ocasión no había alcanzado a tomar casi nada de aire, y sin la ayuda de la tabla no volvería a emerger. Poco a poco fue sintiendo como se acababa el oxígeno, su vista se comenzó a nublar lentamente y su cuerpo ya no aguantaba más, pues las corrientes eran muy fuertes, y tiraban todas a lados diferentes, como si intentasen dividir en pedazos a Tackero, tratando de separar sus extremidades de su cuerpo, pero aun resistía. Sintió el agua entrando en sus pulmones y la frustración de no ser capaz de hacer algo al respecto, mas no se permitió caer en la desesperación, por el contrario, solo podía pensar en vivir, salir de ahí y ser capaz de traer algo de paz a este mundo, ser capaz de traer la paz que tanto había comentado a… Nazume. Esa fue la última imagen que alcanzo a dilucidar en su cabeza, la belleza de su amada, sonriéndole, recostada en un sillón esperando a por las caricias de Tackero, preparada para brindar unos seductores susurros en su oído, sabiendo que era una relación que trascendía los simples lazos de lo físico, pues era su amor lo que el más anhelaba. Solo fue capaz de dejar escapar un par de lágrimas bajo el agua, mientras este perdía la conciencia pensando en cómo le estaba fallando a Nazume.

-¿Qué es esta sensación?- se preguntaba Tackero mientras meditaba en la completa oscuridad. Estaba calmo, tranquilo, según el debería estar inconsciente, pero estaba dudándolo. -¿acaso estaré muerto?- se volvía a preguntar, mientras notaba una monstruosa presencia cerca. Dudaba sobre que significaba esto, nunca antes se había sentido de esa manera, pues no estaba escuchando, ni mirando, y definitivamente no estaba oliendo nada. Pudo despertar un poco sus sentidos, logro escuchar el agua correr a su alrededor, era una corriente tranquila. Percibió como el agua lo envolvía, tocando hasta la última parte de su piel, y noto su incapacidad para respirar inmediatamente, pero era un ambiente calmo y relajado, era un lugar apacible donde solo se oía el pasar del agua y como se elevaban las ultimas burbujas de aire que escapaban de su ser. Pero había algo más, a pesar de que su cuerpo no le respondía, ni siquiera siendo capaz de abrir los ojos, estaba percibiendo algo extraño, y no sabía de qué se trataba. Mas se había dado cuenta de que estaba ocupando otro sentido, una especie de sexto sentido, no comprendía de qué manera estaba sucediendo, pero en ese momento era su sentido más latente y poderoso, y estaba percibiendo que el peligro se aproximaba con velocidad. Era enorme y monstruoso, temía por su vida sin siquiera haber visto u oído una amenaza, pero a pesar de esto por algún motivo confiaba a sobremanera en este sexto sentido, sabía que algo estaba cerca. Todo era oscuro, pero a pesar de eso, Tackero sabía donde se encontraba hasta la más pequeña de las rocas. Se visualizó flotando en medio del mar y tenía toda claridad de que esa monstruosidad que se acercaba era hostil, lo podía percibir, pero sabía que no era momento de dudar. Existía la posibilidad de que esto incluso fuese un sueño, pero él quería vivir y lucharía hasta el final para conseguirlo, para poder cumplir el sueño que alguna vez compartió con Nazume, el sueño de ver un mundo en paz, sin los conflictos entre piratas y marines, donde la gente común no tenga que sufrir por culpa de los que están mal administrando el poder.

Tackero sentía una impotencia enorme, pues ¿qué podía hacer el en esa situación? No era capaz de moverse, simplemente era capaz de percibir como su muerte se aproximaba segundo a segundo, pero no dejaría que eso pasara. Una extraña sensación surgía desde su interior, era un sentimiento combativo, de fiereza, de aferro a la vida. Pudo ver con detalle la figura que le acechaba, en su mente estaba claro, se trataba de una gran serpiente marina que fácilmente podía comerse a Tackero de un simple bocado, pero esta sensación de vida seguía creciendo en su interior, y ya no entendía ni siquiera sus pensamientos, pues estaba siendo llevado por sus instintos. La bestia ya estaba embistiendo, estaba con el hocico abierto mostrando unos grandes y afilados dientes, que de seguro harían de esta, una muerte rápida, y se aproximaba a una velocidad muy superior a la que Tackero jamás podría soñar alcanzar bajo el agua. Este parecía el fin, mas cuando la inmensa criatura se encontraba ya a unos cuantos metros de Tackero, este abrió los ojos rápidamente, ofreciendo una mirada desafiante e inquietante, una mirada  hostil dirigida directamente a los ojos de la bestia. Tackero no sabía por qué hacía eso, simplemente se estaba dejando llevar por la crítica situación. La inmensa serpiente no vacilo en su ataque, pero se notó que algo le había hecho esa mirada. De esta manera, cuando la bestia estaba por comerse a Tackero, esta desvió su ataque, pasando justo por su lado, infligiendo un tajo bastante profundo desde el bíceps al tríceps del brazo derecho de Tackero.

No entendía como se había visto en vuelto en una situación de este tipo, pero entendía que no era momento de vacilar, por lo que simplemente siguió sus instintos. Su cuerpo se movió por cuenta propia, era una cosa de supervivencia, así, al tiempo que la gigantesca serpiente pasaba por su lado infligiéndole la profunda herida, este dio un pequeño giro, para aferrarse con su brazo izquierdo a una de las escamas de la serpiente. Era difícil mantenerse agarrado, pero Tackero simplemente se concentró en mantenerse agarrado con todas sus fuerzas, pues la serpiente estaba haciendo exactamente lo que el quería, ir a la superficie. A pesar de esto, no podía salir tan fácil de una situación así, ya que la serpiente efectivamente salía a la superficie, pero era demasiado rápido para el cuerpo de Tackero. Se vio nuevamente en problemas, los cambios de presión estaban acabando desde el interior con él, sentía como se le apretaba el pecho y las costillas, al igual que sus intestinos. Pero era el único modo de salir de ahí, pues de otra manera no hubiera tenido las fuerzas para nadar hasta la superficie. Miraba hacia arriba y podía ya ver como los rayos del sol penetraban en el agua cristalina, faltaba poco, muy poco, pero antes de lograr salir, Tackero vomito una gran cantidad de sangre, sus costillas estaban por quebrarse y sus intestinos ya debían haber sufrido algún daño. Mas a pesar de esto, aguanto. El dolor era inmenso y sentía como si se rompiera cada una de las fibras de su cuerpo, era un sufrimiento superable solamente por lo ocurrido aquella noche, donde murió Nazume.

