Manicomio en la nubes, dos payasos y un Fausto [Privado Pasado - Fausto, Joker y Leonel]

Era un día de esos en los que se disfruta de solo sentir el viento contra el rostro, una briza suave y un sol radiante iluminando el verde paisaje, había decidido tomarme unas vacaciones, había tenido muchas reuniones aburridas últimamente, sin mencionar las entrevistas burocráticas que ocasionalmente conllevaban mi cargo, todo ese papeleo me tenía harto y el estrés me pasaba la cuenta, ya me había descargado en contra de algunos compañeros del cuartel, pero ellos no eran los culpables de mi falta de relajo, así que me expulsé a mí mismo de la base rebelde en busca de un ambiente propicio para liberar tensiones, con suerte, hallaría algún marine corrupto o algún maleante aprovechador con el cual liberar mi ira contenida, terapéuticamente claro está....

Al llegar al archipiélago flotante tendría que dirigirme a uno de los cuarteles del ejército revolucionario, principalmente para dejar constancia de que estaba en la zona,  en caso de alguna emergencia que fuera de mi incumbencia en referencia a la causa, todo ese embrollo protocolar no me era nada agradable, en especial por las complicaciones que significa el tema de mis identidades falsas al visitar nuevos cuarteles, los espías del gobierno están por doquier y cuidar mi verdadera identidad y apariencia era una prioridad de primer orden, por lo que por  tendría que adoptar mi llamativo traje amoratado y volver a responder al falso nombre de Jack Illorian, nunca es agradable engañar a mis aliados, pero no me queda otra opción en vista de las circunstancias.

Luego de acabar de maquillarme y vestirme salí a cubierta para disfrutar de la indescriptiblemente bella vista del fantástico viaje, el navío que me llevaba estaba navegando sobre una carretera de nubes lechosas, por lo que la ascensión a los cielos era casi poética, mientras miraba el mar por debajo de mis pies asomándome por la baranda del barco comencé a sentirme inquieto, como si algo encerrado dentro de mi quisiera escapar, una sensación peculiar, pero muy familiar, y es que cada vez que me personificaba con este rostro pálido y este cabello verde afloraba una necesidad de caos que hasta ahora solo ha sido parte del personaje que yo mismo cree para despistar a mis enemigos, pero no había nadie para engañar, porque iba a portarme así, sentí inseguridad, pero fui lo suficientemente escéptico para controlar este instinto con un poco de fuerza de voluntad y cordura, convenciéndome a mí mismo lo loco que sonaba que un simple personaje generado por mi astucia podría llegar a convertirse en una personalidad real latente en mi interior, era simplemente insensato.

Al cruzar la puerta de la discreta sede revolucionaria la gente que por ahí pasaba me recibió muy bien, casi como a un héroe, pero a la vez con cierta lejanía, siempre manteniendo la distancia de mí y observándome inseguros de pies a cabeza, era probablemente miedo, o eso imaginé, y es que mi reputación, o más bien la reputación de "Illorian" era de temer, en retrospectiva todo cuanto he hecho en estas fachas ha conllevado como mínimo un explosión: edificios destrozados, buques hundidos, ejércitos quemados, hombres sepultados vivos, pero siempre en pro de la revolución, toda misión tomada por Jack Illorian acababa en masacre, una masacre bien intencionada, pero una masacre al fin y al cabo. Por lo que su miedo era justificado. No era del todo agradable sentir que la gente solo te ve como un loco que vuela todo a su paso, pero todo esto viene con el paquete de tener una identidad falsa, por lo que mantuve ese perfil, riéndome a carcajadas, y asustando a más de algún recluta con movimientos repentinos en los que abría mis manos repentinamente frente a ellos acompañado de un infantil pero efectivo "¡BOOM!" reproducido por mi boca, y curiosamente, todo esta situación se volvía más divertida y más cómoda a cada momento, lo cual a mi parecer, era positivo.

Cuando acabé de "reportarme" por así decirlo, me dispuse a dejar el lugar y recorrer las islas flotantes del archipiélago, pero antes que pudiera llega a la puerta de salida un muchacho se me acercó, no era más que un niño, 14 años a lo mucho, usaba un uniforme de la revolución pero evidentemente le quedaba demasiado grande, sus manos ni siquiera llegaban a asomarse por sus mangas, me miró fijamente con los ojos húmedos y llenos de esperanza me habló en voz muy baja, como avergonzado.

– ¿Es cierto que usted viene a acabar con la fortaleza de maleantes de la isla sur? – Dubitativo llevó su mano oculta por la manga del uniforme hasta su frente – Comandante Jack, Señor–   agregó el jovencito.

