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Fausto D Himura
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Divagando por las aguas del océano nuestro joven se encontraba, sin nada más que ver que madera, agua y cielo, para cualquiera parecería un algo tedioso pero no para este, puesto se entretenía jugando con la poca saliva que aún le quedaba, como niño pequeño este rodaba de un lado a otro en el corto espacio que tenia, intentaba desesperadamente disfrazar su aburrimiento con diversión absurda, cuando de repente escucha el sonido de las olas al romper y se levanta veloz como un rayo, exclamando al notar que la costa estaba a solo metros ¡tierra a la vista! A quien se lo decía preguntaran, pues respondere que a nadie, solo era un extraño antojo que procesaba su cerebro.
Agitando de un lado al otro el bote Fausto se encontraba eufórico ante la llegada pronta a tierra firme, no podía esperar el conocer que misterios tenia oculto aquel lugar para él, pero como era obvio, una persona de aproximadamente 85 Kg saltando de un lado a otro en un bote de 2 personas, era eminente su volamiento, que desgracia pensaba el joven mientras nota que en la llana profundidad de aquel mar se encontraba una fruta algo misteriosa, pero siempre sumergido en sus dichos, pensaba “A caballo regalado no se le mira el colmillo” y fue así como la tomo sin siquiera chistar.
Empapado de arriba abajo el joven al fin llega a la orilla arrastrando su humilde balsa y sosteniendo su fruta, una fruta que se convirtió en el almuerzo apenas se acomodo en las seguras tierras. ¡Eco que sabor tan repugnante! Exclamaba Fausto mientras corría en circulo por la orilla, vaya repulsión que sintió al degustar aquello que parecía un manjar, ya esto le serviría de lección para ser mas desconfiado ante las cosas que encontraba.
Pero no era momento de detener su rumbo por tan pequeña estupidez, este solo siguió caminando hacia las adyacencias, en busca de algún lugar donde encontrar refugio para secar su mojado atuendo ¡vaya! Exclamo al ver una choza de madera. Ignorando todo aquello que no estuviese en el camino de aquel refugio Fausto marcho. Al llegar a la puerta nuestro imprudente amigo toco repetidamente. Toc toc. Genial que sonido tan pegajoso, pensó mientras seguía tocando pero ahora llevando el ritmo de unos tambores.
Agitando de un lado al otro el bote Fausto se encontraba eufórico ante la llegada pronta a tierra firme, no podía esperar el conocer que misterios tenia oculto aquel lugar para él, pero como era obvio, una persona de aproximadamente 85 Kg saltando de un lado a otro en un bote de 2 personas, era eminente su volamiento, que desgracia pensaba el joven mientras nota que en la llana profundidad de aquel mar se encontraba una fruta algo misteriosa, pero siempre sumergido en sus dichos, pensaba “A caballo regalado no se le mira el colmillo” y fue así como la tomo sin siquiera chistar.
Empapado de arriba abajo el joven al fin llega a la orilla arrastrando su humilde balsa y sosteniendo su fruta, una fruta que se convirtió en el almuerzo apenas se acomodo en las seguras tierras. ¡Eco que sabor tan repugnante! Exclamaba Fausto mientras corría en circulo por la orilla, vaya repulsión que sintió al degustar aquello que parecía un manjar, ya esto le serviría de lección para ser mas desconfiado ante las cosas que encontraba.
Pero no era momento de detener su rumbo por tan pequeña estupidez, este solo siguió caminando hacia las adyacencias, en busca de algún lugar donde encontrar refugio para secar su mojado atuendo ¡vaya! Exclamo al ver una choza de madera. Ignorando todo aquello que no estuviese en el camino de aquel refugio Fausto marcho. Al llegar a la puerta nuestro imprudente amigo toco repetidamente. Toc toc. Genial que sonido tan pegajoso, pensó mientras seguía tocando pero ahora llevando el ritmo de unos tambores.
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Mientras el rítmico sonido que emitía la puerta seguía esparciéndose, nuestro joven Fausto pensaba en tantas cosas de gran interés como. ¿La luna será de queso como afirman algunos en mi libro? Porque si así fuese realmente me gustaría viajar a ella, solo imaginarme saciándome de tanta ración me pone a las glándulas a segregar saliva.
Cuando de pronto la voz seria de un joven hace interrupción a su melodía y a sus mismos pensamientos, este joven solo quería brindarle un poco de información a Fausto el cual con una sonrisa de oreja a oreja respondió agradeciéndole su amabilidad. Aun no podía creer cuanta atención, era algo extraño el encontrar a una persona ofrecer ayuda sin habérsela pedido, claro esto realmente no era relevante para el joven heredero, el solo quería llegar a un lugar donde poder secar su atuendo y casualmente fue esto aquello que le ofreció el extraño.
-Fausto: cuanta amabilidad, de verdad me sería muy grato llegar a dicho pueblo.
Con esto daba por entendido su aceptación a la petición pedida, pero mientras lo hacía comenzaba a maquinar cada detalle de este sujeto, claro la precaución ante todo y con solo una simple mirada analizo.
Hombre alto como de mi estatura, cabellera negra como la noche y lisa como la seda, apariencia afeminada, atuendo a la moda, (ojo esto lo decía por la similitud en la gabardina) algo gótico pero aceptable, sin mucho puedo notar que su ultimo botón esta desabonado y su postura denota el manejo de alguna arte de lucha, sin duda alguna un peleador de acuerpo a cuerpo o de espada, eso explicaría demasiadas cosas.
Fausto con tan solo unos segundo hizo tales conjeturas que sin mucho esfuerzo se ven acertadas, claro, Fausto jamás dejaría que alguien sospeche de sus habilidades ni intenciones, así que con gran facilidad hizo bajar la tención que los segundo de silencio habían creado.
Fausto: Sere algo indiscreto, pero ¿podrías decirme si sos hombre o mujer?
Como siempre la falta de prudencia había hecho acto de aparición, pero sin esperar respuesta comenzó a caminar. Cabe resaltar que 2 presencias se sintieron asechando, esta fue la razón de empezar su marcha.
Off: disculpa enormemente que no le ponga color y más aun que mi post sea tan malo, pero es que llevo 2 días sin dormir y quería postear por si levantabas temprano consiguieras el post echo.
Cuando de pronto la voz seria de un joven hace interrupción a su melodía y a sus mismos pensamientos, este joven solo quería brindarle un poco de información a Fausto el cual con una sonrisa de oreja a oreja respondió agradeciéndole su amabilidad. Aun no podía creer cuanta atención, era algo extraño el encontrar a una persona ofrecer ayuda sin habérsela pedido, claro esto realmente no era relevante para el joven heredero, el solo quería llegar a un lugar donde poder secar su atuendo y casualmente fue esto aquello que le ofreció el extraño.
-Fausto: cuanta amabilidad, de verdad me sería muy grato llegar a dicho pueblo.
Con esto daba por entendido su aceptación a la petición pedida, pero mientras lo hacía comenzaba a maquinar cada detalle de este sujeto, claro la precaución ante todo y con solo una simple mirada analizo.
Hombre alto como de mi estatura, cabellera negra como la noche y lisa como la seda, apariencia afeminada, atuendo a la moda, (ojo esto lo decía por la similitud en la gabardina) algo gótico pero aceptable, sin mucho puedo notar que su ultimo botón esta desabonado y su postura denota el manejo de alguna arte de lucha, sin duda alguna un peleador de acuerpo a cuerpo o de espada, eso explicaría demasiadas cosas.
Fausto con tan solo unos segundo hizo tales conjeturas que sin mucho esfuerzo se ven acertadas, claro, Fausto jamás dejaría que alguien sospeche de sus habilidades ni intenciones, así que con gran facilidad hizo bajar la tención que los segundo de silencio habían creado.
Fausto: Sere algo indiscreto, pero ¿podrías decirme si sos hombre o mujer?
Como siempre la falta de prudencia había hecho acto de aparición, pero sin esperar respuesta comenzó a caminar. Cabe resaltar que 2 presencias se sintieron asechando, esta fue la razón de empezar su marcha.
Off: disculpa enormemente que no le ponga color y más aun que mi post sea tan malo, pero es que llevo 2 días sin dormir y quería postear por si levantabas temprano consiguieras el post echo.
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Una tranquila brisa era la que guiaba su camino, todo parecía afirmar el éxito que tendría en aquel lugar puesto aquel muchacho que lo acompañaba daba la sensación de confianza, que por cierto es difícil conseguir en cualquiera.
Siempre manteniendo su postura encorvada el joven Fausto marcha y escuchaba las palabras de aquel joven que parecía ser un aventurero. Una pregunta hizo que Fausto se detuviera interponiéndose en el camino de Maximilian y le respondiera con una sonrisa y subiéndose la cabellera para así destapar sus ojos.
-Fausto: Mi meta no es más que el conocimiento, poder reunir la información necesaria para revivir a mi esposa y claro destruir en el proceso al régimen y así crear un nuevo orden mundial, por cierto me llamo Fausto, es un placer.
Una pequeña pausa se hizo mientras se sumergían ambos forasteros en una dimensión de tiempo paralizado la cual se destruyo con las siguientes palabras dichas por Fausto.
-Fausto: Te parecerá algo imprudente de mi parte hablar tan a la ligera de estas cosas, pero simplemente me inspiras cierta confianza y si en el hipotético caso me llegara la traición entonces me daría igual, solo llegaran a mi más pronto aquellos traicioneros de la justicia que se hacen llamar gobierno y marina.
Al terminar de hablar una carcajada algo inquietante resonó por las cercanías, claro proveniente de Fausto el cual le causaba gracia toda esa situación ¿Qué era lo que le parecía jocoso? Es algo que ni yo mismo se, ya que su mente maquiavelica se encontraba preparando todo el escenario que le prepararía un futuro próximo.
Luego de esa corta charla llegaron al pueblo, era un lugar bonito, con gente sonriente y colorida, todo indicaba que la paz era la reinante de aquella zona, pero a veces llega el dicho de “no todo lo que brilla es oro” esto era algo que tenía claro nuestro protagonista el cual riéndose llego a las puertas de aquel pequeño pueblo y le decía a max Al fin llegamos
Siempre manteniendo su postura encorvada el joven Fausto marcha y escuchaba las palabras de aquel joven que parecía ser un aventurero. Una pregunta hizo que Fausto se detuviera interponiéndose en el camino de Maximilian y le respondiera con una sonrisa y subiéndose la cabellera para así destapar sus ojos.
