|Rose Vs Mido| ¿Qué me dejaste ganar?

Arrugué la respuesta de Rose y la tiré enfado al suelo. Este ya era el sexto día en el que estaba aquí y ella aun no aparecía. ¿En verdad lo iba a hacer? Según lo que me decía en su cara, sí… Pero no llegaba y solo conseguía dos cosas. La primera, que mi paciencia se fuera acabando. La segunda, que perdiera las esperanzas de poder hablar con ella. ”Sé que algo anda mal… Te conozco, Rose… ¿Qué mierda hice?” – recordé nuestro último viaje juntos… Suspiré mientras trataba de recordar todas mis acciones con ella, tratando de encontrar el punto enclave para que ella cambiara conmigo y quisiera… Bueno, literal, no verme en pintura. Luego de recorrer cada pasillo de mi memoria y, claramente, no encontrar nada… Decidí levantarme y empezar a caminar rumbo a un claro que había un poco más allá.

– Este es el último día, ¿eh? ¿Vendrás? – susurré a la par que ya llegaba a mi destino. En el centro había una gran piedra, aparte de eso, poco más que molestara en mi camino. Los árboles siguientes, tomando la piedra como referencia, estaban como a unos diez o veinte metros. De un salto me senté en ella y me quedé mirando al cielo. Activé mi mantra y, aprovechando que también tenía un par de metros para acostarme, lo hice. Mis ojos verdes se quedaron viéndolo… – Ahora que lo pienso… Será la primera en saber que estoy vivo… – susurraba con una sonrisa mientras recordaba nuestra “despedida” en Water Seven. Nunca la tomé como tal, después de todo, seguimos con nuestra relación, algo distante, como siempre. – El siguiente serás tú, capitán. Acabando con esto, me iré al Nuevo Mundo para buscarte. – recordé que la capital del agua le había mentido a Rose. No me fui por mis enemigos sino para cumplir una promesa con Kedra… ¿Le diría la verdad? No lo veía posible, pero era obvio que lo tendría que hacer. Esta reunión iba a ser decisiva.

El sol estaba en lo alto, pero no hacía mucho calor. Lo cual daba de este sitio una temperatura agradable. Estiré mis brazos hacia los lados y me quedé esperando. Esta isla, Nanami, era aburrida sin algo de compañía y ni siquiera los animales me daban algo de batalla. ¿Qué podía hacer? Fácil, seguir esperando hasta que Rose apareciera, ¿Lo haría? Esperaba que sí… ”Será un largo día si no apareces, pelirroja.” – pensé mientras cerraba mis ojos. Lentamente me fui quedando dormido… Esperando que al despertar, Rose estuviera al frente de mí. 

El viento ondeaba mis cabellos de un lado para otro enredándose entre sí. Un mechón se posó delante de mi ojo izquierdo y lo aparté para llevarlo detrás de la oreja. Acomodé mi sombrero hacia delante, quería dar un aspecto de mirada imponente cuando levantase la cabeza, siempre me reflejaba como alguien dura y sin compasión. Sonreí pícaramente. Lástima que solo funcionase con los que no me conocían. Era demasiado tarde para cambiar con los amigos o con la gente conocida. Apoyé la mano sobre la barbilla y suspiré. Hinchando y deshinchando los mofletes de manera repetitiva. Sin embargo, al divisar la isla Nanami mi expresión cambió a un tono de amargura. ¿De verdad estaba preparada para verle, mejor dicho, para hablar con él? Tenía miedo y a la vez cierta angustia. ¿Y si volvía a ocurrir lo mismo? No. Pensé de manera tajante. No volvería a ocurrir. Para superar los miedos hay que enfrentarse a ellos y mi miedo me está esperando tranquilamente allí.

En menos de una hora logré atracar el barco en el golfo más adentrado de la isla. El resto de los miembros estaban en el interior a lo suyo y les había dejado claro que tardaría un buen rato en llegar. En cuanto pisé la arena apoyé las manos en la cadera y miré a todos lados respirando profundamente. No separaba mi mano de la empuñadura, tal vez por la desconfianza de encontrarme desprevenida junto a él. Me adentré en el bosque, pero no conseguía encontrarlo e incluso grité su nombre varias veces. - Menudo estúpido... Me hace venir aquí para nada. Seguramente me mintió con lo de citarme aquí. - Gruñí. Me había enfadado no encontrarle. Seguramente fuese lo mejor. Di la vuelta para volver por el mismo camino en dirección al barco y escuché unos sonidos, como si se tratase de una persona durmiendo.

Me asomé tras unos matorrales y me pareció ver una figura muy conocida. ¿Aquel era Midorima? Salté los zarzales para averiguarlo y, efectivamente, junto a una roca estaba durmiendo. Me acerqué un poco más a él y lo observé de arriba abajo, parecía muy tranquilo mientras dormía. Saqué mi katana y pasé el filo por su cuello, oprimiéndolo un poco para que se despertase. Notaría el frío metal junto con mi voz.

-Es muy peligroso quedarse dormido solo en medio del bosque. Nunca sabes que peligros pueden aparecer... - Mencioné con una sonrisa falsa.