Aunque me hallaba conmovido no borré la sonrisa desquiciada de mi rostro, apoyé la rodilla en el piso frente a él y poniendo mi mano en su hombro me acerqué un poco y le susurré entonces...

– Señala con tu dedo en qué dirección está ese sitio, y lo volaré en pedazos–

De ahí en adelante sucedió lo obvio, llegué caminando como si nada a la fortaleza extrañados por mi aspecto se burlaron un rato y me tomaron por loco... Resumiré todo eso diciendo que al caer la noche la zona sur del archipiélago se iluminó por las llamas de lo poco que quedó de sucia ratonera donde se resguardaban esos bastardos, junto con todo el dinero que robaron y ese mismo resplandor iluminó las sonrisas conformes de aquellos lugareños que habían que sufrido sus incesantes abusos. Sin embargo esa no es la historia que quiero contar, al luego de hacer explotar todo lo que pude hacer explotar y de rellenar con balas a todos los asesinos y ladrones que había en el lugar me vi frente al líder de los maleantes, la mente maestra que originó todos los abusos que ha sufrido esta zona de las islas Cloud, todo a nuestro alrededor estaba en llamas, y él estaba en el piso con una pierna herida, rogando desesperadamente por su sucia vida en dirección a mi cuerpo inmóvil y la psicópata mueca que se hallaba perpetua en mi rostro.

Spoiler:

Pero tras esa impenetrable e inquietante sonrisa se batía una lucha interna en mi cerebro que acallaba los gritos de piedad del líder de la banda de maleantes, por una parte trataba de pensar la mejor manera de asesinar al sujeto de manera cruel y despiadada, pero por otro lado mi conciencia moral me hacía preocuparme seriamente, pues me estaba dejando dominar por los deseos de la identidad que yo mismo creé, y así me mantuve inmóvil hasta que la policía local se hizo presente en el sitio llevándome ante el juzgado de la isla al igual que al sobreviviente.

El caso fue oído en todo el archipiélago, fue una total polémica, pues a pesar de lo horripilante que sonaba el cruel genocidio que acababa de cometer y se horrorizaban con el escenario que dejé tras de mí, casi todos sentían gran gratitud por librarlos de una de las principales amenazas de la región, toda esa situación me parecía sumamente divertida, y luego de semejante sección de destrucción caótica, me sentía revitalizado y desestresado, como si me hubiera quitado un peso de encima, y me la pasé quietecito durante todo mi juicio y mi formalización, incluso me dormí varias veces, y antes de que me diera cuenta estaba encerrado en un manicomio de alta seguridad.

Creo que esperé demasiado para reaccionar

Me dije a mi mismo al despertar en una habitación acolchada con una camisa de fuerza apresando mi torso.

El Joker se encontraba en un lugar bastante bueno para pasar desapercibido y darse un respiro. Claro que a él eso de darse un respiro le parecía aburrido, de hecho, él estaba en aquellas islas por un motivo especial, me explicare mejor. El Joker había pasado un largo tiempo de acá para allá intentando robar y conseguir plantar para luego recoger y para eso como ya he dicho tenía que conseguir dinero robando. Pero él estaba allí para relajarse y divertirse a su manera. Estuvo pensando que no le vendría mal divertirse sin necesidad de pensar en el dinero, por lo que empezó a pensar la mejor forma de divertirse. Estuvo dando vueltas a su cabeza ya que ahora se quería divertir de verdad, como a él le gusta. Mientras iba por las calles de la ciudad principal pensaba en alguna forma de diversión, veia a la gente pasear, comprar, hacer un rutina pero a él no se le ocurría nada, hasta que vio que en la ciudad había un manicomio, con esto le vino a la cabeza un idea que le encanto. El razonamiento del Joker era el siguiente, él estaba loco y quería divertirse, entonces donde se iba a divertir más que en un lugar donde todo el mundo es como él. Se le ocurrió que podía hacer algo para que le encerrasen y tras mucho pensar lo único que hizo fue improvisar. Cogió un trozo de madera que había en el suelo, saco la pólvora de su pistola y prendió la madera, esta la tiró a un puesto que había en medio de la calle. La gente al principio de verle con el trozo de madera en llamas no le dio mucha importancia pero luego cuando el puesto y las casas de los alrededores empezaron a arder todos se pusieron a gritar y a correr a buscar ayuda, de hecho ocurrió lo que El Joker quería, unos marines vinieron le detuvieron, el peliverde no opuso resistencia ya que era lo que quería. Obviamente estaba loco por lo que lo mandaron directamente al manicomio. De hecho lo hicieron tan rápidamente que él no supo como termino lo del incendio, aunque seguramente lo apagaron ya que no fue un incendio demasiado grande. Volviendo con El Joker, a este le llevaron rápidamente a una celda, durante todo el camino iba riéndose, se le escuchaba en todo el manicomio. Una vez en su celda observó sus alrededores y pensó cual iba a ser el siguiente paso. Pero de repente cuando miró a la celda de enfrente vio a un tipo que era igual que él. Entonces le miró y comenzó a reírse de nuevo, de hecho, se reía más fuerte que antes. El Joker paró de reír por un momento para decirle a aquel tipo, el cual era clavado a él:

-Oye tú, ¿sabes una cosa? Te pareces mucho a alguien que conozco.-acto seguido de soltar esta broma comenzó a reírse otra vez mientras esperaba a ver que decía el tipo.

Luego de burlarme un poco de la actual situación, me vi obligado a analizar mi entorno en busca de una salida, y ciertamente esta sería difícil de hallar si continuaba tirado en el piso haciendo nada, así que sin perder más tiempo me balanceé hacia atrás sobre mi espalda, para luego darme impulso con toda la columna y así con un movimiento curvo y preciso aterrizar encuclillado, apoyado únicamente por mis pies descalzos sobre el acolchado y albo piso, ya erguido miré a mi la rededor y me sentí extrañamente cómodo, como una espada en su funda, toda esa pulcritud que intentaba ocultar la locura latente que ha de albergar, pero todo esto era solo una observación, sentarme y acomodarme no era una opción, bajo ninguna circunstancia, al mirar por sobre mi hombro noté que en la única puerta del poco espacioso cuarto había una ventanilla, sería un buen comienzo saber que encontraría al salir de ahí, al asomar mi rostro por el recuadro solo encontré un pasillo monocromático con más puertas como la mía, hasta donde alcanzaban a ver mis ojos, eso no me dijo mucho, pero entonces miré a la puerta de enfrente, era ilógicamente gracioso, pues mi ver a mi vecino era como mirarme a mi mismo, hombre, tampoco era que fuera un espejo, el tipo no era idéntico a mi, si no más bien compartíamos el mismo gusto en maquillaje, la situación me era muy cómica por algún motivo y ahí estábamos uno frente a otro, mismo color de cabello, misma tes pálida como las paredes del lugar y misma sonrisa diabólica color carmín que nos atravesaba el rostro de lado a lado, ¿coincidencia?, ¿plagio?, ¿admiración?, ¿o simplemente me lo estaba imaginando?... esa última la descarté cuando fue él quien echó el primer chiste.

"Oye tú, ¿sabes una cosa? Te pareces mucho a alguien que conozco."

vociferó mi doble sellando con vivaces carcajadas dignas de sus aspecto. Solo me pude reír explosivamente por su comentario, pero una parte de mi quería darse de cabezazos contra el muro, aterrado, buscando la lógica del asunto, y es que hasta este omento el Joker era solo un personaje, una invención, un producto de mi creatividad creado con el fin único de ocultar mi verdadera apariencia, personalidad y habilidades, pero ahora era otra cosa, era un ser de carne y hueso, y ahora sin mis naipes sería probablemente mi compañero de huida, además todo lo que... ¡Ok! suficiente cordura por ahora, esto es un asilo de locos y es hora de hacer esto como un loco debe hacerlo. así que volví a asomarme por la ventanilla y...

¡hey amigo! ¿quien es tu asesor de imagen? ¡creo que nos timaron!

Tuve que aguantar la respiración para no explotar en carcajadas antes de terminar el chiste, y apoyé mi frente contra el vidrio mientras me seguía riendo al punto que me dolía el estómago.

Con el escándalo se acercó un guardia, o tal vez era un enfermero, ¿yo que sé? por ahora lo llamare "El idiota", la cosa es que el idiota que vestía de azul traía con sigo solo una macana y un bastón del mismo largo de los que mandan choques eléctricos y las llaves de las celdas por supuesto, algo alterado el idiota comenzó a hacernos callar, pues estábamos alterando al resto de los internados, osea, a los demás fallados del coco. En eso me puse serio y llamé la atención del idiota y le dije.

Oye idiota, ayúdanos con un problema, ¿tú que dices?,¿Quién de los dos tiene la sonrisa más bonita?

Empañé el vidrió de la ventanilla de tanto reírme en su cara, y el idiota se notaba enfurecido, si mi vecino el guapo me apoyaba saldríamos de ahí en poco tiempo.