-Fausto: Mi meta no es más que el conocimiento, poder reunir la información necesaria para revivir a mi esposa y claro destruir en el proceso al régimen y así crear un nuevo orden mundial, por cierto me llamo Fausto, es un placer.
Una pequeña pausa se hizo mientras se sumergían ambos forasteros en una dimensión de tiempo paralizado la cual se destruyo con las siguientes palabras dichas por Fausto.
-Fausto: Te parecerá algo imprudente de mi parte hablar tan a la ligera de estas cosas, pero simplemente me inspiras cierta confianza y si en el hipotético caso me llegara la traición entonces me daría igual, solo llegaran a mi más pronto aquellos traicioneros de la justicia que se hacen llamar gobierno y marina.
Al terminar de hablar una carcajada algo inquietante resonó por las cercanías, claro proveniente de Fausto el cual le causaba gracia toda esa situación ¿Qué era lo que le parecía jocoso? Es algo que ni yo mismo se, ya que su mente maquiavelica se encontraba preparando todo el escenario que le prepararía un futuro próximo.
Luego de esa corta charla llegaron al pueblo, era un lugar bonito, con gente sonriente y colorida, todo indicaba que la paz era la reinante de aquella zona, pero a veces llega el dicho de “no todo lo que brilla es oro” esto era algo que tenía claro nuestro protagonista el cual riéndose llego a las puertas de aquel pequeño pueblo y le decía a max Al fin llegamos
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Fausto miraba algo maravillado la actitud tan útil y amable que tomaba Max, gracias a su extrovertida pero amable personalidad les habían indicado un buen lugar para alojarse, pero lo que mejor le parecía a nuestro protagonista es que estaba próximo a una taberna, así que comenzó a caminar al lado de Max y le respondió a sus palabras:
-Eso se puede arreglar.
Esto fue algo que dijo con una sonrisa algo macabra en la cara, pero ya era algo normal esa expresión. Con su ropa ya casi seca por el ventarrón que soplaba Fausto siguió hacia la cabaña, pero no sin antes decirle a Max que intentaría conseguir un cuarto para ambos y que si quería lo esperara en la taberna la cual habían recomendado. Sin esperar respuesta este solo camino hacia el lugar señalado, tratando de contener su risa para no asustar a terceros.
Llegando al lugar solo pudo quedarse maravillado con la inmensidad de aquella casa, además también se debe resaltar su belleza, incluso se puede resumir que era la casa más bonita que se veía a lo largo de la calle, pero como toda cosa bella siempre tiene un pero que le hace bajar su resplandor, en este caso era la dueña, una persona de tamaño considerable con una grasa visible, incluso más visible de lo que es aceptable para el ojo, su cara llena de acné y una verruga en la mitad de la frente que le causaba bastante gracia a Fausto.
-Fausto : Muy buenas tardes, mi nombre es Fausto D Himura, vengo de tierras lejanas y realmente busco un alojamiento en esta bella ciudad.
La gran oratoria de este sujeto siempre le había servido para maravillar al oído, incluso esta señora no era la excepción, toda apomponada por la educación con la cual le hablan esta respondió dulce y amablemente con un “sí”, pero justo esta fue la gota que rebaso el vaso de Fausto, la voz tan varonil que entonaba aquel ser lo hizo estallar a carcajada, no se podía explicar cómo alguien podía ser tan macho siento mujer o bueno eso creía.
Sin dudar la indignada propietaria le estampo una cachetada que le disloco la mandíbula a este maniaco pero sin importar el dolor este solo podía reír a carcajada, estaba de mas decir la rotunda negación a la habitación. Fue en ese momento donde un estallido hizo llamar su atención, parecía provenir del lugar por donde llegaron. Corrió hacia alla.
-Eso se puede arreglar.
Esto fue algo que dijo con una sonrisa algo macabra en la cara, pero ya era algo normal esa expresión. Con su ropa ya casi seca por el ventarrón que soplaba Fausto siguió hacia la cabaña, pero no sin antes decirle a Max que intentaría conseguir un cuarto para ambos y que si quería lo esperara en la taberna la cual habían recomendado. Sin esperar respuesta este solo camino hacia el lugar señalado, tratando de contener su risa para no asustar a terceros.
Llegando al lugar solo pudo quedarse maravillado con la inmensidad de aquella casa, además también se debe resaltar su belleza, incluso se puede resumir que era la casa más bonita que se veía a lo largo de la calle, pero como toda cosa bella siempre tiene un pero que le hace bajar su resplandor, en este caso era la dueña, una persona de tamaño considerable con una grasa visible, incluso más visible de lo que es aceptable para el ojo, su cara llena de acné y una verruga en la mitad de la frente que le causaba bastante gracia a Fausto.
-Fausto : Muy buenas tardes, mi nombre es Fausto D Himura, vengo de tierras lejanas y realmente busco un alojamiento en esta bella ciudad.
La gran oratoria de este sujeto siempre le había servido para maravillar al oído, incluso esta señora no era la excepción, toda apomponada por la educación con la cual le hablan esta respondió dulce y amablemente con un “sí”, pero justo esta fue la gota que rebaso el vaso de Fausto, la voz tan varonil que entonaba aquel ser lo hizo estallar a carcajada, no se podía explicar cómo alguien podía ser tan macho siento mujer o bueno eso creía.
Sin dudar la indignada propietaria le estampo una cachetada que le disloco la mandíbula a este maniaco pero sin importar el dolor este solo podía reír a carcajada, estaba de mas decir la rotunda negación a la habitación. Fue en ese momento donde un estallido hizo llamar su atención, parecía provenir del lugar por donde llegaron. Corrió hacia alla.
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Cuando llegaron Fausto y su compañero se consiguieron con un completo caos, la gente alborotada gritando a todo cañón las palabras de auxilio ¿Qué clase de desastre es este? Se pregunto Fausto mientras observaba como los marines empezaban a llegar desalojando el lugar, era algo increíble que al fin hicieran algo eficiente por la ciudad o al menos eso pensó nuestro protagonista al verlos.
Sumergido en su cabeza Fausto empieza a pensar que no era posible que los revolucionaran estuviesen haciendo alboroto de esta índole o por lo menos no sin razón suficiente, algo estaba mal y el sabría definitivamente que era. Unas palabras fueron las causante de la ruptura de su completa concentración, era max pidiéndole que se marcharan en ese momento, era obvio que la razón era aquella cantidad de marinos que iban a apareciendo a cada momento.
-Fausto: Es imposible mi retirada de este lugar, no puedo dejar este acto impune ante mis ojos. Además si aquellos eran de la revolución me encargare de castigarlo en el verdadero nombre de esta.
Fue entonces donde Fausto volvió a mostrar aquella sonrisa algo inquietante e incluso sin mediar palabra empezó a correr por entre los callejones esperando que el otro sujeto lo siguiera estaba seguro que se toparía con estos bandidos, fue entonces cuando observo a las afueras de aquel pueblo, marines y supuestos revolucionarios escondidos a lo lejos, solo conversaban y se reían, parecía ser solo un mal chiste.
-Lo sabía. Pensó nuestro maniaco amigo mientras apretaba los dientes mostrando su impotencia, pero era más que claro que su actuación en ese momento sería algo inútil, no era una opción darse el lujo perder su factos más importante ¡La sorpresa! Fue entonces cuando se dio la media vuelta y se dirigió de nuevo al lugar de la taberna. Tenía como objetivo mostrar sus mas sinceras disculpa a aquel intento de mujer
Sumergido en su cabeza Fausto empieza a pensar que no era posible que los revolucionaran estuviesen haciendo alboroto de esta índole o por lo menos no sin razón suficiente, algo estaba mal y el sabría definitivamente que era. Unas palabras fueron las causante de la ruptura de su completa concentración, era max pidiéndole que se marcharan en ese momento, era obvio que la razón era aquella cantidad de marinos que iban a apareciendo a cada momento.
-Fausto: Es imposible mi retirada de este lugar, no puedo dejar este acto impune ante mis ojos. Además si aquellos eran de la revolución me encargare de castigarlo en el verdadero nombre de esta.
Fue entonces donde Fausto volvió a mostrar aquella sonrisa algo inquietante e incluso sin mediar palabra empezó a correr por entre los callejones esperando que el otro sujeto lo siguiera estaba seguro que se toparía con estos bandidos, fue entonces cuando observo a las afueras de aquel pueblo, marines y supuestos revolucionarios escondidos a lo lejos, solo conversaban y se reían, parecía ser solo un mal chiste.
-Lo sabía. Pensó nuestro maniaco amigo mientras apretaba los dientes mostrando su impotencia, pero era más que claro que su actuación en ese momento sería algo inútil, no era una opción darse el lujo perder su factos más importante ¡La sorpresa! Fue entonces cuando se dio la media vuelta y se dirigió de nuevo al lugar de la taberna. Tenía como objetivo mostrar sus mas sinceras disculpa a aquel intento de mujer
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Fausto algo enojado por lo que acababa de observar marcha hacia la taberna, quizás ahí podría volverse a encontrar con aquel chico de aspecto confiable. ¡Vaya! Esos marines son todos unos vándalos, no permitiré que se suscite en este lugar las mismas impunidades que en mi tierra.
Fue entonces cuando cruzo por aquella casa que se encontraba calcinada, ya estaba todo hecho carbón, la gente se quedaba indignada y gritaba consignas en contra de la revolución, murmurando y hasta exclamando a todo dar aquella opinión tan vulgar que tenia contra aquellos personajes. Fausto solo siguió caminando mientras maldecía aquellos corruptos, pero fue en ese mismo instante cuando noto la extraña actitud de los marinos, todos estaban alterados corriendo de un lado a otro ¿Qué sucederá en este lugar? Fue lo que se pregunto Fausto mientras seguía observando los acontecimientos y a medida que caminaba solo encontraba a todos aquellos preguntando por un sujeto en específico.