Dormía tranquilamente. Entre que estaba muy cómodo y que el clima era el ideal para hacerlo, era el paraíso para poder darme un gran y merecido descanso… Hace tiempo que no lograba dormir así, aun cuando mis noches, la mayoría, eran tranquilas. No se comparaba con esto. Pero lo bueno dura poco ya que ¡Me despertaron! Sentí el frío de algo en mi cuello y, entre medio dormido y medio sorprendido, desperté. Y ahí… Justo al frente, estaba Rose ”Al menos llegaste y no me hiciste morir del aburrimiento” – pensé al verla. Entre las pocas cosas que logré entender, me decía que no debía dormir tan plácidamente ¿Razón? Por los peligros que podía atraer que mi guardia bajara… Pegué un suspiro mientras me la quedaba mirando. Su sonrisa era falsa… La conocía y lograba leer entre sus gestos, ¿Qué le había pasado para odiarme tanto?... O, bien… ¿Qué le había hecho para que me odiara de esa forma? No, yo no tenía la culpa. De eso estaba seguro y podría jurarlo, nunca le hubiera hecho algo a ella.

– Peligros, ¿eh? – dije mientras me levantaba, con mi dedo tratando de mover la espada de mi cuello. – ¿Acaso no hemos afrontado tantos juntos? ¿Acaso no hemos luchado codo a codo, Rose? – tomé una ligera pausa mientras empezaba a caminar a un lado. Con las manos en mi nuca. Me giré para verla y proseguí. – Si te llamé aquí, a esta isla abandonada, es para que me digas algo que me viene dando vueltas desde que peleamos ante ese Rey del Mar… – era difícil hilvanar las palabras para armar una oración coherente. Me mantuve firme y serio, no debía dudar ni un solo segundo. – ¿Qué te he hecho para que me odies tanto? – una última pausa antes de finalizar. – No intentes negarlo, porque te conozco mejor que nadie. Responde, Rose. – Mi tono, aunque quise evitarlo, fue autoritario. ¿Qué respondería? Esperaba que la verdad… Por muy dolorosa que sea debía contármela. Me merecía ese derecho. No cambié mi pose; estaba, por fuera, tranquilo… Pero por dentro estaba lleno de dudas.

Un poco de viento pasó entre nosotros. Yo, por más costumbre que otra cosa, tenía mi Kenbunshoku no Haki activado. No es que no confiara en Rose, de hecho, era todo lo contrario. Si había alguien quien confiaba más que nadie… Era ella. Aunque como estaban las cosas y, dependiendo de su respuesta o lo que habrían gatillado mis preguntas, su comportamiento me iba a resultar difícil de comprender. ”Una pelea entre nosotros, ¿eh? Que recuerdos… Era bastante normal pelearnos…” – pensaba con nostalgia mientras aguardaba la respuesta de la que antaño había sido mi capitana. ¿Qué respondería? ¿Qué verdad me aguardaba? Sentía como es que mi corazón se apretaba, pero de alguna forma, logré mantener la calma y la serenidad en mi rostro.

Me hacía gracia que aun tuviese la desdicha de preguntarme que me había hecho. Él lo sabía perfectamente ¿Acaso se había dado un golpe en la cabeza y lo había olvidado todo? Sería demasiado torpe de su parte que le ocurriese eso, le consideraba más… más responsable de sus actos. No solté ni una sola palabra mientras él se paseaba. Me arrepentía profundamente de haberlo perdonado cuando murió, al fin y al cabo no dio su vida por mí. Simplemente sería algún beneficio que obtendría por hacerlo. Tsk… Me dolía que recordase los momentos del pasado. Aquellos buenos recuerdos que me encantaría no olvidar, pero que por su culpa ya no podían estar dentro de mí. La confianza lo arruinó todo. Nunca se sabe cuándo se conoce bien a alguien, siempre van a tener otro lado. Giré la cabeza hacia el otro lado tratando de ignorar sus palabras, pero me era imposible. Por un lado tenía ganas de hablar pacíficamente con él, por el otro unas ansias terribles de gritarle y golpearle.

-Dices que me conoces mejor que nadie, no lo creo así. Ha pasado mucho tiempo y he cambiado, ya no soy aquella chica de antes. Pero eh ¿Sabes lo gracioso? Que mi tiempo de cautiverio me ha servido para estudiarte y conocerte mejor. – Respondí sin mirarle. Tras eso me puse frente a él. – Creí que me ayudarías cuando intenté escapar, pero tan solo te uniste a ellos… ¡Creí que eras mi amigo! – Una lágrima comenzó a descender por mi mejilla hasta llegar a la comisura de los labios. –No tengo nada que explicarte. Sabes perfectamente lo que hiciste. Si lo has olvidado no lo recordaré. Me duele pensar en el pasado.

Estiré mis muñecas hacia él, en ellas se notaban varias marcas rojizas que seguían sin desaparecer con el tiempo. - ¿Ves estas marcas? Tú las hiciste, no solo son esas, por todo mi cuerpo están. Sé que con el tiempo se irán, pero quedarán en mi mente y solo de mirarlas puedo recordar el dolor. – Refroté un ojo y me di la vuelta caminando hacia atrás. Saqué mi katana y un aura rojiza se extendió por todo mi cuerpo. Apunté hacia él con la espada recta y mi valquiria brilló con fuerza. Lancé una onda de gran velocidad que arrasaba lo que pillaba, mejor dicho, lo cortaba todo a la mitad. Lo que era extraño es que la onda no iba con la suficiente fuerza con la que podía ir. Quizás se debiese a que no era capaz de matarle todavía.