Por fin logro salir, sintió como la dulce brisa le daba caricias en el rostro, al tiempo que recibía el calor de los rayos del sol. Se vio levantado por los aires, pues la inmensa serpiente había saltado del agua para luego volver a zambullirse, alcanzo una gran altura con ese salto, y Tackero estaba feliz de al fin encontrarse afuera. Ya no aguantaba más y sentía que su cuerpo se caería a pedazos en cualquier momento, y así fue. Cuando la serpiente se encontraba cerca del punto más alto de su salto, Tackero se dejó caer, soltándose de la enorme escama de la serpiente. Se encontraba cayendo por los aires directo hacia el mar, nuevamente siendo amenazado de ahogarse, además de la inmensa serpiente marina que aún estaba acechando en ese sector. Pero ese ya había sido el límite, su cuerpo estaba a tope y probablemente más dañado de lo que podía parecer, nuevamente estaba perdiendo el sentido, ya casi no podía oír y su visión se volvía borrosa. Su sangre brotaba constantemente del tajo que tenía en el brazo, su estómago estaba machacado por los cambios de presión y continuaba escupiendo sangre. Sintió su cuerpo entrando en el agua nuevamente, como si lo hubiesen vuelto a meter en una tortuosa prisión, y frente a él, el enorme rostro de la serpiente marina, amenazante y con la mirada fija en el moribundo hombre. Pero por algún motivo, la serpiente, luego de ofrecer una última mirada desafiante, se dio media vuelta y marcho. Por otro lado, Tackero sabía que esta extraña reacción de la serpiente, tenía que tener algo que ver con la hostil mirada que Tackero le dedico hace algunos momentos. Pero eso ya no importaba más, pues aunque quisiera tan solo nadar, su cuerpo ya no daba más, él ya había hecho todo lo posible por sobrevivir, ahora era momento de ver si se trata de un hombre con suerte o no, así nuevamente su visión se nublo y perdió el sentido mientras se hundía en el agua lentamente.

Otra vez se encontraba en las cercanías de su cabaña, observando como los marines tiraban la abajo la puerta de su casa. Al igual que las otras veces, soltó la leña que traía consigo y partió corriendo para adentrarse en la choza. Tenía claro en su mente lo que ocurriría, sabía que cuando se asomara por esa puerta, vería a los marines acosando a Nazume. A pesar de saberlo, no era el dueño de sus actos, estaba como un mero espectador dentro de su cuerpo. Pero para su sorpresa una vez llego a la puerta y se giró para mirar lo que había en el interior de la casa, no se encontró con lo que esperaba, sino que vio la gigantesca cabeza de la serpiente marina con las fauces abiertas, dirigiéndose hacia el para devorarlo. Se quería girar para escapar, pero ya no se encontraba en las montañas junto al bosque, ahora estaba en mitad del mar, con los pulmones llenos de agua, sin embargo era el miedo lo que le asfixiaba. Se veía incapaz de moverse, no sabía la razón, pero solo era capaz de retorcerse sin sentido. Se le estaba haciendo una tortura eterna, ver como se acercaba el monstruo y sin embargo nunca llegaba, pero sabía que en algún momento tenía que hacerlo. Mas de un momento a otro comenzó a sentir la calma, sintió un calor desde su interior, sintió como le acariciaban unas suaves y delicadas manos, las cuales se acercaban por su espalda haciéndolo sentir protegido. Pronto se encontraba rodeado por ambos brazos y sentía los cálidos pechos apoyados en su espalda, al tiempo que un dulce susurro penetro en su oído – Ya no hay nada de lo que temer, no mientras yo este contigo-.

Junto a las dulces palabras que aun resonaban en su cabeza, Tackero despertó, pero aun no había abierto los ojos. Podía escuchar el crepitar de un fuego, parecía no estar muy lejos y su calor le resultaba más que reconfortante. Noto que estaba en una cama, no era la mejor, pero era bastante cómoda en comparación con la dura barcaza en la que llevaba viajando los últimos días. Abrió los ojos lentamente, al principio veía todo borroso, pero poco a poco se fue clarificando su vista. En un principio fue capaz de observar un techo de madera rugosa. La madera tomaba extrañas formas y giros para tratarse de una casa, más bien parecía un árbol viejo y retorcido. Apenas intento girar la cabeza para mirar a su alrededor, sintió como le retumbaba esta, era un dolor intenso que incluso le obligaba a cerrar los ojos. Fue entonces que comenzó a sentir poco a poco el dolor, primero noto que sentía el cuerpo pesado y desgastado, pero luego se dio cuenta de que era mucho más que eso. Sentía un intenso dolor en todo su cuerpo, como si una roca lo hubiese aplastado contra el piso múltiples veces, pero todo ese dolor fue ignorado cuando sintió el tajo de su brazo derecho. Situó la mirada en su brazo y pudo ver como se encontraba este cubierto en unas especies de paños, que rodeaban todo el ancho del tajo. Volvió a desviar la mirada, ignorando el dolor, para mirar a su alrededor y tratar entender donde se encontraba. Pudo ver que estaba en una habitación pequeña, tenía un par de ventanas no muy grandes, pero estas estaban cerradas. La cama en donde él se hallaba se encontraba en un lado de la habitación, y al otro había una chimenea no muy grande, con un reconfortante fuego. Por lo demás, había una especie de piel en el suelo, que debía estar funcionando de alfombra, y frente a la cama se encontraba un estante de aproximadamente 1 metro de alto, que estaba repleto de libros. La entrada era un arco con unas telas de distintos colores de la gama del café, que colgaban a modo de puerta, eran como cortinas. Pero todo esto no le encajaba muy bien a Tackero, pues tanto las murallas como el piso y el techo estaban hechos de una madera poca trabajada, rugosa y firme, con tan solo un pilar en cada esquina de la habitación, más bien parecía el interior de un árbol.