-Un hombre alto de gabardina, cabello negro y mirada algo fría. Fue esto lo que escucho de un marine el cual a gritos agredía a una mujer preguntándole si había visto a alguien con esa descripción. Fue entonces cuando se desconcertó por completo Fausto, pero era solo cuestión de tiempo para que nuestro imprudente amigo se las liara, esta vez seria por culpa de la curiosidad misma.
Solo tuvo que caminar un poco más adelante y quedarse parado, debido al grado de frustración que llevaban aquellos sujetos era cuestión de tiempo para que alguno le preguntara, entonces como obra de la lógica misma se acerca un marine molesto que a gritos se refirió a él.
-Marine: Oye joyita (sentido de burla) no has visto a un hombre de aspecto extraño, alto, con gabardina y ojos que muestran la maldad misma.
-Fusto: Creo que no señor, pero como es posible que un simple mortal se escapara de los tan campases marines. Esto lo hizo burlándose de manera sarcástica, claro con su característica sonrisa y jugando con sus uñas.
-Marine: No te pases de listo conmigo, me estas tentando a llevarte por obstruir el trabajo de un funcionario.
-Fausto: no disculpe usted responsable marine, es la última cosa que quisiera hacer, tomando en cuenta la cantidad tan reducida de cosas que hacen, lo menos que quisiera es interrumpirlo. Pero fuera del tema cuénteme a qué cargo se le imputa a aquel desalmado de mirada frívola.
-Marine: Ya te lo dije no te pases de listo conmigo, es la última advertencia. Se le imputa de agresión a un funcionario y además de estar implicado en la destrucción de una casa, es mas apártate el cabello, los criminales muchas veces se disfrazan y pareces ser sospechoso. Mientras iba levantando la mano dispuesto a apartarle la cabellera a Fausto.
Fue entonces cuando con fuerza Fausto lo tomo de la muñeca y con sonrisa de oreja a oreja le dijo: Creo que no es prudente hacer eso, incluso un respetable de la ley no querrá revivir aquellas cicatrices del pasado las cuales refleja mi cara. Ya la voz de aquel apacible y burlesco muchacho empezaba a tornarse más seria, incluso aquel brabucón bajo la mirada y solo observo como marchaba por la calle aquel sujeto de aspecto extraño y cabellera blanca.
Ya habiéndose superado la escena nuestro protagonista se vuelve a conseguir con aquella impresionante taberna y dispuesto a enfrentar sus problemas se adentro a ella, o bueno eso intento dado que rápidamente fue empujado por aquel ogro que era llamado dueña.
-Fausto: Justo quería encontrarme con usted, estuve reflexionando y entendí que mi actitud fue demás de descortés e imprudente, quizás no pueda devolver el tiempo pero seguro estoy de que al menos apaciguar un poco su indignación con esta disculpa puedo. Esto lo decía mientras inclinaba su cabeza como perro regañado
La dueña al observa el arrepentimiento de Fausto solo pudo dejarlo entrar y sin chistar le dijo: Que no vuelva a suceder, pero tranquilo todos cometemos errores y aquí tengo un cuarto en el cual puedes alojarte por el momento.
Fausto solo observaba contento como entraba aquella ogra a su negocio al cual el prosiguió entrar siguiéndola. Todo parecía una utopía de bar, un olor agradable, la vista de cualquiera se alimentaba con aquellas bellezas que atendían, todo limpio y pulcro, sin dudas un bar de alta clases o eso pensaba Fausto. Entonces observo como su compañero se encontraba en una de las esquinas del establecimiento.
Acercándose a su lado le dijo: Gran alboroto que has causado, la marina anda desesperada buscándote, creo que lo mejor sería refugiarnos antes de que se arme el pleito.
Fue entonces cuando cruzo por aquella casa que se encontraba calcinada, ya estaba todo hecho carbón, la gente se quedaba indignada y gritaba consignas en contra de la revolución, murmurando y hasta exclamando a todo dar aquella opinión tan vulgar que tenia contra aquellos personajes. Fausto solo siguió caminando mientras maldecía aquellos corruptos, pero fue en ese mismo instante cuando noto la extraña actitud de los marinos, todos estaban alterados corriendo de un lado a otro ¿Qué sucederá en este lugar? Fue lo que se pregunto Fausto mientras seguía observando los acontecimientos y a medida que caminaba solo encontraba a todos aquellos preguntando por un sujeto en específico.
-Un hombre alto de gabardina, cabello negro y mirada algo fría. Fue esto lo que escucho de un marine el cual a gritos agredía a una mujer preguntándole si había visto a alguien con esa descripción. Fue entonces cuando se desconcertó por completo Fausto, pero era solo cuestión de tiempo para que nuestro imprudente amigo se las liara, esta vez seria por culpa de la curiosidad misma.
Solo tuvo que caminar un poco más adelante y quedarse parado, debido al grado de frustración que llevaban aquellos sujetos era cuestión de tiempo para que alguno le preguntara, entonces como obra de la lógica misma se acerca un marine molesto que a gritos se refirió a él.
-Marine: Oye joyita (sentido de burla) no has visto a un hombre de aspecto extraño, alto, con gabardina y ojos que muestran la maldad misma.
-Fusto: Creo que no señor, pero como es posible que un simple mortal se escapara de los tan campases marines. Esto lo hizo burlándose de manera sarcástica, claro con su característica sonrisa y jugando con sus uñas.
-Marine: No te pases de listo conmigo, me estas tentando a llevarte por obstruir el trabajo de un funcionario.
-Fausto: no disculpe usted responsable marine, es la última cosa que quisiera hacer, tomando en cuenta la cantidad tan reducida de cosas que hacen, lo menos que quisiera es interrumpirlo. Pero fuera del tema cuénteme a qué cargo se le imputa a aquel desalmado de mirada frívola.
-Marine: Ya te lo dije no te pases de listo conmigo, es la última advertencia. Se le imputa de agresión a un funcionario y además de estar implicado en la destrucción de una casa, es mas apártate el cabello, los criminales muchas veces se disfrazan y pareces ser sospechoso. Mientras iba levantando la mano dispuesto a apartarle la cabellera a Fausto.
Fue entonces cuando con fuerza Fausto lo tomo de la muñeca y con sonrisa de oreja a oreja le dijo: Creo que no es prudente hacer eso, incluso un respetable de la ley no querrá revivir aquellas cicatrices del pasado las cuales refleja mi cara. Ya la voz de aquel apacible y burlesco muchacho empezaba a tornarse más seria, incluso aquel brabucón bajo la mirada y solo observo como marchaba por la calle aquel sujeto de aspecto extraño y cabellera blanca.
Ya habiéndose superado la escena nuestro protagonista se vuelve a conseguir con aquella impresionante taberna y dispuesto a enfrentar sus problemas se adentro a ella, o bueno eso intento dado que rápidamente fue empujado por aquel ogro que era llamado dueña.
-Fausto: Justo quería encontrarme con usted, estuve reflexionando y entendí que mi actitud fue demás de descortés e imprudente, quizás no pueda devolver el tiempo pero seguro estoy de que al menos apaciguar un poco su indignación con esta disculpa puedo. Esto lo decía mientras inclinaba su cabeza como perro regañado
La dueña al observa el arrepentimiento de Fausto solo pudo dejarlo entrar y sin chistar le dijo: Que no vuelva a suceder, pero tranquilo todos cometemos errores y aquí tengo un cuarto en el cual puedes alojarte por el momento.
Fausto solo observaba contento como entraba aquella ogra a su negocio al cual el prosiguió entrar siguiéndola. Todo parecía una utopía de bar, un olor agradable, la vista de cualquiera se alimentaba con aquellas bellezas que atendían, todo limpio y pulcro, sin dudas un bar de alta clases o eso pensaba Fausto. Entonces observo como su compañero se encontraba en una de las esquinas del establecimiento.
Acercándose a su lado le dijo: Gran alboroto que has causado, la marina anda desesperada buscándote, creo que lo mejor sería refugiarnos antes de que se arme el pleito.
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Fausto escuchaba las palabras atentas que le decía aquel sujeto, pero no pudo contener ni un segundo más carcajada la cual salió a flote apenas termino de hablar Max, para algunos le parecerá molesto e irrespetuoso pero a Fausto poco le importaba, después de todo la opinión de tercero no era algo que le interesara en ese momento. Entre carcajadas intenta limpiar las lágrimas que brotaron de sus ojos ante tal acontecimiento que le pareció jocoso y mientras le decía:
-Fausto: porque tanto revuelo por tan insignificante titulo, frente a mi puede estar sentado el mismísimo diablo y no me sentiría intimidado, las dificultades y demás cosas son irrelevante, es mas es solo cuestión de segundo solucionar aquel percance.
Con una sonrisa algo macabra como la que dibujaba en las mayor parte de su tiempo se para y se dirige hacia la mismísima barra, solo escucha el cuchicheo entre él y su nueva amiga, (la tabernera) fue entonces cuando Fausto le hizo señas a Max para que se moviera rápidamente, y con el pulgar le señalo hacia arriba, esto era más que suficiente para que Max entendiera. Todo parecía estar solucionado cuando de repente se escucha a las afuera.
-Entremos a investigar en esta taberna.
Fausto tan relajado y sereno como la mayor parte del tiempo se dispone a subir sin esperar por su compañero, el ya sabía que el moverse rápido sería la única posibilidad, ya que no quería destacar antes de averiguar lo relevante sobre el incendio.
-Fausto: porque tanto revuelo por tan insignificante titulo, frente a mi puede estar sentado el mismísimo diablo y no me sentiría intimidado, las dificultades y demás cosas son irrelevante, es mas es solo cuestión de segundo solucionar aquel percance.
Con una sonrisa algo macabra como la que dibujaba en las mayor parte de su tiempo se para y se dirige hacia la mismísima barra, solo escucha el cuchicheo entre él y su nueva amiga, (la tabernera) fue entonces cuando Fausto le hizo señas a Max para que se moviera rápidamente, y con el pulgar le señalo hacia arriba, esto era más que suficiente para que Max entendiera. Todo parecía estar solucionado cuando de repente se escucha a las afuera.
-Entremos a investigar en esta taberna.