No, era imposible que creyera algo así… ¡No había forma en que la lastimara! Escuché cada estúpida palabra mientras me mostraba sus muñecas… Quedé impactado al escuchar y ver lo que le había hecho… No, definitivamente no era yo. Esta era la primera vez que sabía que ella había estado en cautiverio. ¿Qué yo no la había ayudado? Imposible, de estar ahí hubiera destruido todo y a todos esos infelices que la habían dañado. ”Un impostor. Alguien se hizo pasar por mi…” – pensé tan rápido trataba de comprender las cosas. Debía serlo, yo no había estado en ese lugar. No había sido el que le había hecho eso… Alguien fue el que le hizo creer todo eso. ”Maldito bastardo” – no tuve mucho tiempo para pensar… Mi mantra me advirtió del ataque de Rose, ¿En serio lo hacía? Aparte, era su mejor técnica… Noté el aura rojiza rodeando su cuerpo.

– Detente, Rose. – le grité mientras veía que su ataque ya había sido lanzado hacia mí. Objetivo, partir a la mitad cualquier cosa que se le cruzara en su camino…. Y solo había una en este… Yo. Con velocidad activé el nivel tres de mi técnica especial. Haciendo uso de esta fue me moví a un lado con rapidez. – ¡Maldita sea! Rose… ¿Cómo pudiste caer en eso? ¡No fui yo! – gritaba mientras notaba que su onda cortante dejaba en nada un árbol de un grosor considerable. ”Y ese pude haber sido yo” – pensaba al ver que apenas tenía un leve corte a la altura de mi hombro. ¿Qué debía hacer? En mi posición incluso responder al ataque podría revelar mis “malas intenciones”… ¡Espera!, ¿Acaso creía que la carta era una trampa? ¡Mierda! Sea quien sea el que se hizo pasar por mí lo mataría… Luego, claro, de resolver este asunto con Rose. Desactivé mi técnica especial y mi cuerpo volvió a la normalidad. – Sé que es difícil que me creas… Pero todo lo que supuestamente yo te hice… Fue un impostor. – decía mientras analizaba cuidadosamente mis palabras. Un solo paso en falso y la perdería. – Seguramente fue algún usuario de las frutas del diablo… ¡¿Cómo puedes creer que yo te hice eso?! – estaba enfadado… No con ella, sino con el miserable que le había hecho eso. – Antes de irme de la banda te prometí que te cuidaría y protegería, ¿no? Nunca rompería aquella promesa. – suspiré con cierta pesadez. – Pero, creo que nada de lo que te diga cambiará las cosas. – imbuí mi brazo derecho en mi Busoushoku. No quería pelear ante ella, pero no encontraba otra forma de comprobar mi inocencia. – Me conoces demasiado bien, Rose. ¿Crees que yo te haría daño? Pero… Dejaré que mis puños te muestren la respuesta. – empecé a caminar de manera lenta y pausada. Mi mirada se había fijado en ella y nada la haría desviarse. – Una vez acabemos… Me encargaré de matar al hijo de puta que te hizo todo eso. Veamos si ese desgraciado puede copiar mis técnicas. – Frené a unos poco metros de ella.

”¿Estás seguro?” – Sí, lo estaba. Era la única forma que podía hacerlo, aparte, estaba claro como el agua que yo no había sido el culpable de sus heridas. Iría a un ritmo alto, activé el nivel tres. Mi musculatura creció un poco, de mis ojos verdes salieron rayos del mismo color y mi pelo ahora de verde paso a ser grisáceo. De ser necesario, utilizaría incluso el nivel más alto. Sin decir ninguna palabra fue que desaparecí para aparecer a un costado de Rose, mi velocidad en ese estado era de 220 km/h lo cual definitivamente la pillaría por sorpresa, y trate de impactar un puñetazo en sus costillas. Era hora de la verdad, diera o no, retrocedería con una voltereta y no bajaría la guardia.

Se seguía negando como si nada hubiese pasado. No… no era capaz de comprender nada, estaba echa completamente un lío. Desearía desaparecer de allí y esconderme. Desaparecer de la faz del mundo durante unos minutos y no recordar a nadie. ¿Por qué todo debía ser tan difícil? El aura rojiza se desvaneció y Midorima había logrado esquivarla. Suspiré aliviada… Espera ¿qué? No, no, yo no podía alegrarme de que la esquivase. Tenía que sufrir como lo había hecho yo, toda la tortura que recibí por su culpa. Maldita sea. ¡Por qué tuvo que revivir! ¿Acaso no podía morir tranquilamente y dejar en paz a los demás? ¿A cuánta más gente le habría hecho lo mismo que a mí? Quería hacerle muchas más preguntas, pero con sus palabras cada vez me sentía más desconcertada y perdida. Miré al suelo mientras él hablaba. Las lágrimas seguían descendiendo por mis mejillas y si le miraba, no pararían. Me pregunto por qué se empeñaba en seguir negando lo evidente ¿acaso decir la verdad no sería lo mejor? En ese momento recordé la promesa… todo lo vivido anteriormente, cuando lo conocí, la guerra, el beso de nuestra despedida… Sin embargo, recuerdo que debía marcharse por que junto a él nosotros corríamos peligro ¿sería por eso todo lo ocurrido?