Mientras Tackero aún analizaba el lugar, un hombre irrumpió en la habitación haciendo a un lado las telas de la entrada.

-Oh, veo que por fin despertaste- Dijo el hombre con una sonrisa amplia al mirar a Tackero.

Se trataba de un joven, no mayor de 25 años, que tenía el pelo negro largo, tomado en una cola de caballo que descendía hasta cerca de su cintura. Tenía unos grandes lentes redondos, que acompañaban los finos rasgos en su rostro y por el momento parecía alguien amable. Tenía una bata blanca, similar a la de un médico, pero estaba sucia y rasgada en algunos lados. Además tenía en sus manos una pequeña agenda y en la otra un lápiz.

Tackero se tomó la cabeza nuevamente, y sus gestos indicaban que le dolía mucho, pero a pesar de que estaba seguro que le dolería más al hablar, tenía muchas dudas sobre el lugar en el que se encontraba.

-Soy Togaru, un placer, necesito que me digas ¿Cómo te sientes?- el joven continuo y preparo su agenda y lápiz para escribir lo que Tackero tuviese que decir.

-Yo… Ah!- Soltó un pequeño gruñido de molestia. Tal y como se imaginaba, le dolió un montón al hablar, le retumbaba la cabeza con cada leve sonido que emitía, pero en algún momento tendría que acostumbrarse. – ¡Me siento fatal!, me duele mucho la cabeza, ¿no tendrás algo por ahí para relajar un poco el dolor?-  Le explico a Togaru respondiendo a su pregunta.

-Oh si, si, claro que si- El joven de lentes se exalto y comenzó a buscar aceleradamente un medicamento en el velador junto a Tackero. Una vez que lo encontró, le paso una pastilla y un vaso con agua. Tackero lo tomo rápidamente sin dudar de aquel hombre, de todas formas no le parecía alguien maligno – Eso debería calmar un poco tus dolores en general. Deberías tener más cuidado… cuando te trajeron frente a mi estabas muy mal herido, de hecho yo diría que estuviste al borde de la muerte- Explicaba el joven con una mueca de preocupación en el rostro.

Tackero no entendía mucho lo que había sucedido, coincidía con Togaru, pues pensaba que ya debería estar muerto, ¿Cómo había logrado salir de ese encuentro con la gran serpiente, o había sido todo tan solo un sueño, que era lo que realmente había pasado? Quería respuestas, y a pesar de que sentía que moriría una y otra vez con cada pequeño movimiento o palabra que expulsara, tenía la determinación de saber que estaba pasando.

-¿A quién te refieres, quien me trajo aquí y… a todo esto, donde es “aquí”?- Cuestionaba mientras continuaba observando el arbolado ambiente. –Pues, creo que será mejor explicártelo lentamente- Dijo el joven mientras tomaba una silla y la ponía al lado de la cama de Tackero, de manera que se podía deducir que sería una larga explicación. Togaru tomo asiento dejando el pecho apoyado en el respaldo y los brazos cruzados sobre este mismo, y luego comenzó con su relato –Espero que sepas que estas en el West Blue, ahora te encuentras en Makisen, una isla no muy grande, pero que destaca por sus cadenas montañosas. Además, la falda de todas estas montañas esta tapada por un espeso bosque, y he ahí el porqué de esta construcción.- Hiso un amplio movimiento con el brazo mostrando la habitación y su carácter, cosa de la que Tackero ya se había percatado –esta vivienda y muchas otras similares pertenecen a la tribu Chikyū, quien te salvo fue el jefe de la tribu, Laut. Es un hombre muy sabio y es el único que habla un poco nuestro idioma, él te trajo aquí. Me pidió que te llevara frente a él una vez te recuperaras. Deberías considerarte afortunado, si hubieras caído en otra isla estarías muerto, aunque hubieses recibido atención médica- El joven rebusco entre los distintos bolsillos de su bata hasta que encontró lo que buscaba, saco un puñado de hierbas y se lo enseño a Tackero, era similar al pasto, pero de un color verdoso mucho más intento y tenía unas pintas rojas y otras negras. –Esta es una mezcla de hierbas que, según yo sé solo crece en esta isla, tiene propiedades curativas muy potentes y es gracias a esto que tus heridas han cerrado tan rápidamente y tus fuerzas han vuelto sin problemas-

Tackero analizo un momento la hierba, la olisqueo y probó un poco, tenía un leve sabor dulzón y era un poco picante, no podía entender que un poco de esas hierbas fuese su salvación. Al parecer el muchacho había terminado con su explicación, pero se veía dispuesto a responder más preguntas – Entiendo que estas hierbas tengan propiedades curativas, pero ¿son estas superiores al trato que podría haber recibido con un buen equipo médico y el equipamiento adecuado?- Cuestiono mientras aun aguantaba el fuerte dolor que lo acechaba, pero se había dado cuenta de que se estaba reduciendo notablemente gracias al remedio que tomo hace un rato.