Fausto tan relajado y sereno como la mayor parte del tiempo se dispone a subir sin esperar por su compañero, el ya sabía que el moverse rápido sería la única posibilidad, ya que no quería destacar antes de averiguar lo relevante sobre el incendio.
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Fausto observaba con risa en la cara como su compañero saltaba hacia el otro edificio, un gesto de parte de Max hizo que nuestro joven protagonista llevara al rechazo de aquella oferta, solo se voltio y con una voz algo más seria le dice:
-Fausto: No te equivoques, no te puedo seguir en este preciso instante, si me llegaran a observar ahorita a tu lado simplemente sería un prófugo más. Tú das sensación de inteligencia así que entenderás que no hacemos nada si los 2 huimos, lo más beneficioso en este momento es que te ocultes, muévete en las sombras, que yo estaré a luz pública a la búsqueda de los puntos más débiles de estos corruptos que gobiernas esta isla. Una última cosa, mantenme al tanto de tu situación, que estaré acá todas las noches y no te preocupes cuando la dificultad te rodee yo te ayudare sin chistar, aunque dudo que me necesites, a simple vista muestras gran potencial.
Como la mayoría de sus conversaciones este la termino con su peculiar risa, pero no sin antes cerrar las ventanas, fue en ese preciso instante en cuanto los guardias entraron tratando de buscar al forajido.
-Marine: Otra vez me tengo que topar contigo, eres realmente molesto.
-Fausto: Cuanta descortesía para mi persona, señor oficial a diferencia de usted yo me siento alagada con su presencia, pero ya sabemos a lo que vienes y le repetiré lo mismo de hace unos momentos.
Las palabras de Fausto entraron de manera rápida y precisa, su seguridad fue lo que conllevo que aquellos oficiales simplemente dieran la vuelta y siguieran buscando a su criminal por otros lares, el joven ya habiendo visto que no conseguiría nada desde ahí solo se marchó de la habitación con rumbo desconocido.
Luego de seguir un rumbo sin sentido Fausto se topa con la zona más humilde de la ciudad o por lo menos eso apreciaba a simple vista nuestro protagonista, el cual sin mayor prudencia se adentró por aquellas estrechas y desoladas calles de tierra. ¡Wao! Cuanta desdicha vive este gran lugar.
-Oye forastero es mejor que recojas tus pasos, no asegurare tu integridad si solo das un paso más hacia allá.
Fausto algo impresionado por las palabras de un pequeño jovencito como de no más 10 años de edad se tira al suelo a reírse a carcajada, cuanta gracia le hacía que un puberto le estuviese apuntando con un cuchillo con la simple esperanza de ahuyentarlo.
-Fausto: entiendo muy bien lo que intentas hacer, pero tranquilo no estoy acá para hacerle daño ni a ti ni a la señora que se encuentra escondida con bebe en brazo.
Cayendo perplejo, el niño suelta su arma blanca y fue ahí cuando fausto lo tomo de la cintura y lo lanzo al regazo de su propia madre pero claro antes de irse cruzo unas palabras con ella, no quería despedirse sin antes hacer elogio de la valentía de su pequeño oponente.
Aunque orgulloso por las acciones y decisiones tomadas por aquel botón, Fausto llega a sentir una profunda tristeza por las moribunderia que llevan los gobernantes de aquella isla.
-Auxilio, Auxilio.
Se escuchaba exclamar, esto era un sonido el cual simplemente no podría dejar pasar, asi que macho con rumbo hacia el peligro, lo que encontró fue un bandido intentando violar a una pequeña.
Fausto: Que tan bajo puedes caer para la satisfacción de tu sexo, solo por suplir tus antojos eres capaz de dañar a inocentes, simplemente no puedo perdonártelo.
Aquel hombre era alguien negro, un tamaño de 190 aproximadamente, musculatura visible a simple vista, (si entiendes lo que digo) el cual solo lo observo y lo ignoro. Podrán dar imaginación del enojo de un loco al ser ignorado, solo saco por breves instantes su guadaña y desmembró al musculoso violador.
-Fausto: No te equivoques, no te puedo seguir en este preciso instante, si me llegaran a observar ahorita a tu lado simplemente sería un prófugo más. Tú das sensación de inteligencia así que entenderás que no hacemos nada si los 2 huimos, lo más beneficioso en este momento es que te ocultes, muévete en las sombras, que yo estaré a luz pública a la búsqueda de los puntos más débiles de estos corruptos que gobiernas esta isla. Una última cosa, mantenme al tanto de tu situación, que estaré acá todas las noches y no te preocupes cuando la dificultad te rodee yo te ayudare sin chistar, aunque dudo que me necesites, a simple vista muestras gran potencial.
Como la mayoría de sus conversaciones este la termino con su peculiar risa, pero no sin antes cerrar las ventanas, fue en ese preciso instante en cuanto los guardias entraron tratando de buscar al forajido.
-Marine: Otra vez me tengo que topar contigo, eres realmente molesto.
-Fausto: Cuanta descortesía para mi persona, señor oficial a diferencia de usted yo me siento alagada con su presencia, pero ya sabemos a lo que vienes y le repetiré lo mismo de hace unos momentos.
Las palabras de Fausto entraron de manera rápida y precisa, su seguridad fue lo que conllevo que aquellos oficiales simplemente dieran la vuelta y siguieran buscando a su criminal por otros lares, el joven ya habiendo visto que no conseguiría nada desde ahí solo se marchó de la habitación con rumbo desconocido.
Luego de seguir un rumbo sin sentido Fausto se topa con la zona más humilde de la ciudad o por lo menos eso apreciaba a simple vista nuestro protagonista, el cual sin mayor prudencia se adentró por aquellas estrechas y desoladas calles de tierra. ¡Wao! Cuanta desdicha vive este gran lugar.
-Oye forastero es mejor que recojas tus pasos, no asegurare tu integridad si solo das un paso más hacia allá.
Fausto algo impresionado por las palabras de un pequeño jovencito como de no más 10 años de edad se tira al suelo a reírse a carcajada, cuanta gracia le hacía que un puberto le estuviese apuntando con un cuchillo con la simple esperanza de ahuyentarlo.
-Fausto: entiendo muy bien lo que intentas hacer, pero tranquilo no estoy acá para hacerle daño ni a ti ni a la señora que se encuentra escondida con bebe en brazo.
Cayendo perplejo, el niño suelta su arma blanca y fue ahí cuando fausto lo tomo de la cintura y lo lanzo al regazo de su propia madre pero claro antes de irse cruzo unas palabras con ella, no quería despedirse sin antes hacer elogio de la valentía de su pequeño oponente.
Aunque orgulloso por las acciones y decisiones tomadas por aquel botón, Fausto llega a sentir una profunda tristeza por las moribunderia que llevan los gobernantes de aquella isla.
-Auxilio, Auxilio.
Se escuchaba exclamar, esto era un sonido el cual simplemente no podría dejar pasar, asi que macho con rumbo hacia el peligro, lo que encontró fue un bandido intentando violar a una pequeña.
Fausto: Que tan bajo puedes caer para la satisfacción de tu sexo, solo por suplir tus antojos eres capaz de dañar a inocentes, simplemente no puedo perdonártelo.
Aquel hombre era alguien negro, un tamaño de 190 aproximadamente, musculatura visible a simple vista, (si entiendes lo que digo) el cual solo lo observo y lo ignoro. Podrán dar imaginación del enojo de un loco al ser ignorado, solo saco por breves instantes su guadaña y desmembró al musculoso violador.
Fausto D Himura
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El corte fue tan fino que solo salpico una pequeña porción de sangre la cual inevitablemente choco contra la parte descubierta de la cara de Fausto. El tiempo simplemente se paralizo en aquel reducido espacio, la cara de horror de aquella niña y la risa que lentamente se iba dibujando en los labios de nuestro protagonista eran expresiones únicas, podría decirse que ni el más caóticos de los pintores podrían revivir en arte aquella escena, parecía que algo oscuro se escondía tras aquella cabellera plateada, que el peor de los psicópatas vestía de gabardina, pero no fue este mas que el primero de los pasos al descontrol, pues seguridad doy que más adelante este desenfrenado desequilibrio explotaría llevándose todo por delante.
Muchas gracias señor.
Estas palabras fueron las que hicieron entrar en razón a Fausto, el que parecía volver a su condición normal, este solo volteo y cambio a una cara un poco más seria, aunque aún seguía dibujando una pequeña mueca la cual en vez de temor daba seguridad a quienes observaban . Así fue como se marcho aquella pequeña desapareciendo entre los callejones que allí se encontraban.
Vaya que día tan duro. Esto lo pensaba Fausto mientras que con algo de sentimiento observaba el ocaso llegar lento pero seguro, con suavidad una pequeña brisa le roso la cara como abofeteándolo tiernamente para que este volviese a lo que había venido, no tenía tiempo para descansar mientras aquellos corruptos seguían haciendo de las suyas.
Fue entonces cuando frente a él apareció la solución perfecta, un marine algo novato el cual patrullaba la zona, la mente maquiavélica de nuestro joven loco empezaba a maquinar una idea macabra pero efectiva para deshacerse de la supuesta ley que regia aquella isla.
Oye, sabes dónde puedo conseguir los cuarteles de la marina en este lugar, realmente llevo todo el día a la búsqueda de aquel sitio pero lamentablemente me perdí en el sendero.
El incauto novato embelesado ante la actitud respetuosa de Fausto accedió a conducirlo al cuartel. Algo discreto pero solido se notaba aquella estructura, marines de aquí para allá transitaban por las cercanías mientras charlaban sobre el perturbador de la paz, obviamente se trataba de Max. De pronto frente a ellos se para un sujeto de músculos definidos y de estatura promedio para cualquier hombre, el cual con voz seria se refirió a ellos.
Sargento: Soy el sargento Kay, es acaso soldado que ha traído a nosotros a un asocial
Fausto mostrando su fina etiqueta se quita el sobrero y de manera amable se presenta, además se defiende diciendo: Por supuesto que no, sería incapaz de tal barbaridad, al contrario he venido a ofrecer mis servicios a sus tan respetable fuerzas.
El sargento sonriente camina hacia la parte interior haciéndole señas a Fausto que lo siguiera, el joven simplemente lo siguió sin chistar, parecía estar cada vez más cerca de conseguir su meta .