Refroté los ojos y le miré. ¿Un impostor? ¿Y por qué iba un impostor hacerme todo eso? No tenía enemigos salvo Ajima. – En estos momentos ya no sé qué creer Midorima. – Él estaba cada vez más cerca de mí. Estaba tan aturdida con sus palabras que no tuve tiempo ni a defenderme de su ataque el cual no pude esquivarlo y me arrastró hasta unos árboles. Estuve unos segundos en el suelo hasta que, jadeando, logré levantarme y apoyarme en el tronco del árbol levantando la cabeza hacia arriba. Me dolía el abdomen por el golpe. –Si tan solo querías volver a atacarme… no debiste haber esperado tanto.- repliqué. Avancé un poco hacia delante con la boca entreabierta y apoyé la mano en la zona del golpe.

-¿Cómo hemos llegado a esto? Desearía volver atrás en el tiempo y evitarlo todo. Así no habría perdido a la persona en quien más confiaba– Tenía miedo, más miedo que nunca y la mejor idea era huir, la isla era demasiado grande para que me encontrase y yo todavía era bastante veloz. Pero no huiría sin antes tener una ligera ventaja. – No sé por qué me has citado aquí, pero si es para volver a capturarme no te será tan fácil. – Sonreí de manera desafiante. Estiré mis manos y le envié ondas y ondas de puntas de hielo afilado imbuidas en haki provenientes de todas direcciones. Tras eso, sin mirar si había conseguido darle o no, me giré hacia la zona del bosque y en forma híbrida eché a correr, con esta forma alcanzaría una gran velocidad y le perdería de vista. – Esto se termina aquí.

– Idiota… – susurré cuando mi golpe dio sin resistencia en el cuerpo de Rose. Ella estaba aturdida, de no estarlo hubiera frenado mi ataque con bastante facilidad o, al menos, hubiera reducido daños… Escuché sus palabras. Otra vez estaba diciendo tonterías y yo la había cagado con pegarle… Iba a decirle algo, pero entonces nuevamente sentí su ataque, esta vez algo más fuerte que el anterior y con… ¿Busoushoku? ”Te has vuelto más fuerte, Rose” – pensé con orgullo de ella. Logré ver las estacas de hielo y me moví con velocidad a los lados tratando de evitarlas todas, aunque a pesar de eso, algunas pocas lograron herir mi cuerpo. Una logró clavarse en mi hombro izquierdo, otra logró herirme de forma poco profunda mi mejilla y otra logró rasgar la parte de mis costillas, abajo a la izquierda. ”Sí, definitivamente has cambiado…” – pensaba mientras me recuperaba y miraba a todos lados buscando a Rose, ¿Me atacaría desde un punto ciego? No, no sentía su presencia cerca… ¡Se estaba alejando! Maldije para mis adentros.

– Era de esperarse… Mis preguntas y mis acciones solo han gatillado recuerdos malos. – debía pensar rápido. No iba a tardar mucho en alejarse… Rose, que debía estar en su forma híbrida, corría a gran velocidad… Debía alcanzarla y pronto. – Eres un idiota, Midorima Shintaro. Uno muy grande. – decía mientras activaba ahora el nivel 5 de The Zone Of God. – Ese maldito… Ni siquiera Dios lo podrá reconocer luego que lo encuentre. – Dije mientras con velocidad me hundía en el bosque siguiendo la presencia de Rose, ¿Qué debía hacer? Recordé las batallas que tuvimos, la guerra y nuestra despedida en Water Seven y ese beso… ¿Acaso nunca debí dejarla sola? ¡¿Acaso esos incompetentes no pudieron protegerla?! ¡Escorias! Eso eran esos malditos… No pudieron cumplir con su única obligación, dar la vida por el capitán… Capitana, en este caso. Un sentimiento de culpa abordó mi cuerpo… Fue mi culpa… Nunca debí dejarla sola… Fui muy confiado al creer que se podía cuidar sola… ¡Maldición!

Sin darme cuenta, atravesé un árbol y le hice un agujero con mi cuerpo. Lo siento…. – susurré mientras miraba al frente. Solo guiado por mi mantra, pero… ¿Qué debería hacer una vez la alcanzara? Debía pensar en algo… Lo que sea…. ¡Maldita sea! Odiaba sentirme tan débil e inútil. Cuando Rose más me necesitaba es cuando menos respuestas tenía… ¿Qué debía hacer? Solo quedaba una cosa por intentar… Debería improvisar y armarme de valor para convencerla de que existía un impostor. Con mi velocidad actual, unos 350 km/h, debería alcanzarla pronto o, al menos, poder seguirla desde su punto ciego y que no se percatara de mi presencia. ”Creo que no tiene mantra. Una ventaja para mi…” – pensaba para intentar relajarme… Pero fue en vano. Debía alcanzarla ¡Ahora!