El joven asintió calmado –Efectivamente si contaras con un buen equipo médico podrían haberte realizado cirugías en varias partes de tu cuerpo, pero la recuperación hubiera sido mucho lenta y los medicamentos tradicionales son más dañinos para tu cuerpo, incluso podrías haber tenido alguna secuela. Resumiendo, a mi opinión como médico, es probable que no hubieses sido capaz de volver a realizar actividad física fuerte en tu vida… - Se hizo el silencio un momento, Tackero estaba un poco choqueado por la realidad que podría haber sufrido, y eso era pensando en el mejor de los casos. El joven continuo – Creo que lo mejor será que te diga tu condición- Comenzó a revisar en la libreta que tenía en su mano buscando en páginas anteriores la información que tenia de Tackero.- Aquí esta. Cuando llegaste te encontré con múltiples desgarros en todo tu cuerpo, algunos más graves que otros, muchos de tus intestinos estaban machacados al igual que varios huesos, tenías un tajo hasta el hueso en tu bíceps derecho y tu corazón parecía haber bombeado como si se tratase del cuerpo de un elefante, estabas muy mal. Han pasado 3 semanas desde entonces, y actualmente los desgarros ya han cerrado casi por completo al igual que la herida de tu brazo y tu corazón está casi al 100% de su funcionamiento normal, yo diría que en un par de días ya podrás pararte y caminar con normalidad, y en dos semanas ya deberías ser capaz de volver a tu régimen de actividad física normal, pues se te ve que te entrenas bastante-  Togaru se explayo con claridad y tratando de parecer reconfortante, y al parecer lo había conseguido. Tackero no podía estar más contento, incluso dejo escapar una pequeña lagrima de felicidad, no sabía como pero esas pequeñas hierbas le habían salvado la vida –Gracias Togaru, gracias por todo, enserio… yo, ahora que lo pienso no me he presentado- se limpió la lagrima que caía por su mejilla y entono una sonrisa amplia mirando al joven – Soy Tackero Heiwa-

Siguió platicando un rato con Togaru, había descubierto que al igual que él, Togaru había naufragado y había llegado a esta isla, y al tratarse de un médico, luego de conocer a la tribu Chikyū decidió quedarse conviviendo con ellos como médico de la tribu a cambio de poder estudiar la extraña hierba curativa. Siguió descansando un par de días, atenuando el dolor con las pastillas regenerativas que estaban confeccionadas con la misma mezcla de hierbas con la que trataban sus heridas externas. Así, ya era capaz de levantarse y caminar con normalidad, pero de ninguna manera seria capaz de realizar sus entrenamientos hasta dentro de un par de semanas más, tal y como le dijo Togaru. Durante las noches, siguió teniendo el mismo sueño de Nazume y la serpiente, se repetía todas las noches, no entendía el significado de aquello, tal vez solo se tratara de un trauma.

Sintió que alguien le tomaba el hombro y le agitaba con cierto cuidado –Eh! Tackero, vamos despierta- abrió los ojos y se giró para quedar acostado de espalda, vio que quien le despertaba era el joven con lentes, tenía una sonrisa amigable, no parecía traer malas noticias, sino todo lo contrario –Ya te dije ayer que te podías levantar de la cama, de echo te ayudara a recuperarte más rápido, mira que estar 3 semanas en cama no es menor- era como si le estuviese regañando, pero ya le había cogido algo de amistad, sabía que tenía buenas intenciones – Laut quiere verte, dice que es imperante que te presentes frente a él ahora- lo decía como una buena notica, sin embargo se notaba la seriedad del asunto, ¿Por qué sería tan importante hablar con el jefe Laut? Se preguntaba Tackero mientras se levantaba despacio y con suavidad de la cama. El cuerpo le dolía mucho, no se comparaba con lo que sentía hace un par de días, pero moverse y pararse luego de tanto tiempo en cama había dejado sus articulaciones frígidas.

Corrió las cortinas de la puerta de su habitación y vio un pasillo, a su izquierda llevaba a más habitaciones, unas 5 o 6 más, no las conto con exactitud, y a su derecha se encontraban unas escaleras que bajaban en espiral al segundo piso. Ya sabía que se encontraba dentro de un árbol, pero no dejaba de sorprenderle la belleza de la construcción dentro de él, las habitaciones, las escaleras talladas con toda delicadeza, sin duda se debía a un arte que la tribu había perfeccionado con el tiempo. Una vez abajo llego a un gran salón, que debía ser del mismo tamaño del segundo piso completo. Siguió a Togaru hacia una puerta de madera de casi 3 metros de alto, bastante gruesa, la cual llevaba hacia el exterior del árbol. Apenas cruzo la puerta sintió la refrescante brisa correr, le traía recuerdos, buenos y malos. Observo que se trataba de un bosque con árboles realmente grandes y altos, de un diámetro de 50 mt en promedio, habían más chicos y más grandes, la luz del sol penetraba solo lo suficiente como para permitir ver, pero no para entregar su calor. Miro a su alrededor un bello paisaje con las casas camufladas con los árboles, cualquiera que estuviese allí diría que no hay nada más que arboles por doquier, pero en realidad son todas viviendas. Pudo ver también a la gente del lugar, las personas de la tribu, tenían la tez morena y eran un poco más bajas de lo que acostumbraba, no debía haber nadie que midiese más de 1,65 o 1,70 mt, tenían como ropajes unas capas que podían amarrarse por al frente en caso de querer obtener más calor, por otro lado en las piernas llevaban unos taparrabos largo, unas telas que colgaban desde su cintura hasta la altura de sus rodillas. Todas estas eran de distintos colores de la gama del café o rojo opaco.