Muchas gracias señor.
Estas palabras fueron las que hicieron entrar en razón a Fausto, el que parecía volver a su condición normal, este solo volteo y cambio a una cara un poco más seria, aunque aún seguía dibujando una pequeña mueca la cual en vez de temor daba seguridad a quienes observaban . Así fue como se marcho aquella pequeña desapareciendo entre los callejones que allí se encontraban.
Vaya que día tan duro. Esto lo pensaba Fausto mientras que con algo de sentimiento observaba el ocaso llegar lento pero seguro, con suavidad una pequeña brisa le roso la cara como abofeteándolo tiernamente para que este volviese a lo que había venido, no tenía tiempo para descansar mientras aquellos corruptos seguían haciendo de las suyas.
Fue entonces cuando frente a él apareció la solución perfecta, un marine algo novato el cual patrullaba la zona, la mente maquiavélica de nuestro joven loco empezaba a maquinar una idea macabra pero efectiva para deshacerse de la supuesta ley que regia aquella isla.
Oye, sabes dónde puedo conseguir los cuarteles de la marina en este lugar, realmente llevo todo el día a la búsqueda de aquel sitio pero lamentablemente me perdí en el sendero.
El incauto novato embelesado ante la actitud respetuosa de Fausto accedió a conducirlo al cuartel. Algo discreto pero solido se notaba aquella estructura, marines de aquí para allá transitaban por las cercanías mientras charlaban sobre el perturbador de la paz, obviamente se trataba de Max. De pronto frente a ellos se para un sujeto de músculos definidos y de estatura promedio para cualquier hombre, el cual con voz seria se refirió a ellos.
Sargento: Soy el sargento Kay, es acaso soldado que ha traído a nosotros a un asocial
Fausto mostrando su fina etiqueta se quita el sobrero y de manera amable se presenta, además se defiende diciendo: Por supuesto que no, sería incapaz de tal barbaridad, al contrario he venido a ofrecer mis servicios a sus tan respetable fuerzas.
El sargento sonriente camina hacia la parte interior haciéndole señas a Fausto que lo siguiera, el joven simplemente lo siguió sin chistar, parecía estar cada vez más cerca de conseguir su meta .
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Fausto sonriendo en su interior sigue sin chistar al sargento, sus planes estaban a poco de empezar a dar resultado, se debe destacar que este es un hombre de acción rápida, no titubea, ni chista para la ejecución de lo que es correcto. Al llegar al interior de la base pudo observar como todos se le quedaban viendo observándolo de arriba abajo, sus caras mostraba un poco de recelo ante aquel nuevo invitado, se percibía la poca amabilidad de sus próximos colegas, aunque Fausto
simplemente se hacia el desentendido mostrando una sonrisa como es común en el, solo para que bajaran la guardia mientras el detallaba cada habitación, percibía cada aroma y recordaba cada cara, el peligro venia en un recipiente de locura.
Llegaron a una oficina que mostraba todos los lujos, tenia lo más sofisticado que se podía tener en aquella ciudad, sin mucho pensar se daba a entender el alcance que la corrupción podía tener solo con el hecho de satisfacer los caprichos de una minoría, se debe admitir que la rabia e impotencia surfeaban por la sangre de Fausto, Esto es lo que estos corruptos hacen, solo robar los recurso de un pueblo indefenso. Pensaba Fausto mientras escuchaba las indicaciones de aquel hombre que se había condenado a muerte ¿quién lo condeno? Preguntaran, pues responderé que nuestro mismo desquiciado amigo.
Kay: En esta ciudad la marina exige un nivel elevado de responsabilidad y lealtad ¿Crees estar a la altura para mostrar ese compromiso? Ten en cuenta que el castigo por ello es la misma muerte.
Fausto: Por supuesto señor. Nunca he sido una persona apegada a la vida, pero si responsable y altamente leal a los ideales de justicia, solo con un defecto, a veces tengo ataques de locuras. Esto lo decía mientras reía a carcajada.
Kay: ¡Vaya! Que peculiar eres, realmente llamarías la atención de cualquiera que te conociera, pero no te preocupes, esas locuras las aceptamos en este lugar, solo deber seguir al pie de la letra nuestras ordenes.
Fue entonces cuando 2 estruendosas explosiones se escucharon a la cercanía, claro tenía un cierto tiempo de diferencia, Fausto solo seguía manteniendo su cara mientras observaba como el sargento reía.
Kay: Cuanta casualidad, justo en este momento hay disturbios, lo mejor sería que pusieras en marcha lo que acabas de decir, toma uno de los uniformes que tienes a tu izquierda y marcha con alguno de los pelotones, no tendrás problema alguno imagino.
Nuestro joven protagonista solo asistió con la cabeza ante las órdenes y fue así como tomo uno de los uniformes, mientras que su ropa la metió en un pequeño bolso el cual llevo con él. Metiéndose entre la multitud de marines Fausto marcho hacia el lugar de las detonaciones con solo una cosa en mente, que aquellos disturbios no fuesen obra de Max.
Entre más se acercaba mas se escuchaba el sonido de horror de muchos marinos, se oía como morían uno por uno todos aquellos, podrán dar rienda suelta al imaginarse el grado de excitación de Fausto el cual corría con más apuros, después de todo quería saber que enemigo era tan fuerte como para poder hacer aquel revuelo, lo cierto es que cuando llego se consiguió con su oponente, un hombre que a simple vista denotaba poder, mirada algo fría y penetrante, cabellera oscura como su traje elegante, con armas de largo alcance y claro para darle el toque de mas estilo un cigarrillo encendido.
Fausto: ¡Wao! Debes ser bastante fuerte para haber hecho todo este desmadre, parece que si nos divertiremos. Esto mientras sacaba su guadaña estirándola para mostrarla por completo.
Aquel sujeto solo mostraba su aire de superioridad, su ego respondían por él, no había que mediar palabras para saber lo que pensaba, pero esto era algo que mantenía a Fausto más animado, no había mejor cosa que desenmascarar a un charlatán.
Una gota de sangre que callo suavemente de la cara de uno de los soldados fue la desencadenante de aquel enfrentamiento, Fausto riéndose se abarroto contra su enemigo el cual respondió lanzando disparos, nuestro maniaco amigo solo siguió corriendo mientras se movía de un lado a otro siguiendo la mira del cañón, al llegar sus armas resonaron al chocar, no había que ser un total genio para saber que existía una brecha de poder en la cual nuestro protagonista era desfavorecido, pero realmente que importaba, si el sentido común fuera lo que rigiera las acciones de Fausto seguro estoy que ni siquiera fuese viajado.
Resultaron separados luego del impacto, la fuerza que se creó al chocar los empujo, se percibía como ambos mostraban alegría en la lucha, pero esto era algo que tenía que acabar rápido, por lo menos eso era lo que quería el prófugo el cual disparo directo a la cara del protagonista. La situación se torno peligrosa para Fausto el cual no podía moverse para esquivar y solo pensaba que no moriría en ese sitio, fue cuando algo maravilloso y milagroso sucedió, frente a él se abrió una puerta la cual absorbió aquella detonación, lo más curioso es que se abrió otra justo a la espalda del pistolero el cual esquivo la bala que salió como trasportada, claro se vio herido un poco en el brazo.
Pistolero: Así que eres un usuario, que interesante. Esto lo dijo mientras lanzaba una de sus bombas creando una cortina de humo la cual lo hizo desaparecer.
Fausto ni siquiera pudo seguir sus pasos, simplemente estaba impresionado por lo que acababa de suceder, pero eso era algo lógico, quedo inmerso en su mente, la cual investigaba en su vasta biblioteca una explicación lógica de que acababa de ocurrir, entonces algo le vino a la mente, una sola explicación, algo que había leído sobre unas frutas de mar las cuales otorgaban misteriosos poderes y era lo mas lógico, claro eso si recordamos aquel fruto que comió en las orillas de la isla.
Aun un poco incrédulo este sigue buscando por la ciudad a aquel sujeto, pero con lo único que se topo fue con su amigo Max, el cual escondido se mantenía fuera de la vista de los marines, entonces con risa Fausto se refirió a él casi susurrante.
Fausto: Que pretendes hacer en este lugar Max, realmente te ves ridículo escondiéndote en este sucio lugar.
Luego de dicho esto unos marine se acercan para buscar, a lo que Fausto rápido reacciono haciendo señas de que no habia nada, esto simplemente los logro ahuyentar dejando seguro el perímetro
Llegaron a una oficina que mostraba todos los lujos, tenia lo más sofisticado que se podía tener en aquella ciudad, sin mucho pensar se daba a entender el alcance que la corrupción podía tener solo con el hecho de satisfacer los caprichos de una minoría, se debe admitir que la rabia e impotencia surfeaban por la sangre de Fausto, Esto es lo que estos corruptos hacen, solo robar los recurso de un pueblo indefenso. Pensaba Fausto mientras escuchaba las indicaciones de aquel hombre que se había condenado a muerte ¿quién lo condeno? Preguntaran, pues responderé que nuestro mismo desquiciado amigo.
Kay: En esta ciudad la marina exige un nivel elevado de responsabilidad y lealtad ¿Crees estar a la altura para mostrar ese compromiso? Ten en cuenta que el castigo por ello es la misma muerte.
Fausto: Por supuesto señor. Nunca he sido una persona apegada a la vida, pero si responsable y altamente leal a los ideales de justicia, solo con un defecto, a veces tengo ataques de locuras. Esto lo decía mientras reía a carcajada.
Kay: ¡Vaya! Que peculiar eres, realmente llamarías la atención de cualquiera que te conociera, pero no te preocupes, esas locuras las aceptamos en este lugar, solo deber seguir al pie de la letra nuestras ordenes.
Fue entonces cuando 2 estruendosas explosiones se escucharon a la cercanía, claro tenía un cierto tiempo de diferencia, Fausto solo seguía manteniendo su cara mientras observaba como el sargento reía.
Kay: Cuanta casualidad, justo en este momento hay disturbios, lo mejor sería que pusieras en marcha lo que acabas de decir, toma uno de los uniformes que tienes a tu izquierda y marcha con alguno de los pelotones, no tendrás problema alguno imagino.