Estaba furioso y ahora me encontraría. Quizás no debería haber escapado de él… Las consecuencias serían terribles. ¿Y si volvía a aquel lugar? ¿Y si me llevaba de vuelta a Baterilla? De tanto correr me apoyé contra un árbol con la mano un tanto levantada sintiendo la rugosidad y la madera áspera. Jadeaba por el esfuerzo que hacía e incluso llevé la mano a la zona de corazón. Este se había vuelto a acelerar… Tomé unos minutos para recuperar el aliento y proseguir mi camino. Mierda… el barco estaba en la otra dirección y volver por ahí sería encontrarme cara a cara con Midorima. Esta vez me apoyé con la espalda en el tronco apoyando mis manos sobre las rodillas. ¿Por qué acepté venir? Tendría que haber esperado lo peor cuando me citó en un lugar abandonado. Agh… que tonta fui. Esta torpeza hace que me merezca todo lo que me ocurre. Pasé la mano por la frente y cerré los ojos unos segundos. Tras eso los abrí, ya me había recuperado lo suficiente y ahora era momento de proseguir.

Hace rato que ya había vuelto a mi cuerpo normal. Me levanté con cuidado y caminé unos metros. Con cada paso podía escuchar como las hojas secas se rompían en mil pedazos. Miré a los lados, pero solo había bosque. ¿Sería esta la última vez que vez vería la luz del sol? ¿Volvería a estar todos esos meses en cautiverio? No… No podía rendirme y aceptar que ocurriera sin poder evitarlo. No quería un destino obligado, yo era la dueña de mis decisiones. Tras esto, seguí avanzando despacio. A lo mejor me perdió la vista y se fue, eso sería un gran alivio para mí. El silencio emanaba en el bosque hasta que escuché un crujido a lo lejos. Me giré rápidamente, pero no vi nada. Tal vez fuera un animal, claro… seguro que hay muchos que pueblan la zona.

-Me voy a librar de ti así tenga que matarte con mis manos. Agh, lo odio demasiado. Y pensar que hay tan buenos recuerdos, solo puedo generar desprecio de ellos. – Musité. Estaba enfadada. Huir había sido un gran error, pero ante la vida toda opción es buena. Solo espero, no tener que aguantar las torturas de nuevo, suplicaría mi muerte si hiciese falta. Pensaba mientras miraba mis muñecas y apretaba una contra la otra.

Sentí como es que la velocidad de Rose bajaba considerablemente, ¿Acaso ya se había cansado? Seguramente aún no se había acostumbrado al uso de su Akuma no mi… Ignoré ese hecho y yo también bajé mi velocidad, desactivé el nivel cinco y mantuve el trote… ¿Por qué todo salía mal? ¿Qué debería hacer? Me estaba acercando cada vez más a su posición, la iba a alcanzar tarde o temprano ”De haberlo sabido antes… De haberlo sospechado antes… Soy un imbécil.” – pensé mientras me detenía y golpeaba un árbol. ¿Cómo podía sospechar algo así? Ni en mi peor pesadilla se me hubiera ocurrido que la razón del odio de mi ex capitana era porque “yo” la hubiera torturado. ¿Cómo iba a poder imaginarme algo así? El problema se había escapado de mis manos y ahora no encontraba una solución.

– No hay tiempo que perder. Primero alcánzala. – Dije mientras volvía a correr. No debía de estar muy lejos, quizás unos diez o veinte metros… Si aceleraba abarcaría esa distancia en pocos segundos… Pero, ¿Era lo que necesitaba? ¿En serio Rose me iba a perdonar? Si me ponía en su lugar nunca lo haría, nunca perdonaría a un idiota que me había torturado… Dudé unos segundos. Miré al frente y lo había decidido… Tenía que hacer que me perdonara, convencerla de algún modo que no existía forma en que el Midorima que conocía le hiciera eso. Debía abocar a eso, armarme de valor y hacerlo. ”Bien… Aquí vamos. Solo será un segundo.” – pensé mientras cerraba mis ojos y abría la sexta puerta. Ni siquiera se iba a enterar de lo que iba a pasar. ”Lo siento, pero es necesario” – me dije a mí mismo antes de acelerar y alcanzar los 525 km/h. Como supuse, no tardé en alcanzarla… Y entonces, me tiré sobre ella… Con mi velocidad y el peso de mi cuerpo logré tumbarla y también, de paso, conseguí empezar a rodar por el suelo unas cuantas veces hasta que yo quedé encima de ella. Le agarré las manos, solo para que no intentara atacarme. No era lo que yo quería… Si se movía demasiado solo me iba a dificultar hablar.

– Hola, pelirroja. – le dije mientras volvía a la normalidad. – Ambos nos conocemos bien, ¿verdad? Ese día en Water Seven, cuando te abandoné… Te hice una promesa, ¿no? – la miraba directo a los ojos. Tenía que ser lo suficientemente convincente para que me creyera. Era un todo o nada. – Nunca rompería esa promesa. Nunca te haría daño, debes creerme… Rose. – me levanté de ella y retrocedí un par de pasos. – Si aún no eres capaz de creerme… Entonces ¡Mátame! Prefiero mil veces eso a que tú sigas sufriendo por mi culpa. Agarra esa maldita espada y hazlo. – abrí mis brazos y levanté mi mirada. Una lágrima recorrió mi mejilla por el lado izquierdo… En cierta forma comprendía el dolor de Rose… Pero usar a los amigos de una persona para una tortura… Había que ser un maldito desgraciado… No lo iba a perdonar. – Si solo quitándome la vida es como lograrás que tu miedo desaparezca, entonces gustoso lo haré. Si… Si… – otra lágrima y mis palabras dudaban… – Si te llego a perder, mi vida ya no tendría sentido. Eres demasiado importante para mí, Rose… – una tercera y última lágrima. Me quedé en silencio esperando la respuesta de la pelirroja… ¿Qué más podía hacer? El trauma era demasiado grande como para que mis acciones fueran suficientes, ¿No? No me podía imaginar ni la mitad de lo que había sufrido… De lo que esos idiotas fueron capaces de hacerle… – Toma una decisión, Rose. Por todos esos buenos recuerdos, por nuestra amistad y por nuestra confianza… ¡Te juro que yo no te lo hice! – Finalicé abriendo mis ojos y me le quedé observando. ¿Qué haría? Si me mataba estaba bien… Solo significaría que esos bastardos habían ganado… Solo y solo eso significaba. Los malos, al parecer, siempre ganaban.