Togaru caminaba como si fuera uno de ellos y Tackero le seguía de cerca mientras observaba todo a su alrededor, por el otro lado las persona de la tribu también lo observaban a él, y comentaban cosas entre ellos en un idioma extraño. Tras un rato de caminar, llego frente a un árbol aún más grande que los otros, debe haber tenido un diámetro cercano a los 80 o 90 mt, Tackero estaba perplejo observando todo el lugar, en especial aquel árbol, estaba tan impresionado que incluso había olvidado las molestias que sentía al moverse. –Bien, yo llego hasta aquí, el jefe Laut quiere hablar contigo en privado, no tendrás problemas para comunicarte con él, habla bastante bien nuestro idioma- Así, Togaru dio media vuelta y dejo a Tackero a merced de lo que pasara con Laut.

Abrió la gran puerta de madera y apenas se adentró al gran árbol la puerta se cerró tras él, estaba en una gran habitación circular que abarcaba todo el contorno el árbol, casi completamente a oscuras, la única luz que llegaba provenía de un pequeño agujero en lo alto del árbol, que permitía que el sol llegara hasta ese punto. Frente a él, al otro lado de la habitación se encontraba sentado con las piernas cruzadas en medio de varios cojines, un pequeño viejo, de una altura cercana al 1,50 mt, a pesar de su edad no contaba con canas, si no que por el contrario, tenía una larga cabellera negra que llevaba echada hacia atrás pasando por detrás de sus orejas, pero no tenía barba ni bigote, de hecho parecía ser bastante lampiño exceptuando su larga cabellera. Traía los mismos ropajes que el resto de la tribu, pero tenía un poncho que destacaba. Cuando el viejo noto que Tackero había posado su atención en él, tranquilamente le hizo una seña con la mano incitándolo a venir, a lo que Tackero se apresuró en ir frente a él. –Tú debes ser Tackero- Dijo el viejo con una voz rasposa y gastada cuando Tackero había llegado a su lado. – Así es, me imagino que tú debes ser Laut, ¿fuiste tú quien me salvo?- Replico mientras tomaba asiento en un cojín frente al viejo. –No, no, no, al revés, tú eres quien nos salvó, nosotros solo te recogimos de la playa y te curamos como acto de agradecimiento- el anciano hiso una leve reverencia con la cabeza como muestra de agradecimiento. Pero Tackero no entendía, ¿Cuándo salvo el a alguien? Desde que llego a la isla solo había sido un lastre, una carga para las personas de esta tribu. –Lo siento, pero no me queda claro, ¿Cómo es eso de que yo los salve, de qué?- no intento ocultar su confusión, y el viejo parecía entender la situación. – yo te vi, me encontraba mirando al mar, lamentándome nuevamente por la llegada de la gran serpiente marina- Tackero parecía entender un poco más ahora, le venían leves recuerdos de su batalla contra el monstruoso ser, al parecer no se trataba de un simple sueño, el viejo continuo –se estaba acercando a la isla, al igual que veces anteriores, traería las tormentas a nuestras tierras nuevamente, pero por alguna extraña razón la serpiente no vino, estaba entreteniéndose con algo más en el mar. Fue entonces cuando te vi salir volando por los aires, agarrado de aquella bestia, vi tu lucha contra ella, vi cómo te hundías nuevamente en el agua, y vi como termino por marcharse. En ese momento pensé que estarías muerto, pero por el contrario de lo que yo pensaba, vi como las olas te arrastraban hasta la orilla, victorioso-  El viejo demostró con ansias el aprecio que tenía a Tackero, realmente le consideraba un héroe, pero Tackero no terminaba de entender que es lo que había sucedido ese día en el mar con la gran serpiente.

Estaba perplejo y se quedó en silencio bastante rato asimilando todo lo sucedido, el anciano respeto su silencio durante un tiempo, pero luego irrumpió para continuar con lo que necesitaba explicar – Tackero… no te llame aquí solo para explicarte esto- Tackero alzo la vista para mirar al viejo y ya le parecían muchas sorpresas para un solo día, por lo que decidió calmarse, respiro profundo, limpio su mente y se dispuso a atender a Laut – Togaru me comento que has estado teniendo pesadillas, es por esto que quiero ofrecerte como regalo una solución a ese problema- el anciano extendió las manos para entregar a Tackero una larga pipa, que tenía ya una hierba en su interior –tienes que inhalar esta hierba, te mostrara el camino que ahora necesitas, además tengo entendido que aun te queda tiempo para recuperarte por completo, de ahora en adelante te quedaras aquí hasta que estés listo- El anciano extendió el brazo hacia su izquierda para mostrar una comoda cama compuesta de varios cojines. Tackero no tuvo tiempo de decir nada, se lo pensó un momento, pero algo en el anciano le daba confianza al hablar de estas hierbas, por lo que acerco la pipa a sus labios y día una amplia calada, sintió el humo raspando mientas pasaba por su garganta, luego con los pulmones llenos exhalo una gran nube de humo, sintió como su cuerpo se relajaba y la conciencia dejaba de funcionar restringida por sus concepciones anteriores, noto como fluía ahora por cuenta propia. Comenzó a relajarse en sobremanera, afloraban ideas que nunca antes había imaginado, pero sabía que su cuerpo no lo acompañaría mucho más, por lo que se movió hasta los cojines que le había indicado el anciano y una vez ahí pudo ver como este inhalaba de la pipa al igual que él.