Nuestro joven protagonista solo asistió con la cabeza ante las órdenes y fue así como tomo uno de los uniformes, mientras que su ropa la metió en un pequeño bolso el cual llevo con él. Metiéndose entre la multitud de marines Fausto marcho hacia el lugar de las detonaciones con solo una cosa en mente, que aquellos disturbios no fuesen obra de Max.
Entre más se acercaba mas se escuchaba el sonido de horror de muchos marinos, se oía como morían uno por uno todos aquellos, podrán dar rienda suelta al imaginarse el grado de excitación de Fausto el cual corría con más apuros, después de todo quería saber que enemigo era tan fuerte como para poder hacer aquel revuelo, lo cierto es que cuando llego se consiguió con su oponente, un hombre que a simple vista denotaba poder, mirada algo fría y penetrante, cabellera oscura como su traje elegante, con armas de largo alcance y claro para darle el toque de mas estilo un cigarrillo encendido.
Fausto: ¡Wao! Debes ser bastante fuerte para haber hecho todo este desmadre, parece que si nos divertiremos. Esto mientras sacaba su guadaña estirándola para mostrarla por completo.
Aquel sujeto solo mostraba su aire de superioridad, su ego respondían por él, no había que mediar palabras para saber lo que pensaba, pero esto era algo que mantenía a Fausto más animado, no había mejor cosa que desenmascarar a un charlatán.
Una gota de sangre que callo suavemente de la cara de uno de los soldados fue la desencadenante de aquel enfrentamiento, Fausto riéndose se abarroto contra su enemigo el cual respondió lanzando disparos, nuestro maniaco amigo solo siguió corriendo mientras se movía de un lado a otro siguiendo la mira del cañón, al llegar sus armas resonaron al chocar, no había que ser un total genio para saber que existía una brecha de poder en la cual nuestro protagonista era desfavorecido, pero realmente que importaba, si el sentido común fuera lo que rigiera las acciones de Fausto seguro estoy que ni siquiera fuese viajado.
Resultaron separados luego del impacto, la fuerza que se creó al chocar los empujo, se percibía como ambos mostraban alegría en la lucha, pero esto era algo que tenía que acabar rápido, por lo menos eso era lo que quería el prófugo el cual disparo directo a la cara del protagonista. La situación se torno peligrosa para Fausto el cual no podía moverse para esquivar y solo pensaba que no moriría en ese sitio, fue cuando algo maravilloso y milagroso sucedió, frente a él se abrió una puerta la cual absorbió aquella detonación, lo más curioso es que se abrió otra justo a la espalda del pistolero el cual esquivo la bala que salió como trasportada, claro se vio herido un poco en el brazo.
Pistolero: Así que eres un usuario, que interesante. Esto lo dijo mientras lanzaba una de sus bombas creando una cortina de humo la cual lo hizo desaparecer.
Fausto ni siquiera pudo seguir sus pasos, simplemente estaba impresionado por lo que acababa de suceder, pero eso era algo lógico, quedo inmerso en su mente, la cual investigaba en su vasta biblioteca una explicación lógica de que acababa de ocurrir, entonces algo le vino a la mente, una sola explicación, algo que había leído sobre unas frutas de mar las cuales otorgaban misteriosos poderes y era lo mas lógico, claro eso si recordamos aquel fruto que comió en las orillas de la isla.
Aun un poco incrédulo este sigue buscando por la ciudad a aquel sujeto, pero con lo único que se topo fue con su amigo Max, el cual escondido se mantenía fuera de la vista de los marines, entonces con risa Fausto se refirió a él casi susurrante.
Fausto: Que pretendes hacer en este lugar Max, realmente te ves ridículo escondiéndote en este sucio lugar.
Luego de dicho esto unos marine se acercan para buscar, a lo que Fausto rápido reacciono haciendo señas de que no habia nada, esto simplemente los logro ahuyentar dejando seguro el perímetro
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Desconcertado por las palabras tan fría del joven Max nuestro protagonista prosigue con sus deberes asignados, después de todo aquella confusión le serviría para indagar un poco las cercanías aunque su mente se sentía algo pensativa de aquel hecho. De pronto entre sus pensamientos y sus deberes se escucha una pequeña plática que sostiene uno de los marines con un señor proveniente del edificio, Fausto rápidamente se oculta al filo de la pared para no ser descubierto y es ahí donde empieza a escuchar todo.
Marine: Bueno señor Monako, podría usted decirme ¿qué era lo que hacían esos peligrosos personajes en su edificio? No me diga que aquellas personas han visto algo de lo que tiene usted guardado.
El hombre un poco nervioso le responde intentando disimular su preocupación.
Monako: No tengo ni idea de que hacían, pero dudo por mucho que se consiguieran con la información.
No se intercambio más palabras entre los sujetos, estos solos marcharon por rumbo diferentes aparentando no haber ni siquiera hablado, sin duda la curiosidad de Fausto lo llevaría a las entrañas de todo este misterio. Aprovechando su uniforme este intrépido ser se infiltra de manera normal en aquel edificio en cuestión, claro tenia la cuartada bien elaborada que solo vería los daños en la azotea, pero obviamente solo era una excusa. Caminando lento Fausto empezó a observar todo a su alrededor, solo notaba libros y más libros, claro no podía hacerse con todos porque sería demasiado obvio así que solo tomo uno el cual le llamo la atención y llevaba por nombre “Alicia en el país de las maravillas” si algo era seguro es que aquel robusto ser no podía ser amante de lo ficticio, además tomo en su poder unos papeles que se encontraban en los pisos superiores.
-¿Que estás haciendo? Se escucho mientras Fausto tomaba aquel papeleo, cuan desafortunado podía ser una persona, claro lo digo por aquel marine el cual al descubrir los planes de nuestro protagonista se dispuso a salir corriendo de la habitación. Si que se encontraba en una situación difícil, no podía imaginar una forma en la cual podría mantener sus planes en secreto, pero de repente una inspiración divina llego a él y pensó en lo ocurrido anteriormente, así que imagino que aquella puerta que iba abrir su compañero lo conduciría justamente a un lado de él y como por arte de magia así sucedió, lo triste de todo el caso es que la muerte de aquel sujeto fuese solo decidida por la malas jugadas del destino.
Haciéndose el desentendido Fausto salió de la habitación sin que nadie lo viese y se coló de nuevo entre las fuerzas marinas en la azotea, todo parecía seguir su curso normal, aquel altercado no había alterado en lo más mínimo sus planes. Obviamente el cuerpo muerto de aquel novato se encontró en la habitación pero como era normal harían de la culpa a los 2 fugitivos que andaban causando revuelos por aquellos lares y entre la confusión este chico de cabellera blanca vio la oportunidad y se marcho de nuevo a un lugar seguro.
Ya estando en el sitio donde comenzó todo, ósea en las afueras de la ciudad en aquella casa de madera, Fausto se recuesta de sus paredes y aprovechando un pequeño bombillo que alumbraba comienza a leer cada uno de los papeles, creía que lo más fundamental era comenzar por lo más ligero. Leyó y leyó hoja tras hoja pero no logro conseguir nada comprometedor fuera de la aparente amistad que llevaba este hombre y el sargento que lo recluto, así que casi desanimado decidió echarle una ojeada a aquel libre que había cogido, al comenzar sus primeras páginas parecían tampoco hablar de nada más que una historia de niños, pero a partir de la pagina 40 fue que todo comenzó a cobrar sentido, ahora lo que era un cuento se había convertido en planos para la construcción de armas biológicas, nuestro joven empezó a entrelazar los hechos y se percato de todo.
Aplausos resonaron por todas las cercanías mientras Fausto algo sorprendido levantaba la mirada, no esperaba conseguirse con aquel sargento, el cual chocando las palmas se encontraba en el techo de la casa, no podía explicar en que se había equivocado, quizás su actuación fue muy apresurada, lo cierto es que nuevamente alguien lo había descubierto, aunque realmente no parecía preocupado, el joven Fausto que al verlo se levanto y riendo a carcajadas le dijo.
Fausto: Es momento de poner a correr la ultima puesta en escena de tu pobre vida.
Aquel hombre solo parecía que ignoraba las palabras de Fausto pero sus ojos mostraban verdaderamente el enfado mismo.
Kay: Realmente muy inteligente de tu parte, no esperaba que un forastero como tu descubriera lo que llevo años construyendo, lo lamentable del caso es que de acá no saldrás vivo.
Las hojas empezaban a caer moviéndose al compas de la brisa, la cual traviesa comenzaba a jugar con la plateada cabellera de nuestro protagonista, Fausto algo precavido comienza a detallar cada aspecto de su rival, el cual a lo alto se le observaba imponente con aquella ímpetu que incluso lo hacía parecer arrogante ¿Qué rayos hace con rompa tan casual? Esto se lo preguntaba Fausto mientras notaba como aquel sujeto tomaba una postura de pelea a mano desnuda, imposición, fuerza y agilidad, estas eran las cosas que reflejaba aquella postura, nuestro protagonista algo inquietado tomaba su arma y la sacaba de nuevo al combate, pero sin duda se podía notar como embelesado trataba de descubrir que estilo de arte usaba.
Kay, de manera apresurada se impulsa hacia adelante con gran potencia, parecía tener como objetivo acabar rápido con todo esto, puesto tomo toda la fuerza y la concentro en un solo punto de su puño, nuestro joven protagonista se encontraba impactado por aquella gran potencia a la cual apenas pudo responder moviendo se arma para esquivar aquel contundente ataque. Sin mayor problema Fausto logra detener uno de los golpes, pero lastimosamente esa era la intención del sargento, dado que de las sombras salió su segundo puño y vaya que si dio en donde debía, tanto fue el impacto que Fausto despedido salió dando vueltas por la tierra levantando todo el polvo posible.
El polvo se empezaba a disipar y solo se observaba una pequeña mueca en la cara del marine, el cual inmóvil miraba al lastimado hombre el cual arrogante también ríe a carcajada aunque entre pausas dado al daño recibido. El combate apenas comenzaba y eso era algo que sabían ambos, pero las apuestas sin dudar apuntaban al sargento marine. Ahora haciendo observación se preguntaran ¿Por qué Fausto ríe? ¿Sera orgullo? ¿Sera locura? o ¿Habrá descubierto algo? Simplemente la respuesta a ellos son las tres incógnitas planteadas, en su mente ya comenzaban a volar los conocimientos que había recaudado toda su vida, y lo interesante de todo ello es que el karate la técnica usada por Kay estaba muy bien memorizada en su base de datos.