Creía que me había alejado lo suficiente de él, pero mis suposiciones estaban equivocadas. No me dio tiempo a esquivar nada cuando cayó sobre mí, ni siquiera me di cuenta de como apareció con tanta rapidez. Vaya, si que se había vuelto fuerte, seguramente ya no tendría oportunidad contra el como antiguamente. Sentía que me aplastaba a medida que dábamos vueltas hasta que al fin paramos. Intentaba soltarme, pero el me ganaba en fuerza tan solo con sus manos. Finalmente dejé de forcejear y bufé, esperando a que él terminase de hablar. Por un rato mantuve la cabeza ladeada intentando no mirarle, pero terminé poniendo mi vista en sus ojos. Sus palabras parecían tan reales y tan... verdaderas. ¿Acaso yo en mi cautiverio me dejé llevar por las apariencias? Pero aún así seguía siendo imposible. Él mismo fue quien me condujera a las celdas de nuevo cuando yo tratara de escapar. Sin embargo, aquel Midorima comparado con el de ahora tenía gestos distintos.

Recordé la promesa, promesa que olvidé estando encerrada y en la cual no volvería a creer. Sentía una opresión en mi abdomen de haberme equivocado, fui una tonta al creer que alguien se había hecho pasar por él. Él se levantó y yo, mientras tanto, permanecí un par de minutos así, mirando el cielo y escuchando a su vez las palabras que tanto me dolían. Le conocía bien... podía asegurar en estos momentos que decía la verdad. Ese afán de enemistarme con mis amigos solo habría sido una estrategia para quedarme sola, mejor dicho, para dejarme indefensa. Me levanté despacio y le miré. Mis ojos estaban hinchados aguantando las ganas de llorar. Tenía la mano sobre la empuñadura, me pedía que le matase, pero no era capaz. Las lágrimas comenzaron a descender de mis mejillas. Todo había sido una gran mentira, me sentía culpable de haberle atacado por mi culpa.

Solté la mano de la empuñadura y me abalancé sobre él llorando fuertemente contra su pecho mientras le abrazaba. Era la primera vez que alguien me veía llorar así con tanta tristeza y a la vez, cierta emoción puesto que significaba que no había perdido un amigo. - Perdón, perdón, perdón. - Repetía mis disculpas una y otra vez. - Te odié durante mucho tiempo sin saber la verdad, lo siento. - Dije mientras no levantaba la mirada. Me sentía mal por hacerle todo eso. Permanecí durante unos segundos en silencio hasta que levanté la mirada para llegar a sus ojos. Vi su herida en la mejilla por culpa de mi ataque anterior. - Casi te mato... y no eras más que alguien inocente, una simple víctima. - Respiré profundamente tratando de calmarme y con una sonrisa le pregunté. Una sonrisa que llevaba demasiado tiempo escondida y al fin había salido a la luz. -Entonces... ¿La promesa sigue en pie?

Lo había conseguido… Había logrado que ella volviera a confiar en mí. La abracé con suavidad mientras escuchaba sus palabras. ”Al fin ha terminado. Todo ha vuelto a ser como antes… No… Aún queda algo.” – pensaba mientras me mentalizaba en el tipo que se hizo pasar por mí. Si mi deducción no me fallaba, podría convertirse en cada persona que quisiera… De ser así, encontrarlo solo me causaría problemas y dolores de cabeza. ”Bueno, ya pensaré en algo.” – escuché la última pregunta de Rose, con esa hermosa sonrisa que tanto le caracterizaba y que de ahora en adelante debía proteger… Ese canalla… Esa escoria… No lo iba a perdonar. Tardé en responder unos segundos, estaba algo cansado… Nunca antes había usado tantos niveles y de golpe en tan poco tiempo. Era una suerte que mi cuerpo se mantuviera en dos piernas.
 