¿Qué era esto, donde se encontraba ahora?, poco a poco se iba dimensionando el paisaje, lentamente llegaban los árboles, la tierra y el pasto, todo se veía muy raro, algo borroso, un poco etéreo. Ya sabía dónde se encontraba, estaba fuera del gran árbol de Laut, quería entrar nuevamente y descansar en los cojines, mas su cuerpo no le respondía, estaba nuevamente como un mero espectador. Sus pies comenzaron a despegarse del suelo lentamente, levantándose hasta llegar por sobre la copa de los grandes árboles, no sentía el viento ni el sol, tampoco sentía el olor de los árboles, ni el mar ni la tierra. Siguió elevándose cada vez más, observando como dejaba atrás el bosque hasta llegar a otro plano, observaba desde el cielo, a un lado se encontraba el mar y al otro la tierra y montañas. Pronto se comenzaron a convertir, las montañas se estaban levantando como si de una columna se tratase, al igual que el mar, alzaba sus grandes olas como si fuese un tsunami, pero cuando por fin se habían levantado, estaba claro. Estaba frente a la presencia de dos grandes serpientes, de un tamaño titánico, una de ellas conformada de piedras, rocas y lava, la otra en cambio era una masa de agua, de olas y algas. Se observaron un momento, pero no tardaron en ensalzarse en una feroz batalla. Tackero levitaba entre ambas, no sabía el porqué, pero sabía que la gran serpiente marina quería destrucción, caos y sufrimiento, por el contrario, la gran serpiente de tierra estaba buscando proteger a todos los seres vivos de la maldad de su contrincante, quería establecer una tierra donde estos seres pudiera habitar y crear sus vidas. Poco a poco Tackero comenzaba a sentirse diferente, no tenía odio, si no pena, ¿a que se debía esto? Se preguntaba mientras continuaban aflorando extrañas sensaciones. Pronto llego un sentimiento de deber, un sentimiento tan fuerte que lo obligaba actuar, lo obligaba a combatir. De un momento a otro Tackero estaba encarnando a la gran serpiente de tierra y se encontraba luchando contra la serpiente marina, lanzaban dentelladas de un lado al otro, se enredaban entre si intentando inmovilizar al otro, la batalla era feroz, salvaje, y no se veía un final cercano. Pero fue nuevamente esta sensación de desesperación, de aferro a la vida, la que pudo poner fin a aquella catástrofe. Al igual que había sucedido con su encuentro con la serpiente marina cuando naufrago, Tackero proyecto su energía, y ahora en su cuerpo de serpiente de tierra, ofreció una mirada desafiante a la gran serpiente contra la que luchaba, la cual no tardo en paralizarse frente a él. Tackero no quería dar el golpe de gracia, pero seguía siendo, hasta cierto punto, un mero espectador, por lo que se lanzó con velocidad contra la gran serpiente paralizada delante de él, apretando sus mandíbulas con una fuerza inconmensurable, buscaba acabar con ella de un solo golpe y esa sensación le extasió se sentía loco, ya comenzaba a perder la conciencia, simplemente se estaba dejando llevar por este colosal cuerpo de serpiente.

Su saliva corría como un rio, intentaba morder algo, pero no había nada. Se encontraba acostado de espalda en los cojines que estaban en el gran árbol, Laut estaba a su lado, aun sentado en la misma posición que cuando hablo con él, no tenía ni idea cuanto tiempo habría pasado, pero ya se estaba acostumbrando a esto de avanzar en el tiempo por medio de sueños ¿habrán sido un par de horas, días o tal vez semanas? la última vez había estado inconsciente 3 semanas, esperaba que ahora se tratase de menos, pues se supone que debía empezar a mover de a poco el cuerpo para terminar su recuperación, de nada le serviría estar más tiempo en cama. Apenas  se sentó, preparado par pararse, el anciano le pregunto -¿Qué viste?- se dirigió con seriedad y la rapidez de la pregunta hacía pensar a Tackero que se trataba de algo importante. Se sentó nuevamente frente al anciano y le conto durante un par de horas los extraños sucesos que había evidenciado en sus sueños, el anciano solo asentía con la cabeza, sin mostrar ninguna expresión al respecto – Partirás dentro de una semana, para entonces tu cuerpo ya debería estar en condiciones- dijo el anciano cuando el muchacho de larga cabellera había terminado su relato. Tackero no entendía a que se refería, todo lo que estaba sucediendo desde el naufragio era muy raro, no terminaba de comprender como es que llego hasta ese punto. –a donde… ¿a dónde partiré?- se atrevió a preguntar – Iras al centro de esta isla, no te deberías demorar más de un par de días en ir y volver, si es que vuelves- replico el anciano con su voz rasposa.

No le daba para nada buena espina, además solo sabía que tenía que ir al centro de la isla, pero no conocía lo que estaba buscando, mas Laut parecía ser un viejo bastante sabio, además no quería perderse la oportunidad de salir a explorar, sin contar que debía apresurarse en retomar su entrenamiento, pues se podría demorar más del triple del tiempo que había estado inhabilitado en recuperar su estado físico. Siguió una semana en la tribu, su rutina constaba en pasear para empezar a mover un poco sus articulaciones, luego realizar entrenamientos ligeros y luego volvía al gran árbol de Laut para fumar nuevamente de las hierbas que este le ofrecía, con lo que caía en un largo sueño “profético”, como le llamaba Laut. Toda esa semana se repitió el mismo sueño en el que comenzaba a levitar y luego veía la batalla de las grandes serpientes, pero el último día el sueño tomo un giro. El sueño era el mismo hasta el punto en que comenzaba a elevarse lentamente hasta llegar sobre la copa de los árboles, pero ahora, en vez de seguir subiendo, comenzó a moverse por los aires, observando desde el cielo toda la isla, vio en el centro de esta, una gran montaña, su cuerpo nuevamente tomaba el control, comenzó a descender para luego adentrarse en un túnel a los pies de esta gran montaña. Siguió un rato adentrándose en el túnel, el cual terminaba en una amplia habitación redonda, en el centro de esta se encontraba un pedestal, no se fijó en los detalles, pues todo era un poco difuso, pero sobre este pedestal se encontraba algo, estaba brillando, no podía notar exactamente que era, pero tan pronto como intento acercarse, fue consumido por el mordisco de una gran serpiente.