Fausto: Si que me has sorprendido, no esperaba que usaras la sombra del primer puño para llegar a tocarme, realmente me aterroriza tu velocidad y fuerza pero no pienses ni por un segundo que me rendiré.
Ambos seguían riendo como si estuviesen divirtiéndose, pero eso no duraría mucho puesto como se notaba antes el sargento parecía algo apresurado. De nuevo Kay tomo aquella postura y se volvió a impulsar, esta vez sus movimientos era un poco más lento o al menos Fausto lograba visualizarlos. Lo tengo. Pensó Fausto mientras que desviaba el golpe del marine dándole vueltas a la guadaña, la cara de sorpresa no se hizo esperar de parte de Kay, no podía creer el hecho de que su ataque había sido desviado con aquel poco esfuerzo y claro Fausto no se conformaría con solo esquivarlo así que tomando la fuerza del mismo giro lo corto en la espalda dejándole una gran pero inofensiva herida la cual de manera horizontal recorría la espalda.
Los 2 hombres los cuales parecían haberse cansado en solo 2 ataques se quedaron observándose, solo esperando el primer movimiento, lo que no sabía es que la tela araña del destino tenia deparado su enfrentamiento para otra ocasión, digo esto porque una gran explosión hizo vibrar incluso el suelo, voltearon rápido como un relámpago y solo pensaron. Ese ruido viene de la ciudad.
Kay: Creo que tendré que dejar este enfrentamiento para otra ocasión, pero no pienses que me he olvidado de ti, solamente tengo asuntos prioritarios.
Fausto: No te preocupes te entiendo y quizás nos encontremos en el pueblo y terminemos esto al calor de las brazas.
Dicho esto se largo el sargento disparado como una bala hacia aquel pueblo el cual pedida desesperado ayuda.
ambos notaron como el humo y el fuego se alimentaba de las casas de madera de aquel pueblo y la cara del sargento parecía aun mas enojada.
Marine: Bueno señor Monako, podría usted decirme ¿qué era lo que hacían esos peligrosos personajes en su edificio? No me diga que aquellas personas han visto algo de lo que tiene usted guardado.
El hombre un poco nervioso le responde intentando disimular su preocupación.
Monako: No tengo ni idea de que hacían, pero dudo por mucho que se consiguieran con la información.
No se intercambio más palabras entre los sujetos, estos solos marcharon por rumbo diferentes aparentando no haber ni siquiera hablado, sin duda la curiosidad de Fausto lo llevaría a las entrañas de todo este misterio. Aprovechando su uniforme este intrépido ser se infiltra de manera normal en aquel edificio en cuestión, claro tenia la cuartada bien elaborada que solo vería los daños en la azotea, pero obviamente solo era una excusa. Caminando lento Fausto empezó a observar todo a su alrededor, solo notaba libros y más libros, claro no podía hacerse con todos porque sería demasiado obvio así que solo tomo uno el cual le llamo la atención y llevaba por nombre “Alicia en el país de las maravillas” si algo era seguro es que aquel robusto ser no podía ser amante de lo ficticio, además tomo en su poder unos papeles que se encontraban en los pisos superiores.
-¿Que estás haciendo? Se escucho mientras Fausto tomaba aquel papeleo, cuan desafortunado podía ser una persona, claro lo digo por aquel marine el cual al descubrir los planes de nuestro protagonista se dispuso a salir corriendo de la habitación. Si que se encontraba en una situación difícil, no podía imaginar una forma en la cual podría mantener sus planes en secreto, pero de repente una inspiración divina llego a él y pensó en lo ocurrido anteriormente, así que imagino que aquella puerta que iba abrir su compañero lo conduciría justamente a un lado de él y como por arte de magia así sucedió, lo triste de todo el caso es que la muerte de aquel sujeto fuese solo decidida por la malas jugadas del destino.
Haciéndose el desentendido Fausto salió de la habitación sin que nadie lo viese y se coló de nuevo entre las fuerzas marinas en la azotea, todo parecía seguir su curso normal, aquel altercado no había alterado en lo más mínimo sus planes. Obviamente el cuerpo muerto de aquel novato se encontró en la habitación pero como era normal harían de la culpa a los 2 fugitivos que andaban causando revuelos por aquellos lares y entre la confusión este chico de cabellera blanca vio la oportunidad y se marcho de nuevo a un lugar seguro.
Ya estando en el sitio donde comenzó todo, ósea en las afueras de la ciudad en aquella casa de madera, Fausto se recuesta de sus paredes y aprovechando un pequeño bombillo que alumbraba comienza a leer cada uno de los papeles, creía que lo más fundamental era comenzar por lo más ligero. Leyó y leyó hoja tras hoja pero no logro conseguir nada comprometedor fuera de la aparente amistad que llevaba este hombre y el sargento que lo recluto, así que casi desanimado decidió echarle una ojeada a aquel libre que había cogido, al comenzar sus primeras páginas parecían tampoco hablar de nada más que una historia de niños, pero a partir de la pagina 40 fue que todo comenzó a cobrar sentido, ahora lo que era un cuento se había convertido en planos para la construcción de armas biológicas, nuestro joven empezó a entrelazar los hechos y se percato de todo.
Aplausos resonaron por todas las cercanías mientras Fausto algo sorprendido levantaba la mirada, no esperaba conseguirse con aquel sargento, el cual chocando las palmas se encontraba en el techo de la casa, no podía explicar en que se había equivocado, quizás su actuación fue muy apresurada, lo cierto es que nuevamente alguien lo había descubierto, aunque realmente no parecía preocupado, el joven Fausto que al verlo se levanto y riendo a carcajadas le dijo.
Fausto: Es momento de poner a correr la ultima puesta en escena de tu pobre vida.
Aquel hombre solo parecía que ignoraba las palabras de Fausto pero sus ojos mostraban verdaderamente el enfado mismo.
Kay: Realmente muy inteligente de tu parte, no esperaba que un forastero como tu descubriera lo que llevo años construyendo, lo lamentable del caso es que de acá no saldrás vivo.
Las hojas empezaban a caer moviéndose al compas de la brisa, la cual traviesa comenzaba a jugar con la plateada cabellera de nuestro protagonista, Fausto algo precavido comienza a detallar cada aspecto de su rival, el cual a lo alto se le observaba imponente con aquella ímpetu que incluso lo hacía parecer arrogante ¿Qué rayos hace con rompa tan casual? Esto se lo preguntaba Fausto mientras notaba como aquel sujeto tomaba una postura de pelea a mano desnuda, imposición, fuerza y agilidad, estas eran las cosas que reflejaba aquella postura, nuestro protagonista algo inquietado tomaba su arma y la sacaba de nuevo al combate, pero sin duda se podía notar como embelesado trataba de descubrir que estilo de arte usaba.
Kay, de manera apresurada se impulsa hacia adelante con gran potencia, parecía tener como objetivo acabar rápido con todo esto, puesto tomo toda la fuerza y la concentro en un solo punto de su puño, nuestro joven protagonista se encontraba impactado por aquella gran potencia a la cual apenas pudo responder moviendo se arma para esquivar aquel contundente ataque. Sin mayor problema Fausto logra detener uno de los golpes, pero lastimosamente esa era la intención del sargento, dado que de las sombras salió su segundo puño y vaya que si dio en donde debía, tanto fue el impacto que Fausto despedido salió dando vueltas por la tierra levantando todo el polvo posible.
El polvo se empezaba a disipar y solo se observaba una pequeña mueca en la cara del marine, el cual inmóvil miraba al lastimado hombre el cual arrogante también ríe a carcajada aunque entre pausas dado al daño recibido. El combate apenas comenzaba y eso era algo que sabían ambos, pero las apuestas sin dudar apuntaban al sargento marine. Ahora haciendo observación se preguntaran ¿Por qué Fausto ríe? ¿Sera orgullo? ¿Sera locura? o ¿Habrá descubierto algo? Simplemente la respuesta a ellos son las tres incógnitas planteadas, en su mente ya comenzaban a volar los conocimientos que había recaudado toda su vida, y lo interesante de todo ello es que el karate la técnica usada por Kay estaba muy bien memorizada en su base de datos.
Fausto: Si que me has sorprendido, no esperaba que usaras la sombra del primer puño para llegar a tocarme, realmente me aterroriza tu velocidad y fuerza pero no pienses ni por un segundo que me rendiré.
Ambos seguían riendo como si estuviesen divirtiéndose, pero eso no duraría mucho puesto como se notaba antes el sargento parecía algo apresurado. De nuevo Kay tomo aquella postura y se volvió a impulsar, esta vez sus movimientos era un poco más lento o al menos Fausto lograba visualizarlos. Lo tengo. Pensó Fausto mientras que desviaba el golpe del marine dándole vueltas a la guadaña, la cara de sorpresa no se hizo esperar de parte de Kay, no podía creer el hecho de que su ataque había sido desviado con aquel poco esfuerzo y claro Fausto no se conformaría con solo esquivarlo así que tomando la fuerza del mismo giro lo corto en la espalda dejándole una gran pero inofensiva herida la cual de manera horizontal recorría la espalda.
Los 2 hombres los cuales parecían haberse cansado en solo 2 ataques se quedaron observándose, solo esperando el primer movimiento, lo que no sabía es que la tela araña del destino tenia deparado su enfrentamiento para otra ocasión, digo esto porque una gran explosión hizo vibrar incluso el suelo, voltearon rápido como un relámpago y solo pensaron. Ese ruido viene de la ciudad.
Kay: Creo que tendré que dejar este enfrentamiento para otra ocasión, pero no pienses que me he olvidado de ti, solamente tengo asuntos prioritarios.
Fausto: No te preocupes te entiendo y quizás nos encontremos en el pueblo y terminemos esto al calor de las brazas.