– Claro que sí, Rose. – sonreí de forma suave. – Esa promesa nunca se romperá. – le besé su frente antes de separarme y apoyarme en un árbol que estaba a mis espaldas. Definitivamente, aunque no quisiera aceptarlo, necesitaba un descanso. Aparte, mis heridas aún no se recuperaban… Y entre todo el esfuerzo, sí.... Era normal que mi resistencia se hubiera mermado. – Y… Con el tipo ese que se hizo pasar por mi… Necesitaremos alguna prueba que nos identifique entre nosotros. – tomé una ligera pausa mientras apretaba mi puño derecho. Me relajé en unos pocos segundos. – Algo como una marca o alguna clase de contraseña. Así, al menos, podremos evitar que se transforme en mí. – miré al cielo. Odiaba que tuviera que hacer esto, pero era lo necesario… Su poder era demasiado peligroso y no tenía la total certeza si podía o no volver y atormentar a Rose. – Y, yo mismo lo mataré. No puedo tolerar que me haya copiado y que te hubiera hecho eso. – mi tono era tranquilo… Suspiré de forma pesada. Me acomodé un poco en el árbol… Estaba bien… Me iba a quedar unos minutos ahí como peso muerte en el árbol… Hasta que, por lo menos, me pudiera levantar – Aunque bueno… Mejor dejémoslo hasta aquí. Creo que ya hemos tenido muchos malos ratos. Ha acabado, Rose. – un suave viento pasó entre nosotros. Al fin había acabado… Todo… Todo volvía a ser como antes y era hora que ella pudiera mirar a un gran futuro. – Eres libre, pelirroja. Ya sabes toda la verdad, ¿no? Ya nada te ata a lo que te pasó. – Finalicé sonriendo de forma amable y tranquila.
 
 
La volví a abrazar. Al fin había paz y la tensión había desaparecido. Sentía como es que mi corazón ya no estaba apretado y el nudo de la garganta desaparecía. Sí, todo había vuelto a la normalidad. ”Y ahora… Solo queda que Dexter sepa que reviví…” – pensaba sin mucha preocupación en el tema. Me quedaba un largo viaje hacia el Nuevo Mundo… Demasiado largo… Partir de cero, todo de nuevo y que todos sepan que había regresado.
 
– Quizás no deba decirlo, pero… Aún tengo tu Den Den Mushi. Cualquier cosa que necesites, solo me llamas y yo llegaré en seguida. – Fue lo último que dije antes de guardar silencio. ¿Qué vendría ahora? Un nuevo objetivo se había grabado a fuego en mi cabeza… Acabar con ese maldito. Eso para mí, para Rose; un nuevo y mejor futuro. Le besé nuevamente la frente. 

La paz había regresado al fin. Aquellos tormentos cesaron de una vez y esperaba al fin no volver a toparme con ellos. Por suerte el mayor enemigo había desaparecido, lograron vencerlo, lástima que no fuese yo la que estaba presente o la que pudiese haber acabado con él... Es lo que tenía estar herida. Sus palabras se convirtieron en paz para mí. Él era quien solía anular todas las tormentas de mi alrededor cuando estaba mal. Estaba tan aturdida aquella vez que no me di cuenta de todo lo que ocurría a mi alrededor y todas aquellas personas tan solo eran imágenes de un impostor. Desearía encontrarlo cara a cara y hacerle pagar por todo, él mismo fue quien organizó las torturas a pesar de ser un mandado por Ajima. Tsk... si lo hubiera sabido antes me habría ahorrado tantos problemas o mejor, si pudiese volver al pasado evitaría regresar a Baterilla. Pero no son más que simples reminiscencias del pasado esperando a ser olvidadas.

Midorima necesitaba saber toda la verdad. Sin embargo en cuanto me separé de él le noté diferente como si estuviese cansado. -Te noto débil, vayamos al barco. Allí podrás descansar, no quiero que te pase nada malo. - Afirmé con una sonrisa pero a la vez cierta preocupación mientras pasaba mi mano por su mejilla. Le conocía demasiado bien y sabía que me mentiría si dijese que estaba perfectamente. La idea que tenía en la cabeza de matar a aquel tío era peligrosa y estoy segura de que iría de cabeza a por él. Tendría que prevenirlo o evitarlo. - Todo esto ha ocurrido desde hace más de cinco meses... - comencé a contar. Merecía saber la historia al completo. - Llegué a Baterilla en busca del cuerpo de Ajima, el cual me había salvado de morir hace casi un año. No encontrara su cuerpo en toda la isla así que regresé al barco, pero allí me dijeron que yo misma me había llevado a Ruby. - Tomé una pausa mirando el cielo y proseguí. - En un claro me encontré conmigo misma, como si se tratase de un espejismo y ella tenía a Ruby. Desde aquel momento no recordé nada, solo sé que me encontré con Ajima y las torturas comenzaron contigo y con otra persona más haciéndome creer que estaba viva... - Tras esto le miré. - Yo no logré escapar de allí, me rescataron. En ese momento me di cuenta de lo débil que era.

Suspiré. Él sacaría sus propias conclusiones de ahí. - Hace tiempo que perdí la pista de ese hombre. A lo mejor está muerto o... escondido, pero no vayas a por él. ¿Y si te mata? - Inquirí con preocupación. No estaba tranquila mientras ese anduviese suelto por ahí, pero había mejorado lo suficiente como para enfrentarlo. - Por favor, no vayas a por él. - No era una súplica, pero confiaba en su fuerza para vencerlo. Al fin y al cabo, se había hecho muy fuerte y eso me alegraba.

-Por cierto - dije alegremente cogiendo dirección hacia el barco. - Te voy a dar una Vibre Card. Así siempre podrás saber en donde encontrarme. Guárdala bien. - Extendí su cálida mano y la puse en ella. Tras eso comencé a caminar.