Hace un tiempo que ya no se cuestionaba los sueños, intentaba buscarles algún significado, pero ya no le daba vueltas una y otra vez, pues sabía que en algún momento la respuesta llegaría. Ya era momento de partir, y por algún motivo tenía grandes ansias por hacerlo, sentía que tenía que llegar lo antes posible a su destino. Nadie le dijo el camino que debía emprender, solo conocía su objetivo y con esto parecía más que suficiente. Comenzó a andar, se adentró más en el bosque y a medida que avanzaba, este se iba volviendo más salvaje, los animales se veían más agresivos aunque solo fueses pequeños pájaros o roedores. Camino largo rato sin toparse con ningún obstáculo, tan solo estaba siguiendo sus instintos, pues sentía con claridad hacia donde tenía que ir, de hecho cada vez se empezaba a desesperar un poco más por llegar, era como una adicción que debía satisfacer, una adicción que no sabía cómo había comenzado, ¿sería a causa de la hierbas que le dio Laut, serian adictivas? No, no lo creía, deseaba algo más, necesitaba encontrar algo pero no sabía que cosa. La noche no tardo en caer y dentro de la espesura del bosque el frio calaba hasta los huesos, y Tackero no traía más ropajes que sus pantalones de tela delgada y su camisa de mangas cortas, pues su mochila poca protección del frio podía ofrecer. Quería continuar, tenía una adicción por llegar a donde fuera que tenía que llegar, pero las condiciones físicas le superaron, tendría que para esta noche y acampar hasta que se asomara el sol. Recolecto ramas secas de distintos tamaños, no le fue difícil encontrarlas, hiso un circulo de piedras y dentro del arrojo las rama más pequeñas para poder crear el fuego, y una vez ya tenía una pequeña llama solo fue cosa de arrojar ramas más grandes de tanto en tanto. Se hecho directo a la tierra, al lado del fuego, intento descansar lo que más pudo, pero en ciertas ocasiones el fuego comenzaba a apagarse y debía reavivarlo, y en otras las serpientes del sector se aceraban para acecharlo, por lo que debía espantarlas. No se trataba de grandes serpientes, pero noto que a medida que se acercaba al centro de la isla, estas serpientes iban incrementando su tamaño, sabía que tendría que ir con precaución mas adelante. Sin embargo, durante lo poco que pudo dormir, los extraños sueños lo acompañaban, volvía a tener el mismo sueño que el día en el que partió, llegaba hasta un túnel en la falda de la montaña en el centro de la isla, donde encontraba un extraño brillo en el centro de un gran salón, y todo terminaba nuevamente siendo devorado por una gran serpiente.
 
Los primeros rayos del sol del alba iluminaron levemente el bosque, era difícil distinguir los cambios leves de luz, debido a la espesura del bosque, pero con el tiempo que había estado viviendo allí se había acostumbrado un poco. No fue necesario extinguir el fuego, pues ya se había apagado solo hace un rato, simplemente se levantó y volvió a su camino, la adicción lo movía, no podía parar, no se lo permitiría. Estaba atento, desde hace un rato que no veía más animales que las serpientes, no quería saber más de ellas, desde que naufrago ya había tenido suficientes encuentros con las serpientes como para querer seguir con eso, lo perseguían incluso en sus sueños, pero en el fondo sentía respeto y aprecio por ellas, ¿Por qué? Aun no lo sabía.

Ya se encontraba cerca, lo podía sentir, sus ansias se hacían más grandes, debía faltar poco. Fue largo rato caminando por un paisaje similar, solo arboles a los lados, un par de lianas de vez en cuando y una que otra serpiente que intentaban atacarlo a momentos, pero siempre terminaban huyendo cuando las espantaba. Ese era el lugar, estaba a los pies de la montaña, calzaba con las imágenes de sus sueños, ahí debía de estar la entrada, pero ¿Dónde?, por más que buscaba no encontraba el túnel de sus profecías. La adicción lo arrastraba hacia la rabia, la desesperación, necesitaba llegar pronto, pero por más que buscaba no aparecía la supuesta entrada. Era momento de calmarse un poco, ignorar esos sentimientos inquietantes y concentrarse. Decidió sentarse un momento, la meditación lo había ayudado en otras ocasiones, tal vez fuera la solución en esta, por lo que dio un profundo y largo respiro por la nariz y luego de la misma manera exhalo por la boca. Cerró los ojos, buscaba sentir el equilibrio y paz en su interior, pues esa es la única manera de luego poder llevarlas hacia el exterior. Tenía las piernas cruzadas y los puños juntos tocándose los nudillos, el relajo llegaba poco a poco mientras oía su apacible respiración.

Estuvo un par de horas meditando, dejando poco a poco las ansias de lado, ya no tenía prisa, aún quedaba mucho día y ahora con la mente fría podría analizar mejor la situación. Hasta el momento su camino recorrido había concordado con sus sueños, parecía extraño que ahora no estuviese el túnel en la montaña, pero debía actuar según lo que realmente estaba ahí. Pensaba en subir la montaña, tal vez hubiese un túnel más arriba si no en la cima. Pero una extraña sensación interrumpió sus pensamientos, mas por muy ajena que pareciera ya había percibido esta sensación con anterioridad. Sus ojos aún se mantenían cerrados, pero sus orejas estaban muy atentas. Escucho un siseo lejano mientras veía en su mente como se aproximaban un grupo serpientes. Eran 5 en total, no se comparaban con las que le habían tocado antes, debían de medir 2 metros la más pequeña y hasta 5 la más grande, no estaba muy seguro de lo que debía hacer, aún estaba sentado y sabía que cada una de las serpientes venia de una dirección diferente, le tenían rodeado. Una serpiente salto al ataque, pero este estaba claro en su mente, un mordisco dirigido al cuello, luego otra de las serpientes atacaría al pecho, viniendo por último la serpiente más grande que intentaría inmovilizarlo y apretarlo hasta la muerte. Nunca le había resultado más sencillo seguir sus instintos, abrió los ojos y se acostó con rapidez para esquivar el letal mordisco de la primera serpiente, la cual paso volando por sobre él, se levantó esquivando la segunda serpiente y situando su pie sobre el cuello de esta luego de que cayó al suelo. La gran serpiente salto al ataque, pero Tackero intercepto su trayectoria propinando una certera patada justo en la mandíbula de esta.