Dicho esto se largo el sargento disparado como una bala hacia aquel pueblo el cual pedida desesperado ayuda.
ambos notaron como el humo y el fuego se alimentaba de las casas de madera de aquel pueblo y la cara del sargento parecía aun mas enojada.
- KAY:
Fausto D Himura
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Fausto notaba como se alejaba su rival, un rival el cual había dejado las cosas inconclusas, alguien que estaba siendo cabecilla de todos aquellos actos de vandalismo en ese humilde pueblo, fue entonces cuando nuestro protagonista se dio cuenta que había dejado ir a aquella persona causante de varias lagrimas, lagrimas de personas inocentes las cuales caían una a una ante los planes de avariciosos.
Un silencio algo incomodo se apodero del lugar y la mente de Fausto comenzaba a nublarse, las ideas dejaron de fluir por un momento para luego correr como caballo desbocado por el cerebro de este humilde y noble hombre, lo malo de todo esto es que la misma conciencia de Fausto se estaba empezando a marchar, el sello mismo de la cordura se empezaba a destruir y los pensamientos caóticos empezaban a recorrer todo el cuerpo hasta la parte más recóndita, pero el verdadero desencadenante de todo fue un recuerdo travieso, aquel recuerdo del momento en el que los labios fríos de Elisa tocaban los suyos.
Un grito algo inquietante resonó por todas las cercanías esto seguido de una risa macabra, al final de cuenta todo esto fueron los mensajeros de que se acercaba el verdadero caos a la vida de todos, parecía que nuestro joven tenía la idea de que la purificación misma debía llegar a los corazones de cada uno de estos pobladores, dejare a su imaginación de qué forma, aunque en breve sabrán de ello.
Tambaleando de un lado a otro Fausto comenzaba a caminar hacia el pueblo, claro con todo lo que había recaudado, y mientras lo hacía cantaba una canción que haría temblar hasta al más valiente de los hombres y por supuesto que deberían temer, después de todo lo que llegaría a ellos sería el shinigami de los ojos azules, un juez que sentenciaría a los corruptos.
Teniendo la ciudad a solo 2 pasos levanta la cara y observa como el humo recorre todo el perímetro, el grito de la gente hacía que Fausto se extasiara, hacia que la euforia apareciera en forma de carcajada, esto no implicaba que el cerebro dejara de funcionar, así que primero a lo primero, tomando toda aquella información se dirigió a la cercanías, se adentro al bar donde había comenzado todo y con 3 simples palabras le pidió un favor a la dueña dejándole todo a ella, nadie podía saber por qué razón nuestro joven confiaba en aquella extraña que solo había visto 2 veces lo cierto es que le dejo uno de los más importantes documento y se marcho hacia la base marina.
Frente a él se encontraba aquella discreta base en la cual pudo infiltrarse sin problema alguno, al parecer todo había salido como previo y el sargento marcho directamente al lugar de la explosión al igual que la mayoría de los infantes, recordaran que al momento de andar nuestro joven observo cada una de las puertas, es ahí la respuesta de los planes que tenía pensado, Fausto sin chistar recordó una de las imágenes más particulares de la marina y avanzo hacia ella, esta imagen se trataba de un cartel negro y proveniente de él un olor excesivo de pólvora, pero al momento de abrir la puerta sintió un frio el cual era proveniente de un metal, debido al tamaño y forma pudo deducir que se trataba de una espada.
-¿Que intentas hacer ahí? Le pregunto uno de los pocos que quedaba custodiando.
No había necesidad de la mediación de palabras pensó Fausto mientras usaba su poder para abrir una puerta que diera hacia atrás del agresor, ya sabrán que después esto la muerte de aquel hombre fue inevitable, ya no importaba de qué manera se llevaran las cosas solo importaba el juicio de aquellos cerdos y todo aquel que interfiriera moriría sin siquiera protestar. Los ojos de este maquiavélico brillaron al tener frente a la pólvora la cual sin duda podría usar para sus propósitos, mientras todos los demás marines se mantenían ignorante de lo que pasaría frente a sus narices.
Tomando consigo todo aquello que necesitaba de explosivo el joven marcho pero no sin antes improvisar un pequeño y simple dispositivos de detonación, nada estrambótico tan solo era una pequeña mecha lo suficientemente larga para aguantar hasta que el escapara usando sus poderes nuevos.
¡Boom! Resonó otra gran explosión, los cuerpos de muchos marines salieron expulsado por la detonación y la risa de Fausto sirvió como eco del suceso, el travieso solo jugaba moviendo las manos de los muertos y dramatizando una conversación, sin duda todo aquel que lo vieran no sentiría más que temor profundo, no era normal que alguien hiciera ese tipo de cosas, pero para Fausto la normalidad estaba sobrevalorada asa que no importaba.
Los cielos se empezaban a nublar mientras la luna se teñía de roja como haciendo reflejo de lo ocurrido y lo que ocurriría, hacia como de muestra de toda aquella sangre la cual gota a gota se derramaba en los suelos pero que importaba eso, el joven maniaco solo corría de edificio en edificio preparando todo, siguiendo un patrón claro está, su objetivo era llegar hasta donde sucedía todo.
Al llegar solo se observaba como un grupo de 15 personas todas ellas encapuchadas y haciendo un círculo alrededor de las llamas mientras el sargento observa silencioso e inerte, la tención parecía adueñarse del lugar, pero para Fausto nada de eso existía el solo llego riendo y dijo:
-¿Quién de ustedes es el causante de tal alboroto?
A lo que uno de los encapuchados levanto la mano.
Un silencio algo incomodo se apodero del lugar y la mente de Fausto comenzaba a nublarse, las ideas dejaron de fluir por un momento para luego correr como caballo desbocado por el cerebro de este humilde y noble hombre, lo malo de todo esto es que la misma conciencia de Fausto se estaba empezando a marchar, el sello mismo de la cordura se empezaba a destruir y los pensamientos caóticos empezaban a recorrer todo el cuerpo hasta la parte más recóndita, pero el verdadero desencadenante de todo fue un recuerdo travieso, aquel recuerdo del momento en el que los labios fríos de Elisa tocaban los suyos.
Un grito algo inquietante resonó por todas las cercanías esto seguido de una risa macabra, al final de cuenta todo esto fueron los mensajeros de que se acercaba el verdadero caos a la vida de todos, parecía que nuestro joven tenía la idea de que la purificación misma debía llegar a los corazones de cada uno de estos pobladores, dejare a su imaginación de qué forma, aunque en breve sabrán de ello.
Tambaleando de un lado a otro Fausto comenzaba a caminar hacia el pueblo, claro con todo lo que había recaudado, y mientras lo hacía cantaba una canción que haría temblar hasta al más valiente de los hombres y por supuesto que deberían temer, después de todo lo que llegaría a ellos sería el shinigami de los ojos azules, un juez que sentenciaría a los corruptos.
- canción :
Teniendo la ciudad a solo 2 pasos levanta la cara y observa como el humo recorre todo el perímetro, el grito de la gente hacía que Fausto se extasiara, hacia que la euforia apareciera en forma de carcajada, esto no implicaba que el cerebro dejara de funcionar, así que primero a lo primero, tomando toda aquella información se dirigió a la cercanías, se adentro al bar donde había comenzado todo y con 3 simples palabras le pidió un favor a la dueña dejándole todo a ella, nadie podía saber por qué razón nuestro joven confiaba en aquella extraña que solo había visto 2 veces lo cierto es que le dejo uno de los más importantes documento y se marcho hacia la base marina.
Frente a él se encontraba aquella discreta base en la cual pudo infiltrarse sin problema alguno, al parecer todo había salido como previo y el sargento marcho directamente al lugar de la explosión al igual que la mayoría de los infantes, recordaran que al momento de andar nuestro joven observo cada una de las puertas, es ahí la respuesta de los planes que tenía pensado, Fausto sin chistar recordó una de las imágenes más particulares de la marina y avanzo hacia ella, esta imagen se trataba de un cartel negro y proveniente de él un olor excesivo de pólvora, pero al momento de abrir la puerta sintió un frio el cual era proveniente de un metal, debido al tamaño y forma pudo deducir que se trataba de una espada.
-¿Que intentas hacer ahí? Le pregunto uno de los pocos que quedaba custodiando.
No había necesidad de la mediación de palabras pensó Fausto mientras usaba su poder para abrir una puerta que diera hacia atrás del agresor, ya sabrán que después esto la muerte de aquel hombre fue inevitable, ya no importaba de qué manera se llevaran las cosas solo importaba el juicio de aquellos cerdos y todo aquel que interfiriera moriría sin siquiera protestar. Los ojos de este maquiavélico brillaron al tener frente a la pólvora la cual sin duda podría usar para sus propósitos, mientras todos los demás marines se mantenían ignorante de lo que pasaría frente a sus narices.
Tomando consigo todo aquello que necesitaba de explosivo el joven marcho pero no sin antes improvisar un pequeño y simple dispositivos de detonación, nada estrambótico tan solo era una pequeña mecha lo suficientemente larga para aguantar hasta que el escapara usando sus poderes nuevos.
¡Boom! Resonó otra gran explosión, los cuerpos de muchos marines salieron expulsado por la detonación y la risa de Fausto sirvió como eco del suceso, el travieso solo jugaba moviendo las manos de los muertos y dramatizando una conversación, sin duda todo aquel que lo vieran no sentiría más que temor profundo, no era normal que alguien hiciera ese tipo de cosas, pero para Fausto la normalidad estaba sobrevalorada asa que no importaba.
Los cielos se empezaban a nublar mientras la luna se teñía de roja como haciendo reflejo de lo ocurrido y lo que ocurriría, hacia como de muestra de toda aquella sangre la cual gota a gota se derramaba en los suelos pero que importaba eso, el joven maniaco solo corría de edificio en edificio preparando todo, siguiendo un patrón claro está, su objetivo era llegar hasta donde sucedía todo.
Al llegar solo se observaba como un grupo de 15 personas todas ellas encapuchadas y haciendo un círculo alrededor de las llamas mientras el sargento observa silencioso e inerte, la tención parecía adueñarse del lugar, pero para Fausto nada de eso existía el solo llego riendo y dijo:
-¿Quién de ustedes es el causante de tal alboroto?
A lo que uno de los encapuchados levanto la mano.
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