Sentí la mano de Rose limpiando la herida de mi mejilla mientras me decía que lo mejor era ir al barco y que descansara. No sonaba mal, pero no quería aceptar que lo necesitaba… Pero… Iba a ser una discusión inútil, ella siempre iba a ganar hiciera lo que hiciera. Fue entonces cuando escuché su historia, no la interrumpí y, al terminar, no pude evitar sentirme enojado por dentro… ”No los perdonaré jamás.” – era el único pensamiento que se me cruzaba por la cabeza. ¿Qué no fuera tras de ese insecto? No, lo iba a hacer si o si… Era algo que necesitaba hacer. Era lo que debía hacer, si había alguna forma de liberarla completamente del pasado era entregándole la cabeza de ese malnacido. ¿Matarme? No lo había logrado un rayo… Lo podía conseguir y lo iba a conseguir. Acepté el regalo de Rose y la guardé, con mucho cuidado, en el bolsillo interno de mi cabeza. ”Bien, con esto podré encontrarla… Yo también debería tener una y dársela a mis amigos… Creo.” – pensaba mientras le seguía el paso a la pelirroja.

– Rose, al menos, déjame investigar si de verdad está muerto – era mentira. Solo era una excusa para ir, encontrarlo y dejarlo irreconocible… Ni su madre lo podría reconocer luego de la paliza que le iba a dar. – Me he hecho bastante fuerte y no creo que pueda perder ante nadie. – excepto Dexter… Mi capitán era un monstruo y… Si se enteraba por terceros que había revivido de la nada y no le había dicho… Rodarían cabezas… Y no sería la suya. – Tranquila, no moriré por un imbécil que solo copia a los demás. Aparte, debo limpiar mi imagen... – decía mientras empezaba a seguirle el paso a Rose. La idea de ir al barco de Sons era agradable y, aparte, había perdido el mío hace ya unos días y no había manera en salir…. Si, al menos, no era para descansar… Me serviría como transporte a la siguiente isla. – Es imperdonable que alguien haya copiado mi hermosa figura – mi tono fue con algo de sarcasmo. – Por cierto, debo felicitarte por aprender a dominar el Haki… No sería mala idea que también aprendieras el mantra – tomé una ligera pausa mientras cerraba mis ojos y tomaba algo de aire – En una batalla con numerosos enemigos, es muy útil. Incluso, podrías evitar emboscadas. Y, si quieres, yo mismo te lo puedo enseñar… Aparte, ser profesor no es una mala idea. – Finalicé con una sonrisa divertida, algo arrogante y egocéntrica.

Ya habíamos recorrido casi todo el claro donde antes estuvimos. Ya debía quedar poco para llegar al barco de mi banda anterior… Me llenaba de nostalgia, al menos, viajar en ese barco un tiempo.

– Por cierto, Rose. – tomé una ligera pausa. – ¿Podría ser posible que el secreto que reviví quede solo entre nosotros y los de tu banda? – pregunté con algo de timidez. – Verás, Dexter es algo impulsivo y a saber qué pasa si se entera que tú fuiste la primera en saber que había vuelto de las tumbas. Por favor. – Era un favor extraño… Pero era yo quien debía decirlo a mi capitán que había revivido. Quedaría feísimo que se entera por tercero y esperaba que la pelirroja lo entendiera… Esperaba… 

Sabía que no podría llegar a convencerlo puesto que a veces era tan cabezota o incluso más que yo. Pero en cierto modo tampoco era yo la apropiada para impedírselo. El impostor pagaría caro haber trabajado para Ajima. El camino hasta el barco se hizo lento, con suerte la amena charla que tuvimos hizo que se perdiese la noción del tiempo. Ya habíamos recorrido un buen trecho por la zona de la que llegamos y más adelante vi el claro en el que nos habíamos encontrado. A ratos le miraba y sonreía por todos sus comentarios. Tan ególatra como siempre. Su hermosa figura... menudo creído, cosas como esta eran por las que solíamos tener peleas amistosas, creo que hasta perdí la cuenta de tantas veces. Pero esa era la forma de demostrar nuestra amistad y creo que sin ellos todo perdería sentido. Nunca abandonaríamos esa eterna pelea de quién sería el más fuerte, aunque estaba claro que sería yo.

Un profesor... sonaba bien la idea, pero no tenerlo a él. Me temía lo peor. La razón era simple tendría que acatar sus órdenes y a mi no me gustaba. Entraríamos en un largo debate de si obedecer o no y... otra vez peleando como siempre. Un bucle infinito, como lo llamaba yo. Pasamos el claro y recordé todos los momentos anteriores y nos detuvimos unos segundos. Le escuché atentamente y asentí sonriendo.

-Tranquilo, yo guardaré el secreto y nadie se enterará. Y a los de la banda les dará un poco igual seguramente, pero les advertiré que no digan nada aunque se sorprenderán muchísimo. - Comenté. - Entiendo lo de tu capitán... Pero no pasará nada. Estoy segura. - Afirmé. Seguimos caminando y a lo lejos veíamos ya el barco. - Ya estamos llegando. - Dije de manera alegre. Aunque fuese poco tiempo me apetecía volver a verle en el barco. Al menos pasaríamos un rato agradable. Llegamos al barco.