Había logrado repeler la primera ronda de ataques, mas no había conseguido mejorar su situación, las serpientes eran resistentes a golpes de ese tipo y aún estaban dos que ni siquiera habían atacado. Continuo breves instantes en la lucha, limitándose a esquivar a las serpientes y propinar algún golpe si la situación no exponía mucho riesgo, pero sabía que si buscaba la victoria por cansancio no sería el quien ganaría. No hubo cosa más oportuna en ese momento, pues logro visualizar en su mente la imagen del túnel que andaba buscando hace un rato, se encontraba a un par de metros de el en la pared de la montaña, al parecer unas cuantas rocas habían impedido observarlo a simple vista. Las rocas eran pocas, seguramente con una patada bien colocada lograría moverlas, pero era una situación complicada con las serpientes pisándole los talones. No iba a perder más tiempo, así que se posiciono frente a la entrada del túnel bloqueado, dándole la espalda para poder prestar atención a las serpientes. Esa extraña manifestación de sus instintos con la cual lograba predecir los ataques de sus contrincantes le estaba salvando la vida, pero era momento de explotar esa habilidad, sacarle el verdadero provecho, por esto espero paciente, esquivando uno que otro ataque mientras alejaba con los puños a las serpientes más pequeñas, pues lo que necesitaba era la fuerza de la más grande. Calculo el momento preciso en que la serpiente de 5 metros se le lanzo de frente con todas sus fuerzas, para luego esquivarla propinando una fuerte patada que acompañara la dirección en la que volaba la serpiente. Ambos se dirigieron directo a la pared de débiles rocas provocando una brecha lo suficientemente grande como para lograr pasar.

No demoro más y se internó corriendo a toda velocidad por el túnel, escapaba de las serpientes que continuaron acechándole dentro del lugar, pero además había aflorado nuevamente la prisa que provocaba su adicción desconocida. Mientras corría por el largo pasillo notaba como a sus espaldas comenzaban a aparecer más serpientes, salían desde las murallas, pero solo una vez que este había pasado. Para cuando veía el final del pasillo ya se encontraban a su espalda una horda de estos reptiles persiguiéndole, no parecía haber escapatoria, pero poco le preocupaba a Tackero, quien mientras más se acercaba al gran salón más se dejaba llevar por su instinto salvaje que le llamaba a calmar las ansias que sentía, a calmar la adicción que le consumía por dentro nublando su mente.

El gran pasillo acabo, ¿Cuánto tardo en recorrerlo? No tenía idea, lo único en su mente era obtener el reluciente orbe que se hallaba en medio de la habitación que ahora se abría frente a él. Las serpientes salían del túnel como abejas en un panal, sumándose ahora una nueva horda que salía de todas las paredes de la habitación. Tackero ya no prestaba atención a las serpientes, a pesar de que estas le darían descanso pronto, pues lo que llamaba su atención se encontraba justo frente a él. Se encontraba sobre un pedestal en medio de la habitación infesta de serpientes, el brillante orbe no era nada menos que un fruto, de colores tierra y con la forma de un racimo de plátanos, se podían observar diversos remolinos dibujados en este. Las ansias ya rebalsaban a Tackero, no podía aguantarlo más, y así sin premeditarlo ni un segundo y sin entender el contexto en el que se encontraba, se engullo el fruto de repugnante sabor. Tenia un sabor amargo, si hubiese sido una situación normal no podría habérselo comido, pero en este caso el comerlo le causaba tranquilidad y lo relajaba, por lo que no quería dejar de hacerlo. Se comió el fruto entero y las serpientes ya estaban a un par de metros de él, rodeándolo por todos lados.

Fue en ese momento, próximo a su muerte, en que Tackero empezó a liberar unos gritos, pero no eran de susto, ni tampoco se trataba de una serpiente que le hubiese mordido, sino que se podía ver como su cuerpo comenzaba a deformarse, de a poco la piel se convertía en escamas, y sus piernas involuntariamente se cerraban para crear una cola. No era un proceso doloroso, pero sí que era impresionante. Pronto se podía ver como el que antes era un humano en peligro rodeado por serpientes, ahora era una de estas pero con gran tamaño, y a pesar de esto las serpientes, las cuales dudaron un poco al ver la transformación, continuaron finalmente con el ataque. Tackero recién se había transformado en serpiente y seguía sin captarlo, no había terminado de entender que el fruto que trago era uno de los legendarios frutos del diablo, y por lo que se podía ver era de tipo Zoan. Miro a su alrededor en pocos segundos y no pudo hallar más que serpientes por doquier, estaba acabado, y con esta nueva forma que aún no sabía ni cómo manejar no sería capaz ni siquiera de intentar evitarlo.

¿Se podía tratar de un milagro? Las serpientes estaban huyendo despavoridas, ingresando nuevamente en sus escondites y muchas de ellas buscando salir al exterior por el largo pasillo. Tackero ya se pensaba muerto, pero en el último momento comenzó a temblar en la habitación, por esto la huida de las serpientes, pero además, sabía que aquel temblor tenía alguna relación consigo mismo. Comenzó a moverse, a reptar con su alargado cuerpo de reptil. No sabía el aspecto que tenía en esa forma, ni tampoco sabía si se trataba nuevamente de un sueño, pero por lómenos el cuerpo lo respondía, fuera serpiente o humano. Comenzó a buscar retorno a la tribu, escapando por el túnel en su forma viperina, fue entonces que noto que el temblor se movía con él, estaba siempre en el centro y esto le estaba ayudando a repeler a sus adversarios